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Franco, Hugo A.
Alberini, Coriolano : Problemas de la historia de las ideas
filosficas en la Argentina, Departamento de Filosofa, Instituto de
Estudios Sociales y del Pensamiento Argentino. Coleccin Pensamiento
Argentino, Fac. de Humanidades y Cs. de la Educ., Universidad
Nacional de La Plata, 1966
Tarea
1968, vol. 1, p. 134-138
Resea
CITA SUGERIDA:Franco, H. A. (1968). Alberini, Coriolano :
Problemas de la historia de las ideas filosficas en la Argentina,
Departamento de Filosofa, Instituto de Estudios Sociales y del
Pensamiento Argentino. Coleccin Pensamiento Argentino, Fac. de
Humanidades y Cs. de la Educ., Universidad Nacional de La Plata,
1966. Tarea, 1, 134-138. En Memoria Acadmica. Disponible en:
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Alberini, Coriolano: Problemas de la historia de las ideas
filosficas en la Ar-gentina, Departamento de Filosofa, Instituto de
Estudios Sociales y del Pensamiento Argentino, Coleccin Pensamiento
Argentino, Fac. de Huma-nidades y Cs. de la E!duc., Universidad
Nacional de La Plata, 1966.
Todos los trabajos del profesor Alberini publicados en este
volumen est::J. guiados por una idea principal en torno a la cual
las dems adquieren una importancia secundaria: la consolidacin de
un pensamiento nacional.
Para ver en realidad el verdadero sentido de su prdica es
necesario situarla histricamente en la lucha que entabla contra la
cultura positivista de fines del siglo XIX y principios del xx. El
pas viva una poca de eufrica expansin (tanto e.r:onmica como
socialmente). Econmicamente, la industrializacin de los pases
europeos y la mejora de los medios de navegacin, abre para los
pases no industrializados la posibilidad de transformarse en
productores de materias primas de aqullos, y socialmente, a fines
de siglo se incrementa en forma pro-nunciada la colonizacin agrcola
por medio de inmigrantes europeos. La Ar-gentina era para esta
generacin un enorme campo que se agrandaba cO::J.ti-nuamente, cuyos
productos tenan ya asegurado su intercambio por manufacturas
europeas. Esto, en concordancia con los ideales que guiaron su
actuar, daba a las clases dirigentes una visin muy inmediata del
progreso, sin perspectiva de futuro. La idea de progreso slo se
vinculaba a las cifras de exportaCin o importaci!1 sin visin de un
desarrollo integral. El ideal cientificista entron-cado en la
realidad de un pais no desarrollado tcnicamente pero eufrico del
progreso dado por el comercio exterior, se traduca en conocimientos
abs-tractos que no representaban la verdadera realidad
nacional.
Alberini seala la relacin entre un ambiente de fuerte progreso
vegetativo y cultura superficial, donde se hace hincapi en lo
inmediato y no en lo futuro: "El progreso vegetativo tiende a
instaurar la prelacin de' los valores-medios a costa de los
valores':'fines". (Pg. 103). El positivismo, aparte de su
cientifi-cismo y negacin de la metafsica (ideas que Alberini tambin
desdea), se daba en la Argentina como una cultura abstracta,
superficial, sin nivel filoscJ-fico;los positivistas eran "meros
diletantes del cientificismo" con marcada "indiferencia por los
prOblemas ms dignos del hombre". Ante la perspectiva de una
filosofa indiferente a lo axiolgico y renuente a toda
sistematizacin, el antipositivismo de Alberini proclama como medio
de lucha la entrada de ID,S nuevas ideas filosficas europeas en su
mayora de corte idealista (Hegel, Croce, Gentile, etc.), la
informacin c.oncienzuda y tcnica de los actuales problemas de la
filosofa como premisa para ia formacin de una verdadera cultura
filosfica. Ante el diletantismo positi.vista, la meta era alcanzar
una cultura sensible a las necesidades del hombre argentino y
cargada de "legtima uni-versalidad". La filosofa europea deba ser
asimilada con espritu crtico, de acuerdo a las necesidades y
particularidades del pas.
Tomando la idea de Herder y el historicismo romntico, Albedni
reclama la invalidez de la filosofa abs'tracta y universal. Slo en
las concretas situa-ciones histricas y geogrficas puede darse la
verdad humana y universal. Es decir, que la filosofa debe tener: un
valor histrico, claro est que no desco-
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nociendo la validez de una hu:nanidad universal en la c:la1 est
integrada. La filo' cfa t'ene un sentido concreto en la medida en
que es un conocimiento histrico y relatlvo de una verdad absoluta
que se va revelando en el tiempo.
"Toda nacionalidad es una determinada manera de vivir la vida
humana". (Pg. 114). Alberini se refiere en este caso a la filosofa
como expresin his-tricade las caractersticas de un pueblo. Hay una
aXiologa colectiva latente en cada pueblo o nacin que se forrnJ.
e~l torno a una comunidad de intereses y neces:dades. En nuestro
caso faltaba la interpretacin de esa axiologa la-tente. La cult,ura
positivista, ligada a una concepcin econmica liberal (que haca del
internacionalismo un dogma), estaba lejos de considerar al pas en
su verdadero sentido. "La germinacin inconciente de la nueva
actitud axio-lgica dentro de la colectividad suele ser previa al
surgimiento del genio tico individual". (Pg. 109). u~ aqu su
reivindicacin del espritu nacional como planteamiento de necesidad
ihistrica.
La filosofa tiene un valor universal, pero los filsofos son
hombres, y stos filosofan desde su perspectiva concreta e
inmediata; por lo tanto, el descono-cimiento del valor histrico de
las distintas corrientes filosficas nos har:l caer en un
internacionalismo abstl"acto e inoperante sin ningn sentido d.}
realidad, permaneclendo extrao a ella, y por c'nde, al hombre en su
situacin real. Si no hay un nexo entre el hombre real y su
penspmiento, la filoso:a pierde su sentido humano e histrico para
pasar a ser una entelequia relacio-nada con el hombre ideal y no
con el hombre real. "El filsofo debe identi-ficarse intuitivamente
con la historia, esto es, no para negarla con ensueos vacuos, sino
para contribuir a su sentido ideal nutrido de realidad". (Pg. 118).
El caso contrario nos llevara al otro extremo: a desconocer el
valor universal de la humanidad y caer en un nacionalismo
irracional cuya mxima expresin sera el imperialismo (en su aspecto
ideolgico), que desconociendo toda uni-versalidad trata de imponer
por la fuerza su propia concepcin ax'olgica na-cional a otras
naciones. En este aspecto la concepcin de Alberini se resumira en
esta frmula: "Ni deificacin del hecho, ni platonismo retrico". (Pg.
118).
Slo por el anlisis histrico de las ideas argentinas puede
encaminarse la bsqueda del espritu nacional. En los hechos polticos
del pasado y en . los ideales que los guiaron se encontrarse:ltido
al presente. En la historia de las ideas argentinas hallaremos el
espritu nacional -la axiologa colectiva- en-raizada en la tradicin
que nos llega hasta hoy y que conforma al pas. Alberini plantea la
necesidad de una historia de las ideas argentinas por la relacin
estrecha que han tenido en la trayectoria americana las creencias
filosficas con los hechos polticos. "Se impone, por ende, una
historia del espritu ar-gentino, imaginado a: travs de las
militantes creencias filosficas de nuestros prceres, ya que las
ideas dieron sentido a su accin". (Pg. 26). Se pOdra hablar
entonces de una relativa originalidad filosfica del pensamiento
argen-tino en la medida en que estas ideas europeas eran adaptadas
y seleccionadas con un criterio nacional.
La' escolstica, el ilum'nismo, el romant.:cLmo. el
p03itivi::illo y la reaccin antipositivista, son las etapas f n que
a gra:1de., rasgos Alber':ni divide la his-toria del pemamiedo
nacional. Laescolst_ca est representada por .el pen-
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samiento colonial antes de 1810; el iluminismo se encama en los
ideales de Mayo y posteriormente en la ideologa unitaria de la cual
Rivadavia es su m-xima expresin; el romanticismo en la generacin
del 37 y la constitucin de 1853; el positivismo en la generacin del
80 y luego la del 90. El antipositivismo (de la cual el autor es
uno de sus protagonistas) nace alrededor de 1910 y podramos decir
que no tiene implicancias polticas (por lo menos inmediatas), pues
aparece como reaccin ante un pensamiento anquilosado y como
necesi-dad de jerarquizar la actividad filosfica, de darle "tercera
dimensin" al pensamiento argentino, de abandonar el campo de la
weltanschauung para en-trar en el pensar sistemtico y autnomo.
En lo que respecta al criterio selectivo sobre las ideas de
cualquier origen dado por el espritu nacional lOe nota que en la
obra de Alberini faltara pre-cisin para llegar a determinar el
contenido y ubicacin de la "axiologa co-lectiva", pues de su
interpretacin depende el sentido de la historia argen-tina.
La "axiologacolectiva" o espritu nacional se podra definir como
la es-cala de valcres (formada por diferentes causas histricas y
geogrficas) que culturalmente constituye una nacin, diferencindola
de las dems. Es homo-gnea en cua:1to a sus rasgos externos,
caracterizadores de la nacionalidad, pero internamente no es
uniforme. En ella se reflejan las diferencias polticas, econmicas,
culturales, tanto como las influencias externas, que hacen que
la
ax~ologa no sea homognea sino en sus caracteres generales dados
por un origen y tradicin histricas comunes. Pero lo que importa aqu
(en cuanto buscamos las races histricas de una conciencia nacional)
y 10 que conforma el ncleo cf'r.:.tral del espritu nacional es la
voluntad de construir una nacin. La "axiologa colectiva" puede
caracter;zar genricamente al pas, pero la identificacin de espritu
nacional con la voluntad (sea conciente o no) de construir una
nacin (que es lo importante para U:la valoracin histrica) slo se da
en sectores de esa colectividad. Cada poca histrica se da con
carac-tersticas diferentes, y los d;stintos intereses o ideas
existentes pretenden mo-dificarla de acuerdo con la concepcin que
tengan sobre esta realidad; es as como podemos hablar de personas,
clases o sectores que son intrpretes del verdadero progreso de esa
poca, de sectores en los que se encuentra el sentido histrico, y,
en la medida que se entronca con una situacin geogrfica, el sentido
histrico nacional. En la corta pero accidentada historia de nuestro
pas se hacen evidentes estas divergencias que (aunque quizs no
todas esbo-zadas concientemente) son traductoras de diferentes
concepciones. Hernndez Arregui, refirindose a esta divisin en el
concepto de patria, lo expresa de la manera siguiente: "As el rasgo
contradictorio principal del "ser nacional" en los pases uncidos a
la rbita de las grandes potencias mundiales, es en determinadas
clases, como proyeccin mental del imperialismo sobre las colo-nias,
el sojuzgamiento acatado del "ser nacional" a la voluntad
extranjera, y en otras clases, una disposicin contraria de no
entrega del destino nacional, de la patria, de la heredad cultural,
a los poderes extraos". (1) Por lo tanto.
(1) Qu es el ser nacional, pg. 21, Ed. Hachea.
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en la medida en que interese descubrir la "axiologa colectiva"
como criterio para forjar un pensamiento nacional, su ncleo se
encuentra en la voluntad de ser nacin.
Poco despus de 1810 las Provincias Unidas se hallan divididas
por dos grandes corrientes polticas que signan la hl.storia
argentina: el interior y Buenos Aires; federalismo y un~tarismo.
Por un lado, el interior con su fede-ralismo, sus montoneras y
caudillos, defensores de las industrias artesanales; por el otro,
la provincia de Buenos Aires, duea de las rentas del puerto,
abierto a las importaciones europeas que arruinaban la poca
industria nacional. "... la percepcin de casi todos los ingresos
disponibles por esa aduana local cons-tituy para la ciudad una
permanente incitacin al aislamiento y para las restantes ciudades
un pernicioso ejemplo que muy luego aprovecharon cren-dose aduanas
propias". (2) Las guerras civiles argentinas fueron la resultante
del Choque de estas dos fuerzas encontradas dentro de una misma
nacin. Buenos Aires, con el control de los ros, del puerto y duea
de las rentas de la aduana, lesionaba los intereses de las
provincias interiores. El puerto fue el lugar donde se estructur al
pas fundamentando Un liberalismo internacional que desconoca los
intereses nac10nales confundindolos con los porteos. En la
nacionalizacin del puerto en los orgenes y en la proteccin de la
industria nacional, radicaba la autntica poltica nacional, la
voluntad de ser nacin. En este sentido los ideales europeos, que
servan a los intereses porteos, faltos de una interpretacin
consustanciada con el pueblo, en su mayora no representa-ban lo~
intereses del verdadero pas. La historia de las ideas argentinas se
ve envuelta en esta dicotoma: "barbarie o civilizacin", de un lado
el sentimiento colectivo, el pueblo brbaro; del otro las ideas que
deban interpreitarlo. Las ideas europeas en el Ro de la Plata en
general no tuvieron sentido nacional; de una manera o de otra
sirvieron para fundamentar el liberal1smo interna-cionalsta de los
porteos (el libre cambio, la poltica centralista, la posesin de las
rentas aduaneras, el control de los ros interiores, etc.) que
arruinaba la incipiente industria nacional (fuente de toda
independencia) y que ms tarde pleg al pas a una divisin
internacional del trabajo asignndole un papel exclusivamente
agropecuario. Es importante hacer notar que las ideas europeas no
eran esencialmente negativas sino que, por falta de un criterio
nacional en su adaptacin o recreaein, siguieron siendo europeas en
tierra americana: y en esto radica su negatividad. Cada una de
ellas tuvo una concepcin distinta de la realidad, que vari en su
aplicacin de acuerdo con sus diferencias ideo-lgicas, con la poca,
con las condiciones internas y eXiternas del pas, pero con
diferentes caractersticas el desapego a lo nacional fue y es el
problema clave e irresuelto de nuestra historia. El desarraigo
ideolgico que marca a fuego la historia del pensamiento argentino
impidindole trascender, es la raz y causa de la denuncia de
Alberini: la relativa originalidad de nuestros pr-ceres y la falta
de un pensamiento nacional.
Alberini no seala con exactitud la ubicacin de la "axiologa
colectiva" (que en ltima instancia sera el sent,imiento de patria)
con miras a una va-
(2) J. ALVAREZ, Las guerrus cves urgentinus, pg. 58, Eudeba.
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loracin histrica, pero de todos modos su obra es una contribucin
muy grande al esclarecimiento del problema nacional. Su mayor valor
y su actualidad se encuentran en la lucha contra una aXiologa
abstracta transportada a una realidad que no corresponde, es decir,
en una concreta conciencia histrica, en la humanizacin del hombreen
sentido concreto.
En un territorio como ste, donde el naitivo fue casi eliminado y
.formado por corrientes inmigratorias de diferente origen,
penetrado de ideologas europeas, no se ha podido consolidar en sus
clases dirigentes un pensamiento nacional, pues es evidente que
existe una aXiologa inconciente en el pueblo, pero slo muy pocas
veces interpretada. En este sentido, pensadores como Al-berini son
el punto de partida para una bsqueda clara y conciente de ese
espritu nacional que aparece tan 'confuso y mezclado en nuestra
historia. En esta bsqueda se juega no slo una cuestin de carcter
meramente intelec-tual, sino, en el grado ms amplio, el porvenir de
nuestro pas como pueblo independiente.
El tema y la necesidad de la formacin de una conciencia nacional
(de la manera en que se presenta en la obra de Alberini) nace
dentro de una in-quietud espiritual ,colectiva. Slo en una nacin
,que se halla aleja,da de su meta histrica crece esta preocupaein
que se presenta conjuntamente con el an-liSi.S y revisin de los
esquemas histricos constituidos hasta' ese momento. En cada poca
hay una conciencia hli.strica que encamina el destino de' una nacin
(siguiendo la parbola de Alberini, diramos que es la idea rectora
de la "fuerza que sacude el rbol de la historia para que caigan las
hojas secas y los frutos podridos"). En esta nacin nace como
producto de una realidad ma-dura histricamente y como contrapartida
de los intereses que se oponen a ella.
HUGO A. FRANCO
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