Documento de trabajo. Marzo 2014 ORIENTACIONES GENERALES PARA LA PLANIFICACIÓN CURRICULAR APORTES A LA LABOR DOCENTE DE DISEÑAR Y GESTIONAR PROCESOS DE APRENDIZAJE DE CALIDAD I.- IDEAS CLAVE 1. ¿Qué entendemos por competencia? Decimos que una persona es competente cuando puede resolver problemas o lograr propósitos en contextos variados, cuyas ca- racterísticas le resultan desafiantes y hacien- do uso pertinente de saberes diversos. En ese sentido, una competencia se demuestra en la acción. Una competencia es, entonces, un saber actuar complejo en la medida que exige movilizar y combinar capacidades humanas de distinta naturaleza (conocimien- tos, habilidades cognitivas y socioemociona- les, disposiciones afectivas, principios éticos, procedimientos concretos, etc.) para cons- truir una respuesta pertinente y efectiva a un desafío determinado. Por ello, para que una persona sea competente necesita dominar ciertos conocimientos, habilidades y una amplia variedad de saberes o recursos, pero sobre todo necesita saber transferirlos del contexto en que fueron aprendidos a otro
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ORIENTACIONES GENERALES PARA LA PLANIFICACIÓN … · pedagógicos que promueven las competencias: 4.1. Problematización. Todos los procesos que conducen al desarrollo de competencias
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Documento de trabajo. Marzo 2014
ORIENTACIONES GENERALES PARA LA PLANIFICACIÓN CURRICULAR APORTES A LA LABOR DOCENTE DE DISEÑAR Y GESTIONAR PROCESOS DE APRENDIZAJE DE CALIDAD
I.- IDEAS CLAVE
1. ¿Qué entendemos por competencia?
Decimos que una persona es competente
cuando puede resolver problemas o lograr
propósitos en contextos variados, cuyas ca-
racterísticas le resultan desafiantes y hacien-
do uso pertinente de saberes diversos. En
ese sentido, una competencia se demuestra
en la acción. Una competencia es, entonces,
un saber actuar complejo en la medida que
exige movilizar y combinar capacidades
humanas de distinta naturaleza (conocimien-
tos, habilidades cognitivas y socioemociona-
les, disposiciones afectivas, principios éticos,
procedimientos concretos, etc.) para cons-
truir una respuesta pertinente y efectiva a un
desafío determinado. Por ello, para que una
persona sea competente necesita dominar
ciertos conocimientos, habilidades y una
amplia variedad de saberes o recursos, pero
sobre todo necesita saber transferirlos del
contexto en que fueron aprendidos a otro
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distinto, para aplicarlos y utilizarlos de manera combinada en función
de un determinado objetivo.
2. ¿Cómo se adquieren las competencias?
2.1. A partir de situaciones desafiantes. Para que los estudiantes pue-
dan aprender a actuar de manera competente en diversos ámbitos,
necesitan afrontar reiteradamente situaciones retadoras, que les exijan
seleccionar, movilizar y combinar estratégicamente las capacidades que
consideren más necesarias para poder resolverlas. Ahora bien, ¿cuándo
una situación significativa o problemática puede ser percibida como un
desafío por los estudiantes? En la medida que guarden relación con sus
intereses, con contextos personales, sociales, escolares, culturales,
ambientales o propios de cada saber específico, que se constituyan en
retos significativos. Puede tratarse de situaciones reales o también si-
muladas, pero que remitan a las actividades cotidianas de los estudian-
tes.
2.2. De lo general a lo particular y viceversa. El proceso pedagógico
necesita iniciarse, como ya se dijo, con una situación retadora que des-
pierte en los estudiantes el interés y, por lo tanto, la necesidad de po-
ner a prueba sus competencias para resolverla, movilizando y combi-
nando varias de sus capacidades. Recordemos que estamos denomi-
nando capacidades, en general, a una amplia variedad de saberes: co-
nocimientos, habilidades, técnicas, disposiciones afectivas, etc. En las
etapas que siguen y a lo largo de todo el proceso, va a hacerse necesa-
rio detenerse a desarrollar todas o algunas de las capacidades que invo-
lucra una competencia. Didácticamente se puede enfatizar en una ca-
pacidad o indicador -por ejemplo la construcción de un concepto clave-,
abordándolos una y otra vez si así fuera necesario, con distintas situa-
ciones y en diferentes niveles de complejidad, de tal manera que con-
tribuyan a desarrollar la competencia. Como en todo proceso dinámico,
será necesario regresar permanentemente al planteamiento de situa-
ciones retadoras que exijan a los estudiantes poner a prueba las capa-
cidades aprendidas y la habilidad de combinarlas para afrontar el desaf-
ío.
2.3. Construyendo significativamente el conocimiento. En el caso parti-
cular de los conocimientos, lo que se requiere es que el estudiante ma-
neje la información, los principios, las leyes, y los conceptos que necesi-
tará utilizar para entender y afrontar los retos planteados de manera
competente, en combinación con otro tipo de saberes. En ese sentido,
importa que logre un dominio aceptable de estos conocimientos, e
importa sobre todo que sepa transferirlos y aplicarlos de manera perti-
nente en situaciones concretas. Esto no significa de ninguna manera
que los conocimientos se aborden de forma descontextualizada, sino
en función de su utilidad para el desarrollo de la competencia.
2.4. A largo plazo y progresivamente. La competencia de una persona
en un ámbito determinado; por ejemplo, la que se relaciona con la
comprensión crítica de textos se desarrolla -es decir, madura y evolu-
ciona- de manera cada vez más compleja a lo largo del tiempo. Al tra-
tarse de la misma competencia para toda la escolaridad, se requiere
tener claro cuáles son sus diferentes niveles de desarrollo a lo largo de
cada ciclo del itinerario escolar del estudiante. Describir esos niveles es
la función de los mapas de progreso.
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Los indicadores de las matrices publicadas en las rutas de
aprendizaje también ayudan a evidenciar la progresión.
3. ¿Cómo se produce el aprendizaje?
3.1. Todo aprendizaje implica un cambio. Es un cambio relati-
vamente permanente en el comportamiento, el pensamiento
o los afectos como resultado de la experiencia y de la interac-
ción consciente de la persona tanto con el entorno como con
otras personas. Se entiende como un proceso interno en el
cual el aprendiz construye conocimientos a partir de su propia
estructura cognitiva, sus saberes previos y su propia emocio-
nalidad. Supone una interacción dinámica entre el objeto de
conocimiento y el sujeto que aprende. Los cambios producto
de factores innatos, madurativos o de alteraciones circunstan-
ciales del organismo no constituyen aprendizaje.
3.2. Las mediaciones. El aprendizaje se produce gracias a las
interacciones conscientes y de calidad con otros (pares, do-
centes, otros adultos), con el entorno y con materiales, y recursos signi-
ficativos. Estas interacciones se realizan en contextos socioculturales
específicos, así como en espacios y tiempos determinados. Esto quiere
decir que el aprendizaje siempre está mediado e influido por estos fac-
tores, así como por la propia trayectoria de vida de la persona, por sus
afectos y sus aprendizajes previos.
3.3. Aprendizajes que perduran. Los cambios producto de la experien-
cia y las interacciones son más estables y arraigados cuando logran
integrarse a las formas de percibir, valorar, interpretar o relacionarse
que la persona siente como propias. A su vez, esta integración solo es
posible cuando la naturaleza de tales experiencias e interacciones es
afín a las necesidades y expectativas de la persona o la reta de tal ma-
nera, que logra conectarse con ellas. Ninguna experiencia hace co-
nexión con la persona si es que no le aporta sentido.
3.4. El compromiso de aprender. El aprendizaje requiere de un clima
emocional favorable (de allí la importancia del compromiso 7 de las
Normas y orientaciones para el desarrollo del año escolar) que ayuda a
generar una disposición activa del sujeto. Si los estudiantes tienen in-
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terés, necesidad, motivación o incentivo para aprender, estarán más
dispuestos a realizar el esfuerzo, compromiso y la perseverancia nece-
sarios para lograrlo. Mientras menos sentido les aporte, menos involu-
cramiento lograrán de ellas y existirá una menor influencia en sus for-
mas de pensar o de actuar. Mientras más relevantes sean para sus ne-
cesidades e intereses, más se exigirán en su respuesta a ellas. La menor
relevancia provocará, más bien, desinterés y rechazo.
4. ¿Cómo son los procesos pedagógicos que promueven com-
petencias?
Una condición básica de todo proceso pedagógico -y que va a atravesar
todas sus fases- es la calidad del vínculo del docente con sus estudian-
tes. En el modelo pedagógico más convencional, donde los estudiantes
tienen un rol pasivo y receptivo, el docente no se vincula con ellos, solo
les entrega información; además de controlar su comportamiento. El
desarrollo de competencias, es decir, el logro de aprendizajes que exi-
gen actuar y pensar a la vez requiere otro modelo pedagógico, donde el
vínculo personal del docente con cada uno es una condición indispen-
sable. Estamos hablando de un vínculo de confianza y de comunicación,
basado en altas expectativas respecto de las posibilidades que tengan
sus estudiantes para aprender todo lo que necesiten, por encima de las
limitaciones del medio o de cualquier adversidad. Sobre esta premisa,
es posible resumir en seis los principales componentes de los procesos
pedagógicos que promueven las competencias:
4.1. Problematización. Todos los procesos que conducen al desarrollo
de competencias necesitan partir de una situación retadora que los
estudiantes sientan relevante (intereses, necesidades y expectativas) o
que los enfrenten a desafíos, problemas o dificultades a resolver; cues-
tionamientos que los movilicen; situaciones capaces de provocar con-
flictos cognitivos en ellos. Solo así las posibilidades de despertarles
interés, curiosidad y deseo serán mayores, pues se sentirán desafiados
a poner a prueba sus competencias para poder resolverlas, a cruzar el
umbral de sus posibilidades actuales y atreverse a llegar más lejos.
El denominado conflicto cognitivo supone una disonancia entre lo que los
estudiantes sabían hasta ese momento y lo nuevo que se les presenta,
constituyendo por eso el punto de partida para una indagación que ampl-
íe su comprensión de la situación y le permita elaborar una respuesta. El
reto o desafío supone, además, complementariamente, una provocación
para poner a prueba las propias capacidades. En suma, se trata de una
situación que nos coloca en el límite de lo que sabemos y podemos
hacer.
Es posible que la situación propuesta no problematice a todos por
igual, pudiendo provocar ansiedad en unos y desinterés en otros. Es
importante, entonces, que el docente conozca bien las características
de sus estudiantes en sus contextos de vida y sus diferencias en térmi-
nos de intereses, posibilidades y dificultades, para poder elegir mejor
qué tipo de propuestas son las que podrían ser más pertinentes a cada
grupo en particular.
4.2. Propósito y organización. Es necesario comunicar a los estudiantes
el sentido del proceso que está por iniciarse. Esto significa dar a cono-
cer a los estudiantes los propósitos de la unidad, del proyecto, de la
sesión de aprendizaje, etc., es decir, de los aprendizajes que se espera
que logren y, de ser pertinente, cómo estos serán evaluados al finaldel
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camino, de modo que se involucren en él con plena consciencia de lo
que tienen que conseguir como producto de su esfuerzo. Esto supone
informarles también el tipo de tareas que se espera puedan cumplir
durante el proceso de ejecución.
Implica, asimismo, describir el tipo de actividades a realizarse, a fin de
poder organizarse del modo más conveniente y anticipar todo lo que se
va a necesitar. Esto tiene que ver, por ejemplo, con los textos, materia-
les y/o recursos educativos que puedan requerirse, como videos, gra-
badoras, monitores, laptop XO, etc., pero también con los roles que se
necesitará desempeñar, las reglas de juego a seguir dentro y fuera del
aula, la forma de responder a situaciones imprevistas o emergencias, la
presencia de eventuales invitados, expediciones, solicitudes de permi-
so, entre otras múltiples necesidades de organización y planificación,
según la naturaleza de la actividad.
4.3. Motivación/interés/incentivo. Los procesos pedagógicos necesitan
despertar y sostener el interés e identificación con el propósito de la
actividad, con el tipo de proceso que conducirá a un resultado y con la
clase de interacciones que se necesitará realizar con ese fin. La motiva-
ción no constituye un acto de relajación o entretenimiento gratuito que
se realiza antes de empezar la sesión, sino más bien es el interés que la
unidad planteada en su conjunto y sus respectivas sesiones logren des-
pertar en los estudiantes de principio a fin. Un planteamiento motiva-
dor es el que incita a los estudiantes a perseverar en la resolución del
desafío con voluntad y expectativa hasta el final del proceso. Si los es-
tudiantes tienen interés, necesidad, motivación o incentivo para apren-
der, estarán más dispuestos a realizar el esfuerzo necesario para lograr-
lo.
La motivación para el
aprendizaje requiere,
además, de un clima
emocional positivo.
Hay emociones que
favorecen una actitud
abierta y una disposi-
ción mental activa del
sujeto y, por el contra-
rio, hay otras que las
interfieren o bloque-
an. Una sesión de
aprendizaje con un
grado de dificultad
muy alto genera an-
siedad, una clase con
un grado de dificultad
muy bajo genera abu-
rrimiento, solo el reto
que se plantea en el
límite de las posibili-
dades de los estudian-
tes -que no los sobrepasa ni subestima- genera en ellos interés, concen-
tración y compromiso. Significa encontrar un “motivo” para aprender.
Los retos y hasta el conflicto cognitivo también pueden ser elementos
de motivación.
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Algo que contribuye a sostener la motivación a lo largo del proceso es
la despenalización del error, es decir, la decisión de no censurar ni san-
cionar a nadie por una equivocación. Fomentar la autonomía de los
estudiantes para indagar y ensayar respuestas, supone necesariamente
ser tolerante con los errores y convertirlas más bien en oportunidades
para que ellos mismos puedan evaluar, discernir e identificar sus fallas,
cotejando respuestas, y discutiendo abiertamente sus avances y dificul-
tades.
4.4. Saberes previos. Todos los estudiantes de cualquier condición so-
cial, zona geográfica, cultura o trayectoria personal tienen vivencias,
conocimientos, habilidades, creencias y emociones que se han ido ci-
mentando en su manera de ver y valorar el mundo, así como de actuar
en él. Recoger estos saberes es indispensable, pues constituyen el pun-
to de partida de cualquier aprendizaje. Lo nuevo por aprender debe
construirse sobre esos saberes anteriores, pues se trata de completar,
complementar, contrastar o refutar lo que ya se sabe, no de ignorarlo.
La forma de identificarlos puede ser muy diversa, pero sea cual fuere
la estrategia empleada carece de sentido recuperar saberes previos
para después ignorarlos y aplicar una secuencia didáctica previamente
elaborada sin considerar esta información. Tampoco significa plantear
preguntas sobre fechas, personas, escenarios u otros datos intrascen-
dentes, sino de recuperar puntos de vista, los procedimientos para
hacer algo, las experiencias vividas sobre el asunto, etc.
La función de la fase de identificación de saberes previos no es moti-
vacional, sino pedagógica. Esa información le es útil al docente para
tomar decisiones sobre la planificación curricular, tanto en el plano de
los aprendizajes a enfatizar como en el de la didáctica más convenien-
te.
4.5. Gestión y acompañamiento del desarrollo de las competencias.
Acompañar a los estudiantes en la adquisición y desarrollo de las com-