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Regiones 6

Jan 06, 2017

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martes 10 de mayo de 2005

I II II II II I

El Fútbol en el campo de inEl Fútbol en el campo de inEl Fútbol en el campo de inEl Fútbol en el campo de inEl Fútbol en el campo de invvvvvestestestestestigación antrigación antrigación antrigación antrigación antropológicaopológicaopológicaopológicaopológicao de cómo la antro de cómo la antro de cómo la antro de cómo la antro de cómo la antropología anotopología anotopología anotopología anotopología anota sobra sobra sobra sobra sobre un deporte un deporte un deporte un deporte un deporteeeeeGustGustGustGustGustavavavavavo Casas *o Casas *o Casas *o Casas *o Casas *

* Licenciado en ComunicaciónSocial por la UAM-X.Actualmente cursa la maestríaen Antropología Social en laENAH.

a Adriana y Carlos

Tan popu la r en supráct i ca cot id iana —l lanera— como en suproyección mundial, esuno de los fenómenosdeportivos más comple-jos . En la actual idad,pone en “d i sputa” nosólo una faceta de lasidentidades colectivas eindividuales sino aspec-tos sociales, económicosy políticos, tanto localescomo “mundiales”. Inclu-so, dos “equipos” man-tienen un “clásico” en-cuentro de apreciacio-nes. Están, por un lado,quienes lo califican desoberb io y , por o t ro ,quienes lo consideranun espectácu lo den i -grante. Los primeros seimponen en cantidad;los segundos , aunquecada vez parecen me-nos, “disparan” sus argu-mentos con una ironíade “ campeonato ” .Alber t Camus , an tesguardameta que escri-tor, decía: “no hay unlugar de mayor felicidadhumana que un estadiolleno de Fútbol”; en con-t rapar te Jo rge Lu i sBorges definía este de-porte así: “22 estúpidoscor r iendo det rás de lbalón”. No sin influjosmarxistas, hay quienesconsideran que el socceres un espectáculo fun-damental para el “pany circo” que enajena lasmasas. En contraparteexisten personas que vi-ven apasionadamentede él y por él.

Más a l lá de la simplicaciones negativaso positivas —cualquieraque éstas sean— el lla-mado juego del hombreha con f igu rado , conayuda de los medios decomunicación, un discur-so tan prop io comoabarcador, tan sugesti-vo como absurdo.

Es este contexto so-cial, cultural y discursivo,que mínimamente he des-crito, al cual se enfren-tan los científicos socia-les para tratar de com-

prender el Fútbol1. En laactualidad, el etnólogofrancés Chr i s t ianBromberger2 ha puestoparticular atención altema, y en sus trabajosnos presenta un ampliopanorama sobre el de-porte que considera unreferente, cuando no elún ico , de una cu l turamasculina.

En su artículo “El Fút-bol como visión del mun-do y como r i t ua l ” 3 ,Bromberger hace unarevisión analítica de susinvestigaciones realiza-das en Marse l la ,Nápoles y Turín sobrelas s ignif icaciones dees te depor te y s u simplicaciones individua-les y colectivas.

LLLLLa vista vista vista vista vista desde el gra desde el gra desde el gra desde el gra desde el graaaaaderíoderíoderíoderíoderíodel pensamiento socialdel pensamiento socialdel pensamiento socialdel pensamiento socialdel pensamiento social

La tradición socioló-gica y filosófica sobre elestudio de las concen-traciones masivas, des-de Blaise Pascal hastaUmberto Eco, ha puestoén fas i s en que e s tasaglomeraciones huma-nas contribuyen a des-viar la atención de lostemas verdaderamenteimpor tan te s . É s ta e suna afirmación que miratangencialmente el pro-b lema, más aún s i loadaptamos a l Fú tbo l .Veamos por qué.

Los espacios para lapráctica deportiva im-ponen una d imens io -na l idad en f unc ióndel(os) deporte(s) y losfines (sociales, comer-ciales) que contemple laconstrucción de dichosespacios. Los deportes,como sus escenarios, for-man parte de la vidapolítica, social y culturalde las sociedades, espe-cialmente las urbanas,desde hace varios s i -glos. Nuestro referentemás antiguo son los jue-gos olímpicos que cele-braban los griegos; jue-gos que desde el sigloXIX son parte de los es-pectácu los mund ia lesmás elaborados y re-presentativos del hom-bre contemporáneo.

Casi a la par de lasolimpiadas modernas, elFú tbo l se con f igu rócomo un deporte mun-

dialmente organizado.Entrado el siglo XX laFIFA es creada en Fran-cia como la federaciónmundial más importan-te , quedando en su smanos la organizaciónde lo s campeonatosmundiales de Fútbol.

No parece for tu i toque estos espectáculos

deportivos —que exal-tan la competencia, eltriunfo y el orgullo na-cional— se hayan orga-nizado mundialmente enlos siglos más beligeran-tes de la historia moder-na. Por ello a veces nosresultan paradójicos susdiscursos de unidad ypaz mundial.

Posturas sobre el Fút-bol y el deporte, desdelas c ienc ias soc ia les ,como la s de P ie rreBourdieu , Roberto DaMatta , Norbert E l ias ,Julio Mafud, entre otros,han puesto énfasis enque los deportes, másallá de sólo enmasca-rar los asuntos impor-tantes, también expre-san las tensiones socia-les y sirven de cataliza-dores emocionales.

El Fútbol, como otrosespectáculos deport i -vos, mantiene en corre-lación estrecha aconte-cimientos con finalida-des sociales y políticas,así como manifestacio-

nes de protesta, emocio-nes y sentimientos indi-viduales y colectivos. Espor ello que Brombergeracepta, después de po-ner a prueba su parti-cu la r en t renam ien tometodo lóg i co , que“cuando t ra tamos dedesentrañar las funcio-nes latentes del Fútbol

encontramos unos pro-cesos polivalentes, flui-dos y contrad ic tor iosque desafían cualquierinterpretación única osimplista”.

El entrEl entrEl entrEl entrEl entrenamientenamientenamientenamientenamiento de lao de lao de lao de lao de laantropología y el Fútbolantropología y el Fútbolantropología y el Fútbolantropología y el Fútbolantropología y el Fútbol

A grandes rasgos ,Chr i s t ian Brombergerpresenta un resumen desus resultados principa-les, obtenidos mediante:a) un análisis relacionalentre la estructura delsoccer como juego y laestructura social con-temporánea; b) la ob-servación participanteen los estadios y fuerade estos; y c) las entre-vistas individuales apli-cadas a aficionados ygrupos vinculados conlos clubes de Fútbol. Esteproceso de investiga-c ión nos recuerda lapropues ta de V. W.Turner sobre cómo obte-ner datos para recono-cer las estructuras y las

propiedades de los sím-bolos rituales: 1) formaexterna y característi-cas observables; 2) in-terpretaciones ofrecidaspor los especialistas re-ligiosos y por los simplesf ie les ; y 3 ) contextoss igni ficativos en granparte elaborados por elantropólogo4.

Turner nos dice quetratar de entender el ri-t ua l en s í m i smo esinfructífero, es necesarioidentificar las estructu-ras sociales que le dansignificado interno y ex-terno. Es as í como elautor de Significacionesde la pas ión popu larpor los clubes de Fútbolpostula que: “si los afi-cionados se identificantan intensamente conlos equipos de su locali-dad , s u fábr i ca o supa í s es porque és tosson percibidos, en virtudde su est i lo de juego,como s ímbo los de unmodo específico de exis-tencia colectiva, y nocomo un s imple s igno(arbitrario) de una iden-tidad común”.

PPPPPrimer trimer trimer trimer trimer tiempo: estiempo: estiempo: estiempo: estiempo: estilo,ilo,ilo,ilo,ilo,identidad y emociónidentidad y emociónidentidad y emociónidentidad y emociónidentidad y emoción

Surgen t res in tere -santes noc iones paracomprender el juego ysu relación con el mun-

do social. El Fútbol comodeporte supone estra-tegia y desempeño indi-vidual-colectivo, es aquídonde el esti lo se en-cuentra con la catego-ría de “identidad”.

El estilo de la Juven-tus de Turín, ejemplificaBromberger, es el antó-nimo de otros equipos,

su esti lo es el de unaaristócrata “vieja dama”que alterna las normasde la etiqueta con la ri-gurosa d i sc ip l ina de lmundo indus t r ia l . E lOlympique de Marsella,en cambio, refleja escru-pu losamente e l idea lcosmopolita de la ciu-dad. Desde su naci-m ien to en 1899 e lOlympique aplicó unapolít ica basada en lacontratación de estre-llas extranjeras.

“ La e s t ruc t u ra de lequipo no sólo depen-de de la pura raciona-l idad económica s inotambién, en palabras deGodelier, de una racio-nal idad soc ia l g lobalderivada, en gran medi-da, del concepto localde ciudadanía y las per-cepciones del Otro”.

Si en algo están deacuerdo los estudiososde la identidad es queésta se forja y se trans-forma con la alteridad.Los clubes se diferencian

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unos de otros por me-dios distintos, los aficio-nados hacen lo posiblepor distinguirse también;no es lo mismo —pense-mos en nuestro país—“irle” al América que alGuadalajara. Los anta-gon i smos depor t i vo st i enden a aparecercomo el cr i so l de lasoposiciones locales, re-gionales y nacionales.

Este es un principiono sólo deportivo sinosocial, la imagen distin-tiva de los otros respec-

to al nosotros adquiereen el terreno de juegopotencia s igni f icante.De qué otra manera sepodr ía comprender alos famosos hinchas, esosaficionados que sufren,ce lebran e inc luso seviolentan según el resul-tado que obtenga suequipo. Un equipo de-rrotado s ignifica tam-bién el ánimo mancilla-do de sus seguidores. Espor ello que este depor-te, resume el etnólogofrancés, produce la ex-plosión de expresionesverbales y gestua les ,emociones e insultos. Elestadio de Fútbol es unode esos raros espaciosdonde se desatan lasemociones colectivas.

Segundo tiempo:Segundo tiempo:Segundo tiempo:Segundo tiempo:Segundo tiempo:espectáculo(s) y juegoespectáculo(s) y juegoespectáculo(s) y juegoespectáculo(s) y juegoespectáculo(s) y juegoprofundoprofundoprofundoprofundoprofundo

El estadio es el espa-cio donde se escenificael juego para ser obser-vado. E l espectácu lo ,

entonces, tiende a serdoble (el juego y las tri-bunas) y plantea pro-blemas de tipo metodo-lógico, que no son me-nores. Los espectadoresson a primera vista afi-cionados iguales. Peroestán claramente dife-renciados por su ubica-ción, por los lugares queocupan, pues esto losdescubre como diferen-tes en la escala socioe-conómica.

El estadio, escenariode la desigualdad so-

cial, es también el sitioen que se dejan de ladoestas diferencias. Lo quese pone en juego no esel salario, sino el triun-fo de un equipo al quese adh ie ren tan to e lobrero como el gerente.El af ic ionado no estásólo ni en la cotidiani-dad, es parte de unacomunidad que se ima-gina y se reencuentrasensiblemente como co-lectividad no sólo en elestadio (con relacionesinternas variables: pién-sese en las porras, losgrupos de amigos, defami l ia s , en t re o t ros )sino en los bares y otrossitios públicos o priva-dos.

En es te sent ido , e lFútbol como juego pro-fundo —porque concen-tra y despliega signifi-cados— no sólo extien-de sus tentáculos a lu-gares alejados unos deotros con ayuda de losmedios de comunicación,sino que crea un discur-

so muy variado que nospermite asociarle conotros acontecimientosdel mundo social . Porejemplo: el jugador deFútbol debe avanzar enla escala de posicionesfutbolísticas: en primerlugar debe pasar de lasreservas a la titularidad,después debe dar losresultados que desea suentrenador y los aficio-nados, y, en el mejor delos casos, logrará con-vertirse en una figurareconoc ida . Una vez

considerado figura delclub, la tarea será con-vertirse en una estrellamundial . En el mundooccidental de hoy, el éxi-to supone obtener unaposición socialmente re-conoc ida . E l Fú tbo lpone de re l ieve o t ra“ley de la vida moder-na”: la compleja inter-dependencia de los des-tinos individuales y co-lectivos en el camino deléxito.

¿Empate?: el Fútbol como¿Empate?: el Fútbol como¿Empate?: el Fútbol como¿Empate?: el Fútbol como¿Empate?: el Fútbol comoritualritualritualritualritual

Has ta ahora , c reo ,hemos visto cómo el Fút-bol concentra y desplie-ga s ignificados estre-chamente relacionadoscon el mundo y posibili-ta una vis ión de éste.Por decirlo de otra ma-nera, a través de loss ign i f i cados que es tedeporte produce, y otrosque entran en contactocon él, podemos ver lamultiplicidad de ordena-

mientos y contradiccio-nes sociales. ¿Es enton-ces posible pensar en elFútbol como un ritual ,como una ceremonia, envirtud de su capacidads imbó l i ca? Chr i s t ianBromberger responde,en el artículo que hemosestado revisando (3), dela siguiente manera: “eslícito sugerir que un par-tido de Fútbol es afín auna ceremonia sagra-da”, ya que este depor-te está constituido pore lementos bás i co s y

permanentes, los cuales“nos mueven a compa-rarlo con un ritual reli-gioso” . Esos elementosson los siguientes:

a) Una configuraciónespacial concreta: el es-tadio, también llamadosantuario, no sólo meta-fóricamente sino porquelos oficiantes y el árbi-tro (quien procura ins-taurar la ley del juego),salvo en contadas ex-cepciones, son los únicosque pueden p i sa r lacancha.

b) La distribución delos espectadores: el es-tadio recuerda la rígidad i spos i c ión , con t resprincipios básicos , delas ceremonias: b1) je-rarquía social (externa);b2) jerarquía del propioFútbol ( interna); y b3)una jerarquía basada enel fervor y la fuerza dela afición.

c) Afinidades tempo-rales y rítmicas: los par-tidos se programan deacuerdo con un calen-

dario de eventos regu-lares y cíclicos con eta-pas de atención más im-portantes (semifinales,finales, torneos exclusi-vos) .

d) El reparto de pa-peles: los fieles expre-san su emoc iónpuntuando las accionesdel campo con palabras,cantos , ges tos , todosellos codificados. Su for-ma de vestir y los acce-sorios que exhiben con-tr ibuyen a esta meta-morfosis de la aparien-cia y la conducta tancaracter ís ticas de losactos rituales.

e) La organización ylos principios rectores:al igual que las institu-ciones eclesiásticas, elFútbol tiene sus propiasleyes y unas jerarquías,que van de la FIFA has-ta los clubes locales.

f) El marco secuencialdel partido: antes delpartido los jugadores seconcen t ran en unasilamiento casi mona-cal; los aficionados vi-ven e l prepartido , e lpartido y el pospartidosegún la relevancia deéste para su equipo. Si-guen un patrón secuen-cial y rítmico poco usualen otros espectáculos.

g) Se crea una comu-nión de mentes: las je-rarquías habituales sedebilitan. El partido pro-duce e se sen t ido decomunitas, que parecehaberse perdido o soca-vado en la vida cotidia-na.

Estas afinidades, es-tructurales o aparentes,nos permiten compren-der la eficacia simbóli-ca del Fútbol, la cual locoloca en una situaciónalgo indefinida entre elespectáculo y la cere-

NotNotNotNotNotasasasasas

1 Lo escribo en mayúsculas para tratar de englobar el conjuntode fenómenos deportivos que implica hablar de Fútbol.

2 Profesor de etnología en la Universidad de Provence, miembrosenior del Instituto Universitario de Francia, presidente del Consejodel Patrimonio Etnológico (Ministerio de Cultura), ChristianBromberger ha publicado decenas de artículos y dictadoconferencias en varias universidades del mundo. Es autor del libroSignificaciones de la pasión popular por los clubes de Fútbol.

3 Bromberger, Christian. “El Fútbol como visión del mundo ycomo ritual” (2000), en Maria-Àngels Roque (ed.), NuevaAntropología de las Sociedades Mediterráneas, Barcelona, Icària–Antrazyt/Institut Català de la Mediterrània-AECI (Agencia Españolade Cooperación Internacional)/Programa mediterráneo de laUNESCO: 253-274.

4 Turner, Victor W. (1980), La selva de los símbolos, Siglo XXI, p.439.

monia ritual. Si bien lascreencias emergen conel Fútbol como pretexto,no hay doctrina religio-sa que subyazca en estedepor te (no obs tantelos jugadores y los hin-chas, por lo general tie-nen sus “ritos” particu-lares: persignarse, por-tar una camiseta estam-pada con algún mensa-je e imagen, o bien, ex-presiones colectivas confines propiciatorios).

Cargar al Fútbol contodos los atributos de unmagno ritual es inope-rante para su compren-s ión . S igu iendo aBromberger, el Fútbolencarna una visión bas-tante profunda de lavida diaria. Nos ense-ña quiénes somos exal-tando los valores funda-mentales que conformannues t ras soc iedades :“ l a s i den t idades quecompartimos o soñamostener, la competitividad,el rendimiento, el papeldesempeñado por e lazar, la injusticia y latraición en el transcur-so de la vida individualy colectiva” . Y concluyediciendo que “este de-porte no es ni espectá-culo puro ni un r i tualinstitucionalizado, pue-de ser visto como el sím-bolo de una época enla que los hitos clasifi-cadores de la vida co-lectiva navegan en laconfusión” .

Noso t ro s , m ien t rastanto, podemos polemi-zar o reflexionar con él.Aunque para disgustode algunos, habrá quie-nes prefieran esperar elfin de semana y mirarpor el televisor jorna-das enteras de balom-pié europeo, sudameri-cano o nacional.

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DirDirDirDirDirectectectectector for for for for fununununundadadadadador: dor: dor: dor: dor: Efraín Ernesto Pacheco CedilloDirDirDirDirDirectectectectector generor generor generor generor general: al: al: al: al: Eolo Ernesto Pacheco RodríguezSubdirector editorial: Subdirector editorial: Subdirector editorial: Subdirector editorial: Subdirector editorial: Carlos Gallardo SánchezCoorCoorCoorCoorCoordinadinadinadinadinador de artdor de artdor de artdor de artdor de arte y culture y culture y culture y culture y cultura: a: a: a: a: Bonifacio Pacheco Cedillo

* * *

Regiones, suplemento de antropología social... es una publicaciónmensual editada por El REl REl REl REl Regional del Suregional del Suregional del Suregional del Suregional del Sur y por el colectivo

Antropólogos en Fuga y Cía.

CoorCoorCoorCoorCoordinación generdinación generdinación generdinación generdinación general: al: al: al: al: Livia R. González Ángeles, Pilar AngónUrquiza, Adriana Saldaña Ramírez, Mariana González Focke, DavidAlonso Solís CoelloEdición: Edición: Edición: Edición: Edición: Livia R. González Ángeles y J. Gerardo Ochoa F.IlIlIlIlIlustrustrustrustrustraciones:aciones:aciones:aciones:aciones: Pablo PeñaFFFFFororororormación y cormación y cormación y cormación y cormación y corrrrrrección de estección de estección de estección de estección de estilo: ilo: ilo: ilo: ilo: J. Gerardo Ochoa F.

[email protected]@[email protected]@[email protected]@[email protected]@[email protected]@gmail.com

wwwwwwwwwwwwwww.elr.elr.elr.elr.elregional.com.mx/segional.com.mx/segional.com.mx/segional.com.mx/segional.com.mx/suplementuplementuplementuplementuplementososososos

Entrevista con el antropólogo Juan Cajas

LLLLLos malabaros malabaros malabaros malabaros malabares de la incertes de la incertes de la incertes de la incertes de la incertidumbridumbridumbridumbridumbre y lo pre y lo pre y lo pre y lo pre y lo prohibidoohibidoohibidoohibidoohibidoDe la rDe la rDe la rDe la rDe la redacciónedacciónedacciónedacciónedacción

El truquito y la maro-ma, cocaína, traquetos ypistolocos en Nueva York.Una antropología de laincertidumbre y lo prohi-bido1 es la obra más re-ciente del antropólogoJuan Cajas2, “una contri-bución original —se lee enla contraportada del li-bro— para la comprensióndel intrincado problemadel narcotráfico y su rela-ción con la sociedad con-temporánea. El autor sesumerge en el violentosubmundo de los trafican-tes de drogas y, desde eseparticular campo de ob-servación, reconstruye pai-sajes importantes de lasubcultura del narcotráficoen Nueva York: la imagi-naria capital del orbeposmoderno; el faro om-nipresente en los deseosdiurnos , nocturnos yfantasmáticos de una mo-derna generación demigrantes. Hombres y mu-jeres que sueñan con ga-narle a la vida, no desdelos oficios ‘de tercera’ queel ‘sueño americano’ ofre-ce a los ‘hispanos’, sino através del riesgo de comer-ciar con sustancias prohi-bidas, en el mercado deconsumidores más grandedel planeta”. A propósitode su reciente publicación,Regiones realizó una bre-ve entrevista a este irreve-rente y erudito científicosocial…

—¿Cómo definirías laantropología que haces?

—————¿Qué antropologíahago?

—Sí—————En realidad no sé. En

algún lugar de su vasta

bibliografía, creo que apropósito de Tristes trópi-cos, Octavio Paz homolo-gaba el ejercicio antro-pológico como “el arte dedanzar sobre el abismo”.Es una definic ión quepuede ajustarse a la pre-gunta que me haces. Ajus-te, desde luego, jugandocon la amplitud discursivade la metáfora paciana.Lo otro sería entrar endefiniciones del tipo dela antropología como“estudio del hombre” o delos seres humanos, una to-talidad que me pareceexcesiva, y que en todocaso no se ajusta al tipode investigación antro-pológica que practico,pues el concepto de hom-bre me parece una abs-tracción que no corres-ponde a los tiempos pre-sentes. Mi idea del abis-mo alude a situacionesde interpretación y lími-tes.

—————¿Qué tipo de trabajoantropológico realizas?

—————Siempre me ha gus-tado moverme en los bor-des, en los intersticios, yapostar por un ejercicioescritural libre del forma-l ismo académico y enuna apuesta por meto-dologías heterodoxas. Enel caso de El truquito y lamaroma, opté por un tra-bajo de campo encubier-to, asumiendo una cuotaimportante de riesgo. Erala única forma de hacer-lo. Obviamente, no reco-miendo esta estrategiade investigación. Tieneque ver con una cuestiónde gustos y placeres. Lariqueza del texto, si esque la tiene, radica pro-

bablemente en la infor-mación etnográfica obte-nida de forma directa y,digamos, desde adentrodel fenómeno estudiado.En realidad no fue unasunto difícil, la coyuntu-ra fue propicia y lo únicoque hice fue dejarme ha-bitar por los aconteci-mientos. En este trabajorecupero, de un lado, la

visión de mis informantes,y bajo los mecanismos dereflexividad de que ha-blaba Sutherland, en Losladrones profesionales ,ofrezco al lector la mira-da particular de los pro-tagonistas, que para al-gunos es despiadada, so-bre todo por la crudezade los relatos; y del otro,inauguro mi propio espa-cio de interpretación,usando para ello imáge-nes, ideas, conceptos dediversos saberes. En tér-minos de escritura me in-teresa armar un textofluido, libre de notas ypies de página. Deacuerdo a la opinión delos primeros lectores dela obra, y los comentarioscríticos que he recibido,parece que este objetivo

se logra, y el libro se dejaleer de corrido. No sé.Evaluar esta parte es ta-rea de ustedes como lec-tores. No he leído el tex-to terminado. Tan prontome lo entregaron lo abríy advertí erratas que medejaron helado. Siempresucede, errores que unocorrige y que no sé por-qué vuelven a aparecer,

jugarretas, quizá, de los“duendes” que habitan lasimprentas. Bueno, el casoes que decidí no releer ellibro, y cerrar ese capí-tulo, para no caer en laneurosis de los yerros. Esun ciclo cerrado. Comoautor uno se libera de lafatiga de la construccióndel libro, y deja que éstelibre su propia batallacon los lectores.

—————¿Temes la crítica ha-cia el libro?

—————No, es una cuestiónde estilo. Algunas perso-nas disfrutan de mi formade escribir y de citar yotras no. Así de sencillo.No se escribe para laeternidad, a no ser quehablemos de Cervantes:“mañana vendrá la auro-

ra y con la aurora el ol-vido” , así lo resumir íaBorges. Me sentiría mal,en deuda, si los lectoresse aburren y abandonanel libro como un dios tris-te, sin más destino queapuntalar la pata deuna mesa, eso sí. En elplano de la interpreta-ción, es decir, de la re-f lexión antropológica,

mira, es sólo eso, una in-terpretación basada enmi experiencia personalsobre el tema, y nadamás. Resulta difícil esca-par de la subjetividad.

—————¿Por qué es importan-te un estudio sobre las dro-gas?

—————En México el temade las drogas es de mu-cha actual idad, formaparte de nuestra coti-dianidad, y en términosacadémicos el narcotrá-fico es parte de la agen-

da multilateral. Incluso seacaba de abrir en laUNAM una cátedra de laUNESCO dedicada al pro-blema internacional delas drogas. Sin embargo,cuando me aboqué a estetrabajo no lo hice pen-sando en la relevanciadel asunto. En un cruce decaminos me encontré conel tema y lo seguí hastael final. Escribía ErnestoSábato que uno no bus-ca los personajes, sinoque los personajes lo en-cuentran a uno. Éste fuemi caso. Los personajesvinieron a mi encuentrode forma fortuita; meabandoné a la intuicióny a la simpatía “sicares-ca” de los personajes.Eso fue lo primero. Lue-go aterricé el tema enlos malabares de la in-certidumbre y lo prohibi-do. Hablando de “sica-resca”, creo que acabode encontrar una defini-ción para la antropolo-gía desarrollada en Eltruquito y la maroma, y depaso, respondo a tu pri-mera interrogante: una“antropología sicaresca”.

————— ¿ A n t r o p o l o g í a“sicaresca”?

—————Sí, deudora desdeluego, de la novela pi-caresca del S iglo deOro español. Finalmen-te el sicario o pistolocoes una suerte de pícaromoderno diaspórico ydesterritorializado, en ellenguaje de moda. Un

del incuente global , laparte más extrema y es-pectacular del narcotrá-fico. En Colombia, nove-las como La Virgen de lossicarios, de Vallejo, o Ro-sario Tijeras, de Franco,aparte de costumbristas,son calif icadas por lacr í t ica como novelas“sicarescas”.

—————¿Podrías agregar algopara terminar?

—————Sí, un comercial. Invi-tarlos a que compren ellibro.

NotNotNotNotNotasasasasas

1 CONACULTA/INAH-Miguel Ángel Porrúa-Cámara de Diputados,Colección Conocer para decidir, México, 2005.

2 Juan Cajas es profesor investigador del Departamento deAntropología de la Facultad de Humanidades de la UniversidadAutónoma del Estado de Morelos.