Gregorianum 72, 1 (1991) 39-72 Origenes y los Monarquianos En su Apologia transcribe Panfilo unas pàginas de Origenes en comento a Tit. 3,10s: «Al hombre que introduce escisiones, tras la primera y segunda amonestación, rehùyele, sabiendo que el tal està enteramente pervertido...». Aduce el Alejandrino un somero catàlogo de herejias1: Sed et eos qui hominem dicunt Dominum Jesum praecognitum et praedestinatum, qui ante adventum carnalem substantialiter et proprie non exstiterit, sed quod homo natus Patris solam in se habuerit deitatem, ne illos quidem sine periculo esse Eeclesiae numero sociali2. Segùn estos herejes: a) el Sefior Jesùs era, corno hombre, objeto de particular presciencia y predestinación divinas; b) no existia substancial y propiamente antes de su venida carnai al mundo; c) nacido hombre tuvo en si la divinidad del Padre. Antes de su venida en carne, Jesùs existia solo en la presciencia y predestinación de Dios; no en persona, con subsistencia propia, corno Verbo preexistente3. El Verbo personal no existe. Nacido por tanto Jesùs, hombre, no recibe ni puede apropiarse la persona del Verbo, sino ùnicamente la divinidad del Padre. /,Por comunión personal con el Padre, ο simple mente por comunión dinàmica con El? La clàusula «solam in se habuerit deitatem» resulta equivoca; podria entenderse "secundum substantiam" ο solo "secundum virtutem deitatis". Tampoco està claro si nuestros herejes unian al Sefior Jesùs con la 1 Sobre Origenes y los monarquianos hay estudios de mèrito. Descuella Η. Hage mann, Die Rómische Kirche, Freiburg im Breisgau, 1864, pp. 300-328, 345-371. 2 Fragmento del comentario de Origenes in Titum: registrado por Panfilo, Apologia prò Origene 1: PG 17,555 A = PG 14, 1304 CD. - D. Huet remite para està herejia a su Origeniana, lib. I cap. 3 art. 8. 3 Repristinan estos herejes el error repetidamente combatido por san Justino. Cf. J.P. Martìn, El Esplritu Santo en los origenes del cristianismo, Ziirich, 1971 p. 183 s.
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Gregorianum 72, 1 (1991) 39-72
Origenes y los Monarquianos
En su Apologia transcribe Panfilo unas pàginas de Origenes en comento a Tit. 3,10s: «Al hombre que introduce escisiones, tras la
primera y segunda amonestación, rehùyele, sabiendo que el tal està enteramente pervertido...». Aduce el Alejandrino un somero catàlogo de herejias1:
Sed et eos qui hominem dicunt Dominum Jesum praecognitum et
praedestinatum, qui ante adventum carnalem substantialiter et proprie non exstiterit, sed quod homo natus Patris solam in se habuerit deitatem, ne illos quidem sine periculo esse Eeclesiae numero sociali2.
Segùn estos herejes: a) el Sefior Jesùs era, corno hombre, objeto de
particular presciencia y predestinación divinas; b) no existia substancial
y propiamente antes de su venida carnai al mundo; c) nacido hombre tuvo en si la divinidad del Padre.
Antes de su venida en carne, Jesùs existia solo en la presciencia y
predestinación de Dios; no en persona, con subsistencia propia, corno
Verbo preexistente3. El Verbo personal no existe. Nacido por tanto Jesùs, hombre, no
recibe ni puede apropiarse la persona del Verbo, sino ùnicamente la
divinidad del Padre. /,Por comunión personal con el Padre, ο simple mente por comunión dinàmica con El? La clàusula «solam in se habuerit deitatem» resulta equivoca; podria entenderse "secundum substantiam"
ο solo "secundum virtutem deitatis".
Tampoco està claro si nuestros herejes unian al Sefior Jesùs con la
1 Sobre Origenes y los monarquianos hay estudios de mèrito. Descuella Η. Hage
mann, Die Rómische Kirche, Freiburg im Breisgau, 1864, pp. 300-328, 345-371. 2
Fragmento del comentario de Origenes in Titum: registrado por Panfilo, Apologia
prò Origene 1: PG 17,555 A = PG 14, 1304 CD. - D. Huet remite para està herejia a su
Origeniana, lib. I cap. 3 art. 8. 3
Repristinan estos herejes el error repetidamente combatido por san Justino. Cf.
J.P. Martìn, El Esplritu Santo en los origenes del cristianismo, Ziirich, 1971 p. 183 s.
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deidad del Padre, ya desde su nacimiento, ο — nacido ya — en algùn momento de excepción, corno el Bautismo.
Tal era la doctrina de Berilo, segùn testimonio de Eusebio. Osaba decir Berilo
que nuestro Salvador y Serior no preexistia con substancia individualmen
te circunscrita4 antes de residir entre los hombres, y que tampoco poseia divinidad propia, sino ùnicamente la del Padre, que habitaba en él5.
Reaparecen los mismos dos errores denunciados por Origenes In
Titum: a) antes de su venida entre los hombres, el Senor Jesùs no existia con substancia propia. No preexistia, por ende, corno Logos personal.
Era la tesis sostenida, entre otros, por el adversario de san Justino,
Trifón; b) nacido ya hombre, solo poseia la divinidad del Padre. Ambos errores arrancaban de una premisa antitrinitaria: Dios uno
en naturaleza y en persona, sin Logos personalmente distinto. Solo se
dejaba sentir en el Senor la ùnica persona que hay en Dios.
Al decir que el Senor (Jesùs) «no poseia divinidad propia» ensefia Berilo que Jesùs poseia la naturaleza divina, mas no una naturaleza
personalmente distinta de la de Dios Padre. El Dios Hijo no existe, y mal puede subsistir en Si ο en Jesùs.
Apurando, si por la noticia origeniana In Titum cabria pensar que
Jesùs, no bien nació hombre, tuvo en si la natura y persona del Padre
("quod homo natus Patris solam in se habuerit deitatem"), la de Eusebio da lugar a remitir la inhabitación de la divinidad del Padre en
Jesùs, a partir de su bautismo.
Yo me inclino a esto ùltimo. Jesùs hombre recibiria en el Jordan la divinidad del Padre; no antes.
Nueva pregunta. ^Recibió Jesùs la divinidad del Padre por comu nión personal, ο por sola comunión dinàmica? En el primer caso, se uniria al Padre en la persona de El; Jesùs pasaria a ser personalmente
Dios Padre. En el segundo caso, el Padre infundiria en Jesùs la virtud de su divinidad, habilitàndole fisicamente para actos divinos. El modo de hablar Origenes y Eusebio se compadece mejor con esto segundo. No
4 ΕΙ Ρ.Α. Velasco traduce a la letra «con propia delimitación de ser» (κοσ' ιδίαν
ουσίας περιγραφήν). 5
Eusebio, Hist. Eccl. VI, 33, 1.
ORIGENES Y LOS MONAROUIANOS 41
consta que Berilo haya creido en la inhabitación — por comunión
hipostàtica — del Padre en Jesus. Parece mas bien que ensenaba la
comunión fisica — en dynamis — entre la virtud del Padre y la natura
humana de Jesùs. Un poco, a la manera de la comunión Cristo
(superior)/7esi«, que descubrian algunos gnósticos en el bautismo del Jordan.
Prosigue Origenes, In Titum:
Sicut et illos qui superstitiose magis quam religiose, uti ne videantur
duos deos dicere, neque rursum negare Salvatoris deitatem, unam
eamdemque subsistentiam Patris et Filii asseverant, id est duo quidem nomina secundum diversitatem causarum recipientem, unam tamen
hypostasin subsistere, id est unam personam6 duobus nominibus subja
centem, qui latine Patripassiani appellantur7.
Gente supersticiosa, religiosamente poco iluminada, donde otros
ven dos personas divinas, ven ellos "dos dioses". Admiten, eso si, la existencia del Padre y del Hijo; mas aùn la existencia de Dios en el Salvador Jesùs. Jesus es Dios; mas no un Dios personalmente distinto
del Dios Padre. Solución. Apliquemos al Padre y al Hijo nombres distintos, dos
nombres de una sola persona subsistente; ο bien, una sola hypóstasis con dos nombres. Tales dos nombres obedecen a la diversidad de las
causas: una para Ramarle Padre, otra para Ramarle Hijo.
Una misma persona puede tener dos funciones, ο actuar de dos
maneras. Un mismo individuo puede ser y llamarse "padre" para sus
hijos y "mèdico" para sus clientes. Parecidamente en nuestro caso. El mismo Dios se dice tal vez
Padre, corno Creador del mundo; e Hijo, corno Redentor. Son varias y
aun diversas, sus funciones ο causas; no la persona. El mismo, corno
Padre, Dios impasible; corno Hijo, Dios pasible. No contentos con admitir «unam eamdemque sustantiam Patris et
Filii», ensefian «unam eamdemque subsistentiam (— hypostasin) Patris
6 San Basilio asigna (en Homil. XXIV, 1) a los sabelianos un solo prosopon del Padre
y del Hijo. <,Se le adelanta Origenes aqui? Es probable que unam personam trate de
aclarar, en la piuma de Rufino, la simple hypostasin del Alejandrino. Cf. M. Simonetti, Sabellio e il sabellianismo, Studi Storico Religiosi 4, 1980, 25 n. 73.
7 Segun Panfilo, Apologia prò Origene 1: PG 17,555 A = PG 14, 1304 D. La ùltima
frase pertenece a Rufino.
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et Filii». Sin confundir la substantia con la subsistentia (la ousia con la
hypóstasis)6. La distinción entre Padre e Hijo no es puramente nominai.
Nombres calificados, no parece se hayan de equiparar a tantisimos otros
nombres, que podrian aplicarse a la substancia ùnica de Dios. Pero las
lineas de Origenes no determinan el enigmàtico "secundum diversita tem causarum".
Partidarios ο no de Sabelio, son en todo caso "monarquianos". Origenes alude a ellos en otras ocasiones.
Esto inquieta a muchos que desean ser piadosos, (y que) por temor a
enunciar dos dioses caen en doctrinas erróneas e impias. (Los cuales) ο
niegan que la propiedad (personal) del Hijo sea distinta de la del Padre — no dejan de confesar que el por ellos apellidado con el nombre de
"Hijo" es Dios —; ο niegan la divinidad del Hijo — tampoco dejan por
eso de admitir que su propiedad (personal) y substancia circunscrita se
distingue de la del Padre9.
En la creencia de que donde hay dos personas divinas hay necesariamente dos dioses, y olvidados de que una cosa es "el Dios" con
articulo, y otra "Dios" sin articulo, personalmente distintos (en el Padre
y el Hijo) mas no en substancia, sacrifican: a) la personalidad del Hijo, ο b) su divinidad. Los que sacrifican la divinidad del Hijo salvan en exceso su personalidad.
Los "monarquianos" aparecen aqui en antitesis con los ebionitas y
adopcianos. Y sin embargo, ambas doctrinas obedecen a la misma
premisa fundamental: la unicidad absoluta (substancial y aun personal) de Dios. Dios, unico en persona, no consiente un Hijo Dios, distinto en
persona; consiente a lo mas un Hijo Hombre, distinto en perigraphe y aun diverso en naturaleza.
Aparece el término idiotès, corno distintivo ο propiedad personal. Segun los "monarquianos" no hay idiotès que distinga personalmente al
Hijo de la idiotès del Padre. Se adivina la razón: porque toda idiotès
responde, corno propiedad fisica, a una substancia (= ousia). Y por
8 Véase mas addante p. 46 s. 9 In Johannem II § 16. Véase Hacia la primera teologia de la procesión del Verbo,
Romae, 1958, 432 ss.
ORIGENES Y LOS MONARQUIANOS 43
tanto, donde hay una sola substancia — la ousia divina — ha de haber
necesariamente una sola idiotés.
Por otra parte, denegada la concreta ousia divina del Hijo, ningun
reparo hay en otorgarle una idiotés humana, correspondiente a la ousia
humana, distinta personalmente ("katà perigraphén") de la idiotés divina del Padre.
Una es pues la idiotés de la ο usta ο substancia humana en el Hijo; y otra personalmente la idiotés de la ousia divina en el Padre. Como una
es segùn circunscripción (personal) la ousia del Hijo hombre, y otra
segùn circunscripción (personal) la ousia ο substancia del Padre. Tanto da hablar de la idiotés de una ousia, corno hablar de la perigraphè de la misma. Como tanto da distinguir en idiotés una ousia de otra, la divina de la humana, corno distinguirlas en perigraphè10.
Segùn eso, en la ideologia "monarquiana", el Padre y el Hijo no se
distinguen personalmente (en idiotèti)·, tienen una misma ousia y viven en identidad de natura y de propiedad fisica. Por igual motivo, tampoco se distinguen katà perigraphén, pues con la identidad de ousia tienen también idéntica "circunscripción" personal. En cambio Padre Dios e
Hijo hombre se distinguen personal y substancialmente, porque el uno tiene ousia e idiotés de Dios, y el otro ousia e idiotés de hombre; el uno
perigraphè divina, y el otro perigraphè humana11.
En suma, dada la correlación necesaria entre ousia e idiotés, si
Padre e Hijo tienen una sola natura divina, tendràn asimismo una sola
propiedad (personal). Y si Padre e Hijo se distinguen en idiotés, en
persona, se distinguiràn asimismo en ousia. Ambos errores, muy
lógicos, emanan de la premisa filosofica: una ousia, una idiotés.
Comenta Origenes una frase de Mt 21,46: «Pues le tenian por
profeta».
Esto lo digo de los que piensan rectamente sobre El; no se ha de
creer en efecto que estàn a su favor quienes piensan falsedades de El y se
imaginan glorificarle. Tales son los que confunden la ennoia12 de Padre y
10 La expresión katà perigraphèn supone para los monarquianos separación de
substancias, por delimitación ο circunscripción material, corno la que tiene lugar entre
hombres, a raiz de la generación. Véase Hacia la primera teologia... 433 s. 11 Véase En los albores de la exegesis iohannea, Romae, 1955 p. 112; y sobre todo A.
Brontesi, La soterìa in Clemente Alessandrino, Romae, 1972, pp. 620-622. 12 "Ennoia" indica aqui el concepto, la idea que el hombre se forma del Padre y del
Hijo. Cf. Orìgenes, C. Cels. IV 32, 12; 96, 13; VI 44, 44 et passim.
44 ANTONIO ORBE, S.I.
de Hijo, y enseflan que el Padre y el Hijo son por la hypóstasis13 uno solo;
mientras con solo pensamiento y con nombres distinguen el substrato
ùnico (tò hen hypokeimenon)1*.
Cambia el vocabulario. El fragmento anterior hacia valer la idiotès
para lo personal, la ousia para la natura concreta, y a la idiotès agregaba una noción afin — la perigraphè —.
En el actual aparecen nuevos vocablos de sesgo filosofico: la ennoia
ο idea, la sola epinoia (noción ο pensamiento), el hypokeimenon ο substrato15. Los adversarios de Origenes no distinguen debidamente la
ennoia de Padre y de Hijo en Dios. La aplican a la misma hpóstasis ο
persona: corno si en Dios uno mismo fuera Padre e Hijo a la vez16.
Distinguen sólo mentalmente, y con dos nombres — los de "Padre" e
"Hijo" — el substrato ο hypokeimenon ùnico. Un poco a la manera
corno en Cristo se multiplican epinoias y denominaciones, tales corno
Sophia, Logos, Aletheia, Phós, Zòè etc., sin multiplicar su persona. Tales dos nombres no son arbitrarios. Tienen su razón de ser. Y
corno nombres calificados, hubieron de encontrar justificación entre los
monarquianos, con recurso a las relaciones de Cristo con Dios17.
Mas al decirse aqui (Joh 1,4) el Salvador "Luz", y en la Epistola católica del mismo Juan (1 Joh 1,5) el Dios (Padre), pensarà alguien hacerlo también valer para probar que el Padre no difiere en ousia del
Hijo. Pero quien examine con mas acribia, y con mayor rigor de palabras, dirà que no es lo mismo la luz que aparece en las tinieblas y no es
sofocada por ellas, y la Luz en que no hay por modo alguno tinieblas18.
Apunta el Alejandrino un argumento monarquiano. Tanto el Dios
Padre corno el Salvador Hijo son luz. Poseen la misma ousia ο substancia concreta. Cambia su modo de ser ο estar. El Salvador seria
luz aparecida en tinieblas, entre los hombres. El Dios (Padre) seria la Luz, en su origen, antes de manifestarse entre los hombres.
13 Asi en griego; entienden por hypóstasis lo mismo que arriba (In Titum) persona. 14 In Matlhaeum tom. XVII, 14. Véase la nota de PG 12, 1519 s (95). 15 Sin contar la hypóstasis ο persona, que encontramos desde el principio (In Titum). 16 «Secundum diversitatem causarum»: cf. arriba p. 41 17 Para el tecnicismo filosófico de los términos aqui en juego véase H. Hagemann, Die rómische Kirche, Freiburg im Breisgau, 1864, pp. 354-371; Harnack, DG 4a ed. I. p. 737 s η. 1.
18 Orìgenes, In Joh II § 149. Cf. Hacia la primera teologia de la procesión del Logos,
431 s.
ORIGENES Y LOS MONARQUIANOS 45
Sin expresarlo aqui, apuntarian los monarquianos una idea comple
mentaria. E1 Salvador, luz un tiempo entre tinieblas, tornarla a su Luz
originai, después de haber iluminado a los hombres.
Habla Origenes de la resurrección de Cristo:
Los que se confunden en lo tocante al Padre y al Hijo allegan aquello
(1 Cor 15,15): "Resultamos ademàs falsos testigos de Dios, porque hemos atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no
resucitó", y (pasajes) semejantes a estos, que muestran cómo uno es el
resucitador y otro el resucitado. Y aquello (Joh 2,19): "Destruid el
tempio este, y en tres dias lo resucitaré". Creian probar a partir de tales
(pasos) que el Hijo no difiere en nùmero (τφ άριθμφ) del Padre, sino que ambos son una cosa no solamente en ousia, sino también en substrato
(hypokeimenó); (y) que se dicen Padre e Hijo, segùn ciertas nociones
diferentes, no segùn hipóstasis. A estos conviene aducir en primer lugar los dichos que principalmente establecen cómo el Hijo es distinto del
Padre, y cómo es menester que el Hijo sea hijo del Padre, y el Padre
padre del Hijo19.
Entre otras los monarquianos invocaban las Escrituras relativas al
autor de la resurrección de Jesus. Muchisimos textos hacen al Padre
responsable de ella20. Otros ensefian la autorresurrección de Jesùs. Los
adversarios de Origenes oponian dos: 1 Cor 15,15 a favor de la anàstasis de Jesùs por el Padre; Joh 2,19 favorable a su autorresurrección. Si el
resucitador, segun el Apóstol, es Dios (Padre), y, segùn Cristo, el
propio Cristo, — arguian — Cristo es Dios (Padre)21. «No difiere el Hijo en nùmero (τφ άριΦμφ) del Padre; ambos son
una cosa en ousia y en hypokeimenon», uno en substancia y también
numèricamente; en naturaleza y en persona. El argumento no aparece en Praxeas. Noeto en cambio lo apuntaba
con sobriedad, pero claramente al decir:
El mismo Padre es Cristo, el mismo (también) Hijo, el mismo nació,
el mismo padeció, el mismo se resucitó a Si propio (αύτός εαυτόν
ήγειρεν)22.
19 Orìgenes, In Johannem X § 246. Véase Hacia la primera teologia... 435 ss; G.
Gruber, Zóé, Miinchen, 1962, p. 261. 20 Hechos 2, 24; 3, 15, 4, 10... Rom 4, 24; 6, 4; 8, 11...; 1 Cor 6, 14... Véanse los
alegados por A. Zani, La Cristologia di Ippolito, Brescia, 1983, p. 613 n. 9. 21 Véase mi art. En torno al modalismo de Marción, en Gregorianum 71, 1990, 57 ss. 22
Hipólito, C. Noetum 3, 2. Véase A. Zani, La Cristologia di Ippolito 613 s.
46 ANTONIO ORBE, S.I.
Invocando testimonios complementarios, creian los monarquianos
poder concluir lo que los paisajes, por si solos, no probaban23. Y en
particular, «que el Hijo no difiere en nùmero del Padre». Expresión repetida, en sentido contrario, por san Justino.
Volviendo a las Escrituras — habla el Santo con Trifón — voy a
intentar convenceros de que este Dios que se dice y escribe haber
aparecido a Abrahàn, a Jacob y a Moisés, es otro que el Dios Creador del
universo; otro — digo
— numèricamente no en pensamiento (άρι.Ομφ ...
ού γνώμη). Pues ante todo afiraio que jamàs hizo ni habló nada sino lo
que el Dios Autor del mundo24.
El Hijo, segùn los monarquianos de Origenes, no difiere en nùmero del Padre. Ambos son una cosa en ousia, y también en hypokeimenon.
Difieren en nociones (epinoiai), mas no en hypóstasis. A juzgar por san Justino la analogia de la luz y el sol se prestaba a la
doctrina monarquiana. Evocaba, entre los judios, la doctrina de los
àngeles insubsistentes25. En su aplicación al Logos conducia a la
distinción temporal insubsistente. Salido un tiempo de Dios, tornarla a El26.
23 Notable el pàrrafo que consagra s. Hilario a coordinar la resurrección por Cristo y por el Padre: De Trinitate IX § 12.
24 Dial. 56, 11. Lo mismo en dial 62, 2: «Por las palabras de Moisés, sin discusión
posible, hemos de reconocer que converso Dios con alguien que era numèricamente distinto
y juntamente racional»; dial 129, 1: «el dicho profético sefiala a dos en nùmero: uno sobre la tierra... y otro en los cielos»; ibid., 4: «Todo el mundo convendrà en que lo engendrado es numèricamente distinto del que lo engendra». Puede verse J.P. Martin, El Espiritu Santo en los origenes del cristianismo, Ziirich, 1971, 301.
25 Cf. Dial 128, s s: «Està Potencia (el Logos) seria inseparable e indivisible del Padre, a la manera — dicen — corno la luz del sol que ilumina la tierra es inseparable e indivisible del sol que està en el cielo. Y corno éste, al ponerse, se lleva consigo la luz, asi — dicen —
cuando quiere el Padre, hace saltar de Si una Potencia, y cuando quiere, nuevamente la
recoge hacia Si. De este modo ensenan también que crea a los àngeles. Ahora bien, que existen los àngeles y que permanecen siempre y que no se resuelven en aquello de que se
originaron, ha sido ya demostrado. Aunque brevemente, también antes examiné el punto, corno està Potencia que el verbo profético llama Dios y también Angel... no es solo distinta
por el nombre, corno la luz del sol, sino numèricamente otra. Alli dije que està potencia es
generada por el Padre, por poder y voluntad suya, no por escisión ο corte, corno si se dividiera la substancia del Padre, al modo corno las demàs cosas todas susceptibles de división y corte no son lo mismo antes que después de partidas. Alli puse el ejemplo de los
fuegos que se encienden de otro; y còrno no pierde nada aquel de que pueden encenderse otros muchos, antes bien sigue lo mismo». Puede verse J.J. Ayàn Calvo, Antropologia de san Justino, Santiago de Compostela. 1988, 166.
26 Segun la concepción futura de Fotino. Cf. Gregorio de Elvira, de fide [§ 11),
praef. 76 s: «Nec extensionem partis alicuius ex Patre — ut quidam putaverunt — Dei Filium dicimus»; Nest., Serm. 12, 15 (PL 48, 856): «Deum Verbum aliquando Deum
aliquando Verbum appellat (Iohannes), tamquam extentum atque collectum»; anat. 6-7 del Concilio de Sirmio del 351; san Hilario, Trin. I, 16; Ili, 17; X, 50.
ORIGENES Y LOS MONARQUIANOS 47
Sin embargo, Tertuliano daba cabida a la analogia ternaria —
Sol/rayo/àpice — sin temor de incurrir en modalismo27. Mas aun, gran
parte de la doctrina trinitaria de Origenes se basa en la analogia, por lo
demàs escrituraria, de la luz y su esplendor (cf. Sap 7,26; Heb 1,3)28. Tornemos al fragmento origeniano (In Johannem X § 246). La dificultad mayor no reside en la distinción entre ousia e
hypostasti29: donde ousia denotarla substancia real, e hypostasti subs
tancia individuai ο circunscrita (ousia katà perigraphén, ο ousia kat'idio
tèta); ousia indicarla natura existente, e hy postasti natura particular.
Mas arduo es distinguir ousia e hypokeimenon, porque tècnicamente
hay dos hypokeimena: el pròton hypokeimenon ο apoion, anterior a toda cualidad, y el deuteron hypokeimenon ο poion, dotado ya de
cualidad; el pròton hypokeimenon equivale a ousia, mientras el deute
ron hyp., a ousia + poiotès (resp. idiotès)3". Al decir los monarquianos — segùn Origenes — que «ambos —
Padre e Hijo — son una cosa no solamente en ousia, sino también en
hypokeimenon» contraponen la ousia al hypokeimenon deuteron ο ousia
+ poiotès (= idiotès) ο ousia qualificata (= ousia individuata). Logica mente, niegan que el Padre e Hijo difieran en la substancia cualificada;
igual que niegan su distinción en hypostasti. Pràcticamente toman el
hypokeimenon por hypostasti; le dan el valor tècnico de hypokeimenon deuteron.
Hay su gradación: de la identidad de ousia — identidad en natura divina para ambos Padre e Hijo
— a la identidad de hypokeimenon — ο
identidad en natura concreta ο numèrica —. El hypokeimenon (deute
ron) es ousia + poiotès, ο ousia + idiotès. La identidad en hypokeime non supone pues, ademàs de la identidad de ousia, la de idiotès ο poiotès
individuante. La postura monarquiana, adversa a la distinción en
propiedad (personal) entre el Padre y el Hijo, lo es también a la distinción en la substancia individuada por tal propiedad.
27 Cf. ad ν. Prax., 8, 5 ss. 28
Segun Panfilo, Apologia c. 3 PG 17, 561 B; De princ. I, 2, 9. Véase mi Hacia la
primera teologia de la procesión del Verbo, Romae, 1958, p. 168 ss. 29 Cf. A. Lieske, Die Theologie der Logosmystik bei Origenes, Miinster i.W., 1938, p.
163 n. 7: «Origenes bedient sich bereits der Unterscheidunt ousia - hypostasis; wenn auch
beide an und fiir sich das gleiche bedeuten, so wendet er sie vereinzelt doch bereits zur
Unterscheidung Wesen — Person an... Ousia oder hypostasis besagt Realitat oder
wirkliche Existenz, wobei hypostasis mehr im Sinn der ousia idia = Individualexistenz
verstanden wird». 30
Dexipo, In Categorias Aristotelis ed. Busse pp. 23, 25 ss = J. ab Arnim, SVF II p. 125, 30 ss. Cf. M. Pohlenz, Die Stoa, I 3a ed. Gòttingen, 1964, p. 69 = II 3a ed. p. 39 s.
48 ANTONIO ORBE, S I.
Padre e Hijo difieren en nociones (epinoiai) y en nombres; no en οusία ni en hypostasis, hypokeimenon, persona ο substancia individuai numèrica.
Segùn empero Origenes, Padre e Hijo difieren en nociones y nombres; ademàs en hypostasis, hypokeimenon, idiotès (resp. poiotès), y en nùmero; finalmente en ousia concreta, no en ousia comùn31.
Se lee en un pasaje de las Homilias In Leviticum:
Haeretici non faciunt "de duabus decimis unum panem" (Lev 24,5),
negant enim Creatorem Deum Patrem Christi esse... Qui ergo separant Christum a Creatore Deo Patre suo haeretici, et Iudaei qui solum Patrem
recipiunt, et Verbum ac Sapientiam eius Christum non recipiunt, non
faciunt "ex duabus decimis unum panem". Nos autem mensurae quidem
ipsius, id est substantiae nomen vel rationem comprehendere aut invenire
non possumus; confitentes tamen Patrem et Filium, unum facimus panem ex duabus decimis: non ut panis unus ex una decima fiat, et alius ex alia, ut sint ipsae duae decimae separatae, sed sint duae istae decimae una
massa et unus panis. Quomodo duae decimae una massa fit? quia non
separo Filium a Patre, nec Patrem a Filio: "Qui enim vidit me -— inquit
(Joh 14,9) —- vidit et Patrem". Fiunt ergo panes singuli ex duabus
decimis, et proponuntur duabus positionibus, id est duobus ordinibus. Si
enim una positio fieret, confusus et permixtus esset sermo de Patre ac
Filio. Nunc autem unus quidem est panis — una enim voluntas est et una
substantia — sed duae sunt positiones, id est duae personarum
proprietates32.
Las lineas no ofrecen dificultad.
a) los primeros herejes son los marcionitas y gnósticos que separan — con distinción substancial — al Creador ο Demiurgo (animai), del Cristo ο Salvador espiritual.
b) los Judios, sobriamente caracterizados, son estrictamente mo
narquianos. Niegan al Cristo, Hijo de Dios, Verbo y Sabiduria del Creador y Padre.
Origenes no aporta elemento doctrinal nuevo. Padre e Hijo son un
pan (una masa) — "una voluntad y una substancia" —, pero dos
31 Véase Orìgenes, De oratione 15, 1: «el Hijo se distingue del Padre en ousia y en hypokeimenon». Ci. A. Lieske, Die Theologie der Logosmystik bei Orìgenes, Miinster i.W., 1938, p. 163 s.
32 Hom. XIII in Lev. 4 PG 12, 548 C/549 B.
ORIGENES Y LOS MONARQUIANOS 49
posturas, dos propiedades personales. Y no una postura ο propiedad
personal ùnica, ademàs de una voluntad y substancia (corno quieren los
monarquianos).
San Justino resumia brevemente lo mismo al decir que el Dios de
las teofanias a Abrahàn, Jacob y Moisés era numèricamente distinto del
Dios Creador, mas no en pensamiento (ou gnòme)33.
Acusaba Celso a los cristianos de que, no contentos con adorar a un
solo Dios, rendian culto a un hombre de reciente aparición. Origenes responde con dos textos (Joh 10,30 y 17,22), que prueban cómo en el culto a Cristo no adoraban a otro Dios fuera del Dios Supremo:
"Pues el Padre, dice (Joh 14,11 y 17,21) (està) en mi y yo en el
Padre". Y si alguien se turba por tales expresiones, temeroso de echarse
en brazos de quienes niegan que Padre e Hijo sean dos hipóstasis, atienda
aquella otra: "Todos los creyentes tenian un corazón y una sola alma"
(Act 4,32), para entender lo de (Joh 10,30): "Yo y el Padre somos una
cosa". Segùn eso adoramos a un solo Dios — corno explicamos — al
Padre y al Hijo que es la verdad, los cuales son por su hipóstasis dos
cosas, pero una sola por la concordia y armonia e identidad del querer. De manera que quien ha visto al Hijo (Heb 1,3) "Esplendor corno es de la
gloria y caràcter de la hipóstasis" de Dios (Padre), ha visto en El, por ser
Imagen de Dios, al (mismo Dios)34.
Donde hay una sola ousia, ha de haber un solo sentir y querer. Padre e Hijo son δύο xfj ύποστάσει πράγματα; dos cosas que subsisten,
unidas por comunión de mente y de voluntad. Dentro de la lògica
impuesta por otros fragmentos, serian dos ousiai hipostàticamente
distintas. La misma distinción entre ousia e hypóstasis se advierte en otro
pasaje relativo al Espiritu Santo:
Habrà quizàs un tercero... que venga ensenando cómo el Espiritu Santo no tiene ousia alguna propia, por que subsista, distinta del Padre y del Hijo... Nosotros sin embargo, persuadidos de que hay tres hipóstasis, el Padre y el Hijo y el Espiritu Santo...35.
33 Dial., 56,11. En igual sentido Gregorio de Elvira, De fide 7 ed. Simonetti p. 100,
12 ss: «Porro Pater ac Filius, etsi duae personae creduntur, ratione (prob. γνώμη) tamen et substantia unum sunt».
34 C. Celso Vili, 12. Véase Hacia la primera teologia... 437 ss. 35 In Johannem II § 75. Véase Hacia la primera teologia... 438 ss.
50 ANTONIO ORBE, S.I.
Mayor atención merecen unas lineas del origeniano Diàlogo con
Heràclides:
De donde aquello (Joh 10,30): "Yo y el Padre somos una cosa", lo
concebimos asi. Oramos de suerte que, por un lado, mantenemos la
diada, y, por otro, abrimos las puertas a la mónada. Asi no incurrimos en
la creencia de quienes se han separado de la Iglesia, con la ilusión de la
Monarquia: los cuales sustraen el Hijo al Padre, y virtualmente sustraen
también el Padre. Tampoco venimos a caer en otra doctrina impia, que
niega la divinidad de Cristo. ^Cómo hablan, segun eso, las Escrituras
divinas en pasos corno aquel (Is 43,10): "Antes de mi no hubo otro Dios,
y después de mi no le habrà"; y aquel (Deut 32, 39): "Yo soy, y no hay
(otro) Dios fuera de mi"? Estas sentencias no permiten aplicar "lo
uno"36, en el Dios del universo, a lo inmaculado (τφ άχράντψ)37, con
separación del Cristo. Ni menos en Cristo, con separación de Dios.
Digamos en cambio lo que Jesùs cuando afirma (Joh 10,30): "Yo y el
Padre somos una cosa"38.
El pensamiento gira en torno Ά Joh 10,30. Recuerda primeramente dos exegesis erróneas, y ofrece luego la suya propia: todo elio con gran concisión.
Las dos exegesis erróneas responden a dos errores enunciados ya por Origenes In Titum y por Eusebio, a propòsito de Berilo.
Primer error: de los que por caer en la ilusión de la Monarquia se
han separado de la Iglesia. Se han dejado engafiar de la "Monarquia". El término, en si justificable, entendido corno lo entiende Tertuliano39, se presentaba corno palabra de orden, sintesis de la mas pura ortodoxia,
para indicar el Imperio de un Dios, ùnico en naturaleza y en persona. «Monarchiam —
inquiunt — tenemus»40.
36 Aquel "unum sumus" de Joh 10, 30.
37 Esto es, a la pura substancia divina, tal corno se halla en el Dios supremo. «Lo incontaminado» se refiere a la substancia espiritual de Dios, en si misma, antes de
unirse al hombre. En exegesis a Joh 4,24 escribe Orìgenes (In Johannem XIII § 147): «Acerca del "Dios
es espiritu" afirma Heracleón»: «Incontaminada y pura, invisible y divina es Su natura leza».
Adamancio, Dial. de Reda in Deum Fide IV, 13 ed. Bakhuyzen pp. 169, 23 s (se refiere a la humana aparencial substancia de Cristo): «Quod ego perabsurdum puto ascribi venerandae illi et purissimae omnium naturae (τι) άχράντψ ούσίςί)». No tiene aqui aplicación. Como tampoco el epiteto frecuente entre los Oràculos caldaicos y conocido de
Jàmblico, De mysteriis. 38
Dialektos, 4, 1 ss (SC 67 pp. 60.62). 39 Adv. Prax. 3. Cf. G. Scarpai, Tertulliano Contro Prassea, Torino, 1985, 14 s y 48
ss. 40 Adv. Prax, 3, 2.
ORIGENES Y LOS MONARQUIANOS 51
De contenido equivoco, en los dias de Tertuliano, y lo mismo ahora
en Origenes, corno senuelo que atrae a incautos e ilusos41.
En su virtud, los partidarios de tal Monarquia «sustraen el Hijo al
Padre». Por hacer que Padre e Hijo sean uno mismo, le quitan a Dios Padre el Hijo, y quitàndole el Hijo le quitan a Dios ser Padre. Por no admitir dos personas — Padre e Hijo — en Dios, no solo eliminan, corno quieren ellos, el Hijo, por re tener corno Dios ùnico al Padre;
"ipso facto", quitàndole el Hijo le quitan a Dios ser Padre. «Y virtualmente sustraen también el Padre»42.
Pero ocurre preguntar. <;,Por qué eliminaban los monarquianos el
Hijo en Dios? ^Por qué, para salvar la Monarquia divina, se creian
obligados a negar a Dios un Hijo suyo personal? No ciertamente, por sola mala inteligencia del vocablo monarchia.
La razón asoma levemente en las lineas de Origenes. La expone
Tertuliano, a propòsito de la generación del Hijo "segun emisión" (katà probolén')43. Los monarquianos invocaban la indole puramente espiri tual, inmaculada, de Dios. Dios, puro Espiritu (cf. Joh 4,24), no puede tener un hijo. La filiación estricta es animai. Si Dios tuviera un hijo lo
tendria, corno entre hombres, corpòreo y separado de Si; haria de él no
solo una persona distinta, sino un Dios distinto. Como padre e hijo hacen, entre nosotros, dos hombres; en Dios harian dos dioses.
En otros términos. Donde hay padre e hijo estrictos hay dos seres
materialmente separados; dos hombres, ο dos brutos. Segun eso, ο se
mantiene en Dios la "Monarquia" conforme a Su naturaleza espiritual,
incontaminada; o, si se quiere descubrir en El la distinción personal de Padre e Hijo, habrà que asignarles a ambos una substancia corpòrea,
que multiplique con las personas la substancia divina, y haga dos dioses. Tal ideologia se vislumbra "a contrario" en la exegesis antimonar
quiana de Origenes (a Joh 10,30). Invoca el Alejandrino a su favor dos pasajes, uno de Isaias y otro
del Deuteronomio.
41 Lo indica la frase: «(caer) en la ilusión de la Monarquia». Solo aqui, entre las obras
conocidas de Origenes, se lee el vocablo monarchia. 42
Tert., adv. Prax. 10, 1: «Ita aut Pater aut Filius est, et neque dies eadem et nox,
neque Pater idem et Filius, ut sint ambo unus et utrumque alter, quod vanissimi isti
monarchiani volunt...»; 10, 6: «Hoc erit totum ingenium diaboli, alterum ex altero
excludere, dum utrumque in unum sub monarchiae favore concludens neutrum haberi facit, ut et Pater non sit qui scilicet Filium non habet, et Filius non sit qui aeque Patrem non
habet. Dum enim Pater est, Filius non erit. Sic monarchiam tenent qui nec Patrem nec
Filium continent». 43 Adv. Prax., 8, 1 ss.
52 ANTONIO ORBE, S.I.
Is 43,10: «Antes de mi — oràculo de Yahveh — no hubo otro Dios,
y después de mi no le habrà». Deut 32,39: «Yo soy, y no hay (otro) Dios fuera de mi». Ambos testimonios demuestran el alcance del «unum sumus» (en
Joh 10,30). «Yo y el Padre somos una cosa», un solo Dios. Dios Padre,
que habla en ambos pasajes, niega taxativamente la existencia de otro
Dios", entiéndase otra substancia divina, no otra persona de la misma
substancia que Yahveh.
Tanto el oràculo de Isaias corno el del Deuteronomio excluyen la
idolatria, la existencia de otro u otros dioses, anteriores ο superiores a
Yahveh. Los gnósticos44, descubrian en el logion ("Yo soy Dios y fuera de
mi no hay otro"), la envidia e ignorancia del demiurgo animai, adverso a la existencia de un Dios superior, de indole espiritual; de un Dios, por tanto, de otra superior naturaleza. El logion no excluia la existencia de
otra persona divina, de igual naturaleza que Yahveh. Eso le importaba
bien poco al demiurgo gnòstico. Ni los gnósticos se lo plantearon nunca.
A la luz, pues, de Is 43,10 y Deut 32,39 que excluyen solamente
otro Dios de naturaleza diversa de la de Yahveh, prueba Origenes
contra los monarquianos que en Joh 10,30 al decir Jesùs «Yo y el Padre somos una cosa», por "una cosa" entendia "una misma substancia ο
naturaleza"; en modo alguno "una persona". Nada vale lo que el breve
comentario de Origenes:
Estas sentencias (Is 43,10 y Deut 32,39) no permiten aplicar aquel unum (de Joh 10,30) a lo incontaminado (τφ άχράνχψ), en el Dios del
universo, con separación del Cristo. Ni menos a Cristo, con separación de
Dios45.
Segùn el Alejandrino, el unum (de Joh 10,30) ha de aplicarse ciertamente al Dios del universo; pero en comunión con el Hijo Cristo.
Se refiere al Espiritu incontaminado comùn a Yahveh y al Cristo. No debe ni puede aplicarse a solo Dios Yahveh, en Su naturaleza
incontaminada de Espiritu: corno si Padre e Hijo fueran una sola
persona divina, separada del Cristo. Y mucho menos puede el unum
44 Véase mi art. El pecado de los Arcontes, Est. Ecl. 43, 1968, 354 ss. 45 Mucho me aparto de la versión de J. Scherer (SC 67 p. 63): «Dans ces formules, il
ne faut pas croire que l'unité s'applique au Dieu de l'univers... [τφ άχράντφ: nous
rcnongons à traduire et à corriger ces mots] séparé du Christ; et pas davantage au Christ
séparé de Dieu».
ORIGENES Y LOS MONARQUIANOS 53
aplicarse a solo Cristo, en su naturaleza humana: corno si Padre e Hijo fueran una sola persona humana, en Cristo, separada del Dio Yahveh.
E1 unum se refiere a la unidad de naturaleza divina, entre el Dios
Yahveh y el Cristo, entre la persona de Dios y la de su Hijo Encarnado Cristo.
Bien entendido, unum segùn el Espiritu, en naturaleza divina incontaminada. Jamàs unum segùn la carne. Previene asi Origenes los
escrupulos monarquianos para la comunión entre Padre e Hijo, funda
dos en generación animai. Si Dios, para ser Padre del Hijo Cristo, le hubiera otorgado Su naturaleza por generación animai, habriase roto el
unum entre Padre e Hijo. Mediando empero generación espiritual —
segun el Espiritu ο Substancia incontaminada divina — Padre e Hijo juntan las dos cosas: la distinción personal, y la unidad (o comunión) de substancia.
Las lineas del Dialektos relativas a los monarquianos llaman la
atención sobre otro error, registrado ya In Titum y por Eusebio en su
noticia sobre Berilo:
Tampoco venimos a caer en otra doctrina impia, que niega la
divinidad de Cristo46.
Alude al adopcianismo, que si no se identifica con el error
monarquiano, deriva de él. Una de dos: a) ο el Padre y el Hijo son
personalmente un mismo Dios (error estrictamente monarquiano); b) ο
reteniendo por ùnico Dios personal al Padre, pasa a ser el Hijo Cristo,
puro hombre.
Los dos errores suponen la identidad de substancia y de persona en
Dios, lo mismo que en el hombre Cristo. Donde hay una ousia divina
hay también una persona. Y donde una ousia concreta humana,
asimismo una persona.
Aunque no hablen derechamente de los monarquianos, merecen
estudio unas pàginas que consagra Origenes al "Logos", en su aplica ción al Hijo.
Dialektos 4, 7-9.
54 ANTONIO ORBE, S.I.
Vale la pena — escribe —
fijarse en los que descuidan tantos
nombres, y se sirven de éste, corno excepcional. Si uno les menciona
otros, le piden declaración de ellos. Mientras en éste (de Logos),
imaginan ver claro lo que significa el nombre de Logos aplicado al Hijo de Dios. Sobre todo, recurren de continuo a aquello (Ps 44,2): "Eructó
mi corazón un Logos bueno", y piensan que el Hijo de Dios es una
prolación del Padre hecha corno en silabas. Si les interrogamos con
precisión, no le otorgan hipóstasis, ni declaran su ousia47: no decimos aùn
tal ο cual (determinada ousia), sino simplemente una ousia. Entender en
efecto cómo un Logos enunciado sea hijo, le resulta a cualquiera
imposible. Y vienen a enunciarnos por Logos Dios, una Palabra que tiene
vida en Si: ora una Palabra no separada del Padre y que, segùn eso, por no subsistir48, tampoco es Hijo; ora una separada y dotada de ousia.
Digamos pues. Asi corno para cada nombre de los susodichos hay
que despiegar, a partir del apelativo, la idea de lo asi nombrado; y
explicar con argumentos probativos cómo se aplica tal nombre al Hijo de
Dios: lo mismo se ha de hacer a proposito de su denominación "Logos". Es arbitrario no atenerse a la letra para cada uno (de los demàs
nombres), y buscar cómo se ha de exponer por ejemplo que El es
"puerta", "vid", "camino". Sin hacer otro tanto, ùnicamente al denomi
narle "Logos"49.
Es extraflo que Origenes no sienta predilección, entre los nombres
de Cristo, por el de Logos. La filosofia del Pòrtico y la iluminada
production exegética de Filón le eran abiertamente favorables. El
pròlogo de san Juan lo habia consagrado, con excepcional relieve. Su
misma riqueza de contenido, tanto en el campo religioso corno en el
ideològico, le privilegiaban sobre los demàs nombres. A Origenes no le molesta la predilección por el "Logos". Le
incomoda la varia injustificada actitud de algunos, que no contentos con
privilegiar tal nombre descuidan tantos otros ilustres. Los cuales acogen
sin discusión el nombre de "Logos", mientras para dar cabida a otros
piden explicaciones. Le disgusta sobre todo que se dé tanta importancia al nombre
"Logos", tornado a la letra; mientras para otros, literalmente sin
sentido, haya que recurrir a la metàfora ο a la alegoria. Le incomoda el
triunfo del sentido literal del "Logos" sobre el alegórico de los demàs
apelativos.
Ni declaran cómo tiene una ousia propia. Esto es, por no tener hypóstasis propia. In Johannem I §§ 151-154.
ORIGENES Y LOS MONARQUIANOS 55
Las lineas de Origenes permiten restituir el pensamiento de sus
adversarios. Empleaban estos exclusivamente el nombre "Logos" para el Hijo de Dios, y no se detenian a declararlo. Evocaban sin duda, por
analogia con la palabra del hombre, el Logos mediante el cual hizo Dios todas las cosas (Joh 1,3). Recurrian para justificarlo a Ps 44,2: «Eructó mi corazón un Logos bueno». Donde "mi corazón" seria Dios Padre; y
el "Logos" bueno el Hijo de Dios. Verbo proferido por Dios Padre, a la manera corno el humano verbo sale del interior, y se revela corno
"verbo prolaticio". Todo, dentro de una concepción evidente, de fàcil filosofia.
Origenes impugna el recurso a Ps 44,2 y su exegesis literal.
Piensan, en efecto, apoyados en ella, «que el Hijo de Dios es una
prophora del Padre, hecha corno en silabas». El Alejandrino extrema la
analogia con el "logos" humano.
Y tocamos el punto que aqui interesa. Una es la exegesis de Ps 44,2
que atribuye el Alejandrino a los partidarios del "Logos" Hijo de Dios. Y otra su exegesis real.
El "logos" humano es inconsistente, porque se resuelve en silabas
transitorias, que pasan segùn se pronuncia. Lo mismo el "Logos" de Dios Padre. El recurso continuo a Ps 44,2 literalmente extremado acaba
ahi. Hace del Logos un Hijo de Dios, que pierde consistencia segùn sale del Padre. Le convierte en una simple prophora.
Tal era la exegesis monarquiana de Ps 44,2. Acentuaba, por analogia con la palabra humana, la inconsistencia de la voz, del sonido, de la articulación, en el Logos mismo de Dios50. La analogia llevada al
extremo obligaba a negar consistencia al Hijo de Dios; a no otorgarle,
frente al Padre, otra distinción que la comprobable en el hombre, entre
su palabra y su persona. En el hombre, el que habla se distingue de su
palabra; mas no personalmente. Se distingue el hombre, en substancia,
del hombre en ejercicio. Igual Dios: se distingue Dios, en substancia, del Dios en acto de hablar.
50 Cf. Tert., adv. Prax. 7, 6: «Quid est enim — dices — Sermo (Logos), itisi vox et sonus oris et, sicut grammatici tradunt, aer offensus intellegibilis auditu, ceterum vacuum nescio quid et inane et incorporale?» — Està noción tertulianea tuvo mucha repercusión entre los Sabelianos, a juzgar por las referencias de Atanasio, Hilario, Febadio y Gregorio de Elvira (véase M. Simonetti, en comento a Greg. Elv., de fide, praef. 39 p. 128 s).
Agregar Novaciano, De trinitate 31 § 183: «Ex quo (Deo Patre), quando ipse voluit, Sermo Filius natus est, qui non in sono percussi aeris aut tono coactae de visceribus vocis
accipitur, sed in substantia prolatae a Deo virtutis agnoscitur»; Lactancio, de Opificio Dei
15, 1 ss: «Grammatici quidem ac philosophi (stoici) vocem definiunt aerem spiritu verberatum, unde verba sunt nuncupata...»: véanse los lugares citados ad locum por M.
Perrin, en SC 214 p. 379 s.
56 ANTONIO ORBE, S.I.
E1 "Logos" para ser verdadero Hijo de Dios, realmente engendra
do, tendria que serio por generación animai (probolé). Solo entonces se
distinguiria personalmente de Dios Padre, corno entre los hombres se
distingue el hijo del padre51. La prophora de un "logos" termina en algo insubsistente, no en "hijo". Mientras la probolé animai — entre seres
corpóreos — termina en algo subsistente, en "hijo". Mas por animai es
absurdo aplicarla a Dios.
Asi discurrian los monarquianos de la linea de Praxeas, a juzgar
por las tesis contrarias desarrolladas por Tertuliano en el adversus
Praxean: la no emisión animai estricta (probolé) en Dios; la no
prolación orai, por analogia humana.
Mas no parece que Origenes aluda aqui52 a monarquianos: a) los
monarquianos no demostraron tan exclusiva predilección por el término
"Logos"; b) mucho menos, por el "Logos" en su aplicación al Hijo de
Dios; i,para disiparlo y resolverlo en aire?
Tampoco pensaba Origenes en los valentinianos, cuya teologia no
era tan absorbente para el "Logos", ni tan ingenua corno la que les
asigna a los exegetas de Ps 44,2. El Alejandrino tiene la mira puesta en una exegesis domèstica53, de
individuos corno Tertuliano. Aplicaba éste el verso del salmista al
Logos personal de Dios; y urgia la analogia del "Logos" con la palabra del hombre. Distinguia muy bien prophora de prophora: la divina del
Padre, que por tener lugar en "pneuma" subsistente, acaba en "Logos" asimismo subsistente; y la del hombre, que por cumplirse en hàlito
insubsistente, se resuelve en silabas y, no bien salida, desaparece.
Empleaba ademàs con manifiesta predilección tal nombre, junto
con el de Sophia, para distinguir sus dos etapas, antes y después de
51 Cf. Gregorio de Elvira, de fide [§ 10], praef. 73 ss: «Non enim nos secundum
corporum condicionem divisionem in Deo facimus, sed secundum divinae naturae poten tiam, quae in materia non est»; Arrio, Epistola ad Eusebium 5; Opus imperfectum in
Matthaeum, homil. 46 PG 56, 889 B. 52 In Joh I §§ 151-152. 53
Muy bien E. Corsini, Commento al Vangelo di Giovanni di Origene, UTET, 1968
p. 160 s n. 45: «... il contesto sembra far pensare piuttosto a una polemica interna nell'ambito dell'ortodossia, a una delle tante puntate contro quella parte di fedeli che
Origene suole indicare con la designazione di "molti" ... e ai quali soprattutto rimprovera di non ricercare la conoscenza profonda della parola divina, arrestandosi al senso letterale immediato».
ORIGENES Y LOS MONARQUIANOS 57
proferido por Dios: antes, corno Sophia (o "Logos inmanente"), y después, corno Sermo (o "Logos prolaticio")54.
Origenes demuestra no haber estudiado la exegesis tertulianea del
salmista. Habria comprobado que la prophora del Logos en Dios era
perfectamente compatible con la subsistencia55.
Tertuliano hallaria fàcil respuesta a las consideraciones de Ori
genes:
Y piensan que el Hijo de Dios es una prophora del Padre hecha
corno en silabas.
Asi pensaban los monarquianos corno Praxeas, interesados en
denegar la subsistencia personal del Hijo, Logos (insubsistente) del Padre. No asi Tertuliano. Aunque todos —
monarquianos y Tertuliano — echasen mano del mismo testimonio (Ps 44,2)56.
Y segùn eso, si les apremian con preguntas precisas, no le otorgan (al
"Logos" de Dios) hypóstasis, ni declaran su ousia (cómo tiene substancia
propia): no decimos aun tal ο cual (determinada ousia), sino simplemente una ousia.
Asi los monarquianos. No asi Tertuliano, que por hacer salir al
"Logos", del Padre, de Su divina ousia, le otorga también a él ο usta nacida en comunión indivisa con el Padre.
Entender en efecto que un Logos enunciado (y salido de Dios) sea
"hijo" (del Dios que le enuncia), a cualquiera le resulta absurdo.
Tal creian también los monarquianos. Mas no Tertuliano, para
quien la enunciación ο prolación del Logos tiene lugar "secundum
Spiritum", y trae por fruto al Hijo, en natura espiritual subsistente, de
Tert., adv. Prax. 7, 6: «At ego nihil dico de Deo inane et vacuum prodire potuisse, ut non de inani et vacuo prolatum, nec carere substantia quod de tanta substantia processit et tantas substantias fecit»; Novaciano, De trin. 31 § 186: «quia ex Patre processit, substantia sciticet illa divina, cuius nomen est Verbum, per quod facta sunt omnia et sine
quo factum est nihil». 56
Tert., adv. Prax. 7, 1. Mas tarde, en igual sentido Dionisio Al., apud Athanas., De sentent. Dion., 23 = Ch. L. Feltoe, The Letters... of Dionysius of Alexandria,
Cambridge, 1904, p. 197.
58 ANTONIO ORBE, S I.
Y vienen a enunciarnos por Logos Dios, una Palabra que tiene vida
en Si.
No asi los monarquianos. Si Tertuliano, para quien el "Logos" enunciado (resp. engendrado) por Dios, segun el Espiritu ο substancia de Dios, es Dios corno el Padre que lo enuncia. Un Logos "Pneuma" y corno tal Dios, con substancia propia, aunque indivisamente unido al
Pneuma del Padre de que procede. Logos espiritual, tiene corno tal la
Vida, por participación en la Vida del Espiritu. El reparo de Origenes contra los partidarios del "Logos", ademàs
de ingenuo, resulta menos propio de lo que parece. Igual valdria para tantas otras apelaciones del Cristo. Y, en particular, para Sapientia. Habia llamado el Apóstol a Cristo "Poder de Dios y Sabiduria de Dios"
(1 Cor 1,24). Comenta Origenes:
Nemo tamen putet aliquid nos insubstantivum dicere, cum eum "Dei
Sapientiam" nominamus; id est, ut exempli causa finxerim, quod eum
non velut animai quoddam sapiens, sed rem aliquam, quae sapientes
efficiat, intellegamus, praebentem se et mentibus inserentem eorum, qui
capaces virtutum eius atque intellegentiae fiunt. Si ergo semel recte
receptum est, Unigenitum Filium Dei Sapientiam eius esse substantialiter
subsistentem, nescio si iam ultra evagari sensus noster debeat ad suspi
candum, ne forte ipsa hypostasis (id est substantia) eius corporeum
aliquid habeat, cum omne, quod corporeum est, vel habitu vel colore vel
magnitudine designetur57.
Entre hombres la sabiduria no pasa de ser un accidente ο una
cualidad, en si insubsistente. Hay el hombre sabio. No hay humana
sabiduria subsistente. En Dios la Sabiduria subsiste y es engendrada; idéntica en persona al Unigènito Hijo de Dios.
Se adelanta Origenes a la exegesis sabeliana de la "Sapientia Dei58, con unas consideraciones que valen por igual para el "Logos". ^Por qué
adopta para el "Logos" actitud tan extrema?
Ora una Palabra no separada del Padre y que, segùn eso, por no
subsistir (=por no tener hypostasis propia), tampoco es Hijo — es la tesis
57 De principiis I, 2, 2 initio. 58 Que apunta en Gregorio de Elvira, de fide [§ 5], ed. Simonetti, praef. lin. 40 s:
«Sed nos sapientiam non huius mundi quae distruitur — se refiere a la sabiduria cualidad —, sed illam quae ex Deo est novimus, quae verbum Dei Deum esse (ideoque subsisten tem) insinuat». En igual linea san Basilio, Homil. XXIV, 1.
ORIGENES Y LOS MONAROUIANOS 59
monarquiana —. ora una Palabra separada y dotada de ousia — la tesis
de los "dos dioses" —.
Es el dilema repetidas veces atribuido por Origenes a los monar
quianos. El Logos de Dios, (,se separa ο no se separa de Dios? Si se
separa, adquiere ousia propia, corno el hombre que nace de otro; y hace
"dos dioses". Si no se separa, hace una sola hypòstasis y ousia con Dios: un solo Dios en naturaleza y persona.
Tertuliano impugnarla el dilema; dilema mal planteado. Otorga al verbo separar, separarse, el sentido animai ο corpòreo de distinción
segùn la carne; corno si en Dios Padre e Hijo entranaran la separación "secundum carnem" que entre los hombres. Replicarla Tertuliano:
Ora una Palabra no animalmente separada del Padre ("secundum
carnem") pero si espiritualmente distinta ("secundum spiritum") con
distinción indivisa; y que segùn eso por subsistir ("secundum spiritum") es Hijo del Padre de quien indivisamente procede; ora una Palabra
distinta "segùn Espiritu" y dotada de ousia propia, indivisamente unida a
la de Dios Padre.
Tal era la tesis de los grandes eclesiàsticos, que compaginaban la distinción personal con la comunión indivisa "segun el Espiritu" entre Padre e Hijo; y condenaban toda separación animai entre ambos,
entranada por la generación corpòrea59. Las consideraciones finales de Origenes (In Joh I § 153-154) caen
por la base, y no merecen atención.
Escribe pàginas después Origenes:
Conviene empero no dejar sin examen el verso del salmo 44,2: "Mi
corazón eructó un Logos bueno; yo digo mis obras al rey". Los "muchos"
suelen citarlo con frecuencia, corno si lo comprendiesen. Demos que es el
Padre quien dice estas palabras. ^.Oué corazón es el Suyo, para que, en
conformidad con él, aparezca "el Logos bueno"? Si en efecto, corno
suponen ellos, el (apelativo) "Logos" no requiere explicación, tampoco el (término) "corazón", lo que resulta absurdisimo: imaginar que el
corazón, corno el de nuestro organismo, es parte de Dios. No olviden
59 Cf. Orìgenes/Rufino, Comm. ad Romanos Vili c. 5 (PG 14, 1169 C): «Omnes haeretici... Patrem quidem et Filium et Spiritum sanctum annuntiant; sed non bene... Aut
enim male separant Filium a Patre, ut alterius naturae Patrem, alterius Filium dicant; aut
male confundunt, ut vel ex tribus compositum Deum, vel trinae tantummodo appellationis in eo esse vocabulum putent».
60 ANTONIO ORBE, S I.
que, asi corno al nombrar la mano ο brazo ο dedo de Dios, no fijamos la
mente en la sola letra, sino que buscamos còrno han de referirse estas
cosas correda y dignamente a Dios, asimismo, por el corazón de Dios ha
de entenderse la virtud Suya intelectiva y la de mirar por el universo; y
por el "Logos" el mensajero de lo que (se esconde) en él. ^Quién otro
que el Salvador anuncia los designios del Padre a las criaturas dignas (de
conocerlos), haciendo también vida entre ellas? Tal vez el verbo mismo
"eructó" tiene su razón. Mil otros podian decirse en su lugar. "Emitió mi
corazón un Logos bueno"; "habló mi corazón un Logos bueno". Pero asi
corno el eructo es la salida al exterior del aire escondido en quien eructa y viene a respirar por su medio: asi el Padre, al no contener (dentro) los
teoremas de la verdad, los eructa e imprime su figura en el Logos, que
por eso se denomina "Imagen del invisible Dios" (Col 1,15). Esto
siempre que, ateniéndonos a la exegesis de los "muchos", admitamos que lo de "Mi corazón eructó un Logos bueno" lo dice el Padre.
Mas no cedamos el terreno a éstos, corno si por confesión de todos,
profiriera el Padre tales palabras. <',Por qué no ha de decirlas el profeta (el
salmista) lleno del Espiritu; el cual profiere una palabra buena de
profecia sobre Cristo, (y dice) sin poderla contener (en su interior): "Mi
corazón eructó una palabra buena; digo yo las obras mias al rey; mi
lengua es piuma de escriba ràpido; admirable (es el Cristo) de hermosura
sobre los hijos de los hombres..." Y después, dirigiéndose al propio Cristo: "Derramóse la gracia en tus labios60.
Y a las pocas lineas:
Para entender el (apelativo) "Logos" conviene también aducir
aquello (Ps 32,6): "Con el Logos del Sefior se afirmaron los cielos, y con
su Espiritu toda la fuerza de ellos", que, segùn piensan algunos, se aplica al Salvador61 y al Espiritu Santo62.
No disimula el Alejandrino la poca simpatia que le merece la
exegesis de Ps 44,2 referida al Padre. Los "muchos" la invocan sin detenerse a declarar còrno "mi corazón" — hablaria el Padre — eructó
un Logos bueno, profirió corno Hijo suyo al Logos. Le disgusta a Origenes que mientras descuidan mil otros nombres
de Cristo — por aplicàrselos en sentido tropològico — se atienen exclusivamente a éste de "Logos", tornado a la letra63.
60 In Johannem I §§ 280-284. 61 Para lo de «Con el Logos del Sefior». 62 Para lo de «Con su Espiritu». — In Johannem I § 288. 63 Cf. In Johannem I § 125: «Muchas veces me espanto al considerar lo que de Cristo
dicen algunos que desean creer en El. Silencian la mayorfa de los infinitos (otros) nombres
ORIGENES Y LOS MONARQUIANOS 61
Los "muchos" para Origenes son, de ordinario, los simples fieles,
los sencillos (hai haploi...), espiritualmente nifios; en contraste con los
perfectos, santos, espirituales. De mentalidad algo materialista, amigos de la letra de la Escritura, se avienen a las secuelas de una concepción
antropomòrfica de Dios. No por eso se identifican con los hilicos de la Gnosis heterodoxa; ni arrastran la nota de desprecio, si la de una
ideologia inmatura64.
Muy simples cree el Alejandrino, en nuestro caso, a los "muchos",
cuando les atribuye una exegesis tan a ras de letra, sin ponerse a pensar lo que
— con un sencillo argumento por analogia — cabla descubrir en
ella. Diriase que para Origenes, entre una exegesis literal ingenua,
materialista, y una espiritual alegórica, no hay medio. Le ocurre lo que para el quiliasmo: entre uno burdo, y el milenarismo alegórico, tampoco habia medio65.
El Alejandrino no se ha detenido a averiguar las razones de la
predileccion de los "muchos" por el Logos. Extranamente hombre tan
erudito corno él y que debiera conocer, de una parte, la ideologia del
Pòrtico, relativa al "corazón" origen de la vida afectiva y aun intelecti
va, sede del "logos inmanente" y su expulsión corno "logos prolaticio";
y de otra, la tradición eclesiàstica inspirada, por analogia, en ambos dos
logos: <;,pudo ignorar tan en absoluto lo que a priori significarla, en
atmórfera cristiana, el "eructo del Logos bueno" por el corazón de Dios
Padre? Y sin embargo, parece haberlo ignorado por completo. De lo
contrario, habria combatido con conocimiento de causa a los monar
quianos representados por ejemplo, entre las Homilias ps.
clementinas66, a quienes lògicamente, por su antropomorfismo, cabia
atribuir la exegesis aqui incriminada.
dados (por la Escritura) a Nuestro Salvador. Es mas, si alguna vez los recuerdan, declaran
que no le convienen en sentido propio sino figurado. En cambio se detienen en la sola denominación "Logos", corno si el Cristo de Dios — dicen — fuera solamente (a la letra) "Logos". No investigan, corno para los demàs nombres, a partir de la voz "Logos", la fuerza de lo significado (por ella)».
64 «La polemica di Origene contro i "molti" — escribe E. Corsini, Commento al
Vangelo di Giovanni di Origene, p. 192 n. 82 — non è segno di distacco e di separazione da
loro, ma uno sforzo costante, ardente... per promuovere la preparazione, la possibilità di
progresso. E questo il lato "paradossale" dell'attività di Origene, tesa da una parte alla
speculazione pura e dall'altra preoccupata di spiegare ai "molti" anche le cose apparente mente più semplici». — Véase Corsini, ibid., p. 663 n. 47.
65 Cf. Deprinc. II, 11, 2 (10, 3): véanse las notas de CrouzeiVSimonetti en SC 253 p. 228 ss; y nuestro comentario a Ireneo, adv. haer. V, 35, 1 en Teologia de san Ireneo, III
Madrid, 1988 p. 489 ss. 66 Véase Homil., XVII, 7 ss; II, 7; XVI, 19.
62 ANTONIO ORBE, S I
Extrafia mucho mas la ignorancia de Origenes para la tradición eclesiàstica (tocante a Ps 44,2) fundada en exegesis literal. Entre la
alegoria, que tanto gusta a Origenes, y el literal (antropomorfo) de las
pseudoclementinas hay término medio: el sentido literal, por analogia, tal corno lo desarrolla ampliamente Tertuliano contra Praxeas67.
La distinción entre el Logos inmanente y el prolaticio, referida al
Hijo personal de Dios, figuraba en la Tradición. En exegesis ademàs al
lugar discutido del salmista (44,2).
Teniendo Dios — escribe Teófilo Antioqueno — a su Logos
inmanente en sus propias entraflas, le engendró con su Sabiduria misma
eructàndole (έξερευξάμενος)68 antes de todas las cosas. A este Logos
(una vez eructado) tàvole El por ministro (o diàcono) de su creación; y
por su medio hizo todas las cosas (Joh 1,3)69.
Hipólito, contemporàneo de Origenes, sigue la paràdosis de Teófi lo y de Tertuliano, sin escrupulo para la letra70. Igual san Cipriano71 a
quien imitan la "Altercatio Simonis et Theophili"72 y Lactancio73. A nada conduce perseguir la Tradición posterior, que ha consagra
do la exegesis tan ingenuamente combatida por Origenes74.
67 Cf. Adv. Prax., 5 ss. Véase ibid., 11, 2: «Sicut ego profero dictum a Deo "Eructavit cor meum sermonem optimum", haec tu — (Praxeas) — contra opponas alicubi dixisse Deum" Eructavit me cor meum sermonem optimum" ut ipse sit qui et eructavit et quod eructavit, et ipse qui protulerit et qui prolatus sit, si ipse est et Sermo et Deus». — Para la eliminación de todo antropomorfismo, adv. Prax. 8.
68 Alusión manifiesta a Ps 44, 2; que cristianiza por su aplicación al Logos personal los elementos que vagaban indefinidos entre los estoicos y el hebreo Filón. Cf. J. Lebreton, Histoire du Dogme de la Trinité I 6a ed., Paris, 1928 p. 65 y 244. 69 Ad Autol., II, 10; véase ibid., Il, 22.
70 Hipol., In Cani., II, 23: «Hoc (unguentum = Verbum) dilexit beatus David;
propter hoc e corde Patris genitus exivit ... Pulchre dixit Pater et amplius pulchre, quia: "Sicut Verbum e corde meo egressum est, ita e Davide etiam exeat homo; quia dicit: "Inveni David hominem secundum cor meum; meum cor Verbum genuit, et e Davide hominem"»; De Antichristo 26: Dio a conocer todo el poder dado por el Padre al Hijo, el cual fué constituido rey del cielo, de la tierra y de los infiernos y juez de todo: de los oielos porque el
Logos fué engendrado del corazón del Padre ante todas cosas, de la tierra porque fué
engendrado también hombre entre hombres». Cf. A. Zani, La Cristologia di Ippolito 116 ss.
71 Testim., II, 3.
72 CSEL 43 pp. 8, 14 s; pp. 10, 2. 73 Inst. div., IV, 8, 14. 74
Registran multitud de lugares H. Rahner, Symbole der Kirche, Salzburg, 1964 p. 16 ss; y M. Simonetti, Gregorio di Elvira: La fede, Torino, 1975, p. 147 s en comento al De
fide, 2, 30-35.
ORIGENES Y LOS MONARQUIANOS 63
Demos un leve recorrido a las reflexiones origenianas.
Admitamos que es el Padre quien dice estas palabras (del Ps. 44,2).
Asi lo suponia ya san Justino75, al referir todo el salmo 44 a Cristo. Lo ensenan expresamente Teófilo Antioqueno, Tertuliano, Hipólito y la Tradición posterior. Y corno los eclesiàsticos, también los monar
quianos, segùn su punto de vista.
^Qué corazón es el Suyo (=del Padre), para que, en conformidad
con él, aparezca el Logos bueno? Si en efecto, corno suponen ellos, el
nombre Logos no requiere explicación, tampoco el corazón, lo cual
resulta absurdisimo: (equivaldria a) imaginar que el corazón, corno el de
nuestro organismo, es una parte de Dios.
Origenes urge la letra, sin atender a que, hecho el hombre a imagen y semejanza de Dios, posee en el logos una imagen fisica del Logos divino. ^No podrà, de consiguiente, subir del humano logos al divino? Ahi se funda Tertuliano para el estudio de la procesión del Logos76. No creo que los propios monarquianos se imaginaran obligados a prevenir
el reparo de Origenes, demasiado ingenuo.
El proceso del humano "logos", a partir del "corazón" entraba
ademàs de lleno en la psicologia del Portico77.
No olvides que, asi corno al nombrar la mano ο brazo ο dedo de
Dios, no atendemos a la sola letra, sino que buscamos cómo han de
referirse estas cosas correda y dignamente a Dios, asi también, por el
"corazón" de Dios ha de entenderse la virtud Suya intelectiva y la de
mirar por el universo; y por el "Logos" el mensajero de lo que (se
esconde) en él.
El afàn por alegorizar sobre el "corazón", le conduce al Alejandri
no a depauperar su contenido obvio. Mucho mas dice "corazón", aun en
el hombre; a fortiori por analogia, en Dios, que la virtud intelectiva y
providente. Igual ocurre con términos corno "el seno del Padre" (Joh
1,18); mas dice la letra que sus declaraciones todas.
75 Dial., 38, 3-5.
76 Cf. adv. Prax., 5, 4 s. 77 Cf. Diógenes Babilonici SVF III pp. 216,16 s; Crisipo SVFII pp. 244,18ss; ρ. 249,
2 s. Sobre el "corazón", sede del hegemonikon, véase Μ. Pohlenz. Die Stoa I 3a ed. p. 87; II 3a ed. p. 51 s.
64 ANTONIO ORBE, S.I.
Y por el "Logos" (se ha de entender) el mensajero de lo que (se
esconde) en él (=en el corazón).
El recurso a la alegoria es aqui inùtil. El "Logos" a la letra es ya mensajero del pensamiento, del corazón78.
^Quién otro que el Salvador anuncia los designios del Padre a las
creaturas dignas (de conocerlos), haciendo también vida entre ellas?
Sin salir de la letra lo habian ya visto san Justino79, Tertuliano80 y
otros. El paso del "Logos" al "Angel", ο viceversa era espontàneo. Uno
y otro eran, sin recurso a la alegoria, mensajeros de los internos
designios de Dios.
Tal vez el verbo mismo "eructó" tiene su razón. Mil otros pudieran decirse en su lugar: "Emitió mi corazón un Logos bueno", "habló mi
corazón un Logos bueno". Pero asi corno el "eructo" es la salida al
exterior del aire escondido en quien eructa y respira por su medio: asi el
Padre, al no contener (dentro) los teoremas de la verdad, los eructa e
imprime su figura en el Logos, que por eso se denomina "Imagen del
invisible Dios" (Col 1,15).
/ Qué otra cosa apuntaban los "muchos" en su exegesis literal —
por analogia — de Ps 44,2? "Eructar", emitir, proferir, revelar afuera,
mediante el hàlito ο espiritu, el Logos contenido en el interior, hecho asi visible81. En la ideologia de Tertuliano, Dios eructa la Sophia
78 Cf. Hipólito, C. Noeta, 15,1: «Pero me dirà alguien: «Me vienes con algo extrafio, al llamar "Hijo" al Logos. Juan le llama Logos, pero alegoriza por lo demàs». (Respondo): No alegoriza por lo demàs (Juan)...».
Hipólito pone reparos en forma retorica. ^Se los pondrian los monarquianos, que no veian alegoria en el Logos de Juan? Cf. F. Loofs, Theophilus von Antiochien TU 42/2, 1930, p. 162 ss; A. Zani, La Cristologia di Ippolito, Brescia, 1984, p. 138 n. 140.
75 Dial., 76, 3: «Y cuando Isaias (9, 6: LXX) le llama"Angel del gran consejo", <,no
significò de antemano que habia de ser Cristo maestro de lo que efectivamente ensefió, una vez llegado al mundo? Pues los grandes designios del Padre acerca de todos los hombres, que le fueron agradables, ο han de serio en adelante, asi corno sobre los àngeles u hombres
que se apartaron de su voluntad, sólo Cristo los ensefió sin velo alguno»; véase Dial. 126, 1
y 6. Puede verse Ireneo, epid. 56. 80 De carne Christi, 14, 3: «Dictus est quidem "angelus magni cogitatus", id est
nuntius, officii, non naturae vocabulo. Magnum enim cogitatum Patris, super hominis scilicet restitutionem, adnuntiaturus saeculo erat».
81 Cf. Novaciano, De trin., 18 § 100: «Ex quo intellegi potest, quod non Pater visus
sit, qui numquam visus est, sed Filius, qui et descendere solitus est et videri, quia descenderit — "imago est enim invisibilis Dei" (Col 1, 15) —, ut mediocritas et fragilitas
ORIGENES Y LOS MONARQUIANOS 65
personal y por el Pneuma en que la imprime la convierte en Logos
(Sermo) e Hijo subsistente. En Sophia eructa los teoremas ο formas de
la verdad concebidos previamente en ella.
Esto siempre que, ateniéndonos a la exegesis de los "muchos", admitamos que lo de "Mi corazón eructó un Logos bueno" lo dice el
Padre.
Es curioso el fenòmeno. Origenes otorga enorme importancia al
Logos de Dios, Hijo de Dios, Cristo, segunda persona trinitaria. Amontona sobre él infinidad de aspectos. Pero se resiste fuertemente a
ver en él la Palabra de Dios. No quiere ver en el Logos de Dios nada
que se parezca al logos del hombre. Como si en Dios fuera todo menos
Palabra. /Piensa en los monarquianos que reducen el Logos a una
palabra transitoria de Dios? /,ο mas bien, con la mente en la filosofia
pagana (resp. en el Pòrtico, en Heràclito), ο en Filón, corta de raiz todo
posible acceso, para su estudio, a caminos no escriturarios?
Mas no cedamos el terreno a éstos, corno si por confesión de todos
profiriera el Padre tales palabras (Ps 44,2). /.Por qué no ha de decirlas el
profeta (el salmista, por cuenta propia) lleno del Espiritu; el cual profiere una palabra buena de profecia sobre Cristo, sin poderla contener (en su
interior): "Mi corazón eructó..." (y sigue Ps 44,2-3). Y después, dirigién dose al propio Cristo (Ps 44,3): "Derramóse la gracia en tus labios"...
Tal es la exegesis registrada luego en las Cadenas: «Lo de eructó
dijolo en vez de "pronunciò". No para llamar "eructo" al Hijo, sino a la
declaración relativa a él. La persona que habla seria David. Porque si
anunciara el Padre al Hijo82, resultarla el Hijo ignorante, y engendrado
después de las obras»83.
Origenes aduce una nueva razón. Si el interlocutor del Salmo 44 es
ùnico — segùn presupuesto del Alejandrino
— /,còrno pudo el Padre
decir en el verso 3: «Por eso Dios te bendijο para siempre»; y en el 8: «Por eso, oh Dios, te ungió Dios con óleo de alegria»? Habla pues en el salmo el profeta (David): el cual "eructa" ο profiere la buena palabra de
condicionis humanae Deum Patrem videre aliquando iam tunc assuesceret in Imagine Dei, hoc est in Filio Dei. Gradatim enim et per incrementa fragilitas humana nutriri debuit per
Imaginem Dei ad istam gloriam, ut Deum Patrem videre posset aliquando». 82
Segun exegesis de los "muchos". 83 Selecta in psalmos (In Ps. 44, 2) PG 12, 1428 C.
66 ANTONIO ORBE, S.I.
la profecia tocante a Cristo (v. 2), y se dirige luego al propio Cristo (v. 3)M.
San Justino distaba mucho de ver tales dificultades. ^Por qué no
habia Dios de bendecirle a su Logos por siempre? ^por qué no habia de llamarle Dios?85. Lo mismo Tertuliano86.
Para entender el (nombre) "Logos" conviene también aducir aquello
(Ps 32,6): "Con el Logos del Senor se afirmaron los cielos, y con su
Espiritu la fuerza toda de ellos", que, segùn piensan algunos, se aplica al
Salvador y al Espiritu Santo.
Tampoco ahora se hace solidario el Alejandrino de la exegesis trinitaria de Ps 32,687.
Consideraciones finales
Entre los errores combatidos por Origenes ocupa el monarquiano un puesto reducido. Hubo de tocarlo en disputa con los Judios88, con
Berilo de Bostra89, con Heràclides90. Mas no legò, sobre el particular, un trabajo anàlogo al de Hipólito, Contra Noeto, ο Tertuliano, Contra
Praxeas. Su atención estaba principalmente solicitada por los grandes errores marcionitas (Marción, Apeles), valentinianos (Heracleón y
discipulos de Valentin), sethianos (resp. docetas)... Da la impresión de que, a diferencia de san Justino, habia ya
superado las controversias con hebreos; ο no las sentia en vivo, con
peligro para la fe ambiente. El error perduraba en forma esquemàtica, sin virulencia, herido de muerte. Y entraba, corno tal, en lista con otros
errores. Lo denuncian las noticias del fragmento In Titum.
En general, cotejando tales noticias con las de Justino, en disputa con Trifón, se echa de ver progreso: a) en el vocabulario tècnico; b) en
84 In Johannem I §§ 282-285. Véase M.-J. Rondeau, Les Commentaires Patristiques du Psautier, voi. II, Roma, 1985 p. 65 s.
85 Léase Dial., 56, 14 s; 63, 4 s; 86, 3. 86 Adv. Prax, 13,1 ss con una valiente exegesis de Ps 44,7 s en torno al "unxit te Deus,
Deus tuus". 87 Sobre tal exegesis decimos largamente en otra ocasión. 88 Cf. C. Cels., I, 45; I, 56 ss. Véase G. Bardy, Les traditions juives dans l'oeuvre
d'Origène, RB 34, 1925, 217-252. 89 Cf. Eusebio, HE VI, 33. 90 Véase SC 67, 1960, p. 25 ss.
ORIGENES Y LOS MONARQUIANOS 67
el dilema, a que se reduce la controversia, con su vertiente teologica (no
trinitaria) y cristológica. La "monarquia" de Dios reclama ο que Padre e
Hijo en Dios afecten a la misma asubstancia, sin distinción alguna
personal: ο que la divina persona del Padre, se distinga de la humana
persona del Hijo Cristo. El vocabulario se enriquece solicitado por la distinción entre
unidad ο no de ousia, hipóstasis (resp. persona). Donde, para unos, dos
hipóstasis hacen dos dioses, para otros, hacen dos personas en un solo
Dios, y para otros, solo dos nombres.
Las noticias monarquianas vienen presentadas en terminologia
origeniana. Gustarla saber còrno las presentaban los propios monar
quianos. Es muy probable que con el advenimiento de Sabelio, se haya
enriquecido el vocabulario herético; y, ademàs, en linea de sesgo estoico, corno el vocabulario del mismo Origenes.
Segun Justino, en disputa con un monarquiano judio, la distinción entre el Sol y su rayo, en su aplicación al Padre y al Hijo, seria
monarquiana. No asi en el esquema de Tertuliano. Entre los monar
quianos, la división indivisa no basta para distinguir en hypóstasis, hypokeimenon... al Padre del Hijo; corno basta entre los eclesiàsticos. Los unos reclaman separación (animai) para distinguir al Padre del
Hijo. Los otros no. Los primeros ven probablemente en la división
indivisa, asignada a seres espirituales, la posibilidad de su reabsorción al
punto de origen. El rayo del Sol, cumplida su misión, vuelve al Sol, y
pierde su distinción numèrica. Origenes amontona términos (ousia,
hypóstasis, idiotès, perigraphè, hypokeimenon, prosópon, poiotès...) para discernir segùn ellos al Hijo, del Padre. Los emplea sin escrùpulo,
fuera de alegoria. Juntamente se niega a tornar a la letra algunos versos
fundamentales de la Escritura, favorables a sus adversarios. i,Con qué
derecho?
Mas feliz para impugnar, que para exponer la ideologia monarquia
na, adopta el Alejandrino, por un lado, la lectura alegórica de la
Escritura, corno base de sus especulaciones. Y, por otro, aplica muy
segùn la letra las categorias del Pòrtico. Apura asi la distinción personal del Padre e Hijo a extremos filosoficamente atrevidos. Padre e Hijo difieren segun él en "circunscripción" (κατά περιγραφή ν), propiedad (κατ' ιδιότητα), "hipóstasis", "ousia" (!). Otorga a "ousia" el valor de
natura subsistente, con subsistencia anterior a la personal. Distingue,
sin declararlas, la subsistencia peculiar a la natura divina, y la caracteris
tica de las personas.
68 ANTONIO ORBE, S I.
Ante tales extremos podian muy bien sus adversarios simplificar. La naturaleza divina subsiste por si. ^Ha de prevalecer la subsistencia
personal sobre la naturai? <^Ha de subsistir, por doble titulo, cualquiera
de los dos — Padre e Hijo — con hypóstasis proprias? De ordinario, presenta Origenes la herejia corno en cliché: «o
niegan la distinta propiedad personal de Padre e Hijo, ο niegan la divinidad del Hijo». Rara vez indica los preliminares; y cuando lo hace, en forma indirecta, y aun inconsciente. Esto ùltimo ocurre a propòsito de Ps 44,2 en torno al· "Logos".
Como cristianos, los herejes buscaban apoyo en la Escritura.
Hipólito y Tertuliano denuncian el fenòmeno. Origenes no va por ahi.
Pero, distraidamente, sin conciencia de trabajar por la herejia, presenta un versiculo de interés: «Eructó mi corazón un Logos bueno».
Los monarquianos hacian valer la clàusula, por analogia con el
logos humano, a favor de la procesión del Logos por Dios Padre.
Procesión real de un Logos divino que, segùn es proferido, desaparece. Al igual que el Logos, con el cual fueron afirmados los cielos (Ps 32,6). Esto que ensefiaban los praxeanos y armoniza con la importancia que los partidarios del "Logos" daban a tan significativo nombre, dispone el camino a un aspecto presumible: a saber, el trànsito del Logos insubsistente en lo divino, corno Unigènito, al Logos hecho carne,
insubsistente en lo humano; el paso del Logos Dios impersonal al Logos hombre asimismo impersonal.
Agréguese el recurso complementario de testimonios corno 1 Cor
15,15 y Joh 2,19. Jesùs resucitado por el Padre, y por Si mismo. Tanta insistencia por el primer aspecto
— la resurrección de Jesus por Dios
Padre — en un misterio del que se presenta Cristo corno autor, ^no indica que Cristo se asocia al Padre, en identidad de ousia, dynamis y
acto; en identidad de persona? El afàn de Origenes por distinguir Padre e Hijo en ousia e hypóstasis, y no simplemente enperigraphè y en idiotés induciria a confundir la distinción personal con la separación substan
cial, las categorias de substancia con las de persona; involucrando en lo
cristológico la comunión personal con la substancial.
Los esquemas monarquianos varian segùn el grado de desarrollo
desde Trifón, pasando por Berilo ο Heràclides, hasta los contemporà neos del Alejandrino.
Trifón acentùa lo cristológico: no hay Logos preexistente, ni Logos Dios encarnado en Cristo.
Berilo ο Heràclides urgen la unidad — en el (Espiritu) incontami nado — entre el Padre y el Cristo (segùn Joh 10,30), sin separación de natura.
ORIGENES Y LOS MONARQUIANOS 69
Contemporàneos de Origenes distinguen Padre/Hijo a la manera
del Corazón/Logos: otorgando al Logos, en ambos estadios inmanente
y prolaticio, por analogia con el logos humano, insubsistencia.
Dios Padre/Logos Hijo, unidos en Espiritu, comulgan en natura con sola subsistencia ùnica, la del Espiritu; personalmente distintos, se dividen ο separan en natura — el Padre Dios/el Hijo hombre —.
Los monarquianos juntan dos cosas: su predilección por el Logos, nombre de Cristo; la exegesis literal del Logos de Dios, por analogia con el logos humano: sin alegoria. A la predilección por el Logos tornado a la le tra, se suma el modo espontàneo de cocebirlo, con las dos
fases, dentro y fuera de Dios, insubsistentes: a) dentro de Dios, Logos inmanente, en comunión de substancia y de persona con Dios (resp. con
el Corazón); b) fuera de Dios, Logos prolaticio, en comunión de substancia y de persona humana con Cristo.
Donde Origenes descubre la distinción en ousia, hypóstasis, hypo keimenon, idiotés, perigraphè... Separación congènita a la generación humana (animai); mas no a la prophora divina.
Los monarquianos no ignoran entre Padre e Hijo la división
indivisa, peculiar a la generación segùn el Espiritu. Pero la estiman
improcedente, porque termina en distinción transitoria, con diàstole y
sistole; no en distinción personal duradera. De seguro, los herederos de la Monarquia hebrea echarian en
rostro al Alejandrino su recurso a categorias fundadas a la postre en una
filosofia de entonación corpòrea para el Logos y también para el
Pneuma. La Escritura apunta con sus expresiones («Eructó mi corazón
un Logos bueno») el camino de la analogia; ^por qué mendigar ajenas nociones?
La inmensa mayoria de las noticias origenianas acusan la distinción
entre Padre e Hijo. La parte del Espiritu Santo personal, las màs veces
implicita, viene alguna vez formulada con perfecta lògica. «Hay tres hipóstasis, el Padre y el Hijo y el Espiritu Santo»91. Los
tres difieren en ousia y en hipóstasis. Mejor aùn que para el Hijo se
comprende — en torno al Espiritu personal
— lo que, para Origenes, va
de ousia a hypóstasis.
Pienso — escribe Origenes —
que el Espiritu Santo confiere, por asi decido, la materia de los carismas (procedente) de Dios a los que,
In Johannem II § 75. Véase arriba p.49.
70 ANTONIO ORBE, S.I.
gracias a E1 y a la participación en El, se dicen santos. Dicha materia
de los carismas es emanada (ένεργουμένη) de Dios92, administrada
(διακονουμενη) por Cristo 93, hecha hypóstasis (ΰφεστώσα) en el Espiri tu Santo94.
Las lineas no tienen pierde. El Espiritu Santo viene a ser la materia
de las futuras gracias, dones ο carismas. Una materia que procede, corno de origen, de la ousia del Padre. Enteramente diversa de la
"materia amorfa", de que proviene el universo creado.
Asi concebido, en signo anterior a la diaconia ο demiurgia del
Logos Cristo, el Espiritu Santo es pura "materia divina", todavia informe, sin perigraphè e hypóstasis, pero — corno divina — subsisten te. "Inoperatio Patris", energia de Dios Padre, viene a ser corno el
efluvio que mana de Dios, en espera de que le dé forma personal el
Logos (Ministro del Padre). Asi corno en virtud de la demiurgia del Logos sobre la "materia
amorfa" se formaron todas las cosas, y apareció el cosmos: asi en virtud
de la demiurgia del Logos sobre la "materia de los carismas" ο dones de
Dios fué hipostasiado el Espiritu Santo. No adquirió la subsistencia
primera, pues subsistia corno "materia divina (informe)" con hypokei menon propio; sino la subsistencia personal, forma e hypóstasis propia.
En esquema:
El Espiritu Santo pasa por dos etapas perfectamente definibles:
1. a Patre, tamquam inoperata materia informis. En tal etapa, el
Espiritu Santo tiene ousia ο hypokeimenon divino propio. Distinto de Dios Padre, corno de su origen.
2. per Christum (= Filium Verbum), tamquam ministrata et con
formata (hypostasiata) materia. Fruto de la demiurgia del Logos, adquiere hypóstasis, subsistencia personal propia. Distinto también del
Hijo, corno de demiurgo ο diàcono del Padre.
92 Como de fuente primera. Cf. De principili I, 3, 7: «Est namque etiam Dei Patris
quaedam inoperatio praecipua praeter illam, quam omnibus ut essent naturaliter praestitit. Est et Domini Iesu Christi praecipuum quoddam ministerium in eos, quibus naturaliter ut rationabiles sint conferì, per quod ad hoc quod sunt praestatur eis ut bene sint. Est alia
quoque etiam Spiritus Sancti grada, quae dignis praestatur, ministrata quidem per Christum, inoperata autem a Patre secundum meritum eorum, qui capaces eius efficiun tur... Ex quo manifestissime designatur quod nulla est in trinitate discretio, sed hoc, quod donum Spiritus dicitur, ministratur per Filium et inoperatur per Deum Patrem». Véase SC 253 p. 76 n. 45.
93 Servida por Cristo, corno por diàcono de Dios Padre: cf. Joh 1,3. 94 In Johannem II § 77.
ORIGENES Y LOS MONAROUIANOS 71
En consecuencia, si en la primera etapa de su existencia, el Espiritu Santo no es todavia persona con forma propia, se distingue de Dios
Padre, por ousia, corno ousia divina procedente de la de Dios. Subsiste
corno ousia divina emanada, todavia informe, de Dios. Y se distingue,
en ousia, tanto del Padre, corno del Hijo (dotado de ousia ya configu rada).
Solamente, en la segunda etapa, en virtud de la demiurgia recibida del Logos, adquiere una hypóstasis propia, y con ella la subsistencia
personal, que le distingue de las hypóstasis del Padre y del Hijo. Gracias pues al estudio de las dos fases —
segùn ousia y segùn
hypóstasis — del Espiritu Santo, corno "materia (= ousia) divina", y corno "materia hipostasiada", llegamos a fijar la distinción origeniana entre ousia e hypóstasis; entre subsistencia primera ο subsistencia de
ousia, y subsistencia de persona ο hypóstasis.
Origenes distingue en las tres personas divinas dos subsistencias: la
de natura, corno Dios que son; y la de persona. Las tres, de consiguien
te, difieren: primeramente en ousia ο natura subsistente, en signo
anterior a la hypóstasis; y luego en hypóstasis ο persona.
^Entendieron los monarquianos la ideologia del Alejandrino? Habrian impugnado la doble subsistencia, en ousia y en hypóstasis. Y habrian hecho valer, corno sola vàlida, la primera, la subsistencia de
ousia, con sus modos de ser en el Padre, en el Hijo y en el Espiritu Santo. Asi al menos, los monarquianos de ùltima hora, puestos a
combatir a Origenes en el campo escogido por él.
Antonio Orbe, S.I.
72 ANTONIO ORBE, S.I.
RÉSUMÉ
Le thème du modalisme a été peu étudié par les critiques d'Origène. L'alexandrin le réfute en passant et brièvement en de nombreux passages, mais
pas toujours de fagon claire. La terminologie de ces passages est analysée ici
scrupuleusement; il s'agit en effet de dogmes de première importance.
Origène fait alusion au monarchianisme dans: fr. in Titum (cf. Pamphile,
Apologia c. 1); In Iohannem II § 16; In Matthaeum XVII, 14; In Iohannem II §
149; X § 246; Hom.il. XIII in Lev. 4; C. Celsum Vili, 12; In Iohannem II § 75; Dialektos 4, lss; In Iohannem I § 151-154; De Principiò 1,2,2; In Iohannem I §
280-288; ibid. § 284.285. La très grande majorité des passages d'Origène font la distinction Père/Fils.
Le róle de la personne de l'Esprit-Saint, d'ordinaire implicite, est parfois formulò avec une parfaite logique et en termes audacieux.