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PoblacionesHistoricas_Introduccion

May 29, 2018

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Juli Krapo
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    Introduccin

    DE LA DEMOGRAFA HISTRICAA LA HISTORIA DE LA POBLACIN

    Hernn Otero

    Desde los a os 80, e in clu so an tes en otras la t i tud es, com enza-ron a surgir voces en torno a la crisis de la demografa histrica,di sc ipl ina que haba gozado has ta entonces de ampl io pres t ig ioden tro de las c iencias s ociales tan to por su capa cida d pa ra pr odu -cir resul tados acumulat ivos como por la sol idez de sus enfoquesm etodolgicos, ba sa dos en la r igur osa operacion alizacin de varia-bles y en la uti l izacin de fuentes seriales y universales como loscensos de poblac in y los regis t ros vi ta les . Has ta entonces , l ah omologa de s u s principa les m todos con las persp ect ivas de las

    ciencias duras reforzada por e l rol mayor que jugaba en amboscas os la u tilizacin d el len gua je esta dst ico h ab a per m itido con -sagrar a u na disc iplina que , como ap u nt sa gazmente An dr Bur -guire (1974) haba surgido a part i r de un mtodo ( la reconst i tu-cin d e fam ilias des ar rollad a p or Lou is Hen ry) y n o de u n conju n toam plio de pr oblema s y teoras . El m todo creado p or el dem gra fofran cs fu e e l e lemen to clave de u n a discipl in a qu e, a pesa r de r eu -nir entre sus cul tores a muchos his toriadores y de contr ibuir dem odo notab le a l con ocim iento del pas ad o, apar eca enton ces com o

    un subproducto de la demograf a y no como un rea autnoma operten ecient e al sa ber h istrico.Siguien do esa sa ga, qu e tu vo otro de su s m omen tos m etodolgi-

    cos culminantes con la aparic in de los mtodos agregat ivos dehogares impulsados por e l Cambridge Group a pr inc ipios de ladca da de 1 97 0 (por ejemp lo, La slett y Wa ll, 19 72 ), la d isciplin a d iolugar a seminales y t rascendentes t rabajos que modificaron sus-tan cialmen te el conocim ien to del an tiguo rgim en pr ein du str ial . Laheterogeneidad de sistemas regionales detectados, la elaboracin

    de indicadores demogrficos de perodos previos a la puesta enform a d e los m odern os s is tema s esta dst icos n aciona les , las in ter-

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    1 Los lmites concentracin en la corresidencia, enfoque estructural-funcionalistay persp ect iva t ra ns versa l de la propu esta de Peter Las let t son an al izados, entr em u ch os otros, p or Giovan n i Levi (19 90).2 Sobre la inconveniencia del mtodo Henry par a el es tu dio de las migraciones remi-timos a Otero (199 8).

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    acciones entre poblacin y economa, el rechazo muy claro en lah istoria de la fam ilia de las in terpretaciones evolu cionistas pro-pias de las teoras decim onn icas, la a pertu ra h acia e l estu dio dela dimen sin cu ltu ra l (en pa rticu lar el pr oceso d e laicizacin), en tre

    m u ch simos otros h allazgos, cert ificaron la validez de u n a p ersp ec-t iva de an l i s i s que , en sus momentos de mayor cer t idumbre yoptimismo, fue calificada como la antesala de la historia social(Du p qu ier, 198 4).

    Pero las cert idumbres, ya se sabe, no duran eternamente y losparadigmas metodolgicos fundantes fueron sujetos a cr t icas yrevisiones. Por un lado, el mtodo britnico de reconstruccin dehogares y familias, con su insistencia casi exclusiva en la corresi-den cia y en el enfoque t ra n sversa l (determ in ad os am bos, ju sto es

    decir lo, por las caracters t icas de las fu entes de b as es) fu e acu sa dode n o esta blecer las n ecesa rias con exiones en tre las est ru ctur as dehogares y la h i s tor ia econmica y soc ia l , dando lugar a lo queMichel Anderson (1988) defini con particular irona como la his-toria del frasco trmico1 . La reconsti tucin nominativa de fami-l ias , por su parte , a pesar de su notable capacidad de repl icabi l i -da d (u n as 800 m onografas pa rroqu iales slo en Fra n cia) n o logrsu str aers e a los l m ites imp u estos por la defin icin de fam ilia con -ten ida en la form u lacin origin al del mtodo. La concepcin estr ic-

    tamente biolgica dada a la familia por Louis Henry muy clara,por e jemplo, en e l t ambin discut ido concepto de fecundidadn atu ra l y la cons agra cin ca si exclu siva de la tcn ica a los a sp ec-tos rep rodu ctivos (la fecu n didad y, en clave ma ltu sian a el rol regu -lador de la edad al matrimonio), relegaron otros aspectos esencia-les del pasado demogrfico, en part icular el estudio de las migra-ciones 2 . No ins i s t i remos aqu en las c r t i cas a l mtodo Henry,am pliam ente conocida s por los especial is ta s . Bas te recorda r en treellas, la dificultad de su aplicacin fuera del contexto original decreacin, como lo ilu st ra n clara m ente las esca sa s recon st i tucionesde fam ilias realizada s en Latin oam rica. Cont ribu y a ello la fu ertein ciden cia d e la m ovilida d es pa cia l y socia l, pero s obr e todo la exis-tencia de vas de conform acin de pa rejas a l tern at ivas a l ma tr im o-nio sancionado por la Iglesia o el Estado de las que dan ampliacu enta , las u n iones consen su ales , las concepciones pr e y extram a-trimoniales, la i legit imidad de los nacimientos, etc. En el mismo

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    sen t ido, la impr ecisin de los m ecanism os de t ran sm isin de pa tro-n m icos, p art icu lar m ente en las poblaciones in dgena s y esclavas,pu sieron en jaqu e el elem en to bs ico de iden tificacin n omina l delm todo. Por lt im o, su car cter pres criptivo y esta n da rizad o lim it

    el margen de accin y creat ividad de los his toriadores, desalen-tando la formacin de futuros investigadores y l imitando drstica-men te las pregu n tas y respu es tas p os ibles .

    Todas estas incert idumbres y evoluciones, que aqu slo pode-mos r esear m u y brevemente , es taba n en p leno desarrollo cu an dola l lam ad a crisis de la h istoria s acu di a la d isciplin a en gen eral . Lapu es ta en du da o el aba nd ono de los gran des pa radigma s ter icosy metod olgicos d e los a os 6 0 y 70 (como el fu n cion alism o, la t eo-ra de la modernizacin, el marxismo, el neomaltusianismo de la

    segunda generac in de la Escue la de los Annales ) senta ron lasbases de un proceso de autorreflexin discipl inar que coinciditam bin con la crisis d e los en foqu es m etodolgicos tra diciona les.Las interpretaciones posmodernas (como el giro lingstico, el giroh erm enu t ico, e l giro cu ltu ral y m u chos otros acas o dema siadosgiros que podran traerse a colacin) jaquearon con xito el entu-siasm o por la cu an tificacin y por la u tilizacin de fu en tes s eriales.Los a portes ciertam ente su sta n t ivos del cons tru ct ivism o, propiospero n o exclu sivos de la h istoria de la est ad st ica, pu sieron a s u vez

    en du da las fu entes es tads t icas de ba se , vis tas ah ora no como u n afu en te de certezas objetivas sobr e el pa sa do sin o com o objetos dis-cursivos surgidos de re laciones de fuerza y de representacionesc ient ficas o en las vers iones posm odern as m s ext remas pu ra-mente ideolgicas . S i b ien e l doble embate de las perspec t ivasconstructivistas sobre las fuentes y sobre el lenguaje estadst icoresult corrosivo para las certezas disciplinarias, no menos ciertoes qu e bu ena par te de esas cr t icas h ab an venido sien do form u la -das por los propios cul tores de la demograf a hi s tr ica desdet iempo antes en el cont inente europeo, pero tambin desde reashistoriogrficas ms marginales como la historia lat inoamericanaque, como pocas, haba sido conciente de las extraordinarias difi-cu lta des qu e tena la a plicacin d e los pa ra digm as tericos y m eto-dolgicos de la d em ogra fa h ist rica eu ropea a la r ealida d d e nu es-tra r egin. Es as dificu ltad es pr oven an en p ar te de la d iferen te can -t idad y cal ida d d e las fu entes dispon ibles pero sobre todo de larealidad socio-cultural lat inoamericana y de la pluralidad de fen-menos que dis t inguan su pasado colonia l de l ant iguo rgimeneuropeo. En primer lugar, la imposicin misma del rgimen colo-

    nial europeo sobre la poblacin originaria, tanto en la brutalidad

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    de la conquista inic ia l como en las sucesivas expansiones de lafrontera de la s ociedad blan ca. En segun do trm in o, y tamb in ele-m en to con sti tu tivo de las relacion es d e poder en tre cen tro y perife-ria, el fenm en o esclavista qu e m odific su sta n tivam en te el pa isa je

    socio-tnico previo. Por lt imo, las migraciones de europeos queeran u n h echo cen tral del poblam iento de la regin p ero qu e adqu i-r ieron nueva central idad con las migraciones de masas del s igloXIX. La yuxtaposicin de grupos tnicos diversos, re lacionadosentre s a t ravs de la profunda asimetra de poderes del hechocolonial (desde luego hasta el ciclo de las revoluciones de indepen-denc ia pe ro t ambin despus ) e s tuvo a su vez en l a base dem u chos otros fenm enos bien con ocidos por los h is toriad ores de lapoblacin lat inoamericana: la coexistencia de modelos familiares

    diversos , la al ta ilegit im ida d de los n acimien tos y d e los m atr im o-n ios (in dicador m s visible pero en m odo algu n o n ico de las difi-cultades de implantacin de la Iglesia), el mestizaje y la omnipre-sen te in flu encia de las m igraciones in tern aciona les e in tern as . Pores t a s y o t ra s razones l a demogra f a h i s t r i ca l a t i noamer i canan u n ca estu vo del todo a gu sto con el corset dem ogr fico de la m edi-cin pura que, con mayor comodidad, arrop a la discipl ina enFran cia du ran te los Trein ta Gloriosos.

    Por todo ello, pu ede h ipotetizar se qu e la crisis de la dem ogra fa

    histrica fue en nuestro cont inente de menor envergadura que laa t ravesada por sus re fe ren te s europeos , no porque sus e fec tosgenera les n o ha llan es tado presentes aqu s ino porqu e desde su scomienzos la demografa histrica lat inoamericana debi enfren-tars e en ocasion es con m s con ciencia qu e en otras a la en orm edista n cia cu ltu ral qu e separa ba s u propio pasa do del de las socie-dades europeas. La ya a ludida escasa apl icacin de la tcnica derecons titu cin de fam ilias en Am rica Lat in a cons titu ye el ejemp lom s eviden te pero en m odo algu n o n ico de esa desconfian za. Nose tra ta d esd e lu ego de negar los s n toma s d e crisis de la d isciplin aen n u estro m edio, eviden tes al igu al que en Eu ropa en la m enorad h esin qu e despiertan las in da gaciones del pa sa do dem ogrficoen las n u evas genera ciones, pu n to s in d u da cr t ico pa ra la renova-c in inte rgenerac iona l de los es tudios . Se t ra ta de a rgumentar ,m s m odestam ente , qu e la h is toria d e la p oblacin d el con t in ente ,e l ec l ec t i c i smo t cn ico y me todolg ico que deb i a f ron ta r l ad e m o gr a f a h i s t r i c a l a t i n o a m e r i c a n a d e s d e s u s i n i c io s ,s u m en or d es arrollo comp arad o en re lac in a su s re fe rentes euro-peos y su carcter m enos est ru ctur ad o y exitoso la h icieron m enos

    dependiente de las cr is is de esos paradigmas. En ta l sent ido, la

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    dependencia del mtodo de reconsti tucin de familias en el casofran cs es i lu st ra t iva del mayor im pa cto negat ivo qu e pu ede carac-te r izar a una disc ipl ina cuando s ta se basa en un programa dein vest igacin cas i exclu sivo.

    Pero por grave que pueda resultar la crisis de los mtodos y delos p ara digm as qu e los vertebra n (ras go por cierto n o exclu sivo delos est u dios de p oblacin) n o debe con fu n dirse la crisis d e los m to-dos con la crisis del objeto de estudio la poblacin y sus compo-nentes. As, si los mtodos y sus enfoques han sido y seguirnsiendo puestos en duda en mlt iples ocasiones, hecho por otraparte normal y consti tutivo del desarrollo de cualquier disciplina,los estu dios d e poblacin s iguen con sti tu yen do u n a va clave de lahistoria social la t inoamericana. Aunque pudiera resul tar prema-

    tu ro in tenta r defin ir de m an era clara y precisa el sen tido de las evo-lu ciones h istoriogrficas recientes , no cab e du da qu e la p rodu ccins igue s iendo impor tante tanto en t rminos cuant i ta t ivos comocualitativos a pesar (o tal vez a raz) de no hallarse vertebrada entorn o a ejes y tem ticas clara m ente d elim itad os. An tes b ien, lo qu ese obs erva es u n a p rolifera cin touts az im uts de enfoques y de estu -dios qu e se caracterizan por u n a d oble dim ens in: por u n lado, nose es t ru c turan sa lvo en a lgu na s r eas pu ntu a les en torno a m ar -cos tericos y metodolgicos rgidos; por otro, expanden continua-

    mente las f ronteras de la d i sc ipl ina . Ambos fenmenos no sondesd e lu ego nu evos pero h an ad qu irido ma yor eviden cia en las lt i-mas dcadas . S i b ien e l pr imer rasgo puede aparecer a pr imeravista como un rasgo crtico (aunque, conviene insistir, no es dife-rente de la m etstas is qu e caracteriza a otras reas del sa ber h is t-rico), bien mirado aparece como una precondicin para la segundacaracterst ica que, a todas luces, es posit iva. Como ha sido desta-cado por numerosos especialistas (Prez Brignoli, 2004; Rosental,20 06 ), este doble proceso pu ede ser ca racterizad o as im ism o com o laprogresiva in depen den cia d e los h istoriadores (es decir d e su s p ro-pias p regun tas y problema s) del predom in io disciplin ar de la d emo-grafa y tam bin com o u n retorn o a los orgenes ya qu e la d emogra-fa histrica haba surgido en los aos 50 precisamente en contrade la h ist oria d e la p oblacin p revia.

    Si esta interpretacin es correcta, la demografa histrica, entanto subproducto de la demograf a ac tua l como ocurr a c la ra -mente en Louis Henry, a t raviesa una profunda t rans ic in hac iau na h is tor ia d e la p oblac in m enos s i s tem t ica pero ms aba rca -t iva, en la cual la demografa sigue teniendo un rol importante al

    menos para aquel los que creemos en la importancia de la medi-

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    cin pero en m odo algu n o n ico ni tam poco n ecesariam ente cen-t ra l . En otros trm in os se asis te a u n p as aje de la m edicin pu ra ala explicacin o para decirlo en los trminos del propio Henry deuna foca l i zac in exc lus iva en l a s l l amadas causas in t e rnas o

    demogrficas a las causas externas o extra demogrficas (Henry:19 84 ). En ese m ar co, la clebre fra se d e Hollin gsworth (19 83 : 275 ),el demgrafo es el contador de la historia, no el gerente generalmant i ene su v igenc ia pa ra de t e rminadas formas de v i s i t a r e lpasado, pero no para e l his toriador de la poblacin en un sent idoms amplio.

    La historia de la poblacin: viejas fuentes y nuevos problemas

    Los tra ba jos qu e in tegran el pres ente l ibro, fru to del S e m i n ar i o

    I n t e r n a c i o n a l s o b r e F u e n t e s y M t o d o s p a r a e l E s t u d i o d ePoblac iones His t r icas , organizado con su habitual eficiencia yentr a ab le hos pitalida d p or el Centro de Es tu dios Avan zad os de laUniversidad de Crdoba, Argen tin a d el 26 al 28 d e agosto de 2 00 9,se in scriben adecu ada m ente en este pas aje de u n a vis in exclu siva-mente demogrfica a una ms amplia propia de la his toria de lapoblacin. De modo consecuente, el t tulo del seminario puso elnfasis en las poblaciones histricas un objeto de estudio y no,com o era h ab itu al en el pa sa do, en la dem ografa h istrica, es d ecir

    u n a p ers pectiva d isciplin ar ia. La focalizacin en las fu en tes y en losm todos cons titu ye u n ind icador en el m ism o sentido, toda vez qu ela reflexin sobr e esos a sp ectos su ele ser u n sntom a h istoriogrficoin equ voco de la existen cia d e nu evas pr egu n tas y en foques .

    Los 24 tra ba jos qu e in tegran este volu m en s e discu tieron en tressesiones temt icas consagradas a l ternat ivamente a los Censos yregist ros parroquiales , las Famil ias y la organizacin social , laSalu d y en ferm edad , rea s de im portan te desa rrollo h istoriogr ficoen el caso cordobs, a n fitrin d el encu entr o. Otros fenm enos rele-

    van tes p ar a el estu dio h ist rico de la p oblacin com o las m igracio-n es y la fecu n dida d n o fu eron objeto de an lisis esp ecficos, pa ra locu al hu biera s ido n ecesa rio otro form ato de congreso, pero form anpa rte de los des arr ollos de m u chos de los tra ba jos. Com o toda d ivi-sin temtica, los textos incluidos t ienen una riqueza anal t ica yconceptual que hace dif c i l su encasi l lamiento exclusivo en lassesiones en las que se organiz el encuentro, solapamiento queresu lta m s evidente en las dos primeras. El rea s alu d y en ferm e-da d, de crecient e im porta n cia en los estu dios h istricos, apa rece en

    camb io m s clara m ente diferenciada y au tnoma . En la medida qu elos t rab ajos con st itu yen estu dios de caso qu e at ienden a p roblema s

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    especficos de sus autores resulta difci l establecer puentes entreellos ba sa dos en criterios tem ticos (pa ra lo cua l h u biera sido nece-sa rio ad em s defin ir m ar cos esp aciales y cronolgicos comu n es).

    Por todo ello, evitar em os en esta pr esen tacin la es tra tegia h ab i-

    tu al de proponer a l lector un a su m atoria de res m enes de los tex-tos por orden d e apa ric in o la m s am biciosa de in tenta r desb ro-zar los resul tados temt icos comunes, tarea que por las razonesexpues tas se presenta como par t icula rmente di f c i l . En suma,m s qu e u n ir con m lt iples pu entes las is las de este arch ipilago,lo que dar a lugar a demasiados puentes de dudosa es tabi l idad,creem os m s conven iente pres enta r los ras gos y problem as genera-les que hacen de este conjunto de reflexiones un panorama bas-tante representat ivo de los nuevos rumbos que ha ido tomando la

    h istoria d e la p oblacin en n u estra r egin, tan to en fu n cin de s u spr opios des ar rollos como de los a portes d e las h istoriogra fas eu ro-pea y n orteamerican a. Para e llo e legirem os u n con ju n to de reas oproblem as , a lgun os de vieja d ata , ot ros m s n ovedosos, qu e perm i-ten a rt icular las discus iones.

    1. Anlisis de las ventajas y de los lmites de las fuentes clsicas(censos, listas nominativas, registros vitales)

    Todos los t rabajos presentaron importantes pruebas sobre los

    factores in flu yen tes en la ca lida d d e la in form acin como, por citarslo un ejemplo, las interferencias generadas por las finalidadesfisca les y/ o m ilita res de los relevam ien tos. Pa rtiend o de la viejamxima de Coale y Demeny (todos los datos son culpables hastaqu e demu estr en lo contr ar io), los au tores llevar on a delan te im por -tantes esfuerzos para detectar la deficiencia de los datos y parapropon er form as d e correccin ad ecua da s.

    En esta direccin, s e dest aca el texto de Glad ys Mass (Evalu a-cin de cobertura y calidad de la informacin censal del siglo XIX

    como contribu cin a su post erior explota cin. El cas o del Cens o dela Ciudad de Buenos Aires 17 de octubre de 1855), orientado aexplorar las caracters t icas y la cal idad de ese fascinante censoporteo. Tras u n an l is is exh au st ivo de las variables cens ales y delos errores de cobertura (omisin de viviendas, de reas geogrfi-cas, etc.) y de contenido (confiabilidad de la informacin, inciden-cia de la n o respu esta , e tc . ) la au tora p roporciona in dicaciones degran ut i l idad tanto sobre los estudios suscept ibles de ser real iza-dos a pa rt ir de ese cen so (ap licab les por exten sin a fu en tes s im ila-

    res) como sobre las formas de correccin aplicables a la informa-cin d e bas e, en tre las qu e merece men ciona rse e l u so de m todos

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    su alto nivel de m ortalida d en relacin al caso port eo y al prom e-dio n aciona l cont in an persis t iend o.

    Las ven tajas y lm ites d e los registr os vita les, fu en tes qu e cu en -tan con u n a lar ga y slida reflexin, ap ar ecen en cas i todos los tra -

    bajos, pero alcanzan un lugar especial en el texto de Ana SilviaVolpi Scott y Daro Scott (NACAOB. Una opcin informatizadapara los hi s tor iadores de la fami l ia) que presenta un sof twareespecf ico para la reconst i tucin semiautomtica de famil ias , depr obad a eficien cia en el cas o bra sile o. Dad a la h eterogeneidad depoblaciones en ju ego, la a u sen cia d e reglas de t ra n sm isin de n om-bres de familia, y el carcter disruptivo que presenta el fenmenoesclavista la poblacin brasi lea puede ser concebida como uncaso lmite es decir, particularmente difcil para la aplicacin de

    tcnicas de reconst i tucin nominal basadas en el cruce de regis-t ros parroquiales y l is tas nominat ivas. Adems de su diseo gi l ,verstil y abierto, el programa NACAOB (Nacimientos, Casamien-tos, bitos) presen ta la venta ja d e in clu ir en su form u lacin ta n toa la familia biolgica en el sentido del mtodo Henry como a lapoblacin en su conjunto en la senda de la tcnica de reconst i tu-cin de parroquias desarrollada por Norberta Amorim (1991) que,ent re ot ros mr i tos , permi te tambin recons t i tu i r los encadena-m ien tos genealgicos. No ha ce falta in sist ir sin du da en la en orm e

    im portan cia qu e t iene la existen cia d e u n software ad apta do a laspeculiaridades de la poblacin lat inoamericana para los investiga-dores d e otros p ases d e la regin.

    2. La bsqueda de nuevas fuentes: de los fenmenos demogrf icosa las representaciones culturales y las intervenciones polticas

    La reflexin sobr e las fu ent es y los m todos l leva siempr e con-sigo una reflexin sobre nuevas preguntas, en las cuales se hal laimplc i ta la presuncin de que las fuentes c lsicas han dado las

    respu estas de las qu e eran capa ces. El pa so de la m edicin d e losfenmenos demogrficos a las representaciones socio-culturales ya las intervenciones sociales y pol t icas producidas en cada pocadefine uno de los ejes ms claros de la historia de la poblacinfrente a la dem ografa h is trica c ls ica . Esa m u tacin h a perm it idopa sa r d e la fecu n didad a las m ater n ida des , de los flu jos d e movili-da d a las polt icas m igratorias, de la m ortalida d infan til a las m edi-das sani tar ias dest inadas a la infancia (Rosental , 2006: 19), esdecir a l am plio conju n to de factores qu e h acen in teligible los fen -

    menos, para lo cual resul ta imperiosa la exploracin de nuevasfu entes . No resu lta desd e lu ego extra o qu e esa a fan osa b squ eda

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    aparezca de manera ms notor ia en las reas de desarrol lo msrec iente como la hi s tor ia soc ia l de la sa lud y la enfermedad.Tomando como insumo demogrfico indispensable a la evolucinde los niveles de mortalidad del pasado, este nuevo enfoque prio-

    riza el am plio con ju n to de a sp ectos sociales, cu ltu ra les, econm i-cos, etc. in tervin ien tes en la b aja s ecu lar de la m ortalida d. In sp i-ra dos en m odelos plur ifactoriales del pr oceso de sa lu d-en ferm eda d(es d ecir d escar tan do la visin u n ilatera l de la tra diciona l h iptesism d i c a que t a n a c e r t a da m e n t e pus i e r a e n duda T hom a s Mc .Keown), la apertura interdiscipl inaria y heurs t ica aparece aqu como una condicin sine qua non para e l desarrol lo de este rea.Dado que la baja de la mortal idad es un fenmeno rela t ivamentereciente en la historia de la poblacin y dada la importancia otor-

    gada a la difu sin de corrientes cien tficas y polt icas qu e pr ogresi-vamente fueron infi l t rando a los cuadros y a las prct icas esta ta-les, los tr ab ajos de est a corriente s u elen concen tra rs e como lo evi-den cia n los a qu reu n idos en los s iglos XIX y XX. Tam bin con tri-buye a ello la menor calidad de los registros de mortalidad tantoparroquiales como civiles (incluso, como nos lo recuerda Ribotta,en fech as ta n tar das com o la p rimera m itad del siglo XX), en d at osesenciales como la edad de la muerte y, sobre todo, la causa dedefuncin.

    A esta lt ima variable se consagra precisamente el trabajo deJorge Requejo (Epidemiologa hi s tr ica de Lujn, 1892-1902.Expresiones diagnst icas que nos informan las causas de defun-cin). Tomando como fuente de base los registros hospitalarios, elau tor recons tru ye la evolu cin cu an titat iva d e la m ortalida d (distri-bu cin d e defu n ciones p or edad y sexo, esta ciona lida d y an lisis decau sa s d e mu erte) pa ra proceder lu ego al estu dio de los diagn st i-cos d e mu erte , s in d u da la pa rte m s origin al del texto. La d escrip-cin de las enfermedades dominantes a la luz de los principalesesquemas mdicos de la segunda mitad del siglo XIX y principiosde l XX (el es en cialis ta , el a n a tom opa tolgico y el es pec ifista ) le per -mite concluir que los diagnsticos de las defunciones provinieronde sistemas tericos muy diversos y de prstamos y equivalenciasm u ltifacticas y cam bian tes en tre el sa ber a cad mico y el popu lar.Es te e je rc ic io , que impl ica una impor tante exges is semnt ica ,obl iga a l autor a recurr i r a l a b ibl iograf a mdica de la poca ,fuente de primer orden de este subcampo acadmico. Las conclu-sion es del t rab ajo son de in ters tan to para la h is toria d e la s aludcomo pa ra la evalu acin de la ca lida d de los d atos d e morta lida d en

    la cru cial var iab le de la cau sa de defu n cin.

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    La form u lacin d e nu evas pregun tas lleva a simism o a descu briren algu n os cas os a revisitar en otros fu entes poco o na da tenidasen cu enta h as ta fech as recientes com o las presentada s p or Bass a-nezi, Porto, Carbonett i y lvarez. As, ngela Porto (Fuentes y

    debates sobre la salud del esclavo en el Brasi l del s iglo XIX)recon st i tuye los deba tes s obre la sa lu d d e los esclavos, rea qu e conform e al in ters genera l qu e su scita la p roblem tica de la es cla-vi tud se encuentra en la actual idad en un proceso de despegue yren ovacin . La a u tora d escribe los tem as y pr oyectos orien tad os enesa di recc in, ent re los que se des tacan aquel los que procuranverificar la existencia de una tradicin especfica de pensamientomdico brasi leo sobre la salud-enfermedad de los esclavos queab reva en tema s ta les como la h igiene y las llam ad as enferm edad es

    african as . Las tesis de las facu ltad es de m edicin a d e Ro de J an eiroy de Bah a, los peridicos m dicos d e la poca, los a rch ivos d e lasin st i tuciones h ospita larias , entre otras , con st i tuyen fu entes de pri -mer orden para es te aborda je .

    Mara Silvia Bassanezi (Salud y enfermedad en el Estado deSa n Pab lo (Bras il) en la Primera Rep blica. Las esta dst icas dem -grafo-sanitarias), por su pa rte , propone u n estu dio de las polt icasy de las in st i tuciones d e salud del Esta do de San Pablo, im plemen -tadas a part i r de la dcada de 1880 como respuesta a los proble-

    mas sani ta r ios de l mundo rura l y urbano. Dent ro de l marco deesas polt icas , qu e por regla general estu vieron s u bordin ad as a losintereses del cult ivo del caf, la autora presta especial atencin al a s e s t ad s t i ca s demogr f i co-san i t a r i a s , ampl io conjun to quein clu ye los r egist ros vita les, m igrat orios y h osp ita la rios. El a n lisisde los pr oblema s y poten cial ida des de esa s fu entes es completad opor el de la a bu n da n te in form acin cu alitat iva d isp onible (viajeros,libr os y pren sa de poca, relatos con su lar es, tesis cien tficas , regis-tros m dicos, etc.) y por la p resen tacin de m ap as tem ticos r elat i-vos a la m ortalida d, con el pr opsito de explorar la u tilida d explo-ratoria y comparativa de los Sistemas de Informacin Geogrficaen los estu dios h istricos.

    En la m ism a l n ea in terpretat iva, Adrin Ca rbon et t i (Fu entespara el estudio de la epidemiologa histrica de la tuberculosis enla ciu da d de Crdoba (Argentina ) 19 06 -194 7) recon stru ye las ven-tajas y lm ites de las fu en tes disp onibles pa ra el estu dio de la p esteblan ca du ra n te la p rim era m ita d d el siglo XX. El au tor desb roza loslm ites (errores, ocu lta m ient os, cam bios de cri terios qu e afectan lah omogeneida d de las series tem porales) de las fu entes cu an t ita t i-

    vas (bole t ines es tads t icos munic ipa les , anuar ios provinc ia les ,

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    registr os d e defu n ciones y hosp ita lar ios), algo n o siem pr e frecu en teen los cultores de este en foqu e, y afirm a la n ecesidad de comp letarla in form acin esta dst ica con m at erial cu alitat ivo (tesis, pon en ciasy peridicos m dicos, leyes y decretos, a ctas de con feren cias n acio-

    n ales y de con gresos pa n am erican os, docu m enta cin d e in st itu cio-n es sa n itar ias , literatu ra , e tc .). La t r ian gu lacin en tre da tos cu an t iy cua litat ivos n o slo perm ite corregir e interp reta r m ejor los d atosestadst icos s ino tambin reconstruir la mirada de los mdicos einst i tuciones, preocupacin central de ese subcampo del conoci-miento.

    Por l t imo, Adriana lvarez (Fuentes para e l estudio de lasa lu d, la enferm edad y las in st i tuciones sa n itar ias en la provin ciade Buenos Aires) l lama la a tencin sobre la inconveniencia de

    ana l izar esa provinc ia en base a la s imple prolongac in de losconocimientos y enfoques disponibles para la c iudad de BuenosAires. Para ello recorre las peculiaridades socio-demogrficas de laprovincia (en part icular las vinculadas a su importante grado deruralidad y a su heterogeneidad interna) y el rol que tuvieron lasagencias estatales (nacionales, provinciales y municipales) en eldesa rrollo de la t r am a s an itar ia . Pu n to s in du da origin al de la p ro-puesta , e l t rabajo focal iza la a tencin en inst i tuciones privadash abi tu almente n o ten ida s en cu enta como las en t ida des de benefi-

    cencia, las fi lantrpicas y las mutuales del asociacionismo tnico.El an lisis de es ta s ins titu ciones fin es, form as organ izat ivas y definanciamiento, composicin y direccin femeninas en las dos pri-meras, etc. y la enumeracin de los valiosos archivos y fuentesexisten tes per m ite esca pa r a la focalizacin exclu siva en las accio-nes de salud pbl ica l levadas a cabo por e l Estado que durantemucho t iempo carac te r iz a es ta corr iente in te rpre ta t iva . En e lmismo sentido se destaca el estudio de los niveles inferiores delEstado (en part icular las inst i tuciones hospi ta larias municipales)qu e perm iten arr ojar lu z sobre las con cepciones y las acciones des-plegadas por las lites locales.

    Dado que la mortalidad es el ms biolgico de los fenmenosdemogrficos, la interdisciplinariedad y la multiplicacin de enfo-ques y es t ra tegias aparecen como e lementos cent ra les , como lomuest ra e l t raba jo de Romina Casa l i y Ricardo Guichn (LosSelknam en la misin La Candelaria: aportes historiogrficos alproceso de con tacto en el n orte de Tierra d el Fu ego, desd e u n ab or-da je in terd isciplin ar io) que , en muchos aspec tos , cons t i tuye untexto modlico para futuras investigaciones. Orientado a percibir

    los cambios en el proceso de salud-enfermedad de la poblacin

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    in dgen a de esa m isin sa lesian a ocu rridos t ra s e l con tacto in tert -nico con la sociedad blanca, e l t rabajo se funda en un proyectotransdisciplinar que incluye a la bioarqueologa, la demografa, laecologa, la epidemiologa, la paleoparasitologa y la historia de la

    salud. Tres vir tudes caracterizan la argumentacin: la inclusindel estudio micro en una vis in comparat iva y de carcter s is t-mico que toma en cuenta e l contexto nacional e internacional ; e lenfoqu e in tegral de u n a a m plia plu ral idad de dimen sion es (est rsbiolgico, psicolgico y cultural; hacinamiento; dieta; pautas labo-rales y de asentamiento de los indgenas; agencia indgena en elcontexto de brutal asimetra existente; desterri torializacin de losab orgenes por la expan sin gana dera y la ocu pa cin d e t ierras dela sociedad blanca; etc.); y, resultado de lo anterior, la yuxtaposi-

    cin de un variado conjunto de fuentes his tricas, e tnogrficas,dem ogr ficas y ar qu eolgicas .La m ism a expan sin h eu rst ica a pa rece en la h istoria d e la fam i-

    l ia , aunque las novedades sean aqu menores como lo apuntanace r t adamente Mal lo y Szuchman en razn de su mucha msaquilatada historiografa que la l lev a consti tuirse ms temprana-mente como un campo autnomo de estudios. Las fuentes demo-grficas cls icas ocu pa n u n rol centra l en la p ropu esta de Igor Goi-covic Donoso (Es tru ctu ra a gra ria y comp osicin fa m ilia r en el Va lle

    del Choapa. Illapel, Chile, 1854), quien siguiendo la impronta delos t raba jos de l grupo de Cambridge ana l iza las carac te r s t icasespecficas qu e a su m e el agru pa m iento corres iden cial de la fam iliapopu lar de m ediad os del siglo XIX en u n a d e las zona s m s dist in ti-vas del Chi le t radicional . Las caracters t icas econmicas de laregin y la intensa movil idad laboral de la poblacin mascul inafavorecieron la em ergencia de la estra tegia con sen su ad a d el ar ran -chamiento y la difusin de la i legit imidad, como as tambin laim portan te presencia d e jefatu ras femen in as en u n con texto de pre-dominio de fam ilias n u cleares . La p ropu esta , bas ada en u n enfoqu etra n sversa l, in clu ye el an lisis sistem tico de dimen sion es p ropiasde este tipo de estudios (distribucin espacial, estado civil, estruc-tu ra s p or edad y sexo, an alfab etism o, eda d a l m atr im onio, viviend a,t ipos y tamao de familia, jefaturas de hogar, composicin de lafu erza de tra ba jo, an lisis de las ocup aciones m s relevan tes, etc.).La importancia de los resultados obtenidos sugiere fuertemente lainconvenienc ia de descar ta r los enfoques l l amados c ls icos , unriesgo siem pre posible por la d epen den cia cu ltu ra l de n u estra h isto-r iografa y su tendencia por momentos excesiva a adoptar las

    m odas h istoriogrficas eu ropeas .

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    Aunque esenciales, las fuentes demogrficas clsicas (censos yregist ros vita les) n o son las n icas qu e perm iten con ocer e l pa sa dode la poblacin, como lo muestran las enormes posibi l idades quebrinda n las fu entes n otaria les y los expedientes ju dicia les , en su s

    m lt iples varian tes . Part iend o de la a certad a p resu n cin d e qu e loscon flic tos p u estos de m an ifiesto por esas fu entes con st i tuyen u n aventana privi legiada para estudiar las tensiones imperantes en elin terior del u n iverso fam iliar y dom stico y entr e ste y el conju n tosocial, la historia de la familia ha sabido dotar de conflictividad ydin am ism o a aqu ellas vis ion es can nicas qu e, como el est ru ctu ral-fu n ciona lism o del Grup o de Cam bridge pr oponan im plc itam entevision es m s ar m nicas. La cen tra lida d d e la d im ens in conflict ivaha permit ido i luminar tambin las est ra tegias y las agencias des-

    plegadas por los actores sociales ante las barreras desde luegolegales, pero ta m bin econ micas, tn icas , de gnero que los lim i-tan . De modo na tu ral , los estu dios de fam ilia sin du da u n a d e lasprimeras reas en romper e l corset demogrfico puramente inter-n ista se focalizar on en los m at rim onios en la m edida en qu e comoya lo haba sealado Lvi-Strauss ellos consti tuyen la insti tucinqu e pone dra m ticam ente en juego el encu entro de dos lin ajes .

    En esta l nea, los expedientes de consanguinidad y dispensasconst i tuyen una fuente de primer orden para percibir los l mites

    qu e la estr echez del merca do d emogrfico (por lo gen eral as ociad aa migracin diferencial de varones) y las barreras socio-tnicas ysocio-econmicas imponen al matrimonio exogmico. Esta es pre-cisamente la argumentacin privilegiada por Ferreyra y Siegrist ,dos t ra ba jos qu e por bas ars e en fu entes , perodos y casos regiona -les s im ilares h ab ilitan n u m erosas y fru ct feras com pa raciones. Enel primer caso, y desde una perspect iva demogrfica , Mara delCar m en Ferreyra (Matr im onio de esp a oles en la ciu da d d e Cr-doba en el siglo XVIII. El u so d e fu en tes d iversa s p ar a s u estu dio),reconstruye en clave diacrnica los principales indicadores de lanupcialidad de esa subpoblacin (evolucin de los matrimonios ysu relacin con las crisis econ micas y de m ortalida d, esta ciona li-da d, esta do civil pr evio, eda d a l m atr im onio, du ra cin d e las u n io-n es, segu n da s n u pcias , e tc. ). El cua dro se comp leta con el an l is iscomp ar ad o de la cond icin de los cnyu ges en var iab les clave (eda dal matrimonio, clase, legit imidad, origen geogrfico y condicinsocio-tnica); con la exgesis de las diferentes formas de filiacinno legt imas de los nios (naturales, bastardos, i legt imos, adulte-rinos, incestuosos, etc.); la incidencia de las uniones consangu-

    n eas y de las m igraciones ; y el an lisis de la pr esen cia d e progeni-

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    tores vivos a l m omen to del m atr im onio, ejercicio qu e au n qu e pre-el iminar resul ta muy novedoso en el contexto la t inoamericano.Adem s d e los regist ros pa rroqu iales y cens os, la au tora recu rre aexpedientes matrimoniales, juicios sucesorios, l i teratura geneal-

    gica y a los abundantes datos de contexto derivados del conoci-m ien to del cas o cordobs .Nora Siegr i s t (Parentesco, consanguinidad y di spensas en

    zona s d e la cam pa a d e Bu enos Aires: parroqu ias de Exaltacin d ela Cru z (Cap illa d el Se or) y de Sa n An ton io de Areco: 17 78 -18 27 ),por su pa rte, comb in a la pers pectiva dem ogr fica con la a n tropol-gica pa ra p roponern os u n su gerente an l is is de los pedidos de dis-pen sa en b as e a l estu dio s is tem t ico de las fu entes genealgicas ycensales disponibles. La autora clasifica las causas que justifica-

    ron los p edidos (con sa n gu in idad , pa ren tesco espir itu al de las fam i-l ias , cpula i l c i ta) y, con la ayuda de informacin cual i ta t iva,reconstruye la preceptiva legal, el rol de los curas vicarios y de lostestigos, las sa n ciones ap licad as a los pecad ores y las estra tegiasde consanguinidad orientadas a la conservacin o incremento delpa trimon io y a la b squ eda d e perpetu acin d e los lin ajes. Siegristsu bra ya as im ism o la u t ilida d d e las fu entes gen ealgicas, en tre lasqu e destaca la p osibilida d d e recons tru ir h acia a t rs varias genera-ciones y, en clave ms demogrfica, la al ta incidencia que tuvo la

    con sa n gu in ida d en el con texto estu diad o.Las bar reras qu e lim itar on jur dica y socialmen te a las m u jerestanto en el pasado colonial como en el perodo independiente pro-mueven na tura lmente una a r t iculac in cas i ins tantnea ent re lah istoria d e la fam ilia y la pers pectiva de gner o, cuyos m ritos s onanalizados en clave historiogrfica y heurst ica (tomando en estel t imo caso a las fuentes judicia les como elemento central ) porVa sa llo y Ma llo. En el primer cas o, J aqu elin e Vas s allo (Es pos iblerea l i za r una h i s to r i a de l de recho desde una pe rspec t iva degnero?) analiza el desafo historiogrfico que supone reconstruiru n a h is toria d e las m u jeres a pa rt ir de fu entes y de en foques qu e,com o en el caso em blem tico de la h is toria del derecho, h an estad odomina dos p or u n a persp ect iva an drocntr ica . La re lectu ra crt icade las fuentes (en su caso, los archivos judiciales del Cabildo deCrdoba del perodo 1776-1810), combinada con el anlisis de losescritos de telogos, moralistas, filsofos, literatos y mdicos de lapoca, le per m ite recons tru ir los d iscu rs os y los ideales m odlicos(as igna cin de r oles d e gn ero), las diferen cias de ca stigos y acu sa -ciones a hombres y mujeres, y el uso de las diferencias de gnero

    com o elemen to de argu m enta cin en los pleitos , asp ectos qu e h ab i-

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    litan u n a r espu esta p osit iva au n qu e no exen ta d e dificu ltad es ala p regu n ta qu e da t tulo a l t raba jo.

    En sin ton a con lo an terior, Silvia Mallo (Con flictos y ar m on as :las fu en tes ju diciales en el estu dio de los comp ortam ien tos y valo-

    res fam iliar es) estu dia los expedien tes de la Real Au dien cia in sta -lada en Buenos Aires a fines del siglo XVIII. La riqueza de estasfuentes da lugar a un an l i s i s pormenor izado de los comporta -m ientos fam iliares de los gru pos s u ba ltern os y del discu rso de laspartes . La autora propone abandonar los modelos tericos cerra-dos para indagar en la comprensin del sent ido de las accioneshumanas desde la subjet ividad de los sujetos sociales y subrayalas m lt iples venta jas de este t ipo de fu entes entr e la qu e se des-taca la d e da r cab ida a las voces en accin e in tera ccin de todos

    los sectores de la sociedad, a l menos hasta e l primer cuarto delsiglo XIX cuando la justicia muda de lenguaje y la creacin de lapolica genera cambios en el expediente judicial . Adems de lostpicos clsicos de este campo (como el estudio de las prcticas yde las represen taciones; la existen cia d e u n a p lu ral ida d d e form asde familia en la informacin judicial; la no separacin entre espa-cios pblicos y privados y entre actividades sociales y polticas; lain ciden cia de la ley y de la costu m br e; la accin de las r edes fam i-liar es y clien telar es b as ad as en p ar en tesco real y simb lico; las for -

    m as de m an ipu lacin de la ley en los conflictos intr afam iliar es; laincidencia del gnero; e tc . ) e l t rabajo destaca adecuadamente e lcarcter discriminatorio de la aplicacin de la ley segn los estra-tos sociales y tnicos y propone un exhaustivo inventario de lostipos de documentacin judicial existentes para el siglo XIX.

    En la m ism a perspect iva , se en cua dran los t raba jos de Gu zm ny Gh irar di a pa rt ir de estu dios de cas os emb lem ticos en los qu e ladominacin patr iarcal sobre las mujeres se redobla mediante ladominacin econmica y tnica de la poblacin blanca sobre laspoblac iones mest izas y de or igen a f r icano. Le jos de cua lquiere s que m a t i s m o , a m bos t r a ba j os m ue s t r a n e l g r a do de a ge nc i a(enfrentamiento, resis tencia , negociacin) que caracteriz a lasm u jeres de los sectores su bal tern os. Por su propia na tu raleza, lasfuentes judiciales i lustran no slo los intereses y discursos de losm iemb ros d e la fam ilia y del gru po d oms tico en con flicto sino ta m -bin a u n am plio con ju n to de pa rt ic ipan tes como los vecin os, lasau torida des, e tc. En ese sen t ido ha bi litan , en m ayor m edida qu e adi fe renc ia de los enfoques demogrf icos c ls icos , una aper turarelaciona l dotada de m ayor esp esu ra espa cial y temp oral.

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    Part iendo de la nueva his toria sociocul tural y de una perspec-tiva in tera ccion ist a en cla ve sociocu ltu ra l, Mn ica Gh ira rd i (Expe-riencias de la historia socio-cultural iberoamericana colonial . Unamirada desde la famil ia y e l parentesco) propone una reflexin

    sobre los aportes con ceptu ales qu e esa s y otras corrientes h an rea-lizado a la h istoria de la fam ilia en las lt im as dcad as . El estu diode u n cas o ju dicial pa rt icu lar visto com o u n h echo s ocial totaldefin e aqu un a est ra tegia m etodolgica qu e combina la n arra cinlitera ria con la interp reta cin contextu al y con la p ersp ectiva emic.El carcter fascinante del caso elegido y la riqueza de las fuentesut i l i zadas cons t i tuyen una puer ta de ent rada para e l es tudio dediversos temas (como la sexualidad intra e inter-tnica fuera delm atrimonio, e l aba n don o de nios, la cr ianza de h ijos n atu rales en

    el seno de familias espaolas, el casamiento endogmico, las ten-siones entre parientes , la bsqueda de ascenso social , e tc . ) cuyainc idenc ia y representa t iv idad t rasc ienden la espec i f ic idad de lestu dio de cas o par a i lu m in ar el fu n ciona m ien to de lgicas s ocialesm s genera les . A pesa r de t ra ta rse de u n a s ociedad est ra t i ficada yclasista en la que imperaba una ideologa fuertemente segregacio-n ista , Ghirar di cu est iona correctam ente las vis ion es u n vocas qu even a la familia como agente transmisor del modelo cultural hege-m nico y resa lta el poten cial de los estu dios de fam ilia en gen eral y

    de las fuentes judicia les en part icular (combinadas, como en suestudio con registros parroquiales, protocolos notariales y fuentesgen ealgicas ) pa ra com pr en der la socieda d.

    E l t r aba jo pre sen ta muchos pa ra l e l i smos de in t e r s con e laporte de Florencia Guzmn (Representaciones familiares de lasmujeres negras en el Tucumn colonial . Un anl is is en torno almu nd o domst ico su ba lte rno) qu ien an aliza el m ism o perodo y elmismo conjunto de fuentes . Ms al l de los temas comunes queabordan ambos t rabajos, y sobre lo que no insis t i remos aqu , e linters del texto de Guzmn radica en el anlisis de las relacionespa t r i a rca l e s de pode r ex i s t en te s en l a s un iones en t re hombresblancos y mujeres negras a part ir de la triple perspectiva de clase,gnero y raza. A partir de un caso de divorcio de 1812, la autoradescribe los efectos de este t ipo de uniones como la mulatizacinde la s ocieda d, la exist encia de h ogar es con jefatu ra s fem enin as , lailegitimidad, los tipos de familias de esclavos (matrimonios legti-mos, uniones consensuales, mujeres solas con hijos, etc.), la vio-lencia sexu al, las repr esen tacion es y estereotipos (en pa rticu lar, elm ito de la s ens u al ida d de la m u jer negra llam ad o a tener u n a larga

    duracin) emanados tanto de las prct icas sociales como de lasju diciales y la existen cia d e u n sistem a d e explotacin sexu al en el

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    3 Una excelente sntesis de la evolucin historiogrfica de la historia de la estads-t ica y de su s fu entes tericas y disciplin ares en Desrosires (200 0).

    qu e part icipan las m u jeres n egras com o u n m edio eficaz para m ejo-rar su con dicin y la d e su s h ijos . Vistos en con ju n to, estos t ra ba -

    jos ratifican la importancia de la familia como categora y comoh erram ienta m etodolgica p ara la com pren sin de la h is toria social

    y dem ogr fica.

    3. Fuentes en primer y en segundo grado: historia de la poblacine historia de la estadstica

    Adem s d e propon er in ven tar ios de las fu en tes dispon ibles, y dein da gar su s potencial idad es y los pr ocedim ientos qu e perm iten lasuperac in de sus l mi tes , a lgunos t raba jos como e l de MaraLuisa Andreazza (El papel de los censos en la produccin de lascategoras sociales y esp aciales d e las colonias am erican as ) pr o-

    porciona n ab ordajes m s n ovedosos, provenien tes de la h is toria d ela estadst ica. As, focalizndose en l istas nominativas del sigloXVIII correspondientes a la Estrada Ganadera (actual al t iplanocu rit iba n o en la provin cia d e Paran ), la a u tora estu dia las fu entesa par t i r de lo que hemos l lamado un an l i s i s de segundo grado(Otero, 20 06 ). A diferen cia d el an lis is d e pr im er gra do, qu e u tilizalas fuentes para conocer la poblacin de un perodo, el anlisis ensegundo grado t iene como finalidad esencial reflexionar sobre lascategoras de poblacin y sobre las representaciones de las autori-

    dades que l levaron a cabo los relevamientos. Desde esta perspec-tiva cons tru ctivista , qu e reconoce m ltiples orgen es tericos y dis-ciplinares 3 , las lis ta s a lcan zan el esta tu to de u n a etnografa socialde a l to con tenido taxon mico y de u n discu rso de car cter per for-m at ivo qu e experim enta ad em s con siderables variaciones temp o-rales. Siguiendo esta lgica, y gracias a la uti l izacin conjunta deotras fu ent es dem ogr ficas (ra sgo qu e diferen cia la prop u esta de laau tora d e las in te rpre tac iones pu ram ente posmoderna s d e la h is -toria de la estadst ica), el trabajo recorre las categoras de pobla-cin pr esen tes y sobr e todo au sen tes en las lista s (por ejem plo, lapoblacin femenina, los hombres, los criminales e incapaces, losesclavos y los n o blan cos en gener al) y las cat egoras esp a ciales (enparticular, el reconocimiento de nuevos barrios a part ir de la pol-t ica pombal ina que perfeccion el conocimiento del terr i torio) .Pu n to capital del tra ba jo, el ejercicio no bu sca cu estion ar el u so del a s l i s t a s nomina t ivas como fuen te de pr imer g rado s in dudaesen cial a la d emografa h istrica sino con tribu ir a su m ejor u tili-zac in y comprens in . Jun to con e l an l i s i s ya sea lado de

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    4 Sobre los mtodos especficos de la demografa histrica vanse las sntesis deWilligan y Lyn ch (19 82 ); Arretx et . al . (198 3) para el caso latinoa m erican o; y las m srecientes de Blum et. a l. (19 92 ) y Reher y Sch ofield (199 3).

    Presentacin: De la demografa histrica a la historia de la poblacin

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    Requ ejo sobre las m atr ices in terpr etativas qu e in flu yen en los diag-n st icos de las cau sa s d e m u erte , el t rab ajo de An dreazza i lu st ra lan ecesida d d e avanzar ta m bin en la d ireccin a bierta p or los fecu n -dos estudios de his toria de la estadst ica , rea que const i tuye un

    cam po au tnom o con m lt iples pu entes d e con tacto con la h is toriade la p oblacin en el sen tido am plio en ra zn d e la cen tra lida d qu eel objeto y el concepto de poblacin tuvieron en el desarrollo dellengu aje esta dst ico.

    4. Aplicacin de mtodos indirectos y series temporales

    Conscientes de que la estimacin de indicadores demogrficoscon st i tuye u n tema cen tral de la h is toria de la p oblacin, a lgu n ostrabajos abordaron de modo priori tario la aplicacin de mtodos

    indirectos. Adems de los aportes de Mass y Ribotta, ya mencio-nados, se destaca en este grupo la sl ida contr ibucin de MarioBoleda (Fuentes de efect ivos de poblacin y fuentes de f lujos.Explotac iones agregadas en Demograf a His tr ica amer icana) .A partir del modelo de poblaciones semi-estables y de la inverse

    projection desa r ro l l ada por Rona ld Lee , e l au tor p ropone unarecons t rucc in convincente de la evoluc in de los indicadoresdemogrficos (tasas de crecimiento, natalidad y mortalidad; espe-ra n za de vida , etc.) de d os localida des de Ch a yan ta (a ctu al Bolivia).

    La imposibil idad de obtener estos indicadores a travs de mtodosdirectos clsicos (que, en caso de ser posibles, exigiran ademsm in u ciosas y largas recon stru cciones) da cu enta de la importan ciade este t ipo de recon st i tucin a gregada pa ra los cu ales s e dispon ea s u vez de softwar e esp ecfico (com o el pa qu ete Populate en el casode la inverse projection ) . El t rabajo suminist ra importantes reco-m end aciones p ara la correccin de las series de ba u t ism os y defu n -ciones , y discu te los pr oblem as relativos a la d eclar acin de eda desy la hiptesis del eventual ocultamiento de categoras especficasde p oblacin (como los tr ibu tar ios). Del m ism o mod o, an aliza deba -

    tes d e ma yor riqu eza m etodolgica y terica com o los r elat ivos a lasven tajas de la inverse projection sobr e la ba ck projection , y la ap lica-cin d el esqu em a m altu sian o. Por lt im o, la coin ciden cia d e resu l-tad os obtenidos a pa rt ir d e los m todos p ropu estos ra t ifica s u val i-dez y coherenc ia como as t ambin sus venta jas sobre mtodosalternativos4 .

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    En el mismo sentido, se destaca el trabajo de Sonia Colantonio,Vicente Fuster y Dora Celton (Apellidos como dato para descubrirpa u tas m igratorias : Otra form a d e explotacin d e las fu entes cen -sales), in sp ira do en los m todos de la gen tica d e poblaciones y la

    biodem ogra fa. Toma n do los a pellidos como ind icad or d e la d iversi-dad gentica de la poblacin y como proxy para e l estudio de lasmigraciones, los autores proponen un mtodo para e l clculo dedos t ipos de migracin (la acumulada en el t iempo y la reciente)ba sa do en la frecu encia de los ap ellidos en las regiones receptora s.Los resul tados obtenidos son comparados con las es t imacionesrealizadas a part ir de los datos de origen y residencia consignadosen el cens o cord obs d e 181 3, poca clave respecto a los m ovim ien-tos m igratorios en la regin. Los h allazgos ob ten idos (des agregados

    en espa oles y pa rdos/ m est izos; en varones y m u jeres; en m igra-ciones de corta y larga distancia; individuales y en familia, etc.)ilu st ra n en p rim er lu gar la s emejan za de resu ltad os entre los m to-dos histricos y genticos. En segundo trmino: el descubrimientode flujos especficos de poblacin que slo pudieron ser captadosm edian te los da tos ba sa dos en el m odelo gentico, lo que per m ite alos a u tores s u gerir h iptesis acerca d el ocu ltam iento, por r azon esvinculadas con las levas mili tares, de categoras de poblacin enlos da tos h is tricos s u m in ist ra dos p or e l cen so.

    Los resu ltad os a lcan zad os en am bos casos a pa rt ir de recon st i -tu ciones a gregad as ba sa da s en fu entes d e in form acin incompletara tifican la imp ortan cia d e la a plicacin d e este t ipo de en foqu es n oslo por su gran potencial idad sino tambin por su escasa apl ica-cin r elativa en el cas o lat inoa m erican o. En igu al sen tido, resa ltanl a neces idad ya des t acada opor tunamente por David Rehe r(19 97 ) de a van zar en la a plicacin d e m todos m s sofist icados d ean l is is de series temp orales .

    Del caso al todo

    La r econs tru ccin d e la h is toria de la poblacin a pa rt ir d e estu -dios de ca so a cotados (ya s ea en clave dem ogr fica las m onografasde parroquias o, en la historia de la familia, conflictos especficosdes critos com o h echos sociales tota les como lo propon e Gh ira rd i)h a p erm it ido ilu m in ar as pectos esen ciales d e nu estra h is toria . Lasven tajas d e la r edu ccin d e la es cala de observacin, sea qu e se lacontem ple desd e la pers pectiva cls ica d el en foqu e m icroan alt ico odesde los modernos p l an teos de l a micro storia i t a l iana , son

    am pliam ente conocida s y n os exim en aqu de m ayores d esarr ollos .No es m en os conocida , sin emb ar go, la d ificu lta d de pa sa r del estu -

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    del pas tanto en el plano espacial como en el temporal , exten-diendo el horizonte hacia el siglo XVI y hacia mediados del sigloXIX. La vas teda d y comp lejida d de d im ens iones in clu ida s en el pr o-yecto son a la vez u n comp en dio de las especificida des sociodem o-

    grficas la t in oam erican as , que s e ma n ifiestan en ese p as m s n t i-da m en te por la p resen cia d e la es clavitu d a gra n escala: movilida dde la p oblacin colon ial y m etrop olita n a, m est izaje biolgico y cu l-tural , i legit imidad y consensualidad, posesin y propiedad de lat ierra , dest ru ccin y som etim iento de gru pos indgena s, u rba n iza-cin, expa n sin de la fron tera in terior, in m igracin eu ropea , cliva-

    jes espaciales, raciales, de gnero y de clase, etc. La estrategiam etodolgica lo qu e Henr y defin a como la exploracin su m ar ia dedatos en base a registros vitales y l istas nominativas implica un

    arduo proceso de se lecc in de las mues t ras ; obtenc in, re leva-m iento y an l is is de las series tem porales y su s lm ites; conform a -cin de bancos de datos; ut i l izacin del programa NACAOB; ypunto a destacar la incorporacin y formacin de estudiantescomo elemento necesario tanto para la consecucin del proyectocomo pa ra la continu ida d d e la d isciplin a. El objetivo de pr oceder au n a comp ara cin intercasos a l in terior del rea cu ltu ral bras ilea ,aten ta a detectar m odelos regiona les d e escala in term edia , cons t i-tu ye s in du da u n a va a explorar por invest igad ores de otros p ases

    de la regin, que hemos venido t rabajando por regla general dema nera m enos coordina da .

    Ms all de la historia molecular

    Mu chos d e los t rab ajos d el presen te libro compa rten a dem s elpu n to com n de ir m s a ll d e las u nidades de an lis is c ls ico (lafam ilia b iolgica en el m todo Hen ry, el h ogar en el m todo La slett)pa ra t ra tar d e in corporar a toda la poblacin pr esente en el rea d eestu dio. Esta est ra tegia se orienta en dos d irecciones b sicas : por

    u n lad o, la expa n sin de la recon st i tucin a toda la poblacin, esdecir sin pr ivilegiar de m odo exclu s ivo a las fa m ilias y los h oga res ,p re sen te t an to en los t r aba jos que ana l i zan l i s t a s nomina t ivascomo en el enfoque de Volpi Scott y Scott que procura la recons-tru ccin global de las pa rroqu ias . Por otro lad o, la expa n sin de ladimensin genealgica de la poblacin, aspecto part icularmentelogra do en el texto de Isab el Bar reto Messa n o (Padr ones y ar ch ivospa rroqu iales en el Uru gua y: des afos y altern at ivas en el estu dio delas poblaciones h istricas). Adem s de p resen tar el an lisis d e los

    problem as de cobertur a y con fiab ilida d d e las fu entes , y u n in ven-tario de los re levam ientos existen tes pa ra e l caso u ru gu ayo atento

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    a los hechos histricos que posibil i taron o discontinuaron la exis-tencia de l istas nominativas y registros vitales, el trabajo proponeuna suge ren te ap l i cac in de t cn icas de recons t rucc in de l apoblacin u ru gu aya en ba se a gen ealogas a scend entes de n otable

    profundidad his tr ica . La recons t rucc in de es tas l t imas com-bin a, de ma n era origin al , u n am plio conju n to de fu entes n omin at i -vas escri tas (acta s d e cabildo, testa m en tos, exped ien tes jud iciales,listas de milicias, de votantes, etc.) con informacin genealgicaretrospect iva obten ida m edian te entrevista s a poblad ores actu ales .Ms al l de los conocidos sesgos que presentan las genealogasas cend en tes, la pers pectiva an tropolgica u tilizad a y la u tilizacinde software especf ico permiten arr ibar a importantes resul tadosde los qu e dan cu enta los estu dios realizad os h as ta e l presen te en

    su bp oblacion es esp ecficas (in dgen as y migra n tes eu ropeos).Pero la ru ptu ra d e la visin m olecu lar n o se lim ita a la volu n tadciertamente saludable de i r ms al l de las unidades c lsicaspa ra a lcan zar e l tota l de la p oblacin, as pecto cu ya n ovedad tam -poco deber a exagerarse . El punto de ruptura se encuent ra msbien en el pas aje qu e va d e la d im ens in d em ogr fica a l res to de lasdimen sion es cons titu tivas de lo social y m u y en p ar ticu lar la es ferapolt ica, sa lto qu e se vin cu la centr al pero n o exclu sivam ent e con lapers pectiva d e redes sociales. Este giro relaciona l, u n en foqu e en el

    qu e pu ede verse la fu erte in flu en cia de la a n tropologa social bri t-nica, el micro anlisis y la micro storia i ta l iana, aparece central -m en te en los tr ab ajos de Irigoyen Lpez y Szu chm an .

    Antonio Irigoyen Lpez (Las aportaciones de la historia de lafamilia a la renovacin de la Historia poltica y a la Historia de laIglesia) reflexiona sobre la interfase crucial que une a la historiade la fam ilia con la r en ovacin d e la h is toria p oltica y la h ist oria dela Iglesia en la h istoriogra fa esp a ola recien te. Segn el au tor, lah is toria de la fam ilia h a ap ortado u n a serie de e lemen tos esen cia-les entre los que destaca la vocacin interdisciplinaria, la integra-cin experim en tal ent re las es calas m icro y ma cro y el factor r ela-cional . La vinculacin entre famil ia y pol t ica est dada por e lh ech o de con siderar a l poder, la s ociedad y la cu ltu ra com o con ju n -tos de relaciones en tre pers ona s (lo qu e acerca la posicin d el au tora las vision es m s ra dicales de la m icro s toria italiana) y por la evi-dente centralidad que juega la familia en el tejido relacional de losin dividu os, sobre todo du ran te e l proceso de form acin del Esta doModern o. Part ien do de esta prem isa , e l texto propone u n recorridopor la ren ovacin h istoriogrfica ocu rrida en el estu dio de las in sti-

    tu ciones, las e lites (vis ta s en plu ral y cu ida n do de n o separ arlas de

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    m an era a rt ificial com o lo mu estr a el su geren te an lisis de las el itespolticas y eclesisticas), el parentesco y el linaje, las estrategiasfamil iares orientadas a la perpetuacin de las e l i tes mediante e lmatrimonio, etc. Llevada al plano metodolgico, las afirmaciones

    pr ecedentes su pon en a n te todo in tegra r al in dividu o en la fam ilia;la familia en el grupo social; el grupo social en la organizacinsocial y poltica y sta in ser ta en el tiemp o h ist rico () Un a Hist o-ria, con m ay scu las qu e ya n o es Historia s ectorial.

    La relacin h istoria d e la fam ilia/ h istoria p olt ica com o in terfaseprivilegiad a tam bin ap arece en el t rab ajo de Mark D. Szu chm an(Cam bio de lm ites : en bu sca de la fam ilia h is trica) qu ien se con -centra en el anlisis historiogrfico de cinco temas patr iarcado,gnero, poltica, espacio y niez seleccionados por ser los que a

    juic io del autor han contr ibuido con mtodos ms novedosos yresu ltados m s excitan tes . Cad a tema se ram ifica a su vez en m l-t iples dimensiones que permiten apreciar los aportes de los estu-dios sobre famil ia cuya importancia e l autor rast rea mucho msatrs de la emergencia de la his toria de la famil ia como campoespecfico a la historia cultural, poltica y social latinoamericana.Dos e l ementos apa recen aqu como cen t ra l e s . Por un l ado , l aimportancia del factor relacional (en particular la movilizacin deredes m s all del par en tesco y el decisivo as pecto de la circu lacin

    de la in form acin ) como clave explicativa de las tra n sform acion esde la fami l ia , sobre todo en los mbi tos urbanos . Por ot ro , l ain flu en cia de las coyu n tu ra s de ines tab ilida d y de violen cia polt icasobre la esfera famil iar y domst ica que const i tuyeron un rasgoes t ruc tura l y de l a rga durac in en e l ca so l a t inoamer i cano a lm en os d u ra n te el lar go siglo XIX. In virt ien do y comp lem en tan do laperspectiva de Irigoyen Lpez, Szuchman enfatiza que la polticacon toda s u efervescencia ofrece la m s ilu m in ad ora venta n a p arala historia de la familia lat inoamericana. El trabajo brinda asi-mismo importantes e lementos para una his toria de los conceptosan al izad os, a tenta tan to a su s ra sgos comu n es com o a la variab ili-da d esp acial y cu ltu ral de su s con textos de a plicacin.

    Llegados a este pu n to se im pone u n peque o balan ce del estadode la disciplina que desde luego ser forzosamente provisorio. Nocabe d u da qu e la dem ografa h istrica y la h istoria de la p oblacinlatinoamericanas han realizado avances significativos en las lt i-m as dcadas y qu e, como en otras la t itu des, esos avances consis t ie-

    ron en contribu ir a l desa rrollo (sin p oder reclam ar por ello la pa ter -nidad exclusiva) de campos especficos las historias de la familia,

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    de la esta dst ica, de la inm igracin, y de la sa lu d, p or citar los m seviden tes n o siemp re con ectados en tre s en tr m in os in sti tu ciona -les o de dilogo disciplinar pero de todos modos vinculados tericay metodolgicam ente p or su s p roblem ticas. Tam bin debera reco-

    n ocerse qu e los a van ces h an perm it ido m odificar s u stan cialm entebu ena pa rte de las vision es can nicas y evolu cionistas de las gran -des s ntes i s preexis tentes , t anto las provenientes de la h i s tor iapositivista y orientada a la idea de construccin nacional del sigloXIX como la d erivad a de las per sp ectivas m acr o sociolgicas de losa os 60. En igu al sen tido, las ap u esta s in terdisciplin arias en oca-siones ms declamadas que efectivas han realizado progresos decons ide rac in como lo mues t ran muchos t r aba jos de l p re sen tevolumen. Por lt imo, se ha avanzado tambin en la definicin de

    problemticas propias del caso la t inoamericano que permiten i rrompiendo lo que Hctor Prez Brignoli (2004) definiera como untpico ejem plo de dep en den cia cu ltu ra l de los m odelos h ist oriogr -ficos y metodolgicos europeos. Como sostiene este autor, la refle-xin fu tu ra d ebe par tir de las pregu n tas y problema s esp ecficos delcas o lat in oam erican o (lo qu e lleva im plcito qu e s u ju st ificacin pr o-viene de la historia en general y no de la demografa en particular),pa ra d irigirse des pu s a las fu entes y por lt im o a los m todos.

    Todas estas t ransformaciones ra t i f ican la necesidad de abogar

    por una historia social y pol t ica de la poblacin, abierta, proble-m atizad ora y capa z de su pera r los lm ites d e la cu an tificacin d es-contextual izada. Como sost iene Andreazza, s iguiendo a Nadal in(19 94 ), esta h ist oria d e la p oblacin in clu ye en s u m bito a la h is-toria demogrfica pero no se reduce a e l la , abarca, s imultnea oaisladamente , una his toria antropolgica de las poblaciones, unademografa econmica re t rospect iva, una etno-demografa his t-rica a lo que debera agregarse una historia pol t ico-insti tucionalde las inf luenc ias mutuas ent re evoluc in de las poblac iones yestructuras de poder. Como sostiene Rosental (2006: 19), la histo-ria de la p oblacin debe p ar tir d e la p rem isa de qu e toda poblacindebe s er com pr en dida como el pr odu cto de u n a fab ricacin polt icay ju rdica. Sigu ien do a la a n tr opologa p oltica , ello in volu cra ta m -bin las modalidades de produccin de los datos objetivados en elregistro estadst ico (con el inevitable ingrediente de los saberescien tficos y ad m in istr ativos d e cad a poca), el estu dio de las in ter -acciones entre las poblaciones y las insti tuciones y entre compor-tam ientos y representa ciones.

    Desde luego, no deberamos quedarnos con la mitad l lena del

    vaso ya que los problemas y desafos son y seguirn s iendo muy

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    gran des. Asimism o son m u cha s las rea s y los perodos que m ere-cen nues t ra a t enc in fu tura . Ms impor t an te an : l a no tab le ysa ludable expans in de problemt icas a las que hemos a ludidoparcialmente hasta aqu , t rae tambin sus r iesgos. Como en los

    procesos de corrimiento de las fronteras internas del siglo XIX, elespa cio y las tem t icas d e los estu dios se h an agran da do con side-ra blemen te p ero a diferen cia del pas ad o el terri torio que defin enes ahora menos preciso en sus l mites y sus modelos de anl is is .Menos preciso, pero en ocas iones tam bin m enos firm e, a l menosen un punto: si bien la demografa histrica, es decir la vert ientemedicionista y operacionalizada de la historia de la poblacin, nocons titu ye la n ica va d e acceso al pa sa do, debera evitar se la ten -den cia a reh u ir de la n ecesida d d e medicin s o pretexto de con cen-

    t ra rse exc lu s ivam ente en las as pectos pu ram ente cultu ra les . En ta lsen tido, y al igua l que ocu rre en otros con textos h istoriogrficos, lah is toria d e la p oblacin a ctu al se ha lla r ecorrida por u n a ten sin n o siemp re f cil de r esolver en tr e los ob jetivos m edicion ist a s d e ladem ogra fa h istrica cls ica y los objetivos m s am plios d e la h isto-ria de la p oblacin . Por ra zones ligada s a l esta do actu al de las cien -cias sociales, esta discusin se halla lejos de ser zanjada satisfac-toriam ente pero resu lta legt im o esperar qu e los avan ces n o se rea-l icen a expensas de las viejas conquistas del pasado. Parafrase-

    an do a Rosen tal (20 06 : 22 -23) la h istoria de la p oblacin t ien e an tes el gran desafo de l levar adelante una historia experimental yconstructivista (multiplicacin de puntos de vista sobre el objeto,decon stru ccin de categoras , ju egos de es calas ) qu e deber recha -zar, al mismo tiempo, la historia cuanti tat ivista de la demografahistrica y la renuncia a la medida propia de las versiones extre-m as del relativism o crt ico postm odern o. Cu alqu iera s ea el cas o esde es pera r qu e, com o lo vaticin David Reh er (19 97 : 120 ), la h isto-r ia d e la p oblacin la t in oam erican a d esemp ee u n pa pel re levan te .

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