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UNIVERSIDAD DEL SALVADOR FACULTAD DE HISTORIA, GEOGRAFA Y
TURISMO
INSTITUTO PBRO. DR. A. M. SENZ
CILCO DE LICENCIATURA EN HISTORIA PARA PROFESORES TERCIARIOS NO
UNIVERSI-
TARIOS
Profesor: Nora Battaglia
Alumno: Silvana Perrotta
La firma de los Pactos de Mayo a travs del dis-
curso periodstico del Diario La Nacin en Mayo
de 1902
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1
1 - INTRODUCCIN
..........................................................................................................................................
2
2 - MARCO HISTRICO - NEGOCIACIONES Y ACUERDOS, LA FIRMA DE LOS
PACTOS DE MAYO......................... 6
2.1 CONTEXTO GENERAL
.....................................................................................................................................
6
2.2 LA FIRMA DE LOS PACTOS DE MAYO
.................................................................................................................
8
3 - MARCO TERICO
.......................................................................................................................................
12
3.1 HERRAMIENTAS PARA EL ANLISIS DEL DISCURSO
PERIODSTICO..............................................................................
12
3.2 LAS RELACIONES EXTERIORES ARGENTINAS EN EL PERIODO 1880 -
1916
.................................................................
16
4 - LA FIRMA DE LOS PACTOS DE MAYO A TRAVS DEL DISCURSO
PERIODSTICO DEL DIARIO LA NACIN
(MAYO DE 1902)
.............................................................................................................................................
22
5 - CONCLUSIN
.............................................................................................................................................
33
6 - BIBLIOGRAFA
............................................................................................................................................
36
-
2
1 - Introduccin
El presente trabajo abordar como tema central la firma de los
Pactos de Mayo a
travs del discurso periodstico del diario La Nacin con especial
atencin a las publicacio-
nes realizadas durante el mes de mayo de 1902 y tomando cuando
fueren pertinentes publi-
caciones de fechas previas y/o posteriores pertenecientes todas
a este mismo medio.
Durante el siglo XIX la Argentina sostuvo conflictos armados
fundados en cuestiones
territoriales y polticas con los pases vecinos de Brasil,
Paraguay, Bolivia y Uruguay, sin
embargo y a pesar de los numerosos conflictos limtrofes con
Chile, estas dos nunca fueron
a la guerra y se empearon en una solucin mucho ms larga y
trabajosa que demand una
labor tcnica y diplomtica significativa para ambos actores.
El 28 de mayo de 1902, el Ministro de Relaciones Exteriores
chileno Jos Francisco
Vergara Donoso y el Ministro Plenipotenciario argentino Jos
Antonio Terry, firmaron en
Santiago de Chile un Acta Preliminar con el objeto de acordar
las reglas a que debern so-
meterse las divergencias de cualquier naturaleza que pudieren
perturbar las buenas relacio-
nes entre ambos pases. Los Pactos de Mayo son la culminacin de
una poltica de arbitraje
utilizada por ambos estados que ya se haba reflejado en los
Tratados de 1855 y 1881 como
tambin en el Protocolo de 1893 y Acuerdo de 1896; a pesar de
haber sido bien recibidos
por la opinin pblica, generaron algunas ecos de reclamos. En la
Argentina se produjo un
intenso debate centrado en la conduccin de la poltica exterior
del pas conjugado con re-
clamos de naturaleza interna. En la polmica participaron Carlos
Pellegrini, Indalecio
Gmez, Joaqun V. Gonzlez, Jos Figueroa Alcorta, Manuel Quintana,
Luis Mara Drago,
Miguel Can y Mitre desde el diario La Nacin. En Chile hombres de
la talla de Julio Zegers,
Serrano Montaner, Rioseco y Bulnes participaron as mismo del
debate. El ncleo central del
debate consideraba a los pactos como contrarios a las
constituciones de ambos pases,
pues se entregaba a una tercera potencia la facultad de fijar
las fuerzas de mar y de tierra.
A lo largo de todo proceso poltico se conjugan una pluralidad de
voces, esas voces
fundadas en los hechos y en sus propias concepciones construyen
un marco de verdad en
el que la realidad es interpretada; en ello el rol de los medios
de comunicacin que adoptan
una voz propia es fundamental, especialmente en una poca
principios del S.XX- donde la
difusin de la informacin es esencialmente realizada por los
medios grficos que cobran
entonces un lugar de poder en la disputa poltica.
El marco terico que nos permitir analizar la voz encarnada en el
diario La Nacin,
parte de la premisa delineada por Ernesto Laclau en su propuesta
del anlisis poltico del
discurso, de que toda prctica social se encuentra estructurada
en un sistema de significa-
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3
cin, y que por lo tanto no hay nada en la vida social que no sea
discursivo y colectivo. Lo
simblico se manifiesta a travs del lenguaje escrito u oral- y en
el accionar concreto entre
las personas. De aqu se desprende la centralidad de la
comunicacin en la vida de las so-
ciedades; por su funcin, los medios de comunicacin, y en este
caso la prensa, actan co-
mo filtro de la informacin, se proponen transmitir las
informaciones que estima esenciales
acerca de un acontecimiento.
Estos acontecimientos que componen la realidad existen en la
medida en la que son
construidos por los medios de comunicacin, son la materia de la
que la sociedad quiere
hablar, pueden ser tomados para que los actores polticos definan
decisiones o bien para
que esos mismos actores conviertan sus actos en acontecimientos
sociales. Por lo tanto el
sustrato ideolgico en cada publicacin es central, pues la
ideologa se metacomunica en la
construccin del discurso operando por connotacin, lo que
realmente importa analizar es el
sentido mismo de la informacin transmitida.
El principal objetivo del anlisis ser entonces producir una
integracin del texto y del
contexto en el sentido de que el uso de un discurso en una
situacin social es al mismo
tiempo un acto social. En este sentido es que nos interesa
abordar como hiptesis de traba-
jo el lugar que el diario La Nacin ha tomado como vocero del
gobierno en el debate que se
produjo a continuacin de la firma de los acuerdos.
La naturaleza de esta hiptesis nos obliga entonces a trabajar en
dos ejes de anlisis
ambos abordados previamente en esta introduccin- el primero
referido al proceso histrico
que culmina las negociaciones territoriales y el segundo al
marco terico necesario para el
anlisis de los recursos periodsticos. Dada la amplitud del tema
debieron ser empleadas
una variedad importante de fuentes primarias y secundarias. En
referencia al abordaje del
proceso histrico se consultaron obras de carcter general sobre
la poltica exterior argenti-
na como las elaboradas por Cisneros Escud y Ferrari as como
publicaciones especficas
que describen el proceso de negociacin y acuerdo previo a los
Pactos de Mayo, entre ellas
podemos contar con autores como Robert Burr, Octavio Errzuriz,
Rosendo Fraga, Guiller-
mo Lagos y Pablo Lacoste. Estas ltimas obras, digitalizadas en
su mayora, refieren cada
una de ellas a un aspecto especfico del tema, ya sea en
referencia al posible estado de
guerra, al influjo de las influencias externas, al estado de la
opinin pblica o bien al rol de
los hombres de estado implicados en los hechos.
Es as que, el marco general de interpretacin histrica se
fundamenta en las obras
de Cisneros y Escud en el plano ms general de las relaciones
internacionales de princi-
pios del siglo XX, guiadas por el pulso de los sucesos europeos
de pre guerra, y de Gustavo
Ferrari en el de las relaciones exteriores argentinas
propiamente dichas. Las ideas desarro-
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4
lladas por estos autores se acompaaron del anlisis de los
discursos pronunciados por el
entonces presidente Julio A. Roca en la sesin inaugural del
Congreso de la Nacin Argen-
tina en los aos 1881 y 1884, donde se explicita la preocupacin
sobre la problemtica lim-
trofe que se sostena con el vecino pas de Chile. Los trabajos de
Rosendo Fraga y Pablo
Lacoste abordan lo especfico del contexto histrico, tanto en la
centralidad de las figuras
que hicieron posible el arreglo pacfico de controversias como en
la carrera armamentstica
en sintona con la modalidad europea de Paz Armada de principios
de siglo XX- que se
sostena a pesar de las negociaciones diplomticas.
El desafo ms importante en torno al estudio del tema ha sido sin
lugar a dudas el
manejo de fuentes primarias. Para su obtencin se ha recurrido al
repositorio de la Hemero-
teca del Congreso de la Nacin Argentina que dispone de todos los
ejemplares del diario La
Nacin del ao 1902 en microfilm. Dicho soporte representa en s
mismo un desafo pues su
manipulacin es engorrosa y lenta, la lectura sumamente
complicada pues la tcnica del
microfilm ha colocado letras blancas sobre fondo negro que
resulta un obstculo a la lectura
fluida. A este obstculo material se le suma otro que podemos
considerar en s mismo hist-
rico: el diseo grfico en la prensa de principios del siglo
XX.
En 1870 ao de lanzamiento del diario La Nacin al mercado, el
mismo posea una
sola pgina, para 1902 podemos contar un promedio de 6 a 8 pginas
completamente ocu-
padas de informacin distribuida en unas siete estrechas
columnas. Debido a los costos del
papel y la tinta en la poca son inexistentes los espacios en
blanco y la necesidad de apro-
vechar cada centmetro de impresin lleva a que las secciones del
diario comiencen en don-
de finalizaba la anterior sin importar que esto signifique un
salto de seccin casi al fin de la
pgina, lo cual genera inconvenientes al momento de sistematizar
la bsqueda en el micro-
film. Finalmente, luego de seleccionar los artculos centrales al
tema se solicit la impresin
de los mismos generando un nuevo obstculo material dado que la
misma debi realizarse
en hojas tamao A4 y no A3 (doble extensin que las primeras)
porque la imagen se pixela-
ba (distorsionaba) y haca literalmente imposible su lectura.
Una vez construido el contexto histrico, y abordadas las fuentes
primarias en lo que
a hechos se refiere, la elaboracin de un marco terico de anlisis
se haca inminente. Para
ello el recurso a otras disciplinas como la semiologa y la
semitica fue necesario, de modo
que se consultaron obras especficas que desarrollan la
problemtica del anlisis del discur-
so, y especialmente el anlisis del discurso periodstico. A tal
fin se consultaron las obras de
Eliseo Vern, Raymond Colle, Natalia Morn, Teun van Dijk, Maite
Alvarado y Ernesto La-
clau.
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5
Las obras de Eliseo Vern y Ernesto Laclau permitieron construir
el marco ms gene-
ral de interpretacin dado que analizan el fenmeno de la
comunicacin en su estructura,
modalidades, actores, etc. Ambos autores centran su atencin en
la construccin de los
hechos por parte de los medios de comunicacin como actores de la
trama poltica y social
de su poca. En este sentido las obras de Josep Valls y Miguel De
Marco trabajan sobre la
prensa escrita no slo como fuente de contenido histrico, sino
como proceso histrico en s
mismo, el primero lo realiza en el mbito del siglo XIX espaol
por lo cual de esta obra se
extrajeron las ideas ms relacionadas a la teora- y el segundo en
el mbito nacional desde
los primeros das de mayo hasta el primer centenario de la
revolucin. En referencia al an-
lisis especfico de las noticias, se consultaron las obras de
Colle, Morn, Van Dijk y Alvara-
do. En todas ellas se abordan los aspectos tcnicos del
tratamiento de noticias periodsticas
desde cuestiones de estilo a aspectos semnticos de la
comunicacin.
La estructura general del trabajo consiste en una divisin de
captulos en funcin de
una eje o temtica de anlisis especfico comenzando por el marco
contextual histrico que
describe y analiza el proceso de negociacin y firma de los
Pactos de Mayo as como el rol
desempeados por los dirigentes gubernamentales a ambos lados de
la cordillera y el grupo
de hombre que componen el escenario poltico en cada estado
afectado. El captulo siguien-
te centra su atencin en el marco terico de anlisis para el
discurso periodstico, en l se
describen y analizan las herramientas y la naturaleza de la
noticia periodstica as como los
elementos que la componen y los recursos que se emplean en su
construccin. A continua-
cin de este ltimo se encuentra el captulo central de este
trabajo donde se analizan con-
cretamente las publicaciones del diario atravesadas por el
contexto histrico y terico de
forma simultnea. El trabajo culmina en la conclusin del tema que
recopila el camino reco-
rrido y sintetiza las conclusiones parciales de cada
captulo.
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6
2 - Marco histrico - Negociaciones y acuerdos, la firma de
los
Pactos de Mayo
2.1 Contexto general
La compleja trama que condiciona la poltica exterior de un pas
est compuesta no
slo por las instancias del sistema internacional en las que este
pas se inserta, sino por los
mltiples condicionamientos internos; que dependen no slo de las
instancias administrati-
vas y de toma de decisiones, sino de las personalidades que
asumen el control del poder.
Julio A. Roca domin la poltica argentina durante un cuarto de
siglo y ejerci la pre-
sidencia durante dos periodos constitucionales completos. A lo
largo de su primera presi-
dencia (1880 1886) tuvo lugar un hito fundamental en la relacin
entre la Argentina y Chile:
el tratado de 1881 que establece los principios bsicos en funcin
de los cuales los dos pa-
ses resolvern sus problemas de lmites durante el siglo
siguiente. Durante su segundo
mandato (1898 1904), se firman los ya mencionados Pactos de Mayo
de 1902, que en-
cauzan los conflictos pendientes derivados de las diferencias de
interpretacin sobre el Tra-
tado de 1881. Roca es el protagonista por parte de la Argentina
de ambos acuerdos, funda-
mentales para resolver en forma pacfica los conflictos de ambos
pases.
Pese a los numerosos conflictos limtrofes que tuvieron la
Argentina y Chile a lo largo
de su historia, nunca se enfrentaron en una guerra. Mientras que
a lo largo del siglo XIX la
Argentina las tuvo con Brasil, Paraguay, Bolivia y las guerras
civiles del Uruguay que se en-
tremezclaron con las argentinas; mientras que Chile las tuvo con
Per y Bolivia.
Durante estos aos el estado argentino resolvi casi todos sus
problemas limtrofes:
con Bolivia, Brasil, Chile y Uruguay apelando a la resolucin
pacfica de los conflictos en
algunos casos mediante el arbitraje. El arreglo de lmites con
Bolivia en 1889 le signific a la
Argentina la prdida de un milln de kilmetros cuadrados, y el
litigio sobre Tarija y Atacama
el arbitraje norteamericano de 1898; de igual modo la ltima
disputa de lmites con el Brasil
en 1895 mediante el arbitraje del presidente de los Estados
Unidos cost a la Argentina el
territorio cercano a Misiones.
Con Chile la solucin fue mucho ms trabajosa y larga, dado que si
el territo-
rio chileno se hubiera limitado al principio de uti possidetis
juris debera componerse de lo
que supo ser la Capitana General de Chile, es decir el ro Salado
al norte, el ro Bio Bio al
sur, la Cordillera de Los Andes al oeste y el ocano pacfico al
este. Esto es, menos de la
mitad del rea territorial que posee actualmente.
El tratado de 1881 signific una prdida territorial para la
Argentina al sur del Bio Bio,
el Estrecho de Magallanes, parte de Tierra del Fuego e islas
adyacentes en el Pacfico y al
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sur del Beagle, cesin de territorios que deliberadamente fue
realizada en pos de la paz y de
los intereses comerciales, dado que Las relaciones entre
Argentina y Chile tuvieron una de
sus etapas ms crticas entre 1879 y 1902 debido a varios motivos,
en el orden mundial, las
grandes potencias se lanzaron a una descontrolada carrera
armamentista, a la cual arrastra-
ron a los dos pases del sur. En el mbito regional, los
conflictos con terceros pases ame-
nazaban extenderse sobre los vecinos trasandinos. Por ltimo,
stos no terminaban de re-
solver sus cuestiones de lmites territoriales, lo cual generaba
incertidumbre y tensiones.
Tanto Argentina como Chile volcaron sus recursos en la
adquisicin de nuevas unidades
para la marina de guerra.
La firma del tratado de 1881 gener algunas cuestiones de
naturaleza tcnica que
debieron ser resueltas en adelante, especialmente el trazado de
lmites en la Cordillera de
Los Andes: hasta Tierra del Fuego el lmite eran las altas
cumbres que dividan las aguas,
pero a partir del paralelo de 40 no siempre las altas cumbres
dividan las aguas. En 1888 se
conform una comisin demarcadora donde ambos pases sostuvieron
principios divergen-
tes, la Argentina defenda la demarcacin por altas cumbre
mientras que Chile optaba por la
divisoria de aguas. Las diferencias entre estos criterios
involucraban 94.000 km2
En marzo de 1893 se firm un protocolo adicional al tratado de
1881 por el cual Chile
no poda pretender punto alguno en el ocano Atlntico ni la
Argentina en el Pacfico, aun-
que continuaron las diferencias cordilleranas entre los peritos.
En 1896 se acord entre am-
bos pases deferir al arbitraje de la Reina de Inglaterra el
litigio, si los peritos persistan en
no entenderse.
El clima de tensin entre ambos pases recuper su vigor hacia el
ao 1898, por lo
cual los presidentes de ambos estados Roca y Errzuriz
concertaron la celebracin de una
cumbre presidencial la primera en la historia de las relaciones
entre Argentina y Chile- que
tuvo lugar en el estrecho de Magallanes del 15 al 17 de febrero
de 1899, y que permiti es-
tablecer un espacio de dilogo entre ambos gobiernos. De esta
manera se generaron las
condiciones para resolver uno de los puntos pendientes en el
problema limtrofe: la cuestin
de la Puna de Atacama. Ambos pases aceptaron un arbitraje a
cargo de una comisin inte-
grada por un chileno, un argentino y el ministro de EEUU en
Buenos Aires, William Bucha-
nan. Dos semanas despus del "abrazo del Estrecho", el 1 de marzo
de 1899, comenzaron
las sesiones de esta conferencia arbitral. Dentro de ese mes, se
elabor el dictamen co-
rrespondiente, y el conflicto por la Puna qued superado.
El enfrentamiento territorial argentino chileno continu a lo
largo de todo el siglo XX,
de los distintos momentos que estos estados protagonizaron, los
Pactos de Mayo de 1902
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8
son un testimonio ms de la tendencia pacifista argentina
prevaleciendo ante el camino de la
guerra.
2.2 La firma de los Pactos de Mayo
El aislamiento y encierro sobre s mismo que caracteriz a Chile a
principios de 1902
dur nicamente los primeros meses del ao. El problema del Pacfico
no estaba cerca de
ser solucionado, tanto en su relacin con Bolivia como con Per;
pero el obstculo ms im-
portante para solucionar esta cuestin, as como su peligro ms
inminente reposaba en la
crisis de relaciones con la Argentina. Hacia diciembre de 1901,
la guerra pareca inevitable.
El 24 de ese mes el representante argentino en Chile Epifanio
Portela- abandon la lega-
cin argentina en Santiago y el 25 el ministro de guerra Pablo
Richieri hizo firmar al presi-
dente el decreto de movilizacin general.
Por el lado argentino, la presin de la diplomacia inglesa,
acompaada por la actitud
del mitrismo ahora conducido por Emilio Mitre desde las pginas
de La Nacin- lograron
que Roca tomara el camino de la negociacin. Un mitrista como
Terry fue enviado a Santia-
go en reemplazo de Portela; y a la muerte de Amancio Alcorta se
nombra en su lugar a
Joaqun V. Gonzlez.
El cambio de mentalidades fue profundo: prcticamente todos los
personaje involu-
crados estaban de acuerdo en que debera celebrarse un Tratado de
Arbitraje General, pre-
ventivo y permanente con el objetivo de someter a l cualquier
dificultad que pudiera pertur-
bar las relaciones entre los estados pactantes.
De este modo, el 28 de mayo de 1902, el Ministro de Relaciones
Exteriores chileno
Jos Francisco Vergara Donoso y el Ministro Plenipotenciario
argentino Jos Antonio Terry,
firmaron en Santiago de Chile un Acta Preliminar con el objeto
de acordar las reglas a que
debern someterse las divergencias de cualquier naturaleza que
pudieren perturbar las
buenas relaciones entre ambos pases. Ambos ministros luego de la
firma expresaron que
sus respectivos estados apoyaban y adheran a la resolucin
pacfica de conflictos incluso
mediante el arbitraje.
Los Pactos de Mayo, de los cuales el acta mencionada conforma
parte, son en reali-
dad la culminacin de una poltica de arbitraje utilizada por
ambos estados que ya se haba
reflejado en los Tratados de 1855 y 1881 como tambin en el
Protocolo de 1893 y Acuerdo
de 1896.
En referencia especfica al Tratado General de Arbitraje, podemos
decir que el mis-
mo se encuentra formado por un prembulo y quince artculos. En el
prembulo se deja
constancia del deseo de ambos pases de resolver por medios
amistosos cualquier cuestin
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que pudiera suscitarse entre ambos. A lo largo de los artculos
podemos encontrar delimita-
das ciertas cuestiones que refieren al uso del arbitraje en caso
que la controversia no pueda
ser solucionada de forma directa (art. 1) no siendo el mismo
retroactivo a cuestiones que ya
hayan sido zanjadas entre ambos estados, a menos que se susciten
cuestiones vinculadas
a la validez, interpretacin y cumplimiento de pactos pre
existentes (art. 2)
Este acuerdo, como cualquier otro, debe entenderse a la luz de
las relaciones inter-
nacionales; los estados del Cono Sur integrantes de la Amrica
hispana luego de su proceso
de emancipacin e independencia gravitaron casi sin excepcin
hacia la rbita de influencia
britnica -que a lo largo del siglo XIX y hasta terminada la
Primera Guerra Mundial fue la
potencia internacional indiscutida- esto se ve reflejado en el
art. 3 del Tratado donde se de-
signa al gobierno de S. M. Britnica como rbitro entre ambos
pases, aadiendo que en el
caso de que alguno de ellos cortase relaciones, se designara a
la Confederacin Suiza co-
mo intermediario. Las disputas a arbitrar y los poderes del
rbitro son designados por los
estados en litigio, segn reza el art. 4, de aqu en adelante y
hasta el art. 12 se contina con
el establecimiento de cuestiones de orden legal y
burocrtico.
Fuente: lminas desplegables disponible en
http://goo.gl/ksWe3 Fuente: Rey Balmaceda, Ral, Integracin
Territorial
de la Argentina, SENOC, Buenos Aires, 1985, p. 66
http://goo.gl/ksWe3
-
10
Un sesgo de carcter moral, propio de una de las tendencias de la
Argentina en el
manejo de sus relaciones exteriores se demuestra en el art. 13
donde se afirma que la sen-
tencia es inapelable y su cumplimiento est confiado al honor de
las naciones signatarias,
salvo, claro est, si el fallo se ha dictado en funcin de un
documento falso. Los ltimos art-
culos nro. 14 y 15 retoman las cuestiones de orden
administrativo.
Con la misma fecha, los mismos ministros firman en Santiago una
Convencin sobre
Limitacin de Armamentos Navales, en el mismo ambos gobiernos se
comprometen a desis-
tir de adquirir las naves de guerra que tienen en construccin y
de hacer en adelante nuevas
adquisiciones; se comprometieron, as mismo, a disminuir sus
respectivas escuadras a lo
largo de un ao hasta llegar a una equivalencia aceptable,
incluso comprometindose a no
aumentar sus escuadras en un lapso de cinco aos sin previo
aviso.
Se estableci el principio de equivalencia de escuadras, con lo
cual los
buques en construccin1 no fueron incorporados. Los cruceros
Moreno y Riva-
davia, botados en octubre de 1902, se vendieron a Japn, quien
los rebautiz
como Kasuga y Nisshin. Los acorazados Constitucin y Libertad,
fueron ven-
didos en construccin en diciembre de 1903 a Gran Bretaa, que los
denomin
Swifsure y Triumph2
Aunque los Pactos de Mayo fueron bien recibidos por la opinin
pblica a ambos la-
dos de la Cordillera generaron algunas ecos de reclamos. En la
Argentina generaron un in-
tenso debate centrado en la conduccin de la poltica exterior del
pas conjugado con recla-
mos de naturaleza interna. En la polmica participaron Carlos
Pellegrini, Indalecio Gmez,
Joaqun V. Gonzlez, Jos Figueroa Alcorta, Manuel Quintana, Luis
Mara Drago, Miguel
Can y Mitre desde el diario La Nacin. En Chile hombres de la
talla de Julio Zegers, Serra-
no Montaner, Rioseco y Bulnes participaron as mismo del debate.
El ncleo central del de-
bate consideraba a los pactos como contrarios a las
constituciones de ambos pases, pues
se entregaba a una tercera potencia la facultad de fijar las
fuerzas de mar y de tierra.
Los puntos en comn que utilizaban los opositores a los pactos a
ambos lados fue-
ron: la inconstitucionalidad de la Convencin de Desarme;
peligrosidad de la aceptacin del
arbitraje general; primaca de Chile o Argentina en el Cono Sur
depende de qu bando es-
temos hablando-. Sin embargo, en defensa de estos pactos se
pronunciaron Carlos Pelle-
grini y Julio Zeger, por Argentina y Chile respectivamente.
Pellegrini en carta abierta al Dr.
Indalecio Gmez realiza un anlisis crtico y pormenorizado de los
pactos, considerndolos
convenientes e inauguradores de una nueva era de paz y
tranquilidad
[] mientras un pueblo est pendiente de una amenaza a su soberana
o
a la integridad de su suelo; mientras todas sus facultades,
todas sus pasiones
1 Pablo Lacoste, Chile y Argentina al borde de la Guerra (1881
-1902), p. 24
-
11
estn absorbidas y concentradas en los grandes problemas de
seguridad nacional,
es intil pedirle que concentre sus energas a las exigencias de
su vida interna. La
poltica de la paz armada mata toda esperanza y toda posibilidad
de reaccin, y
los que la defienden se hacen cmplices involuntarios, pero
eficaces, de nuestra
actualidad poltica []2
Los pactos fueron discutidos en sesin secreta por el Congreso
argentino, en ambas
Cmaras Joaqun V. Gonzlez quien ocupaba la cartera de Relaciones
Exteriores defendi
los documentos explicando los alcances y beneficios de su
ratificacin. En tanto al Congreso
chileno, la discusin fue ms extensa y contrariada -51 das en
total- los opositores al presi-
dente Riesco sostenan que los Tratados anteriores demostraban la
mala fe de la Argentina,
que haba aprovechado que Chile se encontraba en guerra con Per y
Bolivia para imponer
el Tratado de 1881 en condiciones leoninas; aceptar el arbitraje
obligatorio era una renuncia
a la doctrina tradicional chilena que llevara a tener que acatar
el mismo arbitrio en los pro-
blemas de la frontera norte. Finalmente las ratificaciones de
estos documentos fueron can-
jeadas en Santiago el 22 de septiembre de 1902.
Este clima de paz se consolid en noviembre de 1902, cuando
S.M.B. dio a conocer
el fallo arbitral sobre amplios territorios en litigio. Ambos
pases acataron la sentencia, y de
inmediato se procedi a delimitar la frontera internacional con
la ereccin de los hitos res-
pectivos.
El significado de los Pactos de Mayo fue el triunfo de los
principios de arbitraje y limi-
tacin de la carrera armamentista como medios para alcanzar la
paz de los pueblos; garan-
tiz dcadas de una cordial relacin entre Chile y la Argentina y,
se inscriban claramente en
dos constantes de la poltica exterior argentina: el pacifismo y
el asilamiento. A la primera
responda la Convencin de desarme naval y el arbitraje; a la
segunda su renuncia a inter-
venir en las cuestiones del Pacfico.
2 Octavio Errzuriz Guilisasti, Las relaciones chileno argentinas
durante la presidencia de Riesco: 1901-1906, p.79
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12
3 - Marco Terico
3.1 Herramientas para el anlisis del discurso periodst ico
El presente trabajo pretende analizar, como ya se ha descripto,
el tratamiento pe-
riodstico que el Diario La Nacin realiz sobre el acuerdo firmado
con Chile en referencia al
establecimiento y demarcacin de sus lmites fronterizos con la
Argentina en 1902 y que la
historia ha denominado como Los Pactos de Mayo.
Ernesto Laclau en su teora del anlisis poltico del discurso,
propone que toda
prctica social se encuentra estructurada en un sistema de
significacin y que por lo tanto
no hay nada en la vida social que no sea discursivo y por ende
no hay produccin de la rea-
lidad social que no sea experiencia colectiva. Esta experiencia
colectiva que conforma final-
mente al imaginario social se compone de una compleja red de
relaciones entre discursos y
prcticas sociales que interactan con las individualidades y se
manifiestan en lo simblico a
travs del lenguaje escrito u oral- y en el accionar concreto
entre las personas. De aqu se
desprende la centralidad de la comunicacin en la vida de las
sociedades.
Por su funcin, los medios de comunicacin, y en este caso la
prensa, actan como
filtro de la informacin. Se propone transmitir en forma precisa,
concisa y clara las informa-
ciones que estima esenciales acerca de un acontecimiento.
Difunde aquello que le parece
que su pblico lector puede explotar mejor conformando modelos de
actualidad para distin-
tas audiencias3. Ahora bien, el acontecimiento en s es una
especie de invariable desconoci-
da que los medios de comunicacin van a construir en primer lugar
a partir del material de
los despachos que reciban de fuentes oficiales o de su presencia
en el lugar de los hechos.
Los hechos que componen la realidad no existen en tanto tales
antes de que los medios los
construyan. Segn Eliseo Vern, luego de que los medios los han
producido estos hechos
tienen todo tipo de efectos: pueden ser tomados para que los
actores polticos definan deci-
siones o bien para que esos mismos actores conviertan sus actos
en acontecimientos socia-
les. Despus que los medios los han producido, los
acontecimientos sociales empiezan a
tener mltiples existencias, fuera de los propios medios: se los
retoma en la palabra de los
actores sociales como en este caso en el debate parlamentario
que sucede a los hechos.
Cualquier material de la comunicacin social es susceptible de
una lectura ideolgi-
ca. La ideologa no es un tipo particular de mensajes, o una
clase de discursos sociales,
3 Cada uno de nosotros cree en los acontecimientos de la
actualidad; damos crdito, necesariamente a alguna imagen de la
actualidad. Sin embargo, en la enorme mayora de los casos no
hemos tenido ninguna experiencia personal de los hechos en
cuestin. Confiamos es u medio de comunicacin porque describe las
cosas como lo hubiramos realizado nosotr os si hubi-
ramos tenido experiencia directa de esos hechos. Porque creemos
en l lo consideramos verdadero en Eliseo Vern Ideologa
y comunicacin de masas
-
13
sino uno de los muchos niveles de organizacin de los mensajes,
desde el punto de vista de
sus propiedades semnticas.
La ideologa es entonces un nivel de significacin que puede estar
presen-
te en cualquier tipo de mensajes, de modo que no debe pensarse,
entonces, que
las declaraciones de un funcionario del gobierno, por ejemplo,
constituye un mate-
rial ms ideolgico que una revista de modas. Dicho nivel de
significacin se des-
cubre al descomponer los mensajes para estudiar los mecanismos
de seleccin y
combinacin, que dan lugar a los dos tipos bsicos de relaciones
entre signos. Es-
to implica que la informacin ideolgica comunica, sino que se
metacomunica,
opera por connotacin y no por denotacin4
Es por ello que si bien el objeto inmediato del anlisis es el
discurso, es decir el con-
junto de todos los elementos de expresin utilizados en un acto
destinado a sugerir un sen-
tido, lo que realmente importa analizar es el sentido mismo de
la informacin transmitida.
Todo mensaje tiene necesariamente una procedencia que es
estrictamente interna
del emisor y proviene de su proceso de pensamiento. Pero el
emisor est en condiciones de
discriminar dos distintos tipos de referentes a los cuales
aludir en su expresin: uno que per-
tenece solamente a su mundo interior -ideas, pensamientos,
creencias, sentimientos- y otro
que corresponde a una realidad externa observable por los dems
-entidades materiales y
acontecimientos- Segn J. M. Desantes
La comunicacin del mundo interior [] se dirige a la voluntad de
los re-
ceptores a travs de su entendimiento; en otras palabras es per
se persuasiva;
propone a la voluntad un bien o una apariencia de bien. Cuando
este mensaje
ideolgico se comunica le llamamos propaganda, que es condenable
cuando no
se dirige al entendimiento, sino a potencias inferiores del
hombre; o cuando ofre-
cemos un mal con apariencia de bien. [] La comunicacin del mundo
exterior
[] se dirige a la inteligencia del receptor a travs de su
conocimiento; en otras
palabras, es per se cognoscitiva; se propone al conocimiento una
verdad. Cuando
este mensaje fctico se comunica lo llamamos noticia, que es
condenable o, me-
jor, no es noticia, cuando no es verdadera.[] La conexin de los
dos trminos
[] nos ofrece una tercera posibilidad [] Cuando aplicamos una
idea a un hecho
o, lo que es lo mismo, cuando subsumimos un hecho en una idea,
del choque de
ambos trminos resulta un juicio, en el que hay una mezcla del
mundo interior y
del mundo exterior del que realiza esta operacin criteriolgica.
Pues bien si lo que
el emisor comunica es un juicio que, por su propia naturaleza,
se refiere a la razn
del receptor, facilita a ste una opinin que podr no
compartir5
De este modo es posible ubicar cualquier discurso en el
siguiente eje de coordena-
das a partir de la ponderacin de sus componentes fcticos e
ideolgicos
4 Van Dijk, Teun, La noticia como discurso, p. 120
5 Colle Raymond, El anlisis de contenido de las comunicaciones,
Fundamentos y tcnicas, p. 12
-
14
Dimensiones del Discurso. Raymond Colle.
Las noticias periodsticas estn compuestas por dos tipos de
contenidos: el manifies-
to y el latente. En algunos casos, el contenido latente puede
llegar a ser igual o ms impor-
tante que el contenido explcito o manifiesto. Pero, sin un
concienzudo anlisis, no es fcil
descifrarlo. As, mientras algunas tcnicas de anlisis se
concentran en el contenido mani-
fiesto, otras apuntarn adems al contenido latente o a las
connotaciones, siendo importante
tener en cuenta la diferencia y el grado de subjetividad que
puede crecer a medida que se
expande el campo smico considerado. Por ello es importante
determinar primero cul es el
contenido que queremos analizar: el que percibimos nosotros como
analistas, el que quiso
comunicar el emisor o el que cree comprender un receptor o un
grupo de receptores. El pre-
sente trabajo girar entonces entre las dos primeras opciones, es
decir, entre lo que perci-
bimos como analistas de la noticia y lo que quiso comunicar el
emisor.
En su apunte de ctedra Maite Alvarado desarrolla y analiza el
concepto de paratexto
desde los elementos que lo componen y la funcin que desempea
cada uno de ellos, por lo
cual al momento de abordar la noticia periodstica debemos tener
en cuenta algunas cues-
tiones de naturaleza tcnica; de todas ellas destacamos las que
se entienden como centra-
les:
- El orden del contacto: el primer nivel de lectura que se
realiza sobre el objeto en
cuestin corresponde al orden del contacto, que coloquialmente se
denomina ojeada,
este concepto fue enunciado por el lingista Roman Jacobson para
designar a la
funcin del mensaje que tiene como objetivo llamar la atencin del
destinatario y con-
trolar que el canal de comunicacin funcione. Cada medio organiza
tanto la portada
como las hojas interiores de diferente modo ocupando el espacio
fsico que tiene pa-
ra comunicar, este orden del contacto entonces nos habla del
vnculo que se propo-
ne al lector. En los medios grficos, en los que la presencia
fsica del emisor desapa-
-
15
rece, el orden del contacto apela al cuerpo del receptor, gua su
mirada y su atencin
mediante recursos verbales y no verbales, con los que construye
las relaciones de
cercana y distancia o de apertura y clausura.
- El estilo: el estilo no es slo una esttica del lenguaje sino
el lenguaje mismo organi-
zado desde una ideologa, desde una tica personal desarrollada en
un entorno con-
creto pero condicionado por el contexto de la noticia, que puede
presentarse rpida,
fugaz, urgente, dolorida o exultante. Es posible que en las
pginas de opinin de un
diario dos o ms periodistas aborden la misma temtica impuesta
por la actualidad,
de modo que es probable que existan criterios globales de
valoracin aproximados,
pero es difcil de evitar que los elementos utilizados
(sustantivos, verbos, adjetivos,
formas impersonales, etc.) y sus posibles combinaciones difieran
sustancialmente. Ni
siquiera el suceso vivido en el propio escenario o la noticia
transmitida por fuentes
oficiales escapen de un tratamiento subjetivo a travs del
lenguaje. ste siempre
transmite una formacin esttica y una lnea ideolgica. La eleccin
del vocabulario
nunca es asptica en el sentido de que su caudal siempre
transporta apreciaciones
personales.
- Los titulares: son elementos muy importantes en la redaccin de
un medio grfico
dado que son lo primero o quiz lo nico en lo que los lectores
reparan. Para po-
der analizarlos, debemos tener en cuenta: la organizacin
sintctica, la terminologa
elegida y el orden de los elementos que componen el ttulo.
Suelen destacar por el
tamao de la tipografa, la intensidad de los caracteres y se los
puede clasificar en
Informativos, enunciativos o indicativos, expresivos,
editorializantes y apelativos.
- El encabezado: es considerado la vanguardia de la noticia que
conquista el inters
del lector y se compone en lneas generales, aunque no siempre
con todos estos
elementos, de sobrettulo, antettulo, ttulo, subttulo, entradilla
e interttulos. La fun-
cin cognitiva del encabezado es determinante para transmitir al
lector lo central del
suceso y captar su inters hasta el punto de convencerlo para que
siga leyendo. En
l aparece siempre la categora ms destacada, la que sintetiza el
ncleo informati-
vo.
- Cuerpo de la noticia: Se extiende una vez finalizado el
encabezado, tiene como fun-
cin explicar detalladamente el estado actual, las causas y las
consecuencias del
acontecimiento. Pretende dar una respuesta exhaustiva al quin,
qu, dnde, cuan-
do, por qu y cmo. El encabezado exhibe todos los atractivos para
la captacin del
lector que deben ser desarrollados en los prrafos siguientes
teniendo en cuenta que
-
16
la organizacin responde a dos planteos iniciales del redactor:
qu quiere contar y
cul es el orden de inters, sabiendo que si ste decae el lector
pasar a otro titular.
El principal objetivo del anlisis del discurso consiste en
producir descripciones expl-
citas y sistemticas de unidades del uso del lenguaje6, en este
caso contenidas en la noticia
periodstica. Un anlisis extenso del discurso supone una
integracin del texto y del contexto
en el sentido de que el uso de un discurso en una situacin
social es al mismo tiempo un
acto social. La noticia periodstica no presenta por lo general,
sucesos en orden cronolgico,
sino que despliega la realizacin total de la informacin guiada
por un esquema y depen-
diendo de la relevancia, es decir, la informacin importante
aparece primero. La noticia pe-
riodstica, como una variante del discurso escrito debe atenerse
a las limitaciones del texto
monolgico, escrito e impreso; los lectores estn presentes slo
indirecta e implcitamente
en el discurso periodstico, el autor no se dirige a ellos,
salvando el caso de los artculos de
opinin o las editoriales, por lo que no suele haber actos de
habla dirigidos al lector como
promesas, amenazas o acusaciones, y si aparecen estn dirigidas a
terceras partes.
Otra caracterstica distintiva de la noticia periodstica es que
no solamente est escri-
ta sino que adems es pblica, en oposicin a las cartas personales
o a las publicaciones
especializadas, sus lectores son un pblico grande, lo que
presupone en trminos sociales
una considerable cantidad de conocimiento, creencias, normas y
valores dados como pre-
supuestos o compartidos, ya que en gran medida, como los
restantes tipos de discursos, la
noticia periodstica deja muchas cosas sin decir, stas pueden
inferirse para llegar a una
comprensin total o presuponerse en funcin del contexto ideolgico
y poltico del diario o
revista que la auspicia.
3.2 Las Relaciones Exteriores argentinas en el periodo 1880 -
1916
Julio Argentino Roca asume la presidencia de la nacin por
primera vez el 12 de oc-
tubre de 1880 a los treinta y seis aos de edad, con una idea
central en su poltica exterior,
la de resolver los conflictos territoriales pendientes con los
pases limtrofes, y en particular,
con Chile, donde se encontraba en su ltimo ao de gobierno el
presidente Anbal Pinto,
junto con quien Roca desarrollar una gestin decisiva para la paz
y armona entre los dos
pases.
En mayo de 1881, Roca presenta en el Congreso su primer mensaje,
en el que se re-
fiere a la cuestin de los lmites con Chile con especial
prioridad
La cuestin de lmites con Chile se encuentra en el mismo estado
en que
la dejistes. El Gobierno de esa nacin no ha contestado an a las
proposiciones
6 Van Dijk, Teun, La noticia como discurso, p. 46
-
17
que le llev el seos Balmaceda, no habindose podido por esta
causa reanudar
las negociaciones.
Pero, por lo mismo que no existen temores fundados de que pueda
ser in-
terrumpida la paz que reina entre los dos pases, creo que ha
llegado el momento
de esperar la respuesta a que me he referido, y de poder trmino
a tan dilatada
controversia. Esta incertidumbre impone responsabilidades a los
que en uno y otro
lado de los Andes estn encargados de resolver cuestiones que,
sin embargo de
ser tan sencillas en s, prolongndose indefinidamente, pueden
perturbar las rela-
ciones y hasta hacer enemigos a dos pueblos que la generacin
presente en-
contr ligados por glorias y sacrificios comunes, en la poca ms
grande y fecun-
da de su historia.7
Durante el periodo posterior a la misin chilena encabezada por
Balmaceda, los mi-
nistros norteamericanos en ambos pases con apellido Osborne los
dos- se encargan de
impulsar la mediacin. En mayo de 1881 presentan en forma
simultnea su anteproyecto de
tratado de lmites; ante esta propuesta ambos gobiernos responden
con algunas modifica-
ciones, sin embargo, la misma resulta realmente eficaz, pues el
23 de julio de 1881 en Bue-
nos Aires firman un acuerdo desarrollado con anterioridad- que
contribuye a delimitar de
forma pacfica gran parte del territorio disputado por ambos
estados, el tratado fue ratificado
por ambos Congresos, cuando corra un ao del gobierno de Roca y
slo un mes del de
Santamara en Chile.
Roca enfrenta crticas por el Tratado, su predecesor, Nicols
Avellaneda, si bien re-
conoce que la Argentina ha ganado la paz, sostiene que Chile se
queda con el Estrecho y
un espacio de tierra en el margen septentrional del mismo. El
presidente Roca, sin embargo,
considera el acuerdo como un gran xito, y en mensaje al Congreso
manifiesta su preocu-
pacin por la Guerra del Pacfico, hecho que lo impulsa a
presentar una propuesta al Brasil
para mediar de forma conjunta en la guerra; el emperador Pedro
II acepta en general la pro-
puesta, para ese momento el gobierno de los Estados Unidos
tambin se encuentra gestio-
nando negociaciones entre Chile y Per por lo que Roca decide
suspender la mediacin
propuesta para no entorpecer la de Ee. Uu.
En 1883 tiene lugar un incidente en la frontera entre los dos
pases, el que se agrava
por la falta de representante diplomtico argentino en Chile an
se aguardaba la respuesta
de Alberdi desde Francia para ocupar dicho cargo- Bernardo de
Yrigoyen es reemplazado
en el ministerio de Relaciones Exteriores por Victorino de la
Plaza quien propone a Chile
recurrir a peritos especializados para que realicen la
demarcacin final.
En el mensaje al Congreso del ao 1884, Roca celebra el hecho de
que Chile hubie-
se designado a Ambrosio Montt como representante diplomtico en
Buenos Aires
7 Los Mensajes, Historia del desenvolvimiento de la Nacin
Argentina redactada cronolgicamente por sus gobernantes 1810 -
1910, Mensaje del Presidente de la Repblica Julio Argentino Roca
al abrir las sesiones del Congreso Argentino en
Mayo de 1881, p. 4
-
18
ltimamente Chile ha enviado a uno de sus hombres ms distinguidos
a
restablecer en esta capital la legacin que suprimi la frialdad
producida entre los
dos pueblos y gobiernos, a causa del prolongado debate de
lmites. La designa-
cin de la persona, por las simpatas reconocidas del Seos Montt
hacia nuestro
pas, es por s misma un acto de buena amistad, que mi gobierno ha
sabido esti-
mar debidamente, abrigando por nuestros vecinos de allende Los
Andes iguales
sentimientos de fraternidad.8
Roca finaliza su primer periodo de gobierno en 1886, pero desde
su banca en el se-
nado durante el gobierno de Jurez Celman- sigue de cerca la
firma de acuerdos comple-
mentarios al Tratado de 1881 firmado con Chile.
En su trabajo Chile y Argentina al borde la guerra, el
licenciado Pablo Lacoste remar-
ca como hacia 1892 la conmocin interna del estado Chileno, una
potencial alianza chileno
brasilera en contra de la Argentina y el contexto general de la
paz armada, generan una
fuerte preocupacin en la Argentina. En Chile contaban con
instructores alemanes e incluso
el jefe del Estado Mayor del Ejrcito era de esta procedencia,
haban adquirido material de
artillera, construan una fbrica de cartuchos, establecan el
servicio militar obligatorio en
base al modelo prusiano y en ese momento posean una escuadra con
ms tonelaje que la
Argentina, que por su parte responde bajo orden del presidente
Uriburu construyendo el
puerto militar de Baha Blanca, reestructurando la organizacin
militar y adquiriendo arma-
mento naval en Europa.
A pesar de no ocupar la presidencia en este periodo, Roca quien
contina siendo
parte del gobierno, se ocupa de forma personal en la gestin de
condiciones que propician
la defensa del territorio, como por ejemplo por su intermedio el
astillero italiano que constru-
a los buques encargados por la Argentina acepta las condiciones
financieras ofrecidas por
nuestro gobierno; propicia la creacin del Ministerio de Marina
en forma separada del de
Guerra e intermedia con el presidente del ferrocarril del Sud
para el tendido de una va
frrea entre Baha Blanca y Neuqun, en ese momento sin valor
comercial pero til para el
traslado de tropas a lo largo de quinientas leguas de zona
desrtica; tambin, se mantiene
atento a la adquisicin de armamentos por parte del ejrcito.
Cara a las elecciones presidenciales de 1898, Roca es
considerado por su doble
condicin de poltico y militar como el candidato adecuado dada la
tensin con Chile. Con
ello Carlos Pellegrini renuncia a su propia candidatura a favor
de Roca. El 12 de octubre de
1898 asume se segundo mandato, la importancia del problema con
Chile condiciona la elec-
cin de su vicepresidente, que ser Norberto Quirno Costa, quien
anteriormente se haba
8 Los Mensajes, Historia del desenvolvimiento de la Nacin
Argentina redactada cronolgicamente por sus gobernantes 1810 -
1910, Mensaje del Presidente de la Repblica Julio Argentino Roca
al abrir las sesiones del Congreso Argentino en
Mayo de 1884, p. 111
-
19
desempaado como representante diplomtico en Santiago. En
noviembre del mismo ao,
Roca, convencido de la necesidad de un gesto poltico promueve el
encuentro con su par
chileno en la ciudad de Punta Arenas sobre el Estrecho de
Magallanes, donde ambos presi-
dentes intercambiaron cortesas en sucesivos banquetes a bordo de
buques de ambas es-
cuadras. No se tiene registro de las conversaciones privadas de
ambos mandatarios, pero el
clima de cordialidad instalado permiti das despus solucionar el
conflicto sobre la Puna de
Atacama.
Roca haba demostrado a Chile que su vocacin de paz era genuina
y, en conse-
cuencia, los sectores chilenos que buscaban la paz pasaron a
tener un argumento consis-
tente a su favor; el presidente argentino sostena la idea de que
la paz era necesaria para el
progreso econmico porque permita derivar las inversiones a los
sectores y actividades
productivas. Sin embargo, durante los aos 1900 y 1901 las
tensiones entre ambos estados
aumentan llegando al borde de la guerra; en la noche buena de
1901 el ministro de Guerra
argentino Pablo Ricchieri, se entrevista con el presidente Roca
a solas en su domicilio, ya se
haban roto las relaciones diplomticas con el pas vecino y
comenzado los preparativos
para la movilizacin siempre y cuando se hubieren agotado todas
las instancias para con-
servar la paz. Cumplindose estas ltimas expectativas el camino
de la paz se re establece,
se renuevan los dignatarios polticos y se retoman las
conversaciones que culminarn en los
Pactos de Mayo de 1902.
Esta poltica se inscribe en el largo proceso de creacin y
legitimacin del estado
moderno argentino que hacia 1880 la Argentina se inserta
abiertamente en la esfera de in-
fluencia britnica, hecho que se corresponde con una situacin
especfica de desarrollo de
la economa mundial segunda fase de la revolucin industrial,
divisin internacional del
trabajo y local modelo agro exportador- que le permite la
elaboracin de un modelo tradi-
cional de insercin cuyas principales caractersticas son:
- Filiacin a la esfera de influencia britnica
- Oposicin poltica hacia los Estados Unidos
- Triangulacin comercial entre estos pases
- Aislamiento de Amrica Latina
La elite gobernante conocida tambin como generacin del 80 lider
los designios
del pas para el periodo mencionado asumiendo con brillo, segn
las palabras de Gustavo
Ferrari en su libro Esquema de la poltica exterior argentina, la
tendencia pacifista derivada
del liberalismo econmico esbozada por Alberdi tiempo atrs. Es
as, como el General Roca,
-
20
presidente en dos oportunidades, afianz una paz no siempre fcil,
dada la carrera arma-
mentstica en el cono sur.
As mismo pueden evidenciarse en este periodo otras tendencias de
poltica exterior
abordadas por Ferrari, tales como el aislacionismo con la firma
de los Pactos de Mayo en
1902 rechazando la poltica continental de solidaridad con los
pases del pacfico; la evasin
por medio del derecho esbozada en la Doctrina Drago; un fuerte
moralismo atestiguado en
las palabras del emisario chileno Balmaceda quien en 1879
visitara Buenos Aires al fin de
garantizar la neutralidad argentina en la Guerra del Pacfico
[] La fatalidad daba a ustedes ganancia en el pleito histrico;
pero era indispen-
sable guardar las espaldas a Chile. Pues bien mi sorpresa fue
suma cuando co-
noc a los estadistas argentinos: qu grandeza de alma! A las
primeras palabras,
se me dijo: La Argentina no es pas que aproveche las
dificultades de un adversa-
rio para obtener ventajas: eso no sera caballeresco []9
Vale destacar que si bien no se puede poner en duda el espritu
galante de esta ge-
neracin, los problemas derivados del control territorial interno
frente al avance de los malo-
nes eran prioridad en trminos militares. Respecto del mbito
territorial, si bien es cierto que
otra tendencia manifiesta de la Argentina ha sido la
desmembracin territorial, una vez que
el Gral. Roca asume como presidente ordena nuevas expediciones
para completar la obra
por l iniciada, incluyendo no slo el sur y oeste argentinos sino
el norte, con la creacin de
la gobernacin de Misiones y la Campaa al Chaco.
Finalmente, en este periodo tambin encontramos manifestaciones
de un marcado
europesmo y oposicin a los Estados Unidos no slo en la
proximidad geogrfica habilitada
por las mejoradas vas de comunicacin, los intereses comerciales
y la rivalidad hemisfrica
entre la Argentina y los Estados Unidos.
Durante estos aos el estado argentino resolvi casi todos sus
problemas limtrofes:
con Bolivia, Brasil, Chile y Uruguay apelando a la resolucin
pacfica de los conflictos en
algunos casos mediante el arbitraje. El arreglo de lmites con
Bolivia en 1889 le signific a la
Argentina la prdida de un milln de kilmetros cuadrados, y el
litigio sobre Tarija y Atacama
el arbitraje norteamericano de 1898; de igual modo la ltima
disputa de lmites con el Brasil
en 1895 mediante el arbitraje del presidente de los Estados
Unidos cost a la Argentina el
territorio cercano a Misiones.
Con Chile la solucin fue mucho ms trabajosa y larga, dado que si
el territorio chile-
no se hubiera limitado al principio de uti possidetis juris
debera componerse de lo que supo
ser la Capitana General de Chile, es decir el ro Salado al
norte, el ro Bio Bio al sur, la Cor-
9 Gustavo Ferrari, Esquema de la poltica exterior argentina,
p.15
-
21
dillera de Los Andes al oeste y el ocano pacfico al este. Esto
es, menos de la mitad del
rea territorial que posee actualmente.
-
22
4 - La firma de los Pactos de Mayo a travs del discurso period
s-
t ico del diario La Nacin (Mayo de 1902)
En su estudio en torno a la prensa y la burguesa en el siglo XIX
espaol, el profesor
Valls Josep Fransec, afirma que se acerca a los medios
periodsticos no solamente como
fuente de la historia sino como fuente de su propia historia10
El periodismo escrito, el ra-
diofnico, el televisivo e incluso el periodstico contina
afirmando el autor- han servido a
los historiadores con un gran caudal de material para tejer y
destejer los momentum de la
historia11, ese nivel de auxiliaridad ha impedido un anlisis ms
especfico sobre la evolucin
de los medios de comunicacin por s mismos. El profesor Valls en
su propuesta de trabajo
indica que para acceder al anlisis del discurso periodstico se
debe rastrear a los peridi-
cos, no como una fuente ms para demostrar que un hecho ha
sucedido, sino que hay que
tratar de pergear en l el mximo nmero de datos sobre la clase
social que instrumentali-
za el medio, la ascendencia de clase de quienes escriben, la
relacin conflictual o no con los
propietarios, la evolucin de las mentalidades de la poca y su
incidencia en el peridico y
los niveles tecnolgicos y su punto de aplicacin.
En el ao 1870 sale al mercado la primera edicin del Diario La
Nacin, era un 4 de
enero y constaba de una sola pgina. Su director Bartolom
Mitre12, abierto enemigo poltico
del entonces presidente Sarmiento, escriba a Juan Carlos Gmez
cuelgo por ahora mi es-
pada, que no necesita mi patria, y empuo el componedor de
Franklin13 En esta primera
edicin, el diario La Nacin deja en clara su diferencia central
con su antecesor, el diario La
Nacin Argentina
La Nacin Argentina era un puesto de combate. La Nacin ser una
tribu-
na de doctrina (...) La Nacin Argentina fue una lucha, La Nacin
ser una propa-
ganda14
10
Valls, Josep Fransec, Prensa y burguesa en el siglo XIX espaol,
p. 10
11 dem
12 La vocacin periodstica de Mitre se remonta a su juventud.
Haba escrito durante la poca de Rosas, en los diarios El
Inicia-
dor, El Nacional y la Nueva Era, de Montevideo. Durante su
permanencia en Chile fue redactor del El Comercio de Valparaso,
y director de El Progreso, de Santiago. Despus de Caseros, y
cuando su figura comenz a descollar en la poltica argentina,
prosigui su actividad en los diarios El soldado de la Ley, Los
debates y El Nacional, de Buenos Aires
13 Hornos Paz, Octavio, Breve resea de La Nacin desde sus
comienzos y su evolucin a travs del tiempo: el fundador y la
fundacin, versin web
14 dem
-
23
Primera tirada del Diario La nacin. Disponible en
http://goo.gl/0u0k4z
Hacia fines del siglo XIX la prensa peridica argentina tuvo un
extraordinario
desarrollo, segn los datos aportados por Ernesto Quesada, la
proporcin habitante / peri-
dico era en la Argentina la tercera de orden mundial rondando un
promedio de 1 peridico
cada 13.509 habitantes, se sostena que en la ciudad de Buenos
Aires la circulacin conjun-
ta de sus veinticinco diarios era de 17.000 copias, con un
promedio de 23 copias para cada
100 habitantes15, segn este mismo autor el Censo de la Ciudad de
Buenos Aires de 1887,
otorgaba a La Nacin y La Prensa, con una tirada promedio de
18.000 ejemplares cada uno,
la mayor circulacin, y registraba la existencia de 102 peridicos
circulando en la ciudad,
nmero que haba aumentado para 1895, segn el Censo Nacional de
ese ao, a 143 sobre
un total de 345 peridicos en todo el pas.
Es as como la prensa escrita se convirti en un elemento central
en el funcionamien-
to del sistema poltico del cambio de siglo en dos aspectos
diferentes, por una parte como
instrumento de propaganda partidaria y por otra como expresin de
una nueva forma de
sociabilidad poltica nucleando a escritores que hacan sus
primeras armas y encontraban
en los peridicos un vehculo disponible para sus ambiciones de
reconocimiento poltico. Por
otra parte, los diarios no limitaban su funcin a la de ser meros
portavoces de esas dirigen-
cias en las batallas polticas, sino que funcionaban como mbitos
de discusin y elaboracin
de las propuestas polticas a ser defendidas. En su libro
Historia del periodismo argentino el
Doctor Miguel ngel de Marco sintetiza la relacin entre poltica,
historia y prensa desde los
das de mayo hasta fines del siglo XIX
15
Ernesto Quesada, "El periodismo argentino", en Zimmermann,
Eduardo A, La prensa y la oposicin poltica en la argentina
de comienzos de Siglo: el caso de "La Nacin" y el partido
republicano
http://goo.gl/0u0k4z
-
24
Desde los das de Mayo hasta fines del siglo XIX, las letras y
las armas
hallaron su natural mbito de expresin en el periodismo. Mientras
se fraguaba la
independencia en las batallas, se luchaba en enconados
enfrentamientos fratrici-
das, se peleaba en conflictos internacionales o se enfrentaba al
indio en el desier-
to, no pocos actores principales o secundarios encontraban
tiempo para tomar la
pluma y escribir artculos doctrinarios, relatar episodios blicos
o pintar escenas
costumbristas con vigorosos rasgos. Podran citarse muchos
nombres, pero baste
mencionar los de figuras cumbre de la historia y la literatura
como Bartolom Mitre,
Domingo Faustino Sarmiento, Lucio V. Mansilla, Jos
Hernndez.16
La Secretara de Cultura de la Repblica Argentina, en su
publicacin Prensa escrita,
historia y presente, realiza un raconto histrico de los inicios
y fundaciones de los diarios y
revistas ms relevantes de fines del siglo XIX y comienzo del XX,
en l podemos encontrar
que una de las publicaciones ms importantes de mediados de siglo
XIX fue el diario El Na-
cional que lanz su primer nmero en 1852 y se mantuvo hasta 1893,
con dos ediciones
diarias, dirigido inicialmente por Dalmacio Vlez Srsfield, tuvo
sus
pginas escritos de Sarmiento, Alberdi, Bartolom Mitre y
Miguel
Can. Un ao ms tarde apareci La Tribuna, fundado por los
hijos
de Florencio Varela, imbuido todava del nimo celebrante del
triunfo
de Caseros. Dej de salir en 1884 y tuvo entre sus colaboradores
a
Adolfo Alsina. En 1863 surge El Mosquito bajo la responsabilidad
de
Mayer & Ca. Lugar donde Enrique Stein, sorprendi al pblico
du-
rante 30 aos con sus caricaturas. Esta lnea sera cultivada
luego
por Caras y Caretas (18981941), dirigida por Jos S. lvarez
(Fray
Mocho), destacado autor de crnicas costumbristas.
En la ciudad de Rosario, hacia 1867 aparece el diario La
Capital, bajo la responsabi-
lidad de Ovidio Lagos, surgi con el objetivo de promover a dicha
ciudad como capital de la
Argentina. Dos aos ms tarde Jos C. Paz funda La Prensa, bajo
idea del fundador se
construir su esplndido edificio, hoy Monumento Histrico
Nacional, dotado de un sistema
neumtico de correo interno que permita enviar correspondencia de
una oficina a otra.
En 1862 haba aparecido primero La Nacin Argentina bajo la
direccin del Dr. Jos
Mara Gutirrez, en defensa de la obra de gobierno del Gral.
Mitre. En 1870 ste funda La
Nacin, que junto con La Prensa se convertir en emblema de la
generacin del 80 y del
liberalismo econmico. La primera entrega sali a la calle con mil
ejemplares desde la casa
de Gutirrez; tres meses ms tarde la redaccin se traslad a la
residencia particular de Mi-
tre, convertida hoy en el museo que lleva su nombre.
16
De Marco, Miguel ngel, Historia del periodismo argentino : desde
los orgenes hasta el centenario de Mayo, p.11
-
25
En 1876, bajo la responsabilidad de quien fuera su editor
inicial: Williams T. Cathcart,
apareci The Buenos Aires Herald. Fue el primer peridico en el
pas que cont con un ser-
vicio cablegrfico regular con Europa por intermedio de la
Agencia Hayas y con un servicio
telegrfico trasandino.
A principios del siglo XX se suceden cambios importantes en el
campo tecnolgico
que impactarn en el trabajo cotidiano de la prensa escrita
argentina, como ser la implemen-
tacin de imprentas rotativas y linotpicas que reemplazarn a la
composicin manual de
moldes; en el campo del diseo y la esttica ser el empleo de
titulares como sntesis de
los artculos, fotos testimoniales y deslinde de avisos
publicitarios en notables o clasificados.
En este periodo surgen medios, en 1905 el diario La Razn, Crtica
de la mano de Natalio
Botana en 1913, en 1928 nace el diario El Mundo que innovar
utilizando el formato de ta-
bloide, las historietas populares y figuras de renombre como
Roberto Arlt. La proliferacin de
publicaciones crece exponencialmente al promediar mediados del
siglo XX aunque los mis-
mos no sern detallados en el presente trabajo por encontrarse
fuera del periodo de estudio.
Quince aos despus, ya en 1885, el diario La Nacin era una
empresa prspera y
se haba convertido en una voz resonante, representando las
opiniones de los sectores altos
de la sociedad argentina as como de los grandes empresarios, la
Sociedad Rural y la Unin
Industrial Argentina. Para 1902, ao en que se firman los Pactos
de Mayo, objeto de anlisis
del presente trabajo, era Emilio Mitre17 hijo del General
Bartolom Mitre- el director a cargo
del diario. El licenciado Eduardo Zimmermann en su trabajo sobre
prensa y oposicin polti-
ca en la Argentina de comienzos del siglo XX analiza el proceso
de descomposicin del apa-
rato roquista y el rol desempeado por Emilio Mitre como uno de
los pilares de la oposicin
al gobierno; en 1902 muere Bartolom Mitre y desaparece
formalmente la Unin Cvica Na-
cional, pero su hijo, Emilio Mitre, reorganiza las fuerzas
propias y conforman el Partido Re-
publicano. Mientras tanto, en el PAN -que ya no era una
organizacin poltica cohesionada,
sino ms bien un sistema flexible de negociacin sobre la base de
la distribucin de favores
y puestos electivos y burocrticos- se hace fuerte Marcelino
Ugarte en la provincia de Bue-
nos Aires.
El comienzo del siglo veinte marc un importante momento de
transicin
en el sistema poltico argentino, controlado desde las dos dcadas
anteriores por
las fuerzas polticas lideradas por el entonces Presidente Julio
A. Roca. En 1901,
Roca perdi [] a uno de sus principales aliados, Carlos
Pellegrini [] Al ao si-
guiente, el retiro de la poltica del General Mitre puso fin al
"Acuerdo" acuado en
17
Emilio Mitre (1853-1909) Ingeniero y periodista. Hijo del
General Bartolom Mitre. Tuvo participaciones destacadas en los
movimientos revolucionarios de 1890 y 1893, en 1896 fue elegido
como diputado por la provincia de Buenos Airea. A partir de
1894 tom la direccin del diario La Nacin, desde donde abog por
la paz entre Chile y Argentina. Continu en dicho cargo
hasta su muerte en 1909.
-
26
la dcada del Noventa entre los seguidores de los dos polticos;
en 1903 la Con-
vencin de Notables convocada por el oficialismo para la eleccin
del candidato
presidencial operara como un catalizador de las fuerzas
opositoras, y el levanta-
miento revolucionario de la Unin Cvica Radical de febrero de
1905, bajo la presi-
dencia de Manuel Quintana, y la gestin de su sucesor, Jos
Figueroa Alcorta,
terminaran por desarmar la maquinaria roquista, abriendo el
camino para la re-
forma poltica llevada adelante bajo la presidencia de Roque Senz
Pea (1910).
Entre esos distintos grupos de oposicin al roquismo declinante
de co-
mienzos de siglo se destacaba el Partido Republicano liderado
por Emilio Mitre,
que como director del diario La Nacin, contaba adems del
prestigio de su apelli-
do, con un poderoso instrumento de influencia sobre la opinin
pblica portea18
.
Sin embargo, mientras el General Bartolom Mitre viva el diario
La Nacin sostendr
su apoyo poltico al gobierno roquista, Cisneros y Escud en su
libro Historia de las Relacio-
nes Exteriores Argentinas, analizan el rol desempaado por La
Nacin y le otorgan un lugar
concomitante con la distensin del clima de las negociaciones
entre ambos gobiernos, es-
pecialmente por el tono anti belicista que adoptaron sus
columnas y editoriales en contra
posicin con otros diarios como La Tribuna o La Prensa
El quinto factor que hizo su aporte para lograr el entendimiento
bilateral
fue la influencia del general Bartolom Mitre y su diario La
Nacin, dirigido hacia
1902 por Emilio Mitre, que contrarrest las campaas belicistas de
otros medios,
como el caso de La Tribuna. Tanto La Nacin como El Pas adoptaron
en esos
das una orientacin pacifista y antiintervencionista en los
asuntos pendientes de
la guerra del Pacfico. El 9 de abril de 1902, un editorial de La
Nacin, titulado "El
da siguiente del fallo", rechaz los argumentos de los sectores
belicistas argenti-
nos respecto de la "necesidad" de la guerra con Chile,
sosteniendo que: "la Re-
pblica Argentina no es parte en las cuestiones del Pacfico, ni
tiene ningn nego-
cio que hacer en ellas, a menos que su propia seguridad, ahora o
ms adelante,
se viese amenazada".19
Esta idea desarrollada por Cisneros y Escud es retomada del
libro Los Tratados de
Paz entre la Repblica Argentina y Chile: la opinin Argentina de
Enrique Tagle, editado en
el mismo ao de 1902 disponible en formato digital en el
repositorio online de la Universi-
dad de Harvard- y que recopila varias editoriales del Diario La
Nacin tambin accesibles en
la Hemeroteca del Congreso de la Nacin Argentina versin en
microfilm que fuera consul-
tada para el desarrollo del presente trabajo.
En una noticia periodstica, el recurso a la retrica no viene
dictado por el contexto,
sino que es utilizado deliberadamente para dotar de mayor
efectividad al mensaje. Discursos
utilizados para funciones estticas pueden organizar estructuras
superficiales para que apa-
18
Zimmermann, Eduardo A, La prensa y la oposicin poltica en la
argentina de comienzos de Siglo p.2
19 Escud Carlos, Cisneros Andrs, Historia General de las
Relaciones Exteriores Argentinas, El camino hacia un
entendimien-
to
-
27
rezcan la rima, la entonacin especial y las estructuras rtmicas;
tambin es posible recurrir
a usos especiales de la sintaxis y la semntica mediante
paralelismos, comparaciones,
metforas, irona o sobre entendidos, todo ello utilizado con
claros fines persuasivos ya que
se desea que las personas entiendan lo que se dice sobre ciertos
sucesos o situaciones, es
decir, lo que se busca es enviar un mensaje al otro lado. Es
interesante notar en el fragmen-
to precedente en especial cmo la retrica del discurso, a pesar
de hallarse limitado por fac-
tores contextuales, est orientada a objetivos y efectos
especficos: hacer del diario La Na-
cin vocero y partcipe del acuerdo limtrofe entre ambos
estados.
En la construccin del discurso periodstico, la noticia promueve
implcitamente las
creencias y opiniones dominantes en determinados grupos de la
sociedad y las reafirma a
travs de la persuasin que debe estar acompaada de una fuerte
dosis de verdad y plausi-
bilidad; para ello el discurso periodstico utiliza algunos
estrategias bsicas tales como
- Resaltar la naturaleza factual de los acontecimientos con
descripciones directas de lo
que est ocurriendo, el recursos de los expertos y los datos
estadsticos
- Construir una estructura relacional slida para los hechos
mencionando los aconte-
cimientos previos como condiciones o causas
- Proporcionar informacin que posee dimensiones actitudinales y
emocionales
En este sentido, el diario La Nacin ha realizado un trabajo
pormenorizado en el se-
guimiento de la noticia, podemos encontrar referencias a las
negociaciones y firma de los
tratados con claridad ya desde comienzo del mes de abril
extendindose con frecuencia
diaria hasta mediados de junio de 1902.
Es as como el 15 de abril de 1902, la prdica antibelicista
encarnada en las colum-
nas del Diario La Nacin se ve reforzada, tanto como el hecho de
que el diario se auto reco-
noce como vocero de la misma y precursor de un clima de
distencin facilitador de las nego-
ciaciones
[] nos felicitamos de veras, por lo que toca al pas, y por lo
que nos toca
a nosotros. En cuanto a los primero nos felicitamos de que
triunfen la razn pbli-
ca [] se reconozca la verdad de las ideas y propsitos que hemos
profesado, en
un momento de perturbacin general que amenazaba complicar intil
y gratuita-
mente el pas en aventuras internacionales tomadas de barato [] Y
bien, nuestra
propaganda ha roto esta tensin artificial en que se pretenda
mantener el espritu
pblico []20
20
La Nacin [Diario], Ecos del da ,Recapitulando, Buenos Aires, 15
de abril de 1902, p.4
-
28
Esta idea es retomada tiempo despus de finalizadas las
negociaciones y acuerdos,
cuando la publicacin de los documentos oficiales ya era efectiva
y de pblico conocimiento,
el diario opta por hablar de s mismo, y lo hace, llamativamente,
en primera persona valin-
dose de una seccin especial llamada Ecos del da
Se nos permitir que hablemos un poco de nosotros mismos. Lo
hacemos
con poca frecuencia y eso ya nos sirve de disculpa. Adems la
ocasin es singu-
lar, nica, como que llegamos al fin de un pleito que empez con
la anterior gene-
racin, en el cual hemos tenido siempre parte activa, y que
juzgamos resuelto y
bien resuelto21
En esta pequea transcripcin de la noticia podemos observar el
juego retrico utili-
zado, donde en primer lugar el diario se excusa por realizar una
auto referencia, colocndo-
se as en una posicin subordinada al lector, podramos decir, casi
pidiendo permiso para
hablarle. A continuacin de ello, los adjetivos calificativos de
singular y nica le dan el marco
de importancia al tema que se pretende introducir captando el
inters del receptor del men-
saje; la idea de finalidad plasmada en el [] como que llegamos
[] trasmite la idea de lar-
go proceso con un sentido de esfuerzo y trabajo empeado como se
indica en la noticia, por
varias generaciones. Finalmente, y tal vez como dato ms
interesante a tener en cuenta es
el rol desempeado por el diario como parte y juez de un tema que
es en definitiva una
cuestin de Estado en poltica internacional. Por qu el Diario La
Nacin es capaz de atri-
buirse tales facultades lo veremos en el desarrollo de esa misma
columna
[] creemos que es justo y oportuno que pongamos de relieve la
parte
que ha correspondido a este diario en las soluciones que acaban
de ser consa-
gradas en documentos solemnes.
Que [el diario] La Nacin ha sido siempre ecunime y serena en sus
jui-
cios y en su propaganda, que ha seguido siempre una poltica de
conciliacin y de
concordia, que sin excluir la firmeza, sin perder nunca de vista
el decoro y los de-
rechos de la nacin, ha procurado siempre calmar los nimos,
evitar las excitacio-
nes, mantener las discusiones en un terreno elevado y ajeno al
patriotismo alar-
mante y bullanguero, no hay que demostrarlo [] Hemos puesto
siempre toda
nuestra influencia, nuestra autoridad y nuestro prestigio al
servicio del pas, sin
herir necesariamente la susceptibilidad de nuestros vecinos, sin
perder la sereni-
dad y el equilibrio en los das de prueba, sin dejarnos extraviar
por las noticias fal-
sas y por la propaganda patriotera22
En este fragmento la atencin se centra especialmente en las
cualidades que hacen
del Diario el mejor vocero de la opinin nacional, apelando a las
nociones de serenidad,
ecuanimidad y autoridad moral en contraposicin con aquellos
medios opositores que levan-
tan las banderas del nacionalismo alarmante o la propaganda
patriotera en sigilosa referen-
21
La Nacin [Diario], Ecos del da, Los arreglos internacionales y
La Nacin Buenos Aires, 02 de junio de 1902, p.3
22 dem
-
29
cia al diario La Prensa, que sirviera en esta poca de foro para
los detractores de estos
acuerdos.
Sin embargo la autoridad moral no es causa suficiente, aunque s
necesaria, para
que el diario La Nacin se adjudique este rol protagnico en la
firma de los Pactos de Mayo.
Como se ha descripto previamente en este apartado, la
construccin del discurso periodsti-
co debe valerse de recursos concretos para crear un marco de
verdad. En este sentido en-
contramos a lo largo del mes de mayo varias publicaciones que
apelan al uso de fuentes
primarias, testimonios de expertos, estadsticas y opiniones
recabadas en el exterior espe-
cialmente en Europa. Es as como podemos encontrar en la
publicacin del 27/05 la trans-
cripcin completa del telegrama enviado por el Perito Moreno al
Presidente de la Repblica
donde informa el desarrollo del itinerario que realiza con el
comisionado de su majestad
britnica y esboza apreciaciones acerca del futuro brillante a
que estn llamadas las regio-
nes de la Patagonia23
En esa misma semana, en la publicacin correspondiente al da
29/05 nuevamente la
seccin Ecos del Da ocupa el tema de la firma de los Pactos, en
esta oportunidad ser la
buena recepcin mundial de los acuerdos, el aval de las grandes
potencias y autoridades y
el efecto benfico sobre las finanzas de ambos Estados lo que
ocupe el lugar central de la
noticia.
[] Los trminos de esta negociacin [] proveen a las aspiraciones
y a
las necesidades de la opinin internacional: limitacin de la paz
armada, con ulte-
rioridades de un desarme gradual que fluir de la misma
tranquilidad y confianza
que inspire la situacin [] El conocimiento de los textos de las
actas firmadas
permitir ser ms explcitos en su comentario, pero su eficiencia
queda garantiza-
da por la interposicin de altas influencias que han auspiciado
el arreglo [] por la
acogida de la opinin internacional que da a estos arreglos y por
la sancin que
les presta la fatalidad financiera, que las impona como una
necesidad suprema a
la existencia y a los destinos econmicos de ambos pases24
En la misma fecha, la seccin del diario equivalente a la actual
noticias del exterior,
en su momento solamente denominada Telegramas recopila las
apreciaciones producidas
en el extranjero
Londres, 29- ha causado buena impresin la noticia de la firma
del Conve-
nio celebrado entre Chile y la Argentina [] El Times comenta
editorialmente los
telegramas de Buenos Aires dando cuenta de este importante
asunto internacional
y elogia la cordura de los dos pases [] levantar el prestigio de
Chile y la Argen-
tina y los realza a los ojos del mundo civilizado [] Chile y la
Argentina han dado a
23
La Nacin [Diario], Del Perito Moreno, Telegrama al presidente de
la Repblica, El regreso a Buenos Aires, Buenos Aires, 27
de mayo de 1902, p.5
24 La Nacin [Diario], Ecos del da, Las actas internacionales,
Buenos Aires, 29 de mayo de 1902, p.5
-
30
Inglaterra una prueba de respeto a la que no podemos ser
insensibles, acatando la
rectitud de nuestra jurisprudencia arbitral25
En ambos fragmentos se reflejan a ambas costas del Atlntico una
idea en comn: la
razn prctica ha triunfado sobre el ardor del nacionalismo. La
solucin diplomtica es vista
en ambos casos como el medio ms civilizado posible, que
redundando en beneficios a futu-
ro especialmente en trminos econmicos por el fin de la paz
armada del Cono Sur26- es
en el presente la posibilidad de posicionamiento internacional
de ambos estados como
ejemplos y modelos a seguir para la regin. As como se reafirma
la autoridad internacional
inglesa de principio de siglo XX.
Continuando con esta lnea del relato, el diario La Nacin en la
seccin Ecos del da
31/05 publica
En algunos de los muchos telegramas oficiales [] se ha incurrido
en un
concepto exagerado de la situacin que el arreglo ha venido a
modificar. Se ha in-
sistido mucho en que esa situacin era casi de guerra, dndose la
guerra por poco
menos que inevitable; y en consecuencia por natural anttesis, se
consagran fra-
ses elocuentes a enaltecer los pactos como si en realidad se
hubiera acallado el
ruido de las armas por un tratado de paz. [] Aqu en el pas, la
idea de la guerra,
si bien ha podido excitar la imaginacin popular, no ha penetrado
nunca seriamen-
te en la mente de los hombres que han dirigido los asuntos
internacionales27
En esta oportunidad el diario evala la adecuacin de los
telegramas oficiales a la
realidad de las cosas y comienza calificndolos de exagerados;
dada la superficial capaci-
dad de anlisis de quienes fueran autores de esos telegramas, es
esperable segn la vi-
sin del diario- la recepcin caudalosa de elogios a una situacin
que en definitiva ellos no
consideran suficiente para el inicio de una guerra y es entonces
tan slo una idea insuflada
en el imaginario popular. As mismo, el discurso genera en el uso
de las expresiones: imagi-
nacin popular vs mente de los gobernantes un contraste claro
entre la opinin vulgar y el
pensamiento docto de los dirigentes. Para la formulacin de esta
expresin podemos inferir
que han operado dos supuestos de base, el primero relacionado a
una condicin de clase
social y a un nivel de instruccin bsico que no califica a esa
masa plural que es la opinin
pblica como capaz de juzgar con claridad los hechos
internacionales y por ello, el segundo
de los supuestos refiere a la permeabilidad de esa opinin
maleable al influjo de la propa-
25
La Nacin [Diario], Telegramas, Corresponsales particulares de La
Nacin, Chile y la Argentina impresiones en Londres, 29
de mayo de 1902, p.3
26 [] los dos pases distrados por el peligro que los amenazaba,
podrn ahora entrar en franca y notablemente por el camino
del progreso, de las actividades industriales y comerciales, y
bastar para que lleguen a periodos de prosperidad y bienestar,
la
accin de buenos gobiernos. La Nacin [Diario], Telegramas,
Corresponsales particulares de La Nacin, Chile y la Argentina
impresiones en Londres, 29 de mayo de 1902, p.3
27 La Nacin [Diario], Ecos del da, La guerra retrospectiva,, 31
de mayo de 1902, p.4
-
31
ganda de otros medios de comunicacin que representan a la
oposicin poltica, crtica de la
firma de estos tratados.
La guerra entonces, es vista en mayo de 1902 como improbable,
aunque es vlido
recordar que existen antecedentes de que la predisposicin al
conflicto armado roz mo-
mentos lgidos, como en diciembre de 1901 apenas un ao antes de
la firma de los Pactos
de Mayo- momento en el que el Presiente Roca junto con su
Ministro de Guerra, el General
Pablo Richieri, impiden el desencadenamiento de los hechos. Este
antecedente fundamenta
en la prctica la percepcin que tiene el diario La Nacin sobre la
mente de los gobernantes,
percepcin que trasmite un estado de serenidad y racionalidad
aplicados al manejo de la
poltica, que es reconocido no slo para los propios sino para los
correspondientes al pas
vecino.
[] Tampoco en las esferas gubernativas de Chile, ha existido
nunca la
persuasin de una guerra inevitable. Lo afirman los hechos. []
siempre se ha
cuidado de no lanzar esas palabras irreparables que desencadenan
la guerra. Ni
palabras, ni actos [] Las gestiones diplomticas han pasado por
todas las fases
de la pasin, pero sin llegar nunca a los ltimos trminos,
cuidando siempre de de-
jar la puerta abierta a las reparaciones [] Aunque el peligro de
la guerra existiera
siempre para pueblos de sangre vivaz, jams sus hombres de estado
perdieron la
confianza en las soluciones decorosas y pacficas28
En la amplia columna que le ha dedicado el diario a estos
sucesos en el da 31 de
mayo culmina como ya se viene percibiendo en el desarrollo, en
un sentido elogio a los
hombres de gobierno y al proceso diplomtico de negociacin en s
mismo. Un sentimiento
de gran nacin civilizada impregna las lneas del relato, y es
posible pensar que quienes
hayan ledo esta columna en su momento sintieron el beneplcito de
tener un gobierno que
encarna grandes valores morales y dirige los destinos del pas en
un curso que lo emparen-
ta con las grandes naciones y sirve como ejemplo en el contexto
de la paz armada europea.
Es humano exagerar los peligros cuando han pasado, hasta para
enalte-
cer a los que los han evitado; pero al hacerlo, inadvertidamente
se sacrifican me-
recimientos muchos mayores de esos mismos hombres dirigentes que
encarnaron
serenamente, en toda ocasin, los sentimientos nacionales, y con
ello, hicieron
imposible los desenlaces violentos29
Ante este final cabe preguntar quines fueron esos hombres que
lograron evitar el
desenlace violento, si bien es cierto que en los fragmentos
trascriptos esos hombres estn
claramente identificados por el diario La Nacin con los
dirigentes gubernamentales, en pu-
blicaciones posteriores este mismo medio hace pblicos telegramas
de agradecimiento a
28
La Nacin [Diario], Ecos del da, La guerra retrospectiva,, 31 de
mayo de 1902, p.4
29 dem
-
32
distintos actores de la poltica argentina, especialmente al ex
presidente y accionista mayori-
tario del diario, General Bartolom Mitre
[] con motivo de los convenios internacionales, el general Mitre
recibi
ayer el siguiente telegrama de congratulacin firmado por un
grupo de ciudadanos
de los ms caracterizados y representativos de Chile.
Santiago de Chile, junio 2- Seor teniente general D. Bartolom
Mitre: al
celebrar la nueva era de amistad y de paz que hoy se inicia para
la Argentina y pa-
ra Chile, nos es grato saludar con afecto y con respeto al
ilustre argentino que en
todo tiempo puso al servicio de tan noble causa su autoridad
moral y su prestigio
[]30
Teniendo en cuenta lo desarrollado anteriormente, podemos decir
que a lo largo de
los meses de abril y mayo de 1902, pero especialmente en mayo de
1902 se puede ver un
seguimiento prcticamente diario de las negociaciones diplomticas
en torno a la demarca-
cin territorial entre los estados chileno y argentino. A lo
largo de este periodo el diario La
Nacin ha demostrado ser coherente con aquella idea fundadora de
ser voceros de la lucha
y propaganda poltica identificada en un sector social particular
coincidente con la clase diri-
gente. En el discurso periodstico construido, el diario, encarn
el rol de vocero de la