UNIVERSIDAD NACIONAL DE JULIACA FACULTADAD DE CIENCIAS SOCIALES ESCUELA PROFESIONAL DE GESTIÓN PÚBLICA Y DESARROLLO SOCIAL 1 Ética Y Responsabilidad Social UNIVERSIDAD NACIONAL DE JULIACA FACUALTAD DE CIENCIAS SOCIALES Carrera Profesional de Gestión Pública y Desarrollo Social ÉTICA Y RESPONSABILIDAD SOCIAL GUIA DIDÁCTICA DOCENTE ILLICH XAVIER TALAVERA SALAS JULIACA – PERÚ 2017
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Ética Y Responsabilidad Social
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Carrera Profesional de Gestión Pública y Desarrollo Social
ÉTICA Y RESPONSABILIDAD SOCIAL GUIA DIDÁCTICA
DOCENTE
ILLICH XAVIER TALAVERA SALAS
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I. LA ÉTICA EN LA EMPRESA
En el entorno de la empresa, también se plantean problemas de carácter
moral que afectan a los individuos que se relacionan con ella, porque el
comportamiento moral es propio de las relaciones sociales y la empresa es un
lugar de encuentro entre individuos y grupos con distintos intereses y
objetivos.
En los inicios del capitalismo, la empresa era únicamente una organización
creada con fines productivos, cuyo objetivo último estaba en la obtención del
máximo beneficio, en la que no tenían cabida actuaciones de otro carácter
que no fuera económico, y en la que los intentos de mejora social no eran
considerados, ya que los únicos intereses contemplados eran los de los
accionistas.
La evolución de la sociedad y el desarrollo de sistemas legales adaptados a la
misma han llevado a dar cabida a los intereses de otros individuos, también
relacionados con la empresa, de una forma más o menos directa.
Lectura 01: Las empresas como agentes de cambio y los grupos de interes
En la actualidad las empresas, como agentes económicos que son, y de
acuerdo a la visión tradicional, se comportan de forma racional y persiguen
un fin que, en principio, no pretende beneficiar a la sociedad, como es la
obtención de resultados. De no ser así, perderían la confianza de sus
inversores actuales y potenciales y quedarían apartadas del mercado. Sin
embargo, el cambio que se ha producido en la economía de mercado de los
países más avanzados ha sido sustancial ya que para poder cumplir dicho
objetivo, las empresas no pueden ya ceñirse únicamente a criterios
económicos, sino que deben tener en cuenta factores que no habían sido
considerados anteriormente, como son los sociales y los medioambientales.
De este modo las empresas han dejado de marcar las normas del mercado a
las que debían atenerse todos los interesados en ella, cediéndolo a los grupos
de interés o stakeholders1, que también buscan sus fines particulares.
En este sentido, y por lo que se refiere a uno de los grupos internos de interés
de la empresa, como son los trabajadores, estos buscan en la empresa algo
1 AECA (2004, 29-34) define los grupos de interés, partes interesadas o stakeholders como «...
aquellos grupos sociales e individuos afectados de una u otra forma por la existencia y acción de la empresa, con un interés legítimo, directo o indirecto, por la marcha de ésta, que influyen a su vez en la consecución de los objetivos marcados y su supervivencia. Pueden también identificarse como grupo de interés las generaciones venideras». Entre ellos están los empleados, los accionistas/propietarios, los clientes, los proveedores, los competidores, los agentes sociales (como sindicatos de trabajadores, asociaciones de consumidores, cámaras de comercio, organismos normalizadores, medios de comunicación, analistas, lobbies y organizaciones no gubernamentales, entre otros), las Administraciones públicas, la comunidad local, la sociedad y el público en general, así como el medio ambiente y las generaciones futuras.
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más que la obtención de un salario que les permita cierta calidad de vida a
ellos y sus familias2. También buscan que el desarrollo de su trabajo cumpla
sus expectativas de satisfacción con la actividad que desempeñan en la
empresa, sentirse valorados dentro de la organización, y estar orgullosos de
que se les identifique como parte integrante de la misma. No es que el salario
haya dejado de tener importancia, sino que éste sirve para cubrir las
necesidades básicas del individuo, por un lado y, por otro, como
demostración de la valoración que se otorga a las funciones que desempeña
dentro de la misma.
Por tanto, de la concepción tradicional según la cual sólo eran fuerza de
trabajo sustituible al servicio de la empresa, cuya única contraprestación
hacia ellos era un salario y unas condiciones laborales mínimas reguladas por
la ley, han pasado a ser protagonistas en dos ámbitos: en primer lugar, como
factor productivo que genera valor dentro de la empresa si sus intereses se
ven satisfechos, y en segundo lugar, como consumidor final del producto,
función de la que hablaremos más adelante.
Todo esto ha provocado que la opinión de los trabajadores tenga un peso
decisivo en las decisiones tomadas por la empresa, ya que de ellas depende
en buena parte la reputación de la misma, elemento sustancial en las
relaciones de mercado actuales.
Por lo que se refiere a los propios ejecutivos de las empresas, si bien su
principal objetivo en el trabajo es cumplir las expectativas de resultados
exigidas por los accionistas, como individuos y trabajadores tienen sus
propios intereses y criterios morales, de modo que si las decisiones que
adoptan para favorecer la obtención de los resultados están de acuerdo con
su propia forma de actuar como individuo, esto redundará en una mayor
productividad. Pero, ¿puede existir esto si la empresa, para la obtención de
beneficio perjudica gravemente los intereses de otros grupos de interés en la
empresa?
Existen sobrados ejemplos de que una mala actuación por parte de la
empresa, según los criterios morales de la sociedad en la que desarrolla sus
actividades, no sólo no conlleva la obtención de mayores beneficios, sino
que, al destruir su reputación conseguirá que éstos disminuyan o
desaparezcan.
Sin embargo, en este proceso de evolución de la economía de mercado,
también han cobrado una enorme importancia los movimientos de otros
grupos de interés externos a la misma, como son los consumidores. En la
actualidad, son ellos los que crean la demanda de los productos y servicios
exigiendo de las empresas que no sólo respeten una adecuada relación entre
2 Sobre la importancia de la valoración de los trabajadores, ver BATSTONE (2004, 155-187).
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precio y calidad, sino que se observen en su elaboración o prestación criterios
morales, como la preservación del medio ambiente para ellos y las
generaciones futuras, unas condiciones laborales dignas de los trabajadores
de las mismas, o la supresión de la experimentación con animales.
En este sentido, la presión de los consumidores es muy grande y en un
mercado fuertemente competitivo optan por aquellos productos o servicios
que no sólo satisfacen sus necesidades materiales, sino también las morales.
Por ello, en las empresas existe cada vez un interés más acentuado por las
demandas de los consumidores, que les ha llevado a establecer
departamentos con personal destinado a atenderlas.
Esta cesión de una parte del protagonismo de la empresa a favor de los
grupos de interés se ha debido a varios factores: Por un lado, al crecimiento
económico, que ha generado una mayor renta disponible para los individuos
y la posibilidad de mayor bienestar.
Por otro lado, la evolución de la sociedad en materia de educación, derivada
de lo anterior, que ha permitido a los grupos de interés elegir los productos y
servicios que consume, no sólo en función de su renta, sino también
basándose en criterios morales.
En la actualidad, satisfacer las expectativas de los consumidores conlleva
dificultades cada vez mayores para las empresas, que han tenido que entrar
en el «juego moral» para salvarlas. Es en este ámbito en el que podemos
hablar del concepto de responsabilidad corporativa de la empresa, ya que
desde este punto de vista, las organizaciones productivas tienen carácter
social, porque la producción económica es un entramado de relaciones
humanas (AECA, 2004, 11).
A. Razones para la ética empresarial
• Las actuaciones faltas de ética
• El fenómeno de la globalización
• La imagen y la reputación corporativa
B. Ventajas de la ética de la empresa
• Incrementa la motivación para el trabajo y, por lo tanto la
satisfacción del trabajador
• Genera cohesión cultural
• Mejora la imagen empresarial
• Evita los casos de corrupción
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C. Dimensión de la ética en la empresa
• Ámbito interno: empleados, gestión de recursos humanos
• Ámbito externo: proveedores, accionistas, opinión publica
D. Aplicación de la ética en la empresa
• Medios formales: códigos éticos o de buena conducta y los códigos
de buen gobierno corporativo.
Actividad 01: Reflexiona sobre las dos siguientes posturas y debate sobre cuál es la
postura más ética:
Para Milton Friedman: “La única responsabilidad social de la empresa es
aumentar y generar el máximo rendimiento al accionista”
Para Edward Freeman, padre de la teoría de los stakeholders: “La ética
consiste en hacer cosas por los demás y por uno mismo”
Actividad 02: Identifica ejemplos de conductas poco éticas de empresas
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II. LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EN LATINOAMÉRICA Y EL PERÚ
Por encargo de Fundación Telefónico, en 2005 la consultora chilena Tironi
Asociados realizó un estudio que sirvió para conocer el nivel de conciencia
que se da con respecto de la RSE en cinco países latinoamericanos:
Argentina, Brasil, Chile, México y Perú.
El resultado fue una radiografía que muestra un panorama muy diverso, en el
cual Brasil lleva por mucho la delantera en cuanto a ostentar un modelo
equilibrado, presentando un alto profesionalismo y un buen desarrollo de
programas; un tercer sector fuerte, que sabe aliarse con las empresas (“Ganar
Ganar”); existencia de alianzas entre actores públicos, privados, académicos y
la sociedad civil y una alta presencia territorial.
No es de extrañar el liderazgo brasileño en el tema, puesto que el Instituto
Ethos, hoy principal referente en la región, se creó en 1998 en ese país y
actualmente tiene más de 7,000 empresas asociadas que suman el 30% del
PIB brasileño.
El panorama de Argentina es resumido en el informe como “clientelismo del
tercer sector”. Es decir, existe una alta participación de la sociedad civil, con
las ONG’s como protagonistas (median el accionar social de las empresas y
capitalizan el retorno y la visibilidad de los programas). A su vez, existe
presión ciudadana hacia la RSE en las empresas, porque hay rechazo a los
programas asistenciales y exigencia de políticas de mediano y largo plazo.
En México se da un modelo “paternalista” enfocado en la asistencia. Es
implementado sólo por las empresas más grandes, frecuentemente en
alianzas con el Estado y con alto impacto comunicacional.
Por otro lado, en Chile, la conclusión es que se encuentra en una etapa de
“marketing social”. Los expertos dicen que mientras se produce un triunfo de
los consumidores sobre los ciudadanos, los esfuerzos de las empresas en este
sentido tienen que ver con fines comunicacionales y todavía hay baja
descentralización en las acciones, mucha visibilidad de trabajo en el ámbito
artístico - cultural y una escasez de voluntariado corporativo (Reyno, 2006).
Con respecto a la RSE en Perú, los consultores dicen que se encuentra en
“estado germinal”, ya que hay un desarrollo emergente, con escaso
voluntariado corporativo.
Lectura 01: La Responsabilidad Social y nuevo institucionalismo
La Responsabilidad Social Corporativa ha surgido de la continua tensión
entre el desempeño económico empresarial y el social; las evidencias de
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pobreza, desigualdad y deterioro ambiental que avanzan o no, disminuyen al
ritmo que se considera prudente, dan lugar a un llamado (cada vez más
insistente) para que las empresas (entidades netamente económicas)
cooperen en la mejoría del medio social del que dependen y de cuyo estado
muchas de ellas han estado directamente implicadas (Margolis y Walsh,
2003).
El contraste entre el desempeño económico empresarial y el social ha
generado teorías para respaldar cada postura, por una parte la teoría
económica de la firma, que resalta lo contractual de la misma y sostiene que
el fin de la empresa es maximizar la riqueza para los accionistas y por lo tanto
sugiere que la contribución de la empresa a los problemas sociales es
erróneo, porque no es legal ni prudente dedicar sus recursos a fines sociales.
La teoría de los stakeholders o agentes interesados, por otra parte, busca
examinar cómo se relaciona una empresa con cualquier grupo de individuos
que puedan afectar o son afectados por la manera en que logra sus
objetivos. Aun cuando la teoría de los stakeholders parecía ofrecer un
poderoso argumento social a la teoría económica de la firma, naufraga
cuando no logra convencer cómo lograr conciliar y equilibrar los diversos
intereses sin acudir a razones normativas, como las decretadas por
instituciones.
Con relación a las instituciones, Scott (2008) explica que se manifiestan en la
conciencia humana mediante tres pilares que van de lo explícito a lo implícito
y son: el regulativo, el normativo y el cultural-cognitivo; el primero se refiere a
leyes obligatorias y punitivas, el segundo a convenciones sociales escritas o
no escritas y el último a la introyección de las reglas en la mente humana de
manera que se asumen sin cuestionarlas.
Cuando los tres pilares funcionan a plenitud, la legitimidad y poder de las
instituciones es máximo, pero esta situación es excepcional ya que
normalmente un pilar puede estar más desarrollado que los otros y el camino
de la evolución de las instituciones puede comenzar en cualquier sentido, es
decir de lo regulativo a lo cultural-cognitivo o viceversa.
En nuestro tiempo son muy conocidas dos instituciones que encauzan y
guían la conducta económica: se trata de las organizaciones y los mercados,
mientras que la estandarización, aun cuando es una institución vigente
(como se comentará más adelante), no es tan conocida como las dos
anteriores, a pesar de ser muy antigua, pues sus antecedentes se remontan a
los gremios medievales.
Las tres instituciones antes mencionadas difieren en los medios con los que
influencian a los grupos humanos, como sigue:
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• La organización: por medio de tareas y condiciones impuestas.
• El mercado: por medio del interés implícito en la oferta y la demanda.
• La estandarización: por adhesión voluntaria.
Estas tres instituciones incluyen patrones de acción, reglas y creencias que
coexisten y se influencian entre sí, algunas veces se complementan y se
refuerzan mutuamente, pero otras veces entran en conflicto y se afecta
negativamente a una de ellas; por ejemplo, la estandarización puede minar a
la organización cuando un estándar se vuelve muy popular y creíble y las
organizaciones encuentran muy difícil ignorarlo aun cuando es opuesto a sus
propias prácticas.
También la estandarización puede minar a los mercados si las soluciones que
estos últimos proponen son inferiores a las de los estándares, ante esto es
muy probable que los legisladores decreten el cierre del mercado para
regular estos asuntos (Brunsson, Jacobsson&Associates, 2002).
La estandarización es muy importante para evaluar la vigencia o inoperancia
de la RSC desde el momento en que su funcionamiento se plantea como un
conjunto de normas de seguimiento voluntario.
Campbell (2007) fue uno de los primeros autores en señalar la importante
relación entre RSC e instituciones; parte de una condición fundamental para
explicar la relación: que las empresas hayan rebasado un umbral mínimo de
buen desempeño económico, a partir del cual es posible que empiecen a
dirigir su conducta hacia lo social, reaccionando a la presencia de las
instituciones, las cuales se manifiestan mediante:
Por ser temas vinculados directamente a este trabajo, del listado anterior se
toman dos factores institucionales para desarrollarlos enseguida, a saber: la
capacidad auto-regulatoria de la industria, fuertemente vinculada con la
estandarización, así como las normas civiles y religiosas que se arraigan
mediante la educación y la socialización, que más adelante se abordarán al
amparo del subtitulo de responsabilidad social universitaria.
1) Un marco legal claro y respaldado con recursos para vigilar y
asegurar su cumplimiento.
2) La capacidad auto-regulatoria de la propia industria.
3) La presencia de organizaciones no gubernamentales que
indaguen y denuncien las acciones irresponsables junto con
una prensa vigilante.
4) Normas de carácter civil o religioso arraigadas a los decisores,
mediante la educación y la socialización que inhiban acciones
antisociales, como los despidos masivos de trabajadores o
impulsen las responsables, como el cuidado al ambiente.
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5) Asociaciones de empresas y empresarios que impulsen los
programas sociales y los hagan atractivos para el futuro de la
actividad.
6) Un clima político que facilite el diálogo y comunicación entre
empresarios, representantes obreros, políticos y funcionarios
gubernamentales.
Por ser temas vinculados directamente a este trabajo, del listado anterior se
toman dos factores institucionales para desarrollarlos enseguida, a saber: la
capacidad auto-regulatoria de la industria, fuertemente vinculada con la
estandarización, así como las normas civiles y religiosas que se arraigan
mediante la educación y la socialización, que más adelante se abordarán al
amparo del subtitulo de responsabilidad social universitaria.
A. La auto-regulación como mecanismo de coordinación
Es cada vez más generalizada la percepción que la globalización económica
ha creado un desbalance estructural entre el tamaño y el poder de las firmas,
los mercados globales y la capacidad y/o deseo de los gobiernos para
regularlos de manera adecuada. La globalización económica, con la creciente
legitimidad e influencia de los valores y políticas neoliberales, parece haber
socavado tanto el deseo como la capacidad de los gobiernos para lograr que
las empresas globales sean políticamente transparentes. Conforme lo
anterior, se dice que las empresas transnacionales “manejan el poder sin
responsabilidad” y que son tan poderosas como los estados- nación, pero
menos transparentes.
Se señala adicionalmente que las empresas nunca habían sido más
poderosas y pese a eso, menos reguladas. Para enfrentar el problema
anterior ha emergido la esperanza en la denominada regulación civil global
(RCG) que se propone llenar la brecha regulatoria que se ha producido entre
los mercados, las empresas globales y la regulación pública requerida. Se
intenta con ella compensar las capacidades decrecientes de los gobiernos
nacionales para suministrar servicios públicos, así como llenar la brecha entre
la capacidad para regular dentro del territorio nacional y los problemas
emergentes de alcance internacional (Vogel, 2010).
La RCG se distingue de las formas tradicionales de estandarización de la
industria en tres aspectos:
1) Contrasta con los estándares técnicos desde el momento en
que quiere que las empresas realicen gastos y asuman
compromisos asociados con ampliar las expectativas públicas
en materia de conducta empresarial socialmente responsable.
2) Comparada con las formas tradicionales de estandarización de
las empresas o industrias, la RCG es muy probable que esté
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politizada, porque normalmente ha emergido en respuesta a
presiones sociales y políticas, a menudo bajo el impulso de
activistas nacionales y transnacionales que desafían a las
empresas globales mediante la publicación y denuncia de sus
prácticas sociales y ambientales poco éticas.
3) Es más probable que las normas de la RCG sean transparentes,
controvertibles e involucren agentes externos a las firmas ya sea
de manera formal o informal, especialmente si los estándares e
informes son certificados por terceras partes independientes.
Esto contrasta con la estandarización tradicional de las empresas, las cuales
típicamente son controladas exclusivamente por ellas mismas.
Por otra parte, los modestos o nulos beneficios financieros de la RSC han
hecho que sean pocas las empresas que la adopten como parte central de su
estrategia, sólo aquellas que operan en nichos específicos de mercado han
sido capaces de transmitir la responsabilidad de su conducta a sus precios o
han incrementado sus ventas o la lealtad de los consumidores hacia sus
productos; la mayor de las empresas que se dicen socialmente responsables
cuenta con fundaciones para canalizar acciones de carácter filantrópico y
poderosas oficinas de relaciones públicas cuyo propósito es minimizar el
desprestigio de una conducta irresponsable (Vogel, 2006).
De cualquier manera, por su propia naturaleza voluntaria, la eficacia de la
auto - regulación depende de la penetración y cumplimiento de los
estándares que emite y los procesos que involucran su seguimiento, como
enseguida se comenta.
Esto contrasta con la estandarización tradicional de las empresas, las cuales
típicamente son controladas exclusivamente por ellas mismas.
B. Responsabilidad Social Universitaria
La institucionalización de las prácticas se deriva en buena medida del
establecimiento de las normas civiles y religiosas que se arraigan mediante la
educación y la socialización, de allí la importancia de la Responsabilidad
Social Universitaria (RSU), que de manera reciente ha empezado a permear
en los discursos de los funcionarios universitarios y sus asesores.
De su examen se pueden distinguir tres tendencias:
1) que las universidades asuman una conducta socialmente responsable,
2) que se enseñe RSC en las divisiones o dependencias dedicadas a las
ciencias económicas-administrativas y
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3) que se logre un cambio en la estrategia, estructura y procesos de las
universidades.
Con respecto a la primera corriente, es importante mencionar que sus
promotores reconocen que su origen se ubica en la RSC, especialmente su
preocupación por las consecuencias ambientales y sociales de la actividad
humana o de las organizaciones, sean públicas, privadas o voluntarias. Una
vez destacadas las bondades de la RSC, los promotores de la RSU terminan
exhortando a la universidad a no quedar al margen y adoptar esta (según
ellos) avanzada teoría empresarial a la gestión universitaria (Madorrán-García,
2012; Vallaeys, de la Cruz y Sasia, 2009).
Para validar la relevancia y pertinencia del tema RSU como un derivado de la
RSC, es interesante partir de la definición de Responsabilidad Social (RS) de
Schvarstein (2003), porque en ella introduce sus vertientes obligatoria y
voluntaria, según el tipo de propiedad de las entidades que la practican, es
decir, empresa privada y organización pública.
Para este autor, en principio, una organización es socialmente responsable
cuando instituye un conjunto de prácticas sean obligatorias o voluntarias,
orientadas a promover la satisfacción de las necesidades sociales de sus
integrantes y las de sus miembros de su comunidad. Se incluyen dentro de
esas necesidades las de salud, acceso a la justicia, educación, vivienda,
transporte y seguridad (Schvarstein, 2003).
La RS voluntaria es aquella que la propia organización se impone con
respecto de sus agentes. Contrasta con la exigible y por ende obligatoria, por
la cual debe rendir cuentas frente a la autoridad facultada para evaluar su
cumplimiento.
El cumplimiento de las normas obligatorias relacionadas con la
responsabilidad social exigible, es una conducta moral y las organizaciones
que las cumplen son socialmente responsables por imposición, lo cual no
niega que también lo puedan hacer por elección, pero sólo si van más allá de
lo que la ley les exige; mientras que la voluntad de una organización de ir
más allá de lo estrictamente exigible configura una conducta ética, ya que
ello no es producto de una coacción externa, sino supone la libre elección
del sujeto.
Con base en lo anterior, tratándose de un organismo público, el ser
socialmente responsable es parte de su fin y por lo tanto en gran medida le
es exigible, porque está indicado en su ley orgánica explícitamente de
manera que la vuelve una organización objeto, es decir es un instrumento
para lograr el fin para el cual fue creado. Como argumenta Schvarstein
(2003), ningún funcionario tiene toda la autoridad necesaria para tomar
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decisiones sociales que vayan más allá de los requerimientos legales incluidos
en la ley orgánica.
Es un hecho que las organizaciones públicas gozan de cierta autonomía y
por ello pueden ser consideradas en buena medida como sujetos, lo que les
permite no sólo cumplir con la normativa vigente sino incluso operar más allá
de la norma, es decir, buscar un mejor desempeño social. Pero esto requiere
de un adecuado marco de control de gestión para encauzar y delimitar dicha
autonomía, a lo cual se añade el desarrollo de capacidades para ejercerla de
manera inteligente. En este último punto Schvarstein (2003) se refiere al
desarrollo de gerentes sociales como personas que además de ser
transparentes en sus actos administrativos y respetuosos de las normas
vigentes, están atentos al ejercicio de la responsabilidad social.
Sin embargo, si se considera que la satisfacción del bien común está inscrita
en los “códigos genéticos” de la organización pública, la responsabilidad
social en ella se ve como una estrategia sin mucha audacia, a menos que se
logre con gran creatividad. Del razonamiento anterior se desprende que el
avance en las universidades, sobre todo públicas, debe ser en el sentido
económico, es decir, debe ser Responsabilidad Empresarial Universitaria REU.
La responsabilidad social se ve, en todo caso, como algo natural que corre el
riesgo de trivializarse, al verse reducida en campañas de manejo de la basura,
ahorro de energía, poner el patrimonio tangible a buen resguardo, etc.
El segundo aspecto de la responsabilidad se ve más prometedor, se refiere a
la enseñanza de la RSC principalmente en las escuelas de negocios, que
desde antes y después de la crisis financiera de 2008 se les presiona para que
sean más como escuelas y menos como negocios (Mintzberg, 2004; Khurana,
2010; Augier y March, 2011). La iniciativa cobró más fuerza bajo el auspicio
de Naciones Unidas, que en 2007 dio a conocer los Principios de Educación
en Gestión Responsable (PRME, por sus siglas en inglés), que pretende
ampliar y extender la enseñanza de la responsabilidad social y ambiental en
la educación en gestión.
Los principios PRME fueron desarrollados por una fuerza de tarea integrada
por 60 personas entre directores, rectores y representantes de diferentes
escuelas de negocios en colaboración con la Asociación de Escuelas de
Negocios Estadounidense (AACSB, por sus siglas en inglés) y la Fundación
Europea para el Desarrollo de la Gestión (EFMD, por sus siglas en inglés), así
como Netimpact, una organización estudiantil. Se trata de impulsar en los
programas de estudio un conjunto de seis principios referidos al compromiso
de desarrollar capacidades y valores en los estudiantes para que sean los
futuros generadores de una relación sostenible entre la empresa y la
sociedad, así como impulsores de iniciativas como la Global Compact de las
Naciones Unidas, que como se dijo antes, está dedicada a fomentar que las
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empresas adopten principios universales de conducta responsable y
patrocinarlas en la búsqueda de un mejor panorama del global business
(Forray y Leigh, 2012).
El tercer y último aspecto de la RSU pretende un gran cambio en las
universidades bajo la envoltura de un discurso grandilocuente y difuso, por
ejemplo un documento reciente de Anuies (2012) titulado “Inclusión con
responsabilidad social”, que se refiere a este término como tres cosas a la vez:
1) Preservar o elevar la calidad de la educación superior al momento de
incrementar la matrícula, 2) lograr formar egresados críticos e independientes
y III) lograr una gestión institucional (sic) eficiente, transparente y de calidad.
Por su parte, la Unesco (2010) en su Conferencia Mundial sobre Educación
Superior de 2009, reconoció el término de RS como la capacidad de la
educación superior de responder a las necesidades sociales, y de paso recalcó
que el objetivo de la educación superior no debe ser únicamente educar al
individuo sino dotar a las futuras generaciones con las habilidades y el
conocimiento necesario para manejar desafíos globales tales como pobreza,
conflicto y cambio climático.
Para lograr lo anterior, según la Unesco, la educación superior debe renovar
constantemente sus conexiones con la sociedad en su conjunto, impulsar y
comprometerse de manera proactiva con un diálogo con los ciudadanos
para crear una verdadera sociedad basada en el conocimiento, que haga
suyo el balance entre competitividad y equidad y no únicamente pugnar por
una economía basada en el conocimiento.
Para ello insiste en que las funciones vitales de la educación superior
deberían ser:
1. Promover la paz, la justicia, los derechos humanos, la salud
pública y el desarrollo sustentable, asegurando que la oferta
educativa, la investigación y el entrenamiento de profesores
responda a las necesidades sociales en estos campos.
2. Animar a los estudiantes para fomentar una investigación
científica y tecnológica que alimente la toma de decisiones en
materia de política pública, que sea socialmente relevante con
respecto a las necesidades sociales y que sea viable, factible y
medible con el desarrollo sostenible en el largo plazo.
3. Impulsar el diálogo, el intercambio de conocimientos y
opiniones bien fundadas, aun cuando ello implique ir en un
sentido contrario a las posiciones y creencias de los
gobernantes y los que detentan el poder. Esta función está
estrechamente vinculada con la libertad de cátedra e
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investigación, especialmente en lo que concierne a proteger los
derechos humanos de la comunidad académica.
4. Ubicarse más allá del típico modelo de transferencia de
conocimiento norte-sur, para promover la transferencia del
conocimiento endógeno que reconoce la cultura local y que
responde a las necesidades y aspiraciones de gente y
comunidades. De esta manera la UNESCO traslada una pesada
carga de responsabilidad sobre la universidad y sus directivos
que equivale al papel asignado por Karl Marx (Giddens 2010;
Marx y McLellan 2009) a la clase obrera, eso sin considerar la
resistencia de las pesadas estructuras de organización y poder
que caracterizan a buena parte de las universidades y que las
vuelve impenetrables.
Queda la esperanza de lograr el cambio conductual actuando en el pilar
institucional normativo y para ello la educación superior es una atalaya, pero
hay que ser realistas en cuanto a su contribución, su mayor responsabilidad
radica en la revisión de los contenidos de las escuelas de economía y
administración, especialmente en los campos más vinculados con la ética y la
conducta responsable como: finanzas, marketing, estrategia corporativa y
gestión de recursos humanos.
III. LA TEORÍA DE LOS GRUPOS DE INTERÉS O STAKEHOLDERS
Los stakeholders son individuos o grupos que afectan o se ven afectados por
una organización y sus actividades. No hay una lista genérica de stakeholders
de empresas, ni siquiera para una sola compañía (ya que cambian con el
tiempo). Los grupos e individuos afectados y que afecten a las empresas
dependen de la industria, la empresa, la ubicación geográfica y el tema en
cuestión. Las nuevas estrategias de negocio y los cambios contextuales a
menudo determinan un nuevo conjunto de stakeholders. El recuadro de la
derecha destaca algunos de los principales grupos que se suelen considerar
entre los stakeholders. La identificación de stakeholders puede realizarse en
distintas dimensiones:
1. Por responsabilidad: personas con las que tiene o tendrá
responsabilidades legales, financieras y operativas según
reglamentaciones, contratos, políticas o prácticas vigentes.
2. Por influencia: personas que tienen o tendrán posibilidad de
influenciar la capacidad de la organización para alcanzar sus
metas, ya sea que sus acciones puedan impulsar o impedir su
desempeño. Se trata de personas con influencia informal o con
poder de decisión formal.
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3. Por cercanía: personas con las cuales interactúa la organización,
incluyendo stakeholders internos o con relaciones de larga
duración con la organización, o aquellos de los que la
organización depende en sus operaciones cotidianas y los que
viven cerca de las plantas de producción.
4. Por dependencia: se trata de las personas que más dependen
de su organización, como, por ejemplo, los empleados y sus
familias, los clientes cuya seguridad, sustento, salud o bienestar
depende de sus productos, o los proveedores para quienes la
compañía es un cliente importante.
5. Por representación: personas que, a través de estructuras
regulatorias o culturales/tradicionales, representan a otras
personas. Por ejemplo, líderes de las comunidades locales,
representantes sindicales, consejeros, representantes de
organizaciones de miembros, etc.
Lectura 01: La importancia de la gestión de los grupos de interés en el marco
de la REC
La correcta identificación de las expectativas y demandas de los grupos de
interés, así como la integración de los mismos en la estrategia de la empresa.
Es una de las herramientas más poderosas para el éxito de un
posicionamiento socialmente responsable.
Una apuesta estratégica en este sentido es especialmente recomendable en
un contexto socio-económico como el actual, donde valores como la
transparencia, la comunicación y el diálogo, como elementos
organizacionales diferenciales, son cada vez más apreciados por los distintos
agentes a la hora de potenciar la sostenibilidad a largo plazo de la
organización.
En este marco, la Responsabilidad Social o RSE puede considerarse que nace
como la respuesta que ofrecen las organizaciones a los diversos retos que
plantea la sostenibilidad. Entendiendo la sostenibilidad no sólo desde un
punto de vista económico (viabilidad económica de la organización), sino
también social y medioambiental.
Que una organización apueste, por tanto, por actuar de forma socialmente
responsable, implica según las tendencias actuales integrar de manera
voluntaria las preocupaciones de sus grupos de interés en sus operaciones
económicas y comerciales.
Este es el vínculo esencial entre RSE y gestión con los grupos de interés. La
RSE no puede existir si no se otorga a las demandas relevantes de los grupos
de interés un papel destacado a la hora de desarrollar la actividad de la
organización o diseñar o implementar su modelo de negocio.
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La gestión de los grupos de interés desde una perspectiva ajena a la RSE no
tiene sentido, ya que no va a generar impacto ninguno ni en los grupos a los
que se dirija ni en la actividad de la organización.
El concepto de gestión de los stakeholders se concreta precisamente en la
metodología o acciones que la organización desarrolla para la integración de
esas preocupaciones en sus operaciones económico-comerciales. Tal y como
se desarrolla más adelante, en el apartado donde se analizan distintas
herramientas existentes para facilitar un modelo de integración de la relación
con los grupos de interés, existen distintos niveles de gestión modulable en
función de diferentes variables estratégicas, tales como la importancia del
grupo de interés, su voluntad de cooperación, su posibilidad de influir en o
ser influidos por la actividad de la organización.
Desde el punto de vista de la estrategia y la RSE, los stakeholders son
importantes por esto último, por su posibilidad de intervenir sobre la
actividad y los resultados de la organización. De esta manera cuando están
bien gestionados, se minimizan los riesgos existentes pero, además se
fortalece la posibilidad de generar ventajas competitivas, mejorando el clima
y reputación de la organización o promoviendo el aprendizaje y la
innovación.
El proceso de relación con los grupos de interés es asimismo una parte
esencial de los procesos de inteligencia estratégica de una organización, ya
que es una fuente permanente de información con la que poder orientar la
estrategia de la organización, reforzando la efectividad de sus acciones.
Precisamente por eso gran parte de los esfuerzos organizativos de
integración de la RSE en la estrategia de la compañía van destinados a crear
un modelo útil que permita a la organización integrar de manera efectiva la
relación con sus grupos de interés en las líneas estratégicas de RSE, que
permita de manera doble dotarlas de legitimidad exterior e interior, así como
orientarlas a necesidades específicas, de manera que se minimicen los riesgos
de fracaso.
A. El proceso de diálogo. Los pasos fundamentales
El Informe Forética 2011, el estudio más exhaustivo sobre la situación de la
RSE en España desde la perspectiva tanto de empresas como de
consumidores, muestra la implantación de mecanismos de diálogo con los
stakeholders en las organizaciones. Aunque las empresas han ido
estableciendo, a lo largo de los años, estrategias en algunos departamentos,
sólo un tercio de ellas lo afronta como una gestión integral.
A pesar de la dificultad de generalizar modelos, a continuación se presentan,
de manera resumida, las etapas fundamentales en el proceso de generación
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de un modelo de relación o gestión de los grupos de interés genérico para
cualquier organización.
1. Identificación de los grupos de interés
El primer paso en el establecimiento de un modelo de gestión con los grupos
de interés que debe seguir toda organización que desee desarrollar un
proceso de este tipo es la identificación de quienes pueden ser encuadrados
dentro de esta categoría.
En este estado inicial, así como en todo el proceso posterior, conviene
involucrar a los distintos departamentos de la organización; desde la alta
dirección hasta administración, pasando por compras, marketing, recursos
humanos, medio ambiente, finanzas o calidad, entre otros.
Este es un elemento clave que, de no realizarse así, puede sentar las bases de
un modelo incompleto o erróneo con el que la organización tome decisiones
incorrectas, que no sólo no ayuden en la estrategia de RSE, sino que incidan
negativamente en los riesgos reputaciones y de gestión.
No existe una lista genérica de grupos de interés para las compañías, ni
siquiera del mismo sector. Cada organización debe contemplarse desde una
perspectiva transversal de tal manera que pueda identificar todos aquellos
grupos que puedan afectar o verse afectados por el desarrollo de la actividad.
Es preciso tener en cuenta que este paso debe afrontarse como un proceso
abierto, donde la naturaleza cambiante del entorno hará que aparezcan o
desaparezcan agentes del ámbito que la organización debe contemplar
como esfera de influencia, y donde están integrados los que debe considerar
sus stakeholders.
Por eso será preciso realizar análisis dinámicos de este listado (al menos una
vez al año) para garantizar que la organización obtiene una perspectiva
actualizada del panorama de grupos de interés que desea incluir en el
modelo.
Algunos elementos de ayuda a la hora de identificar los grupos de interés de
una organización incluyen las siguientes perspectivas:
Por cercanía: grupos que interactúan de manera cercana con la
organización incluyendo a los stakeholders internos.
Por influencia: grupos de interés que influyen (o pueden
hacerlo) en el desarrollo de la actividad de la organización.
Por responsabilidad: aquellos con los que se tienen obligaciones
legales.
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Por dependencia: grupos que dependen de la actividad de la
organización
2. Priorización de los grupos de interés
El modelo asume que toda organización cuenta con recursos limitados
(generalmente escasos), por lo que es preciso seleccionar o priorizar aquellos
grupos más relevantes para la organización. Esto permite asignar estos
recursos limitados de manera que puedan generar el mayor impacto posible,
tanto en la organización como en el grupo de interés al que se va a dirigir.
Como paso previo a la priorización conviene realizar un ejercicio de
agrupación de los stakeholders de interés, que permita unificar aquellos que
la organización considere asimilados (similares características o expectativas)
y facilite la posterior priorización.
A la hora de priorizar los grupos de interés de la organización, una vez más,
es importante contar con un grupo multi-departamental dentro de la
organización que permita abarcar la problemática desde una perspectiva
global.
Los criterios de priorización son ponderables, intercambiables, adaptables y
muchas veces únicos para cada organización o incluso para cada momento.
No obstante a modo de aproximación una propuesta de criterios en los que
basar la decisión de priorizar podría contener los siguientes:
Nivel o capacidad de influencia o dependencia (actual y futura).
Expectativas y nivel de interés en el compromiso, así como su voluntad
en la participación.
Tipología de la relación preexistente con el grupo de interés.
Conocimiento de la organización y relación con el objetivo último del
proceso de diálogo.
Tipo de grupo de interés (público, interno, social, corporativo,...).
Dimensión geográfica del proceso.
Contexto social.
Se trata aspectos que pueden utilizarse como ejemplos a la hora de ayudar a
cualquier organización a estructurar una reflexión en torno a qué grupos de
interés debe considerar como prioritarios y por tanto establecer mecanismos
de diálogo más intensivos en recursos, tiempo y compromisos y que grupos
de interés deben quedar en un plano secundario.
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3. Selección de herramientas de diálogo y desarrollo del proceso
La siguiente etapa en el proceso consiste en establecer para cada grupo de
interés una metodología que, teniendo en cuenta el nivel de prioridad, sirva
para detectar e identificar sus expectativas.
De acuerdo con este modelo, los grupos de interés menos relevantes serán
gestionados de manera generalmente unidireccional, para ir incrementando
el nivel de bidireccinonalidad en la comunicación en los más relevantes.
En función del tipo de comunicación se pueden distinguir tres niveles de
compromiso:
Herramientas unidireccionales. Aplicables generalmente a aquellos
grupos de interés menos relevantes para la organización o con menor
capacidad de compromiso. Se trata generalmente, bien del control de
la información que emite el grupo de interés (a través de medios
públicos) o del establecimiento de cauces informativos hacia el grupo
de interés (boletines o comunicación corporativa)
Herramientas bidireccionales. En este caso se trata de herramientas
mucho más complejas que las anteriores ya que contemplan la
posibilidad de un intercambio informativo. Se busca trabajar junto a
los grupos de interés para conocer e integrar sus expectativas en el
desarrollo de la actividad de la organización de manera limitada).
Varían en un rango desde la información activa a las consultas
(encuestas, paneles, etc.). Con frecuencia son las más indicadas aun
para los niveles más críticos de los grupos de interés, aunque es
preciso gestionar sus riesgos y oportunidades de manera correcta para
garantizar el máximo nivel de éxito.
Herramientas integradoras. Se trata de herramientas en el nivel
superior de desarrollo del modelo de gestión de los grupos de interés,
que consisten en la integración de los stakeholders en los procesos de
toma de decisiones de la compañía. Incluyen procesos de
asesoramiento y participación directa en relación a algún aspecto de la
actividad de la organización, o incluso en la delegación de algún tipo
de actividad.
Son estructuras realmente complejas, aptas únicamente para aquellas
organizaciones con una sólida madurez en RSE y diálogo con los grupos de
interés, y que identifican a sus stakeholders como un elemento realmente
esencial en su modelo de negocio.
Estos elementos están integrados en la fase inicial (planificación) de la
implementación de un proceso de gestión. Por tanto, la organización debe
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asegurar que se establecen indicadores clave que permitan un control del
éxito alcanzado o la identificación de las áreas de mejora existentes desde
una perspectiva que apueste por la mejora continua.
Las fases posteriores del proceso incluirían la realización de las actividades
previstas, el control periódico de los indicadores y objetivos establecidos para
los distintos procesos de relación. El análisis y comunicación de las metas
alcanzadas y de las posibles desviaciones y la puesta en marcha de una
revisión del conjunto del modelo permitirán un ajuste de las necesidades y
recursos disponibles, redundando finalmente en la mejor consecución de los
objetivos.
De esta manera se crea un modelo de relación con los grupos de interés
dinámico, con la capacidad de adaptarse tanto a cambios internos en la
organización como a cambios externos en el entorno, asegurando que la
organización está lo mejor preparada posible para el despliegue de su
estrategia RSE.
Lectura 02: Herramientas generales y modelos de gestión de los grupos de
interés
Existen numerosas herramientas y modelos de gestión para la integración de
la relación con los grupos de interés en la organización, de los que vamos a
destacar tres por su relevancia. En primer lugar, el estándar de referencia en
materia de reporte (información y transparencia) en materia de RSE en su
última versión G3.1, propiedad de Global Reporting Initiative. En segundo
lugar, la Norma SGE 21, de Forética, y por último, la AA1000, de la
organización británica Accountability.
A. El G3.1 de Global Reporting Initiative (GRI)
El GRI es una iniciativa multi-stakeholder que establece un marco común para
el reporte voluntario de las incidencias económicas, sociales y ambientales de
la actividad de las organizaciones. En la actualidad es el marco formal más
utilizado en España para informar sobre los aspectos económicos, sociales,
ambientales y de buen gobierno de las organizaciones.
Dentro de sus requisitos cabe destacar fundamentalmente las siguientes
exigencias, sobre las que las organizaciones deben informar indicando el
número de requisito especificado:
Relación de grupos de interés que la organización ha incluido
Base para la identificación y selección de grupos de interés con los que
la organización se compromete.
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Enfoques adoptados para la inclusión de los grupos de interés,
incluidas la frecuencia de su participación por tipos y categoría de
grupos de interés.
Principales preocupaciones y aspectos de interés que hayan surgido a
través de la participación de los grupos de interés y la forma en la que
ha respondido la organización a los mismos en la elaboración de la
memoria.
B. La SGE 21. Sistema de Gestión Ética y Socialmente Responsable
La SGE 21 es la primera norma europea certificable que establece los
requisitos que deben cumplirse para gaantizar la integración de la gestión de
la responsabilidad social en la estrategia corporativa. De esta manera pone a
disposición de las organizaciones una sistemática enfocada a la integración
voluntaria de sus preocupaciones sociales y medioambientales en las
operaciones comerciales y en las relaciones con sus grupos de interés.
El hecho de que la SGE 21 sea la única norma que permite, de manera
voluntaria, auditar procesos y alcanzar una certificación en responsabilidad
social, es una muestra del valor añadido que aporta en transparencia y
credibilidad. Además, al incorporar los criterios e iniciativas más relevantes
existentes en la actualidad, tanto en materia de RSE como en lo que a
sistemas de gestión se refiere, permite a las organizaciones optimizar los
recursos, al maximizar la compatibilidad con otras herramientas de gestión.
La norma surge como resultado del trabajo de un grupo de expertos y líderes
de opinión que, durante el X Congreso de Calidad y Medioambiente
celebrado en 1999 en Barcelona, se cuestionaron de qué manera se podía
poner en valor una cultura de empresa basada en la responsabilidad de
todos sus miembros frente al conjunto de la sociedad. La SGE 21 está
estructurada en nueve áreas de gestión que coinciden con los 9 grupos de
interés principales para la mayoría de las organizaciones,
independientemente de su tamaño o actividad:
Alta dirección. Pretende, fundamentalmente, impulsar el cambio organizativo
mediante la elaboración de un plan de Responsabilidad. El establecimiento
de una política de gestión ética y responsabilidad social, un código de
conducta, una política anticorrupción y la creación de un comité de ética/
responsabilidad social, que garantice el cumplimiento de los compromisos
adoptados.
Clientes. El objetivo es velar por la honestidad de la relación comercial y
garantizar las características del producto para conseguir la satisfacción del
cliente. La protección de públicos vulnerables, la accesibilidad de los
productos o servicios ofrecidos y la incorporación de criterios de
Responsabilidad Social en la fase de I+D, son algunos de los requisitos.
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Proveedores. Las organizaciones definirán sus propios criterios de compras
responsables sobre la base de los cuales evaluarán y seleccionarán a sus
proveedores. En la medida de lo posible se pretende que las organizaciones
responsables fomenten buenas prácticas entre sus proveedores.
Personas que integran la organización. Partiendo del cumplimiento de los
derechos humanos y pasando por aspectos como la igualdad, conciliación,
salud seguridad laboral y formación, este apartado tiene como objetivo la
creación de un entorno de trabajo de calidad que favorezca la motivación, la
retención de talento y el bienestar de las personas.
Entorno social. Destaca la importancia de conocer y evaluar los impactos,
tanto positivos como negativos, que la organización genera en su entorno
social así como la transparencia en las relaciones con el mismo.
Entorno ambiental. El compromiso de prevención de la contaminación, la
gestión de los impactos ambientales asociados a la actividad y la
comunicación de los indicadores ambientales de la organización son algunos
de los ejemplos.
Inversores. En este punto, la norma se centra en el buen gobierno y la
transparencia financiera de la organización.
Competencia. Trata de fomentar la competencia leal y la resolución de
conflictos por medio de arbitraje. Impulsa la cooperación y establecimiento
de alianzas entre organizaciones competidoras.
Administraciones Públicas. La norma va más allá de las exigencias legales
tratando de crear vías de colaboración entre la organización y la
administración.
La SGE 21 entiende que gestionando correctamente estos grupos de interés
la organización puede mejorar, de manera sustancial, sus impactos
económicos, sociales y ambientales, comprometiéndose a impulsar un
desarrollo sostenible positivo tanto para ella misma como para su entorno.
Específicamente, en su apartado 6.1.7, la SGE 21:2008 establece que las
organizaciones deben desarrollar un modelo documentado de relación con
sus grupos de interés. Este modelo incluye, criterios para identificar y clasificar
a los stakeholders, una metodología para detectar sus expectativas y el
establecimiento y priorización de planes de acción y comunicación.
C. La AA1000 de Accountability
La AA 1000 es una norma establecida en 1999 por la organización británica
AccountAbility basada en criterios que permiten una evaluación de las
relaciones que la empresa establece con sus grupos de interés. La AA1000
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está compuesta por tres criterios fundamentales: materialidad, conformidad y
credibilidad. La AA1000 no propone indicadores predefinidos pero sí define
directrices para que las empresas y sus grupos de interés puedan co-producir
sus indicadores. Esto requiere rendir cuentas, en particular, a través de
auditorías y comunicaciones sobre el desempeño ético y social, dando
prioridad a la calidad del diálogo y la participación de los grupos de interés.
Lectura 03: Herramientas específicas para el diálogo con los stakeholders
Dentro de estos grandes marcos de gestión, reporte y aseguramiento de las
estrategias de RSE podemos encontrar herramientas más específicas y
operativas para la gestión de los stakeholders, donde destacan las tres
siguientes:
A. Estudio de las percepciones de los grupos de interés.
A fin de lograr una mejor comprensión de sus expectativas y percepciones,
las empresas llevan a cabo encuestas regulares a sus grupos de interés.
B. Auditorías de RSE.
No es necesario que el auditor participe de reuniones y otros encuentros,
pero sí que compruebe el sistema global de gestión y que verifique si existen
registros o resultados de posibles reclamaciones para garantizar la efectividad
del proceso de diálogo. Con el conocimiento de las expectativas de los
grupos de interés en el sector, el auditor, basándose en otras referencias
sectoriales, consultará a la empresa sobre cómo tiene en cuenta estas
expectativas.
A diferencia por ejemplo de las ONGs el auditor no hace juicios morales
sobre el modo de actuar de la empresa, únicamente verifica si lo que la
empresa afirma es cierto o no.
C. Paneles con grupos de interés.
Mención aparte merece una práctica cada vez más común como son los
paneles con grupos de interés. Estas son reuniones semestrales o anuales
para verificar el cumplimiento de los objetivos de diálogo y los compromisos
establecidos.
En estos casos, establecer criterios tales como la publicación de las opiniones
de los paneles sin modificarlos ayuda a garantizar que la empresa tiene en
cuenta los asuntos planteados en el panel; o la forma en que la empresa
integra esto dentro de su estrategia y cómo lo comunica al respecto.
No existe una aproximación estándar para la definición de un panel. Al
prepararlo, la organización busca entre otros aspectos, asegurar que va a
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funcionar, la fluidez de la comunicación entre todas las partes o que va a ser
capaz de influir en decisiones estratégicas y contribuir a generar confianza
externa.
A pesar de que cada panel será adaptado al contexto de la empresa (tamaño,
cultura, actividad, etc.), hay una serie de fases comunes y cuestiones que
ayudan a su realización.
1. Definición de objetivos. En primer lugar es necesario determinar el
mandato y los propósitos del panel: ser claro acerca de los objetivos de
la acción y determinar el grado de implicación de los grupos de interés
en la toma decisiones. Resulta importante asegurar que los riesgos y
oportunidades estén equilibrados en ambos lados y, por otro lado,
relacionarlo con otros procesos de la empresa, incluyendo otros
compromisos con grupos de interés y/o acciones de buen gobierno
corporativo.
Asegurar la implicación interna de los directores y pensar en el
presupuesto necesario para llevar a cabo el panel son elementos
necesarios en esta primera etapa.
2. Determinar las reglas operativas.
En la segunda etapa de formación de paneles de diálogo con grupos de
interés es importante especificar el mandato del panel y desarrollar reglas
claras a fin de alcanzar los objetivos propuestos. Aquellos asuntos que
requieran un debate deben ser objeto de acuerdo por el panel y necesitan
ser revisados a medida que se desarrolla el panel. Considerar la posibilidad de
utilizar un facilitador externo si fuese relevante y/o necesario y tranquilizar a
los miembros del grupo en relación con el desarrollo de un procedimiento
justo. Por último, es necesario definir las condiciones en las que se va a
comunicar las opiniones expresadas por los miembros del panel,
especialmente cuando van a ser incluidas en la memoria de sostenibilidad.
3. Selección de miembros. Se deben seleccionar panelistas que puedan
reflejar las expectativas de los principales grupos de stakeholders
(teniendo en cuenta entre otros su experiencia, reputación,
disponibilidad de tiempos y buen potencial para influir e impactar en
la toma de decisiones corporativas).
Además, hay que tener en cuenta la especificidad de la empresa y sus
necesidades. La elección de los participantes se debe basar en los temas
específicos de RSE, con una relación muy estrecha con su negocio (sector), su
implantación geográfica, su cultura, etc.
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Para asegurar la efectividad, es preferible elegir representantes específicos
para cada tema y con los cuales sea fácil el diálogo. Incluir grupos de interés
que por naturaleza sean opuestos al sector en el que opera la compañía
puede ser incluso contraproducente.
4. Seguimiento del panel. Para llevar un proceso de diálogo con éxito
hay que ayudar a los panelistas a entender la estrategia y operaciones
de la empresa (a través de documentos, reuniones, visitas a la
compañía, o incluso facilitándoles un entrenamiento formal). Además,
será vital generar confianza a partir del intercambio de información y
asegurar el seguimiento de los compromisos e informar a los
miembros constantemente de los progresos realizados y las
modificaciones introducidas.
5. Medición del impacto. Por último, es necesario evaluar el panel y sus
progresos de forma periódica y proponer los cambios necesarios.
Además, hay que establecer el marco temporal de los compromisos
alcanzados e incluir en el proceso de seguimiento los medios para que
los participantes expresen sus opiniones sobre la utilidad de continuar
o no, sobre la base de lo que ha funcionado y en los resultados que se
han obtenido. El lector podrá encontrar ejemplos prácticos de
herramientas de diálogo utilizadas por empresas en la página web
tanto de CSR Europe (www. csreurope.org) dentro de su apartado de
soluciones del CSR Marketplace como en español en www.
marketplace.foretica.
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I. ESTÁNDARES SOBRE RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL
Lectura 01: La Ley Antimonopolio Sherman
Hace ya más de un siglo se comenzó a conocer los parámetros sobre la
responsabilidad social empresarial (RSE), con la conocida Ley Antimonopolio
Sherman, publicada el 2 de julio de 1890. Esta ley mostró la necesidad de
regulación y control en el entorno empresarial, buscando de esta manera
proteger los intereses individuales y colectivos de la sociedad. Esta ley explica
que “todo contrato o combinación en la forma de trust o colusión, en
restricción del intercambio o libre comercio entre los diversos estados o con
naciones extranjeras, es declarado ilegal” (Ley Sherman Antitrust, 1890).
En este mismo sentido, surge la RSE obligatoria después de la crisis
económica de la década de 1930, encadenada a una extrema pobreza,
seguida de la Segunda Guerra Mundial en 1945 y una crisis ambiental y
social, podría decirse incluso civilizatoria, en donde comienzan aparecer
limitaciones medioambientales, que obligan a entes supranacionales a la
creación de regulaciones y decretos que propenden por el cuidado y
recuperación del ambiente, aplicadas a todos los continentes, con las que se
busca disminuir y controlar los daños causados al medioambiente por parte
del ser humano (Raufflet, 2010).
En la década de 1980, aparece la RSE voluntaria, etapa en la cual, gran parte
del mundo había adoptado un modelo de crecimiento y desarrollo basado
en el alto consumo, dos tendencias contrapuestas pero la primera como
contención de la segunda; acompañado de esto, se profundiza la
internacionalización de la economía, un intercambio comercial desmesurado
entre diferentes partes del mundo, reflejando políticas de liberación y
desregulación, logrando que los impactos que generan las empresas, ya no
sean solo locales, sino globales, afectando de diferentes maneras los lugares
donde están presentes las empresas (Reich, 2007).
La RSE voluntaria, surge frente a la necesidad de responder a requerimientos
de la sociedad, tomando medidas voluntarias que contribuyan o aporten, de
alguna manera, al desarrollo, crecimiento y mejoramiento de la calidad de la
vida de un grupo social específico, para así, reflejar las consecuencias de sus
actos, en actitudes y resultados positivos.
Lectura 02: Las normas y los estándares como forma de medir la RSE
Desde hace ya varios años han venido apareciendo en el mundo empresarial,
entre otros mecanismos, un considerable número de normas técnicas,
certificaciones, informes, memorias, para implementar y divulgar programas
de RSE. La principal explicación que se da sobre esto es la falta de control y
regulación que tienen las empresas a nivel mundial y las graves
consecuencias que esto ha traído a la sociedad. Según Strandberg (2010, p.
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7), las exigencias han sido promovidas por los grupos de interés, los cuales
han comenzado a solicitar o exigir a las empresas información no financiera
sobre el ejercicio de su RSE.
Debido a esto, algunas empresas han elaborado informes que incluyeron de
una forma u otra, los aspectos sociales y medioambientales en los cuales
tiene impacto su compañía. Estos informes o memorias suelen tener una
estructura común así como unos elementos unificadores, cuyo objetivo es
servir de guía para todas aquellas empresas que están comenzando a
incursionar en el mundo de la RSE a la vez que proporcionan la información
más importante y relevante sobre los avances de cada empresa en cuanto a
sus proyectos de RSE.
No obstante, de acuerdo con Strandberg (2010, p. 7), en esa tarea de
informar las empresas empezaron a encontrarse con el problema de cómo
medir las acciones de RSE y sus resultados, de forma que la información fuese
coherente, completa y ordenada. Por tal motivo, surgen y cobran gran
importancia varias normas y guías, entre las que se destacan el Pacto
Mundial, el Global Reporting Initiative (GRI), SA 8000, AA 1000, la ISO 26000,
AECA, los indicadores Ethos de RSE, entre otras.
Algunos de los objetivos y enfoques de RSE que establecen estas normas y
guías son por ejemplo, en el caso de la ISO 26000, “Proporcionar una guía a
las organizaciones sobre los principios, temas centrales relacionados con la
responsabilidad social, y los métodos para implementar los principios de
responsabilidad social en las actividades diarias de una organización,
incluyendo aquellas actividades de involucramiento de stakeholders”
(ISO/WD 26000, 2006, p. 8), o en el caso de la AA 1000, “es un estándar de
aplicación general para evaluar, atestiguar y fortalecer la credibilidad y
calidad del informe de sostenibilidad de una organización y de sus principales
procesos, sistemas y competencias” (Accountability, 2003, p. 4).
Según lo planteado por Strandberg (2010, p. 13), en 2005, 52% de las
principales 250 compañías de la lista “Fortune 500” publicaron informes de
RSE. La mayoría de esas empresas pertenecen a los sectores con impacto
ambiental significativo, tales como las industrias extractivas, químicas o
manufactureras. También el número de bancos y compañías de seguros que
publican esos informes se está incrementando. Puede observarse entonces,
como la elaboración y divulgación de informes y memorias de RSE ha dejado
de ser una moda para convertirse en un requisito más para la adecuada
gestión comercial y social de las empresas.
A. ¿Por qué es importante medir la RSE?
Todo esto lleva a preguntarse ¿por qué es importante medir la RSE? De
acuerdo con Strandberg (2010, p. 8), del mismo modo que la gestión en una
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empresa debe ser medida, también la gestión de la RSE puede y debe ser
evaluada.
La medición es una tarea fundamental para conocer el grado de
cumplimiento de los objetivos empresariales. El conocimiento por parte de la
empresa sobre los resultados que está obteniendo con respecto a la RSE le
permitirá definir y concretar objetivos específicos en este ámbito, y de este
modo, llevar a cabo los ajustes que sean necesarios para lograr un mejor
desempeño y alcanzar el siguiente nivel. Sin embargo, debido a las múltiples
características y tipos de empresas que existen, los métodos y mecanismos
que se han propuesto para llevar a cabo la documentación e implementación
de los programas de RSE son variados y como consecuencia sus resultados
son diversos.
Adicionalmente, muchas empresas han visto la RSE sólo como una
plataforma para alcanzar nuevos nichos de mercado, sin que por ello tengan
la intención de comprometerse realmente con lo que divulgan, esto los ha
llevado a publicar informes de sostenibilidad o RSE sin ninguna clase de
pertinencia ni contenido relevante, incluso se conocen de casos en los que
las empresas han llegado a alterar la información con el objetivo de parecer
más responsables de lo que realmente son.
Por esta razón, la existencia de normas técnicas y guías mundialmente
reconocidas y aceptadas, incluso de organismos de seguimiento a estos, es
de vital importancia para evitar que casos como estos continúen sucediendo.
Uno de los objetivos tras la publicación de estas normas e informe es que las
empresas den a conocer sus programas de RSE y los respectivos resultados a
los agentes involucrados, sobre todo los clientes potenciales; no obstante,
también buscan proporcionar un mayor grado de transparencia a la gestión
llevada a cabo por la empresa, pues al volverla de interés público, esta debe
cumplir con un mayor estándar de normativa y regulación. De acuerdo con
Strandberg (2010, p. 8), los aspectos no financieros y la transparencia
parecen percibirse hoy en día como factores de competitividad y creación de
valor, así como herramientas de excelencia en la gestión y factores
diferenciadores, todo como consecuencia directa de las fuertes críticas y crisis
por las que han atravesado algunas de las empresas más grandes y
reconocidas en el mundo en los últimos años; los grupos de interés buscan
un nuevo índice de confiabilidad que les permita saber si lo que las empresas
reportan es o no verificable y cierto.
Según Strandberg (2010, p. 8), la comunicación de los indicadores puede
realizarse según criterios desarrollados por la propia empresa o según
normas establecidas. Una norma proporciona un marco elaborado como
base para estructurar la comunicación de los indicadores de una manera
eficaz. Si una empresa trabaja con sus propios criterios, en lugar de una
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norma establecida, debe explicar cómo se han identificado y medido los
indicadores, mientras que si, por el contrario, utiliza una norma, esta
información ya está incluida en la misma. Una norma considerada legítima
ofrece credibilidad a la empresa, porque presupone el cumplimiento de unos
requisitos establecidos.
Por su parte, los indicadores de RSE tienen por objetivo medir los impactos de
las actividades empresariales en la sociedad y el medio ambiente, y de este
modo saber qué medidas se deben adoptar para convertir cualquier impacto
negativo en positivo. Para ello, las empresas cuentan con indicadores de tipo
cualitativo y cuantitativo, o de acuerdo con Strandberg (2010, p. 9),
indicadores de triple resultado, económico, social y ambiental. No obstante,
como son los grupos de interés y agentes involucrados con la empresa
quienes leen e interpretan los indicadores, estos poseen un alto grado de
subjetividad, lo que dificulta establecer con claridad su efectividad y
pertinencia en cuanto a los proyectos y resultados de RSE que la empresa
desea comunicar.
Strandberg (2010, p. 10) retoma dos de los autores más influyentes en el
tema de memorias e indicadores, Ligteringen y Zadek (2005), los cuales
sostienen que: El uso de indicadores de RSE tiene dos motivos: “El primero es
ayudar a gestionar e implementar prácticas de negocio más responsables y
transparentes. El otro, es proveer de una visión clara acerca de cuáles son los
principales conceptos del desarrollo sostenible y la RSE. En otras palabras, a
través de la aplicación de indicadores se quiere lograr que la empresa y los
empleados realicen actividades correspondientes a los indicadores, es decir,
se quiere incidir en el comportamiento de las personas involucradas. La
“función de un sistema de control siempre ha sido la de cambiar el
comportamiento de las personas”. En este caso, la finalidad sería un
comportamiento más sostenible del personal y la integración de objetivos
sostenibles en el funcionamiento de la organización.
Pero, comenzar a publicar informes y memorias de RSE no es todo lo que una
empresa puede hacer para demostrar su compromiso con la sociedad, es
necesario también que exista un diálogo constante, abierto y honesto con los
grupos de interés (stakeholders) de la empresa. Cuando la empresa trabaja
en equipo con todos los agentes involucrados, alcanza un nuevo nivel de
competitividad logrando aumentar las probabilidades de realizar proyectos
viables y exitosos.
B. Concepto de RSE para cada norma y sus objetivos y función
En la Tabla 1 se presenta el concepto de RSE para cada norma, así como los
objetivos y función de las mismas. En lo que al concepto respecta, se
encuentra que la ISO 26000 y la Norma de Aseguramiento AA 1000 definen
la RSE a partir de una serie de características de comportamiento; mientras
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que la primera norma habla en términos generales y tipifica que dichas
características de comportamiento se traducen en actividades que
contribuyen a “minimizar sus impactos negativos de la actividad empresarial y
maximizar los impactos positivos en la sociedad”, la segunda enuncia
tácitamente cuáles son estas características de comportamiento.
Tabla 1. Estándares de la RSE y otros documentos (concepto de RSE y
objetivo)
Título Concepto de RSE Objetivo y función
ISO 26000 (Norma Guía)
“Responsabilidad de una organización ante los impactos que sus decisiones y actividades ocasionan en la
sociedad y el medio ambiente, mediante un comportamiento ético y transparente” ISO 26000:2010, p.4)
Objetivo: “Proporcionar orientación a las organizaciones sobre responsabilidad social y
puede utilizarse como parte de las actividades de la política pública”. Función: "Ayudar a las organizaciones a contribuir al desarrollo sostenible" (ISO 26000:2010, p.1)
Norma de aseguramiento
AA 1000
“La serie AA 1000 define la “responsabilidad” como
constituida por:-transparencia para rendir cuentas a las partes interesadas,-capacidad de respuesta para atender las preocupaciones de las partes interesadas y-cumplimiento para lograr los estándares con los cuales se compromete voluntariamente, y las normas y regulaciones que debe cumplir por razones legales”
(Accountability: 2003, p. 29)
Objetivo: “evaluar, atestiguar y fortalecer la credibilidad y
calidad del informe de sostenibilidad de una organización y de sus principales procesos, sistemas y competencias. Asimismo, provee de orientación sobre los elementos clavedel proceso de aseguramiento” (AA 1000:2003, p.5) Función: Estándar para asegurar la
calidad de los informes de sostenibilidad para el cumplimiento de la ley, los compromisos con la política establecida, la reputación y el manejo de riesgos, y la percepción que tenga la compañía sobre su deber ético y moral.
Cuadro central, indicadores sociales AECA (la Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas)
“La responsabilidad social corporativa es el compromiso voluntario de las empresas con el desarrollo de la sociedad y la preservación del medio ambiente, desde su compromiso social y un comportamiento responsable hacia las personas y grupos sociales con quienes se interactúa”. (AECA, 2003, p. 9)
Los objetivos generales de la comisión RSC de AECA, acordes con su misión y visión, son: a) Desarrollo científico de la responsabilidad social corporativa. b) Implantación generalizada de la RSC en las organizaciones. c) Difusión de las técnicas de la dirección y gestión
centradas en RSC. d) Promoción de la colaboración entre personas, organizaciones e
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instituciones nacionales e internacionales dedicadas a la RSC. (AECA, 2003, p.1)
Global Reporting Initiative (GRI)
No define un concepto de RSE. Su posición es desde la Sostenibilidad: “la forma en la que contribuye la organización, o pretende
contribuir en el futuro, a la mejora o al deterioro de las tendencias, avances y condiciones económicas, ambientales y sociales a nivel local, regional o global" (GRI, s.f)
Las directrices establecen indicadores específicos categorizados en económicos, ambientales y sociales que ponen enfásis
en la materialidad lo que implica reflejar los impactos significativos de la organización o aquellos que podrían ejercer una influencia sustancial en la toma de decisiones de los grupos de interés. (GRI, s.f)
SGE 21: 2008,
Sistema de Gestión Ética y Socialmente Responsable
“La Responsabilidad Social es
la integración voluntaria de las preocupaciones sociales, laborales, medio ambientales y de respeto a los derechos humanos (superando el cumplimiento estricto de las obligaciones legales vigentes) en el gobierno, gestión, estrategias, políticas y procedimientos de las organizaciones” (INGECAL,
2011, p. 3)
Se centra principalmente en
el cumplimiento de la legislación y normativa, Política de Gestión Ética y Responsabilidad Social, Código de Conducta, Comité de Gestión Ética y Responsabilidad Social, Diálogo con los grupos de evaluación, Revisión por la Dirección y mejora continua, Informe de Responsabilidad
Social y comunicación (INGECAL, 2011)
Indicadores Ethos de Responsabilida d Social Empresarial
La RSE es definida por la relación que la empresa establece con todos sus públicos (stakeholders), a corto y a largo plazo. Los públicos correspondientes, en contacto y afinidad con la
empresa, comprenden innumerables organizaciones de interés civilsocialambiental, además de aquéllos usualmente reconocidos por los gestores –público interno, accionistas y consumidores/ clientes (Ethos: 2005, p.9)
Los indicadores ETHOS permiten a las empresas evaluar el grado de desarrollo de las estrategias, políticas y prácticas en los ámbitos que involucran la responsabilidad social de
una organización. Estos indicadores abarcan la RDE desde una perspectiva integral, que incluye las políticas y acciones e la empresa en siete dimensiones (Ethos: 2005)
Norma SA 8000 “No es abarcativa de la
totalidad de los aspectos del concepto de Responsabilidad Social, pero posee indudables ventajas para cualquier organización que desee comprometerse con los principios éticos y sociales que redundarán en ventajas de diversa índole inclusive y fundamentalmente económicas” (Aguero, 2011)
Involucra activamente a la
alta dirección e incluye los aspectos de la RS dentro de la política de empresa. Es imprescindible contar previamente con un sistema de gestión, normalmente la ISO 9001, no contempla de forma sistemática la implicación y el trabajo conjunto con stakeholders externos (Aguero, 2011)
Guía del Pacto Mundial
"No definen el concepto de RSE; sin embargo consideran que: Las prácticas empresariales basadas en
Integrar los cambios necesarios en las operaciones, de tal manera que el Pacto Mundial y sus
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principios universales contribuyen a la construcción de un mercado global más estable, equitativo e incluyente que fomentan sociedades más prósperas” (Pacto Mundial, 2013).
principios sean parte de la gestión, la estrategia, la cultura y el día a día de la actividad empresarial, alrededor de 4 ejes temáticos: derechos humanos, condiciones laborales, medio ambiente y anticorrupción.
Fuente: Fuente: Cardona Acevedo, Duque Orozco, y Rendón Acevedo (2013) y documentos enunciados.
De otra parte, el Cuadro Central AECA define la RSE como un compromiso,
atribuyendo al concepto el carácter no solo de una forma de
comportamiento empresarial, sino de una exigencia que se debe realizar. El
GRI no va tan a fondo, y solo sugiere un comportamiento socialmente
responsable como positivo en aras de la sostenibilidad; algo similar a la
propuesta de la SA 8000, solo que esta última, más que la sostenibilidad,
resalta el beneficio para la empresa a partir de una conducta socialmente
responsable.
El Sistema de Gestión Ética y Socialmente Responsable (SGE 21 de 2008)
define la RSE como una voluntad global en pro del mejoramiento de las
condiciones de todos los agentes sociales que de una u otra forma
interactúan con la organización, al igual que los indicadores Ethos, aunque
estos se enfocan en la relación empresa-grupos de interés.
A su vez, el concepto de RSE que concibe la norma SA 8000 resalta la
relevancia de un comportamiento socialmente responsable, en pro incluso de
los beneficios económicos que esto trae para las empresas. La Guía del Pacto
Mundial recomienda la RSE, pero no la define.
En cuanto a los objetivos y función de cada norma, la ISO 26000 y la AA
1000 buscan constituirse como criterios de evaluación en pro de medir
adecuadamente el cumplimiento de una conducta orientada a la RSE. El
Cuadro Central AECA, por su parte, busca, además del cumplimiento de la
RSE, ser un parámetro de evaluación en materia del avance científico, la
innovación en diferentes niveles, y la cooperación entre agentes, y la gestión
ambiental, entre otros; este último es un objetivo similar al de los GRI, con la
diferencia de que estos especifican su intencionalidad de constituirse como
medidores de impacto.
Por otro lado, el SGE 21 tiene un objetivo más de auditoría; es decir, de velar
punto por punto por el aseguramiento de los requisitos establecidos, “se
centra principalmente en el cumplimiento de la legislación normativa”; labor
similar desempeñan los indicadores Ethos, aunque estos no evalúan el
cumplimiento de unos parámetros legislativos, sino de gestión. Por otro lado,
la Norma SA 8000 requiere partir de un sistema de gestión, para desarrollar la
labor evaluativa. Por último, la Guía del Pacto Mundial se apoya en diez
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puntos para cumplir el objetivo de evaluar si los principios de esta iniciativa se
están integrando de forma activa en la gestión de la empresa.
C. Estándares de la RSE y sus tipologías, descripción, dimensiones y su
relación con otras normas
Desde otras perspectivas y al realizar un análisis sobre tipologías, descripción,
dimensiones y relaciones de las normas con otras de su misma naturaleza
(Tabla 2), se puede evidenciar que desde la ISO 26000, es una guía no
certificable ni regulatoria, que busca ser referente para las empresas en las
siete dimensiones expuestas, y que se constituye como el producto final de la
construcción de una guía sobre RSE. En lo que respecta a la AA 1000, es una
norma no certificable, pero sí auditable, que también busca constituirse como
un referente que dé fe del progreso de las empresas en materia de RSE, de tal
modo que las dimensiones que abarca son resultado organizacional, partes
interesadas, políticas y metas establecidas, y aseguramiento público; en
cuanto a su relación con otras normas, es de carácter complementario.
El Cuadro AECA se presenta como un marco conceptual enfocado a
pequeñas y medianas empresas (Pymes), usado para la creación de informes
y dimensionado a partir de indicadores, empleados, clientes y accionistas. El
GRI no se constituye como norma auditable ni certificable, se describe como
un reporte de análisis de impactos en materia de RSE y se dimensiona a partir
de cuatro directrices como materialidad, participación de los grupos de
interés, contexto de sostenibilidad y exhaustividad; son fundamentalmente
complementarios con la AA1000 y el Pacto Mundial.
La SGE 21 constituye una norma auditable y certificable por FORÉTICA, se
usa para poder establecer un sistema de gestión ética y coherente con las
RSE, manejando dimensiones similares a los del Cuadro AECA y siendo
compatible con múltiples normas de gestión. Los indicadores Ethos no son
auditables, son descritos como puntos de evaluación desde diferentes
perspectivas, estando dimensionados en aspectos que van desde los valores,
la transparencia y gobernanza, hasta gobierno y sociedad. Son lineamientos
afines con el Pacto Global, el GRI, la SA 8000 y la AA 1000.
Por otro lado, se encuentra la norma SA 8000 de carácter auditable y
certificable por la Social Accountability International (SAI). Esta norma
establece estándares para lograr lugares de trabajo decentes aplicable a
todos los sectores. La norma se aproxima a un sistema de gestión que
permite establecer una estructura y procedimientos que las organizaciones
deben adoptar para asegurar el cumplimiento de los estándares. Algunos de
los elementos que considera son: erradicación del trabajo infantil y forzoso,
salud y seguridad, libre asociación, discriminación, entre otros. Esta norma se
basa en la Declaración de Derechos Humanos, los Derechos de los Niños,
recomendaciones de la OIT, entre otros.
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Por último, el Pacto Mundial (PM) es una iniciativa de la ONU que busca
promover la adopción de diez principios en la gestión organizacional y que a
su vez se contribuya al logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio; los
principios giran alrededor de cuatro ejes: derechos humanos, condiciones
laborales, medio ambiente y anticorrupción.
Tabla 2. Estándares de la RSE y otros documentos (tipología, descripción,
dimensiones y relaciones con otras normas)
Título Tipología Descripción Dimensión Relaciones con otras normas
ISO 26000 Es una guía. No es certificatoria ni regulatoria.
“Proporciona una guía a las organizaciones sobre los principios, temas
centrales relacionados con la responsabilidad social, y los métodos para implementar los principios de responsabilidad social en las actividades diarias en una organización, incluyendo aquellas actividades de involucramiento de
stakeholders”. (ISO/WD 26000, 2006 P.8)
1. Medio ambiente 2. Derechos humanos
3. Prácticas laborales 4.Gobierno organizacional 5.Prácticas de negocio justo / reglas de mercado 6.Participación de la comunidad 7.Consumidores/ responsabilidad del producto
“La ISO 26000 es la culminación del proceso para el desarrollo de la
primera guía consensuada sobre la Responsabilidad Social, establecida por la Organización Internacional para la Estandarización (ISO)”
Norma de aseguramiento AA1000
Es una norma no certificable. Auditable.
“Es un estándar de aplicación general para evaluar atestiguar y fortalecer la credibilidad y calidad del informe de sostenibilidad de una organización y e sus
principales procesos, sistemas y competencias. Asimismo, provee de orientación sobre los elementos clave del proceso de aseguramiento” (Accountability: 2003, p. 4)
“Compatible con las demás normas, especialmente con la ISAE 3000 -más centrada en los requisitos y los contenidos o campos a los que debe darse respuesta-, ya que la
AA 1000, por el contrario, se centra en el cómo, en el proceso de elaboración y desarrollo de informes de RS. Estas dos normas no son contradictorias, sino complementarias”
Cuadro central, indicadores sociales AECA (la Asociación Española de Contabilidad y Administración de
Empresas)
Es un Marco Conceptual que ayuda a entender la Responsabilidad Social Empresarial fundamentalmente para PYMES. No certificable.
Funciona para la creación de los informes sobre RSC de las MyPimes y preparación de los indicadores detallados (AECA, 2003)
Indicadores empleados, clientes y accionistas
Se relaciona desde las dimensiones de los agentes partícipes con las distintas normas analizadas, pensándolas desde las particularidades de la Pymes.
Global Reporting Initiative - GRI
Guía. No auditable ni certificable.
La GRI ha elaborado un marco que aporta directrices sobre la
Las directrices de la GRI se refieren a cuatro principios
La GRI puede combinarse con otras normas y matrices, tales como el
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elaboración de memorias de RSE, incluyendo los impactos económicos, sociales y ambientales de una empresa. (SDStrandberg, 2010: 15)
respecto al contenido de las memorias: Materialidad, Participación de los Grupos de Interés, Contexto de Sostenibilidad y Exhaustividad. También establecen
indicadores específicos categorizados en económicos, ambientales y sociales.
Pacto MUNDIAL y la AA1000. La GRI se corresponde con los principios del Pacto Mundial para la elaboración de la memoria, y serán aún más compatibles debido a un nuevo proyecto entre las dos entidades creadores.
La serie AA1000 es útil para el monitoreo y la evaluación de la GRI.
SGE 21: 2008 Sistema de Gestión Ética y
Socialmente Responsable
Norma auditable y certificable por FORÉTICA*
“Permite establecer un Sistema de Gestión Ética y Socialmente
Responsable en las organizaciones. Debe ser contemplado como una parte del sistema de gestión de la organización y por tanto, compatible e integrable con los sistemas de gestión de la calidad, medio ambiente, prevención
de riesgos laborales, o innovación, entre otros” (Forética: 2008, p. 5)
Alta dirección, clientes, proveedores, entorno social,
entorno ambiental, inversores, competencia.
Global Compact (Pacto Mundial). Responsabilidad Social
Europea (CSR Europe). Comunicación de la Comisión Europea. Declaración tripartita de la OIT sobre multinacionales y política social. Directrices de la OCDE PARA MULTINACIONALES. ISO 9001: 2000 (Gestión de Alta Calidad). ISO 14001: 2004 (Medio
Ambiente). ISO 19011: 2002 (Auditoría de Calidad). Libro Verde de la Comisión Europea (2001). QHSAS 18001:1999. Social Accountability 8000 Standard.
Indicadores Ethos de
Responsabilidad Social Empresarial
Indicadores. No auditable.
“Estos indicadores buscan plantear cómo
puede la empresa mejorar su desempeño en los temas correspondientes desde distintas perspectivas”. (Instituto Ethos de Empresas y Responsabilidad Social: 2006 p. 6)
1.Valores, Transparencia y
Gobernanza 2.Público Interno 3.Medio Ambiente 4.Proveedores 5.Consumidores y Clientes 6.Comunidad 7.Gobierno y Sociedad"
“Pacto Global GRISA 8000AA1000”
Norma SA 8000
Es una norma auditable certificable por SAI (Social Accountability International)
“Esta norma específica los requisitos de responsabilidad social que permiten a una compañía: a) Desarrollar, mantener y aplicar sus principios y sus procedimientos con el objeto de manejar aquellos asuntos que
están bajo su control o influencia. b) Demostrar a las partes interesadas
Trabajo infantil, trabajos forzados, salud y seguridad en el trabajo, libertad de asociación y derecho de negociación colectiva, discriminación, medidas disciplinarias, horario
de trabajo, remuneración, sistemas de gestión.
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos del niños. Convención de las Naciones Unidas sobre la eliminación de toda forma de discriminación de la mujer.
Convenciones y recomendaciones de la OIT
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que sus principios, procedimientos y prácticas están en conformidad con los requerimientos impuestos por esta norma. (Social Accountability International: 2001, p. 3)
sobre las relaciones laborales y la seguridad en el trabajo.
Guía del Pacto Mundial
Es una guía no certificable.
“El Pacto Mundial busca facilitar un marco de trabajo contextual para fomentar y difundir la innovación, las soluciones creativas, las mejores prácticas entre los participantes. No sustituye a organismos regulatorios ni de otro
tipo. De hecho, el Pacto Mundial cree que las iniciativas voluntarias y los sistemas regulatorios se complementan mutuamente y que, cuando se combinan, se genera un poderoso impulso que favorece el sentido de
responsabilidad cívica corporativa (Pacto Global: 2004, P. 5-6)
Puede relacionarse con cualquier otra norma, al identificarse en aspectos esenciales las dimensiones propias de su alcance.
Fuente: Fuente: Cardona Acevedo, Duque Orozco, y Rendón Acevedo (2013) y documentos enunciados
D. Utilidad de las normas técnicas de RSE
La utilidad y conveniencia de las normas técnicas es que estas constituyen, de
acuerdo con Strandberg (2010, p.11), una regla que se debe seguir o a la
que se deben ajustar las conductas, tareas y actividades de las empresas, con
lo que se espera facilitar el inicio e implementación de proyectos de RSE para
las compañías. Sin embargo, la principal desventaja de estas normas, es que
al existir una gran cantidad de ellas, los empresarios y grupos de interés no
sabrán distinguir unas de otras por lo que su pertinencia puede verse
reducida; el hecho de añadir una norma más o una certificación más no
aporta valor en todos los casos. Para los inversores, decidir entre dos
empresas con dos certificaciones distintas no es claro. Del mismo modo, para
la empresa, la exigencia de implantar las distintas normas en su operación
puede entorpecer su correcta aplicación y anular las posibles ventajas
(Strandberg, 2010, p. 11).
No obstante, pese a que existan muchas normas diferentes, un conocimiento
más amplio y mejor fundamentado sobre ellas puede significar una gran
ventaja competitiva para las empresas, pues aunque hayan sido diseñadas
para cubrir diferentes aspectos normativos, la mayoría de ellas son
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compatibles en varios de los campos analizados, lo que haría posible
implementar varias normas a la vez. Según lo planteado por Strandberg
(2010, p. 11), incluso algunos de los promotores de los estándares cooperan
para aumentar las posibilidades de combinar las iniciativas. Por ejemplo, el
Pacto Mundial (PM) y la Global Reporting Initiative (GRI) han empezado una
colaboración para acercar las dos iniciativas y hacerlas más útiles y aplicables
en conjunto.
Finalmente, debe resaltarse que la verdadera importancia de planear,
implementar, medir y publicar los resultados concernientes a la RSE por parte
de la empresa, más allá que cumplir con determinado requisito o pasar a
formar parte del creciente grupo de empresas con informes y memorias de
RSE, es establecer una comunicación transparente y fidedigna con los
stakeholders, pues ellos son quienes aprueban o no el desempeño social de
la organización.
Las empresas no están solas en el proceso de implementación de sus sistemas
de gestión, mucho menos en los de RSE los cuales involucran a todos los
agentes relacionados con ella; por esta razón, es importante definir
claramente cuál es su relación con los agentes y grupos de interés y por
consiguiente su responsabilidad y compromiso. En la medida en que las
empresas se comprometan con la RSE y trabajen en conjunto con todos los
stakeholders, cualquier iniciativa que adopten, en este sentido, será exitosa,
de lo contrario, no será más que otra empresa tratando de unirse a la moda
de publicar informes sociales.
Actividad 01: Responda las siguientes preguntas
1. ¿Qué son los estándares de Responsabilidad Social Empresarial? ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
2. ¿Por qué es importante medir la RSE? ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
3. ¿Menciones los estándares de Responsabilidad Social Empresarial? ____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
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