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1Prodavinci
Raspacupos y bachaqueros: ochenta aos de historia; porToms
StrakaToms Straka Monday, July 20th, 2015
Contemplo la imagen mientras espero a que abran las puertas de
una farmacia. Setrata de una de esas cadenas cuyos establecimientos
se parecen ms a unsupermercado que las viejas boticas que slo
vendan medicinas, por lo que a uncuarto de hora para las ocho de la
maana ya se ha formado una fila de genteaguardan a que coloquen
algo de lo regulado (y, por lo tanto, escaso) en los
anaqueles.Quienes vamos directamente a comprar medicinas no tenemos
que hacer la cola y poreso aguardamos directamente en la puerta.
Rondando est una seora con dos termosde caf. Aparentemente su
negocio es venderle un guayoyo o un con-leche a los quehacen la
cola, pero pronto comprendo que su labor es de inteligencia. Le
pregunta aotra seora qu han puesto en un determinado supermercado
que est a pocoskilmetros. Arroz y caf, le responde. De inmediato la
vendedora toma su celular y
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2le avisa a otra persona de lo que debe ser una organizacin
relativamente grande, lanoticia. Se trata de la industria del
bachaqueo, una enraizada tradicin de variasdcadas.
En efecto, nunca se imagin el ministro de Interior Pedro Tinoco
(padre) cuando firmel convenio que pas a la historia con su nombre
que tal sera desenlace bochornoso,distpico, de un sistema que sin
darse cuenta estaba ayudando a formar. El ConvenioTinoco, firmado
el 28 de agosto de 1934 entre el Estado, las compaas petroleras y
labanca, es considerado la primera intervencin directa del gobierno
en el mercadocambiario y, por eso, segn algunos es la partida de
nacimiento del rentismo petrolero,al menos del puro y duro. Tinoco
trataba de darle respuesta, dentro de los estrechosmrgenes
institucionales y tcnicos de la Venezuela de entonces, a un
problema queamenazaba con destruir el cuarto de siglo de
estabilidad gomecista que ya llevbamosandado: la crisis de la
agricultura, en especial del caf, en un pas que an
erafundamentalmente campesino. En contra de nuestro cultivo bandera
se haba creadola tormenta perfecta de la devaluacin del dlar,
decretada en los Estados Unidospara enfrentar la Gran Recesin, con
la llegada de enormes cantidades de divisas aVenezuela producto de
la inversin en la industria petrolera, lo que revalu el bolvarde
unos siete por dlar a 3,06. Esto significaba, entre otras cosas,
que los productosvenezolanos no tenan posibilidad de competir en el
exterior.
Ante el clamor de los agricultores en quiebra, el Estado decidi,
en contra de suescrupulosa poltica de no intervenir en el mercado,
generar un acuerdo para llevar eldlar a un precio ms razonable para
nuestras exportaciones. Se trat del primerensayo de un artilugio en
el que hemos insistido una y otra vez desde entonces: ladecisin
poltica de ponerle un precio conveniente al dlar distinto al
dictaminado porlos mercados. Dicho de forma extremadamente
simplificadora, se acord que lascompaas petroleras les venderan a
los bancos los dlares a una tasa de 3,90 porbolvar, y a su vez los
bancos se los venderan al gobierno a 3,93. Con ello lascompaas
necesitaban vender menos dlares para obtener los bolvares
querequeran, con lo que se evitaba la sobreoferta, mientras los
bancos obtenan undiferencial cambiario para invertir en la
agricultura. Aunque aparentemente sedevalu la moneda, en realidad
se trat de un paliativo puntual dentro del contexto deuna gran
revaluacin (recurdese que para 1930 el dlar estaba a 5,50 bolvares)
yque los agricultores, como lo remach su portavoz Alberto Adriani
una y otra vez,aspiraban a una devaluacin, cuando menos, a cinco
bolvares por dlar (es decir, losprecios de finales del siglo
XIX).
Tal vez para el venezolano contemporneo aquello parece un
universo radicalmentedistinto al de los bachaqueros actuales: un
pas cuyo principal problema era queentraban demasiados dlares y
cuya moneda, para consternacin de muchos, sefortaleca todos los
das. Sin embargo, si vemos las cosas con calma, los vnculos
sonmucho ms estrechos con la catstrofe que actualmente vivimos. De
hecho,histricamente podemos decir que se trata de dos momentos de
un mismo fenmeno.En primer lugar, porque, frente a la aspiracin de
hombres como Adriani, en realidadla decisin fue la de mantener al
bolvar fuerte. Entre aumentar la produccin ymaximizar la renta se
prefiri lo segundo. Un dlar a 3,93 permite absorber unporcentaje de
la renta mucho mayor que un dlar a cinco o a seis. De hecho, casi
eldoble. En momentos en los que los impuestos a las compaas eran
relativamente
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3bajos, la mejor manera de captar la renta era a travs de una
tasa de cambio quepermitiera echar mano a la mayor parte de sus
dlares posibles. Por otra parte, comolos impuestos que pagaban las
compaas los cancelaban en bolvares, mientras msvalieran stos, ms
dlares podran obtenerse con ellos.
En segundo lugar, porque el Estado comenz un sistema que se ha
mantenido, con lasexcepciones del caso, hasta hoy: mantener el
bolvar muy fuerte, inclusosobrevalundolo si hiciese falta, para
financiar al resto de la sociedad. Recurdese queun mes antes del
Convenio ya se haba aplicado una solucin para los agricultores:una
ayuda por diez millones de bolvares, decretada patriticamente el 24
de julio.Con ello no se solucionaba el problema estructural, pero
se calmaban los nervios, seatajaba los disgustos e, incluso, en
algunos casos se tenda un puente para que nopocos dejaran que sus
haciendas terminaran de naufragar mientras se cambiaban aalgo ms
rentable, como los bienes races o la importancia de cualquier cosa.
Nodecimos con esto que los miembros de la Junta General de Subsidio
a la Agricultoreshayan sido deshonestos, al menos no todos; sino
que los incentivos para hacer algodistinto a especular con un
cambio muy favorable eran enormes, en realidadirresistibles. As,
como ha demostrado Diego Bautista Urbaneja en un libro tanreciente
como importante (La renta y el reclamo, Caracas, Editorial Alfa,
2013), todala sociedad termin por organizarse en torno al reclamo
de un pedazo de la renta.Primero fueron los agricultores, despus
otros sectores, hasta llegar a las mayoras.Conseguir dlares baratos
para importar y vender cosas, y despus convertir laganancia en ms
dlares ser, a partir de entonces, uno de los grandes negocios
deVenezuela. Del mismo modo que con la Junta, esto no significa que
no huboempresarios dispuestos a generar valor agregado con su
sudor, o que la inversinpblica, gigantesca entre 1950 y 1970, no
haya creado industrias e infraestructuras degran valor. Slo
significa que la lgica del raspacupo y del bachaqueo se afincan
muyhondo en la vida venezolana y que a lo sumo son una expresin
decadente (aunque, sise la ve bien, tambin democrtica, porque la
practican personas que antes noparticipaban directamente en la
fiesta) de una tradicin inveterada.
Cuando, hacia mediados de los aos ochenta, la renta dej de ser
suficiente parasatisfacer a todos, cuando hubo de ponerse un
control de cambios para direccionarla,es decir, cuando el sistema
desplom, aparecieron, como siempre en las decadencias,expresiones
ms patticas, manieristas, del fenmeno. Eludidos los intentos
decorrectivos de los noventas por sus altos impactos polticos y
sociales, el chavismoestir el sistema hasta el extremo de sus
posibilidades. Tinoco, al cabo, logrestabilizar la moneda, ataj el
naciente mercado negro e inici tres dcadas de 3,30por dlar. Adems,
trabaj mano a mano con los actores econmicos, oy suspropuestas y
represent a un gobierno tendencialmente escrupuloso en el manejo
delos presupuestos. Ni la Junta de Centralizacin Cambiaria (1937),
ni el primer controlde cambios (1941) ni ninguna de las polticas
posteriores fueron tan lejos, durarontanto tiempo ni trataron de
suprimir al mercado como lo que hemos vivido desde el2003. Por eso
las distorsiones son mucho mayores. En esto, como en casi todo,
losresultados fueron exactamente los contrarios a los proclamados
(y al menos deseadospor los ms doctrinarios y honestos en sus
ideas, como Jorge Giordani). El nuevohombre socialista result ser
un especulador cambista mucho mayor que cualquierade los que hubo
antes. Una especie de fase superior del rentismo.
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4De tal modo que el raspacupo que en 2013 que atiborraba las
salas de espera deMaiqueta, que inventaba viajes con toda la
familia a los destinos que permitieran elcupo ms grande, no
buscaba, en pequeo, otra cosa que lo que en grande buscTinoco en
1934: obtener unos bolvares que valieran muchos ms de lo
queusualmente valan, para conseguir la mayor cantidad de dlares
posibles, lo que enVenezuela significa la tajada ms grande posible
de la renta petrolera. La ecuacinresultaba fcil: con cuatro o seis
bolvares contenidos en una tarjeta de crdito podasobtener un dlar,
mientras con los que se tena en efectivo en el bolsillo, haba
quedesembolsar ocho o doce. Es decir, con unos bolvares (los de la
tarjeta) tenas msacceso a la renta que con los otros. El bachaquero
hace exactamente lo mismo: en lacola, los bolvares que en otra
parte valen mucho menos, porque compran muchomenos, permiten
hacerse con una mayor porcin de renta. Esa que el
gobiernotransfiere con los sobrevaluadsimos bolvares con los compra
los dlares paraimportar productos de primera necesidad. Y no
hablemos de los super-bachaqueros,de los que de verdad se han hecho
super-ricos, de los que logran bicicletear un dlarobtenido a 6 para
venderlo a 600: desde los das de los rescates, como llamaban
losespaoles al trueque de tiras de tela y espejos por oro y perlas
con los indgenas, no sehaba visto un negocio tan lucrativo en estas
tierras.
Obviamente que el problema es mucho ms complejo y posee aristas
e implicacionesque se escapan para quien no es un especialista,
pero dibujado de esta manerapodemos verlo en su dimensin y gravedad
histrica. Especialmente porque an nopodemos afirmar que el
manierismo y patetismo de las colas y las fabulosasganancias que
producen (como las produca el raspar cupos) signifiquen, comocabra
esperar, el final de una etapa. Tal vez a la pesadilla le toque un
rato ms. Casiun siglo de historia no se borran de un plumazo. Y si
no, hay que preguntarle a lavendedora de caf, a la que ya no veo
cuando salgo de la farmacia en la que noconsegu (en esta tampoco!)
las medicinas que buscaba. Ella muy probablemente nosepa qu fue el
Convenio Tinoco o la manera en la que unos paales a
preciocontrolado expresan la renta petrolera, pero s sabe algo muy
claro: hacerse de ellos(es decir, de la renta contenida en ellos)
es un estupendo negocio.
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