puntodevista palacio de tribunales - centro de justicia de santiago
La arquitectura para la justicia a un siglo de distancia
En esta oportunidad queremos encontrar dos edificios que marcan la ciudad de Santiago desde la perspectiva del imperio de la ley y de la necesidad pública de representar la administración de la justicia.
Desde 1907 y hasta1929 se construyó el Palacio de los Tribunales de Justicia, hoy sede de la Corte
Suprema de Justicia, obra del arquitecto francés Emile Doyere de la Inspección de Arquitectura con la colaboración del arquitecto Emile Jecquier. Fue la primera obra fiscal en concreto armado, contratada con una compañía holandesa, “con estilo neoclásico francés en un volumen de tres pisos, que domina la Plaza Montt-Varas de Santiago”.
En el 2002 se llama a un concurso de anteproyectos para
el nuevo Centro de Justicia de Santiago, para aunar 15
Juzgados de Garantía y 8 Orales, 202 salas y 302 Jueces,
5 Fiscalías Locales y 1 Regional, 6 Defensorías Locales y
1 Regional, la más grande concentración de servicios
judiciales. El equipo ganador del concursos estuvo
conformado por Cristián Boza, José Macchi, Marcelo Vila
y Adrián Sebastián, con “una fuerte presencia urbana e
imagen … una arquitectura monumental de gran dignidad
y pureza” dice en parte el fallo del jurado.
La reflexión que se hace a partir de estas dos obras que
tienen cerca de 100 años de distancia entre sí, hechas
para albergar la función de impartir justicia, es acerca de
la capacidad de las formas arquitectónicas para generar
representatividad, por una parte, mientras, por la otra, el
oficio convierte en espacios habitables los conceptos e
ideas con que cada mandante que encarga una obra, llega
a plantear sus necesidades y anhelos.
La justicia ha sido uno de los principales encargos de la
arquitectura pública. Cárceles y penitenciarías, juzgados
y comisarías, entre otros, pueblan nuestras ciudades y
extramuros, lo que en muchos casos genera discrepancias
y discusión. Nadie quiere una correccional al lado de su
casa, probablemente tampoco un cuartel de la policía.
Pero estos recintos son parte del programa público urbano,
necesario para la vida de la ciudad, para la creación de
ciudadanía y de identidad que se genera con la construcción
–física- de las instituciones públicas. Esa discusión no es
un tema nuevo y con seguridad continuará.
Menos polémicos son los tribunales y las cortes pues traen
más externalidades positivas que impactos disgregadores.
En efecto, en relación a este tipo de equipamiento están
las oficinas de abogados y todas las amenidades asociadas,
servicios de manejo de documentación, notarías,
alimentación, librerías ... De esta manera, los tribunales
frente a la plaza Montt-Varas fueron un fuerte activador
del centro de Santiago, así como en otras ciudades en el
país. En el barrio de Rondizzoni ya ha comenzado esta
transformación, en definitiva virtuosa, pues lleva
actividades a un sector antes al borde de profundizar un
proceso de deterioro. Se espera que este efecto se consolide.
Al referirse a la infraestructura que requiere la justicia
para operar, es frecuente escuchar términos como dignidad
y solidez ), conceptos que darían cuenta de aquellos
atributos que debe tener el espacio donde se ejerce el
‘imperio de la ley’. Es posible afirmar que durante todo el
siglo XX la forma concreta de esa abstracción fue la
columnata neoclásica, la que está en el imaginario de los
jueces y de la gente que usa los juzgados, por ejemplo. De
cara a la Reforma Procesal Penal y sus necesidades de
infraestructura, parecía difícil salir de esa respuesta formal
a un requerimiento que obviamente conduce a un repertorio
amplio de elementos de diseño, arquitectónicos y
espaciales. En estos dos edificios, probablemente los más
significativos para la justicia en el país, encontramos dos
respuestas a este requerimiento.