JPOJ»o^*ae» wmmmmmmm mmm mmm EL MUNDO, SAN JUAN, P. H — MIÉRCOLES 23 DE NOVIEMBRE DE 1938. 13 EL FONDO DEL ALJIBE pronto, i-*» wW ' e/Z.B.T. El el único talco que tiene aceite de oliva Usted sabe señora, cuín bene- ficioso es el aceite de oliva pan el delicado cutis infantil. El talco también es indispen- sable. Y aquí tiene usted el único talco en el mundo, que tiene aceite de oliva. Z. B.T. es suave, fragante, resistente a la humedad. Calma admirable- mente la irritación de la piel— y protege la piel contra ardor. Z.B.T. refresca mis", propor- ciona comodidad sin igual. Después del baño y al cam- biarle los pañales, use Z. B.T. ¡No use otro talco para su niño! Sitide huma par» emú IUn« u frune K'« to4« curu . .. Distribuidoras: Castagnet ét Castillo Co„ San Juan (Anuncio) Municipality of Toa Baja, Puerto Rico Office of thc Mayor Toa Baja. Puerto Rico, November 17. 1938. PWA DOCKET NO. PR 1088-F ADYERTISEMENT Sealed proposals In triplícate, will be received by th* Adminlstrative Eoard of the Municipality oí Toa Baja, Puerto Rico, at the Office of the Mayor. Toa Baja, P. R.. untll 3.00 o'clock P. M. on Deoemher 2. 1938, and then puhllclly opened and rr*d aloud, for the TONSTRUCTION OF DEKP VVELU AND INSTALI,ATION OF Pl MPING EQU1PMENT FOR THE WATER SUPPI-Y SYSTEM OF TOA BAJA, PUERTO RICO Instructlons to Bldders, Construct- lon Regulations. Pmposal Form, Speclficatlons and Plans, and all other Information pertainlng to the rroposed «ork may b» obtalned at the Office of the Mayor upon de- poslt of twenty-five ($25-00) Dolíais whlch wlll be refunded upon return- lng them in good condition withln u perlod of twenty '20) days after the date of the biddlng. Attention ls callad to the fact that not less than the mínimum vage ratei prescribid In the Cona- truction Regulatlons raart be pald en thla projert. No bid may he withdrawn after tíkt scheduled rloslng time for re- reipt of birla, for at least fio days. Tha Municipality of Toa Baja. P. R.. reserve* the right to reject any or «11 hirt* «nd to waive informal!- ,!.. Ko hid will be acrept»d or r*> i«rted without prior authorlzatinn rf tha PWA Representativa for Puerto Rico. Basilio MILÁN. Mayor of Toa Baja, P. R. (Anuncio) MONITION. In tha District Court of the United States for tha District of Puerto Rico. United States of America va. Ten groas, mor* or les», of rubber prophylartics "RX »7 . Law No. 2409. ln obedlenre to a warrant of seizure to me dlrected. ln tha ahove entitled cause. I have seized and taken Into my possfssion the following describid property, to- Ten gross of rubber propny- lactica "RX 97". For the causes aet forth in the lihel now pendmg ln the District Court of the United States for Puerto Rico, at San Juan I herehv Bive notice to all persons rlaiming the said described prnper- tv or knnwing or having anything lo sav whv the same should not be ronfiscated and destroyed pursuan to the prayer of the sald lfbel. that they be and appear before the sa d Court. to b* held at San Juan, ln and for th* District oí Puerto Ri- co, at the United States Court Room. ln the city of San Juan on tne sin day of December 1938 at 9 o clock in the forenoon of *ald day.ir me same shall be a day of Jurisdiction. otherwlse on the next day of Jurls- dlrtlon thereafter. 'hen and there •o u»w*f to the prayer of the aa fl Hbel and make ;heir alleganona tn that behalf Donald A Draughon. U S. Marshal, By Charles E. Berry. Deputy. (Continuación da la página nutva) otra y otra más, y daapués éstas desaparecían y reaparecían forman- do algo como ramilletes da fuegos artlflclalet. De un rincón vio *ur- bir una viaja veatlda da cura ca- balgando en un palo da escoba por el aira, y detráa da «lia, y con una velocidad aapantosa, vio pasar un Jorobado con alaa de murciélago, un repugnante mono con retorcidos cuernos y largo rabo, una cotorra con cara da vieja, cuyaa piernas elásticas, estirándose y encogiéndo- se como si fueran de goma, le per- mitían dar gigantescos pasos; vo- lando en un carro tirado por gran- des mariposas negras creía ver a una mujer de preciosísimas y mal veladas formas, como remate de cuyos torneadoa hombros ae vela una horrible cabeza de lechuza. V Agrlplna. la pobre madre, habla llorado mucho. Hacia dos dias que Mauricio estaba en cama, con fie- bre y con delirio, pronunciando pa- labras Incoherentes. La nina Auro- rlta habíale estado ayudando en el cuido de su hijo, echándoselas de enfermera, y, a pesar de su poca «dad, justo es decir que le atendía con una solicitud y esmero dignos de encomio. Cuando el médico llegó y se le dijo que Mauricio habla aldo en- contrado con un desmayo al lado del aljibe, escribió una receta, pro- hibiéndoles que le dieran alimento alguno. Al tercer dia por la maftana, el queno enfermo se despertó con ham- bre, y pidió algo que comer. Su madre le respondió que el médico habla mandado que no a* le die- ra nada. Al poco rato llegó Aurorita. Ve- nia comiendo un loruüo, y Mau- ricio, con los ojos húmedos: —Nina, déme un poquito—la di- Jo. Aurorita dirigió una mirad* al- rededor, y no viendo a nadie la dio el sorullo; el negrito lo comió con avidez, y después cogió la cabeza de la nina, estampando en su fren- te un beso de gratitud. Agrlplna, que en aquel momento pasaba por delante dé la puerta en- tornada, dijo para al: —Pobledlos, ¡si ellos supieran!... Y una lágrima de profundo do- lor resbaló por su mejilla. VI Hablan pasado algunos días, y Mauricio se habla repuesto y vuel- to a aus habituales tareas. Una tar- de, en la alfombra de césped que delante de la casa ae extendía. Ju- gaba con Aurorita.. Distraerla y cuidar de ella era una de sus ocu- paciones, la más grata para ál. Con el espaldar de la silla apo- yado en el tronco del caimito que crecía Junto a la escalera, y con su puro habano en la boca, como siem- pre, estaba Mr. Broulon al lado de Jorge, que, sentado en el suelo, le hablaba de mil diferentes cosas. De pronto Mr. Broulon preguntó a so hijo: —Vamos a ver, Jorge; hace un ano que concluíste el bachillerato. y ya e« hora de que sepamos qué piensas hacer. - Pues, pienso estudiar. —Bien, pero ¿qué piensas estu- diar? ¿Qué te gustarla aprender? —Te diré papá; me gustarla es- tudiar muchas cosas. —¡Hombre! ¡Me hace gracia la respuesta! Ese es el medio de no saber nada. El que mucho abarca, poco aprieta —Bien: pero es que yo no abar- carla mucho de un golpe, sino que poco a poco tratarla de Ir apren- diendo todo aquello a que sintiese afición —¡Bah, hah! Déjale de neceda- des, que con eso no conseguirás más que perder el tiempo. Asi te en- contrarlas hecho un hombre y sin una carrera, y cuando las gentes preguntaran: ¿Qué es el hijo de Mr. Broulon?, habría que responderles: Nada... un quídam con dinero. Y eso no puede ser; con que no me ha- gas Incomodar. —Bueno, papá; tendré un titulo. puesto que tú lo deseas. Hahré de aprovechar el tiempo según el cri- terio de loa otros, prescindiendo d?l mío; pero, puesto que tú lo quie- res, asi lo haré. (Anuncio) Government oí Puerto Rico Drparlment of Ihe lnlerinr Bureau oí Publir Work» San Juan. Huerto Rlro. Nov. 12. 1938. PWA POCKET PR lOM.p ADYERTISEMENT Sealed proposals in triplícate, will be received by the Commis- sloner of the Interior of Puerto Rico, at his office, San Juan. P. R.. until 2:00 o'clock P. M. on Nov. 28. 1938. and tnen publicly opened and read aloud, for th* WATER SUPPLY SYSTEM AND SEWERAGE FOR THE CHARITY DISTRICT HOSPITAL AT AGUADILLA. PUERTO RICO. Instructlons to Bidders. Construc- tion Regulations. Proposal Form, Specitlcatlons and Plans, and all other Information pertalnlag to the proposed work may he ob- tained at the Department of the Interior, División of Public Build- ings. upon deposit of twenty five iS2S.oni dollars which will be re- funded upon returning them ln jood condition" withln a perlod of twpnty (20) days afler the dat* of ihe hidding. Attention is calleó to th» fa.-t that not leu than tha mínimum wage rates prescrihed in the Cons- trurtion Regulatlons must be pald on thls prolect. No hid may be wlthdrawn after the scheduled closing time for re- relpt of bidet fnr at least 60 days. The Board of Awsrds reserves the rlght to reject any or all blds and to waive informalitiei. No bld WÍ1P be accepted or rejected without prior authorlzatlon of the PWA Repr»sentatlve for Puerto Rico. R GONZÁLEZ REQUENA, Actg. Asst. Commlssioner cf tht Interior of Puerto Rico. —Y, por fin, ¿qué carrera estu- diar Aa? —Me gustan loa estudios sociales, la historia de la Humanidad y sus leyes biológicas. —Bueno; déjate de palabras que no entiendo, y dime qué carrera es esa. Pero Jorge, absorto en sus ideas, pareció no escucharle, y continuó: —Pero también me gusta el es- tudio de las ciencias físico natura- les; sondear con el microscopio lo Infinitamente pequeño, y con el telescopio lo infinitamente grand»; arrancar a la Naturaleza sus se- cretos y admirar esos misterios «on lo* que el sabio goza y de los que •I Ignorante se asombra. Al oír esto. Mauricio se detuvo. Aurorita le habla mandado co- ger una mariposa que revoloteaba sobre las floreclllas, y que acaba- ba de posarse en una de ellas. El niño, con su sombrerillo de paja * una mano para atraparla, habla ya puesto una rodilla en tierra, y el sombrero Iba a caer sobre el ob- jeto de su persecución; pero de pronto el negrillo se habla queda- do Inmóvil. —¡Vamos! ¿Acabarás de ó>clr qué quieres ser?—la dijo Mr. Broulon a Jorge. —¡Escuchar secretos.... conocer misterios con los que uno se asom- bra!—pensaba Mauricio. —Seré médico—respondió Jorge a su padre. Vil —¡Qué ae escapa!—gritaba Auro- rita a Mauricio—¡que. aa te esca- pa! ¡Se escapó! Y la nina, viendo a la pintada marlpoailla levantar el vuelo, se echó a llorar. —¿Por qué lloraa?—le preguntó Mr. Broulon. —Porque Mauricio ha dejado es- capar la mariposa . ;Bobo—anadió- bobo!, que la dejaste ira* después de haberse estado tanto rato quie- ta. —¡Bruto! ¡Animal!—exclamó Mr. Broulon, y agarrando un libro que Jorge tenia a su lado, lo arrojó sobre el negrillo, a cuya cabeza fué a parar. Mauricio se tambaleó, puso una mano en el suelo para no caer. Jorge intervino. Aurorita se 1* acercó; movida por la compasión quiso consolarle, y Mr. Broulon le amenazó con una soberbia paliza si volvía a oir llorar a la nina. El joven recogió su libro: era el "Origen de las Especies", de Dar- wln. Mauricio, gimoteó un poco y dea- pués se calló. Cuando los demás su- bieron a comer, él atravesó por da- bajo de la casa entre las colum- nas de hierro que la sostenían: lle- gó al patio, donde una negra echa- ba maíz a las gallinas y otro cria- do sacaba agua del aljibe con un balde atado al extremo de una so- ga que atravesaba por la chillona polea, enmohecida por la humedad y el tiempo. El se acerró al aljibe, echó una mirada al fondo, y sin decir una palabra se fué pensando: SI, aquí hay uno ó> esos secretos, uno de esos misterios. VIII Cuando todos estuvieron acosta- dos en la casa, Mauricio salló en puntillas. Bajó la escalera, se diri- gió al patio y se acercó al aljibe conteniendo hasta el aliento para no hacer ruido. Una vez que estu- vo allí, asomó su cabeza y estuvo mirando largo rato. De pronto se le ocurrí» una Idea: cogió la soga a cuyo extremo es- taba el balde y la movió suavemen- te. Esto produjo alguna oacllación en la auperflrle. y hubo un momen- to *n que creyó ver dos ojos muy abierto* que le miraban fijamente. Era que el agua, en una de las oscilaciones, alcanzando un fugiti- vo rayo de luna, reflejó su propia imagen. Pero Mauricio no se da- ba cuenta de ello, y aterrado soltó la cuerda y se retiró algunos pa- so*. Aquel movimiento brusco pro- dujo algún ruido, y el negrillo, te- miendo que alguien le oyese, echó a correr, subió de puntillas la es- calera y se encaramó en su catre. En vano cerraba sus ojos: por to- das partes le parecía ver dos pupi- las que le miraban con fijeza. Cuando la primera v claridad de la mañana empezó a Iluminar el horizonte, el nlno se quedó dormi- do con el convencimiento profundo de que el pozo estaba encantado. IX D«sde aquel día el fondo del al- jibe fué la preocupación constante de Mauricio. No habla transcurri- do una semana cuando el negrillo, una noche, volvió a ver o/ genio encantado. Su pensamiento parecía pugnar por escaparse de sus la- bios. Por fin murmuró a media voz: —¡Secretos misterios con que uno se asombre! —... .¡afmbra!—repitió una voz. —¡Ah¡—a* dijo el nlno — ¡Una sombra! ¡Es una sombra! Y sentía su corazoncito palpitar precipitadamente. En sus diez anos de vida nunca le habla sucedido nada tan extraordinario; sin em- bargo, trató de sobreponerse al mie- do y volvió a preguntar: —¿Eres una sombra encantada? — ada— fué la reapuesta. —¡Hada!—ae repitió Mauricio. Y ya se imaginaba una joven hermosa con una corona de flores y de estrellas envuelta en una gasa blanca, con su varita mágica en la mano, con la cual haría circuios en el aire y con ellos derramarla a millares sus dones sobre el feliz mortal, a quien se dignase prote- ger. ¡Ah! SI quisiera protegerlo a él. que no podía ver a su madre más que a la hora de comer y de domir, a él, que ni aún habla conocido a su padre!.... —¡Hada, hada!—exclamó. — ...ada. ad;.,—repitieron, llaman- do sin duda a la reina. —¿Estás aquí? —... aquí—respondió la voz. —¿Serás tú tan buena que me protejas siempre? --.. .siempre. Y como la nina Aurorita la gula su ángel, ¿me guiarás también? —...también. Aquella* eran demasiadas emocio- ne*, pero Mauricio quiso aún ha- cerle otra pregunta: Y si hago lo que me mandes, tendré lo que quiera, lo tendré todo? — Modo— respondió la voz. X Mr. Broulon y su hijo hablan convenido en que el último saldría para Londres en e] primer vapor nue zarpase de la capital, con ob- jeto de estudiar allí su carrera. A fin de hacer sus preparativos de viaje, y para comprar sombre- ros, botas y algunas friolerlllas más. ordenó a Mauricio que se fuese por la maftana „! pueblo de A., próxi- mo a la hacienda, con objeto de que le trajese las compras. El mu- chacho, obedeciendo la orden reci- bida, salló a pie por una vereda. A los cinco minutos de marcha, sintió a sus espaldas el trotar de un caballo. Volvió la cabeza, y vio que cabalgando en él se acercaba el joven, niño Jorge, como, según la costumbre del país, se le llama- ba. Jorge tendría unos diez y nueve a veinte año*; era moreno, alto, y el sombrero de grande* alas que llevaba puesto, ocultaba una an- cha cuadrada y pensadora frent*. Cuando se halló junto al negri- to detuvo el paso de su caballo. y dando algunas palmarlas en el cuello del noble animal, dijo « Mau- brlelo: —¡Hola, chiquitín! Te sonríe*. ¿Es que estás contento porque me voy? —No. nifio—le respondió Mauri- cio;—su mercé es muy bueno, y yo sentiré mucho no esté aquí. —¿Te gustarla venir conmigo a Inglaterra? —¿Y mamá? Entonces no la ro- rla nunca. —Tienes razón. ¡Pobrecillo! —¿Y cuando el nifto Jorg* entre en la Uni... en la U -En la Universidad querrás de- rir. —SI. en la Universidad, allá iurth pn de Inglaterra; cuando entre, ¿a que no se acuerda más del n*grlto Mauricio? Jorge a* sintió conmovido por aquel rasgo de cariño tan espontá- neo. —¿No me he de acordar? Y cuan- do vuelva, ¿qué quiere* que te tral- la? —Pues, mire, nlno, tráigame au mercé un vestido pa mamii Bien; es muy hermoso qu* quie- ra» un regalo para tu madre.' Eso corre de mi cuenta. Pero para ti, ¿qué quieres? —Pues... no *é... nada. Lo que quisiera será decirle una cosa an- tes de irse, pero... no me atrevo. El nlfto va a decir que aoy muy parejero. XI -No tengas cuidado. No U di- ré nada. Y Jorge, al animarle, sentía cier- ta curiosidad que «I tono del mu- chacho despertaba. Su caballo iba al paso, y Mauricio se acercó a él como si tratas* de no ser oído. —Nlfto Jorge—dijo después de un momento de meditación, en el que trató como de buscar una frase pa- ra empezar una confidencia—yo he descubierto un secreto... un secre- to que a su mercé le gustará sa- ber. —¡Un secreto!—dijo Jorge dando muestras del mayor asombro—¿Será posible? Y luego murmuro: —¡No puede ser! En fin, veremos; añadió en alta voz— dime, ¿qué secreto es ése? —Es un misterio, nlfto; ¿su mer- cé se acuerda del día que hablaba con el amo?... Jorge sintió una oleada de san- gre que le subía a la cabeza, y, parando el caballo, se quedó mi- rando fijamente a Mauricio; éste prosiguió, un tanto desconcertado por el brusco ademán de Jorge: —SI no fuera por su mercé. yo no sabría qué era un secreto, un misterio. —Muchacho, ¿qué estás diciendo? ¿Cómo es eso? ¿Tú te pones de- trás de las puertas a escuchar? —¡No niño, no me riña... yo no me-he puesto a escuchar... no. Yo jugaba con niña Aurorita... —¿Dónde? ¿dónde?— preguntó Jorge muy agitado. —Pues allí delante de la casa. junto si caimito. —No nifto, al ustedes hablaban allí junto a nosotros. —¿Cómo? Si papá y yo no hemos hablado de eso más que una vez... en su cuarto, ¿y cómo?... La situación de aquel joven y la del negrillo era bien rara. NI el' primero entendía a é«te, ni ést* le entendía a él. XII En aquel momento se le acercó Eugenio, antiguo compañero de Jor ge, que habla estudiado con él en la misma escuela, y cuyo padre era dueño de la hacienda que co- lindaba con la Btmeraláa, y anvgo de Mr. Broulon. —¡Jorge! ¡Jorge! ¿Con que te va*?—preguntóle, acercándose. —SI, chico. —Pues Iba en busca tuya para.que pasáramos el dia juntos. Ya que por fin te encuentro, manda un re- cado a tu padre y vamonos a casa. —Irla con mucho gusto... pero tengo que hacer unas compras en el pueblo —No importa—le respondió Eu- genio—te acompañaré, y luego no* iremos a casa. —Bueno, vamos. Y Jorge dobló por ta derecha. —¿Qué hacea?—le preguntó Eu- genio. —¿No vamos a tu ca»a? Por aquí ea más cerca. —¿Pero no vas antes al pueblo? —Es verdad. —Vaya, chico, voy a creer que no e«tás en tu cabal Juicio. XIII Mauricio, con su camisa de cua dritos azules sobre fondo blanco su incoloro pantalón de dril, su estro- peado sombrero de paja y sus pies desnudos, esperaba impaciente la vuelta de niño Jorge. Ya era de noche, y él no podía tardar. Y, en efecto, al cabo de unos segundos entró con su caba- llo a galope tendido por la alame- da de flamboyanea que ponía en di- rección la casa con la carretera. Hay que advertir que este pompo so nombre daban los vecinos del pueblo a un camino ancho y Heno de profundo* baches por donde, so- bre todo en los días de lluvia, sólo a caballos y carretas era dado tran- sitar. Mauricio adelantándose, cogió las bridas del caballo, y Jorg* saltó al suelo. —Déjalo en la cuadra, y van en seguida. —El chlcuelo, que no desab* otra cosa, obedeció, presentándose al ca- bo de un momento. —Vamos a ver—exclamó Jorge- espero que me revelará* ahora el secreto de que hablaste por la ma- ftana. Mauricio hallábase no poco sor- prendido de oír el tono «eco y fuer- te que empleaba Jorge. ¿Por qué le hablaba de aquella manera, él, tan cariñoso siempre? —Venga conmigo—respondió por fin. Y volviéndose, guió a Jorge ha- cia el patio de la casa, lin qu* s* escuchara otro ruido qué el que producían las espuela* del joven hasta llegar junto al brocal del al- jibe. Una ves allí, Mauricio rompió el silencio. —Su mercé decía la otra tar- de que quería saber secretos... co- sas... a*l raras; y como aquí hay uno de eso* secretos, yo quie- ro que lo vea. En el ánimo de Jorge ae habla verificado una transformación no- table. La inquietud que antea le dominaba hablase trocado en una especie de compasión, que se tra- ducía por una sonrisa, mitad de lástima, mitad irónica. —¿Dónde está el *ecreto¿—pre- guntó. Mauricio, sin responder, se incli- nó apoyándose en el brocal. -¡¡Ehü-grltó. Il...eee!!...— repitió una voz Jorge, que ignoraba lo que el lector sabe, encontró aquello suma- mente extraño. Y en efecto; en cualquiera otra ocasión en que se hubiera hablado delante de Mauri- cio de lecrcto* y misterio» de 'u Naturaleza, hubiera sido lo mismo que si le hablasen griego; pero te- niendo la imaginación excitada por un hecho para él sobrenatural, ta- les palabras le hicieron el efecto de una revelación. Jorge, que creía qu* el descubri- miento de aquel sencillo fenómeno era la con*ecuencla de haber oído la citada frase, sentíale admirado por tal rasgo, que juzgaba de Intui- ción profunda en el Ignorante ne- grillo. La expresión de asombro que por tal causa retratábase en su fisono- mía, fué Interpretada a su gusto por Mauricio. —Es el eco—dijo por fin Jorge, y ae retiró pensativo. —¡Eleco!—repitió Mauricio, que nunca habla oído hablar de seme- jante cosa.—¡Eleco! — ¡1* co o!— respondió la voz desde el fondo del aljibe. (Continuará maftana) bita «I PUNTO BLANCO PIÉNSELO 2 VECES ANTES DE AVENTURAR SU DINERO EN UNA REFRIGERADORA BARATA CANAS Para teñirlas, prepare *e n mira* Casa esta cintura fácil f barata: un coarto litro de agua, ana cuchared* de gliceríoa y una cal* Compuesto de Barbo. Si Ud. quiere puede agre g»r 3 cucharadas de Bay Rum o dt Agua de Colonia. Aplique** la tir tura según instrucciones en la csj del Compuerto de Barba Todo esto* ingrediente! cuestan mv baratoi en cualquiera botica. PARA LAS CANAS, BARBO Los pequeños pagos mensuales invertidos en una refrigeradora deben y pueden traerle buenas economías en un período de tiem- po largo. No se deje decidir por precios de "gangas". 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