Arte, cultura y sociedad | José Cardoso 1 ¡Que bárbaros los Bárbaros! Bueh! Llegó el cristianismo, y para quedarse. En el anterior volumen hemos visto algunas cuestiones acerca de cómo valoramos el arte de las diferentes culturas. También he comentado por ahí que en mis años de estudiante se ocupaban, textos y profesores, de dejar muy en claro que cualquier cosa que no oliera a arte cristiano y occidental, o era demoníaco o era primitivo. ¿De dónde viene esa inquina por lo diferente? Hay mucho para revisar en la construcción de la historia y también de la mirada sobre el arte. Vamos a ver, más o menos someramente en qué se apoya y cuál es el sustento de esa mirada peyorativa sobre lo diferente. En el anterior capítulo mencionamos un poco por arriba una característica fundamental del cristianismo, que consiste en postular que Dios es único y verdadero. Parece una cosa de nada, que todo el mundo (que profesa alguna religión mosaica) repite alegremente. En fin, que la alegría se termina abruptamente cuando un cristiano se encuentra a un creyente en otra cosa, o en nada. ¡Pues claro! El cristianismo expresa un modo de vida, ciertas pautas culturales que expresan… ciertas relaciones de producción. Quienes se rigen por pautan diferentes, es obvio que tienen diferentes dioses, por lo tanto, para un cristiano, falsas creencias. Y el buen pastor nos dijo que traigamos a todas toditas las ovejitas al redil, las descarriadas también. Y lo dijo clarito en un pasaje que vimos anteriormente, ¿recuerdan cuál? Este: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.” 1 1 Juan 10 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
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¡Que bárbaros los Bárbaros! - José Cardoso · Los tataranietos de aquellos soberbios romanos y de otros tantos soberbios bárbaros romanizados y cristianizados, son los que han
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Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
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¡Que bárbaros los Bárbaros!
Bueh! Llegó el cristianismo, y para quedarse. En el anterior volumen hemos visto algunas
cuestiones acerca de cómo valoramos el arte de las diferentes culturas. También he
comentado por ahí que en mis años de estudiante se ocupaban, textos y profesores, de
dejar muy en claro que cualquier cosa que no oliera a arte cristiano y occidental, o era
demoníaco o era primitivo. ¿De dónde viene esa inquina por lo diferente? Hay mucho
para revisar en la construcción de la historia y también de la mirada sobre el arte. Vamos
a ver, más o menos someramente en qué se apoya y cuál es el sustento de esa mirada
peyorativa sobre lo diferente.
En el anterior capítulo mencionamos un poco por arriba una característica
fundamental del cristianismo, que consiste en postular que Dios es único y verdadero.
Parece una cosa de nada, que todo el mundo (que profesa alguna religión mosaica) repite
alegremente. En fin, que la alegría se termina abruptamente cuando un cristiano se
encuentra a un creyente en otra cosa, o en nada.
¡Pues claro! El cristianismo expresa un modo de vida, ciertas pautas culturales
que expresan… ciertas relaciones de producción. Quienes se rigen por pautan diferentes,
es obvio que tienen diferentes dioses, por lo tanto, para un cristiano, falsas creencias. Y
el buen pastor nos dijo que traigamos a todas toditas las ovejitas al redil, las descarriadas
también. Y lo dijo clarito en un pasaje que vimos anteriormente, ¿recuerdan cuál? Este:
“También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también
debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”1
1 Juan 10 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
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Un rebaño, un pastor. Un dios, un emperador, un imperio ¿Vamos siguiendo la
idea? ¿no escuchan un eco que dice algo así como globalización?
Bien, en el oriente cristiano más o menos la cosa iba en rollers (tampoco tanto,
pero iba, sobre todo gracias al fantástico general de Justiniano, Belisario. Repartió hacha
y palo a cuanta oveja se alejó del redil), pero recordemos que en occidente todo se vino
abajo por culpa de… ¡los bárbaros!
¿Y quiénes eran los bárbaros? Básicamente, todos lo que no eran cristianos. La
misma encarnación del demonio, vea. En realidad, en poco y nada se diferenciaban de los
cristianos romanos (incluso muchos se habían cristianizado, en sus diversas versiones
ahora llamadas herejías), excepto que, por ser un poco más nómadas, ya sea porque así
era su modo de vida o porque los corrían de aquí y de allá (los mismos romanos, más de
una vez, recomiendo la lectura de “La guerra de las Galias y la guerra civil”, de Cayo Julio
César), no tenían grandes ciudades ni grandes edificios. Pero dejémoslo claro, no porque
no pudieran, sino porque no lo necesitaban; ya veremos que en cuanto se asentaron, lo
hicieron perfectamente.
Los tataranietos de aquellos soberbios romanos y de otros tantos soberbios
bárbaros romanizados y cristianizados, son los que han escrito la historia que hoy se nos
propone; como tales, son los que reproducen el desprecio y la rabia que por esos pueblos
sintieron sus antiguos, y dentro de éstos, los franceses nos han legado la imagen por
excelencia del bárbaro, encarnada en los pueblos germánicos nórdicos, específicamente
los vikingos. Claro, la sufrieron en carne propia —los vikingos los hicieron tributarios—,
así como otros sufrieron su propia violencia y su crueldad (la de los franceses, antes de
que fueran franceses, en cuyo caso eran francos), y en fin, parece que no les gustó tanto
cuando les tocó perder.
Esto también se expresa en la historia del arte, no solo hacia los vikingos y
compañía, sino posteriormente hacia los pueblos de América, Asia y África, pero por
diferentes razones, ya lo veremos.
Vamos a ver un poco del arte bárbaro de esos turbulentos tiempos en que Europa
era un hervidero de gente peleando contra otra gente, rapiñándose botines unos a otros
y también los despojos de lo que fue la roma imperial. Y vamos a ver en siguientes
capítulos, cómo los cristianos romanos se las arreglaron para volver a controlar toda
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Europa. En ese proceso, fueron modelándose todas las pautas culturales —la imagen
incluida— de lo que es hoy el occidente cristiano, así que nos toca bien de cerca, aunque
estemos a mil seiscientos años y un océano de distancia.
Un arte que está bárbaro
¿Cómo era el arte de los bárbaros? ¿Qué nos cuenta de su cultura? La archifamosa
enciclopedia artehistoria.com nos lo dice claramente:
“El arte de los pueblos que invadieron el Imperio Romano Occidental resulta
muy primitivo si se compara con el arte bizantino o el paleocristiano.
Podemos hablar de un arte rústico, característico de tribus que apenas
sabían representar la figura humana. Esta es la razón por la que
encontramos un mayor desarrollo de las llamadas "artes menores" con
armas, fíbulas, o diversas piezas de adorno, realizadas en oro o plata y
decoradas con piedras preciosas o vidrios policromos.”2
En este fragmento de un artículo sobre arte germánico, se impone a todas luces
la ideología sobre la realidad; no encuentro ningún criterio estético o técnico para
fundamentar la valoración que hace la autora. Algo hemos visto anteriormente sobre el
arte de los “barbaros”, que no era precisamente menor. Según el artículo, la falencia de
estos pueblos era no saber representar la figura humana “… esta la razón por la que
encontramos un mayor desarrollo de las llamadas artes menores”. Si seguimos el
razonamiento, las “artes mayores” serían la pintura, escultura y arquitectura, cosa que
nuestros bárbaros no realizaban por no saber representar la figura humana. Me voy a
privar de opinar que lo postulado por la enciclopedia es una soberana estupidez. En lugar
de eso, veamos el arte de los bárbaros más bárbaros: los vikingos (pertenecientes
étnicamente a los pueblos germánicos), y comparémoslo con el arte bizantino.
2 https://www.artehistoria.com/es/contexto/arte-germ%C3%A1nico Recuperado el 23/02/2018.
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Antes una aclaración: representar la figura humana es realizar algún tipo de
símbolo (con mayor o menor grado de iconicidad3 —según nuestros criterios actuales)
que denote, por convención o naturalmente a un cuerpo humano (o una parte de él). Por
tanto, la representación de la figura humana ha estado presente desde la edad de las
cavernas. El hecho de que esas representaciones puedan carecer del grado necesario de
iconicidad que desea la enciclopedia, no implica que no existan o que estuvieran mal
hechas. Si quienes las realizaban lograban que el espectador comprendiese de que se
trataba, basta para considerar lograda esa representación. Independientemente de su
forma o grado de iconicidad. Los variados ejemplos de representación aquí arriba creo
que bastan.
Ahora sí, vamos con nuestros tan denostados vikingos. Estos, hay que aclararlo,
se encontraban en tiempos de su esplendor, en la etapa superior de la barbarie, con una
organización gentilicia bastante clásica (el contacto con el resto de Europa y el
cristianismo los fue modificando notablemente).
Durante el estilo Broa-Oseberg (S. VIII y IX), el que se considera el primer estilo
vikingo (aunque como vemos, estaba ya largamente desarrollado) encontramos
ya piezas impactantes, en las que predominan los diseños zoomórficos.
A continuación vemos las imágenes correspondientes a la cabeza del mástil y la
decoración de la proa de un barco funerario. La complejidad y exquisitez de la
composición, así como de la finura del trabajo son innegables. Aquí no podemos soslayar
que hay trabajo de artesanos altamente especializados y con una calidad y capacidad de
3 Según la RAE: Similitud entre una imagen o un signo y lo que representa.
Figura de manto Paracas Icono de accesibilidad Hombre de vitrubio Paleta de Narmer
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diseño excepcionales. De esto claramente podemos deducir que estas destrezas se
desarrollaron mucho, muchísimo antes de fabricado el barco.
Pero vamos un poco más adelante, hacia los siglos X y XI, hacia el llamado estilo
Mammen, en donde junto a las formas zoomórficas, ya encontramos también formas
vegetales. De la exquisitez de la madera, nos vamos a la exquisitez de la piedra, el marfil
y los metales (los vikingos fueron eximios orfebres), donde volvemos a encontrar la
delicadeza del diseño y su complejidad en composiciones sorprendentes. Los siguientes
ejemplos: el cofre de Cammin (marfil y bronce) y el hacha de Mammen (hierro y plata),
con sendos dibujos de sus diseños. En el caso del hacha, el diseño corresponde al reverso
del que se aprecia en la fotografía. Y también ejemplo del trabajo en bronce es la veleta
de Heggen, perteneciente al mismo estilo.
Como se puede ver, si comparamos estos trabajos con los bizantinos del capítulo
anterior, nada tienen que envidiarle. Es más, la libertad, gracia y movimiento que tienen
los vikingos son extremadamente superiores a los bizantinos, con sus diseños estáticos,
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nada creativos y faltos de variedad. Entonces ¿Cuál es el criterio de la enciclopedia?
Parece que solo el hecho de no ser cristianos y, por tanto, a través de la imagen, los
vikingos parece que están cuestionando todo el sistema social cristiano-romano, que
hemos heredado.
Se arguye por otro lado que, frente a la espiritualidad y el sino religioso del
cristiano, se opone el pensamiento barbárico con su crueldad, desprecio por la vida y
afección por el pillaje. Veamos también esto, y tratemos de ver, más allá de la ideología,
que hay de cierto. Total, ya que comparamos los dibujos, comparemos también sus modos
de vida. Y a ver quién es más civilizado o más bárbaro.
Si comenzamos por los Vikingos, tenemos por un lado los relatos de cronistas
mayormente cristianos, los que por supuesto, al haber sufrido sus embates, no los pintan
como caballeros. Por otro lado, las sagas nos dan bastante información de cómo eran, así
como los textos del romano Tácito, hablando de los germanos en Europa en los tiempos
de Nerva y Trajano, en donde destaca sus virtudes, en comparación con la corrupta Roma.
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Finalmente, la crónica de Ahmad Ibn Fadlan parece ser bastante minuciosa, ya
que este cronista fue capturado por Vikingos y llevado en sus viajes con ellos durante tres
años (no he logrado encontrar más que algún fragmento o cita en español o inglés. Sé que
está traducido al alemán, pero no manejo el idioma).
Hacia la época en que hacen su aparición los vikingos, en tanto saqueadores, allá
por el siglo VIII, se encontraban en la etapa superior de la barbarie, entiendo yo, con una
fuerte organización gentilicia. Aclaro que aparecen en tanto saqueadores, pues si bien es
la imagen de ellos que nos ha legado la historia europea, en realidad eran buenos
granjeros y habilísimos artesanos. Eso sin mencionar sus dotes comerciales que llegaron
a India, Rusia, Grecia, Turquía, Europa y la misma Bizancio, por supuesto. Lo del saqueo
era algo más bien estacional, digamos que para el verano; al llegar el invierno regresaban
a sus tierras para dedicarse a las labores agrícolas y atender sus puertos comerciales (que
llegaron a ser parte de importantísimas rutas entre Europa y Asia, como lo han
demostrado los hallazgos arqueológicos, sobre todo en Birka y Hovgården. No vamos a
negar que eran unos guerreros implacables y despiadados, como ha de ser todo guerrero,
por cierto, aun así, tenían un par de características que los diferenciaban notablemente
de los cristianos: una era el respeto y devoción que profesaban hacia sus mujeres, y el
otro su elevadísimo sentido del honor.
Sobre sus mujeres, ya nos cuenta Cornelio Tácito sus costumbres, hablando de
sus parientes continentales, los germanos:
“Llevan a la guerra algunas imágenes o insignias, que sacan de los bosques
sagrados, y lo que principalmente los incita a ser valientes y esforzados es
que no hacen sus escuadras y compañías de toda suerte de gentes, como
se ofrecen acaso, sino de cada familia y parentela aparte. Y al entrar en la
batalla tienen cerca sus prendas más queridas, para que puedan oír los
alaridos de las mujeres y los gritos de los niños. Estos son los fieles testigos
de sus hechos y los que más los alaban y engrandecen. Cuando se ven
heridos, van a enseñar las heridas a sus madres y a sus mujeres, y ellas no
tienen pavor de contarlas ni de examinarlas con cuidado, y en medio de la
batalla les llevan alimentos y consejos.
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De manera que algunas veces, según ellos cuentan, han restaurado las
mujeres batallas ya casi perdidas, haciendo volver los escuadrones que se
inclinaban a huir, con la constancia de sus ruegos, con ponerles delante los
pechos y representarles el cercano cautiverio que de esto se seguiría, el cual
temen con mayor vehemencia por causa de ellas; tanto, que se puede tener
mayor confianza de las ciudades, que entre sus rehenes dan algunas
doncellas nobles. Porque aún se persuaden de que hay en ellas un no sé qué
de santidad y prudencia, y por esto no menosprecian sus consejos ni
estiman en poco sus respuestas. Así lo vimos en el imperio de Divo
Vespasiano, que algunos tuvieron mucho tiempo a Veleda4 en lugar de
diosa. Y también antiguamente habían venerado a Aurinia y a otras
muchas, y esto no por adulación, ni como que ellos las hicieran diosas, sino
por tenerlas por tales.”5
Y sobre su honor, podemos poner de ejemplo el relato de la historiadora Laia San
José Beltrán, especializada en la cultura vikinga. Nos regala un pasaje de la vida de Egil
Skallagrímson, famoso poeta de la Era Vikinga, que vivió en el siglo X, y no menos famoso
antihéroe de las Sagas Islandesas.
“No todo les fue bien, sin embargo, puesto que Egil cayó prisionero de un
campesino curlandés. Al poco tiempo consiguió fugarse de la granja
llevándose, de paso, toda la plata que el labrador guardaba en su mejor
cámara. Pero, mientras huía, cayó en la cuenta de que se había comportado
como un vulgar ladrón, en vez de apoderarse en lucha honrosa como buen
4 Sacerdotisa Brúctea, instigadora de la Revuelta Bátava, que originó humillantes derrotas a las legiones
romanas.
5 Cornelio Tácito: De origine et situ Germanorum, VII-VIII. (Sobre el origen y territorio de los germanos).
Otro detalle interesante que nos brinda este pasaje de Tácito, es que los germanos, al igual que los romanos,
previo a las reformas militares de Cayo Mario en el 107 aC., luchaban agrupados por gens, cada una con su
jefe.
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vikingo que era. Y, dejando allí mismo en el suelo la vasija llena de monedas
de plata, dio al punto la vuelta, incendió la granja y retó a gritos a sus
habitantes, a los que fue acuchillando a medida que salían de la casa en
llamas. Después, recogió tranquilamente la vasija con el tesoro, como
legítimo botín de combate, y ya pudo hacerse a la vela sin
remordimientos.”6
También Cornelio Tácito nos habla del honor germano:
“Es mucho de maravillar que jueguen a los dados cuando no están bebidos,
considerándolos como una ocupación seria; y lo hacen con tanta codicia y
temeridad en ganar y perder, que cuando les falta qué jugar, la última
parada y apuesta es la libertad y el cuerpo. El vencido se hace esclavo de su
propia voluntad; y aunque sea más mozo y más robusto, se deja atar y
vender; que tanta obstinación tienen en cosa tan mala, que ellos llaman
cumplimiento de la palabra empeñada.”7
“No hay nación más amiga de convites ni que con mayor gusto reciba los
huéspedes. Tiénese por cosa inhumana negar su casa a cualquiera persona.
Recíbelos cada uno con los manjares que mejor puede aparejar, según su
estado y hacienda. Y cuando no tiene más que darles, el mismo que acaba
de ser huésped los lleva y acompaña a casa del vecino, donde, aunque no
vengan convidados -que esto no hace al caso-, los acogen con la misma
humanidad, sin que se haga diferencia, cuanto al hospedaje, entre el
conocido y el que no lo es. Es costumbre entre ellos conceder cualquier cosa
que pida el que se parte, y la misma facilidad tienen en pedirle lo que les
parece. Huelgan de hacerse dádivas y presentes los unos a los otros; pero
ni echan en cara lo que dan, ni se obligan con lo que reciban.”8
6 San José Beltrán: 2013
7 Cornelio Tácito. Op.cit. XXIV
8 Cornelio Tácito. Op.cit. XI
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“Cuando se viene a dar batalla es deshonra para el príncipe que se le
aventaje alguno en valor; y para los compañeros y camaradas, no igualarle
en el ánimo. Y si acaso el príncipe queda muerto en la batalla, el que de sus
compañeros sale vivo de ella es infame para siempre, porque el principal
juramento que hacen es defenderle y guardarle y atribuir también a su
gloria sus hechos valerosos. De manera que el príncipe pelea por la victoria;
y los compañeros, por el príncipe.”9
Pero volvamos un momento al arte germánico, pues si nuestra enciclopedia se
hubiera molestado en estudiar, en lugar de poner la primera ideología que se le cruzó,
distinto sería el artículo. Podrían, por ejemplo, leer a Tácito, ampliamente mencionado
aquí. Como al pasar, Tácito nos cuenta que…
“Parte de los Suevos adora a Isis; de donde les haya venido esta religión
extranjera no es cosa averiguada, aunque la estatua de la diosa, que es
hecha en forma de nave libúrnica muestra habérsela traído por mar.
Piensan que no es decente a la majestad de los dioses tenerlos encerrados
entre paredes o darles figura humana.”10
9 Cornelio Tácito. Op.cit. IX. Entiendo que aquí el príncipe es el principal, el caudillo del clan; no sería correcto
poner en este término nuestra acepción común y sus connotaciones. De hecho, entre los vikingos este grupo
de “clientes” por asociarlo con el tipo romano, o de amigos/parientes principales, llevaba entre ellos el
nombre de Huscarles, Hersir o Stallers, que estaban bajo el mando de un Jarl o Hauldr (nobles, de nuevo no
literalmente el término). Para darnos cabal cuenta de las diferencias, en nuestra interpretación oficial de la
sociedad vikinga, esta estaba comandada por un Rey (Konnungr) que era elegido y depuesto, llegado el caso,
por la asamblea de todos los hombres libres (también tenían esclavos, los Thraell). En determinada
festividad anual se sacrificaban animales para pedir un buen año. El sacrificio se hacía en cuenta tomando
como base la fiesta anterior; supongamos que sacrificaron un cerdo, tuvieron un mal año; entonces al
siguiente sacrificarán un buey. De nuevo un mal año, sacrificarán entonces, al año siguiente dos bueyes. De
nuevo un mal año, pues sacrifican al rey (Reyes como Olaf Trätäljä y Domalde fueron sacrificados para
acabar con años de hambruna. Tomado en base a San José Beltrán: 2013)
10 Cornelio Tácito. Op.cit. IX
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¡Apa! ¿Qué pasó acá? No es decente representar a los dioses con figura humana,
mirá vos, lo mismo, lo mismito que los cristianos, ¿se acuerdan? Capítulo anterior, pagina
XXX. O sea, si los cristianos hubieran respetado su propia ley, serían tan bárbaros e inútiles
como los vikingos. Entonces, aquí tenemos la verdadera razón de que no representen la
figura humana, no la mentirosa que se esgrime para justificar colonizaciones y masacres.
Si los vikingos eran bravitos a la hora de pelear y saquear, mucho más lo fueron
los cristianos, vamos a ver qué nos dicen los cronistas de la primera cruzada, por tomar
un ejemplo de cristianos cristianizando.
………………………………………………………………………………
Digresión: en el mismo sentido, la representación de los vikingos con el famoso
casco de cuernos es una barrabasada histórica. Jamás los usaron, veamos que nos cuenta
Laia San José Beltrán:
“Se trata de una invención del pintor sueco August Malmström quien, en el
año 1820, ideó una serie de ilustraciones para el poema épico “La Saga de
Frithiof” con el claro objetivo de hacerlos parecerse a los propios demonios
y darles así una imagen de fiereza y brutalidad pagana en medio del furor
nacionalista germano del siglo XIX. Años después, en 1876, se estrenó la
ópera de Richard Wagner “El Ocaso de los Dioses” que hacía referencia a la
mitología nórdica y, en concreto, al Ragnarök. Las ilustraciones que
acompañaron los panfletos de la ópera estuvieron repletas de vikingos con
cascos con cuernos, como los de Malstorm, lo que llevó a la popularización
y el encumbramiento total del mito.”11
En fin, no he podido hallar alguna de las ilustraciones de Malmström con vikingos
con cuernos, he hallado una cercana (1909) de Arthur Rackham, para el mismo ciclo de
11 San José Beltrán: 2013
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óperas (El anillo de los nibelungos). Como se puede apreciar,
ir a la batalla con semejante casco sería bastante
contraproducente, no solo es incómodo y limita el
movimiento de los brazos armados, sino que con cualquier
golpe puede caerse, o por lo menos lastimar bastante con la
correa. Eso sin mencionar que, en el amontonamiento
durante el fragor de la embestida, no sería raro que le saque
el ojo a algún vecino.
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…Y con el mazo dando ¡Qué barbarie la cristiandad!
Bien, luego de ese breve interludio, volvamos a los cristianos cuando se dedican a
evangelizar en grande. Y eso ocurrió durante la primera cruzada, hacia el 1095 (plena
época vikinga), convocada por el papa Urbano II, en respuesta al pedido del emperador
Alejo I Comneno, a quien lo tenían a mal traer los turcos
selyúcidas.12
Pero para ir contextualizando, en 1054 sucedió el cisma de Oriente, mediante el
cual la iglesia occidental y oriental se separan definitivamente, por lo que Urbano
intentaba en realidad matar dos pájaros de un tiro, echar a los turcos y hacerse de la
iglesia de oriente. La primera parte de la cruzada, tuvo un apoyo ciertamente popular,
llamada “la Cruzada de los pobres” dirigida por Pedro el ermitaño y Walter el indigente
(ambos pertenecientes al bajo clero). Esta avanzada no tuvo mucha suerte, no a causa de
los infieles, precisamente, sino a causa de los fieles de occidente, de los fieles de oriente
y de los propios fieles que la componían, veamos:
Pedro y Walter lograron reunir unas cuarenta o cincuenta mil personas
(hombres, mujeres y niños) que marcharon hacia oriente. Los “cruzados” no solo no
tenían ni idea de cuestiones militares –eran campesinos e indigentes- sino que los movía,
más que el perdón de sus pecados prometido por el papa, la posibilidad de mejorar
sustancialmente sus paupérrimas vidas a través de los saqueos. Cabe aclarar que tampoco
tenían más armas que sus instrumentos de labranza y unos cuantos palos. En fin, que
como tampoco sabían de geografía, pronto se desesperaron porque ninguna ciudad por
la que pasaban era Jesuralém. Así que, para ganar tiempo, apenas entrando en Hungría
comenzaron a saquear lo que se les ponía a tiro, y muy especialmente a los judíos (una
avanzada de nobles, la caballería de Valter Gauthier, había cruzado meses antes en su
12 Hay que decir que estas guerras también se daban entre cristianos, por poner un ejemplo, las sucesivas
luchas por la conquista de Ravena: Justiniano recupera Ravena contra Odoacro (540), luego es conquistada
por el lombardo Liutprando (712) quien luego la devuelve a Roma, aunque luego es reconquistada por el
siguiente rey lombardo Astolfo (751) quien a su vez la pierde a manos de Pipino el breve en 784.
Alberico se le aparece a Hagen
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camino a Jerusalem, y por supuesto habían saqueado a diestra y siniestra. Luego le
siguieron los caballeros de Pedro de Amiens, quienes fueron escoltados –dada la
experiencia previa- por los soldados del Rey Colomán, lo que no impidió los nuevos
saqueos y el asesinato de cuatro mil de los escoltas). Bueno, el viaje fue largo y
accidentado, pero al final llegaron a Constantinopla (unos treinta mil), donde por
supuesto no los querían ver ni en figuritas, puesto que había que alimentarlos, cuidarse
de sus saqueos, y era por demás obvio que no servían para la guerra; Alejo I muy
hábilmente, se los sacó de encima ofreciéndoles barcos para cruzar el Bósforo hacia Nicea,
baluarte de los turcos. Estos marcharon alegremente y, por supuesto, apenas llegaron a
Nicea fueron masacrados. La mayor parte pereció y el resto fueron vendidos como
esclavos.
Como vemos, antes de arrancar, la moral cristiana ni figuraba. La codicia sí, y eso
fue lo que dominó toda la cruzada y las que les siguieron. Sería muy largo enumerar aquí
las traiciones, recelos, masacres, asesinatos y usurpaciones que, al grito de “Dios lo
quiere”, la gran consigna de la cruzada, se produjeron entre los nobles caballeros (que al
final marcharon, poco después que “los pobres”, solo que a su marcha se la llamó “la
Cruzada de los príncipes” puesto que ahora sí, la flor y nata de la realeza y la caballería
europea se pusieron manos a la obra, o al oro, mejor dicho). En fin, que no los voy a aburrir
más con los detalles, que por lo demás no aportan a saber si los caballeros europeos eran
tanto o más salvajes que los vikingos, que es lo que tratamos de dilucidar. Que eran todos
unos piratas, ya lo sabemos, puesto que el pillaje, el robo y el saqueo, era la ocupación
habitual de cualquier señor feudal y su ejército, que esa era su existencia el año completo,
mucho más que los vikingos, que solo lo hacían en verano.
Convengamos que las fortalezas defensivas que llamamos castillos, justamente
tenían por fin proteger a cada señor de la rapiña de sus vecinos, además de brindar cuartel
y aprovisionamiento para las “excursiones” propias. Y si a alguien le cabe duda, voy a citar
nada más ni nada menos que al propio papa Urbano II, quien, en su famoso discurso en el
Concilio de Clermont, el que realizó para llamar a la primera cruzada dijo, según la crónica
de Fulquerio de Chartres:
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“Todos aquellos que mueran por el camino, ya sea por mar o por tierra, o
en batalla contra los paganos, serán absueltos de todos sus pecados. Eso
se los garantizo por medio del poder con el que Dios me ha investido. ¡Oh
terrible desgracia si una raza tan cruel y baja, que adora demonios,
conquistara a un pueblo que posee la fe del Dios omnipotente y ha sido
glorificada con el nombre de Cristo! ¡Con cuántos reproches nos abrumaría
el Señor si no ayudamos a quienes, con nosotros, profesan la fe en Cristo!
Hagamos que aquellos que han promovido la guerra entre fieles marchen
ahora a combatir contra los infieles y concluyan en victoria una guerra que
debió haberse iniciado hace mucho tiempo. Que aquellos que por mucho
tiempo han sido forajidos ahora sean caballeros. Que aquellos que han
estado peleando con sus hermanos y parientes ahora luchen de manera
apropiada contra los bárbaros. Que aquellos que han servido como
mercenarios por una pequeña paga ganen ahora la recompensa eterna.”
Los subrayados son míos; se comprende quienes eran, a sus propios ojos, los
nobles que sostenían y poblaban la iglesia cristiana.
Ahora veamos lo que contaron algunos cronistas de la época, por ejemplo, el
anónimo autor de la Devastatio Constantinopolitana (Destrucción de Costantinopla)13, a
propósito de lo sucedido durante la cuarta cruzada (1202-1204), vamos transcribir
algunos fragmentos desde el arranque de la cruzada, pues puede comprenderse mejor el
espíritu de los cristianos, muy similar al de la primera.
13 «Es difícil determinar qué rol desempeñó en la cruzada, pero el texto de su crónica y ciertos datos y
algunos enfoques, nos llevaría a suponerlo un simple miembro del grueso del ejército, quizás un clérigo,
que muestra francamente su objetividad acerca de los hechos que lo ocupan.
El manuscrito de dicha crónica se encuentra en la biblioteca de San Marcos de Venecia. En el catálogo de
Zanetti de la Latina et itálica D. Marci biblioteca codicum manuscripturum fue indicada bajo el número 398,
“Chronica a creatione mundi ad a. Christi MCCXV sine auctoris nomine”» (Castello de Muschietti y Díaz
Pereyra: 1970)
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“También el señor Papa había previsto que el cruce se hiciera por Venecia.
Cuando llegaron allí, del mismo modo fueron expulsados de las casas de la
ciudad e instalados en la isla de San Nicolás. Una vez establecidas allí las
tiendas de campaña aguardaron el cruce desde las Kalendas de junio hasta
las Kalendas de octubre. Un sextario de trigo se vendía a cincuenta sólidos.
Los Venecianos, siempre que les placía, ordenaban que nadie permitiera
salir a ningún cruzado de la isla antes mencionada y por todos los medios
los trataban casi como a prisioneros”
“Los Venecianos con los cruzados dirigiéndose hacia el norte por el mar
llegaron a Istria, obligaron a rendirse a Trieste y a Murgia, y forzaron a
pagar tributo a toda Istria, Dalmacia y Eslavonia. Navegaron hacia Jadra
donde expiró el pacto. En la festividad de San Martín entraron al puerto de
Jadra, la sitiaron desde todas partes, tanto por tierra como por mar,
erigieron más de ciento cincuenta máquinas y catapultas y escalas y torres
de madera y numerosos instrumentos bélicos; también socavaron el muro.
Visto esto los habitantes de Jadra entregaron la ciudad el día quince, así
como también pusieron en posesión de los Venecianos todos sus bienes con
tal de salvar sus personas. El dux retuvo para sí y los suyos la mitad de la
ciudad, la otra mitad la dio a los cruzados. Saqueron la villa sin misericordia.
Al tercer día de haber entrado en Jadra surgió un conflicto entre los
venecianos y los cruzados, en el cual perecieron cerca de cien hombres. Los
barones retuvieron para sí las riquezas de la ciudad, nada dieron a los
pobres, que padecieron mucha privación y hambre.”
“En el día de la circuncisión llegó un enviado del rey Felipe con cartas suyas,
rogando al marqués y a los barones que apoyaran en su gestión a su cuñado
el emperador Alejo. El marqués junto con todos los barones le prestó
juramento.”14
14 Este pasaje es muy importante. Los cruzados se dirigían a reconquistar Jerusalén, pero ante las ofertas de
un pretendiente al trono de Bizancio —Alejo IV— se olvidaron de Jerusalén y marcharon a Constantinopla.
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“En las Kalendas de julio las naves llegaron a Constantinopla y
desembarcaron por la fuerza, oponiéndose el emperador con todo su
ejército. El emperador huyó con los suyos al interior de la ciudad, nosotros
la sitiamos.”
“Comenzó a soplar el Bóreas en la víspera de los Idus de abril; nosotros
acercamos nuevamente las naves contra los muros y combatimos con los
Griegos y los expulsamos de sus muros y entramos en la ciudad; hubo
mucha matanza de Griegos. Como éstos nos perseguían de cerca sin
detenerse prendimos fuego y por medio del fuego los rechazamos. Al llegar
la noche Murzufles huyó con unos pocos. Al día siguiente todos los Griegos
cayeron a los pies del marqués, y ellos se entregaron y también todas sus
cosas pusieron en sus manos. Entonces nos instalamos y los Griegos
huyeron de la ciudad. Pusimos en común todo el botín y nuestras ganancias
y llenamos tres torres muy grandes con plata. Entonces comenzó a
considerarse acerca de la designación de un emperador. Fueron nombrados
seis de nuestra parte, y seis de parte de los Venecianos, a quienes les fue
otorgado potestad para elegir emperador. Estos reuniéndose en el octavo
día de Pascua, en presencia de toda nuestra gente y de los Venecianos,
eligen y nombran emperador a Balduino conde de Flandes, quien fue
aprobado por el ejército, y fue coronado el domingo siguiente”
Hasta aquí nuestro anónimo cronista, que relata ciertos pormenores de la
malograda expedición a Jerusalén, la detención en Jadra (hoy Zara) para que la recuperen
los venecianos, que hacía poco la habían perdido y la posterior desviación a
Constantinopla. Allí se dan unos cuantos palos, se llenan de riquezas y elijen emperador.
Casi bucólica la invasión, parece cosa de nada.
Finalmente la conquistan, es coronado Alejo IV, este no cumple con los pagos, es muerto en prisión y,
finalmente, coronado Balduino de Flandes como Balduino I de Constantinopla.
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Diferente es el relato de Nicetas Choniates, un bizantino que también participó –
del lado de los perdedores- del asedio y conquista de Constantinopla. Veamos qué nos
dice:
“Desde el principio, mostraron su amor innato por el oro, tenían en mente
un nuevo medio para adquirir cosas y escapar de la atención de todos
cuando saquearon la ciudad imperial. Porque abrieron las tumbas de los
emperadores tantos como se encontraban en la Heroon [Pantokrator]
establecida alrededor del recinto sagrado de los Santos Apóstoles. Ellos
saquearon todos estos de noche y se aferraron con absoluta falta de ley a
todo adorno de oro, collares de perlas, gemas radiantes, preciosas y puras
que aún estaban encontrado en el mismo. También encontraron el cuerpo
del emperador Justiniano intacto durante muchos años. Miraron a la vista
con asombro, pero no se mantuvieron alejados de los lugares de
enterramiento. Se puede decir que los occidentales no perdonaron ni a los
vivos ni a los muertos, pero comenzando con Dios y sus sirvientes,
mostraron total indiferencia e impiedad ante todo. No mucho después de
que también derribaron el ciborium de la Gran Iglesia que contaba con diez
mil minas de plata pura y cubierto de oro grueso. Como les faltaba dinero
(porque los bárbaros no saben cómo satisfacer su amor por el oro) lanzaron
miradas anhelantes a las estatuas de bronce y las entregaron al fuego.”
“Estos bárbaros, que odian lo bello, no pasaron por alto la destrucción de
las estatuas que se encuentran en el Hipódromo y otras obras maravillosas.
Las cortaron en monedas, lanzando grandes cosas por las pequeñas y las
cosas trabajaron a un gran costo por un pequeño cambio sin valor.”15
Ahh… la maravillosa Bizancio cristiana arrasada por cristianos que se suponía,
iban a combatir a los infieles.
15 Nicetas Choniates: 1204, pgs. 647-55.
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Pero regresemos a la primera cruzada, hacia lo que paso con la más santa de
todas las ciudades y destino de todos los cruzados: Jerusalén.
Porque un día, el 15 de julio de 1099, también invadieron Jerusalén:
Raimundo de Aguilers, canónigo de Puy y capellán de los invasores, nos deja
hermosas estampas, según su parecer:
«Maravillosos espectáculos alegraban nuestra vista. Algunos de nosotros,
los más piadosos, cortaron las cabezas de los musulmanes; otros los
hicieron blancos de sus flechas, haciéndoles caer de los tejados de las
mezquitas; otros fueron más lejos y los arrastraron a las hogueras. En las
calles y plazas de Jerusalén no se veía más que montones de cabezas, de
pies y manos: y sin embargo esto no es nada comparado con lo otro... Se
derramó tanta sangre en la mezquita edificada sobre el antiguo templo de
Salomón, que los cadáveres de los fanáticos de Mahoma nadaban en ella
arrastrados a uno y otro punto. Veíanse flotar manos y brazos cortados que
iban a juntarse con cuerpos que no le correspondían; en muchos lugares la
sangre nos llegaba a las rodillas, y los soldados que hacían esta carnicería
apenas podían respirar debido al vapor que de ella se exhalaba. Cuando no
hubo más musulmanes que matar, los jefes del ejército se dirigieron en
procesión a la iglesia del Santo Sepulcro para la ceremonia de acción de
gracias»16
Mientras esto ocurría, los judíos de Jerusalén, (unos dos mil) se refugiaron en la
sinagoga, que fue prolijamente incendiada y en donde todos murieron calcinados, por la
sospecha de que pudieron haber ayudado a los musulmanes. No quedaron aún conformes
los cruzados y un consejo presidido por Godofredo decretó la exterminación de todos los
musulmanes de Jerusalén: setenta mil personas. La masacre duró ocho días, a pesar del
empeño que le dedicaron aquellos buenos cristianos.
16 Raimundo de Aguilers: 1866
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Y según nos cuenta el profesor R.H. Shamsuddin Elía17:
“Los expedicionarios masacrarían a la mayor parte de los cien mil
habitantes de Jerusalén. Según la concepción de los cruzados, la ciudad
quedó purificada con la sangre de los infieles.
Efectivamente, luego de ser quebrada la tenaz resistencia de los defensores
islámicos, la población sin respeto a la edad o al sexo, sufrió una horrible
matanza. Sólo en la mezquita al-Aqsa fueron degollados cerca de diez mil
musulmanes allí refugiados. (…) Raimundo de Aguilers, canónigo de Puy y
capellán de los invasores, escribió en sus memorias «A fin de descansar de
las fatigas que causó esta tarea, los cruzados se entregaron a las más
repugnantes orgías —violación de cadáveres y actos de canibalismo— de
modo que los mismos cronistas, a pesar de toda su indulgencia, no pudieron
menos que indignarse de la conducta bestial de estos asesinos que eran
cualquier cosa menos cristianos; y el tesorero Bernardo los trata de locos;
Balduino, arzobispo de Dole, los compara a burros que se refocilan en la
basura: computruerunt illi, tamquam jumenta in stercoribus.»”18
Como hemos visto, si de barbarie se trata, sonrojados y anonadados se quedarían
los vikingos ante tal despliegue de crueldad, codicia y traiciones.
Por supuesto, no he podido resistir a mirar que dice artehistoria.com sobre las
cruzadas. Lo cierto es que su discurso dista mucho de ser fiel a la historia. No vamos a
analizarlo aquí, solo dejo un par de fragmentos para que los lectores saquen sus
conclusiones.
“Nos encontramos a mediados del siglo XI. En Europa, las comunidades
cristianas viven un momento de profundo sentimiento religioso y en un
estado de vigor militar. Aunque dividida política y culturalmente, Europa
17 Doctor en historia, Centro de Estudios Árabes, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile.
18 Shamsuddin Elía: 2019 recuperado el 25/03/2018
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occidental estaba unida por su pertenencia a la Iglesia católica bajo la
autoridad del papado. Entre el 950 y el 1100 se produjo un renacer
religioso, encabezado por grandes monasterios como el de Cluny, mientras
que las peregrinaciones a los lugares santos, como Roma, Santiago o
Jerusalén, comienzan a ser habituales. Jerusalén era una ciudad sagrada
para los cristianos, como lugar en el que sucedieron los hechos
fundamentales de la vida de Jesús.”19
“La Primera Cruzada fue un éxito sorprendente. La desunión de los
musulmanes permitió tomar Antioquía y Jerusalén y formar varios estados
latinos en Oriente Medio.”20
“En el éxito de la predicación de la cruzada por el papa Urbano II (año 1095)
confluyen fundamentos religiosos y circunstancias de oportunidad social y
política. La expectativa de peregrinar a Jerusalén y obtener indulgencias y
gracias especiales se encuadra dentro del auge general de las
peregrinaciones, práctica piadosa encaminada también a otros grandes
centros como Santiago de Compostela y Roma, en la que se ponía de relieve
la condición fugaz de esta vida como camino hacia la otra (homo viator),
pero añade un elemento peculiar pues hablar de Jerusalén -prácticamente
desconocida para los occidentales en su realidad física- evocaba la imagen
de la Jerusalén Celestial, de la perfección del nuevo Cielo y la nueva Tierra
que surgirían tras la segunda venida de Cristo. No en vano los mapas
simbólicos de aquellos siglos situaban a la ciudad en el centro del orbe. La
cruzada se alimenta, así, de una concepción religiosa escatológica,
convencida del próximo fin de los tiempos, del que sería anuncio la
peregrinación a la Jerusalén terrestre y su conquista por los cristianos.”21
Creo que el punto está demostrado, pero aún no vamos a terminar.
19 https://www.artehistoria.com/es/video/las-cruzadas-0 recuperado el 28/03/2018
20 https://www.artehistoria.com/es/video/las-cruzadas-1 recuperado el 28/03/2018
21 https://www.artehistoria.com/es/contexto/idea-y-realidad recuperado el 28/03/2018
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De las artes menores a las mayores
Podemos agregar una perlita más, que vale por dos, nada más para poner aún más en
evidencia las estupideces que propone la historiografía oficial, en este caso,
maravillosamente encarnada en arthistoria.com (podría citar varios autores más, pero
esto sería eterno, y ya los iremos citando en próximos capítulos).
Me estoy refiriendo a las maravillosas iglesias de madera (los vikingos se fueron
cristianizando con el tiempo), llamadas stavkyrkje. Vamos a ver dos, la de Urnes (se cree
que es la más antigua, data del año 1.130, y la Stavkyrke de Hylestad.
Vamos a comenzar con la de Urnes, pues muestra claramente el sincretismo
vikingo/cristiano, por un lado (la decoración nada tiene que ver con la imaginería cristiana
todavía) y la particular arquitectura artística monumental que fueron capaces de
desarrollar estos vikingos, aún sin saber representar la figura humana.
Portal y detalle del mismo
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¿Y, que me cuentan? Ningunos tontos construyendo y decorando. Pero veamos
la siguiente, porque aquí ya sí hay representación de la figura humana: la Stavkirke de
Hylestad.
Lamentablemente esta iglesia fue destruida en el siglo XVII y no nos quedan más
que restos de lo que fue su portal. Igualmente se ha podido datar, siendo originaria de
finales del siglo XII y principios del XIII. Los portales se encuentran exhibidos en el Museo
de Historia Cultural de Oslo. Sus complejas tallas narran escenas de la leyenda de Sigurd
Fåvnesbane y, de nuevo, Laia San José Beltran corre en nuestra ayuda:
Exterior de la iglesia y columna lateral
Vistas del interior
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“La decoración del portal muestra escenas de la historia de Sigurd
Fåvnesbane, el protagonista de la Saga Volsunga y del Cantar de los
Nibelungos. La leyenda cuenta que Sigurd creció en el bosque y tuvo como
maestro herrero a Regin, con quien planeó cómo matar al dragón Fafnir,
que custodiaba el tesoro de los nibelungos. Regin y Sigurd forjaron de nuevo
la espada mágica Gram, que originalmente la había forjado el herrero
mágico Völund y había pertenecido al padre de Sigurd, Sigmund. La espada
se llamó Balmung y con ella mató al dragón atravesándole el corazón. Se
bañó con la sangre del dragón para hacerse inmortal y solo una diminuta
pate de la espada, cubierta por una hoja de tilo, quedó sin tocar la sangre,
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permaneciendo desprotegida. Aquí tenemos un claro paralelismo con la
historia de Aquiles y el talón al bañarse en la laguna de Estigia.” 22
Aquí podemos ver como la mitología nórdica se ensambla a un templo dedicado
a otra, la cristiana. Siendo politeístas y careciendo de “libros sagrados” (las creencias se
transmitían oralmente, a través de poemas) no es raro que hayan incorporado diversos
dioses a su panteón, por lo que no fue traumática la incorporación del cristianismo, pues
se fue dando gradualmente.
En fin, que lo que queda claro, es que cuando lo creyeron necesario, no solo
fueron capaces de desarrollar una impresionante arquitectura, basada en sus formas de
carpintería ancestrales y con los materiales que tenían a disposición, sino también de
realizar representaciones al gusto de artehistoria.com, adelantándose a su tiempo, cosa
que a los eruditos del citado sitio se les pasó olímpicamente por alto o, si no se les pasó,
bien se cuidaron de no enturbiar la imagen demoníaca de los bárbaros, que con tanto
esfuerzo nos han construido. Mismo que los devotos y piadosos historiadores actuales de
las cruzadas con respecto a la nobleza y santidad de los santos caballeros cristianos.
Pero el bueno de Cornelio Tácito, ya mil años antes los desmiente. Admirado de
la grandeza de estos hombres, los “bárbaros”, los compara con sus decadentes paisanos
de Roma y dice:
“Y pueden allí más las buenas costumbres que en otra parte las buenas