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5/21/2018 LU XUN- La Ver dica Historia de a Q [CECISA-1991]
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LUXUN
LL aavveerrddiiccaahhiissttoorriiaa
ddeeAAQQ
Compa#a Europea de Comunicaci&n e Informaci&n, S.A.,
1991.
Madrid
BIBLIOTECA DE EL SOL
Traducci&n: Ernesto Posse
ISBN: 84-7969-218-9
Dep&sito legal: M.39.456-1991
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Lu
Xun.................................................................................................................3
I.
Introducci&n......................................................................................................4
II. Breve recuento de las victorias de A
Q.............................................................7
III. Noticias m(s amplias sobre las victorias de A
Q...........................................10
IV. Tragedia de amor
.........................................................................................13
V. El problema de la subsistencia
.......................................................................17
VI. De la rehabilitaci&n a la
decadencia..............................................................20
VII. La
revoluci&n..............................................................................................24
VIII. Excluido de la revoluci&n
..........................................................................28
IX. El gran final
.................................................................................................31
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Lu Xun
Se puede fechar con precisi&n el nacimiento de la literatura
moderna en China, puesto queel movimiento te&rico precedi&a
las obras: en 1915, a s&lo cuatro aos de la creaci&n de
larep*blica, Chen Dusiu, decano de la Facultad de Letras de Pek#n,
marxista, fund& la revista
Nueva Juventud, con el prop&sito de divulgar un programa de
renovaci&n literaria centrado enla liberaci&n de la lengua
de las pautas ret&ricas tradicionales ,abriendo paso a la
expresi&ncoloquial en la escritura,y en la necesidad de dar a
conocer el pensamiento occidental.
La revista de Chen public& en 1917 Sugerencias para una
reforma de la literatura, untexto del estudiante Hu Shi, que se
encontraba por entonces en los Estados Unidos. Hu hac#aocho
proposiciones relativas a la tarea del creador, que, a su criterio,
deb#a escribir*nicamente para comunicar un mensaje, sin imitar a
los antiguos, respetando la gram(tica yeludiendo las palabras
vanas, sin valerse de moldes ni de citas de los cl(sicos,
apart(ndose derecursos ac*sticos empleados hasta el hast#o, como
las oraciones sim-tricas, y haci-ndose ecodel hablar popular. Ese
fue el primer manifiesto del movimiento.
El segundo lo firm&el propio Chen un mes m(s tarde. Era
mucho m(s combativo que el
anterior, en forma y en contenido: tres lemas compon#an la
/divisa del ej-rcito de larevoluci&n literaria0: /destruir la
literatura pintarrajeada de una minor#a aristocr(tica y crearuna
literatura popular, sencilla y expresiva0; /destruir la
mon&tona literatura cl(sica y crearuna literatura realista,
plena de frescura y sinceridad0; /destruir una literatura de
ermitaos,
pedante y oscura, y crear una literatura social, clara e
inteligible para todos0.
En 1918, el programa de Chen Dusiu encontr&su
formulaci&n pr(ctica en las obras de losj&venes Hu Shi y Lu
Xun. El libro de Hu se titulaba Experiencias poticas. Lu Xun se dio
aconocer con un relato aleg&rico breve, el Diario de un loco,
un doloroso alegato contra laignorancia y el atraso. Las vidas de
Hu Shi y Lu Xun divergieron m(s tarde notablemente: enel primer
cap#tulo de La ver#dica historia de A Q, se alude a Hu y a sus
disc#pulos,caracteriz(ndolos por su /notable man#a por la historia
y las antig1edades0: Hu ya hab#aabandonado sus posturas iniciales y
hab#a retornado a la tradici&n. Lu Xun, por su parte, sehab#a
radicalizado: en los aos treinta, asumi& posiciones marxistas,
lo que le convirti& engu#a de los escritores m(s j&venes,
identificados con la revoluci&n. Las historias m(s recientesle
sit*an como /padre de la moderna literatura china0.
La ver#dica historia de A Q es la biograf#a de un marginal de
aldea al que una visi&nconformista de la existencia arrastra al
desastre. Los sucesos que enmarcan los grandes
momentos de su vida son los de la rebeli&n que acab& con
el imperio milenario y logr& lainstauraci&n de la Rep*blica
China, en 1911, pero en todas las grandes conmociones
socialesabundan los tr(gicos destinos secundarios. Las primeras
p(ginas del relato explicitan una
po-tica, a la vez que abren paso a su desarrollo.
HORACIO V3ZQUEZ RIAL
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I . I ntroducci#n
Durante aos abrigu-el prop&sito de escribir la ver#dica
historia de A Q, pero cada vezque me dispon#a a poner manos a la
obra, me deten#a, vacilante, mostrando a las claras mitemor a no
estar a la altura del personaje. Porque siempre se ha necesitado
una pluma inmortal
para registrar las hazaas de un hombre inmortal; as#el hombre es
conocido por la posteridada trav-s del escrito, y el escrito es
conocido por la posteridad a trav-s del hombre, hasta quefinalmente
es dif#cil determinar cual de los dos depende mas del otro por lo
que hace a surenombre. Pero al final siempre volv#a a la idea de
escribir la historia de A Q, como si undemonio me indujera a
ello.
Y no obstante, cuando me decid#a escribir este relato, destinado
al pronto olvido, apenashube tomado la pluma en mis manos, me di
cuenta de las insuperables dificultades que me
aguardaban. Primero fue el problema de como titular la obra.
Confucio dice: /Si el titulo noes correcto, las palabras parecer(n
inveros#miles 0; y este axioma debe ser observadometiculosamente.
Hay muchos tipos de biograf#as: biograf#as oficiales,
autobiograf#as,leyendas, biograf#as no autorizadas, biograf#as
suplementarias, historias de familias, breves
historias... pero, desgraciadamente, ninguna de estas se aven#a
a mi prop&sito. 5/Biograf#aoficial0? Seguramente este relato no
ser( clasificado junto con los que tratan de genteeminente en una
historia autentica. 5/Autobiograf#a0? No hay duda de que yo no soy
A Q. Sila llamo /biograf#a no autorizada0, 5d&nde queda
entonces lo de /biograf#a aut-ntica0?Emplear /leyenda0 tampoco es
posible, porque A Q no era un ser legendario.
5/Biograf#asuplementaria0? No, porque ocurre que ning*n Presidente
ha ordenado jam(s a la Academiade Historia Nacional que escriba la
/biograf#a original0de A Q. Es verdad que, aunque nohaya /vidas de
jugadores0 en la aut-ntica historia de Inglaterra, el famoso Conan
Doyleescribi&Biograf#as suplementarias de jugadores*. Pero eso
se le permite a un escritor famoso;en cambio, est(prohibido a los
de mi clase. Luego esta la /historia familiar0; pero yo no s-si
pertenezco o no a la familia de A Q, ni tampoco he recibido
encargo de escribirla por parte de
sus hijos o sus nietos. Si la denominara /breve historia0, se me
podr#a objetar que de A Q noexiste /cr&nica completa0. En suma,
esta es, pues, una /biograf#a original0, pero, puesto queescribo en
estilo vulgar, empleando el lenguaje de los cocheros y buhoneros,
no me atrevo a
presumir con un t#tulo tan altisonante; de modo que me apoyo en
la frase hecha de losnovelistas menos respetables, los que no
pertenecen a los Tres Cultos ni a las Nueve Escuelas:
/Despu-s de esta digresi&n, volvamos a nuestra ver#dica
historia0, y tomo las dos *ltimaspalabras para mi t#tulo. Y si de
ello resulta una confusi&n literal con la Ver#dica Historia de
laCaligraf#alos antiguos, no conozco el remedio.
*Ese es el titulo de la versi&n china de Rodney Stone.
En segundo lugar, seg*n la acostumbrada convenci&n, la frase
inicial de una biograf#a
deber#a decir poco mas o menos: Fulano de Tal, cuyo nombre fue
tambi-n Tal y Tal, naci&ental y tal lugar0; pero no tengo
seguridad acerca del apellido de A Q. Parece ser que una veztuvo el
apellido de Chao, pero al d#a siguiente hab#a vuelto a reinar la
confusi&n al respecto.Esto ocurri& cuando el hijo del seor
Chao rindi& los ex(menes oficiales de bachillerato yresonantes
batintines anunciaron su triunfo al pueblo. A Q acababa de beberse
dos tazones de
vino amarillo y dijo, d(ndose aires, que el acontecimiento era
tambi-n para -l un gran honor,puesto que pertenec#a al mismo clan
que el seor Chao, y que sacando las cuentas exactas, suparentesco
con el bachiller se remontaba a tres generaciones. En aquel
momento, varios de
sus oyentes comenzaron a sentir cierto respeto por -l. Pero
qui-n iba a decir que al d#asiguiente se presentar#a el alcalde
ante A Q, cit(ndole a casa del seor Chao. Apenas el viejole vio, se
puso rojo de rabia y empez&a vociferar:
,6A Q, miserable p#caro! 5Dijiste que yo pertenec#a a tu mismo
clan?A Q no respondi&.
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Mientras m(s lo miraba, m(s se enfurec#a el seor Chao;
aproxim(ndosele unos pasos, ledijo:
,5C&mo te atreves a decir esas tonter#as? 5C&mo iba yo a
tener parientes como t*? 5Esque tu apellido es Chao, por
ventura?
A Q no respondi&, porque su idea era retirarse; pero el seor
Chao se precipit&sobre -l yle golpe&en la cara.
,5C&mo vas t*a llamarte Chao? 5Te crees digno del apellido
Chao?
A Q no hizo amago alguno de defender su derecho al apellido
Chao, sino que, sob(ndosela mejilla izquierda, sali&, acompaado
por el alcalde; y una vez fuera, tras un torrente dereprensiones de
parte de este *ltimo, le dio las gracias y le pag&un soborno de
doscientassapecas. Todos los que se enteraron dijeron que A Q era
demasiado extravagante al buscarse
una guantada como -sa; su apellido no era, seguramente, Chao.
Pero aunque lo hubiera sido,deb#a haberlo pensado dos veces antes
de decirlo, puesto que sab#a que en el pueblo viv#a unverdadero
seor Chao. Despu-s de aquello, no volvi&a mencionarse el linaje
a A Q, de modoque hasta hoy no s-cu(l era su apellido
verdadero.
En tercer lugar, ni siquiera s-c&mo ha de escribirse el
nombre de A Q. Durante su vida,todo el mundo lo llam& seg*n la
pronunciaci&n A Quei, pero despu-s de su muerte,
nadievolvi& a mencionar este nombre. Porque no se trataba de
uno de aquellos individuos cuyonombre /se guarda en tablillas de
bamb* y seda0. Y si se trata de preservar su nombre el
presente relato debe de ser el primer intento, por lo que tengo
que afrontar esta dificultad
desde el comienzo. Reflexion-cuidadosamente: A Quei 5ser#a la
palabra /Quei0que significacasia, o la palabra /Quei0que significa
nobleza? Si su otro nombre hubiera sido Yueting, quesignifica
/pabell&n lunar0, o si hubiera celebrado su cumpleaos en la
Fiesta Lunar, entoncesseguramente se habr#a tratado de la palabra
/Quei0que significa casia. Pero como no tuvootro nombre ,y si lo
tuvo, nadie lo supo, y como nunca envi& invitaciones en
sucumpleaos para asegurarse versos de felicitaci&n, escribir A
Quei (casia) ser#a demasiadoarbitrario. Adem(s, si hubiera tenido
un hermano mayor o menor llamado A Fu (prosperidad),se hubiera
llamado A Quei (nobleza); pero era completamente solo: el modo de
escribir A
Quei (nobleza), ser#a hacer suposiciones que no podr#an ser
corroboradas. Los dem(s signosdel sonido Quei sirven a*n menos. Una
vez present-el problema al hijo del seor Chao, el
bachiller; pero ni -l, que era tan sabio, pudo resolverlo. Sin
embargo, seg*n -l, como ChenDusiu hab#a publicado la revista Nueva
Juventud, que abogaba por el empleo del alfabetolatino, la cultura
nacional se iba al diablo y por tanto este problema no pod #a ser
investigado.Por *ltimo, ped# a alguien de mi tierra que fuera a
revisar los documentos legales queregistran el proceso de A Q, pero
al cabo de ocho meses me envi&una carta diciendo que noexist#a
ning*n nombre cuyo sonido se aproximara al de A Quei en esos
documentos. Aunqueyo no estaba seguro de que eso fuera cierto, ni
de que mi amigo se hubiera preocupado
siquiera de ello, despu-s de tal fracaso, no me quedaba otro
camino que proseguir con lo queten#a. Como temo que el nuevo
sistema fon-tico no se haya popularizado, no me queda otrorecurso
que emplear el alfabeto occidental, escribiendo el nombre de
acuerdo con la ortograf#acorriente inglesa y abrevi(ndolo A Q. Ello
me lleva a seguir ciegamente a la revista Nueva
Juventudy me siento absolutamente avergonzado de m#mismo, pero,
puesto que el bachillerno pudo resolver mi problema, 5qu-otra cosa
puedo hacer yo?
En cuarto lugar, est( el problema del lugar de nacimiento de A
Q. Suponiendo que suapellido fuese Chao, de acuerdo con la vieja
costumbre de clasificar a la gente por su distrito
de origen, uno debe remitirse al libro Apellidos Diversos, donde
encontrar(: /natural deTianshui, al oeste de la provincia de
Gansu0; pero, desgraciadamente, este apellido no esseguro y, por
tanto, el lugar de su nacimiento sigue siendo tambi-n impreciso.
Aunque vivi&la mayor parte de su vida en Weichuang, muchas
veces estuvo en otros sitios, de modo queser#a err&neo llamarlo
natural de Weichuang; llamarlo as# seria romper con los
c(noneshist&ricos.
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Lo que me consuela un poco es el hecho de que el signo A sea
absolutamente correcto.
Decididamente, no es el resultado de una falsa analog#a y puede
soportar la prueba de lasabidur#a cr#tica. En cuanto a los otros
problemas, no son tales que personas poco instruidascomo yo puedan
resolverlos, y s&lo me resta esperar que los disc#pulos del Sr.
Hu Shi, quemuestran una tan notable /man#a por la historia y las
antig1edades0, puedan, quiz(s, en elfuturo, echar luz sobre ellos;
temo, sin embargo, que, para entonces, mi Ver#dica Historia de
A Qhaya ca#do en el olvido.Lo dicho puede ser considerado como
una introducci&n.
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I I . Breve recuento de las victorias de A Q
No s&lo son inciertos el apellido de A Q, su nombre y su
lugar de origen; a*n mayor es laoscuridad que reina en relaci&n
con sus antecedentes. Ello es debido a que la gente deWeichuang
s&lo empleaba sus servicios personales, o le tomaba como
hazmerre#r, sin prestarla menor atenci&n a sus antecedentes. El
propio A Q jam(s dijo nada sobre el particular; s&locuando
discut#a con alguien dec#a a veces, lanzando una mirada
furiosa:
,Nuestra situaci&n era mucho mejor que la tuya. 5Qu-te
crees?
A Q no ten#a familia y viv#a en el Templo de los Dioses
Tutelares de Weichuang.Tampoco ten#a empleo fijo; hac#a trabajos
ocasionales para otros: si hab#a trigo que segar, lofiaba; si era
necesario moler arroz, ah#estaba A Q para hacerlo; si se precisaba
un botero, -lremaba. Si el trabajo duraba un tiempo considerable,
viv#a en casa de su patr&n, pero semarchaba en cuanto terminaba
su tarea. Siempre que hab#a alg*n trabajo por hacer, la gente
pensaba en A Q, pero recordaba sus servicios y no sus
antecedentes, y cuando el trabajo
estaba terminado, hasta el propio A Q ca#a en el olvido; y nada
digamos de sus antecedentes.Solamente una vez un anciano le
elogi&diciendo: /6Qu-buen trabajador es A Q!0En aquel
momento A Q, con el torso desnudo, indiferente y flaco, estaba
de pie ante -l y los dem(s nosab#an si la observaci&n hab#a
sido hecha en serio o como burla; pero A Q qued&transido
dealegr#a.
A Q, por su parte, ten#a muy buena opini&n de s# mismo;
consideraba a todos loshabitantes de Weichuang inferiores a -l,
incluso a los dos /j&venes letrados0, a quienesestimaba
indignos de una sonrisa. Los letrados j&venes pod#an llegar a
ser bachilleres. Elseor Chao y el seor Chian eran tenidos en alta
estima por los aldeanos, precisamente porque,aparte de ser ricos,
eran tambi-n padres de j&venes letrados, y tan s&lo A Q no
mostraba signode especial deferencia hacia ellos, pensando para s#:
/Mis hijos pueden llegar mucho m(salto0.
Adem(s, cuando A Q hubo ido a la ciudad unas cuantas veces,
naturalmente, se volvi&mucho m(s vanidoso y empez& a
despreciar a los habitantes de la urbe. Por ejemplo, loshabitantes
de Weichuang llamaban /banco largo0a una tabla de tres pies por
tres pulgadas, y-l tambi-n la llamaba /banco largo0, pero la gente
de la ciudad dec#a /banco luengo0; -l
pensaba: /Est(n equivocados. 6Qu-rid#culo!0Y como, cuando fre#an
pescados cabezones enaceite, los aldeanos de Weichuang los
condimentaban con pedazos de chalote de un
cent#metro de largo, en tanto que la gente de la ciudad pon#a el
chalote picado muy fino, -l sedec#a: /Tambi-n en esto se equivocan.
6Qu-rid#culo06Pero los aldeanos de Weichuang eranrealmente unos
r*sticos ignorantes que jam(s hab#an conocido el pescado frito de
la ciudad!
A Q, que /hab#a tenido mucho mejor situaci&n0, que era
hombre de mundo y un /buentrabajador0, hubiera estado al borde de
ser un /hombre perfecto0, de no mediar unos cuantos
fallos f#sicos. El m(s molesto de todos lo constitu#an unas
cicatrices circulares de sarna quehab#an aparecido en fecha
indeterminada en su cuero cabelludo. Aunque estaban en su
propiacabeza, A Q parec#a no considerarlas del todo honorables,
porque evitaba usar la palabra/sarna0u otras de pronunciaci&n
semejante, y lleg&a perfeccionar este criterio, desterrandolas
palabras /brillo0y /luz0; y aun las palabras /l(mpara0y
/vela0fueron consideradas tab*
por -l. Cuando la prohibici&n no era respetada,
intencionalmente o no, A Q sufr#a un ataquede rabia y las
cicatrices de la cabeza se le pon#an rojas. Echaba una mirada al
ofensor y, si -steera corto de ingenio, empezaba a insultarlo; si
era m(s d-bil que -l, lo golpeaba. Y sinembargo, cosa curiosa, casi
siempre era A Q quien cosechaba la peor parte en estos
encuentros, hasta que se vio obligado a adoptar una nueva
t(ctica de acuerdo con la cual secontentaba con mirar furiosamente
a su rival.
Pero sucedi& que cuando A Q dio en emplear esta mirada
furiosa, los holgazanes deWeichuang se dedicaron a hacer a*n m(s
bromas a sus expensas. Apenas le ve#an, fing#ansobresaltarse y
dec#an:
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,6Bah! Hay mucha m(s luz.
A Q se indignaba, como era de rigor, y miraba furiosamente.
,6Pareciera haber una l(mpara de petr&leo! ,continuaban, sin
intimidarse en lo m(sm#nimo.
A Q no pod#a hacer nada, pero rebuscaba en su cerebro una
respuesta con que vengarse:,Ni siquiera mereces..., En ese momento,
hasta las cicatrices de sarna de su cuerocabelludo daban la
impresi&n de ser algo noble, honorable, y no vulgares
cicatrices de sarna.Sin embargo, como dijimos m(s arriba A Q era
hombre de mundo y se daba cuenta de quehab#a estado a punto de
violar el tab*, de modo que se absten#a de decir nada m(s.
Pero los holgazanes no quedaban satisfechos y continuaban
molest(ndole; finalmente,llegaban a golpes. S&lo cuando A Q
estaba derrotado a todas luces, cuando le hab#an tirado dela coleta
de color amarillento y le hab#an golpeado la cabeza contra la
muralla cuatro o cincoveces, se iban los holgazanes, satisfechos de
su victoria. A Q se quedaba all#un momento,dici-ndose a s#mismo:
/Es como si me hubiera pegado mi propio hijo. 6A lo que ha
llegadomundo!0. Despu-s de lo cual tambi-n se iba, satisfecho de
haber obtenido la victoria.
A Q sol#a contar a los dem(s todo lo que pensaba, de manera que
quienes se burlaban de
-l conoc#an estas victorias psicol&gicas y entonces, el que
le tiraba de la coleta o se la retorc #a,le dec#a:
,A Q, -sta no es la paliza de un hijo a su padre, sino la de un
hombre a una bestia. Di:6un hombre golpea a una bestia!
Y entonces A Q, sujet(ndose la base de su trenza con ambas manos
con la cabeza ladeada,dec#a:
,Peg(ndole a un animal... 5Qu-te parece? Yo soy un animal. 5No
me dejas a*n?
No obstante ser un animal, los holgazanes no le permit#an
marcharse sino despu-s dehaberle golpeado la cabeza cinco o seis
veces contra cualquier cosa que hubiera a mano;despu-s de lo cual
se iban felices de haber obtenido la victoria y confiados en que
esta vez AQ estuviese liquidado. Pero a los diez segundos, tambi-n
A Q se iba, satisfecho de haberobtenido la victoria, pensando que
era /el primer denigrado de s#mismo0y que despu-s dequitar
/denigrador de s#mismo0, quedaba /el primero0. 5Acate el primero de
los graduadosen el examen imperial no era /el primero0? 5Qu-te
imaginas?,dec#a.
Despu-s de emplear tales astucias para quedar a la altura de sus
enemigos, A Q corr#afeliz a la taberna a beber unos cuantos tazones
de vino, a bromear con los dem(s otra vez, aamar broncas de nuevo,
obtener la victoria nuevamente, para regresar al Templo de los
Dioses
Tutelares con el alma henchida de gozo y quedarse dormido apenas
se acostaba.
Si ten#a dinero, se iba a jugar. Un grupo de individuos se
acomodaba en el suelo y A Q seinstalaba all#, con el rostro
empapado en sudor, gritando m(s fuerte que nadie:
,6Cuatrocientos al drag&n azul!,6Eh, abre aqu#! ,dec#a el de
la banca, tambi-n con la cara baada en transpiraci&n,
abriendo la caja y cantando,. Puertas Celestiales... 6Nada para
el Cuerno...! La Popularidad yel Pasaje no se detienen en ellos...
6Venga el dinero de A Q!
,Cien al Pasaje... 6Ciento cincuenta!
Al son de esta m*sica, el dinero de A Q iba pasando a los
bolsillos de los otros, cuyosrostros estaban empapados en
transpiraci&n: Finalmente, se ve#a obligado a salir de
all#abri-ndose paso a codazos y se quedaba en la retaguardia,
mirando el juego con preocupaci&n
por la suerte ajena, hasta que terminaba; entonces regresaba de
mala gana al Templo Tutelar.
Y al d#a siguiente iba a su trabajo con los ojos hinchados.
Sin embargo, la verdad del proverbio /La desgracia puede ser una
bendici&n disfrazada0qued&en evidencia cuando A Q tuvo la
desgracia de ganar una vez en el juego, para sufrir alfinal una
cruel derrota.
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Fue en la tarde del Festival de los Dioses en Weichuang. De
acuerdo con la costumbre, se
representaba una obra teatral; y cerca del escenario, tambi-n de
acuerdo con la costumbre,hab#a numerosas mesas de juego. Los
tambores y batintines del teatro resonaban a tres millasdel que
llevaba la banca. Jug&una y otra vez con -xito: sus sapecas de
cobre se transformaronen monedas de diez, sus monedas de diez en
yinyuanes, y susyinyuanesformaron montones.
En su excitaci&n gritaba:
,6Dosyinyuanesa las Puertas Celestiales!Nunca supo qui-n hab#a
comenzado la pelea, ni por qu- raz&n. El ruido de las
maldiciones, los golpes y las pisadas se mezclaban confusamente
en su cabeza y, cuando se
puso de pie, las mesas de juego hab#an desaparecido, igual que
los jugadores. Varias zonas delcuerpo le dol#an como si hubiera
sido golpeado y pateado, y algunas personas le observabancon
asombro. Sintiendo que algo iba mal, se march&al Templo Tutelar
y, cuando recuper&lacalma, se dio cuenta de que su mont&n
deyinyuaneshab#a desaparecido. Y, como la mayor#ade los tah*res del
Festival no eran de Weichuang, 5d&nde iba a buscar a los
culpables?
6Un mont&n tan blanco y refulgente de dinero! Todo hab#a
sido suyo... Pero ahora hab#adesaparecido. Considerar esto como
equivalente a ser robado por su propio hijo, no era
consuelo para -l; tomarse por un animal, tampoco le consolaba;
de modo que esta vez s #quesinti&alguna amargura de
derrota.
Pero pronto transform& su derrota en triunfo. Alzando su
mano derecha, se golpe& elrostro dos veces, hasta que
enrojeci&de dolor. Su coraz&n se sinti&m(s liviano,
porque cre#aque quien hab#a dado los golpes era -l mismo, en tanto
que el castigado era el otro yo, y notard&en tener la
sensaci&n de haberle pegado a otra persona, pese a que el
rostro todav#a ledol#a. Se acost&satisfecho de haber obtenido
la victoria.
Se durmi&enseguida.
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I I I . Noticias m%s ampl ias sobre las victor ias de A Q
Si bien A Q siempre obten#a victorias de esa clase, s&lo se
hizo famoso cuando el seorChao le favoreci&con una bofetada en
plena cara.
Una vez hubo pagado al alcalde un soborno de doscientas sapecas,
se tendi&en el suelo,enfadado. Despu-s pens&: /Qu-mundo el
de hoy, en que el hijo golpea a su padre...0
De pronto record&el prestigio del seor Chao y c&mo ahora
era nada menos que su hijo,lo cual le sentirse satisfecho; se
levant& y se fue a la tasa, cantando La joven viuda en latumba
de su esposo. En ese momento reconoci&que verdaderamente el
seor Chao pertenec#aa una clase superior a mucha gente.
Tras este incidente, aunque resulte sorprendente, todo el mundo
pareci&rendirle desusadorespeto. Probablemente A Q lo
atribuyera al hecho de ser el padre del seor Chao, pero enrealidad
no era ese el caso. Por lo general, en Weichuang, el que Fulano
s-ptimo golpeara aFulano octavo, o el que el cuarto Li golpeara al
tercer Chang, no era cosa que se tomara en
cuenta. Para que los aldeanos consideraran una paliza digna de
sus comentarios, ten#a queestar relacionada con alg*n personaje
importante como el seor Chao; pero si la clasificaci&n
era de primer orden, si el que pegaba era famoso, el que recib#a
los golpes gozaba tambi-n delos ecos de su fama. En cuanto a que la
culpa fuese de A Q, se daba por descontado. Ello era
debido a que el seor Chao no pod#a dejar de tener raz&n.
Pero si A Q no ten#a ni un adarmede raz&n, 5por qu-todo el
mundo parec#a tratarlo con tan inusitado respeto? Esto es dif#cil
deexplicar. Podemos adelantar la hip&tesis de que tal vez se
debiera al hecho de que A Q hab#adicho pertenecer a la misma
familia que el seor Chao, de modo que, aunque hubiese
sidocastigado, la gente todav#a presumiese que deb#a de haber
alguna verdad en lo que hab#adicho y entonces era m(s seguro
tratarlo con cierto respeto. O bien, el caso pod#a ser como eldel
buey del sacrificio en el templo de Confucio: es decir que, aunque
el buey estaba en la
misma categor#a que el cerdo y la oveja del sacrificio ,puesto
que todos eran animales,, yaque el sabio lo hab#a probado, los
confucianos no se atrev#an, naturalmente, a tocarlo.
Despu-s de aquello A Q vivi&varios aos de triunfal
satisfacci&n.
Una vez, en primavera, caminando, ebrio, vio
Bigotes Wang sentado, desnudo hasta la cintura, despioj(ndose al
pie de una muralla, apleno sol, y ante el espect(culo comenz&a
sentir comez&n en el cuerpo. El tal Bigotes Wangten#a costras
de sarna en el cuerpo y patillas en la cara y todo el mundo le
llamaba /SarnosoBigotes Wang0. A Q omit#a la palabra /sarnoso0,
pero sent#a el m(s profundo desprecio por-l. A Q pensaba que, si
bien las costras no eran nada excepcional, las patillas eran
realmenteextraordinarias y la gente no pod#a sino despreciar a un
tipo as#. De modo que A Q se sent&asu lado. Si hubiera sido
cualquier otro holgaz(n, A Q jam(s se hubiera atrevido a sentarse
contal despreocupaci&n; pero, 5qu- pod#a temer de Bigotes Wang?
A decir verdad, el que -ldeseara sentarse all#era un honor para
Wang.
A Q se quit&la ruinosa chaqueta forrada y la volvi&del
rev-s, pero, fuese porque acababade lavarla, o porque fue demasiado
torpe en su b*squeda, hurg&largo rato y s&lo
encontr&treso cuatro piojos. Por otra parte, vio a Bigotes Wang
pescar uno tras otro, en r(pida sucesi&n, yech(rselos a la boca
produciendo un estallido.
Al principio, A Q se sinti&desesperado; luego, resentido: el
despreciable Bigotes Wangpescaba tantos, y -l hab#a encontrado tan
pocos; 6qu-p-rdida de prestigio! Estaba ansioso porpillar uno o dos
grandes, pero no hab#a ninguno y s&lo tras considerables
dificultades pudocoger uno mediano, que se ech&con energ#a a su
gruesa boca y que mordisqueo con toda sufuerza, sin producir m(s
que un pequeo estallido, inferior en mucho a los ruidos que
Bigotes
Wang hac#a en aquel momento.Todas sus cicatrices de sarna se
pusieron escarlata. Arroj&la chaqueta al suelo,
escupi&y
dijo:
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5/21/2018 LU XUN- La Ver dica Historia de a Q [CECISA-1991]
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,6Gusano!
,Perro sarnoso, 5a qui-n insultas?,pregunt&Bigotes Wang,
mir(ndolo con desprecio.
Aunque en los *ltimos tiempos A Q gozaba de relativamente mayor
respeto y se hab#avuelto, por tanto, mucho m(s engre#do, cuando se
enfrentaba con gente acostumbrada a pelear,se sent#a t#mido; pero
en aquella ocasi&n se mostr&excepcionalmente combativo.
5C&mo seatrev#a a decir impertinencias un tipo con las mejillas
peludas?
Al que le caiga el sayo, que se lo ponga ,dijo A Q, poni-ndose
de pie, con las manos enlas caderas.
,5Te pican los huesos? ,pregunt&Bigotes Wang, levant(ndose a
su vez y poni-ndosela chaqueta.
A Q crey&que intentaba huir, de modo que dio un paso
adelante y trat&de golpearlo conel puo.
Pero antes de que su mano tocara a Bigotes Wang, -ste se la
hab#a cogido, tirando de ellacon tanta violencia que le hizo caer
tambaleando contra -l. Bigotes Wang le cogi&de la trenzay
comenz&a arrastrarlo hacia la muralla, para golpearle la cabeza
a la manera tradicional.
,/6Un caballero emplea su lengua, pero no las
manos!0,protest& A Q, ladeando lacabeza.
Al parecer Bigotes Wang no era un caballero, porque sin prestar
la menor atenci&n a loque A Q dec#a, le golpe&la cabeza
contra la muralla cinco veces seguidas y luego le propin&un
empuj&n que lo envi&trastabillando a dos metros de
distancia. Solamente entonces BigotesWang se sinti&satisfecho y
se march&.
Hasta donde era capaz de recordar, aqu-lla era la primera
humillaci&n de su vida, porque-l siempre hab#a despreciado a
Bigotes Wang a causa de sus mejillas peludas, pero nuncahab#a sido
despreciado por -ste ni mucho menos golpeado. Y ahora, en contra de
todo lo quecabr#a esperar, Bigotes Wang le hab#a pegado. Tal vez lo
que dec#an en el mercado fueseverdad: /El emperador ha abolido los
ex(menes oficiales, de modo que los letrados que loshan rendido ya
no son necesarios0. De resultas de ello, la familia Chao debe de
haber perdido
prestigio. 5Ser#a por eso que la gente la trataba con
desprecio?
All#estaba A Q, irresoluto.
A lo lejos, se ve#a venir a un hombre, que result&ser otro
de los enemigos de A Q. Erauna de las personas de las que -ste m(s
abominaba: el hijo mayor del seor Chian. Hab#a ido ala ciudad a
estudiar en un colegio extranjero y despu-s se hab#a arreglado de
alguna forma
para viajar al Jap&n. Cuando regres&a casa, medio ao
despu-s, ten#a las piernas rectas y sucoleta hab#a desaparecido. Su
madre llor&amargamente una docena de veces, su mujer
trat&de arrojarse al pozo tres veces. M(s tarde la madre dijo a
todo el mundo: /Un brib&n le cort&la trenza cuando estaba
borracho. Pudo ser funcionario, pero ahora tiene que esperar hasta
que
le vuelva a crecer0.Sin embargo, A Q no cre#a en aquella
historia e insist #a en llamarlo /Falso Demonio
Extranjero0y /traidor a sueldo extranjero0. Tan pronto como lo
vio, comenz&a insultarlo porlo bajo.
Lo que m(s despreciaba y detestaba en -l era su coleta falsa.
Cuando un hombre llegaba atener una trenza artificial casi no se le
pod#a considerar un ser humano; y el hecho de que sumujer no se
hubiera lanzado a la noria por cuarta vez demostraba que tampoco
ella era una
mujer buena.
El /Falso Demonio Extranjero0ven#a aproxim(ndose ,6Calvo!
Burro7,. Antes A Qhab#a insultado s&lo como para s#, sin
palabras audibles; pero en esta ocasi&n, debido a su mal
humor y debido tambi-n a que deseaba expresar su necesidad de
venganza, las palabras sedeslizaron de su boca, queda e
involuntariamente.
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Por desgracia el /calvo0llevaba en las manos un pulido garrote
de color amarillo que AQ llamaba /el bast&n del duelo0y se le
acerc&a grandes pasos. A Q supo de inmediato quehab#a una
paliza en perspectiva y se prepar&, contrayendo los m*sculos y
encogiendo loshombros; y, en efecto, se oy&un sonoro golpe que
pareci&aterrizar sobre su cabeza.
,6Lo dec#a por -l!,explic&A Q sealando a un nio que andaba
por ah#.
6Paf'! 6paf! 6paf!
Por lo que A Q pod#a recordar, probablemente -sta fuese la
segunda humillaci&n de suvida. Felizmente, cuando el ruido de
la paliza ces&, le pareci&que el asunto estaba liquidado
yen cierto modo se sinti&aliviado. Adem(s, su preciosa
/capacidad de olvido0, legada por susantepasados, produjo efecto.
Se fue caminando lentamente y, antes de llegar a la puerta de
la
taberna, se sinti&algo m(s feliz.
Pero en direcci&n contraria venia una pequea monja del
Convento del SerenoRecogimiento. En tiempos normales, A Q se habr#a
puesto a maldecir; 5qu-esperar entoncesdespu-s de sus
humillaciones? Inmediatamente se acord& de lo que le hab#a
sucedido y seenfureci&de nuevo.
,No sab#a a qu-deb#a mi mala suerte de hoy, pero, pens(ndolo
bien, debe de ser porqueten#a que verte a ti,se dijo.
Se acerc&a ella, escupi&ruidosamente y dijo:
,6Ufl 6Pu!
La monjita no le prest& la menor atenci&n y
sigui&caminando con la cabeza baja. A Qcontinu& junto a
ella, estir&de repente la mano, le sob& la cabeza reci-n
afeitada y, riendoest*pidamente, le dijo:
,6Pelada! Vuelve pronto, que tu bonzo te est(esperando...
,5Por qu- me pones la mano encima...? ,dijo la monja,
enrojeciendo, tratando dealejarse r(pidamente.
Los hombres que hab#a en la taberna se rieron a carcajadas. A Q,
al ver que su hazaa eraapreciada, empez&a sentirse
estimulado.
,Si el bonzo te puede tocar, 5por qu- no voy a tocarte yo?
,dijo, pellizc(ndole lamejilla.
Los de la taberna volvieron a re#r a carcajadas. A Q se
sinti&a*n m(s complacido y, conel objeto de dar
satisfacci&n a los espectadores, volvi& a pellizcarla con
fuerza antes de
permitirle marchar.
Tras ese encuentro, A Q olvid&a Bigotes Wang y al Falso
Demonio Extranjero, como sise hubiera desquitado de toda la mala
suerte de aquel d #a, y, cosa extraa, sent#ase muchomejor que
despu-s de la paliza, (gil y ligero como si fuera a flotar en el
aire.
,6Ojal( el maldito A Q muera sin descendencia! ,se oy&
sollozar a la distancia a lapequea monja.
,6Ja, ja, ja!,ri&A Q completamente satisfecho.
,6Ja, ja, ja! ,ri& la gente en la taberna, tambi-n sumamente
complacida, aunque notanto como A Q.
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I V. Tragedia de amor
Hay quien dice que hay vencedores que no encuentran ning*n
placer en la victoria si elcontrario no es tan fuerte como un tigre
o un (guila; y si sus rivales son t#midos como ovejas ogallinas,
sienten que el triunfo es vac#o. Por otra parte, hay vencedores
que, despu-s deconquistarlo todo, muerto o rendido el enemigo,
dicen la frase cl(sica: /Vuestro s*bdito,temeroso y temblando, se
presenta ante vos para que le perdon-is el crimen que merece la
pena de muerte0. Se dan cuenta de que ya no tienen enemigo, ni
rival, ni amigo, desolados yaislados. Y entonces sienten que la
victoria es algo tr(gico. Pero nuestro h-roe no era de esaclase: -l
siempre se sent#a optimista. Tal vez -sta sea la prueba de la
supremac#a moral deChina sobre el resto del mundo.
6Ved a A Q (gil y ligero como si fuera a flotar!
Pero aquella victoria no estuvo exenta de raras consecuencias.
Durante largo rato pareci&flotar y se fue como volando al
Templo de los Dioses Tutelares, donde normalmente se habr#a
puesto a roncar apenas se hubiera acostado. Sin embargo le fue
muy dif#cil cerrar los ojos esanoche, porque sent#a que algo extrao
le suced#a en el pulgar y el #ndice, que parec#an m(s
suaves y resbaladizos que de costumbre. Es imposible decir si
hab#a una sustancia suave yoleosa en la mejilla de la monja, que se
hubiese adherido a sus dedos, o si -stos se hab#an
puesto resbaladizos al frotar la piel de ella...
,6Ojal(el maldito A Q muera sin descendencia!
Las palabras resonaron en los o#dos de A Q que pens&: /Tiene
raz&n: yo deber#a tener unamujer; porque si un hombre muere sin
hijos, no tiene a nadie que haga un sacrificio con un
plato de arroz para su alma... Deber#a tener una mujer0. Se
dice: /Hay tres formas deconducta poco filial, la peor de las
cuales es no tener descendientes0y es tambi-n una gran
pesadumbre, pues /las almas sin descendientes viven
hambrientas0. De modo que supensamiento estaba en perfecto acuerdo
con las enseanzas de los santos y los sabios; pero era
una l(stima que despu-s tuviera que vagar sin rumbo, incapaz de
detenerse. /6Mujer,mujer!...0, pens&.
/El bonzo puede tocar... 6Mujer, mujer... mujer!0, volvi&a
pensar.
Nunca sabremos cu(ndo comenz&a roncar A Q aquella noche. Es
probable, sin embargo,que a partir de entonces sintiera siempre
suaves y resbaladizos los dedos y ligero el coraz&n.
/6Mujer...!0, segu#a pensando.
Por esta sola raz&n puede verse que la mujer es cosa daina
para la humanidad.
La mayor parte de los varones chinos podr#an llegar a ser santos
y sabios si no fuera porel hecho infortunado de que son arruinados
por las mujeres. La dinast#a Shang fue destruida
por Da Chi, la dinast#a Chou fue debilitada por Bao Si; en
cuanto a la dinast #a Chin... aunque
no existe evidencia hist&rica que lo pruebe, si pensamos que
cay&por causa de alguna mujer,no andaremos muy descaminados. Y
es un hecho que la muerte de Dong Chuo fue causada
por Diao Chan.
Empecemos por decir que tambi-n A Q hab#a sido un hombre de
moral estricta. Aunqueno sabemos si fue guiado por las enseanzas de
alg*n buen maestro, siempre se hab#amostrado muy escrupuloso en la
observaci&n de la /estricta separaci&n de los sexos0y era
losuficientemente recto para denunciar a herejes como la pequea
monja y Falso DemonioExtranjero. Su tesis era: /Todas las monjas
mantienen sin duda relaciones clandestinas conlos monjes. Cuando
una mujer camina sola por la calle, sin duda tiene la
pretensi&n de seducira los hombres malos. Cuando un hombre y
una mujer hablan a solas, sin duda est(n planeandouna cita0. Con el
objeto de castigar sus desviaciones de la moral, A Q los miraba con
furia ohac#a unas cuantas observaciones punzantes en voz alta; o
bien, si el sitio estaba desierto,lanzaba disimuladamente una
piedrecita.
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5/21/2018 LU XUN- La Ver dica Historia de a Q [CECISA-1991]
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6Qui-n iba a decir que, cerca de los treinta aos, que es cuando
un hombre debe /tener lospies firmemente en la tierra0, perder#a la
cabeza de aquel modo por una monjita! Aquelsentimiento de ligereza,
de acuerdo con los c(nones cl(sicos, no deber#a haber existido;
escierto que las mujeres son criaturas odiosas. Porque, de no haber
sido suave y resbaladiza la
cara de la monjita, A Q no hubiese sido hechizado por ella;
tampoco si el rostro de la monja
hubiera estado cubierto por un velo. Cinco o seis aos atr(s, en
medio del p*blico de una
representaci&n teatral al aire libre, hab#a pellizcado el
muslo a una mujer; pero como el musloestaba aislado por la tela del
pantal&n, no se sinti&despu-s presa de esa sensaci&n de
ligereza.Pero la monjita no se hab#a cubierto el rostro y -sta era
otra prueba de la malignidad deaquella hereje.
/Mujer...0, pensaba A Q.
El manten#a bajo estrecha vigilancia a aquellas mujeres que -l
cre#a que /ciertamentedeseaban seducir a los hombres malos0, pero
ellas no le sonre#an. Escuchaba con todaatenci&n a las mujeres
que conversaban con -l, pero ninguna dec#a una palabra que
pudierallevar a un trato. 6Ah!, aqu-l era otro ejemplo de la
malignidad femenina: todas asum#an unaire de /falsa
honestidad0.
Un d#a en que A Q estaba descascarando arroz en la casa del seor
Chao, se sent&en lacocina a fumar una pipa despu-s de cenar. De
haberse tratado de cualquier otra casa, sehubiera vuelto
inmediatamente despu-s de la cena, pero en la de la familia Chao
seacostumbraba a cenar temprano. Aunque era regla no encender la
l(mpara, sino irsedirectamente a la cama despu-s de cenar, hab#a
excepciones: primero, antes de que el hijo delseor Chao rindiera
los ex(menes de bachillerato, se le permit#a encender la l(mpara
paraestudiar sus textos; segundo, si A Q ven#a a hacer trabajos
ocasionales, se le permit#aencender una l(mpara cuando ten#a que
descascarar arroz. A causa de esta *ltima excepci&n ala regla,
A Q estaba todav#a sentado en la cocina, fumando, antes de
continuar la molienda.
Ama Wu, la *nica sirvienta de la casa de Chao, despu-s de lavar
los platos, se sent&tambi-n en el largo banco y se puso a
charlar con A Q.
,La seora no come desde hace dos d#as, porque el seor quiere
comprar unaconcubina... /Mujer... Ama Wu... esta viudita...0,
pens&A Q. ,Y la joven nuera va a tenerun hijo en agosto...
/Mujer...0, pens&A Q.
Dej&la pipa y se levant&.
,La joven nuera...,continu&Ama Wu locuaz.
,6Acu-state conmigo, acu-state conmigo!,A Q se
precipit&hacia ella y se arrodill&.
Hubo un momento de absoluto silencio.
,6Ay, ya! ,Ama Wu, turbada por un instante, de pronto se
ech& a temblar, sali&
corriendo y empez&a gritar. Los gritos se convirtieron en
llanto.A Q, arrodillado ante la pared, estaba tambi-n perplejo, de
modo que se aferr&al banco
vac#o con ambas manos y se puso de pie despacio, vagamente
consciente de que algo andabamal. En realidad por entonces se
encontraba ya en deplorable estado nervioso. Con toda
premura meti&su pipa en el cintur&n y concluy&que
deb#a volver a descascarar arroz. 6Bang!,su cabeza reson& con
un golpe tremendo y, al volverse r(pidamente, vio ante s# al
bachillerque bland#a un gran garrote de bamb*.
,6C&mo te atreves... T*!...
El gran garrote de bamb* descendi& otra vez sobre -l. A Q
levant& ambos brazos paraproteger su cabeza y el garrotazo le
dio en los nudillos, caus(ndole bastante dolor. Mientras
escapaba por la puerta de la cocina, le pareci&que tambi-n
su espalda recib#a un golpe.,6Huevo de tortuga!,dijo el bachiller,
insult(ndolo en idioma mandar#n, a sus espaldas.
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A Q huy&hacia el patio donde se hallaba el mortero; all#se
qued&solo, sintiendo a*n eldolor en los nudillos y recordando
todav#a lo de /huevo de tortuga0, porque esta expresi&n
jam(s era empleada por los aldeanos de Weichuang, sino solamente
por los ricos que hab#anvisto algo del mundo oficial. De modo que
estaba especialmente asustado y tremendamente
impresionado. Sin embargo, la obsesi&n de /Mujer...0 se
hab#a disipado. Despu-s de losinsultos y los palos, algo parec#a
haberse extinguido, y a*n se sent#a muy ligero de coraz&n
cuando fue a reiniciar su tarea. Despu-s de descascarar arroz un
rato, comenz&a sentir calor yse detuvo para quitarse la
chaqueta.
Estaba haciendo esto cuando oy&un tumulto afuera y, como a A
Q le gustaba presenciarun tumulto, sali&a averiguar la causa
del ruido. Este lo llev&directamente al patio interior dela
casa del seor Chao. Aunque ya estaba oscuro pudo distinguir a
varias personas; toda lafamilia Chao estaba all#, incluso la seora
que hac#a dos d#as que no com#a. Estaban, adem(s,la vecina S-ptima
Cuada Zou y los verdaderos parientes Chao Bai-yan y Chao
Si-chen.
La joven nuera conduc#a a Ama Wu fuera el recinto de los
sirvientes y le dec#a:
,Ven fuera... No te quedes ah#encerrada, pensando en eso...
,Todos saben que eres una buena mujer ,dijo la S-ptima Cuada
Zou,, no debes
pensar en suicidarte.Ama Wu s&lo atinaba a reiterar sus
lamentos, sin que fuera posible entender por completo
lo que dec#a.
,6Je! esto est(interesante,pens&A Q,. 5Qu-estar(tramando la
viudita?
Con el deseo de informarse, se dirigi&a Chao Si-chen, pero
de pronto vio al hijo del seorChao que ven#a hacia -l con el
maldito palo de bamb*en la mano. A la vista del palo
record&s*bitamente que hab#a sido golpeado con -l y vio que,
seg*n todas las apariencias, su personaestaba relacionada con la
excitaci&n reinante. Dio media vuelta y ech& a correr, con
laesperanza de escapar hacia el patio, pero sin prever que el gran
garrote de bamb* pod#acortarle la retirada; por lo tanto,
volvi&a girar y corri&en direcci&n opuesta, escapando
sin
mayores consecuencias por la puerta trasera. Y en muy corto
tiempo estuvo de regreso en elTemplo de los Dioses Tutelares.
Tras permanecer un rato sentado, su piel comenz& a ponerse
como la de las gallinas ysinti&fr#o, porque aunque era
primavera, las noches estaban todav#a bastante frescas y no
eranapropiadas para espaldas desnudas. Entonces record&que
hab#a dejado su chaqueta en casa dela familia Chao, pero tem#a que,
si regresaba a buscarla, le hicieran probar otra dosis del gran
palo de bamb*del bachiller.
Entonces entr&el alcalde.
,6A Q, hijo de perra!,dijo. As#es que llegas a injuriar hasta a
la sirvienta de la familiaChao. T* eres simplemente un rebelde. Me
has echado a perder el descanso de esta noche.
6Hijo de perra!...Luego le cay& un torrente de lecciones y
naturalmente A Q nada tuvo que decir.
Finalmente, pues ya era tarde, A Q tuvo que doblar el soborno y
dar al alcalde cuatrocientas
sapecas; pero como en aquel momento no ten#a dinero contante,
dio su sombrero de fieltrocomo garant#a y suscribi&los
siguientes cinco puntos:
1. A la maana siguiente deb#a llevar un par de velas de color
rojo, de una libra, y unatado de varillas de incienso a la familia
Chao, para pedir perd&n por su falta.
2. A Q deb#a pagar a los monjes tao#stas que la familia Chao
hab#a llamado para exorcizara los esp#ritus infernales
ahorcados.
3. A Q no deb#a jam(s volver a poner los pies en el umbral de la
casa de Chao.
4. Si cualquier desgracia le ocurr#a a Ama Wu en el futuro, A Q
ser#a consideradoresponsable.
5. A Q no deb#a ir a reclamar ni su salario ni su chaqueta.
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Desde luego, A Q se mostr& de acuerdo en todo, s&lo que
desgraciadamente no ten#adinero en ese momento. Por fortuna, ya
hab#a llegado la primavera, de manera que bien pod#a
pas(rselas sin la manta guateada; de modo que la empe&por
dos mil sapecas para ajustarse alas estipulaciones del convenio.
Despu-s de arrodillarse y tocar el suelo con la frente, desnudoel
busto, a*n le quedaban algunas sapecas y, en lugar de ir a
recuperar su sombrero de manosdel alcalde, las gast&todas en
vino.
Pero la familia Chao no quem& incienso ni encendi& las
velas, porque todo ello pod#ausarse cuando la seora rindiera
adoraci&n a Buda; de modo que los apartaron con ese
prop&sito. La chaqueta fue casi enteramente convertida en
paales para el beb-que tuvo lajoven nuera en agosto, en tanto los
jirones restantes los empleaba Ama Wu como suela para
sus zapatos.
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V. El problema de la subsistencia
Una vez A Q hubo terminado aquella ceremonia, regres&como
siempre al Templo de losDioses Tutelares. El sol se hab#a ocultado
y A Q fue cayendo en pensar que algo raro ocurr#aen el mundo.
Reflexion&meticulosamente y lleg&a la conclusi&n de que
probablemente ellofuese as#porque ten#a la espalda desnuda.
Record&que ten#a a*n la vieja chaqueta forrada, sela puso y se
acost&, y cuando abri&los ojos el sol brillaba de nuevo en
lo alto de la murallaoccidental. Se incorpor&murmurando:,Hijo
de perra...
Se levant& y fue a vagar por las calles como de costumbre y
de nuevo le vino elpensamiento de que algo raro ocurr#a en el
mundo, aunque algo diferente del fr#o que le her#ael pellejo, ya
que iba con la espalda desnuda. Al parecer, desde aquel d #a todas
las mujeres deWeichuang se avergonzaban ante -l, al punto que,
cuando ve#an a A Q, todas se refugiabandentro de las casas. Y hasta
la propia S-ptima Cuada Zou, que ten#a casi cincuenta aos,
seretiraba precipitadamente con las dem(s, llamando a su hija de
once aos. Esto le pareci&sumamente extrao a A Q y pens&:
/Estas criaturas se han puesto t#midas como seoritas.6Putas!0
Varios d#as despu-s, sin embargo, volvi& a sentir, a*n con
mayor fuerza, que el mundofuncionaba de un modo raro. En primer
lugar, le negaron el cr-dito en la taberna; en segundolugar, el
viejo encargado del Templo de los Dioses Tutelares hizo algunas
observaciones
impertinentes como para significar que A Q deb#a irse; en tercer
lugar, aunque no pod#arecordar el n*mero exacto de d#as,
transcurrieron muchos sin que nadie viniera a contratarlo
para trabajo alguno. Sin el cr-dito de la taberna pod#a pasarse;
si el viejo segu#a urgi-ndole aque se marchara, pod#a hacer caso
omiso de su verbosidad; pero como nadie vino a darletrabajo, tuvo
que pasar hambre. Y esto s#que era una situaci&n de /hijo de
perra0.
Cuando A Q no pudo aguantar m(s, se fue a casa de sus antiguos
patrones para averiguarqu-pasaba ,s&lo le estaba prohibido
cruzar el umbral de la casa del seor Chao,, pero seencontr& con
algo muy extrao: s&lo apareci& un hombre de p-simo humor
que agitaba el
puo como tratando de alejar a un mendigo, diciendo:
,6No hay nada, nada! 6Vete!
Aquello le resultaba a A Q cada vez m(s raro. Pens&: /Esta
gente nunca pudoarregl(rselas sin ayuda y no puede ser que ahora,
de repente, no haya nada que hacer. Debe dehaber gato encerrado en
alguna parte0. Pero despu-s de cuidadosas averiguaciones
descubri&que los trabajos ocasionales se los daban a Pequeo
Don. Este pequeo D era un mozo pobre,flaco y d-bil, a*n inferior a
Bigotes Wang ante los ojos de A Q. 5Qui-n iba a pensar, pues,que
aquel tipo miserable pod#a robarle sus medios de subsistencia? De
modo que laindignaci&n de A Q fue a*n mayor que en ocasiones
ordinarias y, mientras caminaba echandochispas, alz& de repente
el brazo y comenz& a cantar un verso de &pera popular:
,Te
aplastar-con mi maza de acero...D#as m(s tarde se encontr&
con el propio Pequeo D ante el muro frente a la casa del
seor Chian. /Cuando dos enemigos se encuentran, sus ojos arrojan
fuego.0 A Q se fuederecho hacia -l y Pequeo D
permaneci&inm&vil.
,6Maldita bestia!,dijo A Q, fulmin(ndolo con la mirada y echando
espuma por la boca.
,Soy un animal; 5basta con eso?... ,respondi&Pequeo D.
Esta modestia enfureci&a A Q m(s que nada, pero como no
ten#a una maza de acero ensus manos, todo lo que hizo fue echarse
encima del Pequeo D y estirar el brazo para cogerlela coleta.
Pequeo D trataba de proteger su trenza con una mano y de coger con
la otra lacoleta de A Q, por lo cual A Q tambi-n empleaba una mano
para proteger su propia trenza. Enel pasado, A Q jam(s hab#a
considerado a Pequeo D digno de ser tomado en serio, perocomo
*ltimamente hab#a pasado hambre, estaba tan flaco y d-bil como su
enemigo, de modoque parec#an dos antagonistas absolutamente
equilibrados. Cuatro manos agarraban dos
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cabezas; ambos luchadores, doblados por la cintura, arrojaron
una sombra azul en forma de
arco iris sobre la blanca muralla de la familia Chian durante
cerca de media hora.
,6Basta! 6Basta! ,exclamaban los espectadores, probablemente
tratando de imponer lapaz.
,6Bien, bien!,dec#an otros. Pero no est(claro si era para
imponer la paz, para aplaudira los combatientes o para incitarlos a
nuevos ataques.
Pero los dos rivales hac#an o#dos sordos a todo. Si A Q avanzaba
tres pasos, Pequeo Dretroced#a tres pasos y all# se quedaban
quietos. Si Pequeo D avanzaba tres pasos, A Qretroced#a tres pasos
y all#volv#an a quedarse quietos. Al cabo de casi media hora
Weichuang
pose#a muy pocos relojes que dieran la hora, de modo que es
dif#cil calcularlo con exactitud;tal vez fuesen veinte minutos,
cuando el sudor les corr#a por las mejillas y la cabeza leshumeaba,
A Q dej& caer las manos y, en el mismo instante, cayeron
tambi-n las manos dePequeo D. Se incorporaron simult(neamente y
retrocedieron simult(neamente, abri-ndose
paso entre la multitud.
,6Acu-rdate, hijo de perra!... ,dijo A Q volviendo la
cabeza.
,6T*, hijo de perra, acu-rdate!...,respondi&Pequeo D,
volviendo tambi-n la cabeza.
Aparentemente, la /batalla del drag&n y el tigre0 no hab#a
terminado en victoria ni enderrota y no se sabe si los espectadores
estaban satisfechos o no, porque ninguno de ellos
expres&su opini&n. Pero ni siquiera as#vino nadie a
buscar a A Q para darle trabajo.
Un d#a tibio en que una suave brisa parec#a anunciar el verano,
A Q sinti&fr#o; eso pod#asoportarlo, pero su mayor molestia era
el est&mago vac#o. Su manta guateada, su sombrero defieltro y
su chaqueta hab#an desaparecido hac#a mucho tiempo y al final hab#a
tenido quevender su chaqueta guateada. No le quedaba nada m(s que
los pantalones, sin los cuales no
pod#a quedarse de ning*n modo. Ten#a una chaqueta forrada
destrozada, es verdad, pero comono fuera para hacer suela de
zapatos no val#a un comino. Hac#a tiempo que esperaba recogeralg*n
dinero, pero hasta el momento no hab#a tenido -xito; tambi-n hab#a
tenido esperanza de
encontrar un poco de dinero en su destartalada habitaci&n y
hab#a buscado, inquieto, por todoslos rincones, pero la
habitaci&n estaba absoluta y enteramente vac#a. Por lo tanto se
decidi&asalir en busca de alimento.
Iba por el camino /en busca de alimento0, cuando divis&la
taberna familiar y el familiarpan cocido al vapor, pero pas&de
largo, no s&lo sin detenerse ni un segundo, sino aun sinsentir
el m(s m#nimo deseo. No era aquello lo que buscaba, aunque -l mismo
no sab#a qu-eralo que buscaba.
Weichuang no era un lugar grande y pronto lo dej& atr(s. La
mayor parte de la regi&n,fuera de la aldea, consist#a en
plantaciones de arroz anegado, verdes hasta donde la vista
pod#aalcanzar, aqu#y all(manchas de objetos redondos, negros y
m&viles, que eran los hombres
que cultivaban los campos. Pero A Q no ten#a ojos para los
placeres de la vida campesina ysimplemente continuaba su camino
porque sab#a por instinto que aquello estaba muy lejos desu senda
/en busca del alimento0. En un momento dado se encontr& ante
las murallas delConvento del Sereno Recogimiento.
El convento tambi-n estaba rodeado de campos de arroz; sus
blancas murallas destacabann#tidamente contra el verde tierno y,
dentro de la baja muralla trasera, de barro, estaba elhuerto. A Q
vacil&un momento, mirando a su alrededor. Como no hab#a nadie a
la vista, salt&sobre la baja muralla, cogi-ndose a una mata de
pol#gala. El barro se deshizo con ruido dedeslizamiento y las
piernas de A Q temblaron de miedo; pero logr& asirse a una
morera ydesde all# dio un salto al interior. Hab#a una
profusi&n de plantas, pero ni rastros de vinoamarillo o pan o
comestibles. Junto a la muralla occidental hab#a un macizo de bamb*
y
muchos brotes, pero desgraciadamente -stos no estaban cocinados.
Tambi-n hab#a plantas decolza, pero ya hab#an dado semilla. La
mostaza estaba a punto de florecer y la col estaba muydura.
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5/21/2018 LU XUN- La Ver dica Historia de a Q [CECISA-1991]
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A Q se sinti& tan desilusionado como un escolar fracasado en
los ex(menes e ibacaminando lentamente hacia la puerta del jard#n
cuando de s*bito dio un salto de alegr#a,
porque all#, delante de sus ojos, 5qu-hab#a sino un plant#o de
r(banos? Se puso en cuclillas ycomenz& a arrancarlos, cuando de
pronto una cabeza redonda asom& por la puerta
ydesapareci&al instante; se trataba nada menos que de la
monjita. A Q siempre hab #a sentido elm(s ol#mpico desprecio por
seres como las monjitas, pero las cosas del mundo exigen /un
paso atr(s para la reflexi&n0, de modo que r(pidamente
arranc&cuatro r(banos, les quit& lashojas y los meti&en
los bolsillos de su chaqueta. Pero en ese momento hab#a aparecido
ya unamonja vieja.
,6Que Buda nos proteja, A Q! 5Qu- es lo que te impuls& a
entrar en nuestro jard#n yrobarnos nuestros r(banos?... 6Oh, Dios
m#o, qu-pecado! 6Oh, Dios m#o, Buda nos proteja!
,5Cu(ndo entr-a tu jard#n a robar r(banos?,contest&A Q,
mir(ndola y emprendiendola retirada.
,6Ahora!... 5Y -sos?,dijo la monja vieja, sealando los que
abultaban en la chaqueta.
,5Son tuyos? 5Puedes hacer que contesten a tu llamada?
T*...
Sin terminar la frase, A Q ech& a correr a toda velocidad,
seguido por un perro negro,prodigiosamente gordo. Aquel perro
estaba en la puerta principal y es un misterio c&mo
hab#allegado al huerto trasero. El perro corr#a gruendo y estaba a
punto de morder la pierna de AQ, cuando, muy oportunamente,
cay&un r(bano de los que -ste llevaba y el perro, cogido
porsorpresa, se detuvo durante un segundo. A Q salt&la muralla
de barro y cay&, con r(banos ytodo, fuera del convento.
Dej&al perro negro ladrando todav#a y a la anciana monja
rezandosus oraciones.
Temiendo que la monja dejara salir al perro, A Q junt& sus
r(banos y ech& a correr,recogiendo de paso unas cuantas
piedrezuelas; pero el perro negro no volvi&a aparecer. A
Qtir&las piedras y sigui&su camino, mascando y
pensando:
,No hay nada que hacer aqu#; mejor me voy a la ciudad...Cuando
se hubo comido el tercer r(bano, ten#a decidido marcharse a la
ciudad.
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5/21/2018 LU XUN- La Ver dica Historia de a Q [CECISA-1991]
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VI . De la rehabil i taci#n a la decadencia
Weichuang no volvi&a ver a A Q hasta despu-s de la Fiesta
Lunar de ese ao. Todos sesorprendieron al saber la noticia de su
regreso y haciendo memoria se preguntaron d&ndehabr#a pasado
aquellos d#as. Las pocas veces que habr#a ido a la ciudad, A Q
siempre lo hab#aanunciado con anticipaci&n y gran entusiasmo;
pero como esta vez no lo hab#a hecho, nadie sedio cuenta de su
viaje. Tal vez se lo hubiera dicho al viejo que cuidaba el Templo
de losDioses Tutelares, pero, seg*n la costumbre de Weichuang,
s&lo se consideraba importante elviaje a la ciudad del seor
Chao, del seor Chian o del bachiller. Ni siquiera se comentaba
elviaje de Falso Demonio Extranjero; mucho menos el de A Q. Esto
puede explicar por qu -elviejo no hab#a hecho circular la noticia,
de lo que result&que la sociedad de Weichuang notuvo medios de
saberlo.
Pero el regreso de A Q fue aquella vez muy diferente de las
anteriores y, en realidad,
digno de causar verdadero asombro. Estaba obscureciendo cuando
apareci&, pestaeando,sooliento, ante la puerta de la taberna.
Camin& hasta el mostrador, sac& un puado demonedas de plata
y cobre de su cinto y las desparram&diciendo:
,Al contado; 6trae vino!Llevaba una chaqueta nueva forrada y,
evidentemente, una alforja pend#a de su cinto,
puesto que el peso curvaba el cintur&n en un (ngulo agudo.
Seg*n la costumbre deWeichuang, cuando parec#a haber algo
desacostumbrado en alguien, m(s val#a tratarlo conrespeto que con
desprecio; y ahora, aunque sab#an muy bien que se trataba de A Q,
-ste
parec#a diferente del A Q de la chaqueta rota. Los antiguos
dicen: /Se encontrar(un nuevomotivo de admiraci&n en el hombre
a quien no se ve desde hace tres d#as0; de modo que elmozo, el
tabernero, los parroquianos y los transe*ntes, todos expresaron una
natural sorpresacon mezcla de respeto. El tabernero fue el primero
en saludar con la cabeza y decir:
,Hola, A Q, 5de modo que has vuelto?,Si., he vuelto.
,6Has ganado dinero!... 5D&nde?,Estuve en la ciudad.Al d#a
siguiente la noticia se hab#a difundido en Weichuang. Todo el mundo
quer#a
conocer la historia de la rehabilitaci&n de A Q, el hombre
del dinero contante y de la nuevachaqueta forrada. En la taberna,
en la casa de t-, bajo el portal del templo, los aldeanos sefueron
enterando poco a poco de la noticia. Result& que comenzaron a
mostrar nuevadeferencia por A Q.
Seg*n contaba A Q, hab#a estado sirviendo en casa de un
licenciado del examenprovincial. Todos los que o#an esa parte de la
historia se quedaban boquiabiertos. Estelicenciado del examen
provincial se llamaba Bai, pero como era el *nico licenciado en
toda laciudad, no era necesario usar su apellido; y cuando se
hablaba del licenciado del examen
provincial, todos sab#an que se trataba de -l. Esto ocurr#a no
s&lo en Weichuang, sino en todaspartes en cincuenta
kil&metros a la redonda, y as#casi todo el mundo cre#a que su
nombre eraSeor Licenciado del Examen Provincial. Haber trabajado en
una casa como la de esteciudadano, naturalmente, infund#a respeto;
pero seg*n posteriores declaraciones de A Q, -steno hab#a querido
seguir trabajando all# porque este licenciado de examen provincial
era enrealidad un /hijo de perra0superlativo. Todos los que o#an
esa parte de la historia suspiraban,
pero al mismo tiempo se sent#an contentos porque demostraba que
A Q realmente no era aptopara trabajar en la casa del licenciado
del examen provincial; pero no trabajar all# era unal(stima.
De acuerdo con A Q, su regreso se deb#a tambi-n a que no estaba
contento con la gente dela ciudad, porque a un banco largo lo
llamaban banco luengo y usaban chalote picado para el
pescado frito; agr-guese a esto el defecto, que -l hab#a
descubierto recientemente, de que lasmujeres no se meneaban de
manera satisfactoria al caminar. Sin embargo la ciudad ten#atambi-n
algunas buenas cosas que -l admiraba francamente: por ejemplo, en
tanto que los
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5/21/2018 LU XUN- La Ver dica Historia de a Q [CECISA-1991]
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aldeanos de Weichuang jugaban con 32 palos y s&lo Falso
Demonio Extranjero era capaz dejugar al mayong, en la ciudad, hasta
los pilluelos de la calle eran campeones en el juego. Si
Falso Demonio Extranjero ca#a en manos de estos j&venes
bribones, se convertir#ainmediatamente en un /pequeo demonio
delante del rey de los infiernos0. Esta parte de lahistoria hac#a
enrojecer a todos.
,5Han visto ustedes una decapitaci&n? ,preguntaba A Q,. 6Ah,
es un hermoso
espect(culo!... 6Cuando ejecutan a los revolucionarios!... 6Ah,
es un hermoso, hermosoespect(culo!...
Sacudi&la cabeza y lanz&un salivazo sobre la cara de
Chao Si-chen, que estaba al frente.Esta parte de la historia hac#a
temblar a todos. Pero A Q, mirando alrededor, s*bitamente
alz&la mano derecha y la dej&caer sobre el cuello de
Bigotes Wang, quien con la cabeza haciaadelante, escuchaba en
-xtasis y grit&:
,6Mata!
Bigotes Wang dio un respingo, sorprendido, al tiempo que
retiraba su cabeza tan r(pidocomo el rayo o la chispa del pedernal,
mientras el auditorio se estremec #a de agradableaprensi&n.
Despu-s de esto Bigotes Wang anduvo estupefacto durante varios d#as
y no se
atrevi&a acercarse a A Q; y lo mismo les pasaba a los
dem(s.Aunque no podemos decir que la situaci&n de A Q fuera
entonces superior a la del seor
Chao ante los habitantes de Weichuang, podemos sin embargo
admitir que era casi la misma,
sin temor a equivocaci&n.
La fama de A Q no tard& en alcanzar tambi-n a los c#rculos
femeninos de Weichuang,aunque las dos *nicas familias de ciertas
pretensiones eran las de Chian y Chao, y los nueved-cimos del resto
eran pobres; sin embargo las habitantes femeninas eran las
habitantesfemeninas y la propagaci&n de la fama de A Q en ellas
fue cosa de milagro. Cuando lasmujeres se encontraban se dec#an:,La
S-ptima Cuada Zou compr&una falda de seda azul aA Q, y si bien
era usada, s&lo le cost&noventa centavos; y la madre de
Chao Bai-yan (esto
debe ser verificado porque algunos dicen que se trataba de la
madre de Chao Si-chen) tambi-ncompr& un traje de calic&
importado, para nio, de color rojo, poco gastado, por
s&lotrescientas sapecas, menos el ocho por ciento de
descuento,. Y entonces quer#an ver a A Qcon impaciencia: las que no
ten#an falda de seda y quer#an comprarle una y las quenecesitaban
traje de calic&extranjero; de modo que no s&lo dejaron de
evitar a A Q, sino quea veces cuando -ste pasaba de largo, lo
segu#an, llam(ndolo y pregunt(ndole: ,5Tienesalguna otra falda de
seda? 5No? Tambi-n necesitamos un traje de calic&, 5te
queda?
Luego, estas noticias se difundieron de los hogares pobres a los
m(s ricos, porque laS-ptima Cuada Zou estaba tan contenta con su
falda de seda que se la llev&a la seora Chao
para que -sta le diera su visto bueno y la seora Chao se lo
cont&al seor Chao con palabrasmuy entusiastas.
El seor Chao discuti&el asunto esa tarde, a la hora de la
comida, con su hijo el bachiller,sugiriendo que realmente ocurr#a
algo extrao en relaci&n a A Q y que deb#an tener m(scuidado con
sus puertas y ventanas. Pero no sab#an si a A Q le quedaba alguna
mercader#a y
pensaron que tal vez tuviese algo bueno en reserva. Agr-guese a
ello el hecho de que laseora Chao necesitaba en aquel momento un
chaleco de piel, bueno y barato. Por tanto enconsejo de familia se
decidi&que la S-ptima Cuada Zou buscara inmediatamente a A Q y
lotrajera a casa; y en esto se hizo una tercera excepci&n a la
regla, permitiendo que seencendiera la l(mpara esa tarde.
La l(mpara hab#a consumido una buena cantidad de petr&leo, y
A Q no aparec#a. Toda lafamilia Chao bostezaba en su impaciencia,
algunos muy enojados por los modales de
vagabundo de A Q, otros quejosos con la S-ptima Cuada Zou por no
haber cumplido biencon el encargo. La seora Chao tem#a que A Q no
se atreviera a volver a causa de lo resueltoen la primavera
anterior, pero el seor Chao cre#a que no val#a la pena preocuparse
por eso,
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5/21/2018 LU XUN- La Ver dica Historia de a Q [CECISA-1991]
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porque, como -l dec#a, /ahora soy yo quien lo manda a buscar0. Y
en verdad el seor Chaodemostr& poseer bastante poder, pues A Q
lleg& finalmente, acompaado de la S-ptimaCuada Zou.
,Dice que no le queda nada y cuando le dije que viniera a
dec#rselo a usted, segu#arepitiendo lo mismo. Y yo le dije...
,dec#a la S-ptima Cuada Zou, jadeante al entrar.
,6Seor!,dijo A Q, esbozando una sonrisa y deteni-ndose bajo el
alero.
,He o#do decir que te has convertido en un hombre rico en otros
lugares ,dijo el seorChao, aproxim(ndose a -l y examin(ndolo
cuidadosamente,. Eso est(muy bien, muy bien.Ahora... me han contado
que tienes algunas cosas viejas... Tr(elas todas para que las
veamos...Esto es, porque simplemente deseo...
,Ya le dije a la S-ptima Cuada Zou que no me queda nada.
,5No te queda nada?,el seor Chao no pudo evitar mostrarse
desilusionado,. 5C&mopudiste venderlo todo tan pronto?
,Eran de un amigo y no eran muchas. La gente compr&...
,Pero debe de quedar algo.
,S&lo me queda una cortina.,Entonces trae esa cortina para
que la veamos,dijo la seora Chao apresuradamente.
,Bueno, tr(ela maana ,dijo el seor Chao sin mucho entusiasmo,.
M(s adelante,cuando tengas algo que vender, debes tra-rnoslo a
nosotros antes que a nadie, para que loexaminemos...
,Por cierto que no pagaremos menos que otros ,dijo el bachiller.
Su esposa mir&apresuradamente el rostro de A Q para ver si -ste
se emocionaba. ,Necesito un chaleco de
piel,agreg&la seora Chao.
Aunque A Q dijo que estaba bien, se retir&con tal
indiferencia que nadie pudo decir sitomaba su compromiso en serio o
no. El seor Chao se sinti&tan desilusionado, enfadado y
preocupado que hasta dej& de bostezar. El bachiller tambi-n
estaba muy lejos de sentirsesatisfecho con la actitud de A Q y
dijo:
,Habr#a que ponerse en guardia contra este huevo de tortuga.
Quiz(s fuese mejorordenar al alcalde que no le permitiera vivir en
Weichuang.
Pero el seor Chao no se mostr&de acuerdo y dijo que eso
pod#a acarrear resentimientos,agregando que, en negocios como los
de A Q, /el (guila no hace presa en lo que tiene en su
propio nido0; de modo que su propia aldea no ten#a de
qu-preocuparse y que bastaba conmantener mayor vigilancia por la
noche. El bachiller se impresion&mucho con la /lecci&n
paterna0e inmediatamente retir&su sugerencia de expulsar a A
Q, advirtiendo a la S-ptimaCuada Zou que no repitiera sus palabras
a nadie.
Sin embargo, al d#a siguiente, la S-ptima Cuada Zou llev&su
falda azul a que la tierande negro y difundi&sospechas sobre A
Q, si bien no mencion&las palabras del bachiller en elsentido
de expulsarlo de la aldea. Pero aun as#, caus&mucho dao a A Q.
En primer lugar, elalcalde se present&en su casa y se llev&
la cortina y, aunque A Q aleg&que la seora Chaoquer#a
examinarla, el alcalde se neg&a devolverla y hasta exigi&un
pago mensual en dinero
para guardar silencio. En segundo lugar, se perdi&
s*bitamente el respeto de los aldeanoshacia su persona y, aunque no
se atrev#an todav#a a tomarse libertades con -l, lo evitaban lom(s
posible; y esta actitud era muy diferente del anterior p(nico ante
el grito de /iMata!0, ym(s bien se parec#a a la actitud de los
antiguos hacia los esp #ritus: /mantener una
respetuosadistancia0.
Pero algunos holgazanes quer#an ir al fondo del asunto y
comenzaron a interrogar a A Qsobre los detalles. Y -ste no
trat& de ocultar nada, sino que les revel& orgullosamente
susexperiencias. Supieron as#que A Q no hab#a sido m(s que un
insignificante personaje, no s&lo
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incapaz de escalar una muralla, sino tambi-n de penetrar por las
aberturas, qued(ndosesimplemente afuera para recibir las cosas
robadas.
Una noche, hab#a recibido un paquete mientras el jefe volv#a a
penetrar en el interior,cuando se oy&un gran tumulto, y A Q
movi& las piernas tan r(pido como pudo. Huy&de laciudad
aquella misma noche, escapando hacia Weichuang; y despu-s de eso no
se hab#aatrevido a volver a su negocio. Sin embargo, esta historia
prob&ser a*n m(s daina para A Q
porque los aldeanos hab#an /mantenido una respetuosa distancia0
para no incurrir en suenemistad; pero 5qui-n iba a imaginarse que
se trataba de un simple ratero que no se atrev #a avolver a robar?
Por lo tanto, era /demasiado ruin para inspirar temor0.
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5/21/2018 LU XUN- La Ver dica Historia de a Q [CECISA-1991]
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VI I . La revoluci#n
El decimocuarto d#a del noveno mes lunar del tercer ao del
reinado del EmperadorS1antong,el d#a en que A Q vendi&su
alforja a Chao Bai-yan,, a medianoche, despu-s delcuarto toque de
la tercera ronda, una gran embarcaci&n con una tienda negra
sobre la cubiertalleg& al muelle de la familia Chao. El barco
flotaba en la oscuridad, mientras los aldeanosdorm#an
profundamente, de modo que no sab#an nada de aquello, pero como se
fue alamanecer, un buen n*mero de personas pudo verlo. Una
impertinente investigaci&n revel&que el barco pertenec#a al
seor licenciado del examen provincial.
Ello caus&gran inquietud en Weichuang y, hacia el mediod #a,
el coraz&n de los aldeanoslat#a aceleradamente. La familia Chao
guard& completo silencio en cuanto a la misi&n del
barco, pero se murmuraba en la casa de t- y en la taberna que
los revolucionarios iban apenetrar en la ciudad y el seor
licenciado del examen provincial hab#a venido a buscarrefugio en
aquella aldea. 8nicamente la S-ptima Cuada Zou pensaba de otro
modo, diciendoque el seor licenciado del examen provincial s&lo
quer#a desembarcar unos cuantos ba*lesdestrozados, pero que el seor
Chao se hab#a opuesto. En realidad, el licenciado del examen
provincial y el bachiller de la familia Chao no estaban en
buenas relaciones, de modo que eral&gicamente improbable que
demostraran amistad /en la adversidad0; adem(s la S-ptimaCuada Zou
era vecina de la familia Chao y sab#a mejor lo que ocurr#a. Por
consiguiente, elladeb#a de tener raz&n.
Sin embargo, se difundi& el rumor de que, si bien el seor
licenciado del examenprovincial no hab#a venido personalmente,
hab#a enviado en cambio una larga cartaestableciendo un /parentesco
sinuoso0 con la familia Chao; que el seor Chao, despu-s de
pensarlo, hab#a decidido que en ello no deb#a haber ning*n mal
para -l, de modo que recibi&los ba*les que ahora estaban
guardados debajo de la cama de su mujer. Por lo que se refiere alos
revolucionarios, algunos dec#an que ya hab#an entrado en la ciudad
esa misma noche, concasco y armadura blancos: el traje de luto por
Chongchen, el *ltimo emperador de la dinast#aMing.
Hac#a mucho que A Q hab#a o#do hablar de los revolucionarios y
ese ao hab#a visto consus propios ojos decapitar a uno. Pero se le
ocurri&, no se sabe c&mo, que -stos empuaban la
bandera de la rebeli&n y que una rebeli&n har#a
dif#ciles las cosas para -l, de manera quesiempre /los hab#a
detestado profundamente0. 5Qui-n iba a decir que pod#an aterrorizar
a unlicenciado de examen provincial, conocido en cincuenta
kil&metros a la redonda? Enconsecuencia A Q no pudo evitar
sentirse un poco /fascinado0, al mismo tiempo que lellenaba de
regocijo el terror de todos los malditos habitantes de
Weichuang.
,No es mala cosa una revoluci&n ,pens&A Q,. Terminar(con
todos estos hijos deperra... 6Todos son odiosos, detestables en
sumo grado!... Hasta yo quiero pasarme a los
revolucionarios.A Q estaba *ltimamente en la cuarta pregunta y
es probable que se sintiera insatisfecho;
agr-guese a ello el hecho de haber bebido dos tazones a
mediod#a, teniendo el est&mago vac#o,por lo que se
emborrach&con mayor rapidez. Mientras caminaba, se sent#a
flotar en el aire.De pronto, curiosamente, sinti& como si los
revolucionarios fueran -l mismo, y todos loshabitantes de Weichuang
fuesen prisioneros suyos. Incapaz de contener su alegr#a,
empez&agritar a voz en cuello:
,6Rebeli&n! 6Rebeli&n!
Los habitantes de Weichuang lo miraban consternados. Nunca hab#a
visto A Qexpresiones tan lamentables y esa visi&n le hizo
sentir tan bien como si hubiera bebido un
vaso de agua helada en pleno verano. De modo que continu&a*n
m(s feliz gritando:,Muy bien... Tomar-lo que quiera. Tendr-amistad
con quien me plazca.
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5/21/2018 LU XUN- La Ver dica Historia de a Q [CECISA-1991]
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%De de, chiang chiang!
Lamento haber matado por equivocaci&n a mi querido amigo
Cheng en mi borrachera.
Lamento haber matado... %Ya, ya, ya!
%De de, chiang chiang, chiang-ling-chiang!
Te aplastarcon mi maza de acero...
El seor Chao y su hijo estaban en ese instante parados en su
puerta discutiendo larevoluci&n con sus dos parientes
verdaderos. Pero A Q no los vio cuando pasaba cantando,cara al
cielo:
,%De, de!...
,6Eh, viejo Q!,dijo el seor Chao, t#midamente, en voz baja.
,%Chiang chiang!,cantaba A Q, incapaz de imaginar que su nombre
pudiese serasociado con el tratamiento de /viejo0, pensando haber
o#do mal y que eso no ten#a nada quever con -l. De modo que
continu&cantando /%De, chiang, chiang-ling-chiang, chiang!0
,6Viejo Q!,Lamento...
,6A Q!,. El bachiller no hall&otra cosa mejor que llamarle
por su nombre.
S&lo entonces se detuvo A Q.
,5Qu-?,pregunt&con la cabeza ladeada.
,Viejo Q... ahora...,Pero de nuevo el seor
Chao encontr&dificultades con las palabras,. Ahora... 5eres
rico?
,5Rico? Claro que s#. Tomo lo que quiero...
,A... hermano A Q, tus pobres amigos, como nosotros, no tienen
ninguna importancia...
,dijo Chao Bai-yan con aprensi&n como si tratara de tirar de
la lengua a los revolucionarios.,5Pobres amigos? Est(claro que
usted es m(s rico que yo,dijo A Q y se fue.
All#se quedaron los otros, desilusionados, sin habla. Entonces
el seor Chao y su hijo semetieron en casa y esa tarde discutieron
el problema hasta que lleg&la hora de encender lasl(mparas.
Cuando Chao Bai-yan regres& a su hogar, sac& la alforja del
dinero que llevabacolgada a la cintura y se la entreg&a su
mujer para que la escondiera en el fondo del cofre.
Durante un rato, A Q crey& caminar en el aire, pero al
llegar al Templo de los DiosesTutelares la borrachera se le hab#a
pasado por completo. Esa noche, el viejo encargado delTemplo estaba
inusitadamente amistoso y le ofreci&t-; entonces A Q le
pidi&dos tortillas y,despu-s de com-rselas, le pidi&una
vela de cuatro onzas, usada, y un candelabro. Encendi&lacandela
y se acost& a solas en su pequeo cuarto. Se sent#a
inefablemente ligero y feliz,mientras la luz de la vela saltaba y
pestaeaba como en la Fiesta de la Linterna y suimaginaci&n
tambi-n parec#a retozar.
/5Revoluci&n? Ser#a divertido... Vendr#a un grupo de
revolucionarios, todos con cascos yarmaduras blancos, con navajas
planas, mazas de acero, bombas, fusiles extranjeros, cuchillos
de doble filo de tres puntas y lanzas con ganchos. Pasar#an por
el Templo de los DiosesTutelares y dir#an: ,A Q, ven con nosotros,
ven con nosotros,. Entonces yo me ir#a conellos...
0Y todos los malditos aldeanos de Weichuang me dar#an risa; y se
arrodillar#an ymendigar#an: ,A Q, perd&nanos la vida,. 6Pero
qui-n los oir#a! Los primeros en morir
ser#an Pequeo D y el seor Chao y luego el bachiller y Falso
Demonio Extranjero... aunquetal vez perdonara a algunos. Al
principio, hubiese perdonado a Bigotes Wang, pero ahora nisiquiera
a -ste quiero perdonar...
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5/21/2018 LU XUN- La Ver dica Historia de a Q [CECISA-1991]
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0Y los objetos... Entrar#a y abrir#a los cofres: lingotes de
oro, monedas de plata, blusas decalic&importado... Primero
trasladar#a la cama de Ningbo de la esposa del bachiller al
Templo,y tambi-n trasladar#a las mesas y las sillas de la familia
Chian... o si no, usar#a las de lafamilia Chao. Yo no mover#a un
dedo, ordenar#a a Pequeo D que me trasladara las cosas yque lo
hiciera r(pidamente, si no quer#a recibir una bofetada en la
cara...
0La hermana menor de Chao Si-chen es muy fea. Dentro de pocos
aos valdr( la pena
tomar en cuenta a la hija de la S-ptima Cuada Zou. La mujer de
Falso Demonio Extranjerose acuesta con un hombre sin coleta, 6uf!
6:sta no puede ser una mujer buena! La mujer del
bachiller tiene cicatrices en los p(rpados... Hace mucho que no
veo a Ama Wu y no s-d&ndeest(... 6Qu-l(stima que tenga los pies
tan grandes!0
Antes que A Q llegara a una conclusi&n satisfactoria, se
oyeron ronquidos. La vela decuatro onzas s&lo hab#a ardido
media pulgada y su vacilante luz roja iluminaba la boca abiertade A
Q.
,6Jo, jo! ,grit& A Q de repente, levantando la cabeza y
mirando, despavorido, a sualrededor; pero cuando vio la vela de
cuatro onzas, volvi&a acostarse y a dormirse.
A la maana siguiente se levant&muy tarde y, cuando
sali&a la calle, todo segu#a igual.
Sent#a hambre todav#a, pero aunque se estruj&los sesos no
pudo encontrar recursos; de prontose le ocurri&una idea y se
fue andando lentamente, hasta que, con o sin intenci&n,
lleg& alConvento del Sereno Recogimiento.
El convento segu#a tan pac#fico como en la *ltima primavera, con
sus murallas blancas ysu refulgente puerta negra. Reflexion& un
momento y luego fue a golpear a la puerta;comenz&a ladrar un
perro dentro. Se apresur&a recoger varios trozos de ladrillos y
volvi&allamar, con mayor -nfasis, hasta que los golpes dejaron
picada en varias partes la pinturanegra. Por fin se oy&a
alguien que ven#a a abrir la puerta.
A Q se dispuso inmediatamente a emplear los ladrillos y se
qued&con las piernas abiertas,listo para entrar en batalla con
el perro negro. Pero la puerta del convento s&lo se
abri&un
palmo y el perro negro no se lanz&desde ella; todo lo que
pudo ver fue a la anciana monja.,5Qu-est(s haciendo aqu#otra
vez?,pregunt&, sobresaltada.
,Hay una revoluci&n... 5Sab#a usted?,dijo A Q con
vaguedad.
,Revoluci&n, revoluci&n... Ya ha habido una. 5Qu-va a
ser de nosotras con todas esasrevoluciones?,dijo la anciana monja,
mientras sus ojos se pon#an rojos.
,5Qu-?,pregunt&A Q, asombrado.
,5No lo sab#as? Los revolucionarios ya estuvieron aqu#.
,5Qui-n?,pregunt&A Q a*n m(s asombrado.
,El bachiller y Demonio Extranjero.
La sorpresa de A Q fue tan grande que se qued&estupefacto.
La anciana monja, viendoque hab#a perdido su agresividad,
cerr&la puerta r(pidamente, de modo que cuando A Q
quisoempujarla, no la movi&ni un mil#metro, y, cuando
volvi&a golpear no obtuvo respuesta.
Hab#a sucedido durante la maana. El bachiller de la familia Chao
conoci& las noticiastemprano y, apenas se enter& de que los
revolucionarios hab#an entrado por la noche a laciudad, se
enrosc& la coleta sobre el cr(neo y se fue, muy temprano, a
visitar a DemonioExtranjero de la familia Chian, con quien nunca
hab#a estado en buenas relaciones. Se tratabaahora de /unirse todos
para hacer reformas0, de modo que tuvieron una
agradableconversaci&n y al instante se convirtieron en #ntimos
camaradas y acordaron all# mismohacerse revolucionarios.
Tras devorarse los sesos durante largo rato, recordaron que en
el Convento del Sereno
Recogimiento hab#a una tableta imperial que rezaba /Viva el
emperador...0, que hab#a quehacer desaparecer inmediatamente. Sin
perder tiempo, se fueron al convento para poner en
pr(ctica sus proyectos revolucionarios. Como la anciana monja
tratara de detenerlos y de
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expresar alguna opini&n, la consideraron como al gobierno
manch* y le dieron variosgarrotazos en la cabeza y unos cuantos
golpes con los nudillos. Cuando se hubieron marchado,
la monja se repuso e hizo una inspecci&n. Por supuesto que
la tableta imperial estaba hechapolvo en el suelo, pero tambi-n
hab#a desaparecido un valioso incensario S1ande que estabaante el
altar de la Seora Guanyin.
A Q se enter&de esto s&lo m(s tarde.
Lament&much#simo haberse quedado dormido y les
reproch&violentamente que no hubieran ido a buscarlo. Pero
despu-s consider&el asunto conmayor amplitud y se dijo:
,6Acaso no sepan que yo me he pasado a los revolucionarios!
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VI I I . Excluido de la revoluci#n
La gente de Weichuang se fue tranquilizando a medida que pasaron
los d#as. Hab#anoticias de que, si bien los revolucionarios hab#an
entrado a la ciudad, su llegada no hab#a
producido grandes cambios. El magistrado segu#a en su antigua
funci&n, s&lo que ahora sut#tulo era otro; y el seor
licenciado del examen provincial tambi-n ten#a un puesto
(losaldeanos de Weichuang no sab#an decir los t#tulos), una especie
de cargo oficial; en tanto queel jefe de los militares era el mismo
antiguo capit(n. La *nica causa de alarma era los
malosrevolucionarios que alteraban el orden, pues hab#an comenzado
a cortar las coletas del puebloal d#a siguiente de su llegada. Se
dec#a que Batelero-Siete-Libras, de la aldea vecina, hab#aca#do en
sus manos y que ya no se ve #a presentable. Pero este terror no era
grande, porque losaldeanos de Weichuang rara vez iban a la ciudad y
si alguien hab#a tenido la intenci&n dehacerlo, cambi&de
idea para evitar los riesgos. A Q hab#a estado pensando en ir a la
ciudad avisitar a sus antiguas amistades, pero cuando oy& las
noticias abandon& resignadamente su
plan.
Ser#a err&neo, sin embargo, decir que no hubo reformas en
Weichuang. En los d #as
siguientes fue en aumento el n*mero de personas que se
enrollaban la coleta sobre la cabeza y,como ya se dijo, el primero
en hacerlo fue, naturalmente, el bachiller; los siguientesfueron
Chao Si-chen y Chao Bai-yan, y despu-s A Q. Si hubiese sido verano,
no habr#a
parecido raro que todo el mundo se enrollara la coleta sobre la
cabeza o se hiciera un nudo en
la trenza; pero se estaba a finales del otoo, de modo que esa
pr(ctica otoal de unacostumbre de verano puede considerarse como
una decisi&n heroica. Por tanto, en lo que serefiere a
Weichuang, es imposible decir que haya ignorado las reformas.
Cuando Chao Si-chen apareci&con la nuca desnuda, la gente
dijo:
,6Ah! Aqu#viene un revolucionario.
Cuando A Q oy& aquello sinti& envidia. Aunque hac#a
bastante tiempo que hab#a o#do
decir que el bachiller se enrollaba la trenza sobre la cabeza,
nunca se le hab #a ocurrido que -lpudiera hacer lo mismo; pero al
ver que Chao Si-chen segu#a el ejemplo, decidi&
copiarlos.Emple&un palillo de bamb*para enrollar su trenza y,
tras algunas vacilaciones, logr&reunirvalor suficiente para
salir.
Al caminar por la calle, la gente lo miraba, pero nadie dec #a
nada. Al comienzo, A Qestuvo disgustado y, al final, muy resentido.
En los *ltimos d#as se irritaba con muchafacilidad. Aunque en
realidad su vida no era m(s dif#cil que antes de la revoluci&n
y la gentelo trataba con cortes#a y los comerciantes ya no le
exig#an el pago al contado, A Q a*n sesent#a frustrado. Puesto que
hab#a estallado la revoluci&n, deber#a significar m(s que esto.
Yentonces vio a Pequeo D y su visi&n hizo hervir la caldera de
su c&lera.
Pequeo D tambi-n se hab#a enrollado la coleta sobre la cabeza y,
lo que es m(s, tambi-nhab#a empleado un palillo de bamb* para
sujet(rsela. A Q jam(s hubiera imaginado quePequeo D tuviera tal
coraje. 6Por cierto que no lo tolerar#a! 5Qui-n era Pequeo D? Se
sinti&tentado de agarrarlo, quebrarle el palillo de bamb*,
soltarle la trenza y darle varias bofetadas
para castigarlo por haber olvidado su lugar y tener la osad#a de
presumir de revolucionario.Pero, al fin, lo absolvi&; s&lo
lo mir&furiosa y fijamente, escupi&y dijo:
,6Puah!
El *nico que hab#a ido a la ciudad recientemente era Falso
Demonio Extranjero. Elbachiller de la familia Chao hab#a pensado
emplear los ba*les en dep&sito como pretexto parair a visitar
al seor licenciado del examen provincial, pero debido al temor a
que le cortaran latrenza, hab#a desistido. Hab#a escrito una carta
sumamente formal y pedido a Falso Demonio
Extranjero que la llevara a la ciudad; tambi-n le hab#a pedido
que lo presentara en el Partidode la Libertad. Cuando Falso Demonio
Extranjero regres&, le pidi&cuatro monedas de plata al
bachiller, tras lo cual -ste empez&a llevar una insignia con
un melocot&n de plata en el pecho.
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Los habitantes de Weichuang se quedaron boquiabiertos y dijeron
que -se era el s#mbolo delPartido del Aceite de Caqui*, equivalente
al rango hanlin**. Como resultado de todo ello, el
prestigio del seor Chao aument& s*bitamente, mucho m(s que
cuando su hijo rindi& losex(menes oficiales de bachillerato; en
consecuencia, comenz& a mirar en menos a todo elmundo y, cuando
vio a A Q, quiso ignorarlo.
*El nombre del Partido de la Libertad se pronunciaba en chino
Ziyou
Dang. Los campesinos, al no entender la palabra Libertad,
cambiaban Ziyoupor Shiyou, que significa aceite de caqui.
**El m(s alto grado literario en la dinast#a Ching
(1644-1911).
A Q estaba muy descontento y sol#a sentirse tratado con
menosprecio, pero en cuanto oy&lo del melocot&n de plata,
comprendi&inmediatamente por qu-hab#a quedado a la
intemperie.Decir simplemente que se hab#a pasado a los
revolucionarios no significaba tomar parte en larevoluci&n;
tampoc