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Montañas de Aurelia Iván Vergara Editorial Homo Scriptum Monterrey, N.L. México El Barco Ebrio ISSN: 1558-9668 Año VII, Vol 12 Nueva York, primavera-verano 2011
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Montañas de Aurelia de Ivan Vergara

Mar 28, 2016

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Carlos Aguasaco

Versión digital de la plaquette Montañas de Aurelia de Ivan Vergara. Publicado en Nueva York por Artepoética Press y Homo Scriptum. Colección de plaquettes El Barco Ebrio ISSN 1558-9668 Año VII vol 12. Diseño y portada a cargod e Carlos Aguasaco [email protected]
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Iván Vergara, 1

Montañas de Aurelia

Iván Vergara

Editorial Homo Scriptum Monterrey, N.L. México

El Barco Ebrio ISSN: 1558-9668 Año VII, Vol 12

Nueva York, primavera-verano 2011

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2 , Montañas de Aurelia

El Barco Ebrio ISSN: 1558-9668 Diseño: © Carlos Aguasaco [[email protected]] [email protected] Imagen de portada: “Aurelia” © Carlos Aguasaco [Nueva York, 2010] Imagen contraportada: (2011) ©Enrique Carnicero Correo electrónico: [[email protected]] Correo postal: 3838 215 place Bayside, NY 11361 USA © Montañas de Aurelia por Iván Vergara, 2011 © Montañas de Aurelia , para esta edición, 2011 Artepoética Press Carlos Aguasaco, editor. www.artepoetica.com/artepoeticapress 3838 215 place Bayside, NY 11361 USA Editorial Homo Scriptum Ave. Lázaro Cárdenas 1313, Valle del Mirador c.p. 64750 Monterrey, N.L. México. www.editorialhomoscriptum.com

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A Gérard de Nerval, perpetua langosta.

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-Antes que los muertos resuciten, hay que resucitar a los vivos.

HERNAN LAVÍN CERDA Los tormentos del hijo

Ya no va a dolerme el viento Porque conocí la brisa.

GILBERTO OWEN

Perseo vencido I Cansémonos con el naufragio de una tarde, la más diminuta, la más perdurable. Susurremos maravillas que salgan en notas moleculares; que sean como Midas, pero que éstas den vida.

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Cansémonos de nuevo como aire mustio durante el otoño, cuando nieva por dentro y es todo un misterio. Cansémonos hasta olvidar, cansémonos de forma envidiable. Compondremos cantos que agoten meteoritos y su cauce; caeremos agotados, abiertos a la pluma y el papel de los demonios que nacen en la sinfonía y el agobio; en un mito afónico, en un olvido despejado de duda, dispuesto a no ser más una langosta paseando ausente por París.

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Primer pecado Sentirás doblar la culpa desde tu rostro, apagada, convertida en campanilla. Sentirás la risa penetrada, sonrojada, mutada en diamante. Sentirás sentirme cerca, ahogado, temblando de un temor afilado. Sentirás que mi mano ha huido, ladrón, con tu pulso en un rosario.

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II Te llaman cautiva y te nombran de mi corazón, te obtienen de lo alto y desde la tierra te dedico. Ha sido lo impronunciable lo que te hace terrena, ha sido el espanto lo que reniega de ti. Ha sido un susurro culpable lo que ronda la habitación, ha sido lo altísimo de tu sombra lo que aterra desde lo hondo: el horror y lo profundo y lo amplio. No hay leyes que adjudiquen lo horrible de este abandono y su pereza de lujuria nativa.

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Te nombro y en ello rozo el crimen, te nombro y algo cae desde el espacio un espanto estático un fruto descarnado un silencio de ultramar.

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Belleza blanca, casi gris Lo que se esparce por el jardín lleva en un vuelo ligero un polvo casi blanco que no se acuerda de ti, son tus coqueteos y caricias quienes acompañan el recuerdo a las negativas en público y al alocado baile del salón. Lo que casi roza el césped gana peso con la gravedad mentirosa de un cuerpo que fluye como arena. Será un galopar que cae desde la sombra quien traiga tu voz a lo alto, para colocarte en las vibraciones de mis ojos que sólo saben llover al recordarte. Lo que se acuesta sobre el verde es un cuerpo que en fragmentos de sal juega con hormigas y caracoles,

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será el polvo que nos llevaba al silencio el que tome vuelo con un impetuoso viento, que juegue murmurándote al oído que vas en camino, que ya estás por llegar. Lo que penetra este terreno de antepasados es leche alimentada con la vida de la tierra que dio fruto que dio fuego que dio vida, será el armario que se llene desde dentro, será el cobijo de tu cuerpo la urna de tu memoria, el mismo lugar de nuestros juegos y su inquietud de amor, inquietud de polvo enamorado, perdido en la inmensidad de un jardín cómplice de belleza blanca, casi gris.

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III Cae un silencio sin peso sobre mí, debe ser un espanto o un catártico simio con alas de verano falsas, superpuestas, extremas. Cae un silencio y en sus palabras secretas nos escondimos, entre lúdicas caricias y aromas primitivos. Cae un silencio y en él naufragamos.

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IV Te pido que seas sauce, que surtas esta plaza, este pensamiento ajeno, inmaculado, siempre sacro. Te pido que seas viento, que fluyas desde los cerros para plasmar esta sábana con cuerpos ausentes. Te pido que aceleres, que seas un borrón untado en aire, en lo recóndito, en el parpadeo que dios ignora. Pediré entonces que crezca la tierra hacia dentro, como raíz de carne, de tu carne, de tus senos, del fruto de tu vientre que mira desde dentro, una semilla, un brote, un escrúpulo también sacro.

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(20:45) Se verán entonces a las ocho cuarenta y cinco, como se ven siempre los amantes, en la hora compuesta, la cómplice; se verán y se amarán desesperados susurrando deseos a la almohada, escurriendo por dentro, por debajo. Llegarán las once y la prisa y el escape y la cita esperará otro día. Se verán entonces a las ocho cuarenta y cinco del día siguiente, o del siguiente, exigidos hasta en sueños, en lo lejano; se amarán como ladrones o hasta que llegue la cordura y el arrebato rosado del – hasta mañana. Se verán entonces a las ocho cuarenta y cinco

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de los siguientes meses, dejarán los lleven de la mano, dejarán que el ritmo tome su compás entre aquello que no creen, que no quieren creer. Se verán entonces a las ocho cuarenta y cinco, casi por coincidencia, como si no quisieran, como si pintar de rojo la pared no fuera crimen, como si ignoraran las horas y los sobresaltos, como si la habitación fuera nevera de tiempo, como si por debajo de las cortinas se escondieran duendes; casi por coincidencia, como si no quisieran. Se verán entonces a las ocho cuarenta y cinco decididos a comprometerse, a atarse, con esas palabras que saben a vacío cuando se acerca la inminencia, la aletargada que llega segura con pasitos trasatlánticos, con fotos prostitutas de la vieja Sevilla, con la ciudad Promesa como promesa

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de que también podrá ser consuelo de los perdedores, de los que no han de ganar. Se verán entonces a las ocho cuarenta y cinco y para entonces ya los habrán olvidado, no tendrán que esconderse y volverse sordos, no tendrán que dejarlos en el arrebato, no tendrán que componer excusas para ellos; se verán entonces a las ocho cuarenta y cinco de algún siglo que los haya dejado atrás. Se verán entonces a las ocho cuarenta y cinco de un día que aún no llega, que paga para arroparlos con aquel viejo aroma de los nuevamente culpables.

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Aurora Escuché entonces el sonido de un águila que venía de ningún sitio, no era el braceo incansable ni la mirada aguda, era un llanto de reclamo que me colocaba en lo alto, a un lado del estruendo donde aquellas aves vuelan y hablan ajenas a nuestra comprensión. Escuché entonces una melodía incolora de algunos olvidados y de muchos redimidos, escuché entonces que no había más sonido en las habitaciones de casa, sería acaso que amanecía y que la lluvia se apoderaba del estruendo ajeno, siempre lejano y siempre presente

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del gigante que marcha con pasos de ondas que se ocupará de entrar por ti, en ti. Te escucho entonces y abandono la búsqueda que resulta innecesaria al comprender que la derrota era anticipada al ser victoria de uno solo. Te escucho y lo que abrigo con estas hojas de maíz es la semilla de lo que me brota: soy surtidor soy pescador me acomodan en la butaca justo detrás del redimido. Caigo del cielo en forma de trueno y lo que se observa desde la distancia es un día claro que comienza a languidecer, convirtiéndome en rojo, siempre en rojo, y que en un canto desde lo más alto, se deja rebasar.

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(Sin título) No importa si es un grito o muchos gritos, la niñez se esfuma como el vapor ahora inexistente de aquellos barcos que surcaron el Mississippi. No importa si este grito es un llanto en caída, se repite a un lado y entonces hace lo mismo en el otro lado, todo grito siempre es un eco, que nunca será perdido. Que nunca se detendrá. H. F. Sevilla, 17 de julio de 2006.

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Nota biográfica

Ivan Vergara nace en ciudad de México, en 1979. Radica en

Sevilla desde el 2004. Poeta, músico, editor, antologador y

gestor cultural, dirige la plataforma Sevilla Qultural, la cual

alberga a casi 40 colectivos culturales de Sevilla. Fundó en

2006 la Plataforma de Artistas Chilango Andaluces

(PLACA). Organizó las seis ediciones del Recital Chilango

Andaluz (RCA) (2006-2011) y diversos eventos culturales en

España y México. Ha publicado compartiendo créditos de

compilación con Javier Villaseñor las antologías: Recital

Chilango Andaluz 2006, II Recital Chilango Andaluz, ambas

con la ed. Cangrejo pistolero; la antología Chilango Andaluz

3, con Editorial Cocó; RCA 09 en la Editorial Ultramarina.

Ha participado en proyectos artísticos de distintas índoles

como actor y director de teatro, director de cortometrajes,

locutor de radio. Fue miembro del grupo de folk-rock: Maña-

na que en 2010 editó su primer disco: “A ver quién llega

antes al fin”, con quien ganó el premio Banda Revelación

Nacional 2010, del Concurso Contempopránea. Ha sido pu-

blicado en múltiples revistas mexicanas (Navegaciones Zur,

Revista de Cultura de Veracruz, Opción ITAM, Castálida,

del Instituto Mexiquense de Cultura, Mapa poético de Méxi-

co, de Adán Echeverría, Artemisa) y españolas (Álora

(Málaga). Ha publicado selecciones de poesía joven andaluza

en las revistas: Revista de cultura de Veracruz, dirigida por

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Raúl Hernández Viveros, y en Periódico de poesía, de la

UNAM. Prepara actualmente el poemario Era hombre,

Era mito, Era Bestia. Es editor y coordinador de la Edi-

torial Ultramarina Cartonera & Digital. Actualmente

prepara el proyecto musical y visual We Lose.

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Contenido

I, 4 Primer pecado, 6

II, 7 Belleza blanca, casi gris, 9

III, 11 IV, 12

(20:45), 13 Aurora, 16

(Sin título), 18 Nota biográfica, 19

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