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XI
K. MARX Y F. ENGELS
P or N ico s P O U L A N T Z A S
Una ciencia de la historia
El marxismo naci de una conjuncin que no fue fo rtuita. Fue la
conjuncin entre el lugar de M arx y de Engels en la historia del
pensamiento, y un momento histrico en la lucha de clases, el
momento de ascensin del movimiento obrero. .
El segundo elemento es el determ inante. En efecto, no slo
explica cmo y por qu apareci y se constituy el m arxismo, sino que
tambin ofrece una respuesta a la -pregunta qu es el
El marxismo es, en prim er lugar, una nueva ciencia: unaciencia
de la historia. tCorno tal, el marxismo consiste en un sistema a e
n u e v o ^ o n c e p to s cientficos que permiten tra ta r un
objeto nuevo: la historia, m ientras que, hasta Marx, en ese mbito
slo exista una combinacin de nociones ideolgicas, unas filosofas de
la historia. El punto esencial del tratam iento que el marxismo da
a la historia como objeto nuevo de una ciencia particular, sa
expresa, de moco lapi- . dario, en el Manif iesto comunista: la
historia de la humani- * dad es la historia da la lucha de clases.
[As se comprenae p* qn M ar^ y Engels, dirigentes polticos del
movimiento obrero y fundadores de ).a Prim era Internacional de los
T rabajadores, se vieron inducidos a fu n d ar esa ciencia d" la
'historia. El movimiento obrero es l mismo la expresin ms
radical
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K. MARK Y F. ENGELS 283
de la lucha de clases, tendiendo, mediante la revolucin
socialista y. la dictadura del proletariado, a la a b o lic i ^ d e
l^ c l a s e s . Esa ciencia de la historia recibi un nombr:
materia^ lismo histrico.
Verdad es que el marxismo ocupa igualmente un lugar en la
constelacin terica de su poca y, por ello mismo, en la historia del
pensamiento. En la historia de la filOSflfo. viene despus de Hegel,
el cual haba ofrecido una acabada filosofa de la historia dentro de
la corriente idealista; y des- p u e sa l Feuerbach, quien haba
intentado cambiar radicaf- m ente^^jiegei^volvindolo a enderezar al
hacer, de una filosofa del espritu^, una filosofa del hombre
concreto. ?nla historia del pensaffiieff^economico, viene Marx des-
pus de loifisicratas, Ricardo y Smithfque ya haban des_-__ cubierto
la relacin entre el valor y el trabajo, y ya haban hablado de
clases sociales.
Pero Marx no es, claro' est, un simple continuador de Hegel o de
los pensadores economistas; el marxismo no es una simple
transformacin o evolucin de esos pensamientos. En lo que concierne
especialmente a Hegel, el marxismo no es, como a veces se lo
presenta, una rplica de las categoras de la dialctica hegeliana
axtrairias 4 a1 idealismo v ^replantadas al materialismo. Como toda
nueva ciencia, el marxis-f mo, como sistema, constituye una ruptura
efectiva con los " ordenamientos de nociones ideolgicas que le
precedieron.
^^TOreste mismo hecho, a u n q u ^ ^ ie r to q u e el marxismo
se forja histricamente a partir de las constelaciones tericas que
le preceden, no es menos cierto que cambia de terreno,
construyndose un objeto nuevo; lo cual implica el descubrimiento de
conceptos, originales en su detalle mismo. Adems, esa ruptura
atraviesa la obra misma de Marx. Existe un corte radical entre la
obra del joven Marx, an muy influido por Hegel y Feuerbach, y la
obra de Marx en su madurez, en la que el marxismo se constituye
como ciencia. Corte que se destaca en la Ideologa alemana.
En qu consiste, en trminos generales, esa ruptura? Para la
problemtica terica que precede a Marx, especialmente la dominada
por la filosofa de la historia de Hegel,
_ los diversos mbitos de la realidad social, de la economa, del
- Estado, de la religin, del arte, etc., sus relaciones y sus
principios de inteligibilidad, se fundamentan en su origen
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gentico, a p a rtir de un sujeto creador de la sociedad, y
principio unilineal de la historia, en su autodesarrollo. Se tra ta
de una totalidad circular; pensndose que todas esas realidades estn
engendradas por un centro, y que constituyen as expresiones de ese
sujeto central. Envuelven un sentido histrico en la m edida en que
constituyen fenmenos de una esencia; esencia que se desarrolla
histricam ente mediante un proceso de proyeccin hacia fuera de ella
misma (objetivacin, alienacin) y de recuperacin permanente. Ese
sujeto-esencia es, para Hegel, el espritu absoluto, y para
Feuerbach, que se contenta con cambiar radicalmente a Hegel, el
individuo concreto.
Nada de eso hallamos en Marx. En efecto, M arx rompe con la
problemtica del sujeto y de la esencia, bien sea en su forma
especulativa (Hegel), o bien en su form a emprica (Feuerbach); es
decir^que, finalmente, rompe con toda pro- blemtica idealista. Para
Marx, toda forma de sociedad es una estructura compuesta por
determinados niveles o tivos (muy sumariamente, el econmico, el
poltico y el i togC) dentro de cuya estructura, uno de los niveles
tiene siempre un papel preponderante, un papel de determinacin, en
lltima instancia, del todo. Y ese nivel preponderante es el
econmico. Mas lo econmico no desemp de una esencia-sujetoJ Lo
poltico y lo ideolgico, no son l a ' simple expresin de lo
econmico; p o se ^ E m P m H H prop[a una autonoma relativa. La
organizacin objetiva de esos niveles d ln ln ^ f^ rff iR rib u c i
n de los hombres en clases sociales. No hay en M arx traza de una
antropologa hum anista de los hombres y de los individuos; los
hombres no Constituyen una esencia, sino que slo son,
histricamente, el conjunto de sus determinaciones sociales. En las
sociedades divididas en clases, slo existen como miembros de clases
sociales. La historia misma no es el desarrollo unilineal de una
esencia; constituye un proceso fundam entado en la lucha de clases.
Esa lucha de clases es la que, a p a r tir de las condiciones
objetivas histricam ente determinadas, transform a los sistemas
sociales y provoca el paso de un sistem a social a otro.
Pero M arx no siempre fue comprendido as por los mar- xistas. H
a existido, y an existe, toda una serie de in terpretaciones
esencialistas de Marx. Por ejemplo, el marxismo
284 LA FILOSOFA Y LA HISTORIA
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(#$ feas,. .
P P |(p !fiP $ m iM ARK-:\Yhft;\ENG ELS economista. Para ste, lo
econmico es lo que desempea ese ^papel de esencia-sujeto;. el motor
principal de la historia :sera el desarrollo tecnolgico, y las dems
realidades sociales 501o seran la expresin de ese desarrollo. O
tambin el marxismo humanista, vinculado a la obra del ^oven Marx,
es decir, a Feuerbach, y para el cual son los individuos quienes
desempean ee papel; el motor de la historia sera la esencia humana,
realizada en los individuos en busca de su plena -realizacin. Lo
que finalmente caracteriza esas interpretaciones de Marx es el
historicismo: la historia se reduce a un simple principio de
autodesarrollo, y la lucha de clses pasa a un segundo plano.
Una nueva prctica de la filosofa
Se ve, pues, que Marx, al crear la ciencia de la historia, el
materailismo histrico, desarroll una problemtica nueva. As,
proporciona en sus textos una serie de elementos que conciernen a
la epistemologa, a las leyes dialcticas, etc., aunque sin
sistematizarlos. No ha. dejado una exposicin sistemtica de la lgica
de El capitkl ni de sus otras obras. Y se llega as a una segunda
pregunta^ adems del hecho de haber creado una ciencia nueva, cre
Marx, tambin, una nueva filosofa? As se crey durante mucho tiempo,
estableciendo la tradicional distincin entre materialismo histrico,
la ciencia marxista, y materialismo dialctico, la filosofa
marxista. De hecho, bien considerado, lo quel se entiende por
materialismo dialctico, generalmente y hasta aqu, en el mejor de
los casos no es sino una exposicin, que pretende ser sistemtica, de
los principios epistemolgicos y metodolgicos que rigen el
materialismo histrico. Mas, como tales, esos principios forman
parte integrante, bien sea del materialismo histrico, o bien de
otra ciencia que est constituyndose, la lgica. Quedara entonces la
concepcin m ^ e n a lis te d e l_ m u n d ^ ^ ^ ^ sta no es cosa
del marxismo. Dede su constitucin, el continente filosfico est
atravesado por la lucha entre dos corrientes, a travs de sus
diferentes variantes^ esas corrientes son el materialismo y el
idealismo.
Tampoco quiere estaeci^ q u ^ Iaya que tomar al pie de. la letra
la declaracin Marx, en la Ideologa alemana,
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*286 L A FILOSOFIA Y LA HISTORIA
sobre la m uerte de la filosofa. Como Lenin ha demostrado, lo
que Marx entenda por eso es que haba que transformar la prctica de
la filosofa. En efecto, la filosofa, contrariamente a la ciencia,
carece de objeto propio. Su funcin consiste en tra z a r una lnea
de demarcacin entre la ciencia y las diversas nociones ideolgicas
que rodean la constitucin de una nueva ciencia, haciendo una crtica
de esas nociones que es, en ltimo lugar, poltica. Por ello es que;
adems, las grandes concepciones filosficas (cosa d istinta de las m
istificaciones ideolgicas que ostentan ese nombre) siguieron a la
creacin de las nuevas ciencias: las m atem ticas y la fsica. Por lo
tanto, el papel de la filosofa m arxista consistira en asum ir ese
papel de la filosofa, a continuacin de esa nueva ciencia que es el
materialismo histrico.
Mas el marxismo, como nueva prctica de la filosofa,
especialmente como portadora de la lucha de clases del proletariado
con respecto a las ciencias, est retrasado con relacin al
materialismo histrico. A la vez, porque eso slo puede seguir a la
constitucin del m aterialismo histrico, y por toda una serie de
razones de orden poltico. Aunque esa nueva prcTica de la filosofa
existe, de m anera alusiva, en Marx, en Engels, en Lenin y en Mao,
dentro del estado actual de las cosas, difcilmente se la puede
exponer de un modo sistemtico.
1 Una teora de la revolucin
Por lo tanto, nos atendremos aqu a determinados asyec- tos del
materialismo histrico como ciencia de la lucha de ^ clases y.como
teora de la revolucin.pxas, a ^ o a o ^ m o d o s / atenerse a M
arx y a Engels, como se har aqu por razn de los lmites y del objeto
de este Captulo, es ya relativamente arbitrario . En efecto, el m
aterialism o'histrico no se detuvo en Marx. En realidad, puede
hablarse de tres grandes etapas del materialismo histrico, es
decir, de lo que se designa como marxismo-leninismo. Cada una de
ellas est determinada por los nuevos elementos que ha aportado, por
la relacin con el perodo histrico en el que se sita, y por la
relacin a la experiencia histrica del movimiento dg masas y de la
revolucin proletaria. M arx y Engels, qu constituyen
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K. MARK Y F. ENGELS 287
el materialismo histrico, corresponden al capitalismo
competitivo y a la prim era ascensin del movimiento obrero, cuya
jprimera gran experiencia revolucionaria fue la Comuna de Pars.
Lenin corresponde al estadio imperialista, a la organizacin poltica
del proletariado a escala mundial; .libern- dose de la influencia
socialdemcrata burguesa, y a la experiencia histrica de la
Revolucin de octubre. Mao co- Irresponde a la nueva fase de crisis
mundial del imperialis- mo, al auge de los movimientos de liberacin
nacional y a la lexperiencia de la construccin del socialismo bajo
la dicta- idura del proletariado en la Revolucin china.
Lo econmico
Para el materialismo histrico, toda sociedad est com- ipuesta
por un conjunto de niveles especficos con relativa autonoma, que
son, sum ariam ente, el econmico, el_Boltico_
el ideolgico] El nivel econmico es el nivel determinante en
ltima instancia.
j Hemos de detenernos ya aqu. Ello no quiere decir que jen todas
las formas de sociedad sea lo econmico lo que siempre tenga el
papel predominante, como lo in terpretaron mu- ;chos autores ya en
vida de Marx. M arx en persona les respondi. E n las sociedades
esclavistas es lo poltico lo que tiene el papel dominante, m
ientras que en las sociedades feudales el papel dominante
corresponde a lo ideolgico en su forma religiosa. Slo en el modo de
produccin capitalista y en una formacin social capitalista es donde
lo econmico de- jsempea el papel dominante, adems del papel de
determina- Icin en ltim a instancia. - *..
Mas entonces, cmo se puede hablar, para las sociedades
esclavistas y feudales, de una determinacin en ltima instancia de
lo econmico? Es, responde Marx, porque el funcionamiento mismo de
la economa esclavista y 'feudal hace que sean lo poltico y lo
ideolgico lo que ejerza el papel dominante. As, es lo econmico
.mismo lo que exige que sea otro nivel el que tenga el papel
dominante. Lo econmico es > lo que determina el papel dominante
de lo 'poltico en las isociedades esclavistas, el d lo ideolgico (d
la religin) en
DE AM'nOQUiA. : ^ . ! \ LICEO ANTIQtTEO ;
B l 8 L i O T E C'*AHE RNDO E L JA LD E;T U
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288 ' LA FILOSOFA% Y* L A f HISTORIA
las sociedades feudales y, por ltimo, su propio papel dominante
en las sociedades capitalistas.
Mas qu es, entonces, lo econmico, y cmo determina esos
desplazamientos de la predominancia? La regin econmica est
constituida por ciertas relaciones que engloban en general las
correlaciones entre los hombres y la naturaleza en la produccin
material. Se tra ta de relaciones de pro- duccxn, pues, en efecto,
lo que aqu resulta determinante n es el consumo, sino la produccin
misma. Son relaciones de los agentes de produccin, de los hombres,
con el objeto y con los medios de trabajo (las fuerzas
productivas), y as, mediante ese rodeo, son relaciones de los
hombres entre s, es decir, son relaciones de clase.
En las sociedades divididas en clases, las relaciones d
produccin siempre estn constituidas por una doble relacin: a) la
relacin de los que poseen la propiedad real que hay que distinguir
de sus formas jurdicas con los medios de produccin y que, por ese
mismo hecho, los controlan, y explotan a los'trabajadores -los
productores directos arrebatndoles el sobretrahajo en diversas
formas; b) la relacin de los no propietarios, los produotores
directos, con los medios y con el objeto del trabajo.
Las relaciones de produccin incluyen as una relacin de
explotacin, que es' una relacin de clase. Mas esas, relaciones no
tienen la misma forma en todos los modos d produccin.
Como ejemplo, vamos a considerar el modo de produccin feudal o
de servidumbre, en la que vemos que los trabajadores, aunque no
tienen la propiedad real, tienen, sin embargo, su posesin; sus
derechos a su parcela y a los medios de su trabajo estn
garantizados por todo un sistema consuetudinario. En esas
condiciones, nos dice Marx, se necesitan razones extraeconmicas
para obligar al siervo a trabajar para el seor feudal, que es, sin
embargo, el propietario real de la tierra; el sobretrabajo es
arrebatado de un modo directo (prestacin personal, contribuciones
en especie), y la intervencin de la religin, que justifica esos
deberes de los tra bajadores, es aqu decisiva.
En cambio, en el modo de produccin capitalista, el tra bajador
directo, el Obrero, est totalmente desposedo. Mientras que en el
estadio de la manufactura,, que es una trans-
- p V -- ~.ZfK' . M AI& Yg.F.. 5?GE
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o
lucin socialista, que transform a las relaciones mismas de
produccin, transfirindola a los trabajadores mismos, entre otras
cosas, el coTStfOT_' la p ropiedad real de los medios de
produccin.''
Hay que decir que, para el marxismo, slo el c rite rio l
econmico del lugar en las relaciones de produccin basta I para
determ inar las clases sociales? En realidad, es un r e - | proche
que a menudo se le hace al marxismo, pero no es nada, i P ara Marx
y Engels, hay que hacer intervenir, en la d e te r-j minacin de las
clases sociales, a los dems n iv e le ^ d ^ Ja I realidad social,
los niveles ffllttjgQ e JcLeol.gjai, Las cla^fes | i sociales son
el resultad9 d la divisin social det trabajo* tomada en su
totalidad. Fundada en la divisin dentro mismo I ** aeTas.relaciones
de produccin, esa divisin social del trabajo 1 < repercute en el
conjunto del edificio social. En ese mbito de las relaciones
sociales, lo econmico slo tiene el papel de determinacin en ltima
instancia. La relacin de explotacin de clase en el nivel econmico,
repercute en el nivel poltico, en una relacin de dominacin poltica
entre la clase que dirige el aparato esta ta l que sirve a sus
intereses, y la clase que qtfeda polticamente dominada y oprimida.
En el 1 nivel ideolgico, presenciamos una relacin de sometimiento l
4-0 ideolgico de la clase dominada por la clase cuya ideologa, V.
cuya cultura, cuyo modo de vida, etc., constituyen la ideologa
dominante de una sociedad. - J
Mas, en la misma medida en que, para la determ inacin de las
clases sociales de un modo de' produccin, hay que hcir IntSiaa ir a
lo econmico, a lo poltico y a lo ideolgico, ge ve ya que las clases
sociales no adoptan la mism,fl forma en todos los modos de
produccin.. Esa misma forma co n c^tT d^suaere H ttm aein
depende::*e las relaciones de predominancia que se haban sealado,
entre los diversos niveles, en cada modo de produccin. Por ejemplo,
en el modo de produccin feudal, en el que lo ideolgico, en su form
a veligiosa, adopta el papel predominante, las clases sociales
adoptan la forma de castas y de estados de institucin religiosa y
sagrada. En cambio, en el modo de produccin capitalista, las
relaciones mismas de produccin adoptan el papel predominante en la
determinacin de las clases so c ia les. Haba que indicarlo, pues
muchos socilogos e h istoriadores, pensando que el marxismo slo
admite un . Gritero
jtfip LA FILOSOFA Y LA HISTORIA
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K. MARK Y F. ENGELS
ajconmico rde definicin de las clases sociales, sostienen que
esp slo s* cierto para el capitalismo, en el que la determinacin
econmica es la dominante, pero que es falso para los mpdos de
produccin precapitalistas, como el feudalismo, pr ejemplo.
Las fornmciones sociales '
j Se lleg4 as a un problema conexo. Cada modo de pro- dilccin
comprende, en las relaciones econmicas, polticas e ideolgicas que
lo constituyen, dos clases: la explotadora, poltica e
ideolgicamente dominante, y la explotada, dominada e ideolgicamente
sometida: amos esclavos: (modo de produccin servil), s e o ^ ^ ^ j
ie rv o ^ fe u d a lh c a m ta l is ta s ^ ^ obreros (capitalismo).
Mas un modo de produccin puro slo es un esquema de anlisis, que no
existe como tal en la realidad. Lo que existe en la realidad
histrica son sociedades concretas, formaciones .sociales en un
momento determinado:' 'R an c ia ; Inglaterra, Alemania, etc. Y en
la compleja
p a n d a d de una formacin social concreta coexisten muchos
mpdos di: produccin (feudal, capitalista) y muchas formas de
produccin (forma m ercantil simple, transicin entre el feudalismo y
el capitalismo, capitalismo de competencia y capitalismo de
monopolios), entendindose rue un modo (o form a) de produccin
dominu en general sobre los dems. Eii ese sentido es como se puede
hablar de formacin social fejudal, capitalista, o capitalista
monopolista. Eso es lo que hace que, en una formacin social
concreta, existan ms de dos clams, que proceden de los diversos
modos y formas de produccin de esa formacin. Por ejemplo, en
Francia, en lai poca de Luis Bonaparte, examinada por Marx, la
burguesa, los grandes propietarios terratenientes (feudalismo), la'
clase obrera, la pequea burguesa (forma de produccin mercantil
simple de las ciudades), los campesinos parcelarios (forma de
produccin mercantil simple en el campo), etc.
Mas la referencia a lo poltico y a lo ideolgico es igualmente im
portante para poder identificar ahora las clases sociales en una
formacin social. En efecto, si es cierto que, en una
formacin.social, coexisten muchos modos y formas He produccin, eso
no quiere decir que en ella vuelvan- a
-
LA FILOSOFIA Y- LA} HISTORIA;J Z
hallarse forzosamente, tal y como son, las clases que pertenecen
a esos modos y formas puros. Es que, en la lucha con-
; "creta de clase de una formacin social, s est en presencia de
un fenmeno de reagrupacin y de polarizacin de las diversas clases
en torno a las dos clases fundamentales, las del modo de produccin
dominante. o r ejemplo, en una form acin social capitalista, donde
an existe el modo de produccin feudal, se puede v er una asimilacin
de los grandes prom tanos de bienes races del tipo feudal a la
clase capitalista.
ara poaer determ inar las clases d is tin tas^ / autnomas en una
formacin social, hay que referirse concretamente al nivel poltico e
ideolgico. Una clase existe as de modo distinto en una formacin
social si tiene efectos im portantes en el nivel poltico e
ideolgico. Por ejemplo, en Alemania, en los comienzos del siglo XX,
los grandes seores feudales de Prusia, los Junkers, tenan una
existencia autnoma de clase, y no formaban simplemente parte de la
burguesa, como una fraccin de sta, enti'e otras, .en la medida en
que mandaban por completo en esa pieza esencial del aparato estatal
de Alemania, que era-el ejrcito: la Reichsivehr.
Tambin puede tomarse el famoso ejemplo de los campesinos
parcelarios en Francia, en tiempo de Luis Bonaparte, del cual tra
ta M arx en E l 18 de hrumario*. Los campesinos parcelarios
constituan, en esa poca de Bonaparte, una clase distinta en el
campo, en la medida en que su existencia econmica que, por lo dems,
bastara para diluirlos en la clase de los campesinos pobres, se
traduca concretamente, en el nivel poltico, por esa forma
particular de Estado que era el bonaparti^mo: un bonapartismo del
que Marx demuestra sil relacin constitutiva con los campesinos
parcelarios.
Mas esa referencia a lo poltico y a lo ideolgico es igualmente
indispensable a fin de determ inar las fr a c c io n e ^ ^ ^ s
capas de las diversas clases en una formacin social. En efecto esas
clases estn, a menudo, divididas en fracciones y en
cafSt&'veces, les c r ite i# sesas fracciones de clase. se es
especialmente el caso de las fracciones de la burguesa, capital
industrial, capital comercial, gran capital, capital mediano. Mas
no siempre es as. Tomemos el caso de la burguesa nacional, en el
estadio imperialista, del que han hablado Lenin y Mao, y cuya
im-
-
portancia estratgica es grande, pues, en circunstancias.determ
inadas, puede ser na aliada de las masas populares en la lucha
antiim perialista. Desde l punto de vista econmico, vse distingue
de la burguesa compradora, en que constituye un capital autctono,
con intereses propios en el desarrollo industrial autnomo de un
pas, m ientras que la burguesa compradora est directam ente
vinculada y subordinada al gran capital im perialista -extranjero.
Mas este criterio econmico no basta; la burguesa nacional slo
existe como fraccin autnoma de la burguesa si posee una ideologa de
independencia nacional y una organizacin poltica propia; dentro de
una posicin de clase que ia compromete prcticamente en formas de
lucha antiim perialista.
^ caso es anlogo para las c a p a s te clase que, sin embargo,
se distinguen de las fracciones de clase, pues las capas
d'clje no ti:eh, Jen general; el pa-pel'poltico autnomo'que
desempean las fracciones de clase. Tomemos el caso de la (m
SrocrcrcT^oorem ^ue^egui^Cenm , es una capa de la clase obrera, bas
social del fenmeno socialdemcrata. Aunque la aristocracia obrera
tiene una base econmica, pues puede estar constituida por los
obreros m ejor pagados^ mediante los elevados salarios que la
burguesa im perialista puede per-' m itirse distribuir a una parte
de.la clase obrera de los. pases imperialistas, debido a los
beneficios que saca de las colonias, ese criterio econmico no basta
para diferenciar a la aristocracia obrera. Para eso es necesario
que tenga, en su conjunto, una ideologa de colaboracin de clase, y
que sostenga enteramente partidos que son agentes de la burguesa n
la clase obrera, como son los partidos socialdemcratas.- Ello puede
ocurrir, pero no forzosamente. En muchos pases imperialistas, ese
conjunto de 'obreros calificados ha figurado, con gran frecuencia,
en la vanguardia d la lucha de clase del proletariado. En ese caso,
ese conjunto no puede considerarse una aristocracia obrera, es
decir, una capa distinta de la clase obrera. -
. . . . . . ' : d.2:.j< L-- i'.O;*'; . . . .
: :/ -. .- V T E C A ~* : -v;. * ' r ' * "-y
-
La Jucha de clases /'JB jJ S f
Vengamos ahora a la cuestin de la- lucha de. filase:'^ efecto,
la originalidad de Marx y de Engels no est/en hb'ei descubierto la,
existencia de las clases. Como el prQpio M a ^ | confiesa
claramente, otrosque l, de clases sociales. La originalidad de Marx
consis^A en haber descubierto el campo de la lucha de clase.
Ello fT ^ ^ ^ jW W T u ffa ^ c la se sn ^ exis ten ^^^ )
pueden.?? ser captadas n su mutuo.aislamiento. Las clases scvaeM
estn dadas; slo existen en sus oposiciones lo cual detei^r^ mia el
campo de la lucha de clase, constituida- por intereses.. y por
prcticas antagonistas. Se tra ta de las contradicciones- de clase,
en el sentido ms simple de la.palabra.
Primeramente en el nivel econmico. S e ,tra ta de-las-crin.^
traducciones y an tagon il^fflsci^ las^undados en la relaci^n
econmica de explotacin. Lo cual se traduce;-porcia,Ucfaf econmica
de clase, por prcticas econmicas-antagniC*^^- que, en la lucha de
la clase obrera, adoptan eshqiajminte|jM forma de la lucha
sindical.
Luego en e l^ iv e l p o lt ic a iS e tra ta de las
contradiccionstj y antagonism bsa^clas^OTn respecto al poder de E
std w al aparato de Estado, que derivan de la relacin de dommaM cin
poltica, en la medida en que el Estado consagra:y dem fiende los
intereses de la clase o de las clases domilante^S^r trata de la
lucha poltica de clase. La clase obrera, medianf^ una organizacin
poltica autnoma, lucha| por conquistaEjl poder de Estado y por
destruir el aparato de Estad^buge^W mediante la revolucin
socialista.
Por ltimo, en el nivel ideolgico. La lucha ideolgi^q; deriva de
la re lac i r^^ rc^ ^m o ru a i/ie inculcacin idffuwGi. en- que la
clase dominante mantiene a las clases populare&S mediante el
sesgo de la ideologa dominante en una sociedad^, ideologa que es,
por regla general.
. Claro que, en el campo unificado de la lucha de, clases
constituido por el conjunto de las contradicciones decfsegj lha
econmica, la lucha poltica y la lucha ideolgica; aunque
relativamente distintas, estn siempre .fntimmerit^ vinculadas. Mas
lo que no est decidido de una.'yegV-fiorjFra^P* fcwijo la primaca
de. cul de esas diferentes luchk s-SfiS
294 " LA FILOSOFA Y LA HISTORIA
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|iculah.,AqM es donde Lenin, profundizando el pensamiento ha
especificado las cosas. Puede ser, explica Lenin,
gjtjge^vja lu
-
296 LA FILOSOFIA Y LA HISTORIA vdustrial, burguesa financiera,
gran capital" monopolista, cr
^jital co m p rad la , burguesa lia|Q i|a]J^ |ello no quiere
decir que el poder de Estado est repartido.. cte^un m^do
equilibrado entre esas clases y fracciones. Lo. que, en general, se
comprueba es que una clase o fraccin;': d'entre, esas clases y
fracciones polticamente dominantes,. , logra imponer su direccin al
b T ^ tt^ lf s ra p a r , ControISTOT realmente los aparatos
decisivos del Estado, y unificando el moque en el poder bajo su
gida. sa es la clase o fraccin hfegemomca, que cambia segn los
estadios y las fases, segn ja coyuntura y segn las formas de
Estado. Por lo tanto, hay que distinguir entre clases o fracciones
polticamente domiVnantes y clase o fraccin hegemnica.
An es ms; hay que distinguir entre clase o fraccin heftnnica y
clase o fraccin reruiSSm T ^ias^offaceiO T v finnte es la que
octtpa tos primeros puestos en la escena poltica, en ella se
reclutan las, cimas del personal poltico?' La clase o fraccin
reinante puejle no identificarse con la he- gemnica. Marx mostr
especialmente que, durante determinado perodo, en Inglaterra es la
burguesa industrial la que constituye la fraccin hegemnica,
mientras que la aristocracia terrateniente es la que constituye la
clase reinante; y mientras la burguesa industrial dominaba
realmente el Parlamento, _que entonces constitua la pieza esencial
del aparato del Estado, el alto personal poltico, las cimas del
ejrcito, de la diplomacia, etc., se reclutaban en el seno de la
aristocracia terrateniente. Incluso puede decirse que,
excepcionalmente, el lugar de la clase reinante puede no estar
ocupado simplemente por una clase polticamente dominante, sino
incluso por una-clase que no forme parte del bloque en el poder; se
es especialmente el caso de la pequea burguesa en U ireV eprim r
perodo del fascismo en el poder.
Por . ltimo, lo que a veces-tambin puede comprobarse es un
desfase entre la clase o fraccin econmicamente dominante, y
la-clase g ,fraccin hegcmai^ya. Porr ejemplo, en Francia, nteg de
la Revolucin francesa, era la burguesa la que dominaba
econmicamente, pues era la clase econmicamente, donunanteT mientras
que la aristocracia teri*!- tenientccfa la que constitua la clase
hegemnica. O tambin, durante el perodo de IralliTTTO^TFffflro ue
una formacin capitalista, del estadio del capitalismo de
competencia al
-
. K . M A R K Y F . E N G E L S 297Hr-V-."''-! . -1 M
capitalismo de monopolio,, en el imperialismo,-a menudo s,e jt;
comprueba que el gran capital monopolista es el que cons- ^ v
tiiiye la fraccin econmicamente dominante, mientras que M r o ,ha
^logrado an desalojar al capital medio de su lagar fp^de"fraccin
hegemnica. " t' tf ua formacin capitalista, esos desfases se deben
final* ?m 'eh t^ ia ' relativa autonoma entre lo econmico y lo
poli* "# .tieo, qu! la especifica con respecto a las sociedades
preca- w.ipifcalistas, y a las formas concretas que adopta la lucha
deMr clases y-de fracciones de clase que la componen.jffist-'V*efe^
iLa lucha,poltica
Ahora habra que insistir.en los problemas de la lucha Jg~. de
.clases dentro de una coyuntura, determinada. En efecto, Sff -en-
una formacin social, la lucha de clase se condensa en S&, unas
coyunturas polticas determinadas, siempre originales,
*.;que;fircunscriben el momento actual. de una sociedad en
4aqu e desarrolla la lucha poltica de clase. A ese respecto, K-.
el problema esencial es que todas las clases o fracciones so-
^K'ciies distintas que existen en una formacin social, no par- J*;
ticipan' forzosamente ni, lo que es ms, con el mismo ttulo,
en>;la-coyuntura poltica del momento. No constituyen todas,
^forzosam ente, fuerzas sociales. Las fuerzas sociales sen, en
efecto,-esencialmente las clases y fracciones de clase que, en i
determinado momento, desempean un papel poltico deci
d sivo, determinando as una coyuntura. Sobre todo, puede su-
..ceder que determinadas clases y fracciones de una formacin '
Social estn, por diversas razones) relativamente ausentas en
Pf-" ma "coyuntura poltica.P* | Ahora bien, qu es lo que
distingue a las clases frac- i*:- ciones de clase, de las fuerzas
sociales efectivas en un mol i ment dterminado? o, en otros
trminos, cules son las ^^cridicins que deben cumplir esas clases y
fracciones para ^ c o n s t i tu i r fuerzas sociales efectivas?
Para Marx y Engels, S* y luego para Lenin, esa pregunta procede del
mbito de
organizacin poltica, y por lo tanto, del de la estrategia. n
efecto, para poder hablar de clases y fracciones de clases M:
distintas, no basta ya limitarse a lo econmico, sino que hay :' que
referirse a los efectos de esas clases en los nivelas po-
-
298 LA FILOSOFA Y LA HISTORIA
Utico .e ideolgico. Mas esos efectos conciernen al umbral de
existencia de una clase o fraccin. Para que sta'se erija en fuerza
social efectiva, se necesita algo ms que, esos simples efectos,
algo como una organizacin poltica autnoma que le perm ita
intervenir en las relaciones de -poder.
Lio cual concierne principalmente a las clases sociales
distintas de las dos clases fundamentales en una formacin
capitalista, la burguesa y el proletariado, y que presentan, en
general, semejante organizacin; especialmente a la pequea burguesa
y a las diversas clases del campo.
Tomemos el caso de antes, de los campesinos parcelarios en la
poca del bonapartismo. Constituan una efectiva clase social
distinta, en la medida en que su existencia econmica ; se
expi'esaba mediante el fenmeno poltico particular del bonapartismo.
Pero Luis Bonaparte no. constitua en modo alguno un autntico
representante del campesinado parcelario, pues no defenda ninguno
de sus intereses propios. El bonapartismo constitua la organizacin
poltica efectiva de ia burguesa industrial. No puede as decirse que
los campesinos parcelarios constituyeron, al menos durante el
bonapartismo, una efectiva fuerza social que se tradujese en un
poder poltico propio, en la coyuntura bonapartista.
El cas se presenta igualmente con la pequea burguesa.:
Constituyendo-una clase social en las formaciones capitalistas,
experimenta grandes'dificultades para ser organizada . polticamente
de un modo autnomo, pues constituye-una ca- . se intermedia, que no
tiene posicin poltica propia a largo - plazo, y que se inclina unas
veces del lado de la burguesa y otras del lado de la clase obrera.
En esos casos no est ~ constituida como fuerza social. Pero se
encuentran a menudo casos en los que, por razn de la coyuntura,
alcance esa organizacin, constituyndose como fuerza social.-Vase, -
como ejemplo, la pequea burguesa progresista en "Francia, por el
cauce del jacobinismo y del partido radical en el siglo XIX, o la
pequea burguesa reaccionaria, de AJemania y de Italia, durante el
prim er perodo'del fascismo, por el cauce del partido fascista,
cuando este partido o haba tomado an el matiz decisivo de
representacin de los intereses del gran capital. _ _ ' V "
Mas, incluso cuando esas clases no seTVan erigido n-fuerzas
sociales (campesinos parcelarios en el bonapartismo, pe-.
-
K. MARK Y F. ENGELS 299
quea burguesa durante el segundo perodo del fascismo en el
poder), pueden, sin embargo, desempear a veces un papel jespcial,
,el- de clases de apoya de una forma de Estado o de rgimen. Ello
significa que, incluso aunque esas clases no !son, en ese caso,
efectivas fuerzas sociales, pueden aportar un apoyo masivo a unos
aparatos estatales y a unas organizaciones polticas que, sin
embargo, no representan sus intereses reales. Aunque no intervengan
de un modo autnomo jen la coyuntura, y aunque no sean fuerzas
sociales, porque, en ese caso, van a remolque de la burguesa, ello
no impide que, el apoyo que, por razones esencialmente ideolgicas,
aportan al aparato d Estado, siga siendo un elemento im- iportante.
se es el caso del campesino parcelario en el bonapartismo, y el de
la pequea burguesa durante el segundo iperodo del fascismo en el
poder, Y la situacin conjetural 'de esas clases, como clases de
apoyo, es importante, pues, en ese caso, aliadas objetivas de la
clase dominante, no ofrece una alianza clara y declarada; ofrece el
cariz de un apoyo a unos aparatos cuya relacin con la clase
dominante no la re- velan esas clases. Y tambin, esa alianza lleva
consigo contradicciones muy notorias.
Hay que decir que la organizacin poltica de que se jtrata, en
cuanto a las fuerzas sociales, debe adoptar necesariam ente la
forma de un partido poltico propio? Slo sucede as para la clase
obrera, la cual, y se fue el objetivo de la jincha poltica de la
vida de Marx y de Engels, slo puede ser erigida como fuerza social
mediante el cauce de su organizacin en un partido revolucionario.
Mas no es se forzosa- jmente el caso de las dems clases y
fracciones sociales; su i organizacin poltica, condicin de su
emergencia como fuer- jzas sociales, puede igualmente pasar por el
cauce de otros aparatos de Estado, distintos de los partidos
polticos. se
fue especialmente, por un tiempo, el caso de la pequea burguesa
francesa, incluso despus que el partido radical tomara su matiz de
representacin de los intereses del capital me-
idio. Dominaba en el aparato escolar -francs, que funcion
durante un tiempo cpmo efectivo organizador poltico de la
rpequea burguesa francesa. Otro ejemplo: los grandes pr-
pietarios terratenientes de Prusia oriental antes del fascismo, n
adelante fraccin de la burguesa, pero que funcionaba
:' : >, " . H'* v '-. 4 . , *;. r. ' -i. . . * - . , .v u ' -
v *-uUtlVEfiSJXtApjDj?
-
liUygl a p p p i |
cmo efectiva fuerza social, aunque no posea partido propio,
porque dominaba-aK ejrcito, el cual representaba polticamente los
intereses reales de esa fraccin, y funcionaba como su organizacin
poltica.
El Estado y la conquista del poder
H abra ahora que llegar al problema del Estado, cuestin centra]
para el m aterialismo histrico.
E n efecto, cul es, segn el marxismo, el papel del Estado en una
formacin social?
El Estado tiene como papel fundam ental el de m antener la
cohesin de una formacin social dividida en clases. Detenta tambin
funciones a la vez econmicas, polticas e ideolgicas. Para se r ms
exactos, el Estado asegura la reproduccin de las condiciones de la
produccin, y de ese modo, la reproduccin de las relaciones
sociales. El Estado desempea, por lo tanto, un papel enteram ente
decisivo y especial. De modo que no es por casualidad que M arx y
Engels consideran al Estado como el objetivo especfico de la lucha
poltica y de la lucha revolucionaria. Y ello .en contra del
anarcosindicalismo y del sindicalismo revolucionario, que
consideraran la conquista del poder en las fbricas como el objetivo
primordial de la lucha revolucionaria. Esos anlisis de Marx y de
Engels los reanudar Lenin; la cuestin fundam ental de toda
revolucin, proclamar, es la del Estado.
Sin embargo, habra que precisar en seguida una cuestin im
portante. Que el Estado desempee funciones econmicas que fiscalice,
que intervenga en la industrializacin, etctera , funciones polticas
y funciones ideolgicas que derivan de su papel de cohesin de una
formacin social, no quiere decir, ni mucho menos, que esas
funciones sean neutrales. En efecto, el Estado aparece como aparato
especfico, en las sociedades divididas en clases; es decir, en las
sociedades caracterizadas por la dominacin poltica de clase. El
Estado m antiene la cohesin del sistem a caracterizado por esa
dominacin; por lo tanto, mantiene, en ltimo anlisis, la dominacin
de clase. El Estado est as, y por'ello mismo, en relacin objetiva
con los intereses polticos de la clase o de las clases dominantes.
No existe Estado neutral; todo
-
' Estado es as un Estado de clase. Sus diversas funciones siem
pre estn determ inadas por los intereses de la caselo de las clases
en el poder, las que detentan- el poder de Estado.
Mas, por ello mismo, se ve que la relacin entre el Estado y esas
clases es una relacin objetiva y compleja. El Estado no es, como lo
ha considerado una larga tradicin marxista, un simple instrumento
en manos de las clases dominantes, - completamente creado, y
manipulable a voluntad, por stas. Esa concepcin instrum entalista
del Estado descuida, n efecto, lo cual no hicieron Marx, Engels ni
Lenin, las funciones objetivas del Estado con respecto a la
formacin social en su conjunto: El Estado es la expresin de la
lucha de clases, cuya complejidad se ha comprobado. E st en relacin
con el conjunto de las clases en lucha: clases hegemnicas,
dominantes, reinantes, clases de apoyo y clases dominadas. Aunque,
en prim ero y ltimo lugar, consagre la dominacin de clase, sin
embargo, especialmente en el caso de las formaciones capitalistas,
posee una autonoma relativa con respecto a las clases y fracciones
dominantes. Obligado por la lucha de las masas populares, puede tom
ar medidas de compromiso que, a corto plazo, vayan contra los
intereses de las clases dominantes, y contra la voluntad de stas, a
fin d? servir mejo r su inters poltico a largo plazo. Por o tra
parte, frente a un bloque en el poder, atravesado por
contradicciones in-
. ternas, puede tom ar medidas que, a corto plazo, vayan contra
los intereses de tal o cual clase o fraccin en el poder, a fin de
realizar su inters poltico general.
Marx y Engels incluso catalogaron algunas coyunturas precisas en
las que el Estado adopta una relativa autonoma, especialmente im
portante y caracterstica con respecto a las clases y fracciones
dominantes. Es el caso en que las fuerzas sociales fundamentales de
una formacin estn en una relacin de equilibrio o prximas a
equilibrarse. se es especialmente el caso del Estado absolutista
antes de la revolucin burguesa, donde la burguesa y la nobleza
terrateniente estn en situacin de equilibrio de fuerzas caso de F
rancia y de Gran B retaa ; el caso del Estado de Bismq.rk, que
dirige la revolucin desde arriba de la burguesa alemana en una
situacin de, equilibrio de las fuerzas entre la burguesa y los
Junkcrs; y es tambin el caso del bonapartismo, localizado en una
situacin de equilibrio, aunque esta vez
.uA; v L.SKuVAi- C. i ! V-i'JCF.j JiV.QWZfi- p r t c ' j z r
a
-
302 L A FILOSOFIA Y LA HISTORIA
entre la burguesa y la clase obrera. Todo ello no quiere decir
que, en casos de especial autonoma relativa pues el Estado posee
siempre un margen de autonoma, correspondiente a un equilibrio de
las fuerzas, el Estado sea neutra l y est por encima de las class;
sigue siendo un Estado de clase. Lo cual quiere decir que, en esos
casos, el Estado dirige un juego de compromiso particular frente a
las fuerzas equilibradas, a fin de consagrar mejor la dominacin de
la clase.
Por otra parte, esas consideraciones nos permiten examinar a
plena luz el problema planteado por los miembros y por el personal
de los aparatos de Estado: por la burocracia administrativa, por el
cuerpo profesional del ejrcito, etc. En efecto, la relacin entre el
aparato de Estado y las clases dominantes es una relacin objetiva:
no se debe directa ni indirectamente al origen social, ni incluso a
la pertenencia a una clase, de ls miembros del aparato de Estado.
En otros trminos, en el caso do un Estado capitalista, no es
necesario probar que el prsonl poltico, las cimas y el personal
iptermedio del aparato de Estado son de origen social burgus, para
probar la relacin objetiva entre el E stado capitalista y la
burguesa. En efecto, puede darse 1 caso, pero-tambin puede que no
se de; se han visto los posibles desfases entre tlase dominante y
clase reinante. En cambio, el hecho de que, a menudo, los miembros
del aparato de Estado no sean de origen social burgus, no es una
prueba de que el Estado capitalista no sirve, los intereses de la
burguesa.
Pero los lmites y las posibilidades de la relativa autonoma del
Estado circunscriben igualmente los lmites y las posibilidades de
relativa autonoma del personal estatal con respecto a las clases
dominantes; se es el problema esencial de la burocracia.
Incluso'puede decirse que, precisamente, el pertenecer al aparato
de Estado confiere al personal de ese aparato una relativa autonoma
de accin, y una unidad. interna a pesar del origen social y de la
pertenencia de clase, en general muy-diversas, de ese personal.
Dicho personal constituye entonces lo que se puede designar como
categora social; una categora social que es, as* distinta de las
clases, fracciones y capas. de^clase, en cuanto-est principalmente
delimitada por su pertenencia al aparato estatal, y
-
K. MARK Y F. ENGELS 303
que incluso, como lo mostr Lenin, mediante el cauce del Estado,
y en determinadas -coyunturas, puede constituirse en efectiva
fuerza social.
Mas la cuestin -del Estado no se limita a la del poderde Estado;
ahora habra que inclinarse sobre la cuestin propia del aparato de
Estado. E n efecto, Marx y Engels lo subrayaron constantemente,
especialmente en sus escritos sobre la Comuna de Pars, una
revolucin socialista no implica solamente que el proletariado tome
el poder de Estado; implica tambin que el proletariado, al hacerlo,
rompe el apa- rato de Estado burgus, transformndolo radicalmente,
en la medida en que unos aparatos, que en su estructura siguen
siendo burgueses, no pueden encarnar n poder poltico Obrero.' El
Estado est compuesto, en prim er lugar, por el aparato represivo de
Estado, que es el que desempea las funciones del Estado en el
principal aspecto de la represin fsi- |ca organizada. Ese aparato,
ncleo central del Estado, est compuesto por ramas especializadas:
el ejrcito, la polica, la magistratura, la administracin. Ncleo
central del Estado, jese aparato represivo presenta una unidad
centralizada, muy fuerte, lo cual permite considerarlo como un
efectivo subsistem a dentro del sistema de los aparatos
estatales.
Pero el Estado comprende igualmente lo que puede designarse como
aparatos ideolgicos de Estado. Es un aspecto !del problema que slo
ha sido tratado de pasada por Mar* y Engels; hubo que esperar a
Gramsci para que se tra tara esa cuestin a fondo. En efecto, la
dominacin poltica no puede efectuarse nicamente por el cauce de la
represin; la dominacin estatal implica la intervencin decisiva de
la ideologa que legitima esa represin. Por otra parte, la ideologa
de clase, y la ideologa dominante, no existen nicamente en las
ideas; la ideologa se realiza y se encarna en las
instituciones o aparatos. Son los aparatos ideolgicos de Es-
itado, a saber, unos aparatos que desempean el papel del Estado en
el aspecto principal de la inculcacin ideolgica: el aparato escolar
(universidades y escuelas), el aparato religioso (las diversas
Iglesias), el aparato poltico (los diversos ] partidos polticos),
el aparato sindical, el aparato de infor- jmacin (radio, televisin,
prensa), etc.
-
H ay que observar que sos aparatos constituyen unos aparatos de
E stado ( i excepcin, claro est, de las organizaciones
revolucionarias y de lucha de clase), independientem ente del hecho
de que, desde el punto de v ista formx, tienen un carcter pblico o
privado. El carcter pblico nacionalizado o privado de un aparato
ideolgico, es un carcter jurdico, es decir, formal, que no cambia
nada de su apariencia estructural al aparato de Estado.
Las relaciones concretas entre los diversos aparatos y ramas del
Estado dependen de las modalidades precisas de la lucha de clases.
Se haba comprobado especialmente que el terreno de la dominacin
poltica no est ocupado nicamente por la clase o fraccin hegemnica,
sino por un conjunto de clases o fracciones- dominantes, por ello
mismo, las relaciones contradictorias entre esas clases y
fracciones se expresan, como relaciones de poder, dentro de los
aparatos y de sus ramas. Ello quiere decir que esos aparatos y ram
as no cristalizan todos el poder de la clase o fraccin hegemnica,
pero pueden expresar el poder y los intereses de otras clases o
fracciones dominantes. En este sentido es como puede hablarse de
una relativa autonovia de los diversos aparatos y ramas entre s,
dentro del sistema estatal, y de una relativa autonoma del conjunto
del Estado con respecto a la clase o fraccin hegemnica.
Tomemos unos ejemplos. E n el caso de una alianza o de un
compromiso burguesa-aristocracia terrateniente, en los comienzos
del capitalismo, la adm inistracin burocrtica central constituy la
sede del poder de la bui'guesia, m ientras que la Iglesia la
Iglesia catlica especialmente continu
. constituyendo la sede de] poder de la aristocracia te rra
teniente. Otros desfases sem ejantes pueden aparecer tambin entre
las ram as mismas del aparato represivo; por ejemplo, en Alemania,
entre las dos guerras y antes del advenimiento del nazismo, el
ejrcito era la sede del poder de los grandes propietarios de bienes
races, y la m ag istra tu ra lo era del poder del gran capital, m
ientras que la adm inistracin se reparta entre el capital grande y
el mediano. En los casos de transicin hacia la hegemona del g ran
capital, frecuentemente fueron la adm inistracin y el ejrcito
quienes constituyeron su sede de poder (el complejo m
ilitar-industrial), mientras que el Parlam ento continuaba
constituyendo la sede
% 304""' ' L A f i l o s o f a ; y l a h i s t o r i a
-
K: MARK Y F. ENGELS 305
de poder del capital mediano; es, adems, na de las razones de la
decadencia del Parlam ento bajo el capitalismo monopolista.
Ms an; especialmente en lo que concierne a los aparatos
ideolgicos que, por su funcin, poseen una relativa autonoma, ms
amplia que la del aparat represivo, se comprueba que ^ veces pueden
constituir sedes de poder de clases que incluso no form an parte de
las clases dominantes. se es a veces el caso de la pequea burguesa,
por razn de las alianzas y de los compromisos concertados entre
ella y el bloque dominante. Especialmente en Francia, donde, por
razones histricas, esos compromisos tuvieron mucha importancia, el
sistema escolar constituy durante mucho tiempo un aparato de Estado
cedido, en cierto modo, a la pequea burguesa. Pequea burguesa que
ha estado as, durante mucho tiempo, erigida en clase de apoyo del
sistema.
Mas, sin embargo, no quiere eso decir que el Estado capitalista
constituya un conjunto de piezas sueltas, que expresan un reparto
del poder poltico entie diversas clases y fracciones. Muy al
contrario, el Estado capitalista expresa siempre, ms all de las
contradicciones de dentro de sus aparatos, una unidad interna
propia, que es unp, unidad de- poder de clase: el de la clase o
fraccin hegemnica. Mas ello se realiza de un modo complejo. El
funcionamiento del sistema estatal est, en efecto, asegurado por el
predominio de algunos aparatos o 7-amas sobre los dems. Y la rama o
aparato que predomina es, por regla general, la que constituye la
sede del poder de la clase o fraccin hegemnica. Eso hQ que, en caso
de una modificacin de la hegemona, se est .'?- presencia de las
modificaciones y de los desplazamientos:d; predominio de ciertos
aparatos y ram as hacia los dems. Esos - desplazamientos determ
inan, adems, los cambios de las formas de Estado y de las form as
de rgimen. :
Se ve bien que todo anlisis concreto de una situacin' debe tom
ar a la vez en consideracin las relaciones de lucha de clase y las
relaciones reales de poder dentro de los aparatos .estatales,
relaciones reales que, en general, estn, ocultas bajo las
apariencias constitucionales formales. Adems, el anlisis preciso de
las relaciones de poder, dentro de los aparatos, puede ayudarnos a
localizar, de un modo exacto, la fraccin hegemnica. Por ejemplo,
comprobando el predomi-
UtNik ...WAD DE ANTKXViA 1. ANTIOQUEO D : t 1 O T E C A
-
306 L A FILOSOFA Y LA HISTORIA
nio de un aparato o de una ram a sobre los dems, y comprobando
igualmente los intereses especficos a los que sirve de
. modo predominante, se pueden sacar conclusiones acerca de la
fraccin hegemnica. Mas siempre se tra ta aqu de un mtodo dialctico.
En efecto, por otro lado, localizando, en el conjunto de las
relaciones de una sociedad, la fraccin hegemnica y sus relaciones
privilegiadas con un aparato o con una rama, se puede responder a
la pregunta: cul es el aparato que domina en el Estado?, es decir,
el aparato a travs del cual la fraccin hegemnica m aneja las
palancas de mando reales del Estado.
Mas es igualmente claro que, en la compleja relacin lucha de
clases/aparatos, es la lucha de clase la que desempea el papel
principal. No son las modificaciones institucionales las que tienen
como consecuencia los movimientos sociales, como creen toda una
serie de socilogos institucio- nalistas; es la lucha de clases la
que determ ina las modificaciones de los aparatos.
y BIBL IO G R A FIA
Obras
Edicin completa, en lengua alem ana: K . M a r x - F . E n g e l
s : W erke,' Berln oriental, a partir de 1948.
En lengua francesa, la edicin ms completa es la de las CEuvres
completes, Ediciones Costes, traducidas en su m ayora por J.
Molitor, publicadas entre las dos guerras.
La mayor parte de las obras de M arx y J e E ngels se pueden
hallar en francs, en varios editores, especialm ente en las
Ediciones sociales.
Estudios
L. A l t h u s s e r : P our M a rx , M as p ro , 1986.L. A l t
h u s s e r - E . B a l i b a r : L ire le C ap ita l, M aspro,
1970.K. AXELOS: M a r x p e n s fu r de la teclinique, d i t io n s
de M in u it, 1961.C. B e t t e l h e im : Calcul conom ique e t fo
rm e s de proprit , M asp ro ,
1970.F . C h TELET: Logos et p ra x is , S E D E S , 1962. - A.
Co r n u : K a r l M a rx e t F ried rich E ngels, P . U . F 4
vols. publicados. J.-Y. Ca l v e z : La. pense de K a r l M a rx ,
Seuil, 1956.H . L e f e b v r e : L e m a tr ia lism e dialectique,
P . U . F . , 1945. . L a sociologie de K . M a rx , P . U . F .,
1970. ,N. P o u la n tza s : P ouvoir po litique et f la sse s
sociales, M aspro,'-1968. -
-
CONCLUSINj i\ r ' ' i
La prctica filosfica se ha transform ado. Desde ahora se imponen
otras tareas. Como lo m ostrarn los estudios que analizan las
doctrinas contemporneas del xito de la con-
icepcin cientfica e industrial del mundo objeto de la se- !
gunda parte del presente volumen de esta H is t o r ia -b e l a | f
il o s o f a , la tradicin (que, en adelante, se apoya en una
historia de la filosofa basada en garantas eruditas) se re- jsiste
a esa renovacin. Recibe ahora, sin que haya en ello la menor
ambigedad, la garan ta de la institucin universita- jria,
especialmente en Francia y en Alemania. Los descen- ! dientes de
Vctor Cousin ya no tienen que luchar ni que usar ! de ardides; en
el tercer tercio del siglo xix, la enseanza de I la filosofa ha
ocupado el lugar de la educacin religiosa,; cierto que con algn
arrojo (hasta tal punto es cierto que I el razonamiento filosfico,
incluido el de Agustn y el de To- 1 ms de Aquino, nunca dice
enteram ente lo que el orden es- pera de l). Sin embargo, hay
problemas que no pueden ya ! eludirse. La amabilidad espiritualista
no basta ya para re- i ducirlos. Intentemos clasificarlos
esquemticamente.
E st la cuestin de la ciencia fsica en su relacin con la
filosofa. Sin duda no es cuestin de m antener la perspectiva
cartesiana, segn la cual, la filosofa es radical y fundamentante.
El enfoque positivista es an menos aclaratorio: el de-
> sarrollo de las ciencias formales y naturales, en la
segunda m itad del siglo pasado, pone de manifiesto la extremada
pobreza de la interpretacin de Augusto Comte; las crisis que pronto
Surgirn, las transform aciones que imponen las nuevas disciplinas,
la microqumica, firman su certificado de de
-
funcin. Desde ese momento se impone la vuelta a Kant. En qu
condiciones es practicable esa recuperacin de los principios
crticos, habindose- renovado el estatuto de las prcticas
cientficas? sta es la primera cuestin,'
La segunda concierne a la posicin de lo existente, de la
individualidad, del querer, del deseo, de la pasin. La reduccin
hegeliana ha sido excesiva y, por ello, insultante. Puso a la
subjetividad en su lugar, que es m enor.- Desconoci la fuerza de
afirmacin que ella' desencadena. El satisfecit se le otorgara a
Hegel si el Estado moderno, en su generalidad, aportase la
satisfaccin mnima al individuo convertido en ciudadano. Pero quin
alcanza realmente la satisfaccin, quin mide la parte del deseo y la
de la voluntad, el registro de la miseria y el de la plenitud? Quin
puede decirse alegremente yo? El poder tecnocrtico de la razn
demostrativa tropieza con algo irreductible: el descontento. Sade y
Fou- rier vuelven al ataque
En el seno de esa problemtica realista se define el materialismo
histrico. Sus orgenes son fundamentalmente idealistas. K. Marx y F.
Engels son unos intelectuales serios, que reflexionan sobre las
lecciones del idealismo alemn, sobre los estudios de la economa
inglesa y sobre los ensueos y las acciones atrevidas del socialismo
francs. Esperan una revolucin terica decisiva. Abren una
interrogacin capital: la interrogacin sobre el rgimen de lo terico,
la de la naturaleza de la filosofa; establecen que en el seno de la
lucha de clases, del combate ideolgico que es su expresin, el ra
zonamiento filosfico y el trabajo cientfico, por objetivos que
pretendan ser uno y otro, son manifestaciones histricas que no
podran abstraerse del combate poltico. E l capital es una crtica de
la economa, poltica*- El trmino crtica no debe entenderse en el
sentido kantiano n i'en el sentido volteriano. La crtica se refiere
menos al texto y a sus argum entos que a la realidad histrica que
la produce como verdad, es decir, como m scara y como coartada.
Tanto si se tra ta del rgimen de las ciencias naturales, de las
reivindicaciones de la doliente subjetividad, como si se tra ta de
la constitucin de una historia cientfica que implique una teora de
la revolucin, en adelante el orden filo-
K 308 LA FILOSOFA Y LA HISTORIA
-
sfico se deshace y se disocia. Incansablemente, la institucin .
,universitaria se dedica a volver a un ir los fragmentos y a .
'.
. reconstruir una historia tranquilizadora. La cuestin
estdefinitivamente perdida. Hay que esperar; la segunda parte del
tomo "evoca empresas valerosas e interesantes, pero es
severo...
Severo, excepto, el sol nietzscheano que comienza a brillar,
deshaciendo todos los entumecimientos y todos los cansancios, que
quema con sus rayos a los dolos marchitos, la verdad y el bien,
invocados por el orden establecido.
F ran^ois CHTELET