MARX - 148.206.53.84148.206.53.84/tesiuami/reportesok/UAMR0648.pdf · MARX: LA DENSIDAD DE PROLOGAR "EL CAPITAL" Carlos F. Toranzo Roca DIVISION DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

MARX: LA DENSIDAD DE PROLOGAR "EL CAPITAL" Carlos F. Toranzo Roca

DIVISION DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES Departamento de Relaciones Sociales

UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA Unidad Xochimilco México 22, D. F.

iYHN 9fi& 597--596-5 M , ~ r / o [le 1984

"Marx: ' I La densidad de prologar " E l Capital''

Carlos F. Toranzo Roca.

No hay duda que la lectura de "El Capital' ' de Carlos Marx es una - aventura apasionante, pues, conduce a observar y, ante todo, conocer

la fisiologfa de la sociedad burguesa, tal viaje al mundo de la c ien - cia de la Critica de la Economfa Politica permite transitar al territ-

r io de l a infinidad de paisajes que poblan el conocimiento critico. La

p8rretracidn a los valles , l lanos y estepas ocultos del capitalismo no-

solamente posibilita la inteleccidn de La sociedad moderna, sino, a l a

par , abre Las puertas a una nueva como f6rtiL oxigenaci6n del pensa - miento; abona el terreno de la duda y siembra el campo de La certe - za. Es, no cabe duda, una invitacidn al remecimiento de las seguri-

dades fundadas en La ingnorancia, así' como el impulso para La b6sque - da del conocimiento que este exento de las amarras del prejuicio.

Y a en el propio "Prdlogo a la pr imera edicidn" del libro primero, - lanza una serie de aseveraciones que mueven a la reflexidn y comen-

tario; sin agotar la materia concentrada en dicho texto, nos daremos-

a l a t a r e a de pensar en voz alta sobre tales proposiciones, ojal5 Lo - gremos hacerlo sin sufrir La prisidn de una rigidez estadfstica, sino-

mbs bien dando rienda suelta a una inquietud mbs Libre.

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1.- L o escabroso de ,Lo, simple y Lo accesible de Lo complejo,

"La forma de valor, cuya figura acabada es La forma de dinero, es - sumamente simple y desprovista de contenido. No obstante, hace -

m5s de dos mil años que La inteligencia humana procura en vano de -

sentrafiar su secreto, mientras que ha Logrado hacerlo, cuando menos

aproximadamente, en el caso de formas mucho mds complejas y l le - nas de contenido. ¿Por qu6? Porque es mds f5ciL estudiar el orga - nismo desarrollado que Las c6lulas que Lo componen . .. P a r a La so - ciednd burguesa la forma de mercancfa adoptada por el producto del - trabajo, o La forma valor de La m e r c a n c f a , e s l a f o r m a c e l u l a r e c o 4

mica. ' I ( 1 ) La presencia de una r o s a en invierno no es per-,se indi-

cativa del dominio de Las f lores , asi' como tampoco una golondrina en

soledad significa el arribo de La primavera, tendrdn que transcurr ir - muchas estaciones para verla en su plenitud; S6Lo en tal mundo f lor i

do,henchido de gorjeo, es posible conocer a La r o s a o a la propia go-

son 10s suyos, pero, en esos territorios se hace demasiado Brida e - imposible su cognoscibilidad, no asf en el espacio que colman con su

vueto y crecimiento. (1) Marx, Karl , EL Capital, 3a. edici6n, Ed. Siglo XXI, México, D.F.,

1975, T o m o I , Vol. 1 , p. 6.

"

5

CLaro c:;tS, La inteligencia humana ha Lidiado mds de dos mil años pa

r;L conocer La forma valor a s € como s u desarrollo, la forma dinero, - poca ha sido S u fortuna dado que no pudo desentrañar Los fen6menos - q ~ . w inquictaban su refLexi6n. El propio Aristbteles, con toda su gran - clcza, tuvo que sufrir impotencia ante tan arduo problema, manifestan

do apenas La Lucidez de su intuici6n. Fracasos de dos milenios no - atri1,uil)Lcs n i a La chatura intelectual de quienes se Lanzaron a esa -

avcntura, como tampoco a La falta de esfuerzo desplegado; mbs bien, - podrfarnos apuntar que tales sinsabores surgen de haber laborado en-

inviernos u otoños hist6ricos, no por equfvoco -muchos han debido exis

exis t i r - , sino por La ausencia, en .el mundo ‘,de Lo r e a l , m cia primaveral del valor o del diner’o.

Para no cerrar los ojos a la verdad y ser demasiado condescendientes

con Marx, comencemos por desdeñar algunos inciensos Ligeros como-

entusiastas que s e Le otorgan; no es 6L como pura individualidad quien

pudo vcnccr a La inteligencia que por dos mil años no pudo dilucidar - L a prolAcm5tica de La forma valor y del dinero. No es su estatura in - tclcctual superior la que, por acto mefistofQLico, haya podido encon - contrar La nuez de La cuesti6n en debate. E s necesario ubicar al p r g

p i 0 M a r x en el territorio de La histor ia , es decir , centrar lo en un - ~n;trc:o d c r,osil,ilidad rea l de inteLecci6n de la sociedad; se trata de -

resa l tar su pertenencia a un mundo en el cual La producci6n dominan-

te de mercancfas-valor y su consiguiente articuLaci6n dineraria crea - ron un horizonte de cognoscibilidad, emanado de los promedios confor

mados por La regularidad de Los fendmenos que hacen factible La Lec-

t u r a cientffica de Lo soc ia l . La Crirtica de La Economi'a Potiftica, as&

como Marx, su baluarte, nacen y abrevan en e s a condici6n objetiva.

P e r o , una cosa es que ciertos fen6menos esten puestos como un he - cho en La realidad, por tanto, sean asimitabtes te6ricamente y; o t r a -

distinta, que se transite at acto de conocerlos. E s en este Gltimo ca

mino donde Lanza fkrtites como abundantes sugestiones el pensamiento

de Marx. El embate de La teorfa contra La sociedad de La plenitud - del valor y dinero no debe orientarse Limitadamente hacia La percep - cidn descriptiva del baile multitudinario de Las mercanci'as, antes - bicn, precisa adentrarse en La aprehensi6n del por que de sus ritmos

y movimientos, esforzarse por hacer inteligible La raz6n de sus corn

pases y, por cierto, desenmadejar et origen de La mbsica mercanti l .

Estas exigencias impulsan a rebasar Las dimensiones de Los mGLtipLes

vestidos, Lentejuelas y collares mistificantes de La forma burguesa de

producci6n, para editarse a La comprensi6n de su tejido mgs fntimo,

csto e s , alcanzar a visualizar La médula de s u fisiotogi'a. E s a s t a - reas de penetraci6n en Lo profundo y oculto de esta modalidad social,

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son no otras que las relativas a la apropiaci6n de s u esencia, labor - quc no puede ser coronada sino e s a condici6n de entender la compo - sici6n y movimiento microl6gico, celular del capitalismo, pues, no - basta con la embriagante observaci6n de sus apabullantes fotograffas - paisajfst icas.

E s bien cierto que el aspecto m& mundano y, por eso, elemental del

conocimiento, es el tropiezo del sujeto cognoscente con la muchedum-

h r c tlc datos reales que presenta la empiria, vale decir, su contacto-

con formas complejas llenas de contenido, las cuales beben todo el o~

namento de la sociedad fundada en, la extraccibn de plusvalor. De es

t c primer acercamiento al organismo mds desarrollado, es suscepti - bLe obtener una intelecci6n aproximada, imprecisa de la realidad; esa

n-mclalidsd limitada de exkgedis es su frohtdra GLtima, dado que no - pucdc avan':ar a la captaci6n de la 16gica del movimiento social, ni - tl isccrnir cuSLes son las conexiones internas que explican su dindrnica.

R q u € , pues, emana a flor de piel un hecho aparentemente paradoja1 en

cl 5mbito gnoseol6gico pertinente a la Crftica de La Economfa Polfiica.

Sucede que implica una menor dificultad La lectura e inteleccibn de las

formas ndis complejas asociadas al organismo mbs desarrollado, aqu6

LLas quc est5n preñadas de mGLtiples contenidos; mientras que, por el

contrario, el esfuerzo te6rico por apropiarse de las formas s imples -

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" .

es mucho mayor. E l domino de estas GLtimns exige la m5xima siste

matizaci6n del proceso cognoscitivo, a s € como la mayor meticulosidad

en Las tareas investigativas que pretenden su asimiLaci6n.

Para dar mayor expLicaci6n sobre la paradoja formulada, es menester

remitirse al Smbito de los resultados provenientes de la captaci6n de

las formas compleja y simple. E l intento de conocer directamente la

complejidad del todo social, La pretensi6n de explicarlo de manera in I

mediata, produce s610 una aproximaci6n poco precisa, nada profunda-

del objeto investigado; solamente puede generar luces sobre la multi - plicidad de maquilLajes depositada sobre La estructura de La sociedad,

tambien es posible su avance al magro mundo epidkrmico-formal que

disfraza La m a t r € z de la cuesti6n. Todo ello, evidentemente, es una-

grave Limitante que conspira contra La apropiaci6n te6rica de la esen-

cia del problema sujeto a anglisis, sin embargo, la aprehensi6n de di-

chas formas precisa ser coronada, su domino e s ineludible en virtud-

de que es, justamente, contra &Las con Las que nos topamos en nues-

tra vida diaria. Pero, habrg que hacerlo superando La visidn anaLiSti.

ca pr imaria e inocente expuesta anteriormente.

No por muy familiar a nosotros La cotidianeidad puede ser cabalmen-

te as imilada, justamente , e l terr i tor io de la cercada a los fen6me -

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nos c s una sucrte de incitaci6n al aturdimiento, es una invitaci6n a - formular aseveraciones que no tocan el fondo de Las probLem5ticas que

rozan y hasta sangran nuestra existencia, as< como es el impulso a - dar lc una nomenclatura c o m b Y corriente que desnaturaliza o falsea-

su intimidad. Curiosamente, el conocimiento de la complejidad pasa-

POT La oompreIisi6n de s u simplicidad, La inteLecci6n de La inmediatez

requiere la aprehensidn de La lejanfa. En esta exigencia bdsica radi-

c a L : L necesidad del manejo de lz forma simple, ya que por medio de

e s t a es susceptible desentrañar La L6gica de la internidad; e s dicho re - curs o el que permite la apertura de Las puertas de Lo esencial, posi-

bilita. el acceso a Lo sustantivo dejando la deformaci6n de lo adjetivo . 12cpctimos. La penetraci6n a La forma simple. transporta a La visuali-

xaci6n y conocimiento de La esencia, conduce a la apropiacidn de La - materia investigada en su desnudez mgs pbdica.

EL dominio de La simplicidad de las formas mercanci'a, vaior, dinero,

e s La cxpulsi6n de los carnavalescos ropajes que nublan La interpreta-

ci6n de la s ociedad fundada en el capital, por tanto, es la vfa de co-

nocimiento de ksta en su esencialidad. A partir de esta inteligencia,

colmada tlc m6LtipLes difucultades, que accede al manejo de La forma-

cclular dc:l capitalismo, e s posible retornar al carnaval. social , a Las-

innGmcras msscaras y caretas que danzan los alocados ritmos de la -

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alcgrfn mercantil. E s decir , es permisible el viaje de vuelta a las - Iormas complejas dc l organismo mds desarrollado, Las cuales ya no

podrgn cegarnos con su brumosa existencia, dado que ahora estamos-

m i d o s del auxilio de La cLaridad surgida de La investigacidn de su - cscncia Por ta l motivo, cada forma o adjetivo capitalista ser5 cuida

closamente observada desde La perspectiva de Lo sustantivo, por ello,-

aprehendida de manera mbs profunda . E s t a modalidad cognoscitiva-

de ahondar en La inteteccidn de La sociedad berwite r'ebWs'dr d. cohb"L

.ciniiento imp:erfect!o' kür,aido del ',t?nfkentami'e!ntb' direct:o con, iab fo+rha)s

'coMpLeia'k, a La par, asegura una exdgesis m i s acabada del doble m%

do objetivo de lo esencial y fenomgnico, que no confina el proceso gnz seoldgico en ninguno de dichos momentos de La realidad.

2 . - EL poder de" La) ab&bractr:ac'cUh hbociado d 'La hbhoria).

Nuestra rGLexi6n precisa hacer una advertencia relativa a La h i s t o r i g

dad de Las categorras y su correspondiente ordenamiento, demss esta

clccir que esa es una de Las cuestiones neurQLgicas de la temstica inb

cr i ta en La Crfiica de La Economfa PoLdica. Comencemos por recor-

dar una postura errbnea que ha ganado carta de ciudadanfa en e l razz

namiento econbmico. Se entiende a La forma simple exclusivamente L.

como el germen hist6ric0, cual el inicio del discurrir del t iempo que

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busca devenir en la forma compleja; esta modalidad de raciocinio, cla - 1'0 #!:;1:5, invitil ;I n~atr imoniarse con una compren si6n historicista de - dc los fen6menos; conduce a la 16gica de la identificaci6n de lo simple

con el origen y de lo complejo con el presente.

EL problema se hunde en una maraña m5s espesa, dado que el hallaz-

tic la rcalidad, realizando en el marco concreto del todo m b s desarro-

I.lstlo, esto cs , significa La investigación at interior de las modalidades

mbs complejas existentes en el presente de la historia; por tanto, la-

visualizaci6n de tal forma simple no se asocia con el limitado esfuer - zo que busca hallar la primera huella de la presencia de un fen6meno-

s i n o por el contrario, es la actividad congnoscitiva que opeta en el - mundo de La riqueza dominante de tales hechos. En este sentido, la - captaci6n de la forms simple del capitalismo no implica que la celula -

mbs elcvado de desarrollo. La simplicidad no alude a tal origen, si-

no a La esencialidad aprehendida en el momento culmine del movimien-

t o dc La realidad, sin embargo, la intelecci6n de ese elemento celular

-como extracto del contenido del presente- permite comprender el . 5

proccso his t6r ic0 , PO sibilita una nueva y enriquecida interpretacidn del

transitar de los hechos. Por el lo, abre el camino a una m&s f i -

na cxbzesis del paso de lo simple a lo compleio dentro del te - -

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rr i tor io ¿le La historia, evadiendo a s f a la metrica limitada del histori - cisma.

La vi'a de acceso al micro-organismo del capital no deja de ser esca-

l)rosa, pues, a diferencia de otros campos cient'ificos no s e dispone - c l c las probetas, matraces u otros elementos que soportan su respecti

va investigaci6n. En el mundo de la CriZica de la Economfa Polftica-

cstamos limitados a la utiLizaci6n del reactivo y microscopio corres - pondiente a La abstracci6n. Sin Qsta es imposible desbrozar la corn - plejidad del todo mbs desarrollado para penetrar en la ubicaci6n de - La célula en la cual se concentra la savia de La confradicci6n. Justa -

mente , es en La forma mercancfa que asume el producto del trabajo, - en La forma valor y dinero, donde se comprimen los aspectos antit8ti - cos ¿le la sociedad capitalista, e s en tales formas s imples donde se - concentra su alma nodal.

E s Ea abstracci6n, ubicada en la his toricidad de La dominancia, el La-

boratorio bbsico que permite sacar a luz Las sustancias infinitesimalts

del capitalismo; estas sutilezas microl6gicas tienen la capacidad de ex - tradar, dentro de su simplicidad, los caracteres fundamentales del - capital.. As€, entonces, La pareja abstracci6n-historia provee el domL

nio de los micro organismos pertinentes a La nuez del capital y pos i -

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l>ilit:t la intc1il:cncia del fundamento de la sociedad burguesa. Pero, -

para entcnder el trabajo asalariado como proceso, es menester recal-

car cluc la célula, u n a vez obtenida, debe ser mirada en movimiento,

vale decir , se precisa advertir cu51 e s s u dirección tendencial, p r e g

samcnte, en tal perspectiva procesual se puede hacer inteligible La d i

nsmica d e l capital fundada en el domino mercantil. La ventaja de -

apreciar cientfficamente el camino al futuro se asocia al pulimiento de

la c:xpLicaci6n del pasado, a la par, abre las puertas de la inteligibili

datl no sdlo de la tendencia, sino del proceso fundacional de La sacie-

dad moderna.

3 . - Pensar Dor cuenta DroDia v s . r e ~ e t i c i 6 n

Cicrto c s que e lamor puede dejar alelada La raz6n como m& eviden - t c aGn que La religiosidad embota el pensamiento; blandiendo la m s s -

scr, sin cmbargo, militante pr5ctico de las tinieblas, tal sucede con-

cluicncs pretenden, sin saberlo, convertir en religión el verbo cientVi - co elaborado por Marx a lo largo de "El Capital". No podemos olvi-

dar quc otra y muy distinta era la perspectiva de ese autor cuando - lormula1,a "Conffo naturalmente, en que sus Lectores serfin personas -

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dcscosas de aprcnder algo nuevo y por tanto, tambi6n de pcnsar por

s u propia cuenta" (2) .

A pesar del uso burdo y dogm&tico que se hizo y se hace todavfa de

su letra, -contrapuesto Plagrantemente a una actitud asida en el j u i -

cio cri'tico-, es inapelable la exigencia de Marx que lanz6 su obra -

como un desafio para razonar,cual una invitaci6n y auxilio a quienes

scan la suficiente personalidad de definir ideas por s f mismos , como - ~ ~~~ . "_ ~ ~- ~ - -

un acicate para pensar por cuenta propia. Si alguna ortodoxia se puede

y debe rastrear en el aporte marxista es aquella que se conjuga con la-

autodcterminaci6n, con la asunci6n de razonamientos fundados en La -

crft ica y no en La repetici6n de verdades que sean efluvio de ningGn - alumbramiento divino por mbs tinto en rojo que se encuentre el mismo.

La libertad y criticidad del raciocinio deber5 ser tan viZlida para e l

marxista como individuo, para su figura organizativa de cardder co

Lectivo, as€ como tambign para los procesos sociales que pretenden la

verdadera autodeterminaci6n de la masa. Insistiendo, ortodoxia mar-

x is ta no puede leer se como repetici6n vulgar, debe comprenderse co - lno crft ica y creaci6n. Por eso mismo, los divulgadores del pen sa - miento de Marx que no hayan asimilado estas ideas centrales, aque - L L O S que estén Limitados a la vacua rec i tac ih , no podrdn Llegar a La ( 2 ) Op. cit. p8g. 6 Subrayado mfo.

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altura de individuos posefdos por et fuego de La Libertad de pensar, ni

Logrardn hacerlo criticando La sociedad que se requiere transformar.

Quienes deseen convertir en silabario muerto to que e s r i c a fuente de

crf i ica, no stito desnaturalizan el pensamiento que intentan difundir, - :S in0 mZis grave, engrosan un caudal inconsciente de adversarios de La

revoLuci6n, actGan cual aliados de La permanencia de La sociedad basa

cia cn La exptotacitin.

4. - El objeto de estudio de "EL Capital"

Cedamos La palabra at autor para conocer cudl es su objeto de estu - dio "Lo que he de investigar en esta obra es el modo de producci6n - capitalista y Las relaciones de producci6n e intercambio a 61 corres - pondientes".(3) Pesada carga intenta levantar sobre sus hombros, dz

do que ta l ta rea es tan amplia como diffcil. El ofrecimiento de an&

Lisis del modo de produccitin capitalista implica escudriñar un doble - mundo objetivo, la combinatoria de Las condiciones tecnico materiales

d c La produccibn junto a S us determinaciones sociales, enfatizando en

La aprehensidn de las relaciones sociales de producci6n, vale decir, -

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II

c . ; c : c l ; ~ t l 1 J u r - q u c : H ; l . J.'CI-O, claro 0fit.5, cl ccrtudio de rn;LrraR no ( I c ~ ) ( ! quc -

dar sumido en la desnudez de la sola mirada lanzada a la relacibn que

establecen las clases polares del capitalismo al producir, sino que el - esfuerzo investigativo queda anclado, a la par , en el paisaje histdrico-

d c determinadas condiciones materiales de producci6n.

Desdc esa perspectiva, la referencia est5 obligada a copar de manera-

envolvente al modo de producci6n y no s6Lo a las relaciones sociales - productivas, a pesar de que en estas GLtimas se concentra con m a y o r -

vitalidad el objetivo de anillisis. DemZis est5 explicar que esa relacidn,

c a s i como un pleonasmo, contiene la mbxima familiaridad con el espec - tro tgcnico-material , esto es , con el plano relativo a las fuerzas pro-

ductivas. Sin embargo, para que a guisa de totalizacidn no generemos

confusiones, e s menester señalar que una c a t e g o r € a no subsume a La - otra, cada una posee s u propia personalidad, no obstante, &las hallan-

s u verdadera estatura analdica y S on S oporte de la investigacidn cuan - do se las considera en el m&s flexible roce dialectic0 de su conexi6n.

Dice Marx que La sede clZisica para el estudio del modo de produccibn-

burgu6s es , h a s t a su Qpoca, Inglaterra, por ello, La fuente i l u s t r a t i v a

para el desarrollo de su teorfa no puede ser otra que el suelo ingles;-

l3e modo textual indica "La sede cldsica de ese modo de producci6n es,

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m f feori'a, me s irvo de ese pafs como principal fuente de ejemplos";

E s esta problem5tica la que impulsa con violencia de volctin desenca-

denado la polemica respecto al objeto de estudio, con base a e l l a s e -

dcsatan las disputas m5s encendidas en torno a la utilidad o invalidez

d c la obra de Marx para la intelecci6n del capitalismo.

El ffsico o q u h i c o de lasocialidad burguesa, -aludo a su interpreta - ci6n- no pueden hacer otra cosa que observar y estudiar los procesos

sociales cuando se encuentran desenvueltos en su forma mds nfiida, - eludiendo o abstrayendo las situaciones que pos een la neblina oscure-

cedora de la impureza o del atraso; El ideal de tal investigador. se-

rfa el de aislar y dejar incontaminada la relaci6n burguesa de produ.

ci6n que pretende aprehender. Debido a esa c ircunstancia, ese f fs ico

o qui'mico de la sociedad est& inpelidos a tomar los reactivos y pro-

bctas mbs desarrollados que encuentren, tales elementos hallan un es - pacio de idoneidad en la realidad inglesa. Pero, claro est&, si su o&

jetivo es desentrañar el calor social, sus respuestas no podr5n s e r - Las limitantes y comprimidas variaciones del termdmetro britsnico. Su

labor no se constrifie, al ebclarecimiento del circunspecto o sonriente- (4) op. cit. p. 6 , subrayado mfo.

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d c ! ~ ~ ~ n a y o tlc Lo:; r c y c s inglescti motivado por fiebres asociadas n un

ceso de temperatura; por el contrario, su tarea se enfila hacia un &m - bit0 m&s abstracto. Pretende analizar en general si la elevaci6n mar - cada de La temperatura, en determinado horizonte hist6ric0, expresa - un estado febril que genera un desfallecimiento no sdlo al lord ingl6s-

sino tambifh a cualquier ser normal desprovisto de sangre azul de - otra latitud que viva los sopores de la fiebre de la producci6n burgue

sa.

La pol6mica enfrenta a quienes desean leer en "EL Capital" e l Limita-

do breviario del proceso capitalista de desarrollo ingIAs, sin reparar-

que lo britsnico es la s6La ilustraci6n para la comprensi6n del movi - miento del capitalismo en general, con aquellos que, sin querer abs-

lutizar las ideas de Marx, señalan que ,La nuez de tal obra es la inte-

lecki6n de , las p,remisas 1139sicas. de La .dindmicaI burguesa y de ninguna

manera la Lectura interpr,etativa d'e LO especffieo' del desenvolvimient-

de la realidad nacional de Inglaterra. Los que transitan el primer ca - mino, no dejan de ser benevolentes con Marx, pues, no escatiman pi-

ropos hacia Q L por la pericia analfiica que tuvo para comprender la - singularidad inglesa. Pero, no toda l isonja es sincera, muchas de - ellas expresan intenciones ocuLtas, en este caso, el requiebro emitido

pretende perder La huella de la obra de Marx, no porque persiga La -

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plausible y encomiable tarea de engendrar una teorfa (el respectivo - "EL Capital'' para todas Las naciones), para cada formaci6n social, an

tes bien, desea eludir esa comprensi6n del nivel mbs abstracto del ca

pitalismo. Busca huir de Las tonalidades conceptuales utilizadas por-

Marx en SU estudio de la produccibn burguesa, pues, en tal apapato - analitico el cuerpo de categorras permite la apropiaci6n tedrica del - movimiento del capital y posibilita esclarecer sus tendencias que a v a

De modo alguno se puede agitar el incienso y plantear que la biblia rz

.&L agota las especificidades y complejidades del desarrollo burgu6e - de cada formacidn social, eso no est$ siquiera asomado eg la corr ie2

t e c r f i i c a que lee "EL Capital'' en la letra certera de su objeto. Lo-

que se subraya es que la inves t igac ih de tal escrito trata al capita-

lismo en su existencia mbs abstracta y general , es decir , alude al a

tudio de la forma burguesa de producci6n en su nivel mas simple y - esencial. Precisamente, por tales argumentos lo explanado en la

obra fundamental de Marx posee la capacidad de auxilio para dar los-

pr imeros y m&s difi'ciles pasos en La aprehensi6n de La sociedad s i g - nada por la dominancia mercantil; as€, entonces, su utilidad radica en

la explicaci6n del contenido fundamental de esta forma social y no en

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L a exegesis dc sus variadas modalidades de prcsentaci6n nacional. Una

postura de csta naturaleza disiente con aquellas que se esfucrzan por

ubicar la elaboraci6n te6rica de Marx s610 como una escuela mbs del

pensamiento econ6mic0, Gtil para barnizar de cultura a los que deseen

cultivarse en La historia econdmica.

En e l plano de la comprensi6n del objeto de estudio de "El Capital" - no puede haber hesitaci6n alguna ya que no sdlo es el pr6dromo para-

el estudio del capitalismo, sino m5s bien es el tratamiento de la so - ciedad moderna en s u dimensi6n esencial. Esta Gltima se enriquece-

con el movimiento, del capital, por lo cual ratifica tendencialmente el-

contenido analizado por Marx en su abstracci6n mbs elevada; en tal di - reccibn, S e asevera que el capitalismo monop6lico no posee una e s e 2

cia distinta del premonop6lico (de manera interesada no hablo de c a e

ta l ismo Libre competitivo para no cargar Las tintas en el espacio cir-

culatorio) . Para no s e r entendidos de manera qqutvoca, resaltemos - que no es por la fe puesta en el hombre del Manifiesto Comunista por

Lo cual señalemos que en el imperial ismo no se a l tera de modo sustaSf

tivo la esencia del capital y, por tanto, se ratifica en grado de hiper

hole la relaci6n social de producci6n captada en su veta m b s profunda

y abstracta por Marx, Lo hacemos simplemente porque es eso Lo que-

se demuestra -en la pr6ctica. No es la lectura de los salmos de "EL -

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Capital" la quo provee esa verificaci611, antes bien, c s la realidad - misma, es el propio concreto desarrollado y complejizado quien muez

t r a ante la mirada del investigador la exacerbaci6n de la producci6n - de valor y plusvalor, el aumento de la sobrepoblaci6n relativa, el r e

crudecimiento de la tendencia a la valorizaci6n del valor, la cada vez

mayor transformaci6n de los productos del trabajo en mercancfas, el-

aumento del trabajo muerto respecto del trabajo vivo utilizado en e l - proceso laboral, la creciente enajenaci6n del trabajo y su prOdUCt0, e l

mayor grado de explotaci6n del trabajo asalariado etc. , etc. Eso di-

ce la praxis del capital, queda refrendado por su presencia en La s o -

ciedad; as€, pues, no surge de la creencia ciega en la palabra del a2

tor de "El Capital", S€ tal verbo lopr6 delinear con a l n h grado de - profundidad las tendencias del capitalismo, se convierte en una.,provo-

caci6n te6rica que no podemos evadir, a s € como no debe s e r eludido.

Newton en l a ffsica o Freud en la psicologi'a. Se tendr5 que acceder-

al cambio o mutaci6n de la sociedad, aun cuando no se desee asimi - lar La necesidad de transformaci6n de la realidad. Aunque S e suefie-

con La irracionalidad de mantenerse incólumes en la sociedad burgue - S a es ineluctable mancillarse con este baño "impuro" de captaci6n - cicntff ica, esto es , mojarse en las aguas de una lectura que a partir-

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de La criltica Logró advertir Los aspectos esenciales del capital.

El raciocinio de "Et Capital", extrafdo del enfrentamiento con La rea-

lidad y del esclarecimiento de la oscuridad existente en tas formas - que vetan la esencia de la explotacibn, es et pensamiento de La muta-

cibn radical de una sociedad fundada en et dominio mercantil , a otra-

"" en La c u d este signo quede sepultado. Hay suficientes razones, entcn

c e s , para evadir este embate cientfiico contra la mkduta del capitati2

mo, asf como existe necesidad en La trinchera tebrica burguesa-apelan

do a Laneutralidad o pureza de La ciencia-de sustituirla por otras 'lin-

terpretaciones" que soporten La subsistencia de La forma capitalista de

producci6n.

Evidentemente que La advertencia Lanzada por Marx De te fabula narra

- t u r : ( a tI se re f iere La his tor ia) es un acierto en et sentido mds abs-

t r a d o y general, pues, en su anfdisis del contenido de La produccibn-

burguesa encontramos tos rasgos mgs esenciales de La sociedad capi-

ta l is ta en el nivel de modo de produccibn, vate decir, hallamos tos - aspectos nodates de funcionamiento del capital en Las mds variadas - formaciones socia les de ese cargder . Por ta l raz6n, tanto e l e legas

te capitalismo ingles asf como su desaliñado accionar boliviano o ma-

condiano en general, son traspasados por et estudio realizado por -

23

Marx, de ah{ la importancia de su tratamiento.

5. - Totaliaaci6n y especificidad de La Crftica de La Economfa P o - la ica .

E s necesario pensar en la delimitación de la especificidad que posee-

la Cri'tica de la Economi'a Polf i ica, sin que ello signifique la negaci6n

de su visi6n totalizadora de la realidad que persigue aprehender; dado

que el problema es demasiado extenso s6Lo tomaremos una de sus - aristas. "En sf y para . s íy , no se trata aauf del mavor o menor ma-

do alcanzado, en su desarrollo, por los antagonismos sociales que re

sultan de las leves naturales de La producci6n capitalista. Se trata de

cstss leves mismas, de esas tendencias que operan y se imponen con

f6rrea necesidad. " (5 )0 Suena exkraño que Marx en su obra fundarnen - ta l cmita tat pensamiento precautorio, pues, indica que, no se ierar - quiza el prado al cual hayan arribado los principales antagonismos so

cialcs. Mayor extrañeza a h s i se considera que, precisamente , en

el contenido de su exposici6n te6rico-politica (Manifiesto Comunista), - s e asevera que la lucha de clases es el motor de la historia. En el

conjunto de su obra, de manera recurrente y con toda enjundia, expo-

ne que el grado de desarrollo de la contradicci6n social es clave pa - ( 5 ) op. cit. , pQg. 7 . , subrayado mro.

ra La intcLecci6n del movimiento real y para La ubicaci6n de La posibi - Lidad del cambio drdstico de La sociedad. Raro, pues, que en e l nu-

do de su obra te6rica desdefie o coloque en segundo plano La grada - ci6n de La anti'tesis clasista.

Pero, no sigamos con la Letra que marca cierto desprecio por esa a:

titud de Marx, tampoco nos pongamos en La postura de exigirle que - sea m6s marxis ta en este problema. Antes de hundirse en La preocu

paci6n por La desviaci6n u olvido del grado de la oposici6n de clases-

-insisto en grado y no hablo bnicamente de contradicci6n en general - e s imprescindible preguntarse si' la Crfiica de La Economia Polfiica - tiene como objeto especfiico de estudio a dicha mensura de la explo-

sidn social, es necesario conocer sf &La deber6 preocuparse por La - virulencia que adquiera el enfrentamiento entre burguesía y proletari,a - do. Si bien el. marxismo tomado como totalidad y no sdlo como pro-

blemstica anidada en la economia debe tocar y explicar los aspectos - relativos al movimiento y medida de La oposici6n social; sin embargo,

el objeto de estudio de "El Capital", junto a este el de la Crftica de-

La Economfa Polf i ica, posee caracteres mas circunscritos, asume una

especificidad m& definida. Ella S e ciñe a un mundo mds frfo y p8-

t r e o que el afiebrado territorio del grado de la contradiccidn clasista;

Se remi te al estudio gelido de las Leyes naturales de la produccibn a

25

pitalista. Vale decir, se ocupa de aquellas regularidades y tendencias

en las cuales se sustenta la propia polaridad social y, por supuesto,la

medici6n de su explositin. A s € , entonces, la ciencia que motiva nues - tro comentario debe lidiar de manera especifica con las Leyes natura - lcs del desenvolvimiento capitalista, ins istimos en naturales, atudiendQ

al cardcter objetivo .independiente de la votuntad de las personas, e+

to cs, al margen de Lo volitivo de la subjetividad individual.

No obstante, no jerarquizar el angtisis del nivel de la contradicci6n ca

pital-trabajo no quiere decir huir de modo abs otuto de tat temgtica,

do que no s e puede entender a cabalidad el fundamento de las antitesis-

de la sociedad y, c laro estb, su diversa gradacih, sin rozar la corn - prensi6n de Las leyes tendenciales de movimiento de la economfa. La - captaci6n de la especificidad de la mensura de La ebullici6n del antago - nis m o social puede lograr se por la vfa de la intelecci6n de m6Ltiples m2

mentos superestructurales, ya sean los relativos a la correlac i6n de las

fuerzas en disputa, conciencia de clase, organizaci6n sindical o partida-

r i a , modos de lucha, tsctica y estrategia de La clase obrera, tuici6n del

Estado sobre el movimiento obrero, mediaciones estatales para conge - Lar la lucha proletaria, validaci6n de formas democriificas o represivas

cn cl uso del aparato estatal etc,', Todas esas problemZiticas y muchas

otras, estar& supuestas para el estudio de Las leyes naturales de La di

26

n5mica capitalista. A pesar de todo, el an5Lisis de estas Gltimas no

se puede entender como la pureza virginal de la incontaminaci6n con-

otros momentos de La realidad.

Sin embargo, La especificidad de La Crfiica de l a Economi'a PoLitica no

puede asumir el estudio de todos Los elementos superestructurales co-

mo Los objetos analiticos hacia Los cuales deba apuntar s u atenci6n jk?

rgrquica. Ser& mGLtiples niveles, jurfdicog politicos, ideolbgicos, - educativos, etc., quienes deban atenderlos con mayor singularidad y - propiedad. Moraleja, b nombre de La globalidad la Crfi ica de La E=

ndmia PoLfiica no s e puede perder de vista S u objeto de estudio espe

j a a no evadir la perspectiva de La totalidad. Esta posici6n gnoseol6

gica exige un contacto mbs estrecho entre el conocimiento de Los diE

tintos planos de La realidad, sin renunciar a pulir el dominio de Lo - caracterfst ico de cada uno de ellos.

"EL paSs industrialmente mgs desarrollado no hace sino mostrar al - menos des arrollado La imdgen de su propio futuro" ( 6 ) Demasiados- ( O ) Op. cit . , pAg. 7 .

27

i l 1 l t . [ ) , j t )Y t l c tlcsviaci6n intcrprctativa podrfm goncrarsc y sc cultivaron

con basc a esta afirmaci6n. Los hay tan clementales como Los que - piensan que en el caso de Los capitalismos atrasados su futuro es no-

otro que el pleno desarrollo; de ser asf, Duvalier con sonrisa amplia

podrfa apelar a La calma y paciencia de los morenos asalariados hai

t ianos para esperar el arribo a un nivel de avance burgu6s equivaler

t e a l de Los Estados Unidos. E s t a que e s una caricatura en el juicio

no ha dejado de ser un Lugar c o m b - a h quedan algunos rescoldos-

en no pocos interpretes del movimiento capitalista de America Latina,

incluso, coquetas reflexiones de la izquierda S e han relacionado con-

c s a modalidad de raciocinio, en especial, aquellas que durante mucho;

tiempo exigfan no Gnicamente La dominancia S in0 La plena generaliza-

ci6ni La absoluta pres encia del asalariado industrial, como precondi-

ci6n para hablar de la revoLuci6n S ocial iata , dado que su inteleccidn

dc ta l t rans ic i6n S 6Lo podfa fundarse en el m& elevado desarrollo de

dcl capitalismo; Ahf queda' s u proposici6n con tos avergonzada y me

jilla sonrojada ante La evidencia de Las transformaciones producidas - en Cuba, por ejemplo."

-

Y a antes planteabamos que el objeto de anbLisis de "El Capital" es el

cstudio del modo de producci6n capitalista en su existencia mbs abs - tracta. En tal S entido, La intelecci6n del contenio de la sociedad bur

28

gucsa, Lograda con el auxilio ilustrativo d e Inglaterra, L o Gnico que -.

puede brindar a Los paises industrialmente menos desarrollados es cm

espojo del movimiento de la esencia. Su potencia explicativa se Lirni

t a r 5 a señalar el camino procesual de sus aspectos bbsicos, de modo

alguno puede sugerir que el futuro de las naciones menos desarrolla - das (8mhito del capitalismo atrasado) sea un calco forma1, provi:sto de

totlos Los detalles y especificidades adheridas al desenvolvirnicnto capi - talists del paí's industrial nente rnds desarrollado.

Recogemos como proposicidn tedrica fundamental el hechr) que el funci

onmniento del capitalismo en las dist intas formaciones sociales, s i - 1,icn amplfa la divers idad de formas o envolturas de existencia de l a

producci6n burguesa, no por ello evita que la dingmica de su n ~ o t i a l j - da.tl mAs desarrollada sea quien indique hacia donde cnfil.1 el nmvimien

to (2s encial del capital. Esa señaliza.ci6rl tlcl ruml lo grul:so d c La SI) - cicdad del trabajo asalariado es asumida por las respectivas realidades

capital istas de los paises menos desarrollados, repetimos, solamente

en sus vetas medulares. Entoccs el espejo aludido en la e -xpl icacih

dc Marx no pierde su utilidad en cuanto resume los dato; inherc?nte:-; - ~1 Lo bbsico del capital; los sintetiza muy a pesar de la Inultiplicacifin-

difcrenciada de formas nacionales, Las cuales ahque tengan fi jatlo su-

rumbo de esencialidad no tienen por que seguir el camino de la identi

29

/ . .- I.,:) abiearradn de la sociedad caDitalista.

Veamos com3 el propio Marx apunta sucintamente a

"E:n todas las demss esferas nos atormenta, al igual

este problema. -

q u e e n los restan -

tes pai'sses occidentales del continente europeo, no st510 el desarrollo -

d e la produccir in capitalista, sino la falta de ese desarrollo. Ademds

clc: las miserias mldernas , nos agobia toda una serie de 1-niseri.as h e -

redadas, resultantes de que siguen vegetando m'Jdos de producci:Tn ve-

trlst . )s , meras supervivencias, con su cohorte de relaciones s:,c:iales y

poli'titicas anacr3nicas. No sdlo padecem3s a causa de los vivos, sin:)

tarnl,i&n d e los m:lertns". Si bien el fendmeno de 1.a produ(.:cidn - - (7)

t)ttrL:klcsa debe estudiarse desde el punto de vista de su dominatlcia, va -

le d e c i r , s e r 1 ei'do en sus aspectos esenciales desde la dptica del t o d o

m b s complejo o desarrollado que s e desnuda en su simplicidad. n : ~ p : ) r

C L L O t l c l ~ c : descartar La perspectiva del abigarramiento de Las formas de p,ro - duc .c : i : <n exi.stentes al i,nterior del. capitalismo. Este 6ltirn) no e s ni -

r n u ( : h r ) m e w s el dnminio pur3 y casto de la sola presencia tic las rela -

(:i,,nes s : ~ < - i a l e s de produccio'n asalariadas. N - ) acuntece asi' ni en e l -

espacio de la f :)rrnaci:in social espedfica, cam) t a ~ n p o c o en el marc:

( 7 ) ()p. ci t . , p d g , 7 , subrayado m&.

30

m& extenso del mercado mundial; en uno u otrc caso la situacidn es anglo -

!:a, dado que subsiten una multiplicidad de estadios de desarrollo que -

muestran aunas sociedades -o esferas- como la sustantivacidn del ade-

lanto y colocan a otras como la ilustracibn del atraso.

El andlisis de la forma capitalista que proyecta desentrafiar las tenden-

cias de su movimiento enfila su fuerza escudrifíadora hacia la compren-

sidn de su dominancia, no obstante, tal sentido de lo dominante no debe

entenderse en la mera postura investigativa de la orfandad y exclusividad

de aquello que se entiende como bdsico, Este estudio exige penetrar, - inclusive, en la aprehensidn de los variados elementos conformantes de

la totalidad, por tal circunstancia, el privilegio interpretativo aunque s e

concentra e n e l espacio de lo fundamental, debe hacerlo desde la pera-.

pectiva de la conexi6n y funcionalidad que posee con el conjunto de r e -

l a c b n e s de produccidn que coadyuvan a definir la estructura econbmica

de la sociedad analizada. Insistamos en esta idea. Formulamos que - el aspecto t e d r i c o nodal de la inteleccidn del espectro social apunta a

dar luz sobre los caracteres vitales, vale decir, definir su esenciali"

dad: sucede, sin embargo, que tal dominancia sblo puede asumir dicho

papel p o r estar incrustada en un mundo disf'mil, abigarrado. Aprehen-

der globalmente la realidad objeto de estudio, impele a profundizar en

la diversidad, impulsa a develar lo heterogdneo y variado de la estruc

31

tura econdmica.

La mirada analrtica lanzada a la complejidad no se remi te a lo ininte-

ligible de múltiples islotes hukrfanos de ligazdn con la familia social ;

por el contrario, t iene correspondencia con un archipiklago productivo - cuya situacidn y movimiento proviene, fundamentalmente y sin rnecanicis

m0 alguno, de las corrientes marinas de lo sobresaliente. Equivale a

indicar que la supervivencia de viejas formas de produccibn, aquellos

resabios de relaciones sociales pasadas, no poseen fluidez por su sola

dindrnica D exclusivo impulso, antes bien, estdn preiiadas por el eldn -

de 10 d:)minante, por lo tanto, su virginidad es mancillada debido a la

vida promiscua que llevan en el lecho omnipotente del capital.

Dado que las energfas investigativas se orientan a desnudar la dominan

cia y escarbar los males -no le otorga sentid:, Ctico- provenientes del de

sarrollo capitalista, asimism3, es ineludible que pugne,n por escudriiiar

1 ) S problemas emanados de la ausencia o anemia de las relaciones burgue

sas de produccidn. Analistas de esta problemAtica y gente de corazdn

tiernv que visualizan las miserias surgidas de la fragilidad del desen--

volvimiento del capital, se ven en la necesidad de enseñar los caminos

mds apresurados c) irreflexivos para destruir tales anacronismos. Per

sonas de ese sentimiento puro postulan que no es posible v i v i r la deshe

redad cultivada p o r el potenciamient3 capitalista junto a las carencias -

- -

-

- -

32

de

13

de

la debilidad de s u expansidn. P u r ello, sugieren la eliminacidn de

E n otra fuente, el discurso marxista posee un sello diferente, pues, si

bien n:) es adverso al desarrollo ni a la destruccidn de lo anacrbnico,

s i n embargo, no lo hace aceptando la hipdrbole de la compresidn del - hombre emergente de la amplificacibn capitalista. Pretende eliminar -

la pareja de miserias postuladas anteriormente, busca destrozar la des -

gracia sin dar su asentimiento a l o s renovados mutilamientos brotados

del recrudecimiento del trabajo asalariado. E n suma, se dirige a de-

r ru i r la sociedad burguesa sin negar el desarrollo, crucifigar al capi-

tal y su secuela d e tormentos , borrando, a la par, los sufrimientos

provenientes de la subsistencia d e formas pasadas de producción. claro

eatá, ese intento está mediado por la comprensión de la realidad como

totalidad, por la intelección d e lo dominante-desarrollado a s i como de

lo anacrónico. Y, por supuesto, de la conexión articulatoria existente

entre ellos.

33

8. - Conocimiento y transformación. La asimilación de la experiencia.

I ' Una nación debe y puede aprender de las otras, Aunque una sociedad

haya descubierto la ley natural que preside su propio movimiento - y el

objeto último de esta obra es, en definitiva, sacar a la luz de la ley eco-

ncimica que rige el movimiento de la sociedad moderna -, _no puede saltar

se fases naturales de su desarrollo ni abolirlas por decreto. Pero puede

abreviar y mitigar los dolores d e l parto. " ( 8 ) No cabe duda, aquí tenemos

aglutinadas algunas problembticas, sin seguir el orden d e su aparici6n nos

ocuparemos de resaltar o , en su caso,de insistir en ellas.

Recordemos que el esfuerzo de Marx s e despliega hacia el descubrimiento

d e la ley- o conjunto de ellas- natural que preside el movimiento d e la 8 2

ciedad capitalista, ello implica la realización de labores que trascienden

el. marco fotográfico, por lo tanto, se orientan al andlisis y no solamente

a la descripción del accionar del trabajo asalariado. Ea sabido que no - - I_ e a suficiente mirar las formas y sinuosidades correspondientes al capital,

al contrario, se trata d e comprender el porqué d e tales aristas o filos - cortantes del valor valorizado en funcionamiento, Interesa escarbar, por

la vía d e la profundización teórica, la internidad y contenido de la socie - d a d burguesa.

-

( 8 ) op. cit. , pdg. 8.

34

culas la historicidad de los fenómenos. Sin embargo, la extrafieza

se disipa con abundancia a lo largo de la obra misma, dado que - -

é11a no borra lo histórico sino mds bien l o exalta como elemento cla - ve para la intelección del objeto de estudio. A s í , entonces, ya que

no se desdeira a la historia, debemos entender en otra perspectiva la

propuesta de lo natural de la ley de desenvolvimiento de la sociedad

moderna, ésa no es otra que la correspondiente a la objetividad de los

procesos acaecidos en la realidad. Estos Último8 poseen un cariicter

objetivo que encarna en leyes de igual aspecto, esta postura analítica

se opone a aquellas que entienden dichas tendencias como resultado de

la voluntad del individuo. L o volitivo de la subjetividad de los lobos

esteparios no define el curso del capital, antes bien, el capricho ais-

lado est5 confinado al plano de la lírica, la posibilidad fie posar sus - pies en lo real est5 constrefiida por lo objetivo-natural de la sociali -

dad de esas leyes, las cuales, sin clemencia alguna, toman de la mano

a los sujetos particulares y l o s obligan a cumplir su dindmica tenden - cial.

Si bien e s de importancia extrema la inmersión en los espacios esen-

ciales del capitalismo para conocerlo y es admitida la necesidad de - -

35

de asirnilar con fineza sus leyes de desenvolirimiento, resulta curioso

que tal dominio teórico de su matriz fundamental no sirva para auxi -

l iar al proceso de su transformación; pues, parece que Marx viste - -

ahora con l o s colores mss puros del reformismo, dado que formula -

1.a imposibilidad de la sociedad de saltar o abolir por decreto las fa -

s e a naturales de EU desarrollo. De ser asr, debiese aceptarse que la

factihilidad de las mutaciones dialécticas est5 negada, por lo tanto, - - las puertas del cambio quedarían clausuradaa y, junto a tal cerrazón,

la revolución no ser ía una cuestión del orden del día histórico actual.

Si insistimos en la lectura textual de lo afirmado por Marx, m i s - -

aún, si aprobamos una comprensión limitada y al pie de la letra, fue-

ra del contexto de la globalidad de sus proposiciones, si confiamos - sólo en la fuerza de las palabras comentadas y no en el razonamiento

m68 general que tiene implicado, debemos ratificar la conclusión que

ya esbozamor antes. Ella se asocia a una intelecci6n rígida y lineal

d e la historia; a la usanza definicional de Stalin, tendríamos que coi“

cidir con la procesión de pesados furgones señalizadores del camino de

la historia, cual aceptación de una ordenanza militar deberíamos as2

mir una sucesión gélida de modos de producción. L a gravedad de tal

desfile - radicaría en la imposición de las fases naturales sobre la ac--

” tuaci6n social de l o s sujetos. Respeto por la naturaleza y desdén por

36

.“._I

el hacer transformador d e l hombre, sería la exigencia inapelable d e -

una apreciación estrecha de las formulaciones que comentamos. E n -

ese sentido, los pueblos del capitalismo atrasado se verían obligados

a tomar el Valium d e la paciencia para esperar, cual coronel que no

tiene quien le escriba, la l legada d e la carta indicativa d e l pleno desa -

rrollo d e l capitalismo, sólo entonces se podría pensar en avivar el - amor por el rojo transformador de la explotación en un mundo nuevo

que expulse definitivamente la expoliación d e una clase por otra.

No obstante, uno de los aportes fundamentales e n el discurso d e -

Marx es el relat ivo a la generación d e una renovada visión gnoseol6 -

gica, una forma revolucionaria d e enfrentamiento con la sociedad; esa

modalidad de pensamiento no posee toda su potencia en la sóla posibili - dad d e captación del mundo por la vía d e la abstracción, ni siquiera

radica -.n la determinación d e los aspectos nodales d e la realidad, - -

pues, bien se pueden conocer los datos esenciales d e la materia d e -

estudio e inclusive reproducirla perfectamente por la vía del pensamien -

to y, sin embargo, ello no altera la tozuda presencia d e dicho fenó - meno, el cual en lugar d e dífuminarse podría expandirse. No se Pequie - re a r r i b a r a las suti lezas d e la dialéctica para obtener ese magro re aultado, no pocas corrientes teóricas distintas al marxismo realizan el

ejercicio de exponer lo real por medio de la utilización 3e conceptos

37

que concentran los resultados de sus abstracciones. La personalidad

propia del raciocinio de Marx se liga al hecho central de que s u ob-

jetivo de estudio no queda anclado en esa reducida labor especulativa,

antes bien, se dirige a trastocar la realidad que pretende aprehender,

avanza hacia la transformación del objeto analítico que lo preocupa; en

- el mal sentido, no se l imita a conocer en la vertiehte de aquellos que

contenido para la mensura del conocimiento, dado que asocia éste con

el cambio. Evit'entemente, este es otro territorio gnoseológico que - "

abreva en las aguas del conocer como la sinonimia del transformar. -

Podríamos decir, haciendo gala de insistencia, que la interpreta

ción del mundo en el discurrir de Marx esta preñada de la noción de

transformación, se une a la revolución corno necesidad de su propia - 1Ggj.ca interna. Aun sabiendo ello, sigue pendiendo sobre nosotros la

fucrza d e la aseveraci6n que señala la imposibilidad de las sociedades

para saltar las fases naturales de su desarrollo, así como la imprac -

ticahle abolición de las mismas por decreto, muy a pesar de haber - - quedado al descubierto la ley que explica su movimiento; por ese mo$

v o y con justificado desencanto debiesemos preguntar Para qué toda

la labor de interpretación teórica de lacsociedad, s í e s que ésta debe

poseer ciego apego a la dinámica que le dict.aminan sus estadios natu -

38

rales de desenvolvimiento? ,J Para qué la ciencia social? L P a r a qué

la Crítica de la Economía Política? La anuencia a que el r ío de la

naturaleza siga su curso al ritmo cansino de su transitar, empuja a - la negación del r o l que posee la asimilación científica como instrumen -

to de la mutación revolucionaria de la realidad; mas, ese no es el - caso que demuestre la experiencia social, por el contrario, élla indi-

ca que el salto dialéctico del cambio ha sido dado como regularidad - en sus dominios. El estallido aperado en la germinación de los p r o -

cesos transformadores en la Unión Soviética, Cuba, Viet Nam,' son - -

bofetadas inapelable8 que - con todas sus limitaciones, carencias y - desviaciones, porque no existen los santuarios de la puridad; aún con

. la mutilación de ser- apenas socialismos reales" - denotan la af irma - ción radical del trastocamiento de la realidad social. Estas conmocio-

nes preci san auxiliarse con la búsqueda del conocimiento teórico del - concreto a violentar, Dues. ésa es de tal d - modificación de raíz ocurra exitosamente.

Vale la pena mostrar que, si bien el dominio científico de la rea - lidad es una premisa para su dislocamiento, no por esa raz6n se an-

toje pensar que la ciencia social, o en singular la Crítica de la Eco - nomía Política engendre milagros; su apreciación del horiaonte de - -

transformación tiene validez al interior d e las condiciones objetivas - prevalecientes e n el concreto real investigado, éste marca los límites

39

q1le se deben imponer a la acción subversiva, a s í como coloca barre-

ras al empirismo o voluntarismo utópico, pues, es conocido que am -

bos, - cargados de las mejores intenciones- se lanzan de bruces y - - con 10s ojos cerrados a la realización de actividades que procuran BE

pultar este mundo, sin preocuparse en lo mínimo por conocer aquello

que buscan derruir. Pueden ser los objetivos máximos o elementales,

1.0 cierto es que ellos deben de ser cernidos por el cedazo del cono - cirniento científico de la sociedad. Poco valiosa sería la furibunda - - emoción de un Espartaco figurado que agite las banderas del socialis-

m o , cuando la base real , con su carente socialización del trabajo y

ausencia de condiciones objetivas, exprese que el camino hacia la - - dictadura del proletariado es aún muy remoto, por lo tanto, no e s - - susceptible de ser planteado como la finalidad política de los esclavos

rebeldes. Tampoco el alzamiento del Tupaj Amaru podría plantearse

con racionalidad la búsqueda de la meta socialista; a uno u otro pro-

c e s o d c subversión el concreto viviente les fija el horizonte de muta-

hi1 id ad.

L o s casos revolucionarios triunfantes, expresión práctica de la - -

cxiatencia de saltos dialécticos de la sociedad, no tuvieron ni al v o l ~

tarismo ni al empirismo como a sua principales protagonistas o pro-

genitores. Fue la captación científica de lo real la que facilitó la -

40

_. " .

realización de los procesos que gestaron su ruptura radical; pero, - -

aconteció a s í porque el propio concreto enseñaba esa posibilidad d e -

mutación, la señalaba como algo objetivo y no sólo como un sueiro fe bril inalcanzable. El pensamiento de Marx circula por estas sendas

y no por las vías de la reforma, pues, expresa que la sustítuci6n - de una forma social por otra puede ser alcanzada únicamente por me-

dio de la revolución que asalta el poder políticoy destruye la maquí - naria estatal, encaminándose a s í a la el iminaci6n de las c lases socia

les . Si esta modalidad de intelección del problema caracteriza su ra - zonamiento, entonces, las denominadas fases naturales'! del desarro - 110 no son sino sustantivaciones de las condiciones objetivas que deli-

mitan los marcos en los que se pude e fect ivizar e l cambio.

Definido ese contexto teórico, el tránsito de un estadio a otro - opera sin rendir pleitesía a ninguna linealidad de sucesión histórica,-

pues, supone en su entraña al mecanismo revolucionario como su ins -

trumento realizador. Este último queda constreKido, sin embargo, a

las l ibertades y trabas que l e imponga BU propia realidad, pues, la - asimilación cienti*fica de élla no e s p e r - s e la vara divina que la vio-

lentajesa apreciaoibi del concreto'lo que permite es solamente la abre-

viación o mitigación de loa dolores del parto de una nueva sociedad. - Expresado con brutalidad, 13 aprehensión por medio del pensamiento -

41

del objeto a transformar logra ahorrar múltiples vidas y deprimir el

n6mero de cruces en el camino de la revolución. Potencia y hace - - m á s efectiva la emoción de la subversión, pues, junto al violento pal-

pitar del corazón dvido de cambio, introduce a la razón que penetra

en el estudio de sus posibilidadea, ubica a dicho amor en el territorio

de la ciencia social. E n esta dimensión analítica es justo proponer

que unas naciones pueden s e r , con su experiencia, los laboratorios - de otras; el dominio teórico de sus respectivas prácticas permite - -

comprimir la ruta del aprendizaje necesario para la cobertura de las

labores encaminadas a destruir la relación de explotaci6n. Bien sa-

bemos que cada formación social posee sus tonalidades propias, per-

sonalidad específica, no obstante, el conocimiento-transformacibn de

ellas invita a las dembs a la no repetición de los errores incurridos

en dichos territorios nacionales; el dominio de éxitos o k a c a s o s inhe - rente8 a los procesos acontecidos en cada país es elemento básico pa-

- ra complementar y moldear una visión más global y precisa de la - - -~ teoría revolucionaria. Por esta razón, la exégesis de los casos par

ticularea no se encierra en los límites de su folklore nativo, por el

contrario, deja el mundo del provincianismo para dar su cuota parte

a la tarea de interpretación y cambio de las realidades más distintas.

D e ese modo, las naciones están obligadas a aprender de las demiis,

m b s aún, deben escarmentar en cabeza ajena para aligerar las trabas

42 , ." .

de su comprensi6n y, bdsicamente , para disminuir el costo en vidas

de la transformación.

9. - Enfrentamiento con la relación social no contra 108 individuos.

I I Dos palabras para evitar posibles equívocos. No pinto color de

rosa, por cierto, las figuras del capitalista o el terrateniente. Pero - aquí sólo se trata de personas en la medida que son la personificaci6n

de categorías económicas, portadoras de determinadas relaciones e --

intereses de clase. Mi punto de vista, con arreglo al cual concibo - como proceso de historia natural el desarrollo de la formación econó-

mico-social, menos que ningún otro podría responsabilizar al individuo

por relaciones de las cuales 61 sigue siendo socialmente una creatura

por más que subjetivamente puede e leaarse sobre las mismas. ' I (91 - E s importante como dificultoso tratar a las personas en la realidad - concreta, el enfrentamiento con éllas debe poseer determinados rasgos

específicos en el territorio de su aprehensión teórica, no 8610 en el - plano de la Crítica de la Economía Política, sino m i s en general en el

dilatado. espacio de la ciencia social. L a definición del contacto con la

figura del capitalista, terrateniente u obrero, habra de ser consecuente

con el trato del contenido de los fenómenos para no de8viarse por la - senda de su apariciencia inmediata.

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La cotidianeidad puede presentar a no pocos capitalistas atlstéros,

moralistas en extremo, quizás filántropos, amantes de la buena música,

delicados de trato- y muchos otros piropos figurados que les lanza Marx

al tratar esta temática-: Si el juicio del capital dependiera de lo que

hay de subjetivo en las personas, incluso de su conducta cotidiana, en - tonces, no habría por qué desear la cruz de la defunción para el valor

valorizado Sin embargo, aunque los capitalistas individuales estuvie-

ran colmados de múltiples atributos de bondad y ternura, no por ello

d e j a n d e ser encarnación viviente d e determinadas categorías econ6mi - cas, portadores d e una específica relación social. Como a tales debe

mirárse los , no agotarse en la admiraci6n d e sus dones personales, - a s í como no llenar d e acidez el espíritu por el desprecio exacerbado a

la representación personal del capital; porque semejantes emociones -

pueden conducir a no reparar en la correspondiente repulsa que se debe

poseer por la relación de producción d e la cual son sus expositores.

De nada serviría l lenar el cuerpo d e bilis encendida por el odio - singular a un Rockefel ler , Ford 10 cualquier personificaci6n d e la bur-

guesía, si es que tal aversión no se dirige contra la expoliación de - una clase por otra. Cúal sería la eficacia de la antipatía contra cier

to8 individuos aislados, ya sean estos burgueses concretos de determi

nado nombre y edad, administradores del capital, presidentes y su - - ( 9 ) O p . ci t . , pág. 8.

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cohorte ejecutiva, felones de uniforme, cl8rigos de abdómen abultado;

cugnta ser ía la paz interna de los odiadores al ver todos esos apelli-

dos cambiados, sustituidos por otros de mejor talante o de encorvada

figura; obviamente, el descanso sería no otro que el brindado por un

analgésico social y de ninguna manera significaría la quietud emerge;

te de la presencia del antibiótico o cirugía radicales que extirpen la

infección de una relación productiva fundante de la desigualdad. De

tal forma, se nota que la problemstica no puede anclarse en la com-

primida dimensión de la lucha personal, dado que ésta no deja de - -

ser el aspecto fenoménico u ocultante del contenido de la sociedad que

s e desea rebasar.

No obstante, no pongamos rosas en nuestras manos, ni espere-

mos que exale perfume la voz, ya que si la demolici6n del capitalis-

mo precisa que, a la par, se desmoronen y expulsen algunas personL

ficaciones del capital - históricamente ésta ha sido la norma- no se

debe tener temor en el reencuentro con la fiereza de una remozada - guillotina que lance a la oscuridad del pretérito a quienes detentan el

poder del plusvalor. Pero, insistamos, el cambio de mandos, el ma

quillaje de l o s poderosos, no significan de por r í la irrupci6n de la - revoluci6n, no en balde cotidianamente hemos vivido alegrías inconme-

surables al ver retocados ciertos gobiernos, variadas las figurar del - poder, decoradas las miscaras de la explotaci6n y, al cabo del tiem-

pot hemos sufrido con mayor virulencia el impacto de las dictadurar

.

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Siguiendo esta l ínea, aunque suene a terquedad no está demás recordar

q l t c es irnprt?scindihlt? eludir la sÓla vindicta contra la apariencia de la

explotación,

c ont enid a - vía, aunque

vivencia del

cxpol'iacibn y

pues, la mutación del patrón maloll al ' I bueno" tiene - - en el de curso histórico- el retorno al primero. Mbs toda - pudiera ser el devenir tan galano que posibilite la super - amo bondadoso, no por ello se elimina la esencia de la - sus categorías expresivas. De lo que se trata, entonces,

ser& no sólo de baldar al poderoso sino eliminarlo de raíz, expulsarlo

de la realidad. Unicamente as í se podrs pensar en la fundaci6n de - una nueva sociedad.

La eliminación de una categoría econ6mica, por ejemplo del - - plusvalor, precisa la desarticulaci6n y destrucci6n de la relaci6n obje

tiva que la soporta, solamente tal enjundia permitir6 borrar sus asula

da8 o aúreas personificaciones. El deceso de esa relaci6n de produc-

ción, en este caso capitalista, proveniente no del suicidio de 621a rino

d e la energía de l o nuevo que busca sepultar la desigualdad, puede per

mi.tirse el lujo de la mansedumbre, vale decir, tiene la capacidad de

admitir la subsistencia de ciertos apellidos que recuerden el pasado. - Sin embargo, estos cadáveres vivientes, estos muertos respirando en

el presente no serán más la puesta en escena del pretérito, tampoco - deber& ser incordio8 que inyecten vida a la explotación. S e r h nada

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mas que nombres provistos de un nuevo contenido, representaciones

d e un mundo revolucionado. Podríamos decir que tales Arboles genea

lógicos tienen que asumir, primero, la marca de la plebeyización, y

luego, transitar a La rica cuanto transformadora socialidad de apelli-

do común.

No olvidemos que la realidad es mds escabrosa que. nuestros - buenos deseos, pues, la subsistencia de esas personas, cuando no ha

variado todavfa s u contenido, adquiere un nivel pernicioso que rebasa

a la carneril f igura del resabio. Esto es, cuando 6110s se asocian

aún a las reminiscencias de c ierta relación social que se res i s te a - palidecer, en los caso8 que demuestran ser encarnación del viejo - - poder que e s t e r c o a doblar sus rodillas, en dichas situaciones tal - - permanecencia es nociva al intento de eliminación de las diferencias - aociales : pero, no se nos entienda mal ni se nos mire como la cor-

porificación del odio y la maldad redoblada, simplemente decimos que

esa presencia es una traba al nuevo orden, no por el peligro de la - genealogía en s í misma, no por el temor a las individuaciones de la - relaci6n social que se pretende derruir, sino por el sólo hecho que - 6110s no pueden dibujar su existencia en un terr i tor io en el cual no s e

ha hendido con suficiente profundidad la fuerza destructiva de la socie

d a d sustentada en la explotación. Se precisa, como requisito bdsico,

evitar la diplomacia de la tibieza, cortar la tdctica del perdón que -

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insufla de vida al pasado;-l_a potencia quirúrgica no debe admitir que - la

oscuridad se revitalice cortando el oxígeno a la vida del futuro. El - camino d e la transformación revolucionaria no e s un sendero colmado

de nardos, hay necesidad de cortar las espinas que favorecen la expo-

liación, 8610 tal postura permitir& que también 10s cuerpos del ayer,

desprovistos ya de su vieja sangre, puedan vivir en el mundo del pre - sente gozando de la comunidad de la igualdad,

:?ablamos ya de las persoilificaciones del capital, no dejemos de

hacerlo ahora sobre las encarnaciones del trabajo. Dado que el prole

tariado como clase es la identificación con la transformacidn o e s la - sugerencia de las posibilidades del cambio; su individualidad debiera - ser la f iel depositaria de tales caracteres esenciales, s in embargo, l o

obrero entendido como persona, cual subjetivación-islote bien puede s e r

la manifestación del conservadurismo, expresión de la indisciplina, s í E

bolo de la animadversión por la verdad o atentado contra la solidaridad.

Esta sumatoria de desviaciones respecto de la categoría, esos ale ja - - mientos de lo ideal no dejarían de desmoralizar a quienes tengan en la

mente la mezcla de un fetichizado concepto de lo proletario confundido

c o n la existencia carnal del mismo. Por esta razón, es exigible la - desmixtificación "" del obrero como individuo; es necesaria la aceptación

que la clase convertida en E U átomo conformante muy bien puede com-

portarse de un modo totalmente refiido a lo revolucionario. La actua

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ción del asalariado aislado no sería extraflo que sea disl'mil a lo que

la categoría económica como colectivo sefíala, esto es, distinta de su

ponderación como clase social. Inclusive, considerada en este últi-

mo nivel, en determinados momentos históricos, desdice al contenido

transform t ivo que como tendencia posee.

A s í pues, en el espacio de lo individual - dirl'amos con tono mds

exigente, ni el mundo de lo social- es totalmente equívoco asimilar lo

proletario como el santuario de la puridad, es erróneo identificar a la

persona obrera con la existencia de la virginidad a ultranza; a s í como

tampoco se puede exigir per-se el paredón para el capitalista estepa -

rio por el sólo hecho de ser burgués. Ni una cosa ni otra, mds bien

diríamos que el raciocinio llevado al marco de la socialidad enfila a

formular la dilución del capital como fenómeno social de producci¿n, - apunta a la afirmación de lo proletario como condición de¡ cambio que

abre las vías para la gestación de una sociedad desprovista de la pre - sencia de las clases sociales.

E n esta forma de encarar el problema se advierte que la individua -

ción del asalariado no queda entendida como la sinonimia de la revolu-

ción, únicamente alcanza dicha estatura como clase encaminada al logro

de su objetivo histórico, como colectivo solidario con la intuición de -

liheración latente en todos los explotados. Por esto, el tratamiento de

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la desmiatificación de lo proletario como persona indica que no toda - m a n o callosa es expresiva de la tersura de lo revolucionario, las - -

hay muchas que blandieron el puñal contra su propia hermandad y

no faltardn otraa que habrán de asumir un papel similar.

Diluir la magnificación d e l individuo entendido como erial d e - -

- aialsmiento, p:roponer la socialidad como sujeto - .no significa ausencia

de respeto por el hombre, ni quiere decir hollar su capacidad creati-

va- ea la médula de la comprensión del deaarrollo d e la formación - - - económico social corn o un proceso de historia natural. Reforzar el

cri terio de la intelección d e l movimiento del capital como fenómeno -

objetivo, munido de fuerza y violencia de ley natural, diferente al yer - mo del capricho subjetivo, ea el contenido del andlisis presentado por

Marx. P o r tal razón, no s e podrd cargar en las espaldas del Robinson

obrero o burgués l a a maldades del régimen capitalista d e producción.

E s t a modalidad de lectura de la realidad conduce a catalogar al -

elelnento celular como una criatura engendrada por la dindmica social,

guiada por el influjo d e l impacto de hechos colectivos; por dicha cir-

cunstancia, el devaneo peraonal no ea el culpable del desenvolvimiento

de la sociedad. No obstante, -y es te es también un elemento pivotal d e

la reflexión- es el propio hombre, agigantada su figura en la dimensi6n

d e clase organizada, vale decir, transformado en fuerza material, quien

puede modelar el concreto que l o circunda, coronar su antojo en el -

valle de la historia, por tanto, ratificar o modificar en c i e r t a s c i r -

cunstancias la relación social en la cual está inmerso. E s este el sen

tido profundo de la intelección del hombre como ser transformador, ge

nerador del cambio, en consecuencia, sujeto revolucionario.

No en vano esa personificación del trastocamiento social da lu-

gar a engendrar situaciones que " Revelan cómo hasta en las c lases

dominantes apunta el presentimiento de que la sociedad actual no e s - inalterable cristal, sino un organismo sujeto a cambios y constante - - mente en proceso de transformación. I ' (10). Pero , aunque estas - clases posean esta intuicidn, no debemos olvidar que su actividad - -

prdctica las impulsa a defender sus intereses, por tal motivo, las - -

convierte en militantes de la quietud, en saoerdotes del estancamiento . D e modo que no dejan de ser, colectivamente consideradas, adversa - riasde las alteraciones de lo social. Son, entonces, los explotados , - qllienes deben trocar esa percepción, desde su propia perspectiva, en

conocimiento científico, convertirla en praxis transformadora para de-

sarrollar procesos revolucionarios que enfilen hacia la destrucción de

toda sociedad basada en l a desigualdad y en el dominio de los hombres

por los hombres, así éstos reclamen gobernar en nombre de la mayo-

(1 O ) Op. cit. , pdg. 9 subrayado mío.

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México, D.F., a 25 de junio, 1983,

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