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Índice - dialnet.unirioja.esMemoria de la Asociación durante 2003 Fernando Leiva Briones. ... Esteban Márquez Triguero In Memoriam In Memoriam: Esteban Márquez Triguero, Prospector,

Mar 14, 2020

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Índice Pág.

Memoria de la Asociación durante 2003Fernando Leiva Briones. Secretario de la Asociación .................................... 9

Esteban Márquez Triguero In Memoriam

In Memoriam: Esteban Márquez Triguero,Prospector, Graduado en Ingeniería de MinasAntonio Daza Sánchez y Manuel Cano GarcíaMuseo Histórico de Belmez y del Territorio Minero ....................................... 23

Esteban Márquez Triguero “Aniano”Rafael Hernando Luna. Seminario Antonio Carbonell de la EUP de Belmez .... 25

Esteban Márquez Triguero y la Minería Romanaen la Sierra Morena CordobesaAntonio Martínez Castro. Museo Histórico Local “Juan Bernier” .................. 29

Esteban Márquez Triguero y la formación de la superficie lunarAntonio Martínez Castro. Licenciado en Geografía e Historia ...................... 43

Esteban Márquez Triguero, In MemoriamFernando Leiva Briones. Director-Conservador del Museo de Fuente-Tójar ... 55

Esteban Márquez Triguero, el último humanista del Valle de los PedrochesFrancisco Godoy Delgado. Arqueólogo ......................................................... 59

En recuerdo de Esteban Márquez TrigueroJosé Antonio Morena López. Arqueólogo ...................................................... 65

Esteban Márquez Triguero. Un ejemplo a seguirManuel Moreno Valero. Cronista Oficial de Pozoblanco ............................... 71

Museos

Belmez. Museo Histórico Municipal y del Territorio MineroManuel Cano García. Director del Museo ..................................................... 81

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- Vida y muerte durante la Prehistoria en elTérmino Municipal de BelmezB. Gavilán Ceballos y J.C. Vera Rodríguez Arqueólogos Directoresde la Excavación de Urgencia del Dolmen Casas de don Pedro .......... 87

Cabra. Museo Arqueológico MunicipalJulián García García. Director del Museo ..................................................... 95

- Las monedas hispano-musulmanas delMuseo Arqueológico Municipal de CabraRafael Frochoso Sánchez ...................................................................... 99

Cañete de las Torres. Museo Histórico MunicipalMª José Luque Pompas. Directora del Museo ............................................. 105

La Carlota. Museo Histórico Local “Juan Bernier”Antonio Martínez Castro. Director del Museo ............................................... 119

- La Guía del Museo Histórico de La Carlota, un intentode divulgación mediadora entre Ciencia y SociedadAntonio Martínez Castro y Fernando Javier Tristell MuñozMuseo Histórico Local “Juan Bernier” ................................................... 125

Fuente Tójar. Museo Histórico MunicipalFernando Leiva Briones. Director-Conservador del Museo .......................... 151

- Parroquia de Nuestra Señora del Rosario. Propuesta parala declaración de B.I.C. (Bien de Interés Cultural). AvanceSonia Osuna González. Museo de Fuente-Tójar ................................. 155

Lucena. Museo Arqueológico y EtnológicoDaniel Botella Ortega. Director del Museo .................................................... 183

Montilla. Museo Histórico LocalAsociación de Arqueología Agrópolis ............................................................ 203

- Conservación y Restauración de un grupode piezas de diversos materialesInmaculada Concepción Muñoz Matute. RestauradoraRaimundo Ortiz Urbano. Arqueólogo ..................................................... 207

Montoro. Museo Arqueológico MunicipalSantiago Cano López. Director-Conservador del Museo ............................. 227

- Minerales y rocas en el Museo de MontoroSantiago Cano López. Doctor en Filología Clásica .............................. 231

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- El capitel jónico del Museo HistóricoMunicipal de Montoro (Córdoba)Esperanza Rosas Alcántara. Lda. en Historia del Arte ........................ 237

Monturque. Museo Histórico LocalPablo Saravia Garrido. Director del Museo .................................................. 243

Palma del Río. Museo MunicipalRafael Nieto Medina. Conservador del Museo ............................................. 249

- Las puertas del recinto amurallado de Palma del Río(Córdoba). Dos ejemplos de arquitectura defensiva almohadeRafael Nieto Medina ............................................................................... 255

Priego de Córdoba. Museo Histórico MunicipalRafael Carmona Ávila. Director del Museo. Arqueólogo Municipal ............. 263

Priego de Córdoba. Patronato Municipal “Niceto Alcalá Zamora”Francisco Durán Alcalá. Director del Museo ................................................. 309

Puente Genil. Museo Histórico LocalFrancisco Esojo Aguilar. Director del Museo ................................................ 327

La Rambla. Casa-Museo Alfonso ArizaMª Lorena Muñoz Elcinto. Técnico de Patrimonio ....................................... 337

- Barro con historia en la “Casa-Museo Alfonso Ariza”Curso de Cerámica Histórica en La RamblaJosé Luis Parra Jurado. Monitor del Curso de Cerámica Histórica ..... 343

Córdoba. Museo ReginaJesús Cabello Pérez. Director del Museo ..................................................... 351

Santaella. Museo MunicipalJoaquín Palma Rodríguez, Juan M. Palma Franqueloy Francisco J. del Moral AguilarEquipo directivo del Museo Municipal ........................................................... 359

- Acerca de la inscripción funerariade Annula (Santaella, Córdoba)Fernando Leiva Briones ......................................................................... 361

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Torrecampo. Casa-Museo “Posada del Moro”- Puntas de flecha tartésicas del Valle de los

Pedroches tipo “Benamejí o Macalón” presentesen la Casa-Museo “Posada del Moro” de TorrecampoFernando Leiva Briones. Museo de Fuente-Tójar (Córdoba) .............. 369

Villa del Río. Museo Histórico MunicipalMª de los Ángeles Clémentson Lope. Conservadora del Museo ................ 385

- El almacenamiento de cereales en Villa del Río durantela Antigüedad: el campo de silos del Cerro San CristóbalFrancisco Pérez DazaJosé A. Morena López ........................................................................... 389

Asociaciones y Colaboraciones

Ad Aras. Asociación de Amigos del Museo Histórico Localde La CarlotaAntonio Martínez Castro ................................................................................. 407

Castil de Campos (Priego de Córdoba).Casa-Museo de Artes y Costumbres PopularesMáximo Ruiz-Burruecos SánchezPresidente de la Asociación Cultural de Castil de Campos ........................ 409

Patrimonio Cultural: una muestra de la herencia culinariaen los pueblos de Fuente-Tójar y de Santaella (Córdoba) .................... 415

Publicación de artículosNormas para la presentación de originales .................................................. 433

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Museos

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Villa del Río

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Introducción

La zona del valle medio del Gua-dalquivir remonta al Paleolítico el ini-cio de su ocupación humana, peroesta comarca comenzaría a ser po-blada de manera intensa y estable apartir de la Edad del Cobre.

Los diferentes grupos humanos yculturas asentados en ella han basa-do su existencia, aunque no de formaexclusiva, en el desarrollo de una eco-nomía de tipo agrícola, centrada bá-sicamente en el cultivo de cereales.

Las fuentes antiguas corroboranque los cereales constituían una delas principales riquezas de laTurdetania, región coincidente en granparte con la actual Andalucía. Estra-bón, escritor de época de Augusto,dice: “La Turdetania es maravillosa-mente fértil; tiene toda clase de frutosy muy abundantes...De Turdetania seexporta trigo, mucho vino y aceite;éste además, no sólo en cantidad,sino de calidad insuperable...”(ESTRAB. III, 2, 4-6).

El almacenamiento de cereales en Villadel Río durante la Antigüedad: el cam-

po de silos del Cerro San Cristóbal

Francisco Pérez DazaJosé A. Morena López

1. Evidencias arqueológicas enla provincia de Córdoba.

El hallazgo de dientes de sílex parahoces con las que recoger la cose-cha (muchos de los cuales presentanun intenso brillo lustroso como con-secuencia de su prolongado contactocon el cereal) y de molinosbarquiformes para triturar el grano esuna tónica común en la mayoría delos asentamientos calcolíticos y de laEdad del Bronce tanto en esta zonadel valle del Guadalquivir como de laCampiña (RUÍZ, 1991 y 1995: 191 y196; MARTÍN DE LA CRUZ-SERRA-NO-MORENA, 1989). Otras eviden-cias de esa agricultura de tipocerealista serían los propios silos don-de se almacenaba el grano cosecha-do y a los que después nos referire-mos. Esta actividad agrícola-ceralística continuó desarrollándose y,por supuesto mejorándose, a lo largode los siguientes períodos históricos,sobre todo, en las épocas ibéricas yromana, momentos en los que se al-canzaron unas elevadas cotas depoblamiento tal y como ponen demanifiesto las prospecciones arqueo-

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Boletín de la Asociación Provincial de Museos Locales de Córdoba

lógicas efectuadas en este sector dela provincia (MARTÍN DE LA CRUZ,1991 y MARTÍN DE LA CRUZ-CONSUEGRA, 1991).

Por otro lado, en el BellumHispaniense se da cuenta del asedioal que se vio sometida la ciudad deAtegua (localizada en plena campiñacordobesa) por parte de César, moti-vado, entre otras razones, por la grancantidad de trigo que los pompeyanostenían allí almacenado, según cuen-ta Dión Cassio (43, 33, 2): “Obligado,pues César, como dije, a continuar lalucha en el invierno, no intentó nadacontra Córdoba (puesto que estababien defendida), pero enterándose deque en la ciudad de Ategua habíamucho trigo, volvióse contra ella, apesar de ser una plaza muy fuerte...”.De la importancia de la produccióncerealística de la Hispania Ulterior danprueba toda una serie de contribucio-nes trigueras, que dicha provinciaaportó a Roma, aunque de forma es-porádica. Poco después, tras la Gue-rra Civil, las exportaciones de trigoaumentaron y se regularizaron, espe-cialmente a raíz de que Augusto sehiciera cargo de la Cura annonae. Enépoca de Plinio los trigos béticos de-bieron ser bastante conocidos y paraél la provincia Baetica era una de losprovincias que más trigo suministra-ba a Roma (N.H., XVII, 66). Así mis-mo, Silio Itálico (II, 402-405) da testi-monio para el s. I d.C. de la riquezacerealística de las riberas del Guadal-quivir.

Uno de los aspectos más intere-santes relacionados con la infraestruc-

tura material que sirvió de soporte ala agricultura es precisamente el delos sistemas de almacenamiento em-pleados. El almacenaje constituye elnudo que une las consideracionessobre la producción con las conside-raciones sobre la distribución y/ó elconsumo. En las economías de sub-sistencia el almacenaje persigue man-tener el grano sano y disponible a lalargo plazo, como mínimo un año. Elsistema de almacenado, tipo silo uotro similar, con la atmósfera confina-da, se convirtió en elemento vital parala supervivencia de las poblacionesantiguas, ya que solucionaron muchasveces problemas relacionados con laalimentación (conservación de ali-mentos a medio y largo plazo), con laagricultura (preservación de semillaspara las épocas de mala cosecha) ycon el comercio (se destinaban al in-tercambio reservas importantes)(SIGAUT, 1978). Para que el sistemade almacenamiento fuese eficaz de-bería evitarse la penetración en el al-macén de hongos, insectos y roedo-res. Por ello, los silos ya sean prehis-tóricos o de épocas históricas ofrecíanun cierre hermético ya que las prime-ras alteraciones químicas del granoproducían una serie de gases, que siquedaban atrapados en el interior delsilo evitaban la penetración de esosagentes nocivos, al tiempo que dete-nían posibles procesos de alteraciónposteriores.

En las sociedades agrícolasneolíticas y de la Edad del Bronce, elsistema de almacenado más usual fueel recipiente cerámico de grandes di-mensiones, junto con edificios espe-

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cializados como los graneros, mien-tras que el sistema en silo se conocebastante bien a partir de la Edad delHierro, pero en una zona muy restrin-gida de la península ibérica, el nor-deste según algunos autores (PÉREZ,2000: 48) y, más concretamente, enel entorno de Emporiom o en la zonacostera del centro y norte de Catalu-ña (ALONSO, 1999: 219). En el restode la península este sistema se aban-donaría durante la prehistoria, aunquevuelve a estar en uso en época roma-na. Después veremos que algunos deestos depósitos subterráneos puedenencuadrarse en época ibérica.

Las primeras referencias de quedisponemos en Córdoba sobre estosalmacenes subterráneos se remontana la Edad del Cobre. Lasexcavaciones efectuadas en el Llane-te de los Moros (Montoro) pusieron aldescubierto un total de 13 silos lamayoría amortizados y colmatados,reutilizados algunos de ellos comoenterramientos a lo largo del mismoperíodo y la Edad del Bronce. Algu-nos de los silos que de pudieron ex-cavar presentan planta circular de1,50 m. aproximadamente, conver-giendo su sección hacia la superficie,cuyo diámetro en la boca se desco-noce al estar muy alterados los estra-tos superiores. Destaca el hallazgo enel interior de un silo de una placa re-dondeada de pizarra con un diámetrode 0,40 m. que es interpretada comoposible tapadera (MARTÍN DE LACRUZ-SANZ-BERMÚDEZ, 2000: 51y 182). Una tapadera similar se harecogido del yacimiento villarrense delCerro de San Cristóbal que después

describiremos a la hora de abordar lacuestión de la cronología de dichocampo de silos.

Los sistemas de almacenamientodocumentados en el mundo ibérico sehan agrupado en tres en función deltipo de atmósfera. Así, tenemos lossilos con una atmósfera confinadapara evitar el contacto entre el exte-rior y el producto almacenado, sindescartar el cierre hermético de lasánforas o tinajas con esta finalidad.En el segundo caso, están los alma-cenes elevados con una atmósferarenovada, manteniendo el productoen unas condiciones estables a partirde la ventilación disponemos de es-casos datos. Y, por último, tendríamoslas denominadas “reservas domésti-cas”, sin control atmosférico, destina-das al almacenamiento de los produc-to de subsistencia (SIGAUT, 1988: 6;PÉREZ, 2000: 48).

En lo que se refiere a la provinciade Córdoba, las excavaciones ar-queológicas realizadas en el pobladodel Cerro de la Cruz (Almedinilla) hanpermitido definir diferentes departa-mentos en los que la vajilla documen-tada permite relacionarlos con el al-macenaje. Estos almacenes debieronser en realidad sótanos o semisótanosy en base al elevado número deánforas y a su gran tamaño losarqueólogos deducen que debieronde contener grano (VAQUERIZO-QUESADA-MURILLO, 1994 y 2001:124-125). Habría que incluir en épo-ca ibérica o iberorromana los silos deObulco, los del Cortijo del Gramalejo(Castro del Río) y quizás los del Cor-

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tijo de Alcoba la Alta (Baena), perosobre ellos hablaremos más adelan-te.

Agrónomos latinos como Catón,Varrón, Colmuela o Paladio aportaninteresantes noticias sobre el sistemade almacenamiento de cereales en laAntigüedad. Hablan básicamente dedos tipos de graneros y refieren a elloscon los términos horreum y granarium,típicos de las zonas húmedas, mien-tras que, por otro lado, indican la exis-tencia de graneros subterráneos refi-riéndose a ellos con dos nombres siriy putei, los primeros usados enCapadocia y Tracia, mientras que lossegundos eran típicos de Hispania, adecir de Varrón (Rerum rusticarum I,57, 2). Sobre las citas a los sistemasde almacenamiento de cereales porparte de los tratadistas clásicos se hanefectuado interesantes estudios(LACORT, 1990). Como apuntan al-gunos autores (SÁEZ, 1987: 52) yconfirman los descubrimientos ar-queológicos, resulta evidente que lossilos excavados en el subsuelo amodo de pozos que cita Varrón, su-ponen un claro testimonio de un mé-todo de conservación del grano queremonta sus origines a la prehistoriahispana y mantiene ininterrumpida vi-gencia a través de las épocasprerromana, romana y medieval, eincluso en algunos casos, en momen-tos históricos más cercanos, si bien,en muchas ocasiones resulta bastan-te difícil, si no imposible, la dataciónde estos almacenes.

Dentro de la provincia de Córdobay entre los graneros denominados

horrea hay que mencionar el conjun-to de construcciones de opuscaementicium localizadas en el Corti-jo de las Cuevas (Castro del Río) jun-to al arroyo Carchena donde, junto auna gran galería interpretada comocriptopórtico, se conservan una seriede construcciones independientes deplanta rectangular y abovedadas que,en base a sus dimensiones, han sidoconsideradas como grandes almace-nes públicos destinados a albergar elgrano cosechado en la comarca. Es-tos enormes silos serían controladospor el Estado romano con fines fisca-les o para el servicio de la Annona(RODRÍGUEZ NEILA, 1988: 420). Suconstrucción se ha fijado a fines dels. I a.C. o primera mitad del s. I d.C.(LACORT, 1982).

Respecto del segundo sistemausado, que desde luego fue el másextendido, es decir, el de pozos sub-terráneos del tipo puteus, se tiene no-ticia de la existencia de estos grane-ros en diversos lugares, especialmen-te de la Campiña, (La Rambla, SantaCruz, Cortijo del Encineño, Cerro dela Ventosilla, Cortijo de Valdepeñas,Cerro del Agua, Cortijo de Trinidades,El Toril, La Casería, Cortijo delCarrascal, etc., aunque sólo se hanpodido estudiar detenidamente variosyacimientos, caso del Cortijo Nuevode la Silera (Córdoba), Caserío delGramalejo (Castro del Río), LaCasería (Montilla) y Ermita de SanPedro (El Carpio) en los que se loca-lizan un buen número de silos subte-rráneos cuyo estudio ha permitidoconocer con bastante profundidad di-ferentes aspectos relacionados no

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sólo con la infraestructura rural agra-ria, pues de su análisis se han obteni-do otras conclusiones no menos su-gestivas relacionadas con la produc-ción de trigo, superficie de tierra sem-brada, etc. (LACORT, 1985). Otrocampo de silos subterráneos impor-tante de época ibérica, que se ubicajunto a la antigua ciudad de Obulco,la actual Porcuna, lugar en el que alparecer confluirían las produccionescerealísticas procedentes del exten-so territorio controlado por la ciudad(LACORT, 1982: 383; LEAL, 1995:39-40) que como sabemos fue una delas más importantes del S. peninsu-lar.

Conviene llamar la atención sobrelo problemático que resulta el estudiode estos sistemas de almacenamien-to debido a las características que és-tos presentan, pues cuando se des-cubre alguna de estas dependenciasdestinadas a guardar el cereal (lo quesuele ocurrir de forma casual) rápida-mente vuelve a quedar soterrada y noes posible su documentación comple-ta.

Veamos los casos mejor conoci-dos hasta el momento. En el Caseríodel Gramalejo, localizado junto al de-nominado Camino de los Silos, se es-tudiaron un total de 10 silos aunquees posible que haya hasta 40, pueslos silos se extienden por una super-ficie de no menos de 300 x 150 m.Están excavados en el terreno a modode pozos, con una planta circular de5 m. de diámetro en el fondo. La cavi-dad se va estrechando desde el fon-do hasta la boca, la cual adopta la for-

ma de un cilindro. Algunas bocas es-tán reforzadas con hiladas de ladri-llos (algunos del tipo bessalis roma-no) que conforman una especie debrocal. La mayoría de los silos exa-minados estaban vacíos, siendo suprofundidad de unos 3 m. y su volu-men de unos 35 m3. Como datos cu-riosos cabe decir que dos de los silosestán comunicados entre sí por unagujero abierto en la pared y que otrosilo presenta una serie de 5 agujerosen la conjunción de la base con lapared en forma de embudos cegados.Aunque se ignora la funcionalidadconcreta de dichos agujeros se hasupuesto que servirían para facilitarel drenaje del agua que pudiera filtrar-se (LACORT, 1985: 367),sospechándose igualmente que enellos se hubiera utilizado un procedi-miento descrito por Varrón y Plinio,según los cuáles los íberos recubríanel suelo del granero con un lecho depaja para aislar el cereal de la hume-dad, logrando así un excelente esta-do de conservación del trigo.

Por su parte, en el Cortijo Nuevode la Silera, topónimo bien expresivoque alude a la existencia de silos enel lugar, se estudiaron otros 10 silossubterráneos similares a los delGramalejo, aunque presentan ciertasdiferencias. Están excavados en elsuelo, poseen planta circular, con undiámetro en el fondo de 5.5 m. y unaprofundidad media de 6 m. y su volu-men estimado es de 68 m3. Sus pare-des son de ladrillo y siguiendo un perfilcurvo se van estrechando desde elfondo hacia la boca, cuya sección escilíndrica y construida también con

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Boletín de la Asociación Provincial de Museos Locales de Córdoba

ladrillos.

En el Caserío del Gramalejo lossilos estaban tapados con grandespiedras, circulares o rectangulares,mientras que en el Cortijo Nuevo dela Silera no pudo documentarse esteextremo, aunque es de suponer quese utilizaran grandes piedras, comose ha visto en los casos anteriores.Como ya se ha dicho, el cerramientodel silo es un aspecto primordial puesuna vez depositado el grano, y con elobjeto de evitar la entrada de aire,agua o luz, éste debe quedar perfec-tamente sellado consiguiéndose asíque el cereal almacenado se conser-ve durante largo tiempo (SIGAUT,1978; REYNOLDS, 1990). Ya losagrónomos latinos eran conscientesde que donde no penetraba el aire noentraba el gorgojo y aunque recomen-daban igualmente emplear la amurca(LACORT, 1990: 45) o alpechín (elposo amargo que queda en el aceitedespués del prensado) para la correc-ta conservación del grano hoy se sabeque ese agente es un inhibidor de losataques de insectos en el caso delaceite pero en el del grano (RAMOS-SAN MARTÍN, 1997: 24). Otro aspec-to importante es que el almacena-miento del grano en un silo debe ha-cerse de una sola vez: no se puedeabrir y cerrar para extraer pequeñascantidades para el consumo cotidia-no.

Respecto al sistema de funciona-miento del silo, hay que decir quecuando éste se llenaba de grano, sesellaba la boca de forma hermética.El grano empezaba a respirar el oxí-

geno que quedaba en el silo hasta quese gastaba expulsando al mismo tiem-po anhídrido carbónico, lo que ayu-daba a disminuir la actividad de lasbacterias, los parásitos y los depre-dadores. Las semillas situadas encontacto con las paredes respirabanmás deprisa que las demás y empe-zaban a germinar, formando una pe-lícula de filamentos que protegía elgrano del interior (REYNOLDS, 1988.87). Cuando el aire se agotaba, lasemilla entraba en un estado de ador-mecimiento y podía conservarse du-rante varios años sin que se altera-sen sus facultades de germinación yalimentación proteínica (PONS, 1998:107).

En el yacimiento montillano de LaCasería, se han detectado tres silosexcavados en el subsuelo (aunqueparece que existen otros tantos), conla típica forma acampanada y unabase circular de 5 m. de diámetro. Elsilo nº 1 que fue el mejor documenta-do, la boca de acceso tenía 70 cm.de diámetro, forma cilíndrica con 50cm. de diámetro y estaba recrecidaen 40 cm. con hiladas de ladrillos. Laaltura aproximada, desde la base dela boca hasta el fondo, era de 3.45 m.y estaba tapado con una gran piedrade arenisca de 1 m. de diámetro y 14cm. de grosor. La cronología, que re-sulta bastante dudosa, se ha fijadoteniendo en cuenta el contexto ar-queológico de la zona en la épocaromana (LACORT, 2000: 127-128). Enel caso de los silos estudiados en laErmita de San Pedro (El Carpio) seobservó que varios de ellos estabancomunicados a través de un peque-

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ño túnel de 1,30 m. de longitud y 0,95m. de altura (LACORT, 1992: 32-33).

Las estimaciones realizadas porLacort apuntan a que los 10 silos delGramalejo pudieron contener 274.680kg. de cereal (los supuestos 40 silosexistentes debieron almacenar un to-tal de 1.098.720 kg.). La superficienecesaria para obtener esa última ci-fra de trigo en la antigüedad era de3.132,75 Ha., teniendo en cuenta elsistema de rotación de cosechas Enel Cortijo Nuevo de la Silera debieronalmacenarse 533.664 kg. de trigo paralo que se necesitaba sembrar unasuperficie de 1.521,6 Ha.

En lo que atañe a la cronología deestos silos subterráneos no es mucholo que puede aportarse con seguridadya que sólo han sido objeto de pros-pección y no de excavación. Los si-los del Gramalejo han sido fechadosen época prerromana (LACORT,1985: 367-368), en primer lugar por-que sus características formales co-inciden con el tipo de granero subte-rráneo usado en el área cultural ibéri-ca, que Varrón conoció y denominóputeus como ya expusimos antes.Además, la presencia de cerámicaibérica en el lugar parece confirmaresa idea, mientras que la aparición deladrillos romanos indicaría la reformao acondicionamiento de los almace-nes en época romana y consecuen-temente la pervivencia de su uso a lolargo de ese período y también du-rante la Edad Media, pues el hechode haberse encontrados vacíos seríaun indicio de haber estado en usohasta fechas recientes. Al parecer, si

este tipo de construcciones subterrá-neas se abandonan definitivamenteen un momento dado, suelenrellenarse rápidamente (JANNORAY,1955: 93-94). En cuanto a los silos delCortijo Nuevo de la Silera, se ha pro-puesto una cronología romana enbase al empleo de ladrillos en toda laconstrucción (cuyo módulo es de unpie 35x15x5 cm.), la ausencia total decerámica ibérica y la presencia abru-madora de restos materiales romanos(tegulae, laterculi, terra sigillata). Elhallazgo de algunos fragmentos decerámica medieval sería un indicio desu reutilización en momentos poste-riores al de su construcción y explica-ría el buen estado de conservaciónque presentan hoy día.

En el término municipal de Baenatambién se conocen diversos silossubterráneos. Hay datos orales sobrela presencia de este tipo de almace-nes en los yacimientos del Arroyo delPilar y Cortijo de Peñaomar, mientrasque en sitios como Alcoba la Alta yCerro de Santa Catalina sí se hanpodido analizar, aunquesomeramente, varias de estas cons-trucciones (MORENA, 1999). El asen-tamiento del Cerro de Santa Catalinaestá en las afueras de la localidad,junto a la N-432 Badajoz-Granada ypróximo al cruce de la carretera quelleva a la Fuente de Guta. Parece serel mismo lugar que el historiador deBaena describe como Cerro de laAntigua, llamado así, según él, por-que allí se asentó la antigua pobla-ción de Baena; describe la apariciónde numerosos restos, como mosai-cos, necrópolis, materiales de cons-

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trucción, etc. Hoy día, en el talud N.de la carretera, se aprecian variasestructuras de época romana, entrelas que destacan una con fábrica deopus testaceum y otra que debe co-rresponder a un silo por la típica sec-ción que presenta. Éste quedó al des-cubierto como consecuencia de lasobras de infraestructura realizadas enla carretera N-432 y se encuentracompletamente relleno de tierra; susdimensiones aproximadas son 2 m. dealtura, 0.50 m. en la boca y 1.5 m. enla base, de modo que su volumenaproximado sería de 2.16 m3. No seaprecia resto alguno de la boca enforma de cilindro (su anchura es de0.60 m.) y el interior de la cavidad pre-senta un enlucido a base de opussigninum, lo que podría indicar suposterior reutilización como cisterna,según se ha detectado en otros sitios(JANNORAY, 1955: 162-168;GALLET, 1980: 155-158). En lo quese refiere a su cronología, el uso deopus signinum indicaría una datacióno, al menos, una reutilización en épo-ca romana.

El Cortijo de Alcoba la Alta se en-cuentra a unos 17 km., en línea recta,al N. de la localidad de Baena y a 750m. al W. de la carretera vieja (CV-12)que conduce a Cañete de las Torres.El lugar se encuentra relativamentepróximo a la antigua ciudad de Obulcodonde, como ya expusimos, se loca-liza otro importante campo de silos.La zona en la que se enclava la fincade Alcoba la Alta es muy rica en yaci-mientos arqueológicos, de entre losque destaca el oppidum deTorreparedones que está situado a

poco más de 2 km. al SW. Así mismo,conviene resaltar la numerosa lista derecintos fortificados distribuidos en elentorno (El Real, Las Almayas, LaCuna, Los Serranos, El Calonge,Arroyuelos, Calvo Sánchez, Alcoba laBaja, etc.), cuya función de defensade las zonas de cultivo y puntos deinterés económico parece evidente(MURILLO, et alii, 1989: 167-170).

En esta finca de Alcoba la Alta, ycomo consecuencia de las laboresagrícolas, se descubrieron varios desilos subterráneos en un punto situa-do a unos 100 m. al S. del asiento delcortijo. Uno de ellos pudo ser docu-mentado y corresponde al tipo deno-minado por Varrón como puteus, esdecir, está excavado en el subsuelo,en concreto, en un tipo de roca deno-minada tosca que es muy blanda, ra-zón por la cual no resulta extremada-mente costoso su perforación. Laboca presenta en planta una formacircular, con un diámetro de 0.50 m.mientras que su sección resulta serun cilindro de unos 0.80 m. de altura.En el extremo superior de la boca sedisponían dos hiladas de piedras, amodo de brocal, mientras que el res-to, es decir, unos 0.50 m. se encon-traba excavado ya en la tosca. Aun-que el interior no fue posibledocumentarlo por completo ya queestaba colmatado de tierra en buenaparte, las paredes de la cámara pre-sentaba la típica curvatura con unestrechamiento progresivo desdeabajo hacia arriba, ofreciendo el ca-racterístico aspecto de botella. Al pa-recer estaban sellados con grandeslosas de piedra, aunque no pudimos

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comprobar tal extremo. El hecho deque el terreno se encuentre en suavependiente podría indicarnos un hechointeresante documentado en el Case-río del Gramalejo, es decir, que algu-nos de ellos se encuentren comuni-cados entre sí, aunque ello no dejade ser mera suposición. Al descono-cer la profundidad resulta imposibledeterminar su volumen y en conse-cuencia otros aspectos que serían degran interés, pero en cualquier caso,ya hemos dejado constancia de laimportancia de estos almacenes quedebieron albergar la cosecha de gra-no obtenida en los alrededores.

En cuanto a la cronología de es-tos putei de Baena apenas tenemoselementos de juicio serios para aproxi-marnos al momento de su construc-ción, pero teniendo en cuenta las se-mejanzas que presenta con los silosdel Gramalejo y Cortijo Nuevo de laSilera y teniendo en cuenta el intensopoblamiento ibérico y romano del en-torno es posible que deba encuadrar-se en estos momentos (la ausenciade ladrillos en la construcción podríaabogar por una datación prerromana).

En la provincia de Córdoba se co-nocen otros silos subterráneos deépocas más tardías, concretamente,musulmanes, que afortunadamentefueron objeto de una excavación ar-queológica por vía de urgencia (CAR-MONA, 1995). Se trata de un conjun-to de 8 silos localizados en el yaci-miento de Villa Julia (Carcabuey) queaparecieron con motivo de las obrasde mejora y ensanche de la carreteraC-336. Los silos presentan algunas de

las características que hemos visto enlos casos descritos anteriormente,pero con algunas diferencias nota-bles, tanto en lo que se refiere a susdimensiones (son mucho más peque-ños) como a la forma de la boca. Enbase al material cerámico recogido ensu interior, estos almacenes fueron fe-chados entre la segunda mitad del s.XII y principios del s. XIII (CARMO-NA, 1995: 135).

Por otro lado, en el interior del cas-tillo de Priego de Córdoba, y con mo-tivo de las excavaciones arqueológi-cas realizadas en 2003 como apoyoa la restauración de la fortaleza, selocalizó un silo que estaba bastantearrasado en su parte superior por lasconstrucciones posteriores; estáexcavado en la roca natural y presentauna base circular plana, de 1,53 m.de diámetro máximo con paredes quese van estrechándose progresiva-mente en 1,26 m. de altura conserva-da, confiriéndole esa característicaforma acampanada. Debió realizarseen la 2ª mitad del s. IX quedandoamortizado como basurero a fines dedicha centuria o comienzos del s. X(CARMONA-LUNA-MORENO, 2004:167-168). En el Cortijo de Ruiz Díaz(La Rambla) y con motivo de la cons-trucción de un gasoducto, se excavóun campo de silos de cronología in-cierta aunque la mayoría de los silosquedaron amortizados a finales del s.XI o comienzos del s. XII; al mismotiempo, el lugar se usa como necró-polis para poco después, en épocaalmohade, construirse nuevos silos(ss. XII-XIII), algunos de los cualescortan varias estructuras funerarias

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previas (REIMÓNDEZ, 2004).

2. Los silos del Cerro San Cris-tóbal

En Villa del Río y con motivo de lapuesta en marcha del sistema de rie-go por goteo de grandes zonas de oli-var del término municipal, por partede la Comunidad de Regantes de lalocalidad, se puso al descubierto unimportante yacimiento arqueológicoen el denominado Cerro de San Cris-tóbal. Está situado a unos 900 m. alS. del casco urbano de Villa del Río,entre el camino de San Felipe y elcamino del Granadillo, y a ambos la-dos del camino de la Estrella (Fig. 1).Con una cota de 260 m.s.n.m. ocupauna posición realmente estratégicasobre una meseta con magníficasposibilidades defensivas, dominandogran parte de la vega y del propio ríoGuadalquivir (Lám. I). La superficie delsitio supera los 90.000 m2 aunque losrestos más abundantes (el mismo enque se localizan los tres silos que pre-sentamos) están en torno a las coor-

denadas U.T.M. x= 386.555 y=4.203.557 de la hoja 924 (3-1). Se tra-ta de una zona en la que se encuen-tran algunos de los yacimientos ar-queológicos más interesantes caso deLas Verdejas, Camino del Granadillo,El Árbol del Amor o La Mata, con unespectro cronológico que abarca des-de la Edad del Cobre hasta la épocamedieval islámica (MORENA-SÁN-CHEZ-GARCÍA FERRER, 1991 yPÉREZ, 1999).

Las zanjas abiertas para la insta-lación de las correspondientes tube-rías de conducción del agua (80 cm.de anchura y 1 m. de profundidad) evi-denciaron la existencia en el citadoparaje de un asentamiento humanocon una ocupación que abarca des-de la Edad del Cobre hasta la BajaEdad Media (Lám. II). En superficiese advierten cerámicas a mano de ti-pología calcolítica, a torno pintadas abandas de época ibérica, romanas co-munes, tegulas, terra sigillata y tam-bién cerámicas de época medievalislámica, sin duda, las más abundan-tes. Se pudieron reconocer también

Lám. I. Panorámica del yacimiento desde el Suroeste. La flecha indica el lugar del hallazgo.

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algunos muros y pozos negros de losque se había extraído abundantematerial cerámico y restos de fauna.La tipología cerámica indica una ocu-pación del sitio durante todo el perío-do medieval islámico (ataiforescalifales con borde biselado, sin pie ycon decoración interna mediante latécnica del verde y manganeso, jarrasy ollas de cerámica con decoraciónpictórica digital; ataifores con pie in-dicado y carena alta de épocaalmohade, etc.).

Por otro lado, el hallazgo de algu-nas piezas numismáticas del rey Al-fonso VIII apunta a que el lugar conti-nuó habitado después de la conquis-ta cristiana, aunque probablemente nopor mucho tiempo ya que en 1260consta, documentalmente, la existen-cia de una pequeña población en ellugar que hoy ocupa Villa del Río con

el topónimo de Orabuena (NIETO,1979: 12-16).

Teniendo en cuenta que ni el ac-tual emplazamiento de Villa del Ríoha existido hábitat anterior a la épocacristiana y que en el asentamiento delCerro de San Cristóbal pareceadvertirse un abandono a finales dels. XIII, se podría pensar que la pobla-ción de este último lugar se trasladóa un nuevo sitio que se llamaríaOrabuena hasta la segunda mitad dels. XIV cuando a partir de entoncescomenzó a denominarse Aldea delRío. En cualquier caso, algunos au-tores creen que los pobladores deOrabuena no fueron musulmanes sinocastellano-leoneses que colaboraronen la conquista de Córdoba (NIETO,1979: 16). Volviendo a los restospuestos al descubierto por las zanjaspara el riego de los olivos en el Cerro

Fig. 1. Delimitación del yacimiento sobre el mapa topográfico. Hoja 924 (3-1). El círculo indica ellugar de aparición de los tres silos.

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de San Cristóbal hay que mencionartambién 3 silos subterráneos, cuyaboca se sitúa muy cerca de la super-ficie del terreno de labor, a unos 20cm. La documentación de estos tressilos y el testimonio de un vecino deVilla del Río, que nos informó quedurante los años que estuvo comoencargado de la finca se colmataronentre 25 y 30 silos en una zona bas-

tante amplia (la delimitada en la fig.1), evidencian la existencia en todoeste yacimiento de un importante yextenso campo de silos al estilo deotros ya conocidos en la provincia deCórdoba que ya hemos mencionado.Los tres silos que hemos podido do-cumentar parcialmente, al estar enbuena parte rellenos de tierra, se en-cuentran excavados en la roca toscanatural y presentan la típica secciónacampanada con la boca circular(Lám. III). Sus dimensiones son simi-lares aunque varían sensiblemente. Elsilo nº 1 tiene en la boca 50 cm. dediámetro y una altura presumible de1.40 m; la base alcanzaría los 2.10m. (Lám. IV). El silo nº 2 tiene 55 cm.de diámetro en la boca, así como unaaltura y bases similares al anterior, conla particularidad de que en uno de losextremos presenta una pequeña am-

Lám. II. Una de las zanjas abiertas para la ins-talación del riego.

Lám III. Silos 1 y 2. Lám. IV. Silo 1.

Lám. V. Silo 2. Lám. VI. Silo 3.

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pliación de unos 60 cm. de longitud y60 cm. de altura. Ambos silos se en-cuentran unidos en la parte inferior através de una abertura de 65 cm., loque permitía la comunicación entreellos (Fig. 3). Este hecho no es extra-ño ya que se ha documentado enotros campos de silos como ocurre enEl Gramalejo en Castro del Río y enla Ermita de San Pedro de El Carpio.A unos 50 m. al S. se localiza el silonº 3 que tiene un diámetro de 55 cm.

en la boca y una altura de 1.50 m.; eldiámetro de la base sería de 1.60 m.(Lám. VI). La cubierta de estos silosse resolvía con grandes losas de ca-liza, cuyo grosor oscila entre 15-20cm.

La capacidad de estos varía yaque sus dimensiones son diferentesaunque no en exceso. El tipo interme-dio sería el silo nº 1, para el que he-mos calculado un volumen aproxima-do de 3.833 m3. Para intentar deter-minar la cantidad de grano que pu-dieron acoger estos silos nos basa-mos en una cita de Plinio que dice queel peso del trigo en la Bética era de21 libras por cada modio. Si 1 modioequivale a 8,75 litros, 1 libra equivalea 327 gramos y 21 libras equivalen a6,867 kg. Así, a un volumen de granode 8,75 litros equivaldrían 6,867 kg.de peso (LACORT, 1985: 372). Por lotanto, nuestro silo nº 1 habría acogi-do unos 3008,13 kg. de trigo. Si su-ponemos que este campo de silospudo disponer de 30 unidades de al-

Lám. VII. Tapadera de pizarra de un silocalcolítico.

Fig. 2. Sección silos 1 y 2.

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macenamiento estaríamos hablandode una capacidad global cercana a los100.000 kg. de trigo. En cualquiercaso, esa cifra es sólo aproximada yaque si tenemos en cuenta la enormeextensión del yacimiento (y sabemosque por toda esa superficie se habíandocumentado silos años atrás) quizáshabría que multiplicar por 5 el núme-ro de silos y, en consecuencia, obten-dríamos una capacidad de 500.000kg. de trigo.

Determinar la cronología de estossilos resulta prácticamente imposibleya que no han sido objeto de excava-ción. El arco cronológico es tan am-plio que abarcaría desde la Edad delCobre hasta la época medievalislámica, según el material cerámicode superficie que se documenta en elyacimiento. El hallazgo de una placade pizarra circular de 32,5 cm. de diá-metro y 2,7 cm. de grosor (Lám. VII),

semejante a otras que se han halladoen contextos calcolíticos e interpreta-das como tapaderas de silos, inducea pensar a que el Cerro de San Cris-tóbal de Villa del Río ya se dedicabaal almacenamiento de cereales hace4.000 años, aunque no serían estossilos que presentamos en este traba-jo ya que el diámetro de sus bocas essuperior. En consecuencia, estos si-los podrían ser ibéricos, romanos eincluso islámicos.

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