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No perder el tú en el camino

Nov 09, 2021

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No perder el tú en el camino(Ser persona en el cambio de época)

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COLECCIÓN SINERGIA

SERIE ROjA

Director:Carlos Díaz

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Carlos Díaz

No perder el tú en el camino(Ser persona en el cambio de época)

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1.ª Edición (España): enero 2006

© Fundación Emmanuel MounierMelilla, 10. 8.º D. 28005 MadridTeléf. y Fax: 91 473 16 97e-mail: [email protected]/~spie/iem/iem.html

© Acción Cultural CristianaSierra de Oncala, 7, bajo dcha. 28018 MadridTeléf. y Fax: 91 478 12 20

© SOLITECCayetano de Cabra, 14. 29003 MálagaTeléf. 952 33 01 51

© IMDOSOCPedro Luis Ogazón, 56. 01020 México D. F.Teléf. 5 661 44 65. Fax 5 661 42 86

© ISO (Instituto Social Obrero)Pie de la Cruz 17, 46001 ValenciaTeléf. 963 92 26 62. Fax 964 91 76 31e-mail: iso@trabajo. orgwww.isotrabajo.org

© EL ObSErvADOrReforma 48Centro históricoC.P. 7600 Querétaro (México)Pedidos: www.elobservadorenlinea.com

Diseño de cubiertaunocomunicación

Depósito legal: S. 28-2006ISBN: 84-95334-97-6

Imprenta KADMOSTeléf.: 923 28 12 39SALAMANCA, 2006

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ÍNDICE

Prefacio ....................................................................... 11

Envío al lector ............................................................. 17

I. ECHAR A ANDAR Y TERMINAR CAYENDO1. Hominización sin humanización .................... 192. Cuando la humanidad se echaba en brazos de

Dios ................................................................. 203. Cuando la humanidad pasaba la noche luchan-

do contra el Ángel .......................................... 224. Cuando la humanidad quiso matar a Dios ..... 235. Cuando la humanidad comenzó a exterminar-

se a sí misma .................................................. 25Diálogo para la acción ......................................... 26

II. LEVANTARSE Y CAMINAR DEL YO AL NOSOTROS

1. No perder el tú en el camino .......................... 312. Del pensarme amado al saberme amado ........ 33

2.1. ¡Por favor! .............................................. 332.2. Ser abrazado ........................................... 352.3. Darse ....................................................... 352.4. Cuando soy amado existo ....................... 382.5. Mientras yo exista responderé por ti ...... 392.6. Del yo pensado al yo amado .................. 392.7. Cuando puedo hacer algo por ti y no lo

hago, te mato .......................................... 412.8. El perdón del padre ................................ 42

Diálogo para la acción ......................................... 44

III. CAMINANDO CON EL TÚ HACIA DENTRO Y HACIA FUERA

1. Acompañar, aunque resulte difícil .................. 47

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1.1. El bosque: ni cerca ni lejos .................... 481.2. La persona: ni arriba, ni abajo ................ 491.3. El nosotros: tuyo y mío .......................... 501.4. La velocidad: ni pronto ni tarde ............. 50

2.. Conducir con mano maestra ........................... 502.1. Para el afecto .......................................... 512.2. Para la instrucción .................................. 522.3. Para la responsabilidad ........................... 52

3. Déjate consagrar ............................................. 543.1. Como don ............................................... 543.2. Como voz de los sin voz ........................ 553.3. Como paladín de la justicia y del amor... 55

4. Déjate orientar de lo fácil a lo serio ............... 564.1. Para la sabiduría ..................................... 564.2. Para el cariño .......................................... 574.3. Para la potencia ...................................... 584.4. Para la esperanza .................................... 594.5. Para la acción .......................................... 604.6. Para la plegaria ....................................... 604.7. El impulso metodológico ........................ 61

Diálogo para la acción ......................................... 63

IV. CON EL GALLO DE LA AURORA: MADRUGARPARA BUSCAR AL OTRO

1. El globo de jenófanes y el nuestro propio ..... 672. Correr nuestra propia carrera .......................... 703. El dilema de las vacas locas ........................... 734. La Comisión MacNamara y el patrioterismo

en su casa ........................................................ 76Diálogo para la acción ......................................... 79

V. LATINOAMÉRICA DE MIS AMORES Y DE MISDOLORES

1. Latinoamérica, nombre imposible .................. 852. A la eterna búsqueda de su identidad ............. 873. Voluntad de fragmento frente a comunidad de

todos ............................................................... 88

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4. Ética de náufragos .......................................... 905. Signos de esperanza ....................................... 946. Amar al hombre en la humanidad: para una

democracia personalista y comunitaria en elNuevo Continente ........................................... 956.1. ¿Está siendo la democracia de los países

en cuestión el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, según reza eleslogan? .................................................. 95

6.1. Los siete axiomas rectores de una demo-cracia personalista y comunitaria ........... 96

6.1. El acontecimiento como maestro interior 99

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PREFACIO

Quiero, en nombre de la Universidad Católica delUruguay, saludar la presencia, primero en Montevideoy luego más específicamente en esta Casa, del Dr.Carlos Díaz. Y saludar también el inicio de este semi-nario titulado El desafío de ser persona en el cambiode época, organizado por Cedidosc.

Como el protagonista indiscutido de esta noche esel Dr. Díaz, no quisiera alargarme demasiado en estaspalabras introductorias. Pero sí, antes de dejarlos conél, quisiera hacer brevemente dos cosas. La primera esseguramente innecesaria, pero de uso y consiste enpresentar al expositor. Como sin duda ustedes saben,el Dr. Díaz es Profesor de la Universidad Complutensede Madrid. Es Doctor en Filosofía, Licenciado enDerecho y Diplomado en Sociología Política. Es fun-dador del Instituto Emmanuel Mounier, conferencistainternacional, y autor de una imponente obra, quesobrepasa el centenar y medio de títulos. De modo quesi alguien no lo tenía claro hasta ahora, estamos enpresencia de un visitante verdaderamente ilustre.

Lo segundo que quisiera hacer es explicar breve-mente por qué la Universidad Católica ha decidido nosolamente albergar, sino apoyar este evento. La temá-tica que iniciamos hoy y la identidad de laOrganización uruguaya que lo propicia, nos ponendirectamente en contacto con tres grandes tradicionesde reflexión: el personalismo filosófico, el socialcris-tianismo, y de manera más específica la DoctrinaSocial de la Iglesia.

Estas tres tradiciones, que como ustedes saben tie-nen múltiples puntos de encuentro y de mutua alimen-tación, son expresión de un fenómeno profundo quequisiera resaltar aquí. Es la clara inclinación del cris-

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tianismo entendido como tradición religiosa a servirsede los útiles de la razón, para pensar la condición delhombre en el mundo. Y de manera muy especial, parapensar la condición del hombre en los entornos socia-les que el propio hombre se ha dado a lo largo de lahistoria.

Esta disposición típica del cristianismo, encuentrasu raíz en al menos cuatro elementos de su identidad,que me gustaría muy brevemente destacar aquí.

El primero consiste en ver al mundo, a la creaciónen su conjunto, no como un espectáculo poco confia-ble que nos distrae de lo que verdaderamente importa,sino como una manifestación directa de la bondad ydel poder de Dios. Ciertamente éste es un punto en elque encontramos variedad dentro del cristianismo. Lasformas de ascetismo que se han desarrollado en suinterior, o las formas, por ejemplo, de pensamientoteológico de corte platónico, han tendido a ser másdesconfiadas del mundo que las prácticas religiosas deinspiración comunitaria; o digamos, las formas depensamiento teológico de raíz aristotélica. Pero lo quedifícilmente se encuentre en la corriente principal delcristianismo, es una descalificación del mundo comoalgo de lo que no debamos ocuparnos. El buen ordendel mundo es parte de la tarea que Dios nos ha con-fiado. Esta es una diferencia importante con otras tra-diciones morales y religiosas, como por ejemplo, elestoicismo en occidente, o algunas formas de budismoen oriente.

El segundo elemento que conduce a esta preocupa-ción es la importancia que la tradición cristiana asignaa la persona humana. A diferencia de lo que ha ocu-rrido en otras tradiciones filosóficas, lo propio del cris-tianismo es reconocer en cada individuo a un hijo deDios. Todos percibimos claramente esta importancia.Por ejemplo, en la liturgia del Bautismo, que se repite

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desde hace muchísimo tiempo, en la cual se le dice acada bautizado que es sacerdote, profeta y rey. Esdecir, cada uno de nosotros, visto como una vía deacceso a lo divino, cada uno de nosotros, visto comoun vehículo de acceso a la verdad, cada uno de noso-tros, visto como merecedor de tanto reconocimiento yrespeto como podrían aspirar los más poderosos de latierra. Por eso, a ojos del cristianismo, la historia decada individuo es una ‘historia santa’, de lo que sederivan exigencias muy concretas que tienen que vercon el igual respeto hacia todos nosotros, y tambiéncon la búsqueda del buen orden: de lo político, de losocial, de lo económico.

El tercer elemento que también muy brevementequiero mencionar, y es típico del cristianismo, es laconfianza en la confluencia entre fe y razón. Las ver-dades de la religión y las verdades de la razón no sonvistas como verdades paralelas, como lo pensóAverroes o, por lo menos los averroístas latinos decíanque Averroes había pensado, sino como dos verdadesdestinadas a encontrarse. Por cierto, esto no nos aho-rra en nada el esfuerzo que tenemos que hacer paracomprender la realidad. La confluencia entre los con-tenidos de la fe y los contenidos de la investigaciónracional es un resultado final, en el que los creyentespodemos confiar. Pero no es una clave metodológicaque nos permita, en lo inmediato, descubrir la verdadracional.

Lo que significa claramente esta concepción es queel cristiano no tiene por qué temerle a la razón. Sinomás bien al contrario: tiene motivos para servirse deella en la búsqueda de lo que es verdadero y de lo quees justo. Esto explica por qué, más allá de los altibajosque hemos encontrado en la historia, siempre ha exis-tido en los cristianos una tendencia a pensar y a discu-tir sobre los temas más diversos, incluyendo aquellos

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vinculados a la identidad de la persona y a la concep-ción del buen orden social.

Un último elemento que nos ayuda a entender estainclinación del cristianismo a servirse de los útiles dela razón para pensar la condición del hombre en elmundo, es el carácter indirecto, pendiente de interpre-tación, que caracteriza al mensaje religioso que hemosrecibido.

A diferencia de muchos otros profetas y líderesreligiosos de la antigüedad, Mahoma por ejemplo,jesús no dejó nada escrito de su propia mano. Lo quenos ha llegado no son las actas textuales de lo que dijo,sino lo que creyeron entender quienes lo escucharon.Además, no nos llegó una sola versión de lo que hizoni de lo que dijo, sino cuatro versiones diferentes. Conmuchas coincidencias en todo lo que es fundamental,pero también con divergencias que abren el espacio ala reflexión.

Esta también es una característica típica del cristia-nismo. No somos los administradores de la verdad deun documento unívoco, sino los herederos de unMensaje que nos llega por una vía indirecta y com-pleja. Esto explica por qué los cristianos hemos discu-tido desde siempre el significado del Mensaje quehemos recibido, y lo que deben ser sus consecuencias.La larga lista de nuestras discrepancias probablementeempiece con las diferencias entre San Pedro y SanPablo acerca de cómo había que organizar la evange-lización, lo que, ciertamente, no era una cuestiónmenor.

Esta necesidad de esclarecernos mutuamente, deconfrontar interpretaciones, de discutir… ha hecho delcristianismo una tradición particularmente fértil en tér-minos de generación de pensamientos. Creemos serdepositarios de un Mensaje importante, pero no dispo-nemos de una vía privilegiada que nos permita saber

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con certeza lo que ese Mensaje nos reclama en cadacontexto en el que nos toca vivir. Y el esfuerzo por res-ponder a esta clase de interrogantes nos ha llevado aacumular ideas y a acumular reflexión a lo largo de lossiglos.

Hoy estamos en presencia de alguien que se pro-pone pensar a la luz de este enorme desafío. Losinvito, entonces, a todos a escucharlo, y a participar deeste diálogo que recién empieza.

PABLO DA SILVEIRAvicerrector Académico

Universidad Católica de Uruguay

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ENVÍO AL LECTOR

Este pequeño libro tiene gran historia y gran deseo.Cuando el Padre juan josé Lasa me invitó a disertar enCedidosc del 2 al 4 de septiembre del año 2003 sobreEl desafío de ser persona en el cambio de época, noimaginaba posible que un sacerdote anciano y unequipo pequeño de colaboradores fuese capaz demover con tanta vitalidad una institución dedicada a laformación en la Doctrina Social de la Iglesia, hoyposiblemente tan despreciada como ignorada. A estose añade la fraternal acogida por parte de un pequeñogrupo de un pequeño país que desgraciadamente va amenos con la velocidad del tren de Einstein. Sorpresaalegre, por una parte, y tristeza por el lento declinar deun pueblo que llegó a ser considerado ayer como laSuiza de América y que hoy corre el grave riesgo desituarse en la nostalgia del pasado mientras deja pasarel presente. Mucho y más que mucho ha debidorobarse en ese país para haber terminado los de siem-pre -los militarotes de zarzuela y los salvapatrias bufo-nes del Imperio- por convertirlo en un mendigo sobreun banco de oro. Vaya desde aquí todo mi afecto, miadmiración y mi cariño sincero hacia Cedidosc.

Las conferencias y sus correspondientes diálogostuvieron lugar en el marco de la Universidad Católicade Uruguay y la asistencia y atención de los oyenteshicieron posible un grato clima de búsqueda y de con-fraternización. En tales lugares se siente un poco latentación de hacer tres tiendas.

Montevideo, monte sexto de Este a Oeste. Allí segrabó todo y poco después fue editado en tres cuader-nillos por Cedidosc. Hoy retomamos y modificamosaquella edición, liberándola en lo posible de las adhe-rencias del lenguaje oral siempre más impreciso. Mil

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gracias por permitir la nueva edición, que es por tantosegunda y al mismo tiempo primera.

No es la única vez, desde luego, que expongo lostemas aquí impresos, pero, siendo nuevo el público,quizá también lo sean de alguna manera estas páginas,pues no puedo ni quiero evitar que el discurso quedepermanentemente readaptado y remodelado por lademanda diferenciada de los auditorios siempre irre-petibles: imposible, al menos para mí, el mismo textocon auditorios distintos. Me confieso incapaz de leerun texto ante el público mirando a los folios mientrasignoro los rostros, una cosa así me causaría infinitavergüenza, aunque no niego que semejante forma deexponer pueda tener su valor y su ventaja

Quiero también manifestar mi gratitud a mi esposay a nuestra hija Esther por haberme acompañado esosdías con sus tremendas caminatas, no sé si de Este aOeste, como hubiera sido debido en Montevideo.

A la profesora Inés Riego de Moine, presidenta delIEM-Argentina, vuelvo a agradecerle una vez más suminuciosa lucha contra mis erratas, a veces tambiénerrores, y su rigor como lectora y correctora.

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I. ECHAR A ANDAR Y TERMINAR CAYENDO

1. Hominización sin humanización

Somos una especie verdaderamente muy joven, lle-gada al planeta hace poco, y nos queda mucho queaprender. Me parece exacto definir al individuo dedicha especie como sapiens malusque (sabio y malo).El sapiens hace viajes interplanetarios, construyemapas genéticos... Sabios lo somos, y muchísimo. Nisiquiera sabemos hasta dónde llegaremos. Ayer mismoleíamos en el periódico que para el 2100 se podría lle-gar a vivir 5000 años...

Sin embargo, a la vez que sabios, somos malos,pues a estas alturas tres cuartas partes de la humanidadpasan hambre sin necesidad: no nos queremos. Somostan inteligentes como malos.

Por otro lado, cada humano es distinto dentro de laespecie (todas las ratas son iguales). No hay dos per-sonas iguales, ni en inteligencia ni en bondad, no es lomismo Adolf Hitler que Francisco de Asís.Sinceramente cada ser humano es capaz de lo peor enlos peores casos, y de lo mejor en los mejores.

La persona, en su larga marcha de hominización, seabre paso desde el humilde australopitecus hasta que5000 años antes de Cristo surgen las grandes religio-nes orientales en la cuenca del Indo, hinduismo ybudismo, y después judaísmo, cristianismo e isla-mismo. Ni el hinduismo ni el budismo valoran lo per-sonal, al entenderlo como motivo de dolor y de sufri-miento, por eso defienden la disolución del individuoen la paz del todo sin relieves. Por su parte la filosofíagriega occidental, determinista, somete a personas,instituciones y pueblos a las fatales leyes cósmicas, yen eso continúan la herencia del Oriente.

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Solamente con la llegada del judaísmo adquiere lapersona el lugar central, en la medida en que es hija deDios. El tiempo hebreo, distinto del tiempo cíclicogriego, descubre a la persona como fruto de una rela-ción única e irrepetible con el Dios que le ha creado asu imagen y semejanza.

A su vez, una radical diferencia irá después a esta-blecerse entre el mundo judío y el cristiano. En el pri-mero, Yahvé es padre de un pueblo, el judío. En el cris-tianismo, Dios es Padre a través del Hijo de cada unade las personas. Si en el Oriente no se buscan identi-dades personales, y en el judaísmo la forma de la divi-nidad todavía es parecida a las fulgurantes cratofaníashelénicas, el Dios Padre del pueblo hebreo se concretaen el cristianismo en el Dios Padre de un Hijo, a travésdel cual cada persona es prohijada en el Padre.

2. Cuando la humanidad se echaba en brazos deDios

En el primero de los grandes periodos históricos dela humanidad, el larguísimo estadio teocéntrico, todala humanidad occidental gira en torno a Dios. Duranteeste tiempo, más que en la vista se confía en el oído. ADios Padre no se le ve, pero se le oye, a menos que sesea sordo. Pero ¿de qué depende ese tener abierto eloído a lo que Dios me dice? ¿Por qué unos oídos loestán y otros no lo están? Si Dios habla a todos, ¿porqué únicamente algunos oyen?

Si Abraham oyó mal, o si no hubiera oído, habríavivido en el absurdo (absurdus, sordo del oído). ¿Yqué oyó? Sal de tu tienda, sal de tu tierra, sal de tu yo.Como no salgas de tu tienda, yo no cabré en tu tienda.Tienes que salir tú para que entre yo. Tienes que aban-donar la fe de tus padres, tu territorio, tus costumbres,

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para seguirme. O Dios o nada, reza la fe que se inau-gura con Abraham para judíos, cristianos e islámicos,única casa en que las religiones del libro dicen haberplantado su tienda.

Y Abraham se juega la vida porque escucha la vozde Dios: Si me das a elegir entre Tú y yo, te prefiero ati: manda que tu siervo escucha. A partir de ahoravivo sin vivir en mí, me desvivo viviendo en Ti. SiAbraham se hubiera reservado, si hubiera tenido labilletera del dinero en la parte derecha y el corazón enla parte izquierda, ya nadie se acordaría de Abraham.La fe es total, entera; si no es entera, no es entera niverdadera. El que es creyente repite y renueva desdeentonces: Sí. vamos para allá, pues sé de quién me hefiado. Yahvé es mi roca. No hay ninguna diferenciaentre el que cree y el que no cree, a no ser ese paso: eldel sí a Dios.

La humanidad creyente ha pasado todo ese larguí-simo tiempo hasta el Renacimiento diciendo sí.Obviamente, se ha equivocado muchas veces en suforma de decir su sí: cruzadas, cazas de brujas, abusos,etc., en su casi interminable catálogo de iniquidades.Equivocadamente o no en la forma concreta de llevaradelante el sí, ese sí fue llevado adelante. Mas ¿quépedagogía es la del oído? A la vez, la de la memoria yla de la historia, la cual resulta de un sí absoluto eincondicional desde el comienzo hasta el final: sí,venimos de ti, Alfa; sí, vamos hacia ti, Omega. La his-toria de las religiones monoteístas es el recorrido enque cada persona y cada generación dan su sí alEterno, de suerte que cuando en el trayecto se produ-cen quiebras respecto de este sí, el humano abandonala historia de la salvación.

Dirán ustedes: ¿Y eso en qué se traduce? Pues setraduce en que, desde que me levanto hasta que meacuesto, mi vida es una oración y es un acto de memo-

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ria, de confianza y de recuerdo. Los franceses llamanal aprender de memoria “aprender por corazón” (porcor-razón, par coeur). Eso es la memoria, la que se temete en el alma del corazón. Lo demás no es memo-ria, sino mero recuerdo. La memoria vive cadamañana y duerme cada noche con El Absoluto en sucor-razón. Naturalmente que somos pecadores, pero loimportante es vivir con El Absoluto.

3. Cuando la humanidad pasaba la nocheluchando contra el ángel

Así llegamos al Renacimiento, la Reforma y laIlustración, segundo gran periodo de la historia deOccidente. Ahora la ciencia empieza a decir cosas quela Biblia no dice, y supuestamente la Biblia entiendeque la ciencia hecha por cabeza humana dice cosas con-trarias a la enseñada por boca divina, surgiendo así laprimera gran crisis antropoteocéntrica. Hasta Galileo,según la Iglesia el sol giraba en torno a la Tierra. Pese atodo, Galileo muere en el interior de la Iglesia.

En la Reforma Protestante, Lutero da un paso ade-lante respecto de Galileo, marchándose de la Iglesia.Así como Galileo deseaba universalizar el discursocientífico haciendo de las matemáticas el centro decualquier perspectiva, el luteranismo no quiere que laautoridad papal de la Iglesia sea el centro de todos losdictámenes y sabidurías, sino lo que cada creyenteentendiera analizando la Biblia. Es verdad que esteantiguo dominico alemán maldecía la razón racioci-nante, pero, incluso para maldecirla, la utilizaba. Detodos modos, aunque creía que se distanciaba absolu-tamente, reformaba la Iglesia adosándola al lado de lacatólica. Según pasan los siglos, se ve que estamosabocados a la unidad.

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De la Ilustración voy a referirme simplemente aVoltaire, que era deísta: creía en un Dios interior almundo, no personal: las matemáticas, las máquinas,las leyes físicas que rigen todo. Todavía hoy los maso-nes son deístas, recuerden que su logotipo contieneuna escuadra, un delantal, etc., atributos del arquitectodiseñador del cosmos. En sus logias (logia, de logos,razón, Dios-Razón), los adherentes estudian la Razóndel macrocosmos, y han de vivir conforme a lahumana razón moral. A Kant dos cosas lo llenaban deadmiración, tanto más cuanto más las contemplaba: elcielo estrellado encima de su cabeza, y la ley moral uorden interior dentro de su pecho.

Resultado: Galileo permanece dentro de la Iglesia;Lutero se va de ella, pero no demasiado lejos; Voltaireabandona toda perspectiva eclesial pasando del teísmoal deísmo.

4. Cuando la humanidad quiso matar a Dios

Un paso más y estamos en la razón militante obreraantropocéntrica, tercer estadio de la humanidad, queva de 1789 al 1989, caída del muro de Berlín. Unosversos de Heine, el poeta que tanto influyera en elmarxismo, proclaman: Queremos alcanzar el cieloaquí en la Tierra; el otro cielo se lo dejamos a losángeles y a los gorriones. Es la fe de Prometeo, empe-ñada en construir ni más ni menos que el Paraíso en laTierra.

¿Quién va a hacer ese Paraíso? Las personas. ¿Yquiénes son “personas” para Marx? Los que no explo-tan a los pobres. ¿Y los enemigos? Las sanguijuelasque chupan su sangre. En este estadio antropocéntricono se acepta como tales a todos los hombres, puesalgunos de ellos se comportan como “perros”.

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Estamos ante un humanismo selectivo: no todos somoshijos de Dios e imagen suya, según el marxismo.

Les quiero relatar una anécdota. Hacia el 1860, losobreros logran con grandes sacrificios reunirse por vezprimera y fundan la “Primera Internacional deTrabajadores”. Tras el saludo inaugural, puestos en pierezan el Padrenuestro. Al terminar, un tejedor deSilesia levanta la mano y pregunta: ¿nosotros por quérezamos, si la Iglesia está con los ‘perros’? A partir deese instante, el movimiento obrero como tal no rezamás. Aquel proletariado viene cargado de memoriateocéntrica, hasta el 1860 todavía se acuerda de Dios.Sin embargo, en el primer momento en que se reúnepara luchar, toma conciencia de que la Iglesia no estácon ellos (esa es su perspectiva), y no vuelve a rezar.Luego de ese instante hubo un antes y un después: heaquí un giro radical. Consecuencia: si en el sigloXVIII, la Iglesia había perdido a la intelectualidad(Galileo, etc), en el XIX pierde al movimiento obrero.

Así como Marx critica al falso humanismo social,Freud desvela el falso concepto de conciencia, yNietzsche arremete contra lo que él conceptúa comofalsa escala de valores morales.

Pero la crítica de estos tres pensadores ¿va en con-tra de la persona? ¿No se da, acaso, la paradoja de que,aunque critican aspectos muy serios de la identidadpersonal, y en eso a veces se equivocan, tambiénexploran caminos nuevos hasta entonces secuestradospor la pereza de los creyentes?

En este tercer estadio antropocéntrico regía la con-vicción profunda de que la humanidad lograría hacersin Dios lo que Dios, y por eso el fundador del mar-xismo asegura no querer ni santos ni mártires, sinosólo a Prometeo, el que quiso robar el fuego a Zeuspara entregárselo a todos y a cada uno de los mortales.Lo que ocurre es que Prometeo fracasa: su padre Zeus

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le sorprende robando, y le castiga terriblemente. Elcomunismo, de nuevo bajo la impronta de Prometeo,se presentaba como la esperanza de la humanidad,pero cuando el hombre quiso hacer un Paraíso en laTierra, abrió una nueva sucursal del infierno. ¿Qué haquedado del comunismo, sino un gran dolor? A mí esono me alegra, pero hay que reconocerlo.

5. Cuando la humanidad comenzó a exterminarsea sí misma

Y finalmente, cuando en 1989 cae el Muro deBerlín, último supuesto bastión del marxismo, surge eldía después de la modernidad que proclama por bocade un filósofo joven francés: ¡Dios ha muerto, el hom-bre ha muerto, y yo no me encuentro nada bien! SiDios ha muerto, conforme al dictamen de Marx, Freudy Nietzsche, también el hombre, que iba a sustituir aDios construyendo el Paraíso en la Tierra.

¿En qué creer ahora? Solamente parece quedar la fede cada cual en sí mismo, según defiende la así lla-mada posmodernidad: un querer salir de la zanja tirán-dose de los propios cabellos. Ahora cada cual ha dereparar él solito toda la decepción anterior, pero sinvínculos, al no creer en Dios ni en el hombre. Resultamuy duro, después de tantos siglos de historia, con-vencerse de que ni Dios ni el hombre son buenos com-pañeros de viaje.

El mundialmente famoso japonés-norteamericanoFrancis Fukuyama asegura que ya ha llegado el fin dela historia en el primer mundo (y no solamente hayprimer mundo en el primer mundo), ahíto de todo. Elproblema es que la historia se ha terminado para unos,pero no ha empezado para las tres cuartas partes de lahumanidad, la aún prehistórica de los empobrecidos,

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que presiona sobre los ya enriquecidos pos-históricos.¿El futuro? ¡Guerra! ¿Para qué? ¡Para que no entren ennuestra historia los bárbaros! ¿Quiénes son los bárba-ros? ¡Los pobres!

Y sin embargo la guerra produce dolor, preten-diendo los promotores de la posmodernidad que la lle-vemos adelante de tal modo que sin embargo no nosdesgarre por dentro, de ahí su promoción del pensa-miento indoloro o ética indolora. no hay que sufrirdicen los posmodernos: estamos más allá del bien y delmal. Sigamos sobreviviendo. Curiosamente, la éticaindolora es a la vez ética de náufragos o ética paranáufragos. Antes nos trasladábamos hacia Dios en elbarco teocéntrico común; después hacia el comunismoy la sociedad sin clases; hoy cada cual sobrevive losanteriores naufragios asido solitariamente a la tabla desalvación más cercana. Supervivientes de la historia,no herederos suyos, cada palo procura aguantar su vela.Tras de tan larga travesía, no hemos llegado a ningúnpuerto seguro, del echar a andar hemos pasado casi sindarnos cuenta al comenzar a caer. Henos aquí, cristian-dad difunta en la que Dios ha muerto, si ella estámuerta para Dios. ¿De qué me sirve que esté Dios vivosi yo estoy muerto para Él, si no deseo resucitar, sirechazo cualquier planteamiento donde el hombre, lajusticia, la libertad y la belleza cuenten?. ¿Estamos lla-mados a resucitar, o a que que cada muerto se las arre-gle en su propia fosa? Esa es la pregunta que les dejoesta noche, cuya respuesta no es meramente acadé-mica.

DIÁLOGO PARA LA ACCIÓN

p.- ¿Es lícito recorrer el camino de la ciencia parallegar a Dios?

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R.- El camino de la ciencia es uno de los múltiplescaminos, pero quien pretenda que Dios sea simple-mente la última incógnita despejable de un problemase equivoca, porque Dios no es problema, sino miste-rio. Los problemas se tardan en resolver o no; pero elmisterio es, de suyo, inabarcable, aunque viviéramosmucho y fuéramos muy listos todos. Dios nos des-borda siempre. En las épocas históricas en que dismi-nuyó la fe, comenzaron a proliferar las demostracionesde la existencia de Dios. Pretender demostrar a Dios esuna manera de no fiarse de Él. Nadie me puede demos-trar que me quiere, si yo no me fío. Y ese último sí, noes de ciencia, sino de conciencia. Ahora bien, hay queestudiar seriamente. Como dice el Eclesiastés, quienañade ciencia añade también cansancio.

p.-¿Cuál sería, a su juicio, el error más grave enque incurrió Marx, y cuáles las actitudes erróneas dela Iglesia con respecto al marxismo?

R.- El marxismo se equivocó fundamentalmente alhaber pretendido hacer del hombre un Dios. Ése fue suerror principal: esa soberbia de la autonomía del serhumano. El marxismo, y sería mi segunda crítica, pre-tendió la revolución de las estructuras sin la transfor-mación del corazón de cada persona. Eso no es posi-ble. Si un político es infiel a su mujer, no será buenpolítico, mentirá en todo. Si mi vida pública y la pri-vada no van juntas, soy un esquizofrénico; y un esqui-zofrénico en el gobierno constituye un grave peligrosocial.

¿Y la Iglesia cómo respondió? La Iglesia se equi-vocó respecto del marxismo apoyando al capitalismo.La Iglesia en el terreno social, casi siempre ha ido delbrazo de los ricos; quien diga lo contrario es que nosabe historia. Por lo demás, nos hemos pasado mediavida condenando al marxismo, pero no hemos hecholo bueno que el marxismo pretendía. Por eso escribió

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atinadísimamente Emmanuel Mounier que el éxito delos comunistas señala la dimisión de los cristianos.Porque si los cristianos hubiéramos sido como deberí-amos, el comunismo histórico no habría hecho falta enabsoluto. Resulta muy fácil perseguir a los chivosexpiatorios: los marxistas son peores que la peste,incluso ateos. Pero son ateos porque tú y yo, blasfe-mamente, ponemos el nombre de Dios en vano mien-tras vivimos como cerdos del rebaño de Epicuro.

p.- ¿Cómo se hace para que los obreros vuelvan ala Iglesia?

R.- Desgraciadamente, a esta Iglesia, no creo quevuelvan por ahora. Recuerden: comienza la ceremo-nia, todo va bien y los asistentes, informa Zarathustra,cruzan sus manos, tuercen el cuello y ponen ojos decarnero moribundo, mientras entonan cánticos insul-sos durante la Comunión. ¿Será esto su forma de exte-riorizar la emoción de Dios en su pecho? Termina laEucaristía, y se va a la entrada, a ver si al salir los cris-tianos explota su júbilo. Mas ¿qué oye? ¡Ay, fulanitade tal, qué guapísima estás esta mañana con ese ves-tido que llevas!, o ¡Menganito, vamos a tomarnos elaperitivo! Y entonces Zarathustra, indignado, grita apulmón batiente: ¿Dónde está el misterio del Diosvivo en el corazón de esta gente? También nosotrosdeberíamos de preguntarnos: ¿en qué se nos nota? ¡Ennada! ¿Pero ustedes se creen que uno se hace cristianopara nada? ¿Creen que Abraham abandonó su tierrapara nada?

p.- ¿no será que la biblia se continúa escribiendo?¿no será que la historia del pueblo de Dios continúasu peregrinaje? ¿Sólo es pasado?

R.- La Biblia es la manifestación del amor de Diosen nosotros. Dios nos dice a cada uno de nosotros: Teamo. Eso es la Biblia: Te amo, te amo como sólo yopuedo amarte; de tal manera que mientras viva Yo, el

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Dios que te ama como nadie, tú no morirás. Eso nosdice la Biblia: ¿De qué me sirve que eso diga la Biblia,si mi corazón está muerto? Sería como si me hablasendel Dios tipo ‘motor inmóvil’ de Aristóteles, quemueve al mundo como motor fuera de borda y sinamarlo. ¿A ustedes les interesa ese Dios aristotélico,parecido a una fábrica de coches? Si Dios no meamara, ¡a mí qué más me daría Dios! Pero la Biblia esese ágape en el que se reconoce el corazón de cada serhumano. Es un libro abierto y creativo, porque nadahay más creativo que el amor.

Algunos creen que tras morir descansaremos lán-guidamente encima de una nube, con una túnicablanca, tocando la lira, y de cuando en cuandohaciendo pipí para abajo. ¿Ese esperpento podría ser elcielo? ¡Absolutamente no! Fíjense, cuando veamos elrostro de Dios, ¡qué intensificación de todas nuestrasposibilidades, qué crecimiento intensivo, eterno einsuperablemente deleitoso nos aguarda!

p.- Teniendo como base los mismos estadios a losque ha hecho referencia, ¿cuál es la otra lectura de losacontecimientos, pensando en personajes históricosque hicieron camino?

R.- La aportación de un Gandhi, de un LutherKing, de un Sócrates, en fin, de la enorme cantidad degente buena que ha habido en la humanidad, ha con-tribuido y sigue contribuyendo, cual perla de brillointerminable, a hacernos mejores. Cuando cada una deestas personas ha muerto, nos ha regalado un filónnuevo a la humanidad: nos ha hecho crecer un pocomás en nuestra dignidad de humanos. Todas las apor-taciones positivas son bienvenidas y además deben sertransmitidas.

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II. LEVANTARSE Y CAMINAR DEL YO AL NOSOTROS

1. No perder el tú en el camino

Anoche hacíamos historia, hoy vamos a hacer filo-sofía, que es como hacer magia: se necesita una inspi-ración, un estado de gracia especial.

Se habla con énfasis de los “derechos humanos”como algo evidente de suyo, y sin embargo no pocosdefienden que entre animales y humanos no mediadiferencia cualitativa alguna: ciertos perros son trata-dos como personas, y ciertas personas como perros,mientras la antropología (saber del hombre) va esco-rándose hacia la entropología (muerte del hombre).Ayer oíamos afirmar a un filósofo francés que Dios hamuerto, el hombre ha muerto, y yo no me encuentronada bien. Sólo queda el individuo para cuidarse a símismo, cada cual a lo suyo, a lo de su yo, ¡vuelta alegoísmo aristocrático!

Sin embargo, existe una identidad común a cadayo, la cual nos define como humanos, a saber, la iden-tidad humana, llamada por algunos naturalezahumana para resaltar lo que tenemos común de naci-miento, por otros identidad humana, para negar la ini-dentidad, propia o ajena, y por los terceros condiciónhumana para subrayar la fragilidad ‘bajo condición’ dela persona.

Tantas formas de nombrar la persona derivan de suorigen nominal: persona, del latín personare, quieredecir máscara, ya que los actores de teatro cubrían suscaras con máscaras dotadas de un tubo a cuyo través seampliaba su voz (per-sonabat). La persona es un serenmascarado, difícil de conocer, todos llevamos más-caras por las que hablamos, todos ‘personamos’.

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Pues bien, uno de los más interesados en quitarmáscaras para encontrar el verdadero rostro del yo fueRenato Descartes, cuya frase ‘pienso, luego existo’todos recordamos de alguna manera. Puedo dudar delos sentidos, porque a veces me engañan; puedo dudarde la imaginación, pues a veces disparata; puedo dudarde la memoria, puesto que es flaca; puedo dudar deque estoy despierto, dado que a veces tengo sueñosque parecen vigilias; puedo incluso dudar de Dios,porque si quiere me puede engañar, pero de lo que nopuedo dudar es de que, mientras pienso, existo. Quizádigan ustedes: ¡Qué trivialidad tan vulgar, eso es evi-dente y se le ocurre a cualquiera! Sin embargo, esa fór-mula sólo se le ocurrió a Descartes y encierra en suinterior mucho más de lo que parece. Veámoslo.

En primer lugar, en ella sólo aparece el yo. El tú noentra en mi vida, no pertenece a mi vida: a mí única-mente me pertenece mi yo. Yo me pertenezco a mí.

Además, solamente cuando pienso existo. Si porejemplo dijera “como, luego existo”, de eso no podríaestar seguro, porque ‘comer’ es algo que tiene que vercon los sentidos; y de los sentidos no me puedo fiar.En el mismo sentido, si dijera “recuerdo, luegoexisto”, eso tampoco me sacaría de la duda, dada lafalibilidad de la memoria. ¿Cuál es, entonces, el autén-tico yo del que sí me puedo fiar? El yo que piensa; elyo se define por lo que piensa, no por lo que siente, nopor lo que vive, no por lo que confía, etc.

Más aún, sólo mientras hago matemáticas piensode modo riguroso y fiable. He aquí un yo solitario quehace matemáticas, mientras todo lo demás le engaña.Además, las matemáticas aplicadas a la vida generanprogreso tecnológico. Un yo solitario y sin afectosconstruye puentes y aviones: he ahí la viva estampadel burgués ganador de dinero. poco a poco vamosperdiendo al tú en el camino. Si analizáramos cómo se

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ha ido desarrollando la historia de la filosofía (Kant,Husserl, primer Círculo de Viena), veríamos cómo semantiene hasta nuestros días el predominio de estetipo de filosofía abstracta, egocéntrica y pragmática.

2. Del pensarme amado al saberme amado

2.1. ¡por favor!

¡Por favor! Lo primero que el niño descubre no esel yo, sino el tú, la persona o personas que le cuidan.En el pequeño, la conciencia del yo surge de la con-ciencia del tú. ¿Qué sería de un niño si al nacer loabandonasen? Desde que nacemos somos mendigosque, en lugar de pedirnos ayuda a nosotros mismos tansólo, gritamos: ¡ven a mí!, ¡auxilio!. Antes, pues, queel “nominativo” (el yo) está el “vocativo”: ¡quiéreme,por favor! No hay nadie no necesitado de ser querido.Incluso los niños rebeldes lo son para llamar la aten-ción, para que se fijen en ellos; va contra la identidadhumana rechazar ser querido. Lo que ocurre es que,con el curso de los años, nos va avergonzando cadavez más pedir ayuda. En mi Departamento somosveinte, todos muy “doctores” de la ganadería de DogTorilandia, pero les puedo asegurar que no recuerdohaber oído a ningún colega preguntar nada relativo acuestiones filosóficas pues, si alguien preguntase algo,podría ser tachado de ignorante, pues al parecer lopeor que puede pasarle a un filósofo actual es deciraquello de sólo sé que no sé nada, frase que todos ala-bamos admirativamente cuando es otro el que diceignorar, en este caso Sócrates, pero que todos procura-mos evitar cuando se trata de nosotros mismos, cosasde la vida. Todos sabemos que no sabemos, pero hace-mos como que todos sabemos todo.

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Hagan la prueba. Sugieran entre sus círculos deamigos sensibles a todo esto lo siguiente: vamos apedir delante de la puerta de la Iglesia, de rodillascomo hace un pobre, extendiendo el cuerpo para quese nos socorra. Obviamente, no se trata de quitarle eldinero a los pobres, ni de faltarles al respeto, ni de cre-ernos por esa mera acción que ya somos pobres, sino dehacer –aunque sea de cuando en cuando– la experienciade pedir, porque quien no sepa pedir no sabrá dar: aun-que dé, no sabrá dar. Ojalá no encuentren esta desgra-ciada respuesta: ¿Estás loco? ¿Y si piensan que estoyde verdad en la miseria?, ¿y si les digo que tengo talenfermedad, física o psíquica, y me rechazan?, ¿y si..?

Y, sin embargo, el ser humano necesita radicalmentedel tú, para poder decir yo. Don josé Ortega y Gasset,reaccionando contra el planteamiento egológico carte-siano, acuñó la célebre frase yo-soy-yo-y-mis-circuns-tancias. Circunstancia (del latín circumstare) significa“estar alrededor”: en este momento ustedes serían paramí tan circunstancias como la pizarra. Sin embargo unser humano nunca es una circunstancia como una piza-rra, por eso sería preferible decir yo-soy-yo-y-mis-cir-cunstantes, pues circunstante sólo puede ser la persona;si mi circunstancia fuese el dinero, yo sería yo y midinero, como todo avaro. No. Yo-soy-yo-y-mis- circuns-tantes: un niño cuyos padres han apagado los cigarrillosen su piel, será un niño huidor, y cuando llegue a mayordesconfiará de quienes se le acerquen, e incluso de símismo. Un amigo trajo a España dos niños de la calle,uno de nueve años y otro de seis aproximadamente, yapenas a los tres meses el mayor violó al menor.¡Cuántas veces habrían violado antes al ahora violador!Si este aula magna estuviera llena del humo de todoslos fumadores, también los no fumadores serían fuma-dores, aunque pasivos. Verdaderamente, tú eres “mefa-ciente”: me haces a mí ser yo. Yo soy “tuificante”:también a ti te hago ser lo que eres.

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De todos modos, manejamos comúnmente doscomportamientos diferentes en la relación yo-tú. Sieres uno de los míos, tú eres “tú”; si no eres de losmíos, tú eres él. Y, cuando hemos deformado al “tú” enun “él” (o en una ella), ya hemos comenzado a rodarhacia abajo y nada nos cuesta tratarlo como a una cosa,un ello, un objeto de placer o de consumo: “tú” no eresnadie. Es la gente que hace daño a la gente, y es lagente que hace a los pueblos infelices.

2.2. Ser abrazado

Vamos a llamar aquí genitivo (¡demos a la vez unaclase de gramática!) a quien contribuye a mi génesispersonal, a que yo sea lo que soy: madre, amigo, her-mano, etc. ¡Qué importantes son para mí mis ‘geniti-vos’! Ciertos chimpancés, gorilas y orangutanes fue-ron “genitivados” falsamente con madres artificialesen todo iguales a las naturales, excepto en que no lesdespiojaron –el despioje no es únicamente una opera-ción higiénica, sino una tactación necesaria para lamaduración del sistema nervioso central y periféricoanimal. ¿Resultado? Cada uno de los animales salie-ron neuróticos, pues pasaban sin solución de continui-dad del extremo sufrimiento (en un rincón gemían olloraban), a la extrema euforia (gritando, golpeando ysaltando), dado que carecían de la necesaria estabili-dad u homeotermia emocional que el abrazo pro-duce.¡Qué irreemplazable es el ‘genitivo’ que acoge yabraza! Normalmente nuestras madres han sido docto-ras honoris causa en él.

2.3. Darse

Cuando la persona vocativa ha sido bien acogida,aparece en ella su condición dativa, su dativo. Las per-sonas bien nutridas afectivamente no suelen tener

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demasiada dificultad para ser generosas, ‘dativas’. Lacasi totalidad de los donantes de sangre han gozado deuna infancia ‘genitiva’. Tampoco son envidiosos, por-que la envidia viene de la necesidad de ser aceptadopor otro después de haber sido comparado con un ter-cero. Si mi padre me grita ¡tienes que ser como tu her-mano para que yo te quiera!; si sólo puedo ser queridoa través de esa comparación, caeré a no tardar en lamás negra envidia. Pero, si los padres aceptan incon-dicionalmente a los hijos tal y como son, no para male-ducarles sin corrección, sino acompañándoles hacia suliberación, y desde ahí para elevarles, no habrá ningúnenvidioso en la familia. El mismísimo Freud llegó aescribir que las personas, sin lo que hemos denomi-nado “genitividad’, padecen en su mayoría de estreñi-miento, porque no sueltan ni siquiera las heces portemor a quedarse vacías interiormente. En Alemania,no pocos abuelos ancianos que vegetan en residenciassin ser visitados por sus hijos se llevan por la noche asu taquilla el pan o una fruta, porque temen –dada laausencia de afecto en que viven hasta el final de susvidas– que si no hay cariño quizás mañana no ama-nezca, o falte comida.

Existen a su vez dos tipos de dativo: el dativo deespacio, propio de los malos padres, que consiste endar a los hijos cosas para contentarlos, y el dativo detiempo, que por el contrario es el que dedico a mi rosa,haciéndola así importante para mí. Donar el propiotiempo es dar el propio ser; si das tu tiempo, das tuvida. Los padres del “primer mundo” dan excesivoespacio a sus hijos (les regalan coches, etc), pero noles dedican tiempo. ¿Cuánto tiempo creen que un ciu-dadano norteamericano dedica al día a ponerse en rela-ción directa con sus hijos en una relación yo-tú?¿Alguien desea aventurar una cifra? ¡Minuto y mediopor día! Cuantas más cosas damos a nuestros hijos,

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menos tiempo les dedicamos, por eso aquel niño que-ría ser un televisor. Según se camina hacia el primermundo, va desapareciendo el dativo de tiempo. Luegoresulta lo que resulta: cuando los padres que no handado tiempo a sus hijos se hacen mayores, ¿para quévisitarles, si tienen luz, calefacción, cine, médico,peluquería?

Cuando el tener sustituye al ser, el dativo de tiempomuere a manos del dativo de espacio, eso que laUNESCO llama ‘calidad de vida’: número de teléfo-nos, refrigeradores, computadoras, etc.

Pues bien: cuando la relación vocativo-genitivo seha hecho dativa, la persona madura experimenta quehay más alegría en dar que en recibir, que sólo seposee lo que se regala, que para llegar a serlo todo, noquieras ser algo en nada.

Reparen ahora, desde lo dicho, en aquel endemo-niado habitante de Gerasa lleno de espíritus malignosque, enemistado permanentemente consigo mismo ycon la humanidad, sale del cementerio en que dormía.jesús le ve y, en lugar de evitarle conforme a lo usual,le interpela. A aquel loco que iba echando baba, gri-tando y golpeándose contra las paredes, le preguntajesús: ¿Cómo te llamas? Él responde: Me llamo‘legión’, porque somos muchos. Sin embargo, este“muchos” en discordia, este endemoniado suplica ajesús que no le eche fuera su enfermedad, como cuandonosotros decimos: “Virgencita, que me quede comoestoy”. Pues bien, a ese endemoniado que tambiénpodríamos –si es que de alguna manera no lo somos–ser tú o yo, jesús le echa fuera los demonios para queentre en él el Espíritu de Dios. Porque si yo estoy llenode mis cosas, no me cabe Dios. Si estoy lleno de ‘egos’en conflicto, no me cabe el Espíritu de Dios; sólo puedosanar echando fuera mi yo demoníaco para que Diosentre en mí: sal de tu tienda, endemoniado.

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2.4. Cuando soy amado existo

Pero demos un paso más. Esta persona que ha que-rido vivir como un ‘dativo’ se convierte en ablativa,porque en todas las circunstancias, incondicional-mente, se ha dado o ha procurado darse a los demás ypor tanto les ha acompañado con todas las proposicio-nes: para ti, desde ti, hacia ti, contigo... Y, cuando ellaal fin muere, alcanza ya definitivamente su propionombre, su real y auténtico nomen, su nominativo: apartir de ahora se llama para siempre amor, porque elamor es el nombre de la persona.

Yo me puedo llamar Torcuato o Francisca, peroesos son nombres provisionales. El verdadero nombre,el que define a la persona, a la identidad humana queandamos buscando, es el de amor. Siendo esto así, lespropongo descartar a Descartes -abandonar su pienso,luego existo- y abrazar esta otra manera de vivir lavida, que vamos a formular con estas otras palabras:amo, luego existo, lo que me hace existir es el amor.

Ahora bien, ¿cómo evitar la sospecha de quealguno me miente cuando orgulloso exclama “¡Yoamo, siempre amé, mi nombre –mi nominativo– ha deser amor!” ¿O es que la vida no está llena de fariseosque proclaman cosas semejantes con entera falsedad?Aunque así sea y ciertos fariseos logren engañarse a símismos y a los demás, a quien no engañarán será aldivino Amor eterno.

Una vez llegados hasta aquí, atendamos al últimopaso con el que cerramos nuestra argumentación nadacartesiana: si el amor con el que yo mismo amo pro-cede de los genitivos que a su vez me amaron antes,tiene que existir por tanto desde siempre y para siem-pre un Amor absoluto e incondicional que nutra per-manentemente, sostenga y recapitule todo lo que hasido, es y será amado por los siglos de los siglos, alque habremos de agradecer nuestro amor. Si gracias a

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quienes me amaron he sabido transmitir el amor,pudiendo por tanto con entera verdad decir no sólo queamo, luego existo, sino soy amado, luego existo, ten-dremos que concluir que el Amor divino es nuestroúltimo y a la vez primer absoluto: soy amado por ti, miAmor absoluto y eterno desde siempre y para siempre,luego existo.

2.5. Mientras yo exista responderé por ti

¿Y cuando se acaben mis días, qué? Entonces lacomunidad me despedirá con su adiós, con un “que latierra te sea leve”, con un responso (del latín spondeo):quienes me dan tierra responden que a pesar de misfallos he querido vivir en el amor. Más aún: a la vezvuelvo a casarme (re-spondeo) con Dios, ya parasiempre en una nueva forma de unión. La comunidadresponde ante Dios (¡qué responsabilidad hay en esarespuesta!) por mí que al menos he pretendido ser yo-y-vosotros-con-vosotros, y con esta respuesta reinte-gra al difunto que ahora soy al amor esponsal de Dios,que fue el primero en amarnos y en responder pornosotros todos.

La Alianza de Dios con nosotros se muestra asícomo el fundamento de nuestra alianza de nosotroscon Él. Somos definitivamente amados por Dioshabiéndolo sido también por los hermanos. Ahora, porlos siglos de los siglos, soy amado luego existo. Deeste modo, aquel “hasta que la muerte nos separe” seconvierte ahora también en un “hasta que la muertenos reintegre en el amor sin fronteras ni límites en elEterno”.

2.6. Del yo pensado al yo amado

Llegados a este término, estamos en condiciones deresponder básicamente lo siguiente a la pregunta por

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las diferencias entre nuestro soy amado luego existo yel cartesiano pienso luego existo:

Primero, que el yo egológico y egocéntrico ignorasu propia condición dialógica, relacional, interperso-nal. Somos yo-y-nuestro(s)-circunstante(s).

Segundo, que el yo comienza por el ‘vocativo’.Tercero, que el nominativo resulta de una vida en el

amor y por tanto aparece al final de la vida, no al prin-cipio, como quería Descartes.

Cuarto, que el yo que ama incluye al yo que piensa;no le anula, pero le supera con una racionalidad máscálida.

Y ahora les ruego me contesten con la máxima sin-ceridad de que sean capaces. ¿A ustedes, les gusta queles amen, sí o no? ¿Sí? Excelente. ¿Experimentan quehay incluso más alegría en dar que en recibir? Graciaspor su entusiástico sí. ¿A ustedes les gustaría, almenos como proyecto existencial, vivir una vida abla-tiva, es decir, bajo el signo del amor? Gracias por susí rotundo. Pues entonces su nombre propio es amor.Y si aman es porque han sido previamente amados,porque otro amor se les anticipó: esto es lo que en elfondo osamos musitar razonablemente los personalis-tas comunitarios, ya que esto es lo que nos define atodos como humanos. Y, en la medida en que todosustedes me acaban de responder afirmativamente, esoquiere decir que, sin saberlo, al entrar por esa puertadel Aula Magna, ustedes ya eran personalistas comu-nitarios. Yo únicamente he puesto un nombre a lo queya eran todos ustedes. Y es que la filosofía no enseñanada, excepto a ayudar a recordar. Si ustedes vivenrealmente bajo ese signo, si al menos lo intentan sindesesperar, al mismo tiempo han renunciado a Satanás–en hebreo satan significa acusador–, y por tantorenovado la fe del bautismo. En caso contrario, la infe-licidad domina. Veámoslo.

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2.7. Cuando puedo hacer algo por ti y no lo hago, temato

Si el amor hace vivir conviviendo, el odio deshacey desecha. Para odiar basta con no amar. En realidad,hay dos clases de odio, el de omisión y el de comisión.Si no pongo mis talentos para tratar de dar buenas cla-ses, no amo suficiente. ¡Amamos tan poco! Cuandovayas por una calle y veas un peligro grave (que lefalta una tapa a una cloaca muy profunda de la queresultaría imposible salir, o que hay unos cables de laluz con peligro de electrocución, etc), hasta que no desconocimiento a la autoridad, no te quedes tranquilo.Aunque te cueste sufrimientos y complicaciones. Túno lo puedes todo, pero sí puedes hacer mucho más delo que haces. Quienes menos hacen por los demás sonquienes más acusan a los demás. Ante un acusador sis-temático que sólo acusa, desconfiemos de él.

La persona que ama carece de tiempo para acusar,pero no para denunciar y combatir el mal. Después deque Caín mata a su hermano, la voz de Yahvé le pre-gunta: ¿Dónde está tu hermano, qué has hecho con tuhermano? Y Caín el fraternicida responde: ¿Acaso soyyo el guardián de mi hermano? A mí, ¿qué me pre-guntas? Con tal respuesta, además de creer Caín queva a engañar a Dios, rehúsa la responsabilidad deri-vada de su crimen. Parece ignorar que Yahvé no esDios de muertos; Dios se ocupará del muerto, peroahora no le está preguntando al asesino por el muerto,sino por el propio asesino: ¿Quién eres tú, después dehaber practicado el ‘contra ti mismo’ en tu propiohermano? ¿Qué clase de tú es tu propio ‘tú’, que hasatentado contra tu hermano, es decir contra ti mismo?¿Quién eres tú? Yahvé le está preguntando por el ‘yomatador’, no por el ‘tú muerto’, y de este modo invi-tándolo a que se convierta. En el alto Tibet no existen

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cárceles: los presos están sueltos, aunque con gruesascadenas, y la gente les socorre. ¿Saben por qué?Porque existe la convicción, que creo bien fundada, deque cualquiera puede ser ese asesino. Y en el Egiptoclásico, cuando se producía un homicidio, ¿sabencómo se castigaba? Haciendo al asesino cargar con elmuerto, hasta que se llenaba de los gusanos deldifunto, hasta el propio agusanamiento, de ahí laexpresión cargar con el muerto. También nosotros,como Caín, lo primero que hacemos es no querer sabernada del muerto.

2.8. El perdón del padre

Existen dos fuerzas en todo ser humano, amor yodio. Más exactamente, una sola que se desdoblasegún su orientación: hacia el mal, en forma de odio,y hacia el bien, en forma de amor. Ciertamente, delodio al amor, o del amor al odio, no hay más que unpaso. No existe un Dios del bien y un dios del mal,como querían los maniqueos, aunque demasiadasveces nos comportamos maniqueamente: lo que existees un ser humano que ama y/u odia. Pero, ¿qué es másfuerte, el amor o el odio?

Es más fuerte el amor, fortaleza del perdón. ¿Qué es perdonar? Perdonar es renunciar a tener la

última palabra. No porque estés de acuerdo, sino des-pués de manifestar el desacuerdo y para evitar posiblesterceros damnificados. Renunciar a tener la últimapalabra no es fácil, sobre todo cuando tú estás conven-cido de que, por supuesto, el otro es culpable.

¿Qué es perdonar? Perdonar es renunciar al dere-cho por amor, en favor de un amor sin derechos:renunciar a tener razón. razón (ratio) deriva delsupino ratum, y ésta a su vez de reor, de donde vienereo. La razón siempre juzga, y donde hay litiganteshay perdedores. El derecho en última instancia siem-

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pre es derecho penal, de ahí que la palabra ajusticiarsea sinónima de hacer justicia, escalofriante expre-sión, por desgracia nada retórica.

Renunciar al derecho, por amor en favor de unamor sin derechos, decíamos. Ustedes recuerdan laparábola del hijo pródigo: sólo por esa parábolamerece la pena vivir. En el muy realista y conocidocuadro de Rembrandt El regreso del hijo pródigo, elpadre acoge al hijo desastrado posando una mano demadre y otra de padre sobre la figura arrodillada delhijo que regresa a casa hecho una piltrafa; sinembargo, el hermano mayor mira justiciera y fría-mente desde una tarima a su hermano, cual corazónduro que siempre se cree el justo, el bueno, y por endeel merecedor de herencia.

Hay dos formas de saltarse el derecho: actuandotorcidamente, o renunciando al derecho por amor enfavor de un amor sin derechos. El Padre le dijo: pero,hijo mío: si tú sabes que todo lo mío es tuyo, ¿pierdestú algo cuando perdono a tu hermano? Tú no pierdesnada. pero este hijo, este hermano tuyo, estaba per-dido, y lo hemos recuperado.

Por el perdón, donde hubo odio ahora se abre elamor; hay, pues, que perdonar. Pero ¿qué hemos deentender por perdonar?

Perdonar es dejar de mirar al pasado (¡me debes…me agraviaste!) sustituyéndolo por el futuro, estatuirel borrón y cuenta nueva, un tiempo nuevo, una nuevacreación, unos nuevos cielos y una nueva tierra.

A veces se oye decir perdono, pero no olvido.Durante mucho tiempo pensé que eso en el fondoestaba queriendo decir: no perdono. Hoy repito consan Agustín que hay que recordar lo acontecido parano volverlo a hacer, pero recordándolo como perdo-nado, pues quien recuerda lo acontecido como perdo-nado, recuerda lo acaecido de otro modo: ya no para

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condenar, sino para volver a la alianza que es respuestaesponsal o matrimonial. Ferdinand Ebner asegura quela palabra (Wort) sólo es palabra si responde, si es res-puesta, (Antwort). Pero a su vez la respuesta a unapalabra sólo es respuesta si es responsabilidad(verantwortung) por el otro. Perdonar es tambiénhacerse responsable del otro. ¿Y tú, por quién estás:por el amor o por el odio?, ¿quién es tu Señor? Si pue-den y si quieren, pregúntenselo esta noche.

DIÁLOGO PARA LA ACCIÓN

p.- ¿Cómo ve la situación que se da en los paísessubdesarrollados de no poder dar suficiente tiempo alos hijos y a la familia en general, por tener que tra-bajar muchas horas para cubrir las necesidades bási-cas de sus seres queridos?

R.- No pocos ‘buenos papás’ son ‘tan buenos, tanbuenos’, que roban a los hijos de los demás todo lo quepueden para dárselo a sus propios hijos. Esos papáspretenden pasar por paradigmas de bondad. Y eso nopuede ser.

Tenemos que trabajar por la justicia para todos, nosólo para la mía y la de mi familia. En un mundo llenode malos ejemplos, ¿cómo vamos a tener una buenafamilia? ¡Qué pocos padres se ocupan de los hijos delos demás!

Me parece que esta mañana, en la radio, conté laconversación con nuestro hijo, cuando se fue a casar:Mira, papá, tú en casa has estado muy poco tiempo; sino hubiera sido por mamá... Lo que pasa es que, porcontrapartida, te agradezco mucho que cada vez quehas salido fuera nos hayas traído un montón de her-manos (no hará falta añadir que no me dedico a laeugenesia estabularia cuando voy por ahí…).

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p.- ¿por qué, a pesar de proclamar y sentir quequeremos vivir el amor, nos queremos tan poco, somostan incultos y cometemos tantas atrocidades?

R.- No hay que regodearse tanto en las demasiadaslágrimas, pues nos impiden ver el sol. Lloremos deuna vez, y ya está. Cuando el dedo señala la luna, elimbécil mira el dedo. Es decir, mira sólo sus pecados,¡Ay, cuánto pequé! ¡Mentira: por lo general no se locree! Incluso, cree que es muy bueno porque lolamenta mucho. Sus lágrimas son de cocodrilo.

En lugar de tanto regodearnos en nuestras miserias,alabemos a Dios. No se acuse usted a sí mismo másque lo que debe. No se dé tanta importancia hasta enel pecar. ¿No decíamos que el que pierde el tiempoacusando, es porque no ama? Hay gente que no acusaa los demás, pero se acusa a sí misma de una maneradesmesurada. ¡Pero si mujeres barbudas hay muypocas, enanos de circo muy pocos! El pecado tienemás que ver con eso que con el comer o no comercarne durante la Cuaresma.

p.- ¿Qué hay de los elementos que se interponenentre el ‘tú’ y el ‘yo’, y que no controlamos?, ¿cómoamar y combatir por los que no tienen voz?

R.- Siendo usted la ‘voz de los sin voz’. Pero reco-nozca además que uno no puede hacerse voz de los sinvoz si por otra parte no reconoce la propia pobreza.

p. Una filósofa nuestra, Esther de Cáceres, deno-minaba esta actitud de amor a los demás, a este des-prendimiento, ‘donroísmo’.

R.- El único desprendimiento de que somos capa-ces muchos de nosotros es el desprendimiento deretina. Sin embargo, para llegar a serlo todo no quera-mos ser algo en nada. No desprenderse sólo de lo queuno tiene, sino dejarse llenar por Dios: ése es el des-prendimiento realmente plenificador. Mi recordadoamigo Cayetano Hernández fue un abogado que nunca

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defendió una causa injusta. Quizá por eso hizo votosde pobreza, porque ustedes comprenderán que lo unova con lo otro. Así vivió, y así murió. Hombre venera-ble, decía: tenemos que convertirnos en un agujeroenorme para que quepa Dios en nosotros. Cualquierasceta puede lograrlo, pero al verdadero desprendi-miento únicamente llegará poniendo a Dios en el cen-tro de su corazón, como decía san Pablo: no soy yo, esCristo quien vive en mí. Ese es el verdadero despren-dimiento, el desprendimiento del ego.

p.- Yo soy yo y mis circunstancias. Cierto que esmás edificante ser yo y mis circunstantes. pero tam-bién está presente la materia...

R.- Desde luego, sin algo no podemos vivir. Siestas noches no me llevan a cenar, difícilmente podréhablarles. Pero no sólo de pan vive el hombre; estamisma mañana el Padre juan y yo hemos recordado lafrase de Sócrates: ¡Cuánto es lo que no necesito. Y lopoco que necesito qué poco lo necesito! Necesitamos,desde luego, nos pongamos como nos pongamos,nuestras circunstancias, pero ¿cuántas? Esa es lamadre de todas las batallas. Muchas veces, aunque nosiempre, la calidad (o no calidad) no es más que unaaminoración o un incremento de la cantidad.

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III. CAMINANDO CON EL TÚ HACIA DENTRO Y HACIA AFUERA

1. Acompañar, aunque resulte difícil

No resulta demasiado raro, para especial mortifica-ción mía, encontrarse en las Facultades de Filosofíacon paladinos caballeros armados de yelmo y adargaen ristre contra cualquier valor universal y objetivo: amí me gusta esto, a ti te gusta lo otro, sobre gustos nohay nada científico escrito, todo es relativo, nada ver-dad ni mentira, todo según la color del cristal con quese mira, hasta mi propia verdad no es propiamente ver-dad, la mía es mía, pero no es verdad. No va más en elnihilismo (nihil, nada).

Hay gente ciega o sorda para los valores. NapoleónBonaparte, que al parecer fue un genio militar, decíaque la música es el menos desagradable de los ruidos.Pero reparen sobre todo en esta otra situación.Aristóteles, que era no solamente uno de los filósofosmás importantes que en el mundo han sido, sino queademás estaba en la Corte del rey Filipo deMacedonia, justificaba sin embargo filosóficamente laesclavitud aduciendo dos curiosas razones: primerarazón: que el esclavo se merece ser esclavo porquecuando toma demasiado se emborracha. Segundarazón: que el esclavo tiene un diente menos que elhombre libre. ¿A ustedes les parecen justas las dosrazones que aduce Aristóteles para justificar la escla-vitud? A mí tampoco. ¿Y por qué le pasaba eso aAristóteles? Pues eso le pasaba porque vivía en unaépoca en que no era concebible ni pensable la libertadabsoluta de los seres humanos, dado que en su épocase necesitaba al esclavo para aquel modo de vida, cos-tumbre que al parecer todavía continúa. ¿Se ha pre-

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guntado ustedes por nuestros propios tópicos?Aristóteles necesitaba esclavos para mantener suUniversidad privada, el Peripato, y por mucho quealguien le hubiera argumentado lo contrario, tiempoperdido, pues no hay peor ciego que el que no quierever. ¡Y padecemos todos tantas cegueras! Ejemplo: lareducción del amor al sexo, la reducción del ser altener, la de algunos ecologistas que sin embargo sonabortistas, ceguera absoluta, pues el que mata a unacriatura humana que va a nacer es un bárbaro.

Estamos llenos de contradicciones. Es verdad quehay contextos en los cuales descubrir la verdad esmucho más difícil que en otros: descubrir la libertaden la Cuba de Fidel Castro es difícil; descubrir la jus-ticia y la paz en los Estados Unidos del señor Bush esdifícil; hasta descubrir a Cristo en la Iglesia puede serdifícil; descubrir en el matrimonio a tu compañer@ yno a tu sierv@ es difícil; descubrirse a sí mismo en elrostro desnudo es difícil. ¡Resulta tan difícil captar laverdad, no sólo mi verdad, aunque para mantenernosen la falsedad tengamos que reducir el cosmos a cos-mética y la ética a dietética!

Sin embargo, si estoy convencido de la validad deciertos valores, también debo intentar universalizarlos,es decir, extenderlos a favor del bien común. Si afir-mara el amor de los padres a los hijos a costa de loshijos de los demás, ése no sería un valor universaliza-ble. Analicemos a título de ejemplo cuatro dificultadesque nos impiden con mucha frecuencia universalizarla verdad que proclamamos.

1.1. El bosque: ni cerca ni lejos

Si yo me pongo este papel cerca de los ojos y loquiero leer, no puedo. Pero si lo pongo en el extremode la sala, tampoco. Tengo que encontrar la distanciaadecuada.

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El yo-tú de ciertos papás y mamás, tipo ‘gallinaclueca’, se asemeja al de aquel elefante que, deseandoempollar un huevo, se sentó encima para protegerlomejor. Ahí no se gana nunca la libertad. ¿Demasiadocerca? No te dejo crecer. Pero tus hijos son para sulibertad, o mejor, para la libertad. ¿Demasiado lejos?Ojos que no ven corazón que no siente. Cierta narra-ción tibetana tiene mucho que ver con lo hasta aquídicho: “Iba yo paseando, y de repente vi a lo lejos unbulto que se movía, y me dije: ¡Qué bulto más raro, nosé si es un animal! Me acerqué un poco más, y me dicuenta de que era un hombre que se estaba arras-trando. Me acerqué otro poco más, y vi que era mihermano. Y cuando estuve a la distancia adecuada, medi cuenta de que era yo mismo”. Moraleja: sólo en ladistancia adecuada cabe una verdad objetiva ade-cuada.

1.2. La persona: ni arriba ni abajo

Ustedes me ven desde abajo: yo les veo desdearriba. Cuanto más arriba esté, menos les veré comoson, y a la inversa. Yo tenderé a mirarles desde arriba,como hace el corazón duro; y ustedes, si se descuidan,se pondrán de rodillas. ¿Conocen ustedes algún poderque no tienda a divinizarse a sí mismo? Pues lo aúnpeor es que el pueblo se pone de rodillas.

Los Profetas del Antiguo Testamento hablaban depie, erguidos, cubiertos, y trataban de tú a los reyes.Hay que aceptar a todo pobre como si fuera un rey, ya todo rey como si fuera un pobre. Sin embargo estono es fácil, porque el jefe siempre queda arriba, y elsubordinado siempre abajo. Los políticos, por ejem-plo o antiejemplo, viajan en primera, y entoncesparecen que son más importantes, y las azafatas losatienden mejor.

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1.3. El nosotros: tuyo y mío

Los Padres de la Iglesia enseñan que todos nace-mos iguales y que iremos igualmente desnudos a lafosa. ¿Es que acaso esto ya no está vigente en laDoctrina Social de la Iglesia? La propiedad es un robo:los pobres que trabajan día y noche y que tienen unsalario mínimo de 40 dólares mensuales no van a dejarplusvalía a sus hijos. ¿De dónde viene la propiedad?Del robo ‘legal’, por supuesto, porque para eso estánlas leyes. El derecho penal es para los pobres, y elderecho civil es para los ricos. Para mis hijos, todo;para los tuyos… ah, ¿pero tú tienes hijos?

1.4. velocidad: ni pronto ni tarde

Cuando yo tengo una pequeña necesidad o uncapricho, ¡que rápido quiero que me lo satisfagan!Cuando tiene un dolor urgente el prójimo, ¡que espere!Sé lo que amo a mi prójimo por la urgencia con queacudo a su dolor. La urgencia de mi acudir a él será lamedida de mi amor a él. Vendrá un próximo gobiernoy no empezará a reformar desde abajo, porque lospobres no les urgen ni les duelen, como tal vez a mímismo tampoco me urgen ni duelen.

¿Se dan cuenta de cuán difícil resulta encontrar ladistancia adecuada? ¿Que no sea ni mío ni tuyo, nipronto ni tarde, ni cerca ni lejos, ni arriba ni abajo? ¿Sedan cuenta de que la verdadera medida es al prójimocomo a mí mismo? Eso lo dijo jesús de Nazareth y alos tres años de vida pública lo mataron.

2. Conducir con mano maestra

Mas nadie aprende solo. A es@ maestr@ que tetrata como a sí mism@, y que lo certifica con el testi-

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monio de su vida, le llamarás maestr@. El magisteriono es la simple docencia, sino una docencia que sedefiende con el testimonio y hasta con la vida. La ver-dad tiene muchos predicadores, pero pocos mártires.Maestro es el mártir, en el sentido griego de la palabramartyría, testimonio. Ese testimonio te puede llevar almartirio o no, pero mártir es el testigo.

Por tanto, magister (de magis, el que me hace sermás) solamente puede serlo el minister (de minus: elque me hace ser más haciéndose menos a sí mismo). Elque acude puntualmente a mi solicitud, no después; elque me da la mano, no desde arriba; el que comparteconmigo lo suyo, pero a la vez me proporciona la cañade pescar; quien respeta mi libertad, pero no se sitúademasiado lejos, ése sabe que el magisterio es minis-terio.

Tres son las funciones que según Tomás de Aquino(siglo XIII) debería de tener todo maestro (nutritio,instructio, auctoritas) y que también a nosotros siguenpareciéndonos centrales a lo largo de los siglos, eincluso cada siglo más urgentes.

2.1. para el afecto

Todavía en nuestra época los maestros de trescuartas partes del mundo dan algo de comer a susalumnos pobres antes de enseñarles. Desgraciada-mente eso todavía no está caduco, pero además en lospaíses en los que sí lo está sigue viva la necesidad deque nos nutran afectivamente. Decíamos ayer que lospadres apenas dedicaban tiempo a estar con sus pro-pios hijos, de la desnutrición afectiva de éstos. Anteesta situación, en lugar de comenzar por la indoctri-nación, habrá que comenzar por el acompañamiento.Planta tan delicada hay que regarla y cuidarla contodo mimo y con todo vigor.

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2.2. para la instrucción

Instruir (de instru-ire, intro-ducirse) es metersedentro de la realidad, analizarla en profundidad, noquedarse en la superficie, no decir lo que todos dicenporque todos lo dicen, no repetir el tópico, ser radicalyendo a la raíz de las cosas. ¿Cuántas Facultades deCiencias Económicas y Empresariales hay en tantospaíses del mundo? ¡Cuantos más economistas yempresarios salen, más hambre hay en el mundo! ¿Porqué? Porque no instruyen: no van a la raíz. La raízprincipal de una sabiduría como la económica consisteen dar de comer a todos. Mientras no lo intenten, nomerecen enseñar. Instructio es la antítesis de erudición(eruditio, de erudiscere, significa rascar, quedarse enla corteza) y, en consecuencia, quien desee trabajarpara los humildes deberá ir muy al fondo, muy aden-tro de las raíces del sufrimiento; ya se encargarán loseruditos y los intelectuales palatinos al costado delpoder de encubrir lo verdadero para, como las urracas,dar los gritos en un nido y poner los huevos en otro.

2.3. para la responsabilidad

Auctoritas es una palabra-maletín, con grandesmeandros y derivaciones en su etimología, pues derivade un verbo irregular cuyo presente es augeo, su per-fecto auxi, y su participio de pasado auctum. Vayamos,conforme a lo por nosotros mismos recomendado, a laraíz de este vocablo.

Comencemos por augeo. ¿Conocen ustedes algunapalabra española que derive de esta raíz? Auge, eleva-ción. Es maestro el que me eleva, el que me confieremayor auge, mayor energía. Después que yo he tenidocontacto con él, he crecido, he madurado, estoy másvivo, sé más lo que sé y quiero saber más lo que no sé.

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Auxi… ¿Qué deriva de auxi? Muy bien, auxiliar.Maestro es quien me auxilia, quien me ayuda. Comocuando el pequeño dice ¡mamá, caca! Y la mamá va ylo atiende, sin asco. Nada que ver con el “maestro”sentado en su sillón sin interesarse lo más mínimo pormí en cuanto que persona.

Auctum (auctor) da origen al término autor. Elmaestro se esfuerza por hacer crecer en los alumnos elreconocimiento de sus autorías, es decir, de los hechosde los que soy autor, y por los que respondo de formaresponsable. Soy responsable cuando digo: este platono lo ha roto el gato, sino yo. He sido yo: fórmula deatestación. El maestro me enseña a ser responsable demis actos. ¿Recuerdan aquello de palabra-respuesta-responsabilidad? Pues helo aquí: dar respuesta al otroes ser responsable.

El maestro que me aúpa, me auxilia y me ayuda aser autor responsable es para mí autoridad, yo le reco-nozco como autoridad para mí. Donde termina esa suautoridad por mi reconocida comienza su autorita-rismo, que es la deformación de la autoridad.

Muy mal maestro es aquél que no logra que susalumnos sepan más que él y sean mejores que él: muymal maestro. Y eso entristece al maestro que es comodebe ser. Porque si tomo a un alumno o a alguienencima de mis hombros, y él ve más que yo porqueestá mirando con sus ojos, ¿acaso pierdo yo mis ojos?¿no es verdad que veo ahora por los suyos, que alcan-zan más lejos? Verdaderamente, sólo se posee lo quese regala. Uno no se merece nunca el título de maes-tro, aunque haya hecho mucho por los demás. Sialguien le otorga ese título, es porque lo reconocecomo tal. El título de maestro no se lo merece nadie:adviene sólo por gracia, por reconocimiento del otro.

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3. Déjate consagrar

Esto que acabo de decir respecto del maestro, voya vincularlo ahora a la perspectiva de la fe cristiana, nopara adoptar desde ella una posición meramentefideista, sino por el contrario para mostrar la comple-mentariedad que hay entre la fe y la razón, y sin ánimode discordia. Gracias al bautismo nos convertimos ensacerdotes, profetas y reyes, y por ende en auténticosmaestros. Mostrémoslo brevemente.

3.1. Como don

Sacerdote: sagrado (sacer, sagrado) regalo (dos-dotis, dote) para todas las demás gentes, sin ningunaexcepción, pues si deja de ser regalo sin excepciónpierde la sacralidad, que sólo puede ser incondicional.También podríamos expresarlo ya de otro modo, con-forme a lo que sabemos: ser sacerdote significa rega-lar a los otros el amor con que antes fuimos amadosgratuitamente. Y el amor es un regalo, no se compra.Por ser bautizados, nuestra vida es un sacerdocio. ¿Yqué pasa si no lo es? No es que estemos mal bautiza-dos, pero todavía debemos descubrir el sentido delbautismo: todavía no está operante en nosotros.

Y, como al final vamos siendo, más que nuestrafilosofía, nuestras propias experiencias vitales,déjenme que les relate una anécdota al respecto. EnBolivia, tras haber dado una breve catequesis a unosjovencitos, pregunto a uno de ellos: ¿Si usted está bau-tizado, es sacerdote? Se me queda mirando, y me diceentre orgulloso y avergonzado: no, maestro: yo soymonaguillo. ¡Cuántas veces sienten los laicos en suinterior eso mismo, ignorando que el bautismo no nosconvierte en monaguillos ni en gente al “laíco” delclero, sino en sacerdotes, profetas y reyes! ¡Somossacerdotes en la medida en que, bautizados, hacemos o

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procuramos hacer de nuestra vida un servicio! ¡Y quépena tan grande el no terminar de creerlo!

3.2. Como voz de los sin voz

Profeta no es el poseedor de una bola de cristal conla que adivinar el futuro. Profeta es el que dice lo queDios le dice que diga. A veces, contra la propia volun-tad del que lo está diciendo, a veces en la persecucióno incluso en el martirio: los profetas casi nunca termi-nan sus días en una cama tranquilamente, con respira-ción asistida.

Ser profeta es eso: denunciar, decir la verdad conamor, sin ira, sin agredir, pero decirla: Amigo, platón,pero más amiga la verdad. Aunque en determinadasocasiones pueda llegar a costar la vida misma.

3.3. Como paladín de la justicia y el amor

Tampoco deberíamos vivir en la esclavitud. El bau-tismo transforma y libera nuestra existencia para siem-pre. No somos esclavos ni siervos, nuestro reino es unreino que, gracias al sacerdocio y a su carácter profé-tico, ya ha comenzado aquí, aunque no concluya aquí,sino en el Reino de Dios y su justicia.

Pero miren, lo que no se puede es vivir como cerdoy esperar resucitar como ángel. Magia no, gracias. ElReino tiene ya signos en esta tierra. Las señales delReino de Dios van acompañadas de señales a los bau-tizados, a todos los que trabajan por la justicia. Por esono resucitará para el Reino el que en esta tierra no estétrabajando ya por la justicia. Su vida volverá al polvoy a la nada, porque él lo ha elegido.

A mí no me causa ninguna hemorragia de satisfac-ción presentarme con el titulín de doctor, pero sí megusta presentarme como misionero consagrado delEspíritu Santo. Les digo inmediatamente por qué.

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Misionero lo es toda aquella persona que vive suvida como una misión. Estoy en campaña: soy misio-nero. Iglesia apostólica es Iglesia misionera.

De vida consagrada: quien se consagra a una obramañana, tarde y noche ¿cómo no iba llevar una vidaconsagrada? Por el contrario, ¿de que serviría la fór-mula “te consagro Obispo”, a quien sólo supieraponerse la mitra en los actos religiosos?

por el Espíritu Santo, porque es el Espíritu de Diosel que, a pesar de la posible inmundicia de la personamisionera, hace las maravillas que a Él le da la ganacon este siervo inútil. Él pone en su misionera voz laVoz.

Desde esa perspectiva, decir sacerdote, profeta yrey es también decir magisterio. La televisión emitecompulsivamente más y más imágenes muy rápidas,multicolores, con happy end, pero todo eso se olvida.Sin embargo, cuando hubo un maestro que te acogió,su impronta queda para siempre hasta en nuestros sue-ños, pues ¿qué somos, sino la sustancia de nuestrossueños amados, queridas hermanas y hermanos?

4. Déjate orientar de lo fácil a lo serio

4.1. para la sabiduría

La vida es en alguna medida lucha, tensión de reco-nocimiento, y hay que estar preparados para ella, aun-que de ninguna manera esté yo postulando por ello quetengamos que vivir en un perpetuo circo de gladiado-res. Pero llega un momento en que el niño se convierteen adulto y el adulto en padre, incluso para preservarel niño que también seguimos siendo cada uno denosotros siempre pese a la edad.

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¿Queremos saber qué es lo que queremos saber?Porque quizás resulte que en la vida se nos enseñansaberes, pero no el saber. La sabiduría es lo que quedacuando todo lo demás se ha olvidado. Eso es la sabi-duría: lo que tú sabes es lo que te queda cuando hasolvidado todo lo demás, el gran edificio que ha detener el entorno libre para destacar, liberado de laspasiones, liberado del miedo. Es la luciérnaga quenecesita la noche para brillar. En el fondo, saber sig-nifica saber vivir. El que no sabe vivir, no sabe.Aunque tenga cien mil doctorados, y aunque habletodas las lenguas. Muy pocas veces nos encontramoscon maestros que nos enseñan a vivir.

4.2. para el cariño

El querer es bidimensional. Me decía reciénGabriel, que es profesor de música para alegría y envi-dia mía, que él cuando no quiere mucho un día a unalumno, cuando no le trata bien, ese día nota él queenseña peor, y el alumno aprende peor. ¡Qué verdadtan grande! Nos enseña quien nos ama.

Yo, por ejemplo, hice filosofía porque ese maestroque les he dicho, Marcelino Legido, me aceptó comoera, me enseñó con paciencia, y me dijo: confío en ti.juan Luis Ruiz de la Peña me ponía la mano en elhombro mientras se reía radiante diciéndome:¡Carlones! Y al instante se me iluminaba el alma: yome sentía bueno cuando me tocaba juan Luis Ruiz dela Peña. No es que yo lo sea. Pero quien te ama, tehace el milagro de que recobres la estima que no tie-nes, te dignifica.

Pues bien, ¿de qué me sirve saber mucho, si a quienle tengo que enseñar no le quiero?, ¿y de que le sirvea él, sobre todo? Evidentemente que a los docentes nospagan lo mismo y nos jubilan a la misma edad, pero esque el cariño no se paga ni se puede, ni se debe pagar:

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es gratuito, aunque no superfluo. No es superfluo, aúncuando gratuito.

Pero además de saber querer, al cariño le hace faltavoluntad. Sin voluntad seríamos como aquel personajede julio Cortázar: inmerso en una profunda depresión,no se lavaba, no se afeitaba, no salía de casa. Su casaera una cuadra. Pero un día echa fuerzas de voluntad:se ducha, se afeita, se lava, pone en orden la casa, aga-rra el ascensor, cruza la calle y llega al puesto de perió-dicos que estaba en la cuadra siguiente. Compra elperiódico, y hace el retroceso hasta volver a la casa. Ycuando llega, se sienta en el sillón extenuado. Se pre-gunta Cortázar: ese hombre ¿hizo poco o hizo mucho?¡Hizo todo lo que podía, claro que ese día hizo mucho,más incluso que un gimnasta de élite adornándose enlas anillas del gimnasio!

Mucha gente quiere llegar a la meta sin haber dadoel primer paso. Pero la voluntad y la humildad son lomismo. La voluntad surge de la reiteración de actos. Sisiembras un acto, tendrás un hábito. Si siembras unhábito, tendrás un carácter. Si siembras un carácter,tendrás un temperamento. Acto–hábito–carácter–tem-peramento.

El noventa y nueve por ciento de lo que sabemos estranspiración, y sólo el uno por ciento es inspiración. Siamas las rosas de tu jardín, riégalas mucho con el sudorde tu trabajo. Hay que enseñar a ser humilde y a traba-jar todos los días. Sí: hay que trabajar, la verdad es quehay que trabajar mucho, hay mucha mies por delante.

4.3. para la potencia

Sabemos cómo salir por esa puerta, y además noshan enseñado con cariño a salir, y tenemos voluntad desalir. Muy bien. ¡Pero no podemos salir porque somostetrapléjicos! ¿Qué hacer con nosotros? Maestro esaquél que toma al pájaro herido en el alféizar de su

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ventana, lo acoge en el hueco de su mano, le da calore instrucción para que vaya aprendiendo a volar y acantar, y finalmente le invita a recuperar su vuelo.

A veces hemos exclamado nosotros mismos: ¡Yano puedo más! Y sin embargo podíamos. Desde luego,todo tiene su límite, y más tarde o más temprano lle-gará el lobo, pero mientras tanto el poder es muy elás-tico. Cuando contemplo a esos atletas y deportistaslogrando marcas prodigiosas, me digo a mí mismo:¡Éstos han trabajado muchas horas, no nacieron así!

Pues bien, maestro es quien nos saca de la impo-tencia y nos hace poder donde no podíamos, hasta quepodamos. Proclamaban los anarquistas del siglo XIXque el poder vuelve loco, enloquece, y el más feroz deellos, Bakunin, repetía incansablemente que el podercorrompe y el poder absoluto absolutamente. Y esto seagrava si tenemos en cuenta que el esclavo quiere ena-nos a su alrededor, el dictador masa arrastrada, y cadaenano a su respectivo infraenano para dominarle consu propio poder. Sí, ese poder corrompe.

Pero hay otro poder que no sólo no corrompe, sinoque además dignifica a todos: el poder compartido,convertido en sinergia, manifestación del respeto y elcariño. El poder se puede utilizar maligna o benigna-mente. ¡Qué suerte tiene aquella persona que tienecerca a alguien que se dona y comparte…!

Maestro es quien nos va elevando hasta dondepuede, a partir de nuestras impotencias básicas y denuestros miedos, del gigante de nuestros deseosincumplidos, del enano de nuestros temores persegui-dores: esos son nuestros miedos. Los enanos de lanoche que nos persiguen, los gigantes de la luz quequeremos ser y que, por no serlo, nos humillan.

4.4. para la esperanza

¿Saben ustedes que a una persona autista (elautismo es una enfermedad compleja, que en su grado

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más profundo resulta incurable porque saca a la per-sona del mundo, cual si fuera un muerto en vida: se hametido en sí misma, está ensimismada, carece de ‘tú’alguno al que dirigirse) se le puede curar? VíctorFrankl demostró que a un niño se le ayuda a salir de suautismo si él ve que los que están con él, y especial-mente sus padres, confían en él, esperan de él algo.

¿Por qué sufrimos el autismo de la gran soledadincomunicada? Porque nadie espera de nosotros niconfía en nosotros. Y esa es la más terrible soledad. Elmaestro es el que enseña a tener esperanza, e incluso aesperar contra toda esperanza; porque el maestro noestá sólo, la persona que tiene esperanza no está sola.

4.5. para la acción

Pero ¿de qué serviría todo eso, si al final no hace-mos nada? Tendríamos grandes teorías… pero nuestravida sería un sueño. La acción, el hacer, es la pruebade la verdad. No lo que decimos, sino lo que hacemos:la hora de la acción es la hora de la verdad. Nosotrosenseñamos para la vida: para transformar la vida

4.6. para la plegaria

Orar es cosa de creyentes, pero después de habertrabajado con todas las gentes de buena voluntad afi-nes a esta causa, creyentes o no. Para un creyenteserio, el último paso de la acción es el de la oración, elde la vida de la fe, sin por ello molestar a los demás,ya que hemos ido caminando junto con ellos en todaslas estaciones. Si el creyente actuase únicamente porlas fuerzas con que cuenta por sí mismo, muchasmañanas no se levantaría. ¿Para qué? Si el mundofuera tan miserable y yo tan impotente, ¿para qué meiba yo a levantar? Pero el creyente ya no echa cuentasrespecto del estado del mundo y prefiere alabar a Dios,

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que es la mejor oración. Si logra algo, bueno; si nologra nada, alabado sea Dios también. No se trata tantode obtener éxitos, como de sembrar.

4.7. El impulso metodológico

juan, Carlos, Lola..., en fin, los miembros delgrupo, que no ha de contar con más de diez o quincepersonas, van saliendo uno tras otro a la pizarra paraautoevaluarse, de 0 a 10, en cada uno de los valoresseñalados (saber, querer, etc.), dejando constancia decómo cada uno se ve a sí mismo. Con adolescentes hayque trabajar con seriedad y responsabilidad, paralograr un buen clima de respeto y de atención.

Cuando ya se han evaluado todos, hacemos otraronda. Si estimo que mis compañeros se han evaluadomal a sí mismos, yo puedo corregir sus autocalifica-ciones, del mismo modo que los demás pueden corre-girme a mí. Y esa calificación también queda reflejadaen la pizarra. Finalmente, cuando hemos terminadoeste segundo ciclo, se da paso a una tercera vuelta paraque de nuevo, a la vista de cómo me he evaluado y decómo me han evaluado, si quiero corregir algo locorrija para fijar así, definitivamente, mi propia califi-cación. ¿Qué hemos ganado con este proceso?Bastante más de lo que podría parecer a simple vista.

En primer lugar, cada cual aprende mucho así, por-que alguna gente jamás se ha evaluado a sí misma, nilo ha sido por los demás.

En segundo lugar, aunque resulte duro en ocasio-nes, cada cual ve cómo es visto por el grupo. Algunosse llevan grandes sorpresas, porque se creían líderespero los demás les corrigen a la baja y le ponen en susitio. ¡Nos pasa a todos! Esto hay que hacerlo tambiéncon gran cariño, para que la corrección, si llega, tengacarácter pedagógico y didáctico, ayudándonos a quenos superemos, en lugar de destruirnos.

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Pero, además, el maestro o conductor del grupo vecómo está el grupo mismo como tal. Algunos grupos,por ejemplo, están bajo mínimos en lo que se refiere aquerer, o a orar, etc; los hay homogéneos, o con gran-des diferencias en su interior, etc. En cualquiera de loscasos, para corregir los factores que hayan de corre-girse, sean del saber, del querer, del poder, etc, sem-bramos esperanza. Cuando eso se ha hecho, se guar-dan esas calificaciones.

A partir de este momento comienza una nuevaetapa que con un nuevo libro volvemos a trabajar yvolvemos a evaluar… y así sucesivamente. Se va cre-ciendo con nuevos materiales que, naturalmente, elterapeuta, o el conductor, o el pedagogo, deben ser losprimeros en conocer muy bien. De lo contrario nolograríamos nada.

Quisiera concluir, si me lo permiten, leyéndoles almenos una de nuestras parábolas formativas favoritasal respecto: “Dos hombres, enfermos de gravedad,compartían la misma habitación del hospital. A uno deellos, cuya cama estaba situada al lado de la única ven-tana de la habitación, se le permitía sentarse duranteuna hora por la tarde para drenar el líquido de sus pul-mones, mientras que el otro enfermo tenía que perma-necer acostado durante todo el día, frente a la pared sinventana.

Cada tarde, el de la ventana relataba al otro lo queveía a su través: un parque, un lago, hermosos cisnes,enamorados entrelazando sus manos, árboles, floresmulticolores, al fondo, una hermosa vista de la ciudad.Un día esto, otro aquello, y siempre novedades querelatar, para mantener viva la esperanza.

Llegó el día en que murió el de la ventana, siendotrasladado el otro a esa cama del difunto. Mas, cuandologró apoyarse sobre un codo para contemplar por símismo los paisajes relatados por el añorado compa-

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ñero, ¿qué fue lo que vio? ¡No vio sino la oscura paredde un patio interior!

Preguntó, entonces, a la enfermera, cómo era posi-ble el cambio de decorado. A lo que aquélla respondióque el señor anterior era ciego, añadiendo en voz baja:“Quizás solamente deseaba animarlo a usted…”.¿Verdad que quien da su ceguera, y es lo único quetiene, da todo lo que tiene?

DIÁLOGO PARA LA ACCIÓN

p.- ¿Cómo mantener fe en la Iglesia que cada díada más antitestimonios de Dios? ¿Creer en Cristo, yno en la Iglesia?

R.- Voy a leer un texto breve, para tratar de respon-der a esa pregunta suya: “Qué discutible eres, Iglesia, ysin embargo cuánto te quiero. Cuánto me has hechosufrir, y sin embargo cuánto te debo. Quisiera vertedestruida, y sin embargo tengo necesidad de tu presen-cia. Me has escandalizado siempre, y sin embargo mehas hecho entender la santidad. Nada he visto en elmundo más oscurantista, más comprometido, másfalso, y nada he tocado más puro y más bello. Cuántasveces he tenido ganas de cerrarte en tu cara la puerta demi alma, y cuántas veces he pedido morir sin embargoentre tus brazos seguros. No, no puedo irme de ti, por-que soy tú, aunque no sea completamente tú. Además,¿a dónde iría, a construir otra Iglesia mejor? ¿Cómovoy a hacerlo, sino con los mismos defectos, con mispecados que llevo dentro? Además, si la construyo serámi Iglesia, no la de Cristo. Soy bastante mayor paraentender que no soy mejor que los demás. El otro díaun amigo escribió una carta a un periódico: ‘Dejo laIglesia porque por su compromiso con los ricos ya noes creíble’. ¡Me da pena! O es un orgulloso sentimen-

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tal que no tiene experiencia, o es simplemente un orgu-lloso que se cree mejor que los demás. San Franciscogritaba: ‘Me crees santo y no sabes que puedo tenerhijos con una prostituta, si Dios no me sostiene’. Lacredibilidad no es de los hombres: es sólo de Dios. Delos hombres es sólo la debilidad, y acaso la buenavoluntad. De Dios es la gracia.

La Iglesia tiene el poder de darme la santidad, yestá formada toda ella, del primero al último, por peca-dores, ¡y qué pobres pecadores! Tiene la fe omnipo-tente, invencible, de renovar el misterio eucarístico, yestá compuesta por hombres débiles, perplejos, que sedebaten cada día contra la tentación de perder la fe.Lleva un mensaje de pura transparencia y está encar-nada en una masa sucia, como sucio es el mundo.Habla de la dulzura del Maestro, de su no violencia, yen la historia ha mandado ejércitos a destruir fieles y atorturar herejes. Trasmite un mensaje de evangélicapobreza, pero busca dinero y alianza con los podero-sos. Los que sueñan cosas diversas a esta realidad, nohan entendido al ser humano. Porque así es el serhumano: como lo hace visible la Iglesia, en su maldad,y al mismo tiempo en su carácter invencible que la feen Cristo le ha dado y la caridad de Cristo le hacevivir.

Cuando yo era joven, no entendía por qué jesús, apesar de que Pedro le niega, le hace jefe, sucesor, pri-mer apóstol. Ahora no me extraño, y comprendo mejorque haber fundado la Iglesia sobre la tumba de un trai-dor, que se asusta por el cotilleo de una sirviente, erauna advertencia continua para mantenernos en la con-ciencia de la propia fragilidad.

No: no me voy de esta Iglesia. Aquí está el miste-rio más grande de la Iglesia. A cada uno de nosotrosDios le dice como a la Iglesia: ‘Yo te haré mi esposapara siempre’. Pero al mismo tiempo nos recuerda

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nuestra realidad: ‘Tu impureza es como la herrumbre.He querido limpiarla, ¡trabajo inútil! Es tan abundantetu miseria, que no se quita ni con el fuego’.

Basta leer a los Profetas para comprender que,cuanto Dios dice a su pueblo Israel, nos lo dice a cadauno de nosotros. Si las amenazas son numerosas y laviolencia del castigo grande, más numerosas son laspalabras de amor y más grande es la misericordia deDios. Diré, pensando en la Iglesia y en mi pobre alma,que Dios es más grande que nuestra propia debilidad.

Pero hay aún algo más bello: el Espíritu Santo, quees amor, es capaz de hacernos santos, inmaculados,bellos, y vírgenes, aún vestidos de bribones y adúlte-ros. El perdón de Dios, cuando nos llega, hace trans-parente a Zaqueo, y hace inmaculada a Magdalena, lapecadora. Es como si el mal no hubiese podido tocarla profundidad metafísica del hombre. Es como si elamor hubiese impedido pudrirse el alma. ‘Yo heechado tus pecados sobre mis espaldas’, dice Dios acada uno de nosotros. Y continúa: ‘Te he amado conamor eterno. Por eso te prolongaré mi favor, volveré aedificarte, y serás edificada, virgen de Israel’. Nosllama ‘vírgenes’, aún cuando estemos de retorno de laenésima prostitución en el cuerpo, en el alma, y en elcorazón. Pero es que Dios es Dios: el único capaz dehacer todas las cosas nuevas”.

p.- Hay palabras que todos usamos con frecuencia,pero ¿qué significa ‘amor’?, ¿qué significa ‘liber-tad’?, y ¿que diferencia hay entre ‘hacer las cosas porlos demás’, y ‘hacer las cosas para los demás’?

R.- Como les había dicho ya, amor es la práctica desituarse a la misma distancia del prójimo que de símismo. A la misma altura del prójimo que de símismo. Al mismo nivel respecto de la propiedad, nimás tarde ni más temprano de mí que de ti… pues esoes: ver en el otro a un tú.

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p.- Si uno descubre que no ha sido una maestra omaestro ni con sus hijos ni con sus alumnos, ¿cómorecuperar el tiempo perdido? ¿Hay alguna esperanzade cambiar, si hace tantos años se intenta y no se lograser mejor maestra o maestro?

R.- Si pierdes la esperanza estás muerto. El pasadopasó. Hay que mirar al futuro y hacerlo mejor, en lamedida de lo posible.

p.- Los cristianos que estamos en constante pro-ceso de conversión hacia la justicia y hacia el amor,¿no tendremos que unirnos más a otros, aunque nosean cristianos, sin temor a contagiarnos en susluchas sociales?

R.- Visitaba hace unos años la ciudad de Tetuán(Marruecos) con un franciscano, cuando de repente, enuna de esas calles tortuosas, pisé indeliberadamente elzapato de una señora mayor que caminaba delante demí. Sin pensárselo dos veces, girando sobre su eje meespetó a bocajarro: “¡perro cristiano!” ¿Por qué?Porque, para ella, protestantes y católicos somos lospoderosos de la tierra. En el momento en que estamosreunidos aquí están descargando bombas sobre Irak, yeso en nombre de Dios. Nadie o muy pocos negaránque a gran escala, el mundo católico no vive conformeal Evangelio. ¿Pretendemos acaso ser laureados?Solamente si nos los tomamos verdaderamente enserio tendremos derecho a reivindicar respeto paranosotros mismos, e incluso pedirles ayuda para purifi-carnos.

p.- Si Jesús es el Maestro, y sabía escribir, ¿por quéno habrá escrito ni una línea de doctrina?

R.- ¿Seguro que no escribió? Yo creo que sí: escri-bió en nuestro corazón. Sin palabras, sin letras… estáescrito. Eso es lo que es la sabiduría: lo que quedacuando toda escritura se ha olvidado. Y además me daa mí la impresión de que cuando estaban lapidando ala adúltera, escribió algo.

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IV. CON EL GALLO DE LA AURORA: MADRUGAR PARA BUSCAR AL OTRO

1. El globo de Jenófanes y el nuestro propio

Aseguraba jenófanes hace aproximadamente tresmil quinientos años que el mundo es como un animalen forma de globo, o sea, un animal global, sólo que -decía- aunque se trata del mismo globo, ese animaltiene una boca por donde entran los manjares selectosy un ano por donde los defeca. Bueno, es una metáforaarriesgada pero que podría servir bastante para desig-nar tres mil quinientos años después una misma situa-ción. Vivimos en un mismo globo, pero algunos pordonde el globo es cloaca, y no sólo algunos sino tresde cada cuatro ¿Esto tiene solución?

Los que decían que esto tiene solución y que íba-mos a transformar la Tierra en un Paraíso nos handejado huérfanos y aferrados a lo que algunos consi-deran la única salida posible, el liberalismo ahoradenominado neoliberalismo, según el cual no hay queinterferir en el mercado, sino dejar a los precios a sulibre discurso porque encontrarán, finalmente, el niveladecuado.

Ocurre sin embargo que aquella máxima de AdamSmith y David Ricardo y de los neoliberales deChicago no se cumple. Ciertamente, los productos delos países van y vienen sin traba alguna de un sitio aotro, las multinacionales se mueven con libertad, losBancos operan con libertad, el dinero transnacional semueve con libertad sin que haya nada que impida queel dinero japonés esté presente en China y que eldinero chino esté presente en EE.UU. Por tanto enesos ámbitos el neoliberalismo defiende la libertad.Pero ¿y los trabajadores? ¿Son libres ellos para des-

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plazarse de un sitio a otro para buscar el sustento?Pues no, los trabajadores no pueden ir de un país aotro. Piensen, por ejemplo, lo que significa el ríoBravo que separa a México de EE.UU, lo que significapara los balseros no poder pasar el Golfo de la Floridade Cuba a EE.UU, lo que significa el Tratado deSchöngen para las pateras del Estrecho de Gibraltar...No, el neoliberalismo asienta su base principal sobreuna afirmación que el propio neoliberalismo no cum-ple.

Vamos, hay que moverse si queremos transformarel mundo. No basta con quedarse en casita educandomuy bien a nuestros hijitos, ni siquiera basta estarcomo ustedes están esta noche, inquietos por hacer unmundo mejor para Uruguay; tenemos que trabajar paraun mundo mejor puesto que estamos en una aldea glo-bal. Tenemos que conocer cómo funciona el mundo,no sólo el Uruguay, trabajar más para el mundo entero.

Hoy disponemos de los medios tecnocientíficossuficientes para hacer un plebiscito al mundo entero:hoy por Internet se podría gobernar el mundo graciasa los medios y a la distribución de los medios de unaforma verdaderamente democrática, y sin embargoparece ser que los medios no están para hacer demo-cracia sino para vender los productos multinacionales.

Por tanto aquí tenemos un gran reto: ser ciudadanosdel cosmos, cosmopolitas cosmopolíticos. Hoy se cali-fica de analfabeto funcional a quien no sabe inglés niinterconectarse en la red informática. Entonces, sitengo ochenta años y no sé inglés ni entrar en la Red,¿qué puedo hacer? Pues, si sabes rezar, reza continua-mente, haz de tu vida una oración sin prisa y sin pausa.

Verdaderamente, la afirmación básica y primordialdel capitalismo es que no cumple su postulado básico,a saber, el de la libertad de mercado. ¿Saben ustedesque los plátanos que salen de Canarias (España) hacia

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el Mercado Común, se venden en el mercado mundialmás baratos que los centroamericanos, aunque el pla-tanero canario gane un jornal treinta veces superior alcentroamericano? ¿Por qué cobra treinta veces más yademás produce más barato? No por un milagro sinopor el dumping, práctica mercantil fraudulenta graciasa la cual la mercancía se vende a precio inferior alcosto de su producción porque el Mercado Comúnsubvenciona a esos plataneros europeos. Esto es unejemplo, hay muchos más en otros muchos ámbitos dela producción, no quisiéramos criminalizar a Canarias.Esto significa que Europa y EE.UU. sí intervienen enel mercado, sí regulan el mercado, mientras que, por elcontrario, dicen, no hay que ponerle trabas al mercado.Esto me parece una de las burlas más crueles de la(in)humanidad.

Cuando hay campañas políticas, ¿oyen acaso uste-des a los líderes de las mismas hablar de estas cosas?Yo no. ¿Dónde queda, pues, la voluntad de verdad?Estoy un poco más que harto de esos políticos que antela cámara aparentan matarse entre sí, sin que jamássean capaces de decir a otros: “En esto usted tienerazón, enhorabuena, me ha convencido, aunque sea deotro Partido me agrada mucho”. ¿Ustedes han tenidola fortuna de escuchar alguna vez, siquiera en detallespequeños, algo parecido a eso, o más bien han escu-chado la perpetua descalificación del rival, el acusa-tivo satanizador? En lo que apenas nadie parece sentirinterés alguno es en bajar a examinar el revés de latrama, es decir, las grandes mentiras del liberalismo,pues ¿acaso es lo mismo liberalización que liberación?¿Libertad para todos, zorra libre en gallinero libre?¿Pez grande y pez pequeño en la misma pecera?

Aquello a lo que apela hoy la denominada Escuelade Frankfurt es a la necesidad de establecer puentes dediálogo entre ricos y pobres, perfecto, nada mejor; sin

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embargo, de lo que nada quiere saber es de las condi-ciones necesarias para entablar los diálogos. No sé sien Uruguay existen cláusulas de penalización en loscontratos de obra, es decir, si yo quiero construir unacasa y me entregan la casa dos años después, se pena-liza…sí, me dicen que existe. Bueno, ¿por qué no esta-blecemos esas cláusulas de penalización a las organi-zaciones mundiales que prometen solemnemente que“para el año 2010 vamos a erradicar tal cosa”? Y uste-des a sus políticos ¿por qué no les ponen cláusulas depenalización? Hace tiempo que a los eternos preocu-pones nada ocupados, pero que sólo saben plañir, lesdigo: “No, por favor, tengo muy poco tiempo para per-derlo llorando; si sólo es para quejarnos, no me inte-resa el lamento; sí me interesa tu dolor, y puesto queme interesa tu dolor vamos a trabajar, pero carezco detiempo únicamente para desacreditar un poco más sicabe al ya denostado Gobierno, no me agrada esedeporte al que te entregas con tanta dedicación.Búscate una plañidera más a tu gusto”. Preocuponesno, gracias.

2. Correr nuestra propia carrera

Pablo de Tarso, que hablaba varias lenguas, cono-cía varias culturas, viajó por varios países y gozó depasaporte global como ciudadano romano, sabía muybien que ante la situación había que correr la propiacarrera: “Son hebreos, yo también; son israelitas, yotambién; descendiente de Abraham, también yo; sonMinistros de Cristo, yo más. En trabajos, más abun-dante; en azotes, sin número; en cárceles, más; en peli-gro de muerte, muchas veces; cinco veces recibí de losjudíos cuarenta azotes menos uno; tres veces fui azo-tado con varas, una vez apedreado, tres veces naufra-

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gué, un día y una noche pasé náufrago en el mar; via-jes frecuentes; peligros de río; peligro de salteadores;peligro de los de mi raza, de los gentiles, peligros enciudad, peligros en despoblado, peligros por mar; peli-gros entre grandes hermanos; trabajo y fatiga; nochessin dormir, muchas veces; hambre y sed, muchos díassin comer; frío y desnudez; y además de esto mi res-ponsabilidad diaria por ustedes, la preocupación portodas las iglesias…”.

Vamos a agarrar este toro por los cuernos: a ti, quetanto te quejas de persecuciones, ¿cuántas veces te hanperseguido? ¿Cuántas veces te han encarcelado?¿Cuántas veces te han azotado? ¿Cuántas veces haspasado peligro? ¿Cuántas veces has pasado hambre ysed de justicia? La respuesta a esos “cuántas veces” teda la imagen de lo que tú eres. ¿Ustedes creen que conun mundo tan complejo como el que hoy tenemos, sinque nos azoten, sin que nos castiguen, sin que nosencarcelen, sin pasar hambre, sin correr riesgos, sincompartir nada, sin moverse del sitio, podremos cam-biar las cosas? En el fondo la gente está convencida deque no hay esperanza porque no se cree capaz deluchar pacíficamente mucho.

Sin embargo este nuevo texto de Pablo (2 Cor,4)puede sacarnos de la molicie: “Estamos atribulados entodo pero no angustiados, derribados pero no destrui-dos, donde quiera que vamos llevamos siempre en elcuerpo la muerte de jesús para que también la vida dejesús se manifieste en nuestros cuerpos, pues nosotros,aunque vivimos, siempre estamos entregados a lamuerte por causa de jesús para que también la vida dejesús se manifieste en nuestra carne mortal” ¿Ustedesestán atribulados? ¿Están angustiados? San Pablo estáatribulado pero no angustiado, ¿por qué? Porque notiene tiempo para angustiarse, porque antes de angus-tiarse le están persiguiendo, golpeando, haciendo nau-

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fragar, está pasando hambre, tres noches en el mar,¿saben ustedes lo que debió ser eso? Yo no lo sé, noestaba angustiado, estaba naufragando. No es lomismo el naufragio que la angustia del naufragio. Y¿por qué? Porque, añade Pablo, “donde quiera quevamos llevamos siempre en el cuerpo la muerte dejesús para que también la vida de jesús se manifiesteen nuestros cuerpos”. En el cuerpo de ustedes qué hay,¿vida o muerte? La mayoría de mis alumnos de laFacultad de Filosofía de la universidad Complutensellevan en su cuerpo la muerte, no teniendo otro reme-dio que maquillarla. Por eso cuando me interpelan conpreguntas del tipo: “¿Pero cómo usted puede creer enla vida eterna?”, yo respondo: “¿Y usted cómo puedecreer que no cree en la vida eterna, si esta que ustedestá viviendo difícilmente podría ser calificada devida? Primero tendría que vivir de verdad esta vidaque está echando a los cerdos, y después creer o no enla vida eterna, pero lo que usted llama ‘mi vida’ no essino el síntoma patognomónico de la muerte: usted novive, sino que es consumido por el consumo que leconsume, usted no vive, es un zombi, un muerto envida”. La gente que vive no muere. La muerte no esmorir, morir se acaba.

La vida, sin embargo, sigue cuando descendemos alos infiernos y resucitamos de entre los muertos.¿Cuáles son tus infiernos, tus lugares más bajos, losenanos de tus temores, las fantasías de omnipotenciaque se frustran? ¿A quién temes? ¿Qué impotenciasparalizan tu vida? ¿Qué muerte cotidiana te corroe elhígado? Todos esos son tus infiernos, los que te tienenasustado, agobiado, inutilizado, asqueado. ¿Y enton-ces? Entonces aférrate sin temor a la mano firme de lasalvación, que para mí está en que jesús ha descendidoa todas las muertes y a todos los muertos, y a mismuertes y a mis muertos, y los ha dejado en franquicia

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liberadora para el amor y la gracia, para el “soy amadoy luego existo”, por tanto estoy resucitando ya, ycuanto más mayor me hago más cerca de la definitivaresurrección. Si cierro mi corazón a la gracia, cuantomás viejo me hago más cerca del infierno me encuen-tro, y mi vida es más un puro grito de dolor.

No teman la muerte, teman haber muerto sin haberluchado suficientemente en favor del amor. Es lamuerte de Cristo descendiendo a los infiernos la queda vida. Si descendemos a los infiernos de los demásy de los nuestros, por amor, al morir con esa muerte noestamos muriendo sino resucitando. Por tanto, noteman morir la muerte militante del amor, la denuncia,la cárcel, el destierro, el hambre, el naufragio, el azote,el castigo; no tengan miedo de Dios, tengan muchomiedo al no temer no amar, pues en eso precisamenteconsiste la muerte: en no trabajar por los demás comopor uno mismo, a la misma distancia, a la mismaaltura, con la misma urgencia.

El liberalismo mata cada vez a más gente. El libe-ralismo no es la vida, es la muerte, a pesar de sus pane-giristas. Lo que sí es la vida es dar la vida, sólo seposee lo que se regala, da más fuerza sentirse amadoque creerse fuerte. Por desgracia, pocos se aprestan adarla, antes al contrario muchos aplauden la aniquila-ción de la humanidad. Veámoslo con un ejemplo queme impactó personalmente muchísimo.

3. El dilema de las vacas locas

Me parece que hay como tres grandes niveles detrabajo en la lucha contra la mentira podrida del libe-ralismo de siempre, que es el cáncer de la humanidad.

El primer nivel se encuentra situado a una alturaprobablemente inaccesible para la mayoría de noso-

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tros, tenemos que reconocer que no lo podemos todo,y consecuentemente tampoco debemos albergar fanta-sías de omnipotencia. Estamos hablando de las organi-zaciones mundiales, que comienzan por exigir demo-cracia en los demás países lo que no desean para lapropia ONU gracias al inmoralísimo derecho de veto,por el cual EE.UU sigue rechazando la creación de unTribunal Penal Internacional. ¿Qué es lo que tantotemen los EE.UU? Recuerdo ahora a aquel sacerdoteespañol que me denunció por “comunista” en tiempode Franco. Aquel pobre hombre veía comunistas hastadebajo de la cama, pero parecía no recordar losHechos de los Apóstoles: todos los cristianos estabanen torno a lo mismo y tenían las cosas en común.Desgraciadamente aquel cura no era una excepción enla España católica.

Y ahora una anécdota, pero de las que no se olvi-dan. Hace ya demasiado tiempo –¡cómo se pasa lavida, cómo se viene la muerte, tan callando!–, el azarme llevó al Palacio de Exposiciones y Congresos de laUnión Europea a dictar una conferencia a losHermanos de La Salle de Europa, en su centenario.Antes de que me tocara exponer mi comunicación,pude asistir a la animada mesa redonda a cargo de losmuy ilustres Comisarios Europeos de Alimentaciónsobre lo que cuesta a la Unión Europea destruir losexcedentes alimentarios, especialmente lácteos y cár-nicos, a fin de mantener el nivel competitivo de losprecios.

Al concluir su representación esta nueva noblezade paladines caballeros de Europa, un cerrado aplausobrotó de las manos del nutridísimo grupo de asistentes,mientras yo no lograba salir de mi estupor por lo queestaba viendo. Imaginaba yo que los aplaudidoresblancos mutaban por unos momentos su piel adop-tando el color negro de los subalimentados del África

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subsahariana (Sudán, Chad, Níger, Malí...), cuyoshijos apenas nacen mueren de esas frecuentes hambru-nas, casi peores que las producidas por los cuatrojinetes del Apocalipsis. Y me decía a mí mismo:¿Aplaudirían tanto si fueran padres de los niños quemueren por desnutrición?, ¿realmente aplaudirían así?Supongo que esos padres negros se echarían a llorarpor la perversidad de los euroblanquitos, a quienessólo importaba ganar dinero, incapaces de pensar enregalar esos excedentes al mundo que hambrea entremuerte, desolación, hambre y peste.

Aquellos señores gordos y millonarios que nohabían contemplado ni por asomo la posibilidad deregalar a África la carne vacuna en buen estado perosobrante en Europa, se rasgaron sin embargo las vesti-duras cuando, aparecido el problema de las vacaslocas, alguien les preguntó si Europa podría regalar alos africanos al menos esas vacas sospechosas, pues alfin y al cabo existía un riesgo pequeño: una de cadanueve mil vacas podría estar infectada, pero por lomenos se evitaría que muchos subsaharianos muriesenpor inanición. ¡Tendrían ustedes que haber visto lacara de estupor de los eurocomisarios! ¡Cómo íbamosa ofenderlos enviándoles vacas bajo sospecha valetu-dinaria! ¡Y además nos podrían luego llevar a los tri-bunales de los organismos internacionales pertinentes,qué deshonor para Europa! En sus eurotestas corona-das no cabía otra cosa que la legalidad, aunque dichalegalidad constituyese un acto de hipocresía cósmica.Ciertamente, enviarles algunas vacas infectadas juntoa muchísimas sanas no es lo éticamente óptimo, loóptimo sería compartir las vacas sanas, pero eso jamásse lo planteará el capitalismo más enloquecido que suspropias vacas. Ellos no les mandan algo podrido por-que prefieren gastarse ingentes sumas de euros en des-truir lo sano.

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Con este telón de fondo, cuando me tocó intervenira mí, arremetí –no sé siquiera si argumenté o simple-mente arremetí– directamente contra lo que habíandicho los comisarios. Bien, termino de hablar y ¿quécreen que vieron mis ojos y oyeron mis oídos? ¡Unaplauso mucho más grande que el dado a los por míatacados! ¿Cómo puede explicarse con alguna cohe-rencia lógica que los mismos espectadores aplaudan ala tesis y a la antítesis? Porque Europa se ha conver-tido en un circo y se aplaude cualquier cosa con tal quehaga gracia o que genere polémica o que sea agudo oesdrújulo y escandaloso. Los pobres niños subsaharia-nos son para ellos algo distinto, un mero componentematerial del show. Como vemos, hay mucha tela quecortar en las Constituciones y en los parlamentos demáximo nivel.

4. La comisión Macnamara y el patrioterismo al uso

junto al primero, existe también un segundo nivelde trabajo, en este caso puramente nacional. Desdeluego, si hay alguien que a estas alturas todavía creaque los países singulares pueden en materia econó-mica tener unas directrices ajenas a las del FondoMonetario Internacional, es que se ha equivocado deplaneta, porque estamos en el planeta Tierra.Aterricemos, porque aquí se hace lo que quiere elFondo Monetario Internacional, ese fondo sin fondodonde los expoliadores de la Tierra tienen planificadoel exterminio de la humanidad de aquellos países que,según Fukuyama, están en la prehistoria de la humani-dad. La célebre Comisión Macnamara, por ejemplo,compraba el trigo de África antes que fuese cose-chado, ¡imagínense qué libertad de mercado! Pareceincreíble, pero desgraciadamente es cierto, que haya

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tal genocidio, mejor sería decir antropocidio, diseñadoa gran escala para tener muertos o semivivos a lospobres de la tierra, bien controlados, de tal manera queincluso se vuelvan reaccionarios y terminen defen-diendo a sus opresores, a sus verdugos, ¡vivan lascadenas!.

Como saben ustedes, en todo México hay un día, eldía del grito, en el que –excepciones aparte– todo elpueblo, más o menos entequilado, grita ¡¡VivaMéxico!!, grito que lanza antes que nadie el Presidentede la nación. Bien, ¡¡Viva México!! Pero una buenacapa todo lo tapa. ¿Qué grita un pepenador, o sea unapersona que malvive de rebusca de la basura en el díadel grito? En el fondo de su garganta, aunque no losepa, está echando al viento esto: “¡Vivan mis piojos,viva mi miseria, viva mi alcoholismo, viva mi infravi-vienda!”, porque es eso lo que constituye su Méxicoparticular. Pero ¿qué gritaba el Excelentísimo yMacariotísimo Presidente Salinas de Gortari, poraquel entonces Presidente de la República? Lo quefinalmente le llevó a huir del país, prófugo de la justi-cia. Mientras tanto, se sigue gritando lo mismo y a esole llaman patriotismo, el ejército, las banderas, losemblemas, los himnos, y el expolio del dinero de lospobres.

Yo ando con cierta frecuencia por México dandoreportes de cloacas que están sin tapadera porque lasroban etc., no se pueden imaginar lo molesto que espara mí, pero a la vez tengo que hacerlo en conciencia,porque yo no podría militar por las grandes causas silas pequeñas las desatendiese. En cierta ocasión, trasmucho ir y venir en una delegación, vi que al final sehabía tapado un hoyo muy profundo, lo suficientecomo para que desapareciese quien cayera en él; com-pré unas flores, se las llevé a una funcionaria que mehabía atendido y le dije: “Aunque no me gusta hablar

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de patriotismo, usted es una patriota porque se ha pre-ocupado de hacer esto, aunque sea su obligación, perose ha preocupado y lo hemos logrado, muchas gra-cias”. Ese es el patriotismo que más necesita el pueblo,mucho más que aventar las banderas: los patriotasanónimos son los Pérez y los Ramírez que estánmuriendo en Irak y retornados en el ataúd con la ban-dera americana encima. ¡Qué gran escarnio! ¡Pero silos cristianos no tenemos patria! ¿Un metro más allásoy brasileño, un metro más acá soy uruguayo? Alpelear por ese metro, no se olvide, mueren los de siem-pre para que vivan los de siempre.

Como Uds. recuerdan, la Epístola a Diogneto es delsiglo II y en ella se asegura que los cristianos teníantoda tierra extraña como patria y toda patria como tie-rra extraña. jesús era judío y le mataron los judíos por-que predicaba el universalismo; desde entonces para elcristiano ya no hay judío ni gentil, ya no hay uruguayoni español. Somos todos uno en Cristo.

En este nivel es donde los cristianos tenemos quehacernos presentes, aquí no es tan difícil, por lo menospodemos actuar como sindicalistas, o como miembrosde una asociación cultural como esta pequeñísima ymodestísima del Cedidosc, dispuesta a decir su pala-bra y a vivirla. Todo es política aunque no todo seabandería de partido. El hombre es un animal político,practica la ciudadanía, y Uds. son gente afortunada,porque así lo entienden.

5. No pierda al tú, ponga un ecuatoriano en sucasa

Y finalmente queda un tercer nivel, el de acción enla familia, en la casa, en el trabajo, por lo menos en esenivel yo creo que todos podemos dar testimonio.

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España vive dramáticamente, como otros tantos paí-ses, una irreversible crisis climática de la que tienenbuena parte de culpa los capitalistas salvajes; la deser-tización llega casi hasta Madrid, que está en la mitadde la Península. Como no podría universalizarse elconsumo del agua necesaria para la ducha, yo no meducho todos los días. Les aseguro que me gustaríaducharme todos los días, y que también sé que muchasveces se pierde agua en la conducción de la red, peroen lo que a mí se refiere no me puedo duchar todos losdías mientras no llueva como todos y cada uno lonecesitarían.

Y si afirmo que el Estado español debe permitir laentrada de los emigrantes que vienen de Uruguay,sería irresponsable postular –aunque me gustase– quedejaran entrar a todos, porque cundiría el pánico enseis semanas y sobre todo porque, si yo no les abriesemi casa, tampoco tendría derecho a pedir que el Estadoabra la casa común. He de poner un ecuatoriano a dor-mir en mi sofá si realmente defiendo que España abratotalmente las puertas. Moralmente no puede decir queabran las puertas de todos quien no abre las de su pro-pia casa a nadie.

DIÁLOGO PARA LA ACCIÓN

p.- ¿Cómo podemos pretender que venga a noso-tros el reino, cosa que pedimos cada día, si pensamosque ni las asociaciones, ni los partidos políticos ni losgremios sirven para nada? ¿no será que los que nonos esforzamos por mejorar cada día dejamos loslugares libres para aquellos que quieren el poder sólopara vivir ellos a costa de los demás?

R.- Ojalá podamos nosotros decir sin fariseísmoque por nuestra parte estamos haciendo algo para que

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venga a nosotros el Reino de Dios y su justicia. Lamayor parte de las veces, sin embargo, con nuestrofariseísmo y nuestras hipocresías dejamos el terrenolibre para que lo ocupen sin despeinarse los tiranosau-rios, animales de poder.

p.- Algunos chicagoboys latinoamericanos prego-nan que la solución a los problemas socioeconómicoses el posliberalismo, es decir, un liberalismo más cen-trado en la teoría de los sentimientos morales deAdam Smith que en su riqueza de las naciones. ¿Quereflexión le merece este pensamiento?

R.- Un genocidio de lesa humanidad como el queestá llevando a cabo el liberalismo ¿podría contenersentimientos morales? ¡Los tuaregs del desierto tienencasi sesenta nombres para designar al mismo camello!Yo sinceramente discrepo infinitamente respecto de laafirmación de Bush autodefiniéndose como la estaturamoral de la humanidad. Yo le denominaría Doctorhorroris causa.

p.- ¿Qué hacen Uds. en sus países primermundis-tas para que dejen de discriminarnos y condenarnosal subdesarrollo? Sus pueblos están en mejores cir-cunstancias que los nuestros para empezar a cambiara los políticos de sus países, por nivel de educación,cultura, etc. El único país que no tiene ejército esCosta rica y es latinoamericano.

R.- En lo que a mí se refiere, tengo el gusto demanifestarle que me siento radicalmente apátrida y enesa acusación llevan Uds. toda la razón porque, pese aleslogan España va bien de los ayer gobernantes, pocosson los que reconocen que la renta per capita españolaasciende a costa de otros países y de sus correspon-dientes inmigrantes, pues con la misma sábana no nospodemos cubrir todos y si alguno nos enrollamosmucho en torno a la sábana, el otro con el trasero alaire y sin cobija.

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Por lo demás, también me gustaría decirles con lamisma convicción que, antes de echar la culpa de loque ocurre al toro que mató a Manolete, o al menos ala vez, comiencen por repasar su propia conducta entreustedes mismos.

p.- ¿piensa Ud. que el Uruguay puede tener chan-ces de mejorar perteneciendo al Mercosur donde notiene manera de competir entre los dos poderososcomo brasil y Argentina?

R.- Lo único que sí les puedo decir es algo decarácter genérico, yo que soy maximalista en los prin-cipios, no solamente no soy minimalista, sino ademásminimalista e incluso infimalista en los pasos concre-tos. Dicho de otra manera, aunque sea pequeño elavance, hay que dar ese paso. Y entonces la preguntaes: con el Mercosur, ¿se da un pequeño paso adelante,sí o no? Pues, si se da, será necesario darlo aunqueparezca e incluso sea muy insuficiente.

p.- Tres períodos han pasado en la historia de lasalvación, estamos viviendo el comienzo del cuarto,empezamos a navegar mar adentro. Hay muchos débi-les y pocos poderosos, ¿qué debemos hacer los débi-les?

R.- Yo al menos siento que debemos organizarnos.No somos débiles, nos debilitan y nos hacen creer quelo somos. Esa es la gran mentira del imperio: que noshace creer que ya estamos muertos, pero si ya estamosmuertos, ¿para qué vamos a luchar? Pero no, ellos sonlos ídolos con pies de barro, porque viven –¡y de quémodo viven!– del cruel expolio y de la mentira comoforma de existencia. Y, como se saben muertos, en sudesesperación terminarán tirando del mantel con todala vajilla.

p.- A un país como Uruguay con una poblacióndonde predominan los adultos mayores, ya que nues-

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tra juventud está emigrando, ¿cómo hacerla renaceral progreso?

R.- En cierta ocasión, el Cardenal EnriqueTarancón, que jugó un papel decisivo en la transicióndel franquismo a la democracia en España, lanzó undiscurso a la gente joven donde vino a decirles: “Uds.los jóvenes aman la juventud, ámenla, pero yo les digoque la verdadera juventud está en Cristo, de maneraque échennos fuera a todos los viejos de la Iglesia queestamos carcomidos y envejecidos, pero entren Uds.,entren renovadamente, esa es la juventud, ese es elfuturo, el futuro es Cristo para los cristianos y debe-mos universalizarlo”. Ningún planteamiento tienefuturo si no está dispuesto a vivir en justicia ni desdela libertad, aunque cueste la vida. Esos son eternosparadigmas, imperecederos postulados de la razónpráctica para todo ser humano.

p.- El impuesto a la venta de armas entre Estadoses un inmenso volumen de dinero más importante quela OnU misma. Este dinero ¿debe volcarse para arre-glar un país a la vez, única manera de abrir el cora-zón y los bolsillos de los poderosos y detener la luchainútil entre la antiglobalización y el G8?

R.- Nadie puede combatir el fuego siendo piró-mano, yo no puedo combatir el armamentismo con losimpuestos de las ventas de armas.

p.- ¿Qué opinión social le merece el foro social deporto Alegre?

R.- Pues no tan alegre. En el foro social de PortoAlegre hay de todo, es un totum revolutum en el quehay turistas, narcisistas de la revolución, hijos de papáque desean ante todo dar sentido a su insulsa vidaponiendo durante esos fuegos artificiales cara dehéroe, organizaciones ‘coordinadoras’ a las que nadieconoce, policías que pululan imponiendo su ordenbrutal, pero también gente que de verdad quiere lo que

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nosotros queremos, con un espontaneismo más omenos realista. Sea como fuere, son una voz discre-pante respecto del Fondo Monetario Internacional, esdecir, del desorden establecido, que al menos yorecibo con cierto desasosegado agradecimiento.

Y con esto terminamos: recuerden que nuestrainmensa tarea es la de no perder al tú en el cambio deépoca, evitando que sea la prolongación de la eternahistoria del egoísmo más puro y duro del viejo austra-lopiteco. Vamos a intentar dejar atrás la noche. Haciala alborada. Muchas gracias.

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V. LATINOAMÉRICA DE MIS AMORES Y DE MIS DOLORES

El tiempo ha transcurrido deprisa, como suele. Deun país en otro. Paraguay tiene otro gobierno, pero elmundo sigue regido por el mismo gobierno, el de lariqueza concentrada y la pobreza globalizada. Así lascosas, quisiera, como telón de fondo, añadir a las pági-nas anteriores estas nuevas.

1. Latinoamérica, nombre imposible

Cuando me hablan de Latinoamérica y de lo lati-noamericano, ¿de qué me hablan, que me están que-riendo decir con tales palabras ? Y sobre todo ¿con quéintención se utilizan esos términos? Para evitar el usoincierto de palabras dudosas deberíamos comenzar porpreguntarnos al menos lo siguiente:

¿Somos latinos? Hace tiempo que ya no nos regi-mos por el latín de Roma, del que se originó el espa-ñol. No hará falta añadir que también los franceseshablan un cierto “latino”, pero no el latín que se hablóen España. Tampoco deberíamos identificar nuestralatinidad con el grotesco modelo erótico del latinlover, ridícula estampa de Don juan Tenorio con laque determinados pueblos nórdicos nos siguen desig-nando todavía, aferrados a un tópico que va decayendopor fortuna, pero que aún tiene cuerda para rato.

¿Somos hispanos, hispanoamericanos? Semejantedesignación dejaría fuera a los brasileños. Por contra-partida, si extendemos esta denominación a los brasi-leños incorporaríamos a otros latinos de los que losbrasileños mismos derivan, a saber, los portugueses.De todos modos, el calificativo de “hispano” carga con

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una rémora semántica negativa: alegría desordenada,incompetencia, primitivismo, machismo...

¿Somos sudamericanos? Por su parte esta denomi-nación excluiría a los mexicanos y a los mesoamerica-nos o centroamericanos, por lo cual tampoco nos sirve.En España, la abreviatura despectiva sudacas está car-gada de racismo, prepotencia y olvido de la generosaacogida a los españoles hambrientos en el siglo pasado.

¡Qué difícil resulta, en verdad, atinar con la palabrajusta para estos pueblos de origen cristiano, cristianostambién de cosmovisión, y latinos lingüísticamente!Por otra parte ¿en qué sentido cabría caracterizarles decristianos, a la vista de las fuertes improntas animistasprocedente de África y de Mesoamérica? ¿No seríamás propio hablar de pueblos sacramentalizados másque de evangelizados? ¿acaso no procede de esacarencia de evangelización profunda la actual prolife-ración de sectas que en muchos casos apenas conser-van algo del cristianismo? Y si hablamos de la lengualatina que se ha ido desarrollando en los países de len-gua española, ¿qué clase de hispanofonía vincula aesos países entre sí y con España? ¿acaso el desarrollode sus hábitos lingüísticos y de los diversos ideolectosde cada país no está creciendo tan desordenadamentecomo una nueva torre de Babel, sobre todo en el hablavulgar? Pueblos hay, como el mexicano, donde esteproceso crece tan vertiginosamente, que un españolapenas comprende nada de la jerga callejera, claro queeste fenómeno no es exclusivo de México.

A la vista de este panorama, Latinoamérica se nosantoja un nombre provisional, una palabra funcionalpero inexacta, aunque haya provisionalidades queduren toda una eternidad. De cualquier modo, hay quereconocer que con términos ambiguos y confusos noes fácil alcanzar a comprender identidad alguna, yaque las palabras inexactas tienen detrás de sí ámbitossemánticos del mismo signo.

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2. A la eterna búsqueda de su identidad

También la identidad de “Latinoamérica” es provi-sional, dada la mixtura abigarrada y el riquísimo cau-dal de sus culturas y de sus cultos. Ahora bien, ¿quépesa más en este terreno de la identidad que estamosexplorando, el indigenismo originario, o la culturasobrevenida ulteriormente gracias a los descubridores(¡aunque los autóctonos ya estaban descubiertos por símismos!) y de los conquistadores foráneos (¡aunquedichos autóctonos también estaban sometidos y con-quistados entre sí mismos!), y más tarde a través de loscocacolonizadores reconquistadores? No resultaríafácil responder a tal cuestión, pero mientras tanto doypor correctamente descriptivo de la situación al granmural del aeropuerto de Guanajuato (México) sepa-rado en dos tablas, una de las cuales representa loazteca, lo maya, lo inca... y la otra a los conquistado-res españoles firmemente acorazados y armados hastalos dientes. Eso no impide que al conquistado y domi-nado le quede siempre la esperanza de desalambrar yde reconquistar con astucia lo que perdió por la vio-lencia: quizá Texas, expoliada ayer por los EEUU trasla derrota del general Santana, pase a ser algún día denuevo un territorio cultural y emocionalmente mexi-cano gracias a la infiltración migratoria de los mexica-nos crecientemente mayoritaria en Texas y a la culturatexmex en expansión generada por tantos espaldasmojadas en el territorio estadounidense, que en otrotiempo fuera suyo.

Toda cultura –y de forma muy especial la del asíllamado Nuevo Continente– vive siempre a la bús-queda de su propia identidad, por eso la patria, todapatria, cada patria, es sobre todo un punto de llegada,es decir, la construcción desiderativa de un escenarioimaginario; incluso los que se afincan en un patrio-

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tismo del mero pasado, del tiempo de los orígenesáureos, incluso ellos necesitan seguir proponiéndolacomo punto de llegada y por ello fundándola conti-nuamente: patria que no evoluciona, muere por auto-consunción. Lo que ocurre es que, a veces, la excesivarumia de esos imaginarios sociales termina provo-cando fracturas interiores que dificultan la conviven-cia en el presente y la fragua del posible futuro.Lamentablemente es así como suele funcionar entreprofesores y políticos cierto uso de la etnología contracualquier presente identitario. Lastima, pues, que enesa rumia, en esa intersección de coincidencias y deencuentros de las diferentes culturas pasadas y presen-tes no sepamos construir un ideal común futuro. ¿Seacabará la ideología manipuladora de quienes azuzane incitan a la desesperación y a la destrucción, ruinasobre ruina, in-cultura sobre in-cultura, de cualquierpatria común posible? La verdad es que, salvo las hon-rosas excepciones de siempre, mientras la sociedadtiene problemas las Universidades están divididas endepartamentos y en esa división permanecen...

3. Voluntad de fragmento frente a comunidad detodos

El Nuevo Mundo está herido igualmente por la tri-balización que introducen sus propios conflictos inte-riores. Habría que estar ciego para no ver que tampocoaquí los conflictos son la excepción, antes al contrariola excepción sería la armonía. Unidos y separados ensu patológica relación amor-odio, su deseo crece conla obstaculización recíproca, yendo más allá de cual-quier posible satisfacción definitiva de todos. Comodijera René Girard, la realidad es mimética, antagonís-tica y el conflicto lo causan siempre los otros, no uno

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mismo, contraria sunt circa idem. Incluso cuandopodríamos ser mediadores y pacificadores en lugar deexasperadores, miramos por la mirada del otro, noscontagiamos miméticamente de ella, copiamos yborramos las huellas: líbrenos Dios de esos malosmediadores que –unos y otros– se isomorfizan en unasrelaciones gemelares y a la vez victimatorias. ¡Cuándifícil es el desarraigo de los propios totemismos! Enlugar de elegir modelos que no conlleven rivalidades ysistemas de inhibición de la violencia, todos pasamosa ser víctimas estereotipadas de todos. ¿Qué tienen deverdaderamente común y pacificado, así las cosas, loseternos discursos de frontera contra frontera? ¿Quécomunidad existe, por ejemplo, entre países tan dife-rentes entre sí como:

puerto rico, estado “libre asociado (¿?)” de losEstados Unidos, que a cambio de su cheque gana pre-sencia imperial en la zona; Haití, que vive en guerratribal permanente y donde la política de tierra calci-nada se sucede en cada des-Gobierno; Argentina, consu pretendida grandeur, especialmente entre los porte-ños, incapaces de aceptar la humillante derrota a la queles ha llevado su propio narcisismo; los EstadosUnidos de México, tan lejos de Dios y tan cerca de losEstados Unidos, donde la violencia asfixia cualquierconvivencia y el vivir se convierte en un sobrevivir,que a su vez degenera en un vivir sobre; paraguay, tanmodesto, sencillo, amable y ecológico como corruptohasta los niveles más exasperantes, al caberle eldudoso honor de estar entre los cincos países máscorruptos del corruptísimo planeta; brasil, todo unsubcontinente más africano que latino, donde los niñosde la calle terminan siendo más de la calle que niños;Cuba, un pretendido paraíso en la tierra con formatode dictadura, eternamente clausurado hacia dentro ypenosamente dolarizado hacia fuera, etc? En este

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mosaico compuesto por fragmentos desgarrados, elegocentrismo y el nacionalismo exagerado despliegansus banderas sin enarbolar una enseña común.

Así las cosas, a mí me parece que, más que unaposible comunitariedad entitativa, lo que les une sobretodo es una misma constante: nunca se preocupan deun continente mucho más empobrecido que el suyo,por ejemplo el africano. Y, lo que es todavía peor,hasta pretenden compatibilizar sus estremecedoresíndices de pobreza con la obtención de ventajas: cadapaís se proclama más pobre que el otro a la hora depedir más subvenciones que el otro. Aunque resulteduro creerlo, es sin embargo un hecho cierto y real elque pasamos a contar: convocado un concurso en laUNESCO para ayudar al pueblo más pobre del conti-nente, el que resultó ganador por haber acreditadomayores índices de miseria, una vez obtenido el pre-mio estalló con una explosión de júbilo callejero ydeclaró ese día fiesta nacional. ¡Ganar el concurso deser los más pobres y celebrarlo con una fiesta nacio-nal! Su crisis, dicho con todo dolor, no es la de haberfracasado tras haber intentado superar esa crisis, no; suanhelo es tardar, ser rémora. Y de este modo, genera-ción tras generación, he aquí que se van sacrificandolas generaciones de mañana: hoy quiere decir en estecontexto acumulación de más deuda que ayer, peromenos que mañana. Sin que esto signifique, claro está,que los expoliadores (de fuera y de dentro, incluida laUNESCO) carezcan de responsabilidades.

4. Ética de náufragos

¡Sálvese quien pueda! Aferrado cada náufrago alfragmento de nave hundida que le ha tocado en suerte,dará fuertes patadas a quien, solitario y sin asidero

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alguno, intente aferrarse al mismo que él. No hay sitiopara todos, la gran mayoría naufraga. Pero como, porotra parte, resulta imposible acceder al único buquerumboso que pasa al lado de los náufragos –o peoraún, que pasa sobre los náufragos-, es decir, el buquede los EE.UU, en semejante situación los náufragosque intentan acceder a él lo hacen pisoteándose entresí. Lo que en realidad une a estos náufragos es su pro-pia desunión llevada por la desesperación y el deseode alcanzar la tierra prometida subiéndose a cualquierprecio al barco yankee, así convertido en salvapatrias.

Desde luego el así denominado fin de la historiadel sufrimiento de los empobrecidos se ve aún másdificultado por la colaboración de tantos y tantos laca-yos y barraganes establecidos en los gobiernos títeresque reciben instrucciones del Imperio para que dondedice novum Organum ellos lean novum Orgasmun.Siempre la misma colaboración entusiasta, sumisa,entregada, de los gobernantes indígenas colaborado-res, que mientras tanto han ido corrompiendo una yotra vez a sí mismos y al pueblo mediante la solicitudal Fondo Monetario Internacional de nuevos plazos,de más prórrogas, de mayores ampliaciones de ladeuda pública, de préstamos con intereses histórica-mente impagables: la deuda eterna de la deudaexterna. En esta misma longitud de onda se encuentrahoy también la nueva Hispanidad de los monopoliosespañoles más predadores de los países pobres: Bancode Santander, Telefónica, Banco de Bilbao-Vizcaya,Iberdrola (pese a su retirada de Argentina), y toda unaserie de sucursales multinacionales. Por desgracia, entodo este doloroso via crucis no hay mejor embajadorque la corona española: he visto en las mejores joye-rías de Paraguay no pocos marcos de plata con la fotode la Reina de España coincidiendo con la donaciónpor la Madre Patria de unas migajas de centavo al

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Paraguay en orden a la rehabilitación de un antiguoteatro. Qué buenas son las hermanas ursulinas, québuenas son que nos sacan de excursión.

También se lleva su buena tajada la burguesía crio-lla cómplice, que goza de barra libre para enajenarmientras tanto a sus propios compatriotas esclaviza-dos. ¡Cuántos burgueses criollos, profesores de antro-pología en las Universidades del Estado cargan contraCristóbal Colón y arremeten contra el gachupín mien-tras en el día a día extenúan a sus propios empleadosdomésticos a cambio de la mera manutención! ¡Quéforma tan cínica de convertirse en antipapa conser-vando el pontificado! Pero, como el pueblo casi anal-fabeto “soluciona” sus problemas de forma mítica ymágica dado que no sabe analizar la realidad que sub-yace a todo esto, ¡ay de aquel que no lance un emo-cionado grito patriótico cuando llegue la fiesta conme-morativa de la querida Patria!

La realidad es sin embargo que, por debajo de tantainfamia y de tanta retórica no falta jamás el rumor desables, el peligro de contragolpismo, la ausencia deuna democracia real, el pucherazo. Falta incluso elnecesario egoísmo racional que según Kant tendríahasta un pueblo de demonios: hasta un pueblo dedemonios preferiría, aseguraba Kant, un gobiernomalo pero inteligente, antes que el expolio sin inteli-gencia ni pausa. Lo realmente en el candelero, lo quese admira, son los espejismos (¡mirarse en ese espejoes el arte de reproducir un cretino!) más o menos que-bradizos de la exitosidad y del liderazgo estadouni-dense en países levemente emergentes, como porejemplo en el Chile de nuestros días. En realidad, laclase empresarial agraciada no es otra cosa que unapéndice o epítome de la americana, cuyos gestos ycomportamientos emulan los chilenos, y no sólo ellos.Solo que, para guardar las apariencias, para hacer

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como que quieren cambiar para seguir haciendo lomismo, son capaces de hacer como que quieren aban-donar su vampirismo: “¡Venimos a que nos regañes,Carlos!”.

Han descubierto que la ética empresarial y loscódigos deontológicos por ellos mismos escritos (esdecir, por sus intelectuales palatinos y por las univer-sidades de lujo, de las que ellos mismos son a su vezpropietarios) y forrados con la piel de los trabajadoresno solamente son la honra y prez de toda ética posible,sino que incluso resultan muy rentables económica-mente –ser honrado en los negocios es negocio–, y seautocomplacen en una especie de ética mínima, tanmínima que nada era. No quieren, pues, darse porenterados de que incluso una ética de mínimos ha deser al menos una ética, y que no hay ética sin el deseode universalizar el bien compartiéndolo. Por todo locual esas éticas de mínimos en sus manos más bienparecen éticas contra los máximos de justicia, éticasinhumanas al fin y al cabo, en la medida en que el serhumano está hecho para lo grande, pues todo lopequeño le queda pequeño. En realidad, el únicomínimo realmente tal sería la promoción del máximodesarrollo de humanidad; a falta de ello, los mínimosque vienen proponiendo los códigos empresariales ydemás familia son tan bajos y retóricos que los supues-tos máximos aparentemente postulados quedan comomero decorado.

Y, allá a su fondo, en el Nuevo Continente siguevigente el ancestral machismo –otra versión más delpoderío–, es decir, la tradición de machos que fecun-dan y abandonan a hembras, las cuales van recogiendolos hijos de los zánganos que pasan por su colmena amodo de poligamia sucesiva, la terrible plaga de ladroga y de sus respectivas mafias, la violencia socialcallejera, donde nadie parece valer nada, etc.

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5. Signos de esperanza

A pesar de todo lo dicho, haríamos mal en creer queel Viejo Continente, envejecido además moralmente,vive sus días más y mejor orientado que el Nuevo. Almenos, son signos de esperanza del continente nuevouna serie de rasgos de capital importancia, a saber, sualegría, sus ganas de vivir; su voluntad de seguir ade-lante contra viento y manera; su ternura de sentimien-tos, su expresividad afectiva; su agradecimiento, sureconocimiento de lo bueno, su gratuidad en las apor-taciones; su hospitalidad, su espíritu de acogida; lahumildad magistral de los buenos corazones, que sue-len ser los más empobrecidos; su avidez por saber, porconocer, por avanzar en el terreno de la búsqueda desentido; su permanencia en la adversidad, la virtud desu fortaleza...

Obviamente, estamos generalizando y las excep-ciones son excesivamente numerosas; sin embargo, enla entraña de nuestros pueblos hermanos está latiendouna humanidad nueva, eso sí, necesitada también derenovación y de mejora. Este posible y necesarioempowerment, este empoderamiento no se producirásin el compromiso militante de todos –nosotros inclui-dos– y sin el desarrollo de una mejor filosofía prác-tica., cuyas palabras unciales habrían de incluir yresignificar los términos, recuperados en su verdaderaraíz: un competir del cum petere, del com-pedir, delpedir para ser compartido; un interés del inter-esse,del ser en relación de benevolencia, del ser-entre recí-proco; un créditum del credere en el otro, al que con-cedemos por ello crédito; un débito del debitum que sesiente en deuda con quienes le consideran como per-sona y así le tratan; un reditum del redere, del devol-ver lo redituado, en lugar de quitarlo; en definitiva, unrespeto del respicere, que no es ni más ni menos que

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un mirar con benevolencia (respectum, respeto). Estanueva y eterna gramática de la afirmación es la quehará que todos los continentes, los nuevos y los viejos,estén unidos por lo eterno, que no es en esencia otracosa que amar en el hombre a la humanidad. Todosigno de esperanza es al mismo tiempo un reto, el cualexige por su parte un hábito de esfuerzo y de respon-sabilidad por los demás: una responsabilidad que estuya pero que delegas en otro constituye una irrespon-sabilidad, y esta irresponsabilidad termina por aniqui-lar todo cuando se adueña de las sociedades hasta aca-bar con ellas.

6. Amar al hombre en la humanidad: para unademocracia personalista y comunitaria en elNuevo Continente

6.1. ¿Está siendo la democracia de los países encuestión el gobierno del pueblo para el pueblo ypor el pueblo, según reza el eslogan?

Parece que la democracia de hoy no logra interesara esos marginados y desarraigados, que ni siquiera lle-gan a planteársela porque bastante tienen con sobre-morir cada día; ni a los tan pobres económicamente ytan desestructurados que apenas logran emerger delfondo oscuro de su caverna: alcoholizados, drogados,deprimidos, etc: no basta con tener razón, hace faltatener razón para tenerla, es decir, quererla.

Pero tampoco interesa a esos inhumanos que porcreerse únicos en su especie carecen del menor sentidodel tú (más que demócratas, egócratas); ni a los puros,esos demócratas de los espíritus, pero no de las vidas;

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ni a los pacientes que nada hacen porque ya gozan desu nimbo etéreo –el partido de los pacientes no es casinunca el partido de la paciencia–; ni siquiera a los pre-ocupones, pues como bien escribiera Ortega y Gasseten su obra En torno a Galileo, en general, entre loshumanistas predomina la falta de vergüenza, puesdemasiadas veces los así denominados humanistas sonhábiles camaleones acomodables al sol que máscalienta (por cierto, ¿las jergas oscuras esconden pro-fundidad, o agua sucia?), con las correspondientesretóricas justificadoras ad hoc. Desde luego, en su dis-curso no caben los pobres: quien quiere tener siemprerazón te dirá siempre que tu problema no es ese.

¿A quién afecta, pues, la democracia? Una demo-cracia decente sólo interesa a personas que quieren serdecentes, especialmente cuando ello pudiera perjudi-car sus propios privilegios.

6.2. Los siete axiomas rectores de una democraciapersonalista y comunitaria

Sólo las personas que prefieren honra sin barcosantes que barcos sin honra son capaces de empeñarseen una democracia no sólo formal sino real, y por esosólo ellas desean comportarse conforme a los siguien-tes axiomas:

Axioma aretológico o de la virtud

No hay democracia sin demócratas virtuosos. Nohay virtud sin acción, sin participación. Gracias a lastecnologías, hoy sería del todo posible el estableci-miento de una democracia de participación popularsimultáneamente, en tiempo real. Las tres virtudes par-ticipativas más importantes son: virtud del riesgo, pordesgracia tan identificado por los cobardes con latemeridad; virtud del tiempo, es decir, de la urgencia y

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la exigencia del dolor ajeno; virtud del control de lospoderes: o trabajamos juntos, o nos cuelgan por sepa-rado.

Axioma isagórico o del poder de la palabra común

No cabe democracia sin aquello que los griegosdenominaron isagoría, es decir, misma loquicapaci-dad, igual valor de lo hablado por los iguales, rechazode ser la mera “voz de su amo”. En la democraciatodos tienen voz y voto, sin que esa voz y ese voto deunos pocos valgan más que la de casi todos. Estoúltimo es lo que sucede en las denominadas democra-cias representativas, en donde los más habilidososhermeneutas tienen el don de idiomas para producir laconfusión de lenguas. En efecto, como dice mi amigoGiuseppe Limone, “la hermenéutica es la ciencia desaber que todos los significados comprendidos porerror de los otros eran los tuyos, aunque no los hubie-ses pensado jamás. Es el arte de tu responsabilidadobjetiva por lo que no dijiste, pero hiciste pensar. Y esel arte de cortar la cabeza al toro para dejar salva lacabeza”.

Axioma isocrático o de la equipotencia

No puede existir democracia sin autogestión popu-lar, comunal, social. Ella sólo encuentra su realizaciónen las democracias participativas, aquellas que hon-ran su etimología: democracia es “poder popular”. Nocabe poder popular alguno al margen de un huma-nismo universal. Más que demócratas formales quere-mos ser humanócratas; más que patriotas convencio-nales, apátridas. Estemos donde estemos, proven-gamos de donde provengamos, sobre todo nos consi-deramos nómadas y mestizos de todas las patrias, ypor ende multirraciales y multiculturales: somos alao-

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politanos porque nuestro pueblo está en todas las polisy en ninguna, pues se enraíza en ellas sólo para tras-cenderlas.

Axioma demopédico o de la educación popular

Toda democracia exige la universalización de lacultura de la persona y la subsiguiente lucha contratodo lo que la impide. Desde este punto de vista, nosdeclaramos abiertos a la demopedia o educación popu-lar. Sin democracia cultural no tendrá lugar la demo-cracia política. Aspiramos al testimonio del que brotael magisterio honorable.

Axioma místico

No hay una democracia realista en la gestión peroutópica en la ideología. No cabe separar el mercado delcapital del así llamado mercado de las ideas, separa-ción tan propia sin embargo de las conciencias y de loslenguajes domesticados. Nada de sumar “humanismocognoscitivo” más “capital fáctico” para obtener demo-pedia y democracia auténticas. Imposible separar éticay política, como ya dijera Charles Péguy: “Místicarepublicana la había entonces, cuando se daba la vidapor la República; política republicana la hay ahora enque se vive –¡y de qué modo!– de la República!”.Precisamente por eso nosotros entendemos la políticacomo la organización sistemática del amor.

Axioma de la posconvencionalidad

No es ni remotamente demócrata quien desea parasí lo que no desea para los demás, o desea para losdemás lo que no desea para sí. Frente a la reciente afir-mación del Presidente del Imperio del mundo, nuncaafirmaremos lo que él ante el G-8: “No haré nada quevaya contra la economía de mi país”; nosotros dire-

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mos: “No haremos nada que sólo favorezca a nuestropaís, y menos a costa de los demás países”. Políticaque no sea posconvencional sólo es patria y grito deguerra administrados por quienes se llevan los hono-res, mientras los pobres ponen los muertos. El nacio-nalismo sólo puede serlo dentro del internacionalismo;de lo contrario el nacionalismo será el cáncer de lasolidaridad y la negación del principio básico de unademocracia real: la ley de los vasos comunicantes.

Axioma del “como si” respecto de lo que podemoshacer, no respecto de lo que podríamos hacer y nohacemos

Actuar como si creyésemos que valemos la penanosotros mismos, es decir, como si fuésemos no sólo“valiosos” teóricamente, sino además “virtuosos” acti-vamente; como si fuera posible la toma del montón,que en el movimiento obrero más noble se tradujo eneste lema: “de cada cual según sus posibilidades, a cadacual según sus necesidades”; como si cupiera olvidarnuestro egoísmo particular, en favor de un radical dehumanidad del tipo “todos para uno, uno para todos”;como si nos estuviésemos muriendo ahora mismo cre-yendo que aunque morimos no morimos, como si soñá-semos despiertos y despertásemos soñando; como siDios existiera y desde entonces no fuésemos nosotrosunos dioses fracasados; como si Dios fuera nuestroinvitado en la Tierra y pudiésemos verle con rostrohumano: en el que tuvo hambre, en el pobre, en el des-nudo; como si le invitásemos a nuestra mesa antes deser invitados a la suya, y todo ello ¡con alegría!

6.3. El acontecimiento como maestro interior

Ahora bien, estos axiomas no están pensados parauna buena dormición derivada de una buena digestión,

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como tampoco por un puñado de signos alfabéticos:¡al tener la desgracia de caerse por la ventana se des-cubren cuántas palabras vacías volaban por el aire!.Por el contrario, de esos axiomas derivan otros tantosmomentos téticos o afirmativos. En efecto, convenci-dos de que en el fondo de todo ser humano laten máscosas dignas de admiración que de desprecio, aunqueno lo parezca a veces, los personalistas comunitariostrabajamos en nuestra vida cotidiana a partir de lasconvicciones siguientes:

vivir de otro modo

Estamos convencidos del valor de nuestra opciónpersonalista y comunitaria, aunque el mundo se vengaabajo. Aunque ante el mundo pareciera que somos fra-casados, nosotros no echamos cuenta de nuestrobalance de resultados. Cuando nos preguntan sobre lapropia organización nuestra damos respuestas analíti-cas, pero nuestro referente último es el testimonio.¿Quieren saber desde dónde hablamos? Vengan yvean. El acontecimiento es nuestro maestro interior,como decía Emmanuel Mounier. Despreciamos laspalabras sin obras, o al menos sin voluntad de enraiza-miento o encarnación. Donde sólo hay palabras no haypalabra.

Esperanzar

Si lloramos demasiado, las lágrimas nos impediríanver el sol. Porque Dios tiene fe en nosotros, nosotrosla tenemos en Dios, y por ende en los demás y ennosotros mismos. Desde ahí nuestro optimismo es trá-gico: no olvida el dolor del mundo, y muy en especialel de los más empobrecidos. Por eso cuando el dedoseñala la luna sólo el imbécil mira el dedo.

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Convertirnos

A pesar de nuestras limitaciones y pecados, quere-mos convertirnos permanentemente, conversión que esa la vez personal y estructural: cambiar nuestro corazónexige al mismo tiempo luchar contra las estructuras deopresión y de explotación, es decir, contra el mal y laprotervia que existen en el mundo. Esto exige reconocerla propia vulnerabilidad. No es democracia la que úni-camente pretende socializar las ganancias en una partey las pérdidas en la otra. Un mundo globalizado noadmite esos acantonamientos disimétricos: uno de cadacuatro ricos, y tres de cada cuatro pobres.

Trabajar desde la gratuidad total

La gratuidad es lo más rentable, pues construyecomunidad. No ganamos nada en nuestra dedicación ala causa personalista, antes al contrario invertimos enella: no vivimos de ella, sino para ella. Nadie nos sub-venciona, ni queremos que nos subvencionen. LasONG’s corren el riesgo de depender de quienes lespagan y les dictan las normas.

permanecer disponibles

Nuestra militancia no es de mero “tiempo libre”.Cuando está liberado de superfluos, el tiempo resultamuy abundante. Por lo mismo, cuando nuestro dineroestá libre para el desarrollo del personalismo comuni-tario, da mucho de sí. De ahí nuestra opción de vidasobria. Somos fértiles porque nos dedicamos a lo esen-cial, aunque la jornada sea dura.

Emprender grandes gestas desde los pequeños gestos

Desde luego da más fuerza sentirse amado que cre-erse fuerte, aunque no pocos procuren negarlo.

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Aunque sin ánimo de lucro, nuestra empresa es muyinteresante; nuestro interés no deriva del capital inver-tido, sino de la alegría de poner a disposición de losnecesitados lo que tenemos; nuestro crédito brota decreer que hay en todo ser humano más cosas dignas deadmiración que de desprecio. Somos accionistaspequeños y sinérgicos. Tenemos muchas casas, las detodos nosotros, es decir, muchos palacios, ya que unacasa fraterna es el mejor palacio. Somos empresariosespecialistas en prójimo, él es nuestra rentabilidad.

Afirmar la vida

Nuestra empresa es ecohumana: ni somos empresa-rios de comidas para perro, ni de aquello de da muertea la naturaleza. Evidentemente, estamos ante todo enfavor de la vida, y siempre en contra de la muerte.Dentro de esta visión, consideramos la vida humanacomo un fin en sí mismo, que ha de ser defendidosiempre y en cualquier circunstancia desde el instantemismo de la fecundación. El aborto es un crimen delesa inhumanidad.

Ser fieles

La fidelidad es la asunción de una causa a lo eternoverdadero, bueno y bello. Por eso quien es fiel rechazala “fidelidad” que el cínico susurra con labio de ser-piente: “el amor es eterno, lo que varía son los aman-tes”.

Si verdaderamente deseamos implicarnos en dar elpaso adelante para pasar el Rubicón, esto es, el paso deuna democracia virtual a una democracia virtuosa,¡latinoamericanos de todos los países, únanse! Cuandomiramos y miramos a la bolita mágica de vidrio paraver nuestro futuro, ¿qué será lo que veremos? Nosveremos a nosotros mirando la bola de vidrio. Pero

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mirarse mirado no es grano que haga granero. Portanto, hermanos, a trabajar: quien promete que serábreve no ha hecho sino alargar otra frase a su discurso.El hombre es un libro que no necesita comprarse: selee gratis.

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TÍTULOS APARECIDOS

• SERIE ROjA

1. Diez palabras clave para educar en valoresCarlos Díaz (30.ª edición)

2. Como levadura en la masaLuis E. Hernández (5.ª edición)

3. Memoria para la esperanzaMiguel Fernández Blanco (4.ª edición)

4. Hacia el desarrollo sostenibleFederico Velázquez de Castro González (3.ª edición)

5. Diez términos sociológicos clave para el tercer mileniojosé Taberner (3.ª edición)

6. La Solidaridad de Dios ante el sufrimiento humanoMario Vázquez Carballo (2.ª edición)

7. Hijos del viento, la Luz y el EspírituRaúl Berzosa Martínez (2.ª edición)

8. Las nuevas tecnologías y los valores humanosAlfonso Gago Bohórquez (4.ª edición)

9. posees lo ajeno cuando posees lo superfluojuan Biosca González e Irene Mora Pérez (3.ª edición)

10. vivir es comprometerseLuis A. Aranguren Gonzalo (5.ª edición)

11. Más allá de la guerraGerardo López Laguna (2.ª edición)

12. África en la encrucijada. Caminos de solidaridadjuan Manuel Pérez Charlín (2.ª edición)

13. Diez virtudes para vivir con humanidadCarlos Díaz (11.ª edición)

14. para ser persona Xosé Manuel Domínguez Prieto (6ª edición)

15. Hacia una pedagogía del personalismo comunitarioEnrique Belenguer Calpe

16. La familia y sus retosXosé Manuel Domínguez Prieto (4.ª edición)

17. La agrupación solidariajulián Abad Marigil

18. Ética del docenteXosé Manuel Domínguez Prieto

19. En torno a la enfermedadEsperanza Díaz

20. Cartografía de herrumbres (Aforismos)jaime Septién

21. La Escuela de la AventuraGuillermo García Domínguez

22. Diez palabras clave para leer el Credo (2.ª edición)Carlos Díaz

23. negocios contra cultura (Ensayos de urgencia)jaime Septién

24. El trabajo humanoAntonio Calvo

25. no perder el tú en el caminoCarlos Díaz

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• SERIE VERDE

1. GandhiEsperanza Díaz Pérez (4.ª edición)

2. Martin Luther KingEmmanuel Buch Camí (3.ª edición)

3. Teresa de Calcutajavier García-Plata Polo (4.ª edición)

4. Concepción ArenalAna María Rivas (2.ª edición)

5. Monseñor Oscar romeroCarlos Díaz (3.ª edición)

6. Carlos de Foucauldjosé Luis Vázquez Borau (2.ª edición)

7. Ángel pestañaAntonio Saa Requejo (2.ª edición)

8. Enmanuel MounierCarlos Díaz (4.ª edición)

9. viktor FranklXosé Manuel Domínguez Prieto (2.ª edición)

10. Maximiliano KolbeCarlos Díaz (2.ª edición)

11. nikolái A. berdiáevMarcelo López Cambronero (2.ª edición)

12. Diego Abad de SantillánFernándo Pérez de Blas (2.ª edición)

13. Guillermo rovirosaCarlos Díaz (2.ª edición)

14. Flora TristánM.ª de las Nieves Pinillos Iglesias

15. paulo FreireLuis Enrique Hernández González

16. Gabriel MarcelFernando López Luengos

17. Dietrich bonhoefferEmmanuel Buch Camí

18. Martin buberCarlos Díaz

19. Ignacio Ellacuríajosé Luis Loriente Pardillo

20. Lorenzo MilaniGuillermo García Domingo

21. Charles péguyjuan Carlos Vila

22. Giner de los ríosjosé Luis Rozalén

23. Edith SteinInés Riego de Moine

24. Simone WeilCarmen Ibarlucea

25. Andrés Manjónjosé Medina Ocaña

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