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Macedonio Fernndez: Desacreditar el mundo
por Marcela Croce (Universidad de Buenos Aires)
1. Teoras y gneros El personaje es toda la Literatura, y esta
Literatura es probablemente la nica Belarte,
afirma Macedonio Fernndez en una carta de 1940 a Germn
Arciniegas, cuya sintaxis complejiza la revisin de algunos
elementos de la Doctrina de la Novela de 1929 que por mediacin de
uno de sus primos del Mazo lleg a manos del escritor colombiano.
Una entonacin proftica lo asiste cuando expone lo que orienta la
ejecucin de Museo de la Novela de la Eterna (MNE): Belarte va a
comenzar en este siglo cuando alguien construya habilsimamente el
personaje despersonador, desviviente, aislado de la literatura
bostezable que las instituciones establecen como clsica.
La Belarte se sostiene en la expulsin: su primera vctima es la
poesa, desde la restriccin segn la cual la prosa es la nica belarte
posible, la belarte de la Conciencia, y tiene dos gneros nicos: la
belarte de Ilgica, que se dirige a la concusin de la conciencia
intelectiva, y la belarte novelstica, a la de conciencia de
existencia (Carta a Adolfo Bioy Casares, 19/1/38). Ms all de la
voluntad de esta biparticin, no, existen diferencias estrictas
entre los gneros ni entre las formas discursivas; atravesando la
mayora de ellos,
Macedonio se dedicar a combatir la esterilidad de las
clasificaciones y las pretensiones de dominio del sentido comn, a
cuyo absurdo dedica buena parte de su Humorstica proponiendo
constantemente lo que el sentido comn preferira evitar, en ignorada
coincidencia con el Gramsci que asentaba en sus Cuadernos de la
crcel que el sentido comn es el folklore de la filosofa.1
La indistincin genrica queda subrayada en una carta no enviada
(destino de buena parte de las suyas) a Borges, donde el avatar
postal coincide con el proyecto novelstico presentado en el Brindis
a Scalabrini Ortiz y cuyas alternativas integran uno de la multitud
de prlogos que se agolpan a la entrada de MNE: iniciar una nueva
misiva dejando otra empezada en el lugar de donde se ha partido es
el correlato epistolar de escribir a la par las mellizas antagnicas
que son Adriana Buenos Aires como ltima novela mala y MNE como
primera novela buena. La relacin problemtica con los gneros se
extiende a los vnculos entre disciplinas hasta derivar en
afirmaciones como la de que la Filosofa es un pseudo-gnero
enteramente vago; para Borges, ser una rama de la literatura
fantstica.
Macedonio se impone teorizar para reordenar la literatura, para
denunciar los efectos a los que tres mil aos de literatura sin
severidad artstica nos han acostumbrado. En ese propsito condena
algo que en 1949 har el propio Borges, pese a que en sus ensayos
juveniles recomendaba la Ejecucin de tres palabras, entre ellas
inefable. La condena de Macedonio cuyas resonancias
wittgensteinianas analizar Horacio Gonzlez2 alcanza a aquello que
en El Aleph es la desesperacin del escritor: para qu escribir lo
que de antemano; se reconoce como inefable?
Destruyendo la idea de genio exaltada por el romanticismo,
reconoce que la literatura ha sido reducida a una combinatoria
azarosa por la cual as como los mdicos son los usureros de la
curacin espontnea, los literatos lo somos de la casualidad verbal.
Esta conviccin que se volver proliferante y abarcar otros dominios
que los de la Teraputica formulada como descreimiento en la
medicina y la Belarte, es la que reclama el trabajo simultneo en
los mbitos de la Metafsica y de la Novela, siempre convocadas bajo
esa forma del nfasis que es la mayscula y que si no adquiere el
carcter intimidatorio que suele distinguirla es por la intervencin
de la tambin mayusculizada Humorstica.
1 Antonio Gramsci: Literatura y vida nacional. Mxico, Juan
Pablos, 1975.
2 Horacio Gonzlez: El filsofo cesante. Gracia y desdicha en
Macedonio Fernndez. Buenos Aires, Atuel,
1995. No toda es Vigilia hace las veces del Tractatus en una
cultura argentina ausentada de la gran literatura de invencin.
CROCE Marcela: Macedonio Fernandez : Desacreditar el mundoOrbis
Tertius, 1996 1(2-3). ISSN
1851-7811.http://www.orbistertius.unlp.edu.ar/
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sta se instala como condicin para reubicar los conceptos
tradicionales, para alterar sus significados, para descreer de las
definiciones, para poner en duda todo lo previo. Como mtodo, la
Humorstica permite hacer de la teora una aclaracin parenttica, y de
los textos cannicos una acusacin de falsete en tanto consagracin
del mal gusto que se expande en el tema en vez de atender el tono y
la ejecucin, que son el Arte. Tales preocupaciones artsticas que
encuentran en Gmez de la Serna y Poe sus modelos son casi
contemporneas de las que en las primeras dcadas del siglo exponen
Georg Lukcs y Mijal Bajtn.
En el Prlogo de indecisin a MNE, las convicciones del metafsico
argentino coinciden con las del terico hngaro en Teora de la novel
; Macedonio reconoce la afirmacin indirecta del fracaso hednico e
intelectual de lo Humano, que es la actitud de Cervantes con
Quijote y Sancho, la nica gran actitud de genuina irona, el nico
pesimismo autntico presentado en arte literario. En cambio, con
Bajtn slo hay diferencias, no tanto en lo relativo a Esttica y
teora de la novela sino en los aspectos rabelesianos recuperados en
La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento: la exclusin
de lo rabelesiano en Macedonio se verifica en la prescindencia de
Nicolasa (pantagrulica por su tamao, sus prcticas y su oficio de
cocinera) en MNE, a quien es necesario expulsar porque hara
proliferar las ancdotas en vez de las teoras, y si se exponen los
motivos de su ausencia es slo a ttulo de combate contra el mundo
que ella reconoce como un repositorio de frustraciones.
La teora perpetuamente en elaboracin hace, de toda ejecucin una
tentativa; las interminables correcciones conque el anecdotario de
Macedonio adorna la historia de sus textos apuntan a confirmarlo,
lo mismo que su conviccin de que el talento es algo de innato y
mucho de corregir. Por eso son descartados aquellos autores a los
que el calificativo de talentoso ha eximido de toda crtica que no
fuera exaltatoria. El des-creer de Macedonio se ejercita entonces
contra Maurois y Proust quienes carecen, de una Belarte que los
justifique y se ensaa con Shakespeare, quien no slo no era artista,
sino que ansiaba estorbar que Belarte comenzara.
Esta desarticulacin de los gneros, si en lo general tiende a
quitar todos aquellos obstculos que impiden un texto como MNE sin
embargo, la teora de la obstaculizacin de los deseos y los
proyectos no se enuncia ni en un ensayo ni en una novela, sino en
el relato Tantalia , en lo particular apunta a los elementos que
fundamentan la divisin genrica, mostrando a la vez su carcter
endeble y su inutilidad. Los gneros no admiten una caracterizacin
estricta; se limitan a ser los ridculos parentescos que la Pasin
nunca le conoci a la Vida, nunca se estorb en ellos.
Coherente con este sealamiento, el nico que Macedonio recupera
es un gnero inesperado: el Des-Hacer; sus presuntos preceptos
tienden a desarmar los gneros cannicos. La escritura macedoniana
les reserva el espacio de la negatividad, tanto al reconocer como
gnero la. colaboracin rechazada como al promover el gesto que
descalabra cualquier tentativa sistemtica de origen acadmico: la
Risa Entera, que es un reto a la posibilidad de la tragedia o del
pesimismo.
Si un gnero como la carta se desbarata interceptando una propia,
la poesa se combate desde su estructura rechazando:el mal gusto de
acudir a la infantilidad de facilitarse en verso en la muy inferior
msica que es el comps uniforme y el sujetarse a consumar en finales
de clusulas.3 La obra de arte debe ser la Belarte de la Palabra
Pura [] sin sonoridad, sin asociaciones, sin onomatopeya, ritmo,
rima, ni interjeccin o inflexin ni informacin o doctrina.
El ensayo tambin resulta desestabilizado, algo cuya constatacin
ejemplar se asienta en Psicologa atomstica desde la aclaracin de
que se trata de una quasi-fantasa: hacer del ensayo cientfico una
fantasa es enunciar la teora desde la abduccin, sin el pretendido
rigor de la induccin y la deduccin, pero tambin sin elementos que
contradigan sus postulados. A estas operaciones de escritura
corresponde una lectura que emite cuestionamientos desde la
heterodoxia, en cuyo mbito Macedonio se confirma como el ms fuerte
preguntador contemporneo y cuyos efectos juzgan eternos los poemas
de Lombroso, los de Weissmann
3 Carta a Gmez de la Sema, 30/5/48.
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sobre la herencia, los juguetes de la seroterapia, las novelas
psicolgicas de Tarde, o de Ribot, o de Wundt, la admiraciones
iluminadas de Renan, el psiquismo de Fouille o de Paulsen, etc.,
etc.. El ensayo se presenta como una teora abreviada e incluso
disminuida desde el subttulo de mero ensayo que lleva La
Idilio-Tragedia.
E l policial no es ajeno a este desmantelamiento genrico por
requerir una multitud de sucesos all donde Macedonio recomienda no
ms de dos para desarrollar la Tragedia como un tema mximo del arte
con el mnimo de sucesos y cuya repercusin en el plano poltico ser
la utopa anarquista del Individuo Mximo en el Estado Mnimo.
Descartar el policial es desechar toda una franja de la cuentstica
de Poe a quien recupera sin embargo por hacer de su obra una teora,
pese a su empeo por hacer en la novela lo mismo que Poe hace en el
cuento, simtrico a su vez de la tentativa de Jules Supervielle en
el poema.
El propsito que se puede reconstruir a partir de estas notas
dispersas reaparece en una carta a Pedro Juan Vignale en que
Macedonio intenta sistematizar su Belarte: evacuar a la vez la
accin y la representacin son condiciones inaugurales para que el
arte no naufrague ni en la temtica ni en la reduccin al absurdo que
es el realismo al que no cesa de fustigar. Desquiciar las tcnicas
es un mtodo auxiliar en la operacin con los gneros; el momento en
que adquiere mayor eficacia es cuando se combate el retrato, forma
desplazada de desprestigiar la autobiografa a la que en Papeles de
Recienvenido sumar otras que con el humor mitigan el carcter terico
que las asiste: mi cara es lo que debe ignorarse de m, lo nico que
sera importuno, en un retrato [...] Con la verdad fisonmica actual
perdera todos los lectores de retrato que consegu en Papeles de
Recienvenido.
La autobiografa ser abordada en este empeo por expulsar los
gneros primero como libro de compaa (en la concepcin del diario que
preside Diario de vida e ideas, donde tambin es denunciado el gnero
bibliografa por su uso exclusivamente acadmico que alterna entre
omitir la lectura o cumplirla a cambio de una renta); luego, en
Todoamor, recuperando el enunciado de Rimbaud Je est un autre:
tanto en la Innovacin de una autobiografa hecha por otro como en la
frase inicial que remite a Macedonio (el autobiografiado por m) y
tambin en la nota final que, respondiendo al apotegma pascaliano de
que el yo es escandaloso, aclara que mi autobiografador y yo no
hemos aclarado: cmo se firma esto. La lnea hacia los autorretratos
y las autobiografas encuentra su punto inicial en un apellido tan
favorable al incgnito como el que sobrelleva Macedonio, que si
resulta limitado como tentacin al anonimato es por acompaarse con
un nombre de tan difcil olvido.
El desajuste de los gneros en Papeles de Recienvenido (PR)
comienza con la autobiografa formulada desde el abandono del
protagonista e involucra a la ciencia-ficcin anarquizada por la
contradiccin (no soy el Hombre Invisible sino, al contrario, el
Hombre Evidente, algo ms raro, til y difcil, dice burlando a H. G.
Wells), Una serie de convenciones editoriales lo auxilian en su
propsito de hacer de las previsiones genricas, paradojas; as
funcionan la atribucin del autor y el recaudo del editor: la
primera declarando De autor ignorado y que no se sabe si escribe
bien; el segundo,
advirtiendo que el autor tambin figurar escribiendo.
En Continuacin de la Nada -sealada como Mitad inconfundiblemente
2a-, la autobiografa, antes que desestructurada, es desenmascarada
en sus pretensiones: si continan las paradojas en ttulos como
Autobiografa de no se sabe quin, tambin se subrayan las condiciones
del gnero: todo lo que afirma de s el autobiografiado es lo que no
fue y quiso ser. Lo que se reclama del lector es una mirada que no
responda a las convenciones sino que se ajuste al escamoteo que el
autor impone: no es todava la mirada destacada en Una novela que
comienza sino una mirada creada por Goya. Es decir, una mirada
siniestra que desbarate el verosmil realista junto con todos los
pretendidos absolutos que arrastra y que no son sino engaos que la
experiencia desmiente.
El tratamiento del cuento, si bien en MNE no es considerado cosa
muy seria como gnero literario; tiene mucho de chiquillera y de
receta, est reservado a los relatos mismos. Las notas al pie que
registra Ciruga psquica de extirpacin combaten la cuentstica a la
manera de Maupassant lo mismo que la unidad de efecto declamada por
Poe. Macedonio opta por la
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digresin tambin en el cuento, vengndose as del realismo que
incluye las notas para verosimilizar y no para inquietar al
lector.
La teora alternativa del cuento se asienta en la nota final que
abona la teora paradjica de hacerlas proliferar para que la
desatencin grabe ms lo ledo, tan paradjica como un cuento sobre la
supresin del tiempo para crear una memoria. La nica memoria vlida
es la que provee la ficcin: memoria salteada como el lector al que
apelar insistentemente que se resiste a la concepcin puramente
sintctica del relato en que las y y los ya hacen narrativa a
cualquier sucesin de palabras, todo lo hilvanan y precipitan. El
momento en que esta teora alternativa se extrema es el Cuento de
literatura no literaria, declarado ensayo de un nuevo gnero
literario; el cuento sin literatura, incongruente casi y sin
elegancias y que por lo mismo deja irritantemente grabado el solo
hecho esencial.
El gnero que Macedonio prefiere no descartar totalmente porque
cree que an no se ha escrito la obra a partir de la cual todas las
otras insistirn en desacreditarlo, es la novela. En principio, como
gnero de variedad y extensin frente a la unidad que reclamaba Poe
para el cuento; esa variedad da paso al frangollo en MNE, que no es
sino la adaptacin criolla del bricolage. La novela como frangollo
hace confluir una presentacin terica de los personajes con una
presentacin dramtica de los sucesos. Como Gmez de la Serna con las
gregueras recuperadas para los breves textos de Cuadernos de Todo y
Nada Macedonio inaugura un gnero para instalar lo imprevisible. Si
por un lado es el complemento extendido del cuento practicado por
Poe, por el otro es la traduccin novelstica de la filosofa de
Schopenhauer, quien en El Mundo como Voluntad y Representacin
ofrece un modelo a la operacin de MNE publicando un borrador de
investigacin como un gran libro solidario y definitivo. Slo este
ltimo carcter ser declinado por Macedonio, que comparte la intuicin
borgeana de que el texto definitivo corresponde al cansancio o a la
religin. O ms aun: al silencio. Entre la promesa de la novela
reiterada en cartas y otros escritos desde fines de los 20 y la
dilacin prologal se plantean al menos dos cuestiones. Una de ellas
es la que concierne al prlogo como eventual cumplimiento de la
promesa, como verificacin de ese performativo extensivo; la otra
est constituida por la serie promesa de novela / novela de promesa
/ museo de novela: qu resta de la novela en este ajetreo
preparatorio? Dnde quedara la novela entre la promesa y el museo,
entre esos dos extremos de la Nada que son la inexistencia y la
restriccin? Los prlogos resultan inscripciones sucesivas de
despojamiento estilstico a la vez que de insistencia terica y hacen
de la novela una permanente inminencia. La tercera cuestin coincide
con el trastorno del lugar comn junto con el del proverbio y el
refrn, como se ver y podra explicitarse como la inversin del nunca
acabar en el nunca empezar.
Se ha sealado en que Macedonio trata de hacer de la esttica una
tica y de la novelstica una metafsica;4 una verificacin inmediata e
irnica la provee la reduccin a dos de los gneros literarios, lo
bueno y lo malo, que rigen la propuesta del Brindis a Scalabrini
Ortiz incluido en PR. Convendra precisar que la idea macedoniana de
la tica corresponde a la simpata Sentir tristeza con los tristes,
alegra con los alegres, es toda la tica y asimismo que su nocin de
la metafsica comienza excluyendo lo incognoscible, defenestrando el
nomeno ya desde el ttulo programtico Codear fuera a Kant es lo
primero en metafsica. La reunin d novelstica y metafsica, sin
embargo, no es en Macedonio reacio a la teleologa un objetivo sino
una espera de la Obra, dado que no ha llegado en Amrica el momento
de la Literatura esencial y s el de la Crtica esttica y el de la
Metafsica.
En esa espera exacerbada en los prlogos de MNE se plantean
tericamente los problemas que sostendrn a la ficcin, As como el
tema de Ciruga psquica de extirpacin adquiere forma interrogativa
en Hay la categora de futuro dentro de la categora Tiempo?, el
problema de Continuacin de la Nada aparece hipotticamente en el
planteo dejos problemas del Ser y su posibilidad, de ser o haber
sido dada la Nada en vez del Ser. Arte y metafsica coinciden en el
esfuerzo por indagar lo inalcanzable. La filosofa de, Macedonio est
sostenida por su
4 Gonzlez seala que lo que en Borges era un juego en Macedonio
Fernndez es una tica (op. cit., pg.
25).
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ficcin; no es ms que una rama de la nunca escrita por
inabarcable Teora de la Ficcin. La teora de la Belarte de la Prosa
supera las reservas terico-filosficas hasta abarcar el
espacio tradicionalmente identificado con la ficcin. De este
modo, en un relato como Tantalia se accede a una posible definicin
de la literatura como vivir simblico que, deriva en lo irreparable,
cuando acabamos de crear un imposible cualquiera. En Tantalia el
mundo es una tentacin permanentemente obstaculizada; en ese vaivn
entre el deseo y el impedimento se recupera la etimologa platnica
(tantalia es, balancear, como recuerda H, Gonzlez a propsito del
Cratilo). La forma humorstica de reconocer esta extensin de la
teora a otros dominios reside en el invento macedoniano del
parntesis con un solo palito que vuelve indistinguible la acotacin
reubicando las aclaraciones y las notas.
Macedonio define a la metafsica como la disciplina ms favorable
a la felicidad desde el programa de resonancias nietzscheanas de
crtica al pesimismo que demanda tanto una analgesia frente al
Cogito (la duda es un dolor, afirma en El problema moral) como el
alivio de la risa que se expone en la Teora de la Humorstica y se
ejercita en PR. Si en la literatura Macedonio aboga por una
ejecucin que relegue al tema hasta lo insignificante, en la teora
la temtica es dominante y fundamenta, por, ejemplo, la distincin
entre chiste y Belarte. Si la ejecucin de la Humorstica desde la
Belarte de la Prosa es un chiste desprovisto de su elemento
fundamental, la innovacin macedoniana consiste en hacer literatura
con esa carencia, conviniendo la ausencia en la que tambalea el
gnero en la originalidad de un Gnero que integra a. toda la
literatura.
La de Macedonio es una metafsica que, pese a la reivindicacin de
la brevedad,, insiste en la proliferacin (ms de medio centenar de
prlogos a MNE son el ejemplo obligado); es resultado de la
inquietud y el asombro antes que de la especulacin, y su exposicin
apela al despliegue en prosa de los proverbios, que es el modo de
manifestar su desconfianza frente a esas formas menores en las que
se refugia la banalizacin de la experiencia.5 Para conjurar este
peligro, Macedonio se pronuncia a favor de la intensidad; un modo
de conseguirla es introduciendo el escndalo en aquellos enunciados
de los que se esperaba seguridad. As, por ejemplo, el adagio latino
Vulnerant omnes, ultima necat reaparece con una entonacin gongorina
que el propio Macedonio hubiera rechazado de haber advertido en no
es por das sino por lo que duelen algunos que toca quejarse. El
escndalo es la entonacin ms apropiada para la paradoja, que excede
su identificacin como desvo de la lgica o como figura retrica para
aparecer como fundamento de la metafsica macedoniana.
El mximo escndalo que sospecha Macedonio corresponde al
relativismo como cuestionador universal. Por eso sus teoras son,
antes que afirmaciones sistematizadas, desestabilizaciones
permanentes de lo consagrado; ya sea rebatiendo la filosofa
kantiana instalada como universal, ya sea demoliendo lo que las
instituciones establecen como Literatura Obligatoria. As como
novela y metafsica son inescindibles, la crtica y la sospecha no
tienen diferencias de fondo, sino apenas de nfasis. Escribir es
descreer, renunciar a las certezas en esa actitud permanente de
desafo que el relativismo respalda. La metafsica macedoniana, antes
que de otras filosofas, parece derivar de Lo siniestro freudiano:
su identidad y su propsito coinciden en el extraamiento.
2. Metfora versus Realismo
Pero un realismo que use de los sucesos, no como aseverados,
como asunto, sino como signos, como tcnica de suscitacin de estados
se salva? La misma metfora, que es para m todava lo nico cierto, lo
nico genuinamente literario, lo que no hay en ninguna otra belarte,
puede usarse, a veces, no por s sino como signo de exaltacin, pues
en todo estado lgido
5 Formes simples las llama ndr Jolles en su libro homnimo (Pars,
Seuil, 1968), que pueden
transformarse en formes savantes al integrarse en gneros
reconocidos.
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tendemos a la comparacin o metfora: por eso llam (en Proa) a la
metfora una interjeccin conceptiva [] Para m, la metfora es la nica
interjeccin literaria.
Carta a Francisco Luis Bernrdez, 20/5/29
Contra todo sistema, Macedonio cree que no debiera haber poemas
sino metforas solitarias, desligadas del contexto, como los
ejercicios literarios de Gmez de la Serna. Extremando a Romn
Jakobson, quien sobre el filo de los 60 sintetiza toda la retrica
clsica en las dos figuras fundamentales de la metfora y la
metonimia, Macedonio invita a hacer de todo recurso discursivo una
metfora, es decir, la manifestacin de un estado de exaltacin. As
como para Stendhal la intervencin de la poltica en la novela era
como un pistoletazo en medio de un concierto, para Macedonio una
metfora sin estado de exaltacin es como un grito en una demostracin
geomtrica. La metfora es unidad de la Belarte.
Por ella los textos, se resisten a la intervencin del realismo;
cuanto ms descontextualizada sea, menor posibilidad de participacin
quedar para ese simulacro del mundo que aspira a dominar la
escritura. La metfora hace del arte una reparacin frente a la
amenaza de la realidad y permtela confesin: abomino del realismo y
del vitalismo, el comentario de la vivencia terrenal, o vivencia
meramente, y las copias del mundo. Al mismo rechazo contribuye la
paradoja, que se superpone, a la metfora infamando el contexto, no
por supresin sino por reduccin al absurdo.
La paradoja promueve el escndalo lgico; en tal sentido, as como
la metfora es unidad constitutiva de la Belarte, la paradoja es
unidad de comportamiento del Bobo de Buenos Aires, quien pone en
cuestin no slo los datos de la realidad sino tambin el modo de
acceso a ellos, planteando un lmite a la arbitrariedad de la lengua
en la lista de palabras-chistes por s mismas.
Si para Borges el personaje se define por el tono, para
Macedonio Fernndez crear personajes es encontrar la metfora que les
corresponde, como se advierte en el empeo del Cap. XVIII de MNE por
dar vida a la Eterna. El programa artstico macedoniano expuesto en
el cierre del libro, como recomienda su prctica de la inversin
insiste en esta cuestin al profetizar que la escuela artstica que
ha de dominar pronto, al reinar la mxima severidad de arte,
cultivar nicamente la novela en estados [...], una como metfora de
lo que se sinti en cada tiempo de la novela. El personaje se
resiste al realismo desde el nfasis del no ser.
El realismo como convencin debe combatirse desde la belleza
artstica que prescinda de la copia y de la informacin. Para acceder
a ella hay que resistirse a toda imitacin que no sea la imitacin
por fin literaria! del silencio, declaracin que resuena como un
manifiesto conjunto contra el realismo y el logocentrismo. La
palabra deja de ser un instrumento al servicio del estilo. Otro
argumento contra el realismo se enuncia en carta a Vignale: no hay
que vivir atosigado por escrpulos. Al fin y al cabo, en su forma
cannica, el realismo es un fetichismo del escrpulo.
Por lo mismo, no puede ser sino un fracaso: tanto el inscripto
en una carta a Gmez de la Serna cundo se advierte el desfasaje
entre el hombre y su fotografa, como el que verifica el personaje
de Nicolasa en MNE, como el que se expone descarnadamente en
Tantalia, en que la tentacin del mundo se confirma como amenaza
permanente. El realismo debe ser extirpado como el futuro de Csimo
Schmitz porque integra las repugnantes Paciencias enteramente
inartsticas; es el imperio de las pretensiones, especialmente las
de una cotidianeidad que abruma a Macedonio. El rechazo al realismo
es la forma desarrollada de la negacin de la realidad que, si no
logra tranquilizarlo por completo, al menos mitiga la inquietud que
el mundo le provoca.
Sin embargo, no es solamente lo que las definiciones clsicas
llaman realismo lo que rechaza Macedonio (y que en Zola ser
presentado como un fetichismo del mundo), sino toda literatura
sujeta a convencin. Distancindose en este punto de la fascinacin
borgeana por la literatura fantstica, considera realismo al gnero
literario fantstico, pues es copia de lo interior, de las
imaginaciones, que copiar la percepcin exterior o la imagen
interior es lo mismo. Copiar, narrar imaginaciones, hasta ensueos,
pesadillas, no es arte: hay un milln de pesadillas en cada cabeza
humana y ningn inters en exponerlas por escrito. En contrapartida,
propone abolir
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totalmente la infantil metafsica de la Representacin (mejor
Presentacin): la convencin lleva a confundir estas dos operaciones;
el realismo aspira a hacer de una representacin una mera
presentacin. Si el lenguaje fuera representacin del mundo, la
escritura podra concebirse como conjuro y, consecuentemente, la
lectura como riesgo.
Lo que est en cuestin como lo seala reiteradamente tanto en las
teoras artsticas como en las polticas es la representacin. De all
que convoque a reemplazar el referente por el personaje
Desconocido, meramente nominado o numerado, sin otras
especificaciones. Hay que desconfiar de los atributos y leerlos
exclusivamente como excesos. Hay que desconfiar de la convencin
realista y tener fe solamente en una metafsica de lo cotidiano que
se desplaza del caos de Rditos a una Metafsica del Mundo como
No-Ser. Hay que formular un programa literario donde el realismo no
tenga cabida, que en el Diario de vida e ideas se enunciar cmo la
paradoja de Tristram Shandy recogida por Borges y Bioy Casares en
los Cuentos breves y extraordinarios: Una conversacin que no
eludiera las repeticiones y la pobreza de estilo ni esquivara la
confesin de flaquezas, de miserias y de escepticismos de parte del
autor, pero especialmente un libro que tuviera la peculiaridad de
ser interminable.
Acaso la repugnancia que manifiesta Macedonio por lo fantstico
responda a que todo lo qu requiere una confrontacin con la realidad
y lo fantstico se reconoce sobre ella est excluido del arte; la
verosimilitud es erradicada como procedimiento artstico. Por
aadidura, el realismo es el apogeo del tema y no de la tcnica, ms
cercano a la historia que a la literatura, al periodismo que a los
tres gneros puros del arte literario: la Metfora, la Humorstica
Conceptual y la Prosa del Personaje o Novela, que no persiguen el
agrado de los sentidos.
El antirrealismo cuya bandera es la Realidad no contiene
misterio alguno reviste en Macedonio un triple significado: es el
pronunciamiento simultneo contra la mimesis pretendidamente
artstica contra la representacin de una psicologa (cuyo desarrollo
es el esqueleto de la novela mala) y contra el gnero fantstico como
representacin de una imaginacin. As como ABA y MNE son mellizas
antagnicas, el realismo es el mellizo siniestro de la literatura:
aquello que debera haber permanecido oculto y sin embargo se apoya
en ella para manifestarse. La literatura, para defenderse, apela a
la digresin, a los prlogos proliferantes, a las notas al pie: a
toda esa ortopedia que evidencia que el realismo se sostiene
mal.
El arte debe apartarse de la identificacin que es el modo
privilegiado en que se impone el lastre de lo real: a la expulsin
del Humorismo Realista corresponde en MNE la expulsin de identidad
y congruencia, reducidas a puras supercheras. No hay realismo que
encuentre cabida en este texto porque la convencin que lo establece
como reflejo del mundo adquiere aqu la inflexin de doblez del
mundo. La imitacin resulta evacuada en favor de la intensificacin,
sobre la cual se disea la utopa de Belarte como multiplicacin de
los Cervantes, restriccin de Quevedo al humorismo, proliferacin de,
Gmez de la Serna, limitacin del Fausto al primer acto y exterminio
del realismo cientificante de Ibsen, vctima de Zola.
La utopa que en el mbito poltico es reivindicada por Macedonio,
en el artstico es sealada como abuso intelectual cuyo efecto
inmediato es el absurdo, correlato del sofisma como estafa
intelectual; si Macedonio lo recupera y lo retomar en sus ensayos
humorsticos es para contrarrestar los estragos causados por la
racionalidad. El sofisma hace tambalear la lgica, como lo confirma
la suposicin de que si Cervantes en la situacin ms incmoda escribi
lo mejor, el que escriba en toda comodidad har terrible libro.
Entre el sofisma y la lgica se desliza la paradoja, que remite a
Lewis Carroll desde la advertencia de que el Arte empieza slo al
otro lado de la veridicidad, es decir, al otro lado del espejo.
El absurdo es consecuencia de mirar lo cotidiano con atencin, y
si encuentra en el realismo una manifestacin destacada es por lo
mismo que expona Joseph Conrad en el prlogo a El agente secreto: la
vida no resiste una mirada profunda. Dos alternativas se abren
frente a esta conviccin: una de ellas es la desesperacin y
significa una clausura; la otra es el humor y ser practicada por
Macedonio como una inauguracin.
3. Teora y prctica del humor
Orbis Tertius, 1996 1(2-3). ISSN 1851-7811.Universidad Nacional
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Ir esta tarde y me quedar a cenar si hay inconveniente y estamos
con ganas de trabajar. (Advertirs que las ganas de cenar las tengo
aun con inconveniente y slo falta asegurarme las otras). Tienes que
disculparme no haber ido anoche. Soy tan distrado que iba para all
y en el comino me acuerdo de que me haba quedado en casa. Estas
distracciones frecuentes son una vergenza y me olvido de
avergonzarme tambin.
Carta a Borges
Lugar comn y paradoja son los instrumentos preferenciales el
primero cuestionado y la segunda exaltada del humor en los textos
de Macedonio Fernndez del siglo XIX, si hay que atenerse
estrictamente a su fecha de produccin. Nacido en el mismo ao que
Lugones y efmero colaborador de ste en la fugaz empresa de prensa
anarquista que fue La Montaa, sus primeros trabajos se publican en
1892, a los 18 aos, varios de ellos en el peridico El Progreso de
su primo Octavio Acevedo, donde reduce la firma a las iniciales MF.
Con esa rbrica aparecer Don Cndido Malasuerte, donde recurre al uso
macabro del lugar comn: si posteriormente buscar desestabilizarlo
desde su conformacin, en esta etapa inicial se limita a demostrar
su inconveniencia en determinados contextos, como ocurre cuando al
que ha perdido un pie lo burlan dicindole Beso a usted el Pie y Ya
s de qu pie cojea usted.
En este ltimo ejemplo ya se advierte un cuestionamiento sobre
las frases hechas practicando la lectura denotativa all donde se
espera una lectura connotativa. Este desajuste se combina con las
pretensiones filolgicas que acuden a la paradoja para desbaratar
refranes y proverbios. As ocurre en Digresiones filolgicas: cuando
la conversacin recae sobre algn individuo de esos que llaman
ilustres desconocidos, nadie titubea en decir que es un Juan Lanas
y sin embargo, nada ms conocido en esta tierra que la lana [...]
que a cualquier sujeto poco popular se le aplique este apellido me
parece un contrasentido. E incluso la risa cuya causa Bergson
encontraba en lo sorpresivo e inesperado se traslada a la paradoja
que sobreviene en la combinatoria lingstica. En El teatro aqu ya se
anuncian los chistes lgicos de los textos posteriores, de modo que
en la apayasada en un acto que invent en los momentos en que la
falta de alimentos le tuvo a punto de morirse de indigestin ya
puede leerse el famoso fueron tantos los que faltaron, que si falta
uno ms no cabe.
Sobre l mismo descargar el humor, tanto al definirse como
amenaza literaria como al reconocerse como caso inoportuno en
Crtica del dolor Eudemonologa, donde concibe al progreso no ya con
la mirada positivista a la que adhiri en el siglo XIX sino como
complicacin creciente. La Eudemonologa trata de reemplazar toda
presunta ciencia con un arte o una tcnica, desconfiando de todo lo
que aspira a ser definitivo. El humor hace de lo supuestamente
definitivo una zona de duda; es para Macedonio la herramienta ms
apta para el cuestionamiento permanente que le depara al mundo en
su empeo por desacreditarlo.
Esa preocupacin se vuelve casi obsesiva a medida que la
cotidianeidad se hace ms asfixiante; entonces no vacila en
inscribir al humor como una impregnacin del mundo descalabrado que
se aloja en sus textos. Una carta a Alberto Hidalgo en la que
refiere su reciente mudanza permite confirmarlo, a la vez que
ofrece una teora de la escritura que repercutir en la teora de la
lectura regida por la figura del lector salteado: En el trastorno
de acomodar el nuevo cuartel se me han escondido o amotinado
Quevedo, Mark Twain y dems colaboradores de mis colaboraciones a la
Revista Oral; no encuentro ninguno de los libros y autores que yo
ms escribo y hasta que no ordene toda la biblioteca no recuperar mi
inventiva [...] tan pronto consiga el sometimiento de todo mi
mobiliario trabajar cmodo y reanudar mi colaboracin regular, sin
recaer en la trastornada sintaxis de mudanza que hace de la
presente carta una algaraba de Guerrico y Williams.
Otro desorden acecha en el lenguaje: el de la desprovisin. El
chiste eminentemente lingstico que estudia Freud en El chiste y su
relacin con el inconsciente y que retoma
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Macedonio en Para una teora de la Humorstica comienza
precisamente echando una mirada despiadada sobre el lenguaje, que
en los momentos de mayor cortesa derivar hacia la irona: s a un
literato que no estaba presente en la segunda [sesin de la Revista
Oral ] usted le arrebat un sinnmero de palabras superfluas de sus
escritos, a m, tenindome cercarle ser fcil dejarme sin adjetivos.
Para asistir a la inversin de ese arrebato condescendiente basta
revisar la carta a los directores de Martn Fierro o al que de ellos
ya sepa leer, donde la parodia socrtica lo define como aquel para
quien nada bueno es ajeno.
Esta frase registrar otras consecuencias, como las que se
advierten en carta al editor Gonzalo Losada en que a manera de
post-data se agrega un manual titulado Cmo no ser recomendado, que
no es sino una irona sobre los premios literarios que invierte las
suposiciones del sentido comn. El ejercicio del humorismo
circunstancial se ir convirtiendo paulatinamente en teora hasta la
sistematizacin coincidente con la teora de la novela en la
erradicacin del realismo: La humorstica slo se realizar
genuinamente sin sucesos; es lo que buscara yo si hiciera la
carrera. Novela y Humorstica sin sucesos. Cmo hacerla? Voy contra
el realismo en una y otra.
Y contra la literatura consagrada especialmente espaola, habra
que agregar, ya desde los comienzos. Porque as como en Gatos y
tejas de 1892 se abre paso una versin portea y humorstica de El
coloquio de los perros y en Opinar franco y perder amigos se
descree de Caldern (pero qu pjaro, pez o fiera no tiene
esclavitud?), tampoco el xtasis mstico de Santa Teresa se librar de
la burla, en la misma lnea de la frase socrtica: muero, porque no
muero; el placer de morir me impondr la muerte de seguir viviendo;
esto es Lrica, es Pasin o es divertirse.
Y extremando esta tendencia, Macedonio va contra la literatura
misma: merced al vnculo que une medicina y literatura por
usufructuar casualidades, afirma que la Teraputica es el monstruo
que naci de los callicidas como la Literatura naci de las cartas
del pariente que anda en viaje.
Humorstica y Novela se definen desde la Nada: al humorismo de la
nada que reconoce Ana Mara Barrenechea habra que aadir la novela de
la Nada ejercitada en MNE.6 Las definiciones de ambas atraviesan
indistintamente los ensayos que individualmente les dedica
Macedonio; ambas son hechos verbales. La Humorstica se aparta de la
risa como fenmeno fisiolgico analizado por Bergson y del chiste
como formulacin mental a la que atiende Freud, para indagar el
signo afectivo de los hechos. Ocuparse de lo afectivo es esquivar
el predominio de lo real que se alberga en las definiciones del
francs y el vienes.
El humor es el resguardo que encuentra Macedonio ante una
realidad en la que se asienta el fracaso, o acaso es el modo que
elige para conciliarse con el fracaso. Es la continuacin de la
metafsica y de la lgica por otros medios hasta el punto de
volverlas indistinguibles y de demoler sus prcticas: as se llega a
caracterizar a la tautologa como desvo mostrando el proceso por el
cual la denotacin fracasada se vuelve cmica. El humor es un reducto
en el que la realidad pierde poder porque es resultado,
precisamente, de su reduccin al absurdo. S, como advierte Horacio
Gonzlez, el distrado es el que mantiene todos los nexos lgicos del
mundo pero no en el lugar correspondiente, el uso humorstico de la
distraccin que practica Macedonio es su forma elemental de rebelda
frente al mundo.
Macedonio advierte que las grandes intensidades son los casos ms
evidentes de epifana de lo cmico sin explicitar la diferencia entre
intensidad e hiprbole, entre lo cmico (frente a lo estrictamente
dramtico) y lo caricaturesco, entre la tendencia al absurdo y la
tendencia a la teratologa. Esa ausencia de definicin vuelve
resbaladiza la frontera entre lo cmico y lo siniestro y favorece la
confusin entre lo sorprendente y lo extrao que ya estaba contenida
en el ejemplo pascaliano de dos caras que individualmente no son
graciosas pero juntas
6 Ana Mara Barrenechea: Macedonio Fernndez y su humorismo de la
nada , incluido en la edicin crtica
de MNE (Madrid, Archives, 1988). Macedonio prefiere llamarlo mi
gnero de humorismo invisible, en Parte completo y masculino que da
de su ltima faccin un guardin de la fantasa y vocacin de amor de
Buenos Aires (1927), recogido en Relato, Cuento, poesas y
miscelnea. Buenos Aires, Corregidor, 1976.
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provocan ese efecto. Tal frontera resbaladiza puede ser cruzada
mediante la prctica del resbaln metafsico que protagoniza
Recienvenido: a partir de ese gesto se podra situar a Macedonio
como posible terico del grotesco criollo, que tambin vuelve
indiferenciables lo cmico y lo siniestro y desdibuja la frontera
que marca los dominios respectivos de la diversin y la
tragedia.
Tambin encara la denuncia desde el humor, por ejemplo cuando
muestra la mecanizacin en el mundo moderno rebobinando mentalmente
las pelculas de Chaplin. Una formulacin anarquista sui generis se
advierte en la combinacin del eterno retorno nietzscheano y la
produccin serial que reconoce en toda repeticin un procedimiento
industrial. La forma extrema que adquiere este enunciado en Para
una teora de la Humorstica aparecer atenuada en Colaboracin de las
cosas, donde la idea nietzscheana de que donde no hay azar hay
voluntad se aplica a la iniciativa de la sartn mula del bastn de
Recienvenido que demuestra que donde no hay casualidad hay mrito.
El humor de lo cotidiano es la verificacin de que tambin en lo
habitual todo puede ser objeto de atencin terica; tambin, de que el
prejuicio puede ser combatido con la teorizacin: Macedonio formula
teoras para liberarse de los prejuicios que el sentido comn insiste
en instalar.
El humor marca un desajuste con la realidad que evidencia a la
costumbre como convencin cuyas reglas pueden desnaturalizarse
inmediatamente. El Brindis a Scalabrini Ortiz, al tiempo que expone
la lgica de las novelas buena y mala que derivar en sus mellizas
ABA y MNE, ensaya una irona sobre la gemelidad que comienza con
Plauto y Terencio siempre se citan juntos estos romanos porque el
que no ha ledo al uno no ha ledo al otro: se les deja de leer
unidos y revisa una serie de parejas haciendo confluir en un mismo
listado mitos y autores: Hay que. descomponer la ltima de las cinco
parejas inmortales: Scrates y Platn, Plauto y Terencio, Castor y
Plux, Hctor y Pars, Solemnidad y Esterilidad.
4. La conquista de la ciudad
Su adopcin de la ciudad de Buenos Aires [...] es, a mi ver, el
acto de arte ms genuino de su libro Los sapos y otras personas; y
al interpretarlo as estoy consciente de que la fuerza de la
doctrina de arte que a usted lo posee y que me ha sugerido usted
conversando (me refiero a la esttica esencial, no a la Preceptiva),
ha facilitado el progreso en m de una concepcin esttica ms amplia,
que es precisamente lo que me sostiene en este momento para estimar
como operacin de arte su adopcin de Buenos Aires.
Carta a Alberto Hidalgo
La conquista de la ciudad en la que se debaten los bandos de los
Hilarantes y los Enternecientes en MNE, antes de que el Presidente
y sus huestes intervengan, es la ficcionalizacin de una idea
poltica que Macedonio Fernndez sostiene desde 1897, ao de su
participacin en La Montaa y de su utopa en una isla paraguaya con
su primo Gabriel del Mazo y con sus amigos Jorge Borges y Julio
Molina y Vedia, este ltimo propietario del enclave cuya poblacin de
mosquitos hizo naufragar la Ciudad-Campo, de un milln de chacras y
diez mil fbricas, exenta totalmente del horror de la palabra
alquiler.
Sin embargo, los textos acusarn esa frustracin sin resignarse, a
veces ingenuamente con la renominacin de la ciudad (primer paso
hacia la recuperacin de la misma de manos de los mentores de la
super-comerciacin que la ha invadido) que recuerda las
designaciones de la utopa anarquista proyectada por Pierre Quiroule
en 1914,7 a veces montando una campaa presidencial sostenida en las
resonancias que el extravagante nombre Macedonio despertara en
la
7 Cf. Flix Weinberg: Dos utopas argentinas de principios de
siglo. Buenos Aires, Solar/Hachette, 1976.
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poblacin. En 1920 le ofreca a Marcelo del Mazo los fundamentos
estticos de su proyecto poltico: Esta campaa relmpago es un sueo?
No, Marcelo; debe ser un acto de Inventiva1.
El personaje del Presidente en MNE sobrelleva las huellas de
esas propuestas y se actualiza desde la experiencia de Macedonio
con la vanguardia martinfierrista. El captulo IX exhibe mediante el
combate de Hilarantes y Enternecientes la disputa esttica por la
ciudad que coincide con la polmica entre Boedo y Florida y cuya
opcin se debate entre la ternura y la risa, entre la ciudad
folletinesca y la ciudad esperpntica tapizada de espejos curvos. El
Presidente como rbitro de esa lucha sabe que no hay alternativa
dentro de la esttica sino que conviene apelar a otro dominio, y as
convoca a la filosofa en los mismos trminos humorsticos que dominan
en Las linternas diurnas de los atenienses: el Digenes porteo
apunta su linterna hacia un artista que no ha advertido an que la
ciudad es una fealdad irremediable.
La hiptesis: de Ricardo Piglia sostiene que el Presidente es una
recuperacin de la figura de Hiplito Yrigoyen, a quien Macedonio le
escribira los discursos.8 Una carta al coronel Roberto. Bosch de
1942 parece apuntar en tal sentido al afirmar que ya no hay un
Yrigoyen en virtud y sabidura, en medio de la condena a la
democracia que veinte aos antes se revelaba como vaivn entre la
conspiracin y la confianza en las urnas, entre el anarquismo, y el
socialismo, entre la colaboracin en La Montaa y la correspondencia
con Juan B. Justo.
Cierta zona de esa .carta se inclina hacia el manifiesto, cuando
las propuestas que habitan la correspondencia con Gabriel del Mazo
se convierten en programa, tal el expuesto en una misiva de 1940
que recomienda horrorizar a Amrica de su Banalidad actual
profetizando que el siglo XXI ser el del primado de Hispanoamrica a
la vez que reclama un Presidente pero slo para significar Unin de
iguales ticamente, dirigida por no iguales en Vocacin.
Tambin inscribe una primera advertencia sobre el poder de los
medios masivos: Dos inmensas naderas empobrece la una y
desmentaliza la otra a las poblaciones: la Vocacin Gobierno y la
Vocacin Periodismo [...], imposicin de opiniones credas o no credas
pero impuestas por obsesin, reiteracin. Cruzando los enunciados
polticos con la enunciacin esttica, se pronuncia a favor de los
gobiernos de Entonacin contra los de Ideas, de cuyo fracaso dan
muestras los Estados Unidos en las figuras de Wilson, Hoover y
Roosevelt.
En carta a Scalabrini Ortiz, Norteamrica vuelve a ser abordada
pero ahora con otro signo: si no provee el esperado modelo de
asesinato poltico es porque, nos adelantamos aqu con Valds Cora,
referencia acompaada del pronunciamiento contra los acuerdos
comerciales con Gran Bretaa. Frente a ese panorama, la decisin
poltica coincide con el tema de Ciruga psquica de extirpacin: Tomar
vacaciones de Humanidad y de Historia; segregarse en grupos para
vivir con msticas, sin porvenir ni pasado, y sin Ley, vacaciones
campestres, fuera de las ciudades destinadas a perecer por
progresiva incomodidad, pese a lo que la solidaridad familiar le
encomendara: Yo, el negador de las Ciudades, el inventor de
Ciudad-Campo, ya se ve que al contrario he nacido para triple primo
del Trnsito: Marcelino, Jorge y Gabriel del Mazo, urbanistas.
Sus escritos reunidos en Para una teora del Estado insisten
sobre cuestiones que MNE subrayar, manteniendo esa indistincin
entre formas discursivas que, a lo sumo, registran variaciones de
nfasis. El artculo Guerra Mundial, por ejemplo, plantea una cuestin
que respaldada por la irona retornar en el enfrentamiento
Hilarantes / Enternecientes: acaso no podan exterminarse entre s
dentro de cada pas sus habitantes, entre conocidos? Bastaba para
ello con dividirse con nombres opuestos. As como la lucha de
facciones ingresa a la ficcin novelstica, la lucha de clases ser
reducida por Macedonio a pura ficcin: La lucha de clases existe por
artificial y deliberada suscitacin originada por las
preconizaciones de inteligencias sobresalientes y originariamente
sinceras.
Desquiciando una lnea en torno a Buenos Aires en la que Lugones
declara que debe tener un coloso (Odas Seculares) y Borges insiste
en instalar un mito (Cuaderno San Martn), Macedonio prefiere
reconocer la ciudad a travs del Bobo (Papeles de Recienvenido) en
una incitacin cuya
8 Ricardo Piglia: Notas sobre Macedonio en un diario en la
edicin crtica de MNE ya citada.
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doblez ms escandalosa ofrecer Arlt colocando en ella sus Siete
Locos. La mirada esttica promovida en Una novela que comienza se
impregna a tal punto de la mirada poltica que practica Macedonio
desde 1890 que en El zapallo que se hizo cosmos se plantea la
ubicacin ms apropiada para ejercitarla: no ya el atalaya que va
diseando Lugones, ni la biblioteca palermitana de Borges, ni la
sala de redaccin de El Mundo que alberga a Arlt, sino Montevideo,
donde se divisa pronto lo irregular nuestro, como nosotros desde
aqu observamos lo inestable de Europa.
5. A la vejez, vanguardia A su eleccin juvenil por la vanguardia
poltica corresponder en los aos 20 en plena
cincuentena su adhesin a la vanguardia esttica que si no lo
instala directamente como fundador s lo reconoce como mentor,
integrndolo a las redacciones de sus revistas Martn Fierro y Proa,
a las resonancias de la Revista Oral dirigida por Alberto Hidalgo
en el Aues Keller y a la discursividad de los brindis prcticamente
hegemonizados por ese hombre delgado que haba sido fiscal en
Posadas y que de regreso en Buenos Aires se senta igualmente
tentado por la efmera figuracin de las prcticas juveniles y por el
aislamiento en el Gran Buenos Aires para dedicarse a la escritura
solitaria o a la conversacin intimista.
Varios elementos de la vanguardia se le imponen como
preocupaciones, principalmente la oscilacin entre fascinacin y
rechazo en torno al mercado y una admiracin hiperblica e
incondicional hacia el lder del ultrasmo madrileo, Ramn Gmez de la
Serna. En torno al primer punto, ya en 1926 en una carta a Fernndez
Latour intentaba ingresar en el mercado editorial sugiriendo
anunciar mi libro No toda es vigilia la de los ojos abiertos como
la ms honda fantasa espiritualista formulada en este siglo, al
tiempo que anunciaba MNE bajo su ttulo inicial para septiembre de
ese mismo ao: La nia de dolor dulce persona de un amor que no fue
conocido.
Otro episodio postal con el mismo destinatario es la ocasin para
que Macedonio explicite sus propsitos como ejecucin de teoras, para
cuya difusin no vacila en integrar los extremos de un campo
cultural compartimentado por diferencias de orden poltico: a la
novela que incluir la realizacin de su lindsima idea del acto
teatral, teora de la novela que se vive, presentacin de los
personaje etc. planea publicarla simultneamente en folletn diario,
en Crtica preferentemente o La Nacin, sin descuidar un previo
perodo intensivo de hacer sonar mi nombre.
Los resultados de esta tctica se evaluarn positivamente en carta
a Gmez de la Serna (11/9/28): Mi libro tuvo xito en librera, por
causales no artsticas, personales, o sea biogrficas. La relacin con
el madrileo permite reconstruir parte de la esttica de Macedonio:
en su mbito se explica tanto la proliferacin prologal, de MNE
destinada a exponer teora del Arte y doctrina de la Novela como la
diferencia entre Arte espontneo y Arte consciente, entre la
naturalizacin y la teora en la que coinciden el espaol y Poe y en
cuyo dominio Macedonio no se atreve a inscribirse porque para ser
artista (ms arduo y precioso que Pensador) me falta Certeza; para
ser escritor me falta Caricia en el decir, dulce, sutil comunicar.
Soy Metafsico; mi especulacin es hondsima.
Ser Metafsico es explicar el mundo (o al menos intentarlo); ser
artista es crear mundos. Esa creacin, en el caso de Gmez de la
Serna, se condensa en la greguera como una forma simple que
Macedonio aspira a convertir en novela, liberada de toda
retrica,
ya que no es metfora, comparacin, no es el como si, es la
evidencia.
Demandndole fundamentos para su propia escritura, Macedonio
coloca a Gmez de la Serna como modelo de la Belarte de la Prosa, no
obstante carece de lo que se propone ABA: la obra que encaria. El
creador de la greguera tambin ingresa en las previsiones
editoriales de Macedonio a partir de la biografa que antecede a la
edicin de los 40 de PR, cuyos elementos sern rebatidos en el
autorretrato diseado en una postdata de 1951, donde la seguridad de
la ascendencia gentica es la contracara de la duda sobre el linaje
artstico. La autobiografa-autorretrato se produce en el tironeo:
ascendencia espaola de muchas generaciones en Amrica y quiz
descendiente del pintor del Mazo.
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Con les argentinos, la amistad intelectual se erigir en demanda
crtica. As ocurre con Eduardo Gonzlez Lanuza, a quien le pide
correcciones de un borrador, y con Ricardo Giraldes, con quien
repasar el campo intelectual de mediados de los 20, tanto en las
justificaciones de su escritura que se esfuerza por diferenciar de
la oralidad de los brindis pese a que el odo de Piglia reconoce en
Macedonio el tono de la charla portea como en la presentacin irnica
que elige para su inauguracin literaria en los rganos de la
vanguardia. Tambin coincide con los juicios de los martinfierristas
sobre determinadas figuras de la cultura argentina, destacndose
obviamente Lugones, a quien califica de personalidad agitadora
intelectual, advirtiendo sobre el efecto nocivo que acarrea su
experimento sombro.
Pedido de crtica que se combina con la crtica no pedida y crtica
hacia los consagrados, son los pasos de ingreso a la vanguardia;
los siguientes son la autocrtica y la crtica a quienes integran ese
grupo renovador, que no desdea ni la confianza en la influencia
intelectual ejercida a partir de las reuniones de artistas ni el
sealamiento especfico sobre las producciones de los autores.
Resultan ejemplares la crtica a Nicols Olivari, contenida en una
carta tarda de febrero de 1946, donde recupera el valor expresivo
del desgano, y la dedicada a Jaime Sureda, inscripta en una misiva
de septiembre de 1948 en la cual hace crtica vanguardista de un
texto vanguardista (tcnica tranviaria-sociolgica-histrica). No
obstante, Macedonio rechaza el estereotipo de las vanguardias
europeas, tanto el maquinismo futurista como el automatismo
surrealista, la Literatura Confusiva y Automatista: lo que ha dado
en llamarse la vanguardia histrica y que Macedonio prefiere
designar como imaginada nueva literatura, ms que una renovacin
radical es cosa de desesperados.
Trastornando el impulso original de los manifiestos
vanguardistas, los pone al servicio de su proyecto novelstico;
basta con revisar el Brindis a Marinetti para advertir que el nico
futurismo aceptable es el de la promesa del libro que comienza en
los sucesivos anuncios y contina en los numerosos prlogos, no sin
deslices irnicos como el que reconoce haber llegado a la 5a edicin
de prometerlo y anunciarlo. Esta mana anticipadora abona tanto la
afirmacin como la vacilacin: la primera al admitir que las
presentaciones son mi tortura; la otra, justificando la demora de
MNE en escrpulos que tengo de si ya la habr prometido lo
bastante.
Pero la cuestin ms sobresaliente frente a ese cabecilla
vanguardista que es Marinetti es menos la esttica que la poltica.
El enfrentamiento entre el fascista y el anarquista apacigua
momentneamente el humor para no promover confusiones en ese terreno
a la vez que como denuncia de la contradiccin entre lo esttico y lo
poltico que asiste al italiano, a quien no vacila en identificar
con nuestro Lugones por una fe en el Estado que contradice la mxima
hacia la cual tiende la descabellada campaa poltica de Macedonio y
cuyas resonancias atraviesan todas sus opiniones en la materia: la
de la libertad individual inversamente proporcional al poder
estatal.
El punto sobresaliente de adhesin a la vanguardia es el
pronunciamiento titulado No ms Literatura Condescendida, donde tras
rechazar los ornamentos estilsticos se manifiesta a favor de un
Arte Mxima de mnimo rgano (escritura, caligrafa inspida) y mnimo
asunto, sin acompaamiento, que coincide con la idea poltica del
Individuo Mximo en Estado Mnimo al identificar al Arte con la
sublevacin y con la resistencia. Los efectos del programa
macedoniano pueden rastrearse en la correspondencia que recibe,
tanto aquella en la que Borges lo informa acerca de los movimientos
de la literatura o pseudo-literatura, exhibiendo los sntomas de un
evidente contagio por el humor del viejo, como aquella en la que
Gmez de la Serna lo impulsa, ya a travs de sus opiniones
personales, ya mediante prlogos y presentaciones a los textos de
Macedonio, ya desde las referencias a sus propias obras cuyos
ttulos responden a conformaciones similares a las que utiliza el
Metafsico apelando al escndalo, lgico y a la sorpresa lingstica.
Ejemplo mximo es la autobiografa de Ramn: Automoribundia.
As como para Gmez de la Serna no se puede hablar de la vida sin
referirse a la muerte, para Macedonio no se puede hablar de la vida
sino desde la muerte: si MNE es el momento en que esta conviccin
alcanza su esplendor, la Solicitada (de Agradecimiento) que publica
en 1945 en Papeles de Buenos Aires lo confirma desde la resonancia
que adquieren en ella los epitafios martinfierristas: Horacio Rega
Molina invent un Obituario de Resucitados e inaugur la
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Seccin conmigo, el ms muerto y resucitado por ao. La relacin de
Macedonio con la vanguardia se condensa en la conviccin expuesta en
Las linternas diurnas de los atenienses: entre contemporneos hay a
lo sumo influencia, no trascendencia.
6. La supersticiosa tica del lector
Estoy preparando un Libro de tapas de libro que as se llamar
[...] La tapa de libro es la morada de todo lector; no creo que
ninguno vaya ms all ni empiece antes y siendo el nico paraje en que
autor y lector se encuentran, nica oportunidad de que se conversen,
no es inexplicable, o no es muy fatuo que el autor no hable all y
crea que mas all de la tapa encontrar todava al Lector?
Carta a Gabriel del Mazo (19/5/39)
El destinatario provisto por Macedonio Fernndez para sus textos
es el lector salteado, el que evita la continuidad, el que persigue
e mismo propsito que Macedonio creando un gnero nuevo: liberarse de
la Tonelada Esttica que es el pasado literario. Sin embargo,
coherente con su rechazo de la condescendencia, insiste en
desorientarlo trocndolo de salteado en mareado, cuando
involuntariamente cede la continuidad al leer salteadamente lo que
ha sido escrito bajo el signo del salto. MNE es en tal sentido el
descalabro mximo de todas las prcticas que conforman un texto.
El lector salteado reconoce que la continuidad slo puede ser
tratada humorsticamente: el lector que se resiste a la extensin es
regalado por el autor de una novela de prlogos. Todo gran autor
crea a sus lectores, parece afirmar Macedonio en lnea comn con el
Borges de Kafka y sus precursores. El prlogo llena el ante-libro,
espacio intermedio en el que se recomienda ejercitar el entreleer,
acceder al texto desde los intersticios abiertos por cada pgina
introductoria. La ms propicia al entreleer es la mallarmeana pgina
en blanco, que integra en una serie la mala letra, el estilo
defenestrado por la crtica acadmica y por lo mismo pretenciosa de
Nosotros y la exhibicin del absurdo: en ella el lector salteado se
enfrenta a todas las imposibilidades, se somete al desafo de la
legibilidad, desafo de los dioses.
Macedonio adopta al lector salteado y al lector mareado
expulsando al lector informado reclamado por el realismo. Contra
los excesos de esa tendencia equiprala nada, el vaco y el salteo
como componentes de la Belarte de la Prosa; as advierte ante
Gonzlez Lanuza que su libro slo servira para ejemplificar a un
bigrafo de la Nada: sta es nuestra actualidad aunque no del todo
voluntaria; o, con miedos, morimos del vaco de Espectador. La
Belarte se salva si aparece un lector que se resista a la
totalizacin; tambin, un lector irnico que evite leer desde las
pretensiones contenidas en los textos. El ejemplo, previsiblemente,
lo ofrece el propio Macedonio cuando lee a Marinetti como prosa
francesa.
Pero la demanda de colaboracin al lector no siempre se resuelve
en los trminos de la congruencia entre los requerimientos de ste y
las previsiones del autor; incluso estas previsiones pueden ser
desmontadas al invertir la anterioridad del autor y la
posterioridad del lector con respecto al texto. Ese modo paradjico
de la lectura se enuncia en Macedonio como plagio, entendido como
la insistencia de la lectura en la escritura. Una primera variacin
sobre este tema aparece en carta a los directores de Martn Fierro,
donde refiere que una ingeniosidad ma es leda semanas ms tarde en
un texto de Mark Twain; el asombro presta sus servicios a la irona
para comentar el hecho: quin lo habra sospechado en literato tan
abundoso de ingenio como para no necesitar de mis pobres cosas y
sin aguantar siquiera unas semanas ms!.
A trminos semejantes acude Necesidad de una teora que establezca
cmo no es el segundo inventor sino el primero quien comete el
plagio, donde se desarrolla una doble paradoja: la primera, de
orden general y que retornar cada vez que retome el tema, es la del
plagio como anterioridad; la segunda, ya dentro del sistema de
Macedonio, es la de que el plagio se encuentra en
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un libro de cocina, afn a la Culinaria a la que se reduce lo que
no es Belarte pese a convocar algunos de sus procedimientos. En ese
texto temprano (1910) Macedonio enuncia sus obsesiones
intelectuales: el descubrimiento de un sistema que lo obliga a
tratar de encajar todas sus producciones en l, y el hallazgo de un
libro que adelanta las ideas que haba credo originales. El
reconocimiento de que Brillat-Savarin en Fisiologa del Gusto ha
pensado lo mismo que l es ledo como traicin intelectual; para
eliminar el carcter angustiante que sta arrastra no queda otra
alternativa que la refutacin de esa sucesin de nadas que se llama
el Tiempo.
Una nueva vuelta sobre el plagio aparece en una carta a Soler
Dars en la que le reprocha que escribe usted peor que yo, pero yo
lo hice antes y nadie se lo reconocer; he quedado yo con el gnero.
El plagio comienza a desdibujarse a medida que se va imponiendo la
confusin; este esfuerzo de Macedonio por hacerla proliferar es
simultneamente un empecinamiento por disimular el plagio. As se
advierte en un mensaje a Evar Mndez en el que anuncia un artculo
que, por lo nebuloso e indeciso, se podr confundir con cualquier
otro y podr usted reemplazar con l cualquier aviso.
Sin embargo, no toda lectura puede ingresar en un sistema de
reemplazos, ya que hay ciertos nombres imposibles de sustituir:
Kafka, Poe en el cuento, Supervielle en el poema, Gmez de la Serna
en esa nueva forma de la novela que es la greguera llevada a
Personaje.. Y hay ciertos autores que anulan a los lectores:
Bernard Shaw, Freud, Bergson y Chesterton son las cuatro personas
que como se sabe pensaron todo lo que a otro se le pueda ocurrir
hoy.
Freud es dominante: no slo la teora deja Humorstica est
arraigada en El chiste y su relacin con el inconsciente, sino que
adquiere resonancias particulares aunque sea por medio de la
traduccin en Macedonio; afinando el odo se advierten las
coincidencias entre energa psquica de represin y ciruga psquica de
extirpacin. Coincidencias de orden temtico, en cambio, rigen la
relacin de Ms all del principio del placer y el relato macedoniano
El zapallo que se hizo cosmos: la teora se convierte en una fbula
sobre, el crecimiento que dramatiza el interrogante Nacer y morir
para nacer y morir?.
Como lector, Macedonio prefiere declararse preguntador y operar
como discutidor, reorganizando la literatura universal haciendo de
ella menos un compendio de autores que un conglomerado de lecturas.
Literatura universal a la que se deparar el libro de tapas que
concreta el eterno pedido del Lector que todos suponemos un
aguanta-libros y desesperadamente solicit tapas solas y en cuya
dedicatoria confluyen los 800.000 analfabetos de la Repblica
Argentina, los 50.000 anrquicos de Barcelona y los 10.000 bohemios
del mundo.
Literatura universal que recoge reflexiones y quejas que
Macedonio reserva tanto a la contabilizacin de bajas de lectores en
MNE como a los pies de pgina de Para una teora de la Humorstica (yo
he venido de visita a este libro, no he venido a trabajar, reclama
el lector).
All donde pensar es silenciarse, abrir un intervalo en la
escritura leer es ser indiscreto. Los vnculos entre autor y lector
que repone Macedonio Fernndez derivan hacia una posible definicin
de la literatura como una conversacin en idioma particular. En Una
novela que comienza que concede un prlogo a los lectores de
comienzos hay una intuicin del lector sospechante (el Lector Crdulo
ces hace tiempo) que encontrar su correspondencia terica en la
conviccin barthesiana en la que se sostiene la intertextualidad: no
hay literatura inocente. Acercndose a MNE, la literatura es una
transaccin: el ameno comercio entre un autor insensible y una cosa
sin interiores, inanimada.
El fin de toda empresa de soberbia, sobrevivencia o conquista es
la pgina en blanco, la clausura de ese comercio entre autor y
lector; Macedonio lo demuestra remitiendo a la Torre de Babel, el
Arca de No y el descubrimiento de Amrica en ruinas. La transaccin
entre el que escribe y el que lee est sometida a la
malinterpretacin; leer mal es la condicin para persistir en estos
textos que condenan la lectura cannica. Frente al libro ledo
Macedonio levanta la escritura convencido de que escribir es el
verdadero modo de no leer y de vengarse de haber ledo tanto, lo que
coloca a las influencias como fuente de resentimiento antes que
como punto de origen; las influencias son a lo sumo un termmetro
intelectual: dos buenos termmetros [...], y son de las mejores
marcas: Emerson y Mark Twain.
El camino que lleva de PR a MNE es el trayecto del tropezn al
salteo, de un texto donde
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la torpeza provoca humor a una literatura donde la habilidad es
condicin de un nuevo gnero; el paso de una ciudad referencial
(Corrientes y Suipacha, en los alrededores de la eleccin de
Scalabrini Ortiz de Corrientes y Esmeralda) a una ciudad
desamarrada de la realidad; tambin de una opcin poltica precisa (En
aquel tiempo yo era socialista y materialista. Hoy soy anarquista
spenceriano y mstico, admite en PR) a la figura novelstica del
Presidente. La renguera voluntaria del Bobo de Buenos Aires, al
tiempo que un modelo de errancia urbana es un modelo de lectura
salteada que llegar al extremo: en la alternancia indiferenciable
de la ltima novela mala y la primera novela buena. La prosa a timn
roto en zigzag en busca de la vereda de enfrente es el resultado de
ese trnsito por el texto del caminar saltando, desgarbo pero
seguridad [...] como el rengueando, que es de ir una pierna por la
vereda y otra por la calle, aprendido jugando de nios. Escritura y
juego de nios: no hacen falta ms citas para asistir a las
resonancias macedonianas de Rayuela. Pero Cortzar no es el lector
ideal de Macedonio.
7. Borges y otras repercusiones
Hace ms de diez das que se me ha pegado Pars a la suela de los
zapatos, pero an no conozco lo bastante bien esta ciudad para
determinar con precisin en dnde queda aqu la calle Rivadavia, y por
eso va esta carta a visitarte en vez de ir yo personalmente
(Sterne, en no s qu recoveco del TRISTRAM SHANDY, se asombra de que
tantas personas vayan personalmente a hacerse afeitar y moderar de
pelo en las peluqueras, chiste que se acerca de lejos a los
tuyos.
Carta de Jorge Luis y Norah Borges
Los chistes del Borges juvenil tratan de parecerse a los de
Macedonio, pero a la vez insisten en aplastar ese parentesco debajo
de la Tonelada Esttica, ya que no puede escribir sin hacer figurar
sus lecturas, a modo de citas, hurto o plagio. En tal sentido,
Historia universal de la infamia es el ms macedoniano de sus
textos. Sin embargo, es en los cuentos de la dcada del 40 donde
puede rastrearse con mayor precisin la lectura del viejo de la
vanguardia, que recibe en su retiro de Morn al poeta de Fervor de
Buenos Aires y a Francisco Luis Bernrdez, y ms espordicamente a
Girondo, a quien Borges omite invitar en ocasiones porque supone
que nos bochincheara la reunin que promete mantenerse en el tono de
la charla barrial.
La correspondencia Macedonio / Borges es significativa porque
all se asientan algunos de los temas que se convertirn en
argumentos de los relatos de Ficciones y El Aleph, y que sern
revisados en los ensayos de Inquisiciones, El tamao de mi esperanza
y El idioma de los argentinos. No cuesta mucho reconocer las frases
de Despus de las imgenes o las hiptesis de La otra muerte en las
definiciones macedonianas segn las cuales Posibilidad e imagen son
una sola cosa o Pretender que un hecho no ocurra como antes ocurri
es pretender que ocurra como lo imaginamos; es querer que la
Experiencia (Cosmos y Afeccin) se den conforme a nuestras imgenes,
es decir, saltar de un plano a otro. Una nota al pie incluida en
carta a su hijo Adolfo Fernndez de Obieta completa estas
reflexiones y funciona como desencadenante tanto de La espera como
del final de La muerte y la brjula: si se necesitara segunda
experiencia se necesitara indefinidamente la espera, pues si la
primera puede ser desautorizada, la milsima tambin.
En Diario de vida e ideas, la provisin de temas para Borges se
asienta en la desconfianza capital sobre la mirada histrica o, ms
estrictamente, sobre la interpretacin dependiente de la historia,
algo que Borges referir en la semblanza de Macedonio al contar su
reaccin frente al Sueo de Chuang- Tzu no menos que en la idea
central de Pierre Menard, autor del Quijote: Yo creo que Aristteles
y Spencer, si entendiramos a perfeccin, como aparecemos entenderlo,
el lenguaje de Aristteles, nos pareceran contemporneos. As pues no
porque el hombre vare gran cosa sino porque su idiomtica varia como
su traje y no como su psicologa y biologa [...] es porque creo que
sea tiempo perdido (con riesgo de mucho error) leer a Homero, o a
autores que escriben en
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un idioma en formacin como se dice del italiano de Petrarca y
Dante. Una pregunta contenida en PR es el desencadenante de El
Aleph: Cmo puede un
agujero solo ser surtido?; las repercusiones que en el propio
texto macedoniano arrastra este planteo conducen a postulaciones
como la de la ejemplificacin de la variedad de la Nada. Tambin la
irona sobre los premios oficiales a la que se presta el cuento
borgeano est anunciada por Macedonio en carta a Enrique Gonzlez
Tun. La sospecha de que el error no es azaroso sino previsible es
otro de los elementos de Macedonio que reaparecen en Borges: all
est La lotera en Babilonia para verificarlo. Borges se empea por
convertir en cuestiones serias los impulsos humorsticos que dominan
en PR, no menos que las reflexiones estticas.
En el primer caso conviene detenerse en una de las cartas del
Bobo de Buenos Aires en que se adelanta Pierre Menard, autor del
Quijote (Por lo que he llegado a la desconfianza de que algn pcaro
francs del siglo XIX, probablemente, invent la candorosa narrativa
de un supuesto griego de 3000 aos atrs, por travesura de artista
moderno pero con clculo descuidado del tiempo de evolucin que debe
transcurrir entre una factura estrepitosa como la de la Ilada de su
invencin y el piansimo decir de Remy de Gourmont [sic]: 300, al
menos, y no 30 siglos han pasado); en el segundo, la previsin
inicial de Historia de la guerra total coincide con la estrategia
desplegada por Nolan en Tema del traidor y del hroe
(Un pblico de teatro que mira a un pblico de conventillo. Y dos
espectadores que se contagian).
La consagracin de Borges por Macedonio (el mejor dotado prosista
de habla espaola hasta hoy, a juicio de mi incompetencia, afirma en
Proa en enero 1925) es una de las licencias la otra es la episdica
teora del plagio en las que se apoya para retomarlo; esa
consagracin no omite calificarlo en coincidencia con la descripcin
de Herbert Ashe que habita Tln, Uqbar Orbis Tertius: temperamento
inconfidencial. El Poema de poesa del pensar es la nica deuda de
Macedonio con Borges, asentada en una dedicatoria donde el ttulo
Luna de enfrente encuentra su exaltacin a gnero en la Astronoma de
Enfrente.
Estas coincidencias tendrn al menos dos estribaciones: por una
parte est la obra que escriben en conjunto Borges, Macedonio y
otros vanguardistas, que no pas del segundo captulo pero cuya idea
central una conspiracin de millonarios para alcanzar la presidencia
de la Repblica reaparece en Tln... Por la otra est el
reconocimiento de Macedonio como lector ideal de los textos que
Borges y Bioy Casares recopilarn en 1956 con el ttulo de Cuentos
breves y extraordinarios: hay que leerlos desde la sospecha,
desestabilizndolos, sin creer en ellos: de all el planteo lingstico
que despierta El sueo de Chuang Tzu en Macedonio.
Si Borges puede ser ledo como descendiente o heredero de
Macedonio (circunstancialmente en el Adn Buenosayres, 1948 tambin
le cabe ese papel a Leopoldo Marechal), hay un intelectual
martinfierrista con el cual la relacin que puede reconstituirse es
la de pares: por sus planteos y por sus reflexiones el nico que
puede ocupar ese puesto es Alejandro Xul Solar, reconocido como
exquisito estrellador de cielos y de idiomas. Como la Astronoma (de
Enfrente) ya ha sido reconocida como dominio borgeano, Macedonio
prefiere detenerse en la invencin del neocriollo, ese idioma a
partir del cual cualquiera podr escribir libros ininteligibles. La
relacin con Xul Solar es la contracara de la mantenida con Borges;
el pintor es el nico capaz de invertir la demora macedoniana en un
apresuramiento tendiente a demostrar que independientemente de esos
desvelos lingsticos es posible volver incomprensible lo que hasta
entonces se limitaba a ser difcil.
La aparicin de Macedonio en Cortzar es ms discreta que en
Borges, que a partir de la teora macedoniana del plagio no vacila
en retomar incluso sus intuiciones mnimas para amplificarlas hacia
el ensayo o tematizarlas en el cuento. Si ya se lo poda encontrar
en Rayuela, no menos presente est en Todos los fuegos el fuego,
reescritura de Encabezamiento de drama donde se desarrollan en
simultaneidad el asesinato de Julio Csar en la Roma Imperial y la
muerte de una laucha a manos de la joven Kina en la aldea
silkasiana de Delitum.
Otra repercusin macedoniana, mucho ms cercana, es la que Ricardo
Piglia inscribe en La ciudad ausente y de la cual se ocupa Horacio
Gonzlez advirtiendo que Macedonio puede ser adecuadamente el nombre
metafrico de la encrucijada mayor de la cultura argentina. En
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realidad, como el mismo Gonzlez observar, Macedonio es el lugar
de la incertidumbre y su designacin ms apropiada, si es que admite
alguna.9 Tambin, el espacio de enunciacin de un llamado a
emanciparse de lo imposible cuyas repercusiones poticas se
inscribirn en los poemas de En la masmdula (1954) de Oliverio
Girando.
8. El tono de la literatura argentina Sin la sorpresa que
manifestaba San Agustn frente a su maestro San Ambrosio cuando
asista a las lecturas silenciosas de ste que marcaban una nueva
etapa en la concepcin del texto, Macedonio resume la historia de la
literatura enfrentando la letra a la voz: La Literatura o Prosarte
es futura; el Pasado no tiene ms que Recitado. Sin embargo, hay
ciertos elementos de la voz que persistirn en la letra la mayscula
parece ser una de esas marcas, el arrastre de una oralidad cuyos
acentos no pueden transcribirse con precisin; esa prueba de
resistencia les confiere la aptitud necesaria para participar de la
Belarte ocupando en ella un lugar de privilegio. El tono sale
triunfante de esa justa.
Que el tono es definitorio se puede comprobar ya en la
caracterizacin de la tragedia desde l: ya fue usted el primer tono
de Tragedia (incompleto en el concepto pero entero en el acento)
ntima le concede a Petit de Murat, no policial ni cargada de
narrativa o palabrera de mstica dialctica, ensayado en Amrica
nuestra. Tono ya es todo, en verdad; vino esplndidamente [...] la
especfica Tragedia, la de slo tono, parece que se logr
definitiva.
El tono diferencia los gneros, y las variaciones de ste
determinan la recuperacin o la desaparicin de cada una de las
formas en las que participan. Pero tambin distingue a quienes
ejercen cada una de esas formas: la historia de la literatura puede
constituirse entonces como la diversificacin de tonos que impregnan
a aquellos que los practican. El tono de Macedonio, en el que lo
proftico se vuelve conversacional, se enfrenta a las altisonancias
pretenciosas de los intelectuales argentinos.
Una carta de su hija Gabriela, sostenida en la expectativa de La
Eterna, define el campo intelectual como un mbito de resonancia en
el que la Novela instalar la disonancia: el proyecto de MNE perfila
a Macedonio como Mesas de la neointendencia, que ha de dejar ms
petiso a Garca Velloso, menos petulante a Carrizo y ms insoportable
a Lugones [...] creo Pap que ests llamado a ser el Cervantes de
todos los tiempos.
La ubicacin que prefiere Macedonio en la historia de la
literatura argentina est entre Cambaceres y Estanislao del Campo,
entre los silbidos del vago y el seudnimo campestre, como adelanta
ya en La casa de baos: Qu variedad de calibres hay en un silbido! A
qu no se acomoda! Es por otra parte ms servicial que un yesquero,
como dice Anastasio el Pollo. Si hay un punto en que se aparta de
ambos y de la mayora de los novelistas argentinos es en lo relativo
a la representacin: el realismo no tiene sino monotona. Muy
tempranamente lo adverta, eliminando junto con ella la continuidad,
afinando el odo hacia la Continuacin de la Nada: todo tono, como
toda intensidad, es slo mayor o menor continuidad en la conciencia,
aadiendo que la pura representacin carece de tono y por tanto de
intensidad, como el tono o afeccin carece de representabilidad.
El cambio radical de tono al que apunta Macedonio Fernndez en la
literatura argentina es el que distingue el de los textos escritos
para configurar una biblioteca del de los textos pensados para
habitar un museo: MNE es la resistencia ms completa a la
biblioteca, al orden, al catlogo, a la ubicacin estricta, a los
ttulos previsibles: para preservarse de esas amenazas
organizadoras, de ese recinto anulador, instala la variedad de
prlogos que no es un gnero de seguir, no tiene constantes ni
inconstantes; no es tampoco interrumpible, porque no sigue
9 En la relacin Macedonio / Borges, Gonzlez se limita al ensayo,
especialmente a Nueva refutacin del
tiempo, donde Borges les da una exposicin civil y argumentada a
las afirmaciones dislocadas de Macedonio suponiendo que las
diferencias entre ambos en torno a ese tema responden a que los
motivos de Macedonio era mstico-metafsicos y los de Borges?
sofstico-ficcionales. En cuanto a los relatos el nico parentesco
que encuentra est centrado en dos personajes: el del desfuturizado
Csimo Schmitz y el del memorioso Funes.
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despus. El tono es la justificacin de una obra dedicada a
invocar y ya no a revocar el silencio.
Macedonio se define all como contracara de Lugones: si ste le
confiere a la literatura argentina el tono suicida (prologado por
Horacio Quiroga), Macedonio le da el tono optimista, que no desdea
ninguna forma discursiva, ni la del manifiesto ni la del juramento,
para desprenderse de las resonancias obstaculizadoras de la
tradicin que incluye en la tonelada de Arte que es el pasado en
general, el Realismo, el nfasis, la Grandilocuencia y la
Psicomenudencia de muestrarios de asociacin de ideas hechas pasar
por la gran Novelstica.
Si esto ocurre con los emergentes de la literatura argentina, no
se atena el conflicto con quienes han logrado menor trascendencia:
mientras Macedonio busca la Metfora de la Siesta parece disputarse
el tono del ronquido con el Vizconde de Lascano Tegui, ocupado De
la elegancia mientras se duerme. El tono oracular, en cambio,
corresponde a la lengua que pretende crear, amarrado a la operacin
de Xul Solar por una parte y a la necesidad de renovacin de los
gneros por el otro, y resuena cuando la conversacin se traduce en
Novela, cuando la Metafsica se confunde con el Mito, cuando la
provisoriedad filosfica de No toda es Vigilia la de los ojos
abiertos se organiza como frangollo en MNE.
En la semblanza que hace Borges de Macedonio en 1960 que debe
complementarse con la lectura que en Proa establece que los
problemas reductibles al ajedrez resultan acriollados en partidas
de truco por ese artista del escamoteo y el engao recuerda que
prefera el tono interrogativo, el tono de modesta consulta, a la
afirmacin magistral. Jams pontificaba; su elocuencia era de pocas
palabras y hasta de frases truncas. El tono habitual era de
cautelosa perplejidad. El oxmoron del orculo perplejo se verificar
en la bibliografa que abruma los alrededores de los textos
macedonianos; por ejemplo, la de Ana Mara Camblong, quien observa
que opera preferentemente con frases antes que con palabras:10 se
es el modo de expresin del orculo; tambin, el modo de correccin de
quien no est atravesado por el fetichismo del estilo sino seducido
por la permanente cavilacin.
Macedonio es el mito de la cultura argentina que ingresa a la
literatura eligiendo la imagen de Digenes para plantearse una
problemtica cuya primera enunciacin aparece en Freud, es quien
busca el farol de nuestra ciudad a cuya luz sea fcil comprender por
qu razn hemos creado una civilizacin de privados sexuales, de
prohibidos. Mito enfrentado a otro mito mucho ms reciente y abonado
por la crtica antes que por sus contemporneos, Macedonio es el
anti-Arlt.
Y lo es tanto por oponerse a la introduccin de locos en las
novelas como por el catlogo de inventos intiles que desprestigia el
empeo arltiano por inventar algo que lo catapultara no slo a la
fama sino tambin a la riqueza que configura las industrias del vaco
en cuya bibliografa se dispone a abundar. Macedonio es
deliberadamente el inventor fracasado (aunque algunos de sus
inventos seran avalados en la actualidad por el fundamentalismo
naturista que recomienda el cigarrillo sin nicotina exaltado por
publicidades cuya vehemencia no difiere de las que promueven el caf
sin cafena), el que hace de la nmina de sus creaciones un listado
humorstico e incluso se permite ciertas ironas intelectuales: el
peine de un solo diente, por ejemplo, es la ocasin de compararse
con Einstein, quien durante su visita a la Argentina se fotografi
en la calle Florida del brazo de Jos Ingenieros.
Dos modos de aparicin del tono se registran en la escritura de
Macedonio: el jeroglfico y la abreviatura. La primera de ellas,
aparentemente involuntaria desde su caligrafa; la segunda, motivo
de reflexin e incluso forma menor de la teora. El lugar que le
corresponde en la literatura argentina oscila entre ambas, entre la
ininteligibilidad y el acortamiento extremado hasta la supresin,
hasta la Nada. Es tambin el lugar del Bobo de Buenos Aires, de esa
versin unitaria de lo que desde lo descabellado de sus inventos y
pretensiones preserva de la angustia del fracaso. El Bobo es quien
se hace cargo del tono humorstico dominante en la escritura de
Macedonio, que da paso a lo que Camblong llama estilo balbuceante y
que segn la cita de Witold Gombrowicz recuperada por Piglia es un
tartamudeo.
10 Estudio preliminar a MNE, en la edicin crtica referida.
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Para Piglia, se trata de un estilo oral, aunque parezca su
anttesis, lo que no es sino trasladar hasta el tono la paradoja; a
su vez, es el modo de convidar a Macedonio a la algaraba de la
literatura argentina en la que se codea con el Padre Castaeda,
aunque convirtiendo en intimidad lo que en el fraile desengaador
era escndalo. Retomando la idea de No Jitrik sobre el propsito de
Macedonio de escribir en una lengua que no existe11(acercamiento al
neocriollo de Xul Solar), la nica solucin que se vislumbra es el
fracaso como forma literaria: si hay un work in progress, como
supone Jitrik, ste slo puede restituirse en la lectura que reclama
MNE: salteada, parcial, episdica, suspendida. Y ya que es Joyce el
modelo convocado: Macedonio hace con los tonos lo que el escritor
irlands despliega con las lenguas en el Ulysses.
Y es con los tonos que aparece una forma de continuidad que
desbarata la lgica, como ostentosamente seala Continuacin de la
Nada: La perfecta congruencia del tono con que prosigue lo que no
es continuacin domina totalmente la impresin que pudiera hacer la
discontinuidad temtica. El tono de continuidad, el tono inalterable
desde la mitad inconfundiblemente 2a hasta los prlogos de MNE, es
el que conviene a la promesa. Trastornado porque nada queda en su
lugar cuando Macedonio lo toma, incluso el tono del manifiesto
poltico se presta a la teora, la altisonancia anarquista atenuada
en la conversacin macedoniana se pone al servicio de una
in-formulada teora del gusto, como se asienta en Cuento de
literatura no literaria, donde el signo de la negacin es proclive a
la definicin del revolucionario: el que respeta el gusto de cada
uno es un inmenso revolucionario, un invitante mximo a la verdadera
recuperacin humana.
El acriollamiento que Borges reconoca en los textos de Macedonio
tambin afecta las teoras con pretensiones de universalidad. As, al
eterno retorno nietzscheano y a su revisin freudiana en Ms all del
principio del placer, en la cual se sostiene la idea macedoniana de
la muerte lo traducir a la lengua de su inmediatez identificndolo
con el soborno de la unidad. El problema filosfico del tiempo en la
versin verncula deja resonar las diversas formulaciones que ha
sufrido, hasta llegar a aquella que coincide con la que los
antlogos de los Cuentos breves y extraordinarios recuperan como la
cuestin es pasar el rato. Macedonio recuerda: Cuando la vida slo es
tiempo, lo nico absolutamente honesto [es] dormirlo. El eterno
retorno filtrado por la humorstica reconoce en la repeticin un
empeo; a su vez, el vnculo entre tiempo y sueo y, obviamente, entre
vida y sueo, atraviesa las intuiciones calderonianas para llegar
hasta Schopenhauer que, como observa H. Gonzlez, ofrece elementos
para la escritura de Ciruga psquica de extirpacin: El tiempo
siempre es un ahora y esto compone una dimensin de presente
continuo.
La teora del tiempo expuesta en ese relato se complementa con
los abusos cronolgicos que propone Donde Solano Reyes era un
vencido: all la eternidad s