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Manual
de Liturgia
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CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO
Manual
de Liturgia
Volumen III
a elebración del M isterio Pascual
Los Sacramentos; Signos del Misterio Pascual
rlos Abad - G ilson de Cam argo CM
Miguel Angel D Annibale - Conrado Fernández
Héctor Muñoz OP - C ristian Precht Bañados
Roberto Russo
LELAL III
Bogotá,
D.C.
- Colombia
2001
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Con las debidas licencias eclesiásticas.
© Consejo Episcopal Lat inoamericano, CELAM
© Departamento de Liturgia
Derechos Reservados
Carrera 5 N- 118-31
Apartado Aéreo 51086
Email: ce [email protected]
Teis: (571) 6578330, 6714789
Fax: (571) 6121929
Bogotá, D.C., 2001
ISBN Obra completa: 958-625-444-5
ISBN Volumen: 958-625-528-X
Diseño Carátula:
Diseño CELAM - Carol ina Salazar
Diseño y Diagramación:
Dor is Andrade B.
Imp resió n: Lito Camargo Ltda.
Impreso en Colombia - Pr inted in Colombia
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PRESENTACIÓN
publicación de este Ma-
nual de Liturgia, que ahora tenemo s la alegría de presen-
tar, es una respuesta, madurada a lo largo de algunos
años, a un deseo reiteradamente expresado por el CELAM
en sus últimas Asambleas Generales.
Aunque hoy día hay una rica bibliografía litúrgica y mu-
chos manuales de importantes autores, un grupo de
liturgistas latinoamericanos se dispuso a elaborar el pre-
sente Manual, con profundo espíritu de fidelidad al Ma-
gisterio de la Iglesia y riguroso s entido científico y sensi-
bi l idad pedagógica. Los diversos autores procuraron
presentar los temas de modo de reflejar nuestra realidad
eclesial y rescatar especialmente las enseñanzas expre-
sadas en las Conferencias Generales del Episcopado
Latinoamericano y Caribeño, buscando de esta forma
expresar las carac terísticas y la índole de las Iglesias de
nuestro co ntinente.
Todo el Manual está construido a partir de la dimensión
celebrativa del misterio pascual que se actualiza en la
vida del Pueblo de Dios. De aquí el título de todo el Ma-
nual: La Celebración del Misterio Pascual. El misterio
pascual de Cristo es el centro de la historia de la salva-
ción y, por lo mismo, es el objeto principal de la liturgia.
Envuelve toda la vida de Cristo, y la vida de todos los
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ABREVIACIONES SIGLAS
AA.W . Autores varios
ADAP Asam bleas Dominicales en Ausencia
de P resbítero
CD Christus Dominus
CEC Catecismo de la Iglesia Católica
CELAM Consejo Episcopal Latinoamericano
CIC Código de Derecho Canónico
CNBB Conferencia Nacional de los Obispos
del Brasil
CO Ceremo nial de los Obispos
DEC OS Departamento de Com unicación Social
de l CELAM
DP Documento de Puebla
DS
Denzinger Schoenm etzer
DSD Docume nto de Santo Domingo
DV Dei Verbum
EA Ecclesia in America
EDIL I; II Ench irídiort de Instaurationes Liturgicae
EF
In Ecclesíasticam Futurorum
EL Ephem erides Liturgicae
EM Eucharisticum Mysterium
Ench Enchiridiori. Documentos litúrgicos
posconciliares
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SIGLAS USADAS
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Documentos
SC
Sacrosanctum Concilium,
Constitución
del Concilio Vaticano II sobre la Sagrada
Liturgia, 1963.
Med - CELA M, La Iglesia en la actual transformación de
Am érica Latina a la luz del concilio. Con-
clusiones de la II Conferencia del Epis-
copado Latinoamericano, M edellín, 1968
(Documento de Medellín).
DP - CELAM, La evangelización en el presente y en el
futuro de América Latina. II Conferencia
del Episcopado Latinoamericano, Puebla,
1979 (Documento de Puebla).
SD - CELA M, Nueva evangelización, promoción huma-
na, cultura cristiana. IV Co nferencia Ge-
neral del Episcopado Latinoamericano,
Santo Domingo, 1992 (Documento de
Santo Domingo).
Otros
CNB B Conferencia Nacional de Obispos de Brasil
CELAM Conse jo Episcopal Latino Am ericano
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AUTORES
Volumen III
Carlos Abad Argentina
Gilson de Cama rgo, CM Brasil
Miguel Angel D'Annibale Argentina
Conrado Fernández México
Héctor Muñoz, OP Argentina
Cristian Precht Bañad os Chile
Roberto Russo Uruguay
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La iniciación cristiana
se realiza mediante el conjunto de tres sacramentos:
el bautismo, que es el comienzo de la vida nueva;
la confirmación, que es su afianzamiento;
la eucaristía, que alimenta al discípulo
con el cuerpo y la sangre de Cristo
para ser transformados en EL
OCEC 1275)
12
.1 L a i n i c i a c i ó n c r i s t i a n a
12 . 2 Desar ro l í o
h i s t ó r i c o
d e
la
in ic iación
c r i s t i a n a
12.3 La
i n i c i a c i ó n
cr i s t i ana de adu l tos
12.4
E l
b a u t i s m o
12 . 5 La con f i rmac i ón
12.6 L a e u c a r i s t í a
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LA INICIACIÓN CRISTIANA
Roberto Russo
12.1.1 El conc epto de iniciación
E L término iniciación etimo-
lógicamente significa introducción, del latín initia (neutro
plural) que deriva de in-iter
(=
ingreso en el cam ino) ex-
presa un fenómen o hum ano general que obedece al pro-
ceso de adaptación que todo hombre se ve obligado a
vivir en relación con el ambiente físico, social, cultural,
religioso... Si por una parte, el sujeto se inicia ada ptán-
dose al grupo de referencia y su cultura, por otra parte, el
grupo se enriquece con la aportación personal del que
es iniciado. Uno de los aspectos más importantes de la
iniciación es su dimensión religiosa, que se manifiesta
en una ritualidad específica, remitente al mundo de lo
sagrado.
La "iniciación" designa las mediaciones o ritos por los
que "se entra" en un grupo determinado, asociación, re-
ligión. En un sentido general, desde la fenomenología
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Los
1«
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
En general, iniciación cristiana es aquel proceso por el
que una persona es introducida al m isterio de Cristo y a
la vida de la Iglesia, a través de unas mediaciones
sacramentales y extrasacramentales, que van acompa-
ñando el cambio de su actitud fundam ental, de su ser y
existir con los demás y en el mundo, de su nueva identi-
dad como persona cristiana creyente
3
.
El vocabulario de la iniciación cristiana fue acuñado por
los Padres de la Iglesia. Pero luego de una largo eclipse
en el Medioevo y un tímido uso en el Renacimiento fue
revalorizado sobre todo con el movimiento litúrgico del
siglo XIX para designar los sacramentos del bautismo,
confirmación y euca ristía. En el siglo XX se lo usa cada
vez más entre los liturgistas y los teólogos. La recupera-
ción oficial sucede so bre todo c on el concilio Vaticano II,
en sus diversos documentos. El concilio afirma que el
bautismo, la confirmación y la eucaristía son "sacramen-
tos de la iniciación cristiana" (cf. AG 14, P0 2, SC 71).
Esta expresión ha entrado en el título del ritual del bau-
t ismo de adultos, denominado Ritual de la iniciación
cristiana.
Independientemente de la val idez del término, el
redescubrimiento de la unidad que caracteriza los tres
primeros sacrame ntos de la vida cristiana es un valor ya
adquirido, una conquista que n ecesita conservar y con-
solidar. Bautismo-confirmación-eucaristía son un conjunto
sacramental, que forman una unidad teológica y no sólo
celebrativa. Al decir de A. Nocent la iniciación cristiana
se presenta como un sacramento que comprende tres
etapas sacramentales
4
.
3
D. BOROBIO, La iniciación cristiana, o.c., 33.
4
A. NOCENT, "Iniciación cristiana", en: ND L 1052.
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La iniciación cristiana
Tertuliano describió en modo sintético, este proceso
sacramental subrayando la unidad:
Se lava el cuerpo para que sea purificada el alma;
se unge el cuerpo para que sea consagrada el
alma; se signa el cuerpo [con el signo de la cruz]
para que sea fortalecida el alma; se cub re con la
sombra el cuerpo [por la imposición de las ma-
nos] para que sea iluminada el alma por e l Espíri-
tu Santo; se nutre el cuerpo con el cuerpo y la
sangre de Cristo para que se nutra de Dios el
alma
5
.
Los tres sacramentos son participación en el misterio
pascual de Cristo, pero de modo diverso. En modo ini-
cial en el bautismo-confirmación, plenamente en la eu-
caristía; una sola vez en los dos primeros sacramentos,
repetidamente en la eucaristía. La eucaristía, porque pue-
de repe tirse a lo largo de la vida, hace pe rman ente hasta
la muerte la iniciación inaugurada por el bautismo-confir-
mación. La eu caristía es sacram ento de la iniciación, pero
también es sacramento de los iniciados
6
.
La iniciación sa cramental implica un antes y un después
que forman una sola realidad con los ritos sacram entales.
La iniciación cristiana e s, de hecho, un camino , o un pro-
ceso formativo que comprende etapas sacramentales.
El Catecismo de la Iglesia Católica da una descripción
de la iniciación cristiana en estos términos:
5
TERTULIANO, De Resurrectione mortuorum, 8,3: CCL 2,931.
6
Cf. M. ÁUGÉ, Liturgia, Historia, celebración, teología, espiritualidad,
Biblioteca litúrgica 4, Centre de Pastoral litúrgica, Barcelona, 1995, 84.
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La iniciación cristiana
Iniciación ritual. Embarcada por unos rituales, la inicia-
ción se lleva a cabo mediante un rito sacramental. En
esa acción ritual, la Iglesia revela, actualiza y celebra a
Cristo-sacramento en el bautizado.
Iniciación definitiva (permanente). Los sacramentos son
don y compromiso. El bautismo y la confirmación "impri-
men carácter", es decir, no son reiterativos, son permanen-
tes. Dan de finitivamente el nacimiento de la vida nueva.
Iniciación
escatológica.
Los sacramentos de la iniciación
cristiana son signos de una vida nueva, anticipo de una
plenitud final, que no es la muerte sino la vida plena.
12.1.2.2 La iniciación cristiana es iniciación
catecumenai
De acuerdo con la expresión de Tertuliano "no se nace
cristiano, sino que se deviene", la fe evangé lica no es un
hecho natural que se adquiere automá ticamente. La ini-
ciación cristiana es aprendizaje prolongado identificador.
Aprendizaje. Al ser la conversión un itinerario enm arcado
por la iniciación cristiana, se requiere un aprendizaje, es
decir, una en trada en el misterio de Dios.
Prolongado. Aunque la conversión puede ser brusca, de
ordinario se necesita un tiempo para descubrir las dimen-
siones de la Iglesia y de la fe. Es necesario habituarse a
entrar en un proceso de búsqueda incesante que nunca
termina. Por medio de la mistagogía el cristiano con tinúa
madurando su vivencia eclesial y profundizando los mis-
terios de la salvación.
Identificador. La iniciación cristiana es iniciación a la Igle-
sia en estado de comunidad, cuyos miembros confiesan
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
una fe evangélica diferente de muchas creencias, de
variados compromisos, con motivos comunes y gestos
grupales. Es entrada en la fraternidad caracterizada por
el reconocimiento de Dios como Padre. Para los candi-
datos es la iniciación de un tiemp o de identificación. Para
la Iglesia misma es asimismo re-identificación.
12.1.3
La i n i c i c ión
cristiana según los rituales
de Pablo VI
Después del concilio Vaticano II, el rito romano tiene va-
rios rituales para la iniciación cristiana, según los desti-
natarios de la celebración sacramental. Este hecho ha
sido el cumplimiento del mandato conciliar de "adaptar
realmente el bautismo a la condición de los párvulos, y
poner más de manifiesto en el mismo rito la participa-
ción de los padres y padrinos" (S C 67), y, a la vez, de
"revisar el rito del bautismo de los adultos, tanto el sim-
ple como el solemn e, teniendo en cuenta la restauración
del catecumenado" (S C 66).
El primero en ser preparado y publicado fue el "Ritual del
bautismo de niños" (=RBN), con fecha de 15 de mayo
de 1969. Le siguió el "Ritual de la confirmación" (=RC),
con fecha 22 de agosto de 1971. Este ritual va prece-
dido de la constitución apostólica Diviriae consortium
naturae, firmada en Roma por Pablo VI el día 15 de
agosto de 1971. En esta constitución, Pablo VI preci-
sa el signo sacramental de la confirmación y decide
una nueva fórmula para la crismación. Finalmente, con
fecha 6 de e nero de 1972, fue p ublicado el "Ritual de la
iniciación cristiana de los adultos" (=RICA). El RICA está
destinado a los adultos en el sentido más amplio de la
palabra. Según el CIC c. 852,1, "hay que tratar como
adultos , por lo que al bautismo se refiere, a todos aque-
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La iniciación cristiana
l íos que han pasado de la infancia y tienen uso de ra-
zón". El mismo Ritual, al explicar cuáles son los desti-
natarios, afirma que
son aquellos que al oír el anuncio del misterio d e
Cristo, y ba jo la acción del Espíritu Santo en su s
corazones, conscientes y libremente buscan al
Dios vivo y emprenden el camino de la fe y de la
conversión (RICA 1).
Este ritual se encuentra en el primer lugar del Ritual de
los sacramentos, pues es el paradigma y modelo de re-
ferencia de toda iniciación. También con templa la situa-
ción de los niños no iniciados en edad escolar en su ca-
pítulo V: "Ritual de la iniciación cristiana de los niños en
edad catequética" de gran simplicidad y oportunidad
pedagógica.
En síntesis, la Iglesia ofrece tres rituales distintos según
sus destinatarios: un ritual del bautismo para niños; y dos
procesos iniciáticos cristianos: para un niño en edad
catequética y otro para un adulto, de man era que el can-
didato sea conducido a su plena integración en el miste-
rio de C risto y de la Iglesia.
Si comparamos los diversos ba utismos a los que se re-
fieren los rituales del Vaticano II, sobre todo los dos bau-
tismos más frecuentes: el de adultos y el de niños, se
constatan grandes diferencias entre ellos, aun tratándo-
se de un único bautismo. Estamos, por primera vez, fren-
te a rituales distintos, adaptados a situaciones muy di-
versas. Además, el r i tual del baut ismo de adul tos
cons tituye la referencia a la luz de la cual hay que enten-
der todo otro bautismo: es el bautismo celebrado en la
vigilia pascual, y después de un catecumena do, junto con
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
los otros sacramentos de iniciación, el que constituye el
punto de referencia de todo b autismo.
Se trata de dos lógicas diferentes, dos proyectos diver-
sos. El del bautismo d e adultos, sigue la lógica del nue vo
testam ento y el sistema de la Iglesia primitiva. El bautis-
mo de niños invierte esta lógica: comienza con el rito
bautismal, en la esperanza de que se llegue a la fe y no
por la fe para terminar en el rito. La cons ecue ncia es que
el bautismo de niños sólo encuentra su sentido pleno
dentro de la iniciación entendida como un verdadero pro-
ceso en continuidad.
En el Ritual del bautismo de niños se e ncue ntra una bre-
ve introducción general sobre los sacramentos de la ini-
ciación, y una introducción m ás am plia para el bautismo,
tanto de niños como de adultos. El contenido de esta
introducción ha sido recogido por el CIC de 1983 en los
cánones referentes al bautismo, con leves modificacio-
nes en algunos casos (CIC, c. 849-878).
El Catecismo de la Iglesia Católica ha recogido aspec-
tos importantes que enriquecen la aportación del RB y
RICA
8
. Comienza la exposición con una frase o rientadora:
"Mediante los sacramentos de la iniciación cristiana, el
bautismo, la confirmación y la eucaristía, se ponen los
fundamentos de toda vida cristiana" (CEC 1212). Vida
que, com o afirma el RICA (n. 1-2 , citado) "tiene una cier-
ta analogía con el origen, el crecimiento y el sustento de
la vida natural". Es justamente este carácter de comien-
zo el que se resalta al comenzar a tratar directamente
8
Para una presentación completa del aporte del CE C con respecto a la
iniciación cristiana, cf. D. BOROBIO, La iniciación cristiana, o.c., 229-
232. Resumimos algunos aspectos señalados por el autor.
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La iniciación c ristiana
del bautismo, que "es el fundam ento de toda vida cristia-
na, el pórtico de la vida en el espíritu", y "la puerta que
abre el acceso a los otros sacramentos" (CEC 1213).
Es de destacar igualmente la presentación mistagógica
de la teología del bautismo
9
, al rito de la bendición del
agua (C EC 217 -122 2); y sobre todo al hilo del ritmo y los
ritos de la celebración (CEC 1234 ss). Por eso, además
de que se titula el apartado: "La mistagogía de la cele-
bración", aclara de form a explícita: "El sentido y la gracia
del sacramento del bautismo aparece claramen te en los
ritos de su celebración" (CEC 1234).
En síntesis, el Catecismo recupera un método y lengua-
je mistagógico, destaca los elementos esenciales del
proceso de iniciación, valora el catecum enad o, atiende a
las diversas tradiciones, resalta el carácter dinámico del
mismo bautismo, e insiste en la gracia y exigencia de
unidad eclesial a la que llama a todos los bautizados.
9
Sobre la mistagogía cf. R. RUSSO, La mistagogía: la liturgia nos guía
e introduce al misterio celebrado, Soleriana, XXI, 5, 1996, p. 41-62,
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
BIBLIOGRAFÍA
BOROBIO D., La iniciación cristiana, Ed. Sigúeme,
Salamanca, 1996, pp. 17-25.
FLORISTÁN C., "La iniciación cristiana", en: Phase 171
(1989)215- 224.
GY
P.M.,
"La notion chrétienne d'initiation. Jalons pour une
en quete", en: L MD132 (1977) 33-54.
NOCENT A., "Iniciación cristiana", en: N DL 1051-1070.
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EL DESARROLLO
HISTÓRICO DE LA
INICIACIÓN CRISTIANA
de ilustrar los ritos
actuales de los sacramentos de la iniciación cristiana,
es út i l mirar los datos de la historia. Los actuales
ordenamientos ri tuales son un tentat ivo de recupera-
ción, en gran parte logrado, de las más variadas tradi-
ciones l i túrgicas de ayer y de la adquisición de las
mejores elaborac iones de la teología de hoy. La histo-
ria es una continuidad viviente, en la cual el hoy nace
del ayer y prepara el mañana. Sólo a través de un justo
conocimiento del pasado, como raíz del presente, se
puede lograr comprender el momento actual con miras
al futuro.
En los primeros siglos de la Iglesia la iniciación cristiana
se realizaba progresivamente, y tenía su eje en los tres
ritos sacramentales ad ministrados en una ú nica celebra-
ción. A continuación, diversos factores contribuyeron a
desligar entre sí los tres sacramentos e incluso a cam-
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Los
biar el orde n de<
1.
Los
bre la iniciación cristiana son pocos. No se habla de un
itual de
en H ch 2 en que ;
ció de la
tado (2 ,22-36); petición por |
fe y respuesta de Pedro i
en el nombre de Jesús, recepción del don del
(2,37-41); inserción en la com unidad que es asidua
de la enseñanza de los apóstoles, en ia
en la fracción del pan (eucaristía) y en la;
(2,42-48).
de los,
da de la conversión y de la recepción de los
tos (cf. Hch 8,34-38; 10,34-48; 16,25-34; 18,5-8; 19,4-
en Ef
1,13:
Y \
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
El primer texto: Hch 8, 4-17. Recordemos rápidamente
los hechos. El diácono Felipe ba utiza en Sam aría a unos
neófitos en nombre d el Señor Jesús. La Iglesia de Jeru-
salén oye hablar de la acogida dispensada por Sam aria
a la Palabra de Dios y envía allá a Pedro y Juan, quienes
oran para que a los recién bautizados les sea dado el
Espíritu Santo, "porque aún no h abía descendido sobre
ninguno de ellos, pues sólo habían sido bau tizados en el
nombre del Señor Jesús. Entonces les impusieron las
manos, y recibieron el Esp íritu Santo". Algo parecido ocu-
rrió también en Éfeso, tal como nos lo describe el se-
gundo texto también d el l ibro de los Hechos. A unos dis-
cípulos de Juan que fueron bautizados en el nombre del
Señor Jesús, "cuando Pablo les impuso las manos, el
Espíritu Santo vino sobre e llos, y se pusieron a hab lar en
lenguas y a profetizar" (Hch 19, 5-6).
Aparece aquí un ritual embrionario para conferir el Espí-
ritu Santo, que consiste simplemente en la imposición
de manos, acompañada de una oración en la que se in-
voca el Espíritu. Con toda p robabilidad, en esta época el
rito para la comunicación del Espíritu con sistía solamen-
te en la imposición de manos.
La conexión de este rito con el bautismo resulta eviden-
te. Se presenta como un complemento del bautismo, for-
mando parte del proceso de la iniciación cristiana, como
un segundo tiempo o una segunda etapa. Entre los dos
compo nentes de la iniciación - la inmersión en las aguas
bautismales y la imposición de manos- forman un único
rito de iniciación. Entre ambos introducen al candidato
en la vida cristiana.
Es evidente la conexión de la imposición de las manos
con la comunicación del Espíritu. Si los textos no lo dije-
ran explícitamente, bas taría el simbolismo de ese gesto
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El desarrollo histórico de la iniciación cristiana
para orientarnos en este sentido. Pero es doctrina del
Nuevo Testamento que en el bautismo se da ya el Espíri-
tu Santo; serían inconce bibles la regeneración y la adop-
ción filial sin el don del Espíritu
3
. Se trata, pues, en la
confirmación, de un don más total del Espíritu, que, como
resulta de los dos pasajes de los Hechos, tiene que ver
con los carisma s, sobre todo con la profecía, para la edi-
ficación e instrucción de los creyentes. La confirmación
es, sobre todo, bajo este aspe cto, complemento del bau-
tismo y realización de las profecías del Antiguo Testa-
mento (cf. Ez 39,29; Zac 12,10; J/3,1-2) y de las reitera-
das promesas del Señor sobre una efusión mesiánica
del Espíritu y como una renovación del acontecimiento
de Pentecostés.
Tenemos que notar, por último, que no carece quizá de
intención teológica, tal como lo ha visto la tradición pos-
terior, el que la imposición de las manos como rito com-
plementario del bautismo para la comunicación de la ple-
nitud del Espíritu aparezc a de hecho como una función
reservada a los apóstoles.
En síntesis, el proceso de integración a la comunidad se
desarrolla en dos tiemp os; la inmersión bautismal es
completada por un gesto necesario para la efusión del
Espíritu: una oración sobre los nuevos bautizados acom-
pañada de la imposición de las manos.
La participación a la eucaristía, culmen del proceso de
la iniciación cristiana, no siempre se explícita en este
período.
3
Cf. sobre todo Hc h 2,38; pero también Le 3,16; Jn 1,33; 3,5; Hc h 1,5;
8,20; 11,45; 19,2-5; Rm 5,5; 8,9.
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ción, unción con el óleo de acción de gracias (crisma),
seña l de la cruz en la frente (la co nsignatio) y el beso de
paz al neófito. Vemos, pues, aparecer, con respecto a lo
que el obispo hace, que junto a la imposición de la mano
que ya conocem os, dos ritos nuevos: la unción y la con-
signación. La oración que acom paña la imposición de la
mano es una epíclesis pidiendo para los bautizados la
plenitud del E spíritu:
Señor y Dios nuestro, que los has hecho dignos
de alcanzar la remisión de los pecados por medio
del baño de la regeneración, ha zlos dignos de ser
colmados con el Esp íritu Santo y envía sob re ellos
tu gracia, para que te sirvan según tu voluntad...
El obispo al ungir al bautizado con el óleo de acción de
gracias (crisma) dice: "Yo te unjo con el óleo santo de
Dios, Padre omnipotente, en Jesucristo y en el Espíritu
Santo".
Finalmente, los neófitos oran con todo el pueblo y pa rtici-
pan en la eucaristía. E sta primera participación eucarística
se distingue por un rito particular: además del pan y el
vino, los neófitos reciben una mez cla de leche y miel; los
recién bautizados h an aband onad o el Egipto de la escla-
vitud para vivir en adelante en una "tierra que man a leche
y miel" (Ex3,8).
• La catequesis mistagógica. -Mistagogía significa "ini-
ciación a los m isterios" o sacramentos acabad os de
celebrar (n. 21). Hipólito destaca que si es necesario
dar informacione s com pleme ntarias, el obispo lo hará
en secreto a los que han recibido la eucaristía.
La organización del ritual de iniciación en la Tradición
apostólica pone en evidencia que el hacerse cristiano, y
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
bálsamo visible, es el alma la que queda santifi-
cada por el Espíritu
vivificante™.
La tradición oriental -casi en bloque- parece que desde
muy antiguo sólo conoció como rito complementario del
bautismo la unción con el "myrón" o crisma. Algunos
documentos orientales que mencionan la imposición
de la mano (como las Constitutiones aegyptiacae, el
Testamentum
Domini
y los Cánones
de
Hipólito) revelan en
este punto una influencia muy clara de la Traditio apostólica.
Tenemos que mencionar aquí el caso singular de una parte
de la tradición siríaca, incluyendo en ella a la Iglesia
antioquena de los tiempos de C risóstomo, que no co noció
ningún rito propio de confirmación: la imposición habría
quedado reabsorbida en el acto mismo de la ablución
bautismal. De hecho las fuentes de esta tradición hablan
de una imposición de la mano en este mome nto.
Como se deja ver por el cuadro que acabamos de pre-
sentar esquem áticamente, las distintas Iglesias optaron
por soluciones diversas ha ciendo gala de una gran liber-
tad: confirmación por la sola imposición de la mano, al
principio a lo que parece; luego, en algunos lugares, por
el doble rito de la imposición y la unción; en otros luga-
res, por el triple rito de imposición, unción y consigna-
ción; e incluso, ausencia de todo rito específico, distinto
del bautismo. Ahora bien, supuesto el origen apostólico
de la imp osición de las man os, no deja de llamar la aten-
ción el hecho de que la unción, de cuyo origen apostólico
no consta, llegara en algunas Iglesias a eclipsar a la im-
posición de las manos e incluso a suplantarla, más o
menos definitivamente, en otras.
Cirilo de Jerusalén,
Catequesis mistagógicas
III, 3 -y más am pliamente
entre la 1-4 -, ed. A. Piedagnel-P. Paris, Sources chrétiennes 126 bis,
120-123.
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El desarrollo histórico de la iniciación cristiana
Si la imposición de manos expresa el don, la unción y
consignación explicitan para qué se nos da. Por la impo-
sición de la mano part icipamos del acontecimiento
pentecostal; por la unción somos consagrados, fortale-
cidos para una misión; por la signación somos marca-
dos definitivamente, e ntramos a formar parte de Cristo y
de la Iglesia hasta la vida eterna.
De cualquier modo, es preciso situar siempre los tres
ritos en la iniciación cristiana, entendida como un proce-
so continuado, como una celebración única. Es verdad
que con estos ritos posbautismales apa recen se ñaladas
dos etapas, que se distinguen por el ministro, los efec-
tos... Pero su unidad se pone tam bién de manifiesto, no
sólo por la continuidad ritual, sino también por la atrac-
ción bipolar, por su complementariedad mistérica, por su
significado eclesiológico.
Como un dato universal y constante en este período de
la historia tenem os que señalar que, a pesar de los de-
sarrollos rituales que hemos constatado, el bautismo y
la confirmación siguen formando una unidad de celebra-
ción, que se desenvue lve de una sola tirada. Eso sí, gra-
cias a esos desarrollos, los dos polos de la celebración
se destacan ahora con más nitidez, como dos etapas
distintas que se dirigen hacia una meta última, que es la
eucaristía. La confirmación se presenta, pues, situada
dentro del dinamismo de los sacramentos de la inicia-
ción cristiana. Este es su
Sitz im Leben,
esta "situación
vital" de este sacramento es un dato importante, norma-
tivo para todos los tiempos, sea cual fuere la solución
que aconsejen las conveniencias pastorales sobre el
momen to más opo rtuno de conferirlo. Desintegrar aque-
lla unidad primitiva sería arrancar el sacramento de la
confirmación de su contexto
vital.
Al aislarlo indebidamen-
te se correría peligro de falsearlo.
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
O R )
u
que corresponde a fines del siglo VII y está en es-
trecha relación con el
gelasiano.
Según estos documen-
tos, la iniciación se realiza en una única celebración, en
la que se suceden bautismo, confirmación y eucaristía.
En el GeV coexisten varios estratos de la historia de la
iniciación cristiana
15
. En el estrato más antiguo, hacia la
mitad del s. VI encontramos los ritos de admisión al
catecumena do; los formularios de m isa para los escruti-
nios del tercer, cuarto y quinto dom ingo de cuaresm a; la
entrega del símbolo y del padrenuestro. En un se gundo
mom ento, que corresponde posiblemente al s. VII, el GeV
es testimonio de una transformación de los escrutinios
en sintonía con el O fíXI
16
. En este último documento los
escrut in ios incluyen ya los r i tos de ingreso en el
catecumenado. Lo cual significa que ya no existe éste
como tal. Los sujetos de los escrutinios son claramente
niños. El paso de los escrutinios de los domingos a las
ferias, que se observa en el proceso interno del GeV y
de l OR
XI,
va unido a la ampliación de tres a siete, y esto
obedece a criterios simbólicos: corresponde al número
septenario de dones del Espíritu San to, a fin de que, m ien-
tras se cump len los siete escrutinios, le sea otorgado a
los niños la gracia septiforme del Espíritu.
El bautismo s e realiza con la interrogación s obre la fe en
las tres personas de la Trinidad y la triple inmersión. La
confirmación es conferida por el obispo mediante la im-
posición de la mano, con una fórmula que expresa los
1 4
Ver la edición crítica a cargo de M. ANDR IEU (ed.), Les Ordines romani
du haut moyen áge, 5 vol. = Spicilegium sacrum lovaniense, Etudes et
docum ents 23 (Louvain, 1960) 417-447 . Ver el texto castellano en:
Cuadernos Phase 65, Centre de Pastoral Litúrgica, 1995.
15
GeV, nn. 193-199, 225-228, 254-257, 283-328,419-424, 444-452.
16
Of í XI, vol 2, 417-447.
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El desarrollo histórico de la iniciación cristiana
siete dones del Espíritu, según el texto profético de Is
11,2 y por la unción con el crisma que se hace sobre la
frente diciendo: "Signo de C risto pa ra
la
vida e terna". Todo
ello concluye con la celebración eucarística.
El interés de los docum entos posteriores, aunqu e testi-
monian algunas modificaciones y agregados, general-
mente repe tit ivos, está en que confirman el paso de una
estructura progresiva de la iniciación cristiana a una ce-
lebración unitaria de todo el proceso iniciático. Ello se
debe sobre todo a la progresiva d esaparición del bautis-
mo de los adultos y a la contemporáne a generalización
del bautismo de los niños.
En particular se m odifica profundam ente la fórmula bau-
tismal. Hasta ahora el bautismo se realizaba con las tres
inmersiones, cada una de las cuales comprendía una
interrogación sobre la fe, a la que seguía la respuesta
creo por parte del candidato o, tratándos e de un n iño, por
parte de los padres, o padrino y madrina. Ahora por el
contrario, al multiplicarse el bautismo de los niños, se
piensa que es mejor interrogar a los padres, a los padri-
nos y las madrinas antes del bautismo, y para el bautis-
mo como tal introducir la fórmu la: Yo te bautizo... Este
uso está atestiguado en R oma desde el s. VIII.
Adem ás, en este siglo se consolida la autonomía del sa-
cramento de la confirmación de los ritos posbautismales,
fenómeno comenzado en siglos anteriores. A este pro-
pósito, notamos que la palabra "confirmación" (latín =
confirmatio) aparece y a en la mitad del s. V en las Galias.
Un testimonio fundam ental al respecto es una homilía de
Penteco stés atribuida a Fausto, obispo de R ietz en torno
al 465. El término en cuestión, en el texto de Fausto, no
tiene solamente el significado de "fortalecer", sino que
expresa tamb ién que el obispo interviene en la iniciación
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
aparece, aunque permanecen algunos de sus r i tos
"amontonados" en el ritual del bautismo. En el siglo XIV
el bautismo por inmersión es raro y se generaliza el de
infusión. Ya no hay ni "entrega" {tradítio) ni "devolución"
(.redditio
) del símbolo ni del padrenuestro, aunque el cre-
do y el padrenuestro son proclamados.
La confirmación se separa generalmente del bautismo,
esforzándose así en hacer comprender su importancia
real. Después de haber registrado en las diversas Igle-
sias unas variantes marginales, el rito de la confirma-
ción cristaliza sobre la base del antiguo ritual romano
de la c onsignatio, reuniendo en un único gesto la un-
ción, la signación y la imposición de la mano, y trans-
forman do el beso de paz, que cerraba el rito, en un gesto
tan vago en su naturaleza y signi f icado que pudo
interpretarse, simultáneamente, como una bofetada o
como una caricia.
Después del concilio de Trento, el Ritual romano pro-
mulgado por Pablo V en 1614 propone un O rdo baptismi
parvulorum, aunque de hecho no es un verdadero rito
para los niños sino una reducción del de los adultos, se-
guido de un Ordo baptismi adultorum, cada uno de los
cuales presenta una sola celebración cuyas etapas se
señalan sólo simbólicamente por la introducción de l bau-
tizando en la iglesia antes del penúltimo exorcismo, y el
cambio de los ornamentos del ministro, de morados a
blancos, después de la unción prebautismal. En estos
rituales encontramos una mezcla poco clara de elemen-
tos heterogéneos.
En lo que se refiere a la eucaristía, a la que la iniciación
cristiana tiende como a su plenitud, notemo s que el con-
cilio Lateranense IV, de 1215, exige a los fieles que se
acerquen a la eucaristía por lo menos por P ascua, a par-
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El desarrollo histórico de la iniciación cristiana
tir de la "edad de la razón"
17
. Apoyándose en este canon
conciliar, se prohibió dar la comunión a los recién nacidos.
De este modo, los sacramentos de la iniciación cristiana se
desvinculan definitivame nte entre sí. Ello permite más tarde
que
el
orde n tradicional se trastorne
de tal
modo que
la
con-
firmación se celebrará a veces después de la penitencia y
la eucaristía. Com o vimos anteriormente, en la Iglesia anti-
gua habría sido inconcebible que la participación en el cuer-
po eucarístico de Cristo, culmen de la iniciación y de la
incorporación a la Iglesia, se concediera a quien todavía
no había sido marcado con el sello del Espíritu
18
.
Así pues, afirma Nocent:
hasta el Vaticano II se han u sado rituales adulte-
rados: el de adultos era el resultado de un retoque
de los escrutinios con las respectivas fórmulas;
el de niños, que u til izaba las fórmu las destinadas
para los adultos, comprendía los tres exorcismos
del Sacrame ntarlo gelasiano, puestos uno tras otro
en una sola celebración, y no a daptados a los ni-
ños. Asilas cosas, había que pensar e n una res-
tauración de la iniciación cristiana, tanto para el
bautismo de ad ultos y de niños como para la con-
firmación, la cual, aislada de l bautismo se había
convertido en un rito "hinchado" en el intento de
restituirle una importancia que la separación res-
pecto del bautismo le había hecho perder. Ade-
1 7
Concilio Lateranense IV, can. 21.
1 8
Afirma AUGÉ: "Estas alteraciones persisten todavía hoy. Si las pode-
mos explicar desde motivos contingentes (¿pastorales?), en el plano
teológico no se pueden aceptar. En efecto, los sacramentos hay que
verlos en la perspectiva cristológica, que debe conservar el orden del
misterio tal como se ha realizado en Cristo, y no sólo desde una pers-
pectiva pedagógica", o.c., p. 88 nota 13.
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por los ritos
de la Iniciación Cris-
El conjunto de estos cuatro tiempos y tres etapas com-
pone lo que se llama Iniciación Cristiana:
1er tiempo: Pre-catecumenado
1
§
etapa: Rito de admisión en el Catecumen ado
2° t iempo: Catecumenado
2- e tapa: Rito de Elección o de la Inscripción del Nom bre
3
§
etapa? Celebración de los tres sacramentos de la Ini-
ciación Cristiana
Es el t iempo de la evangelización en que se anuncia al
Dios vivo y a Jesucristo enviado por Él para la salvación
de todos, para que, gu iados por el E spíritu Santo, crean
y se conviertan adhiriéndose libremen te al Señor. De aquí
brotan la fe y la voluntad sincera de seguir a Cristo y pe-
dir el bautismo. Durante este tiempo debe hacerse una
conveniente expl icación del Evangelio de modo que
se ayude a los candidatos a integrarse en la com unidad
La acogida del candidato que manifiesta su intención de
ser bautizado debe hacerse en alguna reunión o encuentro
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
con la lectura de textos apropiados. Es el momen to de la
"escucha" de la Palabra de D ios, proclamada por la Igle-
sia. La hom ilía debe retomar brevemente aquello que se
transmitió al candidato en el 1er tiempo de la Iniciación.
Debe ser también una invitación a los catecúmenos a
conocer mejor, amar y seguir a Jesucristo. Se puede
entregar a los catecúmenos el libro de los evangelios y
también el crucifijo. Sigue la oración de los fieles. Luego,
después de la oración conclusiva, se hace la despedida
de los catecúmenos. Sigue la celebración Eucarística.
2» t iemp o: El catecu me nad o
El catecumenado debe prolongarse, incluso por varios
años, para que la conversión y la fe puedan madurar.
Entre los temas propios de este tiempo, no puede faltar
una catequesis profunda sobre el Símbolo de la Fe, la
oración, la moral cristiana y los Sacrame ntos de la Igle-
sia. La novedad de este momento es la inserción de los
exorcismos menores y las bendiciones, que puede ha-
cerlas el ministro extraordinario del bautismo.
2
S
etapa: Rito de la elección o inscripción
del nombre
Al final del tiempo del catecumenado se celebra la se-
gunda etapa del rito de la Iniciación Cristiana, llamada
"Elección o Inscripción del Nom bre", por la cual se adm i-
te al catecúmeno, cuya fe y vivencia se han reconocido
suficientemente maduras, a los Sacramentos de la Ini-
ciación C ristiana, durante las fiestas pascuales. Tal elec-
ción debe realizarse durante la misa dom inical, posible-
mente en el primer domingo de Cuaresma, luego de las
lecturas bíblicas y la ho milía.
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La iniciación cristiana de adultos
Este rito consiste fundamentalmente en la presentación
de los cand idatos, el interroga torio, la petición de los mis-
mos candidatos, la inscripción de sus nombres y, final-
mente, la elección con la exhortación que la acompaña.
Termina con las súplicas por los elegidos, la bendición y
su despedida. Continúa la Celebración Eucarística a partir
de la Oración de los Fieles.
3er. t iem po d e la purificación y la i lum inación
> Los escrutinios
Los escrutinios (del latín scrutari - visitar, buscar) son
celebraciones muy densas e spiritualmente. Aclaran a los
futuros bautizados el sentido de la lucha, las renuncias y
rupturas a las que están llamados y los lleva a vivir bajo
el signo de la victoria pascual de Cristo.
Los escrutinios se realizan en las misas propias de los
domingos 3
Q
, 4
Q
y 5
9
de Cuaresm a. Para cada escrutinio
se ofrece un texto evangélico, relacionado con la con-
versión, que corresponde a los domingos del Año A. Por
motivos pastorales, los escrutinios pueden hacerse en
otros domingos o en las ferias, manteniéndose siempre
los evangelios del año A relativos a los domingos 3 -,
4-
y
5
Q
de Cuaresma.
El Evangelio de la Samaritana (Jn 4,5-42) presenta a
Jesús como fuente de agua viva a la cual los catecú-
menos deben acercarse. Aquí el agua se muestra como
vehículo de gracia y renovación.
El Evangelio del ciego de nacimiento {Jn
9,1 -41) invita a
los catecúmenos a entrar en el Reino de la Luz, recha-
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
Si los elegidos pueden reunirse el sábado san to para pre-
parar los sacramen tos m ediante el recogimiento y la ora-
ción, se proponen los siguiente ritos que pueden usarse
todos o en parte: recitación del Sím bolo, rito del "Efetá",
elección del nomb re cristiano y unción con el óleo de los
catecúmenos.
3 - etapa: Celebración de los sacramentos
de iniciación cristiana
La tercera y última etapa de la Iniciación Cristiana con-
siste en la celebración de los tres sacramentos: bautis-
mo, confirmación y eucaristía.
El Obispo es quien debe presidir esta celebración. Evi-
dentemente, en la imposibilidad de su presencia, el pá-
rroco u otro presbítero podrá presidir.
La celebración de los Sacrame ntos de la Iniciación Cris-
tiana encuen tra su lugar propio en la Vigilia Pascual. La
liturgia bautismal com ienza luego de la bendición del agua,
según el rito previsto. Cuando esta celebración se reali-
ce en otra ocasión, désele un carácter pascual, usando
los textos de la misa ritual conforme al Misal Rom ano.
La celebración del bautismo, que llega a su cumbre con
el paso por el agua y la invocación de la Santísima T rini-
dad, se prepara con la bendición del ag ua y la profesión
de fe, las dos íntimam ente ligadas.
Con los ritos de la renuncia y la profesión de fe, los bau-
tizados proclaman con una fe activa el misterio p ascual.
Luego de hacerlo, los bautizados se insertan en este
misterio por el baño ba utismal. Por este m otivo, el paso
por el agua, que significa la participación en la muerte y
resurrección d e Cristo, debe tener el m ayor relieve y ex-
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AA.VV.
1974.
AA.VV.,
ARDURA, B., La
C.L.D.,
de Vi
D „
1
(1996), 197-231.
222 (1997)
U
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
CASTELLANO, J., "El Espíritu Santo en la celebración
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GELINEAU, J., Dans vos assemblées, Desclée, París,
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EL BAUTISMO
Héctor Muñoz, OM
ESTE es el primero de los
sacramentos de la iniciación cristiana, sacramento ori-
ginal por el que comenzam os a traducir la vida de C risto
en la vida de sus m iembros, de la comu nidad eclesial, y
en las vidas singulares de quienes se sumergen en el
misterio pascual de la muerte y vida de Jesucristo. Por
este "sumergirnos" dejamos atrás Egipto, tierra de es-
clavitud, y nos hacemos hombres libres, dispuestos a la
aventura del de sierto, único camino para llegar a la tierra
de la promesa, tierra de sobreabundancia, donde m anan
leche y m iel.
La liturgia bautismal es el signo exterior por el que nos
significamos como "creyentes", como testigos de las
palabras y los hechos de Jesús. La condición de bauti-
zados, "regenerados por el agua y por el Espíritu", nos
convierte en sacramentos vivos de la presencia de C ris-
to en la historia del mundo y la vida de la Iglesia. "Este
sacramento es llamado (...) baño de regeneración y de
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
renova ción del Espíritu Santo" (773,5), porque significa y
realiza ese na cimiento del agua y del Espíritu Santo, sin
el cual "nadie puede en trar en el Reino de los cielos" (Jn
3,5) (CEC1215).
12 .4 .1 El bauc ismo en el Nuevo Tes tamento
Nuestras celebraciones obedecen al mandato dado por
Cristo a los apóstoles: "Vayan y hagan de todos los pue-
blos mis discípulos, ba utizándolos en el nombre del Pa-
dre y del Hijo y del Esp íritu Santo" (M í
28,16-20,
Me 16,
15-16).
La práctica de la Iglesia fue bautizar. En más de una oca-
sión vemos la exhortación de los apóstoles: "Conviértan-
se y háganse bautizar" (Hch 2,37-41).
El bautismo iba precedido por la recepción de la Pala-
bra, que causaba en quien la oía con el corazón dispues-
to, una respuesta de fe
(Hch
8,12-17; 10,47-48; 16,29-
33).
El bautismo significa para el hombre, la intervención de
Dios en nuestra historia. Dios toma la iniciativa y, sin
méritos de nues tra parte, nos otorga el renacimiento y la
renovación, por pura m isericordia (cf.
Tt
3,3-7).
El bautismo es el cumplimiento de las figuras bíblicas
donde se nos muestra la intervención maravillosa de Dios
en favor de su pueblo. Así como en el mar Rojo y en el
diluvio los elegidos de Dios fueron salvos y, en cambio,
perecieron bajo las aguas los injustos, así en nuestro
bautismo, queda sepultado bajo las aguas el hombre viejo
-hech o según Ad án-
y
sale de
la
fuente bautismal el hom-
bre nuevo - a imagen del Resu citado- (cf. 1P 3,18-22).
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El bautismo
El bautismo otorga la salvación (Me 16,15-16) y confir-
ma nuestra vocación de d iscípulos (M t28,19). Introduce
en el cuerpo de Cristo (Hch 2,38-41; Rm 6,5; Ga 3,27.
28 ;
1
Co 12,13; C o/2,12 ; 3,9-11). Purifica
(1
Co6,11), es
nuevo nacimiento (Jn 3,5), nue va circuncisión (Col2,11-
12) e i luminación (Ef
5,8-14;
Hb 6,4). Nos hace vivir en
compañía de Jesús, como templo espiritual (1 Co 6,19),
hijos adoptivos d el Padre (Ga 4,5-7) y
hermanos
y cohe-
rederos de C risto (Rm 8,15-17).
El bautismo presupone la confesión de fe (Hch 16,30-
33) que nos lleva a
la
conversión y entrega transformadora
a Cristo (1 P 3,20-21; 2 Co 5,17). Nos une a los otros
bautizados en la unidad de Cristo glorificado (G a 3,25-
28 ; Rm 13,14).
El bautismo es cau sa de una vida nueva: sin este sacra-
mento no podemos entrar al Reino de Dios (Jn 3,5) y es
medio necesario de salvación (M e 16,16; Hch 2,38). Sim-
boliza y realiza la participación en la muerte y resurrec-
ción de Cristo (R m 6,3-4; Col 2,12; 3,1-11) y la antigua
criatura se convierte en hombre nuevo (G a 6,14-16; 2
Co 5 ,16-21; c f . Ez 36,25-27). Es un sacramento
"pascual", comunión con la muerte y la vida de Jesús
(R m
6,4-11; F/p3 ,10-11).
12.4.2.
ES
b autism o en la l i turgia
Desde q ue el bautismo de niños vino a ser la for-
ma habitual de la celebración de este sacramen-
to, ésta se ha convertido en un acto único que
integra de manera m uy
abreviada,
las
etapas
pre-
vias a su iniciación cristiana. Por su naturaleza
misma, el bautismo de niños exige un catecume-
nado posbautismal. No se trata de la necesidad
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
de una instrucción posterior al
bautismo,
sino del
desarrollo necesario de la gracia bautismal en el
crecimiento de la persona. Es el m omento propio
de la catequesis (CEC1231).
a) El contexto de la celebración
> El tiempo
Para ilustrar la índole pascual del bautismo, se
recomienda que el sacramento se celebre en la
vigilia pascual o en domingo, día en que la Iglesia
conmem ora la resurrección del Señor (RBN, No -
tas preliminares, 9).
Celebrar el bautismo, preferentemente el día del Señor,
día en que Jesús resucitó glorioso de entre los muertos,
será el mejor marco para comprender el "sacramento-
puerta" a la vida de la Iglesia. Así se lo entendió desde
los primeros tiempos. Cristo pasó de las tinieblas del
sepulcro a la luz de la vida, y lo mismo sucede a un bau-
tizado. La Pascua de Israel es figura profética de la de
Jesús y de la nuestra, simbolizada en el bautismo: paso
de Egipto a la patria de las promesas.
Un mom ento celebrativo pleno, será la celebración en la
comu nidad parroquial, dentro de la misa, dado que reco-
nocemos al Señor del modo más claro "cuando Él parte
para nosotros e l pan" (cf. Le 24,30-31).
El domingo es el día de la resurrección de Jesús, día de
la asamblea de los creyentes, d ía de la eucaristía.
No nos cabe la menor duda de que la vigilia pascual,
"madre de todas las vigilias", vigilia de la P alabra y de la
luz, nos ofrece el marco ideal para subrayar que el bau-
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El bautismo
tismo es "iluminación ", y que el bautizado es un hijo de la
luz que, por la presencia del Es píritu, es capacitado para
realizar las obras de la luz y así llevar dignamente su
vestidura blanca sin mancha, coherente con la vida de
resucitado recibida.
> La comunidad
El Pueblo de D ios, esto es, la Iglesia, representa-
da por
la
comunidad
local,
tiene una participación
importante en el bautismo de niños así como en
el de adultos (RBN , Notas preliminares 4).
La comunidad de los fieles, será no sólo testigo de lo
que ocurre, sino el ámbito donde la fe se proclamará,
celebrará y será testimoniada, a m edida que vaya reco-
rriendo su it inerario de comunidad-creyente, hacia la
madurez plena.
La comunidad local ejerce un verdadero ministerio me-
diador, puesto que es el Cuerpo místico de Cristo, ámbi-
to donde el Señor se hace presente en medio de quienes
se reúnen en su nombre.
> El lugar
La celebración del bautismo (como la de otros sacra-
mentos), no es una función privada, sino una celebra-
ción de la Iglesia (cf. SC 26), y debemos ayudar a que
así sea en los hechos. El nuevo bautizado nace en una
comunidad de creyentes y se agrega a una comunidad
de fieles. Esto lo expresa una comunidad particular. Por
eso el lugar propio de la celebración será la parroquia,
hogar acogedor de las familias cristianas en la Iglesia
diocesana. De aquí la posibilidad de celebrar el bautis-
mo dentro de la misa dominical, el momento más im-
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
portante de reunión de los fieles en su parroquia. Si
bien es verdad que el bautismo es una ocasión para
que la familia, "Iglesia doméstica", festeje ese aconte-
cimiento en la intimidad del hogar, más todavía es la
celebración de la vocación cristiana recibida por el neo-
bautizado como don que viene de lo alto por la bene-
volencia de un Dios que nos incorpora a Cristo, para
ser uno con Él. Celebram os el re-nacimiento de un niño,
gracias al misterio santo de la muerte y resurrección de
Jesús.
b) Presentación del Ritual
> Ritos de bienvenida
Es conveniente realizar todos estos ritos de bienvenida
en la puerta de la iglesia o en un lugar cercano a la mis-
ma convenientemente dispuesto.
• Acogida
La celebración comienza con el rito para recibir a
los párvulos,
en el
que
se significa el deseo d e los
padres y padrinos y el propósito de la Iglesia de
celebrar el sacramento del bautismo, que se ex-
presan mediante la señal de la cruz en la frente
del niño por parte de los padres y del celebrante
(RBN, Notas preliminares, 16).
Lo ideal será que la liturgia bautismal comience en la
puerta de la iglesia, puesto que el niño, aún no bautiza-
do, no integra la Iglesia, fam ilia de los hijos de Dios. Hay
que invitarlo al ingreso... Allí, en la puerta, comenza rá el
diálogo.
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El bautismo
• El nombre
El niño no es un ser anónimo. Tiene un nombre ante la
sociedad para que por él se lo reconozca. Tiene un nom-
bre para Dios, pues Él nos conoce y reconoce com o per-
sonas. Por eso es de importancia que los padres bus-
quen para el niño un nombre cristiano que expresa la
realidad bautismal, o el nombre de un santo bajo cuya
protección viva el nuevo fiel. Es un momento de hondo
sentido. "Nom brar" a alguien significa darle un lugar en el
mundo, conoce rlo, otorgarle una vocación. Cuand o "nom-
bramos" algo, sea un territorio, un invento o una perso-
na, le ponem os límites y descubrimos el "para-qué" de lo
que conocemos y nombramos. "Nombrar" a una perso-
na es darle una identidad.
En la creación, "nombrar" fue reconocer a quien se nom -
braba. Más tarde, Abram s e convirtió en Abraham , "padre
de m uchos pueblos"; Simón, hijo de Jonás, en Pedro, "pie-
dra". En antiguos sarcófagos cristianos, encontramos, uni-
dos, los nombres de dos esposos cristianos e nterrados jun-
tos: "Víctor-Victoria". Fueron dos paganos convertidos a
Cristo, que tomaron esos nombres a partir de la resurrec-
ción victoriosa de Jesús. Una vez que se recibe el nom-
bre, no se lo cambia: será mío hasta el fin de mis días.
• El pedido del bautismo
¿Qué pides a la Iglesia de Dios? La pregunta es provo-
cante. Intentará arrancar de los presentes una respues-
ta que les haga tomar con ciencia del acontecimiento que
estamos c elebrando. La respuesta puede ser: el bautis-
mo, la fe o la gracia de Jes ucristo o la vida e terna...
Una buena respuesta sería la fe, dado que el ba utismo
es el "sacramento de la fe", una celebración cuyo efecto
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
será convertir en creyente, en alguien que plasma en su
vida y en su entorno la vida íntima de la Iglesia, comu nión
de los fieles, o sea, de los que creen. El bautismo será,
entonces, el signo visible de la fe de la comun idad, apo-
yada en la Palabra y el testimonio de Jesús, tal como los
Evangelios y la vida de la Iglesia nos lo presentan. Sólo
un bautizado puede proclamar la fe de la Iglesia.
El bautismo será, entonce s, la vocación por la cual Dios
se nos presenta en Cristo, el reconocimiento de dicho
llamado a ser uno con Él y uno con los hermanos, e n la
fe y el amor.
Desde una óptica de la pastoral l itúrgica y en un mu ndo
secularizado, las motivaciones de los padres al pedir el
bautismo para sus hijos no siempre son las más autén-
ticas. Por eso la catequesis preba utismal además de in-
tegrar a los padres en la comunidad eclesial debería tam-
bién ayudarlos a lograr una verdadera expresión de fe
que m otive el pedido de ba utismo para sus hijos.
• La signación
Muy queridos niños: la comunidad cristiana los
recibe con gran alegría. En su nombre, yo los
marco con la señal de la cruz; y también los pa-
dres de ustedes los marcarán con la misma se-
ñal de Cristo Salvador.
Así se dirige a los niños quien preside la liturgia. El sa-
cerdote y los padres, trazan con su ded o una señ al de la
cruz en la frente del niño. Este gesto es importante para
manifestar que nuestro signo distintivo, nuestra ma rca y
señal para que nos recono zcan en nue stra nueva identi-
dad, es la cruz de Cristo.
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El bautismo
El Apocalipsis (7,3) nos dice que los servidores de Dios
son marcados en la frente, para que no reciban daño
alguno. Este gesto está asociado al bautismo desd e tiem-
pos antiguos . El ministro que p reside la celebración y los
padres y padrinos, lo realizarán como quienes señalan
al bautizando con un distintivo que marcará para siem-
pre su identidad: ser como Cristo, su propiedad, para
realizar las obras de Cristo, prolongando su presencia
salvífica en nuestras historias.
Todos los momentos y gestos hasta aquí citados, se in-
sertan en los "ritos de bienvenida", calificados por el Ri-
tual como "Rece pción de los niños". Tienen que ser ce-
lebrados para most rar a la Ig les ia como madre
hospitalaria, tan cordial y tiernamente receptiva como lo
es Jesús, al no impedir que los niños fueran hacia Él.
> Celebración de la Palabra de Dios
La renovación litúrgica conciliar puso de relieve el papel
de la Palabra de Dios en toda celebración. En el bautis-
mo debem os e stablecer la clara relación entre "Palabra
y luz", "Palabra y fe", "Palabra y sacramento", pues el
lenguaje simbólico, gestual y sensible de la c elebración
litúrgica, es la Palabra en acción, la Palabra representa-
da en signos visibles, audibles, palpables...
El que preside invita a los padres, padrinos y a los de-
más asistentes a participar en la celebración de la Pala-
bra de Dios. Si las circunstancias lo permiten, hágase
una procesión hacia el lugar previsto, cantando, por ejem-
plo, el salmo 84 (RBN, n. 39).
El anuncio de la Palabra de Dios
ilumina
con la
verdad revelada a los candidatos y a la asam-
blea, y suscita la respuesta de la fe, inseparable
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
del bautismo.
En efecto, el bautismo es, de un
modo particular, el sacramen to de la fe, por ser la
entrada sacramental en la vida de fe (CEC
1236).
• Lecturas bíblicas
La Palabra de Dios se nos presenta en e l Leccionario de
la liturgia bautismal, como una mesa abundantemente
servida. Dicho Leccionario nos presenta tres textos del
A.T., seis salmos, seis aleluias y "versículos antes del
Evangelio", diez textos de los Evangelios, seis lecturas
de los apóstoles, catorce aclama ciones, himn os y tropos
de la Sagrada Escritura.
El sacramento aparece así como la realización de la
Palabra anunciada, tanto en las figuras y profecías del
A.T., como en la Palabra de Jesús y en la enseñanza de
los apóstoles.
• Homilía
El que preside hace una breve homilía para ilustrar a los
fieles sobre lo que han oído (cf. RBN42). Intentará arro-
jar una nu eva luz sobre la P alabra iluminadora, "l leván-
dolos a una comprensión más profunda del bautismo, e
invitándolos a abrazar con entusiasmo la m isión que les
es propia" (Idem). Luego se realiza la "Oración de los
fieles" y las "Letanías de los santos".
• Exorcismo y unción pre-bautismal
El Catecismo de la Iglesia Católica se refiere así a este
momento:
Puesto que el bautismo significa la liberación del
pecado y de su instigador, el diablo, se pronun-
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El bautismo
cian uno o varios exorcismos sobre el candidato.
Éste es ungido con el óleo de los catecúmenos o
bien el celebrante le impone la mano y el candida-
to renuncia explícitamente a Satanás. Así prepa-
rado, puede confesar la fe de la Iglesia, a la cual
está confiado por el bautismo
(cf.
Rm
6,17)
(CEC
1237).
Los actuales exorcismos del Ritual de bautismo, llama-
dos "menores", no intentan expulsar al demonio de un
niño supuestamente poseído por él, sino librarlo del pe-
cado original y convertirlo en un hijo de la luz, dispuesto
a transitar por los caminos de la fe: l ibrando el buen com-
bate. Consisten en hacernos pasar
de
un estado (el del
reino de las tinieblas , la esclavitud, el peca do y "el mun-
do"), al de la vida del resucitado (como "templos vivos
del Esp íritu", en la Iglesia de Dios) (cf. 1
P
2,9-10).
El "exorcismo", pronunciado por la Iglesia en nombre de
Jesús, tiene la misión de curar y alimentar la esperanza
de la victoria sobre el mal. Su sentido m ás claro es forta-
lecer al bautizando con el poder de C risto.
Una de las fórmulas de exorcismo usadas en el Ritual
es:
Dios todopoderoso y eterno: Tú enviaste a Jesu-
cristo para que nos librara del espíritu del mal y
nos hiciera pasar de las tinieblas al reino adm ira-
ble de tu luz; te pedimos, humildemente, que li-
bres a e stos niños de la cu lpa original y los con-
viertas en templos de tu gloria a fin de que habite
en ellos el Espíritu Santo.
En esta bella oración se nos muestra el plan de Dios tal
como lo va a plasmar Jesús en su misión: Cristo es el
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
liberador del mal y el puente que nos hace transitar a la
vida de la luz. Cristo rompe con la esclavitud a que está-
bamos sometidos y, si bien el niño a bautizar no es "un
poseso" -e n el sentido que damos a los e ndem oniados -
, t iene el pecado original heredado por todos los hom-
bres a causa de la culpa de nuestros primeros padres.
Por dicho pecado estamos sometidos al poder del de-
monio, aunque éste no habite en nosotros. Uno de los
fines del bautismo es, precisamente, l impiarnos de este
pecado, por la sangre de Cristo Jesús. Así como el Se-
ñor, en muchos momentos de su vida, l iberó a hom bres
y m ujeres de los males del cue rpo y del espíritu, así aho-
ra, mediante esta invocación de la Iglesia, l ibera y con-
vierte: dejamos de ser pecadores y pasamos a ser tem-
plos del Espíritu Santo de Dios.
El ri to continúa con la unción con el "óleo de los
catecúmenos" o a una imposición de manos realizada
en silencio.
El "óleo de los catecúmenos", es usado como signo de
que el bautizado es un atleta de C risto, un hom bre fuerte
que deberá resistir los emba tes del mal y atacar ese mal
para extirparlo de la vida de los hombres, pues eso es lo
que hizo Cristo y eso es lo que debe realizar el bautiza-
do, pues es otro-Cristo. En más de un lugar de la Escri-
tura encon tramos comparaciones entre la vida cristiana y
una competencia deportiva. En los juegos paganos, los
deportistas eran ungidos con aceite para protegerse de los
golpes y para que sus músculos estuvieran fortalec idos.
El que preside pide:
Que esta unción con el aceite consagrado los
defienda y fortalezca por el poder de Cristo
Salvador...
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El bautismo
El aceite no tiene poder por sí mismo. Por ser "bendeci-
do", el poder de Cristo será el que actúe, para que sea-
mos capaces de defendernos del mal y tener la fuerza
que nos perm ita testimoniar el nombre del Señor.
Este aceite es bendecido por
el
obispo en la misa crismal
del Jueves S anto con esta fórmula:
Señor Dios, fuerza y defensa de tu pueblo, que
has hech o del aceite un símbolo de vigor; dígnate
bendecir este óleo y concede tu fortaleza a los
catecúmenos que han de ser ungidos con él, para
que, al aumentar en ellos el conocimiento de las
realidades divinas y la va lentía en el combate d e
la fe, vivan más hondam ente el Evangelio de Cris-
to, emprendan animosos la tarea cristiana y, ad-
mitidos entre tus hijos de adopción, gocen de la
alegría de sentirse renacidos y formar parte de la
Iglesia.
Actualmente, con nuestra mentalidad occidental, sole-
mos ser muy recatados en el modo de practicar esta
unción. Una peque ña "friega", mojando el dedo en un al-
godón humed ecido por el óleo... San C irilo de Jerusalén,
en una de sus
Catequesis mistagógicas,
dice a los fie-
les de Jerusalén, recordándo les el bautismo, que "cuan-
do fueron desnudados, fueron ungidos con ó leo
exorcizado, desde la punta de los cabellos hasta los
pies...".
El exorcismo y la unción pre-bautismal, se constituyeron
en un gesto regenerador, apoyado en la salud que pro-
viene de Jesucristo, dándonos fuerza para la lucha y la
victoria contra la tentación.
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
> Liturgia del sacramento del bautismo
• Bendición del agua
El agua bautismal es entonces consagrada me-
diante una oración de epíclesis (en el momento
mismo o en la noche pascual). La Iglesia pide a
Dios que, por medio de su Hijo, por el poder del
Espíritu Sa nto, descienda sobre esta agua, a fin
de que los que sean bautizados en ella, nazcan
del agua y del Espíritu (Jn 3,5) (CEC1238).
El agua juega aquí un papel relevante. El bautismo es
una liturgia del agua y del Espíritu. Sabemos que el bau-
tismo es un baño en el agua, signo de purificación, de
muerte y resurrección.
Desde finales de l s. II hay testimonios de la bendición de l
agua para el bautismo en el contexto de una epíclesis,
pues es el Espíritu Santo quien obra la renovación del
ser humano.
La oración de bendición de l agua tiene esta estructura:
prólogo, anámnesis de la obra de Dios Padre manifesta-
da en seis mom entos: el agua de la creación, el agua del
diluvio, el agua del mar Rojo, el agua del Jordán, el agua
del costado de C risto traspasado en la cruz, el agua del
bautismo; epíclesis; intercesiones por la mediación del
Hijo de Dios.
Prólogo
Señor, por m edio de tus sacramentos realizas las
grandes obras de tu poder invisible y de diversas
formas has utilizado el agua para que significara
las aguas del ba utismo.
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El bautismo
Este prólogo anuncia que por medio de signos sacra-
mentales Dios realiza maravillas por su pueblo.
Anámnesis del agua de la creación
Señor; en los orígenes del mundo, tu Espíritu
soplaba sob re las aguas, para que ya desde en-
tonces concibieran el poder de comunicar la
vida.
Se parafrasea al libro del Génesis (1,2) para mostrar
que del agua -creatura de Dios- por la acción del
Espíritu pudiera surgir la vida. Asi como el Espíritu de
Dios aleteando sobre las aguas de la primera crea-
ción las hizo fecundas de vida natural, de la misma
manera el Espíritu de Dios invocado sobre el agua
bautismal la hace capaz de donar la nueva vida, la vida
divina. El sacramento del bautismo genera un nuevo
nacim iento, una nu eva vida; el bautizado es un ser lle-
no de vida
1
.
Anámnesis del agua del diluvio
Seño r, incluso en las agua s torrenc iales del dilu-
vio prefiguraste el nuevo na cimiento de los hom-
bres, para que una m isma agua pusiera fin al pe-
cado y diera origen a la santidad.
El diluvio (Gn 6,5-22; 7,1-24; 8,1-22), agua de vida para
los justos y agua de muerte para los réprobos es tam-
bién una f igura del bautismo. Signif ica el juicio de
Dios que prefigura tanto aquel de los últimos tiempos
1
Cf. G: FERRARO, I Sacramenti nella liturgia, ecL Dehoniane, Roma
1997, p, 27.
81
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
como la salvación en Cristo de los elegidos a través del
bautismo
2
.
La historia de Noé y del arca m uestra la fidelidad de Dios
a su obra, expresada claramente en la alianza cósmica
con Noé después que éste hubiera ofrecido un holocausto
(Gn 8, 20- 9,17). También el nuevo Noé, después de la
purificación, en su sangre, del pecado del mundo, ha
dejado el paso a bierto para la alianza nueva y eterna. El
bautismo, en este caso, es contemplado como la intro-
ducción del hombre en este diluvio universal que es el
misterio pascual de Cristo, para empezar a vivir, "salva-
do en esperanza" (R m 8,24), en la Iglesia -arca de sal-
va ció n- "el cielo nuevo y la tierra nueva en que tiene su
morada la justicia" (2 P3,13)
3
.
Anámnesis del agua del mar Rojo
Señor, tú hiciste pasar por el mar Rojo a los des-
cendientes de Abraham, para que el pueblo, l ibe-
rado de la esclavitud del Faraón, fuera imagen de
pueblo de los bautizados.
También el paso del mar Rojo (cf. Ex 14,5-31) cuando
Moisés lo atraviesa con el pueblo, es figura del bautis-
mo. Sus aguas son signos de muerte y vida. Esta es una
prefiguración del bautismo com o nuevo éxo do que libera
de la esclavitud del pecado e introduce en el servicio a
Dios, es decir en el culto verdadero. El pueblo de Israel
que p asó a través del m ar es figura de la Iglesia, es decir
de la comunidad de los bautizados al servicio de Dios en
2 Ibidem , p.27-28.
3
Cf. D. BOROB IO (ed), La celebración en la Iglesia II, Ed. Sigúeme,
Salamanca 1988, 82
82
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El bautismo
la adoración en espíritu y verdad. El bautizado es una
persona libre del pecado y dedicada a la adoración y al
culto a Dios.
Con esta anámnesis se concluyen las evocaciones del
Antiguo Testamento
4
.
Anámnesis del agua del Jordán
Señor; tu Hijo, al ser bautizado en el agua del
Jordán, fue ungido por el Espíritu Santo.
El Nuevo Testamento, por boca de los evangelistas (Mt
3,13; Me 1,9; Le 3,21; Jn 1,31) nos m uestra los m aravi-
llosos prodigios del bau tismo de C risto en el Jordán que
man ifiesta el misterio del nuevo bau tismo
5
.
El Espíritu que aleteaba sobre las aguas de la primera
creación haciéndolas fecundas de vida, retorna al inicio
de la nueva creación. Unge a Jesús, es decir, lo santifica
y lo habilita para la obra profética y mesiánica de salva-
ción y a través de él santifica las aguas por el sacramen-
to del bautismo
6
.
Anámnesis del agua del costado de Cristo traspasado
en la cruz
al ser elevado e n la cruz hizo brotar de su costa-
do sangre y agua...
4
Cf. G. FERRARO, I Sacrameriti nella liturgia, o.c. p.30.
5
Cf. Misal Romano, Prefacio de la fiesta del Bautismo del Señor.
6
Cf. G. FERRARO, I Sacrameriti nella liturgia, o.c. p. 32.
83
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
Vemos que el
costado de Cristo
muerto en la cruz
(Jn
19,31-34), también evoca nuestra inmersión bautismal
en la pasión y muerte del Señor. Jesús en cruz realiza
su palabra: "si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El
que crea en mí, como dice la Escritura, de su seno co-
rrerán ríos de agua viva" (Jn 7, 37-38). De su costado
fluye el agua viva símb olo del Espíritu Santo y del bautis-
mo. Así se expresa el significado del agua bautismal
como símbolo del don del Espíritu Santo que fluye del
seno de Jesús elevado y glorificado en el misterio de la
muerte y resurrección. El bautismo confiere a los cre-
yentes el don del Espíritu Santo. El bautizado es un por-
tador del Espíritu, templo del Espíritu Santo
7
.
Anámnesis del agua del bautismo
y des pués de la resurrección m andó a sus discí-
pulos: "Vayan e instruyan a todas las naciones
bautizándolas en el nombre del Pad re y del Hijo y
del Espíritu Santo".
Después de la resurrección (Mí 28,19), Cristo da a los
suyos las últimas instrucciones en orden a la propaga-
ción de la Buen a N oticia y a la incorporación a la Iglesia
por la regeneración del agua y del Espíritu, para aquellos
que hubieran asentido a la enseñanza impartida.
Con las anteriores anámnesis se evocó las acciones
mediante las cuales Dios ha preparado el agua, su
creatura, para ser signo de la gracia bautismal. Ahora
ella puede asumir el mandato explícito de Cristo que confía
a los apóstoles y a sus sucesores la misión de predicar
y de bautizar.
7
Ibidem, p, 32-33.
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El bautismo
El sacramento del bautismo en el signo del agua viene
así presentado como conclusión de las anámnesis; en
su m isterio total el bautismo es don de la vida trinitaria al
creyente. El bautizado tiene una identidad trinitaria
8
.
Epíclesis
Por todo e sto te pedimos: mira a tu Iglesia y abre
para ella la fuente del bautismo.
Después de las referencias motivado ras el texto pasa a
la invocación. La parte epicléptica enlaza con la parte
anamn ética, en estrecha relación con ella.
La invocación inicial es grandiosa y actualiza lo que se
ha dicho al comienzo: si Dios es el gran actor de los
sacramentos y ha realizado tales maravillas mediante el
agua, es lógica la petición de actualización: esta Iglesia
que está reunida en oración, que ha experimentado su
condición maternal l levando en su seno a los que van a
ser bautizados, pide a Dios que actúe ahora ab riéndole
la fuente bautismal para que pueda ejercer finalmente su
maternidad.
Santifica esta agua, para que el hombre, creado a
tu imagen, por medio d el sacramento del bautis-
mo sea purificado de sus pecados y renazca a la
vida nueva por el agua y el Espíritu Sa nto.
La enumeración de los frutos del bautismo se concen-
tran en la descripción d el hombre nuevo. Se advierte el
paralelismo entre esta descripción con las anámnesis
veterotestamentarias: el hombre "creado a imagen de
8
Ibidem , p.34.
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El bautismo
La oración de bendición del agua bau tismal contiene una
rica doctrina sobre el sacramento del b autismo, sobre la
identidad del bautizado. El bautismo es misterio cósmi-
co de nueva creación y de nueva vida, de destrucción del
pecado y muerte al pecado para nacer a una nueva
creatura, de liberación de la esclavitud del demonio para
servir a Dios en el culto; es misterio de santificación, de
don del Espíritu Santo, de dedicación personal al Padre,
al Hijo y al Espíritu S anto.
Todo esto en el signo del agua es obra del Espíritu San-
to, el cual unifica estos significados y valores. Presente
en las aguas de la primera creación para fecundarlas,
simbolizado por la paloma en el diluvio, por la nube del
éxodo de scendido sob re Jesús en la teofanía bautismal,
emanado de él en la exaltación en la cruz, el Espíritu Santo
desciende en el agua con su fuerza, le comunica su po-
tencia, que en el hom bre pecad or lava el pecado , restau-
ra la imagen de Dios, le da la conformidad a Cristo Je-
sús sumergiéndolo en el mister io de su muerte y
resurrección, de su exaltación y glorificación
11
.
• Renuncia al demonio y profesión de fe
La vida de fe se expresa po r la conversión. La fe del bau-
tizado a fecta a su ser: lo convierte en un creyente. A par-
tir de esto, deberá traducir su fe en obras, para hacerla
creíble.
La vida cristiana consiste en la afirmación de Cristo en
nuestras vidas y en nuestra historia. Por ello, ahora el
Ritual nos presenta una triple ren uncia y una triple profe-
sión de fe. Nada tenemos que ver con las obras del de-
n Ibidem, 39.
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8/16/2019 Manual Liturgia III-CELAM
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Los sacramentos de la iniciación cristiana
moriio ni con la men tira ni con el autor del engañ o. Ma s sí
queremos creer en Dios Padre, Hijo y Espíritu. La profe-
sión de fe siempre estuvo en el corazón de la liturgia
bautismal. El modo primitivo de bautizar era profesar la
fe en tres momentos y, después de cada uno, el bauti-
zando era sumergido en la piscina bautismal. De este
modo, "agua" y "profesión de fe" obraban el paso de l hom-
bre viejo a Cristo-resucitado. Así, renuncia al demon io y
profes