Gestin de las Transformaciones Sociales - MOST
Gestin de las Transformaciones Sociales - MOST Documentos de
debate - No. 31
ASPECTOS CULTURALES DE LASMIGRACIONES EN EL MERCOSUR
Fernando Caldern G. y Alicia Szmukler B. (1)
Introduccin
1. El contexto: globalizacin y multiculturalismo
2. Es posible leer los acuerdos econmico-comerciales desde una
perspectiva cultural?
3. Las migraciones: fenmeno intersticial entre la globalizacin
modernizadora y el multiculturalismo Bibliografa consultada
Notas
INTRODUCCIN
La relacin entre globalizacin, multiculturalismo y modernidad es
compleja, cambia constantemente y constituye el contexto en el que
se producen procesos de agregacin de mercados que si bien poseen
una base cultural, se sostienen casi exclusivamente en intereses
econmico-comerciales. Tal es el caso del MERCOSUR. Cul es el
sentido cultural del hecho econmico? Cul es la relacin entre
comercio y cultura? Ser posible entender la globalizacin no slo
como una cultura de expansin de mercados y de agregacin de
intereses, sino tambin como la oportunidad para repensar el
multiculturalismo desde una ptica que valorice la tolerancia y la
convivencia inter-cultural y que favorezca una participacin ms
equitativa de las distintas culturas en los procesos de
modernizacin al tiempo que permita la defensa de sus propias
identidades? Qu posibilidades tiene el multiculturalismo de
resignificar los procesos de modernizacin entre y en nuestras
sociedades latinoamericanas, dndoles carcter sustantivo a los
mismos?
Un tema de especial inters, porque se relaciona tanto con los
procesos de globalizacin mencionados como con el multiculturalismo,
es el de las migraciones. Da la impresin de que la migracin es uno
de los aspectos intersticiales entre lo econmico y lo cultural que
puede permitir leer en clave de modernidad y multiculturalismo la
cuestin de sentido que suponen los procesos de integracin
comercial. Este texto intentar, desde la perspectiva aludida,
analizar los aspectos culturales de las migraciones en el
MERCOSUR.
As, en primer lugar, se destacarn las principales tendencias de
los procesos de globalizacin, especialmente en el plano cultural,
enfatizndose los fenmenos de desterritorializacin y de
reterritorializacin y la comprensin del papel del multiculturalismo
en funcin de lograr una sociedad ms justa y equitativa. En segundo
lugar, y en el contexto de los procesos mencionados, se formularn
preguntas y esbozarn ideas en torno al significado cultural de
acuerdos econmico-comerciales como el MERCOSUR. Un tercer tema es
el de las migraciones; para ejemplificarlo trataremos el caso de
los migrantes bolivianos en Argentina. Finalmente, se plantear una
suerte de conclusiones preliminares que puedan dar lugar a una lnea
de investigaciones empricas en la temtica.
1. EL CONTEXTO: GLOBALIZACIN Y MULTICULTURALISMO
Los actuales procesos de globalizacin econmica, tecnolgica,
poltica y cultural se producen en situaciones de desigualdad entre
las distintas regiones del mundo e incluso al interior de los
propios pases y se dan en el marco de una tensin entre el
desarrollo de una modernizacin tcnica, orientada a la formacin de
sociedades informacionales, y el desgaste de un proyecto de
modernidad cultural, hoy fuertemente cuestionado, basado en valores
de progreso humano, igualdad y liberacin.
Los procesos de globalizacin cultural se evidencian, por un
lado, en la extensin de la industria y el mercado culturales que
permitieron la llegada de ms personas a bienes simblicos pero, por
el otro, en una tendencia a la homogeneizacin y, al mismo tiempo, a
la segmentacin de los gustos, hacindose notoria la preeminencia de
una cultura de consumo, a pesar de que, tambin como parte de los
procesos de globalizacin informacionales, hoy se reconoce la
existencia de mltiples culturas que, sin embargo, compiten de
manera desigual, pues su reconocimiento no significa su aceptacin.
Por otra parte, los procesos de globalizacin mencionados tienen
efectos de desterritorializacin y reterritorializacin culturales,
es decir, por un lado, producen cambios culturales en las
sociedades perifricas por la transmisin simblica de la industria
cultural internacionalizada, descontextualizando lo cotidianamente
vivido, y, por otro, producen nuevos mercados para los migrantes
que necesitan el contacto con su tierra.
Los actuales procesos de globalizacin tecnolgica y econmica estn
configurando un nuevo tipo de sociedad, denominada por Castells
sociedad informacional, basada en el desarrollo de las tecnologas
de la informacin, en los cambios en la productividad del capital y
en las nuevas condiciones de trabajo como consecuencia de lo
anterior. Estas transformaciones han impulsado el paso de una
economa y sociedad mundiales a otras globales que, a diferencia de
las primeras, se caracterizan por la simultaneidad y la extensin a
travs del mundo. Esto no significa que los procesos econmicos y
tecnolgicos que impulsan las sociedades desarrolladas lleguen a
todos los espacios y a todos los individuos; sin embargo, afectan
de manera directa o indirecta al conjunto de la humanidad (2).
Si bien existe una contemporaneidad indita de hechos econmicos,
polticos y cientficos gracias a la revolucin en las comunicaciones
e informaciones y a la nueva organizacin econmica y laboral que se
desprende de sta, no todos los pases y/o regiones la viven de
manera igualitaria. En efecto, no todos los pases, regiones e
individuos estn en las mismas condiciones de competitividad para
enfrentar tanto los cambios a nivel de la productividad del capital
(caracterizada ahora por la mayor inversin en ciencia y tecnologa
as como en la industria de punta, la descentralizacin de la
produccin industrial, la configuracin de nuevas y poderosas
alianzas empresariales y los cambios en las pautas de consumo),
como los concernientes a las nuevas condiciones laborales
(caracterizadas por el aumento del desempleo, la distribucin
regresiva del ingreso, el crecimiento de la economa informal y el
surgimiento de nuevas ocupaciones que permitan manejar las nuevas
tecnologas) (3).
Se trata de un nuevo modelo de desarrollo orientado por el rol
de las tecnologas de la informacin y la comunicacin y las
consecuencias econmicas, sociales y polticas que se desprenden de
la nueva situacin. El problema es que son muchos los que quedan
fuera de este modelo, aunque las comunicaciones tiendan a
integrarnos simblicamente a todos en la globalizacin.
As, estos procesos enfrentan al menos dos lmites duros: uno es
el carcter inequitativo del acceso a los mercados globalizados por
parte de los distintos pases segn sea su posicin de fuerza en el
contexto mundial; el otro, son los obstculos de carcter poltico
impuestos por los estados nacionales. Habra una tensin entre el
impulso econmico globalizador informacional y la cultura
poltica-institucional histricamente arraigada de los estados
nacionales, que son los que impondran lmites polticos a la economa
informacional. Un ejemplo de esos lmites son las restricciones del
mercado laboral para los migrantes a travs de fuertes polticas de
control de la poblacin trabajadora.
La nueva configuracin de la economa global plantea cambios
tambin en la divisin del trabajo construida en torno a cuatro
diferentes posiciones en la economa global/informacional: los
productores de alta calificacin, basados en el trabajo
informacional; los productores de grandes volmenes, basados en el
bajo costo del trabajo; los productores de materia prima, basados
en recursos naturales; y los productores prescindibles, reducidos
al trabajo devaluado. La ubicacin diferenciada de estos diversos
tipos de trabajo tambin determina la fluidez de los mercados, pues
la generacin de ingresos depender de la capacidad de crear valor
incorporado en cada segmento de la economa global. (Castells,
1996:147. Traduccin de los autores.)
El tema es que estos cuatro tipos de trabajo no estn delimitados
por fronteras nacionales sino que estn, en distintas proporciones,
en todos los pases, lo cual aumenta tambin las distancias
internas.
Estas ideas remiten a la desigual situacin que enfrentan los
diversos pases y regiones, e incluso internamente, para acceder a
una posicin favorable en el mundo y economas globalizadas en que
vivimos. La capacidad de los pases de alcanzar dicha posicin
depende de su competitividad, y sta, a su vez, no slo de su
capacidad econmica, sino tambin tecnolgica y poltica.
En el plano cultural, la globalizacin parece reproducir la
inequidad y las diferencias sociales entre regiones, pases y zonas
de un mismo pas, estimulando la generacin y/o la mantencin de
estereotipos culturales y de imgenes del otro que acentan las
desigualdades a partir de una mirada discriminadora.
Las inequidades evidenciadas en el plano de la globalizacin
econmico-tecnolgica, en trminos de acceso a mercados y a tecnologa
para la produccin, tambin se daran en el plano de la tecnologa de
la comunicacin, pues si bien uno de los aspectos de la globalizacin
cultural es la posibilidad de acercarnos a travs de los medios
masivos de comunicacin a las distintas y distantes culturas, en
general se refuerza una imagen de las mismas que las muestra como
atrasadas, inestables, inciertas, brbaras; en sntesis, diferentes,
reprobables y rechazables.
Desde otra perspectiva, uno de los efectos de la globalizacin ha
sido que nos ha enfrentado a los otros y, en este sentido, la nueva
comunicacin planetaria habra derribado fronteras. Sin embargo,
planteamos aqu que la globalizacin cultural tambin debera
comprenderse en el marco de una tensin: por un lado, las
posibilidades de expansin cultural y conocimiento inter-cultural
que favoreceran la apuesta multiculturalista en trminos de
tolerancia y respeto al otro; por otro lado, la desigualdad entre
las culturas para mostrarse en ese contexto globalizado y derrumbar
estigmas y estereotipos fomentados por culturas hegmonicas.
El derribamiento de fronteras puede traducirse en lo que se ha
llamado procesos de desterritorializacin, referidos a la aceptacin
de pautas de consumo cultural de bienes simblicos que tienden a ser
homogneos por parte de las culturas perifricas que adoptan gustos,
de manera segmentada, extendidos a partir de las culturas
dominantes, es decir, principalmente de los patrones culturales
norteamericanos para el caso de Amrica Latina. La
desterritorializacin no es un fenmeno absolutamente nuevo, pues
surge con la modernidad, cuando el individuo sale de su medio local
a travs de la adopcin de tecnologas y formas de consumo que se han
universalizado y que, incluso, constituyen parte de un imaginario
colectivo (4). As, la desterritorializacin borra, para muchos
grupos sociales y en ciertos mbitos, los lmites de lo nacional,
modificando la nocin de espacio vinculada al mbito fsico.
La idea de la desterritorializacin se relaciona, de alguna
manera, con la de desarraigo, en tanto muchos de los referentes
simblicos de amplios grupos poblacionales no poseen races
culturales especficas, situadas localmente. Esta tendencia, adems,
se vinculara con la idea de que la globalizacin en el plano
cultural tiende a homogeneizar los gustos de acuerdo con una
cultura de consumo que sera dominante. Sin embargo, la globalizacin
tambin segmenta los gustos y las apropiaciones simblicas ya que los
distintos grupos sociales tienden a identificarse con ciertos
imaginarios que se asocian a su propia condicin socio-econmica y
sus posibilidades de consumo de bienes y servicios que no pueden
ser homogneos para todos. Es decir, la globalizacin en este plano
no evita las distancias y, por el contrario, contribuye a generar
mercados de prestigios a nivel simblico y cuya base es
econmica.
Por otra parte, cabe preguntarse si la generacin de redes, como
parte de los procesos de integracin y como fenmeno propio de la
sociedad informacional, acelera, atenua o crea un fenmeno distinto
respecto de la fragmentacin de culturas. Tal fragmentacin, segn la
hiptesis planteada por Samuel Huntington (1996), puede en el futuro
generar conflictos entre las distintas civilizaciones, conflictos
que reemplazaran los idelogicos, propios del perodo de la Guerra
Fra. La tensin hoy se dara entre una tendencia a la globalizacin en
el plano econmico-comercial y una tendencia a la segmentacin en el
plano cultural-civilizatorio, es decir, una tendencia al
tribalismo. Tal segmentacin constituira una fuente fundamental de
conflictos en tanto las diferencias culturales, contrariamente a
las econmicas o ideolgicas, no son intercambiables y, adems,
precisamente los fundamentos culturales son los que proveen una
imagen sobre la poltica, la economa, la ideologa.
Mientras se produce esta tendencia a aferrarse a la civilizacin
originaria o a la que cada pas o pueblo pertenece, los procesos
globalizadores en el campo cultural muestran una tendencia
generalizada de los individuos, sin importar sus orgenes
culturales, a apropiarse de smbolos e imaginarios globalizados; sin
embargo, no se tratara de una apropiacin enajenada sino ms bien a
partir de la propia cultura a travs de la combinacin de aquellos
smbolos e imaginarios con smbolos e imaginarios locales,
resguardando as su sentido de pertenencia y dando un significado
complejo y distinto a los imaginarios pretendidamente
homogeneizantes. En este sentido, Achgar y Bustamante (1996:134)
sostienen
La existencia de tradiciones o herencias culturales que pueden
combinar la hamburguesa de MacDonald con el mate uruguayo, la
camiseta Benetton con la zapatilla criolla de los gauchos, el
personaje del comic con las movilizaciones sociales en el norte
argentino parece indicar un sustrato o una herencia cultural mucho
ms fuerte de lo que la versin demonizada del efecto globalizador
parece creer.
Este fenmeno puede vincularse al de la reterritorializacin,
referido a la necesidad de reapropiarse de un imaginario local y/o
nacional por parte, sobre todo, de poblacin migrante -expulsada de
sus lugares de origen por las condiciones laborales y econmicas
(consecuencia en parte de los propios procesos de reestructuracin
por efectos de la globalizacin), los conflictos polticos o
inter-tnicos- que precisa restablecer un contacto con su tierra
para no perder races, sentir que sigue perteneciendo a su comunidad
a pesar de su lejana fsica y poder enfrentarse desde all a un
mundo, el de las sociedades receptoras, que la mayora de las veces
se presenta como hostil. Los migrantes tienden a reproducir
aspectos de su cultura de origen para no perder su identidad en la
relacin con otros que suelen discriminarlos (5). Empero, al hacerlo
en contextos socio-culturales distintos, en realidad lo que sucede
es que estn reinventando su identidad y con ello ampliando mucho ms
sus culturas de origen.
Por otra parte, el resurgimiento de nacionalismos y
comunitarismos estara planteando una oposicin a la orientacin
sealada de la desterritorializacin, en tanto se revalorizara una
vuelta a la comunidad local a partir de un rechazo al otro frente a
la tendencia globalizadora.
Cabe mencionar aqu otro de los efectos desatados por la
globalizacin comunicacional: el multiculturalismo. Hoy es posible
conocer diferentes culturas, fenmenos polticos y sociales gracias a
los medios de comunicacin masiva de manera simultnea a los
acontecimientos. Sin embargo, esta posibilidad de ampliar nuestros
horizontes ante el reconocimiento de los otros no implica que todas
las culturas tengan un acceso igualitario a los medios para darse a
conocer ya que, como fue mencionado, los medios dan una imagen de
las diferentes culturas teida de interpretaciones que pasan por las
propias visiones de quienes las dan, por tanto, esa imagen que
vemos de las diversas culturas pasan por filtros que restan
objetividad sesgando las visiones y muchas veces refuerzan
estereotipos que contribuyen a generar discriminacin.
Ahora bien, el tema del multiculturalismo es complejo porque
vivimos en un mundo inequitativo que el fenmeno de la globalizacin
no puede resolver por si mismo. El multiculturalismo no slo se
expresa en la posibilidad de conocer diversas culturas a travs de
los medios masivos, sino sobre todo en la pregunta por las chances
que tienen esas distintas culturas de convivir en un mundo
desigual. Dos aspectos sobresalen e interesan en relacin con este
fenmeno. En primer lugar, como se mencion ms arriba, el
resurgimiento de fuertes sentimientos comunitaristas y
nacionalistas que, tras afianzar la identidad como pertenencia a
una comunidad, generan un rechazo absoluto a todo aqullo que sea
considerado externo y, por lo mismo, amenzador de esa identidad
cerrada. En segundo lugar, la poblacin migrante que va llevando
sobre sus espaldas su identidad cultural pero que desea y necesita
integrarse a la nueva sociedad, a la que, adems, enfrenta a partir
de sus diferencias culturales. Ese enfrentamiento, cuando adems se
une a situaciones econmicas inestables en las sociedades
receptoras, puede traducirse en una mayor xenofobia y rechazo del
otro, obstaculizando la convivencia en sociedades multiculturales
(6).
A estas consecuencias paradjicas de la globalizacin hay que
aadir los procesos de diferenciacin social y funcional que
complejizan las propias relaciones interculturales (7). Con
diferenciacin social nos referimos a los niveles crecientes de
inequidad de la estructura econmica y social con el consecuente
aumento en los niveles de pobreza y marginalidad. Este panorama
hace que un porcentaje de la poblacin opte por migrar (migracin que
adopta diversas direcciones, siendo la ms importante la del campo a
la ciudad), sea porque su lugar de origen la expulsa o porque los
medios masivos de comunicacin han generado en ella expectativas que
podran ser satisfechas en otros lugares de asentamiento. Asimismo,
la diferenciacin social se refiere a las distancias crecientes
entre clases, regiones, culturas y de gnero y a la alta
fragmentacin de los actores sociales histricos, creando una gran
dificultad al sistema de partidos que no alcanza a responder y
procesar la complejidad de los cambios producidos por este proceso
de diferenciacin. Esta incapacidad de respuesta repercute en una
tendencia al debilitamiento de la participacin ciudadana y del
propio sistema de representacin y de toma de decisiones. Por otra
parte, si bien surgen nuevos actores y movimientos sociales,
parecen no ser capaces de articular sus propuestas y demandas, las
cuales en muchos casos -sobre todo en el de los actores sociales
clsicos- tienen carcter ms reactivo que proactivo.
Con diferenciacin funcional nos referimos a la independencia que
cada vez ms adquieren las distintas esferas de la sociedad (la
economa, la poltica, la justicia, etc.), que han ido separndose de
una racionalidad nica que pueda articularlas en un proyecto de
sociedad basado en una tica comn democrtica. Esta creciente
distancia refuerza una visin tecnocrtica en cada uno de los mbitos,
que queda sujeta a los quehaceres tcnicos de cada uno de ellos,
pero sin vincularse a un proyecto de sociedad ms global. En trminos
habermasianos, se privilegia una racionalidad tcnica-instrumental
sobre una racionalidad sustantiva de valores.
Estos procesos diferenciadores que atraviesan nuestras
sociedades repercuten en las relaciones multiculturales,
reforzndose una tendencia en la cual las culturas ms dbiles y
subordinadas, menos reconocidas como iguales y con menor presencia
poltica o capacidad institucional para ejercer presin, son tambin
las ms discriminadas. Tal es el caso, por ejemplo, de los
bolivianos en Buenos Aires o en Sao Paulo, como se ver ms
adelante.
Pero adems, esa discriminacin que implica un desconocimiento o
un falso reconocimiento, en trminos de Taylor, acta sobre la propia
imagen, devalundola y provocando su rechazo. El reconocimiento del
otro moldea nuestra propia identidad; tambin su no-reconocimiento o
su falso reconocimiento lo hace. En este sentido, el falso
reconocimiento puede provocar una auto-imagen distorsionada que
lleve a la negacin de la propia identidad (8).
Los procesos de diferenciacin afectan el multiculturalismo
porque el otro aparece como amenazador cuando las estructuras
econmicas y sociales aumentan su inequidad y el papel del Estado se
debilita, generando altos niveles de inseguridad e inestabilidad y
frustracin en la poblacin.
En este contexo, la pregunta sera cmo convivir en un mundo
multicultural, globalizado, altamente diferenciado y desigual? Para
Touraine la solucin no se presenta ni a travs de una asimilacin que
pretenda borrar los orgenes culturales ni en un aislamiento de los
grupos comunitarios en la sociedad donde viven (por ejemplo, en el
caso de etnias que viven dentro de la nacin) o a la que llegan. De
lo que se tratara es de combinar la participacin en la racionalidad
instrumental con la defensa activa de una identidad cultural. Esta
combinacin no puede operarse sino al nivel de las conductas
personales, incluso si ella debe alimentar el dilogo
intercomunitario. La cultura de origen, una vez descomunitarizada,
sostiene una identidad personal sometida a fuertes presiones en el
momento en que el inmigrante se involucra en la participacin en una
sociedad, una economa y tambin en un sistema de enseanza muy
distante de aqullos que estaban asociados a su cultura originaria.
Sin esta interiorizacin de valores, no puede haber sociedad
multicultural, pues ella combina la unidad de una organizacin
social con la pluralidad de pertenencias y referencias culturales.
Es as que es necesario interpretar la idea: vivamos y trabajemos
juntos reconociendo nuestras diferencias culturales. Esta concepcin
de la integracin puede y debe ser aplicada a todos y no solamente a
las minoras. (Touraine, 1996:236. Traduccin de los autores.).
As, el problema del multiculturalismo queda contextualizado en
el marco ms amplio del proyecto de la modernidad, en tanto acceso
equitativo a una racionalidad instrumental cuya propuesta (la
propuesta de este acceso igualitario) constituira un rasgo del
proyecto moderno orientado por valores de igualdad y posibilidades
de desarrollo humano para todos. Ese acceso a la racionalidad
instrumental (es decir, a la ciencia, la tecnologa, la informacin y
la comunicacin) debera darse a partir de las propias identidades,
sin abandonarlas en funcin de una racionalidad occidental. Y esta
alternativa debera valorarse al momento de analizar en qu mundo
globalizado pretendemos vivir.
Por otra parte, el tema de la ciudadana resulta fundamental para
determinar niveles de equidad y de igualdad que, en tanto valores
fundantes del rgimen democrtico y principios de carcter universal,
permitiran, al menos en un nivel de aspiraciones posibles de la
poblacin, disminuir o incluso evitar los niveles de inseguridad y
frustracin mencionados ms arriba al contar con perspectivas de
realizacin futura. Esto no significa que la igualdad deba
entenderse como la distribucin igual de todos los bienes entre
todos los miembros de la comunidad, segn sostiene Walzer (1997:32).
Ms bien, se tratara de crear, a travs de una participacin ciudadana
que decida cmo distribuir los bienes sociales, una igualdad
compleja, entendindose sta como la distribucin de los bienes
sociales en virtud de razones diferentes, por agentes diferentes, a
personas diferentes, de manera que ningn grupo, que ninguna
persona, fuese dominante de una esfera a otra. Esto significa
tambin, que la posecin de un bien (dinero, poder o reputacin
familiar) no podra arrastrar a los dems. Las personas poco
favorecidas en una esfera de distribucin podran estarlo mejor en
otra. El resultado de esto es una extensin horizontal y social de
la versin aristotlica del "gobernante y gobernado a su vez". Nadie
gobernara ni sera gobernado de manera permanente y en todas partes.
Nadie estara radicalmente excluido. (Walzer, 1997:32)
En este sentido, la cuestin del multiculturalismo se inserta en
una lgica ms compleja porque intervienen en ella el tema de la
equidad y la igualdad no solamente referida a la aceptacin de
culturas diversas sino fundamentalmente a que esa aceptacin se
realice en la prctica a travs del ejercicio de derechos ciudadanos
para todos los habitantes de un pas, incluidos los migrantes.
Cuando el multiculturalismo se vincula al problema de la
situacin de los migrantes, parece necesario asumir una
responsabilidad internacional ya que precisamente esa poblacin que
sale de sus lugares de origen lo hace generalmente escapando de
situaciones de pobreza ligadas a una distribucin de la riqueza que
sigue una tendencia cada vez ms regresiva, viendo en otros pases y
regiones posibilidades de progreso, expectativas que, a su vez, son
generadas en gran medida por los medios de comunicacin masiva (9).
Por tanto, la responsabilidad de los gobiernos y de los agentes
econmicos internacionales no radica solamente en su papel en esa
distribucin que genera injusticia social, sino en la necesidad de
crear un ambiente de seguridades mnimas para los migrantes pobres
donde puedan vivir dignamente (10).
La comprensin del multiculturalismo no puede separarse del hecho
que las sociedades poseen divisiones jerrquicas dadas
principalmente por las diferencias econmicas, aunque tambin
generacionales, sexuales, educativas, etc. Es en ese contexto que
se produce la comunicacin entre las distintas culturas y por tanto
el fenmeno inter-cultural se mezcla con otros de distinto carcter
que entraan situaciones de poder (11).
As, los fenmenos de globalizacin, modernizacin tecnolgica,
diferenciacin social y funcional y multiculturalismo, establecen
entre si una relacin compleja que, creemos, debera comprenderse en
referencia a los valores modernos de tolerancia, equidad e
integracin, para darles un sentido ms all de las conveniencias o
dificultades que enfrenta el mercado globalizado. En este sentido,
se vinculan con la democracia que, sin embargo, no ha podido
evaluar la integracin y los efectos de la globalizacin, as como
tampoco ha podido enfrentar los procesos de diferenciacin social y
funcional, procesos cuya dinmica es ms veloz que la capacidad de
respuesta del rgimen democrtico. Un valor bsico e intrnseco de la
democracia es la bsqueda de igualdad, como ya se ha mencionado, y
es por ello que debera ser capaz de evaluar los procesos
antedichos. En tal sentido, un camino es el de la ampliacin de la
ciudadana y del acercamiento y la tolerancia en la vida cotidiana;
el otro, ligado al anterior, es el del papel que adoptar el Estado
frente a estos procesos que, por si mismos, parecen conducirnos a
una mayor desigualdad.
Ahora bien, es pertinente introducir aqu la polmica entre la
aceptacin de la igualdad humana como principio universal y la
posibilidad de reconocimiento de las culturas particulares. Este
problema, tratado por Taylor, no tiene fcil resolucin dentro de la
ptica liberal, como el autor sostiene, sobre todo en la propuesta
procesal del liberalismo que rechaza cualquier carcter sustantivo y
colectivo que una comunidad pretenda darse en relacin con sus
fines, pues si se aceptaran fines colectivos se resquebrajaran,
segn esta ptica, los derechos de quienes no comparten dichos fines
(12). Esta idea liberal encuentra una oposicin en la postura antes
mencionada de Walzer, entre otros autores, y de Taylor, quien,
desde otra perspectiva, sostiene que la defensa de ciertos derechos
universales (como por ejemplo el derecho a la vida) es bsica; las
diferencias culturales no pueden determinar si esos derechos deben
defenderse o no; pero lo que no puede hacerse es desconocer la
importancia de las distintas culturas para definir su propia
supervivencia, sobre todo cuando los modelos liberales se
fundamentan, como en general lo hacen, en juicios de valor en torno
a las metas que debe darse una sociedad, cualquiera sea. As, si
bien existen principios universales que es preciso defender, tambin
debe reconocerse el derecho de las diversas culturas de participar
en las decisiones concernientes a su propio estilo de vida, sobre
todo teniendo en cuenta que el multiculturalismo es un fenmeno que
se produce al interior de los Estados nacionales y no slo en el
encuentro entre ciudadanos de diferentes pases.
Ahora, cmo hacer prevalecer los valores de equidad, igualdad e
integracin, propios de la democracia, en el contexto internacional
cuando dentro de las fronteras nacionales estn en cuestin? La
responsabilidad de los gobiernos de promover un acceso equitativo a
los diferentes mercados y un intercambio cultural a travs de
fomentar el conocimiento entre las distintas culturas es clave; en
todo caso, las inequidades mencionadas parecen tener solamente un
atisbo de solucin en el plano de la poltica.
2. ES POSIBLE LEER LOS ACUERDOS ECONMICO-COMERCIALES DESDE UNA
PERSPECTIVA CULTURAL?
La formacin de mercados regionales constituye en primer lugar
una respuesta desde los distintos pases de la regin para poder
enfrentar los efectos desfavorables que la globalizacin tiene sobre
ellos, preservando al menos el mercado constitudo por los pases
miembros de los acuerdos. Con la integracin de los diversos
mercados nacionales se intenta lograr ventajas econmicas para los
pases y sus industrias a travs de la ampliacin de sus mercados
(generando economas de escala) que promueve un aumento en las
expectativas de inversin nacional y extranjera, mayores
posibilidades de incorporacin de nueva tecnologa y un creciente
flujo recproco de personas, capital, informacin y tecnologa entre
empresas y pases (13).
Este tipo de acuerdos, dentro de los cuales se incluye el
MERCOSUR, tiende a eliminar las barreras proteccionistas y los
aranceles a los bienes y servicios que se producen en los pases
miembros, privilegiando stos frente a los mismos bienes y servicios
producidos por pases que no suscriben los acuerdos, respondiendo
los pactos ms a una lgica econmica que histrico-cultural (14).
En este marco, uno de los problemas planteados es el de la
desigualdad entre los pases que firman acuerdos de este tenor.
Existe una asimetra que quizs es ms visible en el caso de tratados
entre pases desarrollados y pases en vas de desarrollo, como el
NAFTA (firmado por Estados Unidos, Canad y Mxico), pero que tambin
se produce entre pases ms desarrollados y menos desarrollados pero
todos pertenencientes al llamado Tercer Mundo. En tal sentido, por
ejemplo, cmo asegurar la igualdad de oportunidades para todos los
pases en cuanto al acceso a los beneficios posibles de la
integracin econmico-comercial, partiendo de posiciones asimtricas
en el plano econmico?
Las asimetras en el campo econmico tambin parecen traducirse en
desigualdades en los planos social y cultural, y contribuiran a
reforzar la discriminacin y la xenofobia, sobre todo cuando la
situacin laboral en los pases en cuestin genera inestabilidad e
inseguridad a los trabajadores nacionales. La inestabilidad laboral
y los altos niveles de desocupacin que atraviesan algunos pases de
la regin contribuyen a reforzar un rechazo frente a extranjeros
que, aunque sus pases sean parte de acuerdos regionales, se
perciben como amenazadores de fuentes de trabajo, si bien diversos
estudios empricos (15) han demostrado que en la prctica los
extranjeros no amenazan efectivamente los empleos de los
nacionales.
Por otra parte, al tratarse de acuerdos de integracin comercial,
el aspecto de la integracin cultural parece ser relegado a un
segundo plano. As, si bien es cierto que, por ejemplo, a diferencia
del NAFTA, los pases miembros del MERCOSUR poseen afinidades
culturales fuertes, creemos que se trata en primer lugar de una
alianza econmico-comercial que s puede lograr un mayor acercamiento
cultural, pero que en principio slo est pensada para fortalecer la
integracin econmica. Esto no significa desconocer los esfuerzos
orientados a lograr una mayor integracin y aceptacin cultural;
empero, parecen ser an insuficientes; incluso, el mismo tratado no
hace ninguna referencia explcita a aspectos culturales de la
integracin (16). Al referirnos a la importancia de dichos aspectos,
no pretendemos postular la existencia de una cultura bsicamente
homognea de los pases que integran el acuerdo, sino, por el
contrario, la capacidad de reconocer a quienes son diferentes
culturalmente en un plano de igualdad, problema que no se da
nicamente entre distintos pases sino, como ya fue mencionado, al
interior de los mismos.
Ahora bien, no slo la integracin econmica entre distintos pases
tiene consecuencias sobre la aceptacin cultural, sino que la
cultura acta fuertemente sobre los procesos de integracin econmica.
Un ejemplo de cmo la cultura incide en las posibilidades de
entendimiento entre los distintos pases que plasman acuerdos
comerciales, es el de las relaciones entre Japn y Estados Unidos.
En este caso la diversidad de culturas ha acarreado mltiples
dificultades que han obstaculizado las propias relaciones
econmicas, y, as, para que el acuerdo fructifique, pareciera
necesario que los pases sean capaces de comprender mnimamente sus
culturas y aceptar sus diferencias. En todo caso, buena parte de
las tensiones entre ambos pases se ha originado en trabas
culturales que han impedido una comunicacin ms fluda, vindose as
las relaciones comerciales fuertemente condicionadas por la
cultura. En tal sentido, parece necesario un dilogo intercultural
que fomente un mejor conocimiento de las diferencias y que a la vez
permita tratar los problemas ms preocupantes para las distintas
partes que integran el acuerdo (17). Asimismo, lo dicho indicara
-al menos en un nivel hipottico- que cuanto ms cercanas
culturalmente sean las sociedades que suscriben acuerdos
regionales, mayores posibilidades de xito tienen stos.
Pero, cmo pueden las distintas culturas pelear para hacer
prevalecer sus diferentes pticas en un contexto internacional que
tiende a globalizarse y homogeneizarse en el plano econmico? La
responsabilidad de los gobiernos (sobre todo de los pases ricos) de
promover un acceso equitativo a los diferentes mercados y un
intercambio cultural a travs de fomentar el conocimiento entre las
distintas culturas parece ser central. Esta es una opcin que,
apareciendo como meramente poltica, resultara indispensable para
que las propias relaciones econmico-comerciales no fracasen en un
mundo en el que, ms all de la globalizacin, las culturas siguen
teniendo y defendiendo sus particularidades.
Por otra parte, si se busca no slo lograr desarrollo econmico
sino alcanzarlo en el marco de la democracia, es decir, darle a ese
desarrollo un contenido sustantivo (relacionado con el proyecto de
la modernidad cultural), no parece ser posible la referencia al
mercado como la base que regular relaciones democrticas entre los
pases que se unen a travs de tratados comerciales regionales (18).
Cul es el sentido cultural de dichos acuerdos y cules sus
consecuencias polticas? Qu valores los sustentan? Se trata
meramente de fortalecer mercados en el mundo globalizado o de
fortalecerlos para asegurar mayor equidad? Estos cuestionamientos
surgen a raz de una crisis de los modelos de desarrollo, quedando
ste en manos del mercado que, sin embargo, no puede regular las
relaciones interculturales. Hoy prevalece una visin economicista
del desarrollo que no parece poder hacerse cargo de las inequidades
propias del mismo, una vez que el modelo cepalino fracas en su
apuesta a un desarrollo econmico que, a partir de ciertos niveles,
comenzara a evidenciar sus frutos de equidad cuando los beneficios
del mismo chorrearan hacia los sectores ms vulnerables. Quin se har
cargo hoy de las inequidades de un modelo de desarrollo sin valores
sustantivos y cuyo futuro est puesto en las manos del mercado?
Quizs un ejemplo extremo de las distintas visiones del desarrollo
(si bien no planteadas explcitamente) y de la fuerza de la
identidad cultural asociada a altos niveles de desigualdad social
lo constituye el movimiento zapatista en Mxico, que apareci en
escena el mismo da en que entraba en vigencia el NAFTA, dejando
claro su rechazo a un modelo de desarrollo acorde con el de los
pases del llamado Primer Mundo (19). Por otra parte, se sostiene
que acuerdos meramente econmicos no tendran la capacidad de
prolongarse en el tiempo, pues los intereses econmicos tienden a
segmentar y dividir; por tanto para que exista una verdadera
integracin deben fortalecerse los lazos y la comunicacin
interculturales (20).
En este sentido, qu posibilidades tienen nuestras sociedades de
resignificar los procesos de modernizacin (uno de cuyos efectos son
los acuerdos comerciales) dndoles valores de democracia, equidad,
tolerancia, respeto por las otras culturas, libertad? En otras
palabras, cmo pueden nuestras sociedades dar carcter sustantivo y
laico a dichos procesos? Y sobre todo, qu posibilidades tienen de
hacer esto en un contexto en el cual la globalizacin econmica, que
acta sobre la lgica del reparto, produce una integracin de carcter
instrumental, ligada al mercado y la industria cultural? Una lgica
de este tipo tiende a ver los acuerdos regionales como
instrumentales al desarrollo econmico de cada pas en un contexto
que se muestra adverso a la insersin igualitaria en el mercado
mundial. Por su parte, la industria cultural tiende a homogeneizar
los gustos, con el contra-efecto de ampliar el consumo de bienes
simblicos; asimismo, los medios masivos proyectan imgenes muchas
veces estereotipadas de los otros, lo cual obstaculizara una
convivencia inter-cultural ms fecunda.
Sin embargo, el mercado cultural y la globalizacin va medios
provocan una relectura desde lo local que, por un lado, refuerza
dicho espacio, en tanto la globalizacin no puede confundirse con
homogeneizacin, pues la interpretacin de fenmenos globalizados
recae sobre imaginarios particulares signados por la orientacin que
cada cultura es capaz de darles. Y son las particularidades
culturales las que permiten interpretaciones diferenciadas, pues
precisamente la diferencia y la cualidad de contraste es lo que
caracteriza el concepto de cultura (21). Incluso aqu es preciso
destacar que hoy el concepto de localidad ha cambiado, pues no est
tan atado a un territorio sino que es algo movible, menos espacial
y ms relacional (22). Por otro lado, la globalizacin va medios
permite una mayor conciencia y respeto del multiculturalismo, que
debe entenderse como la forma en que las diferencias culturales
tienden a tomar en la era de los medios masivos, las migraciones y
la globalizacin. (Appadurai, 1996:16). Los procesos de
desterritorializacin y reterritorializacin deben comprenderse
entonces dentro de este nuevo contexto.
En fin, la hiptesis que queremos plantear en este trabajo es que
la globalizacin no solamente debe entenderse como la expansin de
una cultura de mercado, o, en definitiva, de una cultura de
agregacin de intereses, sino tambin como una oportunidad para
repensar el tema del multiculturalismo asociado con la modernidad.
En Amrica Latina este planteamiento implica no slo repensar la
relacin entre las diversas culturas que se da con la interaccin
entre los distintos pases, sino adems la que se da al interior de
cada pas.
Las investigaciones en este tema son dbiles y poco integradas,
si bien se han realizado mltiples estudios de casos que analizan la
insercin o las caractersticas de las distintas migraciones en
diversos pases de la regin y el contacto intercultural (23).
En tal sentido, qu es lo que cuestionan los migrantes en las
sociedades en cambio y que viven procesos de integracin econmica a
nivel regional? Varias ideas aparecen como posibles respuestas que
habr que investigar a futuro; entre ellas, que los migrantes
parecen poner en cuestin la calidad del multiculturalismo
-precisamente en momentos en que lo mltiple y lo diverso parece
constituir una bandera de tolerancia y pluralismo-, de la
democracia -que evidencia sus lmites para reconocer derechos de
ciudadana a los migrantes- y, como consecuencia de ello, del
imaginario de una sociedad respecto a temas de empleo, de acceso a
servicios y bienes, de integracin cultural. Por otra parte, las
migraciones producen conciencia de la diferencia, de la
inestabilidad, de la precariedad, de la incertidumbre, de la
desigualdad, de la pobreza; ponen en evidencia el desarraigo de los
propios migrantes y dejan instalados los problemas de la
discriminacin racial y la xenofobia nacionalista. Por tanto, la
presencia masiva de migrantes parece plantear una tensin entre, por
un lado, un deseo de fortalecimiento ciudadano y de tolerancia y
pluralismo y, por otro, la discriminacin y el rechazo frente a
quienes son considerados distintos.
3. LAS MIGRACIONES: FENMENO INTERSTICIAL ENTRE LA GLOBALIZACIN
MODERNIZADORA Y EL MULTICULTURALISMO
La tensin recin mencionada, planteada por la presencia de los
migrantes, deja al descubierto los obstculos a la construccin de
ciudadana que eleve la calidad de la democracia y promueva una
mayor igualdad. Esa tensin se pone de manifiesto, por ejemplo, en
los problemas que tienen los migrantes para encontrar un empleo
digno y en las consecuencias de buscar trabajo en trminos de
discriminacin, en tanto los nacionales levantan barreras contra
ellos a travs de sentimientos xenfobos, y por tanto autoritarios,
ante la sensacin de que estn siendo invadidos (24). Este rechazo
promueve un retraimiento cultural y por lo tanto una dbil
integracin, pues al no ser aceptados por la sociedad que los recibe
tenderan a retraerse sobre su propia cultura. Otro efecto en
relacin al problema del empleo del migrante es la conflictividad
generada al interior de los propios grupos subalternos, es decir,
cuando al rechazo por ser diferente se le une el rechazo por
pertenecer al mismo sector socio-econmico. A estos fenmenos pueden
sumrseles la prdida de la condicin ciudadana del migrante, la
reduccin de sus derechos, la estigmatizacin, una preferencia a
migrantes provenientes de ciertos pases en relacin con otros y las
identificaciones simplificadoras de las cuales son objeto y que
generan una incomprensin de su identidad (25).
La aceptacin del migrante como ciudadano con los mismos derechos
y obligaciones que los naturales de un pas es un problema de
justicia. En general, los Estados han sido siempre menos rgidos con
los migrantes que con las personas extranjeras que pretenden
obtener la nacionalizacin. El problema, planteado por Walzer, es
que si un Estado, como representante de los ciudadanos miembros de
la Nacin, acepta la entrada de migrantes debe otorgarles los mismos
derechos que tienen los nacionales; si esto no ocurre es
precisamente porque los inmigrantes, estando en condiciones de
inferioridad en cuanto a la ciudadana, sirven al pas al que llegan,
es decir, sirven a sus ciudadanos.
Por ello la admisin territorial es un asunto delicado. Los
miembros deben estar dispuestos a aceptar a los hombres y mujeres
que admitan como a sus iguales en un mundo de obligaciones
compartidas; los inmigrantes deben estar dispuestos a compartir las
obligaciones. La situacin, sin embargo, puede organizarse de manera
distinta. A menudo, los Estados llevan un control riguroso de la
naturalizacin; en cuanto a la inmigracin, son ms flexibles. Los
inmigrantes se convierten en residentes extranjeros, y en nada ms,
salvo dispensa especial. Por qu son admitidos? Porque liberan a los
ciudadanos de tareas arduas y desagradables. En ese caso, el Estado
es como una familia con sirvientes viviendo en ella. (Walzer,
1993:64)
Por otra parte, si el problema cultural pasa a ser el ms
conflictivo, como sostiene Huntington, una de las cuestiones ms
graves que enfrentan los procesos de integracin es la calidad de la
vinculacin, en trminos de ciudadana, de los migrantes en dichos
procesos, ya que los obstculos culturales podran exacerbar
sentimientos de pertenencia que provocaran aislamiento o
retraimiento cultural perjudicando una integracin ms plena, que
tendra consecuencias incluso en el plano econmico-comercial.
Precisamente porque los conflictos interculturales son cada vez
ms relevantes en la organizacin del poder y el orden de los
Estados, pareciera que los procesos de integracin, para que sean
exitosos, deberan tomar en cuenta la calidad de la trama de
relaciones que los migrantes puedan tener en el pas al cual
emigran, sobre todo entre los pases que suscriben convenios
econmicos, pues mientras mayor sea la condicin ciudadana que tengan
los migrantes es de suponer que menos problemtico ser el proceso de
integracin y, por tanto, menor el nivel de discriminacin y las
expresiones de rechazo.
Nuevamente el tema central es a partir de qu valores
(democrticos o instrumentales) se acepta la participacin de los
migrantes en las economas y sociedades nacionales, pues a pesar de
que la gran mayora de ellos no cumple con los requisitos legales de
permanencia, realiza trabajos a un costo menor que los nacionales
(lo que implica una discriminacin que puede sostenerse precisamente
por su condicin de ilegalidad y de pre-ciudadana) y que muchas
veces los propios nacionales rechazan. En la medida en que los
valores democrticos de equidad e igualdad prevalezcan sobre los
valores tcnico-instrumentales del mercado, probablemente habr una
mayor aceptacin del otro, una mayor tolerancia al migrante y un
mayor respeto por el multiculturalismo.
La presencia del migrante, del extranjero, parece provocar, en
la sociedad receptora, un sentimiento de inseguridad y de amenaza
que reforzara otro de cohesin social frente al que aparece como
distinto (26). Empero, tambin para el migrante atravesar la
frontera tiene altos costos porque, en primer lugar, l es el
rechazado por un otro que se siente invadido y porque, en segundo
lugar, est viviendo adems un proceso de desarraigo, abandonando lo
que le es familiar y cercano por algo desconocido y hostil y donde,
por lo general, carece de derechos ciudadanos. Este sentimiento de
desarraigo, propio de la modernidad de acuerdo a Ortiz (1996:67) en
tanto la movilidad constituye uno de sus rasgos, se vincula a los
procesos de desterritorializacin y reterritorializacin mencionados
anteriormente. Al abrirse las fronteras, los espacios y las
culturas de referencia parecen desdibujarse dando lugar a la
existencia de coincidencias o nuevas referencias ampliamente
compartidas por su carcter global, poniendo en cuestin el tema de
las races identitarias. Sin embargo, este fenmeno (llamado de
desterritorializacin) tiene su contraparte en que la vivencia de
esas nuevas referencias globales se produce a partir de las propias
identidades culturales; por tanto, existira una apropiacin
diferenciada de las mismas, vinculada a los mbitos locales. En tal
sentido, el sentimiento del desarraigo sera vivido de manera
compleja: por un lado, las referencias globales contribuyen a tener
referentes que al no ser locales nos permiten reconocernos en los
diferentes espacios como compartiendo una cultura global; por el
otro, la necesidad de recurrir a referentes que nos identifiquen
con una cultura especfica, la propia, hace que los extranjeros, los
migrantes, los desarraigados, tiendan a recrear sus costumbres
fuera del marco local y a dar significado al nuevo entorno a partir
de su especificidad cultural (proceso que ha sido llamado de
reterritorializacin) -porque, adems, de esta forma tambin van
delimitando ciertos espacios simblicos en la sociedad a la que
llegan- y a la vez se apropien de los smbolos globalizados a partir
de la pertenencia a una cultura particular y a un determinado
estrato socio-econmico.
As, la globalizacin sufre una lectura desde la particularidad
local va los medios, estando hoy lo local no atado al territorio
sino especialmente a un sentimiento de pertenencia y a referencias
a una comunidad que s est situada espacialmente. En tal sentido, la
produccin de lo local puede ser espacial pero tambin virtual, y
esta produccin virtual est ligada tanto a los procesos migratorios
como a los medios masivos de comunicacin. Las tecnologas de
informacin mass-meditica permiten hoy la reconstruccin de lo local
no vinculado al espacio fsico y as reterritorializarse
imaginariamente en la dispora (27).
De este modo, es posible apreciar la complejidad del
multiculturalismo que, a partir de la migracin, posee tanto efectos
de desterritorializacin como de reterritorializacin virtual y
simblica. Sin embargo, este doble proceso genera un nuevo problema:
no slo se reproduce una cultura local en otros espacios
territoriales, sino que se ampla el multiculturalismo, pues se crea
un otro distinto tanto de su cultura originaria como de la nueva
cultura a la que intenta insertarse, y dentro de la cual posee un
carcter pre-ciudadano, porque no se trata de que los migrantes
rechacen la integracin a la sociedad receptora aferrndose a su
cultura, sino que desde ella -por ser su mbito de referencia y
pertenencia especfico y por tanto de seguridad- pretenden ingresar
a la nueva. La pelea se dara entonces por el reconocimiento,
primero en el plano cultural, y luego en el de los derechos
ciudadanos (28).
La calidad de las redes sociales de los migrantes en los pases
receptores constituye un factor fundamental en tanto ayudan a su
instalacin y a conseguir empleo; sin embargo, por otra parte,
suelen manifestar relaciones de poder que sirven de base para la
explotacin de los nuevos migrantes. Los empleos que los bolivianos
suelen obtener gracias a estas redes son por lo general ms
precarios y de muy bajos ingresos, pero igualmente constituyen la
alternativa para sobrevivir en el nuevo espacio. Existen, empero,
otras variables que inciden en la obtencin de un empleo; por
ejemplo, cuanto mayor es el nivel educativo de los migrantes, ms
posibilidades tienen de acceder a empleos mejor pagos; sin embargo,
la relacin entre empleo y nivel educativo se ve afectada por la
situacin de legalidad o ilegalidad del migrante e incluso por los
niveles de desocupacin de la sociedad receptora; y en este sentido,
las redes de solidaridad de los migrantes se refuerzan como mbito
clave para la ayuda.
Por su parte, la aceptacin de relaciones de explotacin puede
comprenderse en el marco de las necesidades de los migrantes de
obtener un empleo que les permita sobrevivir y generar ingresos,
que adems suelen ser ms altos que los que pueden encontrarse en los
pases de origen. Pero adems las relaciones de explotacin se dan
entre inmigrantes legales e inmigrantes ilegales, como es el caso
de los bolivianos que trabajan para coreanos en So Paulo en el
rubro de la confeccin y que suelen ser fuertemente explotados, o el
de los mismos bolivianos que van a trabajar a Mendoza para la poca
de cosecha. Estas relaciones de explotacin se basan en la
conveniencia econmica para coreanos, en un caso, y mendocinos, en
otro, que implica contratar mano de obra boliviana porque es menos
costosa que la brasilea o la argentina; por otro lado, los
bolivianos logran tambin un dinero que probablemente no lo consigan
en su pas (29).
Hay que aclarar, empero, que los migrantes no son una categora
unvoca. Existen situaciones y ciclos diversos que se vinculan con
el lugar de origen y el de llegada as como con las formas en las
que se movilizan. Una hiptesis probable es que estos diferentes
tipos de migrantes se asocien con: a) el mercado laboral y las
posibilidades de empleo, es decir, con las situaciones especficas
por las que estn atravesando tanto los lugares de origen como los
de llegada; b) la calidad de las redes familiares en los lugares de
llegada, en tanto medios que contribuyen a obtener empleo y a
brindar un cierto espacio de futura pertenencia; c) las
caractersticas socio-culturales del lugar de origen; por ejemplo,
si la cultura vernacular es muy fuerte y los procesos de
secularizacin son dbiles, las redes familiares con las que se
cuenta en el lugar de llegada son frgiles o recientes y sus
integrantes trabajan en un mercado laboral poco remunerado y
precario, probablemente las posibilidades de reconocimiento e
integracin de los nuevos migrantes son bajas, siendo exluidos y
marginados (un ejemplo sera el de los bolivianos de la zona de
Tarabuco que trabajaban como albailes cuando estall la bomba en la
Asociacin Mutual Israelita Argentina -AMIA-, en Buenos Aires);
mientras que si los procesos de secularizacin son fuertes, se
cuenta con redes familiares slidas y se ocupan puestos medianamente
bien remunerados y estables, las posibilidades de reconocimiento e
integracin son altas (un ejemplo seran los migrantes bolivianos a
la Argentina que tienen ttulo profesional o van a estudiar a la
universidad).
Las redes sociales de los migrantes bolivianos no solamente
constituyen un arma central para obtener un empleo; tambin cubren
necesidades sociales de los migrantes que enfrentan una sociedad
que, por lo general, los discrimina. El migrante intenta paliar su
situacin de fragilidad manteniendo una relacin fuerte con la
comunidad de bolivianos, a travs del contacto con los centros de
residentes, los campeonatos de futbol, la participacin en las
fiestas religiosas que se reproducen en la sociedad receptora. Sin
embargo, estos espacios de reconstruccin y/o recuperacin de la
identidad tienen carcter ambiguo porque, por un lado, recrean
distancias socio-culturales y econmicas entre los migrantes y, por
otro, al tiempo que facilitan el proceso de integracin a la nueva
sociedad sirven para mantener los vnculos con la comunidad de
origen (30).
Es interesante observar, como lo plantea Grimson (1996), que la
alta fragmentacin de la identidad y el elevado nivel de
regionalismo en Bolivia se suaviza ante el problema de la
discriminacin por parte de los argentinos, especialmente en Buenos
Aires, donde adems de ser vistos como otros (morenos, cabecitas
negras) son asociados a villeros, reforzando una imagen negativa.
Como respuesta defensiva ante el rechazo, los bolivianos dejan de
lado sus particularismos y recuperan una identidad nacional que en
la propia Bolivia es altamente segmentada y posee una dbil
conciencia. En la recuperacin de esta identidad nacional en el
exterior parecen jugar un rol clave las radios bolivianas creadas
por los propios migrantes y residentes.
A diferencia de lo que ocurre en Buenos Aires, donde los
bolivianos son reconocidos como tales y no por su identidad
regional (siendo llamados despectivamente bolitas), en So Paulo, de
acuerdo al estudio de da Silva (1996), los bolivianos parecen
reproducir el regionalismo slo hasta que deben enfrentarse con
otros en tanto brasileos
Sin embargo, como en So Paulo los bolivianos no viven la misma
situacin enfrentada por los bolivianos en Argentina, las distintas
identidades regionales tienden a manifestarse de manera ms marcada
y hasta conflictiva, y acaban demarcando los intereses y las
diferencias socio-culturales de cada grupo dentro de la comunidad
boliviana. (Da Silva, 1996:6. Traduccin de los autores.)
Pero en So Paulo como en Buenos Aires, al no promoverse un
intercambio cultural que permita un mayor conocimiento de los
bolivianos, de su cultura, historia y situacin actual, la imagen
que se tiene de ellos est empaada por las noticias que dan los
medios de comunicacin y que, generalmente, tienden a reforzar una
imagen negativa cuando asocian a los bolivianos al narcotrfico, la
pobreza, la ilegalidad, etc.
En tal sentido, la formacin de opinin que generan los medios
provoca un conocimiento distrosionado sobre los migrantes que, por
falta de una mayor interaccin con los habitantes locales, conforma
una falsa identidad, en el sentido ya mencionado de Taylor, que
repercute sobre los propios migrantes en cuanto a la imagen que
ellos construyen de s mismos. As, los medios pueden actuar como
aceleradores de procesos de integracin por un lado, pero tambin
como distorsionadores y, en tal sentido, obstaculizan una
integracin ms plena. Dos hechos recientes ejemplifican esta idea en
torno al papel de los medios en tanto aceleradores u
obstaculizadores de la integracin. Uno, la destitucin de un
comisario en Ituzaing, Provincia de Buenos Aires, cuando un
migrante boliviano relat a autoridades judiciales haber sido
detenido sin motivo por miembros de esta comisara y haber sido
maltratado fsica y psicolgicamente, quedando en libertad bajo
amenaza de muerte si relataba lo sucedido. Dos, el tratamiento que
noticiosos argentinos dieron al problema sucitado cuando a fines de
enero de 1998 un grupo de turistas argentinos qued atrapado entre
dos comunidades que estaban disputando entre s en la frontera entre
Potos y Oruro; al referirse al hecho, desgraciado por cierto, los
periodistas subrayaban con los trminos que emplearon (refirindose a
las comunidades como tribus y a sus jefes como caciques) la
barbarie en la que vivira Bolivia y el peligro que entraara este
pas para los visitantes. Ambos hechos, reforzando el planteamiento
de Appadurai, vistos en Bolivia por bolivianos y argentinos a travs
de canales de cable y en la Argentina a travs de las emisoras
locales.
Empero, la imagen negativa dada a los migrantes sera anulada
cuando se establecen lazos de solidaridad por el reconocimiento de
una identidad tnica comn, aunque la nacionalidad sea distinta. Tal
sera el caso de bolivianos y argentinos guaranes, estudiado por
Hirsch (1996), quien plantea la porosidad de las fronteras y la
elasticidad de las identidades. Los guaranes bolivianos han
mantenido con ms fuerza su identidad, lo cual genera en los
guaranes argentinos una cierta nostalgia y un reconocimiento de su
propia identidad en ellos; los argentinos se han visto ms
favorecidos econmicamente por la infraestructura a la que tienen
acceso, generando en los bolivianos un deseo de mejorar tambin
econmicamente. Lo interesante es que, a pesar de tener un origen
comn sobre el cual se establecen fuertes redes solidarias, unos
tienen lo que los otros desean y viceversa.
Finalmente, la difcil insercin de los migrantes bolivianos,
tanto a nivel econmico y legal como psicolgico y socio-cultural,
que por el solo hecho de tener que salir de su espacio familiar en
la mayora de los casos por motivos econmicos conlleva un
sentimiento de desarraigo e inestabilidad, debe enfrentarse con el
rechazo de la sociedad receptora que los discrimina por ser
distintos (cuando no hay una identidad tnica comn, como en el caso
de Buenos Aires) y por sentirse amenazados en momentos en que la
Argentina vive un alto nivel de desocupacin (31). Por tanto, a la
estigmatizacin de la identidad se suma la discriminacin
econmica.
Para terminar, el MERCOSUR crea nuevas posibilidades
institucionales y nuevos problemas hasta ahora no planteados. Un
ejemplo de ello son estos mismos textos debatidos en un seminario y
proyectados en un programa de investigacin. El problema que
nosotros queremos dejar planteado como ncleo de una futura
investigacin es si estos acuerdos generan mayores posibilidades de
reconocimiento ciudadano de los migrantes en el contexto democrtico
que viven nuestros pases, y as mayor aceptacin y reconocimiento del
multiculturalismo, o si, por el contrario, refuerzan el rechazo
hacia el otro al estar gobernados por una lgica instrumental de
mercado. Una u otra orientacin, creemos, determinar el rumbo de la
democracia y la ciudadana en nuestros pases. Pero este es un tema
que requiere de una investigacin ms profunda.
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Notas
1. Este artculo fue preparado en el mbito del proyecto MOST
"Mercosur : espacios de interaccin, espacios de integracin". Para
informaciones ms detalladas, consultar la Secretara de MOST o la
pgina www.unesco.org/most .
2. Castells, 1996.
3. Caldern y dos Santos, 1995:120.
4. Esto significa una radicalizacin del desarraigo de las cosas
y los hombres. Basta mirar el ambiente que nos rodea: est poblado
por objetos caractersticos de una civilizacin que se
desterritorializ. Luz elctrica, mnibus, aviones, televisores,
computadoras, supermercados, shoppings, calles, avenidas,
aeropuertos, expresan la materializacin de la tcnica como
determinante ecolgico. Estamos penetrados por la modernidad-mundo,
ella nos acompaa en "todos" los lugares. (...) Hoy nos encontramos
con una singularidad de costumbres. (...) Los diversos grupos
sociales comparten incluso un imaginario colectivo comn, compuesto
por signos comerciales, imgenes de cine y televisin, posters de
artistas, cantantes de msica pop, etc." (Ortiz, 1996:38)
5. Para un anlisis de los fenmenos de desterritorializacin y
reterritorializacin, vase Appadurai, 1990 y 1996.
6. Cabe mencionar, que el multiculturalismo no se refiere
nicamente al encuentro de culturas de diferentes pases, pues un
mismo pas suele albergar distintas identidades; por tanto, el
conflicto que puede surgir de ese encuentro tambin plantea
problemas al interior de las propias naciones.
7. Para un anlisis de los procesos de diferenciacin en Amrica
Latina, vase Caldern y Lechner, 1996.
8. Vase al respecto el ensayo de Charles Taylor, 1992:43.
9. En este sentido, podra decirse que existen dos tipos de
actitudes en quienes buscan una alternativa fuera de sus lugares de
origen: una actitud pasiva relacionada con la expulsin, es decir,
los individuos dejan sus comunidades porque no tienen otra
alternativa para sobrevivir, y una actitud activa relacionada con
la bsqueda de satisfaccin de expectativas, las cuales son generadas
por los medios de comunicacin y por las propias redes de migrantes
que desde otros pases, regiones o ciudades, incentivan la migracin
de nuevos contingentes.
10. En este sentido, Kymlicka (1996:141) agrega: "Permitir que
los inmigrantes procedentes de pases pobres recreen su cultura
societal puede ser una forma de compensar nuestro fracaso en
proporcionarles una oportunidad justa y una vida digna en su propio
pas".
11. Cf. Touraine (1996:215), quien se pregunta: "Es posible
hablar de turcos en Alemania, de algerianos o marroques en Francia,
de jamaiquinos en Gran Bretaa, solamente en trminos culturales?"
(Traduccin de los autores.)
12. Vase Taylor, 1992:85-91.
13. CEPAL, 1994:10.
14. Desde una visin que destaca la fuerte impronta econmica que
tienen estos acuerdos, Getino (1997:302) sostiene: "Ideologa de la
competencia individualista y cultura del consumo se erigen en los
principales pivotes de este tipo de proyectos. Y en la medida que
el principal objetivo de las grandes empresas locales o
multinacionales no es el bien comn de quienes conforman un proyecto
de Nacin, sino la disputa de una franja mayor de poder sobre el
mundo, la integracin crece en el campo empresarial pero slo con la
misma intensidad con que lo hace la desintegracin del Estado y de
la comunidad, tanto institucional como social y
territorialmente".
15. Para el caso de los migrantes bolivianos a la Argentina,
vase, entre otros, los trabajos de Telles, 1995; Maguid, 1995 y
1997; Montoya y Perticara, 1995, Lattes, 1996.
16. La idea de que el MERCOSUR se fundamenta principalmente en
aspectos culturales comunes a los distintos pases que lo integran,
relativizada en este texto, puede verse en Recondo (Comp.),
1997:39. El propio Recondo, sin embargo, destaca la impronta
economicista que rige este acuerdo. Por su parte, los esfuerzos
realizados en el sentido de lograr un mayor acercamiento cultural
pueden evidenciarse por ejemplo en la realizacin de la Primera
Bienal de Arte del MERCOSUR (realizada en la ciudad de Porto
Alegre, Brasil, en octubre-noviembre de 1997) o en las reuniones
especializadas en cultura que aprobaron la constitucin de
comisiones para abordar algunos problemas como los concernientes a
industrias culturales, patrimonio, legislaciones, capacitacin
cultural, redes de informacin, etc. Sin embargo, son escasos los
esfuerzos en el plano de la educacin orientados a adecuar los
programas de historia para estudiantes de colegio que tiendan a
conformar una mayor conciencia ciudadana en cuanto al tema de la
integracin; aunque, por otra parte, han habido avances en cuanto al
reconocimiento de ttulos escolares.
17. Cf. Postel-Vinay, 1990. Segn Huntington (1996:118), que da
importancia fundamental a la fuerza de la pertenencia a una
civilizacin determinada como fundamento de los futuros conflictos
entre naciones, las diferencias culturales entre Japn y Estados
Unidos "exacerban el conflicto econmico. Los de cada lado acusan de
racismo al otro, pero, por lo menos del lado americano, la antipata
no es racial, sino cultural. Los valores fundamentales, las
actitudes mentales, las pautas de comportamiento de las dos
sociedades difcilmente pueden ser ms diferentes. Los problemas
econmicos entre Estados Unidos y Europa no son menos graves que
entre Estados Unidos y Japn, pero no tienen la misma prominencia
poltica e intensidad emotiva porque las diferencias entre la
cultura americana y la europea son mucho menores que las que hay
entre la civilizacin americana y la civilizacin japonesa."
18. Para una perspectiva en este sentido sobre la Comunidad
Europea vase Morin, 1990.
19. "La actitud del zapatismo en Mxico, que se lanz a la accin
en Chiapas el mismo da que entraba en vigencia el Tratado de Libre
Comercio, traduce un rechazo expreso al sueo de ingresar al Primer
Mundo, el que no aceptara integrar aunque se le brindara una
posibilidad cierta de acceder a l, por la sencilla razn de que esos
indgenas y mestizos pobres se sienten partcipes de otra visin del
universo, de otros valores, y tal ingreso implicara una renuncia
cobarde a los mismos, acaso la mayor de las capitulaciones, como lo
es travestirse para halagar a los modelos que siempre los
oprimieron". (Colombres, 1997:126)
20. Vase Recondo, 1997.
21. Vase al respecto Appadurai, 1996:12.
22. Para la produccin del mbito local en un mundo globalizado,
vase Appadurai, 1996.
23. Cf. CLACSO, 1989.
24. Sin embargo, como lo demuestran diversos estudios sobre el
caso de los migrantes bolivianos a la Argentina, citados en nota
14, los migrantes tienden a ocupar puestos de trabajo que los
nacionales rechazan y que suelen ser poco calificados; en todo
caso, se ha demostrado que no inciden en la demanda de mano de obra
como para afectar a la poblacin econmicamente activa nacional.
25. "La inmigracin norteafricana a Francia produce hostilidad
entre los franceses y, al mismo tiempo, un aumento de la
receptividad hacia la inmigracin de buenos polacos catlicos
europeos. Los estadounidenses reaccionan mucho ms negativamente
hacia las inversiones japonesas que hacia las inversiones, ms
cuantiosas, de Canad y de los pases europeos. De la misma forma,
como ha senalado Donald Horowitz, un ibo puede ser un ibo owerri o
un ibo onitsha en la antigua regin oriental de Nigeria. En Lagos,
es sencillamente un ibo. En Londres, es un nigeriano. En Nueva
York, es un africano." (Huntington, 1996:110)
26. A travs de la colocacin o fijacin ceremonial de los marcos o
los lmites, un espacio determinado del suelo es apropiado por
determinado grupo, de manera que si un extranjero penetra en este
espacio reservado, comete un sacrilegio, del mismo modo que si un
profano penetra en un bosque sagrado o en un templo". (Van Gennep,
citado por Ortiz, 1996:29)
27. Vase Appadurai, 1996.
28. Por ejemplo, el boliviano que se va a Buenos Aires deja de
ser reconocido amplimente como tal por los bolivianos que viven en
Bolivia, porque el que se va cambia, y adems en la Argentina no
posee derechos ciudadanos. Sin embargo, tampoco es argentino, pues
intenta mantener su cultura al tiempo que desde ella pretende
integrarse al nuevo medio (que generalmente desvaloriza su cultura)
y tampoco pusee derechos ciudadanos en el nuevo pas de
residencia.
29. Vase Garca, 1996.
30. Para Bologna y Lpez G. (1997:9), las instituciones de los
bolivianos "constituyen un espacio de adaptacin y contribuyen al
mismo tiempo a la formacin y sostenimiento de una trama de
relaciones sociales que favorece simultneamente la integracin
conservando los vnculos con el lugar de origen, cumpliendo as un
rol ambivalente que, al tiempo que mantiene lazos, evita el fracaso
de la migracin".
31. Histricamente la migracin limtrofe en la Argentina no ha
representado un peligro para los trabajadores nacionales pues esta
migracin en general ha ocupado empleos que los nacionales
rechazaban por ser mal pagos e inestables. Si bien el aumento del
desempleo puede estar cambiando esta situacin, se ha comprobado que
los migrantes no tienen ningn peso en los altos niveles de
desocupacin (Maguid, 1997), acusacin que suele reforzar un
sentimiento xenfobo.
Los autores
Alicia Szmukler B., Sociologa argentina. Trabajo en el Consejo
latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), con sede en Buenos
Aires, y actualmente reside en La Paz, Bolivia, siendo catedrtica
de la Universidad Catlica Boliviana e investigadora en temas de
sociologa de la cultura.
Fernando Caldern G., Sociologo boliviano. Ha sido profesor en
las universidades de Austin, Texas, de Chicago y de la Universidad
Mayor de San Andres en la Paz, Bolivia. Fue Secretario Ejecutivo
del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO),
investigador de la Comisin Econmica para Amrica Latina y el Caribe
(CEPAL) y actualmente se desempena como Asesor en Desarrollo Humano
del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en
Bolivia.