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NALDA Arqlgia Divers Id Ad e Identida

Apr 10, 2018

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Agustin Anaya
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  • 8/8/2019 NALDA Arqlgia Divers Id Ad e Identida

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    Museum

    Internacional

    UDIVERSIDAD CULTURAL

    Y PATRIMONIO

    Vol LVII, n3 / 227, septiembre de 2005

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    227SEP 2005

    |DIVERSIDAD CULTURALYPATRIMONIO

    4 | HISTORIA YCULTURA: REGMENES DE HISTORIA Y MEMORIATiempo y Patrimonio

    Franois Hartog| 4

    Tiempo Cclico y Tiempo Lineal en la India Antigua1

    Romila Tapar| 16

    La Arqueologa Mexicana y su Insercin en el Debate sobre Diversidad e

    Identidad

    Enrique Nalda | 29

    39| MUSEOS y LA CONCEPCION DEL TIEMPOMuseologa: la interrupcin

    Michael Ames | 39

    Hacer Frente a los Desafos que Plantea la Diversidad en los Museos de

    Sudfrica

    Rooksana Omar| 46

    Museos, Saberes y Diversidad Cultural en Venezuela

    Luis Adrin Galindo Castro | 54

    Memoria, Historia y Museos

    Bernice Murphy| 66

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    75| AUTENTICIDAD YDIVERSIDAD

    Sobre la Autenticidad y la Superficialidad en las Polticas Neerlandesas de

    Patrimonio

    Fred F. J. Schoorl| 75

    Otra Forma de Mirar el Pasado del Lbano

    Lina Gebrail Tahan| 81

    El Patrimonio Judo y Musulmn en Europa: la funcin de la arqueologa

    en la defensa de la diversidad cultural

    Neil Silberman| 88

    Diversidad Cultural en la Creacin de Ecomuseos in Viet Nam

    Amareswar Galla| 94

    Cartula: Marina Taurus

    Artculos: UNESCO /MUSEUM Internacional

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    Tiempo y Patrimonio

    Por Franois Hartog

    Franois Hartog, historiador, es profesor en la cole des hautes tudes en sciences sociales en Pars (Francia). Su

    investigacin se basa en la historiografa antigua y moderna. Entre sus publicaciones cabe mencionar: Rgimes

    dHistoricit: prsentisme et experience du temps [Regmenes de Historicidad: presentismo y experiencia del

    tiempo] (2003), Le XIX sicle et lHistoire: Le cas Fustel de Coulanges[El siglo XIX y la Historia: el caso de

    Fustel de Coulanges] (2001), Vies Parallles [Vidas Paralelas] e Histoires, Altrit, Temporalit [Historias,

    Alteridad, Temporalidad] (2000).

    omo historiador de la historia, considerada como una forma de historia intelectual, he

    terminado por adoptar gradualmente la observacin hecha por Michel de Certeau a finales de

    los aos ochenta de que objetivar el pasado respecto de los tres ltimos siglos, ha dejado

    indudablemente un tiempo en el que no reparamos dentro de una disciplina que ha seguido utilizndolo

    como instrumento taxonmico1.Hasta cierto punto, el tiempo se ha convertido en un lugar comn

    para el historiador que lo ha preservado o instrumentalizado. Es inimaginable, no porque sea

    inconcebible, sino porque no pensamos en l, o en trminos ms sencillos, no pensamos acerca de l.

    Como historiador que procura prestar atencin al tiempo en que vive, he observado, por consiguiente,como muchos otros, el desarrollo rpido de la categora del presente hasta que ha pasado a ser obvio

    que el presente est omnipresente. Por eso me refiero a esa situacin como presentismo.

    Cmo puede entenderse mejor este fenmeno? Qu efectos tiene? Qu significa? Por ejemplo,

    en el marco de la profesin histrica en Francia, que se inici en el decenio de 1980, surgi una historia

    que se autodenomin Historia del presente, y que acompa a ese movimiento. Para atender

    numerosas exigencias de la historia moderna o muy reciente, se pidi y, ocasionalmente, se urgi a la

    profesin a que les diera respuesta. Situada en frentes muy distintos, esta historia se encontr

    precisamente en el candelero de la actualidad jurdica, durante los procesos por los crmenes de lesa

    humanidad que se ocuparon fundamentalmente de la nueva temporalidad de la imprescriptibilidad.

    El concepto del rgimen de la historicidad resulta pertinente para llevar a cabo esta investigacin.

    Me refer a l por primera vez en 1983, a fin de explicar lo que me pareca ser el aspecto ms interesante

    de las propuestas formuladas por el antroplogo estadounidense Marshall Sahlins. Sin embargo, en ese

    momento, dicho concepto llam poco la atencin: la ma slo ligeramente ms que la de los dems2. Su

    tiempo no ha llegado an! Inspirndose en las teoras de Claude Lvi-Strauss acerca de las sociedades

    calientes y fras, Sahlins procur determinar la forma de historia que ha sido caracterstica de las

    Islas del Pacfico. Tras haber abandonado ms o menos la expresin, sin elaborarla ms, yo la

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    redescubr, no ya en relacin con los pueblos indgenas del pasado, sino en el presente, aqu y ahora;

    para ser ms preciso, despus de 1989 se afirm a s misma como una forma de interrogar las

    circunstancias, cuando la cuestin del tiempo haba pasado a ser un asunto o un problema importante:

    ocasionalmente algo que nos obsesionaba.

    En el nterin, yo me haba familiarizado con las categoras metahistricas de experiencia y

    expectativa, en la forma en que las haba formulado el historiador alemn Reinhardt Koselleck, con el

    afn de crear una semntica para los tiempos histricos. Poniendo en tela de juicio las experiencias

    temporales de la historia, busc en cada presente, la forma en que las dimensiones temporales del

    pasado y el futuro estaban vinculadas3. Ello constituy un estudio interesante, que tena en cuenta las

    tensiones existentes entre la experiencia y las expectativas, junto con prestar atencin a las modalidades

    de articulacin entre el presente, el pasado y el futuro. El concepto de rgimen de historicidad pudo,

    por consiguiente, aprovechar un dilogo (aun cuando yo fuese el intermediario) entre Sahlins y

    Koselleck: entre antropologa e historia.

    Una conferencia, concebida por el helenista Marcel Detienne, especialista en enfoques

    comparativos, brind la oportunidad de resumir nuevamente el concepto y de desarrollarlo ms,

    conjuntamente con otro antroplogo, Grard Lenclud. Esta era una forma de seguir adelante,

    modificando levemente el dilogo intermitente pero recurrente, que en ocasiones haba decado pero

    nunca se haba descartado totalmente, entre antropologa e historia que Claude Lvi-Strauss haba

    iniciado en 1949. El rgimen de historicidad, escribimos entonces, poda entenderse de dos maneras.En un sentido restringido, como la forma en que una sociedad considera su pasado y lo aborda. En un

    sentido ms amplio, el rgimen de historicidad designa el mtodo de conocimiento de s misma de una

    comunidad humana. La manera, segn manifestaba Lvi-Strauss, en que reacciona ante el grado de

    historicidad que es equivalente en todas las sociedades. Ms concretamente, el concepto brinda un

    instrumento para comparar distintos tipos de historia, pero tambin e incluso en primer lugar, aadira

    yo ahora, pone de relieve mtodos de relacin con el tiempo. Formas de la experiencia del tiempo, aqu

    y en otro sitio, hoy y ayer. Formas de estar en el tiempo. Si, a partir del aspecto filosfico, la

    historicidad, cuya trayectoria traz nuevamente Paul Ricoeur desde Hegel hasta Heidegger, designa la

    condicin de ser, histricamente4, o aun el presente del gnero humano para s como historia5,

    prestaremos especial atencin aqu a la diversidad de los regmenes de historicidad.

    Por ltimo, este concepto me acompa durante una estancia en Berln, en el

    Wissenschaftskolleg en 1994, cuando los rastros del Muro an no haban desaparecido. En el centro de

    la ciudad no se vean ms que construcciones, ya sea en curso o por iniciarse, el debate sobre si se

    reconstrua o no el Palacio Real ya arreciaba y las amplias fachadas desmanteladas de los edificios de la

    parte oriental cuajadas de impactos de balas revelaban un tiempo que haba transcurrido de manera

    diferente. Habra sido a todas luces falso afirmar que el tiempo se haba detenido. Con sus vastos

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    rgimen de historicidad ha sido indicio el rpido aumento de la patrimonizacin en los aos noventa?

    Demuestra esta predileccin por el pasado una forma de nostalgia por un rgimen de historicidad

    superado, obsoleto, sin embargo, desde hace mucho tiempo? A la inversa, cmo puede an adaptarse a

    un rgimen moderno que, en los dos ltimos siglos, ha cifrado su fervor de esperanza en el futuro?

    Durante este periodo, el patrimonio se afirm como categora dominante, si no agobiante, que

    comprende la vida cultural y las polticas pblicas. Se procedi a un inventario de los nuevos

    patrimonios y se establecieron nuevos usos del patrimonio. En Francia, desde 1983, las Journes du

    Patrimoine (Das del Patrimonio) han atrado a un nmero cada vez mayor de visitantes a sitios

    considerados como representativos del patrimonio: ms de 11 millones de personas en septiembre de

    2002. Tales resultados, determinados y proclamados en debida forma todos los aos por los medios de

    comunicacin, parecen constituir un rcord que habra de batirse el ao siguiente. Las Journes du

    Patrimoinese han propagado a travs del mundo, y hoy hablamos -en particular gracias a las iniciativas y

    convenciones de la UNESCO- de la universalizacin del patrimonio, en tanto que todos los aos, la

    lista de sitios del Patrimonio Mundial sigue alargndose8. Una Escuela Nacional del Patrimonio,

    responsable de la formacin de los futuros conservadores funciona en Pars desde 1991. Tambin existe

    desde 1996 una Fundacin del Patrimonio. Inspirndose, al menos en sus expectativas, en el British

    National Trust, ha permanecido de hecho bastante discreta. Por ltimo, la Divisin del Patrimonio del

    Ministerio de Cultura viene organizando Entrevistas sobre el Patrimonio desde 1984. Todo lo relacionado

    con el patrimonio es motivo de anlisis, incluso, muy recientemente, se ha hablado de sus abusos9

    .Les lieux de mmoire del historiador Pierre Nora condujeron al diagnstico de que hay una

    patrimonizacin de la historia de Francia, si no de la propia Francia, en la medida en que el paso de

    un rgimen de memoria a otro nos ha conducido de la historia-memoria a la historia-patrimonio.

    En este sentido, la definicin que da la ley de 1993 respecto del patrimonio monumental es notable:

    Nuestro patrimonio es la memoria de nuestra historia y el smbolo de nuestra identidad nacional. A

    partir de la memoria, el patrimonio se transforma en memoria de la historia, y como tal, en smbolo de

    identidad. Memoria, patrimonio, historia, identidad y nacin estn unidas en el estilo pulido del

    legislador.

    En esta nueva configuracin, el patrimonio est ligado al territorio y la memoria, que constituyen

    ambos vectores de identidad: palabra clave en los aos ochenta. Sin embargo, se trata menos de una

    identidad obvia y afirmativa que de una identidad incmoda que corre el riesgo de desaparecer o que en

    gran medida ya est olvidada, borrada o reprimida: una identidad en busca de s misma, que ha de ser

    exhumada, ensamblada o incluso inventada. En este sentido, el patrimonio permite definir menos lo

    que uno posee, lo que uno tiene, que a circunscribir lo que uno es, sin haber sabido, o sin haber sido

    capaz de saberlo. El patrimonio se convierte entonces en una invitacin a la anamnesis colectiva. La

    ardiente obligacin del patrimonio, con sus exigencias de conservacin, renovacin y

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    conmemoracin, se aade al deber de memoria, con su reciente traduccin pblica de

    arrepentimiento.

    Fuera del mundo cristiano, el ejemplo del Japn ha llamado a menudo la atencin. El hecho de

    que poco despus de la Restauracin Meij (1868), se dotara al pas de una legislacin de proteccin de

    las obras arquitectnicas y artsticas antiguas, facilit la comprensin, con ms facilidad que en otros

    lugares, de las similitudes y diferencias en relacin con el concepto europeo de patrimonio10. A una

    directriz inicial relativa al inventario de 1871, sigui, en 1897, una ley acerca de la presentacin de los

    antiguos santuarios y templos, que introdujo el concepto de tesoro nacional. La palabra tesoro

    indica que el objeto obtiene su valor de un elemento inmaterial (por ejemplo, su origen divino) 11. El

    patrimonio religioso (sintosta) pas a tener un inters primordial. Luego, en 1919, se dict una ley

    acerca de la preservacin de los sitios histricos y pintorescos y de los monumentos naturales. Por

    ltimo, la ley de 1950 relativa a la proteccin de los bienes culturales reconoci, por primera vez, el

    patrimonio cultural inmaterial. Examinaremos aqu slo dos caractersticas de este marco legislativo y

    de las prcticas en materia de patrimonio que codifica.

    En primer lugar, se aprobaron las disposiciones necesarias para la reconstruccin peridica de

    ciertos edificios religiosos. El hecho de que se trate de construcciones de madera no explica realmente

    la situacin porque la reconstruccin es exactamente la misma y se programa con antelacin. Tal es el

    caso en especial del importante santuario de Ise. El templo de la diosa Amaterasu, antepasada mtica de

    la Casa Imperial, se reconstruye en efecto exactamente igual, con madera de ciprs japons, cada20 aos. Este rito, que se inici en el siglo sptimo, se ha mantenido hasta nuestros das (por cierto, con

    algunas interrupciones). La prxima reconstruccin est prevista para 2013. La permanencia de la

    forma tiene la mayor importancia. El dilema occidental preserva o restaura no se plantea12. Por

    otra parte, una persona japonesa que visite Pars quedar (o, mejor dicho, habr quedado en su

    momento) impresionada por los esfuerzos realizados para preservar los objetos y monumentos

    histricos del desgaste del tiempo13. La preocupacin primordial de la poltica cultural japonesa no era

    ni el aspecto visual de los objetos ni la conservacin de su apariencia. Se basaba en un razonamiento

    diferente que tena que ver ms bien con una actualizacin.

    Ello permite entender mejor la denominacin de tesoro nacional viviente, que figura en la ley

    de 1950. Esta denominacin se otorga a un artista o artesano, no como persona, sino slo como

    depositario de un patrimonio cultural inmaterial importante. El ttulo, que puede recompensar a un

    individuo o a un grupo, exige que el ganador transmita su saber. A fin de poder hacerlo, el agraciado

    obtiene una beca. Se desprende claramente de esta disposicin tan singular que el objeto o su

    conservacin cuentan menos que la actualizacin de la pericia que se transmite precisamente por ser

    actualizada. Al igual que el templo de madera, el arte tradicional existe en la medida en que pertenece al

    presente o forma parte de ste. Como consecuencia de ello, nociones como original, copia,

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    autenticidad, que son esenciales para la constitucin del patrimonio en Occidente, no tienen vigencia

    o no revisten en ningn caso el mismo valor en Japn. Es cierto que el pasado es importante, pero el

    orden del tiempo opera de distinto modo que en Europa. Una representacin diferente de la

    permanencia y una relacin diferente con las huellas del pasado fue derivada de un tiempo que

    primordialmente no era lineal. Lo anteriormente expuesto constituye un esbozo sumamente breve, un

    simple boceto a distancia, pero basta para desorientar las evidencias del concepto europeo de

    patrimonio.

    En aos recientes, la aparicin del patrimonio, en consonancia con la de la memoria, se ha

    desarrollado a una escala que linda con la nocin de que todo es patrimonio. Como las memorias se

    proclaman o se exigen cada vez ms, cualquier cosa podra considerarse patrimonio o susceptible de

    llegar a serlo. En todo, la inflacin que reina parece ser equivalente. La patrimonizacin o la

    musealizacin se aproximan cada vez ms al presente; por ello, fue necesario estipular, por ejemplo,

    que ninguna obra arquitectnica viva poda considerarse jurdicamente como un monumento

    histrico14. Ello es un indicio inequvoco de la historizacin actual, como se indic anteriormente.

    Otro ejemplo, esta vez urbano, de los efectos del concepto de patrimonio y de las interacciones

    del tiempo queda de manifiesto en las polticas de rehabilitacin, renovacin y revitalizacin de los

    centros urbanos que procuran museificar pero de manera realista, dndoles nueva vida a travs de la

    renovacin. Tener un museo pero sin encerrarlo: una vez ms, un museo extramuros? Un museo

    estrictamente dedicado a la sociedad, si no un museo social. Por cierto, una iniciativa de este tipoentraar, al ir ms all de la nocin de monumento histrico, una mayor conciencia de que la

    proteccin del patrimonio debe concebirse como un proyecto urbano en su totalidad. Ello confirmara

    la evolucin desde la Carta de Atenas en 1931 a la de Venecia en 196415. Y surge entonces otra

    paradoja: el ms autnticamente moderno hoy en da sera el pasado histrico, pero con arreglo a los

    criterios modernos. Slo las fachadas deben preservarse.

    Cuando este pasado dej de aparecer, contribuyendo a la agitacin de los suburbios o ciudades

    dormitorio, hubo que sacarlo a la superficie. Se crearon sitios del patrimonio urbano a fin de construir

    una identidad, eligiendo una historia, que se transforma en la historia, la de la ciudad o del vecindario:

    una historia descubierta, redescubierta o exhumada, que se exhibe entonces, y en torno a la cual se

    organiza, en todos los sentidos de la palabra, la circulacin.

    Los patrimonios se estn multiplicando. Un ejemplo entre otros es la ley relacionada con la

    Fundacin del Patrimonio, que, temerosa de incurrir en alguna omisin, ha inventariado el patrimonio

    cultural protegido, el patrimonio cultural de vecindad (el tejido conjuntivo del territorio nacional),

    el patrimonio natural, que incluye la nocin de paisaje, el patrimonio vivo (especies animales y

    vegetales) y el patrimonio inmaterial (conocimientos tradicionales, tradiciones folclricas, folclore). El

    patrimonio gentico se menciona ahora regularmente en los medios de comunicacin y el patrimonio

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    tico tambin ha hecho su aparicin. El ritmo acelerado de la constitucin o incluso de la produccin

    de patrimonio en todas las latitudes se observa a simple vista. Una serie de cartas internacionales han

    respaldado, coordinado y dado forma a este movimiento aunque todava existe una distancia

    considerable entre los principios y la medida en que se los respeta.

    La primera carta, la Carta de Atenas para la restauracin de monumentos histricos, se ocup

    slo de los monumentos de gran envergadura e ignor los dems. Treinta aos despus, la Carta de

    Venecia ampli considerablemente los objetivos teniendo en cuenta la Conservacin y restauracin de

    sitios y monumentos. El Artculo 1 contena una definicin mucho ms amplia de los monumentos

    histricos: la nocin de monumento histrico comprende la creacin arquitectnica aislada as como

    el conjunto urbano o rural que da testimonio de una civilizacin particular, de una evolucin

    significativa o de un acontecimiento histrico. Se refiere no slo a las grandes creaciones sino tambin a

    las obras modestas que han adquirido con el tiempo una significacin cultural. El prembulo hace

    especial hincapi en la salvaguarda e introduce la nocin de patrimonio compartido por la humanidad.

    La humanidad, que cada da toma conciencia de la unidad de los valores humanos, los considera como

    un patrimonio comn y, de cara a las generaciones futuras, se reconoce solidariamente responsable de

    su salvaguarda. Debe transmitirlos en toda la riqueza de su autenticidad. El patrimonio est

    constituido tambin por testimonios, sean grandes o pequeos. Con respecto a todo testimonio,

    nuestra responsabilidad es reconocer su autenticidad pero nuestra responsabilidad adicional se extiende

    a las generaciones futuras.En esta mayor toma de conciencia, el salvamento de los templos de Ab Simbel en 1959, durante

    la construccin de la enorme presa de Asun, desempe evidentemente un papel importante.

    Constituy un experimento que fue ampliamente divulgado en los medios de comunicacin,

    movilizando considerablemente a la opinin pblica. Cosa bastante sorprendente, el pasado distante y

    las tcnicas modernas se convirtieron en aliados: el futuro no se apoder de las ruinas del pasado. Les

    dio, por el contrario, la oportunidad de permanecer visibles en el futuro, como una especie de semforo

    repetido. El discurso de Andr Malraux durante esa campaa lo corrobora ampliamente: Vuestro

    llamamiento no pertenece a la historia del espritu porque debis salvar los templos de Nubia, sino

    porque con l la civilizacin del primer mundo reclama pblicamente el arte mundial como su

    patrimonio indivisible.

    Cuanto ms ese patrimonio (al menos el concepto) gan en estatura, ms se derrumb el

    monumento histrico (la categora). La ley de 1913 substituy el inters nacional como criterio para

    la clasificacin de un monumento por el inters pblico desde la perspectiva de la historia y del arte.

    Esto signific ya ampliar la definicin del concepto. Sin embargo, hoy en da el privilegio supremo de la

    definicin de la historia-memoria nacional es desafiado u objetado en nombre de memorias parciales,

    sectoriales o particulares (grupos, asociaciones, empresas, comunidades, etc.), todas las cuales aspiran a

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    ser reconocidas como legtimas, igualmente legtimas o incluso ms legtimas. El Estado nacin ya no

    tiene que imponer sus valores, sino salvaguardar lo ms pronto posible lo que, en un momento dado,

    inmediatamente, incluso en una emergencia, es considerado patrimonio por diversos actores

    sociales16. El monumento tiende a ser sustituido por el memorial: que es menos un monumento y ms un

    lugar de memoria, donde nos empeamos en obtener que la memoria viva, mantenindola vivida y

    transmitindola.

    Entre 1980 y 2000, se registraron en Francia 2.241 asociaciones, cuyo campo de accin declarado

    era el patrimonio o el medio ambiente: patrimonio pequeo. En su gran mayora esas asociaciones

    son recientes, y fueron creadas despus de 1980. Al adoptar ocasionalmente definiciones ms amplias

    de patrimonio que no corresponden estrictamente a las categoras oficiales de la administracin, que se

    ocupa del gran patrimonio, tienden a desestabilizar la maquinaria administrativa que practica la

    clasificacin. Para dichas asociaciones, el valor de los objetos que eligen reside en parte en el hecho de

    que han procurado que se los reconozca17. Se trata sobre todo de una cuestin de patrimonio local, que

    liga la memoria al territorio con operaciones encaminadas a producir territorio y continuidad para los

    que viven all hoy en da. Las asociaciones que se ocupan del patrimonio demuestran la construccin

    de una memoria que no es una memoria dada y que, por consiguiente, no se ha perdido. Obran con

    miras a la constitucin de un universo simblico. El patrimonio no debe estudiarse desde el pasado

    sino ms bien desde el presente, como una categora de accin en el presente y que se refiere al

    presente18

    . Por ltimo, el patrimonio ya se ha convertido en un aspecto clave de la industria del ocio,que depende de importantes intereses econmicos. Su valorizacin est, por consiguiente,

    directamente integrada en los rpidos ritmos y temporalidades de la economa de mercado actual,

    entrando en conflicto con ella o, en su caso, llegando a adaptarse a ella.

    El siglo XX es el siglo que ha invocado en mayor medida el futuro, el ms construido y

    masacrado en su nombre, llevando lo ms lejos posible la produccin de una historia escrita desde la

    perspectiva del futuro, con arreglo a los postulados del rgimen moderno de la historicidad. No

    obstante, es tambin el siglo que, en particular durante su ltimo tercio, dio la definicin ms amplia a

    la categora del presente: un presente masivo, agobiante, omnipresente, que no tiene ms horizonte que

    s mismo, que crea cotidianamente el pasado y el futuro que, da tras da, le es necesario. Un presente ya

    pasado antes de haber terminado de acontecer. Desde finales de los aos sesenta, este presente dio sin

    embargo muestras de estar ansioso, en busca de races y obsesionado por la memoria. La confianza en

    el progreso fue reemplazada por la preocupacin de salvaguardar y preservar: Preservar qu y para

    quin? Este mundo, nuestro mundo, futuras generaciones, nosotros.

    La mirada museal se posa, por consiguiente, en lo que nos rodea. Nos gustara preparar,

    empezando desde hoy, el museo del maana, reuniendo los archivos de hoy como si ya fuera ayer,

    atrapados como estamos entre la amnesia y el deseo de no olvidar nada. Para quin? Por no decir para

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    nosotros, en primer lugar. La destruccin del Muro de Berln, seguida por su instantnea museificacin,

    constituye un buen ejemplo, vinculada con la misma rapidez a su comercializacin. Trozos del muro se

    pusieron en venta inmediatamente, debidamente sellados con la expresin Original Berlin Mauer. Si

    patrimonio es, de ahora en adelante, lo que define qu somos en la actualidad, el imperativo del

    movimiento de patrimonizacin, atrapado en el aura del deber de memoria, permanecer como un

    rasgo distintivo del momento que estamos viviendo o que acabamos de vivir: una cierta relacin con el

    presente y una expresin de presentismo.

    Al examinar la trayectoria del patrimonio, cabe sealar un componente que an no hemos

    analizado plenamente: la patrimonizacin del medio ambiente. La UNESCO proporciona una buena

    introduccin porque es a la vez una caja de resonancia y un vasto laboratorio mundial, donde se elabora

    una doctrina y se proclaman principios. En 1972, la Conferencia General aprob la Convencin para

    la Proteccin del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural. Nada escapa al mbito de aplicacin del

    texto: el patrimonio es mundial, cultural y natural. Por qu una Convencin Internacional? El

    prembulo comienza con la observacin de que el patrimonio universal est cada vez ms amenazado

    de destruccin, no slo por las causas naturales de deterioro sino tambin por la evolucin de la vida

    social y econmica que las agrava con fenmenos de alteracin o destruccin an ms temibles. Esas

    consideraciones han llevado tambin a la introduccin de un nuevo concepto: el de proteccin, cuya

    responsabilidad recae en la comunidad internacional en su conjunto.

    Actualmente, la UNESCO lucha por vincular la toma de conciencia de la diversidad cultural, lapreocupacin por la biodiversidad y los esfuerzos con miras al desarrollo sostenible 19. Lo que leg a

    esos tres conceptos y objetivos es la inquietud o la necesidad de proteccin o, mejor an, de

    preservacin. Se trata de resguardar el presente o de preservar el futuro? Uno y otro, como es lgico.

    La pregunta, sin embargo, no es necesariamente ociosa. Razonamos acaso yendo del futuro hacia el

    presente o ms bien del presente hacia el futuro? Volveremos sobre este punto.

    Desde la perspectiva de la relacin con el tiempo, en qu ha consistido esta proliferacin del

    patrimonio y de qu ha sido una seal?

    Es claramente una seal de ruptura, entre el presente y el pasado, siendo la experiencia real de la

    aceleracin una forma de sobrellevar el cambio de un rgimen de memoria a otro, elemento que Pierre

    Nora ha convertido en el punto inicial de su investigacin. El itinerario del concepto ha mostrado

    indudablemente que el patrimonio nunca ha disfrutado de una continuidad sino, por el contrario, ha

    sufrido rupturas y un cuestionamiento del orden del tiempo, con la interaccin de ausencia y presencia,

    visibilidad e invisibilidad que ha marcado y orientado las formas incesantes y en constante mutacin de

    la produccin de semforos. Ello se remonta a los fundamentos de la tradicin occidental que se inici

    con Jess y del nuevo orden del tiempo que se puso en movimiento.

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    El patrimonio es un camino en el que se experimentan rupturas, en que stas se reconocen y se

    reducen, mediante la ubicacin, la seleccin y la produccin de semforos. Inscrita en el prolongado

    transcurso de la historia occidental, la definicin del concepto ha pasado por varias etapas que siempre

    fueron correlativas a momentos importantes de cuestionamiento del orden del tiempo. El patrimonio

    es un recurso en pocas de crisis. Si existen, por consiguiente, momentos de patrimonio, sera ilusorio

    ensayar y fijar un solo significado de la palabra.

    Tras las catstrofes acaecidas en el siglo XX, las numerosas heridas y las aceleraciones

    significativas de la experiencia real del tiempo, ni la aparicin repentina de la memoria ni la del

    patrimonio constituyen, en definitiva, una sorpresa. Cabra preguntarse incluso: por qu tard tanto?

    Seguramente, porque el orden del mundo y el orden del tiempo apenas lo permitieron. Una

    multiplicidad de condiciones eran necesarias, como lo sealamos al comienzo de este viaje a travs del

    tiempo. Por otra parte, el auge contemporneo del patrimonio se distingue de movimientos anteriores

    por la rapidez de su expansin, la multiplicidad de sus expresiones y su carcter altamente presentista,

    aun cuando el presente se tome en un sentido amplio. El memorial adquiere precedencia respecto del

    monumento o este ltimo se convierte en memorial. El pasado atrae ms que la historia; la presencia

    del pasado, la evocacin y la emocin son ms importantes que guardar distancia y dedicarse a la

    meditacin; en definitiva, el propio patrimonio sufre la influencia de la aceleracin: debe efectuarse con

    rapidez antes de que sea demasiado tarde, antes de que caiga la noche y de que el da haya desaparecido

    totalmente.Que se exprese como una solicitud, que se afirme como un deber o que se invoque como un

    derecho, la memoria puede al mismo tiempo considerarse como una respuesta al presentismo a la vez

    que un sntoma del mismo. Otro tanto puede afirmarse respecto del patrimonio. Sin embargo, con algo

    adicional desde la perspectiva de la experiencia, y en definitiva de la del orden del tiempo. La

    patrimonizacin del entorno, que indica lo que probablemente es la mayor y la ms reciente expansin

    del concepto, allana indudablemente el camino hacia el futuro o hacia nuevas interacciones entre el

    presente y el futuro. No estamos abandonando el crculo del presente, dado que la inquietud por el

    futuro se da como razn de que este fenmeno siga existiendo? Salvo que este futuro ya no es una

    promesa o principio de esperanza, sino una amenaza. La situacin es a la inversa. Una amenaza que

    hemos iniciado y de la cual actualmente debemos reconocernos responsables.

    Poner en tela de juicio el patrimonio y sus regmenes de temporalidad nos ha llevado entonces,

    inesperadamente, del pasado hacia el futuro, pero un futuro que ya no est por conquistar o por hacer

    sobrevenir sin vacilar, en caso necesario, para brutalizar el presente. Este futuro ya no es un horizonte

    brillante hacia el cual avanzamos, sino una lnea sombra que hemos echado a andar hacia nosotros

    mismos, mientras parecemos habernos detenido en el presente, meditando sobre un pasado que no

    pasa.

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    Notas

    1.Michel De Certeau, Histoire et psychanalyse entre science et fiction[Historia y psicoanlisis entre ciencia y ficcin], Pars,Gallimard, 1987, pg. 89. Vase Jean Leduc, Les Historiens et le Temps, Conceptions, problmatiques, critures [Loshistoriadores y el tiempo, concepciones, problemticas, escrituras], Pars, Ed. du Seuil, 1999.

    2.Franois Hartog, Marshall Sahlins et lanthropologie de lhistoire [Marshall Sahlins y la antropologa de la historia],Annales ESC, 6, 1983, pgs. 1256-1263.

    3.Reinhart Koselleck, Le futur pass[El futuro pasado], Pars, Ed. de lcole des Hautes tudes en Sciences Sociales,1990, pgs. 307-329.

    4.Paul Ricoeur, La Mmoire, lhistoire, loubli[La memoria, la historia, el olvido], Pars, Ed. du Seuil, 2000, pgs. 480-498,y Mmoire: approches historiennes, approche philosophique [Memoria: enfoques histricos, enfoquefilosfico], Le Dbat[El Debate], 122, 2002, pgs. 42-44.

    5.Jean Franois Lyotard, Les Indiens ne cueillent pas de fleurs [Los indios no recogen flores], Annales, 20, 1965, pg.65 (artculo relativo a The Savage Mindpor Claude Lvi-Strauss).

    6.Por ejemplo, Gnter Grass, Toute une histoire[Una larga historia], Pars, Ed. du Seuil, 1997; Cees Nooteboom, Le Jourdes morts[El da de los muertos], Arles, Actes Sud, 2001.

    7.Franois Etienne, Reconstruction allemande [Reconstruccin alemana], en Patrimoine et passions identitaires[Patrimonio y pasiones identitarias], dirigida por Jacques Le Goff, Pars, Fayard, 1998, pg. 313 (para la cita deScharoun), y Gabi Dolff-Bonekmper, Les monuments de lhistoire contemporaine Berlin: ruptures,contradictions et cicatrices [Los monumentos de la historia contempornea en Berln: rupturas, contradicciones ycicatrices], en LAbus monumental[El abuso monumental], dirigida por Rgis Debray, Pars, Fayard, 1999, pgs.363-370.

    8.Vase el sitio web del Centro del Patrimonio Mundial, que contaba 730 a finales de 2002.9.Labus monumental, op. cit., en particular, R. Debray Le monument ou la transmission comme tragdie [El monumento

    o la transmisin como tragedia], pgs. 11-32. Tzvetan Todorov haba publicado ya Les abus de la mmoire [Los

    abusos de la memoria], Pars, Arla, 1995.

    10. Marc Bourdier, Le mythe et lindustrie ou la protection du patrimoine culturel au Japon [El mito y la industria o laproteccin del patrimonio cultural en el Japn], Genses, 11, 1993, pgs. 82-110.

    11. Nicolas Fiv, Architecture et patrimoine au Japon: les mots du monument historique [Arquitectura y patrimonioen el Japn: las palabras del monumento histrico], Labus monumental, op. cit., Pars, Fayard, 1999, pg. 333.

    12. Este es el ttulo exacto de un texto del arquitecto italiano Camillo Boito, publicado en 1893, en el que procuradefinir una posicin intermedia entre la ilustrada por Viollet-le-Duc Restaurer un difice, ce nest paslentretenir, le rparer ou le refaire, cest le rtablir dans un tat complet qui peut navoir jamais exist un momentdonn [Restaurar un edificio no es mantenerlo, repararlo, reconstruirlo, es restablecerlo en un estado completoque puede no haber existido en un momento dado] (Dictionnaire de larchitecture[Diccionario de arquitectura]) y la

    de Ruskin preservar absolutamente hasta el punto de crear ruinas si es necesario, vase Leniaud, op. cit. pgs.186-188.

    13. Masahiro Ogino, La logique dactualisation. Le patrimoine au Japon [La lgica de la actualizacin. El patrimonioen el Japn], Ethnologie franaise[Etnologa francesa], XXV, 1995, pgs. 57-63.

    14. Franoise Choay, envo de Alois Riegl, op. cit. pg. 9.15. La Conferencia de Atenas se celebr a iniciativa de la Comisin Internacional de Cooperacin Intelectual de la

    Sociedad de Naciones y el Consejo Internacional de Museos, vase infrapg...

    16. El nmero de edificios protegidos aument de 24.000 en 1960 a 44.709 en 1996.

    17. Herv Glevarec y Guy Saez, Le patrimoine saisi par les associations[El patrimonio en manos de las asociaciones], op. cit.pgs. 129-193.

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    18. Ibid. pg. 263.19. Koichiro Matsuura, loge du patrimoine culturel immateriel [Elogio del patrimonio cultural immaterial], Le

    Monde, 11 de septiembre de 2002.

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    Tiempo Cclico y Tiempo Lineal en la India Antigua1

    Por Romila Thapar

    Romila Thapar es licenciada por la Universidad del Punjab y doctora por la Universidad de Londres. Ejerci de

    profesora adjunta en la Universidad de Delhi y despus en la Ctedra de Historia de la India Antigua de la Universidad

    Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi, en la que ahora es profesora emrita de Historia. Adems, es miembro honorario del

    Lady Margaret Hall (Universidad de Oxford) y ha ejercido de profesora invitada en las universidades de Cornell y

    Pensilvania, ascomo en el Collge de France (Pars). Entre sus publicaciones destacan: Asoka and the Decline

    of the Mauryas; Ancient Indian Social History: Some Interpretation; From Lineage to State; History

    and Beyond; Sakuntala: Texts, Readings, Histories; yCultural Pasts: Essays on Indian History, junto con

    un libro para nios titulado Indian Tales.

    as ideas heredadas de los dos ltimos siglos atribuyen a la tradicin india una concepcin

    exclusivamente cclica del tiempo. En contraste con el tiempo bsicamente lineal de la

    civilizacin europea, el tiempo indio consistira en una repeticin infinita de ciclos, cosa que

    tambin lleva implcita la idea de que el tiempo cclico excluye todo sentido de la historia. Ello

    contribuy a la teora de que la civilizacin india era ahistrica por naturaleza. La conciencia histrica,

    se postulaba, requera que el tiempo fuera lineal y se moviera como una flecha entre el origen y unaconclusin final escatolgica. Los conceptos del tiempo y el sentido de la historia, por consiguiente,

    estaban entrelazados.

    Los primeros estudiosos europeos que trabajaron sobre la India buscaban crnicas histricas del

    subcontinente bebiendo en fuentes snscritas, pero no supieron encontrarlas. La excepcin a esta regla,

    segn se deca, era el Rajataranginde Kalhana, una historia de Cachemira escrita en el siglo XII. Se trata

    en efecto de una asombrosa historia premoderna de la regin, que, sin ser un ejemplo aislado (pues este

    gnero est presente en otras crnicas regionales), s es el ms notable. Los dems no fueron tenidos en

    cuenta, quiz porque los crculos de eruditos europeos los conocan menos o acaso porque el hecho de

    caracterizar a la civilizacin india por la falta de conciencia histrica haca tanto ms necesario que esa

    historia fuera descubierta gracias a las investigaciones de los estudiosos que dieron en llamarse

    orientalistas.

    Se afirmaba que el tiempo circular de la India, que se repeta incesantemente y careca de puntos

    que sealaran con claridad principio y final, impeda distinguir entre mito e historia y negaba la

    posibilidad de acontecimientos nicos, requisito indispensable para que exista algn tipo de visin

    histrica. Ello reduca al mnimo la importancia de las actividades humanas. Se deca que la elaboracin

    del ciclo era una fantasa numrica destinada a subrayar el carcter ilusorio del universo. Tampoco haba

    L

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    la menor tentativa de postular que la historia avanzara hacia la meta del progreso, una idea de

    importancia capital en la Europa decimonnica. En el presunto descubrimiento del pasado de la India,

    la investigacin segua partiendo de las premisas intelectuales propias de la Europa del momento.

    Segn tales premisas, Asia, y especialmente la India, no eran slo distintas de Europa sino

    bsicamente su opuesto. Asia era la otredad de Europa. Mientras Karl Marx y Max Weber buscaban

    paradigmas muy diferentes para comprender la estructura de la economa poltica asitica o la funcin

    de la religin en Asia, otros pensadores de menor entidad (pero influyentes en ciertos sectores), como

    Mircea Eliade, hablaban del concepto indio del tiempo como del mito del eterno regreso de los ciclos

    temporales, con lo que la historia quedaba excluida.

    Al margen de todo lo dicho, el tiempo era tan necesario para la creacin de la cosmologa y la

    escatologa como lo era un calendario para la cronologa histrica. La existencia de una cronologa

    histrica y de un sentido de la historia que, segn algunos sostenemos ahora, aparecen claramente en

    los textos indios, significa que en realidad haba por lo menos dos conceptos del tiempo: uno cclico,

    presente sobre todo en la elaboracin de la cosmologa; y otro lineal, observable con claridad en las

    fuentes que, segn la antigua tradicin india, guardaban relacin con el pasado.

    Deseo postular aqu no slo que haba dos conceptos del tiempo diferenciados, como el cclico y

    el lineal, sino tambin que no eran paralelos ni independientes entre s. Quiero insistir adems en que

    haba conciencia de la funcin de cada uno de ellos y en que, en los puntos de interseccin entre

    ambos, se produca un enriquecimiento mutuo del pensamiento. Tratar de ilustrar este extremodescribiendo el uso de los tiempos cclico y lineal en la India antigua, a menudo simultneo pero fruto

    de percepciones e intenciones distintas. A veces esas dos formas coincidan en un punto de tal manera

    que se potenciaba el significado de una y otra. Como historiadora, mi planteamiento consiste en

    estudiar esas formas e intersecciones a travs de los textos ligados a la percepcin del pasado.

    El concepto del tiempo puede verse influido por su medicin en calendarios. Los cambios

    estacionales, y por lo tanto paisajsticos, traan aparejada una forma terrenal de clculo del tiempo. Los

    hroes del clan Kuru que aparecen en textos del primer milenio a.C. realizan incursiones para robar

    ganado en la estacin seca y regresan con los rebaos capturados justo antes de que empiecen las

    lluvias. La medida del tiempo por estaciones favoreca tambin lo que cabra denominar el tiempo

    ritual. Los ritos domsticos eran sobre todo los de paso, pero el clan sola congregarse para celebrar

    complejos ritos estacionales. El altar de sacrificios simbolizaba el tiempo, y el ritual vena a marcar la

    regeneracin por el propio paso del tiempo.

    Paralelamente a esas formas de clculo temporal haba un sistema ms exacto que requera elevar

    la mirada al cielo y se fundaba en la observacin de los dos cuerpos celestes ms conspicuos, el sol y la

    luna, y tambin de las constelaciones. A mediados del primer milenio a.C., esas observaciones

    proporcionaban la escala del da lunar (el tithi, a su vez con mltiples subdivisiones: los muhurtas ), las

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    quincenas (pakshas ) marcadas por la luna llena y la luna nueva y el mes lunar (o masa ). Pero los

    intervalos ms largos delimitados por los solsticios (uttarayanaydakshinayana) se basaban en el recorrido

    del sol. La combinacin de los calendarios lunar y solar se refleja en los clculos que hasta el da de hoy

    marcan la fecha de la mayora de los festivales.

    Algunos cambios son fruto de los contactos con la astronoma helnica, alentados por la

    contigidad entre el reino indio y el helnico en el noroeste del subcontinente. Las estrechas relaciones

    comerciales por va martima entre la costa occidental de la India y los puertos del Mar Rojo y la ribera

    oriental del Mediterrneo aportaron tambin conocimientos procedentes del arte de navegar. En

    Alejandra, lugar de gran efervescencia en ese terreno, tambin se conocan las teoras indias. Los

    estudios helnicos sobre astronoma y matemticas fueran traducidos del griego al snscrito.

    El astrnomo indio Varahamihira, que vivi a mediados del primer milenio d.C., seal que los

    griegos, aunque inaceptables desde el punto de vista de la sociedad de castas, merecan no obstante el

    mayor respeto como videntes (rishis) por sus conocimientos de astronoma y astrologa. Es interesante

    destacar que, un par de siglos ms tarde, estudiosos indios residentes en la corte bagdad de Harun-al-

    Rashid llevaron a los rabes la matemtica y la astronoma indias, entre cuyos logros ms destacados

    suelen mencionarse la numeracin india y el concepto del cero.

    Por aquel entonces, la astronoma india incorporaba cada vez ms el movimiento de los planetas

    y el clculo solar.

    Para integrar esos cambios haca falta una medida de tiempo lo suficientemente amplia, lo quelleg con la adaptacin de la idea deyuga. Aunque al principio corresponda a un ciclo de cinco aos, la

    nocin deyugase fue ampliando progresivamente hasta cubrir lapsos de tiempo inconmensurables. El

    trmino, procedente del verbo yoke, remite a la conjuncin de cuerpos planetarios. El yuga iba a

    convertirse en la unidad del tiempo cosmolgico y cclico. Quienes extendieron el tiempo cclico

    utilizaban cifras colosales, deseosos quiz de impresionar a su pblico.

    El ms largo de esos periodos era con mucho la kalpa, infinita e inconmensurable, que se inicia

    con la creacin y se prolonga hasta el cataclismo final que destruye el mundo. Y cmo se calculaba tal

    cosa? En ciertos casos se representa la kalpacon referencias espaciales, describindola de tal modo que

    es imposible aprehenderla en trminos temporales. Resulta interesante que a menudo se trate de fuentes

    ligadas a crculos que la ortodoxia brahmnica tachaba de herticos. En un texto budista aparece la

    siguiente descripcin: si hay una montaa en forma de cubo de aproximadamente tres millas de arista, y

    si una vez cada cien aos viene a rozar su superficie un pauelo de seda (suspendido segn algunos del

    pico de un guila que la sobrevuele), una kalpaser el tiempo necesario para erosionar esa montaa. La

    descripcin que figura en un texto de la secta Ajivika resulta igualmente desmesurada: si hay un ro que

    es ciento diecisiete mil seiscientas veces mayor que el Ganges, y si cada cien aos se retira un grano de

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    arena de su lecho, el tiempo requerido para vaciarlo de arena sera una unidad de tiempo, y una kalpa

    correspondera a tres mil de esas unidades.

    Aunque la idea recurrente de cada cien aos introduce una dimensin temporal manejable a

    escala humana, la imagen es fundamentalmente espacial, y afirma la imposibilidad de medir semejante

    infinitud casi hasta el punto de negar el tiempo. La duracin de una kalpaes una transgresin deliberada

    del tiempo, concebida por quienes eran conscientes del tiempo histrico. En sentido estrictamente

    literal, el pauelo de seda no habra tardado en deshilacharse. Por otra parte, quin sera capaz de

    vaciar de granos de arena el lecho de un ro en movimiento?

    Algunos astrnomos de la poca, sin embargo, lejos de concebir el tiempo como algo infinito,

    proponan una duracin concreta de la kalpa: cuatro mil trescientos veinte millones de aos, cifra que

    iba a aparecer en ms de un contexto. Segn una teora ms relacionada con la astronoma, las

    matemticas y la cosmologa, el tiempo deba medirse por los grandes ciclos, o mahayugas. Esta era una

    de las teoras del tiempo cclico frecuentes en los textos brahmnicos. Existe pues un punto de contacto

    entre la cosmologa y la astronoma en cuanto a las cifras utilizadas para describir la duracin de las

    edades y los ciclos, aunque no est claro si los astrnomos las tomaron prestadas de los creadores del

    tiempo cclico o si fue a la inversa. Tal vez la cosmologa tratara de ganar en legitimidad recurriendo a

    los guarismos utilizados por los astrnomos. Las diferencias entre ambos campos quedan claras al

    observar las cifras, distintas de las anteriores, que iban a manejar astrnomos posteriores.

    Cada mahayugao gran ciclo constaba de cuatro ciclos menores, los yugas, que eran de duracindesigual. El patrn con que est configurado el mahayugay en el que se sostiene la teora cclica parece

    apuntar a algn tipo de agente superior. Una teora afirmaba que el universo est regulado por el

    tiempo. Las cuatro edades o yugas se sucedan en el orden siguiente: el primer yugaera Krita o Satya,

    consistente en cuatro mil aos divinos encajados entre dos periodos crepusculares de cuatrocientos

    aos cada uno; despus vena Treta, yuga de tres mil aos tambin precedido y seguido de periodos

    crepusculares de trescientos aos; a continuacin llegaba Dvapara, de dos mil aos de duracin, con

    sendas fases de penumbra de doscientos aos; y por ltimo Kali, cuyos mil aos se abran y cerraban

    con cien aos de transicin. Todo ello suma doce mil aos divinos, que deben multiplicarse por 360

    para obtener la cifra correspondiente en aos humanos. Un gran ciclo dura, por lo tanto, 4.320.000

    aos de los nuestros.

    Se trata de un juego en torno al nmero 432, que va aumentando con la adicin de ceros. Fue

    esta fantasa numrica fruto del entusiasmo de haber descubierto los usos del cero por aquel entonces?

    Tal vez el concepto de ciclo haya reforzado la idea de la reencarnacin incesante del alma (karma y

    samsara), creencia frecuente en muchas sectas religiosas. El nombre de las cuatro edades fue tomado del

    de otras tantas jugadas de los dados, cosa que introduce un elemento de azar en el tiempo. La edad de

    Kali, que es la actual, corresponde a la jugada perdedora. Se calcula que empez en una fecha

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    equivalente al ao 3102 a.C., y como slo han pasado 5.000 de los 432.000 aos humanos que va a

    durar, nos queda por delante un largusimo futuro de decadencia antes de llegar al cataclismo final. A

    guisa de escala se nos dice tambin que una vida humana dura lo mismo que una gota de roco en la

    punta de una brizna de hierba al amanecer.

    Tras la progresin aritmtica descendente en la duracin de los cuatro ciclos se adivina la

    tentativa de instituir un sistema numrico ordenado. Hay cifras que se consideraban mgicas, como el

    siete, el doce o incluso el cuatrocientos treinta y dos, como ocurre en otras culturas contemporneas.

    Los ciclos, al no ser idnticos, dejan margen para nuevos acontecimientos. Dada la diferencia de

    duracin, los hechos no podan repetirse con exactitud, y por lo tanto un suceso poda ser nico. El

    crculo no regresa al punto de partida sino que avanza hacia el siguiente crculo, que ser algo ms

    corto. Esta concatenacin de crculos podra estirarse hasta dar lugar a una espiral, una onda o incluso

    una lnea no muy recta. Cabe preguntarse pues si habra que verlos como ciclos o ms bien como

    edades.

    La duracin decreciente de las edades no responda simplemente a la voluntad de seguir un

    patrn matemtico. Se dice tambin que corre paralela a una decadencia del dharma, u orden social,

    tico y sacro de la sociedad definido por la casta superior, que es la de los brahmanes. El primero y ms

    largo de losyugascorresponda, en sus inicios, a la edad de oro, pero el paso del tiempo se acompaa de

    un progresivo deterioro cuyo corolario es la decadente edad de Kali. Los signos de la degeneracin son

    fcilmente perceptibles: el matrimonio deviene necesario para la procreacin, pues hombres y mujeresdejan de nacer como parejas adultas; el cuerpo humano empieza a acortarse y reducirse; la longevidad

    mengua drsticamente; se hace necesario trabajar; y menudean herejes y viciosos. En el concepto del

    tiempo de muchas otras culturas aparecen descripciones similares aplicadas a las pocas de decadencia.

    El declive del dharma se compara con un toro que se sostiene sobre cuatro patas al principio y va

    perdiendo una en cada edad. Hay pues un cambio sustancial de una edad a la siguiente.

    Para recalcar la decadencia inherente a la edad de Kali tambin se describe la progresiva inversin

    del rgimen de castas que rige las normas sociales. Las castas inferiores asumirn el rango y las

    funciones de las superiores, hasta llegar al extremo de celebrar ritos que antes les estaban vedados.

    Aunque se trata en parte de una profeca, tambin est latente el miedo a que la inestable coyuntura

    actual acabe subvirtiendo el orden vigente. De ah que los reyes, que no pertenecen a la kshatriya(casta

    aristocrtica) sino que son de origen ms oscuro, muchas veces de la casta inferior de los shudraso

    incluso ajenos al sistema de castas, puedan acceder con facilidad a la categora superior. Se les llama

    kshatriyasdegenerados, pero ello no merma un pice su autoridad. Un desastre an mayor advendr

    cuando las mujeres empiecen a emanciparse. Tal cosa tambin erosionar la sociedad de castas, cuya

    supervivencia exige la subordinacin de la mujer. Ser, en efecto, el mundo al revs. Parte de la lgica

    del tiempo cclico es que en cada ciclo haya vaivenes hacia arriba y hacia abajo. El retorno a la edad de

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    oro exige que se cierre el ciclo y que ello ocurra en condiciones diametralmente opuestas a lo que sera

    la utopa.

    Cuando la decadencia se agudice los fieles huirn a las colinas y esperarn la llegada del brahmn

    Kalkin, considerado la dcima reencarnacin de Visn, quien restaurar las normas de la sociedad de

    castas. El de Kalkin es un concepto paralelo al del advenimiento del ltimo Buda, Maitreya, llamado a

    salvar la autntica doctrina de la desaparicin y a restablecer el budismo. Resulta interesante que

    muchas de esas figuras salvadoras surjan o despierten renovado inters a principios de la era cristiana,

    cuando los sistemas de creencias que las alumbran (vaisnavismo, budismo, zoroastrianismo y

    cristianismo) estn en ntimo contacto unos con otros en el territorio que va desde la India hasta la

    ribera oriental del Mediterrneo.

    El del Kaliyuga era un concepto recurrente en fuentes muy diversas, pero los detalles de la teora

    cclica vienen expuestos en textos concretos, entre otros el gran poema picoMahabharata, cuya versin

    ms antigua data del primer milenio a.C., el cdigo de deberes sociales y obligaciones rituales conocido

    como Dharmashastrade Manu, escrito en los albores de la era cristiana, y los puranas, textos religiosos

    ms accesibles y populares de los primeros siglos d.C. En las obras picas, las teoras del tiempo cclico

    figuran en las secciones que en opinin general fueron agregadas por brahmanes en algn momento

    posterior, cuando la pica se convirti en literatura sacra. Los autores de los dharmashastrastambin eran

    brahmanes. Aunque se dice que muchos de los puranas son obra de bardos, en la prctica tambin

    fueron retomados y corregidos en buena medida por manos brahmanes. Existe pues una autora comnque sustenta esas ideas.

    El vnculo historiogrfico con las teoras modernas reside en el hecho de que esos fueran los

    textos analizados y traducidos por orientalistas como William Jones, Thomas Colebrooke o

    H.H.Wilson, estudios alentados con el propsito de ayudar a los britnicos a entender mejor las leyes,

    credos y usos precoloniales y tambin de investigar el pasado de la India. Ahora bien, dada la

    importancia que se otorg a esos textos desde el principio, la descripcin del tiempo cclico que en ellos

    figura vino a ser considerada la nica forma de clculo temporal existente en la India. Es comprensible

    que James Mill no viera en las concepciones indias del tiempo ms que la pretensin de remontarse a

    un origen muy antiguo, pero ms difcil resulta entender que H.H.Wilson no tuviera en cuenta el

    modelo lineal de tiempo que aparece por ejemplo en el Visn Purana, obra que no slo estudi

    exhaustivamente sino que tambin tradujo.

    En el detallado relato de los acontecimientos del Kaliyuga que ofrece el VisnPuranaaparecen

    varias clases de tiempo lineal. El captulo vamsha-anu-charitaconsiste en una serie de genealogas y listas

    de linajes dinsticos. Las genealogas se refieren a jefes de clan, calificados de kshatriyas, y abarcan un

    centenar de generaciones. No conviene tomarlas al pie de la letra sino ms bien interpretarlas como

    representaciones del pasado. La palabra utilizada para designar un linaje es vamsha, nombre que se da al

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    bamb y otros tipos de caa y que brinda una analoga simblica elocuente y a todas luces adecuada,

    pues las caas crecen por segmentos, cada uno de los cuales brota de un ndulo. Las imgenes insisten

    en el carcter lineal, expresado en lo que cabra llamar tiempo generacional, correspondiente a la

    sucesin de generaciones. Esta forma de rememorar el pasado data de los primeros siglos d.C. y, segn

    se sabe, fue utilizada para malear los derechos y la condicin de gobernantes ulteriores invocando

    pretendidos vnculos dinsticos.

    Hay sin embargo soluciones de continuidad. Existen marcadores temporales que separan entre s

    las categoras de tiempo generacional. El primero de ellos es el gran Diluvio que aneg el mundo y que

    forma la bisagra entre el periodo pregenealgico y la sucesin de generaciones de jefes clnicos. Cada

    uno de los gobernantes de la edad antediluviana rega los destinos de la gente durante muchos miles de

    aos. Al subir las aguas, el dios Visn, encarnado en un pez, se aparece al caudillo Manu y le ordena

    construir un barco, que despus atar a su cuerno y remolcar en plena galerna hasta dejarlo a salvo en

    el Monte Meru. Cuando amaina el temporal, Manu sale del barco y engendra el linaje de cuantos

    nacern para formar los clanes gobernantes. La idea del Diluvio se menciona por primera vez en un

    texto de aproximadamente el siglo VIII a.C. y ulteriormente est desarrollada en los puranas. Su

    marcado paralelismo con los mitos mesopotmicos lleva a pensar que puede tratarse de una adaptacin.

    Despus del Diluvio se elaboran las supuestas genealogas de los antiguos hroes o kshatriyas. La

    sucesin de generaciones se divide en dos grupos cuya denominacin respectiva alude al sol y la luna,

    simbolismo de dualidad y eternidad frecuente en los mitos, el yoga, la alquimia y muchos otros mbitos.Las lneas solar y lunar marcan sendos modelos de linaje. En el solar, o Suryavamsha, prima el hijo

    mayor y se registra nicamente la lnea constituida por los primognitos. El patrn genealgico forma

    lneas paralelas verticales. En la obra pica Ramayanalas familias de alto rango pertenecen al linaje solar.

    El lunar, o Chandravamsha, forma un sistema segmentario cuyas lneas genealgicas se abren en

    abanico porque todos los hijos, reales o supuestos, as como sus descendientes, figuran en l. La ventaja

    de este tipo de sistemas segmentarios es que pueden integrar ms fcilmente en una genealoga a grupos

    diversos, agregndolos a los ya existentes. Este es el modo en que est estructurada la sociedad en la

    otra gran obra pica, elMahabharata.

    El linaje solar se va extinguiendo poco a poco, pero las personas de ascendencia lunar convergen

    en el segundo marcador temporal, la famosa guerra supuestamente librada en el campo de batalla de

    Kurukshetra, cerca de Delhi, y descrita en el Mahabharata. Prcticamente todos los hroes de la poca

    participan en la gran batalla, y de muchos de ellos nunca ms se supo. Dicen las crnicas que aquella

    guerra puso fin a la gloria de los antiguos hroes y a la aristocracia kshatriya. En la representacin del

    pasado, la guerra marca la transicin entre la edad de los hroes y la siguiente, que es la dinstica. Signo

    inequvoco de cambio es que la crnica pasa de ser narrada en pasado a serlo en futuro y a revestir un

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    carcter proftico, con lo que entra en juego la astrologa, especialmente apreciada en crculos

    cortesanos.

    En mi opinin, las genealogas que integran el tiempo generacional corresponden al modelo lineal

    del tiempo. Los textos adscritos a lo que se llama la tradicin histrica (itihasa purana ) pretenden

    describir el pasado tal como era. El Diluvio parece separar el tiempo mtico del tiempo histrico. Hay

    un claro comienzo despus de ese evento, y tambin un claro final con la guerra. La flecha del tiempo

    atraviesa imperturbable las generaciones hasta alcanzar el campo de batalla. El hecho de que las listas

    genealgicas puedan ser en parte inventadas (como ocurre con todas las listas de ese tipo) no es muy

    importante, pues es la percepcin de la forma del tiempo lo que es lineal. Ello resulta an ms obvio en

    el siguiente captulo, donde se describen las dinastas que gobernaron buena parte de la India

    septentrional.

    En esa seccin del Visn Purana la narracin se limita en gran parte a una lista de nombres de

    gobernantes, acompaados a veces de un escueto comentario. En ocasiones se mencionan los aos de

    reinado, hecho que subraya an ms la concepcin lineal del tiempo. A diferencia de las familias de

    kshatriya del captulo anterior, las dinastas no guardaban entre s vnculos de sangre y rara vez

    pertenecan a la supuesta casta de los reyes (la kshatriya ). En la prctica, el oficio de gobernar parece

    abierto a cualquier casta, en lo que constituye un nuevo ejemplo de la subversin propia del Kaliyuga.

    El nombre de dinastas y gobernantes se ve confirmado a veces por otras fuentes, como las

    inscripciones que tanto empiezan a menudear.El captulo de los puranas donde se describe la sucesin de gobernantes trae aparejados, en

    definitiva, tres tipos de tiempo. Para aludir a los gobernantes antediluvianos (los Manus) se emplea lo

    que cabra llamar tiempo cosmolgico, que va incluso ms all de los grandes ciclos. En la prctica, esta

    es una forma de remontarse al tiempo antes del tiempo, a una poca distante de los otros dos referentes

    temporales de dimensin ms humana (genealogas y dinastas), con los que empieza a surgir lo que

    convencionalmente se considera la historia. Es posible que esta mudanza al tiempo histrico se

    acompaara de otra forma de clculo temporal ligada ms estrechamente a la historia: la creacin de las

    eras.

    Tal vez el uso de una era en particular, samvatsara, relacionada con la historia cronolgica,

    obedeciera a la conciencia de un mayor poder poltico localizado en la corte real. Las inscripciones ms

    antiguas son las del emperador Asoka de la dinasta de los Mauria, que gobern en el siglo III a.C.

    Estn fechadas en aos de reinado contados a partir del momento de la subida al trono. El comienzo

    de la era ms antigua corresponde a la muy utilizada era Krita (58 a.C.), denominada ms tarde Malava

    pero conocida popularmente como Vikrama. Mucho se ha debatido acerca de su origen, que los

    expertos coinciden actualmente en vincular con Azes I, un monarca relativamente intrascendente. Su

    asombrosa continuidad hasta el presente parece apuntar a la existencia de referentes ms poderosos que

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    el simple acceso al poder de un rey menor, pues las eras suelen caer en desuso al declinar una dinasta.

    Es posible que hubiera un nexo con la astronoma, dado que la ciudad de Ujjain, por donde pasaba el

    meridiano de referencia para calcular la longitud, se encontraba en el territorio reivindicado por los

    malavas.

    El inicio de las eras subsiguientes, en cambio, vendr siempre marcado por un acontecimiento

    histrico, como ocurre con las eras Shaka (ao 78 d.C.), Chedi (aos 248-249), Gupta (319-320),

    Harsha (606) y tantsimas otras. Muchos de sus iniciadores eran al principio reyezuelos de poca monta

    que a la larga consiguieron fundar vastos reinos. La era Chalukya-Vikrama (1075 d.C.) fue utilizada

    como smbolo de prestigio para legitimar no slo las aspiraciones hegemnicas del rey Vikramaditya VI

    de la dinasta chalukya, sino tambin su usurpacin del trono. La creacin y el abandono de eras se

    convirtieron en actos de afirmacin poltica, o dicho de otro modo: la continuidad de una era entraa la

    continuidad no slo del calendario sino tambin del recuerdo de lo que esa era representa. La ideologa

    implcita en el hecho de iniciar una nueva era es materia digna de estudio por parte de los historiadores.

    Los sucesos ligados a la historia dinstica no eran el nico motivo para iniciar una nueva era. En

    el mundo budista se hizo frecuente el clculo del tiempo basado en el ao de la muerte del Buda (el

    maha-pari-nirvana ), que en general se situaba en el 486 483 a.C. ltimamente, sin embargo, algunos

    expertos han cuestionado ese clculo y agregado unos cuantos aos, a veces incluso un siglo, a la fecha

    de referencia. Lo importante sin embargo es que los eventos descritos en textos budistas, por ejemplo

    cnclaves religiosos, creacin de monasterios, subida al trono de reyes y otros de parecida ndole,suelen situarse en el tiempo en relacin con la muerte del Buda, a la que se asigna una fecha concreta y

    definitiva.

    El prurito de exactitud temporal e histrica de las crnicas budistas se manifiesta en el hecho de

    que recojan y describan lo que consideran sucesos histricamente importantes, por ejemplo: la historia

    de la orden budista o sanga que arranca con el fundador histrico, Gotama Buda; las relaciones entre la

    orden budista y el estado; la fundacin de sectas disidentes y los acontecimientos que llevaron a ello; las

    actas de donacin de tierras o bienes o de inversiones; y asuntos relativos a la disciplina monstica.

    Todo ello guarda vnculos diversos con el tiempo lineal. El calendario budista, en suma, remita a lo que

    se consideraban eventos de la vida del Buda y la historia de la orden. No obstante, la base lineal de la

    cronologa budista se yuxtapona a la idea de los ciclos temporales, que no eran los mismos que en los

    puranas pero s igual de complejos. Ese rasgo no era exclusivo del budismo: los centros jainitas del

    primer milenio d.C. mantenan anotaciones semejantes. Ello supone la existencia de historias diversas

    que, para resultar legtimas, deban ser hasta cierto punto coherentes. No siempre, desde luego, estaban

    destinadas a una interpretacin literal, y hoy en da ni siquiera se plantea tal posibilidad: al contrario, es

    preciso descodificarlas mediante el lenguaje social y culturalmente predominante de la poca.

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    El tiempo histrico es un requisito previo para lo que hoy se consideran los anales de la historia

    antigua de la India: se trata de inscripciones dictadas por una serie de gobernantes, funcionarios y otras

    personalidades. A menudo relatan, aunque sea brevemente, la historia cronolgica y secuencial de una

    dinasta. A veces eran documentos jurdicos que daban derechos sobre tierras y constituan la prueba de

    una escritura de propiedad. El hecho de fechar con precisin un documento le confera ms autoridad y

    autenticidad. La donacin de tierras o bienes a una instancia religiosa deba tener lugar en el momento

    ms adecuado o prometedor para que redundara en mayor mrito del donante, momento que

    determinaba escrupulosamente un astrlogo y se haca constar en la inscripcin que daba fe del acto de

    donacin. En otros tipos de donaciones tambin se consignaban las fechas exactas. Gracias a esta

    precisin podemos calcular la fecha de las inscripciones y su equivalente en el calendario gregoriano.

    Gran parte de la cronologa histrica de la India antigua reposa en el clculo de esas fechas,

    cuidadosamente analizadas por indlogos. Pero curiosamente nunca ha habido mucho inters por

    trascender la estricta cronologa y deducir las concepciones del tiempo que subyacan a tales sistemas de

    datacin.

    Casi todas las familias gobernantes publicaban inscripciones en las que registraban la versin

    oficial de los acontecimientos de un reino. Muchas eran las actividades encaminadas a legitimar el

    poder, sobre todo en situaciones de rivalidad, y entre ellas figuraba la donacin de tierras, en particular

    a instancias religiosas que despus formaban una red de apoyo a la familia gobernante. Ello permita a

    familias de oscuro origen que haban alcanzado el poder reivindicar un estatuto equivalente al de otrasfamilias de importante abolengo, pretensin que los beneficiarios de sus donativos se apresuraran a

    secundar. El acta que acompaaba la donacin deba estar inscrita en material no perecedero, como

    piedra o cobre. La propia donacin deba despertar asombro, y a menudo se esperaba que fuera ms

    generosa que las precedentes o las de caudillos rivales, cosa que en cierto modo remite a las funciones

    primitivas delpotlatch.

    A partir de aproximadamente el siglo VII empieza a menudear otra clase de textos histricos que

    combinan distintos elementos de tiempo lineal como las genealogas, las historias dinsticas y las eras.

    Se trata de la llamada literatura charita, biografas de reyes u ocasionalmente ministros con las que se

    ensalzaba a un gobernante contemporneo narrando el origen de su familia y la historia de sus

    antepasados, en especial de los que llevaron a la familia al poder. El evento central de su reinado, en

    opinin del bigrafo y presumiblemente del propio rey, vena relatado con los oportunos aderezos

    literarios, a veces bastante floridos, como resulta frecuente en la literatura cortesana. Esas biografas

    respondan a menudo a la voluntad de legitimar la usurpacin del trono y la violacin de la regla de

    primogenitura. A veces se requera la intervencin de una deidad para justificar los actos del rey, y si

    esas intervenciones eran demasiado frecuentes el lector entenda que la intencin del bigrafo era

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    biografas de reyes, su punto de referencia inmediato es el tiempo lineal. Pero aunque se crucen u

    ocasionalmente se contengan una a otra, las dos formas de tiempo cumplen funciones claramente

    diferenciadas. El uso simultneo de ms de una de ellas y su representacin en capas superpuestas

    denotan una cierta conciencia de que distintos segmentos de la sociedad pueden alimentar distintas

    concepciones del pasado. Para integrar bien este hecho, el historiador necesita cierta sensibilidad a la

    hora de interpretar el pasado como el fruto de mltiples percepciones dentro del ddalo que forman los

    usos del tiempo.

    Quiz la presencia en un mismo texto de ms de una forma de tiempo tenga por objeto sealar al

    lector cosas distintas sobre cada una de ellas.

    Dentro del tiempo lineal tambin puede haber diferencias. El tiempo genealgico, basado en una

    sucesin de generaciones, siempre se encuentra al principio de la crnica y precede a lo que podramos

    llamar lo conocido e histrico, como queda patente en las listas sucesorias del VisnPuranay en las

    crnicas regionales. Ello permite por un lado hacer hincapi en la continuidad y por el otro distinguir

    entre dos clases de pasado, anteponiendo una a la otra de forma intencionada y reiterada.

    Tras los primeros quinientos aos d.C. se tiende a introducir el pasado all donde resulte factible

    para elaborar una genealoga y reivindicar legitimidad o incluso, ocasionalmente, derechos de

    propiedad, sobre todo en los casos en que haya algn tipo de desacuerdo o litigio. El pasado entraaba

    una cierta actitud respecto al tiempo. Para mucha gente el cuarto ciclo, aunque inscrito en el gran ciclo

    o mahayuga, abarcaba el tiempo lineal, los trazos rectilneos de la supuesta historia de hroes y reyes. Laseras se pusieron de moda y se hicieron indispensables; los anales epigrficos de las diversas dinastas

    empezaron a aplicar sistemas exactos de datacin; y las sociedades regionales estaban dispuestas a

    patrocinar la redaccin de biografas de reyes y crnicas del pasado. Cundi un cierto sentido de la

    historia, tcito en algunas fuentes pero ms visible en otras.

    Quiz la arraigada idea de que en la sociedad india slo hay tiempo cclico se est resquebrajando,

    pero ni siquiera su rechazo ha llevado an a reconocer que en algunos de los primeros textos indios

    despuntan ya ciertas formas de historia. Es probable que la demostracin de la presencia del tiempo

    lineal ayude a dar ese paso. Puesto que todas las sociedades son conscientes de su pasado, tal vez resulte

    ftil hablar de una sociedad que niega la historia slo para poder afirmar que es nica o distinta de lo

    que supuestamente sera normal.

    Los dos conceptos del tiempo no agotan las variaciones sobre el tema. Tomando slo los textos

    indios aparecen ya multitud de imgenes utilizadas para representar el tiempo. Hay quien postula que

    ste fue el creador que engendr el cielo y la tierra, las aguas y el sol, el sacrificio y los versos rituales,

    que montaba un caballo con siete riendas, exhiba mil ojos y careca de edad; o que era la deidad eterna

    por cuya intervencin acaba muriendo todo lo que tiene vida. Para otros, el tiempo era la causa ltima

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    que reside entre el cielo y la tierra y teje el pasado, el presente y el futuro a lo largo y ancho del espacio.

    Otra imagen tambin muy sugerente describe el tiempo como regulador del universo.

    Los colectivos que forman una sociedad visualizan el tiempo de manera variable, casi siempre

    dependiendo del modo en que lo utilicen. Los creadores de mitos, los bigrafos de reyes y los

    recaudadores de impuestos se remiten a imgenes del tiempo en cada caso distintas. Cabe distinguir

    entre tiempo cosmolgico y tiempo histrico. El primero podra ser una fantasa sobre el tiempo,

    aunque una fantasa consciente y meticulosamente elaborada, reflejo por lo tanto de los autores y de su

    mundo interior. El segundo, basado en la funcin utilitaria del tiempo como medida, tambin es una

    cuidadosa elaboracin pero refleja otro tipo de inquietudes. Para entender el tiempo como metfora de

    la historia, que es lo que propongo en estas lneas, quiz tengamos que estudiar los numerosos modelos

    que de l existen y los puntos de interseccin entre ellos.

    Notas

    1. Texto de una clase sobre El tiempo impartida en la Universidad de Cambridge y publicada en la obra: Time,Katinka Ridderbos (comp.), Cambridge University Press, 2002.

    Referencias

    Eliade M., Cosmos and History: the Myth of the Eternal Return, Nueva York, 1959.

    Eliade M., Time and Eternity in Indian Thought, en Man and Time, Nueva Jersey (Estados Unidos) Princeton University,

    1957 (Bollingen Series, XXX.3).

    Pathak V.S.,Ancient Historians of India, Bombay (India), Asia Publishing House, 1966.

    Pingree D.,Jyotisastra, Wiesbaden, Otto Harrassowitz, 1981.

    Thapar R., Interpreting Early India, Delhi (India), Oxford University Press, 1992.

    Thapar R., Time as a Metaphor of History: Early India, Delhi (India), Oxford University Press, 199

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    La Arqueologa Mexicana y su Insercin en el Debate

    sobre Diversidad e Identidad

    Por Enrique NaldaEnrique Nalda es arquelogo e investigador en el Instituto Nacional de de Antropologa e Historia, INAH (Mxico).

    l ha publicado Kohunlich: Emplazamiento y desarrollo histrico (CONACULTA-INAH 2004), Pedro

    Armillas y el Norte de Mxicoy editLos Cautivos de DzibanchyMaya tambien.Los primeros trabajos

    Antes de que la arqueologa alcanzara una formalizacin plena y la categora de disciplina cientfica,

    se hicieron en el pas importantes estudios sobre nuestro pasado prehispnico. Uno de ellos es el de Jos Antonio Alzate, en Xochicalco. Publicado bajo el ttulo de Descripcin de las Antigedades de

    Xochicalco, en 1791, el texto es notable por el detalle y agudeza de las observaciones del autor; advierte,

    por ejemplo, sobre la existencia de terrazas y fosos en el sitio, lo cual lo llev a ver a Xochicalco como

    una fortificacin, idea que sigue vigente y se ha reforzado con los hallazgos de las recientes

    excavaciones en el sitio. Todo ello, sumado a su preocupacin por entender a la sociedad responsable

    de las construcciones que observaba en ruinas, acerca a Jos Antonio Alzate a la imagen que tenemos

    del arquelogo moderno.Hay que sealar, sin embargo, que la Descripcin de las Antigedades de Xochicalco es tambin, en gran

    medida, un texto reivindicatorio. Escrito en un momento en que la lucha independentista en Mxico

    requera una ideologa propia, el texto de Alzate realza la monumentalidad y belleza de Xochicalco, y

    llama la atencin sobre el conocimiento y organizacin social que sus obras implicaban a fin de rebatir a

    quienes vean los pueblos americanos como atrasados y dbiles, pueblos que requeran el

    encauzamiento y proteccin de los pases ms desarrollados, pueblos, en fin, sin historia.

    Quienes eran los hombres de esa antigua patria? Cecilio Robelo, quien a principios de este siglo

    fuera director del Museo Nacional de Etnografa, Historia y Arqueologa de la ciudad de Mxico,

    contestaba la pregunta en un artculo publicado en 1888 en la revista morelense La Semana: "...y en la

    falda de uno de [los cerros alrededor de Xochicalco] esta situado el humilde pueblo de Tetlama, cuyos

    moradores son acaso los ltimos y degenerados vstagos de la poderosa raza que hace siglos dominaba

    soberana en aquella comarca" (Robelo, en Peafiel, 1890:44). Eran gente de una "raza perdida". No era

    la primera vez que se recurra a esta idea para apropiarse de un pasado glorioso sin dar crdito a los

    indgenas vivientes. Igual sucedi, por ejemplo, con los restos monumentales del sureste

    norteamericano a propsito del movimiento de independencia de la colonia inglesa en Norteamrica afinales del mismo siglo XVIII.

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    Trabajos similares al de Alzate, se dieron en otras partes de Mxico: Antonio de Len y Gama

    public en 1792 un esplndido anlisis iconogrfico de dos de los monolitos ms importantes de la

    escultura mexica. Uno de ellos, la Piedra del Sol, fue colocado para su exhibicin (y satisfaccin de

    quienes sostenan la existencia de un gran pasado, comparable al de las naciones europeas) en la base de

    la torre poniente de la catedral de Mxico; el otro, la Coatlicue, horrorosa para quienes tomaban como

    patrn de referencia el arte figurativo europeo, fue vuelta a enterrar, quizs, como lo ha hecho notar

    Eduardo Matos (1992), no tanto para evitar la vergenza que produca su fealdad, cuanto para

    impedir la proliferacin de un culto a las divinidades del pasado.

    Pocos aos antes, en lo que hoy da es territorio mexicano, se llev a cabo el primer estudio

    dirigido explcitamente a establecer el origen, forma de vida y desaparicin de los habitantes de una

    ciudad prehispnica. Los trabajos se hicieron en Palenque, sitio arqueolgico que, en aquella poca, en

    1785, estaba bajo jurisdiccin de la Audiencia de Guatemala. Las exploraciones fueron encargadas a

    Antonio Bernasconi, un prestigiado arquitecto que trabajaba en el proyecto de fundacin de la nueva

    capital de Guatemala. Aunque los resultados logrados en las investigaciones se quedaron muy cortos en

    cuanto a responder las preguntas que las originaron, el hecho de haber sido motivadas muy en el

    espritu ilustrado de la poca por el deseo de conocer el pasado, por el valor que ese conocimiento

    pudiera encerrar, iguala esos trabajos, en lo que se refiere a objetivos, con los de los arquelogos

    modernos ms avanzados.

    La preocupacin por fijar el pasado prehispnico como parte de una herencia universal, es decir,de inscribirlo en el proceso civilizador del que sus mejores exponentes eran, supuestamente, los pases

    econmicamente ms avanzados, fue la responsable del desarrollo de algunos de los proyectos

    arqueolgicos de mayor envergadura durante el porfiriato. Fueron muchas las exploraciones que se

    hicieron en esa poca; entre ellas destacan, por supuesto, las de Leopoldo Batres en Mitla, Monte Albn,

    Xochicalco y, sobre todo, las de Teotihuacan, en especial las realizadas en la Pirmide del Sol. Estas

    ltimas, impulsadas en gran medida por el deseo de conocer los materiales y tcnicas empleados en su

    construccin a fin de compararlos con los de monumentos de otras partes del mundo, fueron llevadas a

    cabo como parte de los festejos del centenario del movimiento de independencia de Mxico. Los

    resultados fueron presentados con ocasin del Congreso de Americanistas que se realiz en Mxico en

    1910.

    Debe sealarse, sin embargo, el que, a todo a lo largo del porfiriato, la idea de un gran pasado

    prehispnico estuvo siempre acompaada de un rechazo a la culturas de los pueblos indgenas

    contemporneos; no slo la burocracia, sino los propios antroplogos del momento, consideraban a

    esas culturas en especial sus lenguas como un verdadero impedimento para la modernizacin del

    pas. El cambio de actitud slo comenz a darse al arribo de la Revolucin Mexicana, transformacin

    social que propici la llegada de la segunda etapa de la arqueologa en Mxico.

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    Gamio y el estudio integral

    Esa nueva etapa est marcada por la obra de Manuel Gamio, arquelogo formado en el programa

    positivista de estudios que el Museo Nacional, en la ciudad de Mxico, ofreca a principios de siglo. Su

    posterior vinculacin con la Universidad de Columbia y el grupo de Frank Boas, en la Escuela

    Internacional de Arqueologa y Etnologa Americana, le abri el horizonte de la Antropologa como

    actividad interdisciplinaria. Segn esta corriente, solo a condicin de estudiar su cultura, su lengua, su

    constitucin fsica, y su pasado, puede entenderse al hombre.

    El trabajo de Gamio en Teotihuacn, publicado en 1922 bajo el titulo de La Poblacin del Valle de

    Teotihuacn, es fiel a esa corriente. Pero tambin lo es a un principio, muy de esperarse en el nuevo

    orden social que produca la Revolucin: el principio de la utilidad, segn el cual, el buscar entender

    mejor al hombre slo tiene sentido si sirve para proponer acciones que conduzcan a su superacin. En

    Teotihuacn, Gamio no slo investig el pasado prehispnico, tambin estudi la poblacin de la

    regin, defini sus carencias y propuso una posibilidad de superacin comunitaria a travs de la

    produccin artesanal, que l mismo organiz.

    La idea de servir a la comunidad estaba ya presente en el discurso profirista, que vea en la

    prctica etnolgica un compromiso de ayudar a resolver los grandes problemas nacionales; pero es

    Gamio quien la lleva al campo de la Arqueologa. La idea se desarrolla paralela a una nueva concepcin

    de la cuestin indgena: indio prehispnico e indio contemporneo son ahora el mismo; la imagen de unindio perdido o degenerado se desecha, dando paso a un indio atrasado, vctima de un estancamiento

    de cuatro siglos. De esta manera, la arqueologa dejaba de ser la disciplina que glorificaba el pasado de

    una nacin, para convertirse en la disciplina que fijaba el punto de estancamiento y de partida de un

    proceso hacia una modernizacin inevitable y ansiada.

    Para muchos, Gamio deja de ser arquelogo hacia 1916, fecha de aparicin de su texto pro

    nacionalista, Forjando Patria, donde expone sus tesis principales respecto a la integracin de los indgenas

    del pas a travs de la adopcin de una cultura y lengua comunes para todos los mexicanos; para otros,

    el cambio se habra dado hacia 1922, fecha de publicacin de sus trabajos en Teotihuacan. Para todos

    ellos, una u otra fecha marcan la aparicin del Gamio indigenista en detrimento del Gamio arquelogo.

    Esta diferenciacin deja de lado, sin embargo, el reconocimiento de la posibilidad de una arqueologa

    comprometida con las comunidades en el rea de estudio, anula la existencia de una arqueologa

    plenamente inserta en la antropologa y echa abajo la posibilidad de entender ese tipo de arqueologa

    como la arqueologa mexicana: si algo pudiera llamarse arqueologa mexicana que no fuese

    simplemente la que hacen los arquelogos mexicanos o la que se hace en el pas sera precisamente la

    que hizo Gamio en Teotihuacan, la nica claramente distinguible de la que se haca y de la que, con

    notables excepciones, se hace en Europa y Estados Unidos.

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    MUSEUM Internacional 227Diversidad Cultural y Patrimonio

    La invitacin a hacer del trabajo arqueolgico una actividad ms consciente de los problemas

    nacionales, que el propio trabajo de Gamio conllevaba, no tuvo mucho eco entre los arquelogos. Un

    esfuerzo posterior por revivir ese espritu se dio con el Proyecto Cholula, dirigido por Guillermo Bonfil

    en 1966; sin embargo, al replantearse como investigacin puramente arqueolgica ese proyecto se

    frustr, cuando ya se haba avanzado de manera significativa en la direccin de la interdisciplinariedad y

    el estudio de las condiciones de la poblacin de la regin. Tampoco parece haber tenido eco su llamado,

    en vsperas de la promulgacin de la constitucin de 1917, a reconocer la heterogeneidad del pas y las

    condiciones miserables en que se hallaban los indgenas y, por tanto, la necesidad de una legislacin que

    reconociera diferencias polticas y religiosas, as como sus carencias materiales.

    Caso y la Institucionalizacin de la Antropologa.

    Alfonso Caso es la figura que domina la arqueologa mexicana de los treinta y cuarenta. Al igual que

    Gamio, fue un gran pro