La secularizacin de la muerte en Ro de Janeiro en el siglo
XVIII
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MATERIAL DE USO INTERNO - SEMINARIO ESTUDIOS SOBRE LA MUERTE Y
EL MORIR EN CLAVE CULTURAL FAC. HUMANIDADES UNSA
La secularizacin de la muerte en Ro de Janeiro en el siglo
XVIII
Cludia Rodrigues
En un pasaje del libro El tab de la muerte, Jos Carlos Rodrigues
afirma que no se habla ms de la muerte, a pesar de que se pague
cada vez ms seguro de vida, no se piensa ms en la muerte, no se
formulan mas conceptos para pensarla, mas ella se rige con sonrisas
confundidas, con silencios reservados, con desentendidos que son
signos de aparicin de algo cuidadosamente reprimido.[footnoteRef:1]
El ttulo del libro ya es por dems representativo de la forma cmo la
muerte fue objeto prohibido en sociedades occidentales
industrializadas, principalmente a partir de la segunda mitad del
siglo XX. La sociedad brasilea actual no est fuera de este
contexto. [1: Jos Carlos Rodrigues, Tabu da morte, Achiam, Rio de
Janeiro, 1983, p.188.]
En esta obra, el autor sistematiz tesis que, desde la dcada de
1970, se han presentado, principalmente en Francia, sobre el tema
de la muerte. Entre ellas, las de Philippe Aris y Michel Vovelle se
distinguen al proponer una aproximacin abarcadora -desde la
perspectiva de larga duracin plurisecular, centrndose en el
occidente cristiano-, a diferencia de los trabajos que se centran
puntualmente al tema privilegiando pocas especficas.[footnoteRef:2]
El trabajo pionero de Aris fue identificar una actitud ante la
muerte, en el curso de los Novecientos, completamente diferente de
las pocas anteriores, y que se caracteriz por el silencio y por la
prohibicin, semejantes a los identificados por Freud en relacin al
sexo y a sus prohibiciones.[footnoteRef:3] Las marcas que Philippe
Aris llam de "muerte invertida" sera la privacin del moribundo de
su muerte (encerrado en la soledad de los hospitales), el rechazo
del duelo (prohibindose a los vivos a la conmocin y al llanto,
delante de la muerte de otros), la restriccin de la presencia de
nios en los velorios, la adopcin de ritos funerarios simplificados
y desritualizados, en los cuales se percibe la reduccin de los
acompaantes, de la externalizacin de la emocin y el
dolor.[footnoteRef:4] [2: Philippe Aris, Sobre a histria da morte
no Ocidente desde a Idade Mdia, Editorial Teorema, Lisboa,1988 e,
do mesmo autor, O homem diante da morte, Francisco Alves, Rio de
Janeiro, 1989; Michel Vovelle, La mort et l'Occident: de 1300 nos
jours, Gallimard, Paris,1983.] [3: Philippe Aris, Sobre a
histria..., p.143-169. ] [4: Idem, p. 57.]
Otros autores siguieron este camino, analizando la forma cmo las
sociedades industrializadas, urbanizadas y capitalistas se alejaban
progresivamente de la muerte y el morir de las actitudes y de las
representaciones en Occidente.[footnoteRef:5] Al calificarla de
muerte invertida, Aris quiso demostrar una actitud diferente de la
tradicional, concebida como familiar y domesticada, cuya marca era
su constante presencia en lo cotidiano de las sociedades catlicas,
expresadas en los entierros en el interior de los templos desde la
Edad Media hasta las revoluciones liberales y burguesas y en los
rituales funerarios se constituan en espectculos pblicos a que
ninguno se esquivaba. [5: Michel Vovelle, Op.cit., p.687-707;
Luis-Vincent Thomas, Antropologia de la muerte, Fondo de Cultura
Econmica, Mxico, 1983, p.407-429; Geofrey Gorer, Death, grief and
mourning in contemporary Britain, New York, 1978; Jssica Mitford,
The American way of death, New York, 1965; dentre outros.]
Con la transformacin de las prcticas funerarias y de los
pensamientos y sentimientos asociados a la muerte, delante del
proceso de afirmacin del liberalismo burgus, y a pesar de todo en
el sentido de ser considerada importante por parte de la sociedad y
de las personas, comenz a ser vista con aparente indiferencia,
desapareciendo da a da, y en vas de convertirse en nada. Esta
transformacin, sin embargo, no surgi del da para la noche,
resultando, por el contrario, del proceso de modificacin de la
sociedad en el sentido de secularizacin.Mi investigacin de
doctorado tuvo como objetivo analizar el proceso por el cual
ocurrieron estos cambios en relacin a la muerte en Rio de Janeiro,
en la segunda mitad del siglo XIX. Fue una extensin del trabajo de
maestra en el cual analic los procesos de la creacin de cementerios
pblicos en Rio de Janeiro a mediados del siglo XIX e identifiqu
transformaciones en las tradicionales costumbres funerarias de la
poblacin. A manera de conclusin, lanc la hiptesis de que los
cambios sealizaban un proceso de secularizacin de las actitudes
ante la muerte. Hiptesis que me propuse a verificar en el
doctorado, en el sentido de ir mas all de un simple anlisis de los
rituales funerarios, al buscar comprender cambios en las
concepciones acerca de la muerte, del morir y del ms all.Al
estructurar esta nueva investigacin, sin embargo, no me detuve en
el Ochocientos, una vez que el consenso entre los historiadores de
la muerte que los estudios que abordan los cambios deben de ser
realizados en la perspectiva larga duracin plurisecular, con el fin
de identificar los puntos de inflexin y mutacin. Por lo tanto,
aunque se tuviese indicios de que la segunda mitad del Ochocientos
haya sido el momento de desarrollo de la secularizacin de la muerte
en Rio de Janeiro, opt por volver al siglo XVIII con la finalidad
de identificar las bases de las prcticas y de las representaciones
hegemnicas del catolicismo delante la muerte.Lo que me condujo a
dos perspectivas de anlisis. La diacrnica, abarcando los siglos
XVIII y XIX y la sincrnica, correspondiente a la segunda mitad de
sta ltima centuria, especficamente el perodo comprendido entre 1870
y 1891, en el cual ocurri la discusin del control eclesistico sobre
el morir, acompaado por el inicio de la crisis del Imperio, y en
relacin al cual pude identificar cambios significativos en las
prcticas y en las representaciones delante de la muerte en el
sentido de laicizacin. La eleccin del ao de 1891 como recorte final
se justific por haber sido el ao en que el gobierno republicano
implant una ley de secularizacin de los cementerios, extinguiendo
la jurisdiccin eclesistica sobre las necrpolis y sobre los
enterramientos en los cementerios pblicos, avalando la injerencia
de la Iglesia Catlica sobre el morir. Al referirme al control
eclesistico sobre la muerte y el morir, delimit otra parte del
objeto, cual sea el enfoque sobre el universo de prcticas y
representaciones del catolicismo, en cuanto religin oficialmente
acepta y predominante en el perodo estudiado, ya que la Iglesia
estaba vinculada al Estado, en rgimen de unin, a pesar de la
existencia de desvos. De hecho, la investigacin fue orientada hacia
un enfoque poltico-institucional, especficamente en trminos de las
controversias entre las jurisdicciones civil y eclesistica sobre el
morir.
El anlisis de un muestreo de 23.924 registros parroquiales de
bitos y de 277 testamentos relativos a la feligresa de S/Santsimo
Sacramento de Rio de Janeiro, en el siglo XVIII y en parte del XIX,
demostr ndices relativamente altos de cumplimiento de las
determinaciones eclesisticas en relacin con la muerte: sea
testando, buscando los sacramentos, o adoptando el ritual funerario
catlico. A pesar del hecho de que las fuentes investigadas sean
eclesisticas y la vigencia del sistema de unin entre Iglesia y
Estado en el perodo enfocado por la investigacin, me preguntaba
sobre el aparente suceso de la Iglesia Catlica en su trabajo de
hacer que los sbditos cumplieran sus enseanzas en lo que decan con
respecto a la muerte.Constat que la respuesta estaba en el hecho de
la proximidad de la muerte haba sido constituida en una oportunidad
propicia para que la Iglesia convenza a los creyentes acerca de las
consecuencias, en el ms all, de sus actitudes en vida. Para tal
convencimiento ella hizo uso de la llamada pedagoga del miedo. Al
final, la muerte era un momento en que los fieles se vean ms cerca
de la posibilidad de salvar su alma y de ir o no al infierno, de
acuerdo con los sermones que la Iglesia repeta insistentemente a lo
largo de sus vidas. Por este motivo, se moran cuestionndose de
expresar el ejercicio de aquel aprendizaje, preparndose para el
momento.Esta preocupacin con la salvacin del alma transparente y
ntidamente en forma de testamento fue utilizado por los creyentes
como medio privilegiado para hablar de su muerte, una vez que en l,
determinaban la ropa con que deseaban ser amortajados, la sepultura
donde seran inhumados, los acompaantes del cortejo, la cantidad de
misas, de limosnas, entre otros elementos. Sin embargo, mas de que
utilizar el testamento para la organizacin del ritual funerario,
constat que era redactado con un sentido de una prestacin de
cuentas de su vida, buscando demostrar que ella haba sido
conducida, por lo menos en sus ltimos momentos en la direccin de
catolicismo.Aunque el testamento haya sido utilizado para la
transmisin de la herencia, este objetivo pareca no ser tan
relevante cuanto a la salvacin, ya que una parte significativa del
texto era utilizado para exteriorizar los sentimientos religiosos y
la fe en Dios que se deca tener, la obediencia a los preceptos del
catolicismo y la creencia en sus dogmas, explcitos en el testamento
a travs de la profesin de la fe; las solicitudes de intercesin de
los santos, ngeles, de la Virgen y de Cristo por su alma; de la
organizacin de los funerales de conformidad con los ritos catlicos;
del pedido para que fuesen realizados sufragios por su alma y la de
otros; de la institucin de legados pos, de la donacin de limosnas a
los pobres, de la demostracin de arrepentimiento por las faltas y
pecados que se crea haber tenido en vida; el saldo de las deudas.
Mayor expresin de la prioridad dada al tema de la salvacin en el
testamento era cuando, en el siglo XVIII haba, inclusive quien
estableciese su alma como nica heredera, mostrando cmo incluso la
transmisin de la herencia podra hacerse en funcin de un objetivo
soteriolgico.Aunque puede ser discutible si la vida de aquellos
testadores fuera, efectivamente, marcada por la religiosidad que
demostraban en sus testamentos, el hecho es que en los ltimos
momentos de su vida, o delante la posibilidad de morir, mostraron
seales de haber vivido de aquella forma. Sin embargo, sabemos, a
travs de la lectura de trabajos recientes sobre lo cotidiano de la
poblacin Colonial e Imperial, que muchos de los preceptos
eclesisticos sobre el matrimonio, la confesin y dems ritos no eran
seguidos de forma rgida por los fieles.[footnoteRef:6] Tanto, que
no me interes en la investigacin, juzgar o investigar el carcter o
el contenido de la prctica religiosa de las personas, pero si sobre
los motivos por las cuales, al final de la vida, ellos fueron tan
contundentes en la expresin y en la bsqueda por exteriorizar una fe
tan arrepentida. [6: Laura de Mello e Souza, O diabo e a terra de
Santa Cruz: feitiaria e religiosidade popular no Brasil colonial,
Companhia das Letras, So Paulo, 1986; Ronaldo VAINFAS, Trpico dos
pecados: moral, sexualidade e inquisio no Brasil, Campus, Rio de
Janeiro, 1989 e, do mesmo autor, A heresia dos ndios: catolicismo e
rebeldia no Brasil colonial, Companhia das Letras, So Paulo, 1995;
Lana Lage da Gama Lima, A confisso pelo avesso: o crime de
solicitao no Brasil colonial, USP, mimeo, So Paulo, 1990 (Tese de
Doutorado); Silvia Maria Jardim Brgger, Valores e vivncias
matrimoniais: o triunfo do discurso amoroso (bispado do Rio de
Janeiro, 1750-1888), UFF, Niteri, 1995 (Dissertao de
Mestrado).]
Adems de la redaccin del testamento, otro paso hacia la
preparacin para la muerte era los llamados ltimos sacramentos
(penitencia, eucarista y la extrema uncin), con el fin estar
prevenido para el momento del pasaje. Delante de la enfermedad y la
inminencia de la muerte, los sacramentos eran considerados el ltimo
recurso para lograr la cura de la enfermedad, que se crea provenan
del mal del alma. Prepararse para la muerte redactando el
testamento y recurriendo a los sacramentos, por lo tanto, significa
para el catlico ajustar las cuentas con Dios para que, al momento
del Juicio, no hubiese impedimentos u obstculos para la salvacin de
su alma. Como se deca en la poca, esta era una buena muerte. La
posibilidad de no alcanzar el objetivo final, que era la salvacin,
explicaba el miedo que los testadores decan tener a la muerte.
Temor que, la verdad, no era de la muerte en si, mas de lo que
podran ocurrir al alma si el individuo no estuviese con las cuentas
ajustadas al momento del traspaso. Se corra el riesgo de, por lo
menos ir al Purgatorio, para purificar temporalmente, los pecados
leves y en caso extremo, ir al Infierno, donde los castigos y las
penas seran eternos. Este era el origen del temor a que los
testadores se referan al principio del testamento, cuando
afirmaban: Temindome de la muerte y no sabiendo lo que Dios ser
servido darme, hago este testamentoEstos aspectos pueden ser una
explicacin para la semejanza estructural de la cmo los fieles
catlicos de Rio de Janeiro buscaban morir, del perodo colonial
hasta mediados del siglo XIX. Partiendo de esta constatacin busqu
demostrar que estas actitudes fueron heredadas del catolicismo y
que, de la Antigedad tarda al siglo XVIII, resultaron del proceso
de apoderamiento de la Iglesia catlica sobre las costumbres
funerarias y las representaciones de la muerte y del ms all, en los
pases mayormente catlicos. En este proceso, dos factores fueron
significativos del control que la Iglesia pas a ejercer sobre las
actitudes de los fieles ante la muerte.El primero fue la sustitucin
de la gerencia predominantemente domstica y familiar del culto a
los muertos (sobre todo en la Antigedad greco-romana) por la
gerencia predominante del clero y de la comunidad eclesial, a
partir de la oficializacin del cristianismo en el Imperio Romano,
por el emperador Constantino, en el siglo IV.[footnoteRef:7] El
segundo factor, que nos interesar directamente, fue la elaboracin
de la liturgia de los muertos, durante la Edad Media, por la cual
el clero se convirti en interlocutor privilegiado entre los vivos y
los muertos, a travs de la realizacin de oraciones y misas en
intencin de las almas. En este sentido, los cuidados de los
muertos, como afirm Michel Lauwers, fueron puestos como propios de
la dimensin de lo sagrado, de lo espiritual, de lo eclesistico, al
mismo tiempo en que las prcticas funerarias y conmemorativas
adquirieran el significado de formas de intercesin de los vivos por
los muertos, en la perspectiva de la salvacin. Cuidados que la
Iglesia consideraba un acto espiritual por excelencia y que los
eclesisticos deberan ser, si no los nicos responsables, al menos,
los nicos aptos para castigarlos.[footnoteRef:8] [7: Cludia
Rodrigues, Nas fronteiras do alm: a secularizao da morte no Rio de
Janeiro (sculos XVIII e XIX), Arquivo Nacional, Rio de Janeiro,
2005, p. 40-43.] [8: Michel Lauwers, La mmoire des anctres le souci
des morts: morts, rites et socit au Moyen ge, Beauchesne, Paris,
1996, p. 104-106, 121-125, 318, 387-390, 493-494; Jean-Claude
Schmitt, Os vivos e os mortos na sociedade medieval, Companhia das
Letras, So Paulo, 1999, p.47-50.]
El desarrollo de la liturgia de los muertos se intensific y
complet, a partir de finales del siglo XII y principios del siglo
XIII, con la elaboracin de la doctrina del Purgatorio que, desde
entonces, conformara varias de las prcticas y representaciones
delante de la muerte. As entendida como un ms all intermediario
entre el Paraso y el Infierno era el tercer lugar donde algunos
muertos pasaran por una prueba a fin de expiar los pecados veniales
en relacin a los cuales la penitencia no fuera completamente
cumplida.[footnoteRef:9] Segn Jacques Le Goff,[footnoteRef:10] este
sistema de Purgatorio tuvo dos consecuencias importantes. La
primera fue para dar una renovada importancia al perodo anterior a
la muerte, mientras que la segunda fue la de intensificar los lazos
de solidaridad entre los vivos y los muertos en medio del clero y
de las oraciones. [9: Jacques Le Goff, O nascimento do purgatrio,
Editorial Estampa, Lisboa,1981, p.18-19.] [10: Idem, p.253,
346-47.]
En el primer caso, el Purgatorio implic una intensificacin del
miedo de los ltimos instantes que era el perodo inmediatamente
anterior a la muerte- tanto por el temor de que no hubiese tiempo
de una preparacin a tiempo para el viaje, a travs de la penitencia,
como por el carcter doloroso de las penas que el alma all
sufrira.Aunque no debemos pasar por alto que el desarrollo del
miedo a la muerte en este momento tambin se explica por los cambios
socioeconmicos del siglo XII que, al atribuir un mayor apego a la
vida terrenal, regresara ms temible al momento de
dejarla.[footnoteRef:11] [11: Idem, p. 273e, do mesmo autor, A
civilizao do Ocidente medieval, Editorial Estampa, Lisboa, 1995,
vol. 1; O apogeu da cidade medieval, Martins Fontes, So Paulo, 1992
e A bolsa e a vida: economia e religio na Idade Mdia, Brasiliense,
So Paulo, 1989, p.77; Georges Duby, Economia rural e vida no campo
no Ocidente medieval, Edies 70, Lisboa, 1987, vol.II. ]
Pero el miedo que se tuvo al sentir en relacin a los ltimos
momentos, tambin estaba muy relacionado al progresivo desarrollo de
lo que podramos llamar la escatologa individual. La propagacin de
esta concepcin escatolgica tuvo como base la creencia de que
inmediatamente despus de la muerte sera realizada una lucha entre
las fuerzas celestiales y los demonios por la posesin del alma del
moribundo. En este momento habra una sentencia particular, por
medio del cual se decidira el destino del alma: si el Paraso, el
Purgatorio o el Infierno. Era una idea diferente de aquella del
Juicio Final que afirmaba que la sentencia sera colectiva y
realizada al final de los tiempos.[footnoteRef:12] [12: A este
respeito, ver Philippe Aris, O homem diante da morte...,
p.115-116.]
Sera justamente asociado a este miedo de los ltimos momentos en
que se intensificar la prctica de los sufragios por las almas
presas del Purgatorio, y que, por lo tanto, se establecern nuevos
lazos de solidaridad entre los vivos y los muertos. A travs de las
oraciones y limosnas realizadas en intencin de familiares o amigos
muertos, los vivos concurriran a la reduccin de las penas de quien
de ellas se favorecera en el Purgatorio. Una vez alcanzado el
Paraso, los muertos pasaran a rezar por aquellos vivos que los
tenan arrancados del Purgatorio.[footnoteRef:13] Esta solidaridad
fortaleci los lazos corporativos y de co fraternidad. Estos ltimos
se manifestaron, a partir del siglo XIII, en la creacin de cofradas
que tendran como una de sus principales funciones la realizacin de
los sufragios en intencin de las almas de sus cofrades. [13:
Jacques Le Goff, O nascimento do purgatrio, p.373.]
La iglesia extrajo gran poder de este nuevo sistema del ms all.
Al administrar o controlar las plegarias, limosnas y misas hechas
por los vivos a favor de sus muertos, ella tendra beneficios,
inclusive con la aplicacin del sistema de indulgencias en el campo
de la muerte y del Purgatorio. Sin duda, el oficio de confesor
ejercido por mendicantes y sacerdotes, favoreciendo su presencia en
la cabecera del moribundo, reforz la diseminacin de la prctica de
testar, lo que contribuy en gran medida para el establecimiento de
legados a las rdenes, cofradas y parroquias. El perodo comprendido
entre los siglos XV y XVIII fue aquel en el cual la doctrina del
Purgatorio se enraiz profundamente en el sistema de creencias en
las sociedades catlicas, especialmente despus del Concilio de
Trento, cuando la Iglesia trat de reforzarla debido a la accin
contra los protestantes.[footnoteRef:14] [14: Sobre as resistncias
protestantes doutrina do Purgatrio, ver Michelle Fourni, Le ciel
peut-il attendre? Le culte du Purgatoire dans l Midi de la France
(1320 environ - 1520 environ), Les ditions du CERF, Paris, 1997,
p.10-11 e 13-17. Sobre a reafirmao e o investimento da Reforma
Catlica sobre a doutrina do Purgatrio, ver Michel Vovelle, Op.cit.,
p.239-366.]
Un aspecto importante de todo este "NEGOCIO empreendimento ???"
sobre la muerte fue, por lo tanto, la direccin del pastoral para el
sentido del miedo, donde las sentencia y las penas el castigo del
Purgatorio y el Infierno han tomado un lugar esencial. No es casual
que los siglos XIV y XV significaran el perodo de oro de las
representaciones en torno de la imagen del
Infierno.[footnoteRef:15] En sta pedagoga del miedo, los
predicadores mendicantes tuvieron un lugar esencial y cada vez ms
importante en los siglos siguientes, cuando recibiran el apoyo de
las cofradas y de las rdenes terceras, algunas de las cuales
erigidas en asociacin directa con el tema de la muerte, como las de
las Almas del Purgatorio y, a partir de la Reforma Catlica, las de
la Buena Muerte.[footnoteRef:16]Si por un lado, la Iglesia adoptaba
esta pedagoga de la muerte basada en el miedo, por el otro, ella
misma ofreca la esperanza y la seguridad, a travs de las garantas
de proteccin proporcionadas por ritos
tranquilizadores.[footnoteRef:17] A lo largo de sus diversos
estudios, Jean Delumeau apunt de como la Iglesia manipul las
sensaciones de angustia e inseguridad colectivas, convirtindolas en
miedos y temores religiosos. A partir de la culpabilidad, ella
buscara difundir, por un lado, la idea de la penitencia, y por otro
la tranquilidad, a travs de oraciones, de las procesiones, del
culto a los santos, de los sufragios, de los intercesores, entre
otros. En esta perspectiva, ella (la Iglesia) ofreci la imagen de
un Dios misericordioso para aquellos que se confesasen y se
arrepintiesen y que se preparasen con anticipacin para la muerte,
ya sea testando, buscando los sacramentos, instituyendo legados
piadosos y sufragios. [15: Michel Vovelle, Op.cit., p.133 e
140-141; Danile Alexandre-Bidon, La mort au Moyen Age: XIIIeXVIe
sicle, Hachette Littratures, Paris,1998, p.38-40.] [16: Michel
Vovelle, Op.cit., p.141; Adalgisa Arantes Campos, A terceira devoo
do Setecentos mineiro: o culto a So Miguel e Almas, USP, So Paulo,
1994, Tese de Doutorado. (mimeo.), p.28; Ana Cristina Arajo, A
morte em Lisboa: atitudes e representaes (1700-1830), Editorial
Notcias, Lisboa, 1997, p.188.] [17: Ver a este respeito, Jean
Delumeau, Histria do medo no Ocidente, 1300-1850, Companhia das
Letras, So Paulo, 1989; Le pch et la peur: la culpabilisation em
Occident, XIII XVIII sicles, Fayard, Paris, 1983 e Rassurer et
proteger: le sentiment de scurit dans lOccident dautrefois, Fayard,
Paris, 1989.]
Teniendo en cuenta estos factores, el morir sera gradualmente
transformado por los predicadores en un arte, la cual tena un papel
importante en la enseanza proporcionada por los manuales de
preparacin para la muerte, tambin llamados artes de bien morir. Si
las artes tuvieron un gran xito entre los fieles, a partir del
siglo XV, esto se debi a su versin corta, que const de once imgenes
xilografadas (processo e tcnica de gravura em relevo sobre madeira
que permite a impresso tipogrfica de figura(s) ou texto(s), cujos
caracteres (no mveis) so entalhados na prancha de suporte. En esta
versin, el tema de la lucha entre ngeles y demonios, en el lecho de
muerte, por la posesin del alma era mostrado, llevando al fiel a la
representacin visual de la escena que pasara en el lecho de muerte,
durante el Juicio Particular.Estos grabados tuvieron gran difusin y
provocaron intenso impacto una vez que la circulacin no se limitaba
al libro, pudiendo ser pegados en las paredes, adquiriendo as, una
presencia ms fuerte. Las imgenes de combate entre ngeles y demonios
en el lecho de muerte, haban sido un instrumento privilegiado para
la transmisin de ideas, de las costumbres y contenidos en un mundo
mayoritariamente iletrado.[footnoteRef:18] La focalizacin de esta
escena al final del siglo XV sera una de las traducciones ms
espectaculares del descubrimiento de la muerte individual y
dramatizada, como lo demuestran los estudios de Roger Chartier,
Pierre Chaunu, y Michel Vovelle.[footnoteRef:19] De esta manera, la
Iglesia construy un esqueleto ideolgico y religioso de la muerte
que se utiliz como un instrumento de sermn, cristianizacin y
control sobre acciones y pensamientos, a lo largo de la Edad Media
y de la poca Moderna. Este esqueleto fue estructurado
pedaggicamente como un proceso de enseanza-aprendizaje que, bajo la
amenaza de la condenacin eterna, validaba la salvacin del alma,
teniendo como fundamento el recurso a los Manuales del bien morir.
[18: Michel Vovelle, Op.cit, p.143 e Pierre Chaunu, La mort Paris:
16e, 17e, 18e sicles, Fayard, Paris, 1978, p.279-282.] [19: Roger
Chartier, Les arts de mourir: 1450-1600 In: Annales E.S.C, jan-fv,
1976, p.53; Pierre Chaunu, La mort Paris, p.276 e Michel VOVELLE,
Op.cit, p.144.]
Un ejemplo tpico de este tipo de literatura en el mundo ibrico
fue el Breve aparato y modo fcil para ensear a bien morir a un
cristiano. Escrito por el jesuita Estevam de Castro, se constituy
en uno de los mayores sucesos editoriales portugueses de literatura
devocional, teniendo su primera edicin en 1621 y la ltima
identificada en 1724.[footnoteRef:20] En total, seran por lo menos
once ediciones que circularan entre los portugueses por cerca de
cien aos y los ensearan a morir segn los patrones catlicos. En este
texto, el jesuita buscaba ensear al sacerdote o al laico que fuese
a acompaar al moribundo (no siempre al clero), los pasos que se
deberan de seguir al borde de la muerte, especficamente en
situaciones de enfermedad: consolar al moribundo, exhortar la
bsqueda de los ltimos sacramentos (penitencia, eucarista y la
extrema uncin), estimular y fomentar la redaccin del testamento y
ensear cmo hacerlo, etc. [20: Sara Maria Cerqueira da Silva, O
Breve Aparelho e modo fcil para ajudar a bem morrer hum cristo do
Padre Estevam de Castro (1621), Universidade do Porto, Porto, 1996.
(Dissertao de Mestrado em Histria da Cultura Portuguesa); Ana
Cristina Arajo, Op.cit..]
En el anlisis de la muestra de testamentos referentes al siglo
XVIII identifiqu semejanzas significativas de la estructura textual
del documento para con el Breve Aparato indicando la circulacin de
aquellas concepciones entre los testadores cariocas del
Setecientos. Al analizar la frecuencia de la prctica testamentaria
a lo largo de los siglos XVIII y XIX, ms all de las similitudes de
la estructura del testamento para con las normas enseadas por
Estevam de Castro, identifiqu ndices decrecientes de redaccin de
las ltimas voluntades, como al avance de los cincuentenarios - 45%
en la primera mitad del Setecientos; 29,6% en la segunda; el 6,5%
en la primera mitad del Ochocientos y el 0,9% en la segunda mitad -
que hacen referencia para el expresivo cumplimiento de las
determinaciones eclesisticas en la primera mitad del siglo XVIII,
sobre todo si tenemos en cuenta las caractersticas socio-econmicas
de la poca en trminos de patrones posesin. En el caso de la
recepcin de los sacramentos, los ndices tambin acompaaron la
tendencia de disminucin, expresada en los porcentajes: 75,5%,
72,8%, 53,4% y el 28%. El hecho de que presenten un porcentaje
mucho mayor que los relacionados con la prctica testamentaria, muy
probablemente se explica por la mayor facilidad de que los
sacramentos pueden ser buscados por los individuos,
independientemente de la condicin social y sus
posesiones.Utilizando los mtodos de Francisco Gomes sobre el
concepto de Cristiandad y relacionndolos a mi tema, pude percibir
que estas actitudes delante de la muerte se hicieron presentes en
sociedades catlicas que presentaban la modalidad constantiniana del
cristianismo, en la cual predominaba el rgimen de unin entre la
Iglesia y el Estado.[footnoteRef:21] En sta modalidad del
cristianismo, los muertos y la muerte eran parte inseparable de lo
cotidiano. Los primeros, a travs de enterramientos en el interior o
al rededor de las iglesias, o incluso en el ltimo caso, en
cementerios extramuros, benditos. La segunda, a travs de la
conciencia de que la muerte debera ser el motor de la vida. En Rio
de Janeiro, estas actitudes tuvieron vigencia en cuanto la Iglesia
posey injerencia en la sociedad y actu como un aparato de Estado,
tanto en la Colonia como en el Imperio, deteniendo poderes sobre
las instituciones y costumbres, a ejemplo de los cementerios,
enterramientos y registros de las muertes (como tambin de los
matrimonios y nacimientos). As como ocurri en Francia en el siglo
XVIII y ms tarde en otros pases europeos en el siglo XIX, la
afirmacin de los ideales de libertad y las progresivas propuestas
de laicizacin de la sociedad, en la segunda mitad del Ochocientos,
en Brasil, ganaban aires cada vez ms separatistas que, al
cuestionar el tipo de cristianismo, se convirti en la base del cual
aparecen crticas al control eclesistico sobre la muerte. El primer
paso fue la eliminacin de la proximidad de los muertos, a travs de
la transferencia de enterramientos lejos de los templos, en los
arrabales de las ciudades a mediados del siglo XIX.[footnoteRef:22]
En este paso fue esencial la actuacin de las propuestas
mdico-higienistas, que gradualmente afirmaban el peligro de la
presencia de los muertos junto a los vivos y diseminaran las
polticas preventivas en el sentido de controlar las enfermedades y
proporcionar una mayor esperanza de vida. Al asociarse al Estado,
ganaron la forma y carcter de polticas pblicas de
salubridad.[footnoteRef:23] En este momento, sin embargo, la
injerencia eclesistica sobre los muertos y el morir an no estaba
fuertemente cuestionada, habiendo inclusive mdicos (y muchos) que
se mostraban ambivalentes en la forma como encaraban los muertos /
los cadveres, algunos desde el punto de vista de la medicina y de
la razn, a veces con apariencia de lo sagrado. Ambivalencia en s
misma, propia de una poca de transicin de costumbres y de la
mentalidad. Sin embargo, progresivamente, el conocimiento mdico se
fue apropiando del terreno hasta entonces hegemonizado por el clero
y su pedagoga del bien morir, de modo que la vida y el vivir se
tornaron prioridades, sustituyendo el predominio de la muerte y el
morir. [21: Francisco Jos Silva Gomes, Le projet de no-chrtient
dans le Diocse de Rio de Janeiro de 1869 1915, Universit de
Toulouse Le Mirail, Toulouse, 1991. 3 vols. (Thse de doctorat)]
[22: Sobre este processo, ver Sandra Paschoal Leite de Camargo
Guedes, Atitudes perante a morte em So Paulo (sculos XVII a XIX),
USP, So Paulo, mmeo., 1986. (Dissertao de Mestrado); Joo Jos Reis,
A morte uma festa: ritos fnebres e revolta popular no Brasil do
sculo XIX, Companhia das Letras, So Paulo, 1991; Cludia Rodrigues,
Lugares dos mortos na cidade dos vivos: tradies e transformaes
fnebres no Rio de Janeiro, Secretaria Municipal de Cultura/Diviso
de Editorao, Rio de Janeiro, 1997; Henrique Srgio Arajo, Assim na
morte como na vida: arte e sociedade no cemitrio de So Joo Batista,
Museu do Cear/Secretaria da Cultura do Estado do Cear, Fortaleza,
2002; Renato Cymbalista, Cidade dos vivos: arquitetura e atitudes
perante a morte nos cemitrios paulistas, Annablume, So Paulo, 2002;
Amanda Aparecida Pagoto, Do mbito do sagrado ao cemitrio pblico.
IMESP, So Paulo, 2004; Vanessa Viviane de Castro Sial, Das igrejas
ao cemitrio: polticas pblicas sobre a morte no Recife do sculo XIX.
UNICAMP, Campinas/SP, 2005 (Dissertao de Mestrado); Consuelo de
Azevedo Carvalho, No silncio dos tmulos: fim dos enterros nas
igrejas e construes do Cemitrio Geral na Vila de So Joo Del Rei
(1820-1858), UFRJ/IFCS, Rio de Janeiro, 2005 (Dissertao de
Mestrado); Fernanda Maria Matos da Costa, A morte e o morrer em
Juiz de Fora: transformaes nos costumes fnebres, 1851-1890, UFJF,
Juiz de Fora, 2007 (Dissertao de Mestrado); dentre outros.] [23:
Joo Jos Reis, Op. cit; Cludia Rodrigues, Lugares dos mortos na
cidade dos vivos,]
En la segunda mitad del siglo XIX, especialmente a partir de
finales de la dcada de 1860, en el correr del proceso internacional
de difusin del liberalismo en su versin separatista y
laicizante[footnoteRef:24] y del proceso de transformacin de la
sociedad imperial, a la injerencia eclesistica sobre las costumbres
fue blanco de discusin por parte de los defensores de la inmigracin
protestante, de la libertad de creencias, del matrimonio civil, de
la laicizacin del Estado, de la Repblica. Muchos de estos
defensores fueron miembros de la lite poltica e intelectual y
ocupaban cargos del estado. De hecho, propusieron proyectos en el
sentido de desprenderse de la dependencia para con la burocracia
eclesistica, que organizaba y realizaba las elecciones en el
Imperio y llevaba a efecto los registros de nacimiento, matrimonio
y muerte de las personas. En este ltimo caso, era el medio de
fundamental importancia para la atraccin de inmigrantes
protestantes la posibilidad de no serles negado el derecho de ser
registrados los nacimientos, matrimonios y defunciones en sus
comunidades y, por tanto, los facultados al recibimiento de
herencias, por ejemplo. Tales proyectos fueron encaminados
buscando, con todo, no abrir la competencia de la Iglesia como
auxiliar en el control social. Ambiguamente, se mantuvo el rgimen
de unin, que con el correr de las dcadas, principalmente a partir
de 1870, se mostr cada vez ms conflictivo. [24: Giacomo Martina,
Histria da Igreja de Lutero aos nossos dias, Edies Loyola, So
Paulo, 1996, t. III: A Era do Liberalismo, p.49-81.]
En el contexto de ultramontanismo, la Iglesia, por su parte,
buscaba afirmar su autonoma frente al regalismo imperial,
alinendose cada vez ms con la Santa Sede, en respuesta a la amenaza
que los pases catlicos venan sufriendo en el siglo XIX por lo que
ella consideraba fueren los errores del mundo moderno, los cuales,
tambin en Brasil, se expresaban por la aparicin de los movimientos:
protestante, masnico, liberal, republicano, positivista y
cientificista.[footnoteRef:25] [25: Lana Lage da Gama Lima, A
reforma ultramontana do clero no Imprio e na Repblica Velha in:
Ismnia de Lima Martins, Iokoi, Zilda Mrcia Gricoli e Rodrigo Patto
de S, Histria e cidadania: XIX Simpsio Nacional de Histria-ANPUH,
Humanitas Publicaes/FFLCH-USP; ANPUH, So Paulo, 1998, vol.II;
Francisco Jos Silva Gomes, De sdito a cidado: os catlicos no Imprio
e na Repblica in: Ismnia de Lima Martins, Iokoi, Zilda Mrcia
Gricoli e Rodrigo Patto de S, Histria e cidadania: XIX Simpsio
Nacional de Histria-ANPUH, Humanitas Publicaes/FFLCH-USP; ANPUH, So
Paulo, 1998, vol.II.]
En la capital del imperio, la jurisdiccin eclesistica sobre los
cementerios pblicos y los enterramientos pas a ser vista por los
miembros de la lite poltica e intelectual como un obstculo a la
insercin social de los inmigrantes protestantes y sus muertos.
Llegado a la conclusin de que el cementerio, a pesar de pblico en
el nombre, no lo era de hecho, por destinarse solamente al pblico
catlico. A partir de 1870, este ya no era el concepto de pblico que
se quera mantener, pues amenazaba el proyecto imigrantista de
sustitucin de la mano de obra esclava y de blanqueamiento de la
poblacin negro-africana, considerada como poco afecta al trabajo y
como impedimento al progreso econmico del pas, en los modelos de
las naciones civilizadas.[footnoteRef:26] [26: Thomas E Skidmore,
Preto no branco: raa e nacionalidade no pensamento brasileiro, paz
e Terra, Rio de Janeiro, 1976; Lilia Moritz Schwarcz, O espetculo
das raas: cientistas, instituies e questo racial no Brasil
1870-183, Companhia das Letras, So Paulo, 1993; Giralda Seyferth,
Construindo a nao: hierarquias raciais e o papel do racismo na
poltica de imigrao e colonizao in: Marcos Chor Maio (org.), Raa,
cincia e sociedade, FIOCRUZ/CCBB, Rio de Janeiro, 1996; dentre
outros.]
En este contexto en que la Iglesia se vea cada vez ms amenazada,
sus acciones se tornaban igualmente ms intolerantes y la jerarqua
eclesistica ultramontana endureci los castigos para los que
cuestionasen o no cumpliesen las enseanzas en relacin a la muerte.
Algunos individuos pagaron por sus opciones de libertad despus de
la muerte, con la prohibicin del enterramiento de sus muertos en
cementerios pblicos, como ejemplos el del General Abreu e Lima (en
Recife) y la del protestante David Sampson (en Rio de Janeiro), el
primero por no haberse arrepentido de defender la causa
protestante, antes de morir, y, principalmente por haber rechazado
los ltimos sacramentos ofrecidos por el Obispo en el lecho de
muerte; el segundo, por haberse suicidado, adems de ser
protestante. En sus enfrentamientos a los errantes por aquel mundo
moderno, la jerarqua eclesistica cerr los ojos, tap los odos y
endureci el corazn a los llamados de la sociedad para que regresase
atrs y aceptase los cadveres que ya no quera. Su objetivo
continuaba siendo pedaggico, al castigar ejemplarmente a aquellos
que se pusieran fuera de su seno, haciendo concesiones apenas
cuando fuese de su inters y cuando fuese polticamente correcto
retroceder, debido al consorcio con el Estado.[footnoteRef:27] [27:
Cludia Rodrigues, Nas fronteiras do alm, p. 149-198.]
A causa de esta intolerancia, se provocaron debates polticos y
la fila de descontentos para con la injerencia eclesistica sobre
las instituciones y costumbres slo hizo aumentar, principalmente
delante de la situacin de crisis del Imperio. Esta injerencia fue
rota a travs de la implementacin de leyes, decretos, resoluciones,
avisos, circulares y reglamentos, a nivel del Ejecutivo y del
Legislativo, tanto imperial como provincial. Como ejemplo, cabe
citar la discusin, aprobacin e implementacin de reglamentos para
los cementerios pblicos en diversas localidades de la Provincia de
Rio de Janeiro, en la dcada de 1870, en los cuales se definan reas
especficas para el entierro de los llamados acatlicos y en los
cuales las declaraciones parroquiales de encomendar a los muertos
seran sustituidas por certificados de muerte (actas de defuncin)
expedidos por mdicos y que conferan las autoridades policiales,
civiles y mdicas a la autorizacin para la realizacin de
enterramientos en el cementerio pblico, entre
otras.[footnoteRef:28] [28: Idem, p. 199-256.]
La iglesia comenz a perder su jurisdiccin sobre los cementerios
pblicos y sobre los enterramientos en la Provincia. Entre 1879 y
1880, la Cmara de Diputados, bajo la presin de los representantes
masones, debati y aprob la secularizacin de los cementerios para
todo el pas. A fuerza la Iglesia impidi que tal medida fuese
aprobada en el Senado. En defensa, la jerarqua eclesistica lleg al
punto de afirmar la existencia de un plan para la implementacin del
entierro civil en Brasil.[footnoteRef:29] A despecho de la
introduccin de prcticas condenadas por la Iglesia por ocasin de
algunos entierros, como del pronunciamiento de obituarios por
laicos y la ausencia del clero en los funerales, los segmentos que
propona la laicizacin de la sociedad no deseaba el final de las
ceremonias religiosas por ocasin de la muerte. Se percibe de esta
manera, que la defensa de la secularizacin de los cementerios
implicaba apenas la separacin entre la jurisdiccin civil y la
eclesistica sobre las necrpolis y los enterramientos. Sin embargo,
parte de los que se pusieron a favor de la secularizacin de las
necrpolis considrese cementerios, enterramientos, y cadveres
asuntos de la esfera de la administracin civil asunto que concierne
a salubridad pblica no dejarn de creer en la existencia del ms all.
Slo que pensaban en un ms all libre de culpabilidad que la Iglesia
durante siglos, diseminara y concordaba con las concepciones ms
cientficas que desacralizaban al cadver y desteologizaban (sera
prudente cambiar este trmino) las ideas sobre el origen del
universo. [29: Idem, p. 257-308.]
Esto se reflej en los debates de la Asamblea General por ocasin
del proyecto de Secularizacin de los Cementerios, cuando se afirm
en repetidas ocasiones que el ceremonial funerario era diferente
del acto de simplemente inhumar, siendo la nica ocasin en la que se
admita la accin religiosa de los cultos y de la Iglesia; siendo sta
la nica instancia que no estara sujeta a la accin del poder civil
que, mientras tanto, debera garantizar la libertad de mantener los
rituales de acuerdo a las diferentes creencias. A partir de la
dcada de 1870, como consecuencia de los incidentes relacionados con
los casos de prohibicin de enterramiento, parte de la lite poltica
e intelectual perciba que no se podan solucionar los problemas
ligados a la exclusin de ciertas categoras sociales, como ejemplo
de los inmigrantes no catlicos, sin tocar el papel de la institucin
eclesistica en aquella sociedad.En cuanto pudo, la institucin
eclesistica impidi la implementacin de la secularizacin de las
necrpolis, a travs de presiones tanto sobre el Parlamento como
sobre el Ejecutivo, adems de continuar con la prohibicin de
enterramientos en cementerios pblicos en distintas localidades. Los
oponentes de la jurisdiccin eclesistica sobre las necrpolis
tuvieron que esperar por el cambio de sistema poltico con la
proclamacin de la Repblica para una vez alcanzado el poder, adoptar
la secularizacin de los cementerios. Cambio que se hizo acompaar
por la implementacin de otra forma de cristianismo, denominada
post-constantiniana, marcada por el rgimen de separacin entre la
Iglesia y el Estado, como apunta Francisco Gomes.[footnoteRef:30]
[30: Francisco Jos Silva Gomes, Le projet de no-chrtient.]
Estos cambios polticos no fueron los nicos aspectos de
transformacin de las actitudes ante la muerte. En el plano de las
representaciones, la secularizacin se hizo sentir en el regreso de
la pedagoga del bien morir. Expresin de este cambio se sinti tambin
en la desaparicin de las clusulas piadosas y escatolgica del
testamento; en la simplificacin del ritual funerario, en la
sustitucin de intermediacin del clero y del ritual eclesistico por
la accin de la familia en la gestin del morir; en el surgimiento de
los funerales, donde predominaban las asociaciones profesionales;
en la diseminacin de la prctica necrolgica pronunciada por laicos,
que resaltaban elogios patriticos al fallecido y hablaban sobre la
muerte en la perspectiva biolgica y material. El testador, a su
vez, pas a dar a los familiares las donaciones que, antes, donaba
piadosamente a la Iglesia.[footnoteRef:31] [31: Cludia Rodrigues,
Nas fronteiras do alm, p. 309-360.]
El nivel de las costumbres relacionadas con la muerte, se
percibe que, el sntoma de este proceso de transformacin fue el
cambio tanto de la prctica testamentaria como el contenido y en la
forma de los propios testamentos. Estos pasaron a ser,
eminentemente, un instrumento de transmisin de herencias, dejando
se ser el lugar donde los catlicos hablaban de su fe y de su miedo
a la muerte. Para esto, fue fundamental la implementacin de las
medidas pombalinas que, en las dcadas de 1760 y 1770, afectaban en
gran medida a la prctica de testar, implicando prohibiciones sobre
la forma que el testador diera destino a su tercera (tercera parte
de la herencia en la que el testador poda disponer libremente).
Estas acciones fueron parte del programa reformista de cuo
ilustrado encabezado por el Marqus de Pombal, que objetivara, entre
otras cosas, el control de la hegemona del aparato eclesistico
sobre los hombres, las instituciones y las ideas de la sociedad
portuguesa.[footnoteRef:32] Uno de los vectores de esta poltica,
fue la intervencin sobre la prctica testamentaria, como forma de
evitar que el patrimonio eclesistico continuase creciendo
indefinidamente a travs de donaciones o compras, con los argumentos
de defensa de los legtimos herederos, de la necesidad de evitar lo
que se deca ser maniobra de determinados religiosos junto a
eventuales testadores y de la necesidad de restringir el gran
volumen de legados pos al bien del alma. El desdoblamiento de estas
medidas ilustradas fue la intervencin en el testamento de forma tal
que perjudic a la propia libertad de testar.[footnoteRef:33] Las
medidas se caracterizaban por la inhibicin del testamento en caso
de enfermedad grave o aguda; limitar las disposiciones referentes a
las terceras y, por ltimo, se impidiese que el testador nombrase al
alma como heredera.[footnoteRef:34] [32: Francisco Jos Calazans
Falcon, A poca pombalina: poltica econmica e monarquia ilustrada,
tica, So Paulo, 1982, p.387, 407-408. ] [33: Ana Cristina Arajo,
Op.cit., p.274.] [34: Francisco Jos Calazans Falcon, A poca
pombalina, p.419-422 e Ana Cristina Arajo, A morte em Lisboa,
p.273-280.]
En este proceso de cambios, la redaccin del testamento pas ms
seguido a ser realizada por los notarios, ms preocupados con la
divisin de legados que con la salvacin del alma. Como dice Michel
Vovelle,[footnoteRef:35] los testadores decidieron callarse en el
testamento con relacin a las clusulas piadosas. Tomando en cuenta
lo afirmado por Philippe Aris,[footnoteRef:36] creo que lo que pas
fue que los testadores pasaron a hablar directamente con los
familiares al nivel de lo privado lo que antes hacan a travs del
instrumento pblico. Signo de la privatizacin de las costumbres y la
experiencia religiosa, propias de la vida burguesa, que emerga en
la capital del Imperio y de la futura Repblica con el avance del
siglo XX, principalmente a travs del nuevo culto a los muertos
canalizado a los cementerios y gestado por los familiares, que en
el da dos de noviembre, all iran a visitar a aquellos que en el
siglo XIX desterraron de la vida cotidiana en funcin de las
polticas higienistas. El clero perdi as, el espacio que ocupara por
siglos en la mediacin entre vivos y muertos, paralelamente a la
prdida de poder de la institucin que se pretenda unanimista. [35:
Michel Vovelle, Pit Baroque et dchristianisation em Provence au
XVIII sicle, ditions du Seuil, Paris, 1978.] [36: Philippe Aris, O
homem diante da morte.]
Con el paso del tiempo, este proceso secularizador represent un
significativo cambio en la forma en la cual la persona se
enfrentaba a la muerte. Debido al aumento de la esperanza de vida y
de la seguridad proporcionada por el adelanto de la medicina y el
conocimiento mdico, junto con la laicizacin de la sociedad, se
intensificaron las preocupaciones del individuo en relacin con su
vida y su vivir, a diferencia de la actitud anterior enseada por la
Iglesia en que deberan de preocuparse de la muerte y del morir. De
hecho, la propia idea de la muerte fue rechazada, e incluso temida.
Slo que ahora, ya no ms por los motivos de antes, cuando lo que se
tema era el Juicio en el momento del paso y el peligro de que el
alma fuese tomada por los demonios. Lo que pas en adelante fue
temer a la prdida de la vida, principalmente delante del aumento de
la expectativa de vida. Al contrario del perodo anterior, cuando el
sacerdote estaba en la cabecera del moribundo confortndolo y
tranquilizndolo a travs de oraciones y rituales proporcionados por
las artes de bien morir, delante de la angustia que la propia
Iglesia haba creado, la proyeccin de la figura del mdico y de la
medicina no pudo proporcionar a los prximos la seguridad y el
conforto que el sacerdote daba. Despus de todo, nada justifica y
explica la muerte como antes, ya que lo que se anhela no es ms la
vida en el ms all, ms la que se est desvaneciendo. No se vive ms
teniendo como parmetro el otro mundo. No hay ms manuales que ensean
a bien morir. La "agona" se torn menos teatralizada de que antes,
cuando el moribundo estaba acompaado fsicamente, por los
circundantes y por el sacerdote, y espiritualmente, por los ngeles
y los santos intercesores que participan del teatro de la muerte, a
travs de la escenificacin del combate a los demonios por la posesin
de alma. En aquella poca, a pesar de ser este un momento de
sufrimiento y angustia, el fiel saba que no estaba solo y se
consolaba con la imagen de un Dios misericordioso y justo. Al
final, l crea en todo aquel ritual, tanto que se preparaba para el
momento. Una vez secularizada la muerte, el teatro dej de existir,
el escenario del ltimo combate desapareci. La preparacin para la
muerte, en la perspectiva anterior, se deshace. El moribundo pas a
vivir solitariamente su paso en la cama de un hospital, como afirm
Norbert Elias,[footnoteRef:37] teniendo bsicamente por compaa los
equipos que incansablemente y, a veces, artificialmente, mantienen
su espritu vivo, mas no proporcionan conforto espiritual. [37:
Norbert Elias, A solido dos moribundos, seguido de Envelhecer e
morrer, Jorge Zahar Ed., Rio de Janeiro, 2001.]
Todos estos cambios, sin embargo, no significaron la ausencia de
resistencias o permanencias. Verifiqu que, a pesar de reducidas,
las solicitudes de sufragios en los testamentos no desaparecieron
completamente en las dcadas finales del Ochocientos. Los
sacramentos no dejaron de ser buscado al borde de la muerte, aunque
en menor cantidad, aunque cada vez ms moribundos estuviesen
partiendo sin ellos. Menos personas pertenecan a hermandades
religiosas (cofradas). Ms significativas, aun, fueron las
resistencias que, por cerca de casi un siglo, se impusieron contra
la cremacin de cadveres que, propuesta en la dcada de 1880, slo fue
implantada, en Rio de Janeiro en la dcada de 1990. Incluso hoy en
da existen fuertes resistencias a la donacin de rganos, que son
justificadas por muchos por el miedo de llegar ciegos o mutilados
al otro mundo. Incluso tambin, muchas velas son encendidas en los
cruceros de las almas, los lunes. Estrictamente hablando, la
creencia en la vida despus de la muerte no desapareci. Lo que
desapareci fue la injerencia de la Iglesia catlica sobre ella y el
aspecto atemorizante de culpabilidad.En 2001, un reportaje de la
Revista Veja, de circulacin nacional, habl de la fe que mueve a
Brasil, afirmando que el 99% de los brasileos creen en Dios, el 88%
en la vida eterna en el Paraso y que cuanto ms rico y educado, el
brasileo cree ms en la vida despus de la muerte.[footnoteRef:38]
Seal de que las transformaciones aqu anotadas deben ser
cuestionadas y lo que hasta aqu se ha dicho debe de ser repensado?
No. Lo que pasa es que aquel proceso secularizador gestado en la
segunda mitad del siglo XIX oper, tan solamente una separacin entre
las esferas civil y eclesistica, temporal y espiritual, profana y
sagrada, de modo que una ya no intervenga sobre la otra. [38: Um
povo que acredita in: Veja, Rio de Janeiro, ano 34, n 50, ed. 1731,
19 de dez. de 2001, p.124-129.]
De hecho, la secularizacin de la muerte no asumi un carcter
descristianizador; en otro pasaje del reportaje, que afirma ser
sorprendente ya que, parece vivir slo para los valores mundanos,
siete de cada diez encuestados que se declararon sin religin creen
en la vida eterna junto a Dios. No es sorprendente, sin embargo, si
fuera considerado lo que estos entrevistados entiendan por tener la
religin y estar afiliado a una religin institucionalmente
organizada y administrada. Religin y fe las personas la tienen. Slo
que cada vez menos institucionalizadas. Como afirma
Berger,[footnoteRef:39] la gente utilizan las creencias y,
eventualmente hasta las Iglesias, como en un supermercado religioso
y con ms libertades que antes. [39: P. L. Berger, Facing up to
Modernity. Excursions in Society, Politics and Religion, Basic
Books, New York, 1977 Apud Stefano Martelli, A religio na sociedade
ps-moderna: entre secularizao e dessecularizao, Paulinas, So Paulo,
1995, pp.292-293.]
Libertad que result del retroceso del cristianismo de miedo,
como afirm Jean Delumeau.[footnoteRef:40] Tanto que, con respecto a
las representaciones acerca de la muerte, es significativo que,
segn la investigacin, los porcentajes relativos a la expectativa
despus de la muerte hayan quedado de la siguiente manera: 34% creen
que irn directo al cielo o al Paraso, el 15% cree que irn
desencarnados; 14% dijeron que ella es el fin de la existencia, el
11% manifestaron que irn al Purgatorio, y nadie contest que el
destino puede ser el infierno. Estos resultados indican que,
efectivamente, la gente nunca dejar de creer en la vida despus de
la muerte. Dejarn de creer en la concepcin dolorosa e infernal en
relacin al ms all. [40: Jean Delumeau, Au sujet de la
dchristianisation in: Revue d'Histoire Moderne et Contemporaine.
t.XXII, jan-mar., 1975.]
Como declar el diputado liberal Joaquim Nabuco, en 1879, en una
de las sesiones que discutieron el proyecto de secularizacin de los
cementerios, las personas parecen haberse deslindado de las sombras
pavorosas y de los terrores en relacin a la muerte. Adems, el mismo
es un ejemplo de lo que vengo hablando acerca de las permanencias y
de las dificultades en afirmarse sobre el fin de que la religin,
haya visto su conversin al catolicismo ya en la vejez, como parte
de la paulatina reconciliacin con Dios, la religin, el cristianismo
y, por ltimo, con la Iglesia catlica y de sus rituales e
instituciones, segn Ricardo Salles, bajo el argumento de que nunca
en su vida de juventud el sentimiento religioso se haban extinguido
en su alma.[footnoteRef:41] La diferencia fue que en aquel momento,
la adhesin al catolicismo result de la libre eleccin de la fe
asumida y no de la imposicin autoritaria y exterior a su
conciencia. De este modo, al estudiarse las concepciones y las
actitudes de los individuos de otrora acerca de la muerte y del
post-mortem, fue necesario por lo tanto establecer y matizar las
fronteras entre la descristianizacin y la secularizacin, entre el
escptico y el creyente, entre lo civil y lo eclesistico, entre lo
clerical y lo religioso, entre el ms all y el ms ac. [41: Ricardo
Salles, Joaquim Nabuco: um pensador do Imprio, UFF, Niteri, 2001
(Tese de Doutorado), p.139. Para maior aprofundamento da questo,
ver captulo 4 desta tese, intitulado f procurada.]