PAPEL QUE REPRESENTA EL ADMINISTRADOR FINANCIERO Este libro ha sido escrito bajo el punto de vista del administrador financiero, o sea, el individuo que planea los fondos necesarios para un negocio, allega dichos fondos y los coloca en uso efectivo. Puesto que en todos los campos de actividad de un negocio, se utilizan y se necesitan fondos, el papel del administrador financiero es de vital importancia para todos los diferentes sectores de la dirección de una empresa. Debido a que el administrador financiero distribuye los recursos dentro de una firma, los métodos y políticas que utiliza deberán ser estudiados detalladamente por los economistas. El objetivo de este libro es desarrollar la habilidad del administrador financiero, puesto que mientras más eficiente sea su funcionamiento, más dinámica será nuestra economía. Ya que las tareas de un administrador financiero típicamente son amplias y variadas, nuestra discusión podría verse obstruida con detalles concernientes a todas sus posibles funciones. Para evitar esto, dentro de lo posible, concentraremos nuestra atención en los principios básicos universalmente aplicables a todas las formas legales de negocios, que tienen como objetivo la obtención de utilidades. Si llega a la comprensión completa de estos principios, el administrador financiero podrá proceder a manejar problemas particulares con confianza y habilidad. EL PAPEL DE LAS FINANZAS EN LA ECONOMÍA 1
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Papel Que Representa El Administrador Financiero - 21 Paginas
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PAPEL QUE REPRESENTA EL ADMINISTRADOR FINANCIERO
Este libro ha sido escrito bajo el punto de vista del administrador financiero, o
sea, el individuo que planea los fondos necesarios para un negocio, allega
dichos fondos y los coloca en uso efectivo. Puesto que en todos los campos de
actividad de un negocio, se utilizan y se necesitan fondos, el papel del
administrador financiero es de vital importancia para todos los diferentes
sectores de la dirección de una empresa. Debido a que el administrador
financiero distribuye los recursos dentro de una firma, los métodos y políticas
que utiliza deberán ser estudiados detalladamente por los economistas.
El objetivo de este libro es desarrollar la habilidad del administrador financiero,
puesto que mientras más eficiente sea su funcionamiento, más dinámica será
nuestra economía. Ya que las tareas de un administrador financiero
típicamente son amplias y variadas, nuestra discusión podría verse obstruida
con detalles concernientes a todas sus posibles funciones. Para evitar esto,
dentro de lo posible, concentraremos nuestra atención en los principios básicos
universalmente aplicables a todas las formas legales de negocios, que tienen
como objetivo la obtención de utilidades. Si llega a la comprensión completa de
estos principios, el administrador financiero podrá proceder a manejar
problemas particulares con confianza y habilidad.
EL PAPEL DE LAS FINANZAS EN LA ECONOMÍA
En lo que respecta a la parte que representa el administrador financiero en la
consecución de fondos y la distribución de éstos para sus diferentes usos
dentro de un negocio, actúa como eslabón vital en el proceso de distribución de
recursos. Veremos que el administrador financiero deberá hacer para la
compañía lo que el sistema de precios hace para la economía. Para desarrollar
este punto procederemos en nuestra discusión empezando con el papel de la
firma u organización de nuestro sistema económico, siguiendo con un cierto
tipo de organización que opera dentro de este sistema económico y,
finalmente, trataremos sobre una función administrativa particular dentro de la
organización.
Formación de decisiones en las firmas modernas
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La nuestra es una economía de libre empresa, capitalista. ¿Qué significa esto?
Su significado más importante es que los recursos -materiales, trabajo y
capital- se distribuyen de acuerdo con un sistema libre de precios. La
restricción en el suministro de mercancías y servicios es racionada más o
menos automáticamente por los consumidores a través del sistema de precios.
Conforme aumentan los precios de los automóviles, la renuencia de algunos
compradores para adquirirlos los hace salir de este mercado; una disminución
en los precios impulsará la obtención de compradores adicionales. Si
deseamos describir la operación en términos más formales, podremos decir
que el sistema de precios distribuye las mercancías eficientemente igualando la
demanda y la oferta. Si bien el sistema de precios regula la distribución de
mercancías existentes, también determina cuáles de ellas entrarán a una
mayor demanda. El fabricante de automóviles, producirá éstos solamente sí
confía en que los consumidores los pagarán a un precio adecuado. En teoría,
él impulsa sus operaciones, hasta un punto en el cual la fabricación de un solo
automóvil más, no le daría una utilidad suficiente para hacer su producción
favorable.
La distribución de recursos en nuestra economía es automática en contraste
con otros sistemas económicos en los que ciertas autoridades
gubernamentales deciden las cantidades de los diferentes productos y servicios
que deben hacerse accesibles. Bajo nuestro sistema, los consumidores actúan
con una independencia considerable al tomar sus decisiones para adquirir una
mayor o menor cantidad de diferentes productos y servicios. En forma similar,
el fabricante de automóviles decide acerca de su programa de producción sin
conocer los planes del fabricante de dulces o de jabones, a pesar de que éstos
también se encuentran compitiendo por el dinero del consumidor. Estas
decisiones influyen en las decisiones de todos los demás productores y
consumidores, en un efecto parecido a la vigorosa interacción de los átomos
libres en una cámara de nubes, en la cual cada átomo afecta y se ve afectado
por todos los demás. Por ejemplo, si una persona decidiera convertir su planta
de calefacción doméstica para usar aceite en lugar de carbón, inmediatamente
influirá en las decisiones tomadas por productores y consumidores de estos
materiales. Al comprar aceite en lugar de carbón, posiblemente esta persona
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quedará más satisfecha, pero también originará que los productores de estos
artículos, o bien, cambien sus precios o sus niveles de producción en una
forma sumamente ligera. Como resultado de la primera acción, otros
propietarios de casas pueden encontrar el precio del aceite microscópicamente
mayor y el precio del carbón diminutamente menor. Entonces otros
consumidores ajustarán sus decisiones de compra a su propia satisfacción, a la
luz de estos nuevos precios. Si la decisión consiste en producir menos carbón,
en vez de bajar su precio, entonces algunos trabajadores recibirán un salario
menor. Esto cambiará sus presupuestos de consumo y los cambios en sus
compras afectarán los precios y cantidades producidas de muchas otras
mercancías.
El ejemplo podría llevarse a una mayor extensión; sin embargo, el punto
importante a entender es que los precios finales se determinan mutuamente.
Estos precios mutuamente determinados se usan para conducir los deseos de
los consumidores hacia los productores, quienes tenderán a distribuir el trabajo,
los materiales y el capital hacia la producción de una mezcla de mercancías y
servicios que proporcione a los consumidores su mayor satisfacción. Este es
un sistema libre o “automático”, debido a que no se llega a la distribución final
de los recursos mediante cierto decreto gubernamental, sino por la interacción
mutua de una multitud de decisiones individuales que han sido tomadas con
una independencia considerable una de otra. En virtud de que la distribución de
recursos se determina por los “votos” libres del consumidor a través del sistema
de precios, éste puede obtener, al menos en teoría, la mayor satisfacción
posible de los recursos disponibles.
En los primeros pasos de nuestro desarrollo económico las decisiones
concernientes a la distribución de recursos para la producción de mercancías y
su consumo último, eran tomadas por la unidad productor-consumidor,
conjuntados en una sola persona: el empresario. Así como un granjero era el
que decidía si sembraba maíz o avena, también él decidía si cosechaba el
maíz como elotes o lo usaba como semilla. Si se trataba de un artesano, él
tomaba y llevaba a cabo las decisiones necesarias acerca de la compra,
producción y venta de sus productos Debido a que casi todas las decisiones de
las “firmas' de un solo hombre, necesariamente se tomaban con referencia al
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mercado, cada decisión administrativa se relacionó directamente con las
decisiones a través del sistema de precios. La “firma” de un solo hombre que a
su vez era productor y consumidor, es aún característica en algunas
sociedades primitivas de hoy en día, e inclusive se encuentra en el moderno
sistema capitalista. En esta forma el médico o el abogado posiblemente utilizan
sus energías y sus recursos materiales en tal forma que sus satisfacciones
netas como productores y consumidores alcancen un máximo. En otras
palabras, si el abogado trabaja una hora más, su ingreso adicional sería quizá
menos satisfactorio que la hora de descanso sacrificada; la compra de un libro
de leyes adicional posiblemente le daría menos placer que la copa que dejó de
tomar.
Sin embargo, la revolución industrial ha cambiado la manera individualista y
autosuficiente de la vida de muchos productores-consumidores. Los mercados
han crecido y los procesos de producción se han hecho más complejos
requiriendo equipos más grandes. Conforme se ha ampliado un mercado, el
artesano ha encontrado que es provechoso subdividir su trabajo, con objeto de
aumentar el número de unidades producidas. Se han desarrollado nuevos
productos, los cuales pueden ser producidos económicamente sólo mediante
conjunciones considerables de capital, equipo y trabajadores para operar éste.
Estos desarrollos requieren la formación de organizaciones o firmas, adaptadas
en términos del volumen del activo y el número de personas involucradas en la
producción en serie de artículos.
En su relación con otras firmas y consumidores, la firma, dentro de la economía
capitalista, aún opera por el sistema de precios. Los productos y servicios, el
volumen de los mismos y el nivel de sus operaciones, está considerablemente
determinado por los precios (costos) de los factores (terreno, trabajo y capital)
usados en la producción de estas mercancías y servicios y por los precios que
el consumidor está dispuesto a pagar, o bien, por las cantidades que el
consumidor pueda pagar sobre los precios establecidos por la firma. Sin
embargo, dentro de la firma han tenido lugar cambios importantes en el
proceso de tomar decisiones. Este proceso ha sido fragmentado y ha sido
removido de su contacto íntimo con el sistema de precios.
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El aumento en escala y complejidad de la organización comercial ha obligado a
una división de las funciones administrativas. Las áreas de la toma de
decisiones suelen marcarse de acuerdo con la naturaleza funcional de la
decisión -por ejemplo, compras, producción, venta y financiamiento. En forma
alterna las áreas encargadas de tomar decisiones pueden estar divididas por
líneas de productos, por territorio geográfico o cualquiera otra base Las áreas
encargadas de tomar decisiones, generalmente están representadas por
vicepresidentes o jefes de departamento que reportar- al presidente Con el
consejo de estos jefes de departamento el presidente toma las decisiones
importantes y excepcionales y también desarrolla las funciones vitales de
planeación y coordinación. Al llevar a cabo estas actividades, él descansa -en
parte- en las de varios especialistas. Como veremos, uno de estos
especialistas es el administrador financiero.
En una gran organización, la distribución de recursos dentro de la firma misma,
no se maneja “automáticamente” a través de un sistema libre de precios. Por el
contrario, la distribución debe ser hecha de acuerdo con órdenes emanadas del
presidente como resultado del consejo de los diferentes especialistas
empleados. Por ejemplo, una firma que opera en un mercado de competencia
libre, puede actuar como postor y obtener fondos que podrían haber ido a otra
empresa, pero una vez que estos fondos entran por la puerta de la
organización, su distribución quedará determinada a discreción del presidente.
Así pues, el superintendente de producción que desea un nuevo torno, no
deberá competir para la obtención de fondos contra el gerente de ventas, que a
su vez desea aumentar el número de sus vendedores; la decisión para la
distribución de los fondos se deja a la gerencia y no a ningún mecanismo de
mercado. Esto es así, porque sería improcedente e ineficaz distribuir los fondos
dentro de una compañía de acuerdo con un sistema libre de precios,
considerando un “panorama” matutino de los diferentes factores de la
producción. Con objeto de tener un proceso de producción ordenado, es
necesario entrar en arreglos continuos con los factores de la producción: hoy,
comprar un nuevo torno, la próxima semana quizá podamos contratar un nuevo
vendedor. En la batahola de una economía dinámica, no podemos permitirnos
el lujo de destinar tiempo todos los días a regatear entre los servicios de
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nuestras máquinas y nuestros empleados. En lugar de esto, necesitamos
dedicar nuestro tiempo a hacer los ajustes tan rápidamente como sea posible,
dentro de las limitaciones de nuestros arreglos contractuales pasados de
acuerdo con los diferentes cambios que constantemente tienen lugar dentro de
la economía que afecta nuestra firma. Dada la rapidez y la frecuencia del
cambio, los ajustes hechos a la economía dinámica dentro de una firma
necesariamente deberán efectuarse mediante órdenes o decretos. En cierto
sentido, esto representa la diferencia entre la forma de tomar decisiones en una
reunión cívica en tiempo de paz, y la manera de tomar decisiones en un ejército
en tiempo de guerra
La fragmentación de la determinación de decisiones dentro de una firma, en
ausencia de una prueba de mercado para estas decisiones, tienen
implicaciones importantes para el entrenamiento y desarrollo de aquellos
individuos que deben operar la firma. A pesar de que la estructura de la
organización de la firma limita el área encargada de tomar decisiones de cada
ejecutivo principal, la naturaleza de las decisiones implicadas frecuentemente
no se encuentra tan nítidamente catalogada como la estructura de la
organización. Así pues, la decisión concerniente a la distribución de fondos
para un nuevo torno, o para la contratación de más vendedores, involucra las
áreas de producción y de ventas, así como el área financiera. En la práctica,
estas decisiones de función múltiple frecuentemente se toman utilizando
comités. La naturaleza multifuncional de las decisiones enfrentadas hace
necesario que cada uno de los ejecutivos principales tenga cierto conocimiento
básico de las otras funciones de administración. En otras palabras, el gerente
de ventas, el superintendente de producción y otros ejecutivos, deberán estar
familiarizados con los principios de la administración financiera. En forma
similar, el administrador financiero deberá, a su vez, poseer cierto conocimiento
básico sobre los otros campos.
La falta de un sistema libre de precios dentro de la firma puede impedir su
operación eficiente, debido a que hace difícil tomar y valorizar decisiones
concernientes a i a distribución de recursos. Por ejemplo, la probabilidad de
error es menor al intentar la obtención de fondos en el mercado libre exterior a
la firma, que al intentar su distribución dentro de la compañía. Si el
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administrador financiero tuviera que decidir la solicitud de préstamos a largo
plazo para un negocio de minas de uranio, posiblemente podría tener
información inmediata en el lugar del mercado acerca de que este tipo de
financiamiento no es adecuado a la naturaleza de su negocio. No importa si lo
desea o no, se ve forzado por el mercado a la emisión de acciones comunes.
En la utilización de fondos dentro de la firma el administrador financiero no se
ve sujeto a tal riguroso sistema mercantil de represiones y balanzas. Resulta
posible, a pesar de que esperamos no lo sea mucho, que el gerente de ventas
pueda triunfar sobre el superintendente de producción simplemente debido a
que es más persuasivo o más explícito. Y aun si toma su decisión entre las dos
solicitudes sobre bases más racionales, el administrador financiero nunca
puede estar seguro por anticipado, de si el superintendente de producción
deberla haber obtenido su nuevo torno en lugar de que el gerente de ventas
obtuviera sus nuevos vendedores.
El presidente también encuentra difícil valorizar el rendimiento del
administrador financiero en su manejo de las finanzas internas. Si el
administrador financiero falla en allegar dinero en el mercado, esto resulta
dolorosamente claro para todo el mundo. Sin embargo, puede alejar este
peligro manteniendo un exceso de efectivo con objeto de facilitar sus
problemas de programación de ingresos y egresos de dinero, debido a que los
beneficios que pudieran haberse obtenido a través de una inversión más
atinada del efectivo, muy raras veces resultan tan obvios a la dirección general
como una falla en la emisión de valores. En cualquier forma, el daño al buen
funcionamiento de la firma no resulta menos real porque sea menos evidente.
En resumen, hemos encontrado que el proceso de-tomar decisiones es menos
difícil en relación a asuntos financieros que involucran a la firma y al mercado
exterior. El sistema libre de precios ha establecido ciertas restricciones sobre lo
que puede y no puede hacerse; el área del problema que el administrador
financiero está en posibilidad de controlar, puede ser considerablemente
pequeña dependiendo de la influencia financiera de la firma que él representa.
Dentro de la firma, su área de discreción es mucho mayor debido a la falta de
un sistema libre de precios y su oportunidad de cometer un error es, por
consiguiente, mayor. El único factor paliativo para el administrador financiero,
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es que son menores las oportunidades de que estos errores dentro de la firma
sean descubiertos y reconocidos.
La mala distribución de fondos dentro de una compañía daña la salud de la
economía, tanto de la economía en general como de la firma. Las desviaciones
sobre la clase de distribución de recursos que debería haber sido hecha bajo
un sistema libre de precios, origina que los artículos se produzcan con menor
eficiencia que la que se podría haber obtenido. A su vez, esto sugiere que los
consumidores pagarán más por recibir menos del producto final, que lo que
habrían pagado en otra forma. Debido a que ciertos consumidores saldrán del
mercado, los factores usados en la fabricación y venta del producto pagarán
menos de lo que deberían y a su tiempo serán desviados hacia otros usos. Por
tanto, puesto que el administrador financiero lleva a cabo las diferentes
funciones que mencionaremos después en detalle, juega un papel vital en
nuestro proceso económico. Mientras mejor planee sus necesidades, mientras
mayor sea la aptitud con la cual allegue fondos para estas necesidades y
mientras mejor distribuya estos fondos dentro del negocio obtendremos una
mejor operación de nuestro sistema económico
La firma como una organización con fines de lucro
Para que la persona que toma decisiones en una organización pueda operar,
necesita tener cierto objetivo, cierta guía o regla central para gobernar sus
actividades. Puesto que no puede dejar la distribución de recursos dentro de la
firma a un mecanismo automático de precios, la persona que toma decisiones
deberá basarse en otro criterio. En este libro tratamos solamente con lo
concerniente a negocios y basaremos nuestras políticas financieras sobre la
suposición de que los dueños de estas firmas persiguen obtener utilidades. No
consideraremos los aspectos financieros de las decisiones tomadas por
consumidores, cuerpos gubernamentales y empresas que no persiguen fines
de lucro. Sin embargo, ocasionalmente indicaremos que los principios
financieros aplicables a los negocios pueden también guiar las acciones de
estos otros grupos. Puesto que las firmas de negocios y estos otros grupos
tienen diferentes metas, sería casi imposible desarrollar un grupo de principios
o teorías que pudieran ser uniformemente aplicables. En lo referente a
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negocios decimos: “¿Qué tan rápidamente se paga esta máquina?” “¿Sería
provechoso abrir una sucursal en Siracusa?” En contraste, no podemos ni
debemos tratar de interrogarnos acerca de si un nuevo parque o un colegio “se
paga a sí mismo”.
Observemos más de cerca el objetivo utilidades. Estamos buscando un
cartabón contra el cual podamos juzgar las decisiones financieras. ¿Es una
decisión buena o mala? ¿Es mejor invertir $10 000 en esta máquina o en
aquella? Una respuesta rápida y fácil sería decir que debemos elegir cursos de
acción que eleven a su máximo las utilidades. Pero este es un concepto
resbaloso. ¿Nos referimos a las utilidades a largo plazo o a corto plazo?
¿Queremos dar a entender una tasa de utilidad o una cantidad en dinero?
¿Nos referimos a la cantidad total de dinero o a la parte de las utilidades que
queda disponible para los propietarios?
Para valuar las alternativas financieras debemos reconocer que los propietarios
están interesados en la oportunidad de sus utilidades. Preferirían tener $5 000
este año y $2 000 el año siguiente que cualquier otra forma. Posteriormente
veremos con mayor detalle que el valor actual de una corriente de ingresos de
$5 000-$2 000 es mayor que el valor actual de una corriente de ingresos de $2
000-$5 000 que implique el mismo riesgo. En segundo lugar, los propietarios
están interesados en los riesgos en que incurren. Prefieren una situación en
que tengan 4 oportunidades en 5 de ganar $5 000 cada año, que otra en la cual
sólo tengan 2 oportunidades en 5 de lograr las mismas utilidades. El valor
actual de la primera corriente de ingresos es mayor que el valor actual de la
segunda. Como el vago objetivo de la “maximización de las utilidades” no toma
en cuenta ni el tiempo ni el riesgo, debemos buscar otro objetivo más útil para
nuestras decisiones financieras.
Podemos tratar tanto con la oportunidad como con el riesgo fijando como
nuestro objetivo la maximización del capital cantable neto actual de una
inversión o de un curso de acción. Otra manera de decir lo mismo es fijar
nuestro objetivo como la maximización de la riqueza. Siendo igual todo lo
demás, seleccionaremos los cursos de acción cuyas utilidades netas que se
anticipen estén cercanas o relativamente carezcan de riesgos, con preferencia
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a los que se esperan que produzcan utilidades distantes y peligrosas. El valor
actual de estas utilidades futuras deberán exceder al costo en que se incurre al
adoptar un curso de acción determinado. De aquí que hablemos de maximizar
el valor actual neto. Posteriormente traduciremos estas frases aritméticamente,
pero por ahora esto es suficiente.
Los propietarios suelen delegar el manejo de las grandes empresas
comerciales en los gerentes. En los últimos años se ha argumentado que los
gerentes no manejan las empresas para elevar al máximo la riqueza de sus
propietarios. Los gerentes pueden no ser “maximizadores” sino “satisfactores”,
es decir, pueden buscar utilidades “adecuadas” y una participación “razonable”
en el mercado.1 Pueden preferir no mecer la embarcación para avanzar a todo
vapor. Además, los gerentes modernos están interesados en otros individuos
además de los propietarios; deben tomar en consideración a los empleados,
clientes, proveedores, y a la “sociedad”. Finalmente, los gerentes pueden
maximizar sus propias utilidades a costa de la riqueza de los propietarios. Los
elevados salarios, la inscripción en costosos clubes campestres, y las opciones
para comprar cantidades importantes de acciones comunes, podrán ser
sumamente atractivos para los gerentes, pero pueden disminuir la riqueza de
los propietarios. Podemos esperar que a la larga, los gerentes que en forma re-
gular favorecen sus utilidades personales sobre la riqueza de los propietarios,
quedarán sin empleo.
Estos son eventos grandes e importantes, pero afortunadamente no es
necesario que resultemos muy involucrados en ellos como administradores
financieros. Si adoptamos cursos de acción que eleven a su máximo el valor
contable neto actual, llevaremos al máximo la riqueza total disponible para los
gerentes para su subsecuente distribución entre los propietarios, empleados,
clientes y para ellos mismos. Si bien no podemos proporcionar un criterio
objetivo para las decisiones a ese nivel, podemos producir decisiones en el
área financiera, que elevarán al máximo el valor neto actual de la inversión de
los propietarios.
EL PAPEL BEL ADMINISTRADOR FINANCIERO EN LA FIRMA1 Véase H. A. Simón, “Theoríes of Decision-Making bi Economics and Behavioral Science” American Economic Revieiv, 49 (junio, 1949). Págs. 253-83.
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El administrador financiero ejecuta dos funciones distintas como su aportación
para elevar al máximo el valor neto actual de la inversión de los propietarios.
Por un lado, asume la responsabilidad de las finanzas. Por sí misma, la palabra
finanzas puede observarse sencillamente como el “hecho de proveer los
medios para los pagos”. En este sentido las finanzas cubren la planeación
financiera, la estimación de los ingresos y egresos de caja, la producción de
fondos y el control del uso y distribución de estos fondos. El mantenimiento de
una liquidez adecuada para pagar las cuentas reduce el riesgo de los
propietarios y perpetúa la vida, de la empresa. Por otra parte, el administrador
financiero debe buscar la obtención de utilidades comprometiendo el efectivo
en inversiones que prometan un valor neto actual atractivo. La elevación a su
máximo del valor neto actual de la inversión de los propietarios' demanda un
equilibrio adecuado entre estos dos objetivos subsidiarios de liquidez y lucro. Si
el administrador financiero tiene eficacia para mantener la liquidez adecuada,
mientras distribuye sus escasos recursos a sus usos más provechosos,
proporciona internamente los cheques y balances de un sistema de precios
libres. Por lo tanto, podernos decir que fundamentalmente, el doble objetivo de
la administración financiera es elevar al máximo el valor actual de la riqueza
procurando que se disponga de efectivo para pagar las cuentas a -su tiempo y
ayudar en la distribución más provechosa de los recursos que se encuentran
dentro de la empresa.
En cierto sentido estos objetivos gemelos de la administración financiera
resultan contradictorios. Idealmente el administrador financiero debería
balancear los ingresos y egresos de efectivo en tal forma que no se
presentaran saldos de efectivo que no arrojaran, ninguna utilidad para la
compañía. Cada divisa monetaria debería invertirse y operar en cuentas por
cobrar, inventarios, planta y equipo o alguna otra partida diferente al efectivo.
Los ingresos y egresos de efectivo no son precisamente predecibles y raras
veces se neutralizan unos a otros. Con objeto de protegerse también contra las
variaciones en la proporción de ingresos y egresos de efectivo, el administrador
financiero deberá mantener a la mano un saldo en efectivo. Deberá estar en
posibilidad de pagar sus cuentas a tiempo Mientras más proteja a su firma
contra los riesgos asociados con la imposibilidad
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de pagar las cuentas a tiempo, disminuirá en mayor grado las cantidades de
efectivo que podrían haberse aplicado en inversiones alternas del dinero
inactivo. Sí el administrador financiero daña i a reputación crediticia de la firma,
al no cumplir sus compromisos a tiempo, no está llenando una de sus
principales responsabilidades, sin embargo, si sobreestima sus necesidades de
efectivo, no está ayudando a las utilidades a largo plazo de la firma. Y he aquí
que en “los cuernos de este dilema” es donde el administrador financiero debe
reposar.
Este dilema es solamente uno de los muchos a los cuales se enfrenta, ei