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1 4 C I E N C I A H O Y
L a soja se ha convertido en el principal cultivo de
laArgentina, tanto en superficie implantada como enproduccin. En
los ltimos 15 aos, estas se multi-plicaron, respectivamente, unas 3
y 5 veces. En la cam-paa 2003/04 se sembraron 14,2 millones de
hectreasy se produjeron 34,8 millones de toneladas de soja
y,tomando tambin sus productos, en 2003 la soja origi-n el 45% de
las exportaciones agrcolas del pas. Elboom de la soja es parte de
un fenmeno anterior msamplio: la creciente preponderancia de la
agricultura enla produccin agropecuaria extensiva argentina,
algoque tambin se advirti en el resto de Sudamrica.
Esta expansin agrcola es un caso particular delos frecuentes
cambios producidos por los huma-
nos en el uso del suelo, o en el tipo de aprovecha-miento que
realizan de los ecosistemas terrestres.Hoy, tal cambio es parte
importante del llamadocambio global, junto con las alteraciones
climticasy las modificaciones en la composicin atmosfrica.Por lo
tanto, sus consecuencias exceden el mbitolocal o regional. La
expansin agrcola influye sobreel clima, los ciclos del agua, el
carbono y el nitrge-no en la biosfera, las emisiones de gases
causantesdel efecto invernadero y la biodiversidad. Al mismotiempo,
ante una demanda creciente de alimentos yfibras, el aumento de la
superficie agrcola aparececomo un proceso ineludible. Sus
consecuenciassociales y ambientales, por otra parte, subrayan
la
AARRTTCCUULLOO
Expansin agrcola y cambios en el uso del sueloJos M Paruelo,
Juan P Guerschmany Santiago R VernFacultad de Agronoma, UBA
< -0,5%
-0,5 a + 0,5%
+0,5 a 1,5%
> 1,5%
Figura 1. Cambio anual del porcentaje de las superficies
dedicadas a cultivos por partido o departamento, 1988-2002.
Izquierda: cultivosanuales; derecha: todos los cultivos. Fuente:
censos agropecuarios, INDEC.
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importancia de planificar con cuidado la expansindel rea
cultivada por medio de una accin estatalque gue y controle la
operacin de los mercados y,sobre todo, que asegure que las
decisiones econ-micas privadas tomen en consideracin los
costospblicos y los efectos de largo plazo.
La expansin agrcola genera diferentes opinio-nes. Por una parte,
la produccin agropecuaria ysus sectores industriales y comerciales
asociadoscelebran la incorporacin de nuevas reas producti-vas al
mapa agrcola del pas y los ingresos quegeneran. Por otra parte, las
entidades conservacio-nistas alertan sobre riesgos para la
continuidad delos ecosistemas, mientras grupos polticos
pronos-tican efectos sociales negativos. Para poder planifi-car el
uso del suelo hay que disponer, primero, de lainformacin bsica: la
tasa de expansin del reaagrcola, su distribucin espacial, los
controlesambientales aplicados, y las dimensiones tecnolgi-cas,
socioeconmicas y polticas del fenmeno. Enesta nota describimos
algunos de los cambios ope-rados en el uso del suelo en buena parte
de laArgentina sobre la base de estadsticas oficiales ydel
procesamiento de imgenes satelitales.
Durante el perodo 1988-2002, los censos agro-pecuarios del INDEC
muestran que la superficiededicada a cultivos anuales se expandi en
el pas auna tasa media cercana al 0,3% anual. Tales cambiosno
fueron uniformes, ni en el espacio (figura 1) ni enel tiempo.
Considerando todo el perodo, los mayo-res incrementos ocurrieron en
Crdoba (14% de lasuperficie de la provincia fue convertida a
agricultu-ra), Entre Ros (10%), Santa Fe (10%) y Buenos Aires(6%).
En provincias con menor tradicin agrcola,como Salta, Chaco y
Santiago del Estero el reasembrada aument un 4%, pero, adems, el
cambiose concentr en unos pocos departamentos (verrecuadro Cambios
ambientales y responsabilidadde los cientficos: el caso del
noroeste argentino).
Esta expansin agrcola estuvo acompaada deun cambio en la
importancia relativa de los distintoscultivos (figura 2). Lo ms
importante fue el aumen-to del rea con soja, un cultivo marginal en
la dca-da del 70 que ahora ocupa ms de un tercio del reacultivada
(38%). La superficie implantada con estaoleaginosa aument a un
ritmo medio de 275.000hectreas por ao (figura 2c). Otros cultivos,
como elarroz, el girasol, el trigo y la avena experimentaron
V O L U M E N 1 5 N 8 7 ( J U N I O - J U L I O , 2 0 0 5 ) 1
5
Figura 2. Participacin de los distintos cultivos anuales en el
rea implantada de la figura 1 en 1969/70-1973/74 (a) y
1998/99-2002/03 (b). Ritmo medio anual de cambio de la superficie
de distintos cultivos entre 1970 y 2003 (c). Fuente: encuestas
agropecuarias de la SAGPyA.
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AARRTTCCUULLOO
1 6 C I E N C I A H O Y
H Ricardo Grau, N Ignacio GasparriLaboratorio de
InvestigacionesEcolgicas de las Yungas, UniversidadNacional de
Tucumn
T Mitchell AideDepartamento de Biologa, Universidadde Puerto
Rico
La destruccin de los bosques dellanura a causa de la expansin
agrcolaes el proceso de degradacin ambientalms intenso del noroeste
de laArgentina. Las reas ms afectadas sonaquellas con poca
pendiente y suficientelluvia como para permitir agricultura
sinriego. En esta situacin se encuentran elsector ms hmedo del
Chacooccidental y las selvas pedemontanasde las Yungas. La
actividadagroindustrial de la regin estuvohistricamente asentada en
esosambientes y, hoy, en Tucumn casi latotalidad de la selva
pedemontana entierras planas y un 80% del bosquechaqueo de llanura
han sidoreemplazados por agricultura. En elpresente, la agricultura
se expanderpidamente en Salta, provincia quecombina una de las
tasas dedeforestacin ms altas del pas con unaalta diversidad
biolgica.En el este de Salta, casi 600.000hectreas de bosque
fuerontransformadas en agricultura en losltimos treinta aos, como
se aprecia enlas imgenes satelitales. Este procesocomenz,
probablemente comoconsecuencia del aumento en lasprecipitaciones en
la segunda mitad delsiglo XX. Desde mediados de la dcadade 1990, la
reduccin de costos deproduccin por la difusin de la sojatransgnica
trabajada por siembradirecta, aceler la deforestacin. Casi lamitad
del Chaco salteo que recibe msde 600mm de lluvia anual ha
sidotransformada en tierras agrcolas,principalmente para soja. A
esto sesuma aproximadamente el 60% de susselvas pedemontanas
ubicadas entierras planas, que se han transformadoen cultivos,
principalmente caa de
azcar, citrus y soja. Con las tasas dedeforestacin actual, la
totalidad de lasselvas pedemontanas en terrenosplanos desapareceran
entre 2050 y2100. Buena parte de esa expansinagrcola ha sido
motivada por labsqueda de los beneficios econmicosde corto plazo
sin tener en cuenta loscostos ambientales y sin controlesestatales
eficientes. Los entes estatalesencargados de controlar los
desmontesen Salta llegaron a desafectar unareserva provincial para
ser sembradacon soja.La acelerada deforestacin desencadenuna
actividad sin precedentes de gruposconservacionistas, que fue
ampliamentedifundida por los medios nacionales yabre una
oportunidad importante dediscusin pblica de las polticas
deconservacin. En ese debate, lainvestigacin cientfica debera
informar
a la poblacin acerca de los beneficios,costos y riesgos de los
cambiosambientales, sin omitir lasincertidumbres y la
complejidadasociada con ellos. Sin embargo, eldiscurso
conservacionista, a vecesrespaldado por cientficos, ha sido
hastaahora demasiado simplista, enfatizandolos aspectos negativos y
despreciandolas incertidumbres.Por ejemplo, se ha exagerado en msde
diez veces la tasa de deforestacinde la selva pedemontana al
indicarseque esta desaparecera en cinco aos apartir de 2003. Tambin
se exager eldecir que las selvas pedemontanas ensentido
biogeogrfico y las Yungas engeneral estn amenazadas por laexpansin
agrcola. En realidad, laamenaza se restringe a los sectores deselva
pedemontana en tierra plana.Cientos de miles de hectreas de
selvas
Cambios ambientales y responsabilidad de los cientficos:
Figura I. Imgenes Landsat MSS(1972) y TM (1984 y 2001) del
estede Salta. Muestran el avanceagrcola sobre los bosqueschaqueo y
pedemontanoevidenciada por el mayor nmeroy extensin de reas
rectangularesclaras y anaranjadas. El recuadroamarillo indica el
rea ampliada enla figura II.
Figura II. Ambas imgenes enfocanun mismo lugar del este de
Salta.La de la izquierda (1972) muestra elbosque sin agricultura y
conganadera, evidenciada por lospuestos que se notan como
reasclaras casi circulares. En el mismolugar, 29 aos ms tarde
(imagende la derecha, 2001), puede verse elavance de la agricultura
sobre elbosque (rectngulos celestes,naranjas, rojos) y la reduccin
deltamao (1) o la desaparicin (2) delos puestos ganaderos en la
zonaque no haba sido deforestada.
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V O L U M E N 1 5 N 8 7 ( J U N I O - J U L I O , 2 0 0 5 ) 1
7
pedemontanas y montanas sobreterrenos con pendiente, que
conservanla enorme mayora de la biodiversidad yproporcionan los
servicios ecolgicosde las yungas, no estn amenazadospor la expansin
la agrcola.El discurso conservacionista seala quela transformacin
de bosques en tierraagrcola condenar a los salteos a lapobreza y
que los bosques son unaimportante fuente de alimentos,afirmaciones
que no tienen sustento.Tucumn ha deforestado toda su
selvapedemontana y gran parte de suambiente chaqueo, con
clarosbeneficios econmicos. En realidad lariqueza de todo el
noroeste se basa enla agricultura practicada en esas reas.La
contribucin de los bosques a laalimentacin mediante
prcticastradicionales como caza de subsistencia,agricultura
itinerante y ganaderaextensiva es minscula: entre 100 y10.000 veces
menor que la de laagricultura moderna por unidad desuperficie. Los
problemas alimenticiosde la humanidad solo pueden resolversecon
cultivos de alto rendimiento, comola soja y la caa de azcar, que
permitenproducir alimentos eficientemente yreducir as la presin
sobre otrosecosistemas. La expansin de laagricultura intensiva
favorece laurbanizacin poblacional, que sueleacarrear mejoras para
las poblacionesmarginales, pues sus carenciasalimenticias,
educativas y de saludpueden atenderse ms eficazmente enel medio
urbano. Tambien se ha afirmado que con lasiembra de la soja, se
cosecharninundaciones. El efecto de ladeforestacin para facilitar
la expansinagrcola del noroeste sobre ciudadesque se encuentran mil
kilmetros aguasabajo en la cuenca del Plata esprobablemente mnimo.
En el noroestela soja se siembra en tierras planas,aguas abajo de
las poblaciones y obrasde infraestructura importantes para laregin.
Ms bien sucede lo contrario: lasinundaciones ms importantes en
elnoroeste se originan en las montaas,donde la vegetacin parece
estar
recuperndose como consecuenciaindirecta del desarrollo
agroindustrial enlas tierras planas. Tal vez la principal limitante
de estosmensajes es que ignoran la complejidadde las interacciones
entre sistemasnaturales y humanos, de la que puedenresultar
beneficios tanto para laconservacin de la naturaleza comopara el
desarrollo socioeconmico.Paradjicamente, la agricultura modernaen
las tierras planas y hmedas delnoroeste puede contribuir a
larecuperacin de otros ecosistemas. La migracin de poblacin rural a
lasciudades motivadas por el desarrollo delpedemonte disminuye la
intensidad deuso de reas marginales para laagricultura o la
ganaderia, como losecosistemas de montaa o los sectoresms ridos del
Chaco. Hay indicios deque la disminucin de la ganadera
hacontribuido a la expansin del bosqueen las Yungas y en los valles
secosintermontanos. Aunque la agriculturahaya eliminado cientos de
miles dehectreas de bosque en el Chacosemirido, todava quedan
millones dehectreas de bosque en su mayora muydegradadas por
sobrepastoreo. Lasimgenes satelitales sugieren que elabandono de
los puestos de ganaderaextensiva estara favoreciendo larecuperacin
del bosque. La transicin auna economa basada en
agriculturaintensiva y urbanizacin poblacionalpuede jugar un papel
importante enrecuperar la biodiversidad y losservicios ecolgicos de
estos sistemas.La conservacin de la naturaleza y elaprovechamiento
de los recursosnaturales requieren un balance entretransformacin,
proteccin yrecuperacin de los ecosistemas. Paraperseguir este
objetivo de manerademocrtica es necesario que lasociedad est bien
informada y que lasdecisiones polticas sean tomadas sobrela base de
buena informacin cientfica.El desafo de la ciencia es
producirinformacin de calidad y procesarla demanera objetiva para
transferirla a lasociedad. La produccin de informacinambiental en
el noroeste argentino se
ha incrementado sustancialmente en lasltimas dcadas y parece
encaminada aentender la dinmica de las principalesamenazas
ambientales de la regin,entre las que se encuentra la
expansinagrcola. Falta an un impulso decididode los acadmicos para
asegurar que latransferencia de esa informacin seaobjetiva e
independiente.
el caso del noroeste argentino
H Ricardo GrauPh.D. Geography, University ofColorado at
BoulderInvestigador asistente CONICET;Jefe de trabajos
prcticos,Facultad de Ciencias Naturales,Universidad Nacional
[email protected]
N Ignacio GasparriIngeniero forestal. Universidad Nacional de La
Plata. Becario de doctorado, [email protected]
T Mitchell AidePh.D. Universtity of Utah.Full professor,
Universidad dePuerto [email protected]
-
1 8 C I E N C I A H O Y
una leve expansin. El incremento del trigo estrelacionado con el
de la soja, por la difusin deldoble cultivo (trigo ms soja),
asociado con tcnicasde siembra directa (ver recuadro Mtodos
delabranza). Por contraste, el rea con centeno y consorgo disminuy
drsticamente: representaba el28% del rea sembrada en el quinquenio
1969-1973y fue menos del 4% en los ltimos 5 aos (figura 2).Tales
transformaciones dieron lugar a una reduccinen el nmero de cultivos
agrcolas que se realizan encada partido o departamento provincial.
Por ejem-plo, en Buenos Aires y Santa Fe cay entre la mitady las
tres cuartas partes en los ltimos 25 aos.
Qu se perdi a cambio de la ganancia de tie-rras agrcolas? La
respuesta vara segn la zonaconsiderada. En la regin pampeana,
incorporada ala agricultura a principios del siglo XX, los
cultivosanuales no avanzaron tanto sobre vegetacin natu-ral como
reemplazaron cultivos perennes, mayori-tariamente pasturas
sembradas, compuestas poralfalfa y otras forrajeras, que antes
ocupaban lospotreros durante 4-5 aos en alternancia con unnmero
similar de aos de cultivos anuales. Poreso, en Santa Fe o Buenos
Aires se observa queaumentaron los cultivos anuales, pero la
superficiecultivada total, que incluye a las pasturas, noaument e,
incluso, disminuy (figura 1).
Contrariamente, en las provincias del norte ybuena parte de
Crdoba (ver recuadro Deforesta-
cin y avance de la frontera agropecuaria en elnorte de Crdoba),
los cultivos anuales reemplaza-ron vegetacin natural. Las
estadsticas oficiales nopermiten percibir esta variacin debido a la
resolu-cin espacial de los datos: los cambios estn con-centrados en
algunos polos agrcolas ubicados endepartamentos de gran extensin y
la merma de lasuperficie ocupada por bosques y montes se diluyeen
la superficie total del departamento. Pero el an-lisis de imgenes
de satlite revela la situacin. Enel nordeste de Salta, en la campaa
agrcola2002/2003, el 51% de los cultivos de soja (unas157.000ha)
fue sembrado sobre reas que en1988/1989 estaban ocupadas por
vegetacin natu-ral, mientras que el resto fue sembrado en
tierrasque ya entonces eran agrcolas. El 89% de la vege-tacin
natural reemplazada por soja (el cultivo msdinmico en la zona)
correspondi a vegetacin deChaco seco (bosques de quebracho,
palosanto,duraznillos y otras especies), un 5% a selva
pede-montana, y un 5,7% a Chaco serrano.
En las provincias consideradas en este artculo,la expansin
agrcola fue acompaada entre 1988 y2002 por un aumento de la carga
animal en elcampo. En la mayor parte de la zona cerealera pam-peana
la carga ganadera disminuy, mientras queen las reas que, sin serlo
antes, se transformaronen agrcolas, o las que rodean al ncleo
agrcolapampeano, aument (figura 3a). Si se refiere el
AARRTTCCUULLOO
< -25%
-25% a 0%
0% a +25%
+25% a +50%
> +50%
Figura 3. Cambio porcentual de la carga animal entre 1988 y 2002
por partido o departamento (izquierda). Cambio de la superficie
forrajera:campo natural, pasturas implantadas, verdeos, montes
naturales. No pudo calcularse para Salta y Santiago del Estero
fallas de las bases dedatos (derecha). Fuente: censos
agropecuarios, INDEC.
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V O L U M E N 1 5 N 8 7 ( J U N I O - J U L I O , 2 0 0 5 ) 1
9
Carina R lvarezFacultad de Agronoma, UBA
La labranza, que es la preparacin delsuelo para la siembra o
preparacin de lacama de siembra, puede realizarse dedistintas
maneras. Durante mucho tiempose utiliz el arado de reja y vertedera
paracomenzar esa preparacin, una mquinaque cortaba los primeros 18
a 20cm delsuelo y los apoyaba invertidos al costadode donde los
haba quitado. La reja era lacuchilla que cortaba la tierra y la
vertederael dispositivo que la inverta paradepositarla. Segn la
potencia de traccindisponible (primero caballos y luegotractores),
los arados podan tener ms omenos rejas operando simultneamente.Dos
o tres meses antes de la siembra serealizaba una pasada con el
arado, que alinvertir la franja indicada de tierra,enterraba el
residuo del cultivo anterior (orastrojo) y, as, se iniciaba el
barbecho.Luego, se realizaban dos o tres pasadasde rastra de
discos, unos casquetes quefragmentan los trozos de suelo, y
unapasada de rastra de dientes, con elobjetivo de refinar el suelo
y controlarplagas (insectos, malezas yenfermedades). Con esta forma
de trabajose llegaba al momento de siembra con elsuelo enteramente
descubierto (figura I),pero aflojado, aireado y mezclado, lo
quefavorece que penetre el agua y obstaculizala propagacin de
plagas vegetales yanimales. Comnmente, esta manera depreparar el
suelo se denomina labranzaconvencional. En ella, el control
demalezas durante las primeras etapas delcultivo se realiza con
maquinaria. El usodel arado de reja y vertedera (que enalgunos
casos era reemplazado por el
arado de discos, en el que el dispositivode corte e inversin del
suelo era uncasquete circular cncavo) ha perdidoimportancia en la
Argentina.Con el tiempo, dados los problemas deerosin de la tierra
arada, comenzaron autilizarse sistemas menos agresivos delabranza,
que no producan la inversincompleta de los primeros centmetros
delsuelo. Se reemplaz el arado de reja yvertedera por el cincel, un
dispositivoformado por pas que remueven losprimeros 15 a 20cm de
suelo. El siguientepaso fue eliminar la labranza profunda
yreemplazarla por el solo pasaje de lasrastras de disco y de
dientes. Estas formasde labranza son comunes hoy y sedenominan,
segn sus variantes, labranzareducida, conservacionista o vertical.A
partir de los aos noventa, se extendien pas el uso de la siembra
directa olabranza cero. En este caso, el rastrojo delcultivo
anterior se mantiene en lasuperficie y no se realizan labranzas.
Lasmalezas, entre y durante los cultivos secombaten con herbicidas.
Al momento dela siembra el suelo suele estar cubiertopor una capa
de rastrojo (figura II), sobrela cual se siembra con sembradoras
quecortan ese manto de desechos y hacenuna incisin en la tierra de
entre 3 y 7cmde profundidad, segn el cultivo, en la quedepositan la
semilla. El mtodo evita laerosin del suelo pero puede endurecersu
superficie. Hoy alrededor del 60% de lasuperficie sembrada con
granos utiliza lasiembra directa.Independientemente de la forma
delabranza, se habla de cultivos de inviernoy cultivos de verano,
de acuerdo con laestacin en que crecen. Entre los primerosestn el
trigo, la cebada, la avena y la
colza. Los segundos son el maz, la soja, elgirasol, el sorgo y
el algodn, entre otros.Otra distincin es entre cultivos deprimera y
cultivos de segunda, segn secultive el lote una vez en el ao o se
lohaga dos veces. Los cultivos de primerase siembran en la fecha
ptima. Porejemplo, la soja de primera se siembra enoctubre en la
pampa ondulada (norte deBuenos Aires y sur de Santa Fe yCrdoba).
Cuando se realizan dos cultivospor ao en un lote, el inicial se
siembra enfecha ptima y el otro solo se puedesembrar inmediatamente
despus decosechado aquel, por lo que su fecha desiembra resulta
desplazada de la ptima.As, en la zona indicada, la soja desegunda
se siembra en seguida de lacosecha el trigo, en diciembre o
primerosdas de enero (figura III). Por ello, uncultivo de segunda
rinde menos que susimilar de primera, pero proporciona unacosecha
adicional en el mismo ao, locual, en determinadas
condiciones,mejora la rentabilidad de la empresa.
Mtodos de labranza
Figura I. Suelo labrado de maneraconvencional fotografiado en el
momento de la siembra.
Figura II. Suelo listo para proceder a lasiembra directa.
Figura III. Nacimiento de soja de segundasembrada de manera
directa sobre un rastrojode trigo recientemente cosechado.
Carina R lvarezMagister scientiae en ciencia delsuelo, UBA,
Ingeniera agrnoma, UBA.Profesora adjunta, FAUBA.Investigadora
asistente [email protected]
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2 0 C I E N C I A H O Y
incremento de la carga ganadera, no al rea agro-pecuaria total,
sino a la de pastoreo, que incluyecampo natural, monte nativo,
verdeos (cultivosanuales en los que se hace pastar el ganado antes
oen lugar de que sean cosechados) y pasturasimplantadas, la carga
aument muy notoriamente(figura 3b). El aumento fue de
aproximadamente el11% de los valores de carga observados en los
cen-sos de 1988. Solo Corrientes, Entre Ros y Formosamostraron una
ligera retraccin de la carga calcula-da de esta manera.
El fenmeno que venimos comentando es laconsecuencia de causas
sociales, econmicas, pol-ticas, tecnolgicas y ambientales. La
expansin delas tcnicas e implementos de labranza mnima ysiembra
directa, los precios internacionales de cier-tos productos
primarios, el cambio de escala de laempresa agrcola y la
disponibilidad de capitalfinanciero que se canaliz a los consorcios
de siem-bra fueron las ms frecuentemente invocadas paraexplicar los
cambios. La importancia relativa deestos y otros factores vara de
una zona a otra y,
AARRTTCCUULLOO
Marcelo R Zak y Marcelo CabidoInstituto Multidisciplinario de
BiologaVegetal, CONICET - Universidad Nacionalde Crdoba
Antes de la llegada de los blancos, laregin del Gran Chaco
estaba cubiertapor bosques maduros que alternabancon parches de
pastizalesperidicamente quemados por losaborgenes. Este relativo
equilibrio fuealterado cuando los colonizadoreseuropeos ocuparon la
regin, agotaronel forraje de los pastizales y ocasionaronla tala
selectiva de los bosques para craextensiva de ganado. Tal situacin
semantuvo por ms de cuatro centurias,hasta que el arribo del
ferrocarril diolugar a una intensa tala de rboles parala produccin
de durmientes, postes,lea y carbn, as como la extraccin detanino.
Durante la segunda mitad delsiglo XX, la intensificacin de
laactividad agroganadera aceler elproceso de corte del bosque
chaqueo,la segunda masa forestal en extensinde Sudamrica y, hasta
entonces, unade las menos degradadas del mundo.En la parte chaquea
de la provincia deCrdoba, en el norte de esta, lasuperficie de
bosques se redujo un 85%entre 1969 y 1999: alrededor de 1,2millones
de hectreas de bosquesfueron convertidas en cultivos, camposde
pastoreo, bosques bajos omatorrales, como se puede apreciar enla
tabla. La tasa anual de desaparicinde estos bosques secos
estacionalesalcanz, entre 1969 y 1999, el 2,75% enlas llanuras y el
3,13% en las sierras.Estas tasas son superiores a la mediamundial y
aventajan, incluso, a lasconstatadas en bosques tropicales.Como
referencia, la FAO indica que la
prdida total de bosques del planetadurante el siglo XX fue del
15%.Los cambios del uso del suelo y decobertura vegetal en el norte
deCrdoba fueron, al parecer, resultado devarias causas, entre
otras, alteracionesen el rgimen de lluvias, nuevastecnologas,
condiciones favorables enel mercado internacional de granos,
queexplican la expansin de los cultivos desoja en esa zona, as como
los cambiosen las tasas de extraccin de lea ymadera y en la
ocurrencia de incendios.En tanto los propietarios de tierras y
losproductores agropecuarios continenpercibiendo a la transformacin
de losterritorios forestales como fuente
importante de ganancias econmicas, yla totalidad de los costos
de taltransformacin, en especial lasconsecuencias de la alteracin
de losecosistemas, no recaiga sobre lasempresas (Camadro y Cauhp
2003),es decir, no sea internalizada, esprevisible que contine, e
inclusoaumente, la expansin de la agriculturaen la regin. Por otra
parte, estefenmeno sera, durante los prximosaos, comn a toda
Latinoamrica. Demantenerse tal tendencia, los extensosbosques del
Gran Chaco veranseriamente amenazada su estabilidad ypodran hasta
desaparecercompletamente.
Deforestacin y avance de la frontera agropecuaria en el norte de
Crdoba
1969 1999Superficie % Superficie %
Vegetacin naturalBosques de llanura 1.193.400 44,2 208.700
7,7Bosques serranos 228.800 8,5 13.700 0,5Vegetacin de
reemplazoBosques y matorrales 50.600 1,9 614.200 22,8de
sustitucinVegetacin cultivada 83.600 3,1 746.000 27,6TOTAL
1.556.400 57,6 1.582.600 58,6
Tabla. Superficie en hectreas ocupada, en 1969 y 1999, en el
norte de Crdoba, por cuatro tiposde cobertura vegetal, y
porcentajes que representaban del total del territorio estudiado,
cuyaextensin es de unos 2,7 millones de hectreas.
Marcelo CabidoDoctor en ciencias biolgicas,Universidad Nacional
de Crdoba.Profesor titular de biogeografa,Universidad Nacional de
Crdoba.Investigador
[email protected]
Marcelo R ZakBilogo, Universidad Nacional de Crdoba.Profesor
titular de recursosnaturales y gestin ambiental,Univesidad Nacional
de [email protected]
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V O L U M E N 1 5 N 8 7 ( J U N I O - J U L I O , 2 0 0 5 ) 2
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seguramente, se pueden advertir interaccionesentre ellos. La
disponibilidad tecnolgica, las carac-tersticas de los suelos, la
capacitacin de la manode obra local, las tendencias climticas, la
relacinde los precios de los productos y los insumos, y
losincentivos fiscales influyeron en la tasa de expan-sin de cada
cultivo.
En buena parte de la provincia de Buenos Aireses posible que la
principal restriccin al crecimientoagrcola haya sido la
disponibilidad de suelos sinrestricciones de salinidad, alcalinidad
o anegamien-to, as como la competencia con actividades gana-deras
intensivas (produccin de leche y engorde denovillos o invernada).
Para superar las limitacionesasociadas al anegamiento o la
salinidad de los sue-los seran necesarios cambios tecnolgicos,
econ-micos o de infraestructura de gran magnitud. En elmedio
chaqueo, por lo contrario, la disponibilidadde suelos aptos no
habra sido el principal condi-cionante de la expansin agrcola.
Mientras en laregin pampeana ms del 49% de los suelos conmayor
aptitud agrcola estaban ocupados en lacampaa 2003-2004 por cultivos
anuales, en el estede Salta solo un 20% de los suelos ms aptos
esta-
ban bajo cultivo.Los cambios de clima pueden favorecer o
restrin-
gir la expansin agrcola. Muchas de las modificacio-nes asociadas
con los cambios climticos globalespueden afectar la distribucin de
los cultivos debidoa factores como aumentos de la temperatura (y,
con-secuentemente, la evaporacin de agua), sequas oinundaciones.
Nuevamente, estos efectos varanespacialmente y dependen de otros
factores. Lasmayores lluvias de la regin chaquea han sido
invo-cadas como una de las causas de la expansin agr-cola en las
provincias que la integran. No est clarosi se trata de un cambio
permanente o transitorio,incertidumbre que pesa sobre algunas reas
en lasque la agricultura ha avanzado hace poco. Si se vol-viera a
un rgimen seco, los nuevos polos agrcolassufriran seriamente, con
consecuencias que podranextenderse al resto de la sociedad por la
cadena deinsumos y servicios, ms el hecho de que los pro-ductores
reclamaran subsidios para hacer frente auna situacin climtica que
creeran extraordinariacuando, en realidad, podra no ser tal.
Hasta aqu una descripcin de los hechos, pre-sentada con el
expreso cuidado de evitar juicios de
Figura 4. Posibles transformaciones del medio chaqueo. El grosor
de la flecha hace referencia a la probabilidad de la transicin.
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2 2 C I E N C I A H O Y
valor. La discusin sobre la conveniencia de laexpansin agrcola,
que est ms cerca de tales jui-cios o puede entrar decididamente en
el terreno deestos, necesita especificar con relacin a quin sehace
el anlisis. Es decir, la percepcin de los incon-venientes y las
bondades del proceso vara segnlos grupos sociales o de inters que
se consideren.La tarea del sistema cientfico y tecnolgico es
pro-porcionar evidencias y anlisis que permitan ilumi-nar y hacer
ms racional el debate eminentementepoltico entre esos grupos,
requerido para podertomar las decisiones colectivas del caso.
Consideremos el caso de la regin natural cha-quea, que abarca
varias provincias. La transforma-cin de bosques nativos en reas
agrcolas estimpulsada, sobre todo, por el inters privado en
unaactividad altamente rentable. El estado, por suparte, percibe
parte de los ingresos por la va fiscal.Pero la produccin del bien,
soja en este caso, causala alteracin del ecosistema, cuya
estructura y fun-cionamiento resultan modificados. La
evidenciaemprica muestra que el reemplazo de vegetacinnativa por
cultivos disminuye en forma significativala capacidad del
ecosistema de fijar el carbonoatmosfrico, es decir, de extraer del
aire dixido decarbono, el principal contribuyente al efecto
inver-nadero. Probablemente las consecuencias en estamateria sean
ms graves, porque es necesario con-siderar la quema inicial del
monte, que libera CO2 ala atmsfera, y la mayor descomposicin de
vege-tacin que ocasionan las labores agrcolas (aun con
siembra directa), que tiene el mismo efecto. Tnga-se presente
que, a partir de la ratificacin del proto-colo de Kyoto, la
capacidad de sus ambientes natu-rales de secuestrar carbono puede
convertirse enuna mercanca transable en un mercado global.
Elreemplazo de la vegetacin natural por cultivada yla alteracin del
funcionamiento del ecosistemaafectan tambin otros servicios
provistos este,como, entre otros, la regulacin natural de las
cuen-cas hdricas, que mitiga las inundaciones y mejorala calidad de
las aguas; la conservacin de la diver-sidad biolgica, un patrimonio
gentico que tienecreciente valor, incluso econmico, para
propsitostan diversos como la alimentacin y la industria
far-macutica; la proteccin contra la erosin del suelo,o la
recreacin y el turismo. En esta corta referenciase puede advertir
que muchos de estos costos (obeneficios perdidos) causados por la
expansinagrcola no afectan solo a la empresa agropecuariaque
explota la tierra, sino que recaen sobre toda lasociedad. En otras
palabras, hay costos pblicos osociales que el empresario no toma en
cuenta por-que no afectan la rentabilidad privada o individualde la
actividad. La rentabilidad para toda la socie-dad o rentabilidad
social resulta as menor que larentabilidad para la empresa o
rentabilidad privada,debido a dichos costos, tambin llamados
costosexternos o externalidades. Existen, sin embargo,caminos por
los que el estado puede corregir estadiscrepancia y lograr que la
empresa tome en cuen-ta los costos sociales en sus decisiones, es
decir,que convierta los costos externos en internos.
El esquema de la figura 4 resume la posible din-mica de
transformacin de los ambientes chaque-os. El ecosistema natural
proporciona a la sociedadla mayor cantidad de bienes y servicios
pblicos,como los indicados en el prrafo anterior, que no tie-nen
precio de mercado porque no pueden asignarsea los consumidores por
ese mecanismo. Un agroe-cosistema basado en el monocultivo de soja
brinda ala sociedad mayor cantidad de bienes y servicios pri-vados,
que se transan en los mercados nacionales einternacionales. Pero
esta no es la nica transforma-cin posible del medio natural. Un
ordenamientoterritorial equilibrado permitira definir sistemas
mix-tos, que combinen parches de vegetacin nativa conagricultura y
ganadera, y que proporcionen a lasociedad la combinacin adecuada de
bienes pbli-cos y privados, es decir, que obtengan la mayor
ren-tabilidad social y tomen en cuenta los efectos econ-micos y
ambientales de largo plazo.
La importancia de planificar la transformacin sedebe a que los
cambios de uso del suelo pueden serirreversibles. Por otro lado es
probable que la pro-duccin agrcola y el funcionamiento del
ecosiste-ma no varen en forma regular con el aumento de la
AARRTTCCUULLOO
Aumento de la superficie agrcola
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Figura 5. Cambios hipotticos en los volmenes de produccin
amedida que aumenta la superficie cultivada en un medio
natural(lnea roja). Los aumentos tienen tasa decreciente por la
sucesivaincorporacin de tierras menos aptas. Las lneas verdes
indican tresposibles formas de funcionamiento del ecosistema a
medida queaumenta la superficie cultivada. La flecha sobre la
derecha indica elposible nivel mnimo aceptable por parte de la
sociedad de esefuncionamiento. Las flechas verticales indican el
aumento de lasuperficie agrcola correspondiente a cada una de las
formasconsideradas viables con ese funcionamiento mnimo.
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V O L U M E N 1 5 N 8 7 ( J U N I O - J U L I O , 2 0 0 5 ) 2
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superficie agrcola (tcnicamente, no son una fun-cin lineal de
esta). As al aumentar la superficieincorporada a la agricultura
puede esperarse un cre-cimiento con tasa decreciente de los
volmenestotales producidos, como se aprecia en la figura 5.El
aumento del rea cultivada tendra un efectonegativo sobre el
funcionamiento del ecosistema,pero esa cada puede adquirir distinta
dinmicasegn la forma concreta que tome ese aumento.Para cada una de
esas posibles formas, dado unmximo tolerable de disminucin de los
beneficiosdel ecosistema natural, hay un lmite mximo deexpansin
agrcola, como lo indica dicha figura.
Si bien el mencionado lmite mximo tolerablede disminucin de los
beneficios del ecosistemanatural depende de las preferencias y
valores decada uno, y colectivamente de la capacidad denegociacin y
poder de los distintos grupos socia-les, la determinacin de los
efectos ambientales (laforma de las curvas en la figura 5) escapa a
esasconsideraciones y puede (y debe) ser hecha demanera objetiva.
Para cada una de las alternativasde uso planteadas en la figura 4
podran estimarselos beneficios privados y pblicos y calcularse
suvalor para la sociedad (tengan o no precio de mer-cado), as como
establecerse a qu grupos socialesfavoreceran y a cules
perjudicaran, como unabase objetiva para planificar el uso del
territorio.
Es cierto que el sistema poltico necesitar resolverlos
conflictos que se susciten entre actores sociales opolticos que
difieran en sus valores y preferencias.Esos conflictos se plantearn
en cuanto a qu bienes yservicios producir, y a cmo distribuir sus
beneficios ysus costos entre los miembros de la sociedad. Pero
lafuncin del sistema poltico es, precisamente, resolverconflictos
de esa clase. Sera, entonces, funcin delestado establecer un
ordenamiento territorial quesatisfaga las preferencias de la
sociedad. Y sera fun-cin de los acadmicos proporcionar la
informacintcnica sobre cuya base los distintos grupos
socialespuedan definir y formular esas preferencias.
Est el estado en condiciones de generar polti-cas de
ordenamiento territorial? Sin duda, tieneserios problemas para
hacerlo: No dispone de la informacin sobre los cambios
en el uso del suelo por cada establecimiento, loque le impide
tanto controlar lo que sucede comoutilizar instrumentos fiscales
para alentar o desa-lentar determinadas acciones.
Sabe relativamente poco acerca del efecto de loscambios de uso
del suelo sobre los servicios quebrinda el ecosistema natural, como
la regulacinhdrica, el control de la erosin, la conservacinde la
biodiversidad, etctera.
No dispone de los medios institucionales, ni en elmbito
nacional, ni en los de las provincias y
municipios: no existen agencias especficas quepuedan encargarse
del ordenamiento territorial otiene escasa capacidad para
hacerlo.
La legislacin aplicable es inadecuada, pues con-cede el derecho
de decidir sobre el uso y modifi-cacin de la vegetacin y el suelo
casi exclusiva-mente al propietario o tenedor del predio.
Desconocer la importancia del sector agrope-cuario en una regin
como la chaquea es unanecedad, pero tambin lo es, y aun mayor,
noadvertir los riesgos de tomar decisiones sobre eluso de los
recursos naturales que no tengan cuida-dosamente en cuenta los
efectos que se produciranen mbitos que exceden a las explotaciones
ruralesy al mismo sector agropecuario. La mayor parte delos pases
europeos han establecido polticas rigu-rosas de ordenamiento
territorial. La Argentina estmuy atrasada en la materia, a tal
punto que todavano ha realizado una discusin racional, basada
enfundamentos tcnicos, que conduzca a definir pol-ticas y prcticas
de manejo orientadas a obtener lacombinacin adecuada de explotacin
y conserva-cin, acorde con los objetivos y preferencias polti-cas
de la sociedad. CH
Jos M ParueloPhD. Colorado State University, EEUU.Profesor
adjunto, Facultad de Agronoma, UBA.Investigador independiente,
CONICET.Director del Laboratorio de Anlisis Regional y
Teledeteccin, [email protected]
Juan P GuerschmanIngeniero agrnomo, UBA.Jefe de trabajos
prcticos, Facultad de Agronoma, UBA.Investigador del Laboratorio de
Anlisis Regional y Teledeteccin, [email protected]
Santiago R VernIngeniero agrnomo, UBA.Auxiliar docente, Facultad
de Agronoma, UBA.Becario doctoral, CONICET.Investigador del
Laboratorio de Anlisis Regional y Teledeteccin,
[email protected]