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Piezas decorativas visigodas del Alcázar cordobés

May 11, 2023

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anejosde anales dearqueologíacordobesaAnAAC [ 1 ] 2008

Page 3: Piezas decorativas visigodas del Alcázar cordobés

Comité de redACCión

direCtores

Desiderio VaQUeRIZo GILjuan Fco. MURILLo ReDonDo

seCretArios

josé a. GaRRIGUet Mataalberto León MUñoZ

VoCAles

alicia aRÉVaLo jIMÉneZsilvia CaRMona BeRenGUeRIsabel FeRnÁnDeZ GaRCÍaeduardo FeRReR aLBeLDaBartolomé MoRa seRRanoDolores RUIZ LaRanuria de la o VIDaL teRUeL

eVAluAdores externos

agustín aZKÁRate GaRaI-oLaÚnjulia BeLtRÁn De HeReDIa BeRCeRoGian Pietro BRoGIoLojuan M. CaMPos CaRRasCoteresa CHaPa BRUnetPatrice CRessIeRsimon KeaYPaolo LIVeRanIFrancisco ReYes tÉLLeZjoaquín RUIZ De aRBULo BaYona

CorrespondenCiA e interCAmbios

Área de arqueología, Facultad de Filosofía y LetrasPlaza de Cardenal salazar, 3. 14003 CóRDoBatel.: 957 218 804 - Fax: 957 218 366e-mail: [email protected]

D. L. Co: 748/2008I.s.s.n.: 1888-7449

ConfeCCión e impresión:

Imprenta san Pablo, s. L. - Córdobawww.imprentasanpablo.com

anaaC no se hace responsable de las opiniones o contenidos recogidos en los artículos, que competen en todo caso a los autores de los mismos

anejosde anales dearqueologíacordobesa

Revista de periodicidad anual, publicada por el Área de arqueología de la Universidad de Córdoba y la Gerencia Municipal de Urbanismo del ayuntamiento de la ciudad, en el marco de su convenio de colaboración para la realización de actividades

arqueológicas en Córdoba, entendida como yacimiento único.

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ÍndiCe

introducción

Pág. 11 / 15 León MUñoZ, alberto: “Hacia un nuevo Modelo de Gestión ar-queológica en Córdoba. el Convenio UCo-GMU”.

Pág. 16 / 20 ConVenIo UCo-GMU: “Una vida dedicada a la arqueología. ana María VICent ZaRaGoZa y alejandro MaRCos PoUs, en home-naje”.

prehistoria

Pág. 23 / 42 CLaPÉs saLMoRaL, Rafael & CastILLo PÉReZ De sILes, Fáti-ma & MaRtÍneZ sÁnCHeZ, Rafael María: “novedades en torno las postrimerías del neolítico en el Guadalquivir Medio. el asenta-miento de “Iglesia antigua de alcolea” (alcolea, Córdoba)”.

Arqueología clásica

Pág. 45 / 66 RoDRÍGUeZ sÁnCHeZ, M.ª Carmen: “el ager cordubensis: una aproximación a la delimitación del territorio de Colonia Patricia Corduba”.

Pág. 67 / 82 MoReno aLMenaRa, Maudilio & GUtIÉRReZ DeZa, M.ª Isabel: “el reciclaje marmóreo en Corduba durante el Bajo Imperio (siglos III-IV d. C.)”.

Arqueología de época tardoantigua

Pág. 85 / 106 BeRMÚDeZ Cano, josé Manuel & León PastoR, enrique: “Pie-zas decorativas visigodas del alcázar cordobés”.

Arqueología medieval

Pág. 109 / 134 CasaL GaRCÍa, M.ª teresa: “Características generales del urbanis-mo cordobés de la primera etapa emiral: el arrabal de Šaqunda”.

Pág. 135 / 162 LóPeZ GUeRReRo, Rosa: “La cerámica emiral del arrabal de Šaqunda. análisis cerámico del sector 6”.

Pág. 163 / 200 RUIZ LaRa, M.ª Dolores & sÁnCHeZ MaDRID, sebastián & Cas-tRo DeL RÍo, elena & León MUñoZ, alberto & MURILLo Re-DonDo, juan F.: “La ocupación diacrónica del Y 'a–nib al-Garbı – de Qurt ≥u–ba. Intervenciones arqueológicas realizadas en el Zoológico Municipal de Córdoba. análisis de conjunto”.

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Pág. 201 / 220 CÁnoVas UBeRa, Álvaro & MoReno aLMenaRa, Maudilio & CastRo DeL RÍo, elena: “análisis de los espacios domésti-cos en un sector de los arrabales occidentales de Qurt≥u–ba”.

Pág. 221 / 232 León PastoR, enrique & CastRo DeL RÍo, elena: “nue-vos datos sobre la ocupación islámica en al-Y 'a–nib al-Y 'awfi de Qurt ≥u–ba”.

Pág. 233 / 246 CaRMona BeRenGUeR, silvia & MoReno aLMenaRa, Maudilio & GonZÁLeZ VÍRseDa, Marina L.: “Un basurero califal con piezas de vidrio procedentes del acueducto de la estación de autobuses de Córdoba”.

Pág. 247 / 264 saLInas PLeGUeZUeLo, elena: “Materiales cerámicos de las intervenciones arqueológicas en el Vial norte del Plan Parcial RenFe de Córdoba”.

Pág. 265 / 278 saLInas PLeGUeZUeLo, elena & MÉnDeZ, M.ª Carmen: “el ajuar doméstico de una casa almohade del siglo XII en Córdoba”.

Arqueología postmedieval

Pág. 281 / 300 León PastoR, enrique & MoReno aLMenaRa, Maudilio & VaRGas Cantos, sonia: “Una muestra de arquitectura civil mudéjar en Córdoba”.

Pág. 301 / 318 GonZÁLeZ VÍRseDa, Marina L. & MoReno aLMenaRa, Maudilio: “Un conjunto cerámico de principios de siglo XVII en la C/ Capitulares de Córdoba”.

Arqueología y Gestión

Pág. 321 / 338 PULIDo CaLVo, alberto josé: “La arqueología como instru-mento de rentabilidad social y económica: el ejemplo de Cór-doba”.

publicaciones

Producción del Grupo de Investigación HUM-236 en 2007.

normas de redacción.

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ARQUEOLOGÍA DE ÉPOCA TARDOANTIGUA

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PIEzAs DECORATIvAs vIsIGODAs DEL ALCázAR CORDObÉs1

JOsÉ MANUEL bERMúDEz CANOUniversidad Pablo de Olavide, Sevilla

[email protected]

ENRIQUE LEóN PAsTORConvenio GMU-UCO

[email protected]

R e s u m e n en este artículo ofrecemos un catálogo de los elementos de decoración arquitectónica vi-sigoda procedentes y conservados en el alcázar de Córdoba. el repertorio comprende tres capiteles de columna, un fragmento de placa calada, otro con decoración de cuadrifolias, un fragmento de friso, una placa con decoración cruciforme, y un nicho bajo arco. Dada su heterogeneidad, no podemos ofrecer un estudio de conjunto. no obstante, creemos interesante dar a con conocer estas piezas, hasta el momento inéditas.

s u m m a R yIn this article we offer a catalogue of the elements of architectural decoration visigoda pro-ceeding and preserved in the Fortress of Cordova. The digest understands(includes) three capitals of column, a fragment of soaked plate, other one(different) with decoration of cua-drifolias, a fragment of frieze, a plate with cruciform decoration, and a niche under arch. Given his (her,your) heterogeneity, we cannot offer a study of set. nevertheless, we believe interesting to give to in spite of knowing these pieces, up to the moment unpublished.

INTRODUCCIóN

el alcázar de los Reyes Cristianos presenta una riquísima heterogeneidad edili-cia, conformada en sucesivas reformas y construcciones a los largo del tiempo. en este sentido, las investigaciones más recientes (Garriguet; Montejo, 1998a;

1 este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación “In amphitheatro.

Munera et funus. análisis arqueológico del anfiteatro romano de Córdoba y su entorno urbano (ss.

I-XIII d. C.)”, financiado por la secretaría de estado de Política Científica y Tecnológica (Dirección

General de Investigación, Ministerio de educación y Ciencia), en su convocatoria de 2006, con apoyo

de la Unión europea a través de sus Fondos Feder (Ref. HUM2007-60850/HIsT).

También se inscribe en el Convenio de Colaboración que el Grupo de Investigación del P.a.I.

HUM 236, integrado por todos los miembros del Área de arqueología de la Universidad de Córdoba,

mantiene con la Gerencia Municipal de Urbanismo del ayuntamiento de Córdoba para el estudio de

Córdoba, ciudad histórica, entendida como yacimiento único (www.arqueocordoba.com)

AnAAC n.º 1 CóRDoba 2008 PÁG. 85 / 106 Issn 1888-7449

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José Manuel Bermúdez Cano / Enrique León Pastor

Lám. 1: Imagen

Histórica del Patio de

Mujeres.

Garriguet; Montejo, 1998b) junto a las últimas excavaciones realizadas en el propio recinto2, no solamente han corro-borado la anterior afirmación sino que han enriquecido, aún más, el conoci-miento acerca de los complejos desa-rrollos urbanísticos acaecidos a partir de época tardoantigua en el extremo sur-occidental del pomerium romano y las inmediaciones de la Puerta del Puente, (León, 2006, 413).

Por tanto el presente estudio del conjunto de materiales visigodos recu-perados y expuestos en el propio al-cázar de los Reyes Cristianos debe in-excusablemente cimentarse desde un conocimiento lo más exhaustivo posible –aunque este no sea el objetivo principal del trabajo– de los contextos histórico ar-queológicos que los rodean; es decir, el ámbito político-religioso del alcázar an-dalusí y la Mezquita aljama de Qurtuba asentado sobre los terrenos del antiguo complejo episcopal de san Vicente y las residencias-palacio de los gobernadores visigodos3.

en cualquier caso, las recientes intervenciones arqueológicas realizadas junto al límite meridional de la amplia-ción romana de la ciudad4 constatan una intensa ocupación desde época altoimpe-

rial. a partir de finales del s. III, acontecen toda una serie de profundas transforma-ciones que finalizan en la segunda mitad del s. VI, conformando el entorno urbano en el que posteriormente se desarrollará el urbanismo andalusí (León, 2006, 414; Murillo-Casal-Castro, 2004, 258).

en este sentido, las referencias más directas relacionadas con la localiza-ción y protagonismo del Palacio Visigodo en el momento de la conquista islámica

2 La actuación arqueológica puntual en el Patio de mujeres del alcázar de los Reyes Cristia-

nos, llevada a cabo dentro del Convenio de Colaboración entre la Gerencia Municipal de Urbanismo

y la Universidad de Córdoba.3 ajbar Maymuía: Una vez consumada la conquista de Córdoba, Mugit fue obligado a aban-

donar el palacio de los gobernadores visigodos, donde se había instalado en un primer momento,

trasladándose a una casa provista de huertos y jardines llamada al-Yoççena, antigua propiedad real

que al parecer existía “junto a la puerta de algeciras (bab al-Yazira), que es la del puente, frontera a

la brecha por donde penetraron sus soldados” (Lafuente, 1867: 33). a partir de entonces, nos dice

el ajbar Maymua, esta magnífica casa-palacio fue denominada balat Mugit. 4 entre ellas podemos mencionar las intervenciones dirigidas por j.a. Morena en los distintos

solares situados en la Ronda de Isasa o la campaña de excavación de la “Puerta del Puente” y de

la muralla sur realizada por la Gerencia de Urbanismo durante las obras de instalación de la red de

saneamiento del Paseo de la Ribera.

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PiEzAs dECorAtivAs visigodAs dEL ALCázAr CordoBés

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de la ciudad vienen dadas por el Ajbar Machmuâ, crónica anónima del siglo XI5. si bien no aparece indicación alguna sobre la ubicación del palacio visigodo, a partir de las vagas noticias proporcio-nadas por las fuentes literarias islámicas, la tradición historiográfica6 ha asumido la localización del mismo en una indeterminada zona del solar que posteriormente se constituiría en el alcázar andalusí (vid. Garriguet-Montejo, 1998a) y la fortaleza cristiana (vid. escribano.1972).

nada más iniciarse la ocupación islámica en Madı–nat al-Qurt.u–ba se instala, en este sector del núcleo urbano, la sede del poder político de al-andalus. Paulatinamente se llevan a término notables obras de acondicionamiento, refuerzo y embellecimiento del alcázar, desde época emiral hasta los últimos momentos del califato (García Gómez, 1965: 334; Garriguet-Montejo, 1998a: 307) y que se prolongarían, prácticamente sin solución de continuidad, hasta época tardoislámica.

Tras la Reconquista, la actual fortaleza cristiana ocupó una pequeña extensión en la esquina sW del conjunto palatino andalusí, donde, según las últimas propuestas, se localizaban diversos equipamientos secundarios destinados para el acuartelamiento militar (Garriguet-Montejo, 1998b)7. Posteriormente, diferentes impulsos constructivos –guerras civiles por la sucesión del trono enrique IV en la segunda mitad del s. XV; cesión por parte de los Reyes Católicos del alcázar Cristiano al santo oficio para instalar aquí al Tribunal de la Inquisición o la adaptación del edificio como cárcel pública en 1821– a lo largo del tiempo conformaron el complejo esqueleto arquitectónico que hoy se nos muestra.

LOCALIzACIóN y PROCEDENCIA DE LOs MATERIALEs ANALIzADOs

Durante toda la segunda mitad del siglo XX en el alcázar de los Reyes Cristianos se han sucedido toda una serie de actuaciones de diversa índole (Garriguet-Montejo, 1998a, 310-314) que han recupera-do un considerable número de materiales que, por las particularidades que rodearon a cada una de estas intervenciones, han quedado descontextualizadas de su contexto arqueológico original. es, por tanto, una de las finalidades de este trabajo, intentar rellenar este vacío documental y dotar a estas piezas de un estudio, lo más exhaustivo posible, que permita, cuanto menos, paliar las carencias documentales observadas a este respecto.

Dentro de ese primer lote de piezas cabe destacar el capitel dispuesto tras la fuente del Patio Morisco, el friso de secantes con gancho del patio de entrada a los baños del alcázar, dos fragmentos –uno de celosía y, otro, perteneciente a una placa ornamental de mármol– ubicados en el corredor norte del Patio Mudéjar –actualmente cuarto de los servicios de limpieza del alcázar–, y el capitel em-plazado sobre un fuste de granito bajo la balconada del salón de los Mosaicos en el Patio de Mujeres. Todos ellos, aún cuando no se ha podido comprobar documentalmente su origen, parecen proceder de las intervenciones llevadas a cabo por Víctor escribano Ucelay en las campañas de excavación de 1951-1955 –en el “Patio Mudéjar”– y en 1963-1968 –en la mitad norte del “Patio de Mujeres”–. a este respecto, nos parece interesante resaltar, la noticia aportada por este excavador en relación con la monumental pieza marmórea, expuesta junto alguna de las arriba mencionadas en el patio de

5 “... Moguits se dirigió al palacio del Rey, mas éste, al saber la entrada de los musulmanes, había salido por la

puerta occidental de la ciudad, llamada puerta de Sevilla, con sus 400 o 500 soldados y algunos otros, y se había guarne-

cido en una iglesia dedicada a San Acisclo, que estaba situada en esta parte occidental, y era firme, sólida y fuerte. Ocupó

Moguits el palacio de Córdoba, y al siguiente día salió y cercó al cristiano en la iglesia, escribiendo a Tarik la nueva de la

conquista” (Lafuente, 1867: 25)6 Ramírez de arellano atribuye la construcción de dicho palacio “al duque Jeufredo, padre del rey don Rodrigo”,

aunque “no puede precisarse un la extensión ni el emplazamiento que tendría este alcázar visigodo” (Ramírez de arellano,

1982: 119)7 La actual fortaleza cristiana ocupa una extensión mucho menor que la del conjunto palatino andalusí. sin entrar en

las diferentes hipótesis planteadas sobre la extensión y sus límites es interesante reseñar la propuesta de Garriguet-Montejo

(1998b) que sitúan en esta zona el área destinada a acuartelamiento militar desprovisto de ornatos y áreas plenamente pa-

latinas.

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José Manuel Bermúdez Cano / Enrique León Pastor

entrada de los “baños Reales”, que interpreta como “frontal de pila” y que fue reutilizada como losa de retrete en la an-tigua cárcel (escribano, 1972, 19-20). esta última informa-ción podría dar ciertas pistas sobre la aparición de todas las demás piezas –expuestas en dicho testero y el entorno más inmediato del patio morisco– muy probablemente recupera-das durante las actuaciones de restauración y consolidación llevadas a término bajo su dirección.

Del mismo modo, se incluyen además los materiales recogidos, con metodología arqueológica, en el transcurso de la última excavación en el Patio de Mujeres del alcázar de los Reyes Cristianos, llevada a cabo dentro del Convenio de Colaboración entre la Gerencia Municipal de Urbanismo y la Universidad de Córdoba, que fueron, en primer término, el objeto de estudio de este trabajo8. entre ellos destaca una placa nicho –reutilizada para en el recrecido de un alzado de sillería–, junto a un fragmento de fuste con acanaladuras helicoidales, recuperado en uno de los rellenos sedimentarios de carácter antrópico, y un capitel, igualmente, desechado en otro depósito de similares características al anterior.

Por último, se añade la gorronera de la pequeña puerta de entrada al alcázar localizada hacia la mitad del lienzo de muralla norte que conecta con una de las escaleras de acce-so a las plantas intermedia y baja del edificio, y que reutiliza una gran pieza marmórea labrada en época visigoda.

EsTUDIO DE MATERIALEs

Pieza n.º 1. Capitel: Alcázar de los reyes cristianos, Pa-tio Mudéjar (lám. 3)9

Capitel de orden corintio con un único rango de hojas, realiza-do en mármol blanco de grano medio y aspecto sacaroideo en las fracturas. La pieza muestra evidentes muestras de reutili-zación. La base del cálatos ha sido completamente retallada (hasta una altura de 5 cm.) y la zona superior del ábaco presenta un gran orificio circular de 27 cm. de diámetro10. el capitel tiene una altura total de 31 cm, el diámetro en la base del cálatos es de 27 cm, y la longitud de los brazos del ábaco es de 50 cm.

el capitel tiene una estructura cercana a los cánones corintios, aunque en ella se aprecian ligeras anomalías. Los ángulos superiores están formados por un espolón macizo, sobre el que se tallan tanto las volutas como las hojas an-

8 agradecemos al Director de la intervención, el Dr. D. alberto León Muñoz, las facilidades

dadas para permitir el estudio de estas piezas.9 Tipo bII-1, anómalo, bermúdez, 2003, n.º 104, 239-340.10 estos elementos retallados muestran una posible reutilización, no como elemento arquitec-

tónico, sino como objeto mobiliario, probablemente un mortero.

Lám. 2: Patio de

entrada a los Baños

del Alcázar y sondeo

de E. Ucelay en el

Patio Mudéjar.

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PiEzAs dECorAtivAs visigodAs dEL ALCázAr CordoBés

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gulares de los caulículos. este hecho, unido su escasa altura, confiere a este ejemplar un aspecto cúbico. a pesar de ello, el ábaco pre-senta brazos curvos perfectamente articula-dos y el cálatos tiene una forma ligeramente troncocónica. esta estructura formal eviden-cia una tendencia simplificadora, cuyas pau-tas principales serán la cada vez más acen-tuada presencia de “espolones angulares”, y la tendencia a formas cúbicas.

La estructura decorativa se ajusta a los cánones corintios. Tiene caulículos completos, y motivo central avenerado; aunque carece de decoración en la zona central del cálatos. Las hojas presentan un único tallo, en torno al que se ordenan grupos de lóbulos cortos y de ápices redondeados. Los lóbulos tienen los ápices bipartidos mediante un punto de trépa-no de gran diámetro y escasa profundidad. el conjunto caulículo-volutas, presenta leves se-mejanzas con los modelos corintio-asiáticos. Tiene unas volutas de cintas cortas y linea-les, parcialmente solapadas por las hojas del caulículo. este tipo de caulículos se desarrolla a partir del s. III, cuando se simplifican los motivos decorativos y adoptan volutas linea-les11. en los ejemplares cordobeses más tar-díos12, aunque no tienen espolones salientes, las hojas de los caulículos realizan la función de adaptación de la forma troncocónica del cálatos al ábaco, en una solución que apunta a la adoptada en este ejemplar13.

Por otra parte, la talla es de escaso volumen. está realizada a base de bise-les de escasa profundidad, completados con someros puntos de trépano que re-marcan los ojales de las palmetas. Las perforaciones por rotación son de escasa profundidad, aisladas y con un valor puramente decorativo. no presenta ahueca-mientos entre los distintos motivos decorativos. Por ello predominan absoluta-mente los volúmenes estructurales. Como en el caso de la estructura formal, se aprecia una simplificación decorativa provocada por la desaparición del trépano como herramienta fundamental en la talla.

11 en estos ejemplares desaparecen algunos elementos, y otros se transforman. en el caso de las

hélices, ocupan un reducido espacio sobre la secunda folia, y las volutas se convierten en cintas cortas

y planas. La evolución descrita se efectúa durante el período tetrárquico-primoconstantiniano, tanto en

producciones béticas como africanas, lo que evidencia la existencia de vínculos directos entre ambas

regiones y oriente durante el s. IV d. C. (Márquez, 1992, 1288). en este sentido, no debemos olvidar la

presencia en Córdoba de este tipo de capiteles al menos hasta principios del s. V d. C. (Márquez, 1993,

207-208).12 (Márquez, 1993, n.º 311, 312).13 Morfológicamente son comparables a los capiteles bizantinos, itálicos y egipcios (Márquez,

1993, 162).

Lám. 3: Capitel

n.º 1.

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José Manuel Bermúdez Cano / Enrique León Pastor

Lám. 4: Comparaciones con

el Capitel n.º 1.

en otro orden de cosas, el aspecto de las hojas acantizantes es compara-ble al de un ejemplar cordobés (lám. 4.b)14. en este caso la base de las hojas cuenta con dos lóbulos adicionales, algo más largos y en posición horizontal que se unen con los de las hojas contiguas, provocando la aparición de una especie de “motivo espigado” en la base del cálatos. en nuestro caso la base del cálatos

se encuentra retallada, por lo que no podemos comprobar este extremo. aunque es posible que desarrollara de forma similar. existen otros elementos de compa-ración con este ejemplo, como el módulo, el material, y la estructura de la pie-za. Para ambas piezas encontramos algunas analogías con capiteles clasificados como tardoromanos15. Pero también existen ejemplos vinculados a influencias orientales en el mundo visigodo. este extremo pueden ilustrarlo algunos capiteles conservados en la Cámara santa de la Catedral de oviedo, fechados a principios del s. VII16.

no obstante, un ejemplo mucho más cercano lo encontramos en una pieza de la Mezquita (lám. 2.d)17. en este caso, tanto la estructura como la decora-

14 Conservado en un patio de la c/ Rey Heredia, Córdoba (bermúdez, 2003, n.º 103).15 en especial con un ejemplar conservado en Mérida, colección D. Luis Quirós, s. IV (barrera,

1984, 60, n.º 93; Gutiérrez, 1992, 130, n.º 645).16 Domínguez considera que estas piezas derivan de el foco escultórico de la diócesis de

astorga s. VI. (1987, 376 , lám. CCCLXXXIX). el mismo modelo de hoja es empleado en otra pieza

de la misma catedral, con similar estructura, pero derivada de tipos corintizantes con hojas angulares

(Domínguez, 1987, 384 , lám. CCCXCIV).17 Mezquita, oratorio de ‘Abd al-Rah≥ma–n I, adosado a uno de los pilares del muro norte de la

Catedral. (ewert-Wisshak, 1981, K23-24, 162, lám. 55.b; Cressier, 1985, 239-240; Domínguez,

1987, 38, fig. 290).

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Anejos de Anales de Arqueología Cordobesa 1 / 2008

PiEzAs dECorAtivAs visigodAs dEL ALCázAr CordoBés

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ción son perfectamente comparables, a pesar del empleo de un modelo de hoja distinto. en su es-tructura encontramos una simplificación formal ya apuntada en nuestro ejemplar. en este caso la zona angular bajo las volutas, no presenta ahuecamientos, lo que confiere a esta zona un aspecto de espolón macizo. en ambos casos, y a pesar de su cercanía a los modelos corintios, se produce un alejamiento de la concepción clásica. este alejamiento parte de la pérdida de la función sustentante de las volutas, llegará a provocar una estructura caracterizada por salientes angulares.

ambos ejemplos parecen evidenciar dos estadios de un proceso de simplificación estructural, quizás provocado por el empleo de técnicas de talla a bisel. La pauta principal de esta evolución se centra en la zona superior del capitel. en esta zona se observa una tendencia hacia los volúmenes angulosos macizos, que sobresalen de la masa nuclear del cálatos, o auténticos “espolones” salien-tes. Un proceso similar puede rastrearse en las producciones bizantinas18, o en el desarrollado de la segunda mitad del s. V en Rávena. en este caso la evolución se basada en modelos definidos por una volumetría compacta, y parte de una nueva concepción decorativa que reinterpreta los modelos clásicos19. La última fase de este proceso evolutivo desemboca en capiteles de volúmenes reducidos y ábacos completamente cúbicos (Raspi-serra, 1993, 176).

en el caso cordobés esta evolución parece realizarse a través de formas cercanas a los prototipos clásicos, de los que nuestro ejemplar representa el estadio inicial. no creemos incoherente plantear que estas piezas fueran importadas. en cualquier caso estos ejemplares suponen la implantación de un nuevo modelo formal. este modelo pudo ser imitado por talleres locales, pero con una más que evidente deficiencia técnica. en este ambiente podemos situar un ejemplar de Museo arqueológico y etnográfico de Córdoba (lám. 2.c, bermúdez. 2003, n.º 66). este último caso puede responder a una evolución simplificadora, que como veremos más adelante puede vincularse con el ejemplar n.º 2. en él se emplea un tipo de hojas palmiformes a las que podemos suponer una procedencia africana y un origen oriental. estas variaciones implican la existencia de unas influencias superpuestas sobre un ambiente estilístico permeable.

Por todo ello podemos situar esta pieza en la fase inicial de un proceso, donde se recuperan modelos clásicos, en los que se produce un fenómeno de simplificación estructural y decorativa. Fase que podemos emplazar cronológicamente en la segunda mitad del s. VI.

n.º 2. Capitel: Alcázar de los Reyes Cristianos patio Mujeres (Lám. 5.b-5.d)20

Fragmento de capitel, conserva dos de los ángulos superiores, pero con grandes desperfectos y par-cialmente la segunda corona, hasta una altura de 28 cm. La pieza presenta grandes fracturas en la zona del ábaco y las volutas, y ha perdido gran parte del cuerpo inferior. a pesar de ello, la porción conservada permite restituir la fisonomía completa de la pieza.

el modelo formal adoptado deriva de una evolución autónoma del orden corintio. La forma del capitel es ligeramente troncocónica alargada, y el cuerpo se prolonga hacia el exterior en los ángulos de los brazos del ábaco en una especie de “espolones” salientes.

La altura del ábaco es de reducidas dimensiones; y no existe una división tajante entre el ábaco y el cuerpo del capitel. La planta del ábaco presenta cierta articulación conseguida a través de unos brazos curvos y ligeramente alargados. Desde el punto de vista estrictamente estructural, el ábaco se reduce a una tablilla de unos centímetros. el motivo central del ábaco, que sobresale prominente-mente, está realizado en forma semicircular.

18 sabine noack-Haley apunta para esta forma estructural un origen oriental centrado en el s. VI, ofreciendo como ejemplo

un capitel del Museo de la Plaza del Templo de jerusalén (1990, 41, lám. 3.f).19 esta evolución puede rastrearse en los ejemplares del Museo nacional de Rávena (olivieri-Farioli, 1969, 4-5, lám.

3-5), o san apolinar in Classe iglesia del espíritu santo (Raspi-serra, 1993, lám. 3-4).20 serie III.1b (Cressier, 1985); Tipo 11 (ewert, 1981); Tipo Cnb2 (Domínguez, 1987). Tipo bII-2, subtipo bII-2.a

variante 1 (bermúdez, 2003, n.º 73).

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José Manuel Bermúdez Cano / Enrique León Pastor

Lám. 5: Capitel n.º 2.Contaría con dos coronas de hojas, de las que conserva únicamente la supe-

rior. en esta pieza, los tipos decorativos están fuertemente condicionados por una técnica de talla bastante sumaria. Las hojas son palmetas de tallo central y lóbulos axiales. Los caulículos son de forma triangular alargada. sus distintos elementos están labrados en un solo conjunto, diferenciándose tan sólo por la decoración. en la misma pieza se alternan dos modelos de cáliz, ambos cuentan con una vaina estrecha (en un caso formada por tres puntas alargadas rematadas por un collar sogueado dispuesto de forma oblicua, en otro, por incisiones oblicuas). sobre la vaina, se disponen tres pequeñas hojas de las que surge el cáliz propiamente di-cho. Éste es de forma triangular con su cima bipartida; está decorado a base de incisiones oblicuas. sobre el conjunto del cáliz se tallan unas volutas lineales muy simples rematadas en espirales. Las volutas han perdido totalmente su función

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estructural y no presentan relación física alguna con el cáliz. Las cintas de cada pareja de volutas se unen en su parte inferior, formando un motivo ornamental completamente independiente. La ornamentación central del capitel se reduce al taco del ábaco. el conjunto spata-pedúnculo ha desaparecido por completo y ha sido sustituido por una palmeta simple de punta semicircular, flanqueada por dos puntas estrechas y alargadas. Los motivos con los que se decora el taco del ábaco no se conservan.

La talla es muy plana, conseguida a base de incisiones de escasa profundidad. La superficie del capitel es muy homogénea y del cuerpo tan solo sobresalen las cimas de las hojas de ambas coronas. es en la zona central del cálatos donde la talla profundiza más, siendo la única zona de contraste de la pieza. en general la talla se amolda a la estructura de la pieza sin que ningún elemento decorativo rompa el esquema volumétrico.

esta pieza pertenece a un tipo muy concreto ampliamente representado en Mezquita (lám. 3.a)21. el modelo de este conjunto deriva, de los capiteles de orden corintio normal, pero con leves in-fluencias del corintio de tipo asiático en algunos elementos decorativos, sobre todo en los caulículos-volutas. el tipo de hoja empleado es inusual. es posible asociarlo a modos de talla simples, en cuya labra no se emplean instrumentos de rotación. La esquematización del acanto clásico y el uso de este tipo de instrumentos de talla provoca la aparición de hojas de relieve muy plano y de trazo esque-matizado que ofrecen el aspecto de palmetas. este fenómeno es común a la Península Ibérica22, la Itálica23, y el norte de África24. Éste tipo de hojas no aparece en el ámbito occidental con anterioridad al s. IV, y aún en este momento no llega a emplearse con profusión25.

Por otra parte, en el área de influencia ravenesa se mantiene durante el s. VII un tipo de hoja de acanto estilizada y de lóbulos apuntados26, que evolucionará durante los ss. VIII y IX hacia palmetas muy similares a las nuestras (Raspi-serra, 1993, 184).

en Hispania encontramos seudoacantos con aspecto de palmetas en numerosas piezas tardo-visigodas, con los ápices de los lóbulos bipartidos27 o apuntados28. este tipo de palmetas evolucio-nará, como en el caso itálico, hacia formas muy simplificadas, siendo los ejemplares de la Mezquita Madı –nat al-Zahra–’ su última fase evolutiva.

21 Donde se conservan un total de cuatro ejemplares ewert, Tipo 11 (ewert-Wisshak, 1981, 162); Cressier, serie

III.1b, (Cressier, 1985, 238-239; 1985). a estos hay que añadir dos ejemplares más, uno conservado en la sede de la Dipu-

tación provincial, y otro en el Convento de Capuchinas (bermúdez, 2003, n.º 76-77).22 en un ejemplar de Vic s. IV (Gutiérrez, 1992, 130, n.º 641), en Pedrosa de la Vega en la villa de olmeda ss. IV-V,

Palencia (Gutiérrez, 1992, 130, n.º 642), Museo arqueológico de barcelona n.º 19044 (Gutiérrez, 1992, 179, n.º 791), en

Linares Museo Monográfico y en baelo, Cádiz (Gutiérrez, 1992, 205, n.º 911-912).23 en ostia (Pensabene, 1973, n.º 750).24 en Cartago (Domínguez, 1987, lám. CVIII.a) en la Mezquita de Qayrawa –n (Harrazi, 1982, n.º 126), en la misma

mezquita otro ejemplar de orden compuesto presenta además pequeños semicírculos en la base (Harrazi, 1982, n.º 432;

ewert-Wisshak, 1981, lám. 42.a, tipo 11). También en Qayrawa –n (Inaa) (Harrazi, 1982, n.º 40), y en Volúbilis (Thouvenot,

1938, lám. 10).25 si aceptamos la teoría expuesta por jacqueline Dentzer-Feydy (1993, 103-104), tendría un origen claramente

oriental, esta autora propone un proceso de simplificación de un tipo de hoja de acanto estrecha y alargada, con numerosos

lóbulos efectuado en la zona se influencia nabatea. su penetración inicial en occidente puede estar relacionado con influencias

judaicas (Pensabene, 1973, n.º 750).26 si bien se trata de un tipo de capiteles muy distintos, con hojas angulares y aspecto cúbico.27 el capitel 330 tipo a4 de Cruz Villalón (1985, 249), procedente del Parador nacional de Turismo, presenta un tipo

de hoja muy similar, lóbulos bipartidos, es muy similar al capitel L28 de la Mezquita. el mismo tipo de hoja es el empleado en

un capitel de Toledo procedente del Palacio del Rey Don Pedro (Zamorano, 1974, 118-120, fig. 93), en el de santa eulalia

(Zamorano, 1974, fig. 94 y 93) en Mazote (noack-Haley 1985, lám. 81.d, n8-nW), en el MaPC Pieza n.º 7209 del MaPC.

(Domínguez, 1987, 433, fig. 331).28 Por ejemplo en un ejemplar del Museo Hispano Musulmán de la alhambra (Domínguez, 1987, 438, lám.

CDXXIII.a y .b), o en otro conservado en la Casa de las Campanas (Cressier, 1984, 82.a).

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Como vemos, el tipo de hoja está presente en capiteles de muy distinta tipología y cronología. a pesar de ello lo que más nos interesa es la asociación de este tipo de hoja con la unión semicircular de la base del borde de las hojas de la primera corona29.

esta asociación la encontramos en Hispania en algunos ejemplares seudocorintios del s. VII30. Fuera de la Península Ibérica tan solo constatamos este recurso en la Mezquita de Qayrawa –n, en un capitel compuesto muy evolucionado (Harrazi, 1982, 192-193, n.º 432; ewert, 1982, lám. 42.a, tipo 11), clasificado como postbizantino por Harrazi y que creemos anterior a los ejemplares de este tipo. Por lo tanto pensamos que la asociación de este tipo de palmeta con motivos circulares en la base, no es anterior a la segunda mitad del s. VII d. C.

Por otra parte, para la peculiar morfología de las hojas del cáliz es posible asignar un origen oriental. encontramos tipos con caulículos de formas similares desarrolladas durante los ss. V y VI en Constantinopla31, y sobre todo en siria32. aunque no contamos con elementos de juicio suficientes como para derivar directamente este modelo de caulículo oriental, si creemos que existen semejanzas suficientes como para suponer un origen oriental posterior al s. V d. C.

en cuanto a la cronología, Camps-Cazorla (1980, 531-532) considera que son obras inspira-das en modelos clásicos en los que se ha abandonado completamente el respeto a las proporciones propias del orden. están realizados con técnicas de talla someras y presentan influencias bizantinas. este autor considera que pueden fecharse entre los últimos treinta años del s. VI y los primeros del s. VII. Palol e Hirmer coinciden en una cronología de principios del s. VII (1965, 156), ewert asume esta misma cronología (1981, 163), mientras que Cressier se decanta por los años finales del s. VI o los iniciales del s. VII (1984, 239). no obstante creemos que la cronología de este tipo puede fijarse en una fase ligeramente más avanzada, entorno a la segunda mitad del s. VII.

n.º 3. Capitel: Patio de Mujeres (lám. 6)33

en este caso se trata de dos fragmentos de un único espécimen, realizado en mármol veteado en gris. La pieza conserva una longitud máxima en el ábaco de 21 cm, una altura de 23, y un diámetro de14 en la base del cálatos. Presenta una fractura longitudinal, que secciona aproximadamente la mitad de la pieza, por lo que es visible únicamente una de sus caras. en la zona inferior del cálatos, en la cara conservada, presenta un corte a bisel, que ha destruido la mayor parte de la decoración de esta zona. Los ángulos superiores no se conservan. a pesar de estos desperfectos, podemos reconocer un capitel inspirado en modelos corintios, pero reinterpretados y simplificados. no cuenta con caulículos, ni ningún elementos sustitutivos de éstos. en él es visible un único rango de hojas, cuya cima prominente tiene un aspecto afacetado. el capitel tiene un ábaco de tendencia cuadrada, pero con brazos curvos, y un cálatos ligera-mente troncocónico. el motivo central del ábaco es un taco prominente, donde se ha tallado un motivo

29 elemento no conservado en nuestra pieza, pero común al tipo al que pertenece (ver lám. 3.a).30 en un ejemplar de san Cebrián de Mazote (noack-Haley, 1985, n8-nW, lám. 81.d), en Toledo en el ejemplar

procedente del Palacio del Rey Don Pedro (Zamorano, 1974, 118-120, lám. 93), y particularmente en Mérida (Cruz, 1985,

lám. 330).31 en un capitel preconstantiniano del Museo de Constantinopla (Kautzsch, 1936, 171, n.º 455, lám. 34), o en otro

constantiniano, de hojas movidas por el viento con las hojas del cáliz unidas de forma muy similar, conservado en la iglesia de

sergio y baco (Kautzsch, 1936, 172, n.º 457, lám. 34).32 este es un tipo de caulículo muy extendido en toda el área siria. en Qal’at Sem’an existen un buen número de capiteles

con un caulículo de vaina estrecha rematado en una boquilla sobre la que se desarrolla un cáliz de dos hojas unidas en forma de

triángulo de base redondeada que ocultan las cintas de las volutas (sodini, 1993, láms. 4-11; Kautzsch, 1936, 143, n.º 460,

lám. 28). tipos muy similares los encontramos en zonas cercanas como en Rus°a–fa (sodini, 1993, láms.31), Kfeir, Deir Seta, o

El Barah (Domínguez, 180, fig. 94, quién a su vez cita a Vogüé, n.º 1-2). este tipo de caulículos los encontramos igualmente en

Constantinopla (Kautzsch, 1936, lám. 28. a y b), en Grecia y en la zona balcánica (Kis,1987, lám. 42.1-2, 8.4).33 Recuperado en la Intervención arqueológica realizada en el alcázar omeya, Patio de Mujeres Campaña del año

2002. Contextualizado en un depósito de vertidos tardoislámicos –almohade– (sondeo 6, Ue 108).

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en ovario clásico, flanqueado por dos palmetas muy estilizadas. en-tre el cálatos y la cima de las hojas presenta una especie de labio en el que se han tallado dos elementos curvos, que podrían corresponder a las cintas de unas volutas simples y lineales. Los motivos decorativos están tallados en un único plano, mediante biseles de escasa profun-didad. en las zonas no decoradas, planta del ábaco y base del capitel, se aprecian claramente huellas de puntero.

encontramos serios proble-mas para asignar esta pieza a una tipología concreta. en este caso la estructura formal y decorativa es completamente anómala. esta especial concepción, alejada radi-calmente de cualquier influencia de los ordenes clásicos, y con una decoración ejecutada a modo de la escultura plana, es asimilable a tendencias del mundo visigodo tardío34. en cualquier caso una cronología centrada en el s. VII nos parece bastante acertada.

n.º 4. Fragmento de placa perforada (lám. 7)35

Fragmento del ángulo inferior izquierdo de una de placa calada. Las dimensiones máximas conservadas del fragmento son de 27.5 cm de alto por 21 cm de ancho. no conocemos su anchura, opuesto que se conserva embutida en un paramento, aunque ésta no debe superar los 8 cm. La escasa porción conservada, muestra una decoración formada por una composi-ción extensa de imbricaciones simples, realizadas en plano. Los huecos interiores de esta composición han sido perforados. el límite derecho de esta composición presenta una moldura de enmarque plana, decorada con sucesiones lineales de motivos acorazonados. el límite inferior no se conserva completo, aunque mues-tra el arranque de un enmarque plano.

el tema principal, composiciones extensas de imbricaciones simples enmarcadas por listeles, pa-

34 a pesar de ello no podemos ofrecer comparaciones directas. aunque creemos que las pie-

zas de: san Cebrián de Mazote (Domínguez, 1987, 391, lám. CDIII), san adrián de Tuñón (Domín-

guez, 1987,391, lám. CDII), o de la catedral de oviedo (Domínguez, 1987, 375, lám. CCCLXXXVIII),

pueden responder a esta tendencia.35 Conservada en el corredor norte del Patio Mudéjar, –cuarto de los servicios de limpieza del

alcázar–; y recuperada muy probablemente en las excavaciones de Don Víctor escribano Ucelay.

Lám. 6: Capitel n.º 3.

Lám. 7: Placa n.º 4.

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rece tener un claro origen en las placas de cancel tardorromanas, y una trans-misión a través de la decoración paleocristiana (Cruz, 1985, 330). este tipo de decoración es comparable a las imbricaciones emeritenses del tipo 3, Cruz, (985, n.º 250, 328); un tipo escasamente representado y para el que Cruz propone como paralelo una inscripción de Mértola36. Cruz, supone que fue en Mérida dónde se fijaron los modelos para este tipo de composiciones (Cruz, 1985, 330). en Córdoba están ampliamente representados sobre placas, fri-sios y cimacios37. no obstante este tipo de composición parece tener su máxi-ma expresión en las placas, por lo que podría establecerse cierta continuidad con los canceles calados tardorronamos (Cruz, 1985, 330). esta posibilidad se refuerza si tenemos en cuenta su pervivencia en la decoración itálica38. esta composición tendría un modelo romano, y una desarrollo en el mundo visigodo entre los s. VI-VII.

36 en concreto el epitafio de amanda del año 544 (almeida, 1962, fig. 344; de santiago

Fernández, 2004, 210, lám. VIII-1). este tipo de composiciones pueden tener cierta continuidad con

la decoración epigráfica romana, en la que existen algunos ejemplos sevillanos (Lám. 12.c, CILa,

n.º 155).37 Museo arqueológico y etnográfico de Córdoba, pilastra n.º reg. 727, procedente de la calle

de la Madera, Córdoba (santos Gener, 1958, 170, fig. 8); placa n.º reg. 24463 procedente del cortijo

de alcorrucén en pedro abad (Córdoba), cimacio n.º reg. 24539, procedente de Trassierra (Vicent,

1967, 195, lám VI.b). además, entre los elementos de expolio de Mezquita existen tres piezas deco-

radas con imbricaciones y reutilizadas como cimacios. no obstante puede tratarse de impostas o fri-

sos, dado que presentan evidentes retalles a bisel liso que cortan decoración de enmarque original.38 baste como ejemplo el Plúteo del los VI-VII, conservado en la Catedral de spoleto (Raspi-

serra, 1961, 54-55, n.º 69 lám. XXXVIII.a).

Lám. 8: Restituciones

del la placa n.º 4.

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Por otra parte, la presencia del calado en el motivo principal abre algunos interrogantes en cuanto a su funcionalidad. es posible que se trate de un cancel calado (lám. 8.a) similar a los emeritenses, tipo 10 de Cruz, (1985, n.º 149, 153, 154 y 411). aunque no descartamos que se trate de una celosía de ventana (lám. 8.b)39. Dada la escasa porción conservada no podemos decantarnos por ninguna de estas posibilidades. no obstante, nos parece más lógica una modulación rectangular, lo que apuntaría hacia una función de cancel. existe otra placa con imbricaciones caladas40, en este caso mucho más cercano a los ejemplos emeritenses, y de módulo rectangular. según Cruz la tipología de canceles con imbricaciones caladas no tuvo desarrollo fuera del ámbito emeritense y cuenta con una difusión clara en el camino desde Mérida hacia el sur de Lusitania y en Toledo. (Cruz, 1985, 330). argumentando para ello la presencia de piezas de talla más simple, asignadas a talleres provinciales41.

a pesar su posible origen romano, no podemos descartar la presencia de oto tipo influencias. abundando en este sentido, una de las placas caladas de Mérida presenta una moldura trenzada con rosetas de inspiración bizantina (Cruz, 1985, 347, n.º 153). Pero a diferencia de las placas emeri-tenses, esta pieza presenta una decoración de enmarque, que introduce un nuevo elemento para su filiación cronológica.

Las molduras de enmarque formadas por la sucesión de elementos acorazonados tienen un origen claramente oriental42. aunque también constatamos su en la decoración omeya oriental (Ha-milton, 1959, fig. 156).

este tipo de enmarque aparece en composiciones lineales en la Placa de saamasas, Lugo (Palol, 1968, fig. 45; (schlunk-Hauschild, 1978, lám. 48.b), en el frontón de un cancel de la mezquita de Córdoba (schlunk-Hauschild, 1978, fig. 45), y dispuesto en composiciones radiales una placa de Mérida43. Todas estas piezas se incluyen en un conjunto de difícil interpretación, so-bre el que existe una revisión radical de sus modelos estilísticos y su cronología44. esta revisión se basa en la presunción de una transmisión directa de modelos decorativos omeyas. ello supondría la asimilación de estas piezas a las primeras producciones omeyas en al-andalus, y establecer una cronología post 711. no obstante, y a pesar de las evidentes similitudes en los elementos compa-rados, no podemos constatar una transmisión directa de modelos compositivos, sino de elementos aislados, o asociaciones de motivos. Por lo que no parece existir una transmisión de programas ornamentales desde el repertorio omeya oriental. Dicho en otras palabras, no se transmite un len-guaje decorativo, aunque existe la posibilidad de cierta vinculación en cuanto a los elementos que definen el mismo.

en este sentido, no hay que olvidar la más que posible existencia de un substrato común a todo el Mediterráneo, substrato que tendría como base la tradición clásica y como factor de evolución las innovaciones bizantinas. este hecho explicaría las similitudes formales entre la decoración arquitec-tónica tardovisigoda y sirio-omeya, sin necesidad de contactos directos entre ambas (arbeiter, 2000, 261-262). Por ello podemos asignar una cronología centrada en la segunda mitad del s. VII.

39 De similares características a las de santa Comba de bande, orense (schlunk-Hauschild, 1978, lám. 122), o baños

del Cerrato, Palencia (schlunk-Hauschild, 1978, 1078, lám. 107.a). Distintos modelos de inbricaciones, en este caso sin ca-

lar, existen en las ventanas de Veracruz de Marmelar, alto alentejo, Portugal, (schlunk-Hauschild, 1978, lám. 114), san Pedro

de la nave (Camps Cazorla, 1940, fig. 341; schlunk-Hauschild, 1978, lám. 130.a), san juan de baños (schlunk-Hauschild,

1978, lám. 103.a), e Idanha-a-Velha (almeida, 1962, fig. 229).40 Pieza desaparecida procedente del as excavaciones de V. escribano, que estuvo expuesta en el Patio Morisco, y de

la que se conserva una fotografía.41 Para el caso de las imbricaciones caladas encontramos un ejemplo muy evolucionado en el Museo de Tarragona

(Camps Cazorla, 1940, fig. 218).42 Concretamente sasánida (Cruz, 1984, 352-353). 43 Placa n.º 157 del catálogo de Cruz Villalón (Cruz, 1984, 352-353).44 Fue planteada inicialmente para el caso de santa maría de Melque (Graen, 1992, 511-524), y ampliada para a un

amplio grupo de producciones en del área de influencia emeritense, Toledo y Córdoba (Caballero, 1992, 1994, 2000; Cruz,

1995, 2000, 2004).

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n.º 5. Fragmento de placa con cuadrifolias secantes (lám. 9.a)45

Pequeño fragmento de una placa de mármol blan-co, con unas dimensiones de 25 cm. de altura por 17 cm. de longitud (dimensiones máximas conser-vada). La placa presenta el frente visible decora-do con un motivo extenso de cuadrifolias secantes, conservado muy parcialmente. el tipo de secante es simple: círculos planos tallados con escaso relieve sobre un fondo liso, y con los contornos bordeados por una incisión46. este tipo de motivos tienen una amplia difusión en el repertorio visigodo, y derivan muy probablemente de las composiciones simples relacionados con prototipos musivarios romanos (schlunk, 1945, 313; Palol, 1967, 254). a este tipo de composiciones geométricas se les puede asignar un origen africano, ya señalado por Ulbert para el caso de la decoración de alcaracejos (Ul-bert, 1971, 129-30). no obstante su amplia difu-sión en composiciones lineales, el motivo ordenado en composiciones extensas no alcanza un gran de-sarrollo en la zona occidental y parece desarrollarse hacia el suroeste peninsular (Cruz, 1985, 333).

Dada su ordenación en composición extensa, podemos asignar este fragmento a un conjunto de grandes placas rectangulares, decoradas en com-posiciones extensas de cuadrifolias secantes, en-marcadas por listeles lisos, de las que encontramos algunos ejemplos cordobeses y sevillanos47. Las similitudes de nuestra pieza son especialmente evi-dentes con una placa procedente de Itálica (ahrebs, 2002, 122-123, lám. 16).

en cuanto a su cronología, dada su simpli-cidad y la cercanía a los modelos tardorromanos podríamos situarla en un momento temprano del s. VII. no obstante, la revisión propuesta por Caba-llero sobre este motivo decorativo48, abre algunas interrogantes sobe el origen y la cronología de este motivo decorativo. Caballero se basa en la compa-ración con la decoración parietal omeya oriental49,

45 Conservada en el corredor norte del Patio Mudéjar, –cuarto de los servicios de limpieza del

alcázar–.46 Tipo n.º 1 de Cuz Villalón (1985, 334).47 Museo arqueológico y etnográfico de Córdoba n.º reg. 10098, de procedencia desconocida

(santos Gener, 1958, 175-6); n.º reg. 12635, procedente del alcázar omeya de Córdoba (santos

Gener, 1958, 175-8); y una pieza de Itálica (ahrebs, 2002, 122-123, lám. 16).48 en espacial para el caso de las decoraciones de enmarque en san juan de baños, frisos de

los ábsides, pórtico y aula del Grupo n.º 2 (Caballero, 2000, 238).49 en concreto con los estucos parietales de serdata, argelia (Torres, 1955, fig. 8), donde

aparecen paneles rectangulares decorados en composiciones extensas de cuadrifolias.

Lám. 9: a. Placa n.º 5,

b. placa n.º 6.

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para proponer una cronología post 711. aunque en los ejemplos propuestos el motivo se dispone en composiciones lineales, y presenta elementos secundarios (pequeños círculos intercalados entre las cuadrifolias). no obstante, pensamos que estas comparaciones vendrían a avalar la hipótesis sobre el origen africano del motivo, sin que por ello podamos extraer elementos concluyentes en cuanto a la cronología. en este caso concreto, dada la simplicidad y ejecución sumaria del motivo, consideramos que se ajustaría a una temática transmitida desde el mundo tardorromano y con una cronología de la primera mitad del s. VII.

n.º 6. Fragmento de friso (lám. 9.b)50

Fragmento de friso realizado en caliza marmórea, presenta una longitud de 25 cm y una altura de 13 cm. está decorado por una sucesión de cuadrifolias secantes, de similar tipología a las del fragmento anterior. no obstante están ejecutados con una talla completamente distinta. en este caso, los contornos están delimitados mediante biseles, así como los segmentos de círculo que forman las hojas de las cuadrifolias. además presenta una variante decorativa, consistente en la inserción de elementos en forma de gancho entre las cuadrifolias. La presencia de este ele-mento en las composiciones de cuadrifolias lineales podemos constatarla en otros casos de repertorio decorativo cordobés51, por lo que de trataría de una variante del motivo anterior. ello, junto con una ejecución más evolucionada, podría hacernos pensar en una cronología algo más elevada a la propuesta para el caso anterior. Incluso cabría la posibilidad de asignar el fragmento a las tendencias propuestas con Caballero Zoreda. no obstante la presencia de motivos idénticos en la decora-

50 Conservada en el patio de entrada a los baños del alcázar.51 este tipo de motivos están presentes en la lápida de procedente del oppido de nueva Car-

teya, s. VI-VII (CIL II2/5, 358). en un dispositivo de cancel, procedente de la avenida del brillante,

Córdoba Museo arqueológico y etnográfico (n.º reg. 28909), en un fragmento de friso procedente

del Camino Viejo de almodóvar, Córdoba Museo arqueológico y etnográfico (n.º reg. 12750), y en

otra pieza procedente del Cortijo de Chinales, Córdoba Museo arqueológico y etnográfico (n.º reg.

12614).

Lám. 10: Elemento

n.º 7.

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ción de enmarque de algunas lápidas (CIL II2/5, 358), invalida ambos supuestos. Pensamos que se trata de una composición presente en el repertorio visigodo desde época temprana, al menos desde finales del s. VI. no obstante, creemos que nues-tro ejemplo podría ser algo más tardío, centrándose en la segunda mitad del s. VII. en cuanto a la ubicación de la pieza, dadas su modulación y decoración lineal, no tenemos dificultades en asignarle una función de friso parietal.

n.º 7. Fragmento de placa (lám. N.º 10)52

el fragmento tiene una longitud de 40 cm (máxima conservada), una altura de 29 y un grosor de 13. está tallado sobre una caliza de aspecto marmóreo en las superficies pulidas. en el frente decorado, podemos restituir una composición rectangular, enmarcada por una moldura sogueada. en el centrote la composición se inscribe una cruz de brazos iguales bifurcados. Los brazos están decorados con motivos espigados, conseguidos mediante biseles de escasa profundidad. el centro de la cruz está ocupado por un círculo con en interior de corado con pequeños motivos abotonados. La cruz está enmarcada por un círculo sogueado, y en los ángulos exteriores se ordenan pequeños motivos de trifolias. en la zona derecha conserva restos de otra composición enmarcada que inscribe un círculo sogueado. La talla es muy plana, conseguida mediante biseles estrechos, casi in-cisiones. no presenta volumen y existe un único plano, salvo en entre los brazos de la cruz, donde se ha rebajado algo más el plano de talla.

si restituimos su modulo original, tendríamos una placa rectangular alar-gada de unos 24 cm. de anchura, a la que debemos suponer una longitud, al

52 Reutilizada como gorronera en la pequeña puerta de entrada al alcázar, localizada hacia

la mitad del lienzo de muralla norte y que conecta con una de las escaleras de acceso a las plantas

intermedia y baja del edificio.

Lám. 11: Comparaciones con el

Elemento n.º 7.

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menos, doble su anchura. en cuanto al modelo formal de la pieza caben, al menos, dos interpretacio-nes: una en disposición horizontal y otra en vertical. si suponemos una disposición horizontal, podría tratarse de una simple placa parietal, colocada a modo de friso corrido. en una disposición similar a los frisos exteriores de Quintanilla de Viñas o los del interior del sanctuarium de san Pedro de la na-ve53. Frisos con los que, además, comparte la ordenación decorativa, y los motivos de cruces patadas inscritas en círculos sogueados. no obstante dado su grosor, y a diferencia en ambos ejemplos, una placa adosada, lo que dificulta su interpretación como friso.

si colocamos la pieza en disposición vertical (lám. 11.c), podríamos compararla con una placa decorada con cruces inscritas y conservada en el Museo arqueológico Cordobés (lám. 11.a)54. este último ejemplo abre otra posibilidad, que se trate de una placa de cancel. La estructura decorativa de esta última pieza permite establecer comparaciones directas con un conjunto de placas del su-reste Peninsular, en particular con las placas del Tolmo de Minateda55 (lám. 11.c). esta vinculación no se basa en una vaga relación de estilo. son piezas de tipología, temática y ordenación decorativa afines. en ambos casos el módulo es estrecho y alargado, están enmarcadas por listeles, y decoradas con motivos de cruces inscritas en círculos y grandes cuadrifolias. Pensamos que a través de esta comparación, seria posible asignar a esta pieza una función de dispositivo de cancel. no obstante, la inexistencia de encastres dificultaría esta interpretación funcional56. Pero lo que nos hace dudar de la validez de esta hipótesis es que el grosor de la pieza (13 cm.), muy superior a los ejemplos de canceles expuestos. Por otra parte, la zona posterior de la pieza no es visible, puesto que ha sido reutilizada como gorronera, y está encastrada en un dintel. Por ello, no descartamos que se trate de una pieza de mayor grosor que fuera serrada para su colocación actual.

no obstante, desde el punto de vista decorativo, esta pieza presenta mayores similitudes con los elementos ordenados en frisos. Por lo que podríamos fecharla en mediante la comparación con los frisos parietales, en especial con los dos ejemplos expuestos. si aceptamos la cronología más consensuada habría que ajustarla en una fase muy avanzada del s. VII57. Pero si aceptamos otras posturas historio-gráficas, recientemente revisadas58, podríamos bajar esta cronología hasta el siglo décimo.

n.º 8. Nicho (lám. 12)59

La pieza está formada por dos grandes fragmentos que pertenecieron a un único espécimen. el frag-mento superior tiene una altura máxima conservada de 47 cm., y una anchura 66. en el inferior la anchura es idéntica, y la altura máxima conservada es de 53 cm. el grosor total de la pieza es de 19 cm, y la altura total, una vez restituida sería algo superior a un metro, unos 115 cm. el material es un mármol blanco de buena calidad, con un veteado grisáceo. se trata, por tanto, de una pieza monolítica, que representa un nicho bajo arco columnado. el interior del arco es plano, y se encuentra a un nivel más bajo que el resto de los elementos. Los columnas presentan un volumen igual a 1/3 del desarrollo completo, mientras que el resto de los elementos decorativos están tallados mediante biseles en arista. en la zona inferior tiene un basamento de altura 49 cm. de altura. sobre éste se pro-

53 vid. p.e. schlunk-Hauschild, 1978, lám. 130 y 145.54 Museo arqueológico y etnográfico de Córdoba n.º reg. 24545, placa de arenisca, de procedencia cordobesa y loca-

lización desconocida, ingresó junto con las placas n.º 24543 y 24544.55 nos referimos a las placas del cancel que delimita el sanctuarium, y al cancel situado en el acceso al edificio bautismal

(Gutiérrez, 2000, fig. 4; sarabia, 2003, 108-107, n.º 142, fig. 22, lám. V.4; Gutiérrez-abad- Gamo, 2004, fig. 8, y 12).56 en cualquier caso, este hecho no invalida por completo esta interpretación funcional. en el cerramiento del ábside

norte de santa Lucía del Trampal puede documentarse un sistema de fijación de canceles encastrados en el paramento y pavi-

mento mediante anchas ranuras en los muros y en las barroteras horizontales (arbeiter, 2002, 216, fig. 48). 57 Cfr. Camps Cazorla, (1940), schlunk (1978), o Palol (1968).58 Ferreira de almeida (1986) las sitúa en entre los s. IX y X, al igual que caballero Zoreda (2000).59 Patio de Mujeres del alcázar de los Reyes Cristianos, recuperada en la Intervención arqueológica llevada a cabo

dentro del Convenio de Colaboración entre la Gerencia Municipal de Urbanismo y la Universidad de Córdoba.

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yectan los plintos de las basas que sostienen las columitas, articulados en dos salientes de 19 cm. de anchura.

Las columnitas tienen una altura total de 46 cm. Presentan una basa sobre plinto cú-bico, con molduras de secciones iguales (dos toros separados por una escocia). el fuste es liso, y están rematadas en un capitel de ho-jas angulares. La presencia de plinto cúbico desarrollado puede vincularse con influencias bizantinas (schlunk-Hauschild, 1978, 67). estas mismas influencias podemos constatar-las en el caso de los capiteles. son capiteles esquemáticos con una sola corona de grandes hojas angulares, y de ábacos cúbicos. La unión de los limbos de las hojas forman un motivo en “V” en la zona central del cálatos, remarcado por biseles y completado por un motivo cen-tral lanceolado. De este modelo, encontramos ejemplares exentos idénticos, como un capi-tel conservado en el Museo arqueológico60. el modelo es de clara influencia bizantina, y fue ampliamente representado tanto en el área de influencia ravenesa (Vicent, 1998, 103-104). en cuanto a la cronología, se trata de un mo-delo con una amplia perduración s. VII-VIII. no obstante, el tipo representado se ajusta a los cánones iniciales, y puede fechares en tor-no a la segunda mitad del s. VI.

el arco es de medio punto, tienen un diámetro de 45, y presenta una rosca lisa de 10 cm. de anchura. los espacios triangulares

de las albanegas están decoradas con una roseta de inspiración bizantina, flan-queada por palmetas de tres puntas y tallos alargados. Las puntas de estas pale-tas se ordenan en una disposición similar a las hojas de los capitelitos. La roseta presenta un círculo central entorno a la cual se ordenan ocho pétalos radiales apuntados. entre los pétalos se ordenan. a modo de corona exterior una sucesión de motivos triangulares. La decoración de las enjutas, recuerda vagamente a los motivos empleados en las placas nicho, de cronología posterior. Donde encon-tramos albanegas decoradas en composiciones cuyo motivo principal son las rosetas61. este hecho podría indicar cierta vinculación entre nuestro edículo con las placas-nicho.

Claramente es una pieza de disposición encastrada en un paramento. no obstante, no encontramos unos prototipos claros en cuanto a su funcionalidad.

60 n.º reg. 24454, procedente de la “Cuesta del espino.” Córdoba (Vicent, 1998, 103-104,

fig. 25)61 estas son por ejemplo en la placa de Vega baja, en Toledo (Palol, 1968, fig. 30 y 31), o

en el cancel reutilizado como celosía en la maqsura de la Mezquita de Córdoba (schlunk-Hauschild,

1978, fig. 43).

Lám. 12: Nicho n.º 8.

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Respondería a modelos cercanos a los edicula tardoromanos, con posibles influencias africanas, aunque presenta algunos elementos de clara filiación bizantina62. Podríamos relacionarlo con algunos tipos de nichos, con venera. en particular con algunos ejemplos emeritenses63. Pero estas com-paraciones serían algo forzadas, por lo que no aportan datos concluyentes en cuanto a la función. Pensamos que esta pieza está mucho cercana a los modelos paleocristianos de carácter litúrgico o funerario. no obstante, creemos que compartiría con estos modelos de edicula una cronología cen-trada en torno al s. VI.

CONsIDERACIONEs FINALEs

La colección de piezas estudiadas compone un grupo demasiado heterogéneo como para extraer ningún tipo de consideraciones de conjunto. Comprenden un abanico cronológico demasiado amplio, y son piezas de estilo y funcionalidad muy variadas.

entre los capiteles encontramos un primer espécimen, el n.º 1, del s. VI, al que podemos atri-buir modelos vagamente orientales64. Por otra parte, su cuidada ejecución, la calidad del mármol, y la inexistencia de piezas comparables, nos induce a pensar que se trata de un ejemplar importado. en el segundo, el n.º 3, de talla afacetada e inspiración en lejanos modelos clásicos, es claramente obra de talleres locales, que podríamos situar en el s. VII. Por último, en el caso del ejemplar n.º 2, podemos apuntar algunas consideraciones más. este capitel pertenece a un homogéneo conjunto conservado en la Mezquita de Córdoba65. Conjunto, cuyo modelo directo es otro grupo de capiteles de la misma mezquita66. Por ello podemos plantear que los capiteles del primer grupo fueron elaborados por artesanos locales formados, o al menos cercanos, a los talleres que labraron el segundo. se tra-taría de copias locales de ejecución sumaria en las que se introducen nuevos elementos, producto de influencias orientales, como las hojas palmiformes. en cualquier caso, este conjunto de piezas fueron labradas segunda mitad del s. VII para un único edificio. suponemos que este edificio fue la basílica de Sancti Vicenti, y fueron reutilizado en el oratorio de la mezquita de ‘Abd al-Rah.ma-n II. Por tanto pensamos que esta pieza procede de la Mezquita y que la presencia de este ejemplar en el alcázar puede explicarse por su por la cercanía al Monumento.

en lo que respecta al resto de la decoración escultórica, a excepción de nicho (n.º 8), responde claramente a la decoración de un espacio litúrgico. no obstante pensamos que ninguna de estas piezas perteneció al mismo edificio. Los dos elementos decorados con cuadrifolias (la placa n.º 5) y el de friso (n.º 6), pertenecen a estilos y tipos decorativos los suficientemente distantes como para asignarles una cronología distinta. el fragmento n.º 7, el único con una iconografía claramente litúrgi-ca, en nada es comparable con los elementos anteriores. otro tanto ocurre con el fragmento de placa calada (n.º 4). Por ello pensamos que ninguna de estas piezas tendría una procedencia altamente heterogénea. Por tanto, su presencia en el alcázar responde claramente a fenómenos de expolio.

Por último la pieza n.º 8, a la que podemos atribuir un carácter litúrgico, es el único caso en el que podemos plantear una clara procedencia de alguno de los edificios previos al alcázar omeya. La pieza apareció embutida en la reforma emir al de un muro tardoantiguo.

62 especialmente los capiteles, que responden a un modelo de hojas angulares, ampliamente difundido durante el s.

VI.63 n.º 185, depositado en la alcazaba de Mérida, Cruz, 1985.64 Domínguez estudia piezas similares de la Catedral de oviedo, a las que considera derivadas del foco escultórico de

la diócesis de astorga en el s. VI. (Domínguez, 1987, 376 , lám. CCCLXXXIX).65 Vid. supra, al los que hay que añadir un ejemplar más, conservado en el Convento de Capuchinas, en Córdoba. 66 Tipos Cressier III.1b, ewert 11, a los que pertenecen especimenes conservados en la Mezquita oratorio de ‘Abd

al-Rah.ma-n II: ewert R-15, Cressier I-18; ewert L-20 , Cressier C-12; ewert M-20, Cressier D-1; ewert s-12n, Cressier j-21;

ewert,K 23-24ö; ewer, P-21, Cressier G-11. a estos hay que añadir un ejemplar más, el conservando en el M.a.P.C. n.º reg.

7.209, (procedente de Córdoba, camino viejo de almodóvar, Km. 2).

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