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1. INTRODUCCIN
En este artculo se ofrece una visin general de las tcnicas
devaloracin directa y, en particular, del mtodo de
valoracincontingente (MVC). En la seccin 2 se describen las
caracte-rsticas fundamentales de su evolucin, as como una breve
re-sea histrica. En la seccin 3 se analizan las principales
cues-tiones relacionadas con el desarrollo de un experimento
real,dividido en cuatro fases. En la seccin 4 se comentan algunasde
las cuestiones ms debatidas en la actualidad. En la seccin5 se
revisan varias de las aplicaciones en Espaa. Por ltimo,se ofrecen a
modo de conclusin algunas observaciones sobrelas lneas de futura
investigacin.
2. EVOLUCIN
El mtodo de valoracin contingente es una tcnica demuestreo,
diseada para abordar desde una perspectiva emp-
ECONOMIAAGRA
RIA
133
BENGT KRISTRM (*)
PERE RIERA (**)
El mtodo de la valoracincontingente. Aplicacionesal medio rural
espaol (***)
(*) Departamento de Economa Forestal. Universidad Sueca de
Ciencias Agrarias.(**) Departamento de Economa Aplicada.
Universitat Autonoma de Barcelona.(***) Parte de este artculo est
basado en un captulo de Kristrm del libro de J. van der
Bergh (editor), Handbook of Environmental and Resource
Economics, publicado en 1997 por EdwardElgar y en la ponencia
presentada por Riera en el curso Economa Ambiental: Valoracin,
recur-sos naturales y poltica econmica de la Universidad
Internacional Menndez Pelayo celebradoen Barcelona en junio de
1995. Asimismo se beneficia del programa SEC96-2300 de la
CICYT.
Economa Agraria, n. 179 (Enero-Abril 1997) (pp. 133-166).
-
rica las cuestiones relativas a la asignacin de recursos.
Estetipo de tcnicas constituyen el principal instrumento de
gene-racin de datos en el mbito de las ciencias sociales. Las
en-cuestas sobre presupuestos familiares, paro, salud u opinin,as
como las utilizadas para compilar la contabilidad nacional,son
ejemplos de obtencin de informacin por encuesta. Dehecho, las
encuestas suelen constituir la base de los estudiosempricos
efectuados por economistas, psiclogos, socilogosy otros
investigadores.
A primera vista, el MVC es sencillo; consiste simplementeen
preguntar a un grupo de personas cunto estaran dispues-tas a pagar
para obtener un determinado bien. Como hoy sa-bemos, esta
descripcin constituye una mera caricatura deuna aplicacin moderna
basada no slo en la teora econmi-ca, sino tambin en otras
disciplinas como la sociologa, la psi-cologa, la estadstica y la
investigacin por muestreo.
2.1. Resea histrica
Puede resultar til analizar algunos de los aspectos msdestacados
en la evolucin histrica del desarrollo del MVC.Los lectores
interesados en una visin ms completa puedenconsultar a Braden y
Kolstad (1992) y a Mitchell y Carson(1989). Para una visin general
del mtodo, en castellano,vase Riera (1994).
Probablemente fue el economista de Berkeley Ciriacy-Wan-trup
(1947) el primero en sealar la posibilidad de obtenerinformacin
sobre las preferencias personales a partir de en-trevistas
adecuadamente estructuradas. Pero como seala Ha-nemann (1994),
Ciriacy-Wantrup nunca puso en prctica suidea y hubo que esperar
varios aos hasta la primera aplica-cin. El primer estudio de
valoracin contingente habra sidorealizado por una empresa de
consultora en 1958, cuando sepregunt a los visitantes de Delaware
Basin (Estados Unidos)por su disposicin a pagar (DAP) para entrar
en los parquesnacionales (Mack y Myers, 1965). La tesis presentada
por Ro-bert K. Davis (1963) en Harvard constituy la primera
aplica-cin acadmica significativa del MVC. Davis entrevist a
121cazadores y usuarios de los servicios recreativos de MaineWoods.
Utiliz un sistema de puja para averiguar la cantidad
Bengt Kristrm y Pere RieraECONOMIAAGRARIARA
134
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de dinero que los entrevistados estaban dispuestos a pagar(DAP)
por no tener que dejar de visitar el rea. En la dcadade los sesenta
se llevaron a cabo otras aplicaciones, entre lasque destaca la de
Ridker (1967).
El estudio realizado por Alan Randall y otros (1974) es
unaconocida aplicacin del mtodo. Randall y su equipo analiza-ron
los beneficios de la visibilidad atmosfrica utilizando
ins-trumentos sofisticados para la poca, tales como fotografaspara
describir la situacin, lo que marc un poco la tendenciade las
aplicaciones de los aos setenta.
En lugar de pedir a los encuestados que declarasen suDAP, Bishop
y Heberlein (1979) les plantearon un precio de-terminado que deban
aceptar o rechazar. De esta forma sue-len funcionar los mercados de
bienes ordinarios: un consumi-dor compra o no un producto en funcin
del precio. En la d-cada de los ochenta creci con rapidez el inters
por la teoraeconmica subyacente en el MVC y las tcnicas
economtricasy se lograron grandes avances en estos campos.
Hanemann(1984) analiz cmo el planteamiento de Bishop y
Heberlein(1979) poda explicarse en el marco de la teora del
bienestar,dado que sta permita fundamentar el mecanismo de
res-puesta individual. Bishop y Heberlein (1979) analizaron
datosagregados (basados en submuestras) como alternativa a la
ex-plicacin de las respuestas individuales basada en la teora dela
utilidad. Aplicando el modelo de maximizacin de la utili-dad
aleatoria, Hanemann (1984) estableci un fundamentoterico que ha
constituido, desde entonces, la base para anli-sis ulteriores del
MVC. Cameron y James (1987) propusieronuna tcnica de clculo de las
medidas de bienestar diferente ala de Hanemann (1984). Estos
autores supusieron que la va-riable subyacente (disposicin a
pagar/aceptar) sigue una dis-tribucin normal y Cameron (1988)
demostr cmo la mismaidea puede aplicarse a la distribucin
logstica.
Teniendo en cuenta las bases tericas establecidas por Bis-hop y
Heberlein (1979), Hanemann (1984) y Cameron(1988), era previsible
que se extendiesen los estudios. El pri-mer mbito de actuacin fue
el estadstico. Kristrm (1990) yDuffield y Patterson (1991)
adoptaron enfoques no param-tricos, argumentando que el supuesto
distribucional es esen-cial cuando se estima la media (y, en menor
medida, la media-na) en funcin de los datos. El segundo mbito de
actuacin
El mtodo de la valoracin contingente. Aplicaciones al medio
rural espaol ECONOMIAAGRA
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alude al modo en que se realizan las preguntas de
valoracinbinaria o dicotmica. Hanemann, Loomis y Kanninen
(1991)propusieron el denominado enfoque binario o dicotmico
doble.La idea consiste en plantear dos conjuntos de preguntas de
va-loracin binaria en vez de uno slo. De esta forma, depen-diendo
de la reaccin a la primera cuestin, se pregunta al en-cuestado por
un segundo precio superior o inferior al inicial.Obviamente, dos
preguntas deben ofrecer mucha ms infor-macin que una, siempre que
la calidad de los datos no resul-te afectada por el nmero de
preguntas. Otra versin del en-foque de binario doble es el
desarrollado por Kristrom(1995a) de acuerdo con Johansonn, Kristrm
y Nyquist(1992), en el que se admite que la DAP de los
encuestadospueda ser nula. Recibe la denominacin de modelo depico,
ya que se permite que la distribucin tenga un pico encero (la
proporcin de encuestados con nula DAP).
Volviendo a la situacin general, durante la dcada de losochenta,
cabe afirmar que este perodo se caracteriz por laamplia utilizacin
del MVC en ciertos pases, con lo que ya nose circuncriba a los
Estados Unidos. Los pases escandinavosparecen haberse mostrado
especialmente activos, como ponede manifiesto el reciente estudio
de Navrud (1992). No obs-tante, este enfoque se difundi con rapidez
en la Europa me-ridional (vase el estudio de Kristrm, 1995b) y
especialmenteen Espaa como muestra este artculo y previamente
Kristrmy Riera (1992). Adems, se registr una actividad
considerableen Australia y Nueva Zelanda, como sealan los estudios
de Ja-kobsson y Dragun (1996). El Banco Mundial encarg asimis-mo
varios estudios en frica.
2.2. Desarrollo reciente
En la dcada de los noventa, el MVC se ha convertido enobjeto de
debate pblico e incluso se ha visto reflejado en lasportadas de los
peridicos, a consecuencia de la fuerte contro-versia en torno al
accidente del petrolero Exxon Valdez enAlaska. En el litigio
posterior intervinieron economistas muyconocidos, que se alinearon
con las diferentes partes. Buenaparte de la discusin se centr en la
valoracin de los llama-dos valores de no uso. Se refiere a los
valores que reflejan el
Bengt Kristrm y Pere RieraECONOMIAAGRARIARA
136
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beneficio que no depende de la utilizacin de un recurso.Estos
valores slo haban aparecido de forma limitada en pro-cesos
judiciales en Estados Unidos y su situacin jurdica en lapoca no era
del todo clara. En un fallo anterior (a menudoconocido como fallo
del Tribunal de Ohio) se planteaba lanecesidad de incluir los
valores no de uso en la evaluacin dedaos (Cummings y Harrison,
1994; 1995).
El debate posterior al incidente del Exxon Valdez, por mo-mentos
encendido, llev finalmente a la autoridad responsa-ble a establecer
un comit de expertos el comit NOAA (Fe-deral Register, 1993)
encargado de prestar servicios de aseso-ramiento. Formaron parte
del mismo algunos de los econo-mistas ms conocidos (por ejemplo,
Robert Solow, del MIT, yKenneth Arrow, de Stanford, ganadores del
premio Nobel).En su informe final, el comit se mostr bastante
favorable ala utilizacin del MVC, pero hizo varias recomendaciones
por-menorizadas respecto al modo de llevar a cabo un estudio
devaloracin contingente, recomendaciones que han sido objetode
debate.
En resumen, el MVC ha pasado de ocupar un lugar modes-to en la
economa del bienestar aplicada a ser el mtodo msdifundido para la
medicin del bienestar en casos de inexis-tencia de mercado. Despus
de ser considerado un parienteextico de los mtodos de valoracin de
bienes de no merca-do ms consolidados, el MVC es objeto de una
popularidad yuna influencia en la dcada de los noventa que pocos se
ha-bran atrevido a predecir. De hecho, por muchas y buenas
ra-zones, no todos los economistas aceptan un mtodo que
(su-puestamente) no ofrece al encuestado ningn incentivo paradecir
la verdad, al ser hipottica la pregunta de valoracin(Cummings,
Harrison y Rutstrom, 1995). Adems, se han ela-borado listas cada
vez ms amplias de posibles sesgos. En defi-nitiva, las crticas no
han sido escasas, y han partido incluso deaquellos que no se han
beneficiado econmicamente de cen-surar el mtodo.
En cualquier caso, el nmero de aplicaciones ha aumenta-do y
sigue hacindolo con rapidez a medida que se ampla lagama de bienes
valorados, lo mismo en el resto del mundoque en Espaa.
Tradicionalmente, los bienes relacionados conel medio rural han
sido los ms frecuentemente valorados conesta metodologa. En los
artculos aparecidos en las principa-
El mtodo de la valoracin contingente. Aplicaciones al medio
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les publicaciones de economa del medio ambiente, predomi-nan los
anlisis relacionados con el MVC. La NRDA (1996) harecopilado una
bibliografa compuesta por ms de 2.000 refe-rencias en las que se
utiliza el MVC.
3. CARACTERSTICAS DE UN EXPERIMENTO
A continuacin se describen en detalle algunas de las
ca-ractersticas de la ejecucin de un experimento. Puesto quelas
siglas MVC hacen referencia al mtodo en s, resulta msconveniente
analizar un experimento de valoracin contin-gente (EVC), aunque
esto exija introducir otro acrnimo. UnEVC se desarrolla en varias
fases distintas, pero estrechamenterelacionadas. Las cuatro fases
son las siguientes:
1. Desarrollo del estudio.2. Estructuracin y desarrollo.3.
Recogida de datos.4. Anlisis y presentacin de informes.
Como aspecto ms importante debe destacarse que estasfases no son
independientes. De hecho, un EVC debe some-terse a una planificacin
extremadamente concienzuda. Porejemplo, cuando se trata de generar
datos a travs de las pre-guntas binarias de valoracin, debe
decidirse, generalmenteen la primera fase, qu es lo que se quiere
medir. As, un dise-o ptimo de un experimento no es necesariamente
indepen-diente de que se opte por utilizar la estimacin de la media
ola mediana de la DAP (Kristrm y Nyquist, 1996).
3.1. Primera fase. Desarrollo del estudio
Antes de analizar un problema especfico de asignacin derecursos
con el MVC, deben planificarse con cuidado los obje-tivos del
estudio. Esta actividad se ve facilitada en gran medidasi el
estudio se basa en un modelo avalado por la teora econ-mica del
bienestar. Estos modelos permiten aclarar ciertascuestiones
esenciales que deben resolverse en la primera fasedel estudio. A
continuacin se analizan algunas de ellas.
Bengt Kristrm y Pere RieraECONOMIAAGRARIARA
138
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3.1.1. El modelo conceptual
La primera fase de un experimento basado en el MVC es(o debera
ser) la creacin de un modelo conceptual. En teo-ra, como seala
Johansson (1993), de este modelo concep-tual se derivan un conjunto
de normas. Por ejemplo, tomarcomo modelo conceptual el del anlisis
coste-beneficio permi-te determinar el modo en que deban estimarse
los valores yevitar, entre otros problemas, la doble
contabilizacin. Johans-son (1993) ofrece un gran nmero de ejemplos
que ilustrancon eficacia la utilidad de estas normas para los
investigadoresque aplican el MVC.
3.1.2. El mbito del mercado
El modelo conceptual (por ejemplo, el del anlisis
coste-beneficio) permiten establecer asimismo el mbito del
mer-cado, es decir, el subconjunto de la poblacin que debe
in-cluirse en la encuesta. En principio, la poblacin objetivopuede
estar compuesta por todos las personas vivas. ste es elcaso en el
problema del calentamiento global (resultado delexceso de emisiones
de gases responsables del efecto inver-nadero, como el dixido de
carbono) que puede afectar a laagricultura y los habitantes de
todos los pases.
La eleccin del mbito del mercado suele resultar ms fcilen la
prctica que en la teora. Habitualmente, el problema dela asignacin
de recursos subyacentes presenta caractersticasque dan lugar a que
la eleccin de la poblacin objetivo seainmediata. Un planteamiento
emprico sencillo al respectoconsiste en tener en cuenta a las
personas con intereses jurdi-cos y econmicos en el asunto en
cuestin. Este fue el enfo-que utilizado, por ejemplo, en el estudio
del Exxon Valdezefectuado por Carson y otros (1992).
3.1.3. La informacin
La simulacin del mercado comporta una determinada in-formacin
sobre el bien a valorar que debe presentarse en elEVC. A esta
informacn se la denomina conjunto de datos. Una
El mtodo de la valoracin contingente. Aplicaciones al medio
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cuestin fundamental alude a la estructura de este conjunto:cunta
informacin debe proporcionarse? Qu tipo de in-formacin debe darse y
cmo ha de transmitirse? Estas cues-tiones han sido objeto de un
gran nmero de investigaciones.La necesidad de lograr en las
encuestas algn tipo de equili-brio entre el exceso y la escasez de
la oferta de informa-cin es evidente.
Es de esperar que los valores obtenidos varen en funcinde la
cantidad de informacin ofrecida. Randall y Stoll (1983,p. 270)
observaron este problema en el caso del snail-darter(un pequeo pez
que, segn se crea, slo vive en el tramo delro Tennessee situado
aguas abajo de la zona destinada a laconstruccin de una presa).
Bergstrom, Stoll y Randall (1990)ofrecieron informacin en cuantas
diferentes a los distintosgrupos de encuestados y observaron que
los valores obtenidosdependan del conjunto de datos presentado.
Samples, Dixony Goven (1986) obtuvieron resultados semejantes. En
la obrade Cummings, Brookshire y Schultze (1986) se sugiere que
losvalores obtenidos mediante un EVC resultan ms fiables si
losentrevistados disponen de tiempo para reflexionar, cono-cen
suficientemente el bien en cuestin y, por ltimo, se lesinforma de
los sustitutos y los complementos. Estos tres requi-sitos se
denominan Condiciones de Operacin de Referencia.
Un problema que puede presentar este argumento es quela falta de
conocimiento del bien reduce la aplicabilidad delmtodo. De hecho,
suele suceder que el MVC se utiliza encasos en los que los
encuestados carecen de experiencia deeleccin previa para aquel
bien. Para Mitchell y Carson(1995), el conocimiento no constituye
una condicin necesa-ria para emplear el MVC. Sealan que la mayora
de los bie-nes que intentan valorarse mediante este mtodo son nicos
ypor lo tanto es posible que la mayor parte de los encuestadoslos
desconozcan.
La cuestin de la informacin puede abordarse desde unpunto de
vista probabilstico, basado en la teora econmicageneral de la
eleccin en condiciones de incertidumbre(vase, por ejemplo,
Harrison, 1996). De esta forma, el consu-midor calcula la utilidad
esperada del proyecto, evaluandosubjetivamente las probabilidades
de los diferentes resultados.Estas probabilidades dependen del
conjunto de datos. Una in-formacin escasa aumenta la incertidumbre
respecto de los
Bengt Kristrm y Pere RieraECONOMIAAGRARIARA
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-
resultados y viceversa. De acuerdo con ciertos planteamientos,no
hay un volumen correcto del conjunto de datos. Parececlaro que
difcilmente puede defenderse la existencia de unvolumen correcto de
dicho conjunto en el caso de los bie-nes privados. Puesto que la
recogida y el tratamiento de la in-formacin resultan caros, suele
existir un punto en el que elbeneficio marginal de un dato
adicional es igual al coste mar-ginal de obtenerlo. ste es el nico
sentido en el que puedehablarse del volumen correcto del conjunto
de datos, aunque,normalmente, el beneficio marginal (y el coste) se
desconoceal realizar un experimento.
3.1.4. Descripcin del escenario
El MVC debe su nombre al hecho de que se solicita a
losencuestados la evaluacin de un cambio que depende de(contingente
a) dos o ms situaciones. stas se describen enlos cuestionarios.
Habitualmente, se describe una situacin o escenario ini-cial,
seguida de una explicacin de un segundo escenario, deforma que se
propone un cambio en la cantidad o calidad deun bien. No es
necesario que el cambio haya sucedido ya; amenudo se pide al
encuestado que evale cambios hipotti-cos. En el cuestionario se
describe el escenario de mercado hi-pottico en el que el
entrevistado va a comprar el bien. Psi-clogos como Fischoff y Furby
(1988) han elaborado diversoscriterios para crear supuestos
efectivos.
3.1.5. Descripcin del bien
Hay diversas formas de describir el bien que debe valorarseen el
experimento. Los textos explicativos a los que se aadendibujos y,
en algunos casos, fotografas, son instrumentos utili-zados
habitualmente. Las representaciones grficas han de-mostrado ser
tiles para la transmisin de informacin sobrelos distintos
supuestos, como se pone de manifiesto en el estu-dio de Mitchell y
Carson (1995). El grado de sofisticacin esvariable; en algunos
estudios slo se incluye una descripcinrudimentaria, mientras que en
otros se utilizan imgenes ela-
El mtodo de la valoracin contingente. Aplicaciones al medio
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boradas. Navrud (1994) ofrece resultados alentadores respec-to
al empleo de vdeos para presentar los supuestos.
3.1.6. Formato de la pregunta de valoracin
Desde el punto de vista de la teora del bienestar, es fcildisear
las preguntas de valoracin: se trata sencillamente depedir a los
encuestados que declaren su DAP. Estas preguntasabiertas tienen
muchas ventajas, incluida la de proporcionarde inmediato al
investigador la informacin que busca. Unavariante de este enfoque
consiste en plantear ciertos interva-los de precios y solicitar al
entrevistado que elija el que mejorrepresente su DAP por el bien en
cuestin.
Actualmente, la pregunta de valoracin binaria, tambin cono-cida
como dicotmica o cerrada, domina en cierta medida la bi-bliografa
terica y aplicada. Con este formato, al encuestadode la submuestra
k se le propone el precio Ak para el bien exa-minado. Una ampliacin
reciente de este planteamiento con-siste en pedir al encuestado que
considere un segundo preciocuyo valor depende de la reaccin al
precio inicial. En concre-to, al encuestado de la submuestra k se
le pide en primer lugarque considere un precio Ak,p. Si acepta
pagar esta cantidad, sele propone otro precio Ak,superior superior
al anterior. Si rechazael pago de Ak,p, se le plantea un precio
Ak,inferior inferior al pri-mero. Resulta fcil comprobar que este
procedimiento, ceterisparibus, permite obtener una mayor cantidad
de datos sobre ladistribucin de la DAP a partir de una misma
muestra.
Una cuestin fundamental, a la que ya se ha hecho refe-rencia, es
si la segunda pregunta afecta de forma no deseada ala DAP declarada
por las personas. Como sealan Harrison yKristrom (1995), podra
darse el caso de que el encuestado secomprometa con el primer
precio como si se tratase de uncontrato. Si se ha aceptado abonar
Ak,p por un bien, puede re-sultar difcil, desde una perspectiva
psicolgica, tener quepagar un precio superior (probablemente porque
la entregase ha prometido a un precio Ak,p). Por tanto, existe
ciertoriesgo de que la segunda pregunta distorsione la
informacinrelativa a la DAP en la muestra. Vase, por ejemplo, en
Heri-ges y Shogren (1995) una comprobacin reciente de esta
hi-ptesis.
Bengt Kristrm y Pere RieraECONOMIAAGRARIARA
142
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La tarjeta de pago ofrece al encuestado una gama de posi-bles
DAP, incluidas las cifras relativas al gasto real (o los cos-tes)
en ciertos bienes de oferta pblica. Por ejemplo, la tarjetapuede
incluir informacin sobre las cantidades que el Estadodedica a la
lucha contra incendios, el cuidado de lagos, elgasto hospitalario,
etc., con el fin de considerar los valorescon cierta perspectiva.
Pueden consultarse ejemplos de la uti-lizacin de este instrumento
en Mitchell y Carson (1989).
El sistema de subasta es un proceso iterativo de presentacinde
ofertas. Se establece un punto de partida para el encuesta-do (una
puja) y a continuacin se le pregunta si desea revi-sarla al alza o
a la baja. Se trata de que el proceso converja res-pecto a la DAP
del encuestado. Existe un sesgo del punto departida cuando el valor
de la primera puja afecta sistemtica-mente a la DAP finalmente
declarada. El uso del sistema desubasta ha ido a menos debido a la
tendencia al sesgo delpunto de partida detectada habitualmente por
la investiga-cin emprica. Con todo, con una variante u otra, es el
forma-to que ms se ha utilizado en Espaa para la valoracin de
bie-nes agrarios y ambientales.
La tcnica de la ordenacin contingente es relativamentenueva en
la bibliografa sobre valoracin contingente, pero suuso es frecuente
en el mbito de la investigacin de mercadosy la economa del
transporte. Este enfoque tambin se conocecomo anlisis conjunto
(vase Louviere, 1988). En este caso, sepide al encuestado que
clasifique un conjunto de alternativasen las que se describen
calidades medioambientales obteni-bles a ciertos costes. Por
ejemplo, puede solicitarse a un en-cuestado la clasificacin de tres
programas diferentes: {salvar100 ha de la superficie forestal X a
un coste de 30 dlares},{salvar 200 ha de la superficie forestal Y a
un coste de 60 dla-res} y {salvar 400 ha de la superficie forestal
Z a un coste de120 dlares}. Para estimar la DAP basada en este tipo
de datosse utilizan tcnicas economtricas semejantes a las
empleadasen las preguntas de valoracin binaria.
En definitiva, qu modo de planteamiento de preguntasdebe
preferirse? Por razones de espacio, se discuten aqu ni-camente los
formatos abierto y binario. Este ltimo se caracte-rizan por una
exigencia mucho mayor en cuanto al aparatoanaltico necesario. Por
otra parte, suele generar tasas de res-puesta muy superiores,
seguramente porque a los encuestados
El mtodo de la valoracin contingente. Aplicaciones al medio
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les es ms fcil expresar su acuerdo o desacuerdo con un pro-grama
(al coste que se proponga) que declarar exactamentesu DAP mxima
para que se lleve a cabo. Por sta y otras razo-nes, el comit NOAA
recomend la utilizacin del formato bi-nario.
Las preguntas abiertas tienen una ventaja, siempre que
lainformacin obtenida sea exacta: permiten recoger una canti-dad de
datos mucho mayor. Por tanto, y simplificando unpoco, la eleccin
entre preguntas de valoracin depende delmodo en que se valore la
disyuntiva entre el contenido infor-mativo y las tasas de
respuesta. En cualquier caso, la eleccinentre modos de obtencin de
informacin es algo ms com-plicada. Por ejemplo, si el encuestado
ignora su funcin deutilidad, existen razones tericas para elegir
las preguntas devaloracin binaria, o, al menos, puede defenderse la
pertinen-cia de esta opcin. Li y Mattsson (1995) combinaron la
infor-macin sobre la incertidumbre respecto a las preferencias
conlas preguntas de valoracin binaria. Pidieron a los encuesta-dos
que declararan su confianza al aceptar (o rechazar) elpago de una
determinada cantidad. Integrando esta informa-cin en el enfoque de
probabilidad mxima normalizada, ob-servaron que la DAP es
significativamente inferior comparadacon el caso en el que se
supone que el encuestado conoce sufuncin de utilidad con
precisin.
3.1.7. Condiciones de la oferta y el problemadel beneficiario
gratuito (free-rider)
En las preguntas de valoracin deben especificarse las
con-diciones en las que el encuestado va a disponer del bien
encuestin. Es fundamental que estas condiciones de la oferta
sedeclaren explcitamente en el cuestionario. Sin una nocinclara del
modo en que la respuesta del entrevistado le va aafectar, no puede
esperarse que ste responda exactamente alproblema de la asignacin
de recursos propuesta. Es ms pro-bable que su respuesta se base en
un sentimiento de solidari-dad respecto al problema y en la
consideracin de un bienmucho ms general que el previsto en la
encuesta.
Cuando se comercia con un bien privado (con existenciade
informacin perfecta), las condiciones de oferta no plan-
Bengt Kristrm y Pere RieraECONOMIAAGRARIARA
144
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tean controversia y no hay dudas respecto a que el
compradoracabar pagando al vendedor. Slo se materializar la
transac-cin si ambas partes lo consideran ventajoso. En este
sentido,el mercado de bienes privados es plenamente compatible
conlos incentivos de los individuos. Sin embargo, en un contextoen
el que se exigen pagos hipotticos, es obvio que las perso-nas
pueden tener incentivos para ocultar su verdadera DAP. Sien las
condiciones de oferta se establece que el bien pblicose suministrar
si la cantidad que se est dispuesto a pagarcubre su coste, el
encuestado tiene incentivos para afirmarque est dispuesto a cubrir
el coste total del proyecto ya quepuede suponer (con buen criterio)
que no tendr que pagarla cantidad que declara. De esta forma, se
asegurar la ofertadel bien. Por tanto, es posible que un
planteamiento hipotti-co respecto a la obtencin de informacin sobre
preferenciasno sea compatible con los incentivos de los
individuos.
En ltima instancia, el nivel de gravedad de este problematerico
para el MVC es una cuestin emprica. Es necesarioencontrar formas
especficas de probar la presencia o ausen-cia de la hiptesis del
beneficiario gratuito o free-rider. Esta es unade las cuestiones
actuales de debate (vase Diamond y Haus-man (1994) para conocer una
visin pesimista y Hanemann(1994) para obtener otra ms
optimista).
Es interesante plantearse si los incentivos para convertirseen
beneficiario gratuito varan segn los mtodos de obten-cin de
informacin. Varios autores defienden la existenciade diferencias
segn los modos de planteamiento de pregun-tas en lo que respecta a
los incentivos, aunque se considerensituaciones hipotticas. Uno de
los primeros estudios en losque se argumenta tericamente esta
posibilidad es el realiza-do por Hoehn y Randall (1987). Estos
autores sealan que elenfoque basado en las preguntas binarias es
compatible conlos incentivos, lo que ha dado lugar a numerosas
respuestaspor parte de los economistas experimentales (vase, por
ejem-plo, Cummings, Harrison y Rutstrm, 1995). En Harrison(1996)
puede encontrarse un resumen de la bibliografa de laeconoma
experimental sobre este tema.
Las condiciones de oferta pueden variar segn los mtodosde
obtencin de informacin. Si se utilizan preguntas abier-tas, la
condiciones pueden consistir en que el bien se ofrece sila cantidad
de dinero obtenido cubre el coste de su oferta. En
El mtodo de la valoracin contingente. Aplicaciones al medio
rural espaol ECONOMIAAGRA
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el caso de preguntas binarias, puede aplicarse una
interpreta-cin basada en el referndum; por ejemplo, el bien se
ofrece-r si ms del 50 por cien de los votantes aceptan pagar
lacantidad declarada.
3.2. Segunda fase. Estructuracin y desarrollo
La segunda fase de un EVC consiste en la elaboracin
delinstrumental de encuestacin y el desarrollo de la logstica
delejercicio. En esta fase se aborda asimismo la organizacin
delmuestreo. Puede que la cuestin prctica ms importante quedebe
resolverse sea la eleccin de la modalidad de entrevista,que se
analiza a continuacin.
En un experimento tpico se utilizan entrevistadores (enpersona o
por telfono) o el correo. Estas opciones presentanventajas e
inconvenientes. Una desventaja significativa de lasentrevistas
personales es su coste. A menudo ste constituyeun factor decisivo
que impide disfrutar de las ventajas ofreci-das por este mtodo. La
opcin ms barata de las tres pro-puestas consiste en la remisin de
un cuestionario por correo.Este mtodo reduce la capacidad de
iteracin entre investiga-dor y encuestado, por lo que resulta ms
limitado para elplanteamiento de cierto tipo de preguntas de
valoracin. Laentrevista telefnica, que representa una posibilidad
interme-dia, puede combinarse con un cuestionario enviado por
co-rreo. Este enfoque presenta algunas ventajas, pero no se
utili-za muy a menudo.
En la bibliografa se ha debatido con profusin la perti-nencia de
cada modelo de entrevista. Algunos investigadorescomo Mitchell y
Carson (1995) apoyan decididamente las en-trevistas personales.
Dillman (1993) defiende con firmeza losenvos por correo. La
legislacin de Estados Unidos y el comi-t NOM abogan por la
utilizacin de las entrevistas personalessi se aplican a la
evaluacin de grandes daos ambientales,como los provocados por
vertidos de petrleo. Harrison y Les-ley (1996) proponen otro mtodo.
Defienden la utilizacin deuna muestra de conveniencia (p. ej.,
estudiantes) y la poste-rior ampliacin de los resultados a la
poblacin de inters me-diante la aplicacin de mtodos de regresin. El
principal ar-gumento de estos autores se fundamenta en la necesidad
de
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sopesar el coste de una encuesta a gran escala respecto a
lasventajas de obtener una muestra representativa.
En definitiva, no se observa en la bibliografa la existenciade
un acuerdo respecto a la eleccin del modo de realizacin.El parmetro
fundamental parece ser el presupuesto del estu-dio.
Aproximadamente, el coste de un envo por correo no su-pera el 10
por cien del que generan las entrevistas personales.Esta diferencia
explica por qu la gran mayora de los estudiosse basan en encuestas
por correo.
3.3. Tercera fase. Recogida de datos
La tercera fase del estudio consiste en la recogida de losdatos.
A menudo resulta til comenzar este proceso con la utiliza-cin de un
pequeo grupo objetivo (focus group). En este caso,una muestra
reducida de encuestados analizan varios aspectosdel cuestionario.
Estos pueden revisarse antes de la realizacin deun borrador que a
su vez puede someterse al examen de los pro-motores del estudio y a
representantes de posiciones contrarias.
Otro paso esencial es la ejecucin de un estudio piloto ba-sado
en una muestra de un tamao que suele situarse entre el10 y el 20
cien del de la muestra definitiva. Este estudio puedeemplearse para
conocer la forma en que mejor funciona elinstrumental de
encuestacin y obtener informacin sobre lasprincipales
caractersticas de la poblacin. Si se utilizan pre-guntas de
valoracin binaria, es oportuno comprobar las op-ciones de vectores
de precios. Debido a la incertidumbre habi-tual respecto a las
preferencias humanas, la eleccin de unvector se realiza, en cierta
medida, a ciegas.
La realizacin de un estudio piloto es la nica forma dedescubrir
que una hiptesis del investigador sobre la distribu-cin de la DAP
es completamente errnea. Resulta obvio que,si todos los encuestados
aceptan pagar los costes propuestosen el estudio, no se obtendrn
muchos datos realmente tiles;lo nico que se conocer es que la
cantidad que se est dis-puesto a pagar es superior a la cantidad
inferior propuesta.Probablemente, esta escasa informacin carece de
gran valor.En consecuencia, el estudio piloto es fundamental. Se
han co-metido errores muy caros cuando el investigador ha optadopor
analizar directamente la muestra principal.
El mtodo de la valoracin contingente. Aplicaciones al medio
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Despus de evaluar los resultados del estudio piloto,
puedeprocederse a encuestar a la muestra principal. La
evaluacinpuede exigir el establecimiento de procedimientos
formalespara actualizar el vector de precios y suprimir o aadir
otrosdatos basados en las reacciones de la muestra inicial.
3.4. Cuarta fase. Anlisis de datos y presentacinde informes
La ltima fase del estudio consiste en el anlisis de losdatos
obtenidos y la presentacin de informes sobre los resul-tados. En
esta etapa el investigador puede estimar la tasa derespuestas
vlidas, elemento esencial en el anlisis estadstico.
Resulta difcil determinar qu puede considerarse una
tasaaceptable de respuestas vlidas. La complejidad de la cues-tin
es an mayor si se tiene en cuenta que no slo la tasa ens es
importante, sino tambin la forma como afecta la estruc-tura de la
muestra recibida. As, una muestra sesgada, en laque un determinado
subconjunto de la poblacin se encuen-tre representado en exceso en
el conjunto de datos vlidos,puede resultar ms grave que una tasa de
respuesta baja.Whitehead (1991) presenta un ejemplo en el que, de
acuerdocon su observacin, los grupos ecologistas de presin
regis-tran tasas de respuesta muy superiores a las de un grupo
decontrol (una muestra de la poblacin general).
En sus conclusiones, el comit NOAA sobre valoracincontingente
recomienda una tasa de respuestas vlidas de porlo menos el 70 por
cien. No queda claro si el proceso de ob-tencin de esta tasa puede
afectar a la calidad de las respues-tas recogidas. De hecho, podra
resultar muy caro lograr esteporcentaje si el objeto del estudio no
interesara demasiado ala poblacin analizada. Si se presiona
reiteradamente a los en-cuestados para que respondan, no es seguro
que la cantidadde los datos obtenidos sea razn suficiente para
incurrir en elcoste en la calidad necesario para generarla.
El ltimo paso consiste en la difusin de los resultados.
Sipersonas ajenas al estudio deben evaluar los resultados
obteni-dos, es fundamental que se fijen criterios estrictos en
materiade presentacin de informes. Todo el instrumental de
encues-tacin debe quedar detallado en el informe. Si esto no es
posi-
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ble por razones de espacio, debe reproducirse, al menos,
lapregunta de valoracin completa. Asimismo, los datos debenestar
disponibles en formato electrnico para facilitar la com-probacin de
los resultados por parte de otros investigadores.
4. CUESTIONES DE ACTUALIDAD
Esta seccin recoge algunas de las cuestiones abordadas
ac-tualmente en el debate cientfico. La seleccin efectuada
obe-dece, en gran medida, a preferencias personales y las
limita-ciones de espacio impiden un tratamiento ms amplio deotros
muchos temas interesantes.
4.1. Altruismo
La significacin econmica del altruismo se ha convertidoen una
cuestin de debate. El altruismo parece ser un compo-nente
importante de los valores de uso pasivo, por ejemplo endaos
ambientales. Ciertamente, su consideracin y el estudiodel lugar que
ocupa en el anlisis coste-beneficio no son nue-vos en la
bibliografia econmica. En las primeras aproxima-ciones al tema, se
llega a la conclusin de que los valores demotivacin altruista no
deben incluirse en dicho anlisis, yaque se producira algn tipo de
doble contabilidad. Milgrom(1992) seala que el altruismo no debe
tenerse en cuenta enaplicaciones del MVC y presenta un modelo para
demostrarsu postura. Asimismo, plantea que no puede considerarse
queuna persona sufra una prdida en su bienestar si desconoce
laexistencia del desastre medioambiental que la provoca.
Johansson (1993) plantea la hiptesis siguiente: suponga-mos que
en la economa intervienen dos personas, ambas al-truistas.
Supongamos que se produce un desastre medioam-biental y que (de
algn modo) se calculan las cantidades dedinero que permitiran
recuperar el nivel de utilidad de esasdos personas. Cul es el
significado de la suma de estas doscifras, cuando las dos personas
se preocupan por el nivel deutilidad del otro? La respuesta depende
de como se interpreteese altruismo. En un caso, una persona se
preocupa por elbienestar de la otra (es decir, su funcin de
utilidad). En el
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otro, slo se preocupa de un cierto aspecto del bienestar
(porejemplo, la calidad del medio ambiente). No obstante, la
con-clusin importante es que, con independencia de la
interpre-tacin del altruismo, siempre es correcto preguntar a las
per-sonas por su DAP; declararn una cifra que se interpreta
habi-tualmente como el equivalente en dinero del cambio de
bie-nestar generado. En este sentido, el altruismo no representaun
problema especial para el MVC. Adems, sigue siendo elnico mtodo
conocido actualmente en el que pueden calcu-larse tales valores,
aunque no parece haber muchas razonespara estimarlos por s mismos.
Lo importante es saber si se in-cluyen en las medidas de bienestar
y si se tienen en cuenta enla aplicacin.
4.2. Anlisis comparativo de los formatos de la preguntade
valoracin
En varios informes de los ltimos aos se ha analizado
ladisparidad evidente entre los diferentes formatos de obten-cin de
informacin, como por ejemplo en Desvouges y otros(1993), Kristrm
(1993), Li y Fredman (1994), Brown y otros(1996), Boyle y otros
(1996) y Ready, Buzby y Hu (1996). Si setiene nicamente en cuenta
la teora econmica, no es de es-perar que existan diferencias entre
los formatos de preguntasabiertas y cerradas. Desde un punto de
vista emprico, en va-rios estudios se pone de manifiesto la posible
existencia deuna gran disparidad entre dichos formatos. Aunque las
prue-bas no son concluyentes, parece que las preguntas de
respues-ta binaria generan una DAP media superior. En Brown y
otros(1996, p. 153, cuadro 1) se seala que la DAP media del
for-mato de preguntas cerradas es unas dos veces superior a la
delformato de preguntas abiertas.
Para Kahneman, Slovic y Tversky (1982), las elecciones
encondiciones de incertidumbre se ven afectadas por un sesgode
anclaje. Si un participante en un experimento de valora-cin
contingente adopta una decisin en dichas condiciones,es posible que
la informacin sobre costes suministrada por elinvestigador sea
adoptada directamente por la persona entre-vistada como indicativo
de su DAP. En cambio, esta hiptesisse refuta en una prueba con los
datos de Kristrm (1993).
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4.3. Insensibilidad (embedding) y secuencia
La hiptesis de la insensibilidad (embedding) ha sido
popu-larizada por Kahneman y Knetsch (1991). Segn este supues-to, a
las personas no les afecta el nivel de un bien pblico. As,pueden
declarar la misma DAP por la conservacin de unadeterminada ave en
peligro de extincin que por la de todaslas especies voladoras
amenazadas. Esta hiptesis de base em-prica se apoya en los estudios
presentados por Kahneman yKnetsch (1991 ) y Desvouges y otros
(1993). En otros estudios,como los de Imber y otros (1991), Carson
y Mitchell (1995) ySmith (1996), no se ha observado esta
insensibilidad.
De acuerdo con una hiptesis afn analizada en Hausman(1994), si
un bien medioambiental C puede dividirse en A y B,la DAP(C) no
equivale a la suma de la DAP(A) y la DAP(B).Supongamos que es
posible dividir, de algn modo, una pre-gunta de valoracin en dos
partes A y B, de forma que puedapreguntarse sucesivamente por
ambas. Teniendo en cuenta laformulacin, es evidente que la hiptesis
slo podr compro-barse si las preguntas de valoracin se realizan
condicional-mente. No pueden plantearse dos preguntas no
condiciona-das y sumar despus los dos resultados para obtener
laDAP(C). En un contexto ms general, cuando se modificanvarios
parmetros, cada pregunta de valoracin depende(normalmente) de la
anterior. Es decir, la suma de la DAP(A)y la DAP(B) ser diferente
en funcin del orden en que se for-mulen las preguntas de
valoracin.
4.4. La disparidad entre disposicin a pagary disposicin a
aceptar
De acuerdo con la teora econmica convencional, la dis-posicin a
pagar mxima para obtener una unidad de bienprivado adicional
equivale aproximadamente a la cantidad m-nima de dinero que se
aceptara por dejar de lograr esa uni-dad, siempre que el efecto
renta sea limitado. Si esta afirma-cin fuese vlida en el caso de
los bienes medioambientales,podra plantearse la pregunta relativa a
la disposicin a pagar(DAP), supuestamente ms sencilla, y obviar la
relativa a ladisposicin a aceptar en compensacin (DM), menos
habi-
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tual. Segn Randall y Stoll (1980), este procedimiento es
co-herente desde la perspectiva terica, siempre que el efectorenta
(ligeramente diferente) siga siendo limitado en elcaso de los
bienes pblicos. En la prctica, suelen observarsegrandes
disparidades entre la DAP y la DM, siendo la segunda,en general,
tres o ms veces superior a la primera (Knetsch ySinden, 1984;
Mattsson y Kristrm, 1987).
En Hanemann (1991b), se observa que la disparidad vams all del
efecto renta y que tambin hay que tener encuenta el efecto
sustitucin. La conclusin fundamental a laque llega Hanemann es que
la diferencia entre la DM y laDAP es el coeficiente entre la
elasticidad renta y la elasticidadde sustitucin. Cuanto menor sea
ste (menor disposicin aintercambiar calidad medioambiental por
bienes privados),mayor ser la disparidad. En Shogren y otros (1994)
se verifi-can los resultados tericos de Hanemann mediante un
experi-mento controlado, aunque stos han sido puestos en
cuestinrecientemente por Harrison (1996). MacDonald y Bowker(1994),
por el contrario, no encuentran en su experimentofundamento para la
explicacin terica de Hanemann.
4.5. Media frente a mediana
La eleccin entre media y mediana ha sido objeto de cier-to
debate. Puede que ste comenzara con Johansonn,Kristrm y Mler
(1989), que defendieron la idoneidad de lamedia como medida de
bienestar si se utiliza el criterio de Pa-reto. Esta crtica se basa
en la constatacin de la tendencia, enlos estudios que aplican el
MVC, a utilizar la mediana comoopcin de medida del bienestar.
Hanemann (1984) sealque, desde un punto de vista estadstico, es
preferible la me-diana respecto a la media, ya que la primera es
mucho ms s-lida en relacin con las pequeas perturbaciones de los
datosen los extremos. Ms adelante, Hanemann (1989) arguy quela
eleccin entre media y mediana obedece a razones msarraigadas,
relacionadas con la funcin de bienestar socialque se considera
correcta. Un argumento semejante se em-plea en Harrison y Kristrm
(1995).
Supongamos que la DAP real en una sociedad de tresmiembros es
{1, 2, 99}. De acuerdo con el criterio de Hicks-
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Kaldor, un proyecto debe aprobarse si los costes totales son
in-feriores a la suma de beneficios (102). Si se utiliza la
mediana,se obtiene un valor de 2 que equivale a un valor agregado
de6. Este sencillo ejemplo pone de manifiesto que la
cuestinesencial es de carcter distributivo.
5. APLICACIONES EN ESPAA
En el panorama internacional, la mayora de las aplicacio-nes han
tenido como objeto el medio rural, sobre todo comouso recreativo y
de preservacin medioambiental, si bien enlos ltimos aos existen
cada vez ms aplicaciones a otroscampos. Espaa ha seguido tambin
esta tendencia.
Estados Unidos es el pas que mayor nmero de estudiosde aplicacin
del MVC genera, seguida a mucha distancia deEuropa. Dentro del
continente europeo, los pases nrdicoshan sido los ms beneficiados
por este tipo de estimaciones.De los pases de mbito mediterrneo,
Espaa es con seguri-dad el ms activo en aplicaciones del MVC.
Ha habido diversos trabajos que han recogido los resulta-dos de
las distintas aplicaciones en Espaa, (por ejemplo,Kristrm y Riera,
1992; Riera, 1995; Len, 1997). Se recogenaqu slo las aplicaciones
del MVC en Espaa que tienen rela-cin directa con el medio rural. El
cuadro 1 resume dichasaportaciones. Con todo, seguramente la lista
no es exhaustiva.Entrado el ao 1997, debe haber un volumen similar
de apli-caciones al medio rural realizndose en distintas
comunida-des autnomas. Tambin hay un nmero similar de aplicacio-nes
del MVC a bienes distintos de los aqu contemplados.
Los ejercicios del cuadro 1 tienen en comn la similitud delos
bienes valorados. La mayora son espacios protegidos y elresto
espacios con inters para su proteccin. Tambin escomn el formato de
la pregunta, si bien dicho formato distamucho de ser el ms
utilizado en el contexto internacional.Sin embargo, la comparacin
de los valores obtenidos es algoms compleja. En primer lugar, los
valores estn expresados enpesetas corrientes del ao de aplicacin.
Pero incluso si los va-lores fueran directamente agregables, una
vez actualizados almismo ao, quedan todava divergencias notables en
las carac-tersticas de los ejercicios y, sobretodo, en las de los
bienes am-
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bientales que se valoran. Esos ltimos varan en tamao, inte-rs
biolgico, faunstico, paisajstico, servicios, accesibilidad,
la-titud o difusin. Lo mismo ocurre con el nmero de visitantes.
Siete observaciones son pocas, todava, para realizar
unmetanlisis que permita discriminar entre todas esas diferen-cias
al estimar la valoracin de un espacio natural protegido.
Sin embargo, pueden observarse ya algunas regularidadesen los
valores. Por ejemplo, la mayora de los parques tienenun valor
relativamente cercano a las 1.300 ptas. por visitante,en valores de
1994. Slo dos de los siete valores son claramen-te distintos (por
razones tambin distintas en ambos casos), loque parece indicar un
cierto grado de coherencia en los resul-tados.
6. CONCLUSIONES
En este artculo se ha descrito el MVC en lneas
generales,obviando muchas cuestiones y abordando otras
superficial-mente. En cualquier caso, puede resultar til concluir
con elanlisis de algunas futuras lneas de investigacin. Se ha
regis-trado una expansin notable de las tcnicas economtricas
yestadsticas aplicadas al tratamiento de datos, pero no ser
se-guramente este mbito el que se caracterizar por el mayorproducto
marginal en el futuro prximo. Asimismo, se hananalizado en el
laboratorio numerosas cuestiones con la ayudade las herramientas de
la economa experimental. Queda anmucho trabajo por hacer en este
rea, aunque evoluciona conrapidez. En nuestra opinin, se obtendr un
gran rendimien-to de la investigacin centrada en el mbito de la
aplicabili-dad. En teora, el alcance del MVC es ilimitado, pero
pode-mos imaginar una aceptacin general del mtodo y al mismotiempo
un rechazo del MVC aplicado a un problema de asig-nacin de recursos
especfico. Aunque en la actualidad no fal-tan casos en los que
utilizar el MVC, intuitivamente resultaobvio que el mtodo no puede
aplicarse indiscriminadamen-te. Sabemos que el MVC funciona bien
para valoracionescomo espacios naturales de uso recreativo u otros
bienes agro-ambientales, pero presenta enormes dificultades para
valorarel cambio climtico o la biodiversidad en su conjunto,
porejemplo. En el contexto de la economa experimental se han
El mtodo de la valoracin contingente. Aplicaciones al medio
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llevado a cabo algunos anlisis comparando el MVC con
pagosefectivos realizados en entornos reales, pero an quedamucho
camino por recorrer. Los experimentos suelen cen-trarse en objetos
como tazas de caf o barras de chocolate yno hay forma de saber si
los resultados que se obtienen seadaptan perfectamente a las
conclusiones relativas a la efecti-vidad del MVC. Son varios los
estudios de economa experi-mental que sealan que estas
interferencias no son desdea-bles, pero ser preciso seguir
investigando al respecto.
Retomando las consideraciones iniciales del captulo, elMVC se
constituye, a primera vista, en la ms simple de lastcnicas de
valoracin de bienes pblicos, ya que slo requiri-ra plantear una
pregunta de valoracin. Sin embargo, comoya se ha comentado, su
dificultad es mayor de lo que parece.En el futuro nos aguardan
numerosos retos y slo a travs deuna investigacin meticulosa, basada
en la teora disponible,podremos avanzar y hacer del MVC un
instrumento an mseficaz.
Las aplicaciones del MVC al medio rural espaol han
sidorelativamente numerosas, comparado con el resto de la Euro-pa
del Sur, y el nmero de investigaciones e investigadoressigue
creciendo rpidamente. Este hecho parece asegurar lacontinuidad de
este tipo de estudios en Espaa. Se observa,adems, una progresiva
diversificacin de los bienes pblicos yexternalidades valorados, as
como un todava incipiente inte-rs por las aportaciones tericas a
realizar en el contexto in-ternacional.
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RESUMEN
El mtodo de la valoracin contingente.Aplicaciones al medio rural
espaol
Desde la economa se ha producido un inters crecientepor la
estimacin del valor de los bienes ambientales, especial-mente los
agroambientales. Esto ha ayudado a que se hayandesarrollado
sofisticados mtodos de valoracin de bienes cuyaprovisin no se
asigna mediante el mercado. El mtodo de lavaloracin contingente es,
con mucho, el ms utilizado y desa-rrollado. Este artculo pone de
relieve cmo la simplicidad desu planteamiento intuitivo no se
corresponde con su compleji-dad terica y, sobre todo, aplicada. Se
revisan de forma brevealgunos de los ms importantes aspectos del
mtodo, y se com-paran diversas aplicaciones al medio rural
espaol.
PALABRAS CLAVE: Valoracin contingente, economa am-biental,
agroambiente.
Bengt Kristrm y Pere RieraECONOMIAAGRARIARA
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RSUM
La mthode de la valorisation contingente.Application au milieu
rural espagnol
Lconomie a montr un intrt croissant pour lestimationde la valeur
des biens de lenvironnement, surtout pour ceuxde lagriculture, en
provocant le dveloppement des mthodessophistiques de la
valorisation des biens, donc leur provisionnest pas applique par le
marche. La mthode de la valorisa-tion contingente est de beaucoup
la plus utilise et dvelop-pe: Cet article montre limportance de la
simplicit de sa con-ception intuitive, qui ne correspond pas sa
complexit tho-rique et, surtout, sa complexit applique. Les plus
impor-tants aspects de la mthode seront brivement rviss, et
diver-ses applications au milieu rural espagnol seront
compares.
MOTS CLF: Valorisation contingente, conomie de len-vironnement,
lagri-environnement.
SUMMARY
The contingent valuation method.Applications to the spanish
rural environment
There is growing interest in economic estimates of thevalue of
environmental property, especially agroenvironmentalproperty. This
has contributed to the development of sophisti-cated methods for
valuing property, the funds for which arenot allocated by means of
the market. The contingent valua-tion method is by far the most
commonly used and most ad-vanced. This paper stresses how the
simplicity of its intuitiveapproach does not correspond with its
theoretical and, espe-cially, applied complexity. Some of the most
important aspectsof the method are briefly reviewed, and different
applicationsto the Spanish rural environment are compared.
KEYWORDS: Contingent valuation, environmental econo-mics,
agroenvironment.
El mtodo de la valoracin contingente. Aplicaciones al medio
rural espaol ECONOMIAAGRA
RIA
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