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Animales racionales y dependientes Alasdair Maclntyre El ser humano es vulnerable y, a menudo, debe su supervivencia a los demás. La dependencia de otras·personas resulta evidente durante la primera infancia y la vejez. Aparte de eso, la vida de las personas se halla en ocasiones caracterizada, entre esas d, os etapas, por lesiones o enfermedades que en algunos casos pueden produ- cir la discapacitación total. A lo largo de su historia, la filosofía de la moral en Occidente no ha prestado la suficiente atención a la vulnerabilidad y dependencia del ser humano. Se ha contemplado a los principales agentes mora- les como sujetos racionales y saludables. Se ha pensado en los discapa- citados como "ellos" en lugar de como "nosotros". En esta obra original y fascinante, Maclntyre no·sólo corrige ciertos tópicos de filósofos precedentes y contemporáneos, sino también sus propios prejuicios al respecto, al tiempo que defiende tres conjuntos de ideas: las semejanzas y rasgos comunes con miembros de otras especies animales inteligentes (como el den}; la importancia de las "virtudes del reconocimiento de la dep�ndencia", así como de la autonomía; y la incapacidad del Estado-nación moderno y la familia moderna a la hora de crear el tipo de asociación política y social capaz de conservar y transmitir determinadas virtudes. Alasdair Maclntyre nació en Glasgow y estudió en el Queen Mary College de la Universidad de Londres y en la Universidad de Manchester. Entre sus obras destacan ose ]ustice? Which Rationality?, Tres versiones rivales de ética, Justicia y racionalidad o Historia de la ética, esta última también publicada por Paidós. Ha impartido clases de filosofía en la Universidad de Notre Dame, en la Vanderbilt University y en la Boston University. En la actualidad, es catedrático de Filosofía en la Duke University. 111 . Paidós Básica f : o - - lll Por q ué los seres humanos necesitamos las virtudes ' : . . ·.
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MacIntyre, A. - Animales Racionales y Dependientes.pdf

Dec 16, 2015

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  • Animales racionales y dependientes Alasdair Maclntyre

    El ser humano es vulnerable y, a menudo, debe su supervivencia a los dems. La dependencia de otraspersonas resulta evidente durante la primera infancia y la vejez. Aparte de eso, la vida de las personas se halla en ocasiones caracterizada, entre esas d,os etapas, por lesiones o enfermedades que en algunos casos pueden producir la discapacitacin total.

    A lo largo de su historia, la filosofa de la moral en Occidente no ha prestado la suficiente atencin a la vulnerabilidad y dependencia del ser humano. Se ha contemplado a los principales agentes morales como sujetos racionales y saludables. Se ha pensado en los discapacitados como "ellos" en lugar de como "nosotros".

    En esta obra original y fascinante, Maclntyre noslo corrige ciertos tpicos de filsofos precedentes y contemporneos, sino tambin sus propios prejuicios al respecto, al tiempo que defiende tres conjuntos de ideas: las semejanzas y rasgos comunes con miembros de otras especies animales inteligentes (como el delfn}; la importancia de las "virtudes del reconocimiento de la depndencia", as como de la autonoma; y la incapacidad del Estado-nacin moderno y la familia moderna a la hora de crear el tipo de asociacin poltica y social capaz de conservar y transmitir determinadas virtudes.

    Alasdair Maclntyre naci en Glasgow y estudi en el Queen Mary College de la Universidad de Londres y en la Universidad de Manchester. Entre sus obras destacan Whose ]ustice? Which Rationality?, Tres versiones rivales de la tica, Justicia y racionalidad o Historia de la tica, esta ltima tambin publicada por Paids. Ha impartido clases de filosofa en la Universidad de Notre Dame, en la Vanderbilt University y en la Boston University. En la actualidad, es catedrtico de Filosofa en la Duke University.

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    Paids Bsica

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    Por qu los seres humanos necesitamos las virtudes

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  • Animales racionales y dependientes

  • Paids Bsica

    ltimos ttulos publicados:

    M. Hammersley y P. Atkinson -Etnografa. Mtodos de investigacin H. T. Engelhardt- Losfimdamentos de la biotica J. Derrida- Dar {el) tiempo J. La moneda falsa B. Morris -Introduccin al estudio antropolgico de la religin J. L. N ancy - La experiencia de la libertad C. Geertz - Tras los hechos M. Aug -El sentido de los otros H. Jonas- Tcnica, medicina y tica K. J. Gergen -Realidades y relaciones J. S. Searle -La construccin de la realidad social M. Cruz (comp.)- Tiempo de subjetividad M. Godelier- El enigma del don J. Bestard- Parentesco y modernidad J. Habermas - La inclusin del otro M. Foucault-Entre.filosofia y literatura. Obras esenciales, vol. 1 M. Foucault- Esttica, tica y hermenutica. Obras esenciales, vol. 3 K. R. Popper -El mundo de Parmnides C. Geertz - Negara H. Blumenberg- La legibilidad del mundo P. Feyerabend -La conquista de la abundancia B. Moore -Pureza moral y persecucin en la historia H. Arendt -La vida del espritu A. Maclntyre-Animales racionales y dependientes A. Kuper- Cultura W. V. O. Qu ine - Desde un punto de vista lgico H. Blumenberg - Trabajo sobre el milO J. Elster- Alquimias de la mente J. F. Shaw -La evaluacin cualitativa M. Nusshaum -La terapia del deseo H. Arendt -La tradicin oculta H. Putnarn -El desplome de la dicotoma hecho/valor y otros ensayos H. Arendt- Una revisin de la historia juda y otros ensayos M. C. Nussbaum- El cultivo de la humanidad L. S. Vygotsky- Psicologa del arte C. Taylor- Imaginarios sociales modernos J. Habermas -Entre naturalismo y religin M. Cruz (comp.)- El siglo de Hannah Arendt H. Arendt - Responsabilidad y juicio H. Arendt - La promesa de la politica J. Habermas - El futuro de la naturaleza humana J. Rawls -Lecciones sobre la his10ria de la .filosofa poltica K. Popper- La sociedad abierta y sus enemigos J. Rawls- Consideraciones sobre el significado del pecado y /aje 1 Sobre mi religin R. Rorty - Filoso}ta como politica cultural J. Habermas - Fundamentos de la sociologa segn la teora de/ lenguaje. Escritos

    filosficos. Volumen 1 M. Aug y J.-P. Colleyn- Qu es la antropologa H. Arendt- Conferencias sobr la.filoso.fia poltica de Kant H.-G. Gadamer- Arte y verdad de la palabra B. Bettelheim- La fortaleza vaca

    Alasdair Maclntyre

    Animales racionales . y dependientes Por qu los seres humanos necesitamos las virtudes

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  • Ttulo original: Dependen Rational Animals, de Alasdair Maclntyre Publicado en ingls, en 1999, por Carus Publishing Company

    Traduccin de Beatriz Martnez de Muga Revisin tcnica de Fernando Escalante Gonzalbo

    Cubierta de Mario Eskenazi

    ccw.J:L CAN- OON.--f:M---II'iti00-1 RSG (Qq::2,8'_ fR.Ef'JO $01.:.. 600-:_ )'edicin, 2001 2' impresin,febrero 2013

    No se pennitc la reproduccin total o parcial d e este libro, ni su incorporacin a un sistema informtico, ni su transmisin en cualquier forma o por cualquier medio, sea ste electrnico, mecnico, por f01ocopia, por grabacin u otros mtodos, sin el penniso previo y por escrito del editor. La infraccin de los derechos mencionados puede ser constitutiva de dclilo contra la propiedad intelecmal (Art. 270 y siguientes del Cdigo Penal). Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos) si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra. Puede contactar con CEDRO a travs de la web www.conlicencia.com o por telfono en el 91 702 19 70 1 93 272 04 4 7

    1999 Carus Publishing Company 2001 Beatriz Martnez de Muga 2001 de todas las ediciones en castellano,

    Es pasa Libros, S. L. U., Avda. Diagonal, 662-664. 08034 Barcelona, Espaa Paids es un sello editorial de Espasa Libros, S. L. U. www.paidos.com www.espacioculturalyacademico.com www.planetadelibros.com

    ISBN: 978-84493-1!03-1 Depsito legal: B-29.50612001

    Impreso en Arvato Services

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  • PREFACIO

    En 1925, John Dewey pronunci la primera serie de Conferencias Paul Carus (patrocinadas recientemente por la familia Carus) que poco tiempo despus fue publicada por la editorial Open Court con el ttulo Experience and Nature. Las Conferencias fueron y son un homenaje al doctor Paul Carus, licenciado por la Universidad de Tubinga, fundador de Open Court y de Monist, y director de la editorial Open Court hasta su fallecimiento, en 1919. La comunidad de filosfos estadounidenses ha tenido, durante ms de setenta aos, motivos para sentir un agradecimiento permanente hacia Paul Carus, la familia Carus y la editorial Open Court. Sumo, ahora, mi agradecimiento tambin.

    El presente libro es una versin revisada y ampliada de las tres Conferencias Carus que dict en 1997, en las reuniones celebradas por la Pacific Division de la Asociacin de Filsofos de Estados Unidos. Al reescribirlas me he dado cuenta de que deheria haber dicho mucho ms de lo que entonces dije y al releer ahora la versin escrita me he percatado an ms de la insuficiencia de mis respuestas a las dos preguntas principales que he abordado. Estoy mucho ms convencido ahora de lo que estaba al inicio de este trabajo de la importancia fundamental que tienen estas preguntas, no slo en la investigacin filosfica sino tambin para quienquiera que se preocupe por reflexionar sobre las dimensiones morales de su vida prctica.

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    Las dos preguntas a las que me refiero son las siguientes: Por qu es importante estudiar y entender lo que el ser humano tiene en comn con miembros de otras especies animales inteligentes? y Por qu es importante que los filsofos de la moral estudien la vulnerabilidad y la discapacidad humanas? Ninguna de ellas, muy espeCialmente la segunda, ha recibido suficiente atencin por parte de la filosofa moral. Por ello, puede dar la impresin de que ste sea un trabajo de enmienda, y as es. Pero el filsofo a quien quiero corregir es a m mismo: No h sido capaz de darme cuenta de la importancia de estas preguntas y por eso deseo, fervientemente, enmendar los errores y las limitaciones que de ello han derivado. De modo que este libro no es slo una continuacin, sino tambin una correccin de algunas de mis investigaciones anteriores en Tras la virtud, Whose Justice? Which Ration.ality? y Tres versiones rivales de la tica.

    En Tras la virtud procur ofrecer una explicacin del lugar que ocupan las virtudes, entendidas en el sentido aristotlico, situndolas en el marco de las prcticas sociales, de la vida de los individuos y la vida de las comunidades, al mismo tiempo que independizaba esa explicacin de lo que denomin la biologa metafsica de Aristteles. No obstante, aunque hay buenas razones para rechazar algunos elementos importantes de la biologa de Aristteles, ahora considero que me equivoqu al suponer que era posible una tica independiente de la biologa, por lo que agradezco a aquellos crticos que defendieron esta idea en contra de mi opinin. Ello se debe a dos razones distintas, aunque relacionadas entre s. La primera es que ninguna explicacin de los bienes, las normas y las virtudes que definen la vida moral ser satisfactoria si no logra explicar (o apuntar al menos hacia una explicacin) cmo es posible la vida moral para seres constituidos biolgicamente como el ser humano, ofreciendo una explicacin del desarrollo humano hacia esa forma de vida y dentro de ella. Ese desarrollo tiene como punto de partida la condicin animal originaria del ser humano. En segundo lugar, la incapacidad para entender dicha condicin y para entender cmo puede ser iluminada por la comparacin

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    entre el ser humano y otras especies animales inteligentes, dejar en la penumbra aspectos fundamentales de ese desarrollo; Una de las limitaciones que resultan de ello, de enorme importancia en s misma, es la incapacidad para comprender la naturaleza y el grado de vulnerabilidad y discapacidad del ser humano. El no reconocer adecuadamente este aspecto central de la vida humana me impidi percatarme de otros aspectos relevantes del papel que desempean las virtudes en la vida del ser humano.

    Un segundo campo en el que es necesario que corrija y desarrolle lo que haba escrito anteriormente se refiere al vnculo que existe entre Aristteles y santo Toms de Aquino, tal como lo haba expuesto en Whose Justice? Which Rationality? y en Tres versiones rivales de la tica. En general, an comparto la idea de los comentaristas que sostienen que santo Toms de Aquino no slo fue, en sus indagaciones filosficas, un aristotlico, sino a menudo tambin un agudo y perspicaz intrprete y adaptador de Aristteles. Pero me equivoqu al subestimar el grado y la profundidad de las diferencias en sus actitudes con respecto al reconocimiento de la dependencia, debido en parte al uso que hace santo Toms, en su interpretacin de Aristteles, de algo semejante al principio de caridad de Davidson. Esta idea se me ocurri por primera vez al leer una oracin de santo Toms en que pide a Dios que le conceda la posibilidad de compartir lo que tiene, felizmente, con aquellos que lo necesitan, y la posibilidad de pedir humildemente aquello que necesita a quienes lo poseen; aunque no estuviese en la intencin de santo Toms, esta oracin ruega, en efecto, no compartir algunas de las actitudes de la megalopsychos de Aristteles. Ello me hizo pensar que la explicacin de las virtudes de santo Toms no slo complementa la de Aristteles, sino que tambin la corrige en mucha mayor medida de lo que me haba dado cuenta. Esta idea ha tenido para m consecuencias mucho mayores, que no se refieren tan slo a mi interpretacin de algunos pasajes de la filosofa de la moral de santo Toms.

    La primera vez que cobr conciencia de la importancia que tiene en la vida del ser humano la vulnerabilidad ante los peli-

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    gros y daos fsicos y mentales, no fue gracias a la filosofa. Tard ms tiempo del que debera en darme cuenta de la trascendencia que tena el hecho de que una gran parte de la filosofa moral no se hubiese ocupado de ello. La relectura de santo Toms no slo me puso de manifiesto dicha trascendencia, sino que orient mi trabajo hacia algunos de los recursos que santo Toms aporta para explicar las virtudes que se refieren no slo a la condicin animal del ser humano, sino a la necesidad de reconocer la vulnerabilidad y dependencia que resultan de ella.

    Mi explicacin de las virtudes entra en conflicto, en grado diverso, no slo con otros puntos de vista aristotlicos sino tambin con las interpretaciones kantianas, utilitaristas y contractualistas, debido precisamente a que es aristotlico-tomista. En diversos pasajes de este libro doy cuenta de algunas de esas desavenencias, pero con el propsito fundamental de aclarar mi propia explicacin. No debe suponerse que con ello pretenda, ni siquiera remotamente, haber refutado esas otras explicaciones. Se trata en todo caso de una invitacin: mostrar que cada una de esas perspectivas puede otorgar un lugar adecuado a los hechos relativos a la animalidad, discapacidad y vulnerabilidad y a la necesidad de reconocerlos.

    Desde luego, siguen sin estar resueltos muchos temas filosficos. He dado por supuesta la validez de algunas posturas filosficas, cuya defensa requerira una extensa argumentacin y slo he apuntado el sentido de tales argumentos. Es necesario destacar principalmente cuatro reas: la identidad humana, la percepcin, la relacin entre el juicio de valor y el juicio de hecho, y la realidad psicolgica de ciertos rasgos de carcter. Las posturas que asumo suponen un rechazo de las explicaciones de la identidad personal derivadas de Locke, de las interpretaciones kantianas o cuasikantianas de la percepcin, de una serie de puntos de vista en la metatica y tambin del escepticismo con respecto a la realidad psicolgica de los rasgos de carcter y, por lo tanto, con respecto a la realidad de las virtudes y los vicios. Cada una de dichas posturas exigira un tratamiento extenso, lo que no ha sido posible en este espacio.

    PREFACIO 13

    Por ltimo, deseo mencionar, con la ms clida gratitud, a aquellos con quienes he contrado una deuda personal: a mi padre, que me hizo reparar en estos temas hace tiempo; a aquellos cuyos estudios reforzaron esa conciencia, especialmente en sus diferentes sentidos, Eva Feder .Kittay, Hans S. Reinders, Anita Silvers y Thomas I. White; a quienes leyeron este libro, o parte de l, en los diferentes momentos de su elaboracin y que impidieron que cometiera algunos errores, y que en ciertos casos opinarn, al leer esta ltima versin, que apenas aprend nada de ellos: Robert Brandon, Owen Flanagan, Eugene Garver, Eva Feder Kittay, Robert B. Louden, John McDowell, Janet Mann, Anita Silvers, David Solomon, T homas l. White, Margaret D. Wilson (ya fallecida) y los miembros del departamento de filosofa del Boston College, Georgetown University y la Universidad de Notre Dame, que comentaron versiones anteriores de algunas partes del texto; y a Larry D. Russell, por su participacin fundamental en la produccin de este libro. Mi mayor deuda la tengo con mi esposa, Lynn Sumida Joy, mis hijas, Toni, Jean y Helen, y mi hijo Daniel.

    ALASDA1R MAclNTYRE Durham, Carolina del Norte

    Octubre de 1998

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    VULNERABILIDAD, DEPENDENCIA, ANIMALIDAD

    Los seres humanos son vulnerables a una gran cantidad de aflicciones diversas y la mayoria padece alguna enfermedad grave en uno u otro momentos de su vida. La forma como cada uno se enfrenta a ello depende slo en una pequea parte de s mismo. Lo ms frecuente es que todo individuo dependa de los dems para su supervivencia, no digamos ya para su florecimiento, cuando se enfrenta a una enfermedad o lesin corporal, una alimentacin defectuosa, deficiencias y perturbaciones mentales y la agresin o negligencia humanas. Esta dependencia de otros individuos a fin de obtener proteccin y sustento resulta muy evidente durante la infancia y la senectud, pero entre estas primera y ltima etapas en la vida del ser humano suele haber perodos ms o menos largos en que se padece alguna lesin, enfermedad o discapacidad, y hay algunos casos en que se est discapacitado de por vida.

    Estos dos conjuntos de hechos relacionados entre s, los que se refieren a la vulnerabilidad y las aflicciones, y los que se refieren al grado de dependencia de unas personas con respecto a otras, son tan importantes por s mismos que ningn autor que aspire a dar una explicacin convincente de la condicin humana puede dejar de concederles un lugar privilegiado. Sin embargo, la historia de la filosofa moral en Occidente parece decir lo contrario. Desde Platn hasta Moore y en adelante, tan

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    slo suele haber, con raras excepciones, referencias de paso a la vulnerabilidad y afliccin humanas y a la relacin entre stas y la dependencia entre las personas. Con cierta frecuencia se reconocen algunas limitaciones del ser humano, as como la necesidad de la cooperacin, pero en la mayora de los casos apenas se hace mencin de ello y el tema se deja de lado. Cuando se habla en los libros de filosofa moral de los enfermos o de quienes padecen alguna lesin o sufren alguna discapacidad, se les trata casi exclusivamente como individuos que pueden ser objeto de benevolencia por parte de los agentes morales, quienes aparecen, en cambio, como sujetos continua y constantemente racionales, con buena salud y que no padecen alteracin alguna. De ese modo, al reflexionar sobre la discapacidad, se invita a pensar en los discapacitados como ellos diferentes :le nosotros, como un grupo de personas distintas y no como individuos como nosotros, en cuya situacin nos hemos visto alguna vez, o nos vemos ahora o probablemente nos veremos en el futuro.

    Adam Smith sirve de ejemplo. Al comentar qu es lo que hace que los placeres de la riqueza y la grandeza ... enciendan la imaginacin como algo magnfico y hermoso, seala que durante la languidez de la enfermedad y la fatiga de la senectud, todo ello deja de ser tan impresionante, puesto que en esos momentos uno se da cuenta de que la obtencin de riquezas y grandezas deja a quienes las poseen tan expuestos como siempre, y en ocasiones an ms que antes, a la ansiedad, al miedo y la pesadumbre, a las enfermedades, al peligro y a la muerte.1 En opinin de Adam Smith, empero, indagar ms en ello sera una equivocacin.

    Fijar la atencin en ese aspecto supone adoptar una filosofa pesimista, consecuencia de la enfermedad o el desnimo sobre una imaginacion que parece constreida en el dolor y la tristeza, de modo que deja de estar encantada con la belleza de ese espacio que reina en los palacios y la economa de los grandes . .'.. Adam Smith reconoce que la imaginacin

    l. Adam Smith, La teora de los sentimientos morales, IV, captulo l.

    VULNERABILIDAD, DEPENDENCIA, ANIMALIDAD 1 7

    de quienes gozan de mejor salud o mejor nimo favorece lo que podran ser slo ilusiones tentadoras sobre los placeres de la riqueza y la grandeza, pero son ilusiones beneficiosas desde el punto de vista econmico. Esta ilusin estimula y mantiene en movimiento continuo la laboriosidad del gnero humano. Incluso alguien tan perspicaz como Adam Smith encuentra de inmediato una razn para dejar a un lado la enfermedad y la senectud, cuando se detiene a pensar en el horizonte que ofrecen. En esto, Smith representa a la filosofa moral en general.

    Con la dependencia sucede lo mismo que con la vulnerabilidad y la afliccin. Suele reconocerse con frecuencia y en trminos generales la dependencia de los dems, normalmente como algo necesario para alcanzar metas positivas, pero por lo general falta un reconocimiento de la magnitud de esa dependencia y del hecho de que, de varios modos, proviene de la vulnerabilidad y las aflicciones. Recientemente, la filosofa feminista ha dado un gran paso adelante para corregir esto; primero, porque comprender que la ceguera respecto a la mujer y su denigracin estn vinculadas con los intentos masculinos de negar el hecho de la dependencia, pero tambin porque subraya la importancia de la relacin madre-hijo como paradigma de las relaciones morales (tengo en mente, en particular, la obra de Virginia Held). Incluso, ms recientemente, se ha llevado a cabo un sorprendente trabajo de anlisis filosfico sobre la naturaleza de la discapacidad y la condicin de los discapacitados y las personas dependientes: por ejemplo, Hans S. Reinders en Holanda y en Estados Unidos Eva Feder Kittay, quien tambin ha contribuido de manera importante en debates feministas.2 Este tipo de

    2. Vanse la obra de Hans S. Reinders, Future of the Disabled in Liberal Society, Notre Dame, Universi ty of Notre Dame Press, 2000, y Eva Feder Kittay, Human Dependency and Rawlsian Equality, en Femirzists Rethink the Self, Diana Tietjens Meyers (comp.), Boulder, Colorado, Westview Press, 1996; Taking Dependency Seriously: The Fa mil y and Medica! Lea ve Act Considered in Ligh t of the Social Organization of Dependency Work and Gender Equality, en Hypacia, 10, l, invierno de 1995; y "Not My Way, Sesha, Your Way, Slowly": "Maternal Thinking" in the Raising of a child with Profound Intellectual Disabilities, en No easy answers: Mothering in the US today, Julia Hanisberg y Sara Ruddick (comps.), Nueva York, Beacon Press, 1998. Su libro Love's lAbor:

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    estudios apenas estn comenzando a ejercer una influencia sistemtica en la filosofa moral predominante en Occidente, lo que no es muy sorprendente teniendo en cuenta los rasgos del legado de la filosofa moral que hemos comentado.

    Por lo tanto, la pregunta que surge es: Qu consecuencias tendra para la filosofa moral considerar el hecho de la vulnerabilidad y la afliccin, y el hecho de la dependencia como rasgos fundamentales de la condicin humana? Y una pregunta adicional: De qu modo deberamos empezar a responder a esta pregunta? En el campo de la filosofa, generalmente el punto de partida determina en parte el resultado de la investigacin. Un punto de partida posible es reconocer que los hbitos mentales que han impedido que los filsofos morales vieran con claridad la importancia de los fenmenos de la afliccin y la dependencia no slo estn ampliamente extendidos, sino que resulta realmente difcil desprenderse de ellos. Al fin y al cabo, son nuestros hbitos y forman parte de un modo de pensar que no proviene slo de las investigaciones de la filosofa moral, sino que se adquiere como parte de la cultura ms amplia que sirve de trasfondo a dichas investigaciones. De manera que sera bueno comenzar recelando de nosotros mismos, puesto que cualquiera que sea el lenguaje filosfico en que se formulen las primeras investigaciones, cualesquiera que sean los recursos filosficos con que contemos para esbozadas, estaremos inclinados a pensar de tal manera que nos ser difcil comprender cun sustantivo es el cambio que hace falta en nuestro punto de vista.

    Las discapacidades fsica y mental son aflicciones del cuerpo; por lo tanto, los hbitos de pensamiento que expresan una actitud de negacin de la discapacidad y la dependencia im-

    Essays on Women Equality and Dependence, Londres y Nueva York, Routledge, 1998 va a ser un importante punto de partida pata nuevos debates. Vanse tambin Susan Wendell, The rejected body: Feminist philosophical reflections on Disability, Nueva York, Routledge, 1996, y la resea de la misma realizada por Anita Silvers, en Ethics 108, 3, abril, 1998. Otro libro determinante va a ser Disability, Difference, Discrimination: Perspectives on Justice in Bioethics and Public Policy, de Anita Silvers, David Wasserman y Mary Mahowald, con un eplogo de Lawrence Becker, Lanham, MD, Rowman and Littlefield, 1999.

    VULNERABILIDAD. DEPENDENCIA, ANIMALIDAD 19

    plican una incapacidad para reconocer la importancia de la dimensin corporal de la existencia, o incluso el rechazo de dicha dimensin. Es posible que esas actitudes estn arraigadas en la conciencia, y en todo caso son reforzadas por el hecho de que el ser humano se concibe y se imagina a s mismo como diferente del animal, libre del peligro de una condicin de Simple animalidad. Esta concepcin defectuosa de s mismo, esta imagen incompleta puede darse en el plano del pensamiento y la prctica cotidianos coexistiendo con frecuencia, y sin excesiva dificultad, con un reconocimiento terico de la historia evolutiva del ser humano. A menudo los prejuicios culturales separan el presente del ser humano de su pasado y a veces encuentran un punto de apoyo en una teorizacin filosfica, en s misma desprejuiciada. De manera que las teoras filosficas que se ocupan de la distincin entre los miembros de la especie humana y los de otras especies animales pueden, aparentemente, justificar la crencia de que la racionalidad del ser humano en cuanto ser pensante es, de algn modo, independiente de su animalidad (como se ver ms adelante, algunos tericos han sostenido que los animales no humanos no pueden tener pensamientos , creencias o razones para actuar). En consecuencia, el ser humano puede olvidarse de su propio cuerpo y olvidar que su manera de pensar es la que corresponde a una especie animal.

    Existe tambin otra relacin, quiz ms fundamental, entre la condicin animal del ser humano y su vulnerabilidad. Una de las ideas centrales de este libro es que las virtudes que el ser humano necesita para desarrollarse a partir de su condicin animal inicial y llegar a ser un agente racional e independiente, as como las virtudes que requiere para hacer frente a la vulnerabilidad y la discapacidad (tanto las d e uno mismo como las de los dems), pertenecen a un nico conjunto de virtudes: las virtudes propias de los animales racionales y dependientes, cuyos rasgos de dependencia, racionalidad y animalidad deben ser entendidos en sus relaciones recprocas.

    Por lo tanto, para tener en cuenta debidamente los fenmenos de la discapacidad y la dependencia, quiz sea necesario

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    comenzar con una nueva afirmacin de la animalidad humana. Una manera de hacerlo consiste en volver a los escritos de Aristteles, aunque slo sea porque ningn otro filsofo se ha tomado ms en serio la animalidad humana. A pesar de todo, sus obras ms importantes pueden ser interpretadas, y han sido en ocasiones interpretadas, de modo que pierden su utilidad y su capacidad educativa. Todos los animales no humanos, escribi Aristteles, viven mediante la percepcin y la memoria y poseen muy poca experiencia, pero la especie humana tambin vive mediante la sabidura y el razonamiento.3 A veces, el argumento de Aristteles para definir al ser humano como un ser propiamente racional se ha interpretado como si hubiese querido decir que la racionalidad no es en s misma una propiedad animal, sino la propiedad que separa al ser humano de su animalidad. Aristteles no cometi tal error, por supuesto. La phronesis, la capacidad para el razonamiento prctico,4 es una capacidad que l, y posteriormente santo Toms, atribuyeron tanto al ser humano como a algunos animales no humanos, en virtud de su capacidad para prever.5 Esto, claro est, obliga a preguntarse de qu manera se relaciona la phrnesis de ciertas clases de animales no humanos con la racionalidad especfica y distintiva del ser humano. No obstante, algunos comentaristas han pasado por alto este problema, por lo que no han formulado las preguntas pertinentes acerca de la relacin que existe en el ser humano entre la animalidad y la racionalidad. Han subestimado la trascendencia que tiene el hecho de que el cuerpo del ser humano sea un cuerpo animal, que tiene la identidad y la cohesin de todo cuerpo animal, y no han sido capaces de reconocer debidamente que, en lo que se refiere a esta vida, resulta cierto que el ser humano no simplemente tiene un cuerpo, sino que es su cuerpo. Otros comentaristas s han comprendido esto; la lectura de Aristteles y del comentario de Ibn Rushd, llev a santo Toms a sostener: Puesto que el alma es parte del

    3. Aristteles, Metafsica A, 980b 25-28. 4. Aristteles, tica nico mquea VI. 1 140b 46, 20-21 . 5. !bid., 1141 a 26-28.

    VULNERABILIDAD, DEPENDENCIA, ANIMALIDAD 21

    cuerpo del ser humano, el alma no es la totalidad del ser humano y mi alma no es Yo.6 A lo mejor sta es una leccin que debamos aprender de nuevo quienes nos definimos hoy en da como aristotlicos modernos a partir quiz de aquellas investigaciones fenomenolgicas que tambin hicieron posible que Merleau-Ponty concluyera que yo soy mi cuerpo.

    Olvidarse de la condicin animal del ser humano no es, desde luego, el nico obstculo para el reconocimiento de la afliccin y la dependencia. El propio Aristteles ejemplifica otras dos actitudes que impiden ese reconocimiento. Entendi muy bien la importancia de ciertas formas de experiencia para la prctica racional (es posible ver escribi, que quienes poseen experiencia son ms eficaces que quienes poseen razn pero carecen de experiencia)/ sin embargo, ni en la tica ni en la poltica concedi peso alguno a la experiencia de aquellos que con ms seguridad deban padecer aflicciones y dependencia: las mujeres, los esclavos y criados, quienes trabajaban en labores productivas como campesinos, pescadores y obreros. En los asuntos importantes deliberamos con otras personas y desconfiamos de nosotros para tomar decisiones.8 Pero resulta de la mayor importancia quines son las otras personas que escogemos para deliberar con ellas, y es posible que la dificultad de Aristteles para reconocer la afliccin y la dependencia fuese, en parte al menos, consecuencia de sus exclusiones polticas.

    El segupdo obstculo est constituido por dos caractersticas de la virtud masculina segn la concibe Aristteles. Cuando comenta la necesidad que el ser humano tiene de los amigos, particularmente, en momentos de adversidad o de prdidas, sostiene que quienes poseen hombra se distinguen de las mujeres porque no desean que otros se entristezcan por su pena. No

    6. Santo Toms de Aquino, Commentary on Paul's First Letter to the Corinthians XV, 1, 1 1 ; hay que sealar tambin que santo Toms, a diferencia de la mayora de los autores modernos, se refiere con frecuencia a los animales no humanos como los dems animales.

    7. Aristteles, Meta(Csica A 981a 14-15. 8. Aristteles, tica nico mquea III, 1 1 1 2b 10-11.

  • 22 ANIMALES RACIONALES Y DE PENDIENTES

    desean hacer sufrir a los dems, al compartir su prdida.9 Claramente da por supuesto que el hombre que acta como mujer a este respecto, es inferior en su virtud masculina. Adems, al hombre magnnimo, que es el modelo de la virtud en la teora de Aristteles, le desagrada reconocer de cualquier modo su necesidad de ayuda o consuelo por parte de los dems. Le avergenza recibir ayuda, porque es propio del superior prestar ayuda y propio del inferior recibirla. 10 Enseguida, seala Aristteles que el hombre magnnimo olvida lo que ha recibido, pero recuerda lo que ha concedido, y no le agrada que le recuerden lo primero, pero escucha con agrado lo segundo. 1 1

    De esta manera, Aristteles precedi a Adam Smith, as como a muchos otros, al introducir en la filosofa moral el punto de vista de quienes se consideran superiores por su autosuficiencia, y de quienes fijan sus criterios a partir de aquellos que se consideran superiores por su autosuficiencia. En consecuencia, Aristteles tambin fue precursor de esa tpica incapacidad para reconocer debidamente la afliccin y la dependencia. De todas maneras, para tratar de corregir ese defecto de la filosofa moral, ser necesario (en eso consistir mi planteamiento) apoyarse en muy buena medida en conceptos, tesis y argumentos de Aristteles. A pesar de que es importante rechazar ciertos argumentos de Aristteles y de algunos aristotlicos, Aristteles aport los mejores recursos con los que contamos hasta ahora para identificar en qu yerran dichos argumentos y cmo podran enmendarse esos errores. De modo .que en ciertos temas ser necesario usar a Aristteles en contra del propio Aristteles, a veces con la ayuda de santo Toms, con el propsito de defender tres conjuntos de tesis.

    El primero se refiere a las similitudes y rasgos en comn del ser humano con miembros de otras especies animales inteligentes. Sostendr la idea de que, a pesar de la importancia fundamental de las diferencias existentes entre el ser humano y todas las dems especies, tambin es importante que tanto en las

    9. lbid., IX, 1 17lb 6012. 1 O. lbid., IV, 1 1 24b 9- JO. 11. !bid . 12- 18.

    VULNERABILIDAD, DEPE NDENCIA, ANIMALIDAD 23

    primeras actividades de la infancia como posteriormente, el ser humano se comporta en relacin con el mundo de una manera muy similar a la del resto de animales inteligentes: a pesar de trascender algunas de sus limitaciones, no se separa nunca enteramente de lo que tiene en comn con ellos. De hecho, la capacidad para trascender esas limitaciones depende en parte de algunas de esas caractersticas animales, entre ellas el carcter de su identidad.

    No es cuestin slo de que el cuerpo humano sea un cuerpo animal con la identidad y la consistencia de un cuerpo animal. como ya hemos dicho. La identidad humana es fundamentalmente corporal (aunque no sea slo corporal) y es, por lo tanto, identidad animal; la consistencia de las relaciones con los dems en parte se define con respecto a esa identidad animal. Entre los diferentes males que afligen al ser humano estn aqullos que alteran esa consistencia (la prdida o lesin de la memoria, por ejemplo, o la desfigl+racin que impide que los dems nos reconozcan), as como aqullas que nos discapacitan de otra forma.

    Un segundo conjunto de tesis se refiere a la importancia moral que tiene reconocer no slo la vulnerabilidad y la afliccin, sino tambin la dependencia que generan. La filosofa moral moderna ha puesto un gran nfasis en la autonoma del individuo, en su capacidad para formular elecciones independientes, lo cual es comprensible y correcto. Sin embargo, mi idea es que las virtudes de la actuacin racional independiente slo pueden ejercerse adecuadamente acompaadas de lo que denominar las virtudes del reconocimiento de la dependencia y que si esto no se comprende, tampoco podrn verse con claridad ciertos rasgos de la actuacin racional. Adems, los dos conjuntos de virtudes son necesarios para realizar las potencialidades especficas que caracterizan al animal racional humano; ahora bien: para comprender su importancia y su lugar en la clase de vida que permite el florecimiento humano, hace falta averiguar cmo y por qu son necesarios.

    Qu tipo de relacin social y qu concepcin del bien comn se requieren para que dentro de un grupo social se conser-

  • 24 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES

    ven y transmitan las virtudes de la independencia racional y del reconocimiento de la dependencia? Es posible encontrar respuestas para esa clase de preguntas en un tercer conjunto de tesis, con las cuales quiero argumentar que ni el Estado-nacin moderno ni tampoco la familia actual pueden proporcionar la clase de asociacin social y poltica que sera necesaria.

    2

    EL SER HUMANO EN COMPARACIN CON LOS ANIMALES, EL SER HUMANO

    COMO ANIMAL

    Los animales se aproximan cuando se les llama por su nombre. Igual que los seres humanos.

    L. WITTGENSTEIN

    Desde sus primeros usos en el siglo XVI, en ingls y otros idiomas europeos, la palabra animal y las dems expresiones asociadas a ella se han utilizado para denominar a una clase compuesta por araas, abejas, chimpancs, delfines y por seres humanos, como distintos de las plantas, los seres inanimados, los ngeles y Dios, pero tambin para denominar a la clase formada nicamente por animales no humanos. E n l a cultura occidental moderna h a sido predominante esta ltima acepcin y, con ella, se ha hecho tambin predominante un modo de pensar que desva la atencin de todo lo que el ser humano comparte con otras especies animales y se sita en oposicin a las viejas formas de pensamiento aristotlicas y al naturalismo evolutivo moderno posterior a Darwin. E l aristotelismo centraba s u atencin en la distincin entre lo vivo y lo inanimado, incluyendo al ser humano dentro del gnero animal, de manera que incluso la racionalidad especfica

  • 26 ANIMALES R AC IONALES Y DEPENDIENT E S

    del ser humano deba entenderse como u n a racionalidad animal. De Darwin, por otra parte, ya se debera haber aprendido a estas alturas que la historia humana, antes que cualquier otra cosa, es la historia natural de una especie animal ms, y que siempre puede ser necesario, y con frecuencia lo es, ponerla en comparacin con la historia de algunas otras especies animales.1

    Aunque todos nosotros, o casi todos, sabemos eso, tambin tendemos a olvidarlo en demasiadas circunstancias; es una tendencia cultural que se ve reforzada por el hecho de que se preste atencin casi exclusivamente a lo que en efecto distingue al ser humano de las dems especies, y que se tiende a exagerar esa diferencia. Existe cierto tipo de filosofa reciente que ha contribuido a consolidar esta idea y cuya influencia resulta decisiva debido a sus extraordinarios logros en la investigacin sobre la naturaleza del lenguaje y sobre la variedad de formas en que el uso del lenguaje permite al ser humano relacionarse con aquellos con quienes habla y con aquello sobre lo que habla. Estas investigaciones han ocupado un lugar central, con frecuencia el lugar central, tanto para los filsofos guiados por los nombres de Wittgenstein, Austin, Quine y Davidson, como para los que han sido influidos de modo decisivo por Husserl, Heidegger y Gadamer. Estos dos grupos de filsofos comparten los mismos patrones argumentales con respecto a los animales no humanos.

    Los argumentos discurren, comnmente, del modo que sigue. Se toma como objeto de investigacin una determinada capacidad humana: la capacidad para albergar pensamientos, creencias o para actuar movidos por razones, o la facultad para formular y utilizar conceptos. Entonces, se demuestra que, en contra de la opinin de algn filsofo precedente, el ejercicio humano de esa capacidad concreta requiere la posesin y el uso

    l . Para conocer los debates sobre la relacin entre Aristteles y Darwin, vanse E. Gilson, From Aristotle ro Darwin and Back Again, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 1984 (trad. cast.: De Aristteles a Darwin (y vuelta), Navana, Eunsa, 1988) y, especialmente, Larry Arnhart, Darwinian Natural Right: The Biological Ethics of Human Nature, Albany, Nueva York, S tate University of New York Press, 1998.

    EL SER HUMANO EN COMPARACIN CON LOS ANIMALES [ . . . ) 27

    del lenguaje. Finalmente se concluye que, debido a que los animales no humanos no poseen lenguaje, o al menos el tipo de lenguaje requerido, carecen por ende de la capacidad o facultad en cuestin. As es como se ha argumentado de diferentes maneras que los animales no humanos no pueden tener pensamientos, que deben carecer de creencias, que no pueden actuar movidos por razones y que, en su interaccin con los objetos de su experiencia, los conceptos les son ajenos.

    Los filsofos que llegan a estas conclusiones suelen ser, por lo general, cuidadosos y no niegan que los animales no humanos perciban, sientan y en algunos casos muestren al menos cierta inteligencia. La insensatez cometida por Descartes al insistir en que los animales no h umanos no slo carecen de pensamiento e inteligencia, sino tambin de capacidad para sentir o percibir de manera genuina, ha resultado ser u n a advertencia muy saludable. Pero sucede tambin por l o general, con pocas aunque importantes excepciones, que rara vez se detiene alguno de estos filsofos a considerar que podra resultar interesante en s mismo desde el punto de vista filosfico, el estudio de las semejanzas y analogas de las percepciones, los sentimientos y las acciones inteligentes de ciertas especies no humanas, o bien que ese estudio podra servir para entender mejor la percepcin, los sentimientos y la inteligencia prctica del ser humano. Quizs ello se deba en parte a que sus conclusiones les llevan a esbozar una nica lnea divisoria entre el conjunto de los animales no humanos, por un lado, y el ser humano, por otro, motivo por el cual no se presta especial atencin a especies concretas de animales no h u manos cuyas caractersticas pudieran ser de particular importancia.

    Desde luego, eso no significa que esos filsofos no mencionen, ocasionalmente, a miembros de especies concretas para usarlos como ejemplo. La lagartija de Heidegger, el perro y el gato de Malcolm o el perro de Kenny, son personajes habituales en los anlisis (Descartes recurri a ejemplos con ovejas y lobos, as como con cabras, orugas y gusanos). Pero es sin duda excepcional el profundo estudio filosfico que Jonathan

  • .;:

    28 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES

    Bennett2 desarroll a partir de lo que se sabe de las abejas, o el de T homas I. White,3 sobre los delfines. El desinters hacia las especies particulares de animales importa porque hay diferencias significativas y relevantes entre ellas; pero tambin porque implica un grado de abstraccin y distanciamiento que nos aleja demasiado de esa relacin inmediata con miembros concretos de especies concretas, de la que en ltima instancia deriva nuestra capacidad de comprensin interpretativa de los animales, humanos o no. Las equivocaciones de Descartes se refieren tanto a los seres humanos como a los animales no humanos, y tienen su origen en la conviccin de que las ideas que los humanos se forman sobre los pensamientos, sentimientos y decisiones de los dems estn basadas, enteramente, en inferencias a partir de su conducta y expresiones manifiestas. Es cierto que a veces es necesario conjeturan> por inferencia lo que otra persona piensa o siente; pero incluso en esos casos existe el apoyo de un conocimiento interpretativo primario y fundamental de los pensamientos y sentimientos de los dems, que ni tiene una justificacin inferencia! ni la necesita. Qu tipo de conocimiento es ste? Es una forma de conocimiento prctico, un saber cmo interpretar, que se deriva de interacciones sociales complejas, donde nuestras reacciones ante los dems y sus reacciones ante nuestras reacciones generan un reconocimiento por ambas partes de los pensamientos y sentimientos a los que cada quien est respondiendo. Por supuesto, todos po

    dernos cometer errores alguna vez, pero la capacidad misma para identificar dichos errores supone la facultad de percibir conscientemente lo que los dems piensan y sienten. La comprensin interpretativa de los otros deriva del contacto con ellos y es inseparable de ese contacto; una duda cartesiana acerca de los pensamientos y sentimientos de los dems slo

    2. Jonathan Bennett, Rationality, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1964, pginas. 8-32.

    3. Thomas l. White, ccls a Dolphin a Person?,, en Discovering Philosophy, Upper Sadclle River, Prentice Hall, 1996, y junto con Denise L. Herzing del Proyecto sobre el Delfn Salvaje, Dolphins and the Question of Personhood,, en Etica & Animali, nmero especial sobre los animales y la condicin de persona, 1998, pgs. 64-84.

    EL SER HUMANO E N C OMPARACIN CON LOS A N I M A L E S [ . . . ] 29

    puede surgir en quienes estn privados de dicha relacin, bien sea por algn defecto psicolgico grave o, corno en el caso de Descartes, por influencia de una teora filosfica.

    Esto no quiere decir que el conocimiento de los dems sea cuestin de simpata y empata sensible, suscitadas por la accin e interaccin; sin ellas, no sera posible imputar razones a las acciones de otros que hagan inteligible su conducta y permitan una respuesta que resulte, a su vez, inteligible. (Desde luego, a veces puede responderse, sin ninguna dificultad, a una accin aunque no se tenga conciencia de las razones, si las hubiera, que le dieron origen. Pero sucede con frecuencia que se reacciona de una manera concreta frente a una accin precisamente porque sta obedece a una razn y no a otra, y se sabe cmo reaccionar gracias a que es posible identificar dicha razn.)

    Nada de esto es objeto de mayor debate cuando se trata de la relacin entre un ser humano y otro. Pero lo que me interesa plantear es que no existe una gran diferencia en el caso de la relacin entre un ser humano y miembros de algunas otras especies animales. Pensemos, en primer lugar, en la manera como el ser humano desarrolla en general y de modo caracterstico la capacidad para saber cundo algn otro individuo est sintiendo dolor. Un nio, que an no habla, se cae, se lastima y grita; su madre le dice: Te duele? y le coloca una venda. En ese momento, el nio aprende a reemplazar, en situaciones semejantes, el grito o lamento por un me duele, y se da cuenta de que los dems han reconocido el significado de esa expresin cuando dicen, refirindose a l, que le duele. Los nios que aprenden que sa es una manera de obtener la atencin de los adultos dicen me duele o tengo dolor aunque no sea cierto. Por lo general, tanto las madres corno otros adultos saben cmo reconocer esas mentiras y responder a ellas debidamente, aunque alguna veces se dejen engaar. En este caso, la inferencia tiene lugar, pese a que sea un lugar secundario: No te quejes as. Un golpe tan leve no puede dolerte tanto.

    La secuencia comienza como una serie de respuestas interactivas y se transforma, primero, en el reconocimiento de las intenciones que estn implcitas en las respuestas y, despus, en

  • 30 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES

    el reconocimiento de que cada intencin incluye la intencin de ser reconocida por la otra persona corno tal intencin. Frases tales como Le duele o Est preocupada porque me duele dan expresin a esos reconocimientos prelingsticos. La capacidad del ser humano para utilizar y entender la manifestacin de dichas frases depende de que se disponga del conjunto de respuestas y reconocimientos correspondientes. Las palabras respuesta y reconocimiento no son, desde luego, ms que formas abreviadas de aludir a una amplia gama de diferentes movimientos reactivos, as como diferentes tipos de identificacin, reidentificacin y clasificacin, moldeados por una atencin perceptiva dirigida. No obstante, lo que importa por el momento es darse cuenta de que somos capaces de identificar lo que otras personas piensan y sienten, incluso lo que piensan y sienten sobre nuestros pensamientos y sentimientos, debido a que participamos en un cierto sistema de respuestas y reconocimientos, y slo por esa razn.

    No hay diferencia, a este respecto, con la identificacin que realiza el ser humano de los pensamientos y sentimientos de miembros de algunas otras especies animales. Vicki Hearne ha aportado una explicacin excelente y de primera mano de lo que implica la relacin de mutuo entendimiento que se desarrolla entre un entrenador humano y un perro.4 En una pyjmera fase, el entrenador corrige el comportamiento espontneo del perro hasta que ste reacciona ante las correcciones y se muestra dispuesto a obedecer las rdenes. En una segunda fase, el perro reconoce las intenciones del entrenador cuando, por ejemplo, recorre la lnea del collar de aprendizaje, o cuando le dice: Sintate! o De piel . En este momento, el perro ya se muestra atento a las intenciones del entrenador y ste reconoce las intenciones del perro cuando responde de una manera y no de otra; es decir, el perro no slo aprende a responder a la orden de Sintate! , sino que tambin reconoce la intencin del entrenador al darle esa orden.

    4. Vick.i Hearne. How to Say "Fetch!", en R.aritan III, 2, otoo de 1983, pgs. 1-33, reimpreso como captulo III en Adam's Task, Nueva York, Vintage Books, !987.

    E L SER H U M A N O EN C O M PARACIN CON LOS ANIMALES [ . . . ] 3 1

    Resulta que, en ciertos casos, l a orden "sintate" exige una enorme cantidad de trabajo . . . El perro se sentar en medio del patio, pero no a un metro de la verja ... Sentarse cuando est tranquilo no es lo mismo que hacerlo cuando otro perro le invita a jugar ... Hago que se siente en situaciones tan diferentes como el ingenio y la suerte lo hagan posible.5 Aun as, eso no significa que se siente en cualquier situacin: Sentarse en un charco de agua es completamente inaceptable. El perro ha captado que el concepto Sintate se ampla hasta que llega a un lmite.

    En una tercera fase, cuando el perro introduce cambios en sus rutinas comunica sus propia i ntenciones. Juguetea o muestra inquietud. Induso los perros bien entrenados manifestarn inquietud cuando se les aproximen personas que tienen miedo a los perros, porque no saben cmo comportarse, no digamos ya comunicarse con ellos. Hearne denomina a este tipo de personas natural bitees, o personas propensas a ser mordidas. Estos individuos son personas cuya aproximacin a los perros ... est contaminada por la epistemologa .6 Son personas que buscan premisas a partir de las cuales se pueda inferir el comportamiento del perro, para predecir si tratar de morderles o no. La contaminacin epistemolgica impide a las personas afectadas (infectadas?) participar en l a nica clase de relacin que permite adquirir un conocimiento interpretativo de los pensamientos y sentimientos de los perros (y de los miembros de algunas otras especies); es decir, relaciones expresadas en el comportamiento receptivo y sensible. El tipo de conocimiento que puede adquirirse por la interaccin receptiva y sensible, bien sea con nios pequeos o con perros, con chimpancs, gorilas, elefantes o delfines, justifica que se mire con suspicacia cierta clase de teorizaciones filosficas sobre los animales.

    A esta argumentacin se le podran oponer al menos dos tipos de respuestas. La primera consistira en decir que tanto la explicacin de Hearne sobre su comprensin de los perros como

    S. !bid . . pg. 16. 6. !bid., pg. 17.

  • 32 ANIMALES RACIONALES Y D E P E N D I ENTES

    lo que yo sostengo sobre los bebs humanos, est tan influido por una teorizacin filosfica, tan contaminado como las opiniones que criticamos. Es posible que Hearne haya aprendido de un gran nmero d e entrenadores, desde Jenofonte hasta William Koehler, pero expone lo que sabe de los perros en trminos que muestran en particular su deuda con Wittgenstein; de hecho, encuentra la manera de aplicar la nocin de un juego de lenguaje a la prctica del entrenamiento. Asimismo, mi explicacin del aprendizaje del lenguaje, del dolor en los nios pequeos proviene directamente de Wittgenstein7 y de ideas sugeridas por la teora de Paul Grice sobre la gnesis del significado. No obstante, hay que decir que en ninguno de los dos casos la filosofa aporta los fundamentos para las afirmaciones significativas. La filosofa nicamente proporciona una manera de caracterizar los diferentes tipos de experiencia de interaccin interpretativa sin los que el ser humano sera incapaz de atribuir pensamientos y sentimientos a los dems, ya fuesen humanos recin nacidos, perros u otra cosa. Claro est que las experiencias interpretativas no son idnticas en ambos casos; de hecho, importa apelar a la experiencia entre otras cosas, para recordar que las experiencias interpretativas a travs de las que se adquiere esta capacidad son, en gran medida, propias y caractersticas, especficas de la especie.

    Al argumento anterior podra oponrsele la siguiente rplica: las explicaciones sobre l a prctica interpretativa y la experiencia, como la que ofrece Hearne, pueden mostrar cmo .de hecho se atribuyen pensamientos, sentimientos e intenciones a algunas clases de animales no humanos; sin embargo, no dicen que ese hecho est justificado; son irrelevantes para determinar cundo es justificable esa atribucin de pensamientos, sentimientos e intenciones. Y podra argumentarse que eso es algo que slo la argumentacin e investigacin filosficas puede evaluar y decidir. Ahora bien: lo que corresponde exclusivamente a l a filosofa es determinar los lmites de aplicacin, el uso correcto de conceptos tales como creencia, pensamiento, razn

    7. Especialmente Investigaciones filosficas. 244.

    EL SER H U MANO E N COMPARACIN C O N LOS ANIMALES [ . . . ] 33

    para actuar y capacidad para poseer conceptos o de encontrar aplicaciones para los conceptos. De manera que slo har falta discutir, y hacerlo e n trminos filosficos, si se llega al extremo de negar que a veces, en este campo, los argumentos filosficos necesitan ser corregidos desde el punto de vista de la prctica y la experiencia. No siempre los filsofos han tenido razn cuando han dicho: As debe ser en contra del parecer de quienes posean la experiencia pertinente que a su vez decan: No es as. Qu se debe hacer en adelante?

    Mi argumento general se va a desarrollar en tres partes. Primero, har un recuento de algunos de los hechos observados en miembros de una especie concreta de animales inteligentes no humanos, en cuyo caso, de acuerdo con la opinin de casi todos los que han interaccionado con ellos, est j ustificada la atribucin de creencias, pensamientos, s entimientos, razones para actuar y la adquisicin y uso de conceptos. En segundo lugar, expondr los argumentos filosficos que llegan a la conclusin de que dicha atribucin no puede justificarse, ya sea para un subconjunto de dichos factores o bien para todos ellos. Por ltimo, plantear la pregunta de si la descripcin de un comportamiento inteligente, expuesto en la primera parte, no justifica que se lleven a cabo algunas distinciones que los argumentos expuestos en la segunda parte han omitido o han tratado sin concederles la importancia debida. Tambin argumentar que tales distinciones tienen implicaciones importantes para nuestras ideas acerca de la animalidad inteligente no humana y acerca de la relacin del ser humano con otros animales , y con respecto a su propia animalidad. Voy a partir de la descripcin del comportamiento de un animal en particular, extremadamente inteligente.

  • .,u

    3

    LA INTELIGENCIA DEL DELFN

    Los animales inteligentes de los que me voy a ocupar pertenecen a diferentes especies de delfines, especialmente el Tursiops trunca tus o delfn mular y el Delphinus delphis o delfn comn. Podra haber hablado tambin de varios otros tipos de animales, como chimpancs, gorilas, perros, caballos o elefantes, pero m e referir a ellos slo de manera ocasional. La eleccin de los delfines obedece a varias razones. El comportamiento de los delfines ha. sido objeto de numerosos estudios. ' La proporcin de masa cerebral e n relacin con la masa corporal es similar a la de los primates superiores antropoides y su corteza cerebral est muy desarrollada, aunque con una arquitectura diferente de la corteza cerebral humana. Los delfines habitan en grupos y manadas y su estructura social est bien definida. Aunque todava no se c omprenden muy bien las secuencias de silbidos y chillidos que emiten, no hay duda de que su aprendizaje verbal es notable y se comunican entre s de maneras muy diversas. Crean diferentes tipos de vnculos sociales y muestran afectos y pasiones; pueden sentir miedo y padecer estrs; albergan intenciones y son juguetones y participan

    l. Las fuentes ms importantes para mi argumento en torno al comportamiento de los delfines son Dolphin Societies: Discoveries and Puzz/es, Karen Pryor y Kenneth S. Norris (comps.), Berkeley y Los ngeles, University of California Press, 199 1 .

  • . . . .

    36 ANIMALES RACIONALES Y D E P E N DIENTES

    deliberadamente en los juegos, 2 as como en la caza y otras actividades. A pesar de no ser -tan semejantes al ser humano como los chimpancs y gorilas, con quienes ste comparte mucho ms debido a su herencia evolutiva, son capaces de interaccionar muy bien con el ser humano e incluso, a veces, son ellos mismos quienes inician la interaccin. Por supuesto, es mucho ms importante la naturaleza de la interaccin entre u n delfn y otro. E n un trabajo dedicado fundamentalmente a resumir los recursos que el delfn individual posee para aprender de la experiencia, Louis M. Herman ha hecho hincapi en la necesidad de dicho aprendizaje para que cada delfn sea capaz de responder a otros delfines de manera que contribuya a su propio florecimiento. Herman seala que su estilo de vida impone a los individuos severas exigencias de aprendizaje de las caractersticas de identificacin, incluyendo las conductas de muchos otros individuos y de las modificaciones de la conducta de esos individuos debidas al contexto social y ecolgico .. . En ltima instancia, lo que determina el xito de cada delfn individual puede ser el conocimiento social, puesto que el delfn es dependiente de la matriz social prcticamente en todos los aspectos de su vida.3 Ese conocimiento social que se adquiere con el desarrollo de una serie de relaciones, que van de la dependencia inicial respecto a la madre en el momento del nacimiento hasta la plena pertenencia a un grupo adulto.

    Eso quiere decir que los delfines de varias especies slo pueden desarrollarse y florecer porque han aprendido a alcanzar sus objetivos mediante estrategias concertadas con otros miembros de los distintos grupos a los que pertenecen o con los que se encuentran. Al menos desde Aristteles,4 para muchos obser-

    2. Vase K. Martin, K. Shariff, S. Psarakos y D. J. White, , en Cetacean Behavior: Mechanisms and Functions, Louis M . Herman (comp.), Nueva York, John Wiley and Sons, 1980.

    4. Aristteles, Historia de los animales 63la, 7-64.

    LA INTELIGENCIA DEL DELFN 37

    vadores han resultado evidentes las similitudes que existen entre las estrategias que emplean los delfines para alcanzar sus objetivos y las de los seres humanos.

    Para reconocer los objetivos de los delfines, como los de los seres humanos, hace falta distinguir las acciones propiamente dichas de lo que no son ms que secuencias de movimientos corporales. En el caso del delfn, al igual que en el del ser humano, una misma serie de movimientos corporales puede sucederse en diferentes acciones: por ejemplo, el delfn puede saltar intencionadamente en el transcurso de una caza y puede saltar juguetonamente mientras nada despus de cazar;5 de modo similar, las mismas acciones pueden realizarse en diferentes ocasiones, con diferentes movimientos corporales: por ejemplo, reconocer el terreno para la manada durante una caza. Precisamente debido a que las acciones, a diferencia de las secuencias de movimientos corporales, estn orientadas por un propsito, la identificacin y clasificacin de muchas de las acciones de los delfines obliga a atribuirles una bsqueda intencionada de objetivos determinados.

    Qu capacidades ejercitan los delfines en esas actividades? Est la capacidad para reconocer percepciones y para prestar atencin a l o que se percibe, pero tambin la capacidad para dar una variedad de respuestas distintas ante lo que es percibido y reconocido como un mismo individuo o una misma clase de individuo, y la capacidad para una diversidad de expresiones emocionales distintas. Cuando el .delfn muestra curiosidad al inspeccionar algo que ha llamado su atencin, puede fijarse primero en un aspecto del objeto y luego en otro; y el mismo objeto o tipo de objeto puede provocar diferentes respuestas : puede ser tratado como comida o como una oportunidad para jugar. Igualmente, el delfn expresa afecto hacia otros individuos a los que reconoce y manifiesta temor hacia ciertos depredadores. Por otra parte, la cooperacin implica la coordinacin de las acciones de un delfn con las acciones de otros que persiguen un mismo objetivo. Slo en la medida en que se atribuye a

    'i. V. M. Bel'Kovich y otros, Herd Structure, Hunting and Play. op. cit., pgs. 69-70.

  • .. .

    38 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES

    los delfines la capacidad para el ejercicio de una variedad de facultades, se les pueden atribuir diferentes objetivos y es posible, posteriormente, relacionar su capacidad para lograr esos objetivos con su xito o su fracaso para desarrollarse y florecer segn las caractersticas propias de su especie.

    El bien, dijo santo Toms, tiene la ratio de un fin ifinis). Un bien mueve a un agente a orientar su accin hacia ese fin y a tratar el logro de ese fin como un bien logrado.6 De manera que los seres humanos orientan su accin hacia un fin en virtud de su capacidad para reconocer los bienes propios de su naturaleza, que deben ser alcanzados. Segn la argumentacin tomista, para cada especie hay un conjunto de bienes que le son propios, de modo que la orientacin de los delfines hacia la consecucin de objetivos justifica que se hable de los bienes propios y caractersticos de los delfines, con el mismo fundamento con que la orientacin de la accin humana hacia fines concretos permite hablar de los bienes propios y caractersticos de los seres humanos. Y en los delfines, como en los seres humanos, es observable una relacin muy cercana entre la identificacin y el logro de bienes concretos por parte de delfines concretos, y el desarrollo y florecimiento de esos mismos delfines segn su naturaleza especfica.

    Si se atribuyen bienes a los delfines es lgico que tambin se les atribuyan razones para hacer una gran parte de lo que hacen, puesto que en virtud de un similar reconocimiento de los bienes que le son propios se le atribuyen al ser humano razones . p ara una gran parte de sus actos. Warren Quinn ha sealado que una razn para actuar de cierla manera no es ms que algo bueno en s mismo que [la accin] realiza o a la que sirve, o, en su defecto, algo malo en s mismo que [la accin] evita.7 De manera que si se le pide a una persona que exprese la razn por la que ha llevado a cabo una deteminada accin, sta sealar el bien al que ha servido la accin, el bien hacia cuya realizacin estaba orientada. Lo que hace que esa afirmacin sea falsa o

    6. Santo Toms de Aquino, Summa Theologiae la, S, 3-5. 7. Warren Quinn, Putting rationality in its place, en Morality and Action, Cam

    bridge, Cambridge University Press, 1993, pg. 234 (la cursiva es del original).

    LA INTELIGENCIA DEL DELFN 39

    verdadera es el hecho de que la accin estuviese o no dirigida hacia la realizacin de ese bien concreto, y esa orientacin no depende de lo que uno puede haberse dicho a s mismo o lo que haya dicho a los dems antes de actuar o en el momento de hacerlo, sino que es una consecuencia de que las acciones sean orientadas por lo que el individuo juzga que es su propio bien, aunque ese juicio permanezca inarticulado.

    A veces sucede que la persona, que acta por una razn, se diga s misma o diga a los dems algo as: Haciendo A contribuir a que suceda B , y B es el bien que deseo alcanzar. Su razn para hacer A es que mediante A se consiga B; es decir que, segn su clculo, al hacer A lograr que suceda B puesto que, si calculara de manera diferente no hara A (a menos, claro est, que exista algn otro bien C que tambin deseee lograr y que se consiga mediante A). Eso significa que un agente puede tener una idea adecuada de sus acciones, y sus acciones pueden estar adecuadamente orientadas hacia su finalidad sin que el actor haya manifestado explcitamente el conjunto de razones que tena para actuar del modo que lo hizo.

    Por lo tanto, el hecho de que especies de animales inteligentes no humanos, como los delfines, carezcan de los recursos lingsticos para articular y manifestar sus razones no es impedimento para que se atribuyan razones a su accin. Lo que se requiere para atribuir razones a las acciones de miembros de dichas especies es identificar el conjunto de bienes que los miembros de la especie desean alcanzar, el conjunto de clculos a partir de los cuales las acciones son o pueden ser eficaces para lograr dichos bienes, y un conjunto de proposiciones condicionales contrafcticas ciertas que permitan relacionar la orientacin hacia el bien con los clculos sobre la eficacia. De modo caracterstico, esos tres aspectos se identifican en conjuncin uno con otro. As sucede con los seres humanos y as sucede tambin con los delfines.

    Comer pescado es uno de los bienes en la vida de los delfines. Como es natural, la caza de peces es una actividad fundamental. Una descripcin precisa de los acontecimientos que se suceden en el transcurso de la caza obliga a asentar la veraci-

  • ....... . .

    40 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES

    dad de proposiciones condicionales contrafcticas exactamente iguales a las que requerira una descripcin precisa del comportamiento humano. Pongamos un ejemplo: los delfines piloto que buscan peces para la manada detectan su presencia y los dems miembros de la manada, que han reconocido lo que sucede, modifican el rumbo de su nado, de modo que se unen a los delfines piloto y comienzan la caza.8 Al establecer la razn que tiene la manada para cambiar su rumbo, se est afirmando a la vez dos cosas: primero, que la manada no habra cambiado de rumbo para nadar hacia donde estaban los delfines piloto si no hubiese reconocido que stos haban detectado la presencia de peces; y segundo, puesto que los miembros de la manada ya participaban en los preliminares de la caza, si no hubiesen cambiado de direccin para ir hacia los delfines piloto, ello se debera o bien a que tuviesen otra razn de igual importancia para mantener el rumbo (por ejemplo, que hubiesen descubierto al mismo tiempo la presencia de peces justo delante de ellos, en el rumbo en que ya haban estado nadando) o bien a que hubiesen encontrado algn obstculo o riesgo fsico al dirigirse hacia los delfines piloto.

    Consideremos otra situacin: cuando estn buscando alimento, los delfines ponen en prctica, primero, una tctica para lograr su propsito, pero si en ese momento descubren que no resulta eficaz, la cambiarn por otra. Bel'kovich y sus colegas describen episodios de ese tipo: cuando los delfines mulares, por ejemplo, intentan dirigir un banco de peces hacia la costa, para cercarlos ah, pero cuando fracasan en su intento, conducen a los peces hacia el mar, donde se encuentra el resto de la manada. Para esta interpretacin resulta indispensable, desde luego, que haya un fundamento adecuado para atribuir a los delfines las capacidades de percepcin y comunicacin necesarias para ser conscientes de los hechos correspondientes.

    El comportamiento de los delfines en el ocano y lo que han demostrado que son capaces de aprender con entrenadores humanos prueban que los delfines cuentan con esas capacidades.

    8. V. M. Bel'kovich y otros, op. cit.,Herd Structure, Hunting and Play, pg. 43.

    LA INTELIGEN CI A DEL DELFN 4 1

    La investigacin realizada por Herman sobre esas capacidades le llev a concluir, y no s de ningn investigador que disienta de ello, que en su mundo natural , el delfn est bien preparado para percibir, reconocer, clasificar y recordar la multitud de sonidos e imgenes que recibe a travs de sus sentidos auditivo o visual. Difcilmente puede exagerarse la importancia que tienen para los delfines el sonido y la capacidad para ecolocar de los delfines y Herman no slo interpreta que aprenden a conocer el origen de los diferentes sonidos a partir de la experiencia, a lo largo del tiempo, y que lo confirman con la identificacin visual y a travs de la observacin social de las respuestas de otros a los sonidos, sino que aade que el aprendizaje en los miembros ms jvenes puede ser apoyado posiblemente a travs de alguna clase de tutora social ms directa por parte de los adultos.9

    Las actividades que estn implicadas en el aprendizaje a partir de la percepcin y en la posterior puesta en prctica de aquello que han aprendido, hacen que los delfines no sean simplemente receptores pasivos de la experiencia. Adems, al igual que el ser humano, el delfn disfruta con las actividades que requieren el ejercicio de sus facultades y habilidades. Cuando Aristteles afirma que toda actividad de percepcin procura placer10 y que el placer se produce cuando la actividad ha sido concluida, 11 su afirmacin parece ser tan cierta en el caso de los delfines como en el de los seres humanos.12

    Pensemos ahora en toda la variedad de facultades que han atribuido a los delfines algunas de las personas que ms han interactuado con ellos: no slo las facultades de percepcin y atencin hacia lo que se percibe, de reconocimiento, identificacin y reidentificacin, sino tambin la facultad de tener deseos y emociones y manifestarlos, de realizar clculos, de albergar intenciones, de dirigir sus accione s hacia fines que constituyen

    9 . /bid. , pg. 357. 10. Aristteles, tica nicomquea X, l l 74b, 20-2 1 . 1 1 ' !bid. ' 23-33. 12 . En el sentido del logro y del placer que sienten los delfines en el logro, vase

    Pryor, op. cit., pg. 346.

  • 42 A N I M A L E S RACIONALES Y D E PENDIENTES

    sus bienes especficos y, por lo tanto, de tener razones para actuar. Pero si hay justificacin para hacer esas atribuciones, presumiblemente tambin habr justificacin para atribuir a los delfines pensamientos y creencias. Sera difcil, entonces, evitar la conclusin subsiguiente de que los delfines poseen determinados conceptos y saben cmo utilizarlos. En este punto, por lo tanto, se entra en conflicto con los diversos argumentos filosficos que niegan la posibilidad de que tengan pensamientos, creencias, razones para actuar o conceptos los animales que carecen de lenguaje. Ahora bien: antes de analizar la relacin de cada argumento concreto con la interpretacin de la conducta de los delfines y de otros animales, es necesario preguntarse qu es lo que sus autores han entendido o entienden por lenguaje.

    Nadie pone en duda que los delfines poseen un sistema de comunicacin sofisticado, como tambin lo tienen los chimpancs, gorilas y otros animales. En el caso de los delfines, an queda mucho por entender sobre su sistema de comunicacin, por lo que sera posible que fuese mucho ms semejante al lenguaje humano de lo que parece indicar la evidencia de que se dispone hoy en da. Pero no hay duda de que tienen una capacidad sobresaliente para un cierto tipo de comprehensin lingstica. Louis M. Herman y sus colegas han inventado un lenguaje acstico artificial simple y han enseado a los delfines a entender frases formuladas en ese lenguaje y a responder a ellas; los delfines que han sido educados de ese modo son capaces de identificar una diversidad de objetos y de acciones cuando se les habla usando frases del mencionado lenguaje. Segn Herman, esa capacidad implica sensibilidad para las diferencias sintcticas entre frases y para los cambios en el orden de las palabras, pero tambin la facultad de distinguir entre frases con una sintaxis normal y frases que se salen de la norma. 1 3 Sin duda alguna se trata de un logro de enorme importancia para evaluar la capacidad comunicativa y lingstica de los delfines;

    13. Louis M. Herman, What the dolphin knows or might know in its natural world, en Pryor y Norris, op. cit., pg. 351.

    LA INTELIGEN C I A DEL DELFN 43

    no obstante, una idea exacta de su trascendencia slo puede surgir de su comparacin detallada con el aprendizaje de los miembros ms jvenes de la especie humana y con la forma como adquieren el lenguaje. Por esta razn dejo por el momento de lado los debates sobre ese logro, con el fin de que el argumento pueda desarrollarse de acuerdo con las tres fases propuestas. En primer lugar, caracterizar de manera improvisada e incompleta, aunque espero que adecuada, algunos de los rasgos ms destacados y caractersticos de los lenguajes humanos. A continuacin, analizar aquellos argumentos filosficos que, partiendo de ciertas premisas sobre la naturaleza del lenguaje humano, llegan a la conclusin de que los animales no humanos, por muy inteligentes que sean, son incapaces de tener pensamientos, creencias, razones para actuar y conceptos. Por ltimo, m e plantear qu relacin tienen esos argumentos, en l a medida e n que sean slidos, con e l problema d e la caracterizacin correcta del comportamiento inteligente de los delfines.

  • 4

    PUEDEN TENER CREENCIAS LOS ANIMALES QUE CARECEN DE LENGUAJE?

    Cules son las caractersticas ms destacadas y propias del lenguaje humano, manifiestas en los ms de cuatro mil quinientos lenguajes naturales que posee la cultura humana? En primer lugar, cada lenguaje natural posee un vocabulario: u n conjunto d e palabras y u n conjunto de expresiones, muchas de las cuales consisten en una serie de palabras (bueno en)), es rojo) y no una sola. Los hablantes de cada lenguaje concreto poseen un conjunto de fonemas compartidos que les permite pronunciar esas expresiones de manera reconocible y en ocasiones poseen un conjunto de seales grficas que sirven para la expresin escrita. En segundo lugar, todo lenguaje tiene una serie de reglas para combinar expresiones y formar frases. Estas reglas forman l a sintaxis del lenguaje. Las frases simples (que pueden descomponerse en expresiones, pero no en otras frases) pueden combinarse de diferentes maneras para formar nuevas frases, de extensin y complejidad ilimitadas. En tercer lugar, los tipos de expresiones con las que se construyen las frases son: nombres, descripciones definidas, predicados, cuantificadores, demostrativos, pronombres e indicadores tales como aquL) y ahora))' y esas conexiones lgicas que hacen posibles la negacin, la disyuncin, la conjuncin y las relaciones de implicacin, vinculacin y equivalencia lgica. Si se quiere entender lo que las expresiones significan y proporcionar al lenguaje

  • .. .

    46 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIE NTES

    su dimensin semntica, es necesario comprender la relacin que existe entre un nombre y aquello que se nombra, entre una descripcin y lo que se describe, entre un demostrativo o un pronombre y aquello a lo que hace referencia y entre indicadores como aqu y ahora y las ubicaciones de tiempo y espacio a las que se refieren.

    No obstante, para poseer un lenguaje y saber utilizarlo no basta con disponer d e un conjunto de expresiones, saber cmo organizarlas en concordancia con las reglas sintticas o ser capaces de relacionar los nombres con sus portadores ( Fido con Fido), los predicados con propiedades (verde con verde) y los indicadores con aquellos a lo que hacen referencia, etctera. Tambin es necesario saber utilizar las oraciones para ejecutar actos de habla (empleo actos de habla para incluir la escritura) tales como afirmar, interrogar, pedir u ordenar, asentir o prometer y otros similares, y entender los contextos en que esos usos son adecuados. Adems, tambin se debe saber cmo realizar cierta clase de tareas lingsticas mediante actos de habla: anunciar la solucin de un enigma con una afirmacin, expresar una duda formulando una pregunta, indicar un objeto de deseo con una peticin y as seguidamente. Expresar, a intervalos regulares, oraciones impecables desde el punto de vista sintctico no implica que se tenga capacidad para usar el lenguaje; ni siquiera el uso de esas oraciones para la expresin de una serie de actos de habla significa que se posea esa capacidad. El uso de las oraciones en actos de habla debe servir a un propsito inteligible ulterior; inteligible en trminos de la situacin y propsitos del agente, y en trminos del contexto social. El individuo efectivamente comunica lo que quiere decir cuando formula una oracin sintcticamente ordenada de tal manera que expresa cierto tipo de acto de habla, ejecutado de modo que sirva a un propsito inteligible (generalmente claro para cualquier observador que conozca el mismo lenguaje).

    Es necesaro resaltar muy especialmente dos ;.spectos de este argumento. El primero es que en esta explicacin, el uso del lenguaje est inserto siempre en las formas de la prctica

    PUEDEN T E N E R CREENCIAS LOS ANIMALES QUE [ ... ) 47

    social y para entender bien lo que en ocasiones concretas se dice en un determinado lenguaje hace falta tener por lo menos algunas de las capacidades de quienes participan en la prctica social correspondiente. A menudo, esto suele pasar con frecuencia inadvertido en el aprendizaje elemental de una lengua extranjera, sobre todo cuando se trata del lenguaje de alguna cultura muy cercana a la propia. Muchas de las situaciones sociales tpicas estn sumamente estereotipadas y las oraciones que en ellas se utilizan suponen de antemano o hacen referencia a situaciones sociales en sentidos que ya emplean la capacidad requerida (como en los libros de frases para aprender idiomas: Dnde est la parada de autobs ms prxima, por favor?, Cunto cuesta este libro? ) . Pero cuando la diferencia cultural es importante, resulta fcil que se fracase en la comunicacin y se malinterpreten las intenciones incluso sabiendo construir frases en otra lengua, si no se conoce suficientemente bien las prcticas sociales pertinentes o se carece de la capacidad para participar en ellas comprendiendo su significado. Bernard S. Cohn1 ha descrito un ejemplo clsico: los europeos, especialmente los britnicos, que viajaban a la India durante los siglos xvn y xvm intepretaban la prctica de dar y recibir regalos como si se tratase de un intercambio comercial segn el cual todas las cosas y todas las personas tienen u n "precio"; l a consecuencia era una interpretacin errnea de las creencias y las intenciones que podran haberse comunicado correctamente si los britnicos hubiesen sido instruidos e n las prcticas sociales vigentes en l a India. La incomprensin en este caso no se deba a ninguna particular ineptitud en lo que se refiere a las habilidades de construccin o desglose d e oraciones.

    Podra preguntarse por qu son importantes para el argumento que nos ocupa ejemplos como ste. La respuesta es que entre los animales no humanos de las especies a las que vamos a referirnos especialmente, el xito en la comunicacin de creen-

    l . Bernard S. Cohn, Colonialism and lts Forms of Knowledge, Princeton, Princeton University Press, 1996, pgs. J 8-19.

  • .... , .

    48 ANIMALES RACIONALES Y D E P E N D I E NTES

    cias e intenciones se halla tan integrado en las prcticas sociales como en el caso del ser humano. Esto es igualmente cierto en la comunicacin entre miembros de una misma especie, en el contexto de la vida soCial de una manada de delfines o de leones por ejemplo, como en la comunicacin que se establece entre los seres humanos y los dems animales en los muy peculiares contextos sociales que genera el entrenamiento. Desde luego, hay que tener cuidado para no establecer una equiparacin entre aquello que los miembros de una u otra especie son capaces de hacer en su hbitat natural, aislados de todo contacto con el ser humano, con lo que llegan a ser capaces de hacer como resultado de un entrenamiento. Si se toma en cuenta esta advertencia, es posible hacer inferencias interesantes a partir de lo que puede observarse en animales entrenados. Dicha observacin, por ejemplo, puede enriquecer el conocimiento que se tiene de las facultades de una u otra especie, de manera que cuando se observe su comportamiento en su hbi tat natural sea posible identificar el ejercicio de esas facultades.

    Soy plenamente consciente de que es muy limitado lo que he dicho sobre los diversos aspectos del lenguaje y sobre su uso en lo que se refiere a vocabulario, sintaxis, semntica, la ejecucin d e actos de habla y su insercin en las prcticas sociales; pero acaso sea suficiente para explicar y evaluar las diversas afirmaciones de algunos filsofos contemporneos que suponen que la carencia de lenguaje en los animales implica tambin otra serie de carencias. A continuacin me voy a ocupar de esos argumentos, comenzando con algunas de las ideas propuestas por Norman MaJcolm. La preocupacin central de Malcolm, en el ensayo en que expuso estas ideas/ era la afirmacin de Justus Hartnack3 de que no puede haber pensamientos ni es posible pensar si no hay lenguaje. La respuesta de Malcolm consisti en distinguir lo que significa . atribuir la capacidad de pensar y la de tener un pensamiento. Pensemos en un perro que persi-

    2. Norman Malcolm, Thoughtless Erutes, Ensayo 2, en Thought and Knowledge. Ithaca, Cornell University Press, 1977.

    3. Justus Hartnack, On Thinking, en Mind, 8 1 , 1972, pg. SS l .

    P U E D E N TENER CREENCIAS L O S A N I M A L E S QUE ( . . . ) 49

    gue a un gato; el gato h a trepado a un rbol y el perro espera ansioso bajo el mismo: es posible decir que el perro piensa que el gato est en el rbol. Pero no es posible decir de un perro, o de ningn otro ser vivo que carezca de lenguaje, que tiene el pensamiento de que . . . Pues aunque se emplee la palabra pensar" referida a los animales y se utilice como un verbo transitivo con una frase proposicional como objeto, ello no implica que el animal haya formulado una proposicin o haya pensado en una proposicin.4 De esta manera, Malcolm equipara tener un pensamiento con tener en mente alguna proposicin, y una proposicin debe ser susceptible de ser expresada en lenguaje: Por lo tanto, estoy de acuerdo con los cartesianos en que no es posible atribuir la capacidad para albergar pensamientos a los animales que carecen de lenguaje.5

    No obstante, Malcolm no estaba de acuerdo con los cartesianos en un sentido muy importante. Descartes negaba que los animales pudieran tener pensamientos porque negaba que los animales pudieran tener cualquier tipo de vida mental. Malcolm no aporta fundamento alguno para sostener esa negacin. l se limit a decir que los animales sin lenguaje no pueden formular proposiciones y considerarlas con independencia de su comportamiento. Nadie que utilice la palabra proposicin en el sentido en que lo hizo Malcolm podra estar en desacuerdo con l; pero nada de lo que dice obliga a concluir que los animales que carecen de lenguaje no pueden tener, por ejemplo, creencias. Del perro de Malcolm, quiz pudiera decirse que cree que el gato est subido al rbol. Para expresar esta creencia no necesita del lenguaje, del mismo modo que el ser humano tampoco necesita del lenguaje para expresar muchas de sus creencias. Adems, el perro acta de acuerdo con su creencia, por lo que puede al menos preguntarse s i l a creencia e s slo la causa del c omportamiento del perro, o si tambin le proporciona a ste una razn para actuar como lo hace. No obstante, llegados a este punto surgen algunas difi-

    4. !bid.' pg. so. S. Ibid . . pg. SO.

  • so ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES

    cultades mayores, puesto que ni siquiera es posible formular esta pregunta a menos que efectivamente est justificado atribuir a los perros la capacidad de albergar creencias. Y existen numerosos y diversos argumentos cuya conclusin es que no es posible atribuir creencias a ningn animal que no tenga lenguaje. Cuatro de esos argumentos tienen una especial importancia.

    Donald Davidson ha expuesto dos de ellos en un ensayo cuya tesis principal es que ningn ser puede albergar pensamientos a menos que sea un intrprete del habla de otro.6 La primera afirmacin de Davidson se funda en un argumento cuyo resultado plantea que la atribucin de deseos y creencias (y otros pensamientos) debe ir de la mano con la interpretacin del habla.7 Es posible determinar lo que otro individuo ha elegido slo si es posible tambin atribuirle a ese mismo individuo el conjunto de creencias pertinente: La persona que toma una manzana en lugar de una pera cuando se le ofrecen ambas puede estar expresando una preferencia por lo que est en la mano izquierda y no en la derecha, por lo que es rojo y no lo que es amarillo, lo que ha visto primero o lo que ha calculado que es ms caro.8 Si se piensa que todas las elecciones revelan una preferencia, que dicen que una frase es cierta y no la otra, habr que reconocer que la interpretacin de lo que el otro individuo quiere decir con sus frases y la correcta atribucin de deseos y creencias son tareas inseparables. Pero con seres que no tienen capacidad para expresar frases, resuhar entonces imposible contar con los fundamentos suficientes para atribuir creencias o deseos concretos y definidos.

    Esta conclusin conduce de manera natural a una nueva pregunta: Si no se dispone del fundamento suficiente para atribuir creencias o deseos concretos y definidos a quienes carecen de lenguaje, hay fundamentos para atribuirles la capacidad

    6. Donald Davidson, Thought and Talkn, captulo 1 1 de Truth and Interpretation, Oxford, Clarendon 'Press, 1984, pg. 157 (trad. cast.: De la verdad y de la interpretacin, Barcelona, Gedisa, 1989).

    7. Jbid., pg. 163. 8. /bid., pg. 163.

    P U EDEN TENER CREENCIAS LOS ANIMALES QUE [ . . . ] 5 1

    para tener alguna creencia? Davidson expone un segundo argumento que parece aportar razones concluyentes para sostener que no es posible. El argumento se desarrolla en dos fases. En la primera, Davidson llega a la conclusin de que slo pueden tener el concepto de creencia los miembros de una determinada comunidad de habla que participan en la intepretacin del habla de los dems, atribuyndoles creencias. De manera que slo aquellos que tienen lenguaje pueden tener el concepto d e creencia. Davidson se pregunta a continuacin: Puede u n ser vivo tener creencias si carece del concepto de creencia? .9 Su respuesta es que no, puesto que slo puede tener creencias aqul que entienda la posibilidad de errar, y eso es algo que requiere que se entienda la diferencia que existe entre una creencia falsa y otra verdadera. De ah que slo puedan tener creencias quienes posean lenguaje.

    Stephen Stich ha formulado un tercer argumento que expone las dificultades existentes para atribuir creencias a los animales que carecen de lenguaje. 10 Stich ofrece el mismo ejemplo que Malcolm, excepto que el perro, Fido en esta ocasin, ha acorralado a una ardilla en un roble: resultara de lo ms natural decir que el perro cree que la ardilla se encuentra subida al roble. 1 1 Pero, es eso realmente lo que el perro cree? Acaso no existe un sinnmero de posibles seres vivos que no son ardillas pero que Fido tratara del mismo modo como trata a las autnticas ardillas? Por otra parte, el perro no distingue lo vivo de lo inanimado o a los animales d e las plantas. Cmo se puede sostener que el perro cree que se trata de una ardilla, si ni siquiera sabe que una ardilla es un animal? 12 Los problemas que surgen cuando se trata de atribuir al perro una creencia sobre las ardillas surgen igualmente si se pretende atribuirle una creencia sobre los rboles. Dado que e l perro carece de un lenguaje

    9. /bid., pg. 70. 1 O. Stephen Stich, Animal Beliefs 5.5, From folk psychology to cognitive science:

    The case against belief, Cambridge, Mass., MIT Press, 1983; vase tambin su trabajo anterior Do animals have beliefs?, en Australasian Journal of Philosophy, 57, 1 , 1 979.

    1 J. /bid., pg. 104. 12. /bid .. pg. lOS.

  • 52 ANIMALES RACIONALES Y D E PE N D I E N T E S

    para el cual haya un uso comn que determine el empleo de ardilla y rbol, cmo es posible ofrecer una caracterizacin de la creencia del perro?

    Es importante tomar nota de que la conclusin de Stich difiere de la de Davidson en un punto interesante. Stich compara a quienes han estudiado las creencias de los animales centrando su atencin en contrastes en los que slo resulta adecuada una similitud superficial y que, por lo tanto, no han encontrado problemas para atribuir creencias a los animales, con aquellos otros, como Davidson, que se han interesado por contrastes que subrayan semjanzas ms sutiles, 13 y a partir de esto han llegado a la conclusin de que la atribucin de creencias a los animales es un error. En su ensayo anterior, Stich haba concluido que la cuestin de si los animales tienen creencias es discutible , 14 pero posteriormente ha llegado a la conclusin de que en el contexto de ciertas situaciones de dilogo, atribuir una creencia a un animal concreto en una circunstancia concreta puede ser vlido, mientras que la atribucin de esa misma creencia al mismo animal ante los mismos hechos ser errnea en circunstancias diferentes.

    John Searle ha apuntado un cuarto argumento, aunque su intencin al exponerlo era precisamente decir que no ofrece un fundamento suficiente para negar que se puedan atribuir estados intencionales, como los de las creencias y los deseos, a animales que carecen de 1enguaje.15 El argumento se desarrolla de la siguiente manera. En los casos en que est justificada la atribucin de creencias, siempre es posible distinguir entre el estado de creer algo y estados tales como los del simple suponer, adivinar, sentirse inclinado a pensar, conjeturar y otros similares. Pero estas distinciones slo pueden emplearse referidas a seres que son capaces ellos mismos de distinguir tales estados,

    13 . !bid., pgs. 105-106. 14. Jbid., pg. !06. 15. John Searle; Animal Minds, en Midwest Studies in Philosophy XTX: Philosop

    hical Naturalism, P. A. French, T. E. UehJing, Jr. y Howard K. Wettstein (comps.), Notre Dame, University of Notre Dame Press, 1994, pg. 210. En este debate tengo una gran deuda con el ensayo de Searle.

    PUEDEN TENER CREENCIAS L O S ANIMALES Q U E [ . . . ] 53

    y slo pueden hacerlo los seres que poseen lenguaje; de ah que el concepto de creencia no pueda aplicarse a quienes carecen de lenguaje.

    Qu se puede concluir de estos cuatro argumentos? Como expondr a continuacin, mi opinin es que todos ofrecen alg