Problemáticas sociales, fenómenos de exclusión social y fragmentación urbana. Causa-efecto de elementos delictivos Alumno: Alfredo Llorente del Río Docente: Dra. Molina Ibañez Curso: Estrategias de desarrollo en la era de la globalización Doctorado: Geografía y Desarrollo: territorio, sociedad y turismo Universidad Complutense de Madrid
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Problemáticas sociales,
fenómenos de exclusión social
y fragmentación urbana.
Causa-efecto de elementos delictivos
Alumno: Alfredo Llorente del Río
Docente: Dra. Molina Ibañez
Curso: Estrategias de desarrollo en la era de la globalización
Doctorado: Geografía y Desarrollo: territorio, sociedad y turismo
Universidad Complutense de Madrid
Problemáticas sociales, fenómenos de exclusión social y fragmentación urbana.
Causa-efecto de elementos delictivos
Las urbes españolas han sufrido numerosos cambios sociales, urbanos y económicos en
los últimos cuarenta años, coincidiendo con la migración masiva campo-ciudad que
tuvo lugar en España. Estas han vuelto a dar un vuelco a sus estructuras ya arraigadas
desde hace aproximadamente una década, cuando la irrupción de una migración
notablemente numerosa, en este caso migración no nacional, ha supuesto un reto a la
hora de abordar políticas de integración y convivencia.
Asistimos, no solo a dos formas de entender el concepto de vivencia entre el campo y la
ciudad como se ha producido hasta ahora, sino a una innumerable mezcla de valores
sociales y de procedencias culturales que hacen muy difícil conjugar la convivencia de
los valores autóctonos con aquellos procedentes de mundos culturales totalmente
antagónicos.
Dicha diferenciación cultural puede traer consigo determinados comportamientos de
exclusión social tanto por parte de la población autóctona, como mero rechazo ante lo
ajeno, como por parte de aquellas poblaciones migrantes, que se recluyen en torno a
gente con las mismas afinidades.
Es precisamente en dichas exclusiones sociales donde se pueden generar procesos que
lleven a dichas barriadas a condiciones económicas y sociales excluyentes, como la
aparición de “guettos”, y que pueden conllevar comportamientos incívicos, vandálicos e
incluso delictivos.
Las grandes áreas metropolitanas, en este caso la conurbación de Madrid, suelen generar
procesos de asentamientos migratorios por nacionalidades en las localizaciones de su
entorno urbano.
Los objetivos del siguiente trabajo consistirán en un primer lugar en la inmersión del
fenómeno urbano y las consiguientes deficiencias de este en cuanto a la exclusión social
y las dinámicas negativas que estos procesos conllevan.
Posteriormente se realizará una aproximación práctica, apoyado en el estudio de otros
espacios urbanos, de los diferentes elementos susceptibles de alterar el buen
funcionamiento social de un área, entre los que se incluyen los estudios urbanísticos del
área en cuestión (densidad de vivienda, carencia de equipamientos y servicios,
infraestructuras,...), estudios sociales (movimientos migratorios, cambios de usos del
suelo,...), y aquellos procesos de segregación socio-espacial que se pudiesen estar dando.
La metodología que se empleará para llevar a cabo dichos objetivos se sustentará
principalmente en tres campos interrelacionados:
-Fuentes bibliográficas: Se realizará una lectura de aquellos trabajos que pudiesen
aportar recursos teóricos para el análisis de la ciudad a estudio, atendiendo a trabajos de
entornos urbanos y sus problemáticas sociales como los abordados por Castells o
Estébanez.
-Análisis de otros espacios metropolitanos: Se analizarán los estudios realizados sobre
otros ámbitos metropolitanos que pudiesen tener similitudes o semejanzas con el
espacio a estudio.
-Material cartográfico, bibliográfico y estadístico del municipio de Alcalá de Henares:
Finalmente, se intentará realizar un análisis de las problemáticas que se observen en
Alcalá trabajando sobre diversas fuentes informativas de la realidad social del territorio
escogido.
Exclusión social. El reverso de la sociedad urbana
Cuando se intenta realizar una aproximación al mundo de la delincuencia, desde
numerosos ámbitos cívicos (culturales, medios de comunicación,…) se afirma que
aquellas personas que cometen actos delictivos, en su mayor parte, proceden de áreas
con graves dificultades económicas, educativas, sociales y urbanísticas (entendida esta
como la ausencia de infraestructuras básicas en un barrio o entorno urbano determinado).
Estas barriadas por lo general suelen llevar aparejados procesos de exclusión social, la
cual es el factor más importante para la no integración de determinados colectivos
urbanos en las dinámicas de la ciudad, y en consecuencia, alargan dicho proceso de
aislamiento generando dinámicas negativas no solo para su entorno (sin perspectivas de
mejora económica, ni de rehabilitación urbana en el ámbito donde habitan,…).
La exclusión social se encuentra detrás de la mayor parte de los problemas a los que se
enfrentan las áreas metropolitanas, ya que es en los límites de estas donde se concentran
las mayores bolsas de población en riesgo.
Cuando nos referimos a conceptos como pobreza, marginación, delincuencia
(dependiendo del grado de esta), precariedad, aculturación, minorías,…estamos
hablando de fenómenos que han tenido su raíz en un rechazo por parte de la mayoría de
una determinada población urbana sobre un colectivo en concreto, donde dicho
colectivo padece fenómenos excluyentes o bien directamente de rechazo.
Dicho concepto (exclusión social) se ha intentado analizar desde numerosas disciplinas,
así, dependiendo del ámbito de estudio al que nos refiramos estaremos presenciando
diferentes formas de exclusión social, aunque todas ellas tengan presente la no inclusión
de un determinado individuo a los circuitos económicos actuales así como a la ausencia
de servicios de protección social del ámbito al que esta circunscrito.
Hablar de exclusión social es “en que medida se tiene o no un lugar en la sociedad,
marcar la distancia entre los que participan de su dinámica y se benefician de ella, y los
que son excluidos e ignorados fruto de la misma dinámica social” (BEL; 2002).
Las definiciones son notables, aunque un gran número de ellas aboga por una relación
entre los aspectos económicos y sociales personales junto con los mismos del ámbito
donde habita dicho individuo, así “es (…) el carácter acumulativo de las situaciones de
desventaja relacionadas con la precariedad ocupacional y con otras dimensiones de la
vida económica y social (familia, ingresos, condiciones de vida, redes sociales,…) y su
concentración espacial lo que hace a ciertos grupos más vulnerables a experimentar
procesos de exclusión social” (BAYÓN; 2007)
Son precisamente dichos ciudadanos en riesgo los principales candidatos a engrosar
dichas dinámicas excluyentes, aunque actualmente no podemos hablar de un grupo
determinado y especifico de personas en riesgo ya que dicho riesgo es imperante en
todas las clasificaciones sociales. Como se ha visto, son las circunstancias tanto propias
como aquellas exteriores las que influyen en que un determinado individuo acabe
apartado del circuito de las dinámicas urbanas.
“El mundo de los excluidos (…) es de gran heterogeneidad (…); no es una clase social;
(…) solo tienen en común el haber quedado excluidos. Ocupan una misma geografía:
barrios, puerto, cárcel, calle; pero no hacen historia común, cada uno carga con su
historia personal (BELL; 2002).
En numerosos encuentros, escritos, investigaciones y demás foros de discusión se ha
intentado interpretar que papel ha jugado la globalización en el la ampliación o
reducción de los parámetros de la exclusión social en nuestros nuevos entornos urbanos
cada vez más globales e internacionales.
Es cierto que la irrupción del fenómeno de la globalización, principalmente en la última
década con la aparición principalmente de Internet y la llegada de las compañías low-
cost, ha desencadenado una competencia notable entre distintos sistemas urbanos
mundiales para la atracción de capitales extranjeros. La llegada de dichos esfuerzos
inversores pueden suponer para un determinado territorio el despegue/crecimiento
económico, o bien la ausencia de este, lo que provoca una desinversión económica y tal
vez una salida del circuito de ciudades globales, con lo que supone para la generación
de riqueza a dichos actores locales.
“En el escenario de la globalización, la conjunción de estos elementos (reestructuración
económica y la precarización del empleo, el impacto de las nuevas tecnologías, los
cambios culturales y las nuevas pautas de consumo, la movilidad de la población,…) y
los cambios en las pautas de localización y crecimiento en las ciudades, inducen una
profunda diferenciación y segregación socio-económica entre los residentes en distintas
áreas urbanas” (VEIGA; 2005).
La exclusión social es la consecuencia de la ausencia de políticas de protección social
de un estado, entendiendo por dichas políticas todo un espectro que abarca desde el
subsidio al desempleo, el derecho a una vivienda, educación, sanidad,…una tasa de paro
reducida con empleo cualificado,…
Por este motivo, habría que matizar que los efectos de la globalización en todos los
ámbitos estatales (sociales, económicos, culturales, urbanos,…) no ejercen ni la misma
influencia ni la misma presión sobre las regiones industrializadas (aquellas que ejercen
la mayor parte del liderazgo en el avance de la globalización) que sobre aquellas
regiones en vías de desarrollo (incluso dentro de este grupo, habría que realizar una
subdivisión, ya que el alcance de las políticas de internacionalización económica de los
distintos países no ha sido la misma, veanse los ejemplos de la región asiático-oriental o
en Iberoamérica).
No tienen la misma capacidad económica para llevar a cabo políticas de protección
social un país nórdico que una nación de Centroamérica, por lo que el posible impacto
de la globalización en las estructuras económico-sociales no tendrá la misma
repercusión en el primero, con mayor capacidad de reacción, que en el segundo, por lo
que los procesos de exclusión social no podrán ser equiparables.
Son muchos los autores que han tratado de dar respuesta a determinadas cuestiones
planteadas desde ámbitos sociales muy diversos aunque con un mismo fin: dar respuesta
a si la globalización es causa/efecto de determinados desequilibrios territoriales/sociales,
o si bien son las dinámicas locales las causantes de dichos desequilibrios y son esas
mismas comunidades locales las que no han sabido aprovechar las sinergias de la
globalización.
Autores como Myles o Berger apuntan en la dirección de las políticas nacionales como
las causantes de dichos desequilibrios estructurales ya que son dichas administraciones
las competentes en materia de protección social. Garret o Pierson se preguntan como
puede la globalización resultar contraproducente para el equilibrio social, y ponen como
ejemplo los casos de Holanda o Singapur, estados favorecidos por dicho proceso gracias
a las políticas llevadas a cabo dentro de sus gobiernos nacionales.
“La importancia de la globalización es mucho menor que la de políticas nacionales, (…),
la historia nacional, su cultura e instituciones continúan dominando las políticas de cada
país en términos de bienestar” (ALAMINOS; 2006).
En cambio, otros autores defienden la implicación de la globalización en numerosos
desequilibrios tanto territoriales como económicos así como sociales. Afirman que el
proceso globalizador solo toma en consideración aquellas áreas urbanas globales o bien
en ciudades donde la competencia entre ellas es radical para la atracción de las sinergias
que este proceso conlleva (inversiones de capitales, sedes corporativas,…), y todo ello
afecta a una reducción del estado del bienestar, entendido este desde una perspectiva
occidental.
“La era de la globalización necesita un declive del estado de bienestar, dado que el
estado pierde soberanía sobre las políticas de bienestar ante la preponderancia de la
economía globalizada” (ALAMINOS; 2006); “globalización y fragmentación son dos
procesos indisociables a los que no escapa ningún lugar del planeta” (BALLESTEROS;
1998); “el proceso de globalización, al menos con el actual modelo económico, va
acompañado de una creciente marginalización y exclusión que afecta a un numero de
lugares y personas cada vez mayor” (BALLESTEROS; 1998). Citas donde se aprecia
las matizaciones que hacen dichos autores sobre los beneficios de la globalización y l
internacionalización sobre determinados espacios.
“El discurso de la globalización con su carga ideológica, con su carácter de
representación interesada de la realidad, tiende a enmascarar las fuertes desigualdades
territoriales y sociales que constituyen una de las características esenciales del mundo
moderno” (BALLESTEROS; 1998).
Habría que matizar que los efectos de la globalización en todos los ámbitos estatales
(sociales, económicos, culturales, urbanos,…) no ejercen ni la misma influencia ni la
misma presión sobre las regiones industrializadas (aquellas que ejercen la mayor parte
del liderazgo en el avance de la globalización) que sobre aquellas regiones en vías de
desarrollo (incluso dentro de este grupo, habría que realizar una subdivisión, ya que el
alcance de las políticas de internacionalización económica de los distintos países no ha
sido la misma, veanse los ejemplos de la región asiático-oriental o en Iberoamérica).
Los procesos globalizadotes en América Latina han tenido distintas repercusiones
dependiendo del ámbito geográfico referido y de las políticas puestas en marcha por los
distintos estados. Se partía de una región donde las dinámicas políticas heredadas de las
ultimas décadas habían sido determinantes a la hora de excluir del circuito económico-
social a numerosas familias, principalmente en los ámbitos urbanos, empezando por las
clásicas desigualdades en las principales áreas metropolitanas, donde la sucesión de
barrios de clase alta pegados a espacios totalmente degradados de edificaciones
espontáneas debieran hacer reflexionar a la sociedad.
Entonces, ¿es la globalización la causante de esa impresionante fragmentación social o
de los desequilibrios territoriales que padecen numerosos países del subcontinente
americano? ¿O son las políticas y la estructuración tanto social como económica previas
las responsables? Como se ha dicho, existen ejemplos para cada una de estas preguntas.
Ya en la década de los setenta, intelectuales brasileños entendían que la exclusión social
constituía, en realidad, un gran ejercito de reserva funcional al proceso de acumulación
del capital mundial (GOMES).
En Uruguay, “las tendencias de largo plazo demuestran la incidencia de factores
estructurales de gran impacto en la sociedad urbana, tales como el estancamiento
productivo y/o bajo dinamismo, la baja absorción del empleo, la crisis fiscal del Estado
Benefactor, el envejecimiento poblacional” (VEIGA; 2005).
Otro ejemplo ha sido la crisis padecida en Venezuela a finales de los noventa, que
genero procesos de exclusión social principalmente en el área metropolitana de Caracas,
con esto “el avance de los procesos excluyentes aceleró la articulación a formas
económicas ilícitas y la emergencia de culturas de trasgresión, a la vez que se activaron
la desestructuración familiar y las experiencias de escape (…), dificultando a los
sectores populares mantener vínculos integradores a la sociedad” (CARIOLA y
LACABANA; 2004).
La generación ni-ni de jóvenes argentinos (población joven que ni trabaja ni estudia),
grupo en exclusión social que es desconocido sociológicamente, y que intenta sumarse
al proceso globalizador, “pero que fácilmente se asocia con diversos e incluso
contrastantes prejuicios sociales (…), hasta la estigmatización de este grupo con
actividades delictivas, consumo de drogas y otras practicas socialmente sancionadas”
(SARAVÍ; 2004).
Junto a las frecuentes formas de exclusión social (personas con ínfimos recursos
económicos, población sin acceso a educación o sanidad, viviendas en estado de
derribo,…) aparecen nuevos procesos de exclusión que vienen precisamente
acompañados de uno de los símbolos de la globalización económica, el consumo y los
centros comerciales, ya que se ha producido una construcción de innumerables
superficies de este tipo en los últimos quince años
Dicho modelo se ha asentado con gran fuerza principalmente en nuestro país,
importando el modelo de los malls norteamericanos, primando el vehículo privado,
como nuevos espacios de relación social, en las periferias urbanas, rodeados de
urbanizaciones unifamiliares, y con el consiguiente abandono del comercio del centro
urbano, por lo que, ante la ausencia de capacidad económica o bien de vehículo privado
(ligado al punto anterior) es imposible el acceso a estas nuevas plazas privadas, por lo
que el proceso de exclusión social sigue vigente.
“(…) siempre se ha observado la desigualdad social en las diferentes practicas y
capacidades de consumo, pero, en los últimos años se ha consolidado y acrecentado con
la aparición de nuevas formas y espacios de consumo que son accesibles a una parte de
la población segmentada social y culturalmente. Quedan así excluidos grandes grupos
de población. La función de espacio social que se produce en el interior de los centros
comerciales, en el que el espacio privado parece convertirse en publico (…), lleva a las
personas a sentirse en su interior más seguros” (MIGUEL, ALCARRAZ, MERINO,