Predictores Psicosociales de Burnout y Entusiasmo Laboral en Enfermeras de un Hospital Público de la Ciudad de México 1 XI Congreso Internacional Academia de Ciencias Administrativas A. C. (ACACIA) PREDICTORES PSICOSOCIALES DE BURNOUT Y ENTUSIASMO LABORAL EN ENFERMERAS DE UN HOSPITAL PÚBLICO DE LA CIUDAD DE MEXICO. Mesa 12: Liderazgo, Capital Humano y Comportamiento Organizacional Autor: Dr. Arturo Juárez García Facultad de Psicología, Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM). UNISEP: Pico de Orizaba # 1, Col. Los Volcanes, Cuernavaca Morelos. Tel 017773224590, [email protected]ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara Tlaquepaque, Jalisco, México 22 al 25 de Mayo de 2007
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Predictores Psicosociales de Burnout y Entusiasmo Laboral en Enfermeras de un Hospital Público de la Ciudad de México
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XI Congreso Internacional
Academia de Ciencias Administrativas A. C.
(ACACIA)
PREDICTORES PSICOSOCIALES DE BURNOUT Y ENTUSIASMO LABORAL EN
ENFERMERAS DE UN HOSPITAL PÚBLICO DE LA CIUDAD DE MEXICO.
Mesa 12: Liderazgo, Capital Humano y Comportamiento Organizacional
Autor:
Dr. Arturo Juárez García
Facultad de Psicología,
Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).
UNISEP: Pico de Orizaba # 1, Col. Los Volcanes, Cuernavaca Morelos.
Predictores Psicosociales de Burnout y Entusiasmo Laboral en Enfermeras de un Hospital Público de la Ciudad de México
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Resumen
La Salud Mental representa un área de oportunidad para investigadores en
temas relacionados al trabajo y la salud. El eje central de análisis en esta temática
ha sido el concepto de estrés . Se dice que hay estrés laboral cuando las exigencias
laborales sobrepasan las capacidades del individuo, sin embargo, ahora se reconoce
que el estrés puede ser negativo o positivo. Al parecer el problema del estrés es su
cronicidad y de ahí surge el concepto de “Burnout” o agotamiento laboral. Se trata de
una alteración temprana a la salud caracterizada por un agotamiento emocional
extenuante y provocada por diversos estresores emocionales en el trabajo que a
mediano plazo de traduce en diversas enfermedades mentales y físicas. No
obstante, recientes teorías apuntan a los efectos positivos del trabajo y surge el
concepto de “Engagement” o entusiasmo en el trabajo, que se ubica perfectamente
como un indicador de “eustrés”. Poca investigación se ha realizado en estos
conceptos en nuestro país y los factores psicosociales asociados a su incidencia.
Particularmente resulta necesario en ocupaciones altamente vulnerables al estrés
negativo como lo son las enfermeras. Dado lo anterior el presente estudio buscó
relacionar diversos factores psicosociales del trabajo y de personalidad a la
presencia de Burnout o Entusiasmo laboral en una muestra de Enfermeras (n=109)
de un Hospital de la Ciudad de México. Los resultados muestran que los mejores
predictores para Burnout fueron un estilo de supervisión controlante y la autoeficacia
(β= .35 y β= .23 respectivamente) mientras que las escasas demandas en el
trabajo, una amplia libertad de decisión, un alto grado de autoeficacia y de locus de
control fueron predictores de Entusiasmo en el trabajo (β= 22, β= 19, β= 31 y β= 33
respectivamente). No se encontró un papel relevante de las variables
sociodemográficas. Se discuten los resultados en términos de la necesidad de
futuros estudios y de la prevención primaria y secundaria en los lugares de trabajo
respecto a la evitación de Burnout y fomento del Entusiasmo.
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Introducción
La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió a la Salud como “un
estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” (OMS, 2007). Con ello se abre un nuevo paradigma
que concibe de manera más integral a este fenómeno, particularmente destaca en
este nuevo enfoque el hecho de que otorga la debida importancia a los aspectos
psicológicos, que al unísono con otros, son un requisito indispensable para alcanzar
luego entonces el ideal estado de “bienestar”.
De esta forma, la salud y particularmente la salud mental, representan
grandes retos que de forma permanente deben fortalecerse en nuestras sociedades
con miras a su óptimo desarrollo. Sin embargo, algunas estadísticas internacionales
señalan que los problemas de salud mental muestran una tendencia creciente en los
últimos años (OPS; 2007; Nacional Institute of Mental Health, 2007). En México, se
estima que 4000 000 de personas padecen de depresión (Aguayo, 2000). Entre los
problemas de salud mental más comunes que podemos llamar “no incapacitantes”
(que no necesariamente interrumpen su actividad laboral) se encuentran: la
depresión, las fobias, la ansiedad, los trastornos obsesivocompulsivos, la disfunción
social, problemas de sueño y el estrés en general.
Se puede pensar que estas alteraciones permanecen soslayadas y
subestimadas en la población de nuestro país debido a que la gente intenta llevar
una vida cotidiana aún con estos trastornos. Algunos estudios han señalado que las
personas no se conciben asimismo como “enfermos” mientras tengan el sentimiento
de que pueden presentarse a sus trabajos, eso incluye problemas respiratorios
severos y por supuesto los de índole mental (Laurell, 1983). Incluso, estas
alteraciones forman parte del “modus vivendi” en las responsabilidades laborales cotidianas, pues no existe todavía en la actualidad una cultura médica que determine
la importancia de estos aspectos, tampoco existe un cuadro médicolegal que
ampare o justifique una “incapacidad laboral” en estos casos. Sin embargo ¿no es
prerrequisito para que una persona sea altamente productiva el que posea una
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buena salud o bienestar mental y emocional?. Algunos autores han encontrado un
concepto que describe a este fenómeno, lo han llamado “Presentismo”
(Presenteeism) y denota la presencia física de la persona en su trabajo, pero
funcionalmente ausente o con desempeño mediocre debido a sus problemas de
salud y bienestar (Shamansky, 2002).
Más aún es de llamar la atención que existe un basto cuerpo de
investigaciones recientes que han demostrado que una gran parte de la incidencia
de los problemas mentales en población económicamente activa tiene origen en su
propio entorno laboral o está relacionado a la presencia de aspectos del trabajo en el
que se desenvuelven las personas (Karasek y Theorell, 1991).
Nuevas teorías han emergido para tratar el ambiente y las características del
trabajo en relación a la salud mental. Definitivamente destacan las teorías de estrés
y el concepto de factores psicosociales laborales como los ejes medulares en los
que se encuadra el estudio de la relación trabajosalud mental y en el que
desarrollan las investigaciones más importantes (Comité Mixto OIT/OMS, 1986).
El concepto de estrés es uno de los más populares y controvertidos términos
de la ciencia en la actualidad (Fontana, 1992). Se puede catalogar como el más
común para denominar a los efectos psicológicos negativos del trabajo.
Autores como Almirall (1996) señalan: “a nuestro criterio existe estrés cuando
hay una valoración emocional negativa o conflicto entre las exigencias de la tarea y
los mecanismos y capacidades del que la debe ejecutar” (Pp 14).
Por tanto, desde este enfoque se asume al estrés como un elemento siempre
negativo; sin embargo, autores como Ivancevich y Matteson (1986) y muchos otros
conciben al proceso de estrés como un proceso que puede tener no sólo un carácter
negativo sino también positivo, categorizándolo como distrés (negativo) y eustrés
(positivo).
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De acuerdo a la teoría de Selye (en Ivancevich y Matteson, 1986), el
problema del estrés es su cronicidad e intensidad, ya que un estrés moderado es
necesario para que haya un proceso de activación necesario para la adaptación,
empero cuando la exigencia rebasa el límite de la capacidad del individuo y su
capacidad de adaptación, sobreviene una fase de agotamiento crónico que es la
parte crítica de la integridad funcional del organismo. En el ámbito laboral existe un
concepto que refleja tal fenómeno es conocido como “Burnout” o Agotamiento Laboral.
Estrés Laboral Extremo: El Burnout o Agotamiento Laboral.
De manera general, el Burnout se concibe como una forma de respuesta al
estrés crónico. Una persona se encuentra sometida a estrés crónico cuando la dosis
de estrés acumulada supera el umbral óptimo de adaptación y su organismo
empieza a manifestar señales de agotamiento tales como úlceras, alergias, dolor de
cabeza continuo, entre otras. El momento de aparición de ese agotamiento o
“burnout” es variable y depende tanto del perfil psicológico de la persona como de la
suma y frecuencia de adaptaciones vividas (Arita y Araus, 2001).
Se trata de una experiencia subjetiva que tiene un matiz negativo para el
individuo que lo padece, puesto que implica alteraciones emocionales, problemas
con la demás gente, alteraciones psicofisiológicas y repercusiones negativas, no
sólo para la persona, sino para la misma organización para la que trabaja (Sandoval,
2000).
Quizá la definición mas aceptada es la que ofrece Maslach (2004), quien define
al Burnout como una respuesta al estrés laboral crónico integrada por actitudes y sentimientos negativos hacia las personas con las que se trabaja y hacia el propio rol profesional, así como por la vivencia de encontrarse emocionalmente agotado. En esta definición pueden identificarse tres dimensiones que son las que constituyen
al Burnout de acuerdo a esta autora:
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Ø Agotamiento emocional: se refiere a la falta de recursos emocionales
propios y el sentimiento de que nada se puede ofrecer a otra persona,
de que ya no se puede dar mas de uno mismo a nivel afectivo. Se trata
de una experiencia de estar emocionalmente agotado debido al
contacto diario y mantenido con las personas que son objeto de
trabajo.
Ø Despersonalización: es el desarrollo de sentimientos y actitudes
negativas, cínicas e insensibles hacia los destinatarios de los servicios
que se prestan, los cuales son vistos por los profesionales de forma
deshumanizada debido a un endurecimiento afectivo.
Ø Falta de realización personal: es la percepción de que las posibilidades
de logro personal en el trabajo han desaparecido, lo que hace que
disminuyan las expectativas personales e implica una auto evaluación
negativa en donde se incluye rechazo de sí mismo y hacia los logros
personales, así como sentimientos de fracaso y baja autoestima.
Aunque los componentes antes definidos conforman lo que tradicionalmente
se ha identificado como el síndrome de Burnout, información cada vez más
frecuente señala que sólo las dimensiones de agotamiento y despersonalización son
los componentes claves o “medulares” del constructo ya que la variable “realización
personal” se considera conceptualmente más como una variable de personalidad y
que se da de forma independiente a este síndrome (Shirom, 2003), lo que además
se ha demostrado empíricamente en las bajas correlaciones de esta variable con las
dos restantes (Lee & Ashforth, 1993).
El Burnout se caracteriza por presentarse con gran frecuencia en
profesionales de servicios humanos, es decir, aquellos cuyo “objeto o materia de
trabajo” no son cosas, sino otras personas, por ejemplo médicos, policías
trabajadores sociales, psicólogos y particularmente enfermeras (GilMonte, 2006).
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El fenómeno de Burnout integra así en un solo constructo los efectos
psicológicos negativos más importantes derivados de distintos aspectos del trabajo
(e.g estrés, fatiga, desgaste emocional, etc) y aunque por sus características se ha
presentado como un elemento de urgente intervención, los estudios de este
fenómeno en nuestro país han sido muy pocos y la mayoría de diagnóstico
descriptivos (Mireles, Pando y Aranda, 2002; Cabrera, López y Salinas, 2004).
Una Mirada Positiva del Estrés: El Entusiasmo Laboral (Engagement)
Ante el principio antes mencionado de que el estrés no es siempre negativo,
el término “eustrés” o estrés positivo, hace referencia a un proceso activo que
involucra una respuesta “funcional” y saludable del individuo ante las exigencias del
entorno (Ivancevich y Matteson, 1986). No obstante, el desarrollo conceptual,
instrumental y metodológico para identificarlo o medirlo ha sido, de igual forma, muy
limitado
Poco es el desarrollo de modelos y variables que rescaten el enfoque positivo
de la salud o de consecuencias psicológicas positivas derivadas del trabajo y sus
condiciones. En una simple reflexión se pueden pensar variables como satisfacción,
motivación, autorrealización, entre otras; sin embargo, sigue pendiente un modelo
conceptual que integre teóricamente estos elementos positivos del trabajo.
Recientemente surge un concepto que al fin incorpora una visión
salutogénica: El “Engagement” (que por las características y significado de su
constructo, el autor del presente lo tradujo como “Entusiasmo laboral”). Schaufeli,
Salanova, GonzálezRoma y Bakker (2002), lo definen como un constructo
motivacional positivo relacionado con el trabajo que está caracterizado por energía
(o vigor), dedicación y absorción.
De acuerdo con Schaufeli, et. al. (2002), el entusiasmo laboral se caracteriza
por energía implicación y eficacia, que son los opuestos directos de las tres
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dimensiones del Burnout: agotamiento, cinismo y falta de realización personal
respectivamente. Los trabajadores que puntúan alto en entusiasmo laboral, tienen
una alta energía y se integran perfectamente con su trabajo, tienen alta disposición
para realizarlo y muestran emociones muy positivas ligadas a éste.
Más que un estado específico temporal, el entusiasmo laboral se refiere a un
estado cognitivoafectivo más persistente en el tiempo, que no está focalizado sobre
un objeto o conducta específica. El vigor se caracteriza por altos niveles de energía,
de persistencia y de un fuerte deseo de esforzarse en el trabajo. La dedicación se
manifiesta por altos niveles de significado del trabajo, de entusiasmo, inspiración,
orgullo y reto relacionados con el trabajo. Es un concepto cercano al de “implicación
laboral”, pero éste último se refiere a la identificación con el trabajo, mientras que la
dedicación incorpora más elementos cognitivosafectivos que la sola identificación.
La absorción se caracteriza por estar plenamente concentrado y feliz realizando el
trabajo, mientras se tiene la sensación de que el tiempo “pasa volando”. Es un
concepto cercano al término de “flujo” (flow) documentado por Csikszentmihalyi (cit.
en Goleman, 2006), aunque el entusiasmo laboral es una experiencia más
persistente y no tan pasajera como la sensación de flujo (Salanova, Schaufeli,
Llorens, Peiró y Grau, 2000). De hecho, las variables medulares del modelo de
entusiasmo laboral son sólo dos, la energía y la dedicación que representan justo la
contraparte de las variables medulares del burnout (GonzálezRoma, Schaufeli,
Bakker y Lloret (2006).
La investigación empírica del entusiasmo laboral en nuestro país es
prácticamente inexistente, en España existen algunas investigaciones que han
demostrado la validez factorial del modelo (Salanova, et al, 2000; Schaufeli, et al,
2002; Schaufeli, Martínez, Marquez, Salanova y Bakker, 2002). No obstante, faltan
estudios que encuentren variables laborales asociadas a su presencia, pues es
innegable que hay aspectos del trabajo que tienen implicaciones positivas.
Las publicaciones de las consecuencias psicológicas negativas del trabajo
son extensas, no así en el caso de las consecuencias positivas, las que deben
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estudiarse y promoverse de acuerdo con el emergente paradigma de la psicología
positiva en el mundo, que se enfoca las fortalezas y funcionamiento óptimo del ser
humano, más que sus debilidades y disfunciones (Sheldon y King, 2001;
Fredrickson, 2001).
Estresores Psicosociales del Trabajo y Salud Mental
Se entiende por estresores a todas aquellas demandas o exigencias a las que
esta expuesto el individuo y debe responder (Landy y Conte, 2005). En el ámbito
laboral, los estresores se dividen comúnmente en dos grandes categorías:
estresores físicos y estresores psicosociales. Ejemplos de estresores físicos
incluyen el calor excesivo, ruido, luz o incluso, un espacio limitado en el lugar de
trabajo. Ejemplos de estresores psicológicos o psicosociales son la carga o
demanda de trabajo, el grado de control o autonomía, el apoyo social, la inseguridad
en el empleo, la falta de reconocimiento, la supervisión estricta, la falta de recursos y
la percepción de apoyo organizacional, entre las más importantes en Mexicanos
(JuárezGarcía, 2005).
Un amplio cuerpo de evidencias relaciona a estos estresores psicosociales
laborales con diversos estados de salud mental y física de los trabajadores, que
incluye sentimientos de depresión, síntomas psicosomáticos, fatiga, e incluso
diversas enfermedades cardiovasculares (Karasek y Theorell, 1991; Reeve, 2003).
Otras variables psicosociales referentes a procesos psicológicos más
“personales/internos” que también han estado relacionadas a la salud mental de la
población laboral son la autoeficacia laboral, el locus de control y el grado de control
emocional. La autoeficacia se refiere a una creencia en las propias capacidades
para enfrentar de manera eficaz cualquier demanda del trabajo (Bandura, 1997). El
locus de control se refiere a las atribuciones de causalidad que hacen las personas
respecto a los sucesos o resultados de sus acciones y su vida, y pueden ser
atribuciones a factores internos como la habilidad o esfuerzo (locus interno) o a
factores externos a ellas, tales como la suerte, destino, dios (locus externo)
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(Lefcourt, 1991). Respecto al control emocional existen diversas definiciones y
marcos teóricos, la mayoría de ellas coincide en que se trata de una disposición
general o un rasgo personal que implica una tendencia para reaccionar en
determinado grado con emociones negativas tales como la hostilidad, la ira o enojo
ante diversas situaciones en la vida (Goleman, 2006).
Algunos estudios señalan a este tipo de variables psicológicaspersonales
como las principales protagónicas en la presencia del síndrome de Burnout (Mc
cabe, et. al, 2003), mientras que otros señalan a las variables psicosociales de la
organizaciónentorno como las más relevantes en dicho síndrome (Maslach, 2005).
Aunque la perspectiva se ha enfocado mayormente al entorno como el origen causal
de este problema, justificado por el fundamento mismo de la teoría (psicología
social), existe cada vez más evidencia de variables personales que influyen en el
Burnout y su necesaria consideración en pro de una prevención más integral (Ortega
y López, 2003; Novoa y cols, 2005)
En nuestro país los estudios de aspectos psicosociales relacionados con el
Burnout son prácticamente inexistentes, pues hasta ahora la mayoría de los estudios
son revisiones teóricas o estudios meramente descriptivos respecto a la prevalencia
del síndrome y sólo algunos de ellos han buscado relacionar algunos aspectos
sociodemográficos con el síndrome tales como la edad, estado civil, antigüedad en
el puesto, la especialidad y la categoría laboral entre otras (Arita, 1998; Mireles,
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Cabrera et. al., 2004; Moreno et. al, 2006). No obstante, es importante señalar que la
única variable que no se pudo evaluar en este estudio fue el sexo, debido a que el
total de las participantes eran mujeres. Sin embargo, las revisiones internacionales
también presentan resultados contradictorios para esta variable (Ortega y López,
2003), lo que según Maslach (1998) se explica por efectos confusores de otras
variables (op cit). Es necesario crear un modelo con una lógica teórica que lleve a
aclarar los resultados inconsistentes y contradictorios de estas variables, así como
estudios que consideren aspectos muy específicos de ellas y sus interacciones
complejas para tratar de dar una explicación más asequible del comportamiento de
estas variables sociodemográficas en relación al burnout.
Con respecto a las variables psicosociales y su relación con el Burnout y el
entusiasmo laboral, se encuentra que el conjunto de variables (Libertad de decisión,
demandas, apoyo, inseguridad, reconocimiento, recursos, autoeficacia, control
emocional, etc.) predicen de forma significativa ambas variables, explicando el 30%
de varianza en el caso de Burnout y el 53% de varianza en el caso del entusiasmo,
esto último no muy común de encontrar en otras investigaciones de estas variables.
En términos prácticos y con miras a una eficaz prevención, esto significa que una
parte del problema del Burnout podemos evitarlo con un trabajo de intervención en
dichas variables psicosociales, de igual forma, una buena parte de la presencia de
entusiasmo en el lugar de trabajo podrá garantizarse con la promoción de algunas
otras variables psicosociales con la antelación debida.
No obstante lo anterior, los datos también apuntaron a predictores muy
específicos para cada variable, es relevante encontrar que aún cuando teóricamente
el entusiasmo supone la contraparte del Burnout, los mejores predictores para cada
uno de ellos varían considerablemente. En el caso del Burnout, se puede decir que
el que la persona perciba una amenazante supervisión estricta al mismo tiempo que
perciba que no tiene las capacidades y fortalezas para afrontar las demandas del
entorno laboral, el riesgo del desgaste emocional es muy alto, independientemente
de otras variables psicosociales. Con respecto al entusiasmo, emerge de manera
relevante la combinación de demandas y el control o libertad de decisión en el
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trabajo, las que han dado origen incluso a uno de los modelos psicosociales más
importantes conocido como Tensión laboral o Demanda/Control (ver Karasek y
Theorell, 1991). Esto significa que aquellas personas que perciben una carga de
trabajo disminuida, con gran autonomía en su trabajo y al mismo tiempo poseen
amplia confianza en sus capacidades y con grandes expectativas de influir en su
medio, poseen los niveles de energía y entusiasmo más elevados en el ejercicio de
su trabajo, lo que representa entonces un área de oportunidad para el estudio de
estas variables y su relación con el desempeño y la productividad utilizando
diferentes indicadores, incluso más objetivos.
En sentido novedoso vale la pena rescatar el poder predictivo de la variable
“supervisión controlante” para el Burnout, pues se ha destacado en otros estudios
como una variable potencialmente relacionada a este fenómeno por encima de otras
variables psicosociales (JuárezGarcía, 2005 y Hernández, 2007). Dicha variable
surge de las teorías de motivación donde se pone énfasis en variables sociales
ambientales que promueven la autodeterminación o la frustran (Reeve, 2003).
Algunos autores señalan que teóricamente puede considerarse como parte del la
variable “libertad de decisión” o el “control en el trabajo” (Karasek y Theorell, 1991).
Sin embargo, aunque relacionadas, existe una clara distinción en el sentido que la
supervisión controlante implica un rol ACTIVO del entorno por deteriorar las
iniciativas de las personas, que se caracteriza por una supervisión muy estrecha que
implica desconfianza del empleado, en contraparte de la libertad de decisión que
sólo implica la oportunidad en el ambiente de ejercer o no el control de manera más
pasiva (ausencia de presión controlante). Dicha supervisión refiere no sólo a el estilo
del jefe inmediato o de la gerencia departamental, sino también a una cultura de
trabajo que promueve la percepción de obligación entre sus empleados con base en
“controlar” (con gran presión) la conducta de un empleado respecto a lo que la
autoridad o el líder determina como apropiado o deseable (Reeve, 2003). El gran
desgaste emocional que se vislumbra como resultado de esta presión, parece lógico
y luego entonces identificado claramente con los componentes del sídnorme de
Burnout.
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Destaca también, el sentimiento de autoeficacia en el trabajo, pues ha
mostrado ser un predictor muy confiable y consistentes en ambas dimensiones de
estrés crónico (Burnout y entusiasmo). Un buen número de investigaciones han
demostrado la importancia de esta variable psicológica personal en la predicción de
estrés negativo, bienestar mental y salud en general (Bandura, 1997, Salanova,
et.al, 2004).
El balance general de predictores psicosociales personales versus aquellos
del entorno laboral en este estudio deja ver claramente que en ambas variables de
estrés crónico, ya sea negativo o positivo (Burnout y entusiasmo), los predictores
mostraron un aparente equilibrio, encontrándose predictores personales y del
entorno en ambas variables. Esto nos lleva a la conclusión de la necesaria
aproximación del “entrono y persona” en la intervención y promoción de la salud
mental en los lugares de trabajo, lo que realmente la hace más integral y por tanto
con mayor potencial de eficacia más allá de las aproximaciones teóricas excluyentes
que soslayan unas u otras variables.
Futuros estudios con diferentes aproximaciones y metodología deberán
comprobar el papel trascendente de estas variables así como insistir en la dinámica
de variables psicosociales de la persona y del entorno en la prevención y promoción
de la salud en los lugares de trabajo.
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