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Psicosis en la adolescencia, otras historias de terror y cinco minutos sagrados Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net) Y es que es francamente complicado. Si hace unas semanas tocaba exprimir hasta la náusea qué rasgos “excesivamente normales”(sic) del piloto podían haberle llevado a estrellar el avión, esta es la semana monográfica del linchamiento al adolescente psicótico medio. Porque, total, pararse a pensar que si una psicosis puede ser devastadora en un momento avanzado de la vida, su versión infantil/adolescente resulta extraordinariamente dolorosa no vende tantos titulares ni genera tantos comentarios de bar, así que “prudencia periodística” parece el nombre en latín de un pájaro extinto. Haciendo un esfuerzo owenjonesiano de superación del odio al cuñarcado periodístico y de a pie, hemos de decir que aunque los comentarios desafortunados de expertos exprés sean lo que primero crispa, también somos conscientes de que infinitamente más graves son los problemas estructurales que sedestapan. Léase encontrarnos con un programa de detección de la violencia propuesto de la noche a la mañana a golpe de titular, por un grupo político que está a cuatro semanas de unas elecciones. Antes de seguir no me queda otra que recordar las premisas básicas para poder hablar de cualquier concepto relacionado con salud mental: Ley nº 1: que la imagen de la locura que tiene la población general sigue secuestrada por la ficción y aún no está generalizado el entender que una persona con síntomas psicóticos es alguien repleto de angustia, extremadamente vulnerable y que lo que precisa es cuidado Ley nº 2: que la premisa anterior parece muy sencilla, PERO también hay que entender que los cuidados a cualquier población extremadamente vulnerable (en este caso psicótica) muchas veces se hacen de una forma tan invasiva y tiránica que en vez de cuidados resultan agresiones (tanto por parte del sistema sanitario, como del judicial, como de las propias familias). Ley nº 3: que conceptos como “psicosis” o “trastorno mental grave” no son comparables a conceptos como “apendicitis” o “glaucoma”, porque están muchísimo más entremezclados con aquello que es Irrepetible de un individuo a otro, la subjetividad, y tienen una implicación hondísima, tanto en el origen como en la biografía posterior, que las patologías del cuerpo no tienen (sin por ello negar la trascendencia de las enfermedades físicas en la vida de uno, que ya hemos dicho que queremos huir del simplismo). Ley nº 4: que cuando se trabaja sin tiempo (valgan como ejemplo las consultas de psiquiatría infantil en las compañías de seguros, que duran diez minutos (en la seguridad social (a su vez innegablemente saturada) duran una hora) en las que se supone que hay que poder historiar, explorar (explorar en psiquiatría implica una entrevista semiestructurada que no es precisamente corta), diagnosticar, intervenir y si procede, poner tratamiento) todo ese proceso queda reducido a un diagnóstico exprés y una respuesta farmacológica. Cómo voy a enterarme en diez minutos de la historia traumática de juanito; mejor me fijo en si cumple criterios de esquizofrenia y le casco un neuroléptico. Ley nº 5: en la cultura del disease mongering y de la MacDonaldización del sufrimiento hay una tendencia poblacional hacia el autodiagnóstico de enfermedad mental para explicar situaciones dolorosas y extremadamente injustas, pero que no tienen que ver con la cordura-o-no del que sufre sino con la injusticia del sistema. Y que lo primero que sale del profesional ante alguien que por una insatisfacción con su situación vital pretende un seguimiento exhaustivo en el circuito público de salud mental (incluso verbalizando que lo merece más que alguien con una enfermedad mental grave) es cabrearse (de un modo análogo al “la gente viene a urgencias por cualquier chorrada, verás como se les quita la tontería si les ponen un copago”, ejemplo clásico de razonamiento ramplón y Clasista); pero hay que hacer el esfuerzo de entender que es el sistema el que empuja esos “códigos Z” a la consulta y no ellos mismos. Ley nº 6: Y esto, que no pasaría de lo anecdótico, o incluso de buen método para cribar profesionales-que-miran-más-allá-de-sus-narices, facilita extraordinariamente el trabajo a una Industria cuya prosperidad depende de crear enfermedades y venderte la salud como producto de consumo, pasando por encima de lo que sea preciso. Es decir, que si en salud mental dejas lugar a la creación de un sobrediagnóstico HABRÁ SOBREDIAGNÓSTICO. Página 1 de 3
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Jun 29, 2022

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Psicosis en la adolescencia, otras historias de terror y cinco minutos sagradosPublicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)

Y es que es francamente complicado. Si hace unas semanas tocaba exprimir hasta la náusea qué rasgos “excesivamente normales”(sic)del piloto podían haberle llevado a estrellar el avión, esta es la semana monográfica dellinchamiento al adolescente psicótico medio. Porque, total, pararse a pensar que si una psicosispuede ser devastadora en un momento avanzado de la vida, su versión infantil/adolescente resultaextraordinariamente dolorosa no vende tantos titulares ni genera tantos comentarios de bar, así que“prudencia periodística” parece el nombre en latín de un pájaro extinto. Haciendo un esfuerzo owenjonesiano de superación del odio al cuñarcado periodístico y de a pie,hemos de decir que aunque los comentarios desafortunados de expertos exprés sean lo que primerocrispa, también somos conscientes de que infinitamente más graves son los problemas estructuralesque sedestapan. Léase encontrarnos con un programa de detección de la violencia propuesto de lanoche a la mañana a golpe de titular, por un grupo político que está a cuatro semanas de unaselecciones. Antes de seguir no me queda otra que recordar las premisas básicas para poder hablar decualquier concepto relacionado con salud mental: Ley nº 1: que la imagen de la locura que tiene la población general sigue secuestrada por la ficcióny aún no está generalizado el entender que una persona con síntomas psicóticos es alguien repletode angustia, extremadamente vulnerable y que lo que precisa es cuidado Ley nº 2: que la premisa anterior parece muy sencilla, PERO también hay que entender que loscuidados a cualquier población extremadamente vulnerable (en este caso psicótica) muchas vecesse hacen de una forma tan invasiva y tiránica que en vez de cuidados resultan agresiones (tanto porparte del sistema sanitario, como del judicial, como de las propias familias). Ley nº 3: que conceptos como “psicosis” o “trastorno mental grave” no son comparablesa conceptos como “apendicitis” o “glaucoma”, porque están muchísimo más entremezclados conaquello que es Irrepetible de un individuo a otro, la subjetividad, y tienen una implicación hondísima,tanto en el origen como en la biografía posterior, que las patologías del cuerpo no tienen (sin por ellonegar la trascendencia de las enfermedades físicas en la vida de uno, que ya hemos dichoque queremos huir del simplismo). Ley nº 4: que cuando se trabaja sin tiempo (valgan como ejemplo las consultas de psiquiatríainfantil en las compañías de seguros, que duran diez minutos (en la seguridad social (a su vezinnegablemente saturada) duran una hora) en las que se supone que hay que poder historiar,explorar (explorar en psiquiatría implica una entrevista semiestructurada que no es precisamentecorta), diagnosticar, intervenir y si procede, poner tratamiento) todo ese proceso queda reducido aun diagnóstico exprés y una respuesta farmacológica. Cómo voy a enterarme en diez minutos de lahistoria traumática de juanito; mejor me fijo en si cumple criterios de esquizofrenia y le casco unneuroléptico. Ley nº 5: en la cultura del disease mongering y de la MacDonaldización del sufrimiento hay unatendencia poblacional hacia el autodiagnóstico de enfermedad mental para explicar situacionesdolorosas y extremadamente injustas, pero que no tienen que ver con la cordura-o-no del que sufresino con la injusticia del sistema. Y que lo primero que sale del profesionalante alguien que por una insatisfacción con su situación vital pretende un seguimiento exhaustivoen el circuito público de salud mental (incluso verbalizando que lo merece más que alguien con unaenfermedad mental grave) es cabrearse (de un modo análogo al “la gente viene a urgencias porcualquier chorrada, verás como se les quita la tontería si les ponen un copago”, ejemplo clásicode razonamiento ramplón y Clasista); pero hay que hacer el esfuerzo de entender que es el sistemael que empuja esos “códigos Z” a la consulta y no ellos mismos. Ley nº 6: Y esto, que no pasaría de lo anecdótico, o incluso de buen método paracribar profesionales-que-miran-más-allá-de-sus-narices, facilita extraordinariamente el trabajo a unaIndustria cuya prosperidad depende de crear enfermedades y venderte la salud como productode consumo, pasando por encima de lo que sea preciso. Es decir, que si en salud mental dejas lugara la creación de un sobrediagnóstico HABRÁ SOBREDIAGNÓSTICO.

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Psicosis en la adolescencia, otras historias de terror y cinco minutos sagradosPublicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)

Si a eso añadimos el estigma que genera un “falso positivo” en un diagnóstico psicótico; la idea deque a golpe de gesto grandilocuente-compra-votos se vaya a poner el sello de PREPSICÓTICO a unmontón de adolescentes vulnerables da TERROR. (aprovechamos para agradecer a los lectores que hayan llegado hasta aquí, ya hemos avisado deque el tema era complejo) Da terror porque si trabajas con adolescentes estás harto de rechinar los dientes porquelos profesores estén vivísimos para notificar suspensos pero no se den cuenta de que tienen aalguien al borde de la desesperación delante de sus narices. Dejar a los adolescentes psicóticos a susuerte es terrible, pero asumir que todo adolescente con comportamiento anómalotienen que ir a la cola de recibir neuroléptico (y ya hemos advertido de que en condiciones precarias,es Fácil caer en esa dinámica: ley nº6) es criminal. Pero esto también es simplista. Es fácil caer en responsabilizar al profesorado del abandono humanode los alumnos. Pensar que en este mundo neoliberal que nos rodea lo único que les importa esproducir futuros trabajadores y por eso Educación funciona así. Pero luego uno puede pararse a pensar que si la respuesta del análisis es tan plana es que otra vezel análisis lo está haciendo un cuñado, y uno puede tener en cuenta cosas como que en los institutostienen 45 minutos al trimestre para hacer la evaluación de 30 alumnos; y ese es el tiempooficialmente destinado a detectar problemas en el niño/adolescente e invocar a los equipos deorientación psicopedagógica, que son los que tienen posibilidad de intervenir. Que hasta hace unosaños esa cutrez de tiempo se compensaba con coordinaciones espontáneas entre clase y clase,donde fluía la información de forma más ágil. Hasta que por un vacío legal se suprimieron loscinco minutos de diferencia entre ambas clases y toda la práctica docentese rigidificó con un solo objetivo: aumentar las horas lectivas, a costa de lo que fuera. Que a día dehoy se depende del celo profesional de cada orientador y de las filigranas que puedan hacer losprofesores para hacer algo tan extravagante como coincidir físicamente para poder pensar juntosqué le puede pasar a Gutierrez, la de 2º D, que lleva unas semanas callada y ojerosa. Y esos cincominutos que no verás en los titulares de periódicos ni en las conversaciones de bar, salvo quizá paradecir lo vagos que son los profesores, eran lo que permitía alde lengua comentar con la de matemáticas lo de Gutiérrez y constatar que no habían sidoimaginaciones suyas; y hablar con el de educación física y pensar entre todos que a lo mejorGutiérrez está rara porque le pasa algo. Sea un principio de cuadro psicótico, sea que su familia estáal borde del deshaucio, sea que ha entendido de golpe que lo que hacía su tío Juliáncuando iba a verla a su habitación por la noche no estaba bien, o sea que en su habitación se haestrellado un meteorito. Cinco minutos de mierda, que no generan opinión pública, perolubricaban al sistema y lo hacían funcionar. Y es que ese es el problema. Si en Educación no tienen tiempo de hacer cosas de humanos (léase,ver a la persona que tienen delante y hablar con ella, tenga la edad que tenga), Educación seconvierte en una máquina Fordiana de tragar carne y escupir títulos en la que los que traen buenascartas (sociales, familiares, afectivas, azarosas) pasan y salen convertidosen carne apta para la maquinaria laboral, y los que no las tienen se quedan tirados en la cuneta. Entodas las instituciones vinculadas de alguna forma al cuidado existen fenómenos equivalentes aesos “cinco minutos”, que la mayoría de los trabajadores utilizan para que el sistema no colapse. Yexisten golpes en mesas de despachos que destrozan todo ese trabajo sin ni tan siquiera medir lasconsecuencias. Los mismos que dan esos golpes que desbaratan la institución aparecen en portadacon soluciones mágicas. Y en cada periódico (con honrosas excepciones), en cada bar, en cada cháchara, se intoxicaráacerca de un caso concreto y de miles de casos diferentes a ese que tienen la mala fortuna decompartir etiqueta, se alabarán las medidas electoralistas, se dirá “ya iba siendo hora de quealguien hiciera algo con esto” ignorando las redes que ya existen y que si no pueden funcionar esprincipalmente por las trabas que se les ponen; y cundirá la estupidez y reinará el simplismo sobre elfin de los tiempos. Salvo para quienes quieran de verdad intentar entender el tema y vean que, enefecto, es complejo y extremadamente delicado.

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Psicosis en la adolescencia, otras historias de terror y cinco minutos sagradosPublicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)

Se puede concluir que si la psicosis infantojuvenil y sus implicaciones humanas se te escapan, almenos haz algo que ya sabes: huir del simplismo. Al final no he escrito sobre la psicosis en la adolescencia sino un post acerca de por qué hay que verThe Wire. Ya lo siento, oigan.

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