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Jess y la higuera. Exgesis sincrnica de Mc11,12-14.20-25
Esther Miquel PericsinvEstigadora indEPEndiEntE
R E S U M E N Este artculo propone una interpretacin simblica e
irnica del episodio marcano de
la higuera (Mc11,12-14.20-25), que muestra su conexin
signicativa con la escena intercala-
da del templo (Mc11,15-19), se toma en serio la explicacin
sugerida por el propio Jess de
lo ocurrido con el rbol, y da pleno sentido al extrao comentario
del narrador del v. 13d:
pues no era tiempo de higos. Recurre a metforas tradicionales
que utilizan la planta des-
truida por no dar el fruto esperado como smbolo de sujetos
humanos condenados por su de-
ciencia moral.
P A L A B R A S C L A V E Marcos, higuera, templo, simbolismo,
irona.
S U M M A R Y This paper advocates for a symbolic and ironical
reading of the Markan g tree
episode (Mk11:12-14.20-25) that shows its meaningful connection
with the intercalated tem-
ple scene (Mk11:15-19), takes seriously Jesus own account of the
incident with the tree, and
succeeds in making sense of the strange statement of the
narrator in v. 13d: for it was not the
time for gs. It resorts to traditional metaphors that use the
image of destroyed fruitless plants
as symbols of humans that deserve punishment because of their
moral inadequacy.
K E Y W O R D S Mark, g tree, temple, symbolism, irony.
I . INtRODUCCIN
Uno de los episodios ms desconcertantes del Evangelio de Marcos
es
la agresin taumatrgica de Jess contra una higuera que tuvo la
mala fortuna
de ser avistada por el maestro galileo y sus discpulos en el
camino de Betania
a Jerusaln. El episodio est narrativamente dividido en dos
partes (11,12-14 y
11,20-25), situadas ambas en el mismo lugar del camino, pero en
das sucesivos.
E S T U D I O S B B L I C O S L X X ( 2 0 1 2 ) 1 4 7 - 1 6
5
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En la primera parte, Jess se acerca a la higuera buscando algo
para comer y,
al no encontrar nada ms que hojas, le lanza una dura y
aparentemente des-
proporcionada maldicin: Que nunca jams coma nadie fruto de
ti.
A diferencia de lo que ocurre en muchos relatos de acciones
extraor-
dinarias de Jess, su palabra no tiene un efecto visible
inmediato. Para conocer
las consecuencias de la misma es necesario avanzar en el tiempo
narrativo del
evangelio hasta la maana siguiente, cuando el grupo recorre el
mismo camino
y Pedro hace notar al maestro que la higuera maldecida se ha
secado. Jess
aprovecha la ocasin para impartir a sus discpulos un conjunto de
enseanzas
sobre el poder de la fe en la oracin y el perdn de los
pecados.
Entre la maldicin de la higuera y la constatacin de su efecto
por parte
de Pedro, transcurre toda una jornada que el relato ocupa con
una nica
escena: la actuacin violenta de Jess en el templo de Jerusaln
(11,15-18),
tradicionalmente conocida como la puricacin del templo.
Texto Mc 11,11-25
11,11 Y entrando en Jerusaln fue al templo y observ todo
alrededor,
y siendo ya la hora del atardecer sali hacia Betania con los
doce1.
12 Al da siguiente, cuando salieron de Betania, sinti hambre. 13
Al
ver de lejos una higuera con hojas, se acerc a ver si encontraba
algo
en ella. Pero no encontr ms que hojas, pues no era tiempo de
higos.
14 Entonces le dijo: Que nunca jams coma nadie fruto de ti. Sus
dis-
cpulos lo oyeron.
15 Cuando llegaron a Jerusaln Jess entr en el templo y comenz
a
echar a los que vendan y compraban en el templo. Volc las mesas
de
los cambistas y los puestos de los que vendan las palomas 16 y
no
consenta que nadie trasladase recipientes por el templo. 17
Luego se
puso a ensear dicindoles: No est escrito: Mi casa ser casa de
ora-
cin para todos los pueblos? Vosotros, sin embargo, la habis
convertido en una guarida de ladrones.
2 E s t h e r M i q u e l P e r i c s
1 aunque los anlisis del episodio de la higuera orientados a
descubrir la forma ms antigua de la percopa (crtica de las for-
mas) no suelen incluir el v.11 en el texto a estudiar,
considero, junto con otros autores, que s es necesario tenerlo en
cuenta
a la hora de interpretar dicho episodio en el contexto de la
narracin marcana (exgesis sincrnica): s. g. Brown, Mark
11:1-12:12: a triple intercalation? : The Catholic Biblical
Quarterly 64 (2002) 78-89; M. navarro PuErto, Marcos (verbo di-
vino, Estella 2006) 400-401.
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18 Los jefes de los sacerdotes y los escribas lo oyeron y
buscaban el
modo de acabar con Jess, porque lo teman, ya que toda la
gente
estaba admirada de su enseanza.
19 Cuando se hizo de noche, salieron fuera de la ciudad.
20 Cuando a la maana siguiente pasaron por all, vieron que la
higuera
se haba secado de raz. 21 Pedro se acord y dijo a Jess:
Maestro,
mira la higuera que maldijiste se ha secado.
22 Jess les dijo: Tened fe en Dios. 23 Os aseguro que si uno le
dice
a este monte: Qutate de ah y arrjate al mar, si lo hace sin
titubeos
en su interior y creyendo que va a suceder lo que dice, lo
obtendr.
24 Por eso os digo: Todo lo que pidis en vuestra oracin, lo
obtendris
si tenis fe en que vais a recibirlo. 25 Y cuando oris, perdonad
si tenis
algo contra alguien, para que tambin vuestro Padre celestial
os
perdone vuestras culpas.
Los motivos de desconcierto sealados por los exgetas actuales en
este
texto son muy numerosos2, pero es importante tener en cuenta que
no todos
seran igualmente desconcertantes para sus destinatarios
originales. As, por ejem-
plo, el efecto extraordinario de la palabra de Jess sobre la
higuera es para
nosotros, lectores del siglo XXI, difcil de aceptar, pues
contradice la concepcin
cientca de la naturaleza propia de nuestra cultura moderna
occidental. Sin em-
bargo, es perfectamente coherente con la visin del mundo de
Jess, sus seguido -
res del siglo I y los habitantes antiguos de la cuenca del
Mediterrneo en general.
De hecho, el propio Evangelio de Marcos atribuye a Jess
numerosos exorcismos,
sanaciones y otras acciones sorprendentes que, a pesar de
provocar en los es-
pectadores del relato la admiracin debida al reconocimiento de
lo extra-ordi-
nario, no contradicen la concepcin de lo posible propia de la
cultura en la
que se escribi. Tampoco es verosmil que el dao inigido a un ser
vivo no ra-
cional como la higuera fuera, a los ojos de esa audiencia
original, incompatible
con el carcter moral de Jess. Al n y al cabo, ya haba escuchado,
seguramente
con regocijo, el nal que Jess haba dado a unos cerdos, testigos
a su pesar del
exorcismo mltiple realizado por el maestro Galileo junto al lago
(5,1-13).
3J e s s y l a h i g u e r a
2 Los motivos de sorpresa hallados en el texto han sido los
principales motores de la historia de su investigacin. vase:
w. r. tELford, The barren temple and the withered tree
(sheffield university Press, sheffield 1980) 1-38. ver tambin:
M. E. Boring, Mark. A commentary (westminster John Knox Press,
Louisville London 2006) 318.
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Si deseamos hacer una exgesis respetuosa con los presupuestos
cultura -
les del texto evanglico, no debemos dejarnos sorprender sino por
aquello que
pudo ser tambin motivo de sorpresa para sus destinatarios
originales. En el epi-
sodio marcano de la higuera, el nico elemento capaz de haber
provoca do des-
concierto en un oyente del siglo I es la aparente irracionalidad
del comporta -
miento Jess ante el rbol sin fruto comportamiento anlogo al de
un nio
consentido, incapaz de contener su rabia ante una pequea
contrariedad. El pro-
blema que plantea es, sin embargo, de capital importancia, pues
si se pone en
duda la racionalidad de Jess, se pone en duda que el texto tenga
siquiera
sentido. A primera vista, el comentario del narrador incluido en
el v. 13d: pues
no era tiempo de higos ( ) parece querer imponer, conms fuerza
si cabe, esta conclusin decepcionante, pues, si no era tiempo
de
higos, la reaccin agresiva de Jess resulta todava ms
inexplicable3.
Numerosos exegetas han tratado de eliminar el problema
aduciendo
que, a principios de primavera, las higueras de Palestina pueden
tener todava
algunos higos de invierno y, en aos propicios, bulbos tempranos
ya comes-
tibles4. Sin embargo, estas posibilidades no justican
sucientemente el com-
portamiento de Jess, ni ante nosotros ni ante su audiencia
originaria. El co-
nocimiento de estos pormenores de la agricultura local palestina
permite
entender que Jess intentara encontrar algo comestible en la
higuera, ya que
el episodio transcurre durante las estas de la Pascua, siempre
prximas al
equinoccio de primavera. Pero en ningn caso justicara la
magnitud de su
despecho pues, en virtud de ese mismo conocimiento tambin debera
saber
que la probabilidad de encontrar bulbos comestibles o higos de
invierno en
esa poca del ao nunca ha sido grande5.
4 E s t h e r M i q u e l P e r i c s
3 a primera vista, al lector no le sorprende el carcter
milagroso del episodio, sino lo que tiene de incongruente,
mezquino,
gratuito y cruel: M. PrEz fErnndEz, Textos fuente y contextuales
de la narrativa evanglica. Metodologa aplicada a una
seleccin del evangelio de Marcos (Ed. verbo divino, Estella
2008) 458. regarded as an actual historical occurrence taking
place at the Passover season, this incident, and especially the
words of 11.13d, seemed to cast doubt on Jesus reason-
ableness in expecting fruit from the tree when it was not the
season for figs: tELford, The barren temple, 2.
4 d. E. oaKMan, Cursing fig trees and robbers dens
(Mark11:12-25), en: id. Jesus and the peasants (Cascade Books,
Eugene
2008) 185-186. w. CottEr, for it was not the season for figs:
Catholic biblical Quarterly 48 (1986) 62-66 apela a una
supuesta falta de lgica narrativa en el Evangelio de Marcos para
trasladar de lugar el comentario y afirmar que su fin es
explicar por qu Jess se acerc a ver si haba algo comestible
(bulbos). Esta hiptesis es, sin embargo, insuficiente para
explicar el carcter excesivo de la reaccin de Jess.
5 algunos autores han querido solucionar este problema
suponiendo que el episodio de la higuera estaba
tradicionalmente
ligado a otra poca del ao y que ha sido algn redactor del
Evangelio de Marcos quien lo ha trasladado a la poca de Pas-
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La aparente extravagancia del comportamiento de Jess afecta a la
lgica
interna del propio universo narrativo marcano, y por tanto,
produce sorpresa
y desconcierto en cualquier lector u oyente que considere este
comporta -
miento en clave realista, es decir, como la mera expresin del
disgusto de Jess
frente a la ausencia de frutos en el rbol. En consecuencia, la
nica manera
de salvar al texto del sinsentido es suponer que la intencin con
la que Jess
maldice la higuera no es atraer un castigo sobre el rbol, sino
transmitir una
enseanza o expresar un mensaje.
Algunos exegetas han argumentado que la actuacin de Jess contra
la
higuera debe entenderse, simplemente, como una demostracin
prctica de
la enseanza sobre la importancia de la fe en la oracin que
impartir luego
a sus discpulos junto a la higuera seca (vv. 22-24)6. Esta tesis
es parcialmente
correcta, por cuanto se toma en serio la explicacin que Jess
mismo ofrece
a los discpulos acerca de lo que ha ocurrido con el rbol7. En
efecto, en res-
puesta a la exclamacin asombrada de Pedro, Jess da a entender
que las pa-
labras nunca jams coma nadie fruto de ti haban sido una oracin
de
peticin dicha con fe y que la muerte del rbol muestra, por
tanto, el poder
de la fe en la oracin. Dicha explicacin deja, no obstante, sin
resolver, otras
dicultades planteadas por el texto, como la presencia,
aparentemente fuera
de contexto, de la instruccin sobre el perdn (v. 25), la
inclusin de la escena
del templo entre las dos partes del episodio de la higuera y, lo
que es ms im-
portante, el comentario del narrador del v. 13d. Si Jess hubiera
querido sim-
plemente probar que la oracin conada tiene garantizado su
resultado,
hubiera podido ofrecer ejemplos menos desconcertantes que el de
la condena
a muerte de una higuera por no tener fruto fuera de estacin.
De acuerdo con muchos otros exegetas sostengo que, para captar
la ver-
dadera intencin con la que Jess maldice a la higuera y el
mensaje global que
el Evangelio de Marcos pretende transmitir a sus destinatarios a
travs de este
texto, es preciso interpretarlo en clave simblica8. Mi opcin
interpretativa no
5J e s s y l a h i g u e r a
cua. ver: Ch. w. f. sMith, no time for figs: Journal of Biblical
Literature 79 (1960) 315-327. Esta hiptesis puede ser rel e-
vante para la investigacin de la historicidad del episodio, pero
no para un estudio sincrnico como ste cuya finalidad es
captar su sentido para una audiencia original del evangelio y,
por consiguiente, dentro de la propia narracin evanglica.
6 h. BransCoMB, The gospel of Mark (hidder and stoughton, London
1964) 206.
7 r. h. gundry, Mark: A commentary on his apology of the cross
(Eerdmans, grand rapids 1993) 676-677.
8 tELford, The Barren Temple, 48-49; C. E. B. CranfiELd, The
Gospel according to St. Mark (Cambridge university Press, Cam-
bridge new york Port Chester Melbourne sydney 1989) 357-358; g.
Biguzzi, Yo destruir este templo. El templo y
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niega que, para las primeras audiencias del evangelio, el
episodio tuviera tam-
bin el efecto inmediato e intencionado de corroborar el poder
extraordinario
de Jess y demostrar la ecacia de la fe en la oracin. Dicho
efecto es perfec-
tamente compatible con la tesis que me propongo defender, segn
la cual el
Jess marcano, es decir, el personaje que representa a Jess en el
Evangelio
de Marcos, y el propio narrador ponen estas manifestaciones de
poder y
ecacia al servicio de un mensaje simblico.
Existen, ciertamente, ejemplos de estudios diacrnicos del
episodio de
la higuera que consiguen ofrecen una razn de ser para cada una
de las di-
cultades antes mencionadas evitando, al mismo tiempo, cualquier
recurso a
la interpretacin simblica. Estos estudios tienen, sin embargo,
el inconve -
niente de que slo consiguen su objetivo a costa de dejar muy mal
paradas
las habilidades literarias de los ltimos redactores9. En vez de
explicar el
sentido del versculo 13d en su contexto narrativo, se limitan a
justicar su pre-
sencia en el texto apelando a la historia de su composicin y
atribuyendo a
los redactores nales la responsabilidad de no haber sabido
evitar las incohe-
rencias de la versin nal.
Aunque los anlisis diacrnicos tienen su razn de ser en la
investiga cin
sobre la historia de la composicin del texto, no pueden
suplantar la bsqueda
del signicado del texto nal en el contexto narrativo del propio
evangelio y en
el contexto social de sus primeras audiencias. Slo cuando todos
los intentos
por hallar ese signicado han fracasado sera, a mi entender,
legtimo apelar a
las deciencias de los redactores. Hasta ese momento, el exgeta
debera resis -
tirse a aceptar que los escritores antiguos eran ms torpes que
los actuales a la
6 E s t h e r M i q u e l P e r i c s
el judasmo en el Evangelio de Marcos (El almendro, Crdoba 1992)
61-66; M. d. hooKEr, The Gospel according to St. Mark
(hendrickson, Peabody 1992) 261-265; J. gniLKa, El Evangelio
segn San Marcos (sgueme, salamanca 1993) 144-146;
J. P. MEiEr, A marginal Jew ii. Mentor, message, and miracles
(doubleday, new york London toronto sydney auck-
land 1994) 887-889; C. a. Evans, Mark 8:27-16:20. Word Biblical
Commentary XXXivB (thomas nelson Publishers, nashville
2001) 150-154; J. donahuE d. harrington, The Gospel of Mark (the
Liturgical Press, Collegeville 2002) 331-332;
f. J. MoLonEy, The Gospel of Mark. A commentary (hendrickson
Publishers, Peabody 2002) 227; C. foCant, LEvangile selon
Mark (Les editions du Cerf, Paris 2004) 422; Boring, Mark, 319;
a. y. CoLLins, Mark. A commentary (fortress Press, Min-
neapolis 2007) 525; PrEz fErnndEz, Textos fuente y contextuales,
462-463; J. MarCus, Mark 8-16. A new translation with
introduction and commentary (yale university Press, new haven
London 2009) 788-790; s. guiJarro, Los cuatro evangelios
(sgueme, salamanca 2010) 253-254; X. PiKaza, Evangelio de
Marcos. La buena noticia de Jess (vervo divino, Estella 2012)
781-808.
9 P. f. EsLEr, the incident of the withered fig tree in Mark 11:
a source and redactional explanation: Journal for the Study
of the New Testament 28.1 (2005) 58.
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hora de utilizar sus fuentes y que los oyentes antiguos eran
menos exigentes
que los modernos a la hora de comprender lo que escuchaban.
Mi objetivo es encontrar las claves interpretativas utilizadas
tanto por
quienes incluyeron el episodio de la higuera en el Evangelio de
Marcos, como
por los destinatarios originales del mismo, supuestamente
capaces de entender
su mensaje. Este objetivo nos exige adoptar una perspectiva
exegtica
sincrnica, es decir, considerar el texto a estudiar como parte
de una compo-
sicin literaria terminada10.
Antes de proceder a la identicacin de la simbologa subyacente al
epi-
sodio de la higuera, sobre la que se fundamentar mi propuesta
interpretativa,
considero conveniente sealar los lmites entre un estudio
literario sincrnico
del texto, como el que pretendo llevar a cabo, y la investigacin
sobre la his-
toricidad de los hechos en l relatados. Aunque en pginas
anteriores me he
referido a la concepcin de lo posible de las primeras audiencias
marcanas,
no es mi intencin abordar aqu cuestiones relacionadas con la
probabilidad
o plausibilidad histrica. No busco respuesta a la pregunta sobre
la posibilidad
de que existan elementos histricos en el episodio de la higuera,
y tampoco
me interesa saber si los destinatarios originales del evangelio
crean o no en
la factualidad del relato. La interpretacin simblica que me
propongo defen -
der implica que esos destinatarios habran podido entender el
mensaje esce-
nicado por el Jess marcano como la expresin simblica de una
enseanza
o una posicin poltico-religiosa del Jess real, sin necesidad de
suponer que
la escenicacin haba tenido realmente lugar en algn momento de su
vida11.
Probablemente algunos de estos destinatarios pensaran que el
Jess real s
maldijo en vida una higuera provocndole la muerte, y otros
pensaran que
no. Pero todos entenderan que la intencin con la que se les
contaba este
relato no era dar testimonio de ese supuesto hecho, sino
expresar de forma
simblica un aspecto del mensaje de Jess.
7J e s s y l a h i g u e r a
10 La perspectiva de lectura sincrnica es compatible con el
supuesto, cada vez ms aceptado por los exegetas, de que el
Evan-
gelio de Marcos fue compuesto para ser proclamado o representado
y que las interacciones entre los transmisores y las
primeras audiencias tuvieron un papel importante en el proceso
de su creacin. La lectura sincrnica slo se apoya en el pre-
supuesto de que todas las proclamaciones o representaciones del
evangelio pretendan ser plenamente comprensibles para
sus destinatarios. ver: E. MiquEL, El Nuevo Testamento desde las
ciencias sociales (verbo divino, Estella 2011) 253-259.
11 El episodio de la higuera puede clasificarse como relato
metafrico (metaphorical narrative) de acuerdo con la definicin
de M. J. Borg, Jesus. Uncovering the life, teaching and
relevance of a religious revolutionary (harperCollins e-books,
2006)
57-69.
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I I . EL tRASfONDO SIMBLICO DEL EPISODIO DE LA hIgUERA
Las interpretaciones simblicas del episodio de la higuera, entre
las que
se encuentra la aqu propuesta, arman que sea cual sea el origen
de la historia
de la higuera, su funcin en el Evangelio de Marcos no parece
reducirse a in-
formar sobre el hecho que relata, sino que pretende dar a
entender algo ms.
La razn fundamental que generalmente se aduce para justicar
esta
sospecha es la frecuencia con la que el Antiguo Testamento y la
literatura juda
intertestamentaria utilizan la imagen de un rbol frutal o de una
planta
cultivable para representar metafricamente al pueblo de
Israel12. Aunque esta
apreciacin es cierta, es demasiado general e imprecisa para
poder extraer de
ella alguna clave con la que interpretar el contenido simblico
del episodio
de la higuera. El Antiguo Testamento y la literatura juda
intertestamentaria uti-
lizan metafricamente esas imgenes con mucha frecuencia, pero con
no
menos frecuencia tambin hacen uso de ellas de forma
realista.
Ahora bien, si analizamos con mayor precisin el argumento
narrativo del
episodio, podemos distinguir un esquema de pensamiento muy
concreto que
tambin encontramos en otros muchos textos antiguos del contexto
cultural de
pueblo judo, y que suele utilizarse de forma metafrica para
expresar un mensaje
moral. El esquema en cuestin es muy sencillo: Si un rbol o una
planta frutal
no produce el fruto esperado, merece ser destruido. La clave
metafrica que lo
transforma en mensaje moral tiene, sin embargo, un trasfondo
mucho ms com-
plejo que posibilita la expresin de gran cantidad de matices.
Dicha clave consiste
en utilizar distintas especies de plantas frutales para
representar a personas o
grupos humanos junto con el valor moral que la sociedad en torno
les atribuye.
El papel de la sociedad es aqu crucial, pues lo que con esta
clave metafrica se
pretende expresar es la expectativa social de que cada individuo
encarne los
valores morales que corresponden a su posicin jerrquica, origen
familiar, edu-
cacin recibida, oportunidades disfrutadas etc. As como cada
especie de planta
produce un fruto distinto (Gn1,11) y es valorada y cuidada de
acuerdo con el
fruto que produce, as tambin cada persona debe actuar de acuerdo
con los va-
lores morales propios del tipo social que supuestamente
encarna13. Por tanto,
8 E s t h e r M i q u e l P e r i c s
12 Elencos de textos bblicos y judos supuestamente evocados por
el episodio de la higuera pueden encontrarse en: tELford,
The barren temple, 128-250 y PrEz fErnndEz, Textos fuente y
contextuales, 458-469.
13 Las imgenes de plantas fructferas y marchitas como metforas
de la persona moralmente buena y mala respectivamente
-
aquellos individuos que gozan de un alto estatus social, que
detentan poder,
que han recibido una formacin esmerada, son representados por
rboles o
plantas con frutos valiosos, como el olivo, la higuera y la via,
o que disfrutan
de circunstancias y cuidados privilegiados, como crecer en
tierra buena y
arada, cerca del agua, estar bajo la proteccin de cercas o
empalizadas, recibir
lluvias oportunas, beneciarse de podas, limpiezas u otras
atenciones por parte
de los agricultores. Por oposicin, los individuos socialmente
despreciables
son representados por plantas intiles o improductivas que nadie
se molesta
en cuidar. Un ejemplo claro de la aplicacin de esta clave
metafrica es la
fbula narrada por Yotn, en Jc9,7-15, donde los hijos legtimos de
Geden
aparecen representados por plantas como el olivo, la higuera y
la vid, mientras
que Abimlec, el hijo que engendr con su concubina de Siquem, es
repre-
sentado por una zarza.
El relato esquemtico de la condena de un rbol o una planta por
no
haber dado el fruto esperado es muy frecuente tanto en el
Antiguo como en
el Nuevo Testamento y existen indicios de que tambin era usado
en contextos
culturales no judos. En todos los casos pertenecientes a la
literatura bblica
tiene carcter claramente metafrico. El rbol o la planta en
cuestin representa
siempre a un individuo o a un grupo humano que no se comporta de
acuerdo
con los valores morales propios de su posicin y que, por
consiguiente, merece
ser castigado14. En el Antiguo Testamento, el referente de la
imagen metafrica
del rbol o la planta es casi siempre el pueblo de Israel en su
conjunto o el
grupo especialmente favorecido de sus lderes
poltico-religiosos.
Segn los escritos fundacionales del Judasmo, Dios eligi al
pueblo de
Israel entre todos los pueblos de la tierra para establecer con
l una relacin
privilegiada. Dios se comprometi a proteger, cuidar y favorecer
al pueblo de
su eleccin a cambio de que ste cumpliera su voluntad, expresada
en las nor-
mas ticas y cultuales recopiladas en la Torah. Debido a su
posicin privile -
giada respecto a las dems naciones, Israel es representado por
un rbol o una
planta frutal de gran valor para su dueo15. El dueo, que no es
sino la imagen
9J e s s y l a h i g u e r a
aparecen, por ejemplo, en sal1,3; 92,12-14; 37,35-36; Jr17,5-8;
salsl14,1-3; Job18,16.
14 tanto Ez31,1-14 como dn4 utilizan relatos figurativos de un
rbol alto y frondoso que es cortado o derribado, para anunciar
el castigo futuro de los reyes de Egipto y Babilonia debido a su
engreimiento.
15 de aqu proceden las imgenes profticas de israel como como la
via del seor (is5,7; 27,2-3; Ez17,1-6; 19,10-11), la
prim icia de su cosecha (Jr2,2) u otro tipo de produccin frutal
valiosa (nm24,5-6; os9,10; 14,6-7). Podemos detectar el
-
metafrica de Dios, tiene razones para esperar fruto bueno y
abundante, pero
sus expectativas se ven frecuentemente decepcionadas. Israel
produce actos
contrarios a las normas por las que debera regirse, y por tanto
Dios lo tratar
de forma anloga a como el agricultor trata al rbol o a la planta
que no da
el fruto esperado16.
Uno de los textos que ms claramente sigue este esquema narrativo
me-
tafrico es el Canto a la via de Isaas (Is5).
1 Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor dedicado
a
su via:
Mi amigo tena una via en una frtil colina. 2 La cav y
despedreg,
plant cepas selectas, levant en medio una torre y excav tambin
un
lagar. Esperaba que diera uvas, pero dio agrazones.
3 Ahora, habitantes de Jerusaln, hombres de Jud, juzgad entre m
y
mi via. 4 Qu caba hacer por mi via que yo no haya hecho? Por
qu esperando uvas dio agrazones? 5 Pues os voy a decir lo que
har
con mi via: Le quitar su cerca y servir de pasto, derribar su
tapia
y ser pisoteada. 6 La convertir en un erial, no la podarn ni la
escar-
darn, crecern cardos y abrojos y prohibir a las nubes que
lluevan
sobre ella. 7 La via del Seor todopoderoso es el pueblo de
Israel, y
los hombres de Jud su plantel escogido. Esperaba de ellos
derecho y
no hay ms que asesinatos, esperaba justicia y slo hay
lamentos.
Ntese que, aunque Isaas aplica la metfora de la via improductiva
al
pueblo de Israel y a los hombres de Jud, los comportamientos
condenados en
los versculos siguientes (Is5,7-17) indican que el profeta est
pensando fun-
damentalmente en las lites sociales, polticas y econmicas de la
na cin per-
sonas que tienen autoridad para hacer justicia, que acaparan
campos y casas,
y banquetean con msica y vino abundante. Esta apreciacin ser
especial -
mente relevante para los argumentos expuestos en los siguientes
apartados.
10 E s t h e r M i q u e l P e r i c s
mismo trasfondo metafrico en la imagen cristiana de los
creyentes en Cristo como frutos valiosos o primicias de dios:
rm7,4; flp1,11; st1,18; 3,18; ap14,4. En 2Co9,10 Pablo habla de
los frutos de generosidad que producirn los creyentes
gracias a los cuidados del dios que proporciona la simiente con
la que se siembra.
16 Jr2,21; 11,16-17; 12,10-11; Ez19,10-14; os10,1; Mi7,1-4;
sal80,9-16.
-
El uso metafrico del castigo de la planta improductiva aparece
tambin
en la literatura no religiosa del entorno cultural judo. Un caso
especialmente
relevante por su parecido con la parbola lucana de la higuera
(Lc13,6-9) es
la fbula de Ajicar, incluida en algunas versiones de un texto
arameo conocido
como Historia de Ajicar17. La fbula es la respuesta nal del
escriba Ajicar a
la peticin de perdn de su sobrino, que est sufriendo un duro
castigo por
haber tramado la muerte de su to. El referente de la imagen del
rbol es el
sobrino, cuyo comportamiento decepciona profundamente las
expectativas
que haba abrigado sobre l Ajicar tras haberle adoptado como hijo
y haberle
educado con esmero para que le sucediera en su cargo al servicio
del rey.
Hijo mo! eres como aquel rbol que, a pesar de estar cerca del
agua,
no daba fruto; y su dueo se vio obligado a cortarlo. Y el rbol
le dijo:
trasplntame, y si a pesar de ello sigo sin dar fruto, entonces,
crtame.
Pero su dueo le dijo: Si estando al lado del agua no das fruto,
Cmo
vas a darlo en otro lugar? (Ajicar 7,46-47)18.
El Nuevo Testamento contiene numerosos dichos gurativos que
asumen la metfora del rbol y sus frutos para expresar el valor
moral de las
personas (Mt7,15-18//Lc6,43-45; Mt12,33-35; Hb6,4-8) y el tema
metafrico
de la destruccin del rbol o el sarmiento improductivo para
anunciar el
castigo de quienes rechazan convertirse (Lc13,6-919;
Mt3,8-10//Lc3,7-9;
Jn15,1-2). Este ltimo tema suele aparecer en textos que
presuponen, aluden
o mencionan explcitamente la expectativa de un juicio divino, es
decir, de un
momento futuro en el que Dios pedir cuentas de su comportamiento
al per-
sonaje o grupo humano representado por el rbol o el sarmiento.
No obstante,
11J e s s y l a h i g u e r a
17 El testimonio ms antiguo de la Historia de Ajicar es un
manuscrito arameo, claramente incompleto, anterior al siglo v a.
C.
Para un comentario del texto, ver: J. h. CharLEsworth, The Old
Testament Pseudopigrapha ii (darton, Longman & tod, Lon-
don 1985) 479-507. hay varias versiones de poca cristiana en
diferentes lenguas. El discurso mencionado slo aparece en
stas ltimas.
18 traduccin propia del texto citado por J. JErEMias, en:
Rediscovering the Parables (Charles scribners sons, new york
1966)
135.
19 Parbola propia de Lucas que comienza describiendo una
situacin paralela al encuentro del Jess marcano con la higuera.
En este caso, sin embargo, entre el rbol y el dueo que va a
buscar sus frutos se interpone la figura del hortelano, que in-
tercede por el rbol para que se le conceda un ao ms de gracia.
no se puede descartar la posibilidad de que haya una
relacin literaria entre los dos textos.
-
el juicio en cuestin no tiene siempre el carcter universal y
denitivo asociado
a la idea de juicio nal, sino que puede tambin referirse al
juicio de un in-
dividuo o grupo en un momento particular de sus vidas, a un
juicio personal
post mortem, o a un juicio intrahistrico de un determinado
pueblo o de un
conjunto de naciones.
El esquema metafrico tradicional de la planta destruida por no
dar el
fruto esperado opera naturalmente bajo el presupuesto de que el
castigo se
aplica en el tiempo adecuado, es decir, cuando los frutos de la
especie vegetal
en cuestin han alcanzado su maduracin y los agricultores pueden
ya cose-
charlos. Consecuentemente, si el momento cronolgico apareciera
directa -
mente mencionado, debera simbolizar el tiempo de pedir cuentas,
el momento
en que el personaje o grupo humano representado por la planta es
llamado
a responder por su comportamiento. En el contexto literario de
la Biblia y del
Nuevo Testamento, ese momento temporal se identica con un juicio
divino.
La parbola del trigo y la cizaa que encontramos en el Evangelio
de
Mateo acompaada de su explicacin (Mt13,24-30.36-43) ilustra
perfectamente
esta correspondencia simblica20: El tiempo de la cosecha ( :v.
30), cuando el amo ordena a los segadores separar el trigo de la
cizaa, re-
presenta el momento en que el Hijo del Hombre enviar a sus
ngeles, que
recogern de su reino a todos los que fueron causa de tropiezo y
a los malva -
dos, y los echarn al horno de fuego (vv. 41-42)21.
La frecuencia con la que este tema metafrico aparece en el
contexto
literario del Antiguo Testamento y de los primeros escritos
cristianos avala la
conjetura de que los primeros destinatarios del Evangelio de
Marcos estaban
lo sucientemente familiarizados con l para darse cuenta de que
el compor-
tamiento de Jess con la higuera reproduce con bastante delidad
todos sus
12 E s t h e r M i q u e l P e r i c s
20 En esta parbola, la imagen de la planta daina o improductiva
(cizaa) sustituye a la de la planta que no produce el fruto
esperado, pero cumple una funcin metafrica anloga: la cizaa
representa sujetos humanos moralmente reprobables que
merecen ser castigados.
21 ga6,7-9 usa una imagen similar cuando se refiere a las obras
guiadas por los apetitos desordenados y a las obras guiadas
por el espritu como semillas que, en el tiempo de su cosecha,
darn respectivamente frutos de corrupcin y frutos de vida
eterna. El tiempo de la cosecha es, evidentemente, el momento de
recibir el castigo o el premio por lo realizado.
ap14,14- 20 representa tambin el momento del juicio divino a la
tierra como una cosecha de grano y de uvas realizada por
ngeles de dios. de forma anloga, Ctr interpreta el tiempo de los
higos como el momento del juicio y la liberacin, libe -
racin que asocia a la llegada del Mesas. Existen otros textos
rabnicos que asocian la recogida de los higos con la muerte
y el juicio: PrEz fErnndEz, Textos fuente y contextuales de la
narrativa evanglica, 467-470.
-
momentos fundamentales: alguien se acerca a una planta valiosa
en busca del
fruto esperado y, al no hallarlo, sentencia, anuncia o pide su
destruccin. Este
reconocimiento les predispondra a interpretar el episodio de la
higuera como
un mensaje simblico relacionado con la condena moral de algn
personaje
o grupo humano socialmente relevante.
I I I . ANLISIS E INtERPREtACIN DEL EPISODIO DE LA hIgUERA
La familiaridad con el trasfondo simblico tradicional sobre el
que debe
entenderse la accin del Jess marcano contra la higuera no
resuelve todos
los problemas de su interpretacin, ni para nosotros, ni para su
primitiva au-
diencia. Dos son las principales dicultades que todava
persisten. La primera
es identicar al individuo o al grupo humano representado por la
higuera; la
segunda explicar la razn de ser del problemtico comentario
introducido por
el narrador en el v. 13d (pues no era tiempo de higos), al que
nos hemos
referido en la introduccin22.
Entre los exegetas que deenden una interpretacin simblica del
epi-
sodio, una proporcin importante identica el referente metafrico
del rbol
con alguna realidad estrechamente asociada al templo23: las
construcciones
que formaban el recinto sagrado, las personas responsables de su
funciona-
13J e s s y l a h i g u e r a
22 BoEing, Mark, 319 lo considera como una estrategia literaria
cuyo nico fin sera indicar al lector que el episodio tiene un
sentido simblico, pero no explica cmo opera dicha estrategia.
otra hiptesis explicativa, apoyada por tELford, The barren
Temple, 161-3,196 y foCant, LEvangile selon Mark, 422, entre
otros, es que el Jess marcano sube a Jerusaln para inau-
gurar la era mesinica y, que de acuerdo con ciertas tradiciones
mesinicas, esperaba la fructificacin extraordinaria de r-
boles y plantas a su paso. El carcter excesivo de la reaccin de
Jess correspondera a lo extraordinario del momento que
estaba protagonizando. El problema de esta explicacin es que
debe atribuir esas creencias mesinicas particulares a los
creadores y a las audiencias originales del Evangelio de Marcos.
Por otra parte, del conjunto de textos tradicionales donde
aparece el smbolo de la destruccin de la planta que no da el
fruto esperado, slo considera relevantes para explicar el
episodio de la higuera aquellos pocos que pueden interpretarse
en clave mesinica. CoLLins, Mark, 526, propone una expli-
cacin muy sofisticada que depende de su particular interpretacin
cristolgica del Evangelio de Marcos y de una alegori-
zacin excesiva y poco fundamentada de la imagen de la higuera:
El tiempo de la entronizacin de Jess como Mesas, que
la autora sita en la cruz, correspondera al tiempo de higos. Las
hojas de la higuera corresponden a la aclamacin de la
gente, que es capaz de reconocer en Jess al Mesas (11,1-11), y
la falta de fruto corresponde a la falta de reconocimiento
de Jess por parte de los lderes religiosos judos.
23 ver, por ejemplo, Evans, Mark8:27-16:20, 154, 186.
-
miento gestin y control, o la institucin religiosa considerada
como un todo.
Uno de los argumentos ms frecuentemente utilizado para justicar
estas iden-
ticaciones es la inclusin de la escena del templo entre las dos
partes que
componen el episodio de la higuera, formando una estructura
literaria tcni-
camente conocida como intercalacin24.
Segn S. G. Brown, la intercalacin es un medio para yuxtaponer
de
forma conspicua dos episodios o percopas. Esta relacin
estructural estrecha
llama la atencin sobre cualquier parecido, contraste o
paralelismo formal que
estos episodios puedan compartir. Cuando estas interconexiones
son sucien-
temente prominentes y carecen de explicacin natural o causal son
percibidas
por el lector con una cualidad misteriosa, que le impele a
buscar una razn
de esta relacin a un nivel de signicados ms profundo o simblico.
Es
habitual suponer que los relatos intercalados se interpretan
mutuamente. Las
dos historias relacionadas se iluminan y enriquecen una a la
otra. El procedi-
miento aparece, por tanto, como una invitacin a leer el episodio
enmarcado
a la luz del episodio que lo enmarca, y viceversa 25.
Sin conceder la importancia que otros exegetas atribuyen a la
estructura
literaria de intercalacin como procedimiento literario estndar
de sealar una
relacin signicativa entre dos temas, considero que, en el caso
particular que
nos ocupa, la relacin existe y la intercalacin facilita su
reconocimiento26. Para
captarla es, no obstante, necesario ampliar un poco ms el texto
a considerar,
tener en cuenta el orden cronolgico de las situaciones relatadas
y examinar
detalladamente sus contenidos.
El texto a considerar empieza, a mi entender, en Mc11,11, cuando
des-
pus de haber subido por primera vez a Jerusaln, aclamado por la
gente y
montado en un borrico, Jess va al templo, lo inspecciona todo y,
estando ya
prxima la puesta de sol, sale de la ciudad con sus discpulos
para pasar la
noche en Betania. Sin esta inspeccin, el Jess marcano, que nunca
antes haba
estado en Jerusaln, no habra podido formarse un juicio negativo
del funcio-
14 E s t h e r M i q u e l P e r i c s
24 otros textos marcanos que exhiben esta estructura son
3,20-21.22-30.31-35; 5,21-24a. 24b-34.35-43;
14,53-54.55-65.66-72.
25 Brown, Mark11:1-12:12, 78-79. ver tambin: E. BEst, Marks
narrative technique: Journal for the Study of the New Tes-
tament, 37 (1989) 52; J. r. Edwards, Markan sandwiches: the
significance of interpolation in Markan narratives: Novum
Testamentum 31.3 (1989) 196-216; d. rhoads J. dEwEy d. MiChiE,
Mark as story. An introduction to the narrative of a
gospel (fortress Press, Minneapolis 1999) 52.
26 investigaciones recientes sugieren que las estructuras de
inclusin o intercalacin son formas tpicas de la transmisin oral
sin implicaciones precisas para la interpretacin de sus
contenidos: CoLLins, Mark, 524-525.
-
namiento del templo previo a su encuentro con la higuera y, por
tanto, no
habra podido aprovechar el encuentro con el rbol para expresar
de forma
simblica su rechazo a la institucin27.
Si tenemos en cuenta que la cultura juda antigua empieza a
contar el
periodo temporal de un da a partir de la puesta de sol, la
inclusin del v. 11
pone todava ms de relieve la estructuracin temporal del texto,
pues seala
explcitamente los comienzos de los dos das sucesivos en los que
transcurre
el episodio con sendas referencias a la cada de la noche (vv. 11
y 19)28. Estas
dos referencias paralelas estn ulteriormente reforzadas por
otros dos marca-
dores temporales que seala las maanas correspondientes a cada
uno de esos
das (vv. 12 y 20) como los momentos en que tienen lugar los dos
encuentros
de Jess con la higuera.
El texto del episodio de la higuera con la escena del templo
intercalada
exhibe, pues, una estructura tripartita que puede ser
representada por la matriz
[Hm T Hs], donde:
Hm (Higuera maldita) = Primera parte del episodio de la higuera
(vv. 11-14)
T (Escena del Templo) = Escena intercalada (vv. 15-19)
Hs (Higuera seca) = Segunda parte del episodio de la higuera
(vv. 20-25)
Gracias al v. 11 sabemos que, al encontrarse Jess por primera
vez con
la higuera sin frutos, ya haba podido formarse una opinin sobre
la manera
como las autoridades religiosas de Jerusaln hacan funcionar el
templo; y de
15J e s s y l a h i g u e r a
27 segn Biguzzi, Yo destruir, 36, la expresin con la que se
describe lo que Jess hace en estaprimera visita al templo sugiere
que se trata de una autntica inspeccin. Brown, Mark11:1-12:12,
78-90, ha propuesto
leer el episodio de la higuera en el contexto de una estructura
literaria ms amplia y compleja que empezara con la subida
de Jess a Jerusaln (11,1-11) y terminara con la parbola de los
viadores homicidas (12,1-12). aunque la consideracin
de esta estructura permite relacionar las alusiones mesinicas
incluidas en la escena de la subida a Jerusaln y en la
parbola, el nico elemento de los textos 11,1-11 y 11,27-12,12
que Brown vincula significativamente con el episodio de
la higuera es la inspeccin del templo por parte de Jess en
11,11. Brown considera que esa inspeccin tiene un paralelo
simblico en la accin de Jess de buscar higos en la higuera. a mi
entender, la menor seccin de texto con sentido com-
pleto que incluye el episodio de la higuera es 11,11-25, donde
no hay ninguna alusin mesinica. El versculo 11,11 es re -
levante para la interpretacin del episodio de la higuera, no por
ese supuesto paralelismo, sino porque es en l donde Jess
visita por primera vez el templo.
28 El paralelismo de estas referencias temporales se refuerza
por el uso de trminos de la misma familia: el sustantivo
(atardecer) en el v.11 y el adverbio en el v.20. navarro PuErto,
Marcos, 400-401, incluye el v.11 en la primera parte delepisodio de
la higuera por motivos de carcter estrictamente narratolgico.
-
acuerdo con el apartado anterior podemos tambin suponer que
cualquier per-
sona socializada en la cultura juda antigua conoca el uso
metafrico de la
planta castigada por no dar el fruto esperado. Se cumplan, por
tanto, todas las
condiciones para que el Jess marcano pudiera expresar su rechazo
moral a
esas autoridades mediante su actuacin simblica contra la
higuera, y para que
cualquier testigo u oyente antiguo sucientemente perspicaz
pudiera reconocer
el carcter simblico de semejante actuacin. Alertados por este
reconoci -
miento, los discpulos marcanos y los destinatarios originales
del evangelio se
dispondran a examinar con atencin las acciones y palabras
subsiguientes de
Jess con el n de descubrir contra quien o quienes iba dirigida
esa represen-
tacin simblica. Al presenciar o conocer inmediatamente despus
las acciones
violentas y las palabras acusadoras de Jess en su segunda visita
al templo, no
podran dejar de sospechar que ese comportamiento agresivo y la
condena sim-
blica a la higuera apuntaban al mismo blanco.
Esta segunda visita al recinto sagrado constituye el tema de la
escena
central (11,15-19) intercalada entre la maldicin pronunciada por
Jess contra
la higuera y la constatacin de sus efectos letales. Un anlisis
crtico de los
contenidos de dicha escena pone claramente de maniesto que el
Jess
marcano rechaza el uso y funcionamiento del templo de Jerusaln.
Todas las
acciones que ejecuta parecen indicar que su rechazo se dirige
fundamen -
talmente contra la mercantilizacin del sacricio29 y contra la
aristocracia sa-
cerdotal de Jerusaln que utiliza la institucin religiosa para
benecio propio
y de su clientela30. Todo lo que Jess hace en el recinto sagrado
sirve, en efecto,
para obstaculizar el correcto engranaje de los procedimientos
mediante los
que la gente corriente ofreca sus ofrendas y sacricios:
En primer lugar, expulsa a todos cuantos compraban o vendan en
el
recinto sagrado. Dado que la mayora de los oferentes compraban
las vctimas
para sus ofrendas y sacricios cruentos en el propio atrio del
templo31, esta
actuacin de Jess frustra a quienes obtenan ganancias con la
venta de
16 E s t h e r M i q u e l P e r i c s
29 Bajo el concepto sacrificio se incluye cualquier bien puesto
aparte para ser ofrecido a una divinidad. En el templo de
Jerusaln se practicaba el sacrificio cruento y el sacrificio
incruento. Los sacrificios tenan distintas funciones y
finalidades:
expiar por los pecados, confirmar una purificacin, cumplir un
voto etc. ver: h.-J. KLauCK, The religious context of Early
Chris-
tianity. A guide to Graeco-Roman religions (fortress Press,
Minneapolis 2003) 12-23.
30 MarCus, Mark 8-16, 790. CoLLins, Mark, 531-532 cita
AntJ.20.9.2.205-7 como testimonio de los abusos cometidos por
los
sumos sacerdotes en la recoleccin forzada de diezmos durante las
dcadas de los 50 y 60.
31 E. P. sandErs, Jesus and Judaism (CMs Press, London 1985)
61-76.
-
animales y deja a muchos oferentes intencionales sin posibilidad
de cumplir
su propsito.
En segundo lugar, vuelca las mesas de los cambistas. Dado que en
el
templo de Jerusaln slo se permita el uso de monedas de plata
acuadas en
Tiro, la mayora de quienes all compraban o queran hacer ofrendas
en met -
lico deban cambiar monedas de uso corriente por esta otra
acuacin ms
valiosa32. Por tanto, la actuacin de Jess frustra las ganancias
tanto de los cam-
bistas como del tesoro del templo, y diculta todava ms la
adquisicin de
animales por parte de los oferentes.
En tercer lugar, vuelca las sillas de los vendedores de palomas.
Dado
que las palomas eran las ofrendas animales ms frecuentes entre
la gente hu-
milde, esta accin de Jess parece especcamente dirigida a
dicultar el sa-
cricio de este sector concreto de la poblacin33.
Finalmente, impide que se transporten recipientes a travs del
templo.
El trmino que hemos traducido aqu por recipiente tiene un
abanicomuy amplio de signicados, pudiendo denotar tambin un
elemento de las
propiedades de una persona (incluida la esposa), de sus
instrumentos, herra-
mientas o implementos militares. Creo, sin embargo, que a la
vista de las dems
acciones realizadas por Jess en este contexto, se reere aqu a
los re-cipientes donde se trasladaban los distintos productos de
los sacricios (por-
ciones de carne sacricada destinadas al oferente o a los
sacerdotes, ofrendas
vegetales como tortas de harina, primeros frutos de las
cosechas, etc.)34. Si mi
traduccin es correcta, Jess estara de nuevo dicultando los
procedimientos
habituales de las prcticas del sacricio y las ofrendas.
Aunque el texto no explica las razones por las que el Jess
marcano se
opone a estos procedimientos, la segunda parte de la cita
escriturstica del v. 17
incide de nuevo en el aspecto econmico de los mismos. Segn este
versculo,
17J e s s y l a h i g u e r a
32 Es posible que muchas personas pagaran directamente en el
templo el impuesto religioso al que estaban obligados todos
los judos varones adultos. En este caso, es posible que los
cambistas mencionados por el texto ejercieran tambin como
banqueros del templo: PiKaza, Evangelio de Marcos, 792,
33 El rechazo a las ofrendas y sacrificios de la gente humilde
es coherente con Mc12,38-44, donde el Jess marcano denuncia
a los escribas que devoran los bienes de las viudas con el
pretexto de largas oraciones y explica las consecuencias
letales
que la prctica de las ofrendas al templo puede tener sobre
personas pobres cuya piedad les mueve a desprenderse de todo
lo que tienen para vivir.
34 J. P. hEiL, the narrative strategy and pragmatics of the
temple theme in Mark: The Catholic Biblical Quarterly 59.1
(1997)
77; MarCus, Mark 8-16, 783.
-
Jess cita en su enseanza a los profetas diciendo: No est acaso
escrito: Mi
casa ser casa de oracin para todos los pueblos? Pero vosotros,
la habis
convertido en una guarida de bandidos.
La cita, una amalgama creativa de Is56,7 y Jr7,11, va
especcamente
dirigida a quienes controlan el funcionamiento del recinto
sagrado, pues
supone que han tenido poder suciente para transformar lo que
deba ser una
casa de oracin para todas las naciones en una guarida de
bandidos. El sus-
tantivo bandido traduce aqu al trmino griego , que se reere
espe-ccamente al individuo que roba con violencia35.
Si tenemos en cuenta que, de acuerdo con la tradicin de Israel,
el
templo de Jerusaln era el nico lugar de la tierra elegido por
Dios para recibir
el culto sacricial de su pueblo, y que, desde haca siglos, todas
las actividades
que se realizaban en l giraban en torno al sacricio, es
inevitable concluir
que ste deba ser la principal fuente de enriquecimiento ilegtimo
a la que
alude Jess.
Si la segunda mitad de la cita proftica corrobora que Jess acusa
a quie-
nes controlan el templo de enriquecerse ilegtimamente en virtud
del uso al
que lo destinan, la primera mitad les dirige implcitamente otro
reproche de
no menor calado: Haber excluido de la casa de Dios a la entera
poblacin no
juda; una poblacin inmensa cuyo culto orante formaba parte del
destino ori-
ginal del templo. Dominando sobre el recinto sagrado como
bandidos en su
propia cueva, esas autoridades religiosas impiden que Dios
reciba desde all
las oraciones de los gentiles36.
18 E s t h e r M i q u e l P e r i c s
35 algunos autores han sealado que el uso del trmino en la cita
escriturstica puesta en boca de Jess (v. 17) podrareflejar la
situacin del templo durante la primera guerra juda, cuando grupos
populares revolucionarios, denominados pre-
cisamente de ese modo por flavio Josefo, ocuparon el recinto
sagrado: J. MarCus, the Jewish war and the sitz im Leben
of Mark: Journal of Biblical Literature 111.3 (1992) 448-451.
Esta posibilidad no implica, sin embargo, que el Evangelio de
Marcos pretenda comparar o equiparar a los sumos sacerdotes y
letrados de su universo narrativo con jefes populares revo -
lucionarios. de hecho, la versin griega de la cita de Jr7,11, a
la que se refiere el v. 17 no sugiere este sentido.
36 La eliminacin de la barrera cultual entre judos y gentiles
defendida aqu por el Jess marcano es coherente con su des-
precio sistemtico a las normas de pureza; unas normas cuyo
objetivo prctico fundamental era impedir el acceso al culto
divino de aquellos no considerados aptos. En el Evangelio de
Marcos, Jess toca y se deja tocar por todos los tipos de per-
sona que el Judasmo de su poca consideraba fuentes de impureza
ritual: un leproso (1,40-45), una mujer con flujos de
sangre (5,25-34), una nia dada por muerta (5,35-43). Pero,
adems, en ningn momento manifiesta inters alguno por li-
brarse de las impurezas rituales adquiridas, ni siquiera para
entrar en el templo o para celebrar la cena de pascua en
Jerusaln tras haber estado alojado en casa de simn el leproso
(14,3-9).
-
Sabemos que desde la destitucin de Arquelao en el ao 6 d. C.
hasta
el inicio de la guerra juda en el 66 d. C., el templo de
Jerusaln estuvo siempre
controlado por una aristocracia sacerdotal hereditaria de entre
cuyos miembros
varones se elega al sumo sacerdote37. Estos sacerdotes
aristcratas, a los que
el Evangelio de Marcos denomina jefes de los sacerdotes (), eran
losresponsables ltimos de la gestin del templo y, por tanto, el
blanco funda -
mental contra el que debemos suponer iban dirigidas las palabras
acusadoras
de Jess. La manera como reaccionan a estas palabras,
confabulndose con
los escribas para acabar con Jess, conrma esta suposicin (v.
18).
Dado que, en la simbologa de la planta castigada por no dar
fruto, el
referente metafrico de la planta es siempre un grupo o un
individuo humano
deciente desde el punto de vista moral, los discpulos del Jess
marcano y
los destinatarios originales del evangelio, que le acaban de
escuchar maldi -
ciendo a la higuera, asociaran fcilmente ese referente con los
jefes de los sa-
cerdotes. Es, sin embargo, probable que no limitaran el
colectivo representado
por el rbol a estos jefes religiosos, sino que lo ampliaran para
incluir tambin
a los escribas, comerciantes, banqueros y dems clientes que
colaboraban con
ellos en la explotacin de los recursos del templo.
Si la actitud de rechazo agresivo adoptada por Jess en la
primera parte del
episodio de la higuera y en la escena del templo facilita el
descubrimiento de la
relacin simblica existente entre estos dos textos, la repeticin
del tema de la
oracin en esa misma escena central y en la segunda parte del
episodio de la hi-
guera sugiere conexiones signicativas entre ambas. En la escena
central, Jess
apela a la Escritura para armar que la oracin universal es la
nalidad que Dios
asign originalmente al templo (v. 17)38. En la segunda parte del
episodio, la
oracin es el tema que articula las diversas instrucciones que
Jess imparte a sus
discpulos.
19J e s s y l a h i g u e r a
37 El sumo sacerdocio era un cargo reservado a familias
aristocrticas de sacerdotes desde haca siglos. algunos
gobernantes
de la dinasta hasmonea violaron esa norma, que volvi a imponerse
en poca romana. no obstante, la eleccin del indi-
viduo concreto que deba ocupar el cargo estaba condicionada por
los intereses de roma. E. P. sandErs, Judaism. Practice
and belief. 63BCE-66CE (sCM Press, London trinity Press
international, Philadelphia 1992) 49-50.
38 aunque en 1r8,27-53 salomn habla del templo como de un lugar
de oracin, todas las fuentes indican que, desde su fun-
dacin, su funcin principal fue la de ser un lugar privilegiado o
exclusivo para ofrecer sacrificios a yhwh. La pretensin del
Jess marcano representa una innovacin que podra haber quedado
parcialmente reflejada en la prctica de la comunidad
postpascual de Jerusaln. segn hch3,1; 5,21; 6,42, los miembros
de esta comunidad utilizaban el templo para orar y
predicar.
-
Este conjunto de instrucciones, al que la mayora de los
estudiosos atri-
buye un origen tradicional39, tiene un papel crucial en la trama
narrativa del
episodio de la higuera, pues constituye la respuesta de Jess a
la llamada de
atencin de Pedro y, por tanto, tiene supuestamente la funcin de
explicar lo
ocurrido con la higuera40.
En respuesta a la admiracin de Pedro ante la muerte de la
higuera mal-
decida (v. 21), Jess se dirige a sus discpulos exhortndoles con
vehemencia
a creer que Dios cumplir cualquier cosa que pidan con fe en la
oracin
(vv. 22b-24): Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno le dice a
este monte:
Qutate de ah y arrjate al mar, si lo hace sin titubeos en su
interior y
creyendo que va a suceder lo que dice, lo obtendr. Por eso os
digo: Todo lo
que pidis en vuestra oracin, lo obtendris si tenis fe en que
vais a recibirlo.
Aunque es posible que las audiencias marcanas conocieran y
veneraran
ya estas exhortaciones como sentencias independientes atribuidas
a Jess, su
uso en este contexto narrativo no podra dejar de parecerles
sorprendente e
irnico.
Con esta respuesta Jess pretende, nada ms y nada menos, que su
mal-
dicin extempornea contra la higuera ha sido, en realidad, una
oracin dicha
con fe, y que la muerte del rbol es la prueba de que Dios le ha
escuchado.
Para sorpresa del lector moderno y probable regocijo de la
audiencia
originaria, Jess sugiere adems a sus discpulos que prueben ellos
mismos la
ecacia de la fe en la oracin ordenando a este monte que se
arroje al mar
(v. 23)41. Si tenemos en cuenta que el templo estaba edicado
sobre un pro-
montorio de la colina de Jerusaln, que Jess est hablando a sus
discpulos
en algn punto del camino que conduce de Betania a la ciudad
santa, y que
20 E s t h e r M i q u e l P e r i c s
39 1Co13,2; Mt17,19-20; 21,21; Lc17,5-6; Evtom48 y 106 pueden
considerarse textos paralelos o cercanos al v. 23;
Mt7,7- 8 // Lc11,9-10; Mt18,19; 21,22; Jn14,13-14; 15,7.16c;
16,23b.24b; st1,5-6 y 1Jn5,14-15 al v. 24 y Mt6,14 al v. 25.
40 debido al carcter tradicional de las sentencias que componen
esta enseanza, algunos autores la consideran un conjunto
de dichos laxamente aadidos al episodio de la higuera sin inters
explicativo respecto al texto que prolongan. ver, por
ejemplo, MEiEr, A marginal Jew ii, 888-889. siguiendo a gundry,
Mark, 676-677, y a EsLEr, the incident, 49-50, entre otros,
entiendo, por el contrario, que el carcter tradicional de un
fragmento no implica que carezca de funcin explicativa en el
evangelio al que ha sido incorporado, menos aun si esa funcin le
viene asignada por el propio relato evanglico.
41 gundry, Mark, 148-9, seala lo sorprendente de este dicho,
pero no es sensible a la irona que encierra. CoLLins, Mark,
534- 5, considera que los vv. 22-23 son una instruccin sobre cmo
realizar milagros en la que Jess subrayara el requisito
fundamental de la fe. Collins tampoco capta la irona de la
instruccin por lo que no atribuye a la expresin este templo
ningn el referente concreto (p. 535).
-
en la escena anterior ha asimilado el recinto sagrado a una
guarida de bandi -
dos, no podemos dejar de sospechar que el monte en cuestin es
precisamente
el monte del templo42. Desde el escenario topogrco donde Jess
instruye a
sus discpulos podra incluso acompaar el demostrativo este con un
gesto
de la cabeza o de la mano que sealara al templo.
As, pues, bajo la apariencia de estar impartiendo una instruccin
piado -
sa sobre la importancia de la fe en la oracin, Jess estara
jocosamente sugi-
riendo a sus discpulos que pidieran a Dios por la desaparicin
del templo.
Ms an, les estara implcitamente asegurando que, as como Dios
haba es-
cuchado su oracin-maldicin contra la higuera, tambin escuchara
sus deseos
destructivos respecto al recinto sagrado.
Las explicaciones ofrecidas por Jess de lo sucedido a la higuera
arrojan
una luz considerable sobre la intencin y los matices expresivos
de su juego
metafrico con el rbol. En primer lugar, la identicacin de la
maldicin con
una oracin de peticin indica que el Jess marcano no pretende
castigar por
su propia cuenta a las personas representadas por la higuera,
sino slo pedir
a Dios que lo haga.
En segundo lugar, la alusin velada al templo en la oracin de
peticin
que Jess propone a sus discpulos sugiere que el castigo que pide
para los
jefes de los sacerdotes es, precisamente, la desaparicin del
recinto santo donde
han hecho su guarida de bandidos43. Si tenemos en cuenta que la
institucin
del templo era el medio principal del que se serva la
aristocracia sacerdotal de
Jerusaln para legitimar su prestigio y su poder, la desaparicin
del recinto sa-
grado parece, en efecto, un castigo pensado especialmente para
ella.
Sabemos, nalmente, que los destinatarios originales del
Evangelio de
Marcos esperaban un juicio divino de algn modo mediado por el
hijo del
hombre (8,38; 13,24-26; 14,62). Como ya indicamos con
anterioridad, segn la
21J e s s y l a h i g u e r a
42 aunque algunos estudiosos han sealado la posibilidad de que
este monte se refiera al monte de los olivos, la mayora
considera que la identificacin con el monte del templo es mucho
ms probable y tiene ms sentido en el contexto del relato
marcano: Evans, Mark 8:27-16:20, 188-189; foCant, LEvangile
selon Mark, 428-429; Boring, Mark, 289; EsLEr, the incident,
51; MarCus, Mark 8-16, 785. tELford, The Barren Temple, 170,
n.65 seala algunas tradiciones rabnicas que hablan del
monte del templo como este monte: b.Pes 87b; b.git. 56b.
43 segn el Jess marcano, el uso corrupto que los jefes de los
sacerdotes dan al templo justifica su destruccin, por mucho
que dios lo hubiera originalmente concebido como su casa de
oracin. La situacin es similar a la planteada en 1r89
donde, tras la consagracin del templo como lugar de oracin por
parte del rey salomn, dios amenaza con destruirlo si el
pueblo o sus jefes se dejan corromper por la idolatra de las
naciones vecinas.
-
lgica de correspondencias que determinan el signicado metafrico
de la
planta condenada por no dar el fruto esperado, ese juicio divino
estara repre-
sentado por el tiempo () de la cosecha, es decir, por la estacin
en laque el fruto alcanza su maduracin. Por tanto, el hecho de que
Jess maldiga
a la higuera a pesar de no ser la estacin de higos (v. 13d) no
indica sino su
deseo impaciente de que Dios castigue ya a los sumos sacerdotes,
sin tener
que esperar a ese juicio.
Esta manera de entender el comentario, pues no era tiempo de
higos,
convierte la frase del episodio de la higuera que mayor dicultad
interpretativa
generaba, en un elemento clave para la plena comprensin del
texto. Por una
parte nos hace ver que la reaccin de Jess ante el rbol sin
frutos no era una
manifestacin irracional de despecho, sino una demostracin de
impaciencia
ante la corrupcin moral de los responsables del templo. Por otra
parte,
clarica la lgica subyacente a la pretensin jocosa de Jess de que
su
maldicin sea considerada una oracin de peticin. En efecto, al
expresar esta
pretensin, Jess est atribuyendo la muerte de la higuera a Dios,
y por tanto
tambin el poder para castigar a los personajes representados por
el rbol.
Dios ha castigado al rbol, a pesar de no ser tiempo de higos,
porque Jess
se lo ha pedido con fe. De la misma manera, si los discpulos se
lo piden con
fe, acceder a destruir a la institucin corrupta del templo,
aunque todava no
haya llegado el tiempo del juicio.
Aunque el Jess marcano sabe que el tiempo del juicio divino, el
tiempo
de higos, no ha llegado todava, su primer contacto con el templo
le induce
a desear que el castigo de quienes han corrompido la institucin
religiosa se
adelante. Por eso quiere que su accin simblica contra el rbol
que los re-
presenta se entienda como una oracin de peticin, y por eso anima
a sus dis-
cpulos a que pidan a Dios con fe por la desaparicin del monte
donde se
asienta el recinto sagrado.
El resto de la enseanza de Jess junto a la higuera seca trata
sobre el
perdn de los pecados (v. 25): Y cuando oris, perdonad si tenis
algo contra
alguien, para que tambin vuestro Padre celestial os perdone
vuestras culpas.
Probablemente tambin en este caso estamos ante una instruccin
tradicional44
22 E s t h e r M i q u e l P e r i c s
44 Encontramos un paralelo de esta instruccin en Mt6,14-15.
sorprendentemente, hay exegetas como tELford, The barren
Temple, 50-54; Evans, Mark 8:27-16:20, 194 y gundry, Mark, p.
655, que no disciernen relacin alguna entre esta enseanza
sobre el perdn y la destruccin del templo, por lo que consideran
la presencia del v. 25 en este lugar como una adicin irre -
-
que, gracias nicamente al contexto en el que se utiliza, aparece
cargada de
polmica e irona. En efecto, segn estas palabras puestas en boca
del Jess
marcano, una condicin suciente para que Dios perdone al orante
sus
pecados es que l haya perdonado antes a cualquiera contra quien
tuviera algo
(se entiende, alguna queja). Ahora bien, en el contexto de
polmica contra los
jefes de los sacerdotes en el que esta instruccin se inserta, lo
ms destacable
de ella es precisamente lo que omite, a saber, que el mtodo
enseado por
el Jess marcano para obtener el perdn divino, adems de ser
universal, pres-
cinde por completo del templo. La persona que se dispone a orar
habiendo
perdonado antes a sus enemigos puede estar segura del perdn de
Dios; no
necesita de las mediaciones que el Judasmo ocial de la poca
prescriba45.
En oposicin a este Judasmo, que haca del templo una institucin
imprescin-
dible para que el pueblo pudiera expiar ante Dios por sus
pecados, el mtodo
de Jess hace intiles tanto al sacricio expiatorio como al
recinto sagrado de
Jerusaln donde estaba centralizado46.
Por tanto, segn la enseanza implcita en las palabras de Jess,
nada
grave ocurrira si el templo desapareciera de repente hundindose
en el mar
o de cualquier otra manera, pues nadie, ni judos ni no judos
tienen necesidad
de l para obtener el perdn de sus pecados47. Los nicos
perjudicados con
la desaparicin del templo seran quienes haban hecho de l una
fuente de
benecios econmicos y de poder, es decir, los jefes religiosos
que se ampa-
23J e s s y l a h i g u e r a
levante a los vv. 23-24, propiciada por compartir con estos
dichos el tema y la terminologa de la oracin.
45 Borg, Jesus, 111; PiKaza, Evangelio de Marcos, 805.
46 El movimiento de Jess no es el nico movimiento judo que
ofrece alternativas a la piedad sacrificial centrada en el
templo.
aunque de modos diversos, los sectarios de qumrn y los fariseos
ya lo haban hecho: sh. E. dowd, Prayer, Power and the
problem of suffering. Mark11:22-25 in the context of Markan
theology (dissertation series 105, atlanta 1988) 47-51, 126.
sobre el principio de que es necesario perdonar para obtener el
perdn divino en el Judasmo, ver: si28:1-5; b.sab.151b.
segn Boring, Mark, 324-325, esta instruccin pretende
tranquilizar a los seguidores postpascuales de Jess que han co-
nocido la destruccin del templo frente a la imposibilidad de
expiar por los pecados de acuerdo con la Ley. Este autor no
es, sin embargo, sensible al carcter polmico que la instruccin
tiene en el contexto marcano.
47 La orden de Jess al leproso purificado en Mc1,44 podra dar a
entender que Jess acepta la autoridad de los sacerdotes
para certificar la purificacin de este tipo de personas as como
la obligacin de realizar los sacrificios prescritos por Moiss
(Lv14) para estos casos. Este texto no contradice la tesis aqu
defendida pues el participio , con el quese describe la actitud de
Jess, sugiere que no ha dado la orden de buen grado, sino slo para
se reconozca oficialmente
la nueva condicin social y religiosa del ex-leproso. Pero adems,
el episodio de la purificacin del leproso est narrativa-
mente situado en galilea, mucho antes de que el Jess marcano
visite por primera vez el templo y tenga la oportunidad de
conocer y condenar su funcionamiento.
-
raban en el culto para legitimar su enriquecimiento48. No es,
pues, sorprenden -
te que el Jess marcano pidiera para ellos este castigo.
El texto que sigue inmediatamente a la segunda parte del
episodio de
la higuera apoya mi interpretacin. Este texto (11,27-12,12)
describe una con-
troversia entre Jess y los jefes polticos y religiosos de Israel
(sumos sacer -
dotes, ancianos y escribas) en la que estos ltimos preguntan a
Jess por el
origen de su autoridad. Jess reacciona de un modo que, en un
primer mo-
mento, puede parecer desconcertante, pero que en realidad es
enormemente
sagaz. Slo accede a responder si sus interlocutores se
pronuncian antes sobre
el origen del bautismo de Juan.
La estrategia dialctica adoptada aqu por Jess consiste en
dirigir la dis-
cusin a un tema espinoso que ponga en evidencia a sus oponentes.
Y el tema
elegido tiene, precisamente, mucho que ver con la anterior
instruccin de Jess
sobre el perdn, pues el bautismo de Juan era otro mtodo de
obtener el
perdn de los pecados (1,4) que tambin prescinda del papel
mediador del
templo, del sacrico y del sacerdocio49. La demanda de Jess pone
a los sumos
sacerdotes, ancianos y escribas en la difcil disyuntiva de
reconocer la posibi -
lidad de obtener el perdn divino al margen del templo o
enfrentarse al sentir
mayoritario del pueblo, que honraba a Juan como profeta.
Temerosos de com-
prometer su posicin en uno u otro sentido, evaden la respuesta
ngindose
ignorantes.
El primer asalto dialctico de la controversia conrma, pues, que
en este
punto del relato evanglico Jess est defendiendo implcitamente la
tesis de
que el templo es innecesario.
El segundo asalto de la controversia, iniciado esta vez por
Jess, retoma
y expande otro de los temas tratados en 11,11-25, a saber, la
condena divina
a los lderes corruptos de Israel. Los sumos sacerdotes, ancianos
y letrados ha-
ban abierto el debate cuestionado la autoridad de Jess para
hacer lo que
haca. Jess contrataca cuestionando su autoridad para mediar
entre Dios e Is-
rael. El contrataque tiene la forma de una parbola que trata,
precisamente, de
mediadores y medianeros50: La parbola de los viadores homicidas
(12,1-12):
24 E s t h e r M i q u e l P e r i c s
48 MarCus, Mark8-16, 788-789; foCant, LEvangile selon Mark,
424-425.
49 Borg, Jesus, 123.
50 El Evangelio de Toms contiene otra versin de esta parbola
(log 65) que probablemente se parezca ms a la forma original.
-
1 Entonces Jess les cont esta parbola: Un hombre plant una
via,
la rode de una cerca, cav un lagar y edic una torre. Despus
la
arrend a unos labradores y se ausent. 2 A su tiempo envi un
siervo
obtener de los labradores fruto de la via. 3 Pero ellos lo
agarraron, lo
golpearon y lo despidieron con las manos vacas. 4 Volvi a
enviarles
otro siervo. A ste lo descalabraron y lo ultrajaron. 5 Todava
les envi
otro, y lo mataron. Y otros muchos, a los que golpearon o
mataron. 6
Finalmente, cuando ya slo le quedaba su hijo querido, se lo
envi
pensando: A mi hijo lo respetarn. Pero aquellos labradores se
dijeron:
Este es el heredero. Matmoslo y ser nuestra la herencia. 8 Y
echn -
dole mano, lo mataron y lo arrojaron fuera de la via.
9 Qu har, pues, el dueo de la via? Vendr, acabar con los
labra-
dores y dar la via a otros. 10 No habis ledo este texto de
la
Escritura: La piedra que rechazaron los constructores se ha
convertido
en piedra angular; 11 esto es obra del Seor, y es admirable ante
nues -
tros ojos?
12 Estaban deseando echarle mano, porque se dieron cuenta de
que
Jess haba dicho la parbola por ellos. Sin embargo lo dejaron y
se
marcharon, porque tenan miedo a la gente.
Esta es una de las parbolas ms estudiadas de los evangelios.
Numerosos exegetas y telogos han reexionado a fondo sobre la
manera
como el destino del hijo amado del dueo, que representa
claramente a Jess,
desvela algo sobre el papel atribuido por el Evangelio de Marcos
a su misin
y a su muerte51. Aqu, sin embargo, nos interesamos tan slo por
lo que la pa-
rbola aporta al tema tratado en el episodio de la higuera, es
decir, por su re-
lacin con la condena moral del Jess marcano a las autoridades
poltico-re-
ligiosas de Israel.
Del contexto narrativo de la parbola y del comentario nal del
narrador
(v. 12b) se desprende que este relato gurado habla
fundamentalmente y de
forma acusatoria sobre los oponentes de Jess. Dado que los
labradores en-
carnan el nico rol negativo del relato, es necesario concluir
que son la repre-
25J e s s y l a h i g u e r a
51 a travs de su identificacin implcita con el personaje del
hijo, Jess responde a la pregunta que sus oponentes le haban
hecho acerca del origen de su autoridad: La autoridad de Jess
para hacer lo que hace es la del hijo amado enviado por su
padre dios.
-
sentacin metafrica de los sumos sacerdotes, ancianos y escribas
contra los
que polemiza Jess52.
Si la imagen de los labradores representa a los mediadores
ociales entre
Israel y Dios, la lgica de la relacin de mediacin nos induce a
suponer que
la via y su dueo son respectivamente metforas del pueblo de
Israel y de
Dios. La frecuencia con la que dichas metforas aparecen en el
Antiguo Tes-
tamento conrma sin lugar a dudas la suposicin. De hecho, la
mayora de los
exegetas reconoce en los versculos iniciales de la parbola una
alusin directa
al canto de la via de Isaas (Is5)53, un texto que, como vimos en
pginas an-
teriores, hace explcitas las claves de las metforas que utiliza
(Is5,7).
Ahora bien, mientras que el canto de Isaas no distingue a nivel
gura -
tivo entre el pueblo y sus lderes todos estn representados por
la misma
via, la parbola marcana utiliza dos imgenes diferentes, la via y
los labra-
dores, para referirse a uno y a otros respectivamente. Esta
distincin permite
diferenciar al pueblo, representado por la via, que en este caso
s da fruto,
de los lderes poltico-religiosos representados por los
labradores, que preten -
den quedarse con todo el fruto producido por el pueblo. Vemos,
pues, que
tambin aqu est Jess denunciando los benecios ilegtimos que estos
lderes
extraen de la gente54. Como ya habamos adelantado, la denuncia
coincide en
lo esencial con la pronunciada por Jess en la escena del templo,
aunque en
este caso no es claro que los benecios aludidos se reduzcan a
los derivados
del negocio del sacricio.
Los anlisis y reexiones expuestos a lo largo de este apartado
ofrecen
una interpretacin global y coherente del episodio de la higuera
basada en el su-
puesto de que la maldicin extempornea de Jess contra el rbol es
una accin
simblica. La expresin del mensaje simbolizado sigue en lneas
generales el es-
quema metafrico tradicional de la planta destruida por no
producir el fruto es-
perado y se apoya sobre las siguientes equivalencias: La higuera
sin frutos repre-
26 E s t h e r M i q u e l P e r i c s
52 Evans, Mark8:27-16:20, 154.
53 ver: w. J. C. wErEn, the use of isaiah5:1-7 in the Parable of
the tenants (Mark12:1-12; Matthew21:33-46): Biblica 79
(1998) 1-26. J. s. KLoPPEnBorg vErBin, Egyptian viticultural
practices and the citation of isa5:1-7 in Mark12:1-9: Novum
Testamentum 44.2 (2002) 134-162, defiende que la parbola marcana
depende de la versin griega de is5.
54 MarCus, Mark8-16, 790. Las exgesis antijudas del Evangelio de
Marcos deberan tener en cuenta que ningn miembro
del pueblo llano aparece jams como antagonista de Jess en las
controversias de este evangelio. El nico rasgo negativo
de la imagen marcana del pueblo judo es la facilidad con la que
se deja manipular por sus lderes (Mc15,1-15). ver:
h. risnEn, The Messianic Secret (Clark, Edimbugh 1990)
92-96.
-
senta a los jefes religiosos de Israel y su clientela, que se
benecian ilegtimamente
del funcionamiento corrupto del templo. La maldicin es la
expresin simblica
del deseo impaciente de Jess porque este colectivo corrupto sea
castigado con
la desaparicin del templo. El tiempo de la cosecha de higos, que
en los das de
la Pascua aun no ha llegado a Judea, simboliza el juicio futuro
de Dios. El Jess
marcano no quiere esperar a ese juicio futuro, que nadie sabe
cundo ser (13,32),
para que el castigo se haga efectivo. Por eso pide a Dios con
los suyos que lo
ejecute ya haciendo desaparecer el templo. Finalmente, previendo
la respuesta
positiva de Dios a su peticin, instruye a sus discpulos sobre
una forma de
obtener el perdn divino que prescinde por completo de la
institucin religiosa.
IV. CONCLUSIN
La interpretacin aqu propuesta del episodio marcano de la
higuera re-
suelve las dos grandes dicultades que la lectura sincrnica del
texto pareca
plantear: el carcter aparentemente impulsivo e infantil de la
actuacin de Jess
frente al rbol sin frutos y el aparentemente extrao comentario
del narrador
del v. 13d. Explica, asimismo, de forma coherente la relacin
signicativa del
episodio con la escena del templo que se intercala entre sus dos
partes.
De acuerdo con los argumentos esgrimidos en pginas anteriores,
las
claves de esta interpretacin habran sido accesibles tanto a los
discpulos que
siguen a su maestro en el mundo de la narracin, como a los
destinatarios ori-
ginales del Evangelio de Marcos, pues pertenecen unas a la
tradicin meta f -
rica del rea cultural del Oriente Prximo y otras a la propia
enseanza que
el Jess marcano imparte junto a la higuera seca.
Creo haber mostrado, en efecto, que el esquema metafrico de la
planta
sentenciada por no dar el fruto esperado puede considerarse
parte del cono-
cimiento cultural compartido por todas las personas socializadas
en la tradicin
juda, quienes seran, por tanto, capaces de reconocerlo en los
gestos y pala -
bras del Jess marcano en su primer encuentro con la higuera. Las
acciones
agresivas y las palabras condenatorias de ese mismo Jess en la
visita que in-
mediatamente despus hace al templo, les permitiran identicar el
referente
metafrico de la higuera sin frutos con los responsables del
funcionamiento
corrupto de la institucin.
27J e s s y l a h i g u e r a
-
El resto de las claves necesarias para entender el mensaje del
episodio
de la higuera estn en el propio texto, semiocultas tras la
tremenda irona con
la que Jess interpreta lo sucedido. Segn l, su maldicin es un
ejemplo de
oracin de peticin dicha con fe, y la muerte del rbol una
demostracin de
que Dios atiende siempre este tipo de peticiones. El carcter
mordaz de esta
explicacin sugiere que las otras enseanzas impartidas junto a la
higuera estn
expresadas desde una perspectiva igualmente humorstica o irnica.
Dicha su-
gerencia facilita a los discpulos y a los destinatarios del
evangelio caer en la
cuenta de que el siguiente ejemplo de oracin conada la orden a
esta
montaa de que se arranque y se arroje al mar es una peticin
camuada por
la destruccin del templo de Jerusaln, y que el verdadero
propsito de la ins-
truccin sobre el perdn es mostrar la inutilidad del sacricio
expiatorio rea-
lizado en dicho templo.
Finalmente, las claves de la metfora representada por Jess en su
inter-
accin con el rbol nos han permitido descubrir el sentido del
extrao comen-
tario del narrador, pues no era tiempo de higos (v. 13d), que no
sera sino
una referencia simblica al hecho de que, en el relato marcano,
el juicio divino
no ha llegado todava. Esto explica, a su vez, por qu Jess
pretende que la
maldicin mediante la que ha expresado simblicamente su condena a
la ins-
titucin del templo no era una palabra taumatgica sino una oracin
de
peticin dicha con fe.
Los anlisis expuestos en este escrito sugieren que la exgesis
del Evan-
gelio de Marcos podra ganar en profundidad y resultados si
tuviera en cuenta
la posibilidad de que el sentido de su discurso est, en
ocasiones, intenciona-
damente velado por el humor o la irona. Estudios antropolgicos
recientes in-
dican que estas estrategias de expresin aparecen con mucha
frecuencia en
el discurso de grupos contraculturales y sectores sociales
marginales o subor-
dinados que no quieren o no pueden comunicarse abiertamente en
mbitos
controlados por la ideologa dominante55.
Segn el testimonio del libro de Los Hechos de los Apstoles
acerca del
apresamiento y muerte de Esteban (Hch6,8-7,60), hubo al menos
otro seguidor
postpascual de Jess que rechaz pblicamente el templo y por
hacerlo en-
28 E s t h e r M i q u e l P e r i c s
55 J. C. sCott, Domination and the arts of resistance. Hidden
Transcripts (yale university Press, new haven Londres 1990).
r. a. horsLEy (ed.), Hidden Transcripts and the arts of
resistance. Applying the work of James C. Scott to Jesus and
Paul
(society of Biblical Literature, atlanta 2004).
-
contr la muerte56. Nadie debera, por tanto, extraarse de que,
para expresar
su mensaje contra dicha institucin, el Evangelio de Marcos haya
optado por
recurrir a estrategias de camuaje discursivo como las detectadas
en nuestro
estudio57. Esta opcin pudo haber sido pertinente incluso en el
supuesto de
que el Evangelio de Marcos fuera posterior a la destruccin del
templo en el
ao 70, pues en contextos sociales con una proporcin signicativa
de
poblacin juda, la idea de que Jess dese en vida ese trgico
acontecimiento
habra sido motivo de ofensa para muchos.
29J e s s y l a h i g u e r a
56 La historicidad de la actitud crtica de Esteban frente al
templo est corroborada por el hecho de que la comunidad post-
pascual de Jerusaln descrita en el mismo libro de los hechos de
los apstoles no parece haberla compartido. de acuerdo
con este escrito, los doce mantuvieron una actitud respetuosa
respecto al templo, donde solan ir diariamente para rezar
(hch2,46; 3,1; 5,12b).
57 E. trocm reconoce el rechazo marcano al templo y considera
que su contraste con la postura ms conciliadora de la iglesia
de Jerusaln respecto a esta institucin podra reflejar un
distanciamiento histrico entre dos tendencias divergentes den-
tro del Cristianismo de los orgenes: E. troCM, LEvangile selon
saint Marc (Labor et fides, genve, 2000) 290.