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JAPN
Los historiadores del Japn se han acostumbrado a manejar
con-ptos resbaladizos. Lidian con las definiciones del desarrollo,
de
la modernizacin y de la occidentalizacin. Les preocupa la
apli-acin de conceptos como feudalismo, racismo y democracia a
laxperiencia japonesa. Pero en todo esto, el nico trmino que ra-ras
veces parece necesario discutir es la palabra "Japn". Japnp rece
real y se explica por s mismo. Comoalguna vez dijoDelmerBrown, una
"regin natural" cuyo aislamiento y uniformidadlimtica explicaban el
surgimiento tan temprano de la concien-ia nacional (Brown,
1955:6-7). En palabras de un estudio msr ciente: "el ocano
circundante sirve de foso protector" que pre-S rva a Japn de la
invasin y la migracin, de modo que desde,1 siglo III o IV d.C. hubo
"muy poca fusin de otros grupos tnicos,I cual tuvo por resultado
una poblacin actual fundamentalmentehomognea" (Hayes,
1992:4-6).
Hace muy poco que algunos historiadores japoneses empeza-r n a
tirar de los hilos que mantienen unificada esta visin de un'jido
nacional coherente, y han mostrado que cuando se tira de
HUS hilos, stos se destrenzan con mucha facilidad. En este
cap-tu lo me propongo llevar un poco ms lejos el proceso de
desen-In raarlos centrndome en el problema de las fronteras de Ja-I
n. Empezar a partir de la observacin bastante obvia de que.Iapn, en
su forma actual, es un ente moderno cuyas fronteras setrazaron a
mediados del siglo XIX y han sido motivo de contiendaIurante gran
parte del siglo xx. En realidad; el "foso"que circun-1:1 Japn est
salpicado de lneas de pequeas islas que han fun-I\idocomozonas de
intercambio econmicoy cultural continuo. Eltruz. do de las
fronteras modernas cruza estas zonas y encierra1 mtro del estado
japons a una serie de grupos cuya lengua e his-L ria tenan muy poco
en comn con las de, pongamos por caso,'1' I io u Osaka; entre
ellos, unos 20 000 o 30 000 ainu que habita-hnn Hokkaid, el sur de
Sakhalin y el archipilago de las Kuriles;y, h cia el sur, un cuarto
de milln de okinawanos que habitaban(11 archipilago Ryky.
[9]
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10JAPN
Para empezar, he optado por contemplar la historia de
estosgrupos -sociedades que de repente se encuen~ran ~aradas en
l~smrgenes de un estado moderno- porque su historia puede decir-nos
muchas cosas sobre la naturaleza de la propia nacin. Laspolticas de
asimilacin que se utilizaron para convertir a la ge~-te de la
frontera en ciudadanos japoneses implicaron una agudi-zacin de la
definicin oficial de lo que significaba ser japons. Peroesta
definicin no era constante ni estable, sino que, como vere-mos, era
contextual y cambiante, configurada por circunstanciasdentro de
Japn y por la naturaleza de las relaciones entre el es-tado japons
y las sociedades de la periferia.
En el meollo de esta definicin cambiante de la nacin
subyacennociones de espacio y de tiempo. Los gobiernos y muchos
tericossociales han presentado comnmente el estado-nacin moderno
noslo como un espacio geogrfico claramente delimitado, sinotambin
como el portador del progreso histrico. Describan lanacin en el
tope de una escala evolutiva que ascenda desde ban-das y tribus
dispersas, a travs de jefes de clanes, antiguos i~-perios y estados
feudales. Su marcha triunfal hacia el futuro. domi-naba las
visiones de la historia y, con mucha frecu enci a, laspequeas
sociedades no estatales o microesta~os que exista~ yevolucionaban
en los intersticios entre las naciones que surgianeran excluidas de
las narrativas histricas y confinadas a losreinos remotos de la
prehistoria o al mundo intemporal de laantropologa.
La formacin de "Japn" como nacin moderna dentro de susfronteras
contemporneas implicaba una importante reelabo-racin de la relacin
entre el estado japons por un lado, y las otrascomunidades
regionales, cuyos vnculos con el gobierno centralmuchas veces haban
sido sumamente tenues, por otro; adems,las sociedades fronterizas
ainu y del archipilago Ryky. Hastaprincipios del siglo XIX, en
trminos generales el estado japonshaba percibido las regiones
fronterizas en trminos geogrficoscomo "extranjeras" o "exticas".
Pero durante el siglo XIX, nuevasideas sobre el progreso histrico,
importadas de Europa y Amri-ca del Norte, permitieron que
funcionarios Y acadmicos reinter-pretaran las caractersticas poco
conocidas de las sociedade~ queestaban alrededor en trminos de
tiempo, en lugar de aspacto: esdecir las vieron como sntomas de
"atraso", Yno como "extranje-ra". Esta reconceptualizacin de la
diferencia fue un paso crucial
.IAI' N 11
('1) ,. formacin de la imagen de Japn como una sola nacin mo-d
roa claramente delimitada, y de los japoneses como un solo "gru-p
itnico". Por lo tanto, vale la pena seguir con detalle el paso
de111 periferia desde el espacio al tiempo.
'1'ltI~. PUNTOS DE VISTA SOBRE EL MUNDO
I';mpecemos con tres puntos de vista del mundo contemplado
desdedi fcrentes perspectivas en el periodo de la historia europea
que secalifica de poca "moderna temprana". Uno es la visin desde
eln rte: es decir, desde la perspectiva de la sociedad ainu, Los
ainu11 llevaban registros escritos, pero se pueden recapturar
algunosfragmentos de su visin del mundo de su tesoro de leyendas y
del, mguaje que usaban para describirse a s mismos y a otros. En
lossig'los XVIII y XIX, se compilaron vocabularios ainu-japoneses
confines comerciales y diplomticos, como lo ha mostrado
Kikuchilsao, y podemos recurrir a ellos para extraer conclusiones
intere-Hllntes sobre el sentido ainu del lugar. Como muchos grupos
deid ntidad, los ainu se vean a s mismos simplemente como
gentecomn: la palabra "ainu" significa "ser humano". La socied~d
ainuestaba estructurada en torno a pequeas comunidades
auto-organizadas llamadas hotan, que solan estar situadas junto a
unrI o a la orilla del mar. Cada kotan tena zonas definidas
dondeHUSmiembros cazaban y pescaban. Las mujeres de la kotan.
culti-vaban mijo y verduras en huertas junto al ro que producan
uno() dos aos y que despus se dejaban en barbecho para que recu-P
naran sus fuerzas. Por lo tanto, haba reas concretas que
seidentificaban con comunidades concretas, pero que no "perte-n
can" a individuos o grupos en el sentido jurdico moderno (Ue-m ura,
1990).
La hotari participaba a su vez en una serie de grupos regiona-I
'8 Y de parentesco ms amplios, de los que el ms grande, queH la
estar constituido por asentamiento s ubicados a lo largo delmismo
ro, se reuna para ceremonias religiosas importantes. Es-Lo grupos
regionales se conocan como kur o utar, que podrat.raducirse
laxamente como "clan", y las mismas palabras se utili-zuban para
describir pequeas sociedades vecinas, como Uilta yNivkh de Sakhalin
(a las que se designaba rebunhur, "clanes de
-
12 JAPN
ultramar", en oposicin al yaunkur ainu o "clanes de la
tierra").Pero haba tambin otra categora de sociedad -los grandes
gru-pos sociales que los ainu llamaban shisham. Esta ~~labra,
queinicialmente se aplic a los japoneses (a los que tambin se les
lla-maba yaunshisham, "vecinos de la tierra"), tambin lleg a
usar-se para nombrar a los rusos y, en el siglo XIX, a los
balleneros nor-teamericanos (fuureshisham o "vecinos rojos",
supuestamente porel color del pelo). (Kikuchi, 1991:90-96.)
En este contexto, es necesario examinar mejor el trmino
"ja-pons". El norte del archipilago japons era una z~na de
in~erac-cin continua entre grupos de lenguaje y formaciones
socIale.s.Durante el periodo entre el siglo XIII y el xv, la punta
norte deHonsh y la parte sur de Hokkaid haban estado bajo el
controlde la familia de guerreros And, que trataban la regin como
si b-sicamente fuera su propio reino independiente. A principios
delperiodo Tokugawa, este reino haba pasado a.e~t~r bajo el
co~t~oldel estado japons, y su territorio estaba dividido en
dOmInIOSentre varios seores (aunque la familia Matsumae, a la que
sereconoca como seores del dominio que estaba ms al norte, ubi-cado
en Hokkaid, persista en considerarse algo diferente del res-to del
Japn). A medida que se redefinieron las fronteras, la.
lneadivisoria principal lleg a ser la lnea entre los que fueron
Incor-porados a los sistemas de control del dominio y del estado
japons,y se les llamaba shisam. en ainu y wajin en japons, y los
que que-daban en buena medida fuera de los sistemas de control del
esta-do, y se les llamaba ainu en ainu y ezo enjapons. Lo q~e h,a~
q~edestacar es que la distincin era primero y sobre todo polItlca.
yno "racial", y que la palabra nihonjin, aunque se usaba para
dis-tinguir a los japoneses de los chinos y europeos, casi nunca se
usa-ba para distinguir a los "japoneses" de los "ainu". .
La expresin ainu shisham es una palabra con alusiones neu-trales
o hasta tal vez positivas, que literalmente significa "grandey
cercano" (Kikuchi, 1991:94). Esto refleja la actitud abierta de
losainu hacia los extranjeros, actitud no poco comn en pequeas
so-ciedades que, como los ainu, dependen mucho del comercio. El
ex-plorador ruso Krusenstern se hizo eco de un sentimiento muy
re-petido cuando describi a los ainu como "sir:-miedo ni torpeza"
ensus encuentros con extraos y con una hospitalidad y cortesa
que"me hacen considerar a los ainos [sic]como a las mejores
personascon las que hasta ahora me he topado" (Krusenstern, 1968,
76:83).
JAPN 13
Hasta mediados del siglo XVII, los ainu tenan razones para darla
bienvenida a los comerciantes japoneses. Aunque los contactoscon
los "vecinos de la tierra" eran siempre turbulentos y a
vecesviolentos, las relaciones comerciales florecieron durante los
siglosxv y XVI, cuando los ainu intercambiaban pieles, pescado,
halco-nes de caza y una serie de mercancas del continente asitico
porsables japoneses, cuencas para cocinar y objetos de laca.
Muchoshogares ainu adquirieron colecciones de objetos de metal y de
lacajaponeses que eran fuentes importantes de prestigio y se
transmi-tan como herencia inalienable de la familia de generacin en
ge-neracin. Sin embargo, despus de la instauracin del
shogunatoTokugawa en 1603, el comercio entr en nuevas formas de
control.El dominio de Matsumae (en el sur de Hokkaid) reforz el
con-trol sobre el comercio con los ainu, creando un monopolio que
per-miti a sus representantes exigir precios exorbitantes por
lasmercancas japonesas. En el siglo XVIII, los mercaderes con
licen-cia de Matsumae empezaron a establecer bases ms permanentesen
el territorio ainu y abrieron pesqueras en las que con frecuen-cia
empleaban a los ainu como mano de obra semiesclava.
Desde la perspectiva ainu, la relacin cambiante era vista
comouna desatencin cada vez mayor por parte de los japoneses del
pro-tocolo humano bsico del intercambio comercial. En la
tradicinoral ainu, e.sto parece expresarse en una sensacin de
traicin porparte de personas en las que se haba confiado. Por
ejemplo, unafamosa balada habla de cmo un comerciante japons trat
deraptar a la esposa del dios Oina y mat a su pequeo hijo varnen la
hazaa. Algunos ven la venganza de Oina contra los japo-neses como
una descripcin alegrica de la guerra Shakushain, lagran insurreccin
ainu contra las incursiones de los japoneses ensu territorio que
tuvieron lugar en 1669. Pero el grito de la espo-sa de Oina
dirigido a sus capturadores indica una mayor concien-cia del
deterioro en la relacin entre los ainu y los "vecinos de latierra":
"Haba odo que los japoneses eran gente honorable, gen-te con
autntico buen corazn, pero cun malignos pueden ser!"(Shinya,
1977:242).
Ahora vaya dar el punto de vista de "la metrpoli", o al menos
elpunto de vista de la seccin urbana relativamente educada de
lapoblacin japonesa. Hasta mitad del siglo XVIII, en Japn la
gentems comn no tena muchos motivos para reflexionar sobre su
-
14JAPN
identidad como nihonjin (o comowajin). La palabra kuni
("pas"),cuando se usaba, se refera con ms frecuencia a la regin o
do-minio local que a Japn en su conjunto. Incluso a principios
d~lsiglo XIX se adverta a los viajeros que, una vez fuera de su
?~OpIaregin estaban en "territorio enemigo", y las guas ~ar~
viajerosconsideraban necesario advertir al visitante de
provmC1asextra-as que no se riera de las costumbres o acentos
locales (Vaporis,1989).
Pero entre los intelectuales, la expansin repentina de
contac-tos con el mundo exterior en el siglo XVI haba estimulado la
cu-riosidad sobre el lugar de Japn en el mundo, curiosidad que
noextinguieron los fuertes controles sobre el comercio exterio~
im-puestos desde mediados del siglo XVII en adelante; y como lo Iba
asostener el comentarista social Tokutomi Soh ms adelante:
"elconcepto de 'naciones extranjeras' puso en primer plano el
conc~?-to de 'nacin japonesa'" (Myers y Peattie, 1984:64). Una
expresinfascinante de este sentido de nacionalidad que iba
surgiendo pocoa poco se encuentra en las guas ilustradas de los
"Pue~los delmundo" que se publicaron en Japn a partir de finales
del SIgloXVI.Los primeros ejemplos se incorporaron a biombos
decorati,"os conmapas del mundo copiados de fuentes occidentales.
E.stosblOmb~s,curiosamente, reproducan fielmente el esquema
OCCIdentalsegunel cual se presenta a las naciones comobloques
contiguos de colo-res primarios muy pronunciados, separados por
fronteras clara-mente definidas. Pero no parece que los que los
diseaban hayanhecho una clara asociacin entre la nacin poltica y
los colores conlos que se representaba en el mapa: Japn est siempre
divididoen varios bloques de diferentes colores que representan las
pro-vincias hace tiempo desaparecidas del periodo Nara (645-794
d.C.)(Muroga, 1978). . .,
Los grupos tnicos que aparecan en esos biombos al
pnnclplOestaban representados en un estilo que sugiere una copia
meticu-losa de un prototipo europeo, pero a medida que pas el
tiempo,la iconografa se fue "japonizando" y las imgenes se fueron
vol- .viendo producto de una brillante inventiva. Un Banhok
Sozu.(Mapa de todas las naciones) realizado en 1640, representa
cua-renta grupos tnicos diferentes, cada uno ilustrado por un
hom-bre y una mujer vestidos con el traje nacional. Japn,
represen-tado por un esplndido samurai armado y su espos~, ocupa
ell~garde honor en la esquina superior derecha, seguido por
Chma,
JAPN 15
Tartaria, Taiwn y una serie de pases del Sudeste asitico,
comoJava, Sumatra, Annam y Tonkin. Ms abajo en el mapa estabanla
India y varios pases europeos y se terminaba con algunas
re-presentaciones bastante especulativas de "norteamericanos"
y"africanos" (Torii, 1926:122-124). Como ha sealado Ronald
Toby,estas representaciones estaban relacionadas con una
fascinacinms amplia por el "otro", estimulada por la llegada de los
exti-cos europeos, lo que tambin se expresaba en piezas teatrales y
re-presentaciones al aire libre en las que los participantes iban
ves-tidos de "extranjeros" de diversas formas y figuras (Toby,
1994:332-335).
Pero antes del finales del siglo XVIII, muchas de las
visionesjaponesas del mundo exterior estaban todava ms influidas
porChina que por Occidente. La Wahan Sansai Zue
(EnciclopediaIlustrada Chino-japonesa) de 1712, que tuvo una amplia
circula-cin, tom mucha de su informacin de un prototipo chino, la
En-ciclopedia Ilustrada de 1609, pero la complet con
conocimientosreunidos por acadmicos japoneses de los comerciantes
holande-ses y otras fuentes. La Enciclopedia divida el mundo ms all
deJapn en dos partes: "pases extranjeros" (ikoku) que usaban
ca-racteres y palillos chinos, y "brbaros del exterior" (gai-i),
que es-criban horizontalmente y coman con las manos. (Terajima,
1929:217). En la primera categora entran China, Corea, Chinra (la
islaCheju, que en realidad fue absorbida desde hace mucho tiempo
porel reino coreano), Mongolia, el reino Ryky, Ezo (el pas de
losainu), Tartaria (el pas de losjurchens), Taiwn, Cochin y
Tonkin(Terajima, 1929:202-216). El segundo grupo abarca algunas
regio-nes fciles de reconocer, comoMalaca, Siam, Luzon, Espaa,
Java,Yakarta (Jagatara, que se trata por separado de Java),
Bengalay Holanda. Intercalados, hay lugares menos conocidos, como
el"Pas de los pigmeos", el "Pas de los gigantes" y el "Pas de
loshombres pjaro" (Terajima, 1929:217-246). Se ilustra y se
descri-be cada pas, a veces muy detalladamente. Las secciones
sobreCorea, Ezo y el Reino Ryky, por ejemplo, no slo contienen
va-rios prrafos sobre historia y costumbres nacionales, sino
tambinuna muestra del vocabulario de la lengua local. El
sentimiento quetransmite esta obra es el de un mundo constituido
por varios crcu-los concntricos cada vez ms ajenos y que se
ensanchan casi infi-nitamente hacia afuera a partir de un centro
familiar. La posicinde Holanda como uno de los ltimos pases que se
describe -justo
-
16JAPN
antes del "Pas de los dragones" y del lugar habitado por
criatu-ras con seis patas y cuatro alas- indica tal ~ez que
representabael pueblo ms distante y extrao del que los japoneses
teman cla-ra conciencia.
Esta visin del mundo como una serie de crculos concntrico
sestaba extrada, por supuesto, del modelo del mundo chino
=:(enjapons ka-i), en el que la barbarie (i) aumenta cuanto u~o
masse aleja del centro establecido y civilizado (k~). En la.
EncIclop~-dia Ilustrada Chino-japonesa parece haber aun una CIerta
amb~-gedad con respecto a si es China o Japn lo que se ha de
c,?ns~-derar el centro. Es cierto que China se enumera como un
paisextranjero", mientras que Japn no aparece para nada en l~
des-cripcin de los pueblos del mundo. Sin ~mbargo,. ~tras
seCCIOnesde la Enciclopedia contienen mucha ms informacin sobre la
geo-grafa china que sobre la de Japn. ,
No obstante a fines del siglo XVIII, el lugar de Japon en el
or-den de las cosa; haba ganado seguridad. El Cliinsetsu hidati
ehonbanlwkushi (Cuentos raros ilustrados y relatos maravillosos de
lospases del mundo) de 1772 (revisados en 1~26) empieza con
Japn,antes de abrirse camino gradualmente hacia afuera a lugares
c~moel "Pas de la gente con un ojo" y el "Pas de la gente con una
pIe~-na". Japn, aunque an se ilustraba con la imagen de
un.samuraI,estaba representado por un samurai claramente urbamza~o
quese encontraba con un grupo de geishas en una calle de la
clUda~.El autor, sin modestia innecesaria, enumera la nobleza y la
recti-tud moral instintiva entre las caractersticas que definen a
losjaponeses: "aun cuando no conocen las cinco virtudes
[con~ucia-nas], se mantienen en la senda verdadera". Pero la
ca~actenstI~ams importante de la esencia japonesa, Y la que se
analiza con m~sextensin es una apreciacin sensible de las bellezas
de la poesia(Torii, 1926:139). Esta descripcin parece reflejar la
in~uencia delas ideas nacientes del nativismo, propagadas por
astudiosos comoMotoori Norinaga (1730-1801), en las que se defina
la identidadjaponesa en trminos de una virtud y una creat~vidad
espont-neas, en oposicin a la rigidez y esterilidad atribuidas al
apreridi-zaje chino (vase el captulo 3).
Por ltimo, un punto de vista procedente del sur. La
vida,intelec-tual del reino de Ryky, como la vida intelectual de
Japon, esta-ba profundamente influida por China y absorba el mismo
mode-
JAPN 17
lo ha-i del orden global. En efecto, a medida que su poder se
ex-pandi en los siglos xv y XVI, el reino construy su propia
versinen miniatura del sistema chino, exigiendo tributos de las
islas dealrededor -como Yaeyama, al sur de la isla Okinawa, que era
laprincipal. Pero dentro de este orden, los estudiosos de Ryky
delos siglos xv y XVI estaban conscientes de que su reino era un
pe-queo pas suspendido en la ms frgil de las ubicaciones
estra-tgicas, entre las poderosas presencias de los chinos,
coreanos yjaponeses (a los que llamabanyam.atonchu). Por una parte,
los tex-tos de Ryky revelan familiaridad y respeto por el poder de
susvecinos ms grandes. Las canciones del clsico Omoro soshi
(in-cluido material que databa desde el siglo XII hasta principios
delXVII) elogiaban las ciudades locales por comparacin con el
es-plendor de las ciudades japonesas de Kyto y Kamakura, y se
enu-meran los logros del rey Sh Shin en el siglo XVI, incluyendo
la"emulacin del sistema de los palacios imperiales de China, [en
losque] se han esculpido piedras azules para hacer balaustradas
quevan de un lado a otro de la seccin inferior del palacio. Es un
sig-no de prosperidad que no se vio en la antigedad." Ms an, ShShin
haba logrado que las misiones de Ryky para cobrar tri-butos a China
pasaran de ser trianuales a anuales, logro que noslo aport
ganancias comerciales cada vez mayores al reino sinoque tambin
signific un reconocimiento satisfactorio por parte delgran imperio
Ming de la importancia del de Ryky (Sakihara,1987:166).
Pero, al mismo tiempo, la lite social del imperio estaba
cons-ciente y orgullosa de su lugar especial en el paso del
comercio deAsia del Este. Una inscripcin del siglo xv encargada por
el rey ShTaiky describe su reino como "el anclaje de todas las
naciones",un archipilago cuyo pequeo tamao est compensado por
suubicacin en la interseccin de las vas martimas procedentes
delNorte (Japn y Carea), del Oeste (el imperio Ming) y del Sur
(losmuchos pases del Sudeste asitico). El Ryky "rene todo lomejor
de los tres reinos de Carea, que hacen de rueda compen-sadora al
gran imperio Ming, y estn en la boca de la Regin delSol [Japn)"
(Higashionna, 1966:68-70). Aunque tal vez carecierade poder militar
o poltico, el reino poda considerarse poseedor deun dominio
comercial especial sobre una vasta zona geogrfica:"Kyto y Kamakura,
J aya y los Mares del Sur [literalmente, 'br-baros del sur'], China
y Miyako [un pequeo archipilago al sur
-
18 JAPN
de las islas Ryky], Que todos ellos sirvan a nuestro rey",
decaun verso del Omoro soshi (citado en Sakihara, 1987:177).
Este sentido de importancia estratgica -de equilibrar las
pre-siones y exigencias competitivas de vecinos ms grandes-
eramotivo de orgullo y de bastante inquietud. Despus de la
invasinde las islas Ryky por el dominio japons de Satsuma en
1609,el reino se vio obligado a ocupar la posicin especialmente
fasti-diosa de mantener su relacin tributaria tradicional con China
almismo tiempo que trataba de satisfacer los mandatos de un nue-vo
amo tributario ms agresivo, Satsuma, y a travs de l indirec-tamente
al shogunato japons.
EL ORDEN KA-! Y LA LGICA DE LA DIFERENCIA
La senda que condujo a la redefinicin de los ainu y rykyanoscomo
"japoneses" estaba configurada por dos fuerzas. La primeraera la de
la relacin cambiante de Japn con China; la segunda,la fuerza del
encuentro con las potencias europeas desde finalesdel siglo
XvIII.Aunque la relacin con China y l~ relacin con Eu-ropa estaban
interconectadas de muchas maneras, la lgica deestas fuerzas sola
empujar hacia diferentes direcciones.
La consolidacin del poder en manos del shogunato Tokugawa,despus
de siglos de guerra civil intermitente, estimul a la litede Japn a
intentar redefinir el punto de vista tradicional ha-i delmundo para
que el propio Japn fuera el ha preeminente, el cen-tro civilizado
de su propio orden mundial en miniatura (Toby,1984:217-219). Para
esto se necesitaba reestructurar las relacio-nes entre el interior
y el exterior, colocando a las sociedades de laperiferia japonesa
en una relacin subordinada y tributaria segnel modelo de la relacin
entre el imperio chino y su periferia "br-bara". Los cimientos del
nuevo orden se sentaron a comienzos delperiodo Tokugawa, cuando se
concedi al territorio de Matsumaeun monopolio sobre el comercio con
los ainu, y la invasin deSatsuma subordin el reino Ryky a su
control.
La simetra entre norte y sur no era perfecta. En el sur,
Sat-suma coloca sus funcionarios en la capital de Ryky, Shuri,
yexigi el derecho a regular el comercio del reino y el sistema
fis-cal. Parte de los impuestos en especias con los que se grav
la
JAPN 19
agricultura de Ryky se transfera a Satsuma, convirtindose enuna
fuente importante del ingreso de su dominio,y se enviaron mi-siones
tributarias regulares desde las islas Ryky, no simplemen-te a
Satsuma, sino a la sede del gobierno del shogun en Edo. Has-ta
principos del siglo XVIII,al shogunato le importaron poco
esasvisitas, pero aproximadamente desde 1708 el gobierno
centralempez a reconocerlas comoun smbolo cruciallegitimador de
supretensin de estar en el pinculo de un orden mundial jerrqui-co
cuyo centro era Edo (Karniya, 1990:249-251). Mientras, en elnorte,
el dominio de Matsumae mostr poco deseo de interveniren la vida de
los ainu y permiti que sus funcionarios (y ms tar-de los
comerciantes autorizados) traficaran y se promovieran
comoquisieran. Matsumae no grav con impuestos oficiales a los
ainu,pero se benefici con una parte sustancial de las ganacias del
co-mercio. Aunque los ancianos ainu hacan visitas ceremoniales
unavez al ao al seor del castillo de Matsumae -visitas que en
elterritorio se interpretaban comomisiones de homenaje- no hacanel
largo viaje a la capital del shogunato.
No obstante, la piedra angular comn del edificio ka-i era
lalgica de la diferencia. Las relaciones con los ainu y el reino
Ry-ky eran importantes precisamente porque representaban
lasubordinacin de pueblos extranjeros al dominio japons. Por
lotanto, haba que estructurar todo sobre la relacin de manera
queagrandara el carcter extico de las sociedades perifricas. En
eldominio Matsumae, a las familias ainu que haban vivido lado alado
con los colonos wajin en la punta sur del Hokkaid modernose las fue
conduciendo poco a poco a "Ezochi", territorio ainu. Alos ainu se
les prohibi aprender japons o vestir prendas carac-tersticamente
japonesas, comosandalias e impermeables de paja,y se les
desaconsejaba que hicieran labores agrcolas. (La econo-ma ainu se
basaba en buena medida en la caza, la pesca y la re-coleccin, pero
las mujeres ainu tambin cultivaban pequeasparcelas de mijo y
verduras. Entre las medidas que impuso Mat-sumae para impedir lo
anterior, se contaba una prohibicin sobrela venta de semillas a los
ainu [Mogani, 1972:315]).Se aplic unapoltica similar de separacin
hasta principios del siglo XVIIIa laspequeisimas comunidades de
unos pocos centenares de ainu quean vivan en los dominios honsh al
norte, Tsugaru y Nambu.Aqu tambin los ainu vivan en aldeas
separadas, estaban suje-tos a distintas normas y regulaciones y de
vez en cuando se les
-
20 JAPN
II
peda que realizaran misiones ceremoniales al seor del
dominio(Namikawa, 1992:48-63).
En la relacin entre Satsuma y el reino Ryky, la exaltacinms
importante de la diferencia era la misin de homenaje aEdo.Cada
misin era una dramatizacin extravagante y laboriosamen-te
escenificada de la lgica del ha-i. El gran contingente de
Rykyincluidos comerciantes, estudiosos y artesanos as como
funciona-rios del gobierno, viajaba en procesin desde Satsuma
aEdo,flanqueado por una guardia armada de guerreros satsuma. A
losfuncionarios de Ryky se les daban instrucciones precisas sobresu
vestimenta y su conducta para esas ocasiones. Por ejemplo,
undecreto de 1709 declaraba que tenan que llevar sables
largos,vestir brocados y llevar con ellos armamento "estilo chino".
Sobretodo, su equipo deba ser "del tipo del que se usa en una
corteextranjera para que no se les pueda confundir con
japoneses"(Kamiya, 1992:255).
El sentido de la diferencia estaba inscrito en la
imaginacinpopular japonesa no slo por los eventos ceremoniales com~
l.asmisiones de homenaje a Edo, sino tambin por los relatos de
VIaJe-ros sobre el extico "mundo exterior" que se publicaron a
partir deprincipios del siglo XVIII.Las imgenes de la diferencia
que ofreci~-ron los primeros viajeros las solan copiar literalmente
otros escri-tores, creando as un repertorio de distinciones entre
centro y pe-riferia. Las descripciones de los ainu casi siempre
empezaban concomentarios sobre el peinado, la vestimenta, lajoyera
y los tatua-jes faciales comunes entre las mujeres ainu. Como
observa DavidHowell, en la sociedad Tokugawa los diferentes
peinados eran unade las marcas ms obvias de nivel social y las
nicas personas queno se amarraban o afeitaban el cabello eran
miembros de ciertosgrupos de parias. Los mechones sueltos y las
barbas de los ainueran por lo tanto el signo visible de un pueblo
que estaba ms allde los reinos del orden social existente (Howell,
1994:88; Kikuchi,1988:206-229). Despus de minuciosas discusiones
sobre vestido ycalzado, los relatos en general continuaban
refirindose a la dietaainu. Para los observadores wajin era
sorprendente que los ainuno cultivaran arroz (aunque lo compraban
en grandes cantidadesa los comerciantes japoneses), que sus comidas
fueran a horas irre-gulares y que comieran venado y oso adems de
salmn y de unavariedad de otros pescados (una prctica poco comn
salvo en lasremotas regiones montaosas del propio Japn).
JAPN 21
Las historias de los viajeros japoneses, as como las de
susequivalentes europeos del siglo XVIII,suelen ser altaneras en
susdescripciones de los "brbaros". El analfabetismo de los ainu y
suignorancia de los sabios confucianos despertaban un desprecio
es-pecial. Por otra parte, se acentuaba la habilidad de los ainu
parabucear en busca de mariscos, as como el uso que hacan de
flechasvenenosas para cazar. En realidad, el dominio Matsurnae hizo
ex-traordinarios esfuerzos para descubrir los secretos de los
venenosque usaban los ainu para sus flechas, y varios visitantes
japone-ses a la regin parece que estudiaron la herbolaria ainu con
laesperanza de encontrar nuevas curas a enfermedades
familiares(Sakakura, 1979:73; Mogami, 1972; Arai, 1979).
En los informes de Okinawa, la narracin sola empezar vol-viendo
a contar la leyenda (aparentemente propagada a partir deprincipios
del siglo XVII)que identificaba a los reyes de Rykycomo
descendientes del guerrero japons Minamoto no Tametomo,ofreciendo
as una justificacin oficial a la opinin de que el archi-pilago deba
lealtad a Japn. Despus se describan los rangos dela nobleza de Ryky
con comentarios sobre las prendas de vestiry los tocados que
distinguan a cada rango. (Los sombreros pocousuales que llevaba la
nobleza de Ryky figuraban de modo pro-minente en la iconografa de
la diferencia.) Como en el caso de losainu, los peinados, la joyera
y los tatuajes de las mujeres de Rykyatraan comentarios. Las
mltiples ceremonias que marcaban lasestaciones del ao y las etapas
de la vida humana en ese reino seregistraban con detalle. Las
descripciones de acontecimientoscomo la celebracin del Ao Nuevo,
cuando los niosjugabanjue-gos de pelota especiales y demostraban su
agilidad en columpiosde fabricacin casera, dan un sabor pintoresco
a los relatos de vidaen los "Mares del Sur". Las canciones y bailes
del archipilago sesolan discutir con detalle, as como las prcticas
de cremacinlocales, incluidas las prcticas rykyanas de lavar y
ordenar loshuesos de los difuntos despus de la cremacin. Aunque se
hacamencin a algunas similitudes con el Japn -las casas tenan
unaspecto similar y los sectores cultos de la poblacin de
Rykyutilizaban el silabario fontico japons- la impresin general esn
buena medida la de un "pas diferente", aunque no la de un lu-
gar cuyo exotismo lo situara en los crculos exteriores de la
bar-barie (por ejemplo, Morishima, 1981; Anon, 1981).
-
22 JAPNEL ESTADO-NACIN Y.LA LGICA DE LA ASIMILACIN
El contacto cada vez mayor de Japn con las potencias
europeasdesde el siglo XVIII expuso al pas, por otra parte, a las
presionesde un orden mundial bastante diferente, un orden basado en
lasnociones europeas de nacionalidad. Las naciones imperiales de
Eu-ropa tenan sus "periferias brbaras", por supuesto, pero no
esta-ban ordenadas en crculos concntricos alrededor de la
metrpo-li: eran vastos imperios lejanos de ultramar, vinculados con
lamadre patria por una red mundial invisible de rutas
martimas.Desde el punto de vista japons, lo nuevo no era la nocin
de fron-tera: Japn estaba lleno de fronteras, lneas bien demarcadas
ybien vigiladas que separaban un territorio soberano de otro, o
(enel caso de Matsumae) que separaban la zona de
asentamientosja-poneses del territorio ainu. Se trataba ms bien de
la idea de fron-tera como una lnea nica e inequvoca que marcaba el
lmite en-tre una nacin y otra, en vez de la idea (heredada de la
concepcinchina del mundo) de una serie de fronteras que marcaban
progre-sivamente grados cada vez mayores de diferencia.
El primer choque verdaderamente alarmante de Japn con esteorden
europeo ocurri en el norte, cuando comerciantes rusos,soldados y
misioneros extendieron su influencia desde Kamchatkahasta el norte
de las islas Kuriles. Hacia 1740 hubo tiendas deintercambio e
iglesias en la isla nortea de Shumshu, y los ainulocales fueron
rpidamente influidos por los rusos y adoptaron lavestimenta
occidental, los nombres rusos y el cristianismo orto-doxo. La
respuesta de Japn a este reto fue la predecible. Paraproteger la
frontera norte de la invasin rusa, era absolutamentenecesario que
se re definiera a los ainu comojaponeses. En pala-bras del famoso
gegrafo Honda Toshiaki (1744-1821),que propug-naba la
colonizacinjaponesa de las Kuriles, Sakhalin y Kamchat-ka: "debemos
establecer un frontera mutua entre Japn y otrospases y crear una
fortaleza para resistir a los enemigos extran-jeros" (Kaiho,
1979:129).La forma que tena que tomar esta "japo-nizacin" de la
periferia fue motivo de un vivaz debate en los cr-culos eruditos.
Aunque algunos autores se cean a la importanciaestratgica de la
regin, otros (incluido el discpulo de Honda, elexplorador Mogami
Tokunai) defendan el desarrollo agrcola ngran escala del territorio
ainu y sugeran que haba que ensearla lengua japonesa a los ainu,
motivarlos para que adoptaran es-
JAPN 23tilos japoneses de vestir y de comer y que se les
instruyera en lasartes de la agricultura (Mogami, 1972). Estos
proyectos de asimi-lacin estaban inspirados en parte en las
experiencias de los te-rritorios soberanos Honsh del norte, Tsugaru
y Nambu, donde laspresiones de una poblacin hambrienta haban hecho
que fueraimposible en la prctica mantener la separacin de los
pueblosainu y no ainu. Amedida que ms y ms familias wajin se
trasla-daron a zonas ainu, los gobiernos del territorio soberano
acabaronabandonando sus planteamientos separatistas y, hacia
mediadosdel siglo XVIII, adoptaron polticas de asimilacin de los
ainu a lapoblacin general plebeya (Namikawa, 1992)..
En lo que a Matsumae concierne, las ideas de hombres comoMogami
tuvieron cierto efecto en la manera de pensar del gobier-no
central. A medida que se intensific la amenaza rusa, el terri-torio
ainu se puso bajo el control directo del Shogunal (el este
delHokkaid moderno junto con el sur de las Kuriles se
transfirieronal rgimen shogunal en 1799, y el oeste junto con el
Sakhalin delsur en 1807). Las instrucciones iniciales del gobierno
para regi-mentar el territorio hablaban de la necesidad de
estimular a losainu para que "se convirtieran en japoneses" (wajin
ni henluisuru), motivndolos pocoa pocoa que vivieran en casas
japonesas,a que abandonaran sus hbitos "incivilizados" de comida, a
que secortaran el cabello al estilo japons, a que se iniciaran en
la agri-cultura y a que estudiaran la lengua japonesa (Takakura,
1972:139).Pero en la prctica se demostr que muchas de estas
medidasestaban fuera del alcance de los recursos financieros y
administra-tivos del shogunato, y las polticas de asimilacin, tal
como se po-nan en prctica, se concentraban mucho en las apariencias
ex-ternas. Se hicieron esfuerzos desmesurados (aunque no del
todofructferos) para convencer a los hombres ainu de que se
afeitaranla barba y se recogieran el pelo en un estilo que los
definiera comohyohueho ("plebeyos" en el sistema de niveles
sociales de Tokuga-wa) (Amino, 1994:1-12).Se eliminaron algunas
ceremonias religio-sas y se indujo a una serie de comunidades ainu,
sobre todo a lasque estaban cerca de la frontera conRusia, a que
adoptaran el ves-tido tradicional del campesino japons, chaquetas
de algodn ysandalias de paja. En varias zonas, los funcionarios
japoneses or-ganizaron ceremonias pblicas para "celebrar el
mejoramiento delas costumbres" (haizohu no gi), en las que los
cooperativos ainudesfilaban con sus nuevos trajes, se les ofreca
banquetes estilo
-
24 JAPN
japons y a veces se los condecoraba con "medallas de
asimilacin"(kaizoku hai) (Takakura, 1972;Kikuchi, 1991:11-13).
Hay dos aspectos particularmente interesantes de estas
pol-ticas. El primero es el reconocimiento de que la gente se
poda"convertir en wajin"; es decir, que la identidad nacional era
cues-tin de seguir ciertas costumbres, ms que una cuestin
inmuta-ble de raza. El segundo es la forma en que se impuso la
"japone-sidad" a los ainu. En un momento en que autores como
MotooriNorinaga estaban desarrollando una imagen particular de
Japnen oposicin a China (una imagen que acentuaba la espontanei-dad
y la apreciacin natural de la belleza), la versin oficial deJapn en
oposicin a los ainu era an asombrosamente china. Estoquiere decir
que segua la frmula china ka-i en la acentuacin delas apariencias
externas y la etiqueta como las distinciones prin-cipales entre
civilizacin y barbarie, y cuando abordaba cuestio-nes de tica
personal, lo haca sobre todo en trminos confucianos(Howell,
1994:87). Una de las pocas obras japonesas traducidas ala lengua
ainu (escrita en fontica japonesa) con fines de instruc-cinmoral
fue, curiosamente, un manual de tica que generalmen-te se atribuye
a un erudito confuciano japons, pero que en reali-dad era una obra
del sinfilo Tei .Iunsoku, de Ryky, traducidaal japons a principios
del siglo XVIII (Takakura, 1972:356).
Un sentido de la presencia invasora de las potencias
occiden-tales influy las percepciones japonesas del mundo del siglo
XVIIIen el oeste y el sur as como en el norte. En 1785, el
astrnomoHayashi Shihei produjo su Perfil ilustrado de los tres
pases (San-goku Tsurari Zusetsus, el primer intento de definir la
posicin deJapn en relacin CO~1 sus vecinos, Corea, el reino de Ryky
y losainu. A diferencia de los pintores de biombos del primer
periodoTokugawa, Hayashi colore su mapa de manera que defina a
Ja-pn como una sola unidad que se distingua claramente de
susvecinos, y defini firmemente a Ryky y al territorio ainu
comopases extranjeros. Hayashi no slo abogaba por la japonizacinde
los ainu, sino que tambin analizaba el clima y la fertilidad delas
islas Ogasawara, entonces deshabitadas, y argumentaba quetenan que
ser colonizadas por Japn (Hayashi, 1979:77-79). Peronada de esto
sucedi y Hayashi no tard en ser encarcelado porla temeridad de
haber publicado sus opiniones sobre la necesidadde defensas
martimas japonesas ms fuertes (Goodman, 1986:213-215). Slo en el
norte la amenaza de Europa pareca lo bas~
JAPN 25
tante cercana comopara justificar la accin prctica, e incluso
alle abandonaron los intentos de asimilacin cuando se retir
laamenaza rusa. En 1821, el control de la frontera norte se
devol-vi al territorio soberano Matsumae, y los ainu sin duda se
que-daron perplejos cuando se les orden que dejaran de usar la
ves-timentajaponesa y que abandonaran sus intentos de aprender
lalengua japonesa (Takakura, 1972:280-281).
MODERNIDAD, CIVILIZACIN Y ASIMILf-CIN
Un intento ms amplio de "japonizar" la periferia empez despusde
la entrada franca de Japn en el orden mundial moderno amediados del
siglo XIX. En 1855, Japn y Rusia completaron elprimero de muchos
intentos de definir su frontera comn, y en1869, un ao despus de la
Restauracin Meiji, el Pas de los ainuse incorpor al nuevo estado
con el nombre de "Hokkaid" ("Dis-trito del Mar del Norte"). El
control de los de Ryky fue ms con-trovertido y provoc graves
presiones en la relacin de Japn conChina. Pero al final, ni el
propio reino de Ryky ni China tenanfuerza para resistir las
demandas del arrogante gobierno Meiji: en1879, el ltimo rey, Sh
Tai, se vio obligado a abdicar y el reino deRyky se convirti en la
Prefectura de Okinawa. Otra zona queprovoc mucho conflicto en los
crculos oficiales fue la de las islasOgasawara, o Bonin, que haban
estado inhabitadas cuando Haya-shi Shihei las incluy en su Perfil
ilustrado de los tres pases, peroque despus haban sido reclamadas
por Inglaterra y EstadosUnidos, y colonizadas por una abigarrada
banda de aventurerosprocedentes de diversas partes del mundo. En
los aos de 1870,cuando Inglaterra y Estados Unidos renunciaron a
reclamar lasislas a Japn, las Ogasawara tenan una poblacin de 71
personas,cuyos lugares de origen incluan Inglaterra, Estados
Unidos, Es-paa, Alemania, Hawai y Guam, y que se naturalizaron a
todaprisa inscribindose en los registros de familia japoneses
(Yama-gata, 1906:367).
Una vez definidos los contornos del estado, sigui un periodode
influjo cultural: un intento de mezclar las sociedades de la
pe-riferia con la imagen oficial de una nacin unida y
centralizada.Pero la sociedad japonesa a la que la gente de la
periferia se iba a
-
26 JAPNasimilar estaba en medio de un cambio rpido y profundo.
La ideade civilizacin que inspir la misin ciuilatrice del gobierno
Meijiya no era la nocin china de ka, con su insistencia en el orden
yen la propiedad material, sino la versin de civilizacin de
inspi-racin occidental para la que los estudiosos Meiji se vieron
obli-gados a inventar una traduccin japonesa: bunmei. A
diferenciade ka, bunmei era un concepto dinmico, cargado de
alusiones alprogreso. No se basaba en la armona y en la jerarqua
sino en laproduccin: la capacidad de crear la riqueza material que
libera-ra al espritu humano de las ataduras que la naturaleza le
habaimpuesto. En palabras de su terico japons ms famoso, Fuku-zawa
Yukichi,para alcanzar 'el bunmei eran necesarias varias eta-pas
sucesivas de desarrollo. Primero la etapa "primitiva" en la que"ni
las moradas ni los suministros de comida son estables" y "elhombre
se amilana ante las fuerzas de la naturaleza"; despus laetapa de
"semidesarrollo" en la que "no escasean los artculos deprimera
necesidad porque la agricultura ya ha empezado en granescala", pero
en la que la gente slo "sabe cmocultivar lo de an-tes" y no
"cmomejorarlo"; y por ltimo, la etapa de plena civili-zacin en la
que, sobre la base de la abundancia material, "la sa-bidura de hoy
se desborda para crear los planes de maana"(Fukuzawa,
1973:13-14).
En relacin con 'el bunmei Japn se encontr en una situacinmuy
similar a la que tuvo respecto del ka a principios del
sigloXVII.Una vez ms fue relegado a la periferia de la civilizacin,
enfren-tado a la tarea de crear de nuevo su propio orden mundial
localen el que se poda constituir como el centro. En el siglo XVII,
estohaba implicado convertir las sociedades de la frontera en
estadosextranjeros tributarios; ahora implicaba convertirlos en
partes dela nacin-estado civilizada. Porque como lo indicaba
alentadora-mente Fukuzawa, la civilizacin era algo relativo, y si
Japn pa-reca "incivilizado" comparado con las grandes potencias
occiden-tales, los japoneses ["waga nihonjkoku no jinrnin",
literalmente"la gente de nuestra nacin imperial japonesa"] "se
pueden llamarcivilizados"cuando se comparan con los ainu (Fukuzawa,
1973:14).
Esta visin cambiante del orden mundial tuvo tres consecuen-cias
cruciales para la poltica de asimilacin Meiji. En primer lu-gar,
significaba que la asimilacin iba mucho ms all de las for-mas
exteriores de vestido, peinados y hasta lengua, y llegaba
atransformar la textura de la vida y del trabajo diarios. Su
elemento
JAPN 27
central ahora era una reestructuracin de la relacin entre
losseres humanos y la naturaleza, imponiendo a la periferia
unaimagen idealizada de una sociedad campesina en pequea escalaque
trabajaba arduamente. En el "Japn propiamente dicho", almodelo
tradicional de la propiedad de facto de la tierra por fami-lias
campesinas se le haba dado un nuevo barniz de civilizacinen 1873
mediante una Ordenanza de Impuestos a la Tierra, queconfera
derechos de propiedad de jure a los agricultores y lesimpona una
obligacin uniforme de pagar un impuesto moneta-rio por la tierra.
Esto se convirti en la pauta de civilizacin parala periferia. En
Hokkaid, el gobierno (aconsejado por HoraceCapron, un ex secretario
de Agricultura de Estados Unidos quehaba desempeado un papel
importante en el sofocamiento de laresistencia nativa
norteamericana a la conquista del oeste norte-americano) se embarc
en un plan para la colonizacin en granescala y para el desarrollo
agrcola de la isla. Los ainu -una mi-nora decreciente en su propio
pas- perdieron sus terrenos tra-dicionales de caza y pesca, que se
convirtieron en propiedad delestado japons o se transfirieron a la
propiedad privada de colo-nizadores procedentes del Japn
propiamente dicho.
El principal instrumento para la asimilacin de los ainu iba aser
la Ley de Proteccin de Antiguos Nativos tKydojiri Hogo Ho),de
1899,que estipulaba que a las familias ainu haba que darles dedos a
cinco hectreas de tierra de cultivo junto con donaciones desemillas
y herramientas de trabajo. La tierra no se poda vendersin permiso
oficial y sera confiscada por el gobierno si no se cul-tivaba
durante quince aos. A la vez, los bienes financieros de
lascomunidades ainu se pusieron bajo el control del gobierno, y
elestado haca uso de ellos a su arbitrio para satisfacer las
necesi-dades de "bienestar" de los ainu.
No es extrao que la ley no cumpliera ninguno de sus objeti-vos.
Comomedida de asimilacin fall, porque marcaba a los ainucomo
diferentes: personas en las que no se poda confiar que ac-tuaran
como ciudadanos propiamente dichos sin orientacin delgobierno. No
tuvo desde el principio ninguna perspectiva de brin-dar una
subsistencia razonable a los ainu porque simplemente lesdevolva (en
condiciones estrictas) una diminuta fraccin de la tie-rra que les
haba sido confiscada por el estado. Las parcelas deL rreno que se
entregaban solan estar en las zonas ms remotasy menos frtiles, y en
general eran demasiado pequeas para ser
-
28 JAPN
viables. Las ideas de cultivos individuales en pequea escala
ibanen contra de la estructura tradicional de la comunidad ainu, e
in-cluso cuando las familias lograban cultivar en sus tierras, los
cul-tivos apenas bastaban para compensar la falta de fuentes
tradi-cionales de alimentos con base en la caza y en la recoleccin
y elacopio. En muchos casos, las parcelas se arrendaban a
colonosjaponeses mediante contratos de largo plazo y rentas bajas,
mien-tras que los propietarios ainu de estas parcelas iban a buscar
tra-bajo en las poblaciones en rpido crecimiento o a las
pesquerasde la costa. Es bastante irnico, pero esto convirti a
algunos ainuen "terratenientes fuera de su propiedad" y asegur que
pudierahaber una ronda final de despojo cuando se Introdujeron las
re-formas agrcolas despus de la segunda guerra mundial por
lasdemocratizadoras fuerzas de ocupacin de los aliados
(HokkaidUtari Kykai, 1990:861).
Al sur, en la recin creada prefectura de Okinawa, al principioel
curso de los acontecimientos fue muy diferente. El archipila-go
Ryky tena una clase gobernante bastante prspera y nume-rosa, muchos
de cuyos miembros tenan estrechos vnculos emo-cionales con China.
Despus de haber ofendido a los chinos con ladestruccin del reino,
el gobierno japons se mostr muy precavi-do ante la posibilidad de
provocar ms conflicto con una polticade japonizacin demasiado
obvia; aunque Matsuda Michiyuki, elfuncionario a cargo de la
instauracin de la Prefectura de Okina-wa, advirti a los okinawanos
que iban a "vivir la misma situacinque los indios norteamericanos y
los ainu" si no "cambiaban susviejas actitudes", poco se hizo al
principio para que se cumplieraese cambio (Okinawa Ken, 1977:237).
Los crculos oficiales del rei-no fueron sustituidos por un nuevo
superestrato de administrado-res japoneses, pero se conserv la
forma existente de tenencia co-munal de la tierra, y al principio a
los okinawanos no se les dio nisiquiera el derecho a elegir
miembros al nuevo parlamento japo-ns (inaugurado en 1890) ni se les
exigi que prestaran serviciomilitar en el nuevo ejrcito de
conscriptos.
No obstante, durante la dcada de 1890 esta poltica de
"pre-servar las antiguas costumbres" (comose llamaba) sufri un
cam-bio drstico. La abrumadora victoria de Japn en su guerra
conChina (1894-1895) acab con las inhibiciones japonesas de
agra-viar a los chinos, y las presiones para que se mantuviera el
siste-ma fiscal tradicional en una poca de rpido cambio
econmico
JAPN 29
provocaron protestas de los contribuyentes locales. El
estableci-miento de un nuevo orden se caracteriz por la introduccin
de laLey de Reorganizacin de la Tierra de la Prefectura de
Okinawa(Ohinawa Keri Toclii Seiri Ha), aprobada el mismo ao que la
Leyde Proteccin de los Antiguos Nativos de Hokkaid, y que estabaal
servicio del mismo fin bsico de sustituir la propiedad comunalde la
tierra por la privada. La tradicin por la cual la aldea contro-laba
la tierra agrcola y tena poder para redistribuirla de vez encuando
entre sus habitantes fue sustituida por un sistema de de-rechos de
propiedad individuales que recaan sobre los jefes de lasunidades
domsticas, en tanto que los numerosos impuestos enespecias fueron
sustituidos por un solo impuesto monetario sobrela tierra (Okinawa
Ken, 1977:80-83). Esto elimin algunos de losaspectos arbitrarios y
opresivos del antiguo rgimen, pero (lomis-mo que la propia
Ordenanza japonesa de impuestos sobre la tie-rra) abri el camino a
la rpida consolidacin de la tenencia de latierra en manos de
terratenientes, muchos de los cuales, en el con-texto de Okinawa,
eran comerciantes japoneses.
Como penetraba tan profundamente en la vida cotidiana
-im-poniendo la uniformidad nacional en una gama amplia de
insti-tuciones econmicas, sociales y culturales-, el proceso de
asimi-lacin Meiji oblig al estado a enfrentar complejos problemas
decriterios de definicin. La segunda consecuencia importante
delsentido del bunmei fue el surgimiento de una visin mucho
msambiciosa y totalizadora de la "japonesidad" que la que haba
ha-bido en el periodo Tokugawa. Por ejemplo, los esfuerzos del
periodoTokugawa por asimilar a los ainu haban estado acompaados de.
lgunos intentos de ensearles japons, pero esos intentos habanido
espordicos y se haban dejado a la iniciativa de
funcionarioslocales. En cambio, en el periodo Meiji, la imposicin
institucio-nalizada del japons como lengua nacional fue un elemento
cen-tral de la asimilacin. Como lo observaron las autoridades
okina-wanas de educacin en 1901:
bl niveleducativodeesta prefecturaha llegado.a igualar el
deotras pre-(' cturas. Ha habido.progresosen el desarrollo de un
sentido de la ciu-dadana nacionaly en el aspecto exterior, comola
manera devestir demuchachosymuchachas.Noobstante, hay an algunas
zonasen las quehay un sentido de extranjera y subdesarrollo,en
comparacinconotrasprefecturas.Noslomuchaspersonas sin educacin,sino
tambin algu-
-
30 JAPN
nos escolaresy personas que han terminado sus estudios generales
ha-blan el dialectolocal y aun cuandohablan la lengua normal
tfutsicgo),su tonoy pronunciacinsuenan raro. (Okinawa Ken,
1977:99).
Pero la imposicin de la "nor~alidad" exige una definicin delo
que es normal. La idea de que debera existir una sola
normareconocible de conducta japonesa en todas las reas de la
vidahumana estaba muy difundida, no slo entre los funcionarios
sinoentre los sectores de la poblacin en la periferia misma. El
RyhyShimp (Actualidad Ryky), un peridico que iniciaron
algunosintelectuales okinawanos jvenes hacia 1890, adverta a sus
lec-tores que su objetivo tena que ser "llegar a ser como las
personasde otras prefecturas de manera tangible e intangible, para
bien ypara mal, de la a a la z. En trminos grficos, se podra decir
quecuando estornudan, tienen que estornudar comola gente de
otrasprefecturas" (ata, 1993:23).El estado Meiji no lleg tan lejos
comopara proponer una manerajaponesa uniforme de estornudar,
perologr imponer un orden sobre muchos aspectos de la
diversidadregional existente de la cultura japonesa, incluida la
multiplicidadde dialectos regionales que exista en todo el pas. Los
intentos deimponer el uso de la "lengua normal" en Okinawa y entre
los ainuestuvieron acompaados de acalorados debates sobre los
mritosrelativos de los dialectos de Kyto o Tokio, o de varias
formas deuna lingua franca artificial, como la forma oficial de
"japons co-mn", discusiones que en definitiva ganaron aquellos que
estabanen favor del japons de las clases medias de Tokio (Twine,
1991:cap. 8).
La estandarizacin social se impuso tanto a los pueblos de
lafrontera como a los pueblos de varias regiones japonesas a
travsdel sistema de educacin y del entrenamiento militar. Un
sistemasumamente centralizado de educacin obligatoria, introducido
ofi-cialmente en 1873 y que se extendi gradualmente a personas
deregiones rurales y fronterizas ms remotas, demostr ser un
instru-mento especialmente poderoso de construccin de la nacin
(Mar-shall, 1994:25-89).El reclutamiento, que se introdujo en
Okinawaen 1898 (trece aos antes que la representacin
parlamentaria), noslo foment una ideologa uniforme de lealtad al
emperador, sinoque tambin unific a la gente de todo el pas,
contribuyendo a crearun sentido de la nacin comocomunidad y a
acelerar la difusin deljapons estndar comoel medio usual de
comunicacin.
JAPN 31
'l'IEMPO, ESPACIO Y DIFERENCIA
E ero la connotacin ms interesante de la nocin de bunmei erala
manera en que permita que la diferencia se trasladara del rei-no
del espacio al reino del tiempo, de manera que la "extranjera"se
lleg a reinterpretar cada vez con ms frecuencia
como"subde-arrollo". La visin que tena Fukuzawa de una serie de
etapas dedesarrollo permiti que las caractersticas ajenas de la
sociedadainu o de Okinawa se percibieran comoremanentes de una
etapams primitiva de la historia humana. En consecuencia, las
zonasfronterizas, que en otro tiempo se haba considerado que
tenansus propios conjuntos caractersticos de costumbres
extranjeras,comenzaron a verse homogneamente en la mentalidad
popularcomouna periferia uniforme y atrasada. Comolo seal un
gober-nador de Okinawa a principios del siglo xx, la desdicha de la
Pre-fectura era que se la consideraba "a la misma luz que la zona
re-cientemente desarrollada de Hokkaid", con el resultado de
que"cualquier intento de reformar una institucin o de mejorar
unareglamentacin siempre es rechazado aludiendo al ejemplo
deHokkaid" (citado en ata, 1993:27-28). Hasta a los
cosmopolitasogasawaranos, a quienes al principio se les permiti
recibir unaducacin bilinge ingls-japons, se les lleg a considerar
unobstculo para el desarrollo a medida que las islas se
fueronabriendo a la colonizacin procedente de otras partes del
Japn,y en algunos casos fueron enviados al territorio continental
para"elevar su estilo de vida y mejorar sus costumbres" (Tky
Fu,929:190). De manera que la visin de un mundo constituido por
circulas concntricos, en los que la extranjera aumentaba a
me-dida que uno se alejaba del centro, fue sustituida por una
visinde una sola nacin en la que el "desarrollo" y la "modernidad"
dis-minuan a medida que uno se desplazaba de la capital hacia
losxtremos geogrficos. Aunque este punto de vista inicialmente
seaplic sobre todo en aquellas zonas fronterizas que se haban
in-luido dentro de las fronteras de Japn, como es lgicotambin
sepoda utilizar para reinterpretar la relacin con sociedades
msdistantes. Como veremos en el captulo 5, esta nueva versin de"
ivilizacin" se convirti en una herramienta til para re definirla
relacin de Japn con sus vecinos asiticos y, en especial, conHU
vecino ms importante, China.
La transferencia de la diferencia de la geografa
("extranjera")
-
32 JAPN
a la historia ("atraso") fue estimulada por la investigacin
acad-mica a principios del siglo xx sobre las sociedades. de la
perifer~a.Inspirados por las ciencias evolucionistas de Occidente,
estudio-sos comoel arquelogo y etngrafo Torii Ryz(1860-1953)
demos-traron vnculos en la cultura material entre los ainu, los
okinawa-nos y los primeros habitantes Jmon de las principales
islasjaponesas. El antroplogo pionero Koganei Yoshikiyo
(.1858-1944)llev esta hiptesis un paso ms all y utiliz el astudio
de restosde esqueletos para desarrollar el argumento de que los
ainu erandescendientes directos de los primeros habitantes de Japn.
Aun-que este vnculo gentico sigui siendo un tema de con~roversia,.
la idea de que la cultura ainu reflejaba la cultura material de
unaetapa anterior de la historia japonesa tuvo una amplia
aceptacin.Las investigaciones realizadas por Hayashi Yoshishige
sobre losmtodos agrcolas de los ainu, por ejemplo, lo llevaron a la
conclu-sin de que los ainu, "que eran un pueblo esttico de
cazadores-recolectores", haban conservado las tcnicas agrcolas
japonesa.sde hace 1 500 aos "casi inmutables hasta el da de hoy"
(Hayashi,1969:3).
No obstante, el ejemplo tal vez ms sorprendente de la
incor-poracin de los ainu al pasado japons fue la tendenci~
acadmi-ca a ignorar la agricultura ainu en su conjunto, redefimendo
a losainu simplemente como "cazadores-recolectores". Un gran
volu-.men de pruebas arqueolgicas y documentales muestra que
lascomunidades ainu en los siglos XVI y XVII vivan sobre todo de
lacaza y la recoleccin, pero tambin tenan pequeos cultivos demijo y
verduras, en tanto que los ainu de Sakhalin criaban perrosque les
servan de alimento y para utilizar sus pieles y ademscomo animales
de caza y tiro. Tambin hay registros claros queindican que el
comercio con los japoneses en el siglo XVIII y prin-cipios del XIX
desalent entre los ainu el cultivo de la tierra, enparte por
simples razones de ventajas comparativas y en parteporque los
comerciantes japoneses trataron deliberadamente deimpedir a los
ainu que cultivaran, obligndolos a emplear mstiempo en actividades
de pesca y caza, que constituan la base delcomercio en la frontera
norte (Hanazaki, 1993:79, 132;vase tam-bin Morris-Suzuki, 1994). En
gran parte, de la misma manera eltrabajo con metales desapareci de
muchas zonas a medida qu.eaument el acceso a objetos de metal
importados japoneses y chi-nos. Mamiya Rinz, quien describi las
tcnicas de los herreros
1:0,
.JAPN 33
uinu y nivkh en Sakhalin, tambin afirma que en otro tiempo losh
rreros haban practicado su oficioen todo Hokkaid (Ezo), perohaban
ido desapareciendo gradualmente a medida que los obje-Losde metal
japoneses se haban abierto camino en la economade la isla (Mamiya,
1972:336; vase tambin Fukusawa, 1995).
Los textos ms comunes sobre los ainu no dicen nada de
estarealidad y prefieren seguir un planteamiento tipificado en la
edi-in de 1992 de la Enciclopedia Britnica, que nos dice que los.
inu eran "cazadores, pescadores y tramperos hasta que los
japo-neses se trasladaron a Hokkaid y trataron de que se
volvieranedentarios y se dedicaran a la agricultura". Uno de los
ejemplos
japoneses contemporneos ms conocidos de este planteamientos la
obra del filsofo Umehara Takeshi, quien sostiene que lacultura
japonesa preagraria y previa a la metalistera del perio-do -Imon
(que exista antes de la difusin gradual de la culturaYayoi dedicada
al cultivo del arroz desde aproximadamente el ao300 a.C.) sigue
existiendo en la sociedad ainu "en su forma msdepurada" (Umehara y
Fujimura, 1990:13).
En el sur, de manera algo similar, el famoso etngrafo
YanagitaKunio (1875-1962) busc con afn vnculos entre las prcticas
po-pulares de Okinawa y las de varias partes de Japn. Como vere-mos
en el captulo 3, Yanagita empez por hacer hincapi en ladiversidad
de formas sociales dentro del archipilago japons, con-templando las
diferentes zonas y las diferentes estructuras socia-les como
poseedoras de sus propias historias particulares. Pero apartir de
finales de los aos de 1920, este planteamiento cambipor otro que
defina la diferencia como producto del tiempo en vezde comoproducto
del espacio. Segn este nuevo planteamiento, laszonas centrales de
Japn representaban las formas ms modernasde la sociedad japonesa y
la periferia contena reliquias de estruc-turas lingstica s y
sociales ms antiguas (Fukuta, 1992:135-156;oYanagita, 1963b y
1964d; Christie, 1993:623). Por lo tanto, se po-da representar la
cultura de Okinawa comouna mina antropol-gica cuyo contenido
revelaba "la forma de las cosas tal como eranal principio" y
comohaban sido alguna vez en todo el archipila-go japons (Okinawa
Ken, 1977:692-699). Todo esto daba consis-tencia a la idea de que
no se trataba simplemente de que los ainuy el pueblo de las islas
Ryky fueran japoneses en la actualidad,ino que siempre haban sido
japoneses, slo que japoneses aban-donados a su suerte en alguna
fase previa de la historia humana.
-
34 JAPN
Esta fijacin a la imagen de culturas fronterizas
"intemporales"que preservan la prehistoria in alterada es poco
frecuente, porquegran parte de la investigacin del siglo xx apunta
en diferentedireccin: a una historia en la que muchos patrones
sociales quehoy calificaramos de cultura "ainu" o de cultura
"okinawana", lomismo que a los que hoy se alude como propios de la
cultura "ja-ponesa", son productos histricos de un proceso continuo
deinteraccin cultural con sociedades vecinas. La llamada
sociedad"Jmon" era casi sin duda una red sumamente diversa de
peque-as comunidades autnomas involucradas en complejas
interac-ciones culturales (Kaner, 1996). y esto a su vez, desde el
periodoalrededor del cual principi la poca comn, se transform
debi-do a influencias procedentes de varias direcciones. En
particular,en Honsh al sudoeste y en Kysh al norte, las oleadas de
inmi-grantes procedentes de China provocaron el rpido desarrollo
delcultivo de arroz en agua y el surgimiento de organizaciones
pol-ticas ms grandes y centralizadas. Ms al sur, extendindose
hastael archipilago de las Ryky, parece que las influencias del
surde China y del Sudeste asitico fueron especialmente
significati-vas. Mientras, desde aproximadamente el siglo v en
adelante, lassociedades del norte desarrollaron una fuerte
interaccin con laspoblaciones limtrofes orientales de Siberia y con
las comunidadesmartimas de las islas Aleutianas, interaccin que
llev a la incor-poracin del noreste de Hokkaid al complejo
conocidocomo "cultu-ra Okhotsk" (desde aproximadamente el siglo VI
hasta el XII d.Cv).
Amino Yoshihiko sostiene que el concepto de Japn
-"Nihon"("Origen del sol", un nombre supuestamente derivado del
hechode que Japn estaba al este de China)- era un concepto que
seextendi gradualmente desde sus orgenes en Honsh al sudoeste,donde
parece que se haba utilizado a partir del siglo VIII, hastaabarcar
otras partes del archipilago. Ya en los siglos xv o XVI, ellejano
norte de Honsh y algunas de las zonas martimas de Kyshy de las
islas exteriores estaban en el mejor de los casos vincula-das
marginalmente a "Nihon" (Amino, 1990:7-17). Mientras, losmodelos
comunes de produccin y consumo que se solan asociarcon la sociedad
"ainu" ahora se consideran comoconfiguradas des-de aproximadamente
finales del siglo XIV en adelante, y las diver-sas sociedades
caractersticas del archipilago de las Ryky seunificaron en un solo
reino a principios del siglo xv (Pearson,1996). Pero hay una
perspectiva que arrasa con estos procesos his-
,JAPN 35
tricos -en curso e interrelacionados- y que define a las
socieda-es de la frontera como remanentes de la "prehistoria de
Japn".La transferencia moderna de la diferencia de la dimensin
del
spacio a la dimensin del tiempo estuvo estrechamente vincula-da
al naciente sentido de etnicidad como el criterio principal
paradefinir el carcter de nacin. Como hemos visto, en el Japn
delperiodo Tokugawa las construcciones de la identidad se
formabanprimordialmente en torno a nociones de maneras y
costumbres, yno de sangre. Pero en la poca Meiji los eruditos
japoneses estu-diaron y adoptaron con entusiasmo las teoras
raciales europeas,ya principos del siglo xx la identidad nacional
japonesa se vincu-laba cada vez ms con la idea de un "volk"
(minzoku) japons org-nicamente unido. El concepto de minzoku (que
se analiza con msdetalle en el captulo 5) no permita diferenciar
los aspectos cul-turales y genticos de la etnicidad (lo cual les
resultaba muy con-veniente), a la vez que acentuaba la unidad
orgnica del pueblojapons. En este proceso, la palabra "Japn"
-Nihon-por s mis-ma era tanto central comoproblemtica. Por una
parte, se definaal estado japons como portador del progreso en la
historia del ar-hipilago y por otra, el nombre del estado se
transform en unatnirno, de modo que "japons" -nihonjin- se
consideraba unad signacin.racial. Esto signific que los okinawanos
y los ainuquedaran en la extraa posicin de ser definidos por lo
generalomo tnicamerite distintos de los nihonjin en el mismo
momenton que se les reivindicaba como ciudadanos japoneses. Esta
rela-.in ambivalente de la palabra nihonjin con las diversas
categorasciudadana poltica, raza y etnicidad iba a ser una obsesin
en
I s debates sobre identidad nacional a lo largo del siglo
xx.Como observa Thongchai Winichakul (cuando escribe sobre la
xperiencia Tai), la definicin de las fronteras geogrficas de
lanacin moderna dio origen a la imagen de la nacin comoun
"geo-uerpo" que posea una integridad primordial y una vida
propia(Winichakul, 1994). En el contexto japons, la visin de las
socie-lades perifricas como remanentes del pasado japons
brindabatina manera conveniente de reconciliar la diferencia
cultural vi-aible con la construccin ideolgica de la nacin como un
"cuerpo"Uwlwtai) unido, constituido por mi solo mineohu,
En cierta manera, parece que un proceso similar ha
acompa-IIHdoel desarrollo del nacionalismo moderno en algunos
pases('tiropeos. Por ejemplo, a fines de la Edad Media, las
descripcio-
-
36 JAPN
nes inglesas de los galeses, escoceses e irlandeses los
representancomo raros y extravagantes, "comosi la Naturaleza se
divirtieraen privado con mayor. libertad en las regiones ms
distantes queen pblico, cerca del centro del mundo" (Caxton,
1988:162). Perocuando los britnicos hicieron su aparicin como una
nacin im-perial, el punto de vista desde "el centro del mundo"
cambi: amediados del siglo XIX la historia del Partido Liberal haba
rede-finido el grupo marginal celta (y el altiplano escocs en
particu-lar) como una regin atrapada en una etapa primitiva de
evolu-cin semejante a la de los indios norteamericanos, y a su
gentecomo "mucho ms atrasada que los sajones" por no haber
estadoexpuesta lo suficiente a "la influencia civilizadora de la
religinprotestante y de la lengua inglesa" (Macaulay,
1986:365).
Para volver a nuestro punto de partida, la manera de imaginar
lascomunidades nacionales es una manera de imaginar a travs
deltiempo y tambin a travs del espacio: un proceso por el que
sedefine a ciertas personas y acontecimientos como pertenecientesa
"nuestro" pasado y se excluye a otros. La manera en que se sue-le
escribir la historia de "Japn" deja a la gente de la frontera conun
pasado muy atenuado: una prehistoria, tal vez, comoparte dela
compleja mezcla tnica que constitua al pueblo "japons", perocon
poco sentido de una participacin continua en una
interaccinregional, con fronteras e identidades en constante cambio
entre lasgrandes sociedades de Japn, China y Carea y las pequeas
socie-dades de las islas Ryky, Taiwn, los ainu, uilta, nivkha y
otros.Con mucha frecuencia, las sociedades de la frontera caen por
lasgrietas que se forman entre la historia imaginada de las
naciones-estado y terminan en oscuras monografas etnogrficas de
"espe-cial inters".
El problema se manifest en 1993, cuando el canal nacionaljapons
de televisin NHK present una versin dramatizada de lahistoria de
Ryky del siglo XVII comola principal pieza histricateatral del ao.
Ryuhyu no haze (titulada en ingls Dragon Spirit)fue el primer
intento de presentar la historia de la frontera en for-mato de
telenovelajaponesa, pero al final la serie fue criticada porlas
personas cultas de Okinawa por centrarse demasiado en lacorte real
y en sus conexiones con Japn, y fue relativamente im-popular entre
el pblico televidente japons en general porque con-tena demasiados
nombres desconocidosy palabras "extranjeras".
,JAPN 37
Pero la produccin de Ry 1ly Uno haze es un signo de que en
losaos noventa el cambio en la configuracin del sistema regionaly
mundial est imponiendo de nuevo redefiniciones de la
"japone-sidad". Los vnculos internacionales entre minoras tnicas y
pue-blos indgenas en varias partes del mundo estn impulsando
unrenacimiento de la identidad regional entre los ainu y los
okina-wanos. El fin de las tensiones de la guerra fra est
recreandovnculos histricos perdidos entre los ainu y los "clanes de
ultra-mar" en Sakhalin (Ampo, 1993:7-9) y entre los okinawanos y
loschinos, parte de su herencia histrica (vase el captulo 8).A la
vez,el nmero creciente de trabajadores extranjeros en Japn y de
ma-trimonios entre japoneses y extranjeros est creando
obstcu-losbastante nuevos al intento de construir Japn comouna
nacinracial o lingsticamente homognea.
Si buscamos el origen de la interaccin histrica entre las
cam-biantes definiciones de "Japn", "ainu" y "okinawanos",
podemoscontribuir a abrir un espacio para volver a pensar en la
natura-leza de la nacin. El redescubrimiento de la historia, no
como labiografa del estado-nacin, sino como una danza de
identidadesntre muchas formas sociales contiguas, vuelve a acentuar
la im-portancia de la diferencia espacial, adems del cambio a lo
largodel tiempo, en la formacin del mundo moderno. Cuando
contem-plamos la creacin de la frontera, podemos empezar a ver
algunasde las mltiples historias y tradiciones que estaban
envueltas enel estado-nacin y adquirir cierto sentido de las
diferentes estra-tegias a las que recurri el estado para manejar la
diferencia yreal' la uniformidad. En los captulos que siguen
analizaremosmo, a partir de mediados del siglo XIX, las nociones de
tradicin,diferencia espacial y progreso temporal llegaron a
encarnarse ennuevos conceptos de cultura, raza y etnicidad, y cmo
estos con-eptos se utilizaron a su vez para abordar la diversidad
dentro delos confines de la moderna nacin-estado japonesa.