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Territorio y Nacin
La difcil construccin de la comunidad nacional
Nelson Manrique
1. Identidad nacional y diversidad cultural
Si algo caracteriza al Per contemporneo es su enorme diversidad.
El Per incorpor, durante la colonia, a su patrimonio cultural
original, la herencia de los migrantes espaoles, de los moriscos y
los pobladores africanos que fueron trados en condiciones de
esclavitud. A partir del siglo XIX y como nacin independiente el
Per ha recibido contingentes de migrantes provenientes de la China,
Japn, de otros pases americanos y de diversos pases europeos.
Pero la migracin, a pesar de su evidente importancia, no explica
completamente la complejidad de la sociedad peruana, pues bastante
antes de que la hueste conquistadora hispana llegara a la regin en
los Andes floreca ya una enorme diversidad cultural.
a. Un pas diverso
El Per est enclavado en una de las regiones geogrficamente ms
complejas del mundo, dominada por la presencia de los Andes, la
segunda cadena montaosa del planeta, que se extiende desde el nivel
del mar hasta los 6.800 metros de altitud, y la atraviesa
longitudinalmente de norte a sur. El litoral peruano, conocido como
la Costa, es una franja estrecha y rida que se extiende a lo largo
de 2.650 km. y cuya anchura vara entre los 65 y los 160 kilmetros.
Es un territorio desrtico, eventualmente interrumpido por la
presencia de algunos valles donde, en torno a ros que descienden de
la cordillera y desembocan en el Ocano Pacfico, florecieron grandes
culturas desde hace miles de aos. Los restos de la ciudad de Caral
muestran la existencia de grandes complejos urbanos con todo lo que
esto implica en trminos de desarrollo de la civilizacin- cinco mil
de aos atrs.
La Sierra, la segunda regin natural del Per, est determinada por
la presencia de la cordillera de los Andes, que corre paralela a la
Costa dividindose en su recorrido en tres ramales: las cordilleras
Occidental, Central y Oriental. Los Andes encierran profundas
quebradas, macizos, llanuras, valles longitudinales y transversales
donde prima la diversidad geogrfica y ecolgica. Sus glaciares y
altiplanos estn considerados entre los ms elevados del mundo.
Hacia el este, descendiendo desde la cordillera Oriental, se
extiende la tercera regin natural del Per, la vasta regin amaznica,
conocida como la Selva o Montaa, que llega hasta la frontera con
Brasil y es el repositorio de biodiversidad ms grande del
mundo.
El territorio peruano tiene una enorme diversidad ecolgica. En l
se encuentra casi la totalidad de los microclimas existentes en la
Tierra. Esto es el resultado de la combinacin de estar situado en
el trpico la latitud con ms biodiversidad del planeta-, la
presencia de los Andes y la existencia de las corrientes marinas de
la Antrtida, que hace que no llueva en el litoral, y la del Nio,
que proviene del trpico, irrumpe estacionalmente en el litoral
norteo y afecta el clima del planeta. En la costa norte peruana
acarrea una secuela de fuertes lluvias e inundaciones y graves
sequas en el sur; peridicas catstrofes telricas. Esta diversidad ha
provocado a su vez la existencia de una enorme variedad de formas
de vida: Considerando las especies de todos los rdenes de los
reinos vegetal y animal, el Per est considerado como el quinto pas
ms rico del mundo en nmero de especies () El Per es el primer pas
del mundo en nmero de mariposas (3000 especies), de aves (1816
especies), orqudeas (4000 especies), y plantas domesticadas nativas
(182 especies). Tambin es el primero en el continente americano en
nmero de mamferos (460 especies), y uno de los primeros del mundo
en el nmero de plantas utilizadas por la poblacin (4500 especies)
(Brack Egg 2004).
La ocupacin humana de estos territorios llega por encima de los
5.000 m.s.n.m. nicamente en los Andes y en el Nepal se desarroll la
agricultura por encima de los 3,000 m.s.n.m. y la agricultura de
altura de los Himalaya es ms bien marginal, si se compara con con
la de nuestra regin. Fernand Braudel, razonando sobre la
trayectoria histrica de los pueblos del Mediterrneo, afirmaba que
las tierras bajas son propicias al desarrollo de la civilizacin,
mientras que las tierras altas son el territorio de los nmades, los
hombres libres hostiles a todo tipo de sujecin (Braudel 1976). En
los Andes la situacin es distinta, pues los tres grandes horizontes
civilizatorios que marcaron el desarrollo de la historia andina
(Chavn, Wari Tiwanaku, Inca) se originaron en pueblos enclavados
por encima de los 3,000 m.s.n.m. Las tierras altas son la cuna de
las ms importantes civilizaciones. El manejo de un territorio tan
complejo y variado slo fue posible gracias a la enorme inventiva
desplegada por los antiguos peruanos a lo largo de milenios.
b. Agricultura y ocupacin del espacio
El Per es un pas muy mal dotado de tierras aptas para la
agricultura1 pero, paradjicamente, aqu se desarroll una de las
agriculturas ms importantes de la historia mundial. De hecho,
ninguna otra regin del planeta ha aportado tal cantidad y variedad
de especies vegetales domesticadas al patrimonio cultural de la
humanidad.
Gracias a la agricultura, en los Andes surgieron grandes
civilizaciones, organizadas en torno a sistemas estatales altamente
organizados y poderosos, grandes ciudades y centros ceremoniales.
Peridicamente se formaron imperios, que impulsaron la centralizacin
de los reinos regionales y crearon grandes sistemas hidrulicos, que
se encuentran entre los ms complejos de la historia antigua.
Mientras las civilizaciones en Egipto y Mesopotamia
1 Fernando Eguren, basndose en los inventarios de la Oficina
Nacional de Evaluacin de Recursos Naturales (ONERN), demostr que la
tierra cultivable representa apenas el 1% del 1'300,000 kilmetros
cuadrados que comprende el territorio nacional. Los resultados de
su investigacin, desarrollada en DESCO, permanecen inditos.
se desarrollaron en torno a un ro y a dos, respectivamente, las
civilizaciones hidrulicas de la costa peruana utilizaron cincuenta
ros, desarrollando sistemas de interconexin fluvial tan complejos
como el de La Leche (entre los actuales departamentos de Lambayeque
y La Libertad), que conecta cinco cuencas y figura entre los ms
extraodinarios de la historia. Impulsaron, asimismo, el
acondicionamiento de vastas tierras para el cultivo, a travs de
tcnicas muy sofisticadas de manejo del suelo y construyeron caminos
que se extendieron a lo largo de miles de kilmetros, atravesando
uno de los territorios ms accidentados del planeta. Todo este
riqusimo proceso de acumulacin cultural culmin hacia el siglo XV
d.C. con el surgimiento del imperio de los Incas, cuyas conquistas
cubrieron un territorio de
4 millones de kilmetros cuadrados, abarcando gran parte del
territorio de los actuales pases de Colombia, Ecuador, Per,
Bolivia, Argentina y Chile. La forma cmo los pobladores andinos
lograron manejar un territorio tan complejo brinda una clave
fundamental para entender el por qu de la gran diversidad cultural
de las sociedades andinas contemporneas.
Las civilizaciones andinas prehispnicas eran eminentemente
agrcolas. La clave del xito de los antiguos peruanos en el manejo
de un territorio tan complejo radica en el desarrollo de
estrategias que permitieron utilizar la diversidad geogrfica
extrema, convirtindola, de una inicial desventaja, en una
importante fuente de riqueza.
El xito en la ocupacin del territorio en los Andes fue el
resultado de una enorme capacidad de manejo de la diversidad. Los
antiguos pobladores de los Andes desarrollaron un patrn de ocupacin
del territorio que, en lugar de una ocupacin continua del
territorio, buscaba controlar territorios discontinuos, para
asegurar el acceso a tierras situadas en diversas altitudes, en
Costa, Sierra y Selva. John Murra denomin a esta estrategia el
control vertical de un mximo de pisos ecolgicos. La misma es
utilizada hoy da en la economa campesina andina: los agricultores
poseen varias parcelas dispersas situadas diversos pisos ecolgicos,
en lugar de concentrar su propiedad en una sola extensin
continua.
Las razones que explican esta opcin son bsicamente de dos
rdenes. En primer lugar, ste permite la utilizacin ms eficiente de
la fuerza de trabajo a lo largo del ao. Las tareas que demanda la
agricultura se organizan en un patrn estacional, que est
determinado por la estacionalidad del clima. A lo largo de la
campaa agrcola suelen alternarse perodos de intensa utilizacin de
la fuerza de trabajo, en tareas como la siembra y la cosecha, con
otros de subempleo, e, inclusive, de desempleo estacional, durante
el cultivo y el barbecho. En un territorio muy rugoso, las tierras
tienen fuertes pendientes y eso supone una extrema variabilidad en
las condiciones de exposicin a la luz solar, la temperatura, la
lluvia, la humedad, el viento. En un territorio tan accidentado no
era posible conseguir economas de escala incrementando la extensin
de las parcelas en explotacin, como suele hacerse en las tierras
llanas. Pero la explotacin de una gran variedad de pisos ecolgicos
brinda como compensacin la posibilidad de cultivar una enorme
variedad de especies vegetales. La elevacin de la productividad
agrcola, que sent las bases materiales para el desarrollo de las
altas civilizaciones andinas, se bas en el manejo simultneo de
mltiples cultivos, con ciclos estacionales de desarrollo diversos y
alternados. Desarrollando la agricultura en distintos pisos
ecolgicos pudo utilizarse ms intensivamente la fuerza de trabajo
distribuyendo su uso ms uniformemente a lo largo del ao, sembrando
y cosechando
diversas especies vegetales y distintas variedades de stas, a lo
largo de varios meses de una misma campaa agrcola, en lugar de
hacerlo durante una corta temporada. Se reduca as drsticamente los
perodos de subempleo y desempleo estacional. Esta lgica, vlida a
nivel macrosocial, tambin preside hoy la explotacin de las parcelas
familiares campesinas. Este hecho ayuda a entender por qu la regin
andina ha brindado la mayor variedad de especies vegetales
domesticadas al patrimonio cultural de la humanidad (Golte
1981).
La segunda razn que hace deseable el manejo de varias parcelas
dispersas deriva del carcter marcadamente aleatorio de la actividad
agrcola en los Andes. El crecimiento de las plantas en un medio tan
difcil est sujeto a mltiples contingencias: volumen y oportunidad
de las lluvias, presencia o no de las heladas, aparicin de plagas,
etc. La distribucin de los cultivos en parcelas separadas, que
ocupan distintos pisos ecolgicos, reduce significativamente los
riesgos. Las prdidas en las parcelas afectadas por las calamidades
naturales suelen compensarse con las ganancias logradas en las
parcelas no afectadas (Figueroa 1981)2. Algo similar sucede en la
ganadera andina, en que los pastores manejan rebaos mixtos, lo que
permite diversificar los riesgos producidos por las contingencias
naturales (Manrique 1998).
El funcionamiento de un sistema social de esta naturaleza exige
una profunda disciplina. Para que la produccin familiar campesina
sea posible, es imprescindible la existencia de instituciones
capaces de coordinar la creacin y el mantenimiento de nuevas
tierras, nuevos sistemas de riego, as como de asignar
equitativamente el agua. Todo el sistema slo puede funcionar si
existen las estructuras polticas con capacidad de coercin, para
asegurar que los intereses del conjunto prevalecern sobre los de
los particulares. De all la necesidad de una fuerte centralizacin
estatal, como la que imper en los Andes.
Finalmente, a pesar de existir ciertas constantes panandinas,
las sociedades andinas prehispnicas se caracterizaron por una
enorme diversidad, fruto de la gran variabilidad de los medios
naturales que tenan que enfrentar. La alternancia de perodos de
homogeneizacin cultural panandina (los horizontes), seguidos de
fases de fuerte diferenciacin regional (los perodos intermedios)
muestran esta necesidad de adaptar los logros culturales de los
horizontes a medios regionales muy diversos, para que pudieran
desplegar todas sus potencialidades. Cuando los espaoles llegaron a
las costas del territorio de lo que hoy es el Per, el imperio de
los Incas haba impuesto una unificacin poltico estatal sobre reinos
muy distintos entre s, con lenguas y matrices histrico culturales
muy diferentes. Por debajo de la dominacin imperial en manera
alguna se haba reducido la gran diversidad cultural de los seoros
andinos.
c. El impacto de la conquista espaola en la sociedad incaica
2 Criticando la visin sobre el campesinado que atribuye a ste
ser resistente al cambio, Adolfo Figueroa concluye que los
campesinos andinos son "pobres, pero eficientes". Su resistencia a
las innovaciones no se origina en un supuesto conservadurismo
cultural sino en que su patrimonio es tan escaso, que no pueden
arriesgarlo jugndose a una sola alternativa sin comprometer las
propias condiciones materiales necesarias para reproducirse como
campesinos.
La conquista espaola represent un terrible costo social para los
vencidos. La poblacin del imperio, estimada en 9 millones de
habitantes en 1532 -el ao en que Pizarro captur al Inca Atahualpa-,
se haba reducido a apenas 600 mil para el ao 1720 (Cook 1982).
Recin hacia el ao 1960, el Per volvera a alcanzar una poblacin
semejante a la existente antes de la conquista.
Por otra parte, el cambio de eje de la economa, de la
agricultura a la minera, provoc graves trastornos sociales. La
sociedad andina sufri un proceso de desestructuracin a todo nivel,
incluido el de las subjetividades (Wachtel 1976). La evangelizacin
jug un rol decisivo en este proceso. Las religiones andinas tenan
una gran flexibilidad y tolerancia, debido a su carcter politesta.
Era habitual que los Incas incorporaran a las divinidades tutelares
de los pueblos conquistados al panten de los dioses del imperio. El
catolicismo hispano de la Contrarreforma era, en cambio,
profundamente intolerante. Estaba guiado por una mentalidad de
guerra santa, forjada, en primer lugar, en medio de las tensiones
religiosas que agitaron con mucha fuerza a la Pennsula Ibrica a
partir del siglo XIV y que culminaron con la expulsin de los judos
sefardes, primero, y de los moriscos, despus. En segundo lugar, por
el rol que asumi la corona espaola como campeona de la
Contrarreforma en el siglo XVI (Manrique 1993).
En el aspecto positivo, la conquista permiti un importante
intercambio de bienes y sistemas productivos entre Europa y los
Andes. Las plantas americanas enriquecieron la alimentacin europea,
jugando la papa un rol fundamental en el despegue del capitalismo,
al permitir abaratar los medios de vida de los trabajadores
movilizados por la revolucin industrial. Los animales domsticos
trados de Europa (vacunos, ovinos, cerdos, gallinas, etc.) y
algunos cultivos como el trigo, la cebada, el azcar y la vid se
incorporaron rpidamente a la economa colonial.
A lo largo de los tres siglos de dominacin colonial se produjo
en el pas un rico, complejo y contradictorio proceso de
interpenetracin de las culturas enfrentadas por la conquista. Se
produjeron cambios en las culturas andinas originarias no slo como
resultado de la imposicin de elementos de la cultura material y
espiritual europea, sino tambin como consecuencia de las
redefiniciones que la subordinacin colonial provoc en el
funcionamiento de las colectividades conquistadas.
Cuando los conquistadores capturaron al inca Atahualpa en la
plaza de Cajamarca, en noviembre de 1532, haba fuertes
contradicciones al interior del imperio de los Incas.
Inmediatamente varios reinos andinos se aliaron con los espaoles
para combatir contra los Incas, aprovechando la que para ellos era
una oportunidad de sacudirse de una dominacin que juzgaban odiosa
(Espinoza Soriano 1974). Pero la derrota de los incas no les trajo
la libertad. Durante los tres siglos siguientes, la explotacin
colonial redujo a los diversos pueblos a la comn condicin de
indios. La miseria compartida a la que fueron reducidos introdujo
elementos de homogeneidad en la condicin social de los indgenas,
tan fuertemente fragmentados por su pluralidad cultural.
La voluntad de imponer la cultura de los conquistadores
encontraba sus lmites en la existencia de una larga tradicin de
produccin cultural en el espacio andino. Las propias necesidades
del proyecto colonial obligaban, por otra parte, a establecer
compromisos con
las culturas dominadas. Una buena muestra de esto es el arte
religioso colonial, desarrollado en funcin de las necesidades de la
evangelizacin, que en su contenido y sus gneros artsticos de
expresin provena de la cultura trada por los conquistadores3. Los
artistas espaoles recurrieron a artesanos indgenas para realizar
sus obras, ya fuera en la pintura, en la elaboracin de instrumentos
y la ejecucin de obras musicales o en el labrado de la piedra. Los
artesanos indios no se limitaron a copiar servilmente los modelos
que les brindaban sino que los reelaboraron, fecundndolos con su
genio y enriquecindolos con elementos provenientes de la cosmovisin
andina. Fueron, adems, capaces de apropiarse de los nuevos
instrumentos, utilizndolos para el cultivo de sus propios gneros
artsticos. El resultado no fue una suma de influencias sino un arte
nuevo, original. Una observacin atenta del arte colonial permite
observar la superposicin de estas mltiples herencias culturales,
que estn en la base de la ms autntica sensibilidad artstica peruana
contempornea.
d. Elites y proyecto nacional indgena
A los nobles indgenas la corona espaola les reconoci sus
privilegios nobiliarios, como una manera de asimilarlos como
agentes de la dominacin colonial. Entre ellos se fue construyendo
una nueva identidad, que reivindicaba a los Incas como su origen
comn, fenmeno que para el siglo XVIII, un siglo de un gran
renacimiento cultural indgena, involucraba inclusive a los reinos
que al momento de la conquista eran enemigos de los cusqueos
(Flores Galindo 1989). Kurakas descendientes de noblezas
regionales, que durante el siglo XVI eran acrrimas enemigas de los
Incas, en el siglo XVIII proclamaban orgullosamente su filiacin
incaica (Rowe 1976). Varios nobles indgenas emprendieron largos
juicios para conseguir que se les reconociera esta filiacin.
Familias nobles indgenas encargaban a los talleres de pintores la
confeccin de cuadros que representaban el rbol genealgico -real o
inventado- que entroncaba su linaje con los Incas. Era, asimismo,
habitual que desfilaran con vestimentas incaicas en las procesiones
y fiestas religiosas. El teatro y las fiestas populares cultivaban
abundantemente el tema de los fastos del imperio perdido. Se
construy as una identidad indgena colonial panandina, que John Rowe
ha denominado el nacionalismo Inca. Los Comentarios Reales de los
Incas jug un papel decisivo en este proceso. El texto se convirti
en libro de cabecera de estos nobles en proceso de construir una
identidad compartida. El imperio Incaico que estos kurakas
reivindicaban no era el imperio histrico real, atravesado por
mltiples antagonismos sociales, sino el construido literariamente
por Garcilaso; una magnfica utopa renacentista. Un imperio donde
todos trabajaban, no exista el hambre ni la explotacin, gobernado
por un rey civilizador, sabio y benevolente, que conquistaba no por
la fuerza militar sino a travs de los dones que brindaba a los
pueblos que someta. La utopa tena un tiempo, el pasado, una
capital, el Cusco, y un espacio, los Andes (Flores Galindo
1988).
El potencial subversivo de este proceso se evidenci en el gran
levantamiento de Jos
Gabriel Condorcanqui Tpac Amaru II de 1780. Aplastada la rebelin
y muertos en el
3 Estas influencias no eran slo de origen europeo. Una buena
manifestacin del carcter plural de las influencias culturales
tradas por los conquistadores lo brinda la arquitectura colonial,
de factura mudjar, obra del genio de los alarifes y artesanos
moriscos trados como esclavos por los conquistadores (Manrique
1993).
martirio Tpac Amaru, sus lugartenientes y familiares, la
burocracia colonial dispuso la prohibicin de los Comentarios
Reales, las fiestas, las representaciones teatrales y todas las
obras de arte que recordaran a los indgenas su pasado esplendor.
Las existentes deban ser destruidas. Se orden, asimismo, la
castellanizacin forzada de los indgenas en el plazo de cinco aos,
disposicin que no pudo llevarse a cabo (Torero 1974). Pero la
derrota del levantamiento abri el camino a la destruccin de la
nobleza indgena, un proceso culminado por la Repblica proclamada
cuatro dcadas despus de la ejecucin del gran lder rebelde.
Con la desaparicin de la nobleza indgena, la cultura andina se
vio privada de sus intelectuales orgnicos; esos nobles que se
proclamaban orgullosamente indios y se sentan herederos de una gran
civilizacin; que posean importantes patrimonios materiales, pero
adems lean y escriban; que saban latn y se expresaban en quechua,
aymara y castellano; que actuaban como una bisagra imprescindible
entre la cultura de los conquistadores y la de los conquistados. Su
desaparicin llev a la identificacin, que persiste hasta ahora,
entre la condicin de indio y pobre. Cre tambin esa brecha, an no
cerrada, entre la cultura andina y la cultura occidental. En
adelante la cultura andina sera obra de productores - agricultores,
pastores, artesanos-, que, adems de insertarse en la divisin social
del trabajo como trabajadores manuales, producen cultura. Durante
la Repblica persisti la miseria material de los indios y se renov
su marginacin cultural. Esto impedira que las obras gestadas por
los creadores populares andinos (artfices del denominado "saber
popular") pudieran acceder al estatuto de obras acadmicas. A lo ms,
serviran para proveer de temas a la elaboracin de los indigenistas,
creadores provenientes del mundo no indio que trataban de
representar la realidad india, que les era ajena.
Por otra parte, la produccin erudita, respaldada por el estado y
las instituciones dominantes, sufri la ausencia de slidas races
nacionales, complacindose en la imitacin de los modelos propuestos
por Europa, primero y estados Unidos despus. De all surgi una
produccin cultural inautntica, servilmente imitativa, alienada
(Salazar Bondy 1966). Un saber popular andino, cultivado por
trabajadores manuales imposibilitados por su miseria material de
darle una elaboracin erudita, de una parte. De la otra, un saber de
los especialistas de la cultura despojado de races populares
propiamente nacionales, confinado a la imitacin de modelos ajenos.
Tal fue el dilema de la cultura peruana antes de abrirse al mundo y
buscar su universalizacin por el camino de volver sobre s
misma.
e. Los afrodescendientes y la Selva en el complejo cultural
peruano
De las otras fuentes de la cultura peruana interesa
particularmente el aporte africano. La Repblica abri el camino a la
incorporacin de los aportes culturales de la poblacin negra, un
proceso que comenz desde el perodo colonial en la costa, y que
fueron especialmente importantes en la cocina y, sobre todo, en la
msica criolla. Con la emancipacin de los esclavos -decretada en
1854- empez el difcil y largo camino hacia la incorporacin de los
descendientes de la migracin africana al ejercicio de los derechos
ciudadanos. Este es un proceso que a fines del siglo XX no est, an,
plenamente realizado. Pero los aportes de la cultura negra siguen
fecundando hoy el arte y en general la cultura
peruana, habiendo alcanzado durante las ltimas dcadas un nivel
de visibilidad que anteriormente estaba ausente, si bien su
reconocimiento sigue siendo parcial.
La Selva peruana tiene tambin una gran diversidad cultural, que
tiene su punto de partida en las migraciones originarias que
formaron su poblacin nativa: jbaros procedentes de Centroamrica,
arawaks que venan de actual Venezuela (el ashninka, la lengua ms
importante de la amazona peruana pertenece a la familia lingstica
del arawak), panos provenientes del actual Brasil y tup-guaranes
originarios de los territorios de Paraguay y Bolivia. La Selva,
conocida como el Antisuyo, en general, permaneci ajena a la
dominacin incaica y su integracin fue ms bien precaria durante la
Colonia. Esta se consigui por medio de la combinacin de la accin de
los evangelizadores -principalmente franciscanos- que penetraban en
la regin buscando convertir a sus habitantes, y la de los
colonizadores que los seguan, buscando explotar las ingentes
riquezas naturales de la regin y la fuerza de trabajo de sus
pobladores. La precariedad de esta incorporacin se puso de
manifiesto cuando el levantamiento nativo dirigido por Juan Santos
Atahualpa en la selva central, a mediados del siglo XVIII, sustrajo
la regin al control de poder central por ms de un siglo. Fue slo a
mediados del siglo XIX, durante el primer gobierno de Ramn
Castilla, que el estado se sinti con fuerza para lanzar
expediciones armadas hacia esos territorios, con la finalidad de
sujetarlos a su soberana, reconquistando Chanchamayo e instalando
el fuerte artillado de San Ramn.
La conquista hispana provoc tambin la huida de miles de
pobladores de la sierra hacia la ceja de selva, donde fueron
acogidos generosamente por los pobladores amaznicos. De all que el
quechua ganara tambin presencia en ciertas cabeceras importantes
como Lamas (Torero 1974).
Es recin durante las ltimas dcadas del siglo XX que se ha
producido una integracin ms profunda de la regin amaznica a la
sociedad nacional. Este proceso ha tenido un costo muy alto para
las poblaciones originarias. El hecho de que se haya producido muy
tardamente ha contribuido a que en la regin se mantenga ms
ampliamente una diversidad cultural que debe ser semejante a la que
encontraron los conquistadores espaoles cuando conquistaron el
imperio de los Incas. Aunque la poblacin amaznica definida como
nativa supera apenas los 200 mil habitantes, en la regin existen
hoy entre 46 y 60 lenguas diferentes en uso.
La inmigracin propiciada desde la fundacin de la Repblica de
gentes de diversas procedencias contribuy a enriquecer an ms el
mosaico de la diversidad cultural peruana. Durante el ltimo siglo y
medio ha sido particularmente importante el aporte de origen
asitico. Entre 1849 y 1873 llegaron al Per alrededor de 100 mil
inmigrantes chinos, contratados para trabajar como peones en la
agricultura costea, la mayora de los cuales termin quedndose en el
pas. Una cantidad significativa, si se considera que para 1876 la
poblacin peruana era de 2.6 millones de habitantes. A fines del
siglo XIX comenz la inmigracin japonesa, cuya importancia creci a
lo largo del siglo XX. Los descendientes de ambos grupos se han
integrado exitosamente al contingente nacional peruano.
Estos procesos no se desarrollaron sin tensiones. stas tuvieron
su origen en la propia actitud de la clase dirigente, que,
convencida de la innata inferioridad biolgica de los
indios, trataba de promover la inmigracin europea como una
manera de "mejorar" la dotacin gentica de la poblacin. La
inmigracin asitica fue impuesta por el hecho objetivo de que los
hacendados costeos no tenan cmo conseguir inmigrantes europeos (los
cuales se quera atraer para mejorar la raza) dispuestos a trabajar
como peones por el escaso salario que pretendan pagarles. De all
que existieran reacciones racistas y xenfobas contra la inmigracin
asitica, alimentadas por sectores sociales que se sentan amenazados
en sus intereses por la presencia de los recin llegados.
Si el racismo era considerado "natural" con relacin a los
indgenas, es fcil entender que se repitiera con relacin a aquellos
migrantes que no provenan de Europa. Pero la incorporacin de los
aportes culturales de los inmigrantes a la cultura nacional -
particularmente a la culinaria nacional y a la medicina popular, en
el caso de los chinos- muestra hasta qu punto stos consiguieron
asimilarse a la nacin peruana.
Un elemento que ha dificultado la integracin cultural al
interior de esta gran diversidad fue la persistencia de patrones
coloniales de dominacin. Durante ms de un siglo, stos sirvieron
para cerrar el camino a la incorporacin, particularmente de los
indgenas, a la ciudadana efectiva. Pero durante las ltimas cinco
dcadas, la sociedad peruana se ha visto sometida a profundos
cambios que tienen una primera expresin en la demografa. La
poblacin peruana pas de 2.6 millones de habitantes en 1876 a 6.2
millones en 1940, 9.9 millones en 1961, 13.5 millones en 1972, 17.0
millones en 1981, y 22.2 millones en 1993 (Manrique 1995: 266). Las
proyecciones al 2005 estiman que somos alrededor de 28 millones de
peruanos. Se ha multiplicado la poblacin por diez en poco ms de un
siglo, y, lo
ms importante, la naturaleza del complejo cultural peruano4 ha
sido profundamente transformada.
2. Construir la nacin
a. Un Estado sin Nacin
La fragmentacin de sociedad peruana constituy desde el principio
una valla formidable al intento de construir una nacin, luego de la
expulsin de los espaoles. La Repblica hered una profunda fractura
social cuyo punto de partida fue la escisin entre los criollos
fundadores de la Repblica y la poblacin indgena, que constitua la
inmensa mayora del pas.
Contra lo que suele suponerse, no existe una correspondencia
necesaria entre el hecho poltico de fundar un estado y el hecho
social de forjar una nacin. En el Per que naci a la vida
independiente a comienzos del siglo XIX el estado precedi a la
nacin. Se fund una repblica para suceder al estado virreinal, pero
no existan las condiciones para construir una comunidad nacional.
Un orden republicano supone la existencia de ciudadanos autnomos,
sujetos independientes, considerados iguales ante la ley, pero la
mayora de los peruanos no
4 Se denomina complejo cultural peruano a la interaccin de
mltiples culturas nacionales, con relaciones de complementaridad,
contradiccin e incluso, antagonismo.
estaba en esa condicin. Era muy poco lo que tenan en comn los
criollos que habitaban el litoral y los indgenas del interior:
hablaban diferentes idiomas, tenan distintas culturas, coman,
vestan, se divertan de manera diferente, tenan diversas
cosmovisiones, diferente religiosidad, etc.
La cuestin de cmo deba insertarse a la poblacin india en la
nacin que iba a forjarse fue un problema que se plante desde la
propia fundacin de la Repblica. Inicialmente escritores como
Mariano Melgar, Jos Joaqun de Olmedo y Faustino Snchez Carrin
imaginaron una nacin que deba incluir a la poblacin indgena. El
mismo espritu anim el decreto de Monteagudo que aboli la palabra
indio, exigiendo que en adelante quienes eran as llamados fueran
conocidos como peruanos y el de Bolvar que aboli los ttulos
nobiliarios, tanto hispanos cuanto indgenas. Pero rpidamente estas
posiciones progresistas fueron abandonadas, mientras se reforzaban
los poderes locales del interior. Agustn Gamarra, apenas cinco aos
despus de la proclamacin de la independencia, impuso algunas de las
mayores involuciones conservadoras: la prolongacin de la tutela
impuesta a los negros formalmente nacidos libres bajo la dominacin
de sus amos hasta que cumplieran los 50 aos de edad, la restauracin
del tributo indgena colonial, cambindole el nombre por contribucin
personal, la exoneracin de este tributo a las denominadas castas,
es decir la poblacin mestiza, a partir de 1839. Indio en la nueva
repblica no era slo un trmino que identificaba tnica y racialmente
a un grupo social sino era tambin una condicin fiscal, que llevaba
aparejadas obligaciones tributarias para quienes as eran
identificados. La igualdad ante la ley no tena lugar en el orden
que se construa.
Dos dcadas despus de la independencia alcanz su formulacin el
proyecto poltico criollo, que se desplegara en adelante. En el
sermn del 28 de julio de 1846, por el 25
Aniversario de la Independencia, Bartolom Herrera. Herrera, uno
de los ms lcidos idelogos conservadores del siglo XIX, sostuvo que
la expulsin de los espaoles por las fuerzas patriotas deba ser
considerada un parntesis impuesto por Dios en la obra de unir a la
nacin bajo el catolicismo y la monarqua; los criollos deban
continuar esa obra de reconstruccin de la identidad nacional,
respetando su legado hispnico, catlico y monrquico. El Per deba ser
dirigido por un gobierno fuerte asentado en Lima, investido por
Dios (bendecido por la iglesia), con el derecho soberano de dictar
leyes para todos, como una aristocracia del conocimiento creada por
natura. El sufragio selectivo deba apartar a los indios del voto,
puesto que su "incapacidad natural" los haca inelegibles para
ciudadanos (Poole 1997). Tres aos despus el pas, hasta entonces en
bancarrota, debido a su imposibilidad de pagar las deudas
acumuladas desde antes de la independencia, cambi su suerte cuando
la exportacin del guano de las islas permiti la sbita entrada de
ingentes riquezas. Durante las tres dcadas siguientes ingresaron al
erario alrededor de 100 millones de libras esterlinas, lo que
convirti al Per en uno de los pases ms ricos de Amrica del Sur
(Hunt 1984).
La prosperidad del guano sent las bases econmicas para la
consolidacin de este proyecto poltico. En el interior, la debilidad
del estado central produjo la privatizacin del poder en beneficio
de fuertes poderes locales que se encargaron de encuadrar a la
poblacin indgena a travs de la violencia, imponiendo relaciones de
servidumbre que eran justificadas por un discurso racista
antiindgena de cuo colonial. Estas fueron las bases que permitieron
la
emergencia del gamonalismo republicano, una especie de
feudalismo andino, que durante el siglo siguiente bloqueara la
incorporacin de la poblacin indgena a la ciudadana.
El racismo antiindgena era compartido por los criollos. Algunas
dcadas despus las elucubraciones del conde Joseph Arthur de
Gobineau (1816 - 1882) sobre el origen natural, biolgico, de la
superioridad de unas razas sobre otras, fueron entusiastamente
asumidas por las elites latinoamericanas. As los prejuicios
racistas fueron asumidos como hechos cientficamente
comprobados.
b. Continuidades y rupturas en la transicin del Per colonial al
Per republicano
Al fundarse la Repblica las continuidades en la condicin de las
poblaciones originarias pesaron ms que las rupturas. Como se ha
sealado, el tributo indgena colonial fue restaurado, en agosto de
1826, con el nombre de contribucin personal. Durante los aos
siguientes alcanz una importancia mucho mayor de la que tena en el
virreinato; si en vsperas de la independencia equivala
aproximadamente a la octava parte del presupuesto nacional para la
primera mitad de la dcada del cuarenta representaba la tercera
parte. Si hasta 1839 lo pagaban los indios y las castas -es decir
los integrantes de los grupos no indios- en 1840 los blancos y los
mestizos fueron eximidos de esta obligacin. En el Per, los indios,
los miserables dentro de la economa de la joven repblica, eran los
nicos que pagaban impuestos. La contribucin personal permaneci
vigente hasta 1854, cuando la prosperidad generada por el boom del
guano permiti abolirlo. Fue restablecido en 1876, cuando el estado
volvi a declararse en bancarrota, y se mantuvo cobrndose
intermitentemente, hasta que fue abolido definitivamente en 1895,
aunque sigui cobrndose irregularmente en ciertas regiones durante
la primera dcada del siglo XX.
Persisti tambin la utilizacin gratuita de la fuerza de trabajo
indgena. La mita colonial fue abolida por San Martn y Bolvar pero
el servicio gratuito indgena volvi a ser reestablecido bajo
distintas modalidades en los pases andinos en cuanto se afirm la
Repblica. La ms importante fue el "servicio a la Repblica": la
obligacin de los indgenas de trabajar gratuitamente un nmero de das
al ao en las obras estatales. Con un estado central dbil, con
frecuencia este trabajo fue usufructuado por los grupos seoriales
del interior en su propio beneficio. Los indios denominaron
"Repblica" a este trabajo forzado. Los municipios usufructuaron
tambin ampliamente esta fuente de trabajo gratuito:
El reclutamiento (informaba Isaac de Echave, sndico de gastos de
la municipalidad del Cusco, el 30 de marzo de 1883) se verifica del
modo ms alarmante y acompaado de actos de salvajismo y barbarie. En
el recinto de la ciudad, sin tener en cuenta lo que pasa en los
caminos, y de preferencia los indgenas son cazados por los soldados
y los envarados, tanto para lo que se llama el servicio pblico como
para el de los particulares que ejercen algn cargo o mando () A los
reclutados se les suelta a cambio de efectos, en fin, se realizan
desmanes que da ganas de pensar que la sociedad toca al trmino de
su desquiciamiento y ruina.
La ltima continuidad, por cierto no la menos importante, se daba
en el papel central de la iglesia en la Repblica, con su gran poder
sobre las almas. Pero la base de su poder no era
slo su ascendiente espiritual. En el Per ella tena ingentes
propiedades inmuebles, fruto de donaciones (los bienes de manos
muertas), diezmos, censos y capellanas, que constituan en esencia
impuestos forzados sobre la produccin agropecuaria. Es frecuente
encontrar en los archivos del interior pedidos de curas que
reclamaban el auxilio de la fuerza pblica para obligar a sus
feligreses a pagar los diezmos eclesisticos.
Las rupturas con relacin al orden virreinal se expresaron, en
primer lugar, en la disgregacin de la economa. Entregado el Alto
Per a la jurisdiccin del virreinato de Buenos Aires, primero, y
autonomizado, despus como la repblica de Bolivia, se destruy el
circuito mercantil que una Potos con las minas de Huancavelica (que
provean a Potos del mercurio imprescindible para refinar la plata)
y Lima. Luego del colapso de los comerciantes limeos agrupados en
el Tribunal del Consulado, y en ausencia de una burguesa con
intereses con proyeccin nacional, se fractur la la economa colonial
y la regin andina se fragment en un conjunto de espacios econmicos
desarticulados entre s, en los cuales a lo largo del siglo XIX
apenas pudieron constituirse penosamente algunos escasos espacios
socioeconmicos regionales, mientras que buena parte de la economa
campesina volva a la produccin de autosubsistencia. La ausencia de
un mercado interno se volvi un lmite fundamental que impidi que las
riquezas generadas por los booms exportadores (las lanas en el sur,
el guano en la costa central, el caucho, a fines del siglo XIX, en
la Amazona) pudieran transformarse en capital y sentar las bases de
un desarrollo nacional autnomo.
Una segunda ruptura se dio en la degradacin del poder poltico al
interior de las sociedades originarias. La sociedad colonial era
estamental y el cuerpo social era concebido como un organismo vivo,
con rganos especializados, que deban cumplir la funcin para la que
haban sido creados (la cabeza para pensar y dirigir, las manos para
trabajar, por ejemplo), por lo que cualquier intento de modificar
el "orden natural" de las cosas provocara el caos y la destruccin
del equilibrio que garantizaba la salud social. La liquidacin de
los curacazgos andinos, pese a su evidente intencin igualitaria,
represent una grave degradacin de las estructuras de poder de las
sociedades andinas originarias. La estructura curacal fue
remplazada por otra institucin colonial, la de los alcaldes de
indios, de la que ha derivado la estructura, hasta hoy vigente, de
alcaldes-vara o varayoq ("el que porta la vara"). Aunque durante la
Repblica se termin imponiendo la modalidad de eleccin de los
alcaldes por la comunidad, como hasta ahora se estila en las
comunidades tradicionales, la condicin social del alcalde-vara no
es equiparable a la del antiguo curaca. La legitimidad de los
curacas se basaba en su linaje noble, eran una aristocracia de
sangre y el cargo era hereditario. Los al- caldes de indios no
tenan tal legitimidad y se vieron obligados a buscar otras fuentes
de legitimidad, como desempear el rol de sacerdotes de los cultos
ancestrales ("hechiceros", para los prrocos encargados de perseguir
sus cultos), a fines del siglo XVIII (Millones
1978), o buscar el reconocimiento de los funcionarios del
aparato estatal, luego de la independencia. stos vendieron caro
este reconocimiento. En la segunda mitad del siglo era ya usual que
las autoridades indgenas tuvieran, como parte de sus funciones, la
obligacin de ir a laborar por turnos como sirvientes (pongos,
semaneros), a las casas de las autoridades polticas (prefectos,
subprefectos, gobernadores) y eclesisticas y de hacer de auxiliares
gratuitos del estado, ubicados en el ltimo peldao de la estructura
de poder. Autoridades para los indios y sirvientes para las
autoridades del estado (Manrique 1988).
El nuevo orden encontr su justificacin ideolgica en el racismo
antiindgena, que justificaba anteriormente la dominacin colonial y
pas a legitimar la de la nueva elite republicana. El racismo supone
algo ms profundo que la discriminacin tnica: es la negacin de la
humanidad del otro, que es considerado biolgicamente inferior, por
naturaleza. Si la inferioridad tnica de los indgenas (de la que,
obviamente, tambin estaban convencidos los criollos) poda ser
superada a travs de los programas de "integracin del indio a la
nacin" su inferioridad biolgica -inmutable, por estar basada en las
leyes naturales- slo tena dos soluciones posibles en el largo
plazo: o el exterminio fsico, como se dio en otros pases de Amrica,
a los que la elite peruana envidiaba, o la regeneracin biolgica
gradual, a travs de la mezcla racial con ejemplares de la raza
superior, blanca. Hablar de proyecto nacional durante el siglo XIX
era sinnimo de colonizacin, y sta, de inmigracin blanca. De all
surgi esa ideologa que consideraba al Per un "pas vaco", que era
necesario poblar promoviendo la inmigracin, ideologa que ha
subsistido durante el siglo XX en relacin con la amazona5.
De aqu nacen las grandes paradojas de nuestra historia
republicana. La existencia de una repblica sin ciudadanos, donde
una minora se senta la encarnacin de la nacin, con el derecho de
excluir a las grandes mayoras. En una flagrante contradiccin con el
ideario democrtico liberal y de los ardientes debates entre
liberales y conservadores, las bases sociales, econmicas, polticas,
culturales e ideolgicas reales del nuevo estado negaban los
enunciados doctrinarios sobre los cuales fue fundado el estado
republicano. A diferencia de la historia europea en la que se
inspiraron nuestros idelogos republicanos, donde la fundacin del
estado estuvo precedida por la creacin de las naciones, en el Per
se fund el estado all donde no haba nacin. Se sentaron as las bases
para ese desencuentro, que no ha podido superarse hasta ahora, a
pesar de los cambios vividos en los ltimos 170 aos, entre el estado
y la sociedad.
c. La delimitacin de las fronteras
Nacidas de las guerras de independencia contra el imperio
colonial hispano, las jvenes repblicas se fundaron sobre las
fronteras establecidas por el poder colonial; la demarcacin de las
antiguas intendencias. De all en adelante pasaran dcadas
combatiendo entre s para delimitar esas fronteras, cuya naturaleza
colonial nadie discuta, que fueron fijadas en funcin de los
intereses de la potencia colonial y no de las caractersticas y las
necesidades de los pueblos que separaban. Un buen ejemplo es la
desarticulacin del sur andino, un territorio con continuidad
histrica y cultural desde tiempos prehispnicos, que se articul
durante la colonia en torno a la minera de Potos y que fue
desarticulado cuando Potos fue entregado a la jurisdiccin del
virreinato de Buenos Aires, primero, y de Bolivia, despus. La
decisin de la burocracia colonial de escindir esta regin vino
dictada porque, desde el punto de vista mercantil, Potos estaba ms
articulado con el puerto de Buenos Aires que con el litoral del
Pacfico. Pero la
5 Es reveladora la ancdota de la inauguracin de Ciudad
Constitucin, la urbe que decidi crear el arquitecto Belande en
medio de la amazona, como la nueva capital de la repblica. La
ceremonia casi fue empaada por la presencia de nativos armados de
arcos y flechas. a los que hubo que ahuyentar a tiros. Se trataba
de los pobladores ancestrales de esos territorios.
consecuencia fue fragmentar entre varias naciones un territorio
con una fuerte unidad cultural.
Hasta el siglo XVII, el virreinato peruano se extenda desde
Panam hasta Tierra del Fuego. La creacin de los virreinatos de
Nueva Granada (1739) y Buenos Aires (1776) redujo drsticamente su
extensin. Desde entonces, existe un horizonte utpico, el de la
construccin de la gran patria latinoamericana, que pretende
restaurar la unidad perdida.
Hace dos siglos, los prceres de la independencia soaban con una
Hispanoamrica unida. El mismo sueo abrigaron Bolvar y San Martn,
pero las contradicciones alimentadas a lo largo del dominio
colonial impidieron que esa utopa cristalizara. Naci entonces un
rosario de repblicas cuya primera preocupacin fue delimitar sus
fronteras nacionales. Al fijarlas sobre las antiguas demarcaciones
coloniales el resultado fue que las fronteras del grueso de las
incipientes naciones, tal como eran imaginadas por sus habitantes,
se extendieran sobre territorios que sus vecinos imaginaban como
suyos: algo inevitable debido al relativo despoblamiento de esos
espacios fronterizos, habitualmente alejados de los centros de
poder poltico y econmico. Al fundarse la Repblica del Per, por
ejemplo, su poblacin total se estimaba en 1'250,000 habitantes, un
nmero menor al de los kilmetros cuadrados que ocupaba su
territorio, y sus fronteras ms lejanas, particularmente aquellas
situadas en las inaccesibles regiones selvticas (a las cuales la
presencia efectiva del estado lleg recin durante el siglo XX) eran
meras abstracciones en los mapas. Esta situacin se repeta en las
otras naciones latinoamericanas. De all que el trazo definitivo de
las fronteras llevara muchas veces de hacer la guerra. El Per, que
tiene cinco fronteras, ha tenido guerras con todos sus vecinos
excepto Brasil, posiblemente porque, por fortuna, nos separaba la
agreste Amazona. Recin a fines del siglo XX, y despus de varios
conflictos armados, el Per termin de delimitar su ltima frontera,
la que lo separa del Ecuador.
d. La gran fuerza de una idea dbil
El nacionalismo, a diferencia de otros importantes ismos
(cristianismo, marxismo, liberalismo, anarquismo, fascismo, etc.)
no tiene ningn gran terico. No existe el Marx, ni el Smith, ni el
Bakunin del nacionalismo. Sin embargo, ninguna otra idea ha tenido
mayor impacto sobre las sociedades humanas a lo largo de los dos
ltimos siglos. Los ms grandes conflictos de la historia (entre
ellos las dos guerras mundiales) han sido provocados por su
imperio. Para el nacionalismo, por otra parte, los fundamentos de
la identidad nacional se hunden en la noche de los tiempos. Los
peruanos, por ejemplo, nos consideramos descendientes de los incas,
aunque, por nuestro lado indgena, la gran mayora lo seamos en
realidad de pueblos que, como los chancas, los huancas, los chimes,
huancavilcas, chachapoyas, etc., haban sido sometidos militarmente
por los cusqueos, en ocasiones con gran ferocidad, creando
animosidades que en algunos casos les llevaron hasta a aliarse con
Pizarro para combatir a sus opresores. Contra lo que sostienen los
mitos nacionalistas, la idea nacional es muy nueva; tiene, a lo ms,
dos siglos de antigedad.
Para los nacionalistas la nacin est por encima de la historia:
es eterna; sin principio, ni final. Sin embargo, la historia del
siglo XX nos ha mostrado que las naciones son realidades frgiles,
que pueden aparecer y desaparecer sbita y dolorosamente; como lo
muestra la
explosiva emergencia de nuevas naciones en el tercer mundo, como
resultado de la descolonizacin, luego de la ltima postguerra
mundial, y los cambios del mapa de Europa a lo largo del siglo,
como consecuencia de las dos guerras mundiales y del colapso del
imperio sovitico.
Como seala Benedict Anderson, es imposible comprender el
nacionalismo si uno se limita a equipararlo con las ideologas
(aunque en una dimensin el nacionalismo sea, tambin, una ideologa)
y es ms til compararlo con las adscripciones religiosas: las ms
poderosas precisamente porque movilizan el compromiso ms
apasionado; aquel que lleva a entregar la vida por una causa,
desinteresadamente. Porque otra notable paradoja es que la gente
dispuesta a dar la vida suele actuar no, como dicta el sentido
comn, por inters (de qu manera se podra usufructuar el objeto de
deseo que moviliza ese inters despus de muerto?), sino
altruistamente, por desinters. Las guerras nacionales llenan hoy el
lugar que antes ocupaban las guerras de religin, y estn cargadas
con la misma intensidad en el compromiso, el altruismo, la
apasionada adhesin irreflexiva, la demonizacin del otro: el hereje,
el infiel, el apstata, el enemigo del dios verdadero; o el
extranjero, el enemigo que acecha ms all de nuestras fronteras,
siempre codiciando lo ajeno, tramando asechanzas para despojarnos.
Porque, como las imgenes en el espejo, el rostro del enemigo
devuelve la propia imagen, pero invertida: los defectos del otro
son la rplica, simtricamente inversa, de nuestras virtudes; l es
mentiroso, en la misma medida en que nosotros somos veraces; es
hipcrita, tanto como nosotros somos sinceros; es sinuoso y
traicionero, como nosotros somos rectos y leales; es cobarde, tanto
como nosotros somos valientes; mezquino y codicioso, como nosotros
generosos y desprendidos.
e. El nacionalismo criollo
En el Per que naca a la existencia independiente no existan las
condiciones para que surgiera una comunidad nacional. La razn ha
sido agudamente sealada por el historiador britnico Benedict
Anderson, en su clsico estudio acerca de la constitucin de la idea
nacional y el nacionalismo: los criollos que encabezaron la gesta
emancipadora eran mucho ms parecidos a los espaoles peninsulares
con quienes iban a romper que a los indgenas que constituan la
inmensa mayora de la poblacin de aquellos pases donde se proponan
construir los flamantes estados nacionales (Anderson 1993). Los
criollos se sentan identificados con Espaa (la madre patria) desde
la definicin de su propia identidad: espaoles americanos. No es
accidental que Juan Pablo Viscardo y Guzmn, el idelogo que sentara
las bases de la emergente identidad criolla, titulara a su clebre
epstola Carta a los espaoles americanos. El trmino criollo era
originalmente peyorativo, y slo a travs de un complejo proceso de
depuracin terminara convirtindose en una sea de identidad
orgullosamente autoasumida.
Nada separaba ni tnica, ni racial, ni culturalmente a un criollo
de un espaol peninsular. Coman, vestan, se divertan, de la misma
manera. Compartan el mismo idioma y las mismas creencias
religiosas. Lean a los mismos autores, tica y estticamente sus
opciones eran semejantes. Por algo los criollos eran, finalmente,
hijos de los espaoles. En cambio, un abismo los separaba de los
pobladores originarios de Amrica. Muy poco poda encontrarse en
comn, ms all de habitar el mismo territorio, entre un criollo limeo
y un
indio del altiplano collavino, un ayacuchano o un cusqueo:
hablaban diferentes lenguas, vestan distinta vestimenta, tenan
otras costumbres, alimentos, diversiones, creencias religiosas y,
ms profundamente, distintas cosmovisiones. Pero era con estos
otros, diferentes, con quienes los criollos nacionalistas deban
constituir una nacin, rompiendo en el camino con aquellos de
quienes descendan biolgica y culturalmente.
La ambigedad de esta situacin fue planteada descarnadamente por
Simn Bolvar en la fundacional Carta de Jamaica (1815):
"Yo considero el estado actual de Amrica, como cuando desplomado
el imperio romano cada desmembracin form un sistema poltico,
conforme a sus intereses y situacin, o siguiendo la ambicin
particular de algunos jefes, familias o corporaciones, con esta
notable diferencia, que aquellos miembros dispersos volvan a
restablecer sus antiguas naciones con las alteraciones que exigan
las cosas o los sucesos; mas nosotros, que apenas conservamos
vestigios de lo que en otro tiempo fue, y que por otra parte no
somos indios, ni europeos, sino una especie mezcla entre los
legtimos propietarios del pas y los usurpadores espaoles; en suma,
siendo nosotros americanos por nacimiento, y nuestros derechos los
de Europa, tenemos que disputar stos a los del pas, y que
mantenernos en l contra la invasin de los invasores; as nos
hallemos en el caso ms extraordinario y complicado " (el nfasis es
mo).
Varios de los criollos que encabezaron la guerra de la
independencia, antes de optar por la rebelin, haban intentado
ganarse un lugar en la corte de Madrid y obtener un reconocimiento
social que se les negaba por la simple y desgraciada circunstancia
de no haber nacido en la Pennsula Ibrica. Lo hicieron inclusive
Bolvar y San Martn, y este ltimo lleg hasta a combatir bajo las
banderas del rey, antes de convertirse en uno de los dirigentes
mximos de la insurreccin independentista.
Si sta era la posicin de los lderes de la rebelin contra Espaa,
la de los criollos peruanos era incluso ms conservadora. Para ellos
la dominacin que pretendan organizar reposaba sobre la misma fuente
de legitimidad que aquella invocada por los espaoles peninsulares a
lo largo del perodo colonial: la ideologa racista antindgena6. No
se trataba de reivindicar simplemente la superioridad cultural de
los descendientes de los conquistadores sobre los conquistados,
como fuente de la legitimidad de su dominacin. Lo decisivo era la
consciencia de la existencia de una desigualdad biolgica entre
ambos, que haca a los primeros superiores a los segundos.
Espaa fue invadida por los ejrcitos napolenicos en 1807. Un
emperador francs se sent en el trono y el rey fue depuesto y
colocado en cautiverio. En Amrica, los criollos se prepararon a
ocupar el poder que quedaba vacante. Como sucesores de la
declinante potencia hispana, consideraban parte de su "herencia"
las estructuras de poder que encuadraban a las poblaciones indgenas
y organizaban su explotacin. Para el comn de los criollos la
cuestin era cmo apropiarse de los mecanismos de poder antes
usufructuados por la corona espaola
6 Para una explicacin de los orgenes de esta ideologa vase
Manrique 1993.
y la burocracia colonial, no cmo desmontarlos. Fue bsicamente
una transferencia del poder sin modificar las estructuras
coloniales vigentes en el interior. Una revolucin poltica sin
revolucin social:
los revolucionarios ha escrito Tulio Halpern Donghi- no se
sienten rebeldes, sino herederos de un poder cado, probablemente
para siempre: no hay razn alguna para que marquen disidencias
frente a ese patrimonio poltico administrativo que ahora consideran
suyo y al que entienden hacer servir para sus fines" (Halpern
Donghi
1970: 90).
No es, por eso, extrao que la posicin de los criollos
comprometidos en la lucha por la independencia fuera profundamente
ambivalente. Como Basadre ha anotado, los espaoles no eran vistos
por los criollos peruanos como los adversarios irremediables en una
guerra internacional sino como un bando en una guerra civil, en la
que podan tomar uno u otro partido (Basadre I, 1983). La herencia
colonial no era pues slo una cuestin de persistencia de las
estructuras coloniales. Ms profundamente supona la existencia de un
sujeto social que encarnaba esa persistencia: los espaoles
americanos, que se sentan la encarnacin de la nacin y consideraban
profundamente ajenos a esos indios que constituan la inmensa mayora
del pas.
La ms lcida formulacin de este proyecto fue el sermn de Bartolom
Herrera, del 28 de julio de 1846, por el 25 Aniversario de la
Independencia. All Herrera, el ms lcido exponente de las ideas
conservadoras en el Per decimonnico, plante que la expulsin de los
espaoles deba considerarse un parntesis impuesto por Dios en la
obra de unir a la nacin bajo el catolicismo y la monarqua. Los
criollos deban continuar la obra de reconstruccin de la identidad
nacional, respetando su legado hispnico, catlico y monrquico, con
un gobierno fuerte asentado en Lima, investido por Dios, con el
derecho soberano de dictar leyes para todos, como una aristocracia
del conocimiento creada por natura. El sufragio selectivo deba
apartar a los indios del voto, puesto que su "incapacidad natural"
los haca inelegibles para ciudadanos (Poole 1997). Estos temas
volveran a aparecer a inicios del siglo XX en la produccin de la
Generacin del Novecientos.
Esta visin planteaba un problema fundamental, derivado del gran
peso demogrfico de la fraccin de la poblacin definida como "india".
Todava a fines del siglo Manuel Gonzlez Prada consideraba que los
indios constituan ms del 90 % de la poblacin: "No forman el
verdadero Per -sostena en el "Discurso en el Politeama, de 1888-
las agrupaciones de criollos i estranjeros que habitan la faja de
tierra situada entre el Pacfico i los Andes; la nacin est formada
por las muchedumbres de indios diseminadas en la banda oriental de
la cordillera". Para Gonzlez Prada, los tres millones de indios que
habitaban al otro lado de la cordillera estaban enfrentados a
doscientos mil encastados (es decir, blancos y mestizos),
habitantes de la franja litoral. Pero era esa pequea minora, que no
llegaba a la dcima parte de la poblacin, la que se arrogaba la
condicin de ciudadana, con derecho de integrar a los dems: a esos
indios que, a pesar de ser la mayora, no formaban parte de la nacin
y que deban ser integrados por la minora que se senta la encarnacin
de la nacionalidad.
Los intelectuales orgnicos de la oligarqua vean al Per como un
"pas vaco", que haba que poblar. An a fines del siglo XIX
"desarrollo nacional" era sinnimo de inmigracin y
sta a importacin de poblacin europea, como lo consigna la Ley de
Inmigracin de 1893 en su artculo primero (Manrique 1987). Para los
ms progresistas entre los idelogos criollos, en fin, se trataba de
redimir al indio por medio de la educacin, entendida directamente
como la desindigenizacin: la redencin del indio -como dira el
antroplogo mexicano Guillermo Bonfil Batalla-, a travs de su
eliminacin (Bonfil Batalla 1989).
Este sentido comn mantendra una enorme fuerza durante el siglo
siguiente. Francisco Garca Caldern, el ms ilustre idelogo de la
oligarqua, estaba convencido de que la ruta del progreso pasaba en
Amrica por la desaparicin de los indgenas por la va del mestizaje
biolgico con las razas superiores:
Es transitoria la inferioridad americana. La misma obra que
realizaron entre el Mediterrneo y los mares brumosos, antiguas y
enrgicas razas, va a derivarse en las nuevas naciones de su
esfuerzo tenaz. Ciertamente el indio, el mulato, el negro, retardan
esa transformacin. Pero, desaparecen ante la inmigracin
triunfadora, abandonan un penoso xodo las ciudades de la costa que
la civilizacin conquista. Y aunque el mestizaje es el ms grave
problema de las democracias latinoamericanas, no es siempre hbrida
gente los hijos de europeos e indgenas, y la raza mezclada se
transforma al contacto de poderosas inmigraciones () la civilizacin
es invariable consecuencia de la depuracin de las razas, de la
abundancia de inmigraciones viriles, del desarrollo de la vida
industrial () Dominan en el continente los mestizos, ndoles
neutras, de voluntad casi nula, que fcilmente se inclinan en el
sentido del impulso que reciben. Lo que la escuela no pueda crear
lo realizar el cruzamiento de las razas agotadas (Garca Caldern
1999).
El racismo antiindgena alcanzara una de sus ms descarnadas
formulaciones en un texto de Alejandro O. Deustua, uno de los
prohombres del sistema educativo peruano, de 1937: El Per debe su
desgracia a esa raza indgena, que ha llegado, en su disolucin
psquica, a obtener la rigidez biolgica de los seres que han cerrado
definitivamente su ciclo de evolucin y que no han podido transmitir
al mestizaje las virtudes propias de razas en el perodo de su
progreso (). El indio no es ni puede ser sino una mquina" (Deustua
1937).
e. El surgimiento del nacionalismo y la conciencia nacional
La formacin de la conciencia nacional suele seguir, gruesamente,
dos caminos. Uno es el de la afirmacin de los elementos que los
habitantes del pas tienen en comn, que los constituyen como
integrantes de una comunidad nacional. Esto es lo que se denomina
el nacionalismo positivo. Las bases para la creacin de tal
nacionalismo, como se ha visto, eran inexistentes en el Per de
inicios del siglo XIX. El otro tipo de nacionalismo, el negativo,
nace del conflicto, de la oposicin frente a quienes son
considerados los extranjeros, los enemigos de la nacin. En el caso
peruano, este papel lo cumplieron las naciones vecinas contra las
cuales se enfrent el estado peruano para delimitar sus lmites
territoriales.
El Per tiene fronteras con cinco pases y ha tenido guerras con
cuatro de ellos. De estos conflictos, el ms enconado fue la guerra
con Chile (1879 1884), tanto por su duracin,
cuanto por la forma cmo afect al pas, con la ocupacin de la
capital y de buena parte del territorio nacional, la mutilacin de
190 mil kilmetros cuadrados de su territorio, as como con la
destruccin de su infraestructura productiva. A lo largo de ese
conflicto, que desencaden una profunda crisis econmica, social y
poltica, se logr afirmar una conciencia nacional en importantes
sectores sociales tradicionalmente marginados, como sucedi con el
campesinado de la sierra central, que se moviliz masivamente contra
la ocupacin chilena durante la Campaa de la Brea. En la sierra
central, anualmente se conmemora, en fiestas populares como la
majtada, los avelinos, el Ejrcito de Cceres, la resistencia contra
el invasor. Los pobladores del centro viven la memoria de la guerra
orgullosamente, pues defendieron exitosamente la nacin contra sus
enemigos (Manrique
1981).
Vista desde el punto de vista de la construccin de una
conciencia nacional, la guerra del Pacfico fue ms importante que la
independencia. All donde no existan las condiciones para la
formacin de un nacionalismo positivo, en base a lo que los peruanos
tenan en comn, la conciencia nacional surgi de la oposicin frente
los chilenos. Este proceso pudo abrir la puerta para la construccin
de un nacionalismo positivo, que incorporara a la poblacin indgena
a la ciudadana. As lo plante agudamente Manuel Gonzles Prada,
quien, partiendo de denunciar la irresponsabilidad de los
conductores nacionales que llevaron al pas al desastre, avanz hasta
sealar que el problema medular del Per republicano era la radical
distancia existente entre los postulados democrticos del ideario de
los fundadores de la Repblica y la realidad social vigente. Gonzles
Prada calific de gran mentira la existencia de una "repblica
democrtica (...) en que dos o tres millones de individuos viven
fuera de la ley". Pero, pasada la emergencia blica, la clase
dominante prefiri retornar a la situacin anterior, reforzndose el
gamonalismo y la exclusin de los indios del poder.
f. El indio, el mestizaje y la cuestin nacional
La categora indio aparentemente tiene una base estrictamente
biolgica, pero en su construccin intervienen determinantemente
elementos sociales y culturales. Una clara expresin de este hecho
son los cambios en las percepciones del peso de lo indio en el Per.
A inicios del siglo XX Manuel Gonzlez Prada consideraba que los
indios constituan las nueve dcimas partes de la poblacin. Hacia
fines de la dcada del veinte los intelectuales antioligrquicos
asuman que representaba las cuatro quintas partes (como lo sostiene
Maritegui en numerosos textos). En 1940 el censo de poblacin (el
ltimo que consign la categora raza) registr un 45% de indios.
Actualmente, de manera impresionista, se considera que constituyen
la tercera o la cuarta parte de la poblacin peruana.
Estos cambios expresan no un incremento acelerado del mestizaje
biolgico sino cambios en las percepciones, derivados en buena
medida del incremento del peso demogrfico de la costa a expensas de
la sierra y de las ciudades, a costa del campo. El campesino
inmigrante en la ciudad se desindigeniza y se convierte en cholo.
La poblacin en el Per pas de 2.6 millones de habitantes en 1876 a
6.2 millones de habitantes en 1940, de los cuales el 35.5% eran
habitantes urbanos y el 64.5% poblacin rural. Para 1993 se registr
22.2 millones de habitantes, y los porcentajes de poblacin urbana y
rural fueron de 70.4% y 29.6%,
respectivamente. El Per se ha convertido en un pas eminentemente
urbano. Por otra parte, la relacin entre las regiones naturales se
transform radicalmente durante el mismo perodo. La poblacin de la
costa pas de 24% a 52.2% de la poblacin total; la de la sierra
descendi del 63% al 35.8% y la de la selva del 13% al 12%: sta
ltima ha disminuido ligeramente su peso relativo, la sierra ha
reducido drsticamente el suyo, mientras que la costa lo ha elevado
a ms del doble (Manrique 1995).
Habitualmente se asocia la condicin de indio a la de poblador
serrano, rural y campesino. La reduccin del peso de la poblacin de
la sierra, el campo y el medio rural se lee entonces como una
reduccin el peso de lo indgena. En el imaginario de los peruanos el
Per ha pasado, en el ltimo medio siglo, de ser un pas eminentemente
rural, serrano e indgena, a costeo, urbano y mestizo. Este proceso
ha ido acompaado de un grado extremo de centralizacin. Hoy vive en
Lima uno de cada tres peruanos, mientras que hace un siglo la
proporcin era de 1 a 25.
Los grandes cambios demogrficos iniciados a mediados del siglo
XX dieron un nuevo rostro, urbano, al pas. La revolucin velasquista
acab con la oligarqua terrateniente y la servidumbre. En el
proceso, los contingentes de migrantes procedentes de la sierra
tuvieron que recrear sus condiciones materiales y simblicas de
existencia en un nuevo mundo social Matos Mar 1984). El desordenado
proceso de creacin de una nueva cultura tuvo que resistir la prueba
de la crisis econmica iniciada en 1974, la violencia poltica de los
80, el colapso del sistema de representacin y la crisis de
legitimidad de la transicin al siglo XXI.
La crisis econmica se agrav fuertemente durante la segunda mitad
de la dcada del ochenta, bajo el gobierno aprista. En este
contexto, complicado por la violencia poltica, la delincuencia, el
narcotrfico, la corrupcin galopante y la descomposicin del estado,
la cuestin de la seguridad ciudadana se convirti en un problema
fundamental. Como luego sucedera en otros mbitos de la vida
ciudadana, en los barrios acomodados la solucin del problema se
privatiz. La crispacin que esta situacin genera alimenta la
expansin de la denominada cultura combi, una denominacin tomada del
comportamiento de los conductores de microbuses urbanos, las
camionetas combi: la prepotencia (meter el carro), la
desconsideracin, el desconocimiento de los derechos de los dems, la
trasgresin de las normas de convivencia civilizada, la ley de la
selva, elevados a paradigmas de comportamiento social.
Mientras tanto, el mundo ha entrado en una nueva gran transicin,
de la sociedad industrial de masas a la sociedad de la informacin.
Lo que interesa, en relacin a los lmites para la construccin de la
nacin, es que en la nueva fase a la que ha entrado el capitalismo
ya la homogeneizacin cultural no es un requisito inescapable del
desarrollo. Dentro del paradigma industrialista, la heterogeneidad
del Per era un obstculo insuperable en el camino hacia el
desarrollo. Imponer la homogeneizacin en torno a la cultura
dominante era un requisito para ser competitivos. Hoy, es posible
ser diversos y al mismo tiempo ser viables econmicamente. Es ms, la
heterogeneidad cultural se ha convertido en un factor potencial de
riqueza en un mundo donde los cambios en la organizacin social del
trabajo devalan continuamente los trabajos repetitivos y poco
creativos tpicos de la organizacin industrial y convierten a la
creatividad y la capacidad de innovacin en el valor econmico
fundamental.
Actualmente se vive en Amrica un marcado proceso de reetnizacin.
La identidad india se ha constituido en la base de propuestas
polticas que exigen cambios radicales en los estados, a los que se
acusa de haber estado histricamente a espaldas de las demandas de
los indgenas. Este proceso ha creado sujetos polticos que, en
algunos pases como Bolivia y Ecuador, se han convertido en fuerzas
polticas nacionales importantes. Sorprendentemente, el Per se ha
mantenido al margen de este proceso, a pesar de la semejanza entre
su historia y la de sus vecinos andinos, y de la importancia que ha
tenido la poblacin india en la historia peruana.
Suceder en el Per algo semejante a lo que ha acontecido en sus
pases vecinos? La pregunta es importante, porque la respuesta que
se le de definir escenarios polticos posibles, que importan cuando
se trata de pensar una propuesta para terminar el proceso de
constitucin de la nacin. Para intentar una respuesta, es importante
proponer alguna explicacin al por qu del distinto derrotero seguido
por el Per.
Hay tres razones que pueden aducirse para explicar el por qu de
la debilidad de las propuestas indianistas en el Per. En primer
lugar, en el Per la destruccin de las aristocracias indgenas, luego
de la derrota de Tpac Amaru II, fue mucho ms radical que en Bolivia
y Ecuador. Eso priv a la poblacin indgena de esos intelectuales que
podan formular un discurso de identidad india7. En segundo lugar,
en el Per el asiento del poder,
Lima, est enclavado en el litoral, de espaldas al interior, a
diferencia de Quito y La Paz, ciudades serranas situadas en
territorios densamente poblados por indgenas. Finalmente, en
Bolivia y Ecuador los pobladores rurales se incorporaron a la
poltica a travs de movimientos populistas que los interpelaban
desde su filiacin tnica, en tanto indios. En el Per, en cambio, el
proceso de incorporacin a la poltica nacional se dio a travs de
organizaciones marxistas, que los interpelaban desde su condicin de
clase, como campesinos.
En las ltimas dcadas del siglo XX la organizacin de los
movimientos indianistas del continente tuvo un notable impulso
gracias a la conmemoracin del V Centenario del descubrimiento y
conquista de Amrica. El Per, mientras tanto, se desangraba en la
guerra interna desatada por Sendero Luminoso. El enfrentamiento
entre los subversivos y las fuerzas armadas, dos contendientes que
no admitan la neutralidad, y exigan un alineamiento incondicional,
cerr el espacio a las propuestas alternativas. El indianismo no
tuvo espacio para desplegarse en el Per. Es poco probable que la
experiencia de nuestros pases vecinos se repita en el Per. Las vas
por las cuales aqu se intenta procesar la integracin de la poblacin
indgena a la ciudadana son otras.
3. La Nacin en el siglo XXI
Existe una cultura nacional en el Per? Antonio Gramsci sostiene
que una cultura nacional tiene dos componentes bsicos: 1) una
amplia base de culturas populares, a las que se conoce
7 Los intelectuales han jugado en Bolivia y Ecuador un rol
fundamental construyendo el discurso que ha permitido construir
sujetos polticos. Las propuestas nacionales (como lo son las
indianistas) requieren de intelectuales orgnicos que construyan el
nosotros nacional.
tambin como saberes populares. Se trata de ese vasto caudal de
mitos, leyendas, cosmovisiones, saberes empricos, msica folklrica,
artesana, etc., elaborados por productores materiales que,
adicionalmente, son productores de cultura. 2) Las elaboraciones de
los especialistas de la cultura; aquellos que, dentro de la divisin
social del trabajo, se dedican a producir, reproducir y distribuir
cultura: los intelectuales, en su acepcin ms lata. Ellos se
encargan de elaborar, a partir de los productos que les brinda la
cultura popular, saberes especializados: ciencia, arte, tecnologa,
filosofa, etc.
En una cultura nacional slida, la elaboracin erudita, que
aprovecha los productos de la cultura popular, vuelve a su vez
sobre sta, convertida en sentido comn, enriquecindola. De esta
manera, existe un movimiento de retroalimentacin gracias al cual
los saberes especializados tienen un profundo enrazamiento en la
cultura popular, y sta, a su vez, es enriquecida por los productos
de la cultura erudita. Tal cosa no sucedi en el Per, donde, luego
de eliminacin de la fraccin de curacas indgenas que cumplan la
funcin de bisagras entre la cultura oficial y las culturas andinas,
se cre un abismo entre los mundos occidental y andino. Aqu, las
culturas populares andinas no tenan manera de elaborarse como "alta
cultura", debido a la ausencia de especialistas de la cultura;
intelectuales orgnicos andinos. Por otra parte, la cultura de los
especialistas de la cultura era ajena a estas culturas populares,
teniendo que "importar" de fuera, para existir, sus temas, gneros y
herramientas de reflexin. De all el carcter alienado, mimtico e
inautntico de la cultura peruana, que Augusto Salazar Bondy denunci
en su clsico ensayo "La cultura de la dependencia" (Salazar Bondy
1966). La gran migracin serrana a la costa ha cambiado los trminos
del problema, pero persisten los prejuicios y la desconfianza.
Finalmente, a fines del pasado siglo, el problema de la
discriminacin racial lleg a los medios de comunicacin.
La creacin de una cultura nacional supone el reconocimiento de
la diversidad cultural de nuestra patria. En la medida en que se
reconozca igual dignidad a la produccin cultural de los hijos de
Occidente y los creadores que aportan la continuidad a nuestras
races culturales originarias podremos contribuir a la integracin
nacional. Pero esta es una tarea por realizar.
En vsperas del nuevo milenio la identidad nacional tuvo una
nueva prueba cuando la infiltracin del ejrcito ecuatoriano provoc
dos nuevos conflictos blicos. El herosmo de los soldados peruanos,
que debieron combatir en circunstancias muy desfavorables, debido a
la imprevisin y la corrupcin de los altos mandos de las fuerzas
armadas bajo el rgimen de Alberto Fujimori, volvi a poner a la luz
el problema de la consistencia de la construccin de la nacin.
Destacaba el discurso de un soldado huambisa herido, entrevistado
por la televisin, que, por una parte, manifestaba su deseo de
recuperarse pronto para volver al frente declarndose dispuesto a
entregar la vida en defensa de la patria, y por otra protestaba por
la falta de reconocimiento y el abandono en que los tiene el
estado, que finalmente no los trata como peruanos.
En medio de una crisis de credibilidad y confianza, la
construccin de la nacin sigue siendo una tarea por realizar. La
promesa de la vida peruana se ve puesta a prueba cuando la
desmoralizacin frente a la situacin existente lleva a las tres
cuartas partes de los jvenes entrevistados en una encuesta reciente
declaran que si pudieran se iran del pas. Construir un orden social
incluyente sigue siendo la tarea fundamental. Eso es, finalmente,
construir la nacin.
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