Pentecostés 2014 Ciclo A
Pentecostés 2014Ciclo A
Pentecostés - A
Evangelio: Juan 20, 19-23
—Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—Recibid el Espíritu Santo.
El estallido del Espíritu
Si hoy estamos reunidos aquí, celebrando la fiesta de Pentecostés, es porque un día ocurrió un acontecimiento que cambiaría la historia.
El Espíritu Santo irrumpe sobre los apóstoles. La onda expansiva de esta vivencia llega hasta nosotros gracias a su testimonio lleno de coraje y fe.
Fortalecer vínculos
Con la venida del Espíritu Santo nace la Iglesia como familia humana.
Es bueno fortalecer nuestra relación íntima con Dios. Y, como Iglesia, también necesitamos fortalecer el vínculo con el Espíritu Santo, que es que nos hace sentirnos vivos dentro de la comunidad, esta gran corporación de Cristo.
Somos comunidad
No somos pequeñas islas hambrientas de trascendencia: somos cuerpo de Cristo, hermanos. Estamos llamados a vivir la plenitud de la comunión dentro de la Iglesia. Este es el espacio donde podemos enriquecernos. Del individualismo hemos de pasar a ser familia de Dios, comprometida en el servicio gozoso de esparcir la buena nueva.
Nos une la misión
Con la Iglesia nace el sentido de
misión. La madurez cristiana culmina
con el sentido de pertenencia y el
compromiso que se deriva de esta.
A veces los cristianos somos buenos
cumplidores del precepto, pero
damos la impresión de querer ganar
méritos personales para alcanzar la
gracia, despreocupándonos de los
demás.
No mercadear con Dios
Podemos caer en el riesgo de
mercantilizar nuestra relación con
Dios: yo te doy, tú me das, y
centrarla en nuestras necesidades
personales. La plenitud del
cristiano pasa por ser no sólo
receptor, sino transmisor de la
experiencia viva de Dios.
El cristiano auténtico
¿Por qué vemos tantas iglesias
vacías, o comunidades reducidas?
Quizás por una pérdida de
confianza y de valor. La Iglesia,
más que nunca, necesita
cristianos convencidos,
auténticos, que descubran que
vivir su fe implica abrir toda su
vida a Dios, en todo momento.
Cuidar los vínculos
Somos cristianos dentro y fuera del
templo, en misa y en el trabajo, en la
calle y en el hogar. Igual que en la
familia, en la Iglesia hay que cuidar
las relaciones si no queremos caer en
la soledad. Lo que nos une es más
que la sangre: es el Espíritu de Dios.
Él sella nuestro amor con Dios y nos
hace sentirnos hermanos.
Espíritu de unidad
El Papa trabaja con tenacidad
para unir iglesias y confesiones
religiosas diversas. La unidad es
un don del Espíritu Santo. Somos
del único Cristo. Tenemos una
sola fe. Siendo conscientes de
esto, podremos superar las
barreras que dificultan la
comunión.
Fiesta de la comunicación
Pentecostés es la antítesis de Babel.
El mito bíblico nos muestra al hombre
orgulloso que quiere emular a Dios y
superarlo. Pero la falta de
entendimiento con los demás le impide
realizar sus planes.
En cambio, Pentecostés es la fiesta de la
comunicación, del lenguaje que todos
entienden y que nos abre a Dios.
Un lenguaje universal
Es cierto que en la Iglesia hemos de hacer un gran esfuerzo por adaptar nuestro lenguaje y hacer comprensible la palabra de Dios. Pero no olvidemos que tenemos un lenguaje común y universal, que siempre es comprendido: el lenguaje de la caridad.
PASCUA 2014Textos: Joaquín Iglesias Aranda
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