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MAÍLLO 8 ZOMBIES George A. Romero descubrió para el cine a los ‘muertos vivientes’. Ahora vuelve al tema, asimilandolo a la si- tuación política internacional. 3 LIBROS DE TEXTO Nuestras primeras lecturas han cambiado con los años: del espíritu nacional al reconicimiento del me- dio, del texto a lo visual. culturas TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 18 de septiembre de 2005 Nuevo retrato del mundo El pintor presenta en el Colegio de Abogados de Bilbao su serie ‘Reductos de exploración’, donde muestra su maestría con los límites y construye un juego con distintos planos de la realidad. 6 N° 41 Suplemento de artes y letras
8

numero41

Mar 26, 2016

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Antonio Marcos

6 N° 41 Suplemento de El pintor presenta en el Colegio de Abogados de Bilbao su serie ‘Reductos de exploración’, donde muestra su maestría con los límites y construye un juego con distintos planos de la realidad. 3 LIBROS DE TEXTO 8 ZOMBIES Nuestras primeras lecturas han cambiado con los años: del espíritu nacional al reconicimiento del me- dio, del texto a lo visual. TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 18 de septiembre de 2005
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MAÍLLO

8 ZOMBIES

George A. Romero descubrió para elcine a los ‘muertos vivientes’. Ahoravuelve al tema, asimilandolo a la si-tuación política internacional.

3 LIBROS DE TEXTO

Nuestras primeras lecturas hancambiado con los años: del espíritunacional al reconicimiento del me-dio, del texto a lo visual.

culturasTRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 18 de septiembre de 2005

Nuevo retrato del mundo

El pintor presenta en el Colegio de Abogados deBilbao su serie ‘Reductos de exploración’, dondemuestra su maestría con los límites y construyeun juego con distintos planos de la realidad.

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N° 41Suplemento de

artes y letras

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septiembre es un buen mes para FlorencioMaíllo. Hace casi una década, por estas fe-

chas, estaba a punto de empezar a mostrar sutrabajo en una serie de importantes exposi-ciones, avaladas por relevantes firmas de lasque cuentan en el mundo del arte. Ahora, hacetiempo que no sabíamos demasiado de él, sal-vo por las piezas que se habían podido ver en elpequeño salón del Ayuntamiento de Morille.Él estaba trabajando, algo que siempre ha sidouna constante, alejado del ruido. Durante un

año y medio ha preparado la serie que ahoramuestra en Bilbao, Reductos de Exploración,a la que pertenece la pieza que ha integrado enla exposición de artistas salmantinos sobre laPlaza Mayor. Las constantes de su arte siguenpresentes, pero la realidad por sí misma de lamateria se confronta ahora con la verdad tea-tral y representada de la fotografía. Un juegoen el que apetece entrar. Donde no les quedamás remedio que entrar a los más pequeños –ya sus padres– es en los libros de texto. Al mar-

gen de polémicas sobre precios y lugares deventa, damos un repaso a cómo han evolucio-nado en unos años y conocemos las opinionesde agentes del sector. En la sección de cine,comprobarán que las películas de zombies tam-bién pueden esconder un mensaje social siquien las dirige se llama George A. Romero. Te-nemos libros sobre el imperio americano, so-bre el diablo que acecha, sobre trenes hu-meantes y un rescatado que tiene que ver con eltriunfo que, hoy, alcanzará Roberto Heras.

N°4

1

1 RADIO EN LA MADRUGADAEstoy leyendo un libro titulado Latraición de Borges en el que hay unBorges chileno y actor que cuando muereel Borges argentino y escritor lereemplaza y, por donde voy, todo elmundo, incluso sus más íntimos amigos,le cree. Quizá porque así pueden evitaresa desagradable sensación de laimposibilidad de volver a ver a la personaque se va. Siguiendo una ley deproporcionalidad inversa, despedimos asía un hombre de radio cuyo espacio sehabía reducido al mínimo, un programade una hora, entre las seis y las siete dela mañana del domingo. Arrinconado enel rincón más profundo de laprogramación. Yo solía escuchar a JoséLuis Velasco a esa hora en su programa‘Clave de SER’. Supongo que él lo dejaríagrabado, por lo menos algunas veces.Velasco tenía una voz profunda y, por loque he sabido ahora, un corpachón dejugador de rugby. A veces usaban su vozpara vender colecciones de músicaclásica. A mí no es que me emocione lamúsica clásica, pero no me perdía susentrevistas con los compositoresespañoles o con directores de orquesta,porque les entrevistaba muy bien: como aunas personas normales y corrientes quesaben mucho de algo. Y Velasco sabíamuchísimo de ese algo, pero nuncadejaba que se le notara. Otras vecespasaban por allí actores, guionistas,directores de cine, gente de la cultura engeneral. Y hablaban durante una hora,salvo los ratitos en los que ponía un disco.Muy sencillo. Radio vieja, dirán algunos.Quizá por eso estuviera relegado a eselugar ignoto de la parrilla. A mí meparecía, sencillamente, uno de misprogramas favoritos.

2 JUAN DAMONTE: CHAU PAPÁA riesgo de que esto se convierta estasemana en la sección de necrológicas, leshago saber que nos ha dejado JuanDamonte, conocido en España por haberpublicado una novela titulada Chau Papáque ganó en 1996 el Premio Hammett dela Semana Negra. Según leo en Balacera,la agencia de noticias negras en español,falleció en Ciudad Nezahualcóyotl, a laedad de 61 años. Por lo visto llevaba enMéxico varios años, prácticamentedesaparecido. Paco Ignacio Taibo II dicede su novela premiada «es una novelaescrita con un estilo muy peculiar que he

visto pocas veces en un autor, losacontecimientos se sucedían a todavelocidad, era un narrador vertiginoso yde mucha imaginación. Se dice que teníauna segunda novela». La narrativa negratiene estas cosas, mitos que escapan dela ficción a la vida de los autores. Unhombre que deslumbró con una primeraobra y del que no se vuelve a saber nada–nosotros, el resto– hasta que muere. Sifrecuentan librerías de viejo, Chau Papáestá publicada por Virus Editorial,colección Mano Negra, en junio del 97. Yyo se la recomiento vivamente.

3 DESMONTANDO CÓDIGOS¿Se imaginan que hubiera desaparecidoDan Brown después de su primeranovela? Ya tendríamos conspiracionespara regalar. O no, porque como siempredice nuestra colaboradora Charo Alonso,Dan Brown quizá no exista y sea unamarca con varias personas. CírculoEscéptico es una asociación quepretende desmontar algunos de losmayores mitos de lo esotérico y empiezanpublicando un artículo de José LuisCalvo sobre El código da Vinci: «Deforma muy curiosa, sus defensores seamparan ora en su carácter de novela,ora en su carácter de obra deinvestigación. Si, como ya dijimos,cuando se señalan algunos de losincreíbles errores que contiene, se diceque es una obra de ficción y que, portanto, el autor se puede tomar ciertaslibertades, por el contrario cuando seseñala su pésima calidad narrativaentonces eso tampoco importa porque suauténtico valor reside en su valientedenuncia de las mentiras de la IglesiaCatólica». De lectura más queinteresante.

4 LOGOS, MARCAS Y BÚSQUEDASHablando de marcas, Naomi Kleinanaliza, en un texto que publica el blogContraindicaciones, por qué EstadosUnidos ha contratado a una publicistapara mejorar su imagen en el mundo.Vender una imagen de marca es elobjetivo final. Penguin Books ha idovendiendo la suya durante 70 años, desdeque en 1935 decidiera publicar librosbaratos y con un brillante diseño, desdeHemingway a Agatha Christie. Google es,sin duda, la marca del futuro. Ahoraestrena un buscador del blogs que seráimprescindible.

culturas2 TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 18 de septiembre de 2005

Antonio [email protected]

A Sky News les

traicionó el

subconsciente en

su cartel: Bush,

uno de los

peores desastres

que han

sacudido los

Estados Unidos.

Evidentemente,

eran unas

declaraciones

del presidente y

faltaban las

comillas; Ipod es

una marca en

auge: los

contrapublicistas

callejeros te

dicen que no lo

necesitas; José

Luis Velasco;

abajo, portadas

de Penguin

Books.

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Una cartera cargada de libros

la lluvia arañando cansina losventanales, miradas furtivas alprimer amor, pupitres docto-

rados en paciencia, eternas tardesrecitando la lección… son algunasde las imágenes que acuden, pasa-do el tiempo, cuando recordamoslos años escolares. Entre el torren-te de reliquias colegiales que mu-chos aún conservan en sus estan-terías de adulto, ocupa un lugar deprivilegio ese ‘instrumento prin-ceps’ de todo sistema de enseñan-za, como ha definido Umberto Ecoal libro de texto.

En estas jornadas de septiem-bre, en los que el aroma de forro ycelofán impregnan de nuevo lasclases, el viejo y siempre vigenteútil de la cultura en la escuela re-juvenece sus páginas. Basta conhojear los manuales recién salidosde imprenta y compararlos con lavetusta Enciclopedia Álvarez pa-ra percibir los cambios sociales ypedagógicos que se han producidoen España en pocas décadas.

«El análisis de los manuales deurbanidad publicados en el sigloXIX y principios del XX, y en par-ticular de sus ilustraciones, nospermite acercarnos al conjunto deestereotipos que fundamenta laconstrucción de las identidades na-cionales y los procesos de sociali-zación juvenil», explicaba en unaconferencia Jean-Louis Guereña,profesor de la Universidad deTours, autor de El alfabeto de lasbuenas costumbres.

De material de enseñanza a ob-jeto de estudio, para conocer decerca la evolución de una sociedad.Su transformación, de fondo y for-ma, es la de un mundo que en nadase parece al de sus abuelos. Del es-píritu nacional al conocimiento delmedio.

Testigo y protagonista del cam-bio es el veterano ilustrador FelipeLópez Salán, que inició su carreraen la añorada Miñón y actualmen-te colabora con las editoriales másprestigiosas. «No sólo han cam-biado los aspectos técnicos sinotambién los pedagógicos. Antesaparecía el típico padre fumandoen pipa y leyendo el periódicomientras la madre fregaba, ahoraesas escenas son impensables. Losautores prestan atención a la igual-dad de género, borrando el estere-otipo de la niña con vestido cursi y

De inculcar el espíritunacional a fomentarel conocimiento delmedio. El libro detexto, hoy, haceolvidar aquella viejaEnciclopedia Álvarezcon valorespedagógicos yestéticos renovados.

Éste no es el único cambio queha experimentado el compañeroinseparable de cualquier estu-diante. En la sociedad de la infor-mación, la imagen cobra protago-nismo como instrumento de trans-misión de conocimientos y sensa-ciones. Para España, «lasilustraciones han ganado pesoabandonando el puro texto corri-do de antaño, pero sin perder elcontenido ajustado a cada nivel. Seprocura que los libros sean másatractivos y amenos, que apetezcaabrirlos».

En las unidades, los temas deno hace mucho, se combinan las fo-tografías con la infografía másavanzada y los indispensables di-bujos de estilo actual. Convertidosen una pieza más del aprendizaje,estos deben complementar al tex-to con un trazo simple, de rápidacomprensión, transmitiendo fres-cura y alegría. Se acabaron las cla-ses grises. Desde la trinchera deldía a día de la docencia, Antonio

Fuentes, profesorde Bachille-

lacitos en el pelo, y se representa apersonas con discapacidad o gen-tes de diversas razas», explica.

«En la elaboración de nuestroslibros tenemos muy en cuenta laeducación en valores y no sólo loscontenidos curriculares. Nuncaverás a nadie fumando, maltratan-do animales o atentando contra elmedio ambiente», coincide Mar-garita España,editora enS.M.

No sólo han cambiadolos aspectos técnicossino también lospedagógicos. Antesaparecía el típicopadre fumando en pipay leyendo el periódicomientras la madrefregaba, ahora esasescenas sonimpensables

rato en el colegio Antonio Macha-do de Salamanca, considera queeste salto estético y didáctico «losha hecho más asequibles y pene-trantes en detrimento de la inten-sidad no sólo de contenido sinotambién de argumentación y razo-namiento. Van a lo esencial».

No obstante, en las aulas el clá-sico manual ya no es, en su opinión,«la Biblia de épocas anteriores. Noes el único instrumento de ense-ñanza. Hoy vale todo y no me limi-to a los recursos audiovisuales si-no que también hablo, por ejemplo,de enfrentar al alumno a la visitaen vivo de una exposición».

Pocos se atreven a adelantarcómo serán los libros de nuestrosnietos. Cuando los universales Lapatria española o El catecismo delPadre Ripalda son cotizadas obrasde coleccionista, los más osados in-cluso aventuran que el papel estáen vías de extinción. Ése será elcontenido de otra lección que aho-

ra no toca empollar.

Ángel A. Domingo

FELIPE LÓPEZ SALÁN

El aspecto y el contenido de los libros de texto ha sufrido un gran cambio en los

últimos años

3LIBROS culturasTRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 18 de septiembre de 2005

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El diablo en casa

Tu recuerdo, fuego sobre las olas

el hombre de la calle, el individuo que tiene per-fecta conciencia de que su existencia no se di-rige hacia ningún sitio, confía o sueña en que

un día suceda algo que haga cambiar de rumbo suvida, que dé sentido a su tránsito por el mundo oque al menos le resuelva económicamente los añosque le reserva su futuro. Y pocas son las ocasionesen las que él interviene de forma directa para queeso suceda, escasas las inversiones que hace paramejorar su situación o para acomodarla al flujo delo cotidiano. Al menos conscientemente. Porquepuede estar sucediéndole como al protagonista deesta narración, un hombre negro de treinta y tresaños que jamás ha terminado nada de lo que em-pezó, cuyas decisiones sobre cómo actuar a conti-nuación están en manos de los otros o de las seña-les imperantes en eso que se llama circunstancias.Hasta que alguien dotado con los poderes del mal leelige precisamente por haber vagado así por las ca-lles de la periferia del mundo.

La primera parte de esta novela, las cien pri-meras páginas, están dedicadas a comentarnosquién es este tipo, alguien que no se aleja demasia-do de los arquetipos de los personajes más fre-cuentes en la literatura americana, sobre todo des-de Carver y Salinger hasta nuestros días, y que élmismo, con su voz, se encarga de resumir: «Sentíaque me perseguían y no sabía por qué. ¿Por qué es-taba vivo, y veía, y pensaba, y soñaba, si en el mun-do sólo había semáforos y televisores, exámenes yfracasos, vino tinto y muerte?» (p.100). Es decir, esun tipo que se toma a sí mismo como el ombligo delmundo y cree estar refiriéndose a lo universal altomarse como cámara que registra la realidad delos barrios de América, la realidad de una vida queno deja de ser provinciana por más que se nos re-pita en libros y películas. Para conseguir su objeti-vo, Mosley le hace hablar con frases cortas en las

que abundan golpes de efecto de cierta potencia.También lo explica el narrador: «Mi mente se va a laderiva cuando en la misma página hay oraciones di-fíciles o muchos datos» (p.119). Y así da inicio a lanovela comentando la aparición del personaje de-moníaco que le hará cambiar, pero entreteniéndose,en cuanto encuentra una referencia, en capítulosde su vida y en diálogos en que se muestra algo de-cadente y algo descarado, aunque lo insuficiente co-mo para darnos pistas acerca de la cantidad de pe-so que suponen sus sentimientos de desesperación,y también postergando lo temido.

En la segunda parte, Mosley despliega el miste-rio de la situación describiéndola: un blanco bajitoha alquilado el sótano del protagonista durante va-rios meses de verano para someterse a un encierroclaustrofóbico. Sólo sabemos que algo va a cambiaren el carácter del protagonista. ¿Pero qué? De en-trada debe aprender a controlar su miedo, para acontinuación convertirse en dominante. Y será elconocimiento, que va adquiriendo gracias a la fór-mula más elemental de diálogo, la de preguntas yrespuestas, desplegadas en la tercera parte de laobra, como se invente la confianza en sí mismo. Sa-ber cosas de su rival, de los instrumentos de la ex-pansión del horror en el planeta, le libra del miedo.

La novela comienza planteándonos hasta dóndepodemos llegar por dinero, y trenzando la trama dela relación de estos personajes con historias secun-darias, en las que están presentes la lujuria y el pa-sado de raza de los afroamericanos y lo terrible delpoder de quienes deciden qué sucede en el mundo,termina tratando el tema de la redención moral. Elhombre del sótano es una novela curiosa, la de unescritor que pretende ir más allá de los préstamosde la realidad.

Ricardo Martínez Llorca

la despedidaque sirve deepígrafe a es-

tas líneas («tu re-cuerdo, fuego fir-me sobre lasolas») sirve de cie-rre sentimental,en aparente para-doja, a una novelade guerra. Quienasí se expresa es elnarrador de unacrónica bélica, vi-vida en el navíocorsario alemánEmden, cuya sin-gladura se extien-

de en l914 por el Mar de la China. La ac-ción se sitúa en los comienzos de la Pri-mera Guerra Mundial, pero este dramá-tico suceso está visto de forma general.Las andanzas de los tripulantes del Em-den discurren lejanas de los aconteci-mientos oficiales. Ludwig Pochhamer (elnarrador de esta crónica entre senti-mental y bélica) describe la guerra desdedentro; desde ese barco que se transfor-ma en el escenario más real, pero no elmás sugestivo.

La obra se plantea en forma de envíoepistolar que, desde el barco de guerra,el oficial Ludwuig Pochhamer dirige a

una de sus últimas amantes. Sus prime-ras palabras anticipan el sentido de estaexperiencia en la que se embarca: «Co-mo acepto la posibilidad de perderte, demorir defendiendo una bandera que alparecer es mía, más mía que tú misma,entre el quejido de este final denso deldía. Acepto que descanses intacta, mien-tras yo me deslizo hacia la incertidum-bre y la noche» (p.9). El verdadero moti-vo de esta empresa personal está en lafascinación por la guerra: «Estamos aquípor la disciplina del combate, por el sim-ple y hermoso placer de la lucha en símisma» (p. 15). Junto a esta pasión beli-cista, emergen la pasión amorosa, la vi-sión paisajística y la obsesión cultural. Elnarrador recuerda a esa mujer a la quedirige sus páginas y evoca los paisajesdonde ha sido feliz. El eco femenino su-pone el recuerdo de otras mujeres fasci-nantes como la escritora Myriam Harryo Sara Ferguson, de impacto indeleble enel narrador. El paisaje actualiza escena-rios diversos, pero los de Baviera pare-cen decisivos emocionalmente. Todos, enel fondo, sirven para mostrar bellas des-cripciones de condición impresionista.Superpuesta a estos dos estratos flota laadmiración que el oficial Ludwig Poch-hamer siente por el mito del Grial y, enconcreto, por el Parsifal de Wagner. To-dos estos aspectos se convierten en el re-

ferente universal de la reducida localiza-ción del navío, en cuyo camarote el na-rrador trata de ampliar sus límites. Auncuando el grueso de la obra sea el pre-sente (con la narración de los conflictosreales en la convivencia del barco) la ver-dadera dimensión de lo que se narra selogra en la recreación del pasado a tra-vés de los recuerdos.

La obra finaliza con la batalla navalentre el Emden y un barco inglés, una ex-periencia dramática en la línea de las me-jores descripciones literarias ambienta-das en el mar. La llegada de la noche sir-ve de marco en el que se volatilizan losrecuerdos, los paisajes, la música de Par-sifal. El narrador confiesa a su amante:«Creo verte. Caminando hacia mí, entreel olor a muerte y el calor del acero de-rretido. Caminando hacia mí» (p.287).Como epílogo de estos recuerdos, la obrase completa con una carta del narrador,escrita en l938, 24 años después. Va diri-gida al único amigo de aquella expedi-ción. Sirve de cierre a unas páginas enlas que las experiencias vividas, descri-tas con admirable plasticidad y dinamis-mo, se han convertido en una muestra delo que los recuerdos tienen de elementosalvador dentro de la vorágine que supo-ne la guerra.

Nicolás Miñambres

WALTER MOSLEY

El hombre del sótano

Umbriel, 2005

426 pp. / 17,95 euros

culturas4 TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 18 de septiembre de 2005LIBROS

Un derrochede vapor yhumor negro

De la mano de Raúl Argemí, autor denovelas como Los muertos siemprepierden los zapatos y Penúltimo nom-bre de guerra, presentamos su últimotrabajo Patagonia Chu Chu, una nove-la que nos transporta en un viaje fe-rroviario entre Jacobacci, provincia deRío Negro, Argentina, y Esquel, en laprovincia de Chubut. Este itinerario,que recorre cuatrocientos kilómetrosa través de la Patagonia profunda, sedesarrolla a bordo de una vieja loco-motora de tres vagones y un furgón,un transporte que no sobrepasa loscincuenta kilómetros por hora. En él,se suben los personajes del autor: unmarinero en tierra–que se cree des-cendiente del malhechor Butch Cas-sidy– y un maquinista en paro y soña-dor, los cuales pretenden liberar a Be-to, hermano del primero, trasladadode prisión a bordo del tren. A partir deeste planteamiento, los protagonistasse verán envueltos en el descubri-miento de un botín inesperado y a re-lacionarse con personajes de todo ti-po: un senador testarudo, que guardatodas las concomitancias con el ex-presidente argentino Carlos Ménem,una mujer a punto de dar a luz, un po-licía extravagante y una serie de turis-tas, entre ellos, bellas mujeres de dis-tintas nacionalidades y maquinistasexcéntricos.

Sueños por cumplirToda la narración se construye bajo

la denuncia de la realidad argentinadonde los sueños se quedaron por cum-plir. Uno de sus personajes principalesexpone: «Esto es Argentina. El Maiténes Argentina. Acá todo tiene futuro, loque no tiene es presente». PatagoniaChu Chu es de aquellas novelas queconstituyen un viaje sin retorno en unpaís donde ya no se encuentra de naday que tan solo la nostalgia constituyealgún consuelo para la memoria. Setrata, pues, de una novela difícil de ca-talogar ya que se sirve de muchos ele-mentos: entre ellos, las aventuras delos personajes, con sus diálogos vi-brantes y repletos de humor, combina-dos con el ambiente y la realidad de unpaís como trasfondo social. Todos es-tos engranajes se tiñen del género ne-gro más clásico con la fatalidad de losacontecimientos y la brutalidad de susacciones. En definitiva, una novela muyrecomendada que confirma una vezmás el asentamiento de Raúl Argemíen el panorama de la novela contem-poránea de ficción.

Àlex Martín Escribà

RAÚL ARGEMÍ

Patagonia Chu Chu

Algaida, 2005

222 pp. / 17 euros

N O V E D A D E S

JUAN MANUELGONZÁLEZ

Fuego sobre las olas

Planeta, 2005

302 pp. / 20 euros

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Épica enbicicleta

Hubo un tiempo, no muy lejano, en el queel ciclismo era algo más que esas monóto-nas y tediosas retransmisiones deportivasque incitan a la siesta en las tardes veranie-gas. Antes de que la constante sospecha deldopaje, los monólogos triunfales de Induráiny de Armstrong y el sometimiento de lassensaciones individuales de los corredores alas siempre conservadoras órdenes de equi-po lo relegaran al aburrimiento, el ciclismoera un espectáculo imprevisible y pasional,una constante lección de épica configuradapor demarrajes suicidas, pájaras especta-culares y escapadas kilométricas.

De aquel ciclismo de gorras y culottes ne-gros que mantenía en vilo a miles de aficio-nados en las cunetas de las carreteras o al-rededor del televisor habla la cuarta novelade Javier García Sánchez, El Alpe d’Huez,en la que se pone de manifiesto, al igual queen obras de Nick Hornby o de Ignacio Mar-tínez de Pisón, que el amor por el deporteno tiene por qué estar reñido con la cultu-ra. La narración de los acontecimientos de laetapa reina del Tour Francia, con final en lamítica cumbre de las 21 curvas de herradu-ra, sirve de marco al autor barcelonés paraconstruir su particular homenaje al más su-frido de todos los deportes y, en concreto, alúltimo de los grandes corredores de la viejaescuela, Pedro Delgado, cuya figura se atis-ba a través de los rasgos del protagonista dela novela. Con un dominio de la construc-ción narrativa que permite ir acrecentandola tensión a lo largo de toda la obra a pesardel ritmo pausado y de la tendencia a la di-gresión, García Sánchez relata, en clave deepopeya, la búsqueda de la gloria en la cimaalpina de Jabato, un ciclista impulsivo, ba-tallador y agresivo que se encuentra en elocaso de su carrera y en el que ya nadie pa-rece confiar. Sus pedaladas no son sólo losagónicos esfuerzos de un corredor por se-guir adelante y lograr la victoria, sino quetambién representan, como si de una leyen-da mitológica se tratase, la osadía de unhombre que lucha contra la naturaleza ycontra sí mismo y que aspira a un ideal ma-ravilloso que aparece, sin reflejos doradosni apariencia de Santo Grial, en forma depancarta de meta.

Ahora que la mercadotecnia parece ha-ber invadido definitivamente el mundo deldeporte apetece más que nunca rescatar es-ta novela de Javier García Sánchez. Porque,a pesar de que incluso los Premios Príncipede Asturias se empeñen en hacer primar latécnica sobre la pasión, el público siemprese estremecerá ante aquellas gestas que, co-mo las iniciadas por Perico cuando se des-colgaba un par de metros del grupo de ca-beza para lanzar su ataque definitivo, recu-peren con esfuerzo y sufrimiento la verda-dera esencia del deporte, ésa que lleva alhombre a intentar superar sus propios lími-tes. Y eso, en definitiva, es lo que evoca ElAlpe d’Huez.

Javier Sánchez Zapatero

JAVIERGARCÍA SÁNCHEZ

El Alpe d’Huez

Plaza & Janés, 1994

402 pp

R E S C A T A D O S

5LIBROS culturasTRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 18 de septiembre de 2005

El imperio antiimperialc

uenta Bob Woodward que el actual em-perador pronunció la siguiente frase:«La historia no llegaremos a conocer-

la. Todos estaremos muertos». Efectiva-mente, no llegaremos a conocerla nunca, nisiquiera en la insatisfactoria medida en quehoy podemos conocer la historia del ImperioRomano. Y, sin embargo, es razonable quesintamos por conocer nuestra historia re-ciente, es decir, por comprender los meca-nismos de lo que ha ocurrido en el mundo enel siglo XX, un deseo imperioso. En últimainstancia, tal vez la historia de la antigua Ro-ma no tenga otra justificación que ayudarnosa comprender el mundo en que vivimos. Qui-zá pensara así Niall Ferguson al consignar:«Me puse a escribir este libro pensando queel papel de EEUU en el mundo actual puedeentenderse mejor en comparación con los im-perios del pasado».

Hay entre los estadounidenses dos acti-tudes contrapuestas frente a la combinaciónde las palabras imperio y americano: la de-recha niega que Estados Unidos sea un im-perio; la izquierda admite que Estados Uni-dos es un imperio, y lo deplora. Frente a unosy otros, Niall Ferguson no sólo reconoce queEstados Unidos es un imperio, y no sólo no lodeplora, sino que insiste en que debiera de-jarse de tibiezas e hipocresías y empezar aserlo sin ambages. Piensa Ferguson que tan-to la metrópoli como las colonias saldrían be-neficiadas de esa nueva actitud.

Planteado así, podríamos situar a Fergu-son en la ultraderecha americana, una ultra-derecha colocada incluso más allá de la de losneocons, con el propio emperador a la cabe-za. Y, de hecho, Ferguson no disimula conquién están sus simpatías, de la misma mane-ra que no se fija, ni por un momento duranteestas quinientas páginas, en los millones devíctimas causadas por el imperio. Con enco-miable exactitud, Ferguson consigna las bajasestadounidenses en las principales guerras deocupación, y llega con su puntillosidad al ex-tremo de distinguir muertos en combate, otrosmuertos, heridos, y de establecer incluso la ta-sa de muertos/mes de combate; pero no des-ciende al sentimentalismo de mencionar lasvíctimas de los países ocupados.

Ferguson exculpa a EEUU. Osadamente,refuta que el petróleo sea la explicación de lapolítica estadounidense en Oriente Próximo.Esta refutación le lleva a presentar a su paíscomo un imperio incorregiblemente torpe,hipótesis dudosa pero muy socorrida. Fer-guson achaca parte de los males a la falta deperseverancia estadounidense: presionadopor la opinión pública, cada vez que EstadosUnidos invade un país tiene prisa por volvera irse dejando en él la menor cantidad posiblede militares.

Pese a todo lo dicho, la lectura de este li-bro es una de las más interesantes a las quepuede dedicarse cualquier lector, aun cuandono comulgue con su ideología. Y eso por va-rios motivos: porque Niall Ferguson, a dife-rencia de los historiadores-periodistas de ex-trema derecha españoles que desde la radiohan saltado a las librerías en los últimos años,no es un falsario (salvo, en cierta medida, enel capítulo dedicado a Irak); y porque, tam-bién a diferencia de ellos, está perfectamen-te informado y conoce su oficio; además deque, sencillamente, no es fácil encontrar unahistoria del imperio americano, una historiaque consigne, bien sea sucintamente, las in-vasiones estadounidenses y se pregunte losmotivos de estas actuaciones.

A pesar de todos sus defectos, el mayor delos cuales no es su ideario sino el fracaso enencontrar explicaciones satisfactorias a lasguerras de invasión, este libro resulta muy re-comendable a falta de otros mejores sobre eltema, y tal vez haya puesto las bases para fu-turas historias del imperio americano queahonden más en la búsqueda de las raíces.

Garcimuñoz

NIALL FERGUSON

Coloso. Auge y caídadel imperio americano

Traducción: MagdalenaChocano Mena

Debate, 2005

503 pp. / 24 euros

Ferguson se sitúa en una derechamás allá de los neocons, pero, auncuando no se comulgue con suideología, construye un librorecomendable

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culturas6 TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 18 de septiembre de 2005

Florencio Maíllo

Sobrelímites

Florencio Maíllo presenta estos días en el Colegiode Abogados de Bilbao los resultados de sutrabajo más reciente. La serie ‘Reductos deexploración’ olvida el delgado hilo argumental dela estética para convertir cada cuadro enacotaciones del amplio mundo. Su obra es unretrato del mundo entero a tamaño doméstico y unjuego entre distintos planos de la realidad.

florencio Maíllo dejó hacetiempo de circunscribir suarte al exclusivo delgado hilo

argumental de la estética. Susobras se han convertido en re-ductos de exploración, en acota-ciones de perfiles diversos sobreel amplio mundo. Como si se tra-tase de un restaurador, Maílloelabora catas sobre la superficiegeográfica. Elimina pátinas, es-tudia la composición de los mate-riales, añade, sustrae, juega conlos contornos, reinventa los frag-mentos, filtra las superficies, lasvoltea, las clona, las hace suyas.Es su arte un arte minifundista,en el que en cada cuadro nace untipo diferente de cultivo. Pero suerudición en los contornos, sumaestría a la hora de perimetrarel campo de estudio, va más alláde los límites espectrales de losparalelos y meridianos, de lasfronteras artificiales de carrete-ras y autopistas, de los circuitosde las líneas de ferrocarril, o elcubismo de las parcelas de los te-rratenientes vistas desde unavión. Su bisturí disecciona laorogenia con la precisión de uncirujano pero con la ingravidez yla elegancia del artista que se di-vierte con su obra. Y dibuja unperfil enigmático, una silueta fa-miliar pero lejana. Como ya nosinstruyó George Perec en el mapavital, cada cuadro de FlorencioMaíllo es una ficha del puzzle glo-bal. Este cambio de óptica per-mite que el espectador penetre

de lleno en el juego que el artistaha preparado para él. Pues posi-cionarse frente a un cuadro deMaíllo significa en primera ins-tancia, ser consciente de que elmundo se fragmenta en piezas, yde que éstas se pueden deslocali-zar, perder, alterar, teñir, disfra-zar; de que en algún punto delplaneta el mundo ha quedado in-terrumpido, y que la continuidaden nuestro rectilíneo imaginarioha quedado alterada por un soca-vón en el terreno, por un hueco,por un píxel huérfano, por un va-cío que, rápidamente y con el al-borozo de un niño de tres a seisaños, nos prestamos a rellenarcon la pieza que tenemos delan-te. La bella imagen vuelve a com-ponerse, vuelve a estar totalmen-te definida, pero el residuo de laexperiencia nos deja un temor,una interrogante cuya respuestanos alarma. Ahora somos cons-cientes de la brecha, de la negru-ra más allá del límite, de cómo se

rompe el mundo y nuestro propiocuerpo. Pero los conceptos no semanejan en un campo metafísico,sino más bien experimental, cien-tífico, eminentemente visual,pues a esa imago mundi desple-gada ante nuestros ojos, a esemapa a tamaño real del que noshabla Borges en su Hacedor, lefaltaban las suturas, los nexos decomprensión. El cisma pone enevidencia la fragilidad de la ma-

teria, lo discontinuo de la conti-nuidad.

Puzzle completoEn un segundo momento, per-

cibimos que el juego está enterodelante de nosotros. Como en untrayecto fractal, la misma piezase haya compuesta de otras mi-les de piezas más. Es un puzzlecompleto, un cuadro hecho de mi-les de cuadros. Su superficie es

S.T (Reductos de Exploración). Mixta-madera, 150x100 cms.

S.T (Reductos

de

Exploración).

Mixta-

madera,

440x304

cm.;

S.T (Reductos

de

Exploración).

Mixta-

madera,

100x200 cm.

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7ARTE culturasTRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 18 de septiembre de 2005

vuelve a Bilbao un montónde años después. Allí es-tudió su carrera de Bellas

Artes y la ciudad ejerció unaenorme influencia sobre lo queiba a ser su obra: una equilibra-da combinación de materialesde derribo que hablaban por símismos desde el plano estéticoal conceptual. Lleva trabajandoen esta nueva serie un año ymedio y hemos podido intuir sulínea en las pequeñas exposi-ciones celebradas los dos últi-mos veranos en Morille con mo-tivo del PAN y con su contribu-ción a muestra ‘Murmullos dela piedra’, con la Plaza Mayorcomo objeto. Ahora, junto alGuggenheim y hasta finales denoviembre, enseña la mitad delas obras que ha terminado eneste largo proceso.

¿Cuál es el mayor cambio deesta serie respecto a su ante-rior línea de trabajo?

Hay un intento de trasmitiruna conexión con la realidad deuna manera más evidente, porlo menos con la inclusión de lafotografía. Los elementos de re-ferencia funcionaban como su-gerencia, pero de un modo másabstracto. Ahora están comoevidencia, como evidencia de loteatral. Quizá lo que busco esese ofrecimiento que nos per-mite la fotografía como percep-ción teatral de la realidad, co-mo trasmisión de lo que no esdel todo realidad. La materiareal, los elementos que hacenque la obra sea irrepetible, lapresencia real de la materia,siempre estuvo en los últimosaños y sigue estando. De algu-na manera, la fotografía lo quehace es anclar un poco esa ma-teria, le da una significación, lafija en el tiempo y en el aspectotemático. Pero como un juegoen el nivel de realidades: la au-téntica realidad que sigue sien-do la materia, y lo que no es re-al, que es la fotografía, aunquetendemos a leer lo fotografiadocomo lo real porque tiene unapresencia visual.

Hay por lo tanto una incorpo-ración de dos planos de reali-dad...

Sí, y además una lucha entreellas. La fotografía da una con-notación de realidad que no loes, y quiero que no lo sea. Sonfragmentos de realidad, no sonimágenes incorporadas, sinovarias imágenes tomadas en va-rios momentos que yo ensam-blo y que las presento como unaimagen única. Hay una visiónun tanto cubista de la realidaden esa forma de fotografiar. Yesta serie podría entenderse co-

mo una revisión del cubismo, encierto modo. La fotografía nomuestra un instante único sinovarios instantes continuados ycuya relación puede ser discon-tinua. Hay un juego de teatrali-dad, de algo que no es del todoreal, se suman realidades... es-toy haciendo hincapié en esafalsedad de la fotografía.

¿Realiza las fotografías ustedmismo o las toma prestadascomo ‘objetos encontrados’?

Yo mismo. La obra siguesiendo autobiográfica. Me inte-resa un discurso personal,siempre ha sido así. Me acercoa esos lugares que siempre mehan llamado, el entorno trans-formado, siempre con una con-ciencia de crítica hacia lo que el

hombre realiza con su entorno.Me acerco a sitios que mues-tran de manera evidente ese en-torno transformado. Siempre lohice, porque las materias quehe utilizado eran subproductosde esa transformación de la na-turaleza por parte del hombre.Son lugares fetiche, micromun-dos que pueden mostrarnosesos lugares, chatarrerías, en-tornos basureros. Ahí es dondefotografío. Y lo personal de al-guna manera entra en conexióncon lo que está ocurriendo a unnivel macro.

Siempre ha experimentadocon los procesos técnicos.¿Cómo de complejo es éste?

Con los nuevos sistemas deimpresión, la foto pasa directa-mente sobre la materia. Los so-portes están pintados y sobreeso se proyecta la fotografíaque previamente he trabajado.Se incorporan ahí, y sobre esaimagen sigo pintando, inte-grandolo todo. Tiende a ser unaobra un tanto barroca, comosiempre ha sido la mía, de in-corporación de muchos ele-mentos y de lucha entre ellos, ya la vez sugerir esa lucha entrelo real y lo virtual, que hoy estámuy presente en todo.

A. Marcos

«Me interesa la luchaentre lo real y lo virtual»

Hay un juego deteatralidad, de algoque no es del todoreal, se sumanrealidades... estoyhaciendo hincapiéen esa falsedad dela fotografía

Ha llenado su cuadrode esencias puras. Haido experimentandocon toda clase derecipientes ycontenedores hastadecantar las ideas ylas formas

Prieto

irregular, asimétrica, y si anteselucubrábamos con la posibilidadde que fuese un pedazo de corte-za terrestre, ahora parece repro-ducir todo un continente. La es-tructura del lienzo soporta unmicromundo. La materia, de re-pente, se compacta, se blinda,desaparece todo espacio desha-bitado, cualquier resquicio de va-cío. Florencio Maíllo ha llenadosu cuadro de esencias puras. Haido experimentando con toda cla-se de recipientes y contenedoreshasta decantar las ideas y las for-mas, hasta destilar en plúmbeasgotas las propiedades de todo loque vemos Ha generado el cua-dro, lo ha reproducido en minia-tura y esto ha servido de brocha-zo en un lienzo ulterior. La super-ficie queda literalmente cuajadade imágenes, de objetos, de con-textos, de discursos. Parece co-mo si quisiera salvarlo del diluviouniversal. Es un retrato del mun-do entero a tamaño doméstico. Ytodo pasa a estar dentro de esemarco rectilíneo y geométricoque segmenta la pared con cua-tro firmes líneas, precisas y pun-tuales, generando los límites co-mo sólo lo saben hacer los verda-deros maestros.

Fabio Rodríguez de la Flor

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cuando George A. Romero yJohn A. Russo tomaron co-mo referencia la obra de Ri-

chard Matheson Soy leyenda y ladesconocidísima obra de culto deSidney Salkow y Ubaldo RagonaThe last man on Earth para crearel clásico La noche de los muer-tos vivientes, no sabían que ade-más de desarrollar las fijacionesde las generaciones posterioresdel cine de terror, fundarían unsubgénero propio denominado,por lógica, ‘cine de zombies’. SiRomero reinventó con numero-sos y contundentes matices a loszombies modernos presentándo-los como bestias anónimas consed de carne humana en sus se-cuelas Zombi y El día de losmuertos, persistiendo en ese ins-tinto natural que servía para hos-tigar a unos protagonistas queante la amenaza de la masa ma-

léfica se transformaban en seresmás egoístas y violentos paramostrar, en último término, la to-tal deshumanización, en La tierrade los muertos vivientes, el re-greso de Romero a la gran panta-lla después de muchos años en lamisantropía fílmica, se continúacon la acertada soflama sociopo-lítica que poco o nada ha cambia-do desde finales de los 60 hasta eldía de hoy, concluyendo que lacondición humana acaba por evi-denciar lo que para muchos so-ciólogos y filósofos es un hecho fe-haciente: que una sociedad encontinua descomposición repre-senta, en varios sentidos, al hom-bre actual.

En su acertada ac-tualización, el maes-tro Romero ha dejadoparte de aquella mis-celánea que deambu-laba entre el expre-sionismo, el semido-cumental y el cine dis-cursivo de corrientesteleologistas, sin olvi-dar un trasfondo so-cial, para proyectardeterminadas situa-ciones de países ac-tuales oprimidos porsus propias restric-ciones y por la prácti-ca manipuladora desus gobernantes y laprogresiva querenciapor instaurar el miedo

social. La tierra de los muertosvivientes le sirve a su veterano ci-neasta para plantear su sempi-terna epístola terrorífica sobrezombies y humanos, acomodadaesta vez en una aureola de serieB de gran calidad, menestral ycon ambiciones, como si de unaobra de John Carpenter (con elque encuentra varios puntos encomún) se tratase, aportando consu genialidad la lucidez de unahistoria que no necesita de nue-vas tecnologías para impactar ensu manifestación de irónico ‘go-re’ en su eficaz empeño de acre-ditar que un subgénero tan de-nostado como el ‘splatter’ sea elidóneo para exponer la diferencia

amo somete todo y a todos, con-trolando con despotismo y sordi-dez una precaria sociedad queacabará asolada por sus propiosmiedos. Aquéllos que, paradóji-camente, les devolverá la liber-tad y la oportunidad de volver acrear una sociedad en igualdadcon los zombies. Y en medio deellos, unos mercenarios que pro-curan sobrevivir entre dos mun-dos marcados por la disparidadde bienes trabajando para que alos ricos no les falten suminis-tros, mientras los más desfavo-recidos mueren de hambre. Ase-sinos materialistas que, como su-cedió con los estadounidenses, sevuelen contra aquellos que lesadiestraron en sus censurablestareas. Las alegorías, en estesentido, no tienen desperdicio;soldados desmembrados que sonsilenciados, una ciclópea torreque en su final es asolada por elhorror, ciudadanos huyendo pre-sas del pánico, aristocráticos ca-pitalistas devorados por los ‘po-dridos’ con ferocidad, cadáveresque son ocultados a los ojos deuna colectividad que se preten-de perfecta… Nada queda sin crí-tica en el ojo sarcástico y nihilis-ta de Romero. Así, el indudablepoder metafórico de La tierra delos muertos vivientes no deja tí-tere con cabeza.

PodridosPero lo más interesante, den-

tro de toda esta autenticidad delmundo actual, es que los zombies(a los que se llama ‘podridos’), enestado de putrefacción, des-orientados y carentes de estímu-los, lejos de perpetrar una indo-lente conducta autómata, ade-más de seguir devorando ávida-mente carne humana, recobranaquí su decencia, coordinándosecomo pueden, aprendiendo a uti-lizar armas y buscando, en defi-nitiva, lo que todo ser humano: unlugar donde poder convivir en ex-traña y fétida sociedad lideradapor un negro capaz de ir progre-sando en su limitado raciocinio.

No muy lejos de los propósitosdel ‘remake’ Amanecer de losmuertos, de Zack Zinder, la me-jor representación de la idea ‘ro-meriana’ del género (para eso eraun superlativo sucedáneo de lamejor dramaturgia del maestro),La tierra de los muertos vivien-tes encuentra sus mejores virtu-des en esa diversificación am-pliada en un mundo visto comoacrópolis habituada a vivir bajola amenaza zombie. Tanto es así,que a lo largo de la cinta asistimosa todo un recital de ridiculizaciónde los no muertos (con los que setira al blanco, sirven de modelosfotográficos, luchan con apuestasde por medio e incluso se ven va-rios zombies disfrazados de pa-yasos), dejando claro que el hu-mor negro pasa a ser parte de es-te profundo análisis por parte deRomero en la psique colectivayanqui y, de paso, reconstruir sumito del zombi.

Miguel Á. Refoyo

de clases y el envilecimiento delos líderes que gobiernan el mun-do.

Romero ataca sin tapujos alneoliberalismo y a los pretextosde la administración Bush Jr.tras el 11-S, urdiendo una des-carnada crítica al capitalismoque impera en el mundo occi-dental que ha vuelto, silenciosa-mente, a un feudalismo que en elfilme está aludido en una enormefortaleza llamada Fiddler's Gre-en, donde sólo vive la clase altaque menosprecia a los pobres yteme a los muertos vivientes queincorporan a ese Tercer Mundoque hoy en día no importa a na-die. Un lujoso reducto donde un

George A. Romero vuelveal cine para teñir elgénero de zombies que élmismo inventó con unafuerte carga de críticasocial a la Américadespués del 11-S: laescalada del miedo, lalibertad y la exclusiónsabiamente aliñados.

Los zombies viven en el Tercer Mundo,alejados de una gran fortaleza de poder feudalen la que ha degenerado el capitalismo

culturas8 TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 18 de septiembre de 2005CINE

Una carnosa crítica social

George A. Romero, dirigiendo La noche de los muertos vivientes