MANEJO DE FACTORES AMBIENTALES RELACIONADOS CON LA PRODUCCIÓN VINÍFERA Introducción La vida de una planta con un ciclo característico en zonas templadas, se inicia con el desborre a principios de la primavera para concluir con la caída de la hoja en el otoño. El fruto es utilizado para producir el vino, que es la bebida obtenida de la fermentación alcohólica, total o parcial, del mosto de uva o de las uvas mismas (definición que descarta la existencia de vinos que no sean procedentes de uvas), pero no todos los vinos son iguales, esto ya que la variedad de vinífera junto al clima y al suelo son los tres factores determinantes de la calidad del fruto. Por consiguiente, se puede indicar que los diferentes suelos y climas junto a la variedad vinífera, tienen una incidencia directa sobre el sabor, color y aroma del vino posterior. Estos tres factores, unidos a la forma de elaboración del vino, son los factores determinantes en las características del vino final, por lo que es necesario el conocer como afectan estos factores a la producción del vino, especialmente los ambientales, permitiendo así conocer y entender las formas utilizadas para minimizar sus efectos negativos en la producción. El Clima Las condiciones climatológicas una de las causas fundamentales en los cambios que se dan en la planta a lo largo del año, por lo que inciden en el correcto desarrollo de la vid, en la perfecta maduración del fruto y en la fermentación y crianza de los vinos. Se ha comprobado que la vid es un arbusto resistente a la sequía, capaz de sobrevivir en suelos pobres de secano y en circunstancias climáticas adversas, con temperaturas altas, abundante insolación y pocos periodos de lluvias, como también resisten a temperaturas frías y altos índices pluviométricos. Pero indudablemente las vides que mejor se desarrollan y fructifican son aquellas que se benefician de unos índices pluviométricos anuales superiores a los 300 mm. La intensidad y la suma de luz también son requisitos importantes, brotes expuestos a la luz solar tienen una buena fertilidad en combinación adecuada con unas determinadas horas de sol al año un mínimo de 1000 a 1200. La sombra reduce o evita la formación de flores, incluso en yemas individuales, esto ya que el número de inflorescencias,
Las condiciones climatológicas una de las causas fundamentales en los cambios que se dan en la planta a lo largo del año, por lo que inciden en el correcto desarrollo de la vid, en la perfecta maduración del fruto y en la fermentación y crianza de los vinos.
Welcome message from author
This document is posted to help you gain knowledge. Please leave a comment to let me know what you think about it! Share it to your friends and learn new things together.
Transcript
MANEJO DE FACTORES AMBIENTALES RELACIONADOS CON LA PRODUCCIÓN
VINÍFERA
Introducción
La vida de una planta con un ciclo característico en zonas templadas, se inicia con el desborre
a principios de la primavera para concluir con la caída de la hoja en el otoño.
El fruto es utilizado para producir el vino, que es la bebida obtenida de la fermentación
alcohólica, total o parcial, del mosto de uva o de las uvas mismas (definición que descarta la
existencia de vinos que no sean procedentes de uvas), pero no todos los vinos son iguales, esto
ya que la variedad de vinífera junto al clima y al suelo son los tres factores determinantes de
la calidad del fruto. Por consiguiente, se puede indicar que los diferentes suelos y climas
junto a la variedad vinífera, tienen una incidencia directa sobre el sabor, color y aroma del
vino posterior.
Estos tres factores, unidos a la forma de elaboración del vino, son los factores determinantes
en las características del vino final, por lo que es necesario el conocer como afectan estos
factores a la producción del vino, especialmente los ambientales, permitiendo así conocer y
entender las formas utilizadas para minimizar sus efectos negativos en la producción.
El Clima
Las condiciones climatológicas una de las causas fundamentales en los cambios que se dan en
la planta a lo largo del año, por lo que inciden en el correcto desarrollo de la vid, en la
perfecta maduración del fruto y en la fermentación y crianza de los vinos.
Se ha comprobado que la vid es un arbusto resistente a la sequía, capaz de sobrevivir en
suelos pobres de secano y en circunstancias climáticas adversas, con temperaturas altas,
abundante insolación y pocos periodos de lluvias, como también resisten a temperaturas frías
y altos índices pluviométricos. Pero indudablemente las vides que mejor se desarrollan y
fructifican son aquellas que se benefician de unos índices pluviométricos anuales superiores a
los 300 mm. La intensidad y la suma de luz también son requisitos importantes, brotes
expuestos a la luz solar tienen una buena fertilidad en combinación adecuada con unas
determinadas horas de sol al año un mínimo de 1000 a 1200. La sombra reduce o evita la
formación de flores, incluso en yemas individuales, esto ya que el número de inflorescencias,
o la formación de los primordios de racimos, responde al día largo en mayor medida que lo
esperado por la mayor energía recibida.
El clima es totalmente decisivo e influyente para la obtención de la uva en buenas condiciones
de maduración y equilibrio de sus componentes principales, azúcares, ácidos y extracto seco,
tanto es así que unas excesivas heladas de primavera pueden afectar la cosecha, y unas
intensas lluvias a partir del envero pueden atacar a la vendimia con plagas.
La climatología no es una ciencia exacta, y dentro de una normalidad de estaciones del año,
precipitaciones, etc., se dan fenómenos que no son frecuentes en determinadas épocas y son
de gran incidencia sobre la evolución del viñedo.
Fenómenos meteorológicos
Los fenómenos climáticos como heladas, granizos y viento, pueden causar daños muy graves a
la acción vitivinícola. En el caso de las heladas otoñales, si la temperatura baja a -2 o -3 °C,
las hojas se desecan parcialmente, pero los racimos permanecen intactos. Cuando la
temperatura disminuye más de -6 °C, no sólo se produce el secado de las hojas sino que, en
caso de que las uvas estén maduras, se produce la pérdida de agua de éstas por alteración de
las membranas, alimentando la concentración de azúcares, solamente sirviendo éste para
vinos licorosos. Si, por el contrario, las uvas están maduras en forma incompleta al momento
de la helada, se produce un color tinte rojizo en estas alterándose el sabor de los vinos
elaborados. Ante heladas de invierno, la resistencia de los cepajes a las bajas temperaturas
(entre -15º a -20ºC) depende de distintos factores: las cepas, la etapa de crecimiento en que
se encuentre la planta en el momento de producirse la helada, y las condiciones que
acompañan a la helada: con o sin nieve. Los daños que se producen pueden situarse en brotes,
sarmientos y tronco. Por último, las heladas de primavera son en general producidas por
vientos polares que producen un descenso brusco de la temperatura y generan grandes
pérdidas de cosecha, al helarse los pequeños e incipientes brotes, muy delicados.
En el caso de los granizos, se puede afirmar que los sitios preferidos por estos fenómenos
varían con el estado vegetativo de la planta y el tamaño del granizo. Los daños más comunes
son rotura de hojas y caída de flores o pequeñas bayas, también pueden producirse heridas en
sarmientos principalmente cuando los granizos son relativamente grandes. Como prevención
pueden realizarse mallas antigranizo, siempre y cuando el costo de estas se vea justificado
por la calidad de la cepa y la frecuencia de este fenómeno en la zona. Las heridas del
sarmiento pueden tratarse con frecuencia para evitar la entrada de hongos. También las
granizadas en primavera y verano generan grandes pérdidas, ya que destrozan parte de la
vegetación y sobre todo es perjudicial en periodo de maduración, cuando ya están las uvas
casi para vendimiarse
Finalmente, la acción directa de los vientos produce rotura de ramas, despegamiento de
sarmientos en la base y caídas de las hojas. Además, el viento contribuye a la diseminación de
enfermedades y plagas. Una forma de prevenir estos daños es disponer las espalderas en la
misma dirección de los vientos predominantes, también se utilizan cortinas cortavientos.
Otros fenómenos como las lluvias excesivas durante la vendimia generan un alto riesgo de
pudrición de gran parte de la cosecha y contaminación por hongos, mientras el excesivo calor
durante el verano generan una imperfección en la maduración de las uvas, originando uvas
menos equilibradas, más bastas y a veces se dan quemaduras importantes en la piel de las
uvas, con las consiguientes pérdidas.
Métodos de lucha contra las heladas
Las heladas son fenómenos que generan grandes pérdidas de la producción, sobre todo cuando
son primaverales, y existen dos métodos para combatirlas, una es la prevención o protección
pasiva y otra la lucha o protección activa.
Prevención o protección pasiva
La protección pasiva incluye métodos que se han implementado antes de la noche de la helada
lo que puede evitar la necesidad de protección activa. Los métodos pasivos son normalmente
menos costosos que los métodos activos y a menudo los beneficios son suficientes para evitar
la necesidad de la protección activa. Los principales métodos pasivos son:
La selección del emplazamiento.
El manejo del drenaje de aire frío.
La selección de cepas con floración tardía para parcelas expuestas.
La gestión de la nutrición.
La poda tardía.
El evitar el laboreo del suelo.
El riego.
El suprimir las cubiertas de hierba que cubren el suelo.
La selección del emplazamiento y manejo
Debemos ser conscientes que algunas zonas son más propensas que otras al daño por heladas.
El primer paso para seleccionar un emplazamiento para una nueva plantación es hablar con la
gente del lugar sobre qué cultivos y variedades son apropiadas para el área, ya que los
agricultores de la zona conocen que tipos de cultivos pueden ser más problemáticos. Además
el aire frío es más denso que el aire caliente, y por consiguiente fluye ladera abajo y se
acumula en las zonas bajas igual que el agua en una inundación, por ello se deben evitar las
posiciones más bajas de fondo y no instalar viñas en hondonadas expuestas a heladas. Estas
zonas pueden identificarse a partir de mapas topográficos, recogiendo datos de temperatura,
y localizando las áreas donde se forman primero las nieblas a nivel del suelo. Las zonas bajas
tienen consistentemente las noches más frías, cuando el cielo está despejado y el viento es
débil, por lo que no son zonas recomendables a no ser que como estrategia a largo plazo se
incluyan métodos de protección activos efectivos con relación a su coste.
También se debe considerar que el daño a veces ocurre en una parte del área cultivada y no
en otra, sin que se aprecien diferencias topográficas, lo cual puede ser debido a las
diferencias en el tipo de suelo, que puede afectar a la conducción y al almacenamiento del
calor en el suelo.
Los suelos arenosos y secos transfieren el calor mejor que los suelos arcillosos pesados y secos,
y ambos transfieren el calor mejor que los suelos orgánicos (turbas). Cuando se selecciona un
emplazamiento en una región propensa a las heladas, hay que evitar plantar en los suelos
orgánicos.
El drenaje de aire frío
Para controlar el flujo de aire alrededor de zonas agrícolas, a veces se utilizan los árboles, los
arbustos, los terraplenes. El propio emplazamiento puede afectar el potencial de daño por
helada. Un estudio cuidadoso de los mapas topográficos puede, a menudo, prevenir los
problemas de daño por helada más importantes. También puede proporcionar información el
uso de bombas de humo u otros dispositivos que generen humo para estudiar el flujo de aire
frío durante la noche pendiente abajo. Una vez se conoce el patrón del drenaje de aire,
entonces la correcta colocación de obstáculos para su desviación puede proporcionar un
elevado grado de protección.
Si ya existe un cultivo en una zona fría, hay varias prácticas de manejo que pueden ayudar a
reducir el riesgo de daño por helada. Cualquier obstáculo que impida el drenaje de aire frío
pendiente abajo debe eliminarse, estos obstáculos pueden ser los setos o la vegetación densa
situada en la parte baja de la pendiente del campo. La nivelación de tierras a veces puede
mejorar el drenaje de aire frío a través del cultivo. Las hileras de las plantaciones de los
viñedos deberían orientarse a favor del drenaje natural del aire frío hacia fuera del cultivo.
Sin embargo, la ventaja de orientar las hileras de los cultivos tiene que equilibrarse frente a
la desventaja de una mayor erosión y de otros inconvenientes. La temperatura del aire medida
dentro de los viñedos con residuos de plantas o cubierta de hierba normalmente varía entre 0º
y 0,5ºC más fría que los viñedos con suelo desnudo, dependiendo de las condiciones del suelo
y de la meteorología, por ello, tener un suelo desnudo pendiente arriba de un cultivo
conducirá a temperaturas del aire más altas en el suelo de la parte superior de la pendiente y
menor probabilidad de drenaje de aire frío hacia el cultivo.
La selección de cepas
Es importante escoger cepas con floración tardía para reducir la probabilidad de daño debido
a la congelación, y seleccionar plantas más tolerantes a la congelación. Las viñas
normalmente no sufren daño por helada en el tronco, las ramas o en las yemas dormidas, pero
experimentan daños conforme se desarrollan las flores y los frutos. Seleccionar plantas de
hoja caduca que tienen yemas de brotación tardía proporciona una buena protección ya que la
probabilidad y el riesgo de daño por helada disminuye rápidamente en primavera. También se
sabe que los patrones o porta-injertos pueden mejora la tolerancia al frío comparado con
otros porta-injertos.
La gestión de la nutrición
Las vides que no están sanas son más susceptibles al daño por heladas y la fertilización mejora
la salud de las plantas. Los que no están adecuadamente fertilizados, también tienden a
perder sus hojas antes en otoño y la floración es más temprana en primavera, lo cual aumenta
la susceptibilidad al daño por helada. En general, la fertilización con nitrógeno y fósforo antes
de una helada favorece el crecimiento y aumenta la susceptibilidad al daño por helada. Para
favorecer el endurecimiento de las plantas, hay que evitar las aplicaciones de fertilizante
nitrogenado al final del verano o al inicio del otoño. No obstante, el fósforo también es
importante para la división celular y por ello es importante para recuperar los tejidos después
de la congelación.
La poda tardía
La poda tardía está recomendada en las vides para retrasar el
crecimiento y la floración. La doble poda es a menudo
beneficiosa por que supone que todavía se dispone de madera
para la producción tras una helada dañina. La poda, en
primer lugar, de las ramas más bajas de las vides y volver a
podar más tarde las ramas más altas es una buena práctica,
ya que las ramas más bajas son más propensas al daño. La poda de las vides para que el fruto
esté más alto sobre el suelo proporciona protección, ya que, durante las noches de helada, las
temperaturas aumentan normalmente con la altura.
Evitar el laboreo del suelo
El trabajo del suelo crea espacios de aire en el suelo y debería evitarse durante los periodos
propensos a las heladas, ya que el aire es un pobre conductor del calor y tiene un calor
específico bajo, por ello los suelos, con más espacios de aire y más grandes, tienden a
transferir y a almacenar menos el calor. Si se labra un suelo, para mejorar la transferencia y
el almacenamiento del calor, hay que compactarlo y regarlo.
El riego
Cuando los suelos están secos, hay más espacios de aire que inhiben la transferencia y el
almacenamiento del calor. Además, en los años secos, la protección contra heladas se mejora
humedeciendo los suelos secos. El objetivo es mantener el contenido de agua del suelo
cercano a la capacidad de campo, que normalmente es el contenido de agua entre 1 y los 3
días que siguen a su humedecimiento. No es necesario humedecer el suelo en profundidad ya
que la mayoría de las transferencias de calor diarias y el almacenamiento se produce en los 30
cm superiores. Lo mejor es humedecer los suelos secos con antelación a la helada, de forma
que el sol pueda calentar el suelo.
Eliminación de las cubiertas de hierba
Para una protección pasiva de las heladas, es mejor eliminar toda la vegetación de los
viñedos, ya que favorecerá la absorción de la radiación por el suelo, lo cual mejora la
transferencia y almacenamiento de energía.
Generalmente, segar, labrar y vaporizar con herbicidas son los métodos para eliminar la
vegetación del suelo. La vegetación debe segarse suficientemente temprano para permitir que
los residuos se descompongan o de lo contrario la vegetación cortada debería eliminarse. El
método más efectivo es el uso de herbicidas para matar la vegetación del suelo o detener su
crecimiento, ésta práctica debería realizarse con bastante antelación al periodo de heladas.
Lucha o protección activa
Corresponden a todos los métodos y combinaciones que se implementan durante la noche de
ocurrencia de heladas para mitigar los efectos de las temperaturas bajo cero, es decir,
consiste en mantener los órganos de la planta a una temperatura superior a la de los daños.
Los métodos de protección activa incluyen:
Los calentadores.
Los ventiladores.
Los helicópteros.
Los aspersores.
El riego de superficie.
Los calentadores o estufas
El reducir el enfriamiento del aire se logra recalentando el
aire directamente quemando combustible, para esto se
emplean calentadores o estufas. Si se suministra suficiente
calor al volumen de cultivo de forma que se reemplazan
todas las pérdidas de energía, la temperatura no caerá a los
niveles que provocan daños, pero son sistemas generalmente
ineficientes por lo que es necesario un diseño y manejo apropiado, donde es conveniente
emplear gran cantidad de estufas pequeñas y bien repartidas en la plantación antes que pocas
estufas grandes ya que estas provocan la formación de una columna de aire caliente que se
escapa hacia las capas altas de la atmósfera. Además la distribución de estufas debería ser