PAZ HIBRIDA MULTI ACTOR: UN MODELO POSIBLE FRENTE A LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ EN ESCENARIOS DE POST NEGOCIACIÓN A LA LUZ DEL CASO COLOMBIANO PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA BOGOTÁ D.C. 2014
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PAZ HIBRIDA MULTI ACTOR: UN MODELO POSIBLE FRENTE A LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ EN ESCENARIOS DE POST NEGOCIACIÓN A LA
LUZ DEL CASO COLOMBIANO
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES
CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA BOGOTÁ D.C.
2014
PAZ HÍBRIDA MULTIACTOR: UN MODELO POSIBLE FRENTE A LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ EN ESCENARIOS DE POSNEGOCIACIÓN A LA LUZ
DEL CASO COLOMBIANO
ALEJANDRO ENRIQUE TRIANA SARMIENTO
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES
CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA BOGOTÁ D. C.
2014
PAZ HÍBRIDA MULTIACTOR: UN MODELO POSIBLE FRENTE A LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ EN ESCENARIOS DE POSNEGOCIACIÓN A LA LUZ
DEL CASO COLOMBIANO
ALEJANDRO ENRIQUE TRIANA SARMIENTO
Trabajo de Grado para optar por el título de POLITÓLOGO
DIRECTOR DEL TRABAJO DE GRADO
MANUEL SALAMANCA RANGEL Doctor en Sociología y Ciencias Políticas
de la Universidad de Deusto, Bilbao
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES
CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA BOGOTÁ D. C.
2014
A cada una de las víctimas del conflicto armado en Colombia, quienes, a pesar de haber vivido las peores pesadillas de sus vidas hechas realidad, sueñan y
construyen día a día esperanzas de paz, de sencilla tranquilidad.
A un ser supremo, que me acompaña a cada instante. A mi madre, incondicional apoyo en los momentos más difíciles; a mi padre y su singular mirada de la vida; a
mis hermanas, que me comprendieron cuando más lo necesitaba.
A mis amigas y amigos más cercanos, quienes con su ayuda, su compañía y su forma única de hacerme seguir adelante, me permitieron llegar al final de esta
tesis. Al destino, que me hizo encontrar en una mujer única, un futuro no distante de felicidad y tranquilidad perfectas.
A una docente, que con su forma de estudiar la paz y de pensarse distinto, me
abrieron la mente para entender lo que es en verdad ser un humano y luchar por una sociedad distinta. A un docente, que desde la filosofía, me enseñó que se
puede ser crítico, y que la crítica amplía la mirada de la vida.
Y, sencillamente, a mi país, que ya aguantó lo necesario para poder estar tranquilo, estar por fin en paz.
Contenido
Introducción……………………………….…….………………………………………..1
Capítulo 1. Puntos sustantivos para una agenda global de paz: una
construcción genealógica de la conceptualización y aplicación de la paz
liberal……………………………………………………………………………………….4
1.1 De los principios filosóficos a la aplicación práctica de la paz liberal: una
reconstrucción desde Kant hasta Woodrow Wilson ...................................... 5
1.2 La conformación de la paz liberal y sus puntos sustantivos .................... 9
1.3 La praxis de la paz liberal: misiones de paz de la ONU ........................ 14
Capítulo 2. Agendas de negociación entre la guerrilla de las FARC y el
Gobierno Nacional en el Caguán y en La Habana (Cuba): una mirada
comparativa con los puntos constitutivos de la paz
Anexo 4. Acuerdo General para la terminación del conflicto y la
construcción de una paz estable y duradera. Agenda constituida entre el
Gobierno de Juan Manuel Santos y la Guerrilla de las FARC ..................... 66
Anexo 5. Perspectiva post-liberal expuesta por Oliver Richmond .................. 72
1
INTRODUCCIÓN
Sin duda, la guerra y las dinámicas de la violencia han sido unas de las peores
decisiones que se han tomado en Colombia para tratar de resolver uno de los
conflictos más históricos, complejos y cruentos del mundo. La paz, por su parte,
ha sido la búsqueda dialogada para la confrontación violenta, y, paralelo a este
proceso de recrudecimiento de la violencia, han surgido un sinnúmero de caminos,
propuestas y procesos para construirla. Sin embargo, al convertir a la paz en un
anhelo social, no se ha analizado de qué manera y bajo qué parámetros se quiere
construir la paz de los colombianos.
Los analistas de resolución de conflictos, al comprender que el conflicto es una
dinámica propia de la interacción social de los individuos, han estudiado y
formulado diversas alternativas para establecer las condiciones necesarias para
afrontar los conflictos por medio del diálogo y el consenso, sin el uso de la
violencia. Este estudio de la paz como concepto no es exclusivo de las últimas
décadas, pues al observar las peores tragedias de la humanidad, como las
guerras mundiales o los conflictos interétnicos subyacentes a la Guerra Fría, la
paz ha llegado a convertirse, para la supervivencia de la sociedad, en una
necesidad de estudio histórico en la humanidad. Uno de los resultados de dichos
estudios consistió en la construcción progresiva de una posible fórmula que
permitiera la construcción de una paz estable y duradera en el mundo: el modelo
de paz liberal, el cual sirvió como programa de apoyo para la solución de los
conflictos internos vividos en el mundo durante la década de los ochenta y
noventa.
Colombia, que se caracteriza por ser un país con un conflicto histórico intratable,
ha estado en la mira de los analistas de los estudios para la paz; sin embargo, al
hacer un estudio consensuado y exhaustivo del conflicto basado en el modelo de
la paz liberal, no se encuentran investigaciones como tal de dicho modelo en los
2
intentos de negociación e implementación de unos acuerdos de paz en el país, es
decir que existe un posible vacío académico frente a esta perspectiva comparada.
Por tal motivo, el objetivo principal de esta tesis es describir el modelo de la paz
liberal, para después entender cómo esta cosmovisión de paz —que es la de las
elites (gobierno y grupos ilegales), bajo el establecimiento de la democracia, la
buena gobernanza, la economía de mercado, los derechos humanos y un sistema
internacional, es decir, bajo un énfasis institucional— sirve (con el método
comparado) para entender los programas para la paz, reflejados en los puntos
sustantivos de las agendas acordadas entre el Gobierno de Andrés Pastrana
(1998-2002) y las FARC en el Caguán, así como la del proceso de diálogo entre el
Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2014) y la guerrilla, en La Habana (Cuba).
Con este objetivo en mente, se le preguntó a Roger Mac Ginty, quien es profesor
de estudios de paz y conflicto de la Universidad de Manchester, y uno de los
expertos en la teoría de la paz liberal, sobre el análisis y aplicabilidad de los
principios de dicha teoría en el conflicto de Colombia en la presente investigación,
a lo que respondió que:
I think it is perfectly legitimate to use liberal peace theory as a tool of analysis for Colombia. Clearly every country/conflict is different and we cannot expect to make exact comparisons. But liberal peace theory is versatile and has been used to investigate many conflicts and so we can use it to investigate Colombia. (Ginty, 2014, comunicación personal)
Al inicio de la negociación, son muchas las expectativas de la terminación de la
violencia en el país y el inicio de la construcción de paz. Esta negociación genera
una visión de paz en diferentes perspectivas. Para el Gobierno nacional, consiste
en la búsqueda de la inclusión a la democracia del grupo insurgente: “Esa es la
esencia de cualquier proceso de paz: facilitar la transformación de un grupo
armado en un movimiento político en democracia” (De la Calle, 2012)1. Para las
FARC, consiste en la solución de la desigualdad social: “Nuestro puerto es la paz,
1 Declaraciones del jefe negociador del Gobierno nacional, el 18 de octubre del 2012, en la
instalación formal de la mesa de negociación en Oslo (Noruega).
3
pero no la paz de los vencidos, sino la paz con justicia social” (Márquez, 2012)2.
Para las víctimas es uno de los anhelos más fundamentales para la calidad de
vida de cualquier ser humano: “No más violencia, la tranquilidad y el caminar sin
miedo”3. Observamos aquí, por tanto, que la paz no es la misma en las distintas
perspectivas de los actores; por ello, el modelo de paz liberal, que representa el
programa de paz de las elites, no es suficiente para la construcción de la paz de
manera integral, la cual se ha querido configurar en el país bajo una sola visión de
paz: la paz institucional.
Por lo anterior, otro de los objetivos de esta tesis es dar a conocer y proponer un
modelo alternativo de construcción de paz, el cual ha sido denominado como
modelo de paz híbrida, en el que se pretende consensuar los proyectos de
construcción de paz de las bases con los resultados de la negociación entre el
Gobierno y la guerrilla, bajo la colaboración conjunta de todos los actores que son
esenciales en la edificación de una paz estable y duradera. Este modelo
propositivo parte de brindar un acercamiento a un modelo propio de construcción
de paz para el país, que responda a las características del contexto nacional y
regional, bajo la coyuntura de una opción única de la firma de unos acuerdos en
La Habana (Cuba).
2 Jefe negociador de la guerrilla de las FARC, Declaraciones dadas el 18 de octubre del 2012, en la
instalación formal de la mesa de negociación en Oslo (Noruega). 3 Esto fue lo que contestó Jefferson al preguntársele qué entendía por la paz. Él es un habitante de
la comunidad de Agua de Marriaga, ubicada en el municipio de Unguía, Choco, quien fue víctima
del conflicto armado en su región.
4
CAPÍTULO 1. PUNTOS SUSTANTIVOS PARA UNA AGENDA GLOBAL DE PAZ:
UNA CONSTRUCCIÓN GENEALÓGICA DE LA CONCEPTUALIZACIÓN Y
La paz ha sido una de las aspiraciones permanentes en la evolución del orden
mundial, sea este considerado de naturaleza anárquica, como lo sostiene el
enfoque realista, o sujeto a las reglas de una sociedad internacional, como lo
afirman las corrientes de cuño liberal. En sentido mínimo, la paz se trata de la
búsqueda de procedimientos, reglas y propuestas de arreglo institucional
orientadas al establecimiento de condiciones que erradiquen las posibilidades de
guerra. Esta aspiración alcanzó una expresión jurídica a través de la proscripción
del uso de la fuerza (léase: guerra) como recurso para la resolución de conflictos
en 1945, con la Carta de las Naciones Unidas.
Aunque el objeto de análisis de este trabajo se circunscribe al campo de la
construcción de paz (peace-building) y no al de la paz internacional, existe una
íntima relación entre la noción de “paz liberal” —tal como se desarrolló en el
proceso que condujo a su positivización en el derecho internacional público, a
través de la citada Carta de las Naciones Unidas— y los principios que han
presidido la práctica de la peace-building en un escenario distinto, como el de la
superación de los conflictos internos.
Esta comunidad ideológica entre una y otra obliga a un breve recuento histórico de
algunos de los pilares más destacados del estudio de la noción de ‘paz
internacional’, a fin de mostrar el marco filosófico en el cual esta —denominada,
4 Aparte del discurso de Woodrow Wilson (presidente de los Estados Unidos entre 1913 y 1921)
titulado “El arreglo Progresa”, pronunciado en 1918, en el que se exponía un modelo de paz para el
mundo, el cual sería el fundamento central del Tratado de Versalles.
5
en sentido crítico, paz liberal—, se ha desarrollado. Para esta descripción se han
escogido algunos autores que muestran en clave genealógica el desarrollo que
dicho concepto ha tenido.
1.1 De los principios filosóficos a la aplicación práctica de la paz liberal: una
reconstrucción desde Kant hasta Woodrow Wilson
Immanuel Kant, en el año de 1795, en su obra titulada La paz perpetua, expuso
como tesis central que el establecimiento de una paz negativa —como explicaría,
dos siglos después, Johan Galtung— no es la paz en sí misma, ya que se viviría
en un estado latente de desconfianza. Por ello, planteó ciertos parámetros que
consideró necesarios para constituir una paz real y estable:
El primer parámetro era el establecimiento de un estado republicano, en el que
debería primar la igualdad y la libertad de cada uno de los individuos bajo un
marco legal comúnmente aceptado, pues “[l]a constitución republicana, además de
poseer la pureza de su origen, de haberse originado en la pura fuente del
concepto de derecho, posee la vista puesta en el resultado apetecido, es decir, en
la paz perpetua” (Kant, 2011, 46).
Otro factor preponderante para Kant, era el restablecimiento de un aspecto que se
pierde cuando la guerra subyace entre un estado o entre los estados: el espíritu
comercial (en palabras del autor), el cual es uno de los elementos más relevantes
para una nación. Se debe buscar la paz para evitar que este factor se vea
amenazado por las consecuencias de la guerra, puesto que:
[…] el poder del dinero es, en realidad el más fiel de todos los poderes (medios) sometidos al poder del Estado, los Estados se ven impedidos a fomentar la paz (ciertamente, no por impulsos de la moralidad) y a evitar la guerra con negociaciones, siempre que exista amenaza en cualquier parte de la tierra […]. (Kant, 2011, 67)
Por último, para Kant, la paz perpetua se establecería con la conformación de una
federación de estados libres; es decir, con una organización mundial de países
que tuvieran como único fin el implementar una normatividad común para la
6
coexistencia en el globo, basada en el orden y la autodeterminación de cada
nación, para prevenir así los periodos de guerra.
Resumiendo, podemos ver en estos preceptos de Kant una primera exposición de
los requisitos para la paz mundial, basados en la búsqueda del establecimiento,
por parte de los estados, de tres elementos fundamentales: una constitución
republicana (basada en la igualdad, la libertad y la legitimidad del marco legal
común); la defensa del comercio como factor esencial del Estado, y una
comunidad mundial que constituya un proyecto jurídico común, de modo que se
evite recurrir a la violencia como medio de resolución de los conflictos. Esta
aproximación a Kant es necesaria, ya que “[t]he roots in Kant’s thought of
contemporary ‘liberal internationalism’ are evident, and so Kant is properly cited as
a principal explicator of the ‘liberal peace’" (Huntley, 1996, 52). Es por ello, que la
mención de los puntos que plantea Kant, es clave para entender el posterior
desarrollo de la paz liberal en el enfoque de otros intérpretes.
Por último, debe tenerse en cuenta que estas recomendaciones de Kant
respondían al contexto propio de los diferentes brotes de guerras entre estados
que se vivían en Europa a finales del siglo XVIII, por tanto, dichos acercamientos a
una paz perpetua manifestaban la latente desconfianza y el temor que se
configuraba entre las naciones y los individuos mismos. Fue por ello, que Kant
redacto estas condiciones para la paz, desde una concepción de “guerra primaria”:
[Él] pensaba en conflictos limitados espacialmente entre Estados individuales y alianzas, no todavía en guerras mundiales. Pensaba en conflictos entre gabinetes y Estados, no todavía en guerras civiles. Pensaba en guerras limitadas técnicamente, que permitían la diferencia entre tropas combatientes y población civil, todavía no en luchas de partisanos y en el terror de las bombas. Pensaba en guerras con objetivos limitados políticamente, no todavía en guerras de aniquilación y expulsión motivadas ideológicamente. (Habermas, 1995, 63)
Sin embargo, esta concepción se transformaría con la Primera Guerra Mundial.
Habiendo entendiendo esta primera aproximación de Kant a algunos parámetros
para edificar la paz mundial en Europa desde la perspectiva de violencia vivida en
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este continente, pasamos a describir cómo estos elementos fueron retomados
desde otra mirada, acorde con las condiciones de décadas posteriores, es decir,
con el fin de la primera guerra mundial, una vez que el presidente estadounidense
Woodrow Wilson5, llamado “el gran ideólogo de la paz” (Arango, 1988, 2), hubiera
configurado una seria de condiciones para el establecimiento de un proyecto de
paz mundial. Wilson le anunció al mundo catorce puntos clave que consideraba
adecuados para la construcción de la paz cosmopolita y la no repetición de una
guerra en cualquier nivel. Estos puntos se pusieron en práctica en el mundo, tras
las discusiones del fin de la guerra y el esbozo del Tratado de Versalles, en un
discurso titulado “El arreglo Progresa”, de 1918.
La premisa central de Wilson de que se debía
[…] convertir al mundo en un lugar apto y seguro para vivir y especialmente,
que ofrezca garantías para que toda nación amante de la paz, como la
nuestra, viva su propia vida, determine sus propias instituciones, esté segura
de un trato justo y conveniente de los otros pueblos del mundo, y contra la
agresión armada y egoísta. (Arango, 1988, 23)
muestra que, para él, el establecimiento de la paz mundial se basaba en la
libertad, la soberanía, la autodeterminación de los pueblos, el desarrollo político y
económico, así como en la seguridad de cada estado. Algunas de las ideas que
subyacen a esta postura se pueden encontrar en el tercer punto propuesto por
Wilson, en el que se propende por: “Eliminar, hasta donde sea posible, todas las
barreras económicas y establecer igualdad en las condiciones comerciales que se
acuerden entre todas las naciones que estén conformes con la paz y se asocien
para mantenerla” (Arango, 1988, 24).
Del mismo modo, se proponía la autonomía y la soberanía territorial de los
estados, la cual se había visto violentada durante las épocas de la guerra en
países como Bélgica, Italia y Polonia. Esta es la razón por la cual se trata este
5 Quien gobernó entre 1913 y 1921.
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tema a lo largo de los catorce puntos, puesto que “[…] la justicia debe imperar
para todos los pueblos y nacionalidades, ya sean débiles o fuertes, y el de su
derecho a vivir en términos iguales y recíprocos de libertad y seguridad” (Arango,
1988, 28).
Otro punto tratado fue el de constituir una liga de naciones en la que imperaran la
ley internacional común, así como la autodeterminación de cada país. Esto se
trató en el punto catorce y se hizo realidad con lo que se denominó la Sociedad de
Naciones para Preservar la Paz. Sin embargo, aunque esta sociedad trató algunos
conflictos menores que se dieron después de su conformación, no tuvo la
capacidad para controlar el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Finalmente, quisiéramos ocuparnos del punto cuarto, en el que Estados Unidos
simpatiza con un control que conlleve la reducción del armamento de todos los
países del mundo a proporciones consideradas adecuadas, permitiendo “[…]
establecer garantías adecuadas para que los armamentos nacionales se reduzcan
al mínimo compatible con la seguridad del país” (Arango, 1988, 24).
Como conclusión, de los puntos expuestos por Wilson se puede afirmar que para
que se establezca la paz se debía defender la soberanía y la autodeterminación
de cada estado, bajo la igualdad y la libertad provista en un marco de elección
interna; así mismo, bajo la escalada de la economía mundial, se deberían abrir los
mercados nacionales; además sería necesaria la construcción de un organismo
internacional que plasmara la defensa de la paz, estableciendo un marco jurídico
de respeto común, y, por último, controlar el armamento de los estados,
permitiéndosele a cada país solamente la tenencia de armas necesarias para
defender su territorio.
Cabe destacar que por estas apreciaciones Woodrow Wilson recibió el premio
Nobel de Paz en 1919, y además su programa se instituyó como el único y
verdadero en el globo, convencidos con él de que “[…] el programa para la paz del
mundo es el nuestro y estimamos que el único conveniente y posible […]” (Arango,
1988, 23).
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1.2 La conformación de la paz liberal y sus puntos sustantivos
Años más adelante, y a pesar de las recomendaciones dadas por Wilson, el
mundo viviría una de las peores tragedias de su historia: la Segunda Guerra
Mundial.
Después de este hecho, y como consecuencia del mismo, el globo se fragmentó
ideológicamente entre dos posturas contrapuestas: el capitalismo, representado
por los Estados Unidos, y el comunismo, defendido por la Unión Soviética. A esta
confrontación se le denominó la Guerra Fría (1947-1991). Este nombre dado a
esta lucha más bien ideológica, se debió a la falta de confrontación directa entre
los principales actores por temor al uso de armas nucleares, de cuyo potencial
destructivo el mundo ya había sido testigo en Hiroshima y Nagasaki (Japón). Por
esta razón, la disputa se manifestó en conflictos internos en distintas naciones, en
los que cada potencia apoyaba logísticamente al grupo armado, legal o ilegal, que
defendiera sus principios.
Debido a las consecuencias inconcebibles de la Segunda Guerra Mundial, así
como por el surgimiento de los mencionados conflictos al interior de varios países
como consecuencia de la Guerra Fría, se empezaron a estructurar una serie de
misiones de paz lideradas por la Organización de las Naciones Unidas —en
adelante, ONU—, una de las organizaciones globales que había nacido en 1945
del perfeccionamiento de la idea de Wilson, y que no había podido consolidarse en
la Primera Guerra Mundial. Pero, antes de entender en qué consistieron estas
misiones y en que épocas se llevaron a cabo, es importante entender su trasfondo
teórico, al que la academia ha denominado como paz liberal.
Partiendo de que la estructura de la paz liberal proviene de toda una combinación
histórica de principios reiterativos para la consolidación de un proyecto de paz
cosmopolita, la cual se consolidó como proyecto práctico a finales de los ochenta y
en la década de los noventa, podemos entender que esta, en sí misma, pretende:
“[…] represent an increasingly formulaic synthesis of western style
democratisation, ‘good governance’, human rights, the rule of law, and develop,
10
open markets” (Richmond y Ginty, 2009, 1). Esta fórmula, fue acompañada en el
ámbito practico por las Naciones Unidas, quien denominó las misiones de paz, en
un sentido de rehabilitación después de la guerra: “The notion of ‘rehabilitation’
was consistent with the medicalisation of ‘war-torn societies’ as patients or wards
of the international community, essentially incapacitated and unable to manage”
(Campbell, Chandler y Sabaratnam, 2011, 20)
Habiéndose entendido el anterior planteamiento general, pasaremos a describir la
estructura misma de los componentes de la paz liberal en su transfondo, sus
actores y sus aplicaciones en el mundo:
Existen cuatro descripciones de paz que constituyen la paz liberal: “‘victor’s
peace’, the ‘institucional peace’, the ‘constitucional peace’ and the ‘civil peace’”
(Richmond, 2006, 293). Quien expone esto es Oliver Richmond, director del
Centro de Estudios para la Paz, de la Universidad de St Andrews, sin duda uno de
los investigadores más reconocidos en el estudio y análisis de la paz liberal.
Richmond explica que la paz de los vencedores consiste en la victoria militar, la
paz institucional en la conformación de una serie de reglas en un marco jurídico
particular, la paz constitucional en la descripción que se dio al inicio de este
capítulo con los principios kantianos, y la paz civil que se constituye bajo la
configuración del empoderamiento del ciudadano (Richmond, 2006). Bajo estos
parámetros constituivos de la paz liberal, y basados en el principio de entender
esta estrategia de paz “[…] as the dominant critical intellectual framework currently
applied to post-Cold War policies and practices of post-conflict intervention”
Campbell, Chandler y Sabaratnam, 2011, 13), se formularán los puntos esenciales
que configuran la paz liberal en sí misma:
1. La democracia, encarnada en el estado de derecho: En la edad
contemporánea, la democracia ha sido aceptada en el mundo como el
mecanismo idóneo para el régimen político de una sociedad. Por ello este
concepto ha sido defendido por los teóricos de la paz como un elemento
esencial en el orden social. Asimismo, la democracia se ha consolidado
como factor de prevención de la guerra, ya que:
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Countries that govern themselves in a truly democratic fashion do not go to war with one another. They do not aggress against their neighbors to aggrandize themselves or glorify their leaders. Democratic governments do not ethnically ‘‘cleanse’’ their own populations, and they are much less likely to face ethnic insurgency. Democracies do not sponsor terrorism against one another. (Newman, Paris y Richmond, 2009, 11)
Debe tenerse en cuenta que esta reafirmación de la democracia como
elemento esencial de la paz liberal, se conformó bajo los planteamientos
históricos de teóricos como Kant, Schumpeter y el mismo Wilson, en lo que se
ha denominado la “paz democrática”.
2. The Good Governance: Con el planteamiento de la paz liberal en los años
noventa, surgió modelo de gestion pública para estados en conflicto interno,
promovido por el Banco Mundial. Este llegó a convirtirse en un
requerimiento necesario para los estados de derecho que querían
modernizarse y, por ende, convivir en paz bajo la buena gobernanza, “[…]
which it characterised as pertaining to the technical functional requirements
of modern statehood, moving the institutions towards a much more
maximalist interpretation of its mandates for promoting ‘efficiency’”
(Campbell, Chandler y Sabaratnam, 2011, 18).
3. Derechos humanos: Sin duda uno de los pilares de la paz liberal, es la
defensa y restauración de los derechos humanos que hayan sido
vulnerados bajo las dinámicas del conflicto, ya que: “these kinds of
discourses provided the basis for an increased role for transitional justice
and human rights mechanisms under the umbrella notion of ‘sustainable
peace’, which emphasised a need to remake post-conflict social relations
and deter future human rights abuses” (Campbell, Chandler y Sabaratnam,
2011, 20).
4. Apertura de la economía de mercado: Otro eje fundamental de la paz
liberal, se basa en la idea central de la economía de mercado, tendiente
hacia la apertura económica bajo las dinámicas de la globalización
propuestas por el Banco Mundial. Esto se impulso, bajo una concepción de
12
“desarrollo”, buscando: “stabilizing the economy (controlling hyperinflation,
Paris y Richmond, 2009, 8). En la actualidad, algunos analistas como
Richmond, han afirmado que esta concepción de economía de mercado y
de desarrollo se traducen en las políticas neoliberales que se han venido
implementando en el mundo.
5. Sistema internacional: Este es el último elemento más relevante que se ha
mantenido a lo largo de la teorización del estudio de un modelo de paz
mundial. Consiste en la conformación de un sistema de países, que se
propone como un mecanismo que permita consensuar las posturas de
todos los estados, bajo la aceptación de unos acuerdos que buscan
mantener la establidad, el orden y los intereses de todas las naciones en el
mundo. Por ello, como ya se había dicho, una vez terminada la Segunda
Guerra Mundial, nació como organización global y como requisito esencial
para el restablecimiento mundial, la ONU.
Los anteriores puntos conforman, entonces, los cinco ejes fundamentales que
configuran la paz liberal. Sin embargo, estos han sido resumidos por algunos
autores en la democracia y la economía de mercado, pues en estos dos factores
se encuentran implícitas las demás ideas referentes: “What came to be
characterised as the ‘liberal peace’ argued that democracy and the market
economy were intrinsically peaceful and mutually reinforcing” (Hoffman, 2009, 11).
Por último, es importante mencionar los actores que se encuentran en el trasfondo
de la conformación de estos puntos constitutivos de la paz cosmopolita. Uno de
los primeros son las entidades internacionales y los países potencia, ya que:
[…] certain actors (usually aligned with the interests of the global north) combine to produce a particular type of peace intervention: the liberal peace […] It reflects the ideological and practical interests of leading states in the global north, leading international organizations, and the international financial institutions. (Ginty, 2011, 20)
13
De modo más explicativo, Roland Paris, profesor de la Universidad de Ottawa y
uno de los investigadores para la paz más reconocidos en el mundo, expone que
algunos de los actores más relevantes de la paz liberal a nivel internacional son la
ONU, la OEA, la Unión Europea, la OTAN, la OSCE, las ONG, el Banco Mundial y
el FMI. Para ilustrar esto, representamos a los actores mencionados en la figura 1,
en la que también se incluyen las instituciones y poderes locales de cada país en
forma jerarquizada, de acuerdo con la influencia de la implementación de los
parámetros de la paz liberal en un sentido de enfoque top down:
Figura 1. Actores que configuran el modelo de paz liberal.
Fuente: Ginty (2011, 33).
Habiendo evidenciado como toda esta estructura de la paz liberal está
comprendida por una historia propia y unos puntos de enclave, así como por unos
actores que la representan y la ponen en práctica, pasaremos a observar de qué
manera las ONU, como representante principal de la aplicación de la paz liberal,
llevó a cabo la implementación de misiones de paz en zonas de conflicto a finales
del siglo XX.
14
1.3 La praxis de la paz liberal: misiones de paz de la ONU
Basada en los principios anteriormente explicados, la ONU, al observar la
amenaza mundial generada por los conflictos internos de algunos países, lanzó,
entre 1989 y 1999, un proyecto de misiones de paz. Estos proyectos respondieron
(conforme a los puntos sustantivos de la paz liberal) a las agendas para la paz,
considerando que “[…] the Agendas for Peace was about re-envisioning a role for
the UN as a progressive, autonomous agent of peace, development and global
justice after years of marginalisation” (Campbell, Chandler y Sabaratnam, 2011,
15). El departamento adscrito a las Naciones Unidas que ejecutó estos programas
fue el Department of Peace-Keeping Operations (DPKO), el cual desplegó la
logística y los recursos necesarios para intervenir en las zonas de violencia.
El primer país en el que la ONU intervino, fue en Namibia (África) en 1989, donde
se desarrollaba una guerra civil. Posteriormente, se continuó con misiones “[…] to
Nicaragua (1989), Angola (1991), Cambodia (1991), El Salvador (1991),
Mozambique (1992), Liberia (1993), Rwanda (1993), Bosnia (1995), Croatia
(1995), Guatemala (1997), East Timor (1999), Kosovo (1999), and Sierra Leone
(1999)” (Paris, 2004, 3). En total, durante la década de los noventa, se dieron
catorce misiones de paz.
La materialización real de las misiones de paz, las cuales representaban el
engranaje propio de la paz liberal, se pudo observar en
[…] promoting civil and political rights, such as the right to free speech and a free press, as well as freedom of association and movement; preparing and administering democratic elections; drafting national constitutions that codified civil and political rights; training or retraining police and justice officials in the appropriate behavior for state functionaries in a liberal democracy; promoting the development of independent “civil society” organizations and the transformation of formerly warring groups into democratic political parties; encouraging the development of free-market economies by eliminating barriers to the free flow of capital and goods within and across a country’s borders; and stimulating the growth of private enterprise while reducing the state’s role in the economy. (Paris, 2004, 19)
15
El balance de estas misiones de paz en los países intervenidos puede hacerse
desde distintas perspectivas, pero, en términos generales puede decirse que el
éxito de las misiones fue dispar: algunas misiones tuvieron un éxito absoluto,
como en Namibia, en los países de centroamérica su éxito fue parcial, y en países
como Angola o Rwuanda, fracasaron totalmente. Para analistas como Paris, el
fracaso, parcial o mayoritario, de estas misones se debió a que:
[…] the liberalization process had 1) contributed to a resurgence of fighting, 2) recreated or
exacerbated conditions that had historically been the cause of civil violence in the host
states, or 3) created new conditions within the host states that seemed likely to spark a
renewal of fighting […]. (Paris, 2004, 152)A modo explicativo, en la figura 2, puede
verse algunas de las patologías y problemáticas más comunes para la efectiva
implementación de la paz liberal:
Figura 2. Problemáticas que impidieron la efectiva aplicación del modelo de
construcción de paz liberal.
Fuente: Elaboración propia, basada en Paris (2004, 160 y 169).
Aunque el objetivo de este capítulo no es criticar de manera tácita los principios de
la paz liberal, ni pretender entender a profundidad el análisis de estas categorías,
es importante resaltar que analistas como Paris han señalado que el fracaso de
estas misiones de paz se debió, en términos generales, a la falta de generación de
las condiciones necesarias para la implementación de los puntos centrales de la
paz liberal, la cual que debe basarse en la creación de una institucionalidad sólida,
Five Pathologies of Liberalization
1. Bad civil society
2. Ethnic entrepreneurs
3. Elections as focal points for harmful
competition
4. Saboteurs and failed transitions
5. Dangers of economic liberalization
Three Common Problems in War-Torn
States
1. Intense societal conflicts
2. Weak conflict dampeners
3. Ineffective political institutions
16
que soporte los nuevos retos y exigencias que se quieren instaurar, algo que el
autor denomina Institutionalization Before Liberalization —en adelante, IBL—.
A modo de conclusión, en este capítulo se pudo observar como históricamente se
constituyeron unos puntos reiterativos para la conformación de una paz mundial,
los cuales se acentuaron en la década de los noventa en algo que se ha titulado
como el modelo de paz liberal. Así mismo, se debe tener en cuenta que los puntos
sustantivos de la paz liberal no han sido solamente instaurados en misiones de
paz, como las referidas de las Naciones Unidas, ni en “las intervenciones
humanitarias” que, de manera unilateral, ha llevado a cabo los Estados Unidos en
países como Afganistán o Iraq en la primera década del siglo XXI, en un marco de
lucha contra el terrorismo. El modelo de construcción de la paz liberal, también se
ha visto reflejado en la creación de programas para la paz en países en los que se
desarrollan conflictos armados, sin la intervención directa de la ONU, como fue el
caso de Colombia a finales de la década de los noventa. Es por ello, que esta
premisa será desarrollada en el capítulo siguiente.
17
CAPÍTULO 2. AGENDAS DE NEGOCIACIÓN ENTRE LA GUERRILLA DE LAS
FARC Y EL GOBIERNO NACIONAL EN EL CAGUÁN Y EN LA HABANA
(CUBA): UNA MIRADA COMPARATIVA CON LOS PUNTOS CONSTITUTIVOS
DE LA PAZ LIBERAL
La negociación del orden tiene que ver con los diferentes intentos que se han
realizado en Colombia entre el Gobierno nacional y las distintas
agrupaciones armadas para poner fin a las acciones bélicas, mediante
convenios y acuerdos para el logro de una paz
María Teresa Uribe6
El conflicto armado en Colombia ha sido uno de los conflictos más complejos e
intratables en la historia del país, en él han participado varios actores armados,
tanto legales como ilegales. Uno de estos actores, que se ha perpetuado en la
lucha contra el Estado colombiano, ha sido la guerrilla de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia —en adelante, FARC—. Tanto las FARC como el
Estado colombiano han buscado la terminación de la confrontación armada a
través de distintas estrategias: entre ellas, la confrontación violenta, que aspira a
la derrota militar del contrincante, y el establecimiento de diálogos para encontrar
una salida política.
Este capítulo tiene por objetivo ofrecer un breve acercamiento a los intentos de
diálogo que se han dado entre el Gobierno y las FARC, desde un enfoque de la
negociación del orden (en palabras de María Teresa Uribe), haciendo especial
énfasis en la negociación que se sostuvo entre el gobierno de Andrés Pastrana y
la guerrilla entre 1998 y el 2002, en el Caguán, así como en las negociaciones de
La Habana (Cuba), establecidas entre la insurgencia y el gobierno de Juan Manuel
Santos (2012). Debe tenerse presente que este examen estará enmarcado en la
línea de análisis de la implementación del modelo de construcción de paz liberal,
aplicado en nuestro país.
6 Socióloga e investigadora de la Universidad de Antioquia.
18
2.1 Las FARC y el Gobierno colombiano: una reconstrucción histórica de la
apuesta conjunta por una solución dialógica al conflicto armado
Históricamente, desde que la guerrilla de las FARC se establecieron en el territorio
nacional como un grupo armado ilegal alzado contra el Estado colombiano, se han
llevado a cabo diferentes intentos de negociación, que permitieran crear una
agenda común para entablar el diálogo entre las partes. Algunos de los intentos
más relevantes fueron los que se dieron en el país durante el gobierno de Belisario
Betancourt (1982-1984), en los que se pretendió generar una serie de reformas
institucionales (desde la visión del Gobierno), que permitieran el diálogo y la
posible desmovilización de la guerrilla. Para ello “se puso en marcha un amplio
plan de reformas al régimen político como la descentralización administrativa y la
elección popular de alcaldes entre otras” (Uribe, 1997b, 42). Asimismo, se
generaron los mecanismos necesarios para abrir un espacio de participación
política, lo que conllevaría a la creación del partido político de la Unión Patriótica
—en adelante, UP—. Este acercamiento terminó con la firma de un acuerdo entre
la Comisión de paz y las FARC, en la Uribe (Meta) (Anexo 1). Sin embargo, dicho
acuerdo no llegó a ser ni verificado ni cumplido por ninguna de las dos partes,
entre otras cosas, porque no existía la madurez necesaria del conflicto para que
se entrara en diálogos formales y, por ende, en una desescalada de la lucha
armada.
Consecutivamente, durante el gobierno de Virgilio Barco (1986-1990) se intentó
dar cumplimiento a uno de los puntos acordados en la negociación anterior: la
creación de garantías necesarias para la participación política de la UP. No
obstante, el resultado obtenido fue el exterminio casi total de los dirigentes del
partido, por parte de los grupos paramilitares (con apoyo de agentes del Estado),
así como el rompimiento por parte del Gobierno de la tregua acordada. Por ello,
durante este periodo presidencial se perdió todo el aparente clima de confianza
que se había construido durante el mandato pasado. Sin embargo, en el gobierno
de Cesar Gaviria (1990-1994), se dio un nuevo acercamiento entre las partes, a
pesar del fuerte empleo, por parte del Gobierno, de la vía militar para alcanzar la
19
terminación del conflicto, debido a la extendida presencia de la guerrilla en el
territorio nacional. Fue entonces que, bajo un marco de asamblea nacional
constituyente, se logró acordar con la insurgencia algunos puntos de discusión,
titulados Doce propuestas para construir una propuesta de paz (Anexo 2), los
cuales configuraron una de las primeras agendas que abordaban las temáticas
profundas necesarias para la resolución del conflicto. Aún así, dichas
negociaciones:
[…] no tuvieron resultados de ninguna especie y por el contrario, desataron nuevas dinámicas bélicas entre quienes se sentaron a negociar en los lados opuestos de la mesa […]. La estrategia consistía en hacer la guerra para lograr la paz y en el uso de la violencia para la solución de los problemas de la violencia. (Uribe, 1997b, 43)
Este clima de desconfianza, generado por la falta de madurez del conflicto, que se
reflejaba en el uso de la violencia como único medio para la terminación de la
confrontación, aunado a una falta de legitimidad del Gobierno, impidió que se diera
un acercamiento con la insurgencia durante la presidencia de Ernesto Samper
(1994-1998). No sería sino hasta en la presidencia de Andrés Pastrana (1998-
2002) que en Colombia se propondría, con sensatez, un proceso de negociación,
ya que los diálogos se instauraron como la única salida a un contexto de violencia
extrema que desangraba al país. Además, se dio un apoyo popular a este
proceso, ya que:
El mandato Ciudadano por la Paz fue clara muestra de estas inversiones: la participación electoral de 2,7 millones de niños y niñas en 1996 y de 10 millones de colombianos adultos en 1997, que pedían y apoyaban la necesidad de negociaciones: el Mandato se abría como una ventana de oportunidad cultural y política en la cual la población entregaba al gobierno las llaves para la búsqueda de una salida negociada. (Sarmiento, 2011, 163)
Esto se vio reflejado en la forma estructurada y completa de la agenda a negociar,
la cual se tituló Agenda común por el camino hacia una nueva Colombia (Anexo
3).
20
Se describirán a continuación algunos de los intentos de paz que se han dado
desde finales del siglo XX en nuestro país, centrándonos en la negociación del
Caguán, a fin de comparar dichas negociaciones con el modelo de paz liberal.
Como se explicó en el capítulo 1, durante la década de los noventa, la ONU lanzó
catorce misiones de paz, y Colombia no sería la excepción para dichas misiones.
La comunidad internacional desempeñó un papel destacable en el intento del
proceso de negociación; sin embrago, no se dio una intervención clásica de
despliegue militar, ya que, en su momento, las partes (FARC y Gobierno)
sostenían, en términos de participación de la comunidad internacional, que:
[…] de cierta manera lo que ha habido hasta ahora en ambos procesos no es una participación clásica de Naciones Unidas, con cascos azules, ya que las partes no lo han querido así, sino una participación que alguien llamaba en el grupo como “muy a la colombiana”. Es buscar, en vez de organismos internacionales, una presencia de Estados que aporten su buena voluntad pero no en forma clásica. (Tirado, 2001, 205)
Bajo la premisa anterior, en Colombia —a pesar de que no se dio una injerencia
de tropas y de personal de la comunidad internacional en el conflicto interno— ,en
la década de los noventa, los actores internacionales (liderados esencialemnte por
los Estados Unidos) decidieron crear un programa que permitiera terminar el
conflicto, entre otras cosas, porque los índices de presencia de la guerilla en el
territorio nacional habían alcanzado niveles impensables desde la formación de
este grupo ilegal y, asimismo, porque Colombia era uno de los mayores
productores de estupefacientes en la región (problemática que los Estados Unidos
tildaban de extremadamente grave). Dado este descontrol interno, así como por la
colaboración e interés de Estados Unidos en dar por terminada la lucha armada, el
presidente Pastrana optó por internacionalizar el conflicto del país. Por ello, surgió
una estrategia bilateral entre Colombia y Estados Unidos para la búsqueda de la
paz: el Plan Colombia, el cual pretendía “[…] la búsqueda de la paz a través de
cuatro banderas que se relacionan entre sí y que son la solución política
negociada, la recuperación económica y social, el fortalecimiento institucional y
desarrollo social y la iniciativa contra el narcotráfico” (De Francisco, 2001, 132).
21
Bajo esa estrategia, con miras a la construcción de la paz, y con énfasis en la
erradicación del narcotráfico, los Estados Unidos, apoyados por un gran sector de
la comunidad internacional, pretendía generar las condiciones necesarias para el
establecimiento de un programa de construcción de paz, basado en el
fortalecimiento institucional del Estado colombiano, con planes de reestructuración
de la justicia, la economía, la democracia y el monopolio de la fuerza, entre otros
puntos, que, por demás, responden a la agenda de construcción de paz liberal.
Por ello, la injerencia internacional que se vivió en Colombia durante este intento
de proceso de paz se dio en términos de construcción conjunta de un programa
para la paz, basado en términos presupuestales. Fue entonces que se dio el Plan
Colombia, el cual “[…] contained $145 million for alternative development and $93
million for programs to reform the judicial system, protect human rights, and
promote the peace process” (Arnson, 2000, 15).
También cabe mencionar que el despliegue de la construcción de la paz, apoyado
por el país norteamericano, contaba con un factor inicial: un apoyo militar, previo a
la cooperación monetaria y diplomática, ya que en su momento se pensaba que:
“[…] el problema mayor es la falta de capacidad por parte del Estado para proteger
a los colombianos, Estados Unidos debería tratar este problema urgente en
primera instancia, y más adelante ocuparse de los otros” (Shifter, 2001, 147).
Teniendo en cuenta este programa para la paz, promovido desde el ámbito
internacional y liderado por los Estados Unidos, es importante destacar la forma
en que el Gobierno nacional estructuró, con más preponderancia en el Caguán,
una estrategia de terminación del conflicto con la guerrilla acorde con la doctrina
internacional, la cual se basaba en la transformación política de la guerrillas en
fuerzas políticas. Esto permite entender que, historicamente: “El objetivo de los
gobiernos ha sido pactar con las formaciones insurgentes su transformación en
fuerzas políticas capaces de operar y competir dentro de los marcos del orden
constitucional y legal” (Palacios, 2001, 43). Por tanto, el pilar central del Estado
colombiano en materia de terminación del conflicto y construcción de paz ha sido
el cambio de estatus de ilegales a legales de los grupos guerrilleros; en este caso
22
particular, de las FARC, de modo que este grupo pudiera —dentro del marco del
estado de derecho— participar en el sistema político y propender por la
implementación de sus proyectos sociales. De esta idea se ha apropiado la
guerrilla con el pasar de los años, y la idea central de la toma del poder del Estado
ha mutado a la de la participación política, basada en que una de las
problemáticas centrales del establecimiento es la
[…] precareidad del orden institucional y legal para servir de canal y de referente en el tránsito de las demandas sociales, lo que dejaría por fuera y a la deriva el mundo de lo social privado, haciendo ineficaces tanto la ley como el orden del Estado. (Uribe, 1997a, 165)
Por lo anterior, bajo esta estrategia de terminación del conflicto y de construcción
de paz bajo los parámetros anteriormente planteados, en términos internacionales
y nacionales, se intenta mostrar en la figura 3 cómo la agenda a negociar —la cual
fue consensuada entre el Gobierno de Pastrana y las FARC— responde a la
cosmovisión de los puntos sustantivos de la paz liberal, los cuales se desarrollan
no solo en términos de la agenda de negociación, sino también en toda la
estrategia conjunta explicada anteriormente.
23
Figura 3. Marco comparativo de los puntos sustantivos de la paz liberal con
la Agenda común por el camino hacia una nueva Colombia.
Fuente: Elaboración propia, con base en la agenda de negociación establecida por el Gobierno
nacional y las FARC en San Vicente del Caguán (Colombia) en 1999, y en el marco de referencia
de los puntos sustantivos de la paz liberal expuestos en el capítulo 1.
Puntos sustantivos que
configuran la paz liberal
Agenda común por el cambio hacia una
nueva Colombia
Negociaciones en San Vicente del Caguán
(Colombia)
La democracia, encarnada en el
estado de derecho
Punto 7: reforma política para la ampliación
de la democracia
Punto 6: reformas a la justicia, lucha contra
la corrupción y el narcotráfico
Punto 8: reformas del Estado
Punto 10: fuerzas militares
“The Good Governance” Punto 3: política agraria integral
Punto 5: estructura economía y social
Derechos humanos y justicia
restaurativa
Punto 2: protección de los derechos
humanos como responsabilidad del Estado
Apertura de la economia de
mercado y el concepto de
desarrollo
Punto 4: explotación y conservación de los
recursos naturales
Punto 5: estructura económica y social.
Integración al sistema internacional Punto 9: acuerdos sobre derecho
internacional humanitario
Punto 11: relaciones internacionales
24
Cabe aclarar que el punto 1 de la agenda no se incluyó en la figura 3, porque se
trataba de la introducción a los puntos a negociar, en donde se proponía la
solución política como la única vía de terminación del conflicto. Asimismo, se omite
el punto 12, el cual configura la refrendación popular por medio de los
instrumentos democráticos.
Teniendo en cuenta este análisis del proceso de paz en el Caguán, pasaremos a
revisar, en términos generales, cómo se constituyó el proceso de paz de La
Habana (Cuba), bajo el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2014). Para ello,
es necesario explicar que el proceso de paz estructurado por Pastrana fracasó,
esto se debió, entre muchas razones, a las continuas acciones militares de ambos
bandos, puesto que las FARC insistían en acciones como las tomas de pueblos,
secuestros masivos y extorsiones; asimismo el ejército —a causa de los fuertes
golpes dados por la guerrilla, y entre otras, por la exclusión de los militares, que no
fueron tenidos en cuenta de manera real en la negociación, disgustados con el
Gobierno debido al obligatorio despeje militar de 42.139 kilómetros de cinco
municipios del país, en lo que se denominó la “zona de despeje”, uno de los
requerimientos de los insurgentes— intensificó su lucha militar contra la guerrilla,
gracias al apoyo logístico y militar de los Estados Unidos, a través del Plan
Colombia. Estos hechos de desconfianza mutua y de actividad militar fueron una
de las causas del quebrantamiento del proceso. Otro eje del fracaso del proceso
fue la construcción de una agenda maximalista de negociación, en la que, aunque
se avanzó en la construcción de unos puntos en común para las partes, dadas las
circunstancias del momento, eran imposibles de abordar, entre otras cosas, por el
carácter público que tenían las conversaciones, lo cual permitió una constante
crítica al proceso por parte de sus opositores.
Entonces, aunque aquí no se quiere hacer un análisis crítico del fracaso del
proceso de negociación en el Caguán, podemos concluir que:
[…] el proceso se rompió en buena medida por el manejo irregular que le dio la agrupación armada ilegal a la zona de distensión, pero también, por el doble juego planteado por Pastrana en torno a que de un lado internacionalizó el conflicto, con el Plan Colombia y la fuerte presencia de
25
los Estados Unidos, y por el otro, permitió que la agrupación guerrillera usara a discreción una zona que por momentos fue un escenario de diálogo interesante en lo que se llamó en su momento las Audiencias Públicas. Fue el Plan Colombia de Pastrana el que abrió todas las posibilidades para que se fortaleciera la institucionalidad armada de la cual se beneficiaría el gobierno de Uribe Vélez. (Ayala, 2013).
Este breve análisis nos da pie para entender la política que posteriormente
desarrolló el Gobierno de Álvaro Uribe (2002-2006/2006-2010) con respecto al
tema de la presencia de las FARC en le territorio nacional.
Con la llegada de Álvaro Uribe a la presidencia, el anhelo de alcanzar una solución
dialogada al conflicto terminó, puesto que Uribe, quien fue uno de los más críticos
del proceso de Pastrana, propuso la via militar como única opción para someter a
las FARC. Esta estrategia sería denominada como la seguridad democrática. Este
plan de gobierno permitió satisfacer, con la ayuda de los Estados Unidos, una de
las condiciones del país norteramericano para hacer la paz en nuestra nación:
retomar el control y la seguridad del Estado colombiano para proteger a los
ciudadanos del grupo narcoterrorista de las FARC, como Uribe tildaba
elementalmente a esta guerrilla. Sin embargo, a pesar de los dichos esfuerzos
militares, el Gobierno no derrotó militarmente a la guerrilla sino que, por el
contrario, generó la violación sistemática a los derechos humanos. Fue por ello
que, en el Gobierno de Juan Manuel Santos, se vislumbró una nueva oportunidad
para el diálogo, con las lecciones aprendidas en el proceso del Caguán.
Santos asumió esta nueva oportunidad de diálogo en el proceso de La Habana
con algunas reglas claras, las cuales pueden enumerarse, en términos generales,
de la siguiente manera: 1) El diálogo se daría fuera del país, es decir que no se
despejó ninguna parte del territorio nacional; 2) Las negociaciones se
desarrollarían en medio del conflicto, y 3) Las conversaciones no tendrían un
tiempo limitado.
Bajo estas condiciones, las partes acordaron una agenda de negociación titulada
Acuerdo general para la terminación del conflcito y la construcción de una paz
estable y duradera (Anexo 4), en donde se observan algunos puntos que
26
mantienen los principios constituivos de la paz liberal, en términos de reformar
algunas fallas del Estado, para, de esa manera, poder consolidar un proyecto de
paz estable y conjunto con las FARC, puesto que el Gobierno (con la simpatía de
la guerrilla) mantiene su opinión de abrir los caminos democráticos de
participación a la insurgencia, tal como lo afirma Sergio Jaramillo, Alto
Comosionado para la Paz: “Esa es la esencia de cualquier proceso de paz: facilitar
la transformación de un grupo armado en un movimiento político en democracia”
(República, 2014). Esta postura puede ser complementada con las observaciones
de Humberto de la Calle, jefe de la delegacion del Gobierno, quien argumenta que
con las FARC el modelo económico, político y militar de la nación no está en
discusión, ya que el objetivo central de los diálogos es propender por la
participación política de las FARC en el engranaje estatal.
Bajo la anterior premisa, la estrategia del Gobierno de Santos fue la de no cometer
los mismos errores del Caguán en términos logísticos y reducir la agenda de
negociación a proporciones realistas y razonables, con el objetivo de discutir
algunos puntos clave con las FARC, propendiendo por su participación en política,
bajo un partido político, y así discutir los demás puntos olvidados en la agenda del
gobierno de Pastrana; es decir, un proceso de inclusión política y desarme de la
guerrilla.
Basados en este análisis de los intentos de procesos de negociación, podemos
concluir preliminarmente que la apuesta del Gobierno de turno y de las FARC es
una apuesta conjunta por unos puntos comunes para la terminación del conflicto,
es decir que se trata de la construcción mutua para la paz, que responde al
modelo de paz liberal planteado como se explicó en este capítulo.
Antes de finalizar, es importante hacer una diferenciación de la manera cómo se
estructura una negociación, partiendo de los procesos anteriormente explicados
de San Vicente del Caguán y La Habana, en algo que María Teresa Uribe ha
llamado la negociación del orden. La negociación del orden es aquella en la que
las elites (entendidas aquí como el Gobierno nacional y la cúpula de la guerrilla)
ponen en discusión la visión de Estado, analizando las falencias y los retos de
27
cambio para la terminación del conflicto. Es por ello que en estos intentos
históricos de procesos de paz, hacen referencia: “[…] a la negociación de la
guerra; cuyo objetivo es instaurar el orden del Estado, ajustándolo en aquellos
puntos particularmente sensibles y criticados por las organizaciones armadas;
negociación pública, abierta, sujeta al escrutinio de otros actores y de ámbito
nacional […]” (Uribe, 1997b, 42).
Este podría ser el enfoque top-down, que se presentó en el capítulo 1, sustentado
en el modelo de construcción de paz liberal, en el cual las elites, bajo su
cosmovisión de paz, construyen un plan conjunto para la resolución del conflicto.
Sin embargo, esta negociación del orden deja de lado algo que María Teresa
Uribe ha denominado la negociación del desorden, cuando se dan negociaciones
informales, las cuales son:
[…] menos visibles y tiene lugar a través de una capa de intermediarios políticos, que por condiciones muy particulares tienen acceso, tanto al mundo de lo ilegal y constrainstitucional, como la esfera pública del Estado y la administración en sus diferentes niveles; intermediarios cuya posición depende de su inscripción en redes de poder local: parentales, vecinales, de étnia o de clientela política y que cumplen la función de poner en relación fragmentos dispersos y enfrentados de la sociedad regional para lograr objetivos siempre parciales temporales y microsociales pero que cumplen la importante función de lograr mínimos niveles de convivencia social. (Uribe, 1997b, 41)
Por lo anterior podemos concluir que la construcción de la negociación del orden
(bajo el análisis de María Teresa Uribe) ha sido la lucha constante del Gobierno
nacional y la guerrilla de las FARC, bajo los parámetros anteriormente explicados.
La gran preocupación que aquí queda planteda es sobre el lugar en donde queda
y se desarrolla esa negociación del desorden, de lo local, de lo microsocial.
Entonces, bajo esta problemática, y planteándose la manera en cómo se puede
integrar esa negociación del orden y el desorden, proponemos en el siguiente
capítulo, bajo la experiencia internacional, un modelo de construcción de paz
conjunta, que incluya la visión de las elites, pero tambien de los actores locales, en
algo que se ha demonimado como la paz híbrida.
28
CAPÍTULO 3. LA PAZ HÍBRIDA: UNA ALTERNATIVA POSIBLE FRENTE A LA
PAZ LIBERAL EN ESCENARIOS DE POSNEGOCIACIÓN
[…] the “failure of liberal peace building” is actually a sign of the
”success” of local claims for autonomy, of the exertion of hidden forms
of agency and of the events in which local politics “restarts” through
its confrontation with liberal peace and its state-building project.
Oliver P. Richmond y Audra Mitchell
Basados en la descripción del capítulo 1, en donde se expuso una reconstrucción
genealógica de cómo se configuraron los puntos sustantivos de una paz
cosmopolita, acuñada como la paz liberal, así como la forma en la que la ONU
instauró una serie de misiones de paz que defendían los principios de este
modelo, pasaremos en este capítulo a analizar una alternativa al modelo de
construcción del modelo de paz liberal, basados en los resultados poco efectivos
de su implementación en los países intervenidos por la ONU. Este modelo
superpuesto ha sido llamado el modelo de paz híbrida.
Antes de pasar a explicar este modelo híbrido de construcción de paz, es
importante hacer un breve análisis (aunque este no sea el objetivo de esta
investigación) de algunas de las falencias, críticas, y consecuencias en la práctica
de la implementación del modelo de paz liberal, que permita entender la forma en
la que se constituye una alternativa híbrida. Una de las premisas de las que surge
el modelo de paz híbrida es precisamente el fracaso de la implementación efectiva
de los puntos sustantivos de la paz liberal en el ámbito local (entendida esta desde
el espectro de las bases). Para entender esta visión, es importante recurrir a la
pirámide de construcción de paz, de John Paul Lederach, en la cual se distinguen
los enfoques y actores para la construcción de la paz, la cual se estructurará de la
siguiente manera:
El vértice de la pirámide representa descriptivamente el liderazgo más visible y el menor número de personas. A los esfuerzos por construir la paz desde ese nivel los denominé enfoque “de arriba-abajo”. A los esfuerzos emprendidos desde la base de la pirámide, que representa el mayor
29
número de personas afectadas por el conflicto y también el nivel de las comunidades locales repartidas por la geografía que se estudia, me referí como enfoques “de abajo-arriba” […]. La sección del medio de la pirámide no tenía una denominación nítida o fácil. Fue sin duda la más difícil de describir. Mi experiencia y observaciones sugerían un enfoque que se fijase atentamente en pequeños grupos de personas que se mueven entre las bases y el más alto nivel de liderazgo, que tienen cierta independencia en sus actividades y que crean procesos que apoyan o vinculan entre sí los otros dos niveles. Opté por un término que suena un poco raro, el enfoque “del medio-afuera” en la construcción de la paz. (Lederach, 2008, 124)
Entendiendo esta diferenciación de actores, es posible observar que, bajo el
enfoque de construcción de paz liberal, las bases (o el ámbito local) quedan
excluídas del proceso de consolidacion de la paz, debido a que este modelo
responde al enfoque top-down, como se observó en el capítulo 1. Por ello, a la
hora de implementar los programas conformados bajo los acuerdos de los puntos
sustantivos de la paz liberal, las bases no fueron incluídas en los programas a
efectuar, así como los programas planteados tampoco respondieron a la
necesidades propias de cada caso en términos locales, dejando de lado el
contexto y las características propias de cada territorio. Esto pudo verse
materializado en la forma en la que las bases resistieron o no fueron incluídas en
estos procesos de construccion de paz; es decir, un éxito de las bases frente a
esta imposición concluyó con el fracaso de la implementación del modelo de la
paz liberal:
[…] the “failure of liberal peacebuilding” is actually a sign of the “success” of local claims for autonomy, of the exertion of hidden forms of agency and of the events in which local politics “restarts” through its confrontation with liberal peace and its state-building project. (Richmond y Mitchell, 2012, 2)
Asimismo, debe destacarse que la construcción de paz que se promulga para las
bases en términos liberales respondió a los intereses de las elites (entendidas
estas como los gobiernos y los grupos al margen de la ley), quienes, en su
concepción de la paz, consideraron que los puntos consensuados entre ellos eran
el camino real para la consolidación de la paz. Esto puede verse ejemplificado en
la forma en la que las elites consideraban que el perfeccionamiento de las fallas
30
del Estado eran los problemas a solucionar para alcanzar la paz; sin embargo,
“State-building, however, cannot be considered sufficient for peacebuilding,
primarily because it only engages with international and state-level actors in a
meaningful way, prioritizing their interests, needs, ideology, ideals and issues
above those of citizens and local communities” (Richmond y Mitchell, 2012, 4). Es
posible así entender la diferenciación entre la cosmovisión de paz de las elites y la
cosmovisión propia de las bases.
Por otra parte, una de las posibles fallas que impidieron implementar de manera
real y eficaz el modelo de paz liberal fue el no tener en cuenta la condiciones de
cada país para poder llevar a cabo el desarrollo de los programas planteados.
Esto se sustenta en la exposición de Roland Paris, quien afirma que la falta de
institucionalización impidió la real aceptación de los proyectos que se querían
aplicar. Ante esto, Paris planteó la solución ya mencionada de la IBL. A modo de
síntesis, podemos agrupar las diferentes críticas plantedas aquí, incluyendo otras
por destacar, en la figura 3.
Figura 3. Críticas a la implementación del modelo de paz liberal en las
misiones de paz de la ONU.
Ethnocentric It is directed from the global north and attempts to reproduce forms of peace and governance that mirror expectations from the global north
Elitist Power is held by political and economic elites at the international and national level
Security-centric It privileges order and security over emancipation and diversity and so can award power to those prepared to use coercion
Superficial It primarily responds to the manifestations of conflict rather than the underlying structural causes. As a result peace is not sustained
Technocratic It reduces peacebuilding to a series of technocratic tasks
31
Rigid It is prone to “peace by template” or overly programmed peace interventions
Short-termist Individual peace-support interventions are often governed by short-term budget and political cycles. Again, peace is not sustained
Neo-liberal It privileges neo-liberal economic interventions and often overlooks the social cost
Illusory Liberal peace interventions may involve much activity, but the essential power relations within society (between sexes, classes, and identity groups) may remain largely unchanged
Fails to fulfil and connect with local expectations
It is insufficiently agile to take account of local cultural preferences
Fuente: Elaboración propia, basada en Ginty (2011, 41 y 42).
Puede, entonces, concluirse que este modelo de paz liberal consistió en un guión
de implementación para los países en los que se desarrollaba un conflicto interno,
en los que las elites internacionales y nacionales locales, bajo su perspectiva de
construcción de paz, diseñaron un programa que pretendieron aplicar para
alcanzar este objetivo; pero esta cosmovisión, como se afirmó anteriormente,
excluyó a los actores de la bases. Por ello, este modelo de paz puede ser visto
como una imposición, en la que:
[…] mainstream approaches to peacebuilding may lead to the “alienation of peace”: the disconnection of peacebuilding norms, processes and institutions from the everyday lives of those in conflict. As a result of alienation, peace may become a strong (and often disciplinary or coercive) logic (liberal, neoliberal, authoritarian, coercive/extractive), which conflicting groups are unable to control, author or indeed resist in non-violent ways and, as such, they are more likely to react to it with violent forms of resistance. (Richmond y Mitchell, 2012, 5)
Por último, y antes de entrar a explicar la estructuración del modelo de paz híbrida,
es importante mencionar que, entre las varias consecuencias de la aplicación del
32
modelo liberal, se encuentra el rechazo de las bases a este modelo impositivo, lo
cual se manifestó de diferentes formas, a saber: 1) la resistencia pacífica de lo
local frente a los programas que se querían implantar, 2) la exclusión o falta de
respuesta a las problemáticas reales de la bases y 3) la resistencia violenta de las
bases, reorganizando a los grupos ilegales o generando nuevos grupos. Esto
puede verse sustentado en la exposición de Oliver Richmond, quien afirma que:
One of the most important ways in which agency is realized by actors in a peacebuilding context is through various forms of resisting or through practices along a continuum of forms of resisting, which may range from tactic acceptance of peacebuilding policies to outright protest, or even to violence against them or against the actors responsible for implementing them (the last is defined as a dynamic of “irresitibility/resistance”). (Richmond y Mitchell, 2012, 25)
Bajo estas críticas y problemáticas generadas, surgió como alternativa de
construcción de paz el modelo híbrido, el cual será explicado a continuación.
3.1 La paz híbrida: una concertación para la construcción de paz
El término híbrido en las ciencias sociales no surge en la teoría de construcción de
paz como respuesta a la paz liberal, sino que su conceptualización tiene distintas
vertientes de estudio. Por ejemplo, en el encuentro de colonizados y colonizadores
en el continente americano, los conquistadores, con el pasar de los años, fueron
adaptándose a las costumbres propias del territorio, asimismo los colonizados
cedieron ante las nuevas vertientes traídas del viejo continente; es decir, como
resultado de este encuentro, se construyó un nuevo engranaje social híbrido.
Igualmente, en la edad contemporánea, observamos cómo la globalización ha
constituido formas de integración mundial entre las distintas naciones del mundo.
A esto lo ha llamado Manuel Castell la cultura global emergente, en la que en un
ámbito híbrido, distintas costumbres, medios de comunicación, actores, factores
sociales y complejidades culturales permiten la construcción de prácticas globales.
Bajo estos parámetros, la conformación de modelos de construcción de paz no
podrían ser ajenos a lo híbrido, por ello surgió el modelo de la paz híbrida, en
respuesta a las consecuencias y fallas del modelo de la paz liberal expuestas
33
anteriormente, en la que el ámbito local resistió a la imposición del modelo de
construcción de paz de las elites. Por esto, la concepción de lo híbrido parte de
programas o acuerdos planificados por las elites para aplicar en lo local, es decir,
que se pretende hibridar los elementos de la paz liberal. Entendiendo este
panorama, es posible afirmar que: “The concept of hybridity is taken as the
interaction of actors, ideas and practices to produce fusions, harmonies and
disharmonies. All societies involve, and are the result of, social negotiation”
(Richmond y Mitchell, 2012, 209).
Con base en esta definición, es posible comprender que el modelo híbrido
enmarca un proceso gradual y complejo, en el cual una serie de actores
consensuan sobre varios temas propicios para la construcción de una paz propia
en cada territorio. Aquí es importante mencionar que estas interacciones
responden al contexto y las condiciones de cada territorio, lo cual permite que las
elites entiendan la complejidad de los procesos sociales que se viven al interior de
lo local, y que no se enmarquen solamente en las exigencias internacionales. Por
lo tanto, se comprende que el modelo de la paz híbrida pretenda crear una
adecuación local de esa visión macro generada por las elites, en la que se
reinserta y se acomoda cada proyecto a las necesidades de la bases. Es de
destacar también que lo cotidiano (entendido como las dinámicas sociales de cada
territorio) es un factor fundamental en la construcción de paz, ya que: “The
concept and space of the everyday illustrates how the liberal and the local may
avoid such anxieties and engage in a mutual remediation of political space and
both overcome and maintain boundaries between them, where necessary”
(Richmond, 2011, 124). A la luz de la anterior descripción, en la figura 4 se
expone, a modo de condensacion, el modelo híbrido de paz, explicado
anteriormente.
34
Figura 4. Modelo de paz híbrida.
Fuente: Ginty (2011, 9).
En este gráfico se observa cómo se expresa la forma en la que se da el proceso
de construcción de paz híbrida, en el que existe una directriz y un andamiaje de
las elites, que defienden e intentan implementar las concepciones del modelo de
paz liberal. Asimismo, se destaca cómo el ámbito local, en primera instancia,
resiste a la imposición de este modelo liberal y, con base en ello, propone y
presenta una serie de alternativas al modelo impuesto. Esta interacción de actores
y temáticas a consensuar, en un contexto definido, puede plasmarse en algo que
Roger Mac Ginty ha llamado la paz compuesta.
Antes de finalizar con esta breve aproximación al modelo híbrido de paz, es
importante reseñar que este modelo híbrido ha sido denominado por académicos,
como Oliver Richmond, como el modelo de paz posliberal, ya que esta alternativa
a lo liberal, a pesar de que incluye las condiciones, el contexto, y las visiones
propias de la bases en cada caso particular, mantiene la línea de direccionamiento
de construcción de los puntos sustantivos de la paz liberal, solo que los consensua
35
y los dialoga con los demás actores interesados en la construcción de paz. La
pregunta que aquí cabría formular (a pesar de que no sea este el objetivo central
de esta investigación) es si los puntos propuestos en el modelo liberal realmente
son los adecuados para resolver el conflicto desde las elites, respondiendo a las
necesidades de los directamente afectados por la confrontación violenta, es decir
las bases, o si estos puntos perpetúan la visión de las elites internacionales y
nacionales de su cosmovisión de paz. A modo de ejemplificación gráfica, en el
Anexo 5 se expone la conformación de esta perspectiva posliberal.
3.2 Multi-Track Diplomacy y el modelo de paz Híbrida, un complemento en la
construcción de paz
Louise Diamond y John McDonald, quienes son expertos en resolución de
conflictos y construcción de paz, diseñaron un sistema de transformación del
conflicto, por medio del cual se pretendía dar un giro hacia al sistema de
construcción de paz. Esto fue denominado por los autores como la diplomacia de
múltiples vías (Multi-Track Diplomacy).
Este método propone, en primera instancia, definir la construcción de la paz como
la transformación del conflicto; en él se interconectan todos los actores necesarios
para propender por un proyecto conjunto de paz. Esta interconexión se da con el
fin de edificar conjuntamente una infraestructura propia para la paz, en la que se
estudien y se piensen todas las necesidades, condiciones y solicitudes para
construir un programa conjunto:
This necessary social infrastructure, however, is also dependent on a more basic foundation: a human infrastructure. Social peacebuilding is the grass-roots portion of the peacebuilding process. Social peacebuilding is about relationships. It deals with feelings, attitudes, opinions, beliefs, values, and skills as they are held and shared between peoples, individually and in groups. It is about building a human infrastructure of people who are committed to engendering a new “peace culture” within the social fabric of communal and inter-communal life. (Notter y Diamond, 1996, 6)
Con base en esta posición, la edificacion de paz para los autores en mención
puede denominarse como una construcción de paz social.
36
Los actores que, para los autores, son necesarios para esta construcción de paz
social son: el Gobierno (particular en cada caso), los profesionales en resolución
de conflictos, el sector del comercio, la sociedad civil, la academia (en términos
integrales), el activismo organizado, los representantes de la religión, los
poseedores de fondos monetarios y los medios de comunicación (como conector
esencial de todos los demás actores). Estos protagonistas son necesarios entre
ellos mismos, bajo un marco de horizontalidad, en el que ninguno de ellos prime
sobre otro, y donde el único objetivo sea la construcción de la paz conjunta. Este
sistema puede ser expresado de manera gráfica como se muestra en la figura 5.
Figura 5. Multi-Track Diplomacy.
Fuente: McDonald (2012, 67).
Basados en estas construcciones dialógicas de los actores mencionados, este
sistema de diplomacia de múltiples vías pretende edificar conjuntamente la
confianza que se perdió entre los actores por las dinámicas del conflicto. Del
mismo modo, propende por el desarrollo de las capacidades y la preparación de
los actores, para que cada uno de ellos pueda aportar en el proceso conjunto para
la paz. Por último, se debe buscar el fortalecimiento institucional, pero no solo de
las instituciones formales (como propone Roland Paris con su fórmula de IBL),
sino también de las instituciones informales propias de cada territorio.
Habiendo entendido en términos generales el plantemaiento general de este
modelo de diplomacia de múltiples vías, pasaremos a proponer las razones para
abogar por una interrelación del modelo híbrido con la interacción de este sistema
de actores. Es viable exponer que uno de los acercamientos comunes de los dos
37
planteamientos es la necesaria interconexión de los actores en la construcción de
paz, en donde prime el diálogo dentro las posturas particulares, para de esa
manera constituir un consenso. En el modelo híbrido no se especifican cuáles son
los protagonistas propicios para esta interacción de las elites y lo local, y también
se deja de lado a los actores del nivel medio (retomando la postura de Lederach).
Por esto se hace nesario especificar cuáles podrían ser los actores que serían
necesarios para la construcción de paz social, y es aquí donde la propuesta de
Diamond y McDonald cobran sentido. Por su parte, el modelo de diplomacia de
múltiples vías no hace referencia específica a unos puntos a discutir, por ello el
modelo híbrido (que trae consigo las directrices del modelo de paz liberal) puede
complementar este modelo multiactor, permitiendo que se puedan dialogar los
distintos puntos consensuados por las elites en el modelo liberal.
Por lo anterior, se propone la unificación necesaria de las dos propuestas de
edificación de paz, en la que el modelo híbrido proponga la discusión y adaptación
de los puntos sustantivos para la paz alcanzados bajo el modelo de paz liberal, y
el sistema de diplomacia de múltiples vías, como puede verse en términos gráficos
en la figura 6.
Figura 6. Proceso conjunto de construcción de paz entre un modelo híbrido
y un sitema multiactor.
Fuente: Elaboración propia, basada en Ginty (2011, 9) y McDonald (2012, 67).
38
Dejando planteada esta propuesta, podemos concluir que en este capítulo
esbozamos un modelo alternativo para la paz, llamado el modelo de paz híbrido, el
cual quiso complementarse aquí con el modelo de diplomacia de múltiples vías, y
que este surgió de las consecuencias propias de la implementación del modelo de
paz liberal. Bajo esta propuesta alternativa, y con base en el análisis de los puntos
sustantivos de la paz liberal adaptados en la conformación de algunos proyectos y
agendas para la paz estructurados en el Caguán y La Habana (Cuba) entre el
Gobierno y las FARC para resolver el conflicto armado en Colombia, en el capítulo
siguiente se hará un análisis sobre cómo este modelo híbrido compuesto (es decir,
complementado con el sistema multi track) puede llegar a ser un modelo posible
de construcción de paz para el posacuerdo de las negociaciones que se adelantan
en La Habana.
39
CAPÍTULO 4. LA PAZ HÍBRIDA MULTIACTOR: UNA PROPUESTA PARA LA
CONSTRUCCIÓN DE PAZ EN COLOMBIA EN UN POSIBLE ESCENARIO DE
POSNEGOCIACIÓN, TRAS LOS DIÁLOGOS DE LA HABANA ENTRE EL
GOBIERNO NACIONAL Y LAS FARC
La paz es no más violencia, la tranquilidad y el caminar sin miedo7
Jefferson
Sin lugar a dudas, el proceso de negociación que se adelanta en La Habana
(Cuba) entre el Gobierno nacional y las FARC es una nueva oportunidad de
empezar un proceso de transformación del conflicto, encaminado a la construcción
de paz en el país. Esta nueva oportunidad, para algunos académicos, es una
ocasión real de dar por terminada la confrontación violenta, puesto que el
desarrollo de las conversaciones, así como la actitud de la insurgencia frente a la
negociación, han dado indicios que permiten aseverar que se acerca la posible
constitución de un acuerdo para el fin de la guerra.
Bajo este panorama de una posible consolidación de un acuerdo entre las partes,
este capítulo tiene como fin analizar y proponer un posible modelo de construcción
de paz posacuerdo que permita encarrilar un proceso real de construcción de paz
en el país, que no solo responda a la visión de paz de las elites, sino que permita
buscar una paz holística (paz híbrida multiactor), en donde se incluyan todos los
colombianos, ya que la solución del conflicto debe incluir a todos los actores que
hayan hecho parte de este, puesto que las causas de la confrontación afectaron a
todos los niveles.
4.1 El aporte para la paz desde las elites: una paz institucional, una paz
liberal
La visión de construcción de paz desde la cosmovisión de las elites, es decir
desde un enfoque de paz liberal, se enfoca en darle solución a las fallas que tiene
7 Véase la nota 3.
40
el Estado: a la inoperancia del establecimiento en temas propios de la
administración pública en términos integrales. Algunas de estas fallas se han
perpetuado en la historia del país, y pueden resumirse así:
[…] la desigualdad económica extrema y la exclusión política. Además, se evidenció el debilitamiento progresivo del Estado, un crecimiento económico precario, acompañado de una deficiente cobertura social; un alto grado de corrupción en las empresas públicas y la fragilidad total del sistema jurídico, embestido de la desprotección del Estado y las estructuras del narcotráfico. (Ramírez, 2013, 161)
Bajo estas problemáticas, el Gobierno y las FARC han buscado hallar una
solución para la confrontación armada por medio de la negociación. Por ello las
agendas de negociación plantedas por la partes -—como se puede observar en
los Anexos— han buscado los mecanismos necesarios para alcanzar este
objetivo. Por tanto, los diálogos de La Habana constituyen una nueva oportunidad,
con las herramientas que brindan las lecciones de negociaciones del pasado, para
dar por terminada la confrontación violenta, en la que las elites perciben un
modelo de construcción de paz institucional que permite dar solución a las fallas
del Estado colombiano, y de esa manera empezar un proceso de construcción de
reconciliación nacional.
Esta paz institucional, insistimos, es una paz que se construye bajo el precepto de
la resolución de la causas mencionadas anteriormente —desde una perspectiva
de fallas del Estado— como generadoras de la violencia, no en cambios
estructurales. Por ello, la agenda de discusión de La Habana busca, desde esta
perspectiva, estructurar un camino para terminar el conflicto y construir la paz.
Esta estrategia conjunta (del Gobierno y las FARC) hace un aporte a unos de los
ejes de construcción para la paz, edificando una base institucional sólida que
permita dar pie a la conformación de otras visiones de paz complementarias, como
la propuesta desde las bases.
Sin embargo, y aunque aquí no se busca hacer una crítica a esta estrategia de
solución de las elites, a pesar de que la postura del Gobierno nacional en el
proceso de La Habana —la cual es acogida por las FARC— es la de hacer
41
algunos ajustes al Estado colombiano en temas de participación democrática,
regularización de la tenencia de las tierras, derechos humanos o desmovilizacion
de la guerrilla como forma de centrar el monopolio de la fuerza en el Estado, se
dejan de lado los cambios estructurales a los modelos económico y político, los
cuales —no solo para la guerrilla, sino para muchos actores sociales, como la
academia, los activistas políticos o las propias víctimas— son algunos de los ejes
centrales que deberían cambiar para verdaderamente construir paz, una paz que
no se base solamente en el cese al fuego bilateral, sino también en crear las
condiciones básicas para una calidad de vida estable, en términos equitativos para
toda la nación.
Bajo esta aproximación a algunas de la problemáticas históricas del país,
podríamos afirmar que en Colombia, más que el arreglo de algunas de las fallas
del planteamiento del Estado, se necesita una reforma estructural, que ofrezca
una solución real a las problemática sociales, ya que:
No hay ni habrá solución real de las graves deficiencias democráticas si no se desarrollan transformaciones estructurales que propicien la construcción de un nuevo país. Mientras acabar con la violencia se presenta como una tarea urgente; a mediano y largo plazo, la tarea más importante es terminar con la pobreza extrema, causa principal de la conflictividad violenta. No hacerlo, como hasta el presente, es seguir aplazando la única salida aceptable: una relativa igualación social y la participación real de amplios sectores en las decisiones políticas que afectan sus vidas y la del país. (Ramírez, 2013, 162)
No obstante, para el Gobierno nacional, en el marco de las negociaciones de La
Habana, los modelos sociales defendidos por el Estado colombiano son los
adecuados, y lo que estaría en discusión sería la solución a sus posibles falencias,
las cuales se dialogarían —bajo la idea constante del Gobierno de la participación
política de la guerrilla— después de la desmovilización de la insurgencia. Esto se
puede ver en la postura de Humberto de la Calle, quien afirma que:
Ni el modelo económico, ni la doctrina militar, ni la inversión extranjera están en discusión. La mesa se limitará solo a los temas que están en la agenda. Las ideas que quieran ventilar las FARC les corresponden y una vez acabe el conflicto tendrán que hacerlo sin armas. (Gómez, 2012)
42
Por último, y antes de exponer la visión de construcción de paz desde las bases,
queremos resaltar que, aunque aquí se hicieron algunas críticas a la cosmovisión
de la elites para construir paz —que, por demás, responden a las exigencias de un
mundo globalizado—, estas son un aporte a una construcción de paz conjunta, es
decir un aporte a la negociación del orden bajo esa visión estatal (en palabras de
María Teresa Uribe), la cual hace parte de la estructura de un país. Esto brinda un
apoyo macro para la negociación de lo local, es decir, para la negociación del
desorden, ya que:
[…] ante la dificultad real por imponer, hacer reconocer y acatar el orden republicano ciudadano y por el camino de las transacciones y los acuerdos precarios, termina por negociarse el desorden dentro de ciertas reglas de juego y regularidades más o menos explícitas, que solo existen como tales en esa zona difusa, semipública —semiprivada— donde los órdenes político institucionales y los órdenes societales se entrecruzan, es decir, en los entrelazamientos, como diría Guillermo O’Donell. (Uribe, 1997a, 171)
4.2 Las bases y su lucha por el fin de la violencia: una cosmovision local
para la construcción de paz desde lo cotidiano
Partiendo de la premisa de que el fin de la violencia y la construcción para la paz
no son un todo nacional en sí mismo, ya que estas dos dinámicas (violencia y paz)
se viven bajo las particularidades de los actores y del contexto local, puesto que
[…] la particularidad y las especificidades regionales de esta nación fragmentada, constituyen la urdimbre sobre la cual se desarrollan las diversas prácticas violentas; es decir, la historia y las dinámicas particulares en la regiones, le marcan perfiles, aristas, ritmos y tiempos diferenciales a ese fenómeno endémico que los colombianos hemos dado en llamar violencia. (Uribe, 1997b, 38)
podemos afirmar que las consecuencias de la violencia y los proyectos de una paz
local parten desde lo cotidiano, desde la población en particular que vive y vivió el
día a día del conflicto.
Por esta razón los programas de construcción de paz desde lo local surgieron
como una iniciativa de la sociedad civil organizada, afectada directamente por el
43
conflicto en la década de los setenta, y están presentes aún en la actualidad.
Estas inciativas surgieron con el objetivo de construir paz, generando “[…]
mecanismos no violentos para responder con alcances concretos a la violencia
estructural que se materializa en exclusión, racismo y autoritarismo, y la violencia
directa del conflicto armado” (Hernández, 2007, 141). Con este objetivo en mente,
las comunidades han luchado por estructurar programas sociales propios, bajo el
consenso popular, en los que se responda a sus necesidades, reorientando los
programas del Gobierno nacional. Por ello, estas comunidades de base
históricamente han buscado:
[…] transformar la realidad construyendo proyectos políticos propios, participativos y orientados por el bien común; y por qué protegen la integridad de sus comunidades, sus culturas, sus territorios, su autonomía o autodeterminación, el medio ambiente y los recursos naturales, los DDHH, el DIH y el derecho a la paz, construyendo relaciones y proyectos comunitarios interétnicos, previenen el despalzamiento forzado o posibilitan los retornos a los lugares de origen, disminuyen la intensidad del conflicto armado, elaboran modelos alternativos de desarrollo acordes con sus culturas y necesidades propias, y generan una cultura de paz. (Hernández, 2007, 142)
Basados en estos objetivos, podemos entender, entonces, que la paz local se
configura desde las problemáticas propias de cada territorio, respondiendo a un
contexto y necesidades particulares, en donde se concibe la paz como una
conclusión particular: el vivir tranquilo8; lo que puede ser visto como el fin de la
violencia directa y la construcción de unas condiciones propias para una calidad
de vida adecuada. Sin embargo, los esfuerzos de las bases no son la paz en sí
misma, ya que, basados en el planteamiento de Francisco Muñoz9 acerca de la
paz imperfecta, definida esta como la base
[…] del reconocimiento de la complejidad y de los seres humanos inmersos en ella, para plantear una paz inacabada, incompleta, construida incluso en escenarios donde se expresan las violencias, y materializada en
8 Esto se concluyó en los distintos acercamientos informales con algunos pescadores de la
comunidad de Agua de Marriaga, en Ungía (Chocó), al dialogar acerca de su percepción sobre la
paz. 9 Investigador del Instituto de Paz y Conflictos de la Universidad de Granada.
44
todas las regulaciones pacíficas de los conflictos y en su articulación como fuerzas transformadoras. (Hernández, 2007, 149)
podemos afirmar, que un paso hacia una paz más completa puede basarse en la
aceptación y reformulación de la cosmovisión de las elites, es decir bajo un marco
de modelo de paz liberal, en el que se haga un proceso de hibridación de los
proyectos nacionales con los proyectos locales de paz.
4.3 La paz híbrida multiactor: un posible modelo para la construcción de paz
en Colombia tras el posacuerdo
Basados en la posible firma de un acuerdo entre el Gobierno y las FARC, tras las
conversaciones que se adelantan en La Habana, lo cual representaría la
terminación del conflicto y el inicio de un proceso de construcción de paz desde el
proyecto de las elites, mostramos en la figura 7 el modelo de paz híbrida
multiactor, propuesto como método integrado para la construcción de paz en
Colombia, en donde se incluyen los programas para la paz de las elites, pero
también los programas de paz desde lo local. Debe aclararse que este modelo se
reconfiguró con base en el modelo propuesto en el capítulo 3. Asimismo, es
importante mencionar que, aunque el autor de este documento confía en la firma
de unos acuerdos entre las partes en La Habana, no es seguro que esto pase, por
ello este modelo se propone como una alternativa a un posible diálogo futuro,
entendiendo aquí que un proceso negociado es la única vía para la terminación
del conflicto y el inicio de un proceso de construcción de paz.
45
Figura 7. Paz híbrida multiactor a la luz del caso colombiano en un posible
proceso de posacuerdo.
Fuente: Elaboración propia, basada en Ginty (2011, 9) y McDonald (2012, 67).
Aunque el modelo anterior intenta ser autoexplicativo, es importante aclarar el
proceso de integración de este, que parte de la premisa del caso hipotético de que
se alcanzaran acuerdos en La Habana sobre la política de desarrollo agrario, la
participación política, el fin del conflicto (bajo la idea de un proceso DDR), la lucha
contra el narcotráfico y las víctimas. El modelo híbrido parte (arriba) de la
búsqueda de una de las condiciones institucionales para su validez nacional: la
46
refrendación ciudadana, por medio del voto popular. Después de esto, se
conformaría un proceso dual entre los globos ubicados en la parte derecha e
inferior de la gráfica, en el que se daría un acercamiento de los actores para
dialogar sobre los acuerdos establecidos desde el ámbito nacional, dándose
también a conocer los programas e iniciativas de paz que se hayan configurado
desde el ámbito local. Con base en esta dualidad dialógica, y de acuerdo a cada
contexto y región particular, se daría una reorientación y complementación de los
acuerdos nacionales en el ámbito local (ubicado en el globo izquierdo de la
gráfica).
Este proceso, complejo y variable, tiene como eje de funcionamiento una serie de
actores que son el engranaje de construcción de paz: por una parte, el Gobierno
nacional, quien es uno de los actores que permite la firma de los acuerdos, y que
empieza a generar una acercamiento en lo local, desde sus distintas vertientes
regionales, ya sean representantes por la gobernaciones, las alcaldías y demás
instancias que representan el poder ejecutivo; es decir, en un marco institucional.
Los profesionales en resolución de conflictos pueden ser mediadores, facilitadores
y acompañantes de este proceso dialógico entre las partes. El sector empresarial,
entendido como el sector de los negocios, puede tratar de ser un garante de la
fluidez de la economía, en un escenario de no conflicto. La sociedad civil debe
simpatizar con la credibilidad, la confianza, el acompañamiento y la aceptación de
los desmovilizados, con un objetivo macro de reconciliación nacional. Asimismo, el
sector educativo debe buscar ser un constructor del proceso híbrido, de modo que
pueda generar aportes propios desde la academia. Por otro lado, el activismo, no
solo entendido como las organizaciones de paz, sino como un activismo
multitemático, debe, a partir de su influencia en la sociedad, buscar el apoyo y la
participación integral de los actores en el proceso de integración.
La religión, encabezada en Colombia por la religión católica, puede, al ser una
institución influyente para la comunidad, aportar como generador de confianza en
la sociedad civil. Del mismo modo, el proceso híbrido debe ser financiado
monetariamente, para ello múltiples empresas nacionales e internacionales
47
pueden aportar para este fin. Los medios de comunicación deben ser el eje central
de la interconexión de los actores, desde un énfasis imparcial, y bajo un objetivo
nacional de búsqueda de la paz. Por último, unos actores olvidados en el modelo
clásico de Multi Track Diplomacy, y que aquí se quieren resaltar, son los futuros
desmovilizados, quienes son un recurso humano fundamental, ya que son
conocedores del conflicto y, por ende, pueden no solo aportar a la búsqueda de la
verdad, la justicia y la reparación de las víctimas, sino también a representar las
demandas de los excombatientes, para que, de esa manera, se sepa cuál es el
mejor mecanismo de reintegración a la vida civil.
En este modelo híbrido, entonces, existe una serie de temas a discutir, basados
en las distintas perspectivas de los actores que buscan la paz. Aquí se quiso
esbozar una visión conjunta de un programa para la paz en Colombia, en donde
se conjuguaran las visiones de paz de cada uno de los actores, refrendando y
reorientando lo local y lo nacional por medio del diálogo y el conceso, y en donde
se incluyeran temas excluidos por cada actor. Con base en este ideal, se debe
propender en el futuro por la búsqueda gradual de una paz estructural, definida
como la
[…] paz que supere las secuelas producidas tanto por la violencia directa como por los efectos inherentes a la violencia indirecta y/o encubierta. De manera que la ausencia de guerra o conflicto armado sea concomitante a la superación de las desigualdades extremas, la integración de las poblaciones excluidas y el goce efectivo de los derechos ciudadanos para toda la población. (Ramírez, 2013, 57)
48
CONCLUSIÓN
A modo de conclusión, podemos afirmar que en el desarrollo de la historia de la
humanidad, y con base en las distintas confrontaciones violentas que ha vivido el
mundo, poco a poco se ha configurado un manual de condiciones para establecer
una paz estable y duradera, el cual ha sido denominado como el modelo de paz
liberal, que se basa en el establecimiento de la democracia, la buena gobernanza,
la apertura económica, la defensa de los derechos humanos y un sistema
internacional que configure los intereses de todas las naciones. Dicho manual para
la paz, que se fue complementado a lo largo de la historia, tuvo su auge en los
años noventa, tras los distintos conflictos internos que vivió el mundo, cuando la
ONU configuró programas para la paz en dichos países que respondían al modelo
de paz liberal.
Colombia, al ser uno de los países que en la década de los noventa vivía un
conflicto armado interno, no fue la excepción al establecimiento de los principios
de la paz liberal. Esto no se dio de la manera clásica, bajo las perspectivas de una
misión de la ONU, sino que se hizo de una manera diferente, ya que se conformó
por parte de los Estados Unidos un programa para la paz llamado el Plan
Colombia. Este programa brindó una serie de apoyos económicos y militares a
nuestro país con el fin de que alcanzara una serie de requisitos propios, que, para
el país norteamericano, serían la solución del conflicto; es decir, el modelo
constitutivo de la paz liberal. Bajo esta perspectiva comparada, podemos afirmar
que el modelo de paz liberal perfectamente resulta un medio posible de análisis
del programa para la paz que se intentó instaurar en el país entre 1998 y 2002,
bajo el gobierno de Andrés Pastrana, como se explicó en la presente tesis.
Posterior al fracaso del intento de negociación con las FARC en los noventa, y tras
una fuerte lucha por medio de la vía militar del Estado colombiano contra la
insurgencia (dígase de paso, con la ayuda proporcionada por el Plan Colombia
durante el gobierno de Álvaro Uribe [2002-2010] y el de Juan Manuel Santos
[2010-2014]), se intentó de nuevo llevar a cabo un proceso de negociación con la
guerrilla, teniendo en cuenta las falencias del proceso de paz intentado en el
49
gobierno Pastrana, buscando acordar un agenda razonable con la guerrilla, en la
que se tratasen algunos puntos básicos para su desmovilización, entre otros los
constituidos en la paz liberal.
Del fracaso del modelo liberal —implantado por la ONU en catorce países del
mundo—, entre otras cosas, por no tener en cuenta las condiciones propias de
cada país, así como por las visiones de la bases sociales, surgió un modelo
alternativo al modelo de paz liberal: el modelo de paz híbrido, el cual consiste, en
términos generales, en reorientar y complementar los acuerdos alcanzados por las
elites (gobierno y actores armados ilegales), para, de esa manera, complementar
las visiones de los distintos actores de cada país, de modo que se conformara un
programa de paz holístico. Este modelo, quiso complementarse en el presente
documento con el sistema Multi Track Diplomacy, el cual está conformado por una
serie de actores que son propicios para la construcción de la paz; dicho modelo
fue aquí llamado paz híbrida multiactor.
Entendiendo que el proceso de paz que se sostiene en La Habana (Cuba) entre el
Gobierno y las FARC responde a las exigencias de construcción de la paz liberal y
que, debido al fracaso de conformar un programa para la paz desde las elites, que
se vivió en otros países, se plasmó aquí el modelo de paz híbrida multiactor, como
un modelo posible para el potencial escenario de posnegociación, que se empieza
a vislumbrar como resultado de las negociaciones de La Habana.
50
Bibliografía
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Javeriana.
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Estado; la paz, asunto de gobiernos. La Otra Tribuna. Disponible en