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Recientemente el Instituto del Patrimonio Histórico ha realizado en El Paular diversas intervenciones –estudios, prospecciones y excavaciones arqueológicas– que han con- tribuido de forma notable a obtener un me- jor conocimiento global del monasterio. Pe- ro también han servido para avanzar en el estudio de un aspecto, quizás más desaten- dido pero no por ello menos significativo, que contribuye a completar el panorama cultural monástico; se trata del paisaje cul- tural generado por la actividad desarrollada por sus habitantes a lo largo de la historia y que esclarece ciertos aspectos, como modos de vida, relación con el entorno o aprove- chamiento de recursos naturales. Evidentemente, el paisaje cultural de El Paular va más allá de las tapias del propio monasterio, pero en esta ocasión me centra- ré en lo que he denominado «paisaje do- méstico», por tratarse de fragmentos de na- turaleza domesticada integrados en el interior del recinto monacal. Desde su fundación, en 1390, el mo- nasterio estuvo habitado por una comuni- dad Cartuja hasta 1835, momento en que se inició un proceso de secularización co- mo consecuencia de la desamortización de los bienes eclesiásticos llevada a cabo por Mendizábal, así quedó en manos privadas durante unos años. Posteriormente, la zo- na monumental pasó a ser propiedad del Estado y fue declarado Monumento His- tórico-Artístico en 1876. En 1919 prota- gonizó un acontecimiento que lo vincula- ría al paisaje definitivamente, se trata de la creación de la Residencia de Paisajistas de El Paular, de esta forma allí convivieron profesores y alumnos becados de Bellas Artes hasta comienzos de los años cin- cuenta, salvando el período correspon- diente a la Guerra Civil. Esta iniciativa es- taba unida al proyecto de creación del Parque Natural de la Sierra de Guadarra- ma, que no llegó a hacerse efectivo. En el año 1954 volvió a recuperar su uso reli- 163 Recuperación de un paisaje de escala doméstica. Huertas y jardines en el monasterio de Santa María de El Paular, Rascafría (Madrid) LINAREJOS CRUZ Instituto del Patrimonio Histórico Español Figura 1. Fotografía aérea del mo- nasterio con la situación de las celdas del ala este del claustro principal y la huerta.
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Recuperación de un paisaje de escala doméstica. …a6b0dced-f60d-4866-87… · Evidentemente, el paisaje cultural de El Paular va más allá de las tapias del propio monasterio,

Sep 26, 2018

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Page 1: Recuperación de un paisaje de escala doméstica. …a6b0dced-f60d-4866-87… · Evidentemente, el paisaje cultural de El Paular va más allá de las tapias del propio monasterio,

Recientemente el Instituto del PatrimonioHistórico ha realizado en El Paular diversasintervenciones –estudios, prospecciones yexcavaciones arqueológicas– que han con-tribuido de forma notable a obtener un me-jor conocimiento global del monasterio. Pe-ro también han servido para avanzar en elestudio de un aspecto, quizás más desaten-dido pero no por ello menos significativo,que contribuye a completar el panoramacultural monástico; se trata del paisaje cul-tural generado por la actividad desarrolladapor sus habitantes a lo largo de la historia yque esclarece ciertos aspectos, como modosde vida, relación con el entorno o aprove-chamiento de recursos naturales.

Evidentemente, el paisaje cultural de ElPaular va más allá de las tapias del propiomonasterio, pero en esta ocasión me centra-ré en lo que he denominado «paisaje do-méstico», por tratarse de fragmentos de na-turaleza domesticada integrados en elinterior del recinto monacal.

Desde su fundación, en 1390, el mo-nasterio estuvo habitado por una comuni-dad Cartuja hasta 1835, momento en quese inició un proceso de secularización co-mo consecuencia de la desamortización delos bienes eclesiásticos llevada a cabo porMendizábal, así quedó en manos privadasdurante unos años. Posteriormente, la zo-na monumental pasó a ser propiedad del

Estado y fue declarado Monumento His-tórico-Artístico en 1876. En 1919 prota-gonizó un acontecimiento que lo vincula-ría al paisaje definitivamente, se trata de lacreación de la Residencia de Paisajistas deEl Paular, de esta forma allí convivieronprofesores y alumnos becados de BellasArtes hasta comienzos de los años cin-cuenta, salvando el período correspon-diente a la Guerra Civil. Esta iniciativa es-taba unida al proyecto de creación delParque Natural de la Sierra de Guadarra-ma, que no llegó a hacerse efectivo. En elaño 1954 volvió a recuperar su uso reli-

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Recuperación de un paisaje de escaladoméstica. Huertas y jardines en el

monasterio de Santa María de El Paular,Rascafría (Madrid)

LINAREJOS CRUZ

Instituto del Patrimonio Histórico Español

Figura 1. Fotografía aérea del mo-nasterio con la situación de las celdasdel ala este del claustro principal y lahuerta.

Page 2: Recuperación de un paisaje de escala doméstica. …a6b0dced-f60d-4866-87… · Evidentemente, el paisaje cultural de El Paular va más allá de las tapias del propio monasterio,

gioso, esta vez a cargo de la Orden Bene-dictina, que lo ocupa en la actualidad. Alo largo de estos siglos el monasterio haido sufriendo transformaciones y adapta-ciones a los usos y circunstancias de cadaépoca, que han afectado no sólo a las edi-ficaciones, sino también al medio natural.

Para comprender mejor el significado deeste Conjunto, además de las circunstan-cias sociales, políticas, económicas y reli-giosas de cada momento, me parece nece-sario prestar atención a las características desus habitantes y las normas o reglas segui-das por la Orden religiosa de los Cartujos,a quien se debe la fundación y que lo haocupado la mayor parte del tiempo. La Or-den Cartuja es una institución monásticaconsagrada a la contemplación; por lo tan-to, la vida en la cartuja tiene un alto com-po nente de soledad, silencio y recogi -miento, que se alternan con actividadescomunitarias (rezos en la iglesia y comidas

en el refectorio común los días festivos),con algún paseo fuera de la casa y recreosdentro del recinto. La vida del cartujo secircunscribía, fundamentalmente, a su cel-da, debidamente acondicionada para cubrirsus necesidades cotidianas. Las celdas se ar-ticulan en torno al claustro y tienen dife-rentes habitaciones que sirven como lugarde oración, estudio, comedor, alcoba y ta-ller. Disponen, además, de un espacioabierto destinado a huerto o jardín, en unode cuyos extremos se sitúan los servicios hi-giénicos, comunicados por una galería cu-bierta con el lugar de habitación. Las ocu-paciones fundamentales del monjeconsistían en oración, lectura, cuidado desu celda y cultivo del huerto-jardín. Ade-más realizaba algunos trabajos de artesanía,como encuadernación o carpintería.

Jardines de las celdas del ala estedel claustro principal

La intervención arqueológica, realizada co-mo parte del proyecto de rehabilitación delas celdas para lugar actual de habitación delos monjes, ha dado como resultado la re-cuperación de las estructuras de los jardinescorrespondientes. En total, son siete jardi-nes, separados entre sí por muros y delimi-tados en sus extremos por una tapia corri-da de cierre, que tiene una direcciónligeramente oblicua en relación con el tra-zado del claustro, por lo que no todos tie-nen las mismas dimensiones, que oscilanentre 17,6 y 12 m de largo por 8,4 m deancho. Se trata de parcelas rectangulares encuyo extremo se sitúa la zona de servicios,con lavadero y letrina, que se comunicacon la celda a través de un pasillo lateral cu-bierto, pavimentado con baldosas cerámi-cas rojas. En la zona central del jardín se

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Figura 2. Vista del monasterio de ElPaular en un grabado, probablementede principios del siglo XIX, pertenecien-te al libro Maisons de l’Ordre desChartreux (1913-1919). Montreuil-Parkminster. 3 vols. En él se puedenapreciar la estructura de los jardines delas celdas y parte de la huerta, con lacasa de labor en el centro.

Page 3: Recuperación de un paisaje de escala doméstica. …a6b0dced-f60d-4866-87… · Evidentemente, el paisaje cultural de El Paular va más allá de las tapias del propio monasterio,

encuentran unas estructuras rectangulares,de escasa profundidad, que en unos casosse emplearon como estanques y en otroscomo parterres. Están dispuestas de formasimétrica en número de 4 o de 6, según lasceldas, y en la mayoría de los casos dispo-nen de una fuente monolítica de granitoque vierte en su interior.

Además de todas las estructuras que con-forman estos espacios, hay que tener encuenta el importante papel que desempeñael agua, tanto para el lavado y el aseo perso-nal como para el riego; así lo demuestran elentramado de conducciones y registros, lacuidada canalización para el riego y la exis-tencia de fuentes.

En cuanto a la vegetación, los análisis po-línicos efectuados ponen de manifiesto quenos encontramos ante un paisaje homogé-neo y totalmente antropizado, con un claropredominio de vegetación herbácea. Poruna parte, se detecta la presencia de pro-ductos hortenses, como col, lechuga o esca-rola, algunas plantas ornamentales, como elcrisantemo, y hierbas aromáticas, como lamanzanilla. Por otra parte, también estánpresentes ciertos elementos acuáticos; setrata de plantas introducidas intencionada-mente (cyperaceae) y de plantas que indicanla presencia de agua en movimiento (con-centriciste).

La configuración de los jardines, tal ycomo se han recuperado en la excavación,corresponde al momento de ocupación delas celdas durante el siglo XVIII, aunque sehan identificado algunos elementos del si-glo XVII y un potente muro de aparejo irre-gular en el extremo sur del área excavada,que se encuentra a mayor profundidad queel resto de las estructuras y que habríaque asociar a las primeras etapas de cons-trucción del monasterio, a comienzos delsiglo XV.

En la actualidad se está llevando a cabo elproyecto de consolidación y adecuación delespacio ocupado por estas dependencias pa-ra su integración en el conjunto monacal

Huerta

La huerta se encuentra en el extremo nor-deste del monasterio, ocupa una superficiede 7 Ha y está rodeada por un muro demampostería de unos 5 m de altura y factu-ra desigual. Exceptuando algunos elemen-tos introducidos en época reciente, la huer-ta mantiene en la actualidad la mismafisonomía que adquirió en el siglo XVIII,momento en que se lleva a cabo su organi-zación espacial, con la colocación de la esta-tua de Juan II en la glorieta central, la repo-blación de árboles o la construcción de uninteresante edificio conocido como la Gale-ría de la Huerta.

Su estudio ha consistido en:

• Elaboración del estudio histórico, basadoen la recopilación de la bibliografía y lasfuentes documentales existentes.

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GUARDACASA DEL

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RIA

DE LA PENA

LA VIRGEN

ERMITA DE

CASA DE LA MADERA

CARRETERA COMARCAL C-604

FUENTE DE S. PEDRO

ARCO

DE EL PAULAR

ALBERGUE

PERDON

PUENTE DEL

RIO LO

ZOYA

LOS BATANES

MOLINO DE

NORTE

Figura 3. Plano de la excavación ar-queológica de las celdas, con plano ge-neral de situación del monasterio en elángulo superior izquierdo.

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• Estudio geológico de la zona del alto valledel Lozoya, donde se asienta el monasterio.

• Prospección geofísica, consistente en:prospección magnética y estudio comple-mentario con georradar.

• Sondeos arqueológicos en los lugares en quese detectaron anomalías en la prospección.

• Análisis palinológicos y carpológicos demuestras recogidas en diferentes lugaresde la huerta.

Tiene una ordenación racional del espa-cio y todos sus elementos están armónica-mente dispuestos. Está recorrida longitudi-nalmente por un camino o paseo principal,atravesado por otros caminos que organizanen cuarteles la superficie útil para cultivo.En el centro, una rotonda alberga la estatuade Juan II.

Cuenta con algunos elementos singularescomo:

• La Galería de la Huerta, situada en elángulo suroeste de la huerta, es un edi-ficio construido en el siglo XVIII, del quese conservan únicamente dos alas enforma de L, rematado por torreones enlas esquinas. Tenemos noticias de suconstrucción y uso a través de las fuen-tes documentales, entre ellas el libro deGastos del monasterio. También existeuna interesante descripción que hizoAntonio Ponz a finales del siglo XVIII ensu viaje a España1. La prospección geo-física y la posterior excavación arqueo-lógica han puesto al descubierto los mu-ros de cierre del edificio, que seconfigura como una gran construcciónde 50 m de lado, con galerías adosadas,al menos en dos de sus lados. Entre losescasos materiales arqueológicos recu-perados, cabe señalar la presencia de al-gunos fragmentos de cerámica de Tala-vera del siglo XVIII.

• La casa de labor está situada en el cua-drante sureste de la huerta. Es un edificioextenso de dos plantas, construido enpiedra y ladrillo, que probablemente datadel siglo XVII. La fachada principal pre-senta un cuerpo superior con una galeríaabierta corrida, con barandilla y soportesde madera; la planta baja tiene un porchebajo la galería. Debió utilizarse para guar-dar aperos, almacenar la cosecha y para

1 «Por disposición del expresado

P. Prior se le ha añadido al monaste-

rio una Galería de 170 pies de largo

con el ancho y alto correspondiente,

cuyo objeto ha sido dar este recinto

de desahogo á los monjes, y entrete-

nerles los ratos que permite el insti-

tuto con instrucción y utilidad. Para

eso vá formando en dicha Galería,

colecciones de pintura y otras de es-

cultura, de estampas, de curiosidades

pertenecientes á la historia natural,

de medallas antiguas, y de otras co-

sas; de suerte que podrá ser dicha ga-

lería una sala de instrucción y de re-

creo, y el P. Don Francisco de

Alderete habrá dado una clara prue-

ba de su buen gusto, y acertado mo-

do de pensar» (PONZ, A. (1787):

Viage de España, 2.ª ed., tomo X,

Madrid, pp. 69-102.

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Figura 4. Jardín de la celda n.º 6. En el centro, cua-tro estanques simétricos con sus correspondientes fuentes.Al fondo, la celda correspondiente, ya rehabilitada parasu nueva ocupación por los monjes.

Figura 5. Detalle de la fuente de uno de los estanquesdel jardín de una celda.

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secar algunos productos en la galería,orientada al sur. Presenta una tipologíainusual en el valle del Lozoya, aunque re-cientemente ha sido tomada como mode-lo para la construcción de una casa idén-tica en las proximidades, junto a lalocalidad de Lozoya.

• La estatua de Juan II se eleva sobre un pe-destal en un lugar preferente de la huerta,en una rotonda en la confluencia del ca-mino principal con otro camino transver-sal. Labrada en piedra caliza, muy proba-blemente se trata de una de las esculturasde la serie de Reyes de España que Fer-nando VI mandó labrar a Domenico Oli-vieri y Felipe de Castro, a mediados del si-glo XVIII, para ornamentación de lacornisa del Palacio Real de Madrid. Comolas esculturas resultaron demasiado pesa-das para ese propósito, finalmente fuerondistribuidas por distintos lugares. Muchasde ellas se encuentran en la Plaza deOriente de Madrid. Es muy posible queen ese momento la que correspondía aJuan II fuera trasladada a El Paular, ya quebajo su reinado el monasterio recibió elimpulso definitivo para su construcción,no en vano muchas opiniones coincidenen atribuirle su auténtica fundación.

• Estanques. En el extremo este hay una su-cesión de nueve pequeños estanques que,partiendo de un gran estanque principal,

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Figura 6. Torreón del extremo sur de la Galería de laHuerta.

Figura 7. Intervención arqueológica en la huerta. Muros correspondientes alcierre de una esquina de la Galería de la Huerta, rematada por un gran sillarde granito.

Figura 8. Casa de labor en la huerta.

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ocupan todo el lateral de la huerta con lasiguiente disposición: seis estanques enlínea, a continuación del principal, y tresparalelos a los anteriores en el extremonorte. El estanque principal tiene formatrapezoidal, cuyos lados miden respec -tivamente 50, 80, 30 y 70 m. Conservala misma estructura que tenía en el si -glo XVIII, con las paredes de sillares degranito, pero se tiene constancia de suexistencia al menos desde el siglo XVII.Los pequeños estanques están excavadosen el suelo y tienen forma irregular. To-dos ellos están comunicados entre sí y asu vez tienen conexión con el río Lozoya,a través de una conducción con unacompuerta metálica; por tanto, dispo -nían de agua corriente y fueron emplea-dos para la cría de peces, según atesti-guan las fuentes documentales. El aguajuega un papel esencial en la huerta.Además de los estanques, cuenta con unainteresante red hidráulica que distribuyeel agua por todo el recinto.

Hay que mencionar otro elemento, de es-caso valor histórico, que tiene una fuertepresencia en la huerta. Se trata de una pisci-factoría contemporánea, construida por losmonjes Benedictinos tras su establecimien-to en el monasterio. Está situada en el ex-tremo suroeste, ocupando parte del espaciode la Galería de la Huerta, y consta de unaspiscinas rectangulares, de 80 x 10 m, cons-truidas en ladrillo y cemento.

El sustrato natural sobre el que se asientala huerta se nos muestra como una praderahúmeda, con proliferación de plantas de lafamilia Cyperaceae (sobre todo juncos), Le-guminosae (varias especies de trébol), Lathy-rus (almorta, cicérula), Lotus, Campanulace-ae (matacaballos, campanilla), Saponariaofficinalis (hierba jabonera). Este panoramade plantas asociadas a la existencia de aguaabundante se alterna con bosque de pino sil-vestre, en las zonas colindantes, y con algu-nos enebros. Junto al pinar, en las zonas máshúmedas, se encuentran agrupaciones dechopo temblón. En los claros del bosquepredominan los arbustos (jara, escaramujo,majuelo, endrino) y algo más alejado se de-tecta un robledal. Algunas parcelas debieronestar cultivadas con cereales (avena, centeno,cebada) como forraje para el ganado.

Ya fundado el monasterio y ocupado porlos Cartujos, comienza a definirse el espaciode la huerta que, según los datos proporcio-nados por el estudio, inicialmente sería dedimensiones más reducidas que la actual yse limitaría al cuadrante sur. En este mo-mento se reduce la cobertura arbórea de pi-nos y en su lugar se cultivan castaños, no -gales y avellanos. Hacen acto de presencialos árboles frutales (manzanos, perales) y loscultivos típicamente hortenses: lechugas, al-cachofas, rábanos y nabos.

A lo largo del tiempo, la huerta se va con-solidando y se amplía, hasta ocupar la su-

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Figura 9. Estatua de Juan II en la huerta.

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perficie actual. Las plantas asociadas a aguacorriente experimentan una clara regresión,ya que las aguas se canalizan y se construyenestanques, por lo que desaparecen las zonasencharcadas y, como consecuencia, las plan-tas asociadas a este tipo de suelos. En tornoa los estanques se introducen alisos, tilos ysauces, y proliferan las mimbreras. Los cere-a les ya no se cultivan en grandes cantidadespara forraje, su cultivo se va haciendo másselectivo y se emplean para consumo huma-no, especialmente el trigo.

Tras la exclaustración de los monjes, en1835, la huerta se abandona y, como conse-cuencia, van desapareciendo la mayoría delas especies, sobre todo arbóreas, aunque sesigue manteniendo el cultivo de algunosproductos hortenses para el consumo. Losestanques se deterioran, pierden el nivel deagua y son invadidos por juncos.

La recuperación de la vida monástica, amediados del siglo XX, supone una nuevaetapa para la huerta. Se vuelven a plantar ár-boles frutales y algunas plantas hortenses,aunque se empiezan a desarrollar otras acti-vidades, como la cría de caballos, y se poneen marcha una piscifactoría.

En la actualidad, la huerta sólo se cultivaparcialmente, no se desarrolla actividadagropecuaria y la piscifactoría cesó su activi-dad. La vegetación existente consiste en fru-tales (manzanos, perales, castaños y avella-nos; algunos granados, nogales y cerezos, yun ejemplar de vid, olivo y membrillo).Aunque escasamente representadas, hay es-pecies de jardín, como abetos, celindas, li-los, rosales o hiedra. También se conservanciertos árboles autóctonos, como pinos,chopos o fresnos y algunas mimbreras.

De este panorama, brevemente descrito,podemos concluir que existen dos tipos deespacios naturales perfectamente diferencia-dos en función de su uso y de su propia

concepción. Por un lado, los jardines de lasceldas nos sitúan en un ambiente íntimo desolaz, para la contemplación y disfrute, másrelacionados con la vida espiritual de losmonjes que con otro tipo de actividades.Por otro lado, la huerta tiene un uso comu-nitario de explotación agrícola, de cultivospara el consumo, pero además presenta unadistribución espacial armónica que invita alpaseo contemplativo durante las recreacio-nes semanales permitidas por las normas dela comunidad.

Los jardines forman parte del ámbito pri-vado de la vivienda de cada monje. Consti-tuyen parte integrante de la celda, pero en-cierran una peculiaridad. Así como losespacios construidos destinados a habita-ción responden a una tipología uniforme–todas tienen la misma estructura y distri-bución de espacios–, los jardines constitu-yen lugares que permiten la libre organiza-ción. Así se ha podido constatar tras laexcavación de las celdas del ala este del

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Figura 10. Vista del estanque grande de la huerta, conel monasterio al fondo.

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claustro principal. En unos casos tienen par-terres, en otros estanques, y la vegetación esvariada. Parece muy probable que cambiarasu uso y su fisonomía a lo largo del tiempo,

de forma que inicialmente pudieron estardestinados, fundamental mente, al cultivode algunos productos hor tícolas para el pro-pio consumo, y, posteriormente, a jardinescon plantas ornamentales y aromáticas y es-tanques con fuentes. En cualquier caso cadamonje lo acomodaría según sus preferen-cias, así mientras unos conservaban la es-tructura de huerto, otros lo destinaban ajardín o combinaban ambos usos.

La huerta es un recinto destinado al des-arro llo de una actividad rentable, aunquecon un diseño y organización espacial quepermiten, además, el paseo recreativo. Nohay que olvidar que se encuentra en el re-cinto del monasterio donde toda labor des-arrollada debía estar supeditada a las reglasmonásticas, que no permitían realizar traba-jos que rompieran el recogimiento caracte-rístico de la forma de vida monacal. De he-cho, todas las actividades económicas amayor escala se realizaban fuera del monas-terio, incluso en otras cartujas subsidiariasalejadas del ámbito del valle del Lozoya, co-mo la Cartuja de Talamanca del Jarama.

El lugar elegido para la fundación del mo-nasterio se nos presenta inicialmente comoun paraje inhóspito, situado en un pequeñovalle rodeado de elevados macizos monta-ñosos, con un clima extremadamente fríoen invierno y de difícil acceso. Muy apro-piado para la caza, la pesca y la explotaciónde algunos recursos naturales, pero con es-casas condiciones de habitabilidad. En estecontexto, tanto los jardines como la huertaresponden a un empeño por domesticar yadecuar a la vida monástica el sustrato natu-ral, aprovechando al máximo las posibilida-des del suelo y con una buena gestión delagua, muy abundante en la zona.

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FICHA TÉCNICA DE LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA

EN LA PANDA ESTE DEL CLAUSTRO PRINCIPAL

Organismo promotor

Instituto Patrimonio Histórico Español.Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales. Ministerio de Cultura.

Período de realización

Excavación arqueológica: abril de 2001-diciembre de 2002.Proyecto de consolidación: en ejecución.

Coordinación y supervisión

Linarejos Cruz, arqueóloga del IPHE.

Ejecución técnica

Empresa: Strato, Gabinete de Estudios sobre Patrimonio Histórico y Arqueológico.Dirección: Francisco Javier Sanz.

Ejecución material

CYM Yáñez, S.A.

Proyecto de consolidación

Eduardo Barceló

FICHA TÉCNICA DE LA INTERVENCIÓN EN LA HUERTA

Período de realización

Agosto-noviembre de 2004.

Coordinación y supervisión

Linarejos Cruz, arqueóloga del IPHE.

Ejecución

Empresa: Reno, S. Coop.Intervención arqueológica y documentación histórica: Juan José Cano, M.ª José Mendo-

za, Antonio Gómez.Prospección geofísica: M.ª Carmen Hernández.Palinología: M.ª José Gil.Carpología: Ana María Arnanz.Geología: Gonzalo Manuel Bernal.Etnobotánica: Pedro Luis Siguero.Diseño gráfico: Juan Carlos Moreno.