Captulo XII
Captulo XII
De la fisonoma
Casi todas nuestras, opiniones las adoptamos por autoridad y al
fiado: en ello no hay ningn mal, pues no podramos escoger peor
camino que el de dilucidar por nuestra propia cuenta en un siglo
tan enteco. Aquella imagen de los discursos de Scrates, que sus
amigos nos dejaron, acogmosla a causa de la reverente aprobacin
pblica, no por virtud de nuestro conocimiento; las razones
socrticas se apartan de nuestro uso. Si viniera hoy al mundo algo
parecido, habra pocos hombres que lo apreciasen. Slo advertimos las
gracias del espritu cuando son puntiagudas, o estn hinchadas o
infladas de artificio: las que corren -399- bajo la ingenuidad o la
sencillez, escapan fcilmente a una vista grosera como la nuestra,
por poseer una belleza delicada y oculta: precisa una mirada lmpida
y bien purgado para descubrir ese secreto resplandor. No es la
ingenuidad, a nuestro entender, hermana de la simpleza y cualidad
censurable? Scrates agita su alma con movimiento natural y comn; as
se expresa un campesino, as habla una mujer; jams de su boca salen
otros nombres que los de cocheros, carpinteros, remendones y
albailes: todos sus smiles o inducciones, sacados estn de las ms
vulgares y conocidas acciones de los hombres; todos le entienden.
Bajo una forma vil, nunca hubiramos entresacado las noblezas y
esplendor de sus admirables concepciones, nosotros que consideramos
chabacanas y bajas todas aquellas que la doctrina no encarama, y
que no advertimos la riqueza sino cuando la rodean la pompa y el
aparato. A la ostentacin sola est habituado nuestro mundo: de
viento slo se inflan los hombres y a saltos se manejan, como las
pelotas de goma huecas. Scrates no encamin sus miras hacia las
vanas fantasas; su fin fue proveernos de preceptos y mximas, que
real y conjuntamente sirviesen para el gobierno de nuestra
vida;
Servare modum, finemque tenere,naturamque sequi.1396
Fue tambin siempre uno e idntico, y se elev no por arranques y
arrebatos, sino por peculiar complexin al postrer extremo de
fortaleza; o, para hablar mejor, no se elev nada, hizo ms bien
descender, conducindolas a su punto original y natural, las
asperezas y dificultades, y las someti su vigor; pues en Catn se ve
bien a las claras una actitud rgida, muy por cuna de las
ordinarias. En las valientes empresas de su vida y en su muerte,
vselo siempre, montado en zancos. Scrates toca la tierra, y con
paso comn y blando trata los ms tiles discursos, conducindose, as
en la hora de su fin como en las ms espinosas dificultades que
puedan imaginarse, con el andar propio de la vida humana.
Acaeci, por fortuna, que el hombre ms digno de ser conocido y de
ser presentado al mundo como ejemplo, es aquel de quien tengamos
conocimiento ms cierto: su existencia fue aclarada por los hombres
ms clarividentes que jams hayan sido, y los testimonios que de l
llegaron a nosotros, son admirables en fidelidad y en capacidad
juntamente. Admirable cosa es, en efecto, haber podido comunicar
tal orden a las puras fantasas de un nio, de suerte que, sin
alterarlas ni agrandarlas, hayan reproducido ms hermosos efectos de
nuestra alma; no la representa -400- elevada ni rica; la muestra
slo sana, mas de una cabal y alegrsima salud. Merced a estos
resortes naturales y vulgares, y a estas fantasas ordinarias y
comunes, sin conmoverse ni violentarse, enderez no solamente las ms
ordenadas, sino las ms elevadas y vigorosas acciones y costumbres
que jams hayan existido. l es quien nos trajo del cielo, donde nada
tena que hacer, la humana sabidura, para devolvrsela al hombre, de
quien constituye, la tarea ms justa y laboriosa. Vedle defenderse
ante sus jueces; ved con qu razones despierta su vigor en los
azares de la guerra; qu argumentos fortifican su paciencia contra
la calumnia, la tirana, la muerte, contra la mala cabeza de su
mujer; nada hay en todo ello a que las artes y las ciencias
contribuyeran: los ms sencillos reconocen all sus fuerzas y sus
medios; imposible es marchar de un modo ms humilde. Soberano favor
prest a la humana naturaleza, mostrndola cunto puede por s
misma.
Cada uno de nosotros es ms rico de lo que piensa, pero se nos
habita al prstamo y a la mendiguez; se nos acostumbra a servirnos
de lo ajeno ms que de lo nuestro. En nada acierta el hombre a
detenerse en el preciso punto de su necesidad: en goces, riqueza y
podero abraza ms de lo que puede estrechar; su avidez es incapaz de
moderacin. Yo creo que en la curiosidad que al saber nos impulsa
ocurre lo propio: el hombre se prepara mucho mayor trabajo del que
puede realizar, y mucho ms de lo que tiene que hacer, ampliado la
utilidad del saber otro tanto que su materia:ut omnium rerum, sic
litterarum quoque, intemperantia laboramus1397Y bien mirado es un
bien que, como todos los otros bienes de los hombres, encierra
mucha vanidad y debilidad, propios y naturales, y adems de caro
coste. Su adquisicin es mucho ms arriesgada que la de toda otra
comida o bebida, pues en todas las dems cosas lo que compramos
llevmoslo a nuestra casa en alguna vasija, y luego podemos examinar
su valor, cundo y a qu hora lo tomaremos, mas las ciencias no
podemos, en los comienzos, colocarlas en otro recipiente que
nuestra alma; las absorbemos al comprarlas, y salimos de la compra
inficionados o enmendados: las hay que no hacen sino empeorarnos y
recargarnos, en lugar de sustentarnos; y otras que, so pretexto de
curarnos, nos envenenan. Plceme el que algunos hombres, por
devocin, hagan voto de ignorancia, como de castidad, pobreza y
penitencia, pues es tambin castrar desordenados apetitos, enervar
el ansia que nos empuja al estudio de los libros y privar al alma
de esta voluptuosa -401- complacencia que nos cosquillea, mediante
la idea de la ciencia. Y es cumplir esplndidamente voto de pobreza
el juntar a ella la del espritu. Apenas si necesitamos una cantidad
exigua de doctrina para vivir satisfechos; Scrates nos ensea que
reside en nosotros, lo mismo que la manera de encontrarla y de
ayudarse con ella. Toda la capacidad nuestra que va ms all de la
natural es, o poco menos, vana y superflua, y mucho hemos
conseguido si no nos recarga y trastorna, ms bien que nos
sirve:paucis opus est litteris mentem bonam13981399 HYPERLINK
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. Estos son excesos febriles de nuestro espritu, instrumento
travieso e inquieto. Recogeos, y hallaris en vosotros los
argumentos verdaderos de la naturaleza contra la muerte, y los ms
propios a serviros en caso necesario: stos son los que hacen morir
a un campesino y a pueblos enteros, con igual firmeza que un
filsofo. Morira yo con tranquilidad menor antes de haber ledo las
Tusculanas? Creo que no; y cuando me supongo en el caso, veo que mi
lengua se enriqueci, pero mi vigor muy poco; ste persiste, cual la
naturaleza me lo forj, y se escuda cuando el conflicto llega con
marca original y comn: los libros me sirvieron no tanto de
instruccin como de ejercicio. Y qu decir si la ciencia intentando
armarnos con defensas nuevas contra los inconvenientes naturales,
imprimi ms bien en nuestra fantasa su grandeza y su peso que no las
razones y utilidades para resguardarnos? Son las suyas delicadezas,
con las cuales nos despierta frecuentemente con inutilidad cabal;
hasta los autores mismos ms slidos y prudentes, ved cmo en derredor
de un buen argumento van sembrando otros ligeros y, examinados bien
de cerca, sin cuerpo y vacos de sentido; argucias verbales que nos
engaan, mas en atencin a que pueden tilmente emplearse, no los
quiero desechar con todo rigor; en mi libro los hay de esta
condicin y en lugares diversos, que penetraron en forma de imitacin
o prstamo. As que, ha de cuidarse de no nombrar fuerza lo que no es
sino agradable, y slido a lo que no es ms que agudo, o bueno a lo
que no es ms que hermoso:quae magis gustata, quam potata,
delectant1400 HYPERLINK
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\l "N_1399_"
. Todo lo que place no es provechoso,ubi non ingenii, sed animi
negotium agiturViendo los esfuerzos que Sneca ejecuta para
prepararse a la muerte; vindole sudar de quebranto para
enderezarse, asegurarse y debatirse tan dilatado tiempo en este
suplicio, hubiera yo modificado la idea de su reputacin si muriendo
no la hubiese valientemente mantenido. Su agitacin tan ardorosa y
frecuente muestra su estado impetuoso -402- e hirviente (magnus
animus remissius loquitur, et securius...non est alius ingenio,
alius animo color1401A qu fin vamos armndonos merced a estos
esfuerzos de la ciencia? Miremos al suelo: a las pobres gentes que
por l vemos esparcidas, con la cabeza inclinada por la labor, que
desconocen a Aristteles y a Catn y que carecen de ejemplos y
preceptos. De estos saca naturaleza todos los das efectos de
firmeza y de paciencia ms puros y ms rgidos que los que tan
curiosamente estudiamos en las escuelas filosficas. Cuntos de entre
ellos veo yo diariamente que menosprecian la pobreza, cuntos que
desean la muerte, o que la soportan sin alarma ni afliccin! Ese que
cava mi huerta enterr esta maana a su padre o a su hijo. Los
nombres mismos con que designan las enfermedades dulcifican y
ablandan la rudeza de las mismas: la tisis es para ellos la tos; la
disentera, desviacin de estmago; la pleuresa es un resfriado: y
conforme las nombran dulcemente, as tambin las soportan. Preciso es
que sean bien dolorosas para que interrumpan su trabajo ordinario;
no guardan el lecho sino para morir.Simplex illa et aperta virtus
in obscuram et solertem scientiam versa est.1402Escriba yo esto
hacia la poca en que una recia carga de nuestros trastornos se
desencaden con todo su peso derecha sobre m, teniendo de una parte
los enemigos a mis puertas, y de otra los partidarios, enemigos
peores aun,non armis, sed vittiis certatur1403-403-Hostis adest
dextra laevaque a parte timendus,vicinoque malo terret utrumque
latus.1404
Guerra monstruosa! Las otras ocasionan lejos sus efectos; sta
contra s misma se roe y despedaza, mediante su propio veneno. Es de
naturaleza tan maligna y ruinosa que se derruye a s misma,
juntamente con todo lo dems y de rabia se desgarra y despedaza. Con
mayor frecuencia la vemos disolverse por s misma que por carencia
de alguna cosa necesaria o por la fuerza enemiga. Toda disciplina
la es ajena: viene a curar la sedicin, y de sedicin est repleta;
quiere castigar la desobediencia, y de ella muestra el ejemplo;
dedicada a la defensa de las leyes, se rebela contra las suyas
propias. Dnde, nos encontramos? Nuestra medicina encierra la
infeccin!
Nostre mal s'empoisonnedu secours qu'on luy donne.1405Exsuperat
magis, aegrescitque medendo.1406Omnia fanda, nefanda, malo permissa
furore,justificam nobis mentem avertere deorum.1407
En estas enfermedades populares pueden distinguirse en los
comienzos los sanos de los enfermos; mas cuando llegan a persistir,
como ocurre con la nuestra, todo el cuerpo social se resiente, la
cabeza lo mismo que los talones: ninguna pauta est exenta de
corrupcin, pues no hay aire que se aspire tan vorazmente ni que
tanto se extienda y penetre como la licencia. Nuestros ejrcitos no
se ligan ni sostienen sino por extrao concurso: con los franceses
no puede ya constituirse un cuerpo de armas ordenado y resistente.
Vergenza enorme! no hay ms disciplina que la que nos muestran los
soldados mercenarios. En cuanto a nosotros, conducmonos a nuestra
discrecin y no a la del jefe, cada cual segn la suya; cuesta
desvelos mayores hacer obedecer a los soldados que derrotar a los
enemigos: al que manda corresponde seguir, acariciar y
condescender, a l slo obedecer; todos los dems son libres y
disolutos. Me place ver cuanta cobarda y pusilanimidad hay en la
ambicin, por en medio de cuanta abyeccin y servidumbre, la precisa
llegar a su fin, pero me desconsuela el considerar a las
naturalezas honradas y capaces de justicia, corrompindose a diario
en el manejo y mando de esta confusin. El dilatado sufrimiento
engendra la costumbre, y sta el consentimiento -404- e imitacin.
Tenemos sobradas almas malvadas sin que inutilicemos las buenas y
generosas, y si por este camino continuamos, difcilmente quedar
nadie a quien confiar la salud de este Estado, en el caso en que la
fortuna nos la procure algn da:
Hunc saltem everso juvenem succurrere seclone prohibete!1408
Qu se hizo de aquel antiguo precepto, segn el cual, los soldados
ms han de temer a su jefe que al enemigo? y aquel maravilloso
ejemplo de que las historias nos hablan? Habindose encontrado un
manzano encerrado en el recinto del campo del ejrcito de Roma, las
tropas abandonaron el lugar, dejando al poseedor el nmero cabal de
sus manzanas, maduras y deliciosas. Bien quisiera yo que nuestra
juventud en lugar del tiempo que emplea en peregrinaciones menos
tiles y en aprendizajes menos honrosos, invirtiera la mitad en ver
la guerra por mar bajo las rdenes de algn buen capitn, comendador
de Rodas, y la otra mitad en reconocer la disciplina de los
soldados turcos, pues sta ofrece muchas diferencias y posee muchas
ventajas sobre la nuestra: nuestros soldados, se convierten en ms
licenciosos en las expediciones, all en ms retenidos y temerosos,
pues las ofensas y latrocinios ocasionados al pueblo menudo, que se
castigan a palos en la paz, se enmiendan en la guerra con la pena
capital; por el hurto de un huevo se suministran a cuenta fija
cincuenta estacazos, y por cualquiera otra cosa, por ligera que
sea, innecesaria para la manutencin, se los empala o decapita en el
acto. Me admir en la historia de Selim, el conquistador ms cruel
que haya jams existido, ver que cuando subyug el Egipto, los
hermosos jardines que circundan la ciudad de Damas, abiertos como
estaban de par en par y en tierra conquistada, puesto que su
ejrcito campaba en el lugar mismo, salieran vrgenes de entre las
manos de los soldados, porque no haban recibido orden de
saquearlos.
Pero hay algo en nacin alguna que valga ser combatido con una
droga tan mortal? No, deca Favonio, ni siquiera la usurpacin de la
posesin tirnica de una repblica. Platn, de la propia suerte, no
consiente que se violente el reposo de su pas para curarlo, ni
acepta la enmienda que todo lo trastorna y pone en riesgo, y que
cuesta la sangre la ruina de los ciudadanos. El oficio de todo
hombre de bien en estos casos, ordena dejarlo todo como est;
solamente hay que rogar a Dios para que concurra con su mano
poderosa. Este filsofo parece condenar a Din, su grande amigo, por
haberse algo apartado de tales vas. Y -405- si Platn debe ser
puramente rechazado de nuestro cristiano consorcio, l, que por la
sinceridad de su conciencia mereci para con el favor divino
penetrar tan adentro en la cristiana luz, al travs de las tinieblas
pblicas del mundo de su tiempo (no creo que procedamos bien
dejndonos instruir por un pagano), cunta impiedad no supondr el no
aguardar de Dios ningn socorro simplemente suyo y sin nuestra
cooperacin. Con frecuencia dudo si entre tantas gentes como se
mezclan en el tumulto, se encontr ninguno de entendimiento tan dbil
a quien a sabiendas se le haya persuadido de que caminaba a la
reforma por la ltima de las deformaciones; que tiraba hacia su
salvacin por las ms expresas causas que poseamos de condenacin
infalible; que derribando el gobierno, el magistrado y las leyes,
bajo cuya tutela Dios le coloc, desmembrando a su madre y arrojando
los pedazos para que los roan a sus antiguos enemigos, llenando de
odios parricidas los esfuerzos fraternales, llamando en su ayuda a
los demonios y a las furias, pudiera procurar socorro a la
sacrosanta dulzura y justicia de la ley divina. La ambicin, la
avaricia, la crueldad, la venganza, carecen de impetuosidad tan
propia y natural; cebmoslas y atizmoslas con el glorioso dictado de
justicia y devocin. Ningn estado de cosas ms detestable puede
imaginarse que aquel en que la maldad viene a ser legtima, y a
adoptar con el consentimiento del magistrado el aspecto de la
virtud:nihil in speciem fallacius, quam prava religio, ubi deorum
numen praetenditur sceleribus1409Con ello el pueblo sufre
profundamente, y no slo los males presentes,
Undique totisusque adeo turbatur agris1410
sino tambin los venideros: los vivos con ello padecieron, y
tambin los que an no eran nacidos; se le saque, y a m por
consiguiente, hasta la esperanza, arrebatndole cuanto posea para
aprestarse a la vida por dilatados aos:
Quae nequeunt secum ferre aut abducere, perdunt;et cremat
insontes turba scelesta casas.Muris nulla fides, squalent
populatibus agri.1411
A ms de esta sacudida, estos desastres ocasionaron en -406- m
otros: corr los peligros que la moderacin acarrea en enfermedades
tales: fui despojado por todas las manos; para el gibelino era yo
gelfo, y para el gelfo gibelino: alguno de entre nuestros poetas
explica bien este fenmeno, pero no recuerdo dnde. La situacin de mi
casa y el contacto con los hombres de mi vecindad, mostrbanme de un
partido; mi vida y mis acciones de otro. No se me presentaban
acusaciones concretas, porque no haba dnde morder. Nunca esquivo yo
las leyes, y quien hubiera intentado el examen de mi conducta, me
habra debido el resto: todo eran sospechas mudas, que corran bajo
cuerda, a las cuales nunca falta apariencia en medio de un tan
confuso baturrillo; como tampoco se echan de menos espritus ineptos
o envidiosos. Ordinariamente ayudo yo a las presunciones injuriosas
que la fortuna siembra contra m, por la costumbre, que de antiguo
practico siempre, de huir el justificarme, excusarme o explicar mis
actos. Considerando que es comprometer mi conciencia
defenderla;perspicuitas enim argumentatione elevatur1412Sit mihi,
quod nunc est, etiam minus; et mihi vivamquod superest aevi, si
quid superesse volent di1413
mas las prdidas que me sobrevienen por ajena injuria, ya
consistan en latrocinio o violencia, me ocasionan casi igual duelo
que a un hombre enfermo y atormentado por la avaricia. La ofensa,
sin ponderacin, es ms amarga que la prdida. Mil diversas suertes de
desdichas se desencadenaron sobre m, unas tras otras: yo las
hubiera ms gallardamente soportado en torbellino.
Y pens ya, de entre mis amigos, a quien encomendara una vejez
indigente y cada: despus de haber paseado mis ojos por todas
partes, me encontr en camisa. Para -407- dejarse caer a plomo y de
tan alto, preciso es que sea entre los brazos de una afeccin slida,
vigorosa, con recursos de fortuna, y as son raras, si es que las
hay. En fin, conoc que lo ms seguro era fiar a m mismo de m y de mi
necesidad; y si me suceda caer framente en la gracia de la fortuna,
recomendarme ms fuertemente a la ma, sujetarme y mirar ms de cerca
a m propio. En todas las cosas se lanzan los hombres en los extraos
apoyos para economizar los propios, solos ciertos y poderosos para
quien de ellos sabe armarse: cada cual corre a otra parte y a lo
venidero, tanto ms cuanto que ninguno lleg a s mismo. Y me convenc
de que todos aqullos eran inconvenientes provechosos, puesto que,
en primer lugar, a los malos discpulos hay que amonestarlos a
latigazos cuando la razn no basta a enderezarlos, como por el fuego
y violencia de los recodos conducimos a su derechura una tabla
torcida. Yo que me predico hace tanto tiempo el mantenerme en mi y
separarme de las cosas extraas, sin embargo, todava vuelvo los ojos
de lado; la inclinacin, una palabra favorable de un grande, un
semblante grato me tientan. Dios sabe si de estas cosas hay alta
caresta y el sentido que encierran! Resuenan an en mis odos, sin
que yo frunza el entrecejo, los sobornamientos que se me hacen para
sacarme al mercado pblico, y de ellos me defiendo tan blandamente
que parece como si se sufriera de mejor grado ser vencido. Ahora
bien, un espritu tan indcil precisa el palo; y hase menester
remachar y juntar a recios mazazos esta barca que se desprende y
descose, que se escapa y desva de s misma. En segundo lugar,
consideraba que este accidente me servira de ejercitacin para
prepararme a peores cosas, si yo, que por el beneficio de la
fortuna y por la condicin de mis costumbres aguardaba ser de los
ltimos, llegaba a ser de los primeros, atrapado por esta tormenta,
instruyndome temprano a moderar mi vida y a ordenarla para un nuevo
estado. La libertad verdadera es poderlo todo sobre s
misino:potentissimus est, qui se habet in potestate1414Dudo si
puedo honradamente confesar a cun vil precio del reposo y
tranquilidad de mi vida pas ms de la mitad en la ruina de mi pas.
Revstome fcilmente de paciencia en los accidentes que no recaen
directamente sobre m, y para lamentarme de stos, considero no tanto
lo que se me quita como lo que me fue dable salvar, dentro y fuera.
Existe cierta consolacin en esquivar ya unos, ya otros, de entre
los males que nos acechan constantemente y ocasionan vctimas en
nuestro derredor; as en materia de intereses pblicos, a medida que
mi atencin est ms universalmente extendida, va debilitndose; adems
es a medias verdad aquello detantum ex publicis malis sentimus,
quantum ad privatas res pertinet1415As, pues, este derrumbamiento
me anim ms que me aterr, auxiliado por mi conciencia, que se
condujo no ya slo sosegadamente, sino con altivez, y no encontraba
motivo de lamentarme de m propio. Como Dios nunca enva ni los males
ni los bienes absolutamente puros a los hombres, mi salud se
condujo a maravilla en aquel tiempo, muy por cima de lo ordinario;
y as como sin ella de todo soy incapaz, pocas son las cosas que con
ella no estn a mi alcance. Procurome medio de despertar todas mis
provisiones y de llevar la mano al socorro de la herida que, se
hubiera complicado sin el pronto remedio. Con estos recursos -409-
ca en la cuenta de que todava era capaz de algn empuje contra la
adversidad y de que para hacerme perder el equilibrio era necesario
un fuerte enfoque. Y no lo digo por irritarla para que me sacuda
una carga ms vigorosa; soy su servidor, la tiendo mis manos y pido
a Dios que se conforme con su obra realizada. Qu si siento yo sus
asaltos? Ya lo creo! Como aquellos a quienes la tristeza confunde y
posee se dejan sin embargo acariciar por algn placer y una sonrisa
les escapa, as yo tengo bastantes fuerzas sobre m para convertir mi
estado ordinario en tranquilo, descargndolo de fantasas dolorosas;
pero me dejo, no obstante, sorprender de cuando en cuando por las
mordeduras de sus pensamientos ingratos que me avasallan, mientras
me armo para expulsarlos o para luchar con ellos.
He aqu otra agravacin de males que me acos despus de los otros:
fuera y dentro de mi casa fui acogido por una epidemia vehemente,
como cualquiera otra mortfera, pues as como los cuerpos sanos estn
expuestos a enfermedades, tanto ms graves cuanto que slo por ellas
pueden ser avasallados, as mi aspecto saludabilsimo en que ninguna
memoria de contagio (bien que a veces estuviera cercano) haba
logrado arraigar, llegando a envenenarse, produjo en m extraos
efectos,
Mista senum et juvenum densantur funera; nullumsaeva caput
Proserpina fugit1416
hube de sufrir la graciosa condicin de que hasta la vista de mi
propia casa me ocasionara espanto; todo cuanto en ella haba, sin
custodia estaba y a la merced de los que lo codiciaban. Yo, que soy
tan hospitalario, me vi en la dolorossima situacin de buscar un
retiro para mi familia; una familia extraviada que amedrentaba a
sus amigos y a s misma se meta miedo y horror, donde quiera que
pensaba establecerse: habiendo de mudar de residencia, tan luego
como uno del squito empieza a sentir dolor en la yema de un dedo,
todas las enfermedades son consideradas como la peste; carcese de
la necesaria tranquilidad de espritu para reconocerlas. Y lo bueno
del caso es que segn los preceptos de la medicina ante todo peligro
que se nos acerca hay que permanecer cuarenta das abocado al mal:
la fantasa ejerce entonces su papel y febriliza vuestra salud
misma. Todo esto me hubiera mucho menos afectado si no hubiese
tenido que lamentarme del dolor ajeno, pues durante seis meses tuve
que servir de gua miserablemente a la caravana. Mis preservativos
personales, que siempre me acompaan, son la resolucin y el
sufrimiento. La aprensin -410- apenas me oprime, y es lo que ms se
teme en este mal; y si encontrndome solo a l me hubiera resignado,
habra ejecutado una huida ms gallarda y ms apartada: muerte es sta
que no me parece de las peores, comnmente corta, de
atolondramiento, exenta de dolor, por la condicin pblica consolada,
sin ceremonias, duelos ni tumultos. En cuanto a las pobres gentes
de los contornos la centsima parte viose de salvacin
imposibilitada:
Videas desertaque regnapastorum, et longe sallus lateque
vacantes.1417
En este lugar la parte de mis rentas es anual; la tierra que
cien hombres para m trabajaban qued por largo tiempo sin
cultivo.
Qu ejemplos de resolucin no vimos por entonces en la sencillez
de todo aquel pueblo? Generalmente cada cual renunciaba al cuidado
de la vida: las vides permanecan intactas en los campos, cargadas
de su fruto, que es la principal riqueza del pas; todos,
indistintamente, preparaban y aguardaban la muerte para la noche o
el da siguiente, con semblante y voz tan libres de miedo que
habrase dicho que todos estaban comprometidos a esta necesidad, y
que la condenacin, era universal e inevitable. Y siempre es as;
pero de cun poca cosa depende la firmeza en el sucumbir! La
distancia y diferencia de algunas horas, la sola consideracin de la
compaa, convirtennos en diverso su sentimiento. Ved aqu unos
cuantos: porque sucumben en el mismo mes nios, jvenes y viejos,
nada ya acierta a transirlos, las lgrimas se agotaron en sus ojos.
Algunos vi que teman quedarse atrs, como en una soledad horrible;
slo por las sepulturas se inquietaban, porque les contrariaba el
ver los cuerpos en medio de los campos, a merced de las bestias que
incontinenti los poblaron. Cun las fantasas humanas son
encontradas! Los neoritas, pueblo que Alejandro subyug, arrojaban
los cadveres en lo ms intrincado de sus bosques para que fueran
devorados: era el solo sepulcro que entre ellos fuera dignamente
considerado. Tal individuo encontrndose sano cavaba ya su huesa;
otros se tendan en ella vivos an, y uno de mis jornaleros en sus
manos y sus pies acerc a s la tierra en la agona. No era esto
abrigarse para dormir ms a gusto, con arrojo en altitud parecido al
de los soldados romanos a quienes se encontr despus de la jornada
de Canas con la cabeza metida en agujeros que ellos mismos haban
hecho, y colmado con sus manos para ahogarse? En conclusin, todo un
pueblo se lanz de sbito por costumbre en un trance que nada cede en
rigidez a ninguna resolucin estudiada y meditada.
-411-Casi todas las instrucciones que la ciencia posee para ms
aparatosas que efectivas, y sirven ms de ornamento que de fruto.
Abandonamos la naturaleza y queremos ensearla la leccin, siendo as
que nos conduca tan segura y felizmente; y sin embargo, las huellas
de su instruccin y lo escaso que merced a la ignorancia queda de su
imagen sellado en la vida de esa turba rstica de hombres toscos, la
ciencia misma se ve obligada todos los das a pedrselo prestado para
con ello fabricar un patrn al uso de sus discpulos, de constancia,
tranquilidad e inocencia. Hermoso es ver que los urbanos, repletos
de tan lindos conocimientos, tengan que imitar esa torpe
simplicidad, e imitarla en las acciones ms elementales de la
fortaleza; y que nuestra sapiencia aprenda de los animales mismos
las ms tiles enseanzas aplicables a las ms grandes y necesarias
partes de nuestra vida: a la manera de vivir y morir, cuidar de
nuestros bienes, amar y educar a nuestros hijos y ejercer la
justicia: singular testimonio de la enfermedad humana; y que esta
razn que se maneja a nuestro albedro encontrando siempre alguna
diversidad y novedad no deje en nosotros rasgo visible de la
naturaleza; de ella hicieron los hombres como los perfumistas del
aceite: sofisticronla con tantos argumentaciones y discursos trados
de fuera, que se troc en variable y particular a cada cual, y perdi
su carcter propio constante y universal, precisndonos as buscar el
testimonio de los brutos, no sujeto a favor ni a corrupcin, ni
tampoco a diversidad de opiniones; pues es bien cierto que ellos
mismos no siguen invariablemente la senda de la naturaleza; pero la
parte donde se desvan es tan pequea, que siempre advertiris la
traza: de la propia suerte que los caballos que se conducen a la
mano, si bien pegan botes y van de aqu para all, siempre se
mantienen sujetos por la brida y siguen constantemente el paso de
quien los gua, y como el halcn toma vuelo, pero sujeto por su
fiador.Exslia, tormenta, bella, morbos, naufragia meditare... ut
nullo sis malo tardi.14181419 HYPERLINK
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\l "N_1418_"
Para qu nos sirve esa curiosidad de prever todos los accidentes
de la humana naturaleza y el prepararnos con dolor tanto contra
aquellos mismos que acaso no han de llegarnos?Parem passis
tristitiam facit, pati posse?Curis acuens mortalia corda1420
sera una lstima el que una parte de su magnitud escapase a
nuestro sentimiento y conocimiento.
Verdad es que a casi todos la preparacin a la muerte no procurar
mayor tormento que el sufrirla. Con verdad fue dicho en lo antiguo,
y por un autor muy juicioso:Minus afficit sensos fatigatio, quam
cogitatio.1421Incertam frustra, mortales, funeris horamquaeritis,
et qua sit mors aditura via.Poena minor, certam subito perferre
ruinam;quod timeas, gravius sustinuisse diu.1422
Con el cuidado de la muerte trastornamos la vida: sta nos enoja,
aqulla nos asusta, y no es la muerte contra lo que nos -413-
preparamos, sta es cosa sobrado momentnea; un cuarto de hora de
padecimiento, sin consecuencia y sin dao, no merece preceptos
particulares: a decir verdad, preparmonos contra los preparativos a
la muerte. La filosofa nos ordena tener aqulla constantemente ante
nuestros ojos, preverla y considerarla antes de tiempo, y nos
suministra adems las reglas y precauciones para proveer a lo que
esta previsin y este pensamiento nos hieren: as proceden los
mdicos, que nos lanzan en las enfermedades a fin de procurar empleo
a sus drogas y a su arte. Si no supimos, vivir, es injusto
ensearnos a morir, deformando as la unidad de nuestra existencia:
si supimos vivir con tranquilidad y constancia, sabremos morir lo
mismo. Alabaranse cuanto quieran,tota philosophorum vita
commentatio mortis est1423Juzgadas por su utilidad y por su verdad
ingenua, las lecciones de la sencillez apenas ceden a las que la
doctrina vivir, nos pregona; por el contrario. Los hombres difieren
en sentimientos y en fuerzas, precsales por tanto ser conducidos al
bien, segn ellos, por caminos diversos.
Quo me cumque rapit tempestas, deferor hospes.1424
Nunca vi a los campesinos de mi vecindad entrar en meditacin
sobre el continente y la firmeza con que soportaran esta hora
postrera: naturaleza los ensea a no pensar en la muerte sino es
cuando dejan de existir, y entonces adoptan mejor postura que
Aristteles, para el cual es doble suplicio el acabar, primero por
esto mismo, y luego por la premeditacin; por eso Csar pensaba que
la menos prevista muerte era la ms dichosa y la ms ligera:Plus
dolet, quam necesse est, qui ante dolet, quam necesse est.14251426
HYPERLINK
"http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/ensayos-de-montaigne--0/html/fefb17e2-82b1-11df-acc7-002185ce6064_143.html"
\l "N_1425_"
El agrior de este pensamiento nace de nuestra curiosidad: as nos
embarazamos siempre, queriendo adelantar y regentar las cosas
naturales. Slo a los doctores incumbe el comer de mala gana
hallndose sanos, y el hacer pucheritos ante la imagen de la muerte:
el comn de las gentes no tiene necesidad de remedio ni de consuelo
sino cuando -414- llegan el choque y el golpe, y lo consideran
nicamente cuando lo sufren. No es esto palmaria prueba de lo que
decimos, o sea que la estupidez y falta de aprensin del vulgo
procranle la paciencia para los males presentes y la despreocupacin
intensa de los siniestros accidentes venideros? Qu su alma por ser
ms crasa y obtusa es menos penetrable y agitable? Dios nos valga!
Si as es en efecto pongamos desde ahora escuela de torpeza: es el
extremo fruto que las ciencias nos prometen, al cual aqulla tan
dulcemente conduce a sus discpulos. No nos faltan regentes eximios,
intrpretes de la natural sencillez; Scrates ser uno de ellos, pues
a lo que se me acuerda habla sobre poco ms o menos en este sentido
a los jueces que deliberan de su vida: Temo, seores, si os ruego
que no me hagis morir, caer en la delacin de mis acusadores, la
cual se fundar en que yo alardeo de ms entendido que los otros,
como poseedor de alguna nocin ms oculta de las cosas que estn por
cima y por bajo de nosotros. Yo s que no he frecuentado ni
reconocido la muerte, ni a nadie vi tampoco que experimentara sus
cualidades para instruirme. Los que la temen presuponen conocerla:
en cuanto a m, no s ni lo que es, ni cul sea su obra en el otro
mundo. Quizs sea la muerte cosa indiferente, quizs deseable. Hay
motivo para creer, sin embargo, en el caso de que sea una
transmigracin de un lugar a otro, que se encuentra mejora yendo a
vivir con tan grandes personajes muertos, y hallndose libre de
tener que ver con jueces injustos y corrompidos: si es un
aniquilamiento de nuestro ser, todava es mejor el entrar en una
noche dilatada y apacible; nada sentimos tan dulce en la vida como
un reposo y un sueo tranquilos y profundos, sin soaciones. Las
cosas que yo reconozco malas, como el ofender al prjimo y el
desobedecer a un superior, sea Dios, sea hombre, las evito
cuidadosamente: aquellas que, desconozco, si son buenas o malas, no
me sera dable temerlas. Si yo muero y os dejo en vida, slo los
dioses vern quin de entre vosotros y yo andar mejor. De modo que,
por lo que a m toca, ordenaris lo que os plazca. Mas conforme a mi
manera de aconsejar las cosas justas y tiles, hago bien al insinuar
que en provecho de vuestra conciencia procederis mejor concedindome
la libertad, si no veis con mayor claridad que yo en mi causa; y
juzgando en vista de mis acciones pasadas, privadas y pblicas,
conforme a mis intenciones y segn el fruto que alcanzan todos los
das de mi conversacin tantos ciudadanos jvenes y viejos, y, el
beneficio que a todos os hago, no podis, obrando en justicia,
desentenderos de mis merecimientos, sino ordenando que sea
sostenido en razn de mi pobreza en el Pritaneo, a expensas del
erario publico, lo cual he visto con motivos menores que habis
-415- concedido a otros. No achaquis a testarudez o menosprecio el
que, segn costumbre, yo no vaya suplicndoos y movindoos a
conmiseracin. No habiendo sido engendrado, como dice HomeroNo es
sta una defensa infantil, de una elevacin inimaginable, verdadera,
franca y justa por cima de todo encomio, y empleada en un duro
trance? En verdad fue razn que la prefiriese a la que aquel gran
orador Lisias haba escrito para l, excelentemente modelada al
estilo judicial, pero indigna de un criminal tan noble. Cmo era
posible que de la boca de Scrates hubieran surgido palabras
suplicantes? Aquella virtud soberbia haba de rebajarse en ms recio
de su expansin? Su naturaleza rica y poderosa hubiera podido
encomendar al arte su defensa, y en la ms suprema experiencia
renunciado a la verdad y a la ingenuidad, ornamentos de su hablar,
para engalanarse con el artificio de las figuras simuladas de una
oracin aprendida? Obr prudentsimamente y segn l al no corromper un
tenor de vida incorruptible y una tan santa imagen de la humana
forma para dilatar un ao ms su decrepitud traicionando la inmortal
memoria de un fin glorioso. Deba su vida no a s mismo, sino al
ejemplo del mundo: no sera lastimoso que hubiera acabado de manera
ociosa y obscura? Por cierto, una tan descuidada y blanda
consideracin de su fin mereca que la posteridad la retuviera -416-
como tanto ms meritoria para l; y as lo hizo, nada hay en la
justicia tan justo como lo que el acaso orden para su recomendacin,
pues los atenienses abominaron de tal suerte a los que fueron causa
de la muerte del filsofo, que se hua de ellos cual de gentes
excomulgadas; tenase por infestado cuanto haban tocado; nadie se
baaba con ellos, ninguno los saludaba ni se les acercaba, hasta que
al fin, no pudiendo ms tiempo soportar este odio pblico, todos se
ahorcaron voluntariamente.
Si alguien estima que entre tantos otros ejemplos como hubiera
podido escoger en los dichos de Scrates para el servicio de mis
palabras, hice mal en elegir al citado, juzgando que este discurso
se eleva por cima de las comunes opiniones, sepa que lo hice a
sabiendas, pues yo juzgo de distinto modo, y tengo por cierto que
es una oracin en ingenuidad y en rango muy atrs y muy por bajo de
las ideas ordinarias. Representa un arrojo limpio de todo
artificio; la seguridad propia de la infancia; la impresin
primitiva y pura; creble es que naturalmente temamos el dolor; mas
no la muerte a causa de ella misma: es una parte de nuestro ser no
menos esencial que la vida. A qu fin naturaleza haba de engendrar
en nosotros el odio y el horro del sucumbir, puesto que nuestra
desaparicin la es de utilidad grandsima, para alimentar la sucesin
y vicisitud de sus obras, y puesto que en esta repblica universal
sirve la muerte ms de nacimiento y propagacin que de prdida y de
ruina?
Sic rerum summa novatur1427Mille animas una necata dedit1428
el acabamiento de una vida es el trnsito de mil otras
existencias. Naturaleza imprimi en los brutos el cuidado de ellos y
de su conservacin: llegan a temer su empeoramiento, el tropezar, el
herirse, ser atados y sujetos, que nosotros los encabestramos e
inoculamos, accidentes sujetos a sus instintos y sentidos; pero que
los maternos no pueden temerlo, ni tampoco poseen la facultad de
representarse la muerte; de tal modo que, al decir de algunos, se
les ve no slo sufrirla alegremente (casi todos los caballos
relinchan al morir, los cisnes cantan), sino adems buscarla cuando
la apetecen, como acreditan muchos ejemplos entre los
elefantes.
A ms de lo dicho, la manera de argumentar que en este caso
Scrates emplea no es igualmente admirarle en sencillez y en
vehemencia? En verdad es mucho ms fcil el hablar como Aristteles y
el vivir como Csar, que no el vivir y el hablar como Scrates: aqu
tiene su asiento el -417- ltimo grado de perfeccin y dificultad; el
arte no puede alcanzarlo. Ahora bien, nuestras facultades estn as
enderezadas, nosotros no las experimentamos ni las conocemos; nos
investimos con las ajenas y dejamos reposar las nuestras; lo propio
que alguien podra decir de m que amonton aqu una profusin de
extraas flores, no proveyendo de mi caudal sino el hilo que las
sujeta.
Y, en efecto, ya conced a la pblica opinin que estos adornos
prestados me acompaan, mas entiendo que ni me cubren ni me tapan:
muestran lo contrario de mi designio, que no quiere ensear sino lo
propio, lo que por naturaleza me pertenece; de seguir mi primera
voluntad, en toda ocasin habra hablado solo, pura y llanamente.
Todos los das me cargo con nuevas flores, apartndome de mi idea
primera, siguiendo los hbitos del siglo, y entreteniendo mis ocios.
Si esto a m me sienta mal, como as lo creo, nada importa; a alguien
puede serle til. Tal alega Platn y Homero, que jams los vio, ni por
el forro, y yo he tomado bastantes versos y presas en lugar
distinto de las fuentes. Sin fatiga ni capacidad, teniendo mil
volmenes en derredor mo, en este lugar donde escribo, cogera ahora
mismo, si me viniera en ganas, una docena de tales zurcidos, gentes
que apenas hojeo, con qu esmaltar el tratado de la fisonoma: no
precisaba sino la epstola preliminar de un alemn para rellenarme de
alegaciones. Y con esto vamos mendigando una gloria golosa con que
engaar al mundo estulto! Estas empanadas de lugares comunes con que
tantas gentes economizan su estudio, apenas sirven para asuntos
comunes, y slo para mostrarnos, no para conducirnos: fruto ridculo
de la ciencia, que Scrates censura tan graciosamente en Eutidemo.
Yo he visto fabricar de libros de cosas jams estudiadas ni
entendidas; el autor encomienda a varios de sus amigos eruditos el
rebusco de esta o la otra materia para edificarlo, y se contenta
por su parte con haber concedido el designio y ligado con su
industria el haz de provisiones desconocidas: a lo menos el papel y
la tinta le pertenecen. Esto se llama, en conciencia, comprar o
pedir prestado un volumen, no hacerlo; es ensear a las gentes, no
que se sabe hacer un libro, sino lo que acaso pudieran dudar: que
no se sabe hacer. Un presidente se alababa, yo le o, de haber
amontonado doscientos y tantos lugares extraos en una de sus
sentencias presidenciales: predicndolo borraba la gloria que se le
tributaba: pusilnime y absurda vanidad, a mi ver, tratndose de un
tal asunto y de una tal persona! Yo hago todo lo contrario, y entre
tantas cosas prestadas, es muy de mi gusto poder disfrazar alguna,
deformndola, para convertirla a un servicio nuevo: exponindome a
que decirse pueda que fue por inteligencia de su natural sentido,
la imprimo alguno particular, modelado con mi nano, a fin de -418-
que sea menos puramente extrao. Aqullos hacen ostentacin de sus
latrocinios, por eso les son perdonados ms que a m; nosotros, hijos
de la naturaleza, estimamos que haya incomparable preferencia entre
el honor de la invencin y el de la alegacin.
Si de cientfico hubiera yo querido echrmelas, habra hablado ms
temprano; habra escrito en tiempo ms vecino al de mis estudios,
cuando disfrutaba viveza mayor de espritu y memoria, confiando ms
en el vigor de esta edad que en el actual, de querer ejercer
profesin literaria. Y qu decir si este gentil favor que el acaso me
procur antao, ofrecido por mediacin de esta obra, hubiera acertado
a salir a mi encuentro en aquel tiempo de mis verdes aos, en lugar
del actual, en que es igualmente deseable de poseer que presto a
perder? Dos de mis conocimientos, grandes hombres en esta facultad,
perdicin a mi entender la mitad, por haberse opuesto a sacarse a
luz a los cuarenta aos para aguardar a los sesenta. La madurez
tiene sus inconvenientes, como el verdor, y aun peores; la vejez es
tan inhbil a esta suerte de trabajo como a cualquier otro:
quienquiera que en su decrepitud se violenta, comete una locura si
aguarda a expresar con ella humores que no denuncien la desdicha,
el ensueo y la modorra; nuestro espritu se constrie y embota
envejeciendo. Yo declaro pomposa y opulentamente la ignorancia, y
la ciencia de manera flaca lastimosa; sta, accesoria y
accidentalmente; aqulla, de modo expreso y principal; y de nada
trato concretamente si no es de la nada, ni de ninguna ciencia, si
no es de la carencia de ella. Escog el tiempo en que mi vida, que
retrato, la tengo toda delante de m; la que me queda es ms bien
muerte que vida: y de mi muerte, si como algunos habladora la
encontrara, comunicarala tambin a las gentes, desalojndola.
Scrates fue un ejemplar perfecto en toda suerte de grandes
cualidades. Me desconsuela que su figura y su semblante fueran tan
ingratos como dicen y tan poco en armona con la hermosura de su
alma. Con un hombre tan enamoradamente loco de la belleza, la
naturaleza no fue justa. Nada hay tan verosmil como la conformidad
y relacin entre el cuerpo y el espritu.Ipsi animi, magni re.fert,
quali in corpore locati sint; multa enim e corpore exsistunt, quae
acuant mentem; multa, quae obtundant.1429No acertara nunca a
repetir de sobra, cunto idolatro la belleza, calidad suprema y
poderosa. Scrates la llamaba breve tirana; y Platn, privilegio de
naturaleza. Nada hay en la vida que en predicamento lo sobrepuje:
en el comercio de los hombres ocupa el primer rango; mustrase antes
que todo, seduce y preocupa nuestro juicio con poderoso imperio e
impresin maravillosa. Frin perda su proceso, que estaba en manos de
un abogado excelente, si abriendo su tnica no hubiera corrompido a
sus jueces con el resplandor de su hermosura; y yo creo que Ciro,
Alejandro y Csar, aquellos tres soberanos del mundo, no la echaron
en olvido en sus grandes empresas, como tampoco el primer Escipin.
Una misma palabra abraza en griego lo bello y lo bueno; y el
Espritu Santo llama a veces buenos a los que quiere nombrar
hermosos. Yo colocara de buen grado el rango de los bienes conforme
el cantar, que Platn dice haber odo al pueblo, tomado de algn
antiguo poeta: la salud, la hermosura y la riqueza. Aristteles
escribe que a los buenos pertenece el derecho de mandar, y que
cuando hay alguno cuya belleza toca en los confines de lo celeste,
la veneracin le es en igual grado debida: a quien lo interrogaba
por qu se frecuentaba ms y ms dilatadamente a los hermosos: Esa
pregunta, deca, no debe hacerla sino un ciego. La mayor parte de
los filsofos y los grandes pagaron su aprendizaje y adquirieron la
sabidura por mediacin y favor de su belleza. No slo en las gentes
que me sirven, sino en los animales tambin, la considero a dos
dedos de la bondad.
Parceme, sin embargo, que ese sello y conformidad del semblante,
y esos lineamientos por los cuales se argumentan algunas internas
complexiones, como tambin nuestra fortuna venidera, es cosa que no
se aviene muy directa y naturalmente con el captulo de la belleza o
la fealdad, como tampoco todo buen olor y tranquilidad de aspecto
prometen la salud, ni toda pesantez y pestilencia, la infeccin
-420- en tiempo de epidemias. Los que acusan a las damas de
contradecir con sus costumbres su belleza, no siempre estn en lo
cierto, pues en una faz cuyo conjunto no inspira cabal confianza,
puede haber algn rasgo de probidad y crdito; y al contrario, a
veces le yo entre dos hermosos ojos las amenazas de una naturaleza
maligna y peligrosa. Hay fisonomas que inspiran confianza; as, en
medio de una multitud de enemigos victoriosos, elegiris al punto
entre hombres desconocidos uno ms bien que otro a quien entregaros
y fiar vuestra vida, y no precisamente por la consideracin de su
belleza.
La cara es dbil prueba de bondad, pero merece, sin embargo,
alguna consideracin: y si yo tuviera que azotarlos, sera ms cruel
con los malos, los cuales desmienten y traicionan las promesas que
naturaleza plantara en su frente; castigara ms rudamente la malicia
encubierta con apariencias de bondad. Dirase que hay algunos
semblantes dichosos y otros desdichados; yo entiendo que puede
haber algn arte para distinguir las fisonomas bondadosas de las
simples, las severas de las duras, las maliciosas de las
malhumoradas, las desdeosas de las melanclicas, y semejantes
cualidades vecinas. Bellezas hay no slo altivas, sino ingratas;
otras, dulces, y otras inspidas, de puro azucaradas: en cuanto a lo
de averiguar lo venidero por el semblante cosa es que dejo
indecisa.
Yo adopt, como dijo en otra parte, en toda su simplicidad y
crueldad, por lo que a mi individuo se refiere, el principio
antiguo que dice: Jams podremos engaarnos de seguir la senda deo
naturaleza; y que el soberano precepto es: Conforme con ella. No
correg, cmo Scrates, con la fuerza de mi razn mis complexiones
naturales, y en manera alguna por arte alter mi inclinacin: yo me
dejo llevar tal y conforme vine; nada combato; las partes que me
componen viven por s mismas en sosiego y buena armona; pero la
leche de mi nodriza fue, a Dios gracias, medianamente sana y
atemperada. Osar decirlo de paso? que veo tener en mayor estimacin
de lo que realmente vale (y casi slo entre nosotros se ve esta
usanza) cierta imagen escolstica de hombra de bien, sierva de los
preceptos, agarrotada entre la esperanza y el temor. Yo la amo, no
como las religiones la hacen, sino como la completan y autorizan
que se sienta con fuerzas para sostenerse sin ayuda; en nosotros
engendrada por la semilla de la razn universal, sellada en todo
hombre no desnaturalizado. Esa razn que liberta a Scrates de su
vicioso resabio, convirtele en obediente a los hombres y a los
dioses que gobernaban su ciudad, vigorizndole en la muerte, no
porque su alma es inmortal, sino porque l es inmortal. Instruccin
ruinosa para todo rgimen poltico, y mucho ms perjudicial que
ingeniosa y sutil la que persuade a los -421- pueblos que las
creencias religiosas bastan por s solas, sin el apoyo de las
costumbres, para contentar a la divina justicia! La costumbre nos
hace ver una distincin enorme entre la devocin y la conciencia.
Yo muestro un aspecto favorable, lo mismo en apariencia que en
interpretacin,
Quid dixi, habere me? Imo habui, Chreme1430Heu! tantum attriti
corporis ossa vides1431
lo cual produce un efecto contrario al que Scrates
experimentaba. Con frecuencia me aconteci que por la sola
recomendacin de mi presencia y de mi aspecto, personas que de m no
tenan noticia alguna, confiaron luego grandemente, sea en sus
propios negocios, o bien en algo que con los mos se relacionara; y
en los pases extranjeros alcanc de esta circunstancia ventajosa
servicios raros y singulares. Pero estas dos experiencias valen la
pena, a mi ver, que las relate particularmente. Un qudam deliber en
una ocasin sorprender mi casa y a la vez sorprenderme; el arte que
para ello emple, consisti en llegar solo a mi puerta con alguna
premura de franquearla. Yo lo conoca de nombre, y haba tenido
ocasin de fiarme de l como de mi vecino, y en algn modo como de mi
aliado, e hice que la abrieran, como a todo el mundo. Hele aqu todo
asustado, con su caballo desalentado y fatigadsimo, que me dispara
esta fbula: que acababa de tropezar a una media legua de la casa
con un enemigo, a quien yo tambin conoca, habiendo odo tambin
hablar de la querella que los separaba, el cual lo haba hecho huir
a ua de caballo; y que como fuera sorprendido ms dbil en nmero, se
ha lanzado a mi puerta para salvarse; aadi que la situacin de sus
gentes le ocasionaba gran duelo, y que si no estaban muertos habran
cado prisioneros. Intent ingenuamente reconfortarle, asegurarle y
calmarle; mas pasado un momento, he aqu que comparecen cuatro o
cinco de sus soldados con igual continente y tanto susto, que
pretendan entrar, y luego otros, y todava otros, bien equipados y
armados, hasta veinticinco o treinta, fingiendo tener al enemigo en
los talones. Semejante misterio empezaba ya a despertar mis
sospechas: yo no ignoraba el siglo en que viva, y cuanto mi casa
poda ser codiciada; muchos ejemplos poda recordar, adems, de otras
personas de mi conocimiento a quienes desventura semejante haba
sucedido: de tal suerte, que echando de ver que no haba solucin
posible, si yo no acababa, y no pudiendo deshacerme de ellos sin
violencia, me dej llevar al partido ms -422- natural y sencillo,
como hago siempre, ordenando que entraran. A la verdad yo soy, por
naturaleza, poco desconfiado y menos inclinado a la sospecha; me
inclino fcilmente hacia la excusa e interpretacin ms dulces; juzgo
de los hombres segn el comn orden, y no creo en esas propensiones
perversas y desnaturalizadas, si a ello no me veo forzado por un
ejemplo, como tampoco creo en los monstruos y prodigios: soy
hombre, adems, que me encomiendo de buen grado a la fortuna y a
cuerpo perdido me lanzo en sus brazos, con lo cual, hasta hoy,
menos motivos he tenido de llorar que de regocijarme, encontrndola,
como la encontr, ms avisada de mis asuntos de lo que yo mismo
pudiera ser. Algunas acciones hay en mi vida cuya conducta,
hablando en justicia, fue difcil, o por lo menos prudente: hasta de
estas mismas suponed que la tercera parte sean hijas de mi buen
tino; pues bien, las otras dos terceras ricamente las desempe el
acaso. Incurrimos en falta, as lo entiendo yo al menos, por no
confiar al cielo nuestras cosas, y pretendemos de nuestra conducta
ms de lo que debiramos; por eso naufragan tan fcilmente nuestros
designios: se muestra el cielo envidioso de los derechos que
atribuimos a la humana prudencia en perjuicio de los suyos,
acortndolos a medida que tratamos de amplificarlos. -Los individuos
de que hablaba se mantuvieron a caballo en el patio, mientras el
jefe permaneca conmigo en la sala, y no haba querido que llevaran
al establo su caballo, so pretexto de retirarse al punto que
recibiera nuevas de sus hombres. Viose, pues, completamente dueo de
su empresa, y nada le faltaba sino ejecutarla. Pasado el caso,
repiti frecuentemente (pues nada tema denunciarse) que mi semblante
y mi franqueza le arrancaron la traicin de los puos. Volvi a
marchar a caballo; sus gentes no le quitaban los ojos de encima
para ver lo que las ordenaba, muy admiradas de verle salir
abandonando sus posiciones.
Otra vez, confiando en no s qu tregua que acababa de ser
publicada por nuestros ejrcitos, me puse en camino por tierras
singularmente peligrosas. Apenas hube comenzado a caminar, cuando
me veo que tres o cuatro cabalgatas que de lugares diversos salan
en mi seguimiento: una de ellas me dio alcance a la tercera
jornada, y fui acometido por quince o veinte gentileshombres
enmascarados, seguidos de una banda de mercenarios. Heme pues
prendido y vendido, retirado en lo ms espeso de una selva vecina,
desmontado, desvalijado, mis cofres registrados, mi caja robada,
los caballos y el equipaje, todo en manos de nuevos dueos. Largo
tiempo permanecimos cuestionando en ese matorral sobre las
condiciones de mi rescate, el cual tasaban tan alto que bien pareca
que yo les era completamente desconocido. Luego se pusieron a
disponer de -423- mi vida, y en verdad que haba muchas
circunstancias amenazadoras de peligro en la situacin en que me
hallaba.
Tunc animis opus, Aenea, tunc pectore filmo.1432
Yo me mantuve siempre alegando el derecho de la tregua,
dicindolos que les abandonara solamente la ganancia que con mis
despojos lograran, la cual no era de desdear, sin promesa de otro
rescate. Al cabo de dos o tres horas que all permanecimos, y luego
de haberme hecho montar en un caballo que no haba de tomar el
trote, encomendando mi conduccin particular a veinte arcabuceros, y
distribuido mis gentes entre otros soldados, ordenaron que nos
llevaran presos por caminos diferentes; yo me encontraba a dos o
tres arcabuzazos de all,
Jam prece Pollucis, jam Castoris implorata1433
cuando he aqu que una repentina e inopinada mutacin los asalta.
Vi venir hacia m al jefe profiriendo dulces palabras, tomndose la
pena de buscar en mi compaa, mis vestidos y objetos extraviados,
haciendo que se me devolvieran, segn iban hallndose, hasta mi
propia caja. El mejor presente que me hiciera fue, en fin, el de mi
libertad: todo lo dems poco me importaba en aquellos das. La
verdadera causa de un cambio tan nuevo, y de una mutacin sin
ninguna causa aparente, y de un arrepentir tan milagroso en un tal
tiempo, en una empresa de antemano pensada y deliberada y que hasta
lleg a ser justa por los usos mismos de la guerra (pues desde luego
confes abiertamente el partido a que perteneca, y la direccin que
llevaba), por mucho que me devan la cabeza no acert a adivinarla.
El ms visible que se desenmascar y que me declar su nombre, insisti
varias veces en que yo deba mi libertad a mi semblante, a la
franqueza y firmeza de mis palabras, las cuales me hacan indigno de
semejante desventura, y me pidi igual proceder si semejante ocasin
en que yo interviniera se le presentaba. Posible es que la bondad
divina se quisiera servir de este vano instrumento en pro de mi
conservacin: defendiome an al da siguiente contra otras peores
emboscadas, de las cuales estos mismos individuos me advirtieron.
El ltimo de ellos vive todava y puede referir la historia; el
primero fue muerto no ha mucho.
Si mi rostro por m no respondiera; si no se leyera en mis ojos y
en mi voz la de mis intenciones, no hubiera vivido tan largo tiempo
sin querella y sin ofensa, -424- con esta indiscreta libertad de
decirlo todo a tuertas y a derechas, cuanto a mi fantasa asalta, y
el juzgar temerariamente de las cosas. Esta manera de expresarse
puede parecer, y con razn, incivil y mal avenida con nuestros usos;
pero ultrajosa y maliciosa nadie he visto que la juzgue, ni a quien
haya molestado mi libertad si de mis labios la oy: las palabras que
se profieren tienen como otro son y otro sentido. As que, a nadie
odio, y soy tan flojo en el ofender, que ni aun por el servicio de
la razn misma soy capaz de tomar este partido; y cuando la ocasin a
ello me invit en las condenas criminales, ms bien falt al deber de
la justicia:ut magis peccari nollim, quam satis animi ad vidicanda
peccata habeam1434NOTAS:
1396Observar una regla de conducta, perseverar hacia un fin,
seguir la naturaleza. LUCANO, hablando de Catn, II, 381. (N. del
T.)
1397En todas las cosas, aun en las referentes a las letras,
trabajamos inmoderadamente. SNECA,Epst.106. (N. del T.)
1398Obra es de pocas letras el tener buen juicio.
SNECA,Epst.106. (N. del T.)1399Cosas que agradan ms gustadas que
bebidas. CICERN,Tusc. Quaest.V, 5. (N. del T.)
1400Cuando no se trata del ingenio, sino del alma.
SNECA,Epst.75. (N. del T.)
1401Un alma elevada se expresa con mayor calma y seguridad, pues
el carcter del talento del hombre no es distinto de su alma.
SNECA.Epst., 115, 111. (N. del T.)
1402Aquella resuelta y clara virtud fue convertida en ciencia
obscura y complicada. SNECA,Epst.95. (N. del T.)
1403No con armas, sino con vicios se combate. (N. del T.)
1404El enemigo es temible por una y otra parte; uno y otro lado
amenazan con un mal cercano. OVIDIO,de Ponto, 1, 3, 57. (N. del
T.)
1405Nuestro mal se envenena con el remedio que se le procura.
(N. del T.)
1406Aumenta y se hace ms agudo con la medicacin
VIRGILIO.Eneid.XII, 46. (N. del T.)
1407Mezcladas por nuestro criminal furor todas las cosas justas
e injustas, desviaron de nosotros la mente justiciera de los
dioses. CATULO,de Nuptiis Pelei et Thetitidos, v. 403. (N. del
T.)
1408No impidis ahora que este joven ponga orden en esta honda
perturbacin que por doquiera reina. VIRGILIO,Gerg., I, 500. (N. del
T.)
1409Nada hay de apariencia tan falaz como la falsa religin, en
la cual se justifican los crmenes con el respeto a la divinidad.
TITO LIVIO, XXXIX, 15. (N. del T.)
1410Hasta tal punto reina el trastorno en todos nuestros campos.
VIRGILIO,glog., I, 11. (N. del T.)
1411Aniquilan lo que consigo no pueden conducir, y la turba
criminal incendia hasta las cabaas ms humildes. OVIDIO,Trist., III,
10, 63. -Dentro de los muros no hay una seguridad, y en los campos,
las gentes perecen de hambre. CLAUDIANO,in Eutrop., I, 244. (N. del
T.)
1412La claridad o lucidez se dificultan con la disputa.
CICERN,de Nat. deor., III, 4. (N. del T.)
1413Tenga yo lo que ahora tengo o menos an; y viva para m lo que
me resta de vida, si los dioses quieren otorgrmelo. HORACIO,Epst.,
I, 18, 107. (N. del T.)
1414El ms poderoso es aquel que a s mismo se tiene bajo su
poder. SNECA,Epst.90. (N. del T.)
1415Tanto sentimos los males pblicos, cuanto afectan a nuestros
intereses particulares. TITO LIVIO, XXX, 41. (N. del T.)
1416Con confusin se amontonan los restos de los jvenes como los
de los viejos: ninguna cabeza escapa ante la cruel Proserpina.
HORACIO,Od., I, 28, 29. (N. del T.)
1417Vieras desiertos los reinos de los pastores y vacos los
bosques en extensiones inmensas. VIRGILIO,Gerg., III, 476. (N. del
T.)
1418Medita en los destierros, tormentos. guerras, enfermedades y
naufragios para que ningn mal te coja de nuevas. SNECA,Epst.91,
107. (N. del T.)
1419Igual es el dolor sufrido que el que se teme sufrir.
SNECA,Epst.74. (N. del T.)
1420Avivando al seso del hombre con sus advertencias.
VIRGILIO,Gerg., I, 123. (N. del T.)
1421Menos daa el sufrimiento que el pensamiento. QUINTIL.,Inst.
Orat., I, 12. (N. del T.)
1422En vano investigis, mortales, la hora de la muerte, y por qu
camino ha de veniros. Menor sufrimiento es llegar sbitamente al
trmino inevitable que penar largo tiempo en la dolorosa
incertidumbre. -Los dos primeros versos son de PROPERCIO, II, 27, I
del pasaje donde se leeAt vos incertam. Ignoro el origen de los
otros dos. (N.)
1423La vida entera de los filsofos es una explicacin o comento
de la muerte. CICERN,Tusc. Quaest., I, 30, (N. del T.)
1424All donde me llev la tempestad, all me considero husped.
HORACIOEpst.I 1, 15. (N. del T.)
1425Ms sufre de lo que es necesario quien se aflige de antemano.
SNECA.Epst.95. (N. del T.)
1426Odisea, XIX, 163. (N. del T.)
1427OVIDIO,Fastos, I, 380. Las palabras siguientes traducen este
pasaje. (N. del T.)
1428As todas las cosas se renuevan. LUCRECIO, II, 74. (N. del
T.)
1429A las mismas almas afecta en gran modo el cuerpo en que estn
alojadas, pues en el cuerpo existen muchas cosas que avivan el
entendimiento, y otras que lo entorpecen. CICERN,Tusc. Quaest., I,
33. (N. del T.)
1430Cmo dijetengo, en lugar dehe tenido, Crema? TERENCIO.Heaut,
acto escena I, v. 42. (N. del T.)
1431Ay!, slo vers los huesos de mi cuerpo descarnado. (N. del
T.)
1432Ahora es cuando hay que tener nimo; Eneas ahora firmeza de
corazn. VIRGILIO,Eneida, VI, 261. (N. del T.)
1433Ya invocado el favor de Plux, e implorado el de Cstor.
CPULO,Carm., LXVI, 65. (N. del T.)
1434Pues es mayor mi deseo de que no se cometan faltas que mi
disposicin de nimo para castigar las que ya se han cometido. TITO
LIVIO, XXIX, 21. (N. del T.)