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Antaño, se regaban con champagne las coronaciones
de los reyes de Francia. Y en nuestros días, ¿piensa que
basta con abrir una buena botella, sin más ceremonia,
para degustar el más elegante de los vinos? Puede ser…
sin embargo hay mucho más. Al descubrir sus pequeños
protocolos y sus grandes rituales, aprenderá a apreciarlo
todavía más.
¿No está convencido? ¿Le parece que el protocolo es
sinónimo de vieja escuela? Lo cierto es que en realidad
es sinónimo de gran clase. Esta guía de los Champagne
Protocoles de G.H.MUMM se lo demostrará. Descubra los
secretos del sabrage de una botella, cómo manejar un
jéroboam, las pistas para servir en la copa adecuada...
así como otros deliciosos rituales. En definitiva, conviér-
tase en un gentleman del champagne, por respeto a las
reglas y por placer.
Preámbulo
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Ah, una cena regada exclusivamente por
champagne… Sorprendente y poco común,
en general lo reservamos para las ocasiones
especiales – y es una lástima. ¡Por qué no degustarlo
de improviso! Para que sea un éxito, hay que ir in
crescendo: no se puede servir una bebida dulce
después de un vino potente. Comience por un
Brut non-millésimé a modo de aperitivo y luego
seleccione una cuvée por plato, aumentando
gradualmente la presión. Primero un champagne
de notas ácidas, fresco y mineral, del tipo de
Blancs de Blancs. A continuación un champagne
estructurado, rico y vinoso: millésimé, Blanc de
Noirs o cuvée de prestige. Para terminar y como
broche de oro, acompañe los postres con un buen
semiseco. Después podrá saborear los cumplidos.
El brunch con champagne de los domingos
combina hábilmente una infinidad de sabores:
bollería, crudités, charcutería, huevos revueltos,
pancakes, quesos, pescados ahumados, fruta…
¿Qué champagne puede acompañar tal
variedad de platos? La respuesta es sencilla: su
Brut non millésimé preferido. La mayor virtud de
esta cuvée es su maridaje perfecto con todo
tipo de viandas, tanto dulces como saladas. Los
manjares se acoplarán a este champagne con los
ojos cerrados. Aún falta mucho para el lunes.
N°02
PRUEBE LA CENA 100% CHAMPAGNE
N°07
DOMINE EL BRUNCH CON CHAMPAGNE
Ah, una cena regada exclusivamente por champagne… Sorprendente y poco común, en general lo
reservamos para las ocasiones especiales – y es una lástima. ¡Por qué no degustarlo de improviso! Para
que sea un éxito, hay que ir in crescendo: no se puede servir una bebida dulce después de un vino
potente. Comience por un Brut non-millésimé a modo de aperitivo y luego seleccione una cuvée por
plato, aumentando gradualmente la presión. Primero un champagne de notas ácidas, fresco y mineral,
del tipo de Blancs de Blancs. A continuación un champagne estructurado, rico y vinoso: millésimé, Blanc
de Noirs o cuvée de prestige. Para terminar y como broche de oro, acompañe los postres con un buen
semiseco. Después podrá saborear los cumplidos.
CAPÍTULO I
ELEGIR SU CHAMPAGNE
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Tenemos tendencia a pensar que un vino blanco
debe servirse muy, muy frío. En el caso del
champagne, es una estupidez. Como sucede en
el amor, demasiado frío (menos de 6°C) disminuye
la efervescencia, altera el desarrollo de los aromas
e incluso anestesia las papilas gustativas. Por el
contrario, una temperatura demasiado elevada
(por encima de 14°C) crea un exceso de espuma
que obstaculiza la apertura de la botella y arruina
los aromas. La cifra mágica: 8°C en boca para
obtener la mejor expresión de los aromas y la
estructura del vino. No se olvide de esta cifra.
Sepa que el congelador es al champagne lo que
la secadora a un jersey de cachemir: una tragedia.
Para enfriar su botella, preferible colocarla en el
frigorífico, en el compartimento de abajo que es
el más frío (2°C). Estará lista en dos horas y media.
¿Le parece demasiado tiempo? En ese caso, sea
precavido y tenga siempre una botella en la nevera.
Tenga la precaución de colocarla en posición
horizontal para que la temperatura del vino en la
botella sea homogénea. Ya está, perfecto. Solo
necesita una ocasión para descorcharlo.
CAPÍTULO II
UNA CUESTIÓN DE TEMPERATURA
N°10
DE LA TEMPERATURA DE BASE
N°14
DEL ENFRIAMIENTO EN EL FRIGORÍFICO
Uno de los principales placeres del champagne es sin duda su frescor. En nuestro imaginario, la copa
suele estar cubierta de un leve vaho, testimonio del delicioso golpe de frescor que nos reservan las
burbujas. Pero si bien es cierto que teóricamente el champagne se degusta a 8°C, en realidad, cada
situación exige una temperatura particular. No lo vamos a negar, es trabajoso… Pero, casi todas las
cosas que merecen la pena lo son, ¿no es cierto? Siga la guía.
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Observe su botella en la cubitera. Unas gotitas de
agua indican su frescor, el papel dorado brilla, todo
está impecable y listo para el servicio. De modo
que se dispone a abrirla… ¡Deténgase, no tan
rápido! Antes hay que armonizar la temperatura.
No se apure, todo tiene una explicación: si bien
el vino situado en el cuerpo de la botella está
fresco, el que estaba en el gollete (y por tanto,
fuera de la cubitera) no lo está. Conviene pues
hacer girar con delicadeza la botella sobre sí
misma para mezclar el champagne y armonizar su
temperatura. De este modo, la primera copa se
servirá a la temperatura perfecta para saborear y
valorar la cuvée. Es cuestión de lógica.
Desde luego, el sonido del descorche de una
botella de champagne es sinónimo de fiesta y de
momentos de excepción. Sin embargo, conviene
evitar un jaleo excesivo. Por un lado, no es muy
distinguido, y además suele ir acompañado del
famoso “gerbage” de la botella, una emanación
intempestiva de vino con la expulsión del corcho
a 40 km/h. Tanto en casa como en el restaurante,
es preferible ser más sutil, dejando que la botella
silbe ligeramente hasta producir ese delicado
“pop”, la canción perfecta para excitar el paladar
y regocijar el paladar. Al fin y al cabo, la verdadera
elegancia se caracteriza por la discreción.
CAPÍTULO III
ABRIR LA BOTELLA
N°22
ARMONIZACIÓN DE LA TEMPERATURA
N°25
EL SONIDO DE LA APERTURA DE LA BOTELLA
Resulta una hermosa estampa la suya blandiendo una botella de champagne con elegancia y dignidad.
Pero ahora que ha sabido elegirla y enfriarla perfectamente, va a tener que abrirla. Con destreza, sin
ponerlo todo perdido de espuma, sin romper el corcho ni disparárselo en el ojo a su media naranja (o a
su jefe), y produciendo un elegante y sutil silbido. Si desea saber cómo abrir el champagne como debe
ser… siga leyendo.
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Generalmente se piensa que la fuerza y los
músculos son fundamentales para realizar con
éxito un sabrage. Si lo desea, puede dejar que se
difunda esta idea, pero sepa que por el contrario,
para realizar buen sabrage, es necesario hacer
gala de dominio… En realidad la apertura se
produce gracias a la presión contenida en la
botella y al golpe preciso de la hoja contra el anillo
del gollete. De modo que no hay por qué ponerse
nervioso ni hacer un alarde de fuerza para que
ceda. Se percatará de ello muy pronto durante sus
entrenamientos, que le recomendamos practicar
en un lugar despejado, donde no corra el riesgo
de romper nada y, por qué no decirlo, alejado de
las miradas indiscretas (o incluso burlonas).
Situación: está en un bar o en casa de unos
amigos, quiere hacer gala de su dominio del
sabrage para abrir el champagne, y – ¡maldición!
– no hay ningún sable a mano. ¿Cómo poner
en práctica su arte? No hay problema: tome la
primera copa de champagne que vea y, ¡acción!
Coja la copa por el pie, colóquela a 90% sobre
el gollete de la botella (previamente preparado
como de costumbre), y golpee sobre la costura
con un golpe seco. Explicación: lo que cuenta no
es el filo, sino el golpe dado en el punto débil de la
botella. Bueno, evidentemente más vale tener una
cierta experiencia, si no podría romper la copa en
lugar de la botella. Algo un tanto molesto para
los anfitriones, sobre todo si se trata de cristal de
bohemia.
CAPÍTULO IV
EL SABRAGE DEL CHAMPAGNE
N°32
LA FUERZA NO ES LO QUE CUENTA
N°37
DE CÓMO PRESCINDIR DEL SABLE PARA EL SABRAGE
Nadie lo pone en duda: domina el arte de abrir las botellas de champagne como un príncipe. Pero
lo que resulta realmente fascinante, es dominarlo más bien como un Húsar napoleónico… En otras
palabras, dominar el sabrage. Ese gesto sublime, magistral y espectacular, tiene su origen en los oficiales
de caballería que celebraban sus victorias desenvainando su sable, el cual utilizaban para hacer saltar
virilmente el corcho de una botella de champagne. Es cierto, las ocasiones militares no abundan en
nuestros días, pero no será eso lo que nos detenga: el año nuevo, un nacimiento, una velada especial…
siempre hay un acontecimiento digno de esta ceremonia. Ahora solo tiene que aprender a manejar el
sable como un valiente, y respetando las consignas de seguridad.
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¿En qué reside la mayor de las elegancias? Karl
Lagerfeld lo diría mejor que nosotros: en la sencillez,
por supuesto.
Para ensalzar el champagne, deberá decantarse
por el vidrio, o, aún mejor, por el cristal. Si el
primero, transparente y liso, permite disfrutar a la
perfección del baile de las burbujas y del color de
la capa, el segundo se sitúa, como es lógico, en
un grado superior por su fineza y preciosidad. No
obstante, tendrá que elegirlo sin colores ni florituras
– además de ser de una elegancia discutible, son
rasgos que impiden apreciar la belleza del líquido
como es debido.
En cuanto a las copas en metales preciosos, si bien
tienen el mérito de ser originales, no son las más
adaptadas a la degustación y donde mejor están
es en la vitrina de un aparador. Por último, aunque
esté de más decirlo, no sucumba en ninguna
circunstancia al vaso de plástico, blasfemia
imperdonable.
La flauta se ha ido imponiendo paulatinamente
como la reina del champagne. Su silueta
esbelta se presta al examen visual del vino y a la
concentración de los aromas.
Sin embargo, un cuerpo demasiado alto también
puede presentar algunos inconvenientes: como el
rosario de burbujas es largo, estas tienen tiempo
de inflarse hasta llegar a la superficie y pierden así
su finura. Otra pega: con ella hay que servir en dos
veces, lo que ralentiza el movimiento y rompe un
tanto la estética de la ceremonia.
Como puede ver, la elección de la copa no es
cosa sencilla… Un último detalle importante:
con independencia de la forma elegida, cuente
siempre con una copa por cuvée para evitar las
mezclas.
CAPÍTULO IV
ELEGIR LA COPA DE CHAMPAGNE ADECUADA
N°39
DE LA ELECCIÓN DEL MATERIAL
N°41
¿ES PREFERIBLE LA FLAUTA?
En el caso del champagne, la elección de la copa es crucial: el continente es una de las piezas clave
del placer de la degustación.
Admirar el baile de las burbujas, realzar los aromas y captar toda la belleza de la bebida – nada menos
que todo eso a la vez. Material, estilo, cuidados, copa, flauta o continente ingenioso: descubra los
secretos mejor guardados de las copas de champagne.
Le advertimos que puede sorprenderse. Pero precisamente ahí está la gracia.
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Para sujetar una copa de champagne con
clase, hay que sostenerla por el tallo. No solo
evitará las infames huellas de los dedos sobre el
balón, también impedirá que el vino se caliente
demasiado deprisa debido al calor de su mano.
De este modo, podrá dejar que su mirada se pierda
en el baile de las burbujas y el color de la capa, sin
la interferencia visual de sus dedos. Desde luego,
nos referimos a las flautas y las copas de vino: la
copa de champagne ancha, en cambio, se sujeta
por los bordes, evitando posibles derrames.
Una vez sujeta la copa como es debido, no
tenga reparos en alzarla a la altura de los ojos
a continuación, aspire los aromas del vino antes
de saborearlo. El gesto es hermoso y el placer,
completo.
Sus invitados han llegado, la botella está abierta
y ha comenzado a servir tranquilamente el vino
cuando de pronto, y para su desconcierto,
comprueba que la efervescencia brilla por su
ausencia.
Por supuesto, de entrada todos tienden a acusar
al champagne. Pues no, la culpable tal vez sea la
copa si se ha lavado con productos detergentes
tensioactivos. Comience pues por servir el
champagne en copas lavadas únicamente con
agua caliente, sin ningún producto detergente, y
séquelas con un paño de algodón limpio.
Si el problema persiste, compruebe la fecha de
su cuvée: los champagnes muy antiguos pueden
perder su efervescencia. Y en ese caso, no será
culpa del encargado que limpia las copas.
N°43
CÓMO SOSTENER LA COPA
N°46
¿QUÉ HACER SI NO APARECEN BURBUJAS?
CAPÍTULO IV
ELEGIR LA COPA DE CHAMPAGNE ADECUADA
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¿Está el champagne exento del peligro del
«acorchado»…? Por desgracia la respuesta es
negativa. El champagne es, ante todo, un vino y,
por naturaleza, su corcho está sometido al riesgo
de transmisión de ciertos aromas indeseables
conocidos como aromas «de corcho». Por ello,
es importante probar el champagne antes de
servirlo, como haría con cualquier otro vino. Si
está «acorchado», debe descartar la botella sin
piedad y servir otra. No merece ser degustada,
tanto más cuanto que la efervescencia intensifica
la percepción de los defectos: el fenómeno del
«acorchado» es por tanto peor en el caso de
los champagnes que en el de los demás vinos.
Afortunadamente, se da en muy raras ocasiones.
Somos conscientes de que es una persona de
mundo y sabrá sujetar con naturalidad su botella
de champagne, como haría con la de cualquier
otro vino, por el medio y no a la altura del cuello.
Pero, ¿ha pensado en la etiqueta? No la oculte
para que los invitados puedan apreciarla. Al fin y al
cabo, el nombre y los colores de la Maison o de la
cuvée forman parte del placer de la degustación.
Para ser aún más profesional, imite a los sommeliers
sujetando la botella por el fondo, con el pulgar en
la oquedad de la base, y sirva con una sola mano
(elija su mano hábil). Si se trata de un magnum, la
otra mano sostendrá el cuello. Y si está realmente
motivado, puede ponerse un par de guantes
blancos, estos aportarán un hermoso efecto –
agregan un toque solemne a la ceremonia del
champagne.
CAPÍTULO VI
SERVIR EL CHAMPAGNE
N°51
EL CASO DEL CHAMPAGNE «ACORCHADO»
N°53
¿CÓMO SUJETAR LA BOTELLA?
Aunque se sirva sobre un mantel de lino y en copas de cristal, la mejor de las cuvées puede estropearse
por un servicio mediocre. Resulta esencial conocer los gestos adecuados para servir este gran vino
y poner así a sus invitados en la disposición ideal para la degustación. Además, admitámoslo, es su
momento de gloria: servir con gesto majestuoso, ver el apetito en los ojos de los invitados, hacer bailar
las burbujas en las copas, ser quien dispense el placer a todos los presentes… es el exquisito anticipo de
la delicia que vendrá a continuación. Disfrútelo.
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El típico error de principiante consiste en querer
llenar las copas de una vez. Recuerde, para evitar
que el vino se desborde, más vale resignarse a
servir en dos etapas. El truco consiste en servir una
primera cantidad de vino, lentamente e inclinando
la copa – al deslizarse el champagne por la pared
se promueve la formación de burbujas. Sin dejar de
distraer a su invitado para que no se impaciente,
marque una pausa mientras espera a que la
espuma baje, y luego sirva por segunda vez hasta
la mitad (o las dos terceras partes) de la copa.
De este modo, los aromas se concentran y las
burbujas pueden desarrollarse. Desde luego, para
mantener este volumen más o menos constante
durante una comida, tendrá que estar pendiente
de las copas de sus invitados con el rabillo del ojo
para irlas llenando con regularidad.
Según los usos tradicionales, se calcula una media
de 6 copas por botella. Aunque, como es lógico,
todo depende del formato y del volumen de las
copas servidas (hay quien le pedirá solo un fondo,
mientras que otros estarán encantados con un
servicio generoso). ¿Cómo calcular entonces
el número de botellas que necesitará para una
recepción? Tenga presente, en función del número
de invitados, que una botella le permitirá servir
entre 5 y 8 copas. Duplique esta cifra en el caso de
un magnum, y aumente en esa proporción para
los demás formatos. Calcule tirando por lo alto
para no quedarse corto y acertará.
N°54
¿CÓMO LLENAR LAS COPAS?
N°55
¿CUÁNTAS COPAS PUEDEN SERVIRSE CON UNA BOTELLA?
CAPÍTULO VI
SERVIR EL CHAMPAGNE
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CAPÍTULO VII
CONSERVAR EL CHAMPAGNE
Acaba de adquirir una botella de champagne (y está encantado). Va a conservarla en la bodega, en
la nevera o en una vinoteca. Esta etapa es la última pausa tras un largo viaje realizado de la mano del
vinicultor, en que el champagne ha dejado que el tiempo lo convierta en lo que es ahora. El tiempo de
la toma de espuma, el tiempo de la crianza sobre lías, el tiempo del reposo pos-degüelle. Ya está listo
para ser degustado.
Sin embargo, puesto que los champagnes son vinos, siguen evolucionando en la botella mientras esperan
a ser descorchados. Más que mejorar, vive sucesivas metamorfosis según su edad: la vivacidad de la
juventud, el apogeo de la madurez y la plenitud final. Pero también puede estropearse durante esta
última pausa.
Como ya se habrá imaginado, no existe una
respuesta estándar a esta pregunta compleja. No
obstante, hay algo seguro: cuántos más criterios
de excelencia reúna un champagne (gran
millésime, uvas de premiers o grands crus, crianza
sobre lías prolongada…), más merecerá la pena
conservarlo, siempre y cuando sea usted de los
que aprecian los aromas evolucionados de frutos
secos, de maleza, e incluso de setas.
N°59
¿ CUÁNTO TIEMPO CONSERVAR LAS BOTELLAS?
Por el contrario, si conserva su brut non-millésimé
favorito durante diez años, corre el riesgo de quedar
decepcionado en el momento de la degustación.
Esta categoría de champagnes no es adecuada
para conservarla durante largo tiempo, de modo
que tendrá que beberlos rápidamente para
disfrutar de su frescor y su gusto afrutado.
De hecho, todo depende de las cuvées, de las
condiciones de conservación y de sus gustos. Para
estar seguro de no equivocarse y sacar el máximo
partido a sus botellas, no dude en informarse con
cada adquisición.
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El saber no ocupa lugar… pero la botella de
champagne sí, ¡y debe conservarse tumbada!
Los champaneses lo saben perfectamente. En
posición horizontal, el contacto con el vino hace
que el corcho conserve su elasticidad, y por tanto
su estanqueidad. Además, la inmovilidad y la
calma contribuyen a una buena conservación:
conviene manipular las botellas lo menos posible,
déjelas tranquilas hasta que llegue el momento de
sacarlas a la luz para la degustación.
Desde luego, la vida del champagne es envidiable.
N°65
¿EN QUÉ POSICIÓN CONSERVAR LA BOTELLA?
CAPÍTULO VII
CONSERVAR EL CHAMPAGNE
Antes de responder, permítame felicitarle
calurosamente: para salir airoso de cualquier
imprevisto, ¿tiene la costumbre de guardar una
botella de su champagne favorito en la nevera?
Bravo, es uno de los mandamientos esenciales
del champagne. Tenemos buenas noticias en ese
sentido: puede conservar una botella durante
varias semanas e incluso varios meses en la nevera,
siempre y cuando la temperatura se mantenga
constante.
Para preservar las cualidades de su champagne,
mantenga la botella tumbada en el fondo de
un compartimento. Evite colocarla en la puerta,
donde suelen ponerse las botellas, ya que ahí
estaría sometida a incesantes variaciones de
temperatura y se quedaría necesariamente de pie.
En cualquier caso, como sabe ya perfectamente,
jamás debe guardarla en el congelador, ni siquiera
en caso de urgencia. Lo siento, este es un aspecto
que no admite discusión.
N°67
¿ SE PUEDE CONSERVAR DURANTE MUCHO TIEMPO UNA BOTELLA EN LA NEVERA?
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Consulte todos los Protocolos de G.H.MUMM en la web www.ghmumm.com y en Facebook Champagne G.H.MUMM
© Copyright G.H.MUMM
EL CHAMPAGNE SOLO SE DISFRUTA CON MODERACIÓN. 12º.
¿Cuántas veces habremos vivido esta escena? Al
final de la cena queda una botella de champagne
abierta y sin terminar, y el anfitrión o anfitriona
introduce una cucharita en el gollete antes de
meterla en la nevera. Esta idea generalizada se ha
ido transmitiendo a través de los años, a menudo
con el matiz «si la cucharita es de plata, mejor aún».
N°68
DONDE NOS OLVIDAMOS DEL “TRUCO DE LA CUCHARITA”
CAPÍTULO VII
CONSERVAR EL CHAMPAGNE
¡OLVÍDELO! No sirve absolutamente para nada.
Para disfrutar de una botella de champagne
durante algunas horas o incluso algunos días más,
el único que puede garantizar la estanqueidad es
un tapón de vacío. Se coloca en el gollete de la
botella y se comprime mediante un dispositivo de
cierre metálico que se apoya sobre el anillo.
Instálelo lo antes posible para evitar la pérdida
de efervescencia una vez que la botella ha sido
abierta, y deje las cucharitas para degustar cafés,
postres y otras delicias mejor adaptadas a su uso.