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UN HOMBRE SABIO La lección que aprendió de la mala experiencia del silbato, ayudó a Benjamín a ser un hombre sabio. Aprendió a ahorrar dinero, a no perder el tiempo, y a cuidar de su salud. Hoy día, puedes abrir un libro de historia y leer de todas las buenas cosas que hizo Benjamín Franklin. SÉ PRUDENTE Algunos niños malgastan el dinero que reciben de sus padres en algo que les impresiona, pero que en realidad sólo usan un momento y luego no les sirve. Pide a Dios que te ayude a ser prudente. Eso significa que sepas distinguir entre lo bueno y lo malo. Nunca des todo tu dinero ni todo tu tiempo por un «sim- ple silbato». No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al SEÑOR y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser. –Proverbios 3:7-8, NVI «La Perlita» con Tía Margarita — 38, 7/2010 http://misperlitas.wordpress.com. No para uso comercial. ¿Oíste hablar de Benjamín Franklin? Hace más de doscientos cincuenta años él inven- tó el pararrayos, la batería eléctrica, y el anteojo que lleva su nombre. Te contaré lo que sucedió cuando cumplió siete años. El día de su cumpleaños, sus parientes y amigos le llenaron los bolsillos con monedas de cobre. Lo prime- ro que hizo fue correr a la tienda para ver qué cosas podía comprar. LA COMPRA DEL SILBATO Camino a la tienda se encontró con un muchacho que tenía un silbato en la mano. De vez en cuando lo llevaba a la boca y producía unos sonidos muy agudos. –Te doy todas mis monedas si me das el silbato –dijo Benjamín al muchacho. –Trato hecho –le respondió el niño, que tomó las monedas de cobre y le dio el silbato. Muy satisfecho por su compra Benjamín fue a la casa, silbando con su pequeño instrumento, creyén- dose un muy buen músico. CUATRO VECES MÁS –¿Cuánto te costó ese silbato? –le preguntaron sus hermanos y sus primos. Cuando Benjamín les dijo que había pagado el silbato con todas sus monedas, le dijeron que él había pagado por lo menos cuatro veces más del valor de ese peque- ño instrumento. Triste y desanimado, Benjamín fue a sentarse a un rincón donde podía estar solo. Se puso a pensar en todas las cosas que habría podido comprar con el dinero que gastó en el silbato. –Malgasté mi dinero –dijo el niño–. ¡Qué mal negocio hice! UNA LECCIÓN PARA LA VIDA Sus hermanos y sus primos se rieron de él hasta hacerlo llorar. El cumpleaños que había comenzado tan bien, terminó muy mal. Pero por lo menos Benjamín aprendió una lección que le sirvió toda su vida: nunca hay que pagar demasiado dinero por un silbato ni por ninguna otra cosa. Desde aquel día, cuando Benjamín se vio ante algún problema, antes de tomar una decisión se preguntaba: «¿Estás segu- ro de no pagar demasiado por el silbato?»
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–Proverbios 3:7-8, NVI · UN HOMBRE SABIO La lección que aprendió de la mala experiencia del silbato, ayudó a Benjamín a ser un hombre sabio. Aprendió a ahorrar dinero, a no

Sep 26, 2018

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Page 1: –Proverbios 3:7-8, NVI · UN HOMBRE SABIO La lección que aprendió de la mala experiencia del silbato, ayudó a Benjamín a ser un hombre sabio. Aprendió a ahorrar dinero, a no

UN HOMBRE SABIOLa lección que aprendió de la mala experiencia

del silbato, ayudó a Benjamín a ser un hombre sabio. Aprendió a ahorrar dinero, a no perder el tiempo, y a cuidar de su salud.

Hoy día, puedes abrir un libro de historia y leer de todas las buenas cosas que hizo Benjamín Franklin.

SÉ PRUDENTEAlgunos niños malgastan el dinero que reciben de

sus padres en algo que les impresiona, pero que en realidad sólo usan un momento y luego no les sirve.

Pide a Dios que te ayude a ser prudente. Eso significa que sepas distinguir entre lo bueno y lo malo. Nunca des todo tu dinero ni todo tu tiempo por un «sim-ple silbato».

No seas sabio en tu propia opinión;

más bien, teme al SEÑOR y huye del mal.

Esto infundirá salud a tu cuerpo

y fortalecerá tu ser. –Proverbios 3:7-8, NVI

«La Perlita» con Tía Margarita — 38, 7/2010 http://misperlitas.wordpress.com. No para uso comercial.

¿Oíste hablar de Benjamín Franklin?Hace más de doscientos cincuenta años él inven-

tó el pararrayos, la batería eléctrica, y el anteojo que lleva su nombre. Te contaré lo que sucedió cuando cumplió siete años.

El día de su cumpleaños, sus parientes y amigos le llenaron los bolsillos con monedas de cobre. Lo prime-ro que hizo fue correr a la tienda para ver qué cosas podía comprar.

LA COMPRA DEL SILBATOCamino a la tienda se encontró con un muchacho

que tenía un silbato en la mano. De vez en cuando lo llevaba a la boca y producía unos sonidos muy agudos.

–Te doy todas mis monedas si me das el silbato –dijo Benjamín al muchacho.

–Trato hecho –le respondió el niño, que tomó las monedas de cobre y le dio el silbato.

Muy satisfecho por su compra Benjamín fue a la casa, silbando con su pequeño instrumento, creyén-dose un muy buen músico.

CUATRO VECES MÁS–¿Cuánto te costó ese silbato? –le preguntaron

sus hermanos y sus primos.Cuando Benjamín les dijo que había pagado

el silbato con todas sus monedas, le dijeron que él había pagado por lo menos cuatro veces más del valor de ese peque-ño instrumento.

Triste y desanimado, Benjamín fue a sentarse a un rincón donde podía estar solo. Se puso a pensar en todas las cosas que habría podido comprar con el dinero que gastó en el silbato.

–Malgasté mi dinero –dijo el niño–. ¡Qué mal negocio hice!

UNA LECCIÓN PARA LA VIDASus hermanos y sus primos se rieron

de él hasta hacerlo llorar. El cumpleaños que había comenzado tan bien, terminó muy mal. Pero por lo menos Benjamín aprendió una lección que le sirvió toda su vida: nunca hay que pagar demasiado dinero por un silbato ni por ninguna otra cosa.

Desde aquel día, cuando Benjamín se vio ante algún problema, antes de tomar una decisión se preguntaba: «¿Estás segu-ro de no pagar demasiado por el silbato?»