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Peninsulares en Guadalajara..pdf

Jul 06, 2018

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    El Colegio de JaliscoMaestría en Estudios Sobre la Región

    EL “RECIÉN LLEGADO” 

    La inserción y desarrollo de peninsulares en la Guadalajara del siglo XVIII.

    Manuel Alejandr o Hernández Ponce.

    Profesores: D ra. M artha Lorenza López MestasDr . JoséRefugio de la Tor re Cur iel

    Si revisamos de forma general a la producción historiográfica nacional, será evidente la

    existencia de pocos estudios que han tenido como objeto documentar y analizar la presencia

    de extranjeros en Guadalajara. La mayor parte de los pocos estudios existentes al respecto

    se ha enfocado en aquellos que se hicieron presentes en la vida tapatía a finales del sigloXIX y durante todo el siglo XX. Sin embargo sería erróneo pensar que la presencia

    extranjera ha sido un fenómeno relacionado solamente con esta periodicidad.

    Es probable que esta visión sesgada esté relacionada con la dificultad para le

     búsqueda de fuentes que permitan estudiar su presencia, así como los distintos periodos

    históricos locales, en los se ha evaluado a la presencia de extranjeros como una probable

    amenaza a la estabilidad social y económica o cómo impulsora de ambas. El constante

    reposicionamiento que ha tenido la visión mexicana sobre los extranjeros es uno de loscomponentes de la historia nacional en los que considero aún falta mucho por estudiar.

    En el presente ensayo pretendo documentar de manera breve la presencia de

    extranjeros durante la mayor parte del siglo XVIII. No pretenderé abarcar esta presencia en

    todo el territorio de los Reinos de la Nueva España o de la Nueva Galicia, solamente me

    enfocaré en el caso especifico de la presencia extranjera en la ciudad de Guadalajara.

    Los sujetos de estudio en los que se enfoca este trabajo serán solamente a aquellosmigrantes de origen español peninsular que optaron por atravesar el atlántico y que de

    alguna forma lograron  – o por lo menos intentaron- insertarse en la dinámica social de la

    capital tapatía.

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    Cabe mencionar que la presencia de nuevos actores en la sociedad novohispana no

    se limitó en la inclusión de peninsulares, además se integraron notables familias de la

    ciudad de México y del resto de la región occidente, así como Europeos súbditos de otros

    reinos con los cuales la corona española tenía nexos de carácter económico, negros esclavos

    traídos de áfrica y algunos asiáticos que se aventuraron a cruzar el Pacífico, sin embargo la

    inclusión de todos estos nuevos actores en el desarrollo de este estudio haría de este un

    trabajo de investigación que requeriría mayor tiempo y espacio.

    Por lo tanto, en este trabajo me basaré en el concepto de “recién llegados” que hace

    Ramón M. Serrera1 con el objetivo de hacer referencia entorno a los españoles peninsulares

    que buscaron encontrar algún método que les permitiera formar parte de la élite local de la

    ciudad de Guadalajara y sus alrededores. Es por ello que uno de los principales objetivos

    de este trabajo es destacar algunas de las pautas que siguió este grupo de “nuevos” 

     peninsulares, en su afán por integrarse como veremos en este trabajo, como parte

    renovadora de una élite local en franca decadencia.

    La presencia europea, una revisión cuantitativa

    Antes de estudiar específicamente la presencia de los “recién llegados” en Guadalajara,

    considero necesario hacer un recuento general del panorama poblacional que se

    desarrollaron, sobretodo será importante esta apreciación a escala global sobre la presencia

    de los Europeos  – españoles peninsulares- que nos permita evaluar su influencia en

    respectiva proporción, a partir de evaluar las características demográficas de su presencia

    frente al panorama general de población en Guadalajara.

    Uno de los trabajos demográficos del siglo XVIII que nos ofrecen una mayor

    información respecto a la presencia de peninsulares en la Intendencia de Guadalajara es el

    censo levantado por Menéndez Valdez. En este censo se logra la cuantificación total de

    337, 729 individuos que habitaban la intendencia de Guadalajara, de los cuales 589 (.17%

    1Ramón María Serrera, “Una generación de ganaderos de nuevo cuño: la figura del „recién llegado‟”

    Guadalajara ganadera: Estudio regional novohispano (1760-1805), Guadalajara, Jal., Ayuntamiento deGuadalajara, 1991, (capítulo IV), pp. 145.

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    de la población total) fueron registrados como originarios Europa  –  peninsulares-, mientras

    que casi el doble 108,437 (32.10% de la población total) fue registrada como de origen

    Español – Criollos-.

    Este mismo registro destaca que cerca de la tercera parte de la población total queradicaba dentro de la Intendencia de Guadalajara manifestó haber nacido en tierras no

    Americanas2. Sin embargo en lo que respecta a la ciudad de Guadalajara, se registró una

    mayor presencia de europeos y españoles que en el resto de la Intendencia. La presencia de

    Europeos fue cuantificada en este censo en 186 habitantes (cerca del 31.57% de este grupo

    en la Intendencia), mientras que en comparación con la presencia de Españoles quedó

    relegada al cuarto puesto respecto a otras entidades que componían a esta Intendencia,

    cerca de 9, 386 (el 8. 65% del total de españoles censados).

    Como se puede señalar en este compendio censal la ciudad de Guadalajara

    representó ser la localidad con mayor presencia de europeos en su población. Es importante

    destacar que de un total de 24,249 pobladores en total que se registraron en esta ciudad,

    aproximadamente 9, 572 no fueron registrados como Indios, Mulatos o de otras castas, sino

    como Españoles o Europeos, es decir que la composición social tapatía de este grupo -que

    en su mayoría conformó la élite local-, comprendió aproximadamente el 39.47% de la

     población.

    Otra de las fuentes que nos permitirán cuantificar la presencia de españoles

     peninsulares en la ciudad de Guadalajara durante el siglo XVII, es el Censo General de la

    Intendencia, el cual fue levantado durante los años de 1791 a 1793. En este trabajo censal

    se calculó la presencia total de los Europeos en Guadalajara en 186, es decir el 1.49% de la

     población de dicha ciudad, la cual dentro de este trabajo fueron calculados cerca de 12, 434

     pobladores.

    2 Exceptuando a los hijos de españoles nacidos en la Nueva España y Nueva Galicia, pues en estos registrosson incluidos como españoles causando para fines de este estudio un sesgo en la información ofrecida que se

     pretende rescatar con la inclusión de otras fuentes. Para mayor referencia ver: Descripción y censo general dela intendencia  de Guadalajara,  (1789-1793). Estudio preliminar de  Ramón María Serrera, Guadalajara,Gobierno del Estado de Jalisco, 1980, P. 23.

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    La particularidad de este censo es el tipo de información más específico que

     podemos obtener de él, a fin de contar con un panorama más detallado de la forma en que

    se conformó la presencia peninsular en la Nueva Galicia.

    En primer lugar podemos destacar la avasalladora presencia masculina peninsular, pues solamente dos mujeres mayores de 40 años fueron registradas como residentes en la

    ciudad; mientras que presencia masculina, que fue mayoría, se distinguió caracterizó por

    estar formada de forma mayoritaria por individuos que estaban en el rango de edad de

    entre 25 a 40 años -con un total de 80 individuos-, siguiéndole de cerca a este grupo

     poblacional que comprendió un rango de edad de entre los 40 a 50 años  – contándose un

    total de 43 individuos-.

    Apoyados en estas fuentes es posible afirmar que la inserción de peninsulares en la Nueva Galicia tuvo la característica de ser un grupo mayoritariamente formado por jóvenes

    solteros que habían llegado a instalarse a la ciudad de Guadalajara a fin de establecerse

    económica y socialmente en la sociedad tapatía. Un elemento que facilitó su inserción en la

    sociedad tapatía sin duda para estos autores fue su capacidad para insertarse en la vida

    social basada en el compromiso matrimonial con alguna doncella parte de la élite local.

    Esta notable presencia peninsular dentro de la capital tapatía  – comparada con otras

    localidades de la misma Intendencia- fue a mí parecer el resultado de un complejo procesode desarrollo político, social y económico, pero también deberá verse como un elemento

    que dinamizó estos mismos fenómenos.

     No considero pertinente para este ensayo hacer un seguimiento particular de cada

    una de las actividades en las que participaron estos “recién llegados” a fin de analizar el

    impacto de estos individuos como elementos de cambio social en la capital de la Nueva

    Galicia, dicha pretensión a mi parecer, exige una labor de investigación de mayor

    complejidad que no debe buscarse en este escrito. Sin embargo en este trabajo destacaré de

    manera general las principales actividades y estrategias, tanto económicas como sociales

    que les permitieron formar rápidamente parte del complejo tejido de la sociedad

    neogallega, particularmente durante el siglo XVIII.

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    La perl a de occidente, un punto de atracción peninsular

    La ciudad de Guadalajara había fungido desde finales del siglo XVII y particularmente

    durante todo el siglo XVIII y XIX como “centro redistribuidor de efectos importados, se

     benefició del establecimiento de conexiones directas con los puertos de entrada al reino, particularmente con Veracruz, aunque también en los enclaves internos de distribución, 

    como las ferias de Saltillo y San Juan de los Lagos”3. Es esta importancia comercial y

    administrativa la que atrajo tras de sí una gran cantidad de individuos que buscaron

    insertarse en la dinámica económica y social de esta localidad, la cual se encontraba en

    franco crecimiento.

    Además, durante la segunda mitad del siglo XVIII un gran número de españoles

    arribaron a tierras americanas; este proceso migratorio puede ser explicado a partir delimpacto que tuvo en todos los reinos de la corona española la instauración de las reformas

     borbónicas. Dichas reformas pretendieron reestructurar social y económicamente las

     posesiones españolas de ultramar.

    Particularmente para los migrantes que llegaban de la península Ibérica a tierras

    neogallegas su principal objetivo fue ver realizado su deseo de riqueza y prestigio que

    incluyera dentro de la exclusiva elite local. Este grupo de migrantes tenía la particularidad

    de que para la ley de la corona solamente ellos podían “legítimamente” aspirar a ocuparcargos de gran relevancia política, económica y religiosa, en algunos casos se trataba de

     posiciones que les habían sido negados ocupar en tierras peninsulares.

    Sin embargo, el éxito económico y social que lograron estos “recién llegados” distó

    mucho de ser una característica común entre estos individuos. Pocos fueron los que dentro

    de la Nueva Galicia lograron concentrar una gran riqueza, y mucho menos fueron aquellos

    que decidieron instalarse permanentemente dentro de sociedad de la ciudad de Guadalajara

    dado que muchos optaron por residir en alguna de sus propiedades rurales, fuera del

     bullicio tapatío.

    3Antonio Ibarra, “Redes de circulación y redes de negociantes en el mercado interno novohispano: los

    mercaderes del Consulado de Guadalajara, 1791-1803”, en Antonio Ibarra y Guillermina del Valle Pavón(coords.),  Redes sociales e instituciones comerciales en el imperio español, siglos XVII al XIX , México,UNAM - Instituto Mora, 2007, P. 281.

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    La principal dificultad a la que se tuvo que hacer frente este nuevo grupo

     poblacional fue la misma clase oligárquica en la que se intentaban insertar. Se trató de una

    clase oligarca, casi endogámica que habitó la capital tapatía como heredera de los grandes

    conquistadores españoles que habían explorado estas tierras, pacificado a los nativos y

    fundado este cada vez más importante reino español.

    El auge minero de mitades del siglo XVIII  – sobre todo en la zona minera de

    Bolaños- y el intenso desarrollo ganadero de Nayarit, fueron algunos de los principales

    detonantes del desarrollo económico de la élite de la región – los cuales sí fueron elementos

    atractivos para la inversión-. Por lo que se pueden considerar poco trascendentes  –  por no

    decir nulos- los intentos de dinamizar económicamente el mercado tapatío mediante la

    instauración de algún tipo de inversión o desarrollo tecnológico por parte de estos “recién

    llegados”, más bien su inserción se puede explicar tomando en cuenta su integraron en la

    dinámica económica comercial y administrativa.

    Por lo tanto, la importancia de la ciudad de Guadalajara no se sustentó en que

    fungió como un centro de explotación económica primaria, sino como un punto de

    convergencia económica y social inducida por la presencia de las más importantes

    instituciones administrativas, religiosas y educativas de la Nueva Galicia. Es por ello

    evidente que, el interés económico de los extranjeros insertados en la capital tapatía se

    enfocó en la obtención de concesiones administrativas y cargos públicos que les permitiera

    o facilitara el desarrollo de negocios redituables en el territorio neo gallego.

    La administración pública y eclesiástica fueron dos de los principales bastiones en

    los que buscaron con mayor interés integrarse este grupo de “recién llegados” en la

    sociedad neo gallega. Varias fueron las instituciones que impulsaron el desarrollo de

    Guadalajara como uno de los principales centros de la vida política y económica del Reino

    de la Nueva Galicia, sin embargo entre las más importantes podemos destacar al El

    Obispado de Guadalajara, la Audiencia, el Seminario Mayor, el Consulado, la Casa de

    Moneda y la Universidad de Guadalajara. El peso económico y político de estas

    instituciones permitieron que la “perla de occidente”  adquiriera una posición preponderante

    en relación con las ciudades más cercanas, -sobre todo con la Nueva España- además de

    representar “sus” intereses y privilegios ante la corona.

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    Por mencionar a una de estas instituciones que favorecieron y promovieron la

    inserción de los “recién llegados” en la vida social tapatía, haré referencia a la Real

    Universidad de Guadalajara. Su fundación a finales del siglo XVIII generó un mayor

     prestigio a la sociedad tapatía ante otras sociedades  – sobre todo con la de la ciudad de

    México- pues permitió a sus pobladores formar parte de una élite ilustrada en sus aulas.

    Con la formación a nivel de licenciatura y doctorado en distintas disciplinas 4  se evitó la

    expulsión de individuos, los cuales antes de que se estableciera esta Universidad, se habían

    visto a la necesidad de asistir a los cursos Universitarios en la capital de la Nueva España;

     por el contrario, esta casa de estudios fungiría como elemento que atraería a nuevos

    individuos con el fin de complementar su instrucción educativa.

    Para el funcionamiento óptimo de estas instituciones, se debió contar con la

     presencia, administración y supervisión de individuos considerados por la corona -por su

    origen nativo- como merecedora de dichas facultades. El merecimiento de estos cargos

    estaba más profundamente relacionado con criterios más de carácter de prestigio individual

    relacionado con el lugar de nacimiento –  peninsulares- y las relaciones de influencia que se

    tuviese dentro de la administración real, que con las capacidades y méritos personales. Por

    lo tanto, para la integración del cuerpo de funcionarios tapatíos, muchos de los “recién 

    llegados” a tierras americanas  fueron atraídos a esta ciudad, así como algunos ya

    establecidos en localidades vecinas o inclusive de la misma península fueron llamadosespecíficamente para llevar a cabo dichas empresas.

    La integración de los recién l legados

    A pesar de que este no es un trabajo sobre de la élite tapatía, sino de los sujetos no

    originarios de esta ciudad  – extranjeros peninsulares- que buscaron insertarse de distintas

    4Las licenciaturas y doctorados que se ofrecieron en la Real Universidad de Guadalajara fueron: Leyes,Cánones, Leyes, Medicina y Filosofía. Consúltese: Carmen Castañeda García, “La formación de la élite enGuadalajara, 1792-1821”, en Carmen Castañeda García (comp.),  Elite, clases sociales y rebelión enGuadalajara y Jalisco, siglos XVIII y XIX , Guadalajara, El Colegio de Jalisco / Gobierno de Jalisco, 1988, pp.17-57.

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    formas dentro de su configuración social, veremos que durante este periodo ambos grupos

    se encuentran íntimamente relacionados.

    La integración de estos “recién llegados” en la sociedad tapatía no fue el resultado

    de un proceso automático, ni mucho menos fácil. Por lo tanto es erróneo pensar que selimitaron a integrar su incursión en espacios vacantes dentro de esta sociedad, por el

    contrario, estos nuevos actores sociales representaron un elemento que dinamizó tanto la

    forma en que se integraron los distintos estratos sociales tapatíos, como el desarrollo de la

    vida económica y social guadalajarense.

     No debemos simplemente esperar encontrar registros de los momentos en que

    decidieron insertarse los espacios sociales que les eran permitidos por la sociedad tapatía,

    sino también se deben buscar esos momentos coyunturales en los que buscaron crearnuevos espacios sociales, a pesar en muchos casos de verse inmersos en conflicto con algún

    grupo local que fuese por este proceso desplazado.

    La mayoría de estos hispanos peninsulares provenían de las provincias montañosas

    o cantábricas de la península Ibérica; en el caso específico de Guadalajara estos forasteros

     provenían de “Santander, Vizcaya, Guipúzcoa, Alava y Navarra”5. Estos españoles más que

     portar grandes capitales para la inversión o el desarrollo de algún negocio, poseían un

    fuerte sentimiento de superioridad hispana y un fuerte deseo de desarrollo económico ysocial, lo que los llevó a formar una clase de élite que se intentaba insertar en la Oligarquía

    tapatía, sustentada por su desarrollo capital y respaldada por su origen peninsular.

    De acuerdo con Jaime Olveda, la inserción de estos “recién llegados” en la sociedad

    tapatía coincidió con una época en la que se facilitó la creación y desarrollo de sus

    intereses, tanto económicos como sociales. Dicho desarrollo a la larga generó en ellos un

    arraigo regional hacía la ciudad de Guadalajara particularmente, lo que los llevó a defender

    con gran empeño sus intereses junto con los de la localidad.

    Situación que obligó a muchos de ellos anteponer sus intereses particulares como

     parte de la sociedad activa de la Nueva Galicia, situación que se desarrolló a pesar de que

    5Jaime Olveda Legaspi,  La oligarquía de Guadalajara: de las reformas borbónicas a la reforma liberal ,México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1991, P.40. 

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    este grupo se caracterizó por ser en su mayoría “vascongados, gallegos, montañeses y

    asturianos”6. Esta situación más que generarles algún conflicto moral, es evidente que fue

    uno de los principales objetivos con los que habían llegado a los distintos territorios

    coloniales, pues su principal búsqueda estaba en adquirir la riqueza y reconocimiento social

    que les había sido -en su mayoría- negada o limitada por cuestiones de distinta índole.

    La inserción de migrantes peninsulares dentro de la sociedad de Guadalajara, fue el

    resultado de un complejo proceso de relaciones de negocios, amistad y de parentesco,

    siendo esta última la forma de inserción más común, sobre todo en los estratos sociales de

    mediana y gran importancia.

    Pero antes de destacar en las distintas formas mediante las cuales, los recién

    llegados, formaron parte de la estructura social tapatía, es necesario comprender en formageneral, las razones que impulsaron su presencia. Uno de estos casos es el de aquellos

     peninsulares que sostuvieron nexos de parentesco con individuos de cierto éxito local,

    quienes los fueron paulatinamente integrando a la sociedad novohispana “atendiendo la

    invitación de algún pariente que ya había logrado consolidar su situación dentro del

    comercio”7, esto por mencionar uno de los muchos ejemplos que podemos observar al

    respecto.

    Los “recién llegados” peninsulares se pueden distinguir de cualquier otro grupo que

    se haya intentado sumar en la dinámica social tapatía, especialmente porque la mayoría de

    ellos compartieron una serie de rasgos característicos únicos.

    Entre los más importantes destaca el hecho de que no se pueden considerar en su

    mayoría como un grupo de individuos que cruzaron el Atlántico para desarrollar

    actividades lucrativas en las cuales invertir su capital, por el contrario, la mayoría de estos

    fueron hijos segundos, nobles despojados, o parte del común de la población peninsular,

    que buscaba obtener la riqueza que en la península les había sido negada, por lo que se les

     puede definir mejor como grupo buscador de fortuna más que de inversionistas.

    6 Ramón María Serrera, Óp. Cit., P.145.7 Jaime Olveda Legaspi, Óp. Cit., P.42.

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    Este grupo de peninsulares entraron a la capital de la Nueva Galicia no solo con el

    objeto de ocupar puestos importantes dentro de los gobiernos coloniales y municipales, sino

    que además se pretendió formar parte de la élite local.

    A comparación de los anteriores arribos de españoles a territorio americano, estanueva ola de buscadores de fortuna que llegó a la Nueva Galicia dejó de lado el desarrollo

    de empresas exploradoras en búsqueda de pirámides de oro o de la fuente de la juventud

    eterna, entre otros mitos de fortuna. Más bien buscaron insertarse en la “dura” composición

    social tradicionalista de Guadalajara a fin de alcanzar sus ansias de fortuna económica a

     partir del desarrollo de negocios y relaciones sociales.

    En el caso de muchos de los “recién llegados” su   fortuna se logró solamente hasta

    el momento en que lograron algún tipo de emparentamiento o relación de padrinazgo con laaristocracia de la región.

    El matrimonio entre una doncella de alguna de las familias más importantes de la

    localidad, permitió a muchos de estos “recién llegados” relacionarse con el éxito suficiente

    dentro de la sociedad tapatía, que les permitió aspirar a ocupar los puestos administrativos

    de mayor importancia en las instituciones de más poderosas del Occidente mexicano.

    Por lo tanto, la adquisición de beneficios estratégicos para lograr escalar o

    mantenerse dentro de los estratos sociales importantes de la Nueva Galicia no fue

    determinada solamente por la influencia económica que alcanzaron estos migrantes

    hispanos, sino que además fue primordial para ello mantener relaciones de parentesco o

    amistad con ciertos actores de la sociedad tapatía, principalmente con representantes del

     poder clerical y de la administración civil.

    Pero su introducción a la sociedad tapatía no solamente dependió de la capacidad de

    estos por integrar una red de relaciones familiares que los apoyara, en muchos casos su

     presencia fue producto de los nexos familiares y de amistad que estos “recién llegados”

    aseguraron desde antes de pisar suelo americano. El riesgo al aventurarse en tierras

    americanas para muchos peninsulares fue patrocinado “a instancias de un pariente que ya lo

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    hizo con anterioridad y cuyo cambio de vida culminó en el éxito”8, por lo que la inserción

    de nuevos individuos en la dinámica social tapatía a su vez dependió de este tipo de

    relaciones.

    Muchas de las “invitaciones” que recibieron estos  peninsulares fueron parte deestrategias de enriquecimiento que siguieron algunos de los representantes más influyentes

    de la administración pública, este argumento es sustentado por Jaime Olveda mediante un

    ejemplo en torno a la forma en que se conformaba a la Audiencia de Guadalajara, refiere

    que “como la audiencia gozaba de facultades para distribuir las tierras de su jurisdicción y

    otorgar nombramientos para cubrir algunos puestos públicos, los oidores hicieron venir de

    España a parientes y amigos, a quienes beneficiaban una vez que llegaban”9. Por lo tanto se

    trató de una migración convenida entre los principales actores económicos y sociales

    tapatíos con jóvenes peninsulares a fin de acrecentar la influencia regional de estos últimos

    y mejorar las condiciones materiales y sociales de los primeros.

    Uno de los casos más destacados es el de Joaquín de Echaurri, quien logró pasar de

    ser un comerciante de mediano nivel a uno de los principales hacendados de la Guadalajara.

    Echaurri era de origen norteño o montañés, este se trasladó de la península Ibérica a la

    capital neogallega durante el siglo XVIII, portando entre sus mayores cualidades una

    “presunción de hidalguía; así como en lo concerniente a la existencia previa en Nueva

    España de un pariente acomodado que le mandase traer”10.

    Sin embargo la supuesta aristocracia de este peninsular no bastó para que se lograse

    consolidar como miembro de la élite comarcal, su inserción a este selecto grupo regional se

    hizo posible hasta después de haber contraído matrimonio con Josefa Panduro, nieta del

    entonces fiscal de la Real Audiencia. Este lazo matrimonial resultó económicamente muy

    redituable a Joaquín Echaurri pues su esposa “aportó como dote lo que quedó del remate de

    las cuatro haciendas de su primer marido, […] [así como] lo correspondiente a la cuantiosa

    herencia paterna de Josefa”11. Por lo que Echaurri pudo además de sus actividades

    8 Ramón María Serrera, Óp. Cit., P. 147.9 Jaime Olveda Legaspi, Óp. Cit., P. 25.10  Rodolfo Fernández, “Comerciantes tapatíos (1675-1750”, en Carmen Castañeda (Comp.), Vivir enGuadalajara: La ciudad y sus funciones, Guadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara, 1992, P.201.11 Ibídem.

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    comerciales ser un actor muy activo en el mercado de créditos, así como ostentar algunos

    cargos en la Real Audiencia y Caja.

    Como podemos apreciar, estas relaciones de conveniencia entre actores locales y

    migrantes peninsulares fue uno de los motores que impulsaron no solo la llegada de nuevosagentes a la vida social tapatía, sino que además impulsó prácticas sociales de parentesco

    que procuraron mantener cierto control dentro del desarrollo económico regional y limitar

    el acceso a las cúpulas sociales de la región.

    Sin embargo también se hicieron presentes en la sociedad tapatía un gran número de

     peninsulares que no contaban con familiares consolidados en la economía o sociedad

    tapatía, por lo que muchos de estos “recién llegados” traían consigo recomendaciones que

    les permitió conseguir algún empleo a fin de adquirir la suficiente experiencia paradesenvolverse con éxito en el mercado local.

     No obstante, las recomendaciones que los respaldaban no bastaron para hacerse

    sujetos de confianza, por lo que tuvieron que probar constantemente su habilidad y

    honradez, el resultado de su esfuerzo les permitió hacerse del suficiente grado de confianza

    que los integró como socios en alguna de las principales actividades lucrativas de la región.

    Pero también dependió de su capacidad individual para generarse relaciones familiares,

    amistosas y de negocios, sin embargo el factor principal que les abriría las puertas de los principales estratos de la sociedad tapatía fue el desarrollo económico que lograron

    ostentar.

    El proceso de aprendizaje necesario para insertarse con éxito en la sociedad tapatía

    requirió largas jornadas de trabajo, sin embargo en muchos de los casos estas actividades

    no ofrecían la segura certeza de éxito en su empresa; sin embargo la opción de matrimonio

    con alguna dama de cierta importancia social les permitió con mayor facilidad y seguridad

    sortear este proceso de inserción.

    La posibilidad de ocupar una posición importante en la sociedad de Guadalajara a

     partir de los lazos matrimoniales fue común pues los aprendices solían vivir en casa de los

    comerciantes encargados de su instrucción, situación que “dio ocasión para que algunos se

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    enamoraran de una de las hijas del patrón y luego se casaran con ella” por lo que se hacía

    común el emparentamiento con migrantes peninsulares.

    Como se ha mencionado en párrafos anteriores, el estudio de los “recién llegados”

    ha visto como uno de los puntos esenciales que explican su inserción en la sociedad tapatíael establecimiento de relaciones matrimoniales. Mediante este modo de emparentamiento

    “las poderosas familias criollas se reforzaron y garantizaron su continuidad al anexar en su

    seno a los peninsulares más emprendedores”12. A su vez los “recién llegados” se

     beneficiaron de las dotes o herencias de la esposa  – como en el caso de Echaurri-, mientras

    que a las familias principales vieron con ellos satisfechas sus necesidades de aristocracia al

    incluir como miembro de su familia a un peninsular.

    Una explicación de este proceso complejo de relaciones económico-afectivas en el proceso de inserción de la población forastera a Guadalajara en el siglo XVIII es abordada

     por Rodolfo Fernández13. Este autor plantea que hasta finales del siglo XVII quienes

    formaban el cerrado grupo de élite tapatía fueron aquellos descendientes directos de los

    conquistadores de la Nueva Galicia. Sin embargo, al paso del tiempo se deterioró la

    composición consanguínea hispana que se había establecido en las clases de élite tapatías,

    en particular en relación con los conquistadores de estos territorios neogallegos. Además se

    vio disminuido su potencial económico frente a la bonanza de algunos “nuevos”  grandes

    comerciantes, por lo que se optó por transformar sus pautas de emparentamiento,

    haciéndolo más abierto, en particular hacía individuos nacidos en el viejo continente.

    Esta apertura social le permitió a las antiguas élites tapatías “emparentar con los

    nuevos ricos peninsulares y los funcionarios de la corona, al tiempo que les hacía más

    susceptibles de pérdida y fragmentación de sus latifundios”14. Es por lo tanto que explica

    que la relación entre peninsulares y los estratos sociales tapatíos más importantes se

    fundamentó en el parentesco matrimonial, el cual llevó a que las segundas les fuesen

    fragmentadas sus propiedades, repartidas ahora entre las familias que formaron la nueva

    12 Jaime Olveda Legaspi, Óp. Cit., P. 43.13 Rodolfo Fernández, Óp. Cit.14 Ibíd., P. 198.

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    elite tapatía, sustentada en aquellos que habían migrado a la Nueva Galicia desde la

    Península Ibérica.

    En contraparte John Kicza considera que la apertura social hacía esta clase

     peninsular se debió a que las antiguas elites locales consideraron ventajosa su integracióncomo elemento afianzador de su posición económica y aristocrática regional, ya que estos

    eran “hombres a los que se aceptaba como cónyuges convenientes de la elite criolla,

    algunos de cuyos miembros habían a su vez ingresado recientemente gracias a su éxito

    comercial y con quienes el comerciante podía ya tener ligas de sangre”15, por lo tanto esta

    visión plantea a la integración de estos “recién llegados” no como un factor que

    revolucionó o desintegró a la elite local, sino como uno de los elementos que incidieron en

    su renovación.

    Para la sociedad española tapatía fue tan importante asegurar su desarrollo

    económico evitar la pérdida de nobleza. Por lo tanto las relaciones de parentesco cubrían

    ambos frentes de interés, además de que les significaba adquirir la suficiente legitimidad

     para poder enfrentarse a sus principales competidores, los pobladores de la ciudad de

    México.

    Es por lo tanto que se puede explicar la relación entre los “recién llegados” y las

    clases de élite de Guadalajara como una dinámica simbiótica. Este fenómeno se dio a partirde la inserción de los primeros en la dinámica tapatía como elemento renovador de la

    aristocracia que ostentaron las familias principales de esta ciudad. Por su parte estas

    familias ofrecían una mejora en las condiciones materiales de los “recién llegados”, las

    cuales no pudieron haber obtenido con la misma facilidad en otra localidad del reino

    español.

    Es por este proceso que se explica entonces porque Guadalajara particularmente y

    no otra localidad logró consolidarse como un punto de atracción para estos “recién

    llegados”. Dado que su presencia fue particularmente necesaria a fin de cubrir los

    requerimientos locales de aristocracia que les permitiera mantenerse legítimamente en este

    estrato social.

    15 John E. Kicza, “Empresarios coloniales. Familias y negocios en la ciudad de México durante los borbones”,México, FCE, 1986, P.57.

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    cabildo de Guadalajara”16. No podemos dudar de la importancia que tuvo su preparación y

    capacidades para poder desarrollar una meteórica carrera a los principales estratos políticos

    y sociales de Guadalajara, pero además la piedra angular de su éxito, fue haber logrado

    concertar una relación marital con una de las principales damas de la ciudad.

    El último ejemplo al que se haré referencia es el del gallego José Colazo Feijó. Su

    llegada a territorio tapatío  – a principios del siglo XVII- fue auspiciada por su pariente,

    Francisco Feijó Centellas. Centellas tenía un importante puesto en la Real Audiencia de

    Guadalajara, el cual permitió a Colazo insertarse de manera prospera en esta ciudad. Pero

    su rápido desarrollo en la sociedad tapatía dependió solamente la influencia con la que fue

     patrocinado – como en el caso antes citado de Echaurri-, sino que además logró casarse con

    una de las damas más importantes de la ciudad, Micaela del Portillo y Gallo. A partir de

    este par de importantes relaciones, este “recién llegado” logró algunos de los más

    importantes puestos administrativos de la ciudad como “Alcalde ordinario del

    ayuntamiento y diputado del comercio y de la Real Aduana”17.

    Los ejemplos anteriores nos permiten ilustrar el complejo proceso que tuvieron que

    seguir los individuos extranjeros peninsulares para poder insertarse con éxito en la

    dinámica social tapatía. A pesar de que se trató de tres momentos temporales distintos en la

    que estos individuos se introdujeron, un elemento que se destaca y que los relaciona entre

    sí, es el hecho de que fue necesario para poder concretar su exitosa a la vida social y

    económica, la adquisición de lazos matrimoniales con las principales familias de la entidad.

    Más allá del matr imonio … 

    Pero no podemos pensar que el éxito de este nuevo grupo de actores en la vida social de

    Guadalajara solamente estuvo determinado por el tipo de relaciones sociales que

    establecieron con los principales grupos de elite local, además su integración estuvo

    relacionada con “[u]na decidida vocación hacía el trabajo – lógica en una situación en la que

    16 Ramón María Serrera, Óp. Cit., P.157.17 Ibíd., P. 161.

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    es válido el „tanto vales cuanto haces‟- les lleva al éxito en las tareas que emprenden” 18 

    sobre todo en las actividades comerciales características de la capital tapatía.

    Fueron diversos los naipes con los que los individuos podían jugar en la sociedad

    tapatía, con objeto de asegurarse un desarrollo económico que les permitiera formar partede las clases privilegiadas de la sociedad de la Nueva Galicia. Podía apostarse por la

    inversión de capitales en la explotación minera, el desarrollo ganadero o la producción

    agrícola principalmente.

    En el caso de los “recién llegados” que lograron generar con éxito un considerable

    desarrollo económico y social, fueron especialmente aquellos quienes se dedicaron a las

    actividades comerciales y mineras, sin embargo la inestabilidad en el mercado de estas

    actividades les llevó a consolidar su posición de desarrollo a partir de la integración de propiedades agrícolas y ganaderas, como formas de diversificar sus formas de ingreso

    económico.

    Sin embargo, no debemos pensar que con el desarrollo de estos nuevos individuos

     peninsulares cada vez más poderosos económicamente en la ciudad de Guadalajara, se

    crearon industrias, casas comerciales o haciendas que mejoraron la captación de ingresos e

    impulsaron con mayor dinamismo el desarrollo económico de la sociedad en general, dado

    que existen registros de una situación social contraria. En el año de 1776 “fray Antonio

    Alcalde, se dirigió a la Audiencia exponiéndole la falta de trabajo y ociosidad en que vivían

    la mayor parte de los habitantes de la capital del Reino”19  es decir, que las a pesar de

    registrarse un desarrollo sostenido económico, sobre todo con la integración de los “recién

    llegados”, la población en general de esta ciudad no disfrutó de las mismas condiciones de

    desarrollo.

    Sin embargo, para los peninsulares el encontrar fortuna, no solamente se significó

    el amasar grandes cantidades de capital, sino que además se hizo necesaria la inclusión de

    un papel social de relativa importancia, por lo que podremos ver que su esfuerzo se enfocó

    tanto al desarrollo económico a partir de alguna de las actividades antes descritas, como de

    18 Ibíd., P. 146.19 Ibíd., P.53.

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    formar parte de la élite local, mediante su labor en puestos administrativos, militares, o

    educativos principalmente.

    En particular fue importante su presencia como miembros de algún cargo público

    importante de la ciudad o de la Nueva Galicia, ya que la influencia de estos cargos les permitía “tener bajo su control todo lo relacionado con la producción, circulación de

    mercancías, impuestos, etcétera.”20  Sobretodo esta forma desarrollo se fue facilitado a

    mediados de siglo XVII cuando se hizo posible la venta de cargos públicos, por lo tanto,

    quienes habían logrado posicionar su fortuna como una de las principales en la región

     podían optar por formar parte de esta redituable actividad burocrática.

    En el caso de los estudios en la universidad la posición económica también jugó un

     papel importante, dado que por su alto costo de manutención, se hizo posible la formaciónacadémica superior solamente para los estratos sociales con mayor capacidad económica.

    Sin embargo formar parte de la elite ilustrada en las universidades permitió a la larga ser

    candidato a obtener puestos administrativos o eclesiásticos de importancia no solo para la

    ciudad, sino para todo el reino.

    El costo de estos grados escolares eran cubiertos la mayoría de las ocasiones por los

     padres –  en su mayoría hacendados, comerciantes o mineros- no obstante en muchos casos

    estos costos no podían ser del todo cubiertos por su parentela, por lo que se recurrió a lafigura de “los padrinos para el financiamiento […] pero sobre todo, para   estrechar las

    relaciones que tenían entre ellos para ayudar a sus ahijados a conseguir puestos”21 

    Pero las relaciones de padrinazgo no se limitaron a los procesos de formación

    universitaria; uno de los casos en los que el padrinazgo resultó esencial para la inserción de

    los nuevos habitantes peninsulares en Guadalajara es el de Felipe Gutiérrez de Ceballos.

    Este peninsular originario del Condado de Castañeda, en Burgos se casó a principios del

    siglo XVIII con Inés de Carrara la cual era hija de un peninsular de riqueza modesta en la

    ciudad. Sin embargo algunos años después su condición social y económica se vio

    favorecida “ya que era compadre de un alcalde ordinario de Guadalajara, quien le baut izó al

    20 Jaime Olveda Legaspi, Óp. Cit., P.37.21Carmen Castañeda, Óp. Cit., P. 34.

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     primero de sus hijos”22 además de que contaba con la amistad de algunos de los notables de

    mayor influencia de la región como Francisco Susarrey y Josefa Martínez quien fue suegra

    del antes citado Echaurri, uno de los peninsulares más poderosos de la región.

    Es por lo anterior que podemos deducir que no solamente la importancia económicay social que alcanzaron los “recién llegados” se dio a partir del impulso de las prácticas

    matrimoniales, sino que debemos agregar que se lograron insertar en dinámicas de

    “patrocinio” que les  permitió asegurar una relación estrecha con las principales figuras

    económicas y administrativas de la región.

    En general podemos apreciar que al paso entre los siglos XVIII y XIX, muchos aquellos

    que se establecieron en la capital neo gallega atraídos por las oportunidades de desarrollo

    económico y social habían logrado satisfactoriamente sus objetivos, los cuales eran:

    “acabar sus días se encontraban encumbrados en los más altos niveles de la

    sociedad mexicana de la época, superando a base de trabajo, iniciativa, capital y, en

    ocasiones, habilidad, a las más antiguas y prestigiosas familias del Virreinato”23 

    Es por lo anterior que debemos señalar que la inserción de individuos dentro de la

    dinámica social y económica tapatía fue más allá de la simple búsqueda – en muchos de los

    casos- de mejoras en su situación económica, sino que además se trató, de una inserción

    fundamentada en el prestigio social que podían adquirir tanto ellos como sus familias, alformar parte de la dinámica élite tapatía.

    Como se ha mencionado anteriormente, no fue sencillo para los “recién llegados”

    adquirir una posición prestigiada en la sociedad tapatía, sobre todo por el carácter selectivo

    que sostuvo la élite tapatía a fin de proteger su posición prestigiada. Muchas fueron las

    formas mediante las que los nuevos peninsulares intentaron insertarse en Guadalajara, -

    matrimonio, relaciones comerciales, recomendaciones, patrocinio o padrinazgo- sin

    embargo al agotarse estas posibilidades, se ponía la esperanza en su descendencias a partir

    de su inserción en algún puesto administrativo o religioso, o en su instrucción escolar

    superior.

    22 Rodolfo Fernández, Óp. Cit., P. 204.23 Ramón María Serrera, Óp. Cit. P.147.

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    Por lo tanto, para obtener reconocimiento social una familia en la Nueva España

    estos peninsulares necesitaron asegurar la:

    “ocupación de puestos claves en la administración municipal, comarcal y regional;

    habilidad emparentadora con otras dinastías; crecido número de miembros; posesión

    de importantes haciendas; transmisión hereditaria de cargos y tierras; influencia en

    la vida local y de la comarca; numerosos miembros al servicio de la Iglesia, etc.”24.

    Es decir, generar una amplia red de relaciones económicas y sociales en la región,

     basándose en los parámetros de desarrollo que había determinado la élite local, por lo tanto

     para la concepción de estas relaciones necesarias fue necesaria tanto la tenencia de

    significantes capitales así como las relaciones familiares y de compadrazgo suficientes que

    les permitiera hacerse presentes  –   y preferentemente indispensables- en la vida social y

    económica de la ciudad.

    Por lo tanto la presencia de estos “recién llegados” permitió renovar la composición de

    los estratos principales que habitaban la ciudad de Guadalajara, así como dinamizar las

    actividades productivas y comerciales de la región. Sin embargo es importante también

    destacar que un gran número de estos migrantes provenientes de la península, no logró

    dichos objetivos, por lo que algunos de ellos optaron por regresar tal y como habían salido

    de Europa – con las manos vacías-, o en su defecto tratar de sobrevivir bajo las condiciones

    de carencia ofrecidas.

    *

    En conclusión, los extranjeros peninsulares que llegaron a insertarse a la dinámica social

    tapatía no deben estudiarse de manera análoga con los casos de migración que se

     presentaron en México y particularmente en Jalisco durante los siglos XIX y XX, es decir

    como agentes que revolucionaron los sistemas económicos, sociales y culturales, generando

    nuevos parámetros de desarrollo e introduciendo nuevas formas de producción yorganización social.

    Es imposible negar la influencia de los “recién llegados” como elemento que

    enriqueció la económica y sociedad tapatía, sin embargo particularmente para el caso del

    24 Ibíd., P. 241.

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    siglo XVIII, más que desarrollarse como agentes que incidieron como transformadores de

    la forma de vida y desarrollo de la capital neogallega, fueron individuos que la

    revitalizaron.

    Estos migrantes peninsulares como pudimos apreciar, se insertaron siguiendo los parámetros de conducta y desarrollo social que había establecido la sociedad de la Nueva

    Galicia, en especial la élite que habitó la capital. Buscaron ocupar tanto los espacios que les

    la élite tapatía les permitió, como forma de evitar ser desplazados por estos nuevos actores

    sociales extranjeros, por lo que ante cualquier adecuación social fue primeramente

    importante para ciertas familias asegurar su permanencia dentro de las principales listas de

    notables y pudientes de la región.

    Sin embargo no todos lograron esta ambiciosa meta, su inclusión dependió de factoresde nacimiento, de interés aristocrático, económicos y de parentesco o compadrazgo por

    mencionar los que en este trabajo han sido abordados. Es por ello que no debemos ver su

    inserción solamente como elemento notable dentro de los principales círculos de la élite

    social tapatía, sino como grupo de individuos que además buscaron generarse espacios de

     participación en la de por sí compleja sociedad de Guadalajara. Una ciudad renovada por la

     presencia de los “recién llegados” para los que el éxito  se sostuvo en la familia,

    recomendaciones, el dinero, la esposa, el compadre y la sangre.

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