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mo; y distintos grandes labradores como Bernardo López Bae- na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue- rrero, otros tantos. La definitiva fusión de empresario y propietario bajo una misma persona dejaba a la práctica mayoría de las grandes ex- plotaciones cordobesas en condiciones favorables para encajar el proceso de degradación relativa de rentas que habría de ini- ciarse inmediatamente. La viabilidad de las explotaciones, en opinión de sus propios titulares, no pasa ahora como en eta- pas anteriores por la remuneración de los tres factores produc- tivos -tierra (renta), capital (beneficio de explotación) y tra- bajo (remuneración salarial)- sino «sólo» por la de los dos úl- timos. La anulación en la práctica de la renta de la tierra es, pues, un hecho consumado. 5. Grandes propiedades, grandes empresas agrarias en la actualidad 5.1. Una aía de aproximación al tema: las fuentes y su tratamiento espacial Es evidente que la cantidad y riqueza de las fuentes para el estudio de la gran propiedad agraria se han incrementado en los últimos decenios, tanto las de finalidad esencialmente fiscal (cédulas de propiedad del Catastro de la Riqueza Rústi- ca y Censo y Explotaciones sujetas a cuota proporcional), co- mo otras orientadas al conocimiento de las empresas rurales (encuestas de los Censos Agrarios de 1962 y 1972, Declaracio- nes juradas de las Cámaras Agrarias, etc.). Esta situación, que ha acrecentado el «banco de datos» que sobre la oligarquía ru- ral dispone hoy la Administración, raramente ha beneficiado, sin embargo, a los investigadores sociales, más aún en una re- gión como la andaluza, «sancta sanctorum» del latifundio, y 206
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Feb 22, 2022

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mo; y distintos grandes labradores como Bernardo López Bae-

na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue-

rrero, otros tantos.

La definitiva fusión de empresario y propietario bajo unamisma persona dejaba a la práctica mayoría de las grandes ex-plotaciones cordobesas en condiciones favorables para encajarel proceso de degradación relativa de rentas que habría de ini-ciarse inmediatamente. La viabilidad de las explotaciones, enopinión de sus propios titulares, no pasa ahora como en eta-pas anteriores por la remuneración de los tres factores produc-tivos -tierra (renta), capital (beneficio de explotación) y tra-bajo (remuneración salarial)- sino «sólo» por la de los dos úl-timos. La anulación en la práctica de la renta de la tierra es,pues, un hecho consumado.

5. Grandes propiedades, grandes empresasagrarias en la actualidad

5.1. Una aía de aproximación al tema:las fuentes y su tratamiento espacial

Es evidente que la cantidad y riqueza de las fuentes parael estudio de la gran propiedad agraria se han incrementadoen los últimos decenios, tanto las de finalidad esencialmentefiscal (cédulas de propiedad del Catastro de la Riqueza Rústi-ca y Censo y Explotaciones sujetas a cuota proporcional), co-mo otras orientadas al conocimiento de las empresas rurales(encuestas de los Censos Agrarios de 1962 y 1972, Declaracio-nes juradas de las Cámaras Agrarias, etc.). Esta situación, queha acrecentado el «banco de datos» que sobre la oligarquía ru-ral dispone hoy la Administración, raramente ha beneficiado,sin embargo, a los investigadores sociales, más aún en una re-gión como la andaluza, «sancta sanctorum» del latifundio, y

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en la que los terratenientes tanto velaron, especialmente trasla Guerra Civil, por mantener el sacrosanto «derecho» al se-creto estadístico.

C omo ya se indicó con más detalle en el primer capítulo,

las nuevas circunstancias políticas y la inestimable colabora-

ción prestada por diversas instituciones y personas han hecho

posible el acceso a un serie de fuentes que, al margen de las

ya mencionadas para el estudio dinámico de los cambios de

titularidad (Registro de la Propiedad y protocolos del Nota-

riado), contituyen hoy la práctica totalidad de las existentes para

un conocimiento exhaustivo de la propiedad y explotación agra-

rias en general y, más concretamente, de la gran propiedad

rural; nos referimos a las cédulas de propiedad actualizadas

del Catastro, al Censo de Explotaciones sujetas a cuota pro-

porcional, a los cuestionarios originales del Censo Agrario de

1972 y a las Declaraciones juradas o Cartillas de Agricultor

de las Cámaras Locales Agrarias.

Para aportar una panorámica general de la gran campiñe-

sa, especialmente en lo tocante a características de los titula-

res, riqueza y localización de sus patrimonios, y residencia de

aquéllos, es obvio que el tratamiento de las cédulas de propie-

dad superaba las posibilidades y hasta los objetivos de un tra-

bajo como éste. Por todo ello se ha operado, como en capítu-

los anteriores, en dos fases: la primera persigue mejorar el co-

nocimiento global de la oligarquía rural, haciendo especial hin-

capié en el análisis de los terratenientes, en la ubicación de sus

propiedades y en su residencia, para concluir algunos extre-

mos entorno al tan traído y llevado tema del absentismo.

En esta fase se ha contado casi exclusivamente con la in-formación procedente de los Censos de Explotaciones sujetasa cuota de las provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla, conside-rando como propiedad única la de aquellos terratenientes conpatrimonio territorial en más de una demarcación. Como elmonto total de contribuyentes con más de 100.000 pesetas debase imponible e, incluso con más de 400.000 pesetas, alcan-

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zaba cotas muy elevadas y dado que interesaba sobre todo es-tudiar el colectivo de auténticos terratenientes, se ha procedi-do a la elaboración de un listado de todos aquéllos que en unao varias provincias superan en el quinquenio 1976-81 el mi-llón de pesetas de base imponible. Ello supone reducir el uni-verso de contribuyentes incluidos en los censos a algo más de200 y orientar nuestras consideraciones hacia patrimonios su-periores casi siempre a las 500 hectáreas, con unos beneficiosen pesetas de 1980 casi siempre superiores a los 8.000.000.

Ahora bien, a nadie se le ocultará que una relación regio-nal de contribuyentes con su umbral en el millón de pesetasde base imponible señalado tenderá a estar fundamentalmen-te engrosado por terratenientes sevillanos, en menor medidapor cordobeses y en último término, y a notable distancia, porterratenientes jiennenses; y ello, como resulta obvio, por dosmotivos: la mayor extensión y potencial (especialmente, en re-gadío) de la campiña y ribera sevillanas, y los más elevadosniveles de acumulación de tierras que allí tienen efecto, frentea la situación ya conocida de la Gampiña de Jaén y, en menormedida, desde luego, de las tierras cordobesas.

Por ello, para mejorar la panorámica global del latifundioregional hoy, se ha completado la relación de grandes contri-buyentes con otra de mayores hacendados locales, en la quela unidad territorial de referencia es el municipio y en la quelos propietarios incluidos son aquellos que dententan el mayorpatrimonio territorial dentro de los límites municipales. Es, porasí decirlo, un parangón de los Libros del Mayor Hacendadodel Catastro de Ensenada, que si bien como ya dijimos en sumomento no permiten realizar inferencias sobre todo el colec-tivo de terraténientes, si hacen posible conocer o aportar al me-nos algunas notas sobre un numeroso grupo de propietariosque a escala local en unos casos, a escala regional en los másde ellos, controlan una parte significativa de la producción agra-ria y ocupan lugar dominante en las relaciones sociales que enlos pueblos y en la región se establecen.

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Para obviar el tema de las diferencias de valor de las tie-rras y cultivos de las distintas áreas de la región se ha optadopor utilizar el criterio de las bases imponibles y no el superfi-cial; de cualquier manera este último será tomado en conside-ración en la segunda fase de este capítulo.

De esta forma la relación de mayores contribuyentes uni-da a la de mayores hacendados locales permiten alcanzar sufi-cientemente los objetivos de esta etapa del estudio de la granpropiedad, centrado, insistimos, en el conocimiento de los ti-tulares, localización y riqueza de sus propiedades, y en la resi-dencia de los terratenientes.

La segunda fase persigue, completando la primera, un aná-lisis en profundidad de la gran propiedad en una serie de co-marcas campiñesas ya estudiadas en capítulos anteriores: laCampiña y Ribera cordobesas, en la que conviven grandes fin-cas de secano y regadío; la Campiña de Marchena; y la Cam-piña de Jaén. Partiendo del conocimiento global de la oligar-quía y de los mecanismos y cronología de los cambios de do-minio en los últimos decenios, se trata de entrar ahora en elestudio más pormenorizado de determinados grupos familia-res terratenientes en comarcas específicas y, sobre todo, en laorganización territorial y productiva de las grandes fincas, es-tableciendo por consiguiente un puente entre propiedad y ex-plotación para desembocar en el conocimiento de la tenenciade la tierra y de otros aspectos de la empresa agraria, comousos de suelo, organización del trabajo y situación económicade los empresarios. Esta última temática sobre explotación agra-ria, no abordada en capítulos anteriores tanto por el objetivode nuestra investigación como por la carencia de fuentes siste-máticas a tal efecto, se incorpora en este capítulo final dadoel interés evidente de completar el conocimiento de los cam-bios de titularidad y de la actual estructura de la propiedad conla forma en que hoy se organiza la producción agraria en estaspropiedades, y la posibilidad también de acceder, por vía deencuesta o a través de fuentes no publicadas, al estudio de di-cha organización productiva. .

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5.2. Los grandes propietarios hoy

5.2.1. La relación de mayores contribuyentesregionales por propiedad rústica:su composición interna

En el cuadro 74 figuran los mayores propietarios de la Cam-piña y Ribera béticas en las provincias de Jaén, Córdoba y Se-villa tomando como criterio el valor imponible de sus prediosy prescindiendo en este momento de la superficie de sus patri-monios. Ante esa relación de terratenientes cabe hacer, entreotras, la siguientes consideraciones.

Por lo que respecta a la personalidad de los propietarios, ^la relación de mayores contribuyentes está poniendo ya de ma-nifieŝto la tendencia contemporánea de la gran agricultura an-daluza hacia un capitalismo dinámico y afianzado, que afectaa la procedencia de sus titulares y que arranca, al menos eneste sentido, de cien años atrás tal y como se desprende delanálisis de los cambios de titularidad operados durante ese pe-riodo (véase cuadro 73 y gráfico 48).

La importancia que se concede en la literatura sobre pro-piedad rústica al estudio de los patrimonios nobiliarios obedecemás, en nuestra opinión, a la poderosa impronta historicistade las investigaciones rurales y también, por qué no decirlo,a la cercana ideología «reformista» de orientación eminente-mente antinobiliaria y productivista, que a las peculiaridadesreales y hasta a la relevancia que la gran propiedad nobiliariapueda presentar en la agricultura española actual.

La Campiña y Ribera béticas, cuna y solar antaño de no-table implantación «aristocrática», presenta hoy un panoramadistinto, derivado especialmente de la enajenación por diver-sas causas, como se vio, de dos importantísimas fortunas, lasde Osuna y Medinaceli, así como de otras de carácter eminen-temente local o comarcal (Guadalcázar, Benamejí, Quintería,Acapulco, etc.). Hay, sin embargo, casas de la aristocracia tra-

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dicional que mantienen hoy pingŝes propiedades, reflejos sin

duda alguna de procesos de acumulación fraguados entre los

siglos XIV al XVIII, y frente a las que la legislación desvincu-

ladora del pasado siglo poco ha podido hacer, ya sea por la pe-

culiar dinámica biológica de estas familias, como fundamen-

talmente por las estrategias matrimoniales y testamentarias

adoptadas por sus titulares.

Lo cierto es que aún hoy, significando la nobleza tradicio-

nal sólo en torno a un 8 por 100 de los propietarios con bases

imponibles superiores a los dos millones de pesetas (apenas un

2 por 100 entre los que superan el millón de pesetas), el vérti-

ce de la pirámide terrateniente sigue ocupado por dos casas de

la alta nobleza, las de Alba y del Infantado, de tanta raigam-

bre en Andalucía; una y otra, especialmente la segunda, aun-

que parcialmente recortadas en sus patrimonios del siglo XIX

por cesiones voluntarias o expropiaciones a favor del I.N.C.

tras la Guerra Civil, conservan aún una organización territo-

rial y una distribución geográfica heredera de la implantación

solariega de ambos ducados antes de la disolución del régimen

señorial.

La Casa de Alba, por ejemplo, sigue sustentando el gruesode su fortuna en Córdoba y muy especialmente en el munici-pio de El Carpio, antiguo señorío adscrito al linaje ducal des-de la baja Edad Media y en el que en la actualidad y prescin-diendo de las fincas expropiadas por el I.N.C., la Duquesa deAlba sigue con la propiedad de más de 3.300 hectáreas de ex-celentes tierras, parte de ellas regadas, que suponen más desiete millones de pesetas de base imponible.

La Casa del Infantado, por su parte, con propiedades en

las provincias de Córdoba y Sevilla, tiene el núcleo de su pa-

trimonio en el término de Fuentes de Andalucia, con una base

imponible de 8.388.671 pesetas, y más de 4.500 hectáreas de

la Monclova, antaño con su propia jurisdicción y en la actua-

lidad englobado en el municipio de.Fuentes: los límites de la

añeja jurisdicción, una de las pocas en Andalucía en la que se-

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ñorío y propiedad afectaban a uñ mismo ámbito espacial, se

mantiene hoy como reliquia de un pasado ya lejano. '

Junto a estas dos casas de la alta nobleza, forman parte

igualmente de la aristocracia tradicional otra serie de grandes

propietarios que tienen, sin embargo, un origen en parte dis-

tinto al de los títulos antes señalados, por más que el grueso

de sus tierras provenga de procesos de acumulación gestados

a lo largo del Antiguo Régimen; me reiiero concretamente a

Fernando Solís Atienza, Marqués de la Motilla, de Valenci-

na y Conde de Casa Alegre, encumbrado nada menos que en

el cuarto puesto de la relación y cuya propiedad actual en las

Campiñas de Córdoba y Sevilla procede de un largo periodo

de acumulación que tiene su origen en compras y ocupaciones

de los Fernández de Santillán de Sevilla ya en el siglo XVI, re-

petidas durante la Edad Moderna y reforzadas a lo largo dela etapa desamortizadora (25).

Parecido es el origen del patrimonio de otros grandes pro-

pietarios (lejos ya de los puestos de cabeza) como el de Maria-

no del Prado y Rúpoli, Marqués de Acapulco, título unido al

linaje de los Messía de la Cerda de Jaén, bien situados en las

esferas de poder local del Santo Reino durante todo el Anti-

guo Régimen, pero que en ningún caso contaron con señoríos

de origen bajomedieval capaces de proporcionarles a su am-paro una propiedad territorial semejante a la de los Fernán-

dez de Córdoba, Tellez Girón, Méndez de Sotomayor, de la

Cerda, etc., en sus respectivas demarcaciones señoriales.

Como nobleza tradicional puede considerarse también a

Luis Halcón Lasso de la Vega, Conde de Peñaflor, en la me-

dida en que el título es originario del siglo XVII, pero en este

caso resulta más evidente que en ningún otro, si cabe, cómo

la acumulación de la propiedad tuvo efectos en el seno de una

familia hacendada y labradora, que por vía de compras y, pro-

(25) La primera etapa de la implantación y acumulación de tierras delos Fernández de Santillán en A. M. Bernal, <^La pequeña nobleza tradicio-nal andaluza y su papel económico-social a mediados del siglo XIX» en Mé-langrs Casa de Ytlázquez, .1974.

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bablemente, por alguna donación originaria, constituye ya afines dél siglo XVIII importante propiedad en los términos deCarmona, Arahal y Marchena (26). El título nobiliario no vi-no más que a sobreimponerse a un «linaje» de potentes labra-dores, los Lasso de la Vega.

Algo semejante, sólo que más recientemente, vino a ocu-rrir con otras familias implantadas territorialmente en la Cam-piña, como los Aguilar de Sevilla y los Saavedra de Jaén; Con-des de Aguilar los primeros en la persona hoy de Carlos Agui-lar Aramayo (base imponible 2.502.623 pesetas) y Marquesesde Viana los segundos en Fausto Saavedra Collado (base im-ponible 3.936.649 pesetas), los agrupamos en ese reducido gru-po de «nueva aristocracia», que poco o nada tiene que ver conla tradicional, tanto por el tiempo de su implantación comopor los mecanismos de acumulación. ^

No cabe duda, sin embargo, que al margen del mayor o

menor interés de los dicho hasta aquí sobre el significado ac-

tual de la propiedad nobiliaria en la oligarquía rural campiñe-

sa, estas noticias podrían interpretarse sólo como una reminis-

cencia historicista si no concluyésemos que, paralelamente a

la reducción de la implantación nobiliaria en la Campiña, se

ha producido también un sustancioso cambio en el comporta-

miento de este grupo de propietarios, especialmente de la alta

nobleza, frente a sus propiedades; a una actitud esencialmen-

te rentista mantenida durante siglos, ha seguido otra de signo

empresarial, generalizada tras la Guerra Civil al hilo de los ex-

traordinarios beneficios derivados de la explotación directa en

los años de posguerra y muy en consonancia con la ideología

del «Nuevo Régimen», tan proclive a la figura del gran labra-

dor, empresario de sus propias tierras.

Ante este cambio de comportamiento resultan, pues, cadavez más ociosas las referencias que puedan hacerse en torno

(26) La familia Lasso de la Vega fue ya mencionada en el capítulo Ven el epígrafe dedicado a los mayores hacendados locales. De ella se ha ocu-pado asimimso. J. Cruz Villalón en su libro Profiiedad y uso de la tiesra en la

Baja Anda[ucía, Madrid, M.° de Agricultura, 1980.

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a la gran propiedad nobiliaria, sobre todo las tendentes a indi-

vidualizar en exceso a este colectivo en el conjunto de los grandes

propietarios regionales: ni la tenencia, ni la organización pro-

ductiva diferencian en forma significativa las fincas de la alta

nobleza de las del resto de los terratenientes; si acaso la resi-

dencia fuera de la región y la explotación de las fmcas a través

de administradores y gerentes aparecen hoy como únicos ras-

gos que diferencian en alguna medida a la nobleza propietaria

de los grandes labradores regionales; pero no hay que olvidar

tampoco que entre estos últimos, como veremos más adelan-

te, tienden a proliferar hacendados cuya dedicación principal

no es ya la dirección de sus explotaciones.

La ostensible e importante pérdida de posiciones de la no-bleza en la cúpula terrateniente regional, así como su actitudeminentemente empresarial en los últimos decenios, se ve ló-gicamente acompañada por el definitivo encumbramiento delos grandes propietarios de extracción labradora.

El fenómeno, que se insinuaba ya en las postrimerías del

Antiguo Régimen, que tiende a generalizarse en algunas zo-

nas en el último tercio del siglo XIX (recuérdese, por ejemplo,

el caso de la campiña de Marchena) y cuya dinámica hemos

podido seguir a lo largo del último siglo mediante el estudio

registral de una serie de fincas, constituye hoy una realidad

incuestionable y dominante, incluso en áreas de la Campiña

sevillana y cordobesa, donde la implantación de la nobleza se

había mantenido indemne hasta los años treinta.

Buena parte de esta burguesía agraria -la auténtica bur-guesía agraria andaluza- encuentra su origen, como quedadicho, en la explotación de grandes fincas Ilevadas en arren-damiento, a cuya propiedad o a la de otras fincas irá paulati-namente accediendo aprovechando coyunturas favorables, casisiempre definidas por etapas de fuerte acumulación, seguidasde otras no tan favorables que suponen caída de la renta y delprecio del suelo, y consiguientemente, oportunidades claras deinversión del capital acumulado.

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La relación de mayores contribuyentes rústicos aparece cua-

jada de apellidos de grandes labradores vinculados a familias

que entre 1850 y 1950 acceden a la propiedad de la tierra sin

perder, por lo general, su condición de empresarios, quizás sólo

con la excepción de algunas etapas especialmente favorables

por motivos diversos para la explotación en aparcería; los Ben-

j umea quedarán siempre ligados a las grandes labrazas de Pue-

bla de Cazalla, Arahal, Marchena, etc.; los Murube a las tie-

rras de la Baja Campiña sevillana; los Alarcón a Carmona; los

García Natera, Jiménez, López Gómez, López Laguna, etc.,

a las grandes fincas de la Campiña cordobesa; los Candau a

las de Los Molares y términos aledaños; los Vargas y Porras

a las de Córdoba, etc. Hay, sin embargo, dos ragos conecta-

dos mutuamente que diferencian a esta gran propiedad bur-

guesa de la nobiliaria e incluso de la detentada por sociedades

anónimas; me refiero concretamente al valor medio inferior

de dichas propiedades y a la tendencia generalizada, con algu-

nas excepciones importantes, a que se localicen en comarcas

muy concretas y con frecuencia, incluso, dentro de los límites

de un único municipio. Ambas constataciones remiten direc-

tamente al origen, a la constitución de este tipo de patrimo-

nios, y por otra parte también al régimen de tenencia directa

y a la labor gerencial desarrollada por muchos propietarios con

respecto a sus fincas desde hace decenios.En la creación de estas grandes propiedades, la vía exclu-

siva de compraventas hizo prácticamente imposible la consti-

tución de patrimonios tan amplios como los detentados por la

nobleza regional, para la que las donaciones y mercedes rea-

les, las usurpaciones y ocupaciones de propios y baldíos -sin

desdeñar, por supuesto, las iniciativas compradoras- habían

posibilitado la configuración de un tipo de propiedades no só-

lo ya extraordinariamente extensas, sino implantadas y dispersas

hasta en las tres provincias campiñesas que nos ocupan.

Pero a su vez la procedencia labradora de muchos de estos

burgueses, la explotación directa de sus tierras, que ejercían

y ejercen no sólo ya corriendo con los riesgos de las empresas,

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sino en muchos casos gerenciando personalmente la misma yen contacto físico casi diario, son factores que han favorecidouna cierta mentalidad que podría calificarse de localista o co-marcalista en las estrategias inmobiliarias de estos terratenientes,ocupados y atraídos más por la consolidación y ampliación desus propiedades en las inmediaciones del núcleo matriz que allídonde pudiera surgir una oferta interesante. No faltan, sin em-bargo, excepciones muy destacadas, como la de Ricardo Ló-pez Suárez-Varela, descendiente de arrendatarios de FernánNúñez en tierras de Córdoba, que situado en el quinto puestoentre los mayores contribuyentes campiñeses posee amplio pa-trimonio distribuido por diversos municipios de la provinciade Córdoba (Córdoba, Castro del Río, La Rambla) y de Sevilla.

Un hecho destacable, por último, en esta amplia panorá-mica de la gran propiedad no nobiliaria es la exi ŝtencia fre-cuente, sobre todo entre los mayores contribuyentes, de socie-dades familiares no mercantiles, que permiten el mantenimientoindiviso de grandes unidades de explotación y que garantizanconsiguientemente la racionalidad productiva de muchas em-presas que, de otra forma, resultaría dificultada por divisionesentre posibles herederos. No cabe duda de que esta abundan-cia de proindivisos familiares ha de ser considerada como unanota evidente de la racionalidad productiva que, en este senti-do, guía las decisiones de un sector importante del empresa-riado agrario andaluz, más aún cuando hemos podido consta-tar directamente en tierras cordobesas, con frase tan elocuen-te como «una finca grande da mucho, muchas pequeñas danlo mismo pero a más costo», que entre los objetivos persegui-dos por las sociedades familiares -aparte de beneficios fisca-les- priva el interés por una economía de escala, que reduceostensiblemente los costes y refuerza el poder de la empresafrente al mercado.

Tratamiento aparte merecen las sociedades agrarias mercanti-les, concretamente las sociedades anónimas, que en número to-davía reducido controlan, sin embargo, más de la cuarta partede la riqueza imponible de la gran propiedad regional. Una

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base media por sociedad casi un millón de pesetas superior ala de la gran propiedad no nobiliaria prueba ya la potencia deeste grupo de propiedades, singnificativamente ubicadas en bas-tantes casos como veremos en tierras de regadío.

Alguna obra reciente (27) ha prescindido de las sociedadesanónimas familiares en el estudio general de la gran propie-dad rústica española. Ciertamente son frecuentes los casos deconstitución reciente de sociedades anónimas sobre la base degrandes propiedades particulares, en las que fundadores y ca-pital social no son más que propietarios y allegados, así comola propia tierra valorada en pesetas y dividida en acciones.

A nadie se oculta, desde luego, que bastantes de estas ini-

ciativas, especialmente las que afectan a fincas de secano con

escasas posibilidades de mejoras territoriales, buscan los be-

neficios fiscales derivados de la personalidad jurídica societa-

ria y, con frecuencia también, el mantenimiento de la unidad

de la explotación frente a las alternativas sucesorias. Pero sin

dejar de reconocer la importancia de estos móviles, hay que

señalar también que el sustancioso cambio de naturaleza que

supone la constitución de la sociedad de capital frente a la pro-

piedad particular y personal ha posibilitado en no pocas oca-

siones la intensificación productiva, la innovación tecnológica

y cultural, y en definitiva la realización de fuertes inversiones,

que de otra forma hubieran resultado más problemáticas o me-

nos atrayentes para empresarios que veían todo su patrimonio

embarcado en operaciones de esa envergadura.

M. Drain se ha ocupado recientemente de dos de estas so-ciedades anónimas de origen familiar, que han servido de marcoa un importante proceso de inversiones y de diversificación deaprovechamientos, gracias a los créditos obtenidos tras su cons-titución. Una de ellas es la Sociedad Anónima Majaloba, conmás de tres millones de base imponible, propiedad hasta 1963,fecha de su formación, del Marqués de Paradas, Don Pablo

(27) M.^Leal y S. Martín Arancibia, Quiénu son ás propŝtarios de la tŝna.Barcelona, Ed. La Gaya Ciencia, 1977.

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Atienza Benjumea. La explotación, que hasta entonces y des-de fines de los años cuarenta se había orientado preferentementeal monocultivo algodonero con intercalaciones de trigo, entraen un claro proceso de diversificación con introducción y/o ex-pansión del cultivo de flores, frutales y plantas forrajeras, de-pendientes éstas de una cabaña vacuna lechera importante.

La Sociedad Anónima Crespo Camino, por su parte, obe-dece a un origen familiar semejante y desemboca también enun proceso de cuantiosas inversiones que tuvo como objeto«aumentar el producto bruto por hectárea, extendiendo las tie-rras puestas en regadío y plantando en ellas árboles frutales;desarrollar la ganadería para asegurar a la vez importantes be-neficios y un papel financiero regulador, reduciendo el recur-so de los créditos de campaña; y asegurar la transformacióny comercialización de los productos» (28).

Partiendo de un patrimonio de alrededor de 450 hectáreasde tierras de excelente calidad, legadas a Crespo Camino porsus padres en la década de los 40, y aprovechando, sin duda,los favorables años de posguerra, la propiedad se incrementaen casi 2.000 hectáreas por compras sucesivas en menos de diezaños. Hasta 1969 la opción productiva de la empresa, igualen secano que en regadío, se mantiene estable articulada entorno a tres cultivos, trigo, algodón y maíz en la tierra calma,junto a una importante superficie de olivar netamente defici-taria. En 1969 se inicia un profundo cambio en la explotaciónde la mano de la constitución de una sociedad anónima queviene a sustituir a la comunidad familiar de bienes que hastaentonces venía funcionando.

Se trataba, desde luego, como señala Drain, de acogersepor esa vía a los beneficios que la Ley de Reforma Fiscal de1957 marcaba para las sociedades anónimas; pero no era ésteni el único ni el más decisivo argumento a favor de la constitu-ción de la sociedad, que nace, por otra parte, más de diez años

(28) M. Drain, Les campganes de la province de Sevilla, Lille, 1977, t. II,pág. 565.

220

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después de la entrada en vigor del texto legal mencionado. En

opinión del propietario se trataba de facilitar la obtención de

créditos masivos evitando que en todo momento un miembro

de la familia pidiese una división de tierras para obtener su

parte o se opusiera a una decisión de invertir alegando la regla

de la unanimidad que'prevee el régimen de comunidad de bie-

nes.Sean cuales fueren las causas últimas del cambio de perso-

nalidad de la empresa, lo cierto es que inmediatamente des-pués de constituirse la sociedad, la explotación fue objeto deun plan de inversiones de más de 65 millones de pesetas enlos cinco primeros años y de 91,2 millones en un total de diezaños, es decir, casi la terŝera parte del valor de las tierras inte-grantes de la sociedad.

Casos similares a los anteriores pueden considerarse los deMudapelo, S. A.; Beca y Compañía, S. A.; José de la Cáma-ra, S. A.; etc., aunque por supuesto no faltan ejemplos de so-ciedades anónimas familiares que no han desembocado, trassu constitución, en procesos de capitalización e intensificaciónproductiva y que consiguientemente han buscado en el cam-bio de personalidad ante todo la estabilidad territorial de;la pro-piedad, los beneficios fiscales antes aludidos, así como lá segu-ridad de sus propietarios frente a posibles problemas econó-micos de la explotación. '

Junto a estas sociedades de base esencialmente familiar nofaltan tampoco firmas mercantiles, propietarias de grandes ex-tensiones, sobre todo de regadío, cuya constitución y estrate-gias distan en alguna medida de las de las firmas familiares.La sede social en Madrid o en Barcelona frecuentemente, yla composición de los consejos de administración ponen de ma-nifiesto a todas luces cómo las decisiones y los intereses de es-tas sociedades están fuera de la región, aunque en la prácticabuena parte de las mismas hayan procedido también a reali-zar fuertes inversiones y operaciones de intensificación produc-tiva, con la puesta en riego de nuevas tierras y/o introducciónde cultivos frutícolas o forrajeros.

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Un hecho resulta, sin embargo, evidentemente significati-vo: de las 24 Sociedades Anónimas familiares y no familiarescon bases imponibles superiores al millón de pesetas, casi las2/3 partes se localizan en tierras de regadío, muchas de ellasde reciente colonización (Puebla del Río, sectores de Utrera,Las Cabezas y Lebrija en las Marismas). Es lógico que en es-tas áreas, ya sea para la bonificación y puesta en riego, comopara la introducción de nuevos cultivos, donde las necesida-des de inversión alcanzan cotas más altas, donde el re'curso alcrédito se hace, pues, prácticamente obligado y donde los ries-gos empresariales, no se olvide tampoco, resultan más eleva-dos, la sociedad anónima se convierta en el instrumento másadecuado, tanto para propietarios particulares como, por su-puesto, para intereses inversores ajenos a la región.

En resumen, pues, la cúspide de la oligarquía propietariaregional pone de manifiesto, por lo que a la personalidad desus integrantes respecta, los siguientes hechos:

1.° Un debilitamiento notable de la propiedad nobiliariaque, sin embargo, sigue detentando los puestos de cabeza enmanos de dos Casas de la alta nobleza tradicional, las de Albae Infantado, incorporadas en los últimos lustros a la actividadempresarial.

2. ° Afianzamiento definitivo de los grandeas propietarioslabradores, de mayoritaria procedenica regional y agraria, yque, sobre todo en los puestos de cabeza, han optado en mu-chos casos por las sociedades familiares no mercantiles (comu-nidades de bienes) como forma de asegurar la estabilidad te-rritorial de las explotaciones y de favorecer, consiguientemen-te, economía de escala.

3.° Incorporación al colectivo de terratenientes de un gru-

po de sociedades anónimas, no muy numeroso, pero sí de gran

poderío territorial e imponibles, que al margen de su origen

familiar o puramente capitalista, tienden a localizarse en tie-

rras de regadío, allí donde las inversiones de capital y los ries-

gos consiguientes resultan más elevados.

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5.2.2. Los mayores hacendados locales

Sin querer ser reiterativos, nos ha parecido oportuno ela-

borar además de la relación de mayores contribuyentes regio-

nales un segundo repertorio en el que se recogen las más gran-

des propiedades rústicas municipales en función, como siem-

pre, del montante de la base imponible. Se consigue de esta

forma un mejor conocimiento del tema, por cuanto quedan in-

corporados una serie de patrimonios que, aun significando mu-

cho a escala local y comarcal, pueden no aparecer en una rela-

ción general en la que sólo se incluyen aquéllos que superan

un determinado umbral.Ello tiene, por otra parte, especial interés en lo que atañe

a las áreas altocampiñesas de las provincias de Córdoba y Jaén,

cuya oligarquía comarcal, precisamente por estar radicada en

tierras relativamente minifundistas, supera con dificultad las

cotas de riqueza y superficie de las grandes propiedades ribe-

reñas y de la Baja Campiña. ^

Aunque globalmente la distribución de las bases imponi-

bles y del número de titulares entre los distintos grupos ante-

riormente utilizados no arroja diferencias sustanciales con la

resultante de la relación general -si acaso un reforzamiento

de la gran propiedad burguesa no nobiliaria y una reducción

significativa de las sociedades anónimas- si que resultan de

interés otras peculiaridades ŝomarcales que sólo una aproxi-

mación local como ésta permité detectar.

Así, por ejemplo, en buena parte de los municipios de Jaén

y de la Alta Campiña de Córdoba los mayores patrimonios ra-

ramente superan el millón de pesetas de base imponible, sien-

do incluso frecuentes los que apenas alcanzan las quinientas

mil pesetas. El hecho, que obedece, repetimos, a encontrar-

nos ante^un tipo de grandes propiedades radicadas en comar-

cas altamente parceladas, tiene especial relevancia en la Alta

Campiña cordobesa, en la que hasta comienzos de los años cua-

renta la Cása de Medinaceli aparecía como mayor hacendada

en numerosos municipios, con extensiones y riquezas territo-

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Page 26: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

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riales que acercaban en alguna medida estas tierras a las dela Baja Campiña.

El peculiar proceso de enajenación seguido por el patrimo-

nio de lós Fernández de Córdoba, ya estudiado, no ha permi-

tido ni por asomo siquiera el mantenimiento de grandes pro-

piedades locales de la envergadura de las que detentaba la Ca-

sa Ducal: es muy significativo, por ejemplo, que la más gran-

de propiedad de Aguilar alcance sólo 800.000 pesetas de base

imponibles, la de Montalbán 333.000 pesetas, la de Montilla

algo más de 600.000 pesetas y la de Puente Genil en torno a

575.000 pesetas; y más aún, que en Cañete de las Torres, donde

la Casa contaba con más de 6.000 hectáreas, el mayor patri-

monio rústico en la actualidad supere sólo las 500 hectáreas

y tenga una base imponible de 1.214.015 pesetas.

La menor extensióñ y riqueza medias, unidas al predomi-

nio absoluto del secano en estas comarcas, explica, también,

la escasa implantación de sociedades anónimas e incluso de so-

ciedades familiares no mercantiles; domina, consiguientemente,

la figura del gran propietario labrador, muchas veces residen-

te en el propio pueblo donde radica la explotación y detenta-

dor individual de la propiedad y de la gerencia de la empresa.

La relación de mayores hacendados pone también de ma-

nifiesto, por otra parte, el carácter más modesto de la gran pro-

piedad en otras comarcas de la región; así, por ejemplo, los

municipios de colonización carolina en las provincias de Cór-

doba y Sevilla cuentan con una gran propiedad que apenas si

merece esa calificación; los mayores hacendados de La Carlo-

ta,^ Fuente-Palmera, San Sebastián de los Ballesteros y La Lui-

siana disponen de bases imponibles que oscilan entre las 169.865

pesetas y las 333.533 pesetas.

Algunos municipios de la Ribera sevillana, casi siempre de

reducidas dimensiones y en los que la actividad del I.N.C.-

I.R.Y.D.A. ha sido importante, presentan también mayores

hacendados de modestas proporciones (La Algaba, Los Pala-cios, Tocina, Villaverde del Río, etc.).

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Page 28: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

En los restantes municipios, de extensos términos y casi

siempre ubicados en la Baja Campiña, los mayores hacenda-

dos reflejan bien la situación general descrita para el conjunto

de los grandes propietarios regionales: bases imponibles me-

dias por propiedad en torno a los tres millones de pesetas, pre-

sencia de la Alta Nobleza tradicional en unos pocos munici-

pios, pero con propiedades muy ricas; predominio numérico

de los grandes propietarios labradores pertenecientes a los «li-

najes burgueses» más encumbrados (Candau, Benjuema, Lo-

vera, etc.); y ostensible peso, por último, de determinadas so-

ciedades anónimas tanto en términos campiñeses como ribe-

reños (Mudapelo, S. A., en Alcalá del Río; C. Arrocera del

Sur en Puebla del Río; José María de la Cámara, S. A., en

Utrera; Donadío, S. A., en Santaella, etc.).

5.2.3. La residencia de la oligarquía campiñesa:su implantación ciudadana

C omo se ha dicho en otra ocasión (29) la residencia de los

propietarios constituye una dimensión espacial de la gran pro-

piedad que enriquece su conocimiento. Por un lado, porque

el domicilio de los terratenientes es un signo externo de prepo-

tencia rural en medio urbano; por otro, en la medida en que

hasta hace pocos lustros e incluso en la actualidad -aunque

sin razones objetivas en nuestra opinión- la residencia ha si-

do indicador incuestionable del grado de absentismo de las ex-

plotaciones, aspecto éste tradicional y tópicamente vinculado

al comportamiento rentista o empresarial de los propietarios;

en última instancia porque la ubicación del domicilio de los

propietarios, dentro o fuera de la comarca o de la provincia,

(29) R. Mata Olmo, ^^Notas sobre la situación actual de la gran propie-dad en la Campiña Giennense^^, en Estudios Ceográficos, Mayo 1981, n.° 163,págs. 139i-165.

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marca diferencias apreciables entre los que algunos han llamado

«campesinos acomodados» (30) o, mejor aún, «campesinos ca-pitalistas» (31), y los auténticos terratenientes.

En la síntesis que aquí pres^ntamos, referida a la tercera

parte de los propietarios con bases imponibles comprendidas

entre 100 y 400.000 pesetas y al conjunto de los que superan

las 400.000 pesetas (32), interesa detenerse tanto en el carác-

ter local, provincial o extrapronvicial de la residencia, como

en la localización concreta de domicilios dentro de las ciuda-

des. De antemano puede ya adelantarse que las Campiñas de

Córdoba y Sevilla presentan un comportamiento similar en am-

bos sentidos, mientras que las tierras jiennenses ofrecen pecu-

liaridades de interés frente a las provincias señaladas. Las con-

clusiones derivadas de los cuadros que se adjuntan pueden con-cretarse en los siguientes términos.

Se constatan diferencias apreciables entre los denominados

terratenientes (más de 400.000 pesetas de base imponible) y

los campesinos capitalistas (entre 100.000 y 400.000 pesetas).

Estos últimos muestran cierta tendencia a mantener su resi-

dencia en el mismo municipio donde radica la propiedad o en

alguno aledaño; por otra parte, el significado de los propieta-

rios residentes en Madrid es, como puede verse, modesto en

los tres sectores campiñeses. De cualquier manera, las diferen-

cias entre Sevilla y Córdoba, por un lado, y Jaén, por otro,

son notables, sobre todo en lo que respecta al papel desempe-

ñado por las respectivas capitales de provincia. Por más que

en torno a140 por 100 de los propietarios cordobeses y sevilla-

nos incluidós en este grupo reside habitualmente en pueblos

(30) M. Drain, op. cit., t. II, pág. 23.(31) B. Galeski, Sociología del campuinado, Madrid, Península, 1977, paŝs.

58-59.

(32) La información procede de los Censos de Explotaciones sujetas acuota proporcional de las Delegaciones Provinciales de Hacienda de Córdo-ba, Jaén y Sevilla. Para la Campiña de Jaén ya nos ocupamos de este temaen el artículo citado en la nota 29. M. Drain lo ha abordado, por su parte,para tierras de Sevilla en. su obra citada én la nota 30.

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campiñeses y ribereños, las respectivas capitales provincialesno han llegado a perder la hegemonía como centros de atrac-ción de esta pequeña burguesía rural, que con frecuencia, co-mo ocurre en Córdoba, tiene sus tierras en el propio munici-pio de la capital.

En Jaén, sin embargo, las cosas son sustancialmente dis-tintas; esa burguesía local es eminentemente pueblerina porlo que a su residencia respecta (un 68 por 100) y la capital deprovincia no desempeña más que un papel marginal, seme-jante al de cualquier villa o pueblo campiñés (Andújar, To-rredonjimeno, Porcuna o Arjona) como polo residencial de estegrupo de propietarios.

Las cosas cambian en el colectivo de empresarios con másde 400.000 pesetas de base imponible, aunque manteniéndoselas diferencias de Jaén con las otras dos provincias. La resi-dencia en pueblos campiñeses desciende de forma clara, acan-tonándose ahora en las grandes agrovillas como Carmona, Utre-ra, Marchena, Andújar, Ecija u Osuna; en contrapartida sefortalece la capacidad de atracción de las capitales provincia-les, que llegan a albergar en los casos de Córdoba y Sevilla acasi el 60 por 100 del total de propietarios; Madrid fortalece,en cierta medida, su papel, aunque sin alcanzar en ambas pro-vincias cotas importantes. Los terratenientes de hoy han per-dido, pues, el carácter cortesano que antaño afectara a mu-chos y, consecuencia de su frecuente extraccion labradora yde su dedicación principal a la agricultura, han optado por fi-jar su residencia en las respectivas capitales provinciales.

Jaén presenta, sin embargo, una tendencia particular. Cier-tamente, se debilita el papel de los grandes pueblos campiñe-ses, que pasan de albergar a un 68 por 100 de los propietariosde 100.000 a 400.000 pesetas a sólo un 24 por 100 de los dema§ de 400.000 pesetas; pero esta pérdida de propietariós delas agrovillas jiennenses nd se traduce, como puediera pensar-se, en un reforzamiento del carácter polarizador de la capital(Jaén crece tan sólo de un 7 por 100 a un 16 por 100) sino,por el contrario, de Madrid, que acoje a135 por 100, y de otras

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capitales andaluzas, especialmente de Córdoba y Sevilla, am-

bas con un 23 por 100. Estamos, pues, ante una capital de pro-

vincia que, como ocurre con otras funciones que tiene asigna-

das, no ha logrado imponerse plenamente dentro de su ámbi-

to administrativo; la burguesía agraria jiennense no ha senti-

do ni siente demasiado atractivo por vivir en Jaén, donde de

hecho tienen su domicilio parte de los terratenientes que po-

seen sus fincas en el extenso término de la ciudad o en algunos

próximos (Mancha Real, Torredonjimeno, Torre del Campo,

etc.); Córdoba, Sevilla o Granada, y especialmente Madrid

constituyen los núcleos de aquellas familias que ya el siglo pa-

sado fijáron allí sus residencia como de otras que lo han hecho

en los últimos decenios. No hay que pensar, sin embargo, que

es sólo el escaso atractivo de Jaén en determinadas funciones

(educativa, cultural, de diversos servicios, etc.), el único he-

cho que explica su marginalidad como polo residencial de gran-

des propietarios. Por encima de ello hay que tener en cuenta

que los actuales terratenientes han estado tradicionalmenté vin-

culados a otras ciudades andaluzas o a Madrid y ha sido desde

ellas desde donde han gerenciado las explotaciones, que en no

pocos casos venían a completar importantes propiedades en

otras comarcas de las campiñas cordobesa y sevillana (familias

Andrada Vamderwilde, Contreras, Jiménez Cañadas, Flores

de Quiñones, Cañada Laguna, etc.).

El fenómeno es, en definitiva, una prueba más de la pecu-

liar estructura de propiedad de la Campiña de Jaén dentro del

ámbito regional, con un peso destacado de pequeños y media-

nos propietarios, y en la que la gran propiedad pasa a ser con-

trolada, parcialmente al menos, desde donde radican los autén-

ticos centros de decisión del latifundio campiñés: Sevilla Cór-

doba y Madrid.

Si junto a la residencia de los titulares tomamos en consi-

deración la distribución de «la riqueza» -las bases imponibles-

los resultados no se alteran esencialmente, aunque se introdu-

cen ligeras variaciones de fácil explicación; como puede verse

en el cuadro 78, Madrid fortalece su papel al controlar los pro-

245

Page 41: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

pietarios en ella residentes el 18,4 por 100 y el 16,4 por 100

de las bases imponibles provinciales de Córdoba y Sevilla, lo

que no indica otra cosa que los terratenientes madrileños, co-

mo en el pasado, cuentan por término medio con patrimonios

más ricos que los residentes en la propia región; no en balde,

por ejemplo, la muy destacada fortuna rústica de la Casa de

Alba (13.458.684 pesetas) tiene su «residencia» en la capitalde España.

También, refuerzan significativamente su posición, aun-

que sin alcanzar el 10 por 100 de las bases, los residentes in-

cluidos bajo el epígrafe «otros», fundamentalmente por que en

él se integran patrimonios tan pingŝes como el del Marqués

de La Montilla (9.698.979 pesetas), residente en Pamplona,

y de diversas sociedades anónimas con sede social en Barcelona.

En contrapartida los grandes pueblos campiñeses pierden

protagonismo en relación con el porcentaje de terratenientes

que albergan, lo que está indicando que precisamente aque-

llos contribuyentes con base imponible de más de 400.000 pe-

setas que residen en los municipios donde radican sus fincas

o en algunos próximos tienen, por término medio, propieda-

des más reducidas que los de aquéllos que habitan en la capi-

tal de provincia o en Madrid.

Jaén, Córdoba y Sevilla, por último, controlan bases im-ponibles ligeramente inferiores sólo a la proporción de terrate-nientes que en ellas residen.

Otro aspecto de interés en el estudio de la residencia de losterratenientes es, como decíamos, la localización concreta desus domicilios en las capitales y núcleos urbanos, como un in-dicador externo más del encumbramiento de este grupo social.Los planos que se adjuntan, referidos a Jaén, Córdoba y Ma-drid, no dejan lugar a dudas en cuanto a la relación existenteentre residencia terrateniente y á%éas urbanas de más altos pre-cios del suelo; es un hecho que por evidente y autoexplicableno merece más comentarios. Hay, sin embargo, un aspecto to-cante a la localización intraurbana de los grandes propietariosque, más allá de la obvia coincidencia mencionada, ayuda a

246

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Page 44: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

una mejor comprensión de la vitalidad de ciertas zonas de los

cascos en las capitales andaluzas y contribuyen a un intento

de aproximación a la percepción que de sus propias ciudades

tiene la oligarquía rural que las habita.

Tanto en Sevilla como sobre todo en Córdoba buena parte

de los grandes propietarios ha optado por fijar su domicilio en

los ensanches de fines del siglo XIX o del presente siglo: el ba-

rrio de los Remedios en la capital sevillana y, dentro de él, el

eje de la avenida Republicana Argentina y Plaza de Cuba; las

avenidas Conde de Vallellano, Paseo de la Victoria y avenida

del Gran Capitán y Ronda de Tejares en Córdoba; en ésta úl-

tima ciudad hay que mencionar además la zona residencial del

piedemonte serrano, con una renta diferencial evidente, que

alberŝa en viviendas unifamiliares ajardinadas a un numeroso

grupo de terratenientes (avenidas del Brillante y de la Arruzafa).

Ahora bien, esa tendencia a residir en bloques de pisos en

las principales arterias de los ensanches contemporáneos no ha

supuesto un abandono total de los cascos por parte de esta oli-

garquía rural tan vinculada a los órganos de poder, a las tradi-

ciones y a la idiosincracia de sus ciudades. Tanto en Córdoba

como en Sevilla, ya sea en antiguos palacetes o en casas de pa-

tios remozadas y acondicionadas, como en nuevas viviendas

unifamiliares o colectivas, una parte no despreciable de ese pa-

triciado urbano ha optado por mantenerse en los cascos, con-

tribuyendo con ello a su vitalidad y funcionamiento no sólo

como área comercial, sino también residencial -el ejemplo cor-

dobés quizás sea el más expresivo-, conservando lógicamen-

te niveles de calidad de vida elevados y evitando, obviamente,

la degradación de que han sido objetos otros cascos andaluces

relegados como áreas de residencia por sus clases más acomo-

dadas. Y quizás la contrapartida más clara, en ese sentido, la

ofrece la ciudad de Jaén, en este aspecto también diferente a

Córdoba y Sevilla. Su oligarquía rural, con muy pocas excep-

ciones, ha optado por fijar su residencia en los ejes centrales

del reciente ensanche hacia el norte, las avenidas del Genera-

lísimo y de Madrid; el casco viejo, con limitaciones topográfi-

249

Page 45: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

Domicilio en híadrid con más de 400.000 ptas. de base imponible en las campiñasde Córdoba y Jaén.

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Figura 53

250

Page 46: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

Domicilio de propietarios cordobcses con más de 400.000 ptas. de ba-se imponible.

Figura 54

251

Page 47: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

Residencia de Jaén de propietazios con más de 100.000 ptas. de B.I.

Figura 55

252

Page 48: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

cas palpables en algunos sectores, y muy poco atractivo paralos grandes propietarios, ha entrado en un claro proceso de de-gradación, sobre todo en su sector oeste, prácticamente irre-versible.

En resumen, y con todas las matizaciones intrarregionalesque quieran hacerse, queda claro que los rasgos esenciales quehoy definen la residencia de los grandes propietarios campie-ñeses son, en primer lugar, el papel de polos residenciales quecorresponde a Sevilla y Córdoba y, en segundo plano, a Ma-drid, reforzado, ciertamente, éste último si se toma en consi-deración la riqueza de las propiedades más allá del número depropietarios; en segundo lugar, la pérdida de protagonismo delas «populosas» agrovillas campiñesas cuando se pasa de los con-tribuyentes de 100.000 a 400.000 pesetas a los de más de400.000; de cualquier manera no dejan de jugar un papel des-tacado que pone nuevamente de manifiesto el carácter casi ur-bano de estos núcleos y el deseo de muchos grandes labrado-res de permanecer junto a sus fincas, con cuyo riesgo no sólocorren, sino a las que dedican, además, el grueso de su activi-dad laboral; en tercer lugar, la tendencia reciente de buen nú-mero de terratenientes a trasladar sus domicilios a los nuevosbarrios y arterias residenciales, sin que los cascos viejos y sucaserío tradicional, en ocasiones palaciego, hayan sido por com-pleto ignorados; por último, las diferencias ostensibles de Jaénen todos los temas mencionados con respecto a las otras doscapitales béticas, es decir, su escasa fuerza polarizadora entrelos latifundistas jiennenses, la competencia de Madrid y la de-gradación de buena parte de su casco, así como el paso de casitoda su clase terrateniente a los ejes del reciente ensanche.

A1 margen de los comentarios suscitados por el tema en cues-tión, a nadie se le oculta que el mayor interés generado, inclu-so en la más reciente bibliografía, por el estudio de la residen-cia de los grandes propietarios es el «problema» -falso pro-blema hoy- del absentismo. Estamos en condiciones de afir-mar que la mayor o menor proximidad del propietario a sustierras no es hoy argumento que pueda utilizarse para expli-

253

Page 49: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

car la tenencia directa o indirecta de la explotación, ni menosaún, presuponiendo la primera, la mayor o la menor intensi-dad de la opción productiva adoptada.

El absentismo, que antaño pudo constituir un indicador vá-lido de subexplotación, no tanto por lo que suponía en sí mis-mo de lejanía física de las tierras, sino porque aquélla iba em-parejada, por lo general, a un comportamiento rentista y no«empresarial» con respecto a la propiedad, ha perdido validezen una agricultura en la que domina la explotación directa,que ciertamente no hay que confundir con la gerencia directa.Cualquier intento de relacionar explicativamente residencia ysubexplotación nos parece ocioso y hasta falseador de la reali-dad; los distintos grados de intensidad productiva, que sin du-da pueden darse de unas fincas a otras, especialmente en áreasregadas, no dependen tanto de dónde fije su residencia el pro-pietario, sino de la cantidad de riesgos y de la forma en queesté dispuesto a correrlos.

5.3. Análisis de casos: de la gran propiedada la gran empresa agraria (33)

5.3.1. La gran propiedad cordobesa

A) Titulares y lazos familiares:muchos propietarios, pocas familias

Ya vimos, al comentar la situación de la gran propiedadcordobesa en 1860, cómo el número total de terratenientes con

(33) El estudio pormenorizado que sobre la gran propiedad se dirige eneste epígrafe a tres áreas representativas del latifundio regional (Campiñay Ribera cordobesa -mixta de labor secano y regadío-, Campiña de Mar-chena -cerealista y olivarera de secáno; y Campiña de Jaén -eminente-mente olivarera.-) sigue un camino similar en los casos de Córdoba y y Mar-chena. Para Jaén, de cuya campiña nos ocupamos ya en el trabajo citadoen las notas 29 y 32, se ofrece sólo comentario de determinados aspectosde la gran propiedad, obtenidos en parte a través de enduesta en los años1979-80.

254

Page 50: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

respecto a etapas anteriores se había incrementado ligeramen-

te, consecuencia fundamentalmente del proceso desamortizá-

dor y, en concreto, de la enajenación del pingŝe patrimonio

territorial de la Catedral que, por motivos obvios y aun respe-

tándose lás unidades de explotación -cortijos y dehesas- ha-

bía pasado a ser detentado por casi una docena de propieta-

rios.

De cualquier manera, la presencia entonces de una seriede propiedades muy extensas en manos de la nobleza comar-cal o local hacía que el colectivo de terrateniente • de más de200 fanegas fuera todavía reducido.

De mediados del siglo XIX hasta hoy la evolución seguida

por la gran propiedad cordobesa, como pudo verse parcialmen-

te, al menos, en el epígrafe anterior, se ha concretado en el

desmoronamiento de buen número de fortunas rústicas deten-

tadas por aquella nobleza comarcana, por la incorporación al

hilo de esas enajenaciones de un nutrido grupo de grandes la-

bradores cordobeses o de municipios aledaños, y por las suce-

sivas divisiones patrimoniales por vía de herencia, que sin su-

poner siempre divisiones concretas de unidades de explotación

sí que lo han sido de propiedades integradas por varios corti-

jos, con frecuencia inmediatos.

Todo ello tiene lógica expresión en la actual situación dela gran propiedad cordobesa a través de la información proce-dente de las cédulas de propiedad del año fiscal 1979. Comorecogen los cuadros que se adjuntan, el número de propieta-rios con más de 100 hectáreas en la Ribera y Campiña se haincrementado ostensiblemente con respecto a cortes estructu-rales anteriores, y ese crecimiento ha afectado, obviamente,a los intervalos inferiores (100-200 hectáreas y 200-300 hectá-reas). En contrapartida los grandes terratenientes de cabezahan perdido su hegemonía superficial, además de haber expe-rimentado un descenso numérico sustancial. En defmitiva, pues,la oligarquía rural cordobesa, desde la perspectiva que ahoranos ocupa -número de titulares y superficie detentada-, seha ampliado y ha perdido parcialmente al menos la polariza-

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CUADRO 79

RELACION DE GRANDES PROPIETARIOS EN LA CAMPIÑA YRIBERA DEL MUNICIPIO DE CORDOBA (1)

Pmpietario Sup. . en has.

Alcántara García, Fco . . . . .: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 316Alcántara Parras, Hnos . ....................... 227Alcántara Sendra, Rafael ....................... 156Alcaparro, S. A . .............................. 778Alvarez García, Joaquín ....................... 197Alvear Noriega, Aurora . .. .. .... . .. . .. . . .... ... 272A mo Molina, Eduardo ......................... 263B aquerizo Jiménez, José ....................... 237B ascóñ Sillero, At . ............................ 153Belmonte Fdez. de Córdoba hnos.Y ^ ............ 317Belmoríte Viguera, José . .. . . .... . ... .. . . . .... .. 254Belmonte Viguera, Enriqueta ............:...... 182Benito Fdez. Mesa, Carmen .................... 239C añada Laguna, Mariana ...................... 240C añada Laguna, Teresa ........................ 163Cabanás Suárez-Varela, Rafaela ................ 213Cabrera Díaz de Morales, María ............ ... . 347C aballero Cebrera, Manuel ..................... 366C aballero Gómez,José ......................... 160C adenas Sanz, Caridad y hnas . ................. 385Caja Coop. Onésimo Redondo ... .. .. . ... .. .. .. . 303Carrasco Suárez-Varela, Carmen . ............... 195Col. Sta. M.a de las Huérfanas .. ............... 319Corredor García, Amparo e hijos . . . . . . . . . . . . . . . . 276Crespo Laguna, Carmen ....................... 218C respo Raya, Antonio ......................... 220C respo Raya, Bernardo ........................ 168C respo Raya, Fco . ............................ 148C respo Raya, Pedro ........................... 161Cres o Ra a, SalvadorP Y ........................ 246Criado Navas, Pedro Javier . ... . . ... . . ..... .... 484Doña Sol, S. A . .............................. 389

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CUADRO 79 (continuación)

RELACION DE GRANDES PROPIETARIOS EN LA CAMPIÑA YRIBERA DEL MUNICIPIO DE CORDOBA (1)

Psopictario Sup. en har.

Duque del Infantado .......................... 1.666Duquesa de Almenara Alta ..................... 305Espinosa de los Monteros Coca, Fco . ............ 399Enrile y López de Marbá, Antonio ............. . 100Enrile y López de Marbá, Capitolino .. ....... ... 277Enrile y Lbpez de Marbá, Elvira . . . . . . . . . . . . ... . . 265Explotaciones Agrícolas, Logisa .... ........ .. .. . 236Fdez. de Cbrdoba Belmonte, Sofia . . . . . . . . . . . . . . . 216Fdez. Molina Cañas, Miguel .. ... .. . . . .. . . .. ... 198Fernández Ariza, Ana ......................... 162Fernández Ariza, Francisco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237.Fernández Ariza,Juan ......................... 221Fund. Carolina Montes Bayón . .. .. .. .. .. . . . .... 265Gámiz Ruiz-Amores, hnos . .... .... .. .. .. . .. .... 209Garay Ruiz de Salas, hnas . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . 225García Courtoy, Gregorio hnos . . . . . . . . . . . . . ^. . . . . 1.588García Guzmán, Santiago .. ... .. .. .. .... .. . . ... 313García Natera, Gregorio ....................... 980García Natera, Joaquín ........................ 167García Natera, Teresa .. . . . .. . . . .. . . .. ....... . . 991Giménez Cañadas, Matilde . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180Giménez Cañadas Pedro, ...................... 296 ^Gómez Jiménez, Miguel . . .... .. .. .... ........ . 198González Canales, Dolores ..................... 220Herrerita, S. A . .............................. 179Hidalgo Olivares, Carmen ..................... 587Holgado García del Prado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128Holgado Rodríguez, hnos . . .... . .. . ..... ... .... . 376Jiménez dela Cruz,José ....................... 238Jiménez Laguna,Joaquina hnos . ................ 384Jiménez Laguna, Rosario ...................... 331La Barquera, S. A . ............................ 101Laguna Laguna, Fernando ..................... 457

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CUADRO 79 (continuación)

RELACION DE GRANDES PROPIETARIOS EN LA CAMPIÑA YRIBERA DEL MUNICIPIO DE CORDOBA (1)

Propi^tario Sup. en has.

Laguna López, Bartolomé ...................... 269

López Alvear, Angeles .. ...... ... . .... .. .... ... 201

Lbpez Alvear, Pedro y hnos . ................... 327

Lbpez Crespo, Francisco ....................... 752

López Crespo, Ricardo ........................ 100

López Baena, Bernardo ........................ 593

López Cubero, Lorenzo ........................ 672

López Cubero, Lorenzo y esposa . . . . . . . . . . . . . . . . 571

López Gómez, Concepción . ..... . ........... ... 150

Lópéz Gómez,José ............................ 554

López Gbmez,Juan ........................... 292

López Gómez, Carmen ... .. .... ...... .... .. ... 114

López Jiménez,José ........................... 156

López Laguna, Antonio ........................ 579

López Laguna,José Luis ....................... 120

López Laguna, Pilar :.......................... 368

López Laguna, María ......................... 102

López Marín,Joaquín ......................... 353

López Marín,Josefina ......................... 352

López Marín, Ricardo ......................... 292

López Marín, Pedro Luis . .. .... . ... .. ..... .... 101

Pérez, Ricardo hnos. (') ....................... 306

Lora Galán, Rafael . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187

M árquez Alvarez de Toledo, José ............... 443

Márquez Alvarez de Toledo, R. y M.a .......... 279

Márquez Castillejo, Mercedes .. . . . . .. . . . .. . . . . .. 1.201

Máquez Criado, J. M.a y hnos . ................ 246

M árquez Patiño, hnos . ........................ 210

Médez Sánchez, Alberto ....................... 655Millán Castro, Joaquín ........................ 328

Millán Poblaciones, Cristóbal ..............'..... 323

Millán Reyes, Fca. y hnos . .. .. . . .... ....... . .. . 183

Mitjans Stuart, Jaime ....... .... .... .. .... . .... 280

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CUADRO 79 (continuación)

RELACION DE GRANDES PROPIETARIOS EN LA CAMPIÑA YRIBERA DEL MUNICIPIO DE CORDOBA (1)

Propieta^io Sup. en hos.

Mora Figueroa, A. y otros ..................... 330

Moreno Cañadas, Alejandro .................... 177Moyano Torralba, Concepción . . . . .. . . . . . .. . . . . . 295Natera Cabello de los Cobos, Fco . . . . . . . . . . . . . . . . 422Olías Porras, hnos . ............................ 727Olivares Gómez Barzanallana, M.8 A. . . . . . . . . . . . 113Palomarejo, S. A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225Pecrina, S. A . ................................ 360

Pérez Carmona, Salvador ...................... 255Pérez Herrera, Josefa y hnos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130Pérez Terraba, Concep. y hnos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180Pérez Terraba, Antonia y hnos . ................. 198Pinedo Castro, Serafina .... . . ... .... ..^. .... .... 197Pinedo Castro, Teresa hnos . .................... 162

Porras Benito, Luisa hnos . .. .. .... ..... . ...... . 224Porras Benito, Luisa ........................... 201Puig Rioboo, Francisco ........................ 204Quinla, S. A . ................................. 338

Raya Miranda, Bernardo ...................... 537

Reyes Pineda, Isabel .......................... 126

Rodríguez Montes, Jerónimo ...... .. ...... .. ... 134Rodríguez Quijada, Adela ...................... 207

Rojas Corripio, Francisca ... .. .. .... ...... .. ... 177Rojas Díaz, Manuel ........................... 174

Rubio Courtoy, Concepcibn ... ...... .... .. .. .. . 169Rubio Courtoy, Manuel ....................... 204Rubio Courtoy, Pilar y hnos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172Rubio Rodríguez, Concepción .................. 388Rubio Rodríguez, Elisa ........................ 274Saavedra Collado, Leonor ...................... 398

Santa Natalia, S. A . ........................... 399

Saro Eguilioz, M.a Dolores ..................... 252

Soc. Agraria Majaneque, S. A . . . . . . . . . . . . . . . . . : 115

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CUADRO 79 (continuación)

RELACION DE GRANDES PROPIETARIOS EN LA CAMPIÑA YRIBERA DEL MUNICIPIO DE CORDOBA (1)

Propietario Sup. en has.

Serrano Cañadas, Fernando .................... 176

Stuart Falcó,Jacobo ........................... 1.003

Tarradas Vidal, Esteban ....................... -

Tienda Pesquero, Enrique ... . .• ... . . ... ... ..... . 188

Torrico Martos, Bartolomé ... .... . .... ... ..... . 408

Valderrama Rioboo, Carlos .................... 320

V alle García, José . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459

Vargas Porras, Concepción ..................... 217

Vargas Porras, Ramón ........................ 204

V elasco Cejas, Francisco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166

Villarejo Martínez, Rosa ...................:... 246

Vidal Pineda, M.a hnos . ....................... 135

Villaverde la Alta, S. A . ....................... 225

Fuenli: Libro de Cédulas de Propiedad del Catastro de Rústica del municipio

de Cbrdoba. .

(1) Se relacionan alfabéticamente los propietarios con más de 100 has. y

400.000 ptas. de B.I. '

ción interna que la caracterizaba en los siglos pasados. Y estasituación estructural, que nuevamente contraviene las ortodo- •xias conocidas sobre procesos de acumulación en el mundo ru-ral, ha sido fruto tie los factores ya mencionados.

Por una parte el desmoronamiento, por causas diversas,de los extensísimos patrimonios nobiliarios de Córdoba en laspostrimerías del siglo XIX y comienzos del XX, así como trasla Guerra Civil; con ello, la paralela incorporación al colecti-vo de propietarios de una serie de familias, labradoras y arren-datarias de extensos cortijos, habría de producir como lógicoresultado cierta dispersión de aquellas fortunas, que aunaban

260

Page 56: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

en ocasiones más de una decena de explotaciones. La explica-ción de esta dinámica es en el caso cordobés, al menos, muyclara.

El cambio de titulares que se produce en las etapas men-cionadas tiene evidentemente lugar por vía de compraventas;por más que los grandes labradores de Fernán Núñez, PedroAbad, El Carpio, Bujalance, etc., hubieran logrado acumularimportantes ahorros en los momentos favorables de la segun-da mitad del siglo XIX, en los años de la Primera Guerra Mun-dial o en los posteriores a la Guerra Civil, difícilmente puedeentenderse que llegasen a niveles tales como para acceder a lacompra de decenas de cortijos en un lapso tan corto de tiem-po, tanto más si se piensa, como ya se comentó en el capítuloanterior, que en líneas generales los arrendatarios de grand-des fincas, y en concreto los de Fernán Núñez estudiados condetalle y muy activos en todo este proceso de cambios de titu-laridad por compra, llevaban la explotación uno o muy pocoscortijos.

A esta situación se une, además, el hecho de las divisionespatrimoniales por vía de herencia, que en tierras cordobesashan privado sobre opciones societarias, ya familiares o mer-cantiles. Las grandes fortunas de los nuevos labradores, gesta-das como digo en las postrimerías del siglo XIX, durante la Pri-mera Guerra Mundial y a lo largo de los años 40, han tendidoa la desmembración reciente por vía sucesoria, pese a los es-fuerzos de algunos propietarios de ampliar sus dominios, yapor compras intrafamiliares o aprovechando en todo momen-to la corta oferta de tierras existente. No se olvide, además,el auténtico «boom» de los precios del suelo en los últimos lus-tros, paradójicamente paralelo al descenso relativo de los be-neficios, que hace difícil, si no imposible, iniciativas de com-pra que superan en muchos casos el centenar de millones depesetas.

A todo ello se une, además, el comportamiento eminente-mente empresarial seguido por muchos de estos grandes pro-pietarios desde el mismo momento del acceso a la propiedad,

261

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que disuade en alguna medida de la constitución de patrimo-

nios «excesivamente» grandes -en palabras de los propios im-

plicados-, con frecuencia dispersos y consiguientemente pro-

blemáticos para una explotación directa tal y como la enten-

dían y entienden muchos de esos grandes labradores cordobe-

ses, hijos o nietos de colonos, y que supone la gerencia perso-

nal, la toma de contacto casi diaria con la explotación y la con-

cepción de la misma como unidad técnico-económica unitaria

espacialmente. Por ello; con frecuencia, la compra sucesiva de

cortijos, por parte de los acaudalados labradores, no obedece

tanto al interés por ampliar las unidades de explotación, cuan-

to a garantizar a su «prole», casi siempre numerosa, una for-

tuna tal que aún dividida a partes iguales entre herederos, do-

te a cada miembro de la familia con una unidad de explota-ción.

Tal estrategia, seguida por igual para varones y mujeres,ha dado como resultado lógico la fusión por matrimonio de almenos dos cortijos, partiendo obviamente de la generalizadaendogamia que gravita sobre la oligarquía terrateniente. Detodo lo dicho hasta aquí se desprende el título que dábamosa este epígrafe: muchos propietarios y pocas familias. Esta esla realidad de la poderosa oligarquía rural radicada en el ex-tenso término de Córdoba, sólo parangonable si cabe a las deC armona, Utrera o a las de algunas áreas ribereñas del bajoGuadalquivir. Compras, herencias y matrimonios endogámi-cos han culminado en una relación numerosa de grandes pro-pietarios que, sin embargo, tomando en consideración los gru-pos familiares carnales (hermanos y primos) y políticos, se re-duce ostensiblemente y la campiña cordobesa se nos aparece,entonces, controlada por menor número de potenciales cen-tros de decisión que en etapas anteriores. Conviene, sin em-bargo, matizar contra los que ponen todo el acento en esos gru-pos familiares y en referir la concentración real de propiedada unos pocos «linajes burgueses», que ni las relaciones intrafa-miliares son siempre reales en la prácitca, ni las opciones pro-ductivas y las decisiones son abordadas en el marco de estos

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clanes terratenientes; el conocimiento concreto de la sociedadcordobesa así lo enseña.

En cualquier caso no hay duda de que los grupos de her-manos -no digamos ya de primos hermanos- y las unionesmatrimoniales desempeñan en Córdoba, como en cualquier otrasociedad latifundista, un papel destacado, reduciendo en la prác-tica el número real de grandes labranzas y propietarios. Reco-gemos a continuación, sin ánimo de exhaustividad, la dinámi-ca seguida en los últimos 80 años aproximadamente por unade las familias propietarias más enraizadas en Córdoba, los ac-tuales López, primos y descendientes de los tres hermanos Ló-pez Serrano, grandes labradores arrendatarios de Fernán Nú-ñez, que como tantos otros de los municipios limítrofes de Cór-doba acceden a la propiedad en las diversas coyunturas favo-rables antes mencionadas.

Los iniciadores del proceso, verdaderos protagonistas de laacumulación de tierras, son los hermanos López Serrano, Jo-sé, Alfonso y Fernando, a los que habría que añadir a RicardoLópez Serrano, probablemente hermano de los anteriores, com-prador de uno de los cortijos estudiados en su dinámica (el cor-tijo de Tolín, comprado al Conde de Santa Coloma en 1901),pero sobre el que carecemos de más noticias.

Los tres hermanos en cuestión son fieles exponentes de lafigurá del gran labrador arrendatario, residente en algún pue-blo asomado a la Campiña, y que en muchos casos no contabacon más patrimonio en propiedad que el ganado de labor queutilizaba para la labranza; ésta es concretamente la situaciónque refleja el Amillaramiento de Fernán Núñez de 1903 conrespecto a los hermanos López Se"rrano: Alfonso no contabacon otra renta en el término fernannuñense que las 479 pese-tas procedentes de la ganadería, la mayor parte de labor, quetenía en el cortijo Peralta, arrendado del Marqués de Valde-flores, cortijo que terminaría comprando en 1949 un sobrinosuyo, Pedro López Crespo, hijo de su hermano Fernando. AJosé López Serrano, por su parte, se le imputaba exclusiva-mente la renta de 648,5 pesetas por el mismo concepto en el

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cortijo de Torrealbaén, que igualmente llevaba arrendado. Porúltimo, Fernando, al lado de dos reducidas parcelas de olivarde 1 y 1,25 arranzadas y de 12 fanegas arrendadas del Duquede Fernán Núñez, contaba con una renta restimada en 930 pe-setas por el ganado que tenía en el cortijo Cuarto del Río deCórdoba, en arrendamiento del Marqués de Malpica y que en1921 acabaría comprando su hermano José.

Ha resultado imposible reconstruir los distintos procesosde compraventas de todos los cortijos adquiridos por los her-manos o por sus inmediatos sucesores. En epígrafe anterior serecogen las compras realizadas por José López Serrano de tresde los cortijos de la muestra analizada (Haza Ratosa, Cuartode Río y Blanquillo), que dan prueba ya de la importante ac-tividad de este individuo. El Registro de la Propiedad Expro-piable de 1933, por su parte, recoge la situación del patrimo-nio rústico de José López Serrano y de su sobrino José LópezLaguna, hijo de Alfonso López Serrano y padre de los herma-nos López Gómez, así como las vías por las que se habían ges-tado: las compras sucesivas, en el caso de Alfonso, y aquéllas,unidas a las donaciones paternas en el caso de los López La-guna, no dejan lugar a dudas sobre el comportamiento acu-mulador de estos labradores que se incorporarán así definiti-vamente a las filas de la clase terrateniente.

Las segundas generaciones recogidas en el cuadro 81 (Ló-

pez Laguna, López Crespo y López Suárez Varela) no pre-

tenden ser completas, sino tan sólo servir de puerta a los ac-

tuales grupos de hermanos, primos segundos entre ellos, pero

todos López, que comandan hoy una parcela importante de

la tierra y de la producción agraria cordobesas. La vinculáción

matrimonial con otras encumbradas familias (los Lovera, Cria-

do, Puig-Rioboo, o Montijano), o con miembros lejanos de la

propia familia (matrimonio de Alfonso López Gómez, nieto

de Alfonso López Serrano, con su prima segunda Angeles Ló-

pez Riobo, nieta de José López Serrano) limitan en alguna me-

dida, aunque no por completo, la disgregación y reducción depatrimonios por vía sucesoria.

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B) La distribución de los aproaechamientos según el Catastro;homogeneidad interna de la gran propiedad. La configuraciónparcelaria: del parcelario de propiedad al de explotación.

Aunque el análisis de aprovechamientos y más concreta-mente de las distintas orientaciones culturales será abordadocon más detalle en las notas que a continuación se incluyensobre el funcionamiento de la explotación agraria, se abordaahorá la distribución de usos dentro de las propiedades cordo-besas de más de 100 hectáreas y con base imponible superiora 400.000 pesetas, según la información procedente de las cé-dulas de propiedad. Se persigue con ello una primera aproxi-mación al tema, la posibilidad de establecer comparaciones conlos datos censales, y por último evaluar comparativamente lacalidad de las tierras cultivadas de la gran propiedad cordobe-sa con respeŝto a las medidas municipales.

La gama de tipos de aprovechamiento utilizada por el Ca-trastro de Rústica apenas permite descender al estudio de laorientación productiva de las fincas; bajo epígrafe tan generalcomo herbáceas de secano se engloban cultivos de rendimien-tos brutos y de exigencias agronómicas tan dispares como tri-go, garbanzos, remolacha o algodón, cuestión ésta de notabletrascendencia en el caso cordobés donde las plantas herbáceasocupan prácticamente e190 por 100 de la superficie cultivada.

En cualquier caso, la información catastral, muy semejan-te ŝomo veremos a la procedente de censos y encuestas, no ha-ce más que constatar el dominio absoluto de la tierra calma,en secano y regadío, dentro de las grandes propiedades cordo-besas (78, 5 por 100 en secano y 9 por 100 en regadío); los res-tantes aprovechamientos de la tierra cultivada no son más queuna anécdota en el conjunto de los usos agrarios, incluso el oli-var, tan difundido en las vecinas tierras altocampiñesas y queen Córdoba, por el contrario, dadas las características edáfi-cas y en parte también la estructura de propiedad, no ocupamás del 2,2 por 100 de la S.A.U., ju •tamente en algunos cor-

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tijos ubicados sobre los altos niveles de terraza del Guadalqui-vir o en la cobertera pliocuaternaria (Cortijo Alfayatas).

La tierra inculta, de monte, pastos, árboles de ribera o im-productiva, no alcanza lugar significativo con apenas un 10 por100 de la S.A.U., y ubicada casi siempre en grandes fincas si-tuadas en la ribera derecha del Guadalquivir, a caballo entrelo que es propiamente la vega y el piedemonte serrano, fuerapues, en sentido estricto, del área objeto de nuestro estudio.

^ Interviene de alguna forma el tamaño de la propiedad, den-tro de este grupo de las que superan las cien hectáreas, en unadistribución diferente de aprovechamientos? La respuesta esnegativa para aquellas propiedades comprendidas entre 100 y750 hectáreas, las más numerosas con diferencia y las que abar-can el grueso de la superficie latifundista (80,3 por 100). Enellas, como puede verse en el cuadro 82, la extensión ocupadapor herbáceas de secano oscila escasamente entre el 81,5 por100 de las propiedades de 300 a 400 hectáreas y el 87,2 por100 de las de 100 a 200 hectáreas. Los restantes aprovecha-mientos se mueven dentro de valores relativamente próximos.

Las más extensas propiedades, sin embargo, presentan unpanorama algo distinto, caracterizado por un descenso impor-tante de la tierra de labor de secano y un incremento paralelodel incluto (monte y pastos) y, en menor medida, del regadío;el mayor peso de la superficie no labrada no debe entenderseen prácticamente ningún caso como indicador de subexplota-ción, sino como consecuencia lógica de que muchos de estosmayores patrimonios están situados sobre áreas mixtas de ri-bera y falda serrana, que localmente pueden hacer más acon-sejable aprovechamientos no agrícolas. Y es esa misma vecin-dad del curso del Guadalquivir o del Guadajoz la que explicaasimismo que las propiedades de más de 700 hectáreas dispon-gan de una superficie regada ligeramente superior a la de lascomprendidas en otros intervalos.

En cuanto a la calidad de las tierras de gran propiedad ymás concretamente de las de labor-secano, que constituyen elgrueso en aquellas propiedades como en el conjunto munici-

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pal, la documentación catastral pone de manifiesto una ligera

tendencia hacia mayor riqueza de las grandes fincas, que cuen-

tan con el 88,1 por 100 de la labor incluida en las cuatro cali-

dades de mayor potencial, frente a183,8 por 100 del total mu-

nicipal; se trata, sin embargo, de diferencia tan corta que no

permite plantear consideraciones sobre rentas diferenciales a

favor del latifundio cordobés, sobre todo en un municipio co-

mo éste, acaparado en forma casi absoluta por las grandes fin-cas.

Otro tema de interés derivado de la información territorialcatastral y directamente implicado en la organización y posi-bilidades de economías de escala es el de la configuración par-celaria de las grandes propiedades. Las cédulas de propiedad,por el objetivo esencialmente fiscal del Catastro, reflejan unaimagen falsa de lo que en realidad debe entenderse por orga-nización parcelaria como base de la explotación, es decir, elnúmero y la distancia real de las fincas o parcelas en sentidocensal que integran un propiedad.

Los linderos catastrales, en ocasiones arbitrarios y con fre-cuencia no separadores de tierras de distinto propietario, sinode piezas de tierra con límites concretos que pueden ser pro-piedad de un mismo titular, falsean y encubren la auténticaconfiguración territorial de estos patrimonios. Tanto el ejerci-cio cartográfico que realizamos sobre la hoja topográfica de Cór-doba 1/50.000 con la información base obtenida de los polígo-nos catastrales, como la documentación de los cuestionarios ori-ginales del Censo Agrario de 1972 constatan la «inflación» par-celaria que se deriva del análisis catastral, y en lógica contra-partida, la excelente constitución de las grandes propiedadescordobesas, integradas frecuentemente por una sola finca o par-cela censal, o por unas pocas relativamente próximas. Cuen-tan, pues, estos patrimonios no ya con una calidad y exten-sión favorables para la obtención de productos brutos eleva-dos, sino con el parcelario idóneo para el desarrollo de econo-mías de escala y para la optimización del empleo de los recur-sos (cuadro 83).

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CUADRO 84

CALIDADES DE TIERRAS Y REGIMENES DE TENENCIA^ EN LAS GRANDES PROPIEDADES CORDOBESAS

1. Calidades de las tierras de labor en el municipio de Cbrdoba y enlas propiedades de más de 400.000 ptas. de B.I.

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2. R^gímenes de tenencia d^ !as grandts explotaciones cordobesas (1)

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Tenencia en propiedad . . . . . . . . 63 27.294 (724,3 de lasmixtas)

Tenencia en arrendamiento .... 16 3.882Tenencia mixta .............. 10 2.351,8

Fumks: Hojas de Características y cédulas de propiedad del Catastro de RGstica deCórdoba, y cuestionarios originales del C.A. 1972.

(1) Computadas todas las explotaciones de más de 300 has, y 1/3 de las de más

de 100, prescindiendo de las cumplimentadas por la Comisibn Municipal.

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C) Algunos aspectos del funcionamiento de la ezplotación en elmarco de las grandes propiedades: tenencia, orientaciónproductiaa, trabajo y capita[. Una ágricu[tura rentable

Si bien los aspectos internos del funcionamiento de la ex-plotación esacapan en alguna medida al objetivo central de nues-tra tesis, dirigida sobre todo al estudio de la propiedad, pareceoportuno, como se dijo al iniciar este capítulo, finalizar el aná-lisis de la gran propiedad agraria actual con algunas conside-raciones sobre la organización de la actividad productiva enel marco de las grandes fincas.

El primer aspecto a destacar, en ese sentido, es la práctica

desaparición de los «rentistas», de los propietarios ajenos a la

empresa, que ven en la tierra sólo y exclusivamente una fuen-

te de rentas a través de la cesión de su uso; ello no debe con-

fundirse, como a veces ocurre, con la afirmación muy exten-

dida entre las clases jornaleras referente a que los actuales em-

presarios no son más que rentistas que buscan mediante culti-

vos fáciles y seguros obtener las más altas «rentas» con los me-

nores riesgos posibles. Inadecuado es, nos parece, ese empleo

de la categoría renta, como lo es también la descalificación del

carácter empresarial de estos propietarios, que de hecho co-

rren directamente con el riesgo de la explotación, por peque-

ño que éste sea (cuadro 84.2).

El elevado significado de la explotación directa se comple-ta además en el caso de las tierras cordobesas con la cada vezmás generaliza figura del gran labrador profesionalizado, queno sólo corre con los riesgos de la empresa, sino a la que dedi-ca también la mayor parte o toda su actividad laboral. Es fre-cuente por ello, y quizás también por otro tipo de motivos ex-traprofesionales, que muchos de estos terratenientes cordobe-ses opten por definirse ante todo como labradores, más quecomo propietarios o empresarios. Y es también indicativo elque aquellas explotaciones a las que el empresario dedica lamayor parte de su trabajo posean una superficie media (302,1hectáreas) sensiblemente inferior a las de aquéllas (540,8 hec-

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Page 71: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

táreas) a las que el titular aporta, cuando mucho, menos dela mitad de su actividad laboral. Precisamente entre estas últi-mas aparecen una serie de propietarios, de muy extensos pa-trimonios, herederos de procesos de acumulación anteriores alsiglo XIX (Casas de Alba, Infantado, Motilla, etc.) que, aun-que ciertamente se han incorporado en los últimos lustros ala explotación directa de sus tierras, siguen más o menos ale-jados de su gerencia y contribuyendo así a la pervivencia dela figura del señorito como algo ajeno a la labranza de la tierra.

La búsqueda de los más elevados beneficios posibles conlos menores riesgos, sin olvidar, desde luego, las aptitudes edá-ficas y climáticas de la comarca, explican en buena medida laactual orientación productiva de las grandes fincas cordobe-sas, que en ese sentido apenas si se diferencian internamentesegún su superficie, sus titulares, e incluso, según se trate deregadío o secano.

En este aspecto no hacemos más que insistir en un tema

ya abordado en varias ocasiones (34), sólo con el interés de re-

ferir en este caso la información a un colectivo numeroso de

grandes explotaciones. En secano no quedan duda en cuanto

a la preminencia del trigo y el girasol como cultivos base de

la rotación, situada aquella oleaginosa a gran distancia de otras

plantas barbecheras como las habas, que por las posibilidades

de mecanización actuales y por los beneficios que reporta al

(34) Entre otros trabajo, cabe destacar los de A. López Ontiveros, Emi-gración, propiedad y paisaje agrario en la Campiña de Córdoba, Bareelona, Ariel-Col. Elcano, 1974, especialmente págs. 225-287; ídem., «Algunos aspectosde la evolución reciente de la agricultura andaluza» en La economía agraria

en la Historia de España, Madrid, Fund. Juan March-Alfaguara, 1979, págs.245-254; A. Loring Miró, La Campiña de Córdoba. Necesidad de un cambio es-tructural. Córdoba, Serv. Publicaciones de la Exma. Diputación Provincial,1981; J. Martínez Alier, op. cit., especialmente págs. 267-85; Jan Maas, La-t^ndios esfiañolas. Utilización del suelo y empleo de mano de obra en las grandes ex-

filotaciones agrarias de Sioillay Córdoba, resumen en español de la tesis doctoraldel mismo título, Universidad de Nijmegen, 1981; ídem., <^The behaviourof landowners as an explanation of regional diferences in agriculture: lati-fundits in Sevilla and Córdoba (Spain)»; en T.E.S.G., LXXIV, 1983, págs.87-95.

276

Page 72: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

suelo sigue apareciendo en algunos barbechos cordobeses

-aunque casi siempre cedida en aparcería o arrendamiento-,

o la remolacha de secano, que por su carácter de cultivo de

escarda y por el extraordinario potencial climático y edáfico

de algunos sectores concretos del secano campiñés ocupa asi-

mismo una superficie digna de mención. La opción producti-

va descrita apenas merece comentarios: el dominio absoluto

del trigo sobre la cebada no hace más que constatar la alta ca-

lidad del secano cordobés, y la hegemonía del girasol sobre cual-

quier otro cultivo barbechero pone en evidencia la elevada cuan-

tía del margen empresarial de esta semilla en fincas de gran

extensión; en uno y otro casos estamos ante cultivos que im-

plican una composición orgánica del capital muy elevada, mo-

tivada tanto por las reducidas exigencias de trabajo (fijo y even-

tual), como por las grandes sumas de capital que su explota-ción exige.

Más interés merece el cuadro de aprovechamientos eri re-

gadío, fundamentalmente porque sobre ellos pesa la consabi-

da crítica sobre infrautilización de recursos recogidos entre otros

por Roux y Vázquez a mediados del decenio pasado en los si-guientes términos: «La rentabilidad óptima de la gran explo-

tación no pasa necesariamente por la productividad máxima

de la tierra» (35). A pesar de que ante coyunturas del mercado

la superficie de los cultivos puede oscilar sustancialmente, es

ya una constante en los últimos lustros el importante papel de

los cereales de invierno, especialmente del trigo, en las tierras

regadas. Los datos procedentes de las declaraciones juradas,

muy similares a los de encuestas recientemente realizadas (36),

y los de los cuestionarios originales del Censo Agrario del 1972

constatan la primacía del trigo sobre los demás cultivos, inclu-

so sobre el maíz, cereal bien adaptado a los riegos andaluces.

(35) B. Roux et I. Vázquez, «Rentabilité de la grande entreprise capi-taliste dans 1'agriculture. Un exemple en Andalousie Occidentale^>, en Mé-langu d^ la Casa de Velázquez, XI, 1975, págs. 370-415.

(36) Me refiero, por ejemplo, a los obtenidos por Loring Miró y HanMass en sus trabajos citados en la nota 34.

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En cualquier caso, la gama cultural se amplía en regadío,con superficies no despreciables dedicadas a forrajeras-siempre en explotaciones agropecuarias-, a remolacha, enfranco retroceso tras el «boom» remolachero de 1975-77 (37),y en menor medida a frutales. Una trayectoria ascendente pa-ra afectar al sorgo, tanto en única como en segunda cosecha,y al algodón, rentable en otros tiempos de bajos y abundantessalarios (38), relegado casi totalmente a partir de los años 50al cambiar aquellas condiciones, y hoy al parecer en tímida re-cuperación ante las medidas establecidas para su cultivo me-canizado en el plan de expansión quinquenal (campañas1979/80-1983/84) derivado de los acuerdos de empresarios yjornaleros en enero de 1979.

Ante una panorámica como ésta y sin despreciar en forma

absoluta razones de orden agrobiológico como posibles causas

de extensivismo, se ha escrito recientemente, y con razón en

nuestra opinión, que «salarios, conflictividad laboral y benefi-

cio empresarial constituyen los ^vértices deT triángulo que pue-

de explicar en gran medida ese desplazamiento hacia el culti-

vo triguero» (39). El vertiginoso incremento de los costes del

factor trabajo (40) ha llevado indefectiblemente a los grandes

propietarios a optar por cultivos en los que es posible aplicar

(37) Grupo E.R.A., Las agricultusas andaluzas, Madrid, M.° de Agricul-tura, 1980, págs. 208 y ss.

(38) J. M.a Sumpsi, .<Política agraria y racionalización económica enlas grandes explotaciones. El caso de algodón de secano en las campiñas deAndalucía», en Ag^iculeara y Soci^dad, 14, 1980, págs. 79-126.

(39) Grupo E.R.A., op. cit., pág. 221.

(40) Sirva sólo como ejemplo el que mientras que los precios de algodónhan pasado de base 100 en 1964 a 375 en 1978, los salarios lo han hechohasta 1.244 en el mismo periodo; si se tiene presente que los costes del fac-tor trabajo en dicho cultivo pueden rodar en torno al 60 por 100 del totalde costes directos, fácilmente se comprenderá la actitud de los grandes pm-pietarios.

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Page 75: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

una alta composición orgánica del capital y, más aún, a selec-

cionar de entre ellos los que demandan una más baja inver-

sión productiva. No cabe duda de que el trigo reúne todos los

requisitos mencionados, pero es obvio también que una op-

ción como esa, que busca ante todo la maximización del mar-

gen disponible empresarial, choca frontalmente y es antitética

con cualquier tipo de opción basada en la maximización del

empleo (41). Y ahí residen las contradicciones sociales de bŝe-

na parte de la gran agricultura ribereña, es decir, en la coexis-

tencia «explosiva» de empresas que tienen muy fácil la obten-

ción de beneficios altos a costa de una composición orgánica

de capital elevado, y una amplia masa de jornaleros, desposeí-

dos de todo medio de producción que no sea su trabajo y no

asimilados por completo y en forma definitiva por el éxodo ru-ral.

El parque de tracción mecánica y la mano de obra fija em-pleados son, quizás, los dos indicadores más expresivos de laorganización productiva de estas grandes fincas. Sobre un to-tal de casi 70 estudiadas, los resultados de asalariados fijos apartir de los cuestionarios originales del Censo Agrario de 1972son los que recoge el cuadro 86: una media de 1,4 U.T.H.,por cada 100 hectáreas, cifra muy próxima a las estimadas en1977 y 1978 por J. H. M., Maas (42), y por Loring, en 1973(43), para las explotaciones de más de 300 hectáreas, constitu-yen una prueba incuestionable del drástico descenso del factortrabajo en las grandes fincas, tanto más si se piensa que el pa-pel de la mano de obra eventual en explotaciones eminente-mente cerealistas es reducido. Las diferencias que se aprecianentre las distintas empresas obedecen, en la mayoría de los ca-sos, más que a diferencias de tamaño, a la existencia o no deganadería complementaria y a la presencia de cultivos de di-

(41) Loring Miró, op. cit., págs. 189-192.(42) Jan Mass, op. cit., pág. 13.(43) Loring Miró, op. cit.

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versas exigencias de trabajo. En ese sentido, y a pesar de lodicho sobre el predominio del trigo en regadío, son las explo-taciones de vega las que por esos motivos presentan mayor in-tensidad de empleo (1 U.H.T., por 50 hectáreas o incluso más).

CUADRO 86

ESTIMACION DE LA POTENCIA DE LA TRACCIONMECANICA Y DEL TRABAJO ASALARIADO FIJO EN LASGRANDES EXPLOTACIONES DE LA CAMPIÑA Y RIBERA

DE CORDOBA (1972)

1. Potencia de la tracción nucánica

Tamaño d^ las ^xplotacion^s Has./C.v.

100-200 has . .................................. 1,33200-300 has . .................................. 1,57300-500 has . .................................. 1,71Más de 500 has . .............................. 1,74

2. Tiabajo asalariado fijo en U.T.H./has. (1)

U.T.H./has. • N.° cxp[otaciones

1 U.T.H. por 125 has. o más . ... . . . . . . . . . . . . . . .. 121 U.T.H. 100-124,9 has . . ... ...... .. .. . . ... . ... 181 U.T.H. 75-99,9 has . .. . ... .. .. .. .. .. .. .... ... 81 U.T.H. 50-74,9 has . . . . . . . . . .. . . . . .. . . . . . . .. . 201 U.T.H. menos de 50 has . ... .... .. ........ ... 11

Fumk: Cuestionarios originales del Censo Agrario de 1972.

(1) Sobre una muestra de 69 empresas y con la información parcialmente coteja-da con la Mutualidad Agraria. •

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Page 77: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

Sobre la tracción mecánica cabe destacar dos hechos con-cretos:

Por un lado el alto nivel de empleo de los tractores, quesupera con creces el umbral de rentabilidad convencionalmenteestablecido en torno a las 1.500 horas anuales; el tamaño delas explotaciones y la actitud racional del empresariado son losfactores que explican el auténtico sobreempleo al que es some-tida la tracción, sobreempleo que significativamente se incre-menta con el tamaño de las empresas.

Por otra parte, la moderada difusión de cosechadoras auto-propulsadas en este tipo de explotaciones; lo que a simple vis-ta pudiera interpretarse como signo de atraso, es en realidadsímbolo de todo lo contrario, es decir, de esa actitud rentabi-lista y racional del empresariado que le lleva a no endeudarseen la compra de una maquinaria costosa, de uso tan corto alo largo de la campaña y en continuo proceso de innovación,y a optar por el alquiler llegado el momento de la cosecha.

Es también significativo que entre los propietarios de cose-chadoras abunden titulares de explotaciones de moderado ta-maño, llevadas a veces en arrendamiento, y que probablemente,encuentran en el alquiler de la máquina una fuente de ingre-sos complementarios.

Mano de obra reducida a los mínimos posibles, mecaniza-

ción generalizada con niveles de uso muy superiores a los um-

brales standard de rentabilidad y, consiguientemente, cultivos

adaptados a una ŝomposición orgánica del capital elevada, dan

como resultado una explotación muy favorable a los intereses

empresariales, todo ello enmarcado en una política de precios

que favorece el mantenimiento y expansión de cultivos como

el trigo o el girasol en fincas grandes y de tan alto potencial

como las campiñesas.

Con unos rendimientos medios estimados de 3.000 kgr/hec-

tárea para el trigo y de 1.200 para el girasol, el montante del

producto bruto, margen empresarial y beneficio neto son los

que de forma aproximada figuran en el cuadro 87.

282

Page 78: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

C UADRO 87

CUENTA DE EXPLOTACION DE 1 HA. DE TRIGO EN GRANPROPIEDAD, AÑ0.1979. PRODUCCION MEDIA EN LA

CAMPIÑA DE CORDOBA, 3.000 KG.

A. Psodrutión ,final agrasia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.000 kg. a 14,5 ptas. 43.500

1.800 kg. paja 2 ptas. 3.600

B. Gastos tfectioos

Mano de obra ............................ 4.013

Carburantes y mantenimiento de maquinaria .. 6.180

Abonos y semillas ..................... .... 7.871

Seguros, impuestos y administración...... .... 3.000

Gastos de cortijo ........ ........ ... ....... 600

Total ................................

C. Disponibilidad emQresmial (A-B) ... ........

D. Castos estimados

Amortizaciones e intereses de la maquinaria ... 3.500

Otras amortizaciones de mejoras permanentes (es-

timadas) .............................. 1.000

21.664

25.436

Total . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.500

E. Beufuio Bn^eo (C-D) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20.936

F. Renta de la tima ... .. . . .... ... . . .. . . . . . 6.000

G. Brnafuio Neto (E-F) .................... 14.936

283

Page 79: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

5.3.2. La gran propiedad agraria en la Campiña deMarchena (Sevilla)

El otro sector campiñés objeto de nuestra atentación és la

Campiña de Marchena en tierras de Sevilla. No se trata de

redundar en aquellos aspectos que en común tiene esta comarca

con la Campiña de Córdoba -muchos por otra parte-, sino,

de destacar determinados rasgos peculiareas que en cuanto a

titularidad y usos de suelo presenta Marchena, tanto por lo es-

pecífico de su medio físico como por su localización en tierras

sevillanas, más punteras si cabe en el proceso hacia la máxima

racionalización y hacia el logro de la máxima rentabilidad del

capital individual. ^

A) Los titulares: propietarios y labradores

No es posible presentar como en el caso de Córdoba, o al

menos no con tanta amplitud, un entramado de relaciones fa-

miliares sobre el que hacer descansar buena parte del control

de la tierra. Y ello obedece, fundamentalmente, por un lado,

a que la superficie de la Campiña de Marchena es sensible-

mente inferior a la cordobesa, y por otra, y es un dato que con-

viene retener, a que esta área subcomarcal no presenta un do-

minio tan absoluto de la gran propiedad allende las tierras de

ruedo, sino que ve intercaladas, entre grandes fincas, hazas

y suertes de mediano o reducido tamaño, fruto en buena me-

dida de las cesiones y parcelaciones de que fue objeto el am-

plio patrimonio concejil ya desde el siglo XVIII, así como de

las ventas derivadas del desmantelamiento de la Casa de Osu-

na. Precisamente por ese contraste pequeña-gran propiedad,

la Campiña de Marchena ofrece especial interés para el análi-

sis de una de las hipótesis de nuestro trabajo, la relación entre

tamaño de propiedad y aptitud del medio físico, sobre la que

ya nos ocupamos ampliamente en su momento con referen-

cias explícitas a las tierras de Marchena, pero que ahora nue-

284

Page 80: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

vamente retomamos el hilo del estudio de la gran propiedad

y con el soporte cartográf`ico que proporcionan los planos ca-

tastrales.La menor extensión de la comarca y la existencia de una

propiedad pequeña y mediana no tan modesta como en Cór-

doba reducen, pues, ostensiblemente el número de grandes pro-

pietarios y la importancia de familias burguesas numerosas en

miembros terratenientes. No obstante, si tenemos en mente la

dinámica de cambios de titularidad generada por la enajena-

ción de las propiedades de la Casa de Osuna y ponemos en

relación dicho proceso con la relación actual de grandes

propietarios-empresarios, se concluirá inmediatamente cómo

a partir de ese hito trascendente ha tenido efecto en Marchena

la definitiva consolidación de los propietarios labradores, unos

de extracción claramente rural, otros atraidos por los benefi-

cios y«señorío» de la propiedad agraria, pero todos por igual

incorporados a la explotación directa de la tierra.

Un grupo numeroso de grandes propietarios actuales hun-

den sus raíces en una pasado relativamente lejano, en el que

aparecían como labradores arrendatarios en proceso de incor-

poración a la propiedad. Hoy dicho proceso está ya termina-

do, de forma que individuos como J. M. Ternero Ortiz, los

hermanos Ternero Suárez o José Torres Ternero, familiares

entre sí y vinculados tradicionalmente a las grandes labranzas

marcheneras, cuentan globalmente con un patrimonio territo-

rial que se acerca a las 1.500 hectáreas. Lo mismo cabe decir

de los Conde y Herce, ligados familiarmente, grandes propie-

tarios y labradores del vecino municipio de Fuentes de Anda-

lucía, y que detentan hoy en Marchena, fruto en parte de com-

pras indirectas del extenso donadío de Platosa Grande de la

Casa de Osuna, casi 1.260 hectáreas (44). Junto a ellos habría

(44) Incluimos en ese total las propiedades de J. M.a Conde Muñoz (551

hectáreas), J. M.a González Conde (230 hectáreas), Isabel González Herce(22 hectáreas), J. M.a González Herce (255,3), según la información pro-cedente de los cuestionarios originales del Censo Agrario de 1972.

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Page 81: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

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Page 84: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

que incluir también a J. Benítez Cubero, propietario, agricul-

tor y ganadero de reses bravas que se incorpora al elenco de

terratenientes de Marchena tras la compra al Duque de Ler-

ma en 1947 del extenso donadío de Ojuelo (2.200 fanegas), pro-

cedentes también en origen del patrimonio ducal de Osuna.

Por su parte, los hermanos Andrada Vanderwilde y Barrau-

te, receptores de un muy extenso proindiviso paterno y hoy

titulares independientes, tanto en el Catastro como en los cues-

tionarios originales de 1972 (con una superficie total de 2.182,5

hectáreas y 2.135 hectáreas respectivamente), son también en

buena medida herederos de esa potente burguesía agraria an-

daluza que se consolida y arraiga en la segunda mitad del si-

glo XIX y que emparenta con frecuencia con linajes de la baja

nobleza regional: recuérdese, en este sentido, como el grueso

de la fortuna familiar en Marchena procede de la compra del

donadío de Vado Viejo al Duque de Osuna en 1883 por José

Pérez Herrasti, fuerte hacendado en tierras de Jaén y Grana-

da, que por el matrimonio de su hija y heredera, Antonia, con

Francisco Andrada Vanderwilde, vendría a manos de este úl-

timo «linaje».

La propiedad de San Valentín, S.A. -la flamante hacien-

da y cortijo de La Coronela, antaño conocida en el patrimo-

nio ducal como el donadío de Pendonillas- es la más extensa

de las existentes hoy en Marchena, si se considera dividida en

realidad la propiedad de los Andrada; y es también un caso

algo atípico a escala comarcal, aunque no pueda entenderse

así dentro del marco subregional en el que nos movemos. Tras

la Sociedad Anónima San Valentín no hay más que una socie-

dad familiar integrada por los hermanos José María, Lucas,

Antonio María, Teresa e Ignacio Oriol Urquijo, que como otras

fámilias de la alta burguesía industrial y financiera española

se sintieron atraidas por dirigir al campo, y más concretamen-

te a la Campiña andaluza, parte de sus capitales. No cabe du-

da de que el prestigio y«enseñoreamiento» derivado de una

propiedad tan boyante como La Coronela puedieron estar en

la mente de su comprador, pero nos es menos cierto, al menos

289

Page 85: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

en la práctica, que una hacienda de esa envergadura, con ex-celentes tierras de labor y olivar, debió ser, y aún hoy conti-núa siéndolo aunque en menor medida, una extraordinariafuente de ingresos en los «malos años» de la posguerra y a lolargo de toda la década de los 50.

Con todas las diferencias o matizaciones que quieran ha-cerse en el grupo terrateniente marchenero, hay dos rasgos in-cuestionables ya señalados para Córdoba y que se repiten aquícon más intensidad si cabe: la relevancia de las tierras en ex-plotación directa y el muy acusado predominio de la profesio-

CUADRO 89

REGIMENES DE TENENCIA Y DEDICACION LABORAL DELOS TITULARES DE LAS GRANDES EXPLOTACIONES

AGRARIAS DE MARCHENA

1. Regímenes de ttnencia (')

N. ° de Sup.has.

Sup. mediaexplotac. expl.

Explotación directa ................... 37 15.256,5 412,3Idem. y arrendamiento ...... .. .... .... 15 2.893,8 192,9Arrendamiento ....................... 2 295,5 147,5

Total explot. directa .............. - 16.902,2 (91,6%)

2. Dedicación laboral de los titulares de explotación (')

N. ° deSup. I,as. Sup. nudia

explotac. expl.

Dedicación pal. a la explotacibn ........ 32 10.287,6 321,5

Dedicación no pal. a la explotación ..... 17 2.769,5 162,9

Fuenk: Cuestionarios originales del Censo Agrario de 1972.

(') El hecho de que no coincidan los totales de explotaciones y de superficies com-

putadas para cada uno de los aspectos abordados deriva del hecho de que no todoslos cuestionarios recogen informacibn completa al respecto.

290

Page 86: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

nalización empresariai. Aunque el cuadro de tenencia distin-gue tres tipos de empresas -las que explotan toda la tierra enpropiedad, las que llevan toda la tierra en arrendamiento, ylas mixtas de propiedad y arrendamiento-, no cabe duda deque la primacía corresaponde a las primeras, tanto más si sele añade la superficie en propiedad de las explotaciones de te-nencia mixta; en ese caso la labranza directa afecta, como puedeverse, al 91,6 por 100 de la S.A.U.

Es por último un dato a destacar la ostensible diferenciade superficie media entre las explotaciones integradas sólo portierras en propiedad y las calificaciones como mixtas; estas úl-timas, de más reducido tamaño, corresponden precisamentea un tipo de labrador acomodado, con propiedad comprendi-da entre 70 y 120 hectáreas, que aprovecha, además, la cortaoferta de tierra existente para ampliar su explotación y renta-bilizar al máximo el equipo de capital de que dispone.

B) Ubicación y organización territorial de las grandespropiedades. Los usos del suelo

Ya se ha indicado que el término de Marchena, al contra-rio que el de Córdoba, no está al completo acaparado por lagran propiedad; ofrece, consiguientemente, el interés de ser-vir de base para un análisis comparativo sobre la localizaciónconcreta de grandes fincas en un territorio no homogéneo enaptitudes agronómicas, y para conocer en qué medida un áreaalgo más parcelada que las vecinas tierras de Carmona, Ecija,Córdoba o Santaella, puede o no repercutir en la configura-ción parcelaria de las grandes propiedades.

Comencemos por el segundo de los temas, que contribuiráa comprender mejor el problema de la localización. Dejandoal margen la información parcelaria de base catastral, que másaún que en Córdoba exagera inadecuadamente la conforma-ción parcelaria de las grandes propiedades marcheneras, lo cier-to es que la documentación censal pone de manifiesto un nivel

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Page 87: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

de concentración territorial inferior al comentado para Cór-

doba. Aunque casi la mitad de las grandes propiedades están

constituidas por una sola parcela censal o finca, hoy también

un grupo no despreciable de patrimonios (38 por 100) integra-

do por 5 o más parcelas, dándose varios casos que superan la

decena. Esta distribución, en las más de las ocasiones, no de-

be entenderse como reparto homogéneo de la superficie total

de explotación entre distintas fmcas, sino casi siempre como

la coexistencia de una o dos de gran tamaño y relativamente

próximas, junto con otras pequeñas, alejadas o no de las ante-

riores y ubicadas en aquellas áreas del municipio que ya desde

el siglo XVIII fueron objeto de intensa parcelación. En todo ca-

so, e indepedientemente de que el grueso de las tierras tiendaa concentrarse en una o pocas fincas grandes, lo cierto, es que

ese 50 por 100 de explotaciones compuestas por más de tres

parcelas (en el caso de Córdoba eran sólo el 10 por 100, no

habiéndo ninguna que superase las 5 parcelas) está evidenciando

una vez más la peculiaridad relativa de la campiña marchene-

ra, que aunque dominada por el latifundio cuenta también con

áreas significativas de minifundio.

CUADRO 90

CONFIGURACION PARCELARIA DE LAS GRANDESEXPLOTACIONES AGRARIAS DE MARCHENA

N. ° f:ncasN. ° át Sup. has. Sup. mtdia

txplotac. txpl.

1 ................................... 21 7.883,5 375,4

2 ...................:............... 3 1.163,8 387,9

3 ................................... 5 1.372,3 274,5

4 ................................... 2 862,1 431,5

5 y más ............................. 19 4.911 258,5

Total ..... ...................... 50 16.192,7 323,8

Fuentt: Cuestionarios originales del Censo Agrario de 1972.

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Page 88: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

C ompruébese, asimismo, en el cuadro 90 como son las ex-

plotaciones más parceladás las de menor superficie media, pre-

cisamenfe aquéllas que no tienen su origen, por lo general, en

ninguno de los exentos donaídos y cortijos de la Casa de Osu-

na, sino que están constituidas por alguna haza extensa en la

vegta del río Corbones y por suertes más reducidas, distribui-

das por todo el término.

Comentados los rasgos de la organización parcelaria de las

grandes propiedades-explotaciones, toca ahora aboradar el te-

ma de su localización que, insistimos, en el caso de Marchena

tiene relativo interés al coexistir con el latifundio dominante

una masa importante de pequeñas suertes, y al aparecer igual-

mente dentro del perímetro municipal zonas de distinto po-

tencial y aptitud agronómicas.

Pues bien, en marco tan diverso, la gran propiedad ha aca-

parado casi por completo las dos zonas de más elevado pbten-

cial: por un lado las áreas de deposición cuaternaria, tanto las

feraces tierras de la vega del Corbones, como la formación cua-

ternaria antigua, y por otra los cerros de albarizas, excepción

hecha de los más próximos a Marchena, que presentan alto

grado de parcelación. Por el contrario, los pobres o mediocres

suelos arenosos del Andaluciense sirven de soporte a una pe-

queña propiedad abundante, que extendiéndose al sur de la

ciudad, lejos ya de lo que en sentido estricto debe entenderse

por ruedo, es el resultado en buena medida de las parcelacio-

nes de bienes de Propios que aún recoge el parcelario y la to-

ponimia de estos parajes (fotograma 3 y figura 56).

Compruébese en el fotograma y figura mencionados el con-traste de parcelación y de propiedad entre las tierras «malas»del Andaluciense y la vega del Corbones; las parcelas media-nas y pequeñas ceden su puesto a las grandes fincas en el mo-mento que se abandonan los suelos arenosos y se toma contac-to con el cuaternario de la vega del interfluvio Salado-Corbones.

Sólo por citar algunos ejemplos, entre los muchos que po-drían ofrecerse, la familia Ternero, con su centro en la cortija-da de Porcún, controla las tierras que hacia el Norte se aso-

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Page 89: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

Pazcelario actual de los pagos Monte Armijo y El Palmar (Marche-na), tierras de Propios desamortizadas a censo en el cuarto deceniodel siglo XIX. EI tamaño de las parcelas oscila entre media y unahectárea.

Figura 56

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Page 90: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

man ya a la vega de Carmona; la propiedad de Clara Pérezde Vargas ocupa el feracísimo tramo final del interfluvioCorbones-Salado, integrando en una sola finca «real» los cor-tijos de Valjimeno, Vigueras, Grullo Chico y el Rancho Lu-na; aguas arriba, pero muy cerca de esta propiedad, el exten-so patrimonio de los Andrada Vanderwilde, con su centro enel cortijo de Vado Viejo, antaño finca de la Casa de Osuna,acapara otro amplio sector de la vega marchenera; y así po-dría seguirse a lo largo de todo el curso del Corbones, en ma-nos de otros cortijos como los de Salinera, Vico, Montemolín,del Río, etc.

Por su parte la formación cuaternaria antigua, rota haciael norte por la vega del Arroyo Salado, está prácticamente con-trólada por dos de las más extensas propiedades de la comar-ca, el donadío de los Ojuelos, de José Benítez Cubero y el her-moso cortijo y hacienda de La Coronela, de los hermanos Oriol,sin lugar a dudas una de las fincas en coto redondo más exten-sas de toda la Campiña.

Unas líneas siquiera merece en este punto la impresionan-

te explotación de los Oriol -San Valentín, S.A.-, que por

su gran extensión y, consiguientemene, por la diversidad de

medios que alberga, posee una interesante distribución inter-

na de cultivos, con dominio absoluto del olivar sobre los sue-

los rojos de la formación cuaternaria antigua, y tierra calma

muy rica sobre la vega del Salado, que abarca casi la mitad

norte del dominio. En una misma finca, pues, coexisten .las

dos formaciones de mayor potencial del municipio.

Esa dualidad tierra calma-olivar, que recoge la sociedad SanValentín, es la que ofrece también el conjunto de la gran pro-piedad marchenera, si bien con predominio de la sembradu-ra, en lógica correspondencia con la primacía de las formacio-nes superficiales y suelos arcillosos, y con el proceso recientede descuaje de olivares viejos sobre lomas de albarizas, que sir-ven también de buen soporte al trigo y al girasol con rentabi-liad más alta del capital por ^unidad de superficie.

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Page 91: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

La documentación catastral es en este caso similar a la censalo a la de las cartillas de agricultor de la Cámara Agraria, conalgo más de un 25 por 100 de la S.A.U. de olivar en secano,en torno a un 65 por 100 de tierra de labor y apenas un 10por 100 de inculto, monte-pastos y matorral, localizado en eldonadío de Ojuelos de Benítez Cubero, no sólo ya porque enese sector proliferan los afloramientos duros (conglomeradosy toscas) del cuaternario antiguo, de difícil labranza, sino por-que la orientación ganadera de la explotación aconseja parajesadehesados para el pastoreo y trasiego del ganado de lidia.

No vamos a insistir en los motivos que han generalizado

la rotación trigo-girasol en las «calmas» latifundistas de Mar-

chena, porque obviamente son las mismas que han actuado en

la Campiña cordobesa; sólo destacar, sin embargo, cómo en

el caso de Marchena el proceso ha llegado a tal extremo de di-

fusión que, girasol -excepcionalmente cártamo- y trigo son

los cultivos exclusivos de las grandes fincas de la vega marche-

nera; los rendimientos de la berbechera oleaginosa son, si ca-

be, ligeramente superiores y más regulares que en Córdoba,

dados el alto carácter vértico de los suelos de la vega del Cor-

bones y de la fisiografía plana y hasta ligeramente cóncava que

los alberga, y que permite incluso con primeraveras no muy

generosas rendimientos superiores a los 12 Qm. por hectárea.

Por lo que respecta al olivar de las grandes fincas marche-

neras, que con frecuencia aparece en muchas explotaciones jun-

to a la tierra calma, lo único que cabe destacar es su muy acep-

table calidad. El tratamiento de la información cartográfica de

base del Inventario del Olivar de la provincia de Sevilla (45)

pone de relieve cómo las masas de olivar más destacadas de

la gran propiedad de Marchena, ubicadas en las haciendas de

los hermanos Oriol (alrededor de las 620 hectáreas), de José

López Cubero, de la familia Ternero (16 hectáreas), de los her-

(45) Trabajo de campo, planimetría y cartografia base del InventarioAgronómico del olivar de la provincia de Sevilla. Jefatura Prov. de Produc-ción Vegetal de Sevilla.

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Page 92: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

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Page 93: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

manos Sánchez Jurado (310 hectáreas), etc., cuentan casi siem-pre con las más favorables valoraciones en cuanto a relaciónhoja-madera, posibilidades de mecanización, densidad y pro-ducciones medias de aceituna por hectárea y árbol, todo elloen plantaciones dominadas por la variedad Lechín, la mejoradaptada a la Campiña sevillana y de orientación aceitera conrendimientos grasos medios elevados (alrededor de121 por 100).

Esta favorables calificación del olivar latifundista marche-

nero, sólo superado en Andalucía por el de determinadas áreas

de las Campiñas de Jaén y Córdoba, no está evitando que gran-

des propietarios opten en la actualiad por el arranque y la in-

troducción de la alternativa dominante de la tierra de labor.

Y ello ocurre precisamente en aquellos suelos que si bien en

teoría resultan más favorables para el olivar (Inceptisoles, Och-rets, Xerochrepts, Calciorthidic sobre albarizas), son tambiénadecuados para cultivo de herbáceas, que a la postre y aún con

rendimientos brutos más bajos, reportan un margen empresa-rial más elevado y, sobre todo, menos problemático que los fron-dosos lechines aceiteros.

Con el predominio señalado de la tierra calma de trigo y

girasol, y la presencia de un olivar altamente mecanizado, las

características del trabajo asalariado fijo y del capital de ex-

plotación son muy semejantes a las que presenta el latifundio

cordobés; aunque por pura casualidad, lo cierto es que el vo-

lumen de empleo fijo por hectárea es idéntico en el nutrido gru-

po de explotaciones cordobesas y marchaneras estudiadas: 72,9

hectáreas por cada U.T.H. Lo que en Córdoba es el regadío,

con algunas fincas de frutal o ganaderas más exigentes en tra-

bajo, en Marchena lo es el olivar, algo más existente también

que la tierra calma de secano en empleo fijo, así como la exis-

tencia de alguna finca ganadera con plantilla abundante; de

ahí que la distribución de la cuantía de trabajo fijo por explo-

tación resu.ite asimismo similar.

La mecanización, por su parte, con idénticos rasgos de so-breémpleo de la tracción y de tan sólo moderada difusión decosechadoras, constata nuevamente la racionalidad de la op-

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Page 94: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

ción técnica seguida en las empresas y la economía de escalaque desarrollan. No se aprecia, sin embargo, la tendencia amayor sobreempleo de los tractores con el incremento de la su-perficie de las explotaciones -como ocurría en Córdoba-, qui-zás porque en el caso de Marchena el número total de grandesexplotaciones estudiadas no es lo suficientemente amplio co-mo para sacar conclusiones al respecto (cuadro 92).

CUADRO 92

ESTIMACION DE LA POTENCIA DE LA TRACCIONMECANICA Y DEL TRABAJO ASALARIADO FIJO EN LAS

GRANDES EXPLOTACIONES DE LA CAMPIÑADE MARCHENA (1972)

1. Potencia d^ la hacción mecánica

Tamaño clc las explotacionu Has./C.o.

100-200 has . ................................... 1,37

200-300 has . .................................. 1,61

300-500 has . .................................. 1,70

Más de 500 has . .............................. 1,57

2. Tsabajo asalariado fijo en U. T.H./has.

U. T. H. /has. N. ° ezplotacionu

1 U.T.H. por 100 has. o más .. . . . . . . . . . . . . . . . . . 14

1 U.T.H. 75-99,9 has . .. .. ... . .. .. .... .. .... ... 6

1 U.T.H. 50-74,9 has . .. .. .... .. . . .. . . .. .... ... 4

1 U.T.H. menos de 50 has . ..... .. .. . . . . .. .. ... 5

Fuentt: Cuestionarios originales del Censo Agrario de 1972.

299

Page 95: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

5.3.3. Los grandes dominios olivareros de la AltaCampiña: el ejemplo de Jaén

En cualquier intento de tipología de la gran explotación

agraria andaluza, las haciendas olivareras de la Campiña de

Jaén constituyen un grupo significativo, tanto por la opción

productiva que las define -monocultivando o quasi monocul-

tivo de olivar-, como también por una organización parcela-

ria que las diferencia en alguna medida del latifundio centro

y bajo campiñés, y que deriva, obviamente, de las peculiares

características fundiarias de la comarca en la que se localizan.

Si bien el análisis precedente de las grandes propiedades-ex-plotaciones de la Campiña y Ribera cordobesas (labor de se-

cano y regadío) y de Marchena (labor de secano y mixtas de

labor-olivar) no pretendía, desde luego, agotar el tema de los

posibles tipos de grandes empresas agrarias campiñesas, el tra-

tamiento ahora de las haciendas de la Campiña de Jaén posi-bilita, al menos, una panorámica global del funcionamiento

productivo de tres tipos de empresas que, sin duda alguna, abar-

can buena parte del espectro de la gran propiedad agraria ac-

tual en tierras de la Campiña y Ribera andaluzas.

La gran propiedad olivarera jiennense ha sido ya objeto por

mi parte de un trabajo anterior (46), por lo que aquí se recoge

tan sólo un breve resumen de los aspectos territoriales y pro-

ductivos que ponen de manifiesto su especificidad en el con-

texto de la gran propiedad agraria andaluza. Dentro del capi-

tal territorial, la «tierra-materia» (47) constituye, como ya se

ha dicho, un soporte de excelente calidad para las grandes pro-

(46) R. Mata Olmo, «Notas sobre la situación actual de la gran propie-dad en la Campiña Giennense», Estudios Ceogsáfuos, 163, 1981, págs. 139-165.

(47) La distinción, dentro de lo que generalmente se entiende por capi-tal territorial, entre «tierra-materia» y^^tierra-capital» tiene interés, desdeel punto de vista geográfico-agrario, pues permite evaluar por separado elsignificado de1 soporte físico de la producción (la tierra), y aquellas mejoraspemanentes que se han ido incorporando a la tierra y que, en sentido estric-to, constituyen auténtico capital.

300

Page 96: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

piedades de la Campiña de Jaén, que genera en la práctica una

renta diferencial positiva, no sólo con respecto á áreas olivare-

ras de otras regiones, sino en comparación con las pequeñas

y medianas propiedades de la misma comarca (48).

Prueba de ello es que, tomando en consideración, por ejem-

plo, tres municipios representativos de la comarca -Torre del

Campo, Porcuna y Arjonilla- y comparando las calidades delas tierras cultivadas -labor y olivar- de las grandes propie-

dades con los niveles medios municipales, puede comprobarse

con claridad como las explotaciones de más de 100.000 pese-

tas de B.I. presentan niveles de calidad superiores.

Pasando al comentario de la organización productiva de es-

tas propiedades, hay que empezar señalando que todas reali-

zan el conjunto de labores y faenas del cultivo -si se exceptúa

parcialmente la recolección- con plena intervención de ener-

gía mecánica. Lo interesante es, pues, cuantificar el montantede dicha tracción y estimar su nivel de empleo, para coneluir

en último extremo el gradó de «racionalidad» existente en el

uso de la misma.

Ciertamente en cuanto al número y potencia de los tracto-

res se detectan diferencias importantes entre las distinas em-

presas informadas; sin embargo, el grueso de las explotacio-

nes se acerca a los valores medios de caballaje recogidos en el

cuadro 93. De esos datos pueden sacarse dos importantes con-

clusiones; en primer lugar las apreciables diferencias entre los

niveles medios de potencia existentes en cada municipio y en

las grandes explotaciones; ello conlleva mayor productividad

del capital mecánico invertido en dichas empresas y la obten-

ción por esa vía del segundo tipo de renta diferencial.

En relación con ello se constata, por otra parte, un alto ni-vel de «aprovechamiento» de los tractores en las unidades deproducción de mayor tamaño. Partiendo de unas necesidadesaproximadas de 25 horas/hectárea de tracción mecánica (tiempo

(48) Mayor desarrollo de esta tesis en el artículo citado en la nota 46.

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Page 97: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

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Page 98: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

de labor, preparación y desplazamiento), y conociendo el nú-mero y potencia de tractores existentes en las explotaciones sepuede estimar un índice aproximado para medir el nivel deempleo de la tracción (49).

C UADR 0 94

POTENCIA DE LA TRACCION MECANICA EN LAS GRANDESEXPLOTACIONES DE LA CAMPIÑA DE JAEN, EN C.V./HA.

ArjonillaTone del

PorcunaCampo

Explotaciones de más de 100 has. ... .. . 0,76 0,62 0,72

Potencia media municipal .............. 0,86 0,83 1,18

Frunte: Cuestionarios originales del Censo Agrario de 1972 y nencuesta^.

Los índices que arrojan las grandes explotaciones de lamuestra estudiada en nuestro anterior trabajo en los munici-pios de Arjonilla, Torre del Campo y Porcuna son, respecti-vamente, 1,13, 1,24, y 1,19, lo que indica que el tiempo realde empleo de la maquinaria supera por término medio en un20 por 100 el umbral temporal de rentabilidad estimada. Noexiste en absoluto subempleo sino en cierto modo «sobreem-pleo» de la tracción mecánica, que no implica, por lo general,un desgaste temprano de la misma dados los cuidados de quees objeto.

(49) El índice o grado de empleo de la tracción es el cociente de la rela-ción «tiempo real de utilización»/^^tiempo standard de utilización^. Indicessuperiores a la unidad indican que el empleo horario de la tracción mecáni-ca supera los niveles standard de empled racional de la misma.

303

Page 99: na, L. López Cubero, los hermanos Laguna y E. Muñoz Gue ...

A pesar, sin embargo, de la plena mecanización de las dis-tintas labores de suelo del olivar, este cultivo sigue presentan-do, como es bien sabido, elevadas exigencias de trabajo fijoy sobre todo eventual, coincidiendo con determinados momen-tos punta a lo largo de su ciclo productivo: concretamente enlas faenas de limpia y poda, y sobre todo en la de^recolección.El importante papel que estas grandes explotaciones olivare-ras juegan, pues, en la estructura económico-social de la Cam-piña de Jaén, como por lo general en todas las comarcas oliva-reras, es extraordinario.

La gran extensión de las fincas y el abundante número delabores y tratamientos que requiere una buena labranza delolivar aconseja, o al menos así lo perciben la mayor parte delos empresarios comarcales, la contratación de obreros fijos.A1 margen de las diferencias reales existentes de unas explota-ciones a otras (50), puede afirmarse que el grueso de las em-presas olivareras se sitúa en un nivel de empleo de un asala-riado fijo por cada 60 hectáreas, lo que supone una intensidadde 0,017 U.T.H./hectárea. Es éste un índice, como el del usode la tracción, que evidencia el alto nivel de racionalidad enel empleo de los medios de producción y, en este aspecto con-creto, en la organización del proceso de trabajo. Partiendo deun nivel de empleo como el ŝeñalado, puede estimarse que lasgrandes empresas olivareras de la Campiña de Jaén (excluidoen este trabajo el término de Martos) absorben alrededor de770 trabajadores fijos.

Más interés tiene sin duda el movimiento de trabajo even-tual que generan las grandes empresas olivareras durante larecolección y, en menor cuantía, en el periodo de limpia y po-da. La recogida, limpieza y transporte de la aceituna suponenen fmcas de 70 árboles/hectárea y producciones medias de 2.500

(50) Las diferencias dectectadas tanto a través de los cuestionarios ori-ginales, como en la encuesta de diversas explotaciones en tierras de Arjoni-lla-Arjona y Mancha Real no encuentran frecuentemente explicación <^ra-cional^^, obedeciendo a veces a una concepcibn altruista del empleo fijo porparte de algunos propietarios.

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a 2.800 kg./hectárea del orden de 16 jornales por hectárea, de6 horas de trabajo real cado uno.

Teniendo en cuenta que ni siquiera durante la recolección

el empleo de mano de obra familiar del empresario alcanza ni-

veles apreciables, la demanda de asalariados eventuales puede

estimarse en torno a 720.000 jornales, lo que a precio de la

campaña 78-79 supone un montante total aproximado de 867

millones de pesetas; para valorar convenientemente esta cifra

hay que tener presente, por ejemplo, que durante 19771os costes

totales de personal en la agricultura de toda la provincia de

Jaén fueron de 7.365 millones de pesetas (según el Servicio de

Estudios de el Banco de Bilbao).

A los eventuales para la recolección hay que sumar los equi-

pos de podadores que contratan las grandes empresas; consi-

derando una poda bianual y su repercusión por campaña de

25 horas/hectárea, el montnte de jornales contratado por este

concepto puede cifrarse en 160.740, lo que supone del orden

de 176 millones de pesetas sólo en las explotaciones con más

de 100 hectáreas. La importancia de las grandes explotaciones

campiñesas es, por tanto incuestionable, sobre todo en lo que

respecta a la generación de rentas del trabajo.

No pueden terminarse estas breves notas en torno a las ha-

ciendas olivareras jiennenses sin una referencia al polémico tema

de la rentabilidad del cultivo. El interés del tema es tanto ma-

yor si se considera que las unidades de explotación que aquí

nos ocupan son hoy por hoy las más adecuadas para una po-

tencial maximización de beneficios, tanto desde el punto de vista

de la estructura técnica, como la de la calidad del soporte fisico.

Como ya indicamos en un trabajo antes reseñado (51), par-tiéndo de rendimientos medios de 2.850 kgrs./hectárea al pre-cio de 21,50 pesetas kilo (1979) el valor de la producción final

(51) R. Mata Olmo, uNotas sobre la situación actual de la gran propie-dad en la Campiña Giennense», Estudios Caográfu»s, 163, 1981, págs. 139-165.

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agraria alcanza cotas elevadas, de en torno a 61.000 pesetas/hec-tárea. A1 margen de las consideraciones hechas en su momen-to sobre la estructura de costes efectivos y estimados de la cuentade explotación adjunta (véase cuadro 95), parece oportuno ter-minar esta exposición con algunas puntualizaciones en tornoa los resultados contables de las grandes haciendas olivarerasde la Campiña de Jaén:

Es de destacar; en primer término, el alto volumen de pro-ducción, debido tanto a la excelente cálidad del medio comoa un sistema de cultivo acertado en la mayor parte de los casos.

Entre los gastos efectivos sobresale, una vez más, el eleva-do coste monetario de la mano de obra, que representa casiel 45 por 100 del P.A.B. Dentro de esta partida ocupa muydestacado lugar el desembolso por recolección, que importa el32 por 100 del P.A.B., y casi e150 por 100 de los gastos efecti-vos. A pesar de ello, incluso con el sistema tradicional de reco-gida, las grandes explotaciones consiguen una alta productivi-dad del trabajo superior a la media provincial y, con mucho,a la nacional en el mismo cultivo y operación (52), tanto porlos elevados rendimientos unitarios como por la esmerada pre-paración del suelo antes de la recolección.

Finalmente, y sin negar la degradación de la relación pre-cios percibidos/precios pagados y la consiguiente erosión de la«renta agrazia», es obligado reconocer que, hoy por hoy, y mástodavía teniendo presente las subvenciones de los últimos años,el olivar de las grandes explotaciones de la Campiña de Jaénes rentable al meños en el marco general de la rentabilidad dela agricultura española. Un beneficio bruto de 17.759 pese-tas/héctárea, una vez remunerado el trabajo -totalmenteasalariado- y amortizado el capital, así pazece confirmarlo paraun cultivo de secano semiextensivo.

(52) Para un análisis comparativo véase Agustín López Ontiveros, Elsectnr vleícnta y el nliaa^: otigvpolio y corte de recoltcción, Madrid, M.° Agrieultu-ra, 1978.

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C UADRO 95

CUENTA DE EXPLOTACION DEL OLIVAR EN GRANPROPIEDAD, AÑO 1979. PRODUCCION MEDIA ESTIMADA

2.850 KG./HA.

A. Ptoduccióa fenal agraria .. ... ... ...... ... . 2.850 kg. a 21,5 ptas. 61.275

B. Caslos efeclioos

Mano de obra fija y eventual excepto recoleccibn 7.481

Mano de obra de recoleccibn ............... 19.400

Materias primas (abonos, insecticidas, fungicidas) 4.760

Carburante y mantenimiento maquinaria ..... 4.775

Seguros, impuestos y administracibn ......... 2.000

Gastos del cortijo . .. . .. . ... ... . ..... . . . . ... 600

Total ................................

C. Disponibilidad empresarial (A-B) ...........

D. Gastos utimados

Amortizaciones e intereses de la maquinaria ...

Otras amortizaciones de mejoras permanentes (es-

timadas) ..............................

Total ................................

E. Benefuio Brulo (C-D) . . . . . . . . . .. . . . . . . . . .

F. Rm^a de la ^imn .......................

G . Beneficio Nno (E-F) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

39.016

22.259

3.500

1.000

4.500

17.759

6.500

11.259

Rentabilidad del activo fijo .............. 2%

Rentabilidad de las ventas ... ... .... .. .. . 18°!0

Rentabilidad de los gastos de explotacibn .. 29%

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