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CRITICN, 91, 2004, pp. 5-39.
Los trabajos de Per siles y Sigismunda:entretenimiento y verdad
potica
Mercedes BlancoUniversidad de Lille III
EL G N E R O D E L P E RSIL E S S E G N C E R V A N T E S
La cuestin del gnero, que a veces puede parecer acadmica y
ociosa, es inevitablecuando uno se enfrenta con un libro tan poco
tradicional, y, en cierto modo, tanexperimental, como el Persiles.
El plantearla me llevar a discutir cuestiones a menudotratadas por
la crtica, pero no por ello agotadas, las de la verosimilitud1 y la
admiratio,la maravilla, dos trminos que compendian la esttica de
Aristteles y en cuya discusinse detienen textos tericos que
interesaron sin duda a Cervantes: los Discorsi del poemaeroico de
Torquato Tasso, y la Philosopha antigua potica, de Alonso Lpez
Pinciano.Es el Persiles un relato verosmil? Quera Cervantes que lo
fuera? Decir que unaficcin es verosmil, implica que la juzgamos
realista, o al menos realista hasta ciertopunto? Cmo se justifica
la exigencia de verosimilitud, en qu consiste y hasta qupunto
recorta la libertad del poeta, entendido como urdidor de ficciones?
He aqualgunas de las cuestiones que abre el manejo de esta nocin, y
que trataremos, dada sucomplejidad, de modo parcial y limitado.
Si le preguntamos al mismo Cervantes a qu gnero pertenece su
obra, o en qu claseespera que la siten sus lectores, su respuesta
resulta, como suele pasar con l, evasiva.En las piezas liminares
del Persiles, dedicatoria y prlogo, Cervantes ni siquieramenciona,
lo cual no deja de ser extrao, el libro que dedica y prologa. En
cambio, en
1 ltimamente en un bello artculo de Nadine Ly (Ly, 2003),
titulado Le miroitement de lavraisemblance dans le Persiles de
Cervantes ou: de l'invention d'un ressort romanesque, que me ha
llegadodespus de escrito el presente texto. Muestra la citada
investigadora cmo el problema terico de laverosimilitud, con toda
su complejidad y ambigedades, es activado en el Persiles como un
resorte novelesco,es decir, como uno de los asuntos que se integran
en la construccin del argumento narrativo.
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6 M E R C E D E S B L A N C O Criticn, 91, 2004
una constelacin de textos publicados entre 1613 y 1615 Viaje del
Parnaso, piezasliminares de las Novelas ejemplares, de las Ocho
Comedias y ocho entremeses, delsegundo Quijote, s que habla de la
obra y siempre para anunciar con ciertasolemnidad o ansiedad su
prxima aparicin. Est a punto de terminarse y de salir a luzel gran
Persiles, un libro que merece despertar grandes expectativas y que
se le druidosa publicidad2. A pesar de la escasa informacin que
acompaa estos anuncios,Cervantes deja caer dos datos significativos
que pueden orientar la expectativa que sepropone despertar. En la
dedicatoria de las Novelas ejemplares, escribe que el Persilesse
atreve a competir con Heliodoro; en la dedicatoria del Quijote, en
fecha ya muycercana a la de la entrega a la imprenta del Persiles,
promete que ser el mejor de loslibros de entretenimiento que se
hayan dado en espaol.
El primer enunciado indica que el futuro libro tomar por modelo
las Etipicas deHeliodoro, autor griego del que hoy sabemos que vivi
probablemente en el siglo nid. C. Recordemos que esta declaracin
del autor es una de las razones ms slidas paraconsiderar al libro
como miembro del gnero novela griega o, como suele decirsenovela
bizantina3. Esta segunda denominacin es por cierto menos correcta,
aunquems corriente, que la primera, como seala Jean-Marc Pelorson
en su recientemonografa4.
Dejando para otra ocasin la cuestin del Persiles como novela
griega,dedicaremos atencin a la otra informacin autorial acerca del
gnero, la que hace delPersiles el mejor libro dentro de la clase de
los libros de entretenimiento.
LIBRO DE E N T R E T E N I M I E N T O
De hecho, la categora de libros de entretenimiento nunca ha
pretendido definirun gnero literario, y parece tener un alcance
peyorativo o condescendiente, y no neutroo laudativo como en el
pasaje cervantino. No abundan los ejemplos de esta locucin enel
Siglo de Oro y el nico que he localizado es tambin cervantino. En
el famosocaptulo I, 6 del Quijote en que se lleva a cabo el
escrutinio de la biblioteca de donQuijote, se dice de la Diana de
Montemayor y de los de su mismo gnero, es decir, loslibros de
pastores, que, a diferencia de los libros de caballeras que han
vuelto loco adon Quijote, no merecen ser quemados, porque son
libros de entretenimiento sinperjuicio de tercero5. Por su parte,
Jos de Valdivielso, en su calidad de amistoso
2 Los pasajes cervantinos que mencionan el Persiles se
encuentran en el prlogo de las Novelas
ejemplares (1613), en el Viaje del Parnaso (IV, vv. 46-48), en
la dedicatoria de las Ocho Comedias y ochoentremeses (1615), en la
dedicatoria al Conde de Lemos de la segunda parte del Quijote
(1615), y en elprlogo al lector del mismo libro. Todos ellos estn
localizados y citados por extenso en la introduccin de laedicin de
Los trabajos de Persiles y Sigismundo por Carlos Romero Muoz (pp.
15-17). Citar en losucesivo la obra por esta edicin, abreviando en
Persiles.
3 El ltimo trabajo de conjunto publicado sobre este gnero en
Espaa es el de Gonzlez Rovira, 1996.
En este libro se encontrar una bibliografa completa, hasta esa
fecha, acerca de la novela de Heliodoroconsiderada como fuente o
modelo del Persiles. Recientemente, han vuelto sobre la cuestin
BriosoSnchez y Brioso Santos, 2002, as como Pelorson, 2003a y
2003b.
4 Pelorson, 2003a, p. 24.
5 Don Quijote de la Mancha, vol. I, p. 84. Como indica el
aparato crtico (vase vol. II, o volumencomplementario, p. 709),
ciertos testimonios leen libros de entendimiento, inconciliable con
el inmediatosin perjuicio de tercero. Vase tambin otro pasaje II,
3, 653, en que Sansn Carrasco elogia la historia
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EL P E R S 1 L E S : E N T R E T E N I M I E N T O Y V E R D A D
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censor del Persiles, escribe que no halla en l cosa contra
nuestra Santa Fe Catlica ybuenas costumbres, antes muchas [cosas]
de honesta y apacible recreacin, aadiendoque entre los libros que
Cervantes dej escritos, ninguno es ms ingenioso, ms cultoni ms
entretenido.
Pero, qu es un libro de entretenimiento? Sin duda, un libro cuyo
principalobjetivo consiste en causar placer al lector embotando la
desagradable sensacin delpuro pasar del tiempo y cualquier otra
vivencia penosa. Ahora bien, la legitimidad detales libros, su
valor como obras de arte, y hasta su derecho a existir, no era
entonces,ni haba sido anteriormente, ni tampoco sera en lo
sucesivo, algo evidente eindiscutible. Hojeemos por ejemplo el
libro de Alonso Nez de Reinoso titulado Losamores de Clareo y
Florisea y los trabajos de la sin ventura Isea, un curioso libro de
uncurioso autor, publicado en Venecia en 1552. Este libro ha sido
relacionado conCervantes, por ser el primer ejemplo de novela
griega en espaol, y porque hayrazones para suponer que Cervantes lo
haba ledo y que record algunos detalles de lal escribir el
Persiles. Su autor parte de un largo fragmento de una novela
griega,probablemente escrita en el siglo segundo de nuestra era,
Leucipe y Clitofonte deAquiles Tacio, que l conoce a travs de una
traduccin italiana de una traduccinlatina de un manuscrito
defectuoso de esta obra griega. Nez de Reinoso hispaniza eltexto
italiano en los captulos centrales de su libro y, aunque modifica
bastantes cosaslos nombres de los protagonistas para empezar, esta
parte del texto no deja de seruna libre traduccin resumida o
parafraseada. Para rellenar los captulos iniciales yfinales,
inventa un relato que sigue tradiciones medievales, las del libro
de caballeras yde la novela sentimental. De este injerto de un
relato clsico en una narracin de tipocaballeresco-medieval resulta
una obra heterognea, porque la diferencia entre los dosmundos, las
dos culturas, se nota a simple vista, tanto en el contenido como en
lastcnicas de la narracin, tan claramente como si colocsemos una
estatua de emperadorromano entre los profetas o apstoles de un
prtico gtico. En una carta dedicatoria aJuan Micas, Nez de Reinoso
declara lo siguiente:
Esta historia pasada de Florisea, yo no la escrib para que
sirviese solamente de lo que suenanlas palabras, sino para avisar a
bien vivir, como lo hicieron graves autores que,
inventandoficciones, mostraron a los hombres avisos para bien
regirse, haciendo sus cuentos apaciblespor inducir a los lectores a
leer su escondida moralidad, que toda va fundada en gran punto
yprovecho. [...] Por lo cual, quien a las cosas de aquel libro
diere nombre de las vanidades deque tratan los libros de
caballeras, dir en ello lo que yo en mi obra no quise decir,
porqueverdad es que ninguna palabra escrib que primero no pensase
lo que debajo quera entender.6
Estas declaraciones de Nez de Reinoso presuponen que el nico
argumento vlidopara justificar su ficcin o cualquier otra reside en
las moralidades con valor prcticoque encubren. No estamos en esta
vida para perder el tiempo, sino para ocuparlo en losgraves
negocios en que estamos embarcados, el negocio de nuestra salvacin
ante todo,y los libros que pretenden entretener son vanos y, por lo
tanto, reprobables y viciosos.
publicada de don Quijote (la primera parte del libro que
conocemos), diciendo que la tal historia es del msgustoso y menos
perjudicial entretenimiento que hasta aora se haya visto.
6 Nez de Reinoso, Los amores de Clareo..., nota p. 196.
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8 MERCEDES BLANCO Criticn, 91,2004
Tal vez porque est tan convencido de que lo importante es el
sentido moral que laficcin simboliza, Nez de Reinoso no se preocupa
por las propiedades del smbolocomo tal, por la coherencia narrativa
y estilstica de su obra7.
En el largo medio siglo transcurrido entre la redaccin de este
libro y la publicacindel Persiles, se han dado cambios culturales
que deberan explicar que al rigorismo de lapostura de Nez de
Reinoso, pueda drsele la alternativa que encontramos enCervantes,
la tranquila vindicacin de los libros de entretenimiento. Las
frasesdispersas de Cervantes acerca del Persiles presuponen un
postulado inverso al queveamos en su predecesor: que un libro de
entretenimiento puede significar para suautor una gran empresa, que
el resultado puede ser bueno o malo, y tal vez ptimo,como pretende
serlo el gran Persiles. De los cambios culturales que hicieron
posibleesta postura cervantina, insostenible unos aos antes, el ms
fcil de observar es laemergencia de una potica neo-aristotlica a lo
largo de la segunda mitad del xvi8. Loslibros de Tilbert Diego
Stegmann, Cervantes' Musterroman Persiles, y de AlbanForcione,
Aristotle, Cervantes and the Persiles, ambos publicados a
principios de ladcada de los 70, demuestran que, sin esta difusin
masiva de la nueva potica deinspiracin aristotlica, un libro como
el Persiles sin duda no hubiera sido posible. ParaT. D. Stegmann,
si el Quijote es un Antiroman, una demolicin de la novela tal
comofue antes de la emergencia del aristotelismo potico, el
Persiles es un Musterroman, esdecir una novela modelo, o un modelo
de novela, construida segn los cnonesaristotlicos. Esto es decir
mucho, y probablemente demasiado, pero es innegable quelos
problemas que plantea la Potica, aunque no sus dogmas, acompaan a
Cervantesen la concepcin de su obra, y en muchos aspectos de su
ejecucin.
D E U N P A R A D I G M A A O T R O : A M Y O T Y C E R V A N T
E S
En el medio siglo que separa a Nez de Cervantes, esta potica
neo-aristotlica seha convertido en una endoxa, o sea una opinin
dominante, un complejo de ideasampliamente compartido y
profundamente asimilado, presente no slo en la cultura delos
autores, sino en el horizonte de expectativas de los lectores.
Entre otras tesisfundamentales, sostiene que el primer objeto de la
poesa, y concretamente de la ficcin,es el placer que produce. El
placer, siempre tan sospechoso para los moralistas,
cobralegitimidad desde el momento en que se lo concibe como un
placer intelectual,vinculado a esa suprema felicidad que el ser
humano hallara en la contemplacin y enla teora. Aprender es grato a
todos (axioma aristotlico muy discutible pero que nadie
7 Sin embargo, la obra no carece de coherencia, pues, como
muestra detalladamente Jos Jimnez Ruiz,
en la ltima y mejor cuidada edicin de la obra de Nez de Reinoso
(Mlaga, Universidad de Mlaga,1997), el patrn genrico que le da su
unidad se remonta en ltima instancia a la elega ovidiana
(integrandoel tipo de las heroidas y el de las elegas del destierro
(Tristia, Pontica), filtrado, como sucede en toda lanovela
sentimental espaola, por el modelo de la Fiammetta de
Boccaccio.
8 La primera impresin de la Potica de Aristteles (1498) recoge
la traduccin latina realizada por
Lorenzo Valla. Anteriormente el texto haba circulado en forma
manuscrita. Hacia 1550, este breve eimponente tratado era pues
desde haca tiempo conocido por los humanistas, los eruditos en
buenas letras,pero slo a partir de mediados de siglo empieza a
difundirse en amplios crculos gracias a las traduccionesal italiano
y a los comentarios latinos e italianos y a tener repercusiones
palpables en la doctrina y laprctica de los poetas y escritores.
Sobre estos temas, son fundamentales los estudios de Weinberg,
1961, yHathaway, 1962.
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EL PERS1LES: E N T R E T E N I M I E N T O Y V E R D A D P O T I
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discute hacia 1600), y la poesa nos permite aprender sin
esfuerzo. Si el placer quehallamos leyendo fbulas es el placer de
aprender, el valor intelectual de un texto semedir por la cuanta
del deleite que produce. Cuanto ms entretenido sea un libro,
msinteligente habr que suponerlo. No se suprime la ambicin de
ensear, hasta entoncesnica justificacin de las fbulas, pero la gran
diferencia es que aqu la enseanza por smisma provoca placer, y no
es ya la medicina de mal sabor que el placer sirve paradisimular.
Adems, la tal enseanza no necesariamente reside en la moralidad, en
losavisos para bien vivir. El conocimiento potico es especulativo y
por lo tantoconstitutivamente desinteresado, y su posible utilidad
prctica se vuelve secundaria.
Naturalmente, estas opiniones no dejaron de ser combatidas, pero
el que fueraposible concebirlas tal vez dio sus frutos en las
grandiosas novedades poticas delltimo Renacimiento y el Barroco, en
la invencin de un gran teatro y unos nuevosgneros de ficcin en
prosa. Hay algo exaltante en esta promocin del placer comomedida
del saber. Gracias a ella cabe tal vez tratar como noble ambicin el
deseo, enprincipio no muy bien visto por los intelectuales, de
agradar a un amplio pblico, debuscar sus aplausos.
Esta conversin de un paradigma cultural a otro est esbozada
precozmente en untexto breve pero jugoso, el prefacio del helenista
Jacques Amyot, famoso por sustraducciones de Plutarco, a su
traduccin francesa de Heliodoro, publicada en 15479,por los mismos
aos en que comenzaba a divulgarse y comentarse la Potica
deAristteles. El prlogo fue conocido en Espaa porque en la primera
edicin deHeliodoro en espaol, la de Amberes 155410, el
autodenominado secreto amigo de supatria, a quien se debe el
traslado de la obra de francs al vulgar castellano, incluyeen su
publicacin una versin castellana del prefacio de Amyot. Cervantes
pudoconocer el texto directamente en la primera o la segunda edicin
de esta traduccin11, obien a travs la influencia probable que dej
en la Philosopha antigua potica deAlonso Lpez Pinciano (1596)12.
Pero poco importan ahora estas cuestiones deinfluencia o filiacin.
Slo nos interesa aqu sealar la afinidad entre las ideas poticasde
Cervantes, su teora de la novela, para hablar como Edward C. Riley,
y la expresadaen este prefacio. Al proponerse competir con
Heliodoro, Cervantes de algn modoasuma que la ilustracin y defensa
de las Etipicas emprendida por Amyot valatambin para su propio
libro, Los Trabajos de Persiles y Sigismunda.
9 L'Histoire Aethiopque d'Heliodorus, contenant dix livres,
traitant des loyales et pudiques amours deThagns Thessalien et de
Chariclea Aethiopienne, nouvellement traduite du Grec en Franoys,
par J.Amyot, Paris, V. Sertenas ou J. Longis, 1547, in folio.
10 Historia Ethipica de Heliodoro. Trasladada de francs en
vulgar castellano por un secreto amigo de
su patria y corregida segn el Griego por l mismo, dirigida al
ilustrssimo seor, el seor Don AlonsoEnrquez, Abad de la villa de
Valladolid. En Anvers, en casa de Martn Nuci, 1553.
11 La muy deleytosa y agradable historia de los afortunados
amantes Thegenes y Chariclea, segn la
escribi Heliodoro, Toledo, Francisco Guzmn, 1563.12 La crtica
cervantina se ha ocupado ampliamente de este libro, por tratarse de
una de las ms
precoces, agudas y originales poticas espaolas inspiradas por
Aristteles. Hay bastantes razones parasuponer que Cervantes la haba
ledo y meditado (vase en particular Riley, 1992, y Forcione,
1970).
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10 MERCEDES BLANCO Criticn, 91,2004
Este prlogo13 empieza por admitir el principio puritano que
solan admitir loshumanistas y en general los doctos, los hombres de
cultura14: leer sin discriminacintoda clase de libros fabulosos no
es aconsejable, porque con ello el entendimiento seacostumbra a
amar mentiras y vanidades, dems que es tiempo mal empleado. Perono
por ello ser legtimo condenar todos escritos fabulosos, si tenemos
en cuenta laimbecilidad de nuestra naturaleza. Ciertamente, sera
muy deseable emplear todo eltiempo en cosas de importancia, pero el
hombre es demasiado dbil para sufrir unincesante trabajo. Por este
motivo, es menester algunas veces, cuando nuestro esprituest
turbado de algunos infortunios, o cansado de mucho estudio, usar de
algunospasatiempos para le apartar de tristes pensamientos e
imaginaciones, o a lo menos usarde algn descanso y alivio para le
tornar a poner ms alegre y vivo en la consideracin ycontemplacin de
las cosas de ms importancia15. Esta reflexin de Amyot suena demodo
parecido a la famosa declaracin que leemos, bajo la pluma de
Cervantes, en elprlogo de las Novelas Ejemplares:
Mi intento ha sido poner en la plaza de nuestra repblica una
mesa de trucos, donde cada unopueda llegar a entretenerse, sin dao
de barras [...] S, que no siempre se est en los templos;no siempre
se ocupan los oratorios; no siempre se asiste a los negocios por
calificados quesean. Horas hay de recreacin donde el afligido
espritu descanse. Para este efecto se plantanlas alamedas, se
buscan las fuentes, se allanan las cuestas y se cultivan, con
curiosidad, losjardines.16
Por su parte Amyot, lector asiduo de los griegos, habr
recordado, al escribir acercade la necesidad de lecturas de
entretenimiento, el prembulo de la ficcin tituladaHistoria
verdadera escrita por Luciano a finales del siglo segundo d. C
:
Como los que cultivan el atletismo y se ocupan de cuidar su
cuerpo, no se preocupan slo desu forma fsica y de los ejercicios
gimnsticos, sino tambin, en el momento oportuno, derelajar sus
miembros, cosa que es parte importantsima del entrenamiento, as,
para los que seentregan a estudio de las letras, estimo que
conviene, despus de la prolongada lectura deobras serias, relajar
sus mentes y tonificarlas con vistas a futuras fatigas.
Y el reposo les estar muy bien indicado si se dedican a la
lectura de obras tales que noprocuren slo simple deleite mediante
su urbanidad y gracia, sino que ofrezcan tambin unamateria de
reflexin no vulgar, como espero que lo piensen de mis
escritos.17
Una vez admitido el principio de que es necesario de vez en
cuando ocupar elespritu con cosas que lo entretengan, le procuren
descanso y alivio, queda virtualmente
13 La traduccin espaola antigua del prlogo de Amyot, que figura
en las primeras ediciones de las
Etipicas en castellano est reproducida en Heliodoro, Historia
etipica de los amores de Tegenes yCariclea, p. LXXXVIII y ss. Citar
el prlogo por esta traduccin y edicin. Por lo dems, la primera
edicinconocida de la traduccin de Fernando de Mena es de 1587,
aunque con aprobacin firmada en 1585 (segnGonzlez Rovira, 1996, p.
22).
14Fumaroli, 1985.^Historia etipica, p. Lxxvnr.'* Novelas
Ejemplares, I, p. 52.17
Luciano, Historia verdadera, I, 1-2 (traduccin ma a partir de la
italiana de 1990 citada en nuestrasReferencias bibliogrficas,
infra).
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E L P E R S I L E S : E N T R E T E N I M I E N T O Y V E R D A
D P O T I C A 1 1
justificado el que un libro se proponga como fin nico o
principal el entretenimiento(con tal de que sea sin dao de tercero
o sin dao de barras es decir, de modoinofensivo).
Pero permanece abierta la cuestin de cul ser el mejor modo de
hacerlo, cuestinque tocaba con rpida elegancia Luciano y que va a
tratar Amyot ms minuciosamente.Puesto que lo que causa placer al
espritu es el aprender cosas nuevas sin esfuerzo,parece que, para
quien trata de entretenerse, lo mejor sera leer historia. Sin
embargo,aadir enseguida, la historia es demasiado austera, no puede
rivalizar con la ficcin encuanto a atractivos inmediatos. La
historia, que debe atenerse a los hechos para los quehay
testimonios suficientes, no puede contar las cosas como nuestros
corazones, quenaturalmente se apasionan leyendo o viendo los hechos
o fortunas de otros, lo quieren ydesean. Lo que se podra glosar
diciendo por ejemplo que el historiador no debeseleccionar los
sucesos que describe en virtud de su mayor capacidad de sorprender
ymaravillar, como el poeta. Adems, lo que le importa en principio
al historiador es loque est destinado a transformar la sociedad y
el Estado, o lo que da indicio de talestransformaciones. Pero no es
eso lo que le importa al individuo, ni a nosotros en cuantonos
apasionamos con sus sucesos, sino la satisfaccin de su deseo, por
insignificante quesea socialmente. Tampoco puede el historiador
disponer los hechos del modo msagradable para el lector, reteniendo
informacin y urdiendo misterios para provocarcuriosidad e
impaciencia de leer lo que sigue. Por ltimo, el ornato estilstico
de la prosahistoriogrfica tiene que ser limitado; mientras que la
prosa ficcional o potica admitecualquier gala que quiera ponrsele.
Ergo, el placer de la fbula, de la mentirapotica, es
insustituible.
Sin embargo, sigue el razonamiento de Amyot, no todos los libros
fabulosos tienenel mismo valor, no todos merecen ser defendidos:
los hay psimos, como los libros decaballeras, cuya mquina mal
fundada trata de derribar el Quijote, y los hayexcelentes, como
pretende serlo el Persiles. Si ello es as, el autor de libros
deentretenimiento, ya no corre el riesgo de verse equiparado con el
juglar, el bufn, elhombre de placer, sino que pasa a ser un
ingenio, un inventor, un aspirante a la gloriadel poeta y del
artista. No todo entretenimiento, no toda fabulacin, sern
aceptadospor un buen entendimiento. Hay cosas que tragarn los
simples o necios pero que elhombre inteligente vomitar, como
escribe Amyot y reiterar el cannigo del Quijote ensu famoso
discurso crtico18. Para los entendidos, es necesario, si se quiere
causarplacer, hilar ms fino, y poner freno al derecho del fabulador
a la mentira. As lo leemosen la traduccin espaola del texto de
Amyot:
Ms ni menos como entre las pinturas las tablas son estimadas por
mejores de los que algoconocen que representan mejor la verdad del
natural, ans entre las ficciones aquellas queestn ms cerca de
natura y en las cuales hay ms de verisimilitud son las que agradan
ms alos que miden su placer con la razn y que se deleitan con
juicio [...] porque el artificio de lainvencin potica consiste
[...] primeramente en la historia, de la que el fin es lo
verdadero.Por lo cual no es lcito a los poetas, cuando hablan de
las cosas de natura, escrebir a suvoluntad de otra cosa que la
verdad, porque esto les sera imputado no a licencia o artificiomas
a ignorancia. [...] Por lo cual mucho menos se deben permitir todas
cosas en las ficciones
18 Don Quijote, I, 47, vol. I, p. 547 y ss.
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1 2 M E R C E D E S B L A N C O Criticn, 9'1,2004
que queremos disfrazar con el nombre de historia verdadera,
antes es menester mezclar tandoctamente lo verdadero con lo falso,
guardando siempre apariencia de verdad y refiriendo louno a lo
otro, de suerte que no haya discordancia del fin al medio, ni del
medio al fin.19
Algunas de las frases pronunciadas por el cannigo toledano del
Quijote, en censurade los libros de caballeras, parecen un eco fiel
de las que acabamos de citar:
Y puesto que el principal intento de semejantes libros sea el
deleitar, no s yo cmo puedenconseguirlo, yendo llenos de tantos y
desaforados disparates: que el deleite que en el alma seconcibe ha
de ser de la hermosura y concordancia que se vee o contempla en las
cosas que lavista o la imaginacin le ponen delante, y toda cosa que
tiene en s fealdad y descomposturano nos puede causar contento
alguno. [...] Y si a esto se me respondiese que los que taleslibros
componen los escriben como cosas de mentira y que, as, no estn
obligados a mirar endelicadezas ni verdades, responderles ha yo que
tanto la mentira es mejor cuanto ms pareceverdadera y tanto ms
agrada cuanto tiene ms de lo dudoso y posible.20
Tambin en el Persiles, las frecuentes declaraciones del narrador
que insisten en loverdadero de la narracin, por muy increble que
parezca, traducen una concepcin dela ficcin como simulacro
convincente de historia verdadera, idntica o muy similar a lade
Amyot. La idea segn la cual en la mezcla de lo verdadero y lo
mentiroso queconstituye la ficcin debe predominar la apariencia de
la verdad, sin la cual no puededarse un hermoso concierto o armona,
surge aqu y all, y con claridad en el siguientepasaje: [...] la
fbula, a quien conviene guisar sus acciones con tanta puntualidad
ygusto, y con tanta verisimilitud, que a despecho y pesar de la
mentira, que hacedisonancia en el entendimiento, forme una
verdadera armona21.
A partir de estas consideraciones parece razonable atribuir a
Cervantes una estticay una potica, que E. C. Riley en su clsico
trabajo defina del siguiente modo:
The highest form of pleasure in imaginative literature derives
from that harmonious beautywhich is inseparable from the poetic
truth of the work. Fantastic imaginings, charming inappearance, as
Leone Hebreo explained, cannot really be beautiful because they
offend theintelligence, which judges them, intellectually, to be
ugly.22
Lo que me parece digno de ser retenido en esta frmula es la
nocin de verdad quesupone, nocin teida de platonismo que casi
identifica verdad con hermosura. Laverdad que interesa no es la que
se hallara en una doctrina preexistente y que sedisfraza en la
ficcin alegrica, sino una verdad potica, es decir forjada por'
elentendimiento, inherente al tejido de la fbula y a la experiencia
imaginaria que la obrapropone, verdad cuya abierta manifestacin, no
en un estrato profundo del mensaje,sino en la letra misma del
poema, es causa de placer. Es la que Cervantes cree ver,
19Historia etipica..., p. LXXXIX.20 Don Quijote, I, 47, vol. 1,
p. 548.U Persiles, III, 10, p. 527.22 RiJey, 1992, pp. 84-85 [La ms
elevada forma de deleite en la literatura imaginativa deriva de
esa
armoniosa belleza que es inseparable de la verdad potica de la
obra. Afabulaciones fantsticas, encantadorasen apariencia, no
pueden ser realmente bellas porque ofenden a la inteligencia, que
las juzga,intelectualmente, feas).
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D P O T I C A 1 3
llevado de la mano de Amyot, en la novela de Heliodoro. De ella
pretende sin dudadotar a su propio libro, el Persiles.
EL PERSILES COMO ROMANCE
Como escriba Northrop Frye, el desplazamiento histrico del
romance(romntico e irrealista) a la novela (realista por definicin
aunque pueda sustentarconcepciones de lo real diversas y hasta
contradictorias), se opera histricamentemediante el paso por la
parodia. La novela empieza siendo parodia crtica del romance,y quiz
nunca deja completamente de serlo:
Characters confused by romantic assumptions about reality, who
emphasize the same kind ofparody, are central to the novel: random
examples include Emma Bovary, Anna Karenina,Lord Jim, and Isabel
Archer. The suprme example of the realistic parody of romance is
ofcourse Don Quixote, which signalizes the death of one kind of
fiction and the birth ofanother kind.23
La ilusin es, pues, siempre lo primero, y el desengao, lo
segundo, lo que seencuentra, segn escriba Gracin, no a la entrada,
sino a la salida del mundo. Larealidad no se ofrece de inmediato,
sino como resultado de una crtica de la irrealidad.Pero, a
diferencia del Quijote y, aunque cronolgicamente se site despus de
esesupuesto gran cambio de rumbo que seala la muerte de un tipo de
ficcin y elnacimiento de otra, el Persiles va a ser sin lugar a
duda lo que los anglosajones llamano llamaron hasta hace poco24 un
romance, es decir una ficcin que nos presenta unmundo ms agradable
que el mundo real, donde es posible encontrar a ejemplaresperfectos
de humanidad, cuyos trabajos, tribulaciones y penalidades
conspiran, mspronto o ms tarde, a adquirirles una felicidad
aureolada de gloria. Este tipo de relatotiende a una placentera
simplificacin en su representacin de la vida, atenuando ladura
opacidad e inflexibilidad del mundo fsico, de las relaciones
econmicas ypolticas. Que el Persiles pertenece al gnero de ficcin
llamado romance es tan obvioque la crtica anglosajona, que maneja
fluidamente esta nocin, lo admite como un datoinmediato: Alban
Forcione, por ejemplo, titula su segundo libro dedicado al
Persiles,Cervantes's Christian Romanc25 y Diana de Armas Wilson,
uno de sus artculos acercade la misma obra: Cervantes' Last
romance: Deflating the Myth of FemaleSacrifice26. La interpretacin
del Persiles no puede ser ms opuesta en estos dos
23 Northrop Frye, 1976, p. 39 [Personajes engaados por ilusiones
romnticas sobre la realidad, quehacen resaltar la parodia de lo
romntico, son un ingrediente central de la novela; ejemplos dados
al azarincluyen a Emma Bovary, Anna Karenina, Lord Jim, e Isabel
Archer. El supremo ejemplo de parodia realistade romance es por
supuesto Don Quijote, que seala la muerte de un tipo de ficcin y el
nacimiento de otra].
2 4 Segn Thomas Pavel, esta distincin est en vas de ser
abandonada por los estudiosos
norteamericanos. Vase Pavel, 2003, p. 45: Depuis un certain
temps, cependant, les chercheurs amricainsabandonnent l'appellation
romance lorsqu'il s'agit de narrations en prose grecques et latines
et utilisent novelpour dsigner aussi bien les romans antiques et
baroques que leurs successeurs modernes, la manire duterme franais
" roman" . Cette volution terminologique signale sans doute une
nouvelle volont dereconnatre l'ampleur chronologique de l'histoire
du roman.
25 Forcione, 1972.26 De Armas Wilson, 1983.
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14 MERCEDES BLANCO Criticn, 91,2004
crticos, puesto que el primero lo ve como un libro desbordante
de fervor cristiano; lasegunda, como un libro transgresivo, que por
su radical feminismo no puede avenirsecon los dogmas patriarcales
que cimentan el catolicismo ortodoxo. Ambos sin embargoparten de la
evidencia de que se trata de un romance, palabra para la que no
tenemosequivalente ni en castellano ni en francs.
Y sin embargo, hay tal vez en el Persiles episodios o aspectos
propios de la novela{novel), aunque el marco general sea el del
romance; al revs de lo que sucede en elQuijote, donde la intriga
principal, el relato-marco tiene el sabor realista de lanovela, y
en cambio las historias intercaladas o episdicas son casi todas de
tiporomance. Segn afirma Diana de Armas Wilson, el andrgino es el
ncleo del libro noslo temtico sino estructural, porque el Persiles
es a la vez romance y novela, como elandrgino es a un tiempo hombre
y mujer27. Tal vez haya que darle la razn, pero loobvio es que el
argumento principal, la historia de una pareja ideal que consigue
laansiada unin despus de pasar largas tribulaciones, es tpico del
romance. Como sontpicos de la ficcin romntica los motivos
recurrentes o caractersticos, la paraferanaliadel relato, que
Northrop Frye resume de este modo: ... historias de
nacimientomisterioso, profecas y orculos acerca de las futuras
contorsiones del argumento,parentescos supuestos, aventuras que
incluyen cautiverio por piratas, muertes a las quese escapa por
puro milagro, reconocimiento de la verdadera identidad del hroe
yeventual casamiento con la herona28. Habra que aadir la muerte
aparente y laherida o la enfermedad que no dejan huellas, motivos
frecuentes en la llamada novelagriega, sintomticos de una
representacin del mundo que niega, contra la experiencia,que males
irreversibles e inmerecidos puedan afectar al individuo. De estos
motivos hayms de un ejemplo en el Persiles.
CASOS DE FORTUNA, F E L I C E S Y NO PENSADOS A C O N T E C I M
I E N T O S
Cmo conciliar este carcter irrealista del relato con la asuncin
de la verdadpotica como esencia de una ficcin legtima, asuncin que
hay muchas razones slidaspara atribuir a Cervantes, y sin la cual
es difcil entender el proyecto de escribir elPersiles}
El problema no es slo el optimismo constitutivo de una ficcin
que no deja dudassobre la felicidad que espera a los hroes29,
tampoco lo es que sucedan a veces hechosimposibles, como el vuelo
de Rutilio en el manto de la hechicera desde Siena hastaNoruega.
Basta la simple acumulacin en el mismo momento, o en lapsos de
tiempo
2 7 V a s e De Armas Wilson, 1 9 9 1 , p . 100 y ss.2 8
Frye, 1 9 7 6 , p . 4: [.. .] stories of miraculous bir th ,
oracular prophecies abou t the future contor t ions ofthe plot ,
foster parents , adventures which involve capture by pirates, na r
row escapes from dea th , rcognitionof the t rue identity of the
hero and his eventual marr iage wirh the heroine.
29 Recordemos que este opt imismo, que domina la concepcin de la
intriga principal, queda a tenuado osuprimido en alguna de las
historias intercaladas, c o m o la de Renato y Eusebia (Persiles,
II, 18-21). En estecaso, la inocencia de los dos protagonis tas no
evita que sean condenados por un comba te que apela al
juiciodivino, y que paguen esta sentencia con una exclusin de la
sociedad y un largo per odo de vida solitaria yasctica. Es cierto
que finalmente saldr a luz la verdad y podrn volver de su exilio,
pero marcados .po r lavejez y por una melancola que presentimos
incurable. La historia interesa por cuan to pone en entredicho
elpresupuesto constante en la literatura caballeresca de que el
triunfo en el combate premia la virtud.
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E L P E R S I L E S : E N T R E T E N I M I E N T O Y V E R D A
D P O T I C A 1 5
breves, de grandes casos de fortuna, bastan la agrupacin
repetida de personajesdotados de grados superlativos de belleza,
calidad, discrecin, o el encadenarse sinpausas de historias
extraordinarias. La frecuencia de lo extraordinario confiere a
loshechos relatados un grado de improbabilidad que, a efectos
prcticos, puede asimilarsea la pura y simple imposibilidad. El
primer captulo, sin ir ms lejos, da buena muestrade una economa del
relato basada en la mxima concentracin de sucesossensacionales. El
hroe todava sin nombre, pero a quien ya se ha atribuido
unasobresaliente belleza, es sacado de una oscura mazmorra,
amenazado con una flecha,embarcado en una balsa, naufrago en una
tempestad y acogido a bordo de una naveprovidencial, todo ello en
el espacio de pocas pginas30. De entrada, sabemos a
quatenernos.
Como para asegurar la perfecta homogeneidad del conjunto, los
dos captulosfinales reflejan con fidelidad la precipitacin
altamente improbable del comienzo. Enpocos instantes y menos
pginas, Persiles se desespera por creerse aborrecido de suamada, se
entera de que su temido hermano Maximino va a llegar en Roma,
seencuentra con Sigismunda dispuesta a consolarlo y con Hiplita que
le ofrece susriquezas, es apualado por Pirro el Calabrs, se topa
con su hermano que entra enRoma y se casa con Sigismunda por obra y
gracia de Maximino, que muere en esemismo instante. Tenemos pues,
en lenguaje aristotlico, tres peripecias31, dosreconocimientos, dos
o tres coincidencias, apretado todo ello en un breve
segmentonarrativo.
Estas secuencias que abren y cierran la obra no hacen ms que
acusar un modo deurdir la trama que podemos verificar tambin en las
que forman el cuerpo del relato.Vase por ejemplo, en el captulo
III, 9, la coincidencia de dos sucesos
extraordinariosindependientes entre s: por un lado la llegada a
casa de sus padres de Antonio deVillaseor como incgnito peregrino,
despus de haber faltado de ella veinte aos, y porotro lado la
entrada en la misma casa, en el mismo instante, de un antiguo
enemigo, elconde, ahora amigo y herido de muerte por culpa de una
casual reyerta entre soldados yvillanos.
30 Vase Arara, 1982.
31 Una peripecia (metabol, metabasis) es un cambio brusco de la
felicidad a la infelicidad o viceversa(Aristteles, Potica, 5 1 a l
4 , 52a l 6 ; 52a23, 3 1 , 52b34, 53a9,13). Tenemos en este caso un
trnsito de lafelicidad a la infelicidad cuando Periandro oye de
boca de Auristela su decisin de meterse monja; de lainfelicidad a
la felicidad, cuando ella empieza a reconsiderar su decisin; de la
felicidad a la infelicidad,cuando Periandro es apualado; de la
infelicidad a la felicidad, cuando su hermano lo casa con
Auristela-Segismunda Un reconocimiento (anagnrisis, con frecuencia
llamado agnicin en la Espaa del Siglo de Oro;Aristteles, Potica,
52a38, blO, 11 , 55b34, 24, 59bl5) es un paso de la ignorancia al
saber, generalmenteacerca de la identidad de una persona o sus
relaciones de parentesco con otra. Hay un reconocimiento aqucuando
el lector, representado por Rutilio, se entera al fin de la
identidad de los hroes. Otro cuandoMaximino, Persiles y Segismunda
se reconocen mutuamente.
Hay coincidencia cuando dos cadenas causales independientes
engendran dos acontecimientos que seproducen en las mismas
circunstancias, y cuya copresencia transforma significativamente
una situacin. Losacontecimientos aqu coincidentes son el
aislamiento de Persiles, motivado por la melancola, y laconversacin
de Rutilio y Serafido; el encuentro del grupo de Auristela con
Persiles, el crimen de Pirro elCalabrs y la llegada de Maximino;
inmediatamente despus, el encuentro de Maximino con Persiles
enapariencia agonizante y su propia muerte.
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16 MERCEDES BLANCO Criticn, 91,2004
Sin embargo, el captulo III, 14 todava lleva las cosas ms lejos.
De resultas de unextrasimo incidente, Periandro cae de una torre y
se hiere en apariencia mortalmente.En el mismo instante, y sin que
haya relacin alguna entre ambos asuntos, aparece unatropa de
hombres armados, que intenta robar a Flix Flora. Antonio impide el
raptomatando de un flechazo al jefe de la tropa, que se da a la
fuga no sin antes haberherido, al parecer de muerte, a Antonio. Dos
series de acontecimientos distintos, cadauna de por s improbable,
coinciden en el tiempo y adems se concluyen con dosescenas
idnticas. Las heronas de las dos parejas protagonistas, Auristela y
Constanza,lloran en el mismo momento a sus hermanos malheridos, en
sendos lamentosigualmente retricos, para finalmente desmayarse
sobre los supuestos cadveres.
Aqu, la improbable coincidencia no determina simplemente un caso
de fortuna, unaaventura o accidente, sino dos casos simultneos,
ambos ocasin de una proeza delhroe que sacrifica su vida para
salvar a un extrao. Las dos aventuras se concluyen demodo idntico,
por la dolorosa orfandad de las dos bellsimas muchachas. Tan
acusadasimetra no slo afecta a la apariencia de historia verdadera,
sino incluso al efectopattico del cuadro que se nos ofrece. No
parece posible tomar en serio el dolor de lasdos hermanas (o ms
bien, de la falsa hermana y de la verdadera), ni la amenaza
demuerte que pesa sobre los heridos. De hecho, los oyentes no
quedan impresionados porla desgracia de los dos valientes jvenes ni
por la pena de las dos muchachas, sino slopor las grandezas que
mencionan en sus lamentos: Estas palabras de reina, de montesy
grandezas tenan atentos los odos de los circunstantes que las
escuchaban, yaumentles la admiracin las que tambin deca
Constanza32. Es bien sabido quecualquier acto o gesto, por grave y
doloroso que sea, se vuelve cmico si es reproducidoliteralmente por
otro agente, como una sonrisa se vuelve mueca si se contempla en
elespejo. As sucede con los desmayos de Auristela y Constanza, cuyo
histrionismo esrealzado por la simetra: Con esto se qued desmayada,
y Auristela ni ms ni menos,de modo que tan muertas parecan ellas y
an ms que los heridos. Todo es aquparecer y simulacro ldico y
teatral.
La impresin que dejan en el lector estos momentos del relato es
la de una libertadincontrolada del narrador que manipula a su
antojo los datos de la narracin. Y ello,incluso suponiendo que se
pasen por alto convenciones que en la literatura antigua sonde
rigor, como la que dota a todos los personajes, incluso a los ms
rudos, del don de lapalabra elocuente, de la sintaxis compleja, de
la diccin elegante, de la actitud pulcra ycorts. Baste como ejemplo
escogido al azar el saludo que un esbirro que escolta a unospresos
condenados a galeras dirige a los peregrinos:
Si por ventura, seores peregrinos, llevis en este repuesto
alguna conserva de regalo (que yocreo que s debis de llevar, porque
vuestra gallarda presencia ms de caballeros ricos que depobres
peregrinos os seala); si la llevis, ddmela, para socorrer con ella
a un desmayadomuchacho que va en aquel carro... [La frase contina
sin ruptura por espacio de cinco lneasms].33
32 Persiles, p. 577.
33 Persiles, p. 543.
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EL PERSILES: ENTRETENIMIENTO Y VERDAD POTICA 1 7
LA VERDAD COMO RACIONALIDAD DE LA NATURALEZA
Todo ello, sin embargo, no quiere decir todava que el relato sea
inverosmil, paralos criterios de Cervantes, o los de Amyot.
Recordemos la comparacin con la pintura de que echaba mano Amyot
paraexplicar su concepto de verdad de la ficcin, comparacin que
tambin aparece en elPersiles, en un pasaje que ms adelante habr
ocasin de comentar. La afinidad depintura y poesa, ciertamente
tpica, pero formulada en estos casos de modo no trivial,puede
ayudarnos a analizar el concepto de verosimilitud que manejan. Los
cuadros delos grandes pintores renacentistas, de Rafael por
ejemplo, pudieron ser aclamados portericos y aficionados a la
pintura como maravillosamente fieles a la verdad delnatural34. Nada
sin embargo ms ajeno al realismo. No hace falta decir que
lasescenas, los cuerpos, los rostros, los paisajes que pinta Rafael
son demasiado perfectos,simtricos, armnicos, simples y suavemente
uniformes para ejemplificar lo quepodemos ver en el mundo que nos
rodea. Sin embargo, la aplicacin correcta de unasleyes de la
perspectiva todo lo convencionales que se quiera, pero que
producen, paraquien se acostumbra a ellas, una ilusin eficaz de
profundidad, la exactitudanatmica, la composicin original y no
calcada de un patrn conocido, los gestoselocuentes, la expresin
acorde con lo que se espera de personajes y situaciones,
laobservacin de los efectos de luz y sombra en los volmenes, la
delicada matizacin delcolor, y hasta la misma armona de todos estos
factores formales, contribuan apersuadir a quienes vean sus obras
de que su pintura era conforme al natural, sobretodo por comparacin
a obras anteriores, cuyo carcter convencional y esquemticoresultaba
mucho ms patente. Aunque ninguno de los personajes o
escenasrepresentados se parezca a los personajes y escenas del
mundo real, la imagen que deellos se nos da no contradice en modo
chocante nuestras imprecisas y balbucientesopiniones sobre el
aspecto del mundo. Se impone frente a ellas como una
opininplenamente articulada, altamente elaborada y llena de
autoridad. Mostrndonos lo queno existe, nos ensea a ver lo que
existe con otros ojos; nos dice lo que la naturaleza eso al menos
lo que debera ser35. Todo ello es relativo, por supuesto, y depende
denuestros hbitos, depende de lo que hayamos visto antes. Para
quien sale de unainmersin en cuadros de Botticelli, Rafael parece
naturalista; en cambio, para quienacaba de ver cuadros de Velzquez,
saltar a la vista el artificio compositivo y laidealizacin y
simplificacin de lo visible en los de Rafael.
La nocin de verosimilitud en literatura debe ser vista como algo
similar a lo que losentendidos en pintura llamaban verdad del
natural. El imperativo de verosimilitud estotalmente distinto de la
exigencia de realidad del realismo, y se resume en el precepto
3 4 Un pasaje del Arte de la pintura de Francisco Pacheco
expresa este complejo ideolgico con bastante
precisin: [.-.] convendr para hacer lo que hizo Rafael, Micael y
otros de su gnero, y caminar enseguimiento de tales guas, que las
invenciones de las figuras o historias se ajusten y perfecionen con
laimitacin de las cosas mejores de la naturaleza. Porque este
ejemplar no se ha de perder de vista jams (...) ytoda la fuerza de
estudios no echa fuera este original (como lo dice nuestra
difinicin), porque con losprecetos y la buna y hermosa manera viene
bien el juicio y elecin de las bellsimas obras de Dios y de
lanaturaleza (Arte de la pintura, pp. 274-275).
3 5 Sobre estos temas, sigue siendo indispensable gua el terico
e historiador del arte Ernst H. Gombrich.
Vase Gombrich, 1960 y 1963. Traducciones al francs y al espaol
son fcilmente accesibles.
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18 MERCEDES BLANCO Criticn, 91,2004
de Amyot: [...] no es lcito a los poetas, cuando hablan de las
cosas de natura, escrebira su voluntad de otra cosa que la verdad,
porque esto les sera imputado no a licencia oa artificio mas a
ignorancia. El nico precepto riguroso es no apartarse de lo que
sesabe de las cosas de natura, no describir acciones,
acontecimientos, espacios,irracionales, incoherentes o imposibles.
Por lo dems, la verosimilitud consiste en unefecto sobre el
receptor, relativo al sujeto sobre el que se produce, y, si se
impone comoexigencia, es que los entendidos, perspicaces y capaces
de rechazar la irracionalidad,vern con ella destruido el placer de
la fbula.
La gran diferencia es que la verdad que el realismo exige, al
menos en su fase demadurez, consiste en reconstruir un simulacro de
experiencia directa, en bruto, pordecirlo as, del mundo, con toda
la complejidad, oscuridad y ambigedad de loinmediato, mientras que
el concepto de verdad inherente al de verosimilitud postula quelo
verdadero es lo inteligible, lo racional. En virtud de la
verosimilitud, se somete unaconstruccin imaginaria a un sistema
intelectualmente satisfactorio de clasificaciones,valores y
motivaciones.
Desde luego, Cervantes no es capaz de poner en duda un postulado
que compartecon los nearistotlicos en general, y con Torquato
Tasso, uno de sus poetas favoritos, enparticular36, segn el cual el
placer del lector se gana con lo maravilloso, o sea
contandonovedades, cosas hermosas y fuera de lo comn, describiendo
objetos exquisitos,coincidencias funestas o afortunadas. Piensa sin
embargo que, para hacerlo de modosatisfactorio, se debe respetar la
apariencia de verdad. Si los hechos particulares,variables y
contingentes, se desvan de lo que se observa en la experiencia y de
lo quepuede esperarse en una historia verdadera, queda al menos la
verdad de la naturaleza,que es siempre la misma en todas partes y
que no debe ser abiertamente contradicha. Lonatural, para una visin
del mundo condicionada por el platonismo y el
aristotelismo,filtrados por la escolstica medieval, es lo que se
conforma a leyes integradas en unsistema racional del mundo, lo que
siempre sucede del mismo modo en todas partes.
La verdad de esas leyes, de esos universales, la ficcin debe no
slo observarla, sinoincluso darla a conocer, manifestarla y
proclamarla, y en ello consiste su valor de arteliberal y de noble
ciencia. En cambio, los datos empricos pueden alterarse conrelativa
libertad porque en nada afectan al conocimiento filosfico del
mundo.Pongamos por caso: el que haya una isla llamada Golandia en
el Atlntico Norte tanpoco habitada que no tiene ms que una casa que
sirve de mesn, etc., puede o no serun hecho fehaciente. Lo que
importa es que en nada contraviene a las leyes naturales, yel saber
si en efecto es as o no no nos hace ms capaces de percibir,
concebir o explicarlo que nos rodea. O bien, el que un joven
robusto sea tan delicadamente bello comopara poder pasar por mujer
y como tal desencadenar pasiones, por poco que se ledisfrace del
modo que suelen vestirse las ninfas de las aguas o las hamadradas
de losbosques37, puede ser improbable, pero cabe en los lmites de
lo racionalmenteconcebible, y su misma improbabilidad estimula
nuestra imaginacin. Tampocoimporta que no existan seres tan
perfectos como los protagonistas, ni amores tan castos,
36 Vase Torquato Tasso, Discorsi dell'arte potica (1587) y
Discorsi del poema eroico (1594). La
cuestin de lo maravilloso y su conciliacin con lo verosmil se
discute en varios lugares, sobre todo enDiscorsi dell'arte potica,
1, y en Discorsi del poema eroico, II.
37 Persiles, p. 139.
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EL PERSILES: ENTRETENIMIENTO Y VERDAD POTICA 1 9
ni dichas tan plenas como la que se supone que alcanzan al final
del cuento. Que talescosas contradigan la experiencia comn no
afecta al problema de la verdad del natural,con tal de que no
contradigan los fundamentos racionales de esa experiencia.
Entreestos fundamentos racionales se encuentra la afirmacin
filosfico-teolgica de que elhombre est emparentado con lo divino, y
que su vocacin natural es la perfeccin. Porsupuesto, la tradicin
cristiana, haciendo hincapi en el pecado original y en lacorrupcin
de la naturaleza, hace tambalearse este postulado. Sin embargo, al
menos enel mundo catlico, ello no obsta para que pueda seguir
afirmndose, un tantocontradictoriamente, y tal vez siguiendo, como
quiere Christian Bouzy, los principiosheterodoxos, pero tolerados,
del eudemonismo neo-estoico38, la compatibilidad de lanaturaleza
con una perfeccin ideal39.
L O M A R A V I L L O S O C I E N T F I C O Y S U S T R A M P A
S
Pero, podramos preguntarnos, en qu consiste en un relato verbal
esta verdad de lonatural, que correspondera a lo que en la pintura
es la coherencia de la perspectiva, elmodelado mediante las sombras
y luces, la anatoma como ciencia? Qu clase deverdades de este tipo
hace valer una ficcin como el Persiles?
Lo ms fcil de observar es que, aun prodigando lo extrao y lo
difcil de creer,Cervantes modera el recurso a lo sobrenatural,
elimina los portentos, milagros,monstruos y prodigios, los
bullentes lagos y aguas encantadas que multiplican adlibitum los
libros de caballeras, as como las entidades puramente alegricas. En
vez dela isla Deleitosa, en cuya presencia nos pone de inmediato el
libro de Nez de Reinoso,tenemos la Isla Brbara, apelacin que despus
de todo puede interpretarse literalmente,como etiqueta de una isla
cuyo nombre propio se desconoce, y que est poblada porbrbaros; o la
Isla Nevada, apelacin provisional para una isla sin nombre cubierta
denieve. El nico paisaje inequvocamente alegrico, el de la isla
paradisaca, aparece enun sueo40, en el que por supuesto no rigen
las leyes de la naturaleza. No utilizarinnecesariamente Cervantes
topnimos inventados o, si lo hace, ser, como en el casode Golandia,
hacindolos sonar como nombres efectivos: Golandia, tuviera o nopara
Cervantes un referente real, suena a topnimo germnico y por lo
tanto cuadraperfectamente con la localizacin del relato en los
mares septentrionales. Es significativala comparacin entre Arnaldo
y un personaje con el que nos encontramos en lasprimeras pginas de
la Historia de Clareo y Florisea, hijo nada menos que delemperador
de Trapisonda41:
3 8 Vase Bouzy, 2 0 0 3 .
3 9 La obra de Cervantes sugiere que l crea en la posibil idad
de una perfeccin natural . Si las
perfecciones de su Persiles y de su Sigismunda son tal vez
tratadas con alguna malicia, no sucede as conla de la gitanilla
cuya rigurosa virtud parece del todo amable al hallarse unida con
la gracia inventiva y conla libertad. Su Rinconete y su Cortadil
lo, pese a ser un par de delincuentes, llevan, en su talante
amistoso,elocuencia, ingenio, desenfado y buen juicio, las marcas
de una naturaleza noble que ninguna circunstanciaadversa, ningn
error cometido pueden borrar.
40 Persiles, II, 15.
4 1 Ciertamente, Trapisonda no es un topnimo inventado, sino que
designa a una ciudad hoy designada
como Trebisonda, antigua Trapezos, que se halla en la regin de
Capadocia , a orillas del M a r Negro. Acomienzos del siglo x m era
capital de un ducado, l lamado reino y aun imperio. Sin embargo, la
lejana deestas referencias y el sonido extrao Trapisonda qui taban
verosimilitud al topn imo. En sus cuat ro
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2 0 MERCEDES BLANCO Criticn, 91,2004
[...] en la nsula viva la princesa Narcsiana, hija del rey de
Macedonia, la cual era tanhermosa que ninguna persona la vea que a
la hora no muriese; y [...] por esta causa suspadres la haban hecho
traer en aquella nsula, que la nsula Deleitosa se nombraba, por
causay respeto de los grandes deleites que haba en ella; adonde la
princesa estaba acompaada demuchas dueas y doncellas de alta guisa,
y de otras princesas que por le tener compaa eranall venidas, y
algunos pastores, los cuales, a lo que se pensaba, eran grandes
prncipes yandaban disfrazados por causa de la princesa,
principalmente uno que Altayes de Franciadicen ser, hijo del
emperador de Trapisonda, por otra parte el Caballero
Constantinollamado, y en aquella nsula el pastor Arquesileo.42
El Arnaldo del Persiles es, como Altayes, un prncipe privado
transitoriamente de sureino por seguir los pasos de una bellsima
princesa que anda por tierras lejanas, peroCervantes, ms
sobriamente que su predecesor, se contenta con hacerle
prncipeheredero de Dinamarca, pas que tiene no slo la virtud de
sonar a cosa real, sino hastade existir de verdad.
Ciertamente, Cervantes no renuncia completamente a lo mgico y lo
portentoso enel Persiles, tal vez porque no descree del todo de que
haya brujas y otros portentos, peromucho ms porque los rpidos e
inexplicables efectos de lo sobrenatural le resultancmodos para
urdir la narracin segn su conveniencia43. Por ejemplo, dar cabida
en suhistoria al poder de los hechizos le permite jugar a borrar y
en seguida hacer reaparecera su arbitrio la famosa belleza de su
herona, con lo que consigue deshacerse de losrivales, o por lo
menos desacreditarlos, y poner de manifiesto los mritos nicos
delamor de Persiles. Pero sobre todo la magia, u otras formas de lo
sobrenatural como laadivinacin y la profeca, son componentes
insustituibles de esa maravilla que tantocontribuye al placer del
relato. Y sin embargo Cervantes manipula con cautela
estasmaravillas sospechosas de inverosimilitud44. Ya Riley resuma
perfectamente las tcticascervantinas en un pasaje de su libro:
Thus, in recounting the really fantastic events of the Persiles,
Cervantes safeguards himself inone or often all, of three ways. He
places the event in a little-known regin where, from hisreading of
the authorities, such a thing mighr, in default of vidence to the
contrary, possiblyoccur; he recounts what is in accordance with
popular belief; he puts the account into themouth of one of his
invented characters. This use of the supernatural, far from
indicatingindiffrence to the truth of history, betrays a rvrence
for it surpassed by no epic poet of thetime.45
ocurrencias en el Quijote, aparece Trapisonda como paradigma de
lo fantasioso y extravagante del mundocaballeresco.
4 2 Los amores deClareo..., p. 70.
4 3 En la posibilidad de concentrar a accin y eludir confusas y
arbitrarias motivaciones psicolgicas
consiste, segn conocidas afirmaciones de Borges, el principal
mrito de la literatura fantstica.4 4
Vase a este respecto, adems del libro de Edward C. Riley citado
en la nota siguiente, TrabadoCabado, 2003.
4 5 Riley, 1991, p. 194 [As, al relatar los acontecimientos
realmente fantsticos del Persiles, Cervantes se
cura en salud de una de tres maneras, y a veces de las tres.
Sita el acontecimiento en una regin pococonocida, en la cual, segn
su lectura de las autoridades, tal cosa podra tal vez suceder,
hasta prueba de locontrario; admite lo que est acreditado por la
creencia popular; pone el relato en boca de uno de sus
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E L P E R S I L E S : E N T R E T E N I M I E N T O Y V E R D A
D P O T I C A 2 1
Cabe aadir que la estrategia adoptada en el Persiles para
conciliar fidelidad a lonatural y seduccin de lo maravilloso podra
caracterizarse como sustitucin por lomaravilloso cientfico de lo
maravilloso mtico. No debe tenerse en cuenta, paracalificarlo de
tal, lo que esta ciencia puede conllevar de errneo, de impuro y
deaproximativo. Los seres prodigiosos con quien se encuentra Ulises
son criaturasmitolgicas, cclopes, sirenas, y naturalmente dioses.
Estos prodigios han perdido desdeel eclipse del paganismo su
autoridad religiosa y, si el lenguaje potico los ha integradocon
xito en su repertorio de smbolos y figuras, en cambio slo tienen
cabida comoreferentes narrativos en gneros arqueolgicamente
clasicistas, el poema pico o elepyllion, la fbula mitolgica. En
cambio, los hroes del Persiles se encuentran por logeneral con
prodigios que las disciplinas cosmogrficas o etnogrficas antiguas
ymodernas han dado a conocer como realidades ajenas a nosotros,
pero comunes yordinarias all donde se encuentran: pueblos en que
practican sacrificios humanos ydonde se consume el corazn de
ciertas vctimas; naciones en que la recin desposada esentregada
ritualmente a un grupo de hombres vinculados al esposo; pases en
que el day la noche duran cada uno seis meses, o en que el mar se
hiela engastando a los navios,como el anillo a la piedra. El mismo
libro se encarga de indicar que estas maravillas sonacordes con la
razn, y que algunas hasta pueden explicarse con la perfecta
claridad delas matemticas, porque no son sustancialmente distintas
de verdades tan notoriascomo la redondez de la tierra o el tamao
inmenso del sol, mensaje puesto en busca deRufino, el ayo de
Persiles: Si llegamos a Roma, con una esfera te har tocar con
lamano la causa dse maravilloso efeto [el da y la noche de seis
meses], tan natural enaquel clima como lo es en ste ser el da y la
noche de veinticuatro horas46.
El recurso a autoridades de tipo cientfico podra corresponder,
tnutatis mutandis, alprestigio que debe la pintura desde el
Renacimiento hasta la crisis de la figuracin asu cada vez ms
perfecto dominio de las ciencias de la perspectiva y la anatoma.
Sobreeste punto, Cervantes recoge la leccin de los novelistas
griegos, y del mismo Heliodoro,cuya historia se adorna con datos
presuntamente cientficos, geogrficos y etnogrficos,como la
explicacin de las avenidas del Nilo, en boca de Calasiris, o la
bonitadescripcin de las costumbres y habitat de los llamados
pastores, o boyeros, losbandidos del delta del Nilo47. Como sucede
en el caso de la pintura, la poesa, en suafn en convertirse en
reina de las ciencias y las nobles artes, procura asimilar
laslecciones del arte clsico, y sobre todo del helenismo tardo. En
este sentido, el Persilespreludia efectivamente, aunque en modo
primitivo, a la decimonnica novela deaventuras, con su decorado
cientfico. Pinsese en el voluminoso tratado sobre lasballenas y el
mundo de los balleneros que contiene el Moby Dyck de Melville.
Sin embargo, tales artimaas estn al alcance de cualquier
escritor que repare enellas, y que se preocupe de documentarse un
poco, y por lo tanto no bastan paraasegurar esa difcil verdad
potica que Cervantes concibe como excelencia de la ficcin.
personajes ficticios. Este uso de lo sobrenatural, lejos de
traducir indiferencia por la verdad de la historia,atestigua una
reverencia por ella no sobrepasada por ningn poeta pico de su
tiempo].
4&Persiles, IV, 12, p. 698. Sobre estos puntos, es
fundamental el libro de Isabel Lozano Renieblas, 1998,pp.
120-143.
47Historia etipica..., I, 5-6.
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Hay que aadir adems que las tcticas para aclimatar lo
maravilloso que enumeraRiley, y que analiza Jos Manuel Trabado en
un trabajo reciente48, son de manejodelicado y pueden resultar
contraproducentes. El vuelo de la hechicera, sutransformacin en
loba, las profecas del jadraque o las predicciones de Soldino
resultanirremediablemente inverosmiles, mucho ms que los
abigarrados portentos que puedenpresentarse en una narracin
mitolgica, en un cuento de hadas, en las Mil y unanoches, o en un
libro de caballeras. En estos libros y gneros, las reglas del
relato,basadas intrnsecamente en lo maravilloso, inducen una
suspensin de la incredulidad.En cambio, no hay tal suspension of
disbelief en una narracin ambientada en el mundocontemporneo, que
recurre de modo intermitente a lo maravilloso, sobre todo si
elmismo texto discute de su posibilidad o intenta torpemente
racionalizarlo, como sucedeen la conversacin sobre licantropa49 o
en los comentarios del narrador sobre eldudoso poder de los
hechizos de la mujer de Zabuln50. Los criterios de verdad de
lanarracin aplicados por el lector se vuelven entonces afines a los
que aplicara a untestimonio efectivo, presentado en el marco de una
informacin judicial, por ejemplo. Elmismo escepticismo, por tmido y
ambiguo que sea, que expresan narrador y personajeshacia los
contenidos de la narracin, tiende a comunicarse al lector, y a
desorientarlo.El lector, que no sabe ya a qu carta quedarse ni con
qu pauta medir la veracidad delnarrador o los narradores, slo ve
claramente que el autor est jugando con l. Laexpresin de dudas
sobre la exactitud y hasta la misma posibilidad de lo que se
noscuenta, que en el Quijote se resuelve en risa (por ejemplo, a
propsito de la cueva deMontesinos), en el Persiles provoca una
perplejidad tal vez slo superable si leemos eltexto, precisamente,
en clave irnica o humorstica.
El problema es muy complicado por lo tanto, y ms an si pensamos
en lo variable yfluido de los fenmenos de creencia. No hace falta
decir que lo que hoy nos parececreble no es lo mismo que lo que
mereca crdito en una poca en que dieron porbuenos los testimonios
de las brujas que ocasionaron el famoso auto de fe deLogroo de
161051. Claro que los mismos inquisidores que creyeron que las
supuestasbrujas iban realmente al aquelarre montadas en una escoba
tal vez no habran juzgadoverosmil, en el relato de un testigo, la
coincidencia del encuentro casual de losperegrinos con Ortel
Banedre en Extremadura, seguido, mucho ms tarde y en Francia,por el
encuentro casual con su esposa infiel. Tampoco se trata simplemente
de unacuestin de poca o de mentalidad. Sabemos que los testimonios
que los inquisidoresde Navarra dieron por vlidos parecieron
disparatadas fantasas a muchoscontemporneos suyos, a un Pedro de
Valencia, o al inquisidor Alonso Salazar y Fras,el abogado de las
brujas y, finalmente, a los consejeros de la Suprema y
GeneralInquisicin. Hay motivos para creer que Cervantes se pareca
ms a los segundos que alos primeros52.
4 8 Trabado Cabado, 2003.
49 Persiles, 1,18, pp. 243-247.
50 Persiles, IV, 10, pp. 688-689.
51 Sobre este auto de fe, y los debates a que dio lugar, puede
leerse el libro de Gustav Henningsen, 1980.52
Hay bastantes artculos sobre el importante tema de la brujera en
Cervantes, muchos de ellosrecogidos en el libro coordinado por
Giulia Poggi (Poggi, 2002).
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EL PERS1LES: E N T R E T E N I M I E N T O Y V E R D A D P O T I
C A 2 3
Tal vez reflejando la conciencia autorial de la complejidad de
los fenmenos de lacreencia, el narrador cervantino no deja de dar
vueltas al problema de cmo hacer creerlas cosas que le apetece
contar. Sugiere por ejemplo que cuanto ms sabia y mscivilizada una
persona, ms capaz es de creer en lo extraordinario y menos propensa
aponer en duda lo que se le cuenta. As Periandro contesta a Ortel
Banedre que todos ledaran crdito, porque todos eran corteses y en
las cosas del mundo esperimentados53.Si cae en la trampa, el lector
va a conceder a la verdad del cuento por lo menos elbeneficio de la
duda, para verse a s mismo bajo el prisma halageo del
individuocorts y experimentado en las cosas del mundo.
Pero, en definitiva, el problema de cmo contar los casos de
admiracin, por muyposibles y hasta verdaderos que sean, parece
quedar en pie como algo insoluble. Justoantes del improbable
encuentro de los peregrinos con una mujer a la que slo conocende
odas, Luisa la Talaverana, fugaz esposa de Ortel Banedre, el
narrador precavidoinserta las siguientes reflexiones:
Cosas y casos suceden en el mundo que, si la imaginacin, antes
de suceder, pudiera hacer queas sucedieran, no acertara a
trazarlos, y, as, muchos, por la raridad con que acontecen,pasan
plaza de apcrifos y no son tenidos tan verdaderos como lo son. Y,
as, es menester queles ayuden juramentos, o, a lo menos, el buen
crdito de quien los cuenta; aunque digo quemejor sera no contarlos,
segn aconsejan aquellos antiguos versos castellanos que dicen:
Las cosas de admiracinno las digas ni las cuentes,que no saben
todas gentescomo son.
54
No basta pues para asegurar la armona de la ficcin, que la hace
gustosa paraentendimientos exigentes, con racionalizar lo
maravilloso mediante el recurso a laciencia o a la seudociencia, ni
tampoco con de atenuar la responsabilidad del narrador,haciendo
que, en vez de abonar lo que cuentan los narradores secundarios, l
mismonos incite a sospechar de su veracidad. Hay mtodos ms eficaces
y estrategias msrefinadas para lograr el placentero efecto de
verdad potica. De estos mtodos, omejor dicho, dispositivos
narrativos y semnticos, depende no ya la verosimilitud, comovalor
puramente negativo que se opone a lo absurdo o a lo increble, sino
algo muchoms importante: la sustancia del poema, su sutileza, la
satisfaccin intelectual que escapaz de producir. No pretendo aqu
hacer un recuento completo de tales dispositivos,ni siquiera
describir rigurosamente ninguno de ellos, pero s dar una idea de
dndepodramos buscarlos.
5i Persiles, III, 6, p. 490.
^Persiles, III, 16, p. 583.
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V E R D A D P O T I C A E I N T E R T E X T U A I I D A D
Uno de ellos, el ms caractersticamente literario, consiste en
dejar adivinar, bajo uncontenido narrado, otro contenido que tiene
la autoridad de lo mtico55. De l usaAriosto en el Furioso cuando
deja vislumbrar en la historia de su Olimpia abandonadapor Bireno
el relato clsico de Ariadna abandonada por Teseo56, o en Anglica
expuestapara ser devorada por la orea57 a Andrmeda condenada a ser
devorada por unmonstruo marino. De este mismo modo opera Cervantes
en ciertas pginas del Persiles,tanto en la supuesta primera parte
constituida por los dos primeros libros, como en losdos ltimos.
Retendr slo dos ejemplos, que naturalmente han sido desde hace
tiempoobservados por los exgetas de nuestra obra. En el captulo 17
del segundo libro,mientras la embarcacin que lleva a los fugitivos
huspedes de Policarpo, una saeta, seva alejando del puerto, la
desgraciada Sinforosa, inocente enamorada del hroe, sube auna alta
torre desde donde mira alejarse a su amado Periandro, con quien
esperabacasarse. La vemos contemplar dolororosamente la nave que
huye, y exhalar su pena consu hermana Policarpa: y como si fuera
otra engaada y nueva Dido que de otrofugitivo Eneas se quejaba,
enviando suspiros al cielo, lgrimas a la tierra y voces al
aire,dijo otras o semejantes razones [...]. Como el texto advierte,
la escena que con tantoornato retrico nos es aqu presentada sigue
el modelo virgiliano. La reina Dido,abandonada por su Eneas, a
quien tan apasionadamente se haba entregado, tambinmira desde lo
alto el mar por donde se aleja el fugitivo husped, y tambin se
halla encompaa de una hermana que en vano trata de
consolarla58.
Como segundo ejemplo, pensemos en el episodio de Ruperta y
Croriano (III, 16-17).Como se recordar, Ruperta, que ha decidido
vengar la muerte de su marido matandoal hijo del asesino, el
hermoso Croriano, se introduce de noche en la habitacin deljoven
llevando una linterna sorda y un cuchillo. Se acerca al muchacho
dormido paraapualarlo, pero al caer la luz de la linterna sobre su
maravillosa figura, Ruperta pierdeal instante su deseo de venganza,
y, turbada y arrepentida, deja caer la linterna sobre elpecho de
Croriano, por lo que ste despierta al ardor de la vela.
La situacin reproduce el climax de la historia de Cupido y
Psique, contada porApuleyo en Las metamorfosis o el asno de oro.
Psique vive en un prodigioso palacio, encompaa de un marido que la
trata con amor y generosidad pero que no deja ver sufigura.
Demasiado crdula a las insinuaciones de la calumnia, movida por la
angustia yla curiosidad, una noche Psique enciende la luz para
matar al hombre con quiencomparte el lecho, en cuya monstruosidad
ha llegado a creer. Ve entonces la adorableimagen de Cupido, el
dios que la ha escogido por esposa. Fascinada, lo contempla ydeja
caer en su pecho una gota de aceite ardiendo que lo despierta.
Aunque el
55 De ah la utilidad de los estudios sobre las fuentes del
relato, cuyo pionero fue Rudolf Schevill en unos
conocidos estudios publicados en 1907 y 1908. Vase la
bibliografa de la edicin de Romero Muoz, p. 88.Sobre las fuentes de
tipo cientfico y cronstico es interesante la discusin de Lozano
Renieblas, 1998, p. 24 yss.
56Orlando furioso, canto X, oct. 18-34. Calco manifiesto de la
historia de Ariadna y Teseo, siguiendo aCatulo, LXIV, y a Ovidio,
Her., X.
57 Orlando furioso, X, oct 92-112. Sigue en lo esencial a
Ovidio, Met., IV, 672 y ss.
5 8 Virgilio, Eneida, IV, vv. 584 et ss.
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EL PERSILES: E N T R E T E N I M I E N T O Y V E R D A D P O T I
C A 15
argumento en que se inscriben es totalmente distinto, la
semejanza de las situacionesestablece inequvocamente la filiacin
del episodio cervantino. Adems, es recalcada porel texto, como si
Cervantes temiera que se nos escapase: Pero mira, oh
hermosaRuperta!, si quieres, que no mires a ese hermoso Cupido que
vas a descubrir, que sedeshar en un punto toda la mquina de sus
pensamientos59.
La intertextualidad as abiertamente declarada puede
interpretarse como operacinde prestigio, por cuanto hace resaltar
el carcter noble de la narracin, que quedavinculada con un
antepasado ilustre. La narracin cervantina se adorna
orgullosamentecon la brillantez, el vigor, la gracia de los
antiguos narradores, de un Virgilio, de unApuleyo, del mismo modo
que un rey se reviste con la fama de los grandes hechos desus
antepasados.
Por otra parte, y de modo en apariencia contradictorio, la
operacin de transferenciade un relato a otro puede tener tintes
pardicos, como en el Quijote la imitacin por elprotagonista de las
gestas de Orlando y Amads. Un ligero matiz de humor aflora en
elepisodio de Sinforosa, que se queja como si de una Dido se
tratara, lamentndose por laprdida de un fugitivo Eneas60. Sinforosa
hace teatralmente de Dido, como don Quijotehace de Beltenebros en
Sierra Morena. De hecho, ella no es una herona intrpida ymagnnima
como Dido, sino una muchachita inexperta que se ha enamorado sin
sersolicitada ni alentada, y su amor es una pura infatuacin. Su
discurso no es feroz yterrorfico como el de la reina de Cartago,
que maldice al prfido amante y profetiza laeterna enemistad del
pueblo de Eneas y del suyo, y el destino sombro de las
futurasgrandes potencias, Roma y Cartago. El discurso de Sinforosa
se distingue por lo tierno,ingenuo, y a la vez un tanto mezquino.
No se le ocurre nada mejor, para retener alhusped que se aleja, que
ofrecrsele una vez ms como rica: Riquezas tengo,acelerado fugitivo
mo, y puestas en parte donde no las hallar el fuego aunque ms
lasbusque, porque las guarda el cielo para ti solo61.
De modo que la verdad del episodio es en cierto modo una verdad
de doble filo. Porun lado, aceptamos la historia como verdadera en
cuanto reconocemos en ella un mitoliterario o un tpico potico,
basado en la naturaleza humana, o acaso simplementenaturalizado por
la costumbre. A fuerza de reiteraciones, percibimos una necesidad,
unalgica sentimental en el vnculo entre la mujer que ha perdido su
amor y lacontemplacin del mar y del barco que se aleja. Las mujeres
abandonadas lloran en unaorilla desolada por la ausencia de su
amante, al que no pueden seguir y, en este sentido,Sinforosa
recuerda, ms que a Dido, a Ariadna en Naxos, a la Olimpia de
Ariosto, a lams bella nia del romancillo de Gngora, que llora a
orillas del mar62, y, paranosotros, a Madame Butterfly. La verdad
de la historia es la de un smbolo natural ohistricamente motivado,
el mar como smbolo de una separacin irreversible, de unadesesperada
soledad.
Por otro lado y contradictoriamente, la verdad potica de la
historia reside en lacrtica del mito implcita en la inflexin
humorstica de la narracin. Mucho ms tarde,sabremos que ha muerto
Policarpa, la razonable hermana, y no la abandonada
59 Persiles, III, 17, p. 594.
6 0 Persiles, II, 17, p. 394.
6^ Persiles, II, 17, pp. 394-395.62
Gngora, Romances, vol. I, pp. 179-189.
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26 MERCEDES BLANCO Criticn, 91,2004
Sinforosa. La gentil Sinforosa es una mera comparsa que
demuestra para el lector losencantos de Periandro y la prudencia de
Auristela, quien, aunque torturada por loscelos, no deja de
practicar un impenetrable disimulo. Para que su salida de la
historiano carezca de nobleza, se le coloca un ropaje pico que le
viene grande, componiendouna escena agridulce, lacrimosa y tierna
pero con matices de farsa. Ms que Periandro,es Cervantes quien
abandona aqu a un personaje que ha cumplido su misin y se havuelto
inservible.
En el caso de Ruperta, el efecto de intertextualidad es ms
complejo an. Su historia,como ha apuntado Diana de Armas Wilson en
un trabajo de 1994, y ha comentadorecientemente Lucia Beltrami en
un interesante artculo63, parece ser un cruce ohibridacin de dos
historias. Con la historia de Cupido y Psique tiene en comn
lasituacin anteriormente descrita. Pero la primera parte del
argumento parece inspiradaen cambio de otro cuento que puede leerse
en el mismo libro de Apuleyo, El asno deoro, y que adems sirve de
marco (de comice) a la fbula de Cupido y Psique: laaventura de una
bella mujer llamada Carites64. Carites65 es amada por Trasillo, a
quienha rechazado para casarse con su amado Leplemo. Trasillo finge
resignarse, peroaprovecha una partida de caza para asesinar
alevosamente a Leplemo. Carites fingeaceptar a Trasillo como amante
y una noche lo embriaga hasta la inconsciencia. Le sacalos ojos con
un broche, corre a la tumba del marido, y all se mata con la espada
deste. No puede ser casual que el cuento de Ruperta pueda
describirse como un montajede ambas historias, la de Carites y la
de Psique, que en Apuleyo se presentan unidascomo relato marco y
relato enmarcado. Con toda seguridad, Cervantes conocaperfectamente
El asno de oro. Aunque le resultase ilegible el arduo texto latino,
nopudo escaprsele la traduccin realizada a comienzos del xvi por el
humanista DiegoLpez de Cortegana, un logro literario y uno de los
ms precoces monumentos de laprosa ficcional castellana66, que se
reedit con inusitada frecuencia hasta el siglo xvn67.
Veamos la conclusin que saca Lucia Beltrami de su agudo y
riguroso anlisis delepisodio de Ruperta como montaje de ambas
fbulas de Apuleyo:
Se entiende ms en profundidad la historia de Ruperta si se
localizan los textos de referenciaen cierto modo paradigmticos; de
un lado, el asunto de Carites como modelo de odioabsoluto, de ira
femenina implacable y sin lmites (motivo sobre el que Cervantes
insistemucho), por otro lado, la de Psique como modelo de amor
femenino absoluto. Tenemos pues
6 3 Beltrami, 2 0 0 2 , pp. 17-36.
6 4 La historia de Carites, que se compone de varios episodios
sin mayor relacin entre s, comienza en el
libro IV de Las Metamorfois o el Asno de oro, de Apuleyo. Para
consolarla durante su cautiverio por u n o sbandidos, una vejezuela
le cuenta la historia de Cupido y Psique (libros V y VI). La parte
trgica de la historiade Carites, nica que aqu, nos interesa, ser
con tada en el libro VIII.
65 Adopto la transposicin de los nombres griegos que p ropone
Diego Lpez de Cortegana (vase n o t asiguiente).
66 La t raducc in de Diego Lpez de Cor t egana , m u y admi rada
por Marcel Bataillon y cons ide radageneralmente como una obra
maestra , puede leerse hoy en una de las ediciones ms accesibles de
El asno deoro, la de Carlos Garca Gual . Lleva una valiosa int
roduccin.
67 La pr imera edicin, que n o lleva fecha, ha sido fechada por
C. J. N o r t o n en 1525 . Siguieron lasediciones de Z a m o r a ,
1536 y 1539 ; Medina del C a m p o , 1 5 4 3 ; Amberes , 1 5 5 1 ;
Alcal, 1584; Val ladol id ,1 6 0 1 ; Sevilla, 1613. Vase la edicin
citada de Garca Gual .
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EL PERS1LES: E N T R E T E N I M I E N T O Y V E R D A D P O T I
C A 2 7
el trnsito, un a modo de metamorfosis del personaje de Ruperta,
convertida, de encarnacinde la peligrosa ira sin lmites de la
mujer, en encarnacin de la pasin.68
Aqu tambin sin embargo, como en el caso de Sinforosa, hay otros
antecedentesposibles: por ejemplo, el episodio de Reinaldos y
Armida en la Jerusaln de Tasso69,libro citado con grandes elogios
en el mismo Persiles70. La maga Armida decidevengarse del joven
paladn cristiano Reinaldos, y lo sume en un profundo sueo mgico.Se
acerca a l mientras duerme pero, al ver de cerca sus encantos,
renuncia a lavenganza, y se enamora perdidamente de l. En ciertas
representaciones del episodio,como el cuadro de Poussin conservado
en la Dulwich Picture Gallery de Londres,Armida lleva en la mano un
pual desnudo cuando se inclina sobre Reinaldos. Elpersonaje de
Armida quiz sirvi de engarce entre las dos historias de Apuleyo,
cuyocollage permiti a Cervantes, segn Lucia Beltrami, acoplar la
representacin de laira sin lmites y la de la pasin ertica sin
lmites. Seran pues no dos sino al menos treslas historias
amalgamadas por Cervantes: tres historias que tienen en comn el
motivode la mujer que se acerca con intenciones homicidas a un
hombre dormido. ComoCarites, Ruperta pretende destruir al hombre
para vengar al marido muerto; comoPsique, al acercarse con una luz,
quema y despierta accidentalmente al que duerme;como Armida, pierde
su apetito vengativo e instantneamente lo convierte en
extticacontemplacin y en impaciente deseo. Gracias a algunos
reajustes convenientes, como ladisociacin entre el objeto de la
venganza y el autor del agravio, la historia ascompuesta adquiere
el mnimo de coherencia exigible.
Como suceda con el episodio de Sinforosa, el efecto de verdad de
este episodiodepende de varios factores. Ruperta es verdadera
porque ilustra la violencia y laversatilidad del deseo femenino,
que ya atestiguan muchas e ilustres historias. Esverdadera tambin
porque nos permite asistir a una escena de gran efecto, tan
sugerentecomo imagen plstica y ertica como la de Eros y Psique
(acerca de la cual haymltiples cuadros) o la de Reinaldo y Armida
(tambin favorita de los pintores). Porltimo, la historia no
reproduce un argumento conocido, sino que inventa un mito
queentreteje ingeniosamente varias tramas clebres, anudndolas
mediante la agrupacininslita que forman un hombre inerme y una
mujer armada. Tenemos aqu una agudezafingida, un concepto
narrativo, con todos los estimulantes efectos de sentido que
sonpropios de la agudeza.
Por supuesto, no falta tampoco la nota pardica y humorstica, en
el modo deintroducir la historia y en la recargada pompa retrica de
su redaccin71. Laescenografa macabra y pintoresca mediante la cual
la hermosa viuda proclama su sed
6 8 Beltrami, 2002 , p . 3 3 : In altre parole , si capisce pi
in profondit se si individuano i testi in qualche
m o d o paradigmat ic i di riferimento: da un lato, la vicenda
di Cari te corne model lo di od io assoluto, di irafemminile
implacabile, senza limite (motivo, ques to , sul quale Cervantes
insiste mol to) , dal l 'a l t ro quella diPsiche come model lo di
amore femminile [...]. Vase t ambin p. 34 : Cervantes construisce
in somma unitinerario del medesimo personaggio da un es t remo all
'al tro; Ruper ta si trasforma di Carite a Psiche: una solastoria
nasce da due storie diverse, seprate, con significati oppos t i
.
69 Gerusalemme librala, XIV, st. 65-67 .
7 0 [. . .] T o r c u a t o Tasso , el cual haba de can ta r
Jerusaln recuperada con el ms heroico y agradable
plectro que hasta entonces ningn poeta hubiese can tado [...]
(Persiles, IV, 6, p . 664).7 1
Vase Blecua, 1985.
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de venganza tiene, por su misma exageracin, algo de burlesco, y
en este aspecto elpersonaje recuerda a la Belerma del Quijote, la
esposa de Durandarte que guarda sucorazn amojamado72. La historia
se representa en un mesn, y se ofrece como unespectculo para
distraer y maravillar a los viajeros, un poco como la
comediarepresentada en el mesn de Badajoz, o el retablo de maese
Pedro del Quijote. Para seruna noble herona, demasiado voraz se
muestra la bella y sanguinaria viuda con elhermoso muchacho, a
quien quiere ofrecer como santo holocausto en aras de sugusto. Lo
licencioso unido a lo seudo-trgico, un final radiante que concilia
el intensoplacer ertico con el clido aplauso de la sociedad, son
ingredientes de cuya mezcla sedesprende por fuerza un efecto
levemente jocoso. Este discreto tono festivo se hacepatente en las
ltimas lneas de la historia, dedicadas al viejo escudero de
Ruperta,personaje muy cervantino por la sutileza de sus valores
cmicos. Enfadado con elinesperado giro que ha dado el proyecto de
venganza de su ama, el presentador deltrgico teatro retira del
aposento, como cachivaches arrumbados, los siniestrosaccesorios de
la escena ritualmente representada por Ruperta noche tras
noche:
[...] al entrar en el aposento, vieron salir del de Ruperta el
anciano escudero que su historiales haba contado, cargado con la
caja donde iba la calavera de su primero esposo y con lacamisa y
espada que tantas veces haba renovado las lgrimas de Ruperta, y
dijo que lollevaba adonde no renovasen otra vez en las glorias
presentes pasadas desventuras; murmurde ta facilidad de Ruperta y,
en general, de todas las mujeres y el menor vituperio que dliasdijo
fue llamarlas antojadizas.73
R E A L C E S D E L O H U M I L D E
Otro dispositivo de la obra, del que tiene plena conciencia
Cervantes, consiste en elenfoque atento de lo menudo, del pormenor,
de las cosas pequeas. No hay lugar en elmundo de la experiencia
viva, no hay entorno material, que no incluya objetos de
escalamenor, cosas que estn ah sin ser esenciales y que llenan el
espacio. No hayacontecimiento, por grande que sea, que no se
inscriba en pequeos gestos, en levessignos que marcan el cuerpo y
expresan los afectos. Por ello, la sabia pintura debe darlugar al
detalle, a la pequenez, y del mismo modo lo har la sabia poesa,
atenta aaprovechar esta leccin de la pintura:
La historia, la poesa y la pintura simbolizan entre s y se
parecen tanto, que cuando escribeshistoria, pintas, y, cuando
pintas, compones. No siempre va en un mismo peso la historia, nila
pintura pinta cosas grandes y magnficas, ni la poesa conversa
siempre por los cielos.Bajezas admite la historia; la pintura,
hierbas y retamas en sus cuadros; y la poesa tal vez serealza
cantando cosas humildes.
72 Quijote, II, 2 3 . En el romance Diez aos vivi Belerma, de 1
5 8 2 , Gngora tambin t rata al m o d o
burlesco a este personaje de viuda inconsolable (Romances, I, p
p . 257-267) .7 3
Persiles, III, 17 , p. 597 .
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EL PERSILES: E N T R E T E N I M I E N T O Y V E R D A D P O T I
C A 2 9
Este pasaje del Persiles (libro III, cap. 14, pp. 570-571) sirve
de introduccin a lasegunda de las dos conversaciones74 entre
Bartolom, bagajero del escuadrnperegrino, y el hroe Periandro. Por
la caracterizacin de los interlocutores, el unocomo docto y el otro
como discretamente rstico, por su temtica intelectual, por
lainextricable mezcla de lo sentencioso y de lo cmico, estas
conversaciones son fielremedo de muchos dilogos de don Quijote y
Sancho. Bartolom, el manchego guiadordel escuadrn peregrino, que
aparece por primera vez en calidad de conversador, esen principio
un remedo de Sancho Panza, aunque luego se desve hacia algo
distinto, alconvertirse en rufin y en delincuente. En este caso, la
conversacin parte de unincidente del que acaban de ser testigos los
peregrinos, el del hombre que, por alimentara su familia, vende su
propia libertad. Bartolom comenta esta conducta en trminos devulgar
filosofa: Grande debe de ser, seor, la fuerza que obliga a los
padres asustentar a sus hijos; si no, dgalo aquel hombre que no
quiso jugarse por no perderse,sino empearse por sustentar a su
pobre familia75, reflexin que en seguida ilustra conun buen
cuentecillo de condenado a muerte. Periandro, haciendo aqu papel de
amablemaestro, responde alegando en apoyo de esta reflexin
espontnea de Bartolom laanaloga entre una ley psicolgica (el amor
de los padres a los hijos es mayor que el delos hijos a los padres)
y una ley fsica: [...] el amor que el padre tiene a su
hijodeciende, y el decender es caminar sin trabajo; y el amor del
hijo con el padre asciende ysube, que es caminar cuesta arriba
[...]76. Este humilde detalle, una conversacin depuro pasatiempo
del hroe con un plebeyo ingenuo e iletrado pero inteligente,
realzala ficcin con una sentencia, un pensamiento susceptible de
ser retenido y ahondado.Esta sentencia, sin mayor relacin con la
trama, no es en sentido estricto unamoralidad, expresa una idea de
orden filosfico-especulativo, no normativo-moral. Nose trata de dar
avisos para bien vivir ni de valorar moralmente los
comportamientosde hijos o padres, sino de enunciar una ley
antropolgica anterior a toda consideracinde moralidad. La
conversacin parece entroncar las leyes de la conducta humana con
laentonces llamada filosofa natural, una fsica no matemtica sino
intuitiva ydialctica. Especulacin potica, especulacin antropolgica
y filosofa natural se danaqu las manos, como lo hacen en el primer
dilogo entre los mismos personajes, queversa sobre cosmologa y
sobre la relacin entre ciencia y creencia.
Lo mismo que la conversacin de Bartolom con Persiles, tambin es
introducidacon un pasaje metanarrativo la historia de los dos
falsos cautivos de Argel. Se trataobviamente de una historia
humilde, para los criterios vigentes en el xvu, porque loson sus
personajes, unos vagabundos de condicin plebeya y moralidad dudosa,
y unosalcaldes de pueblo, tipos cmicos y populares por excelencia.
Tambin es humildeporque se presenta como historia puramente cmica,
ajena a toda grandeza heroica ogravedad trgica y a toda obvia
ejemplaridad. Y sin embargo es uno de los cuentos delPersiles que
ms han interesado a lectores y crticos, no slo por su gracia, sino
tambinpor su ambigedad y misteriosa sutileza. Trabajos recientes,
como el de Marie-Blanche
7 4 La p r imera conversacin, en III, 1 1 , t ra ta de a s t
ronoma , y conc re t amen te del t a m a o del sol y
circular idad de la t ierra. Estos graves temas son trados a
colacin por Bar to lom, que , lleno de rsticadiscrecin, sabe
admirar la belleza y alegra de un amanecer (Persiles, p . 541) .
Vase Riley, 2 0 0 1 .
75 Persiles, III, 14, p . 5 7 1 .76 Persiles, III, 14, p . 572
.
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30 MERCEDES BLANCO Criticn, 91,2004
Requejo77, o un interesante captulo del libro de Mara Antonia
Garcs, Cervantes inAlgiers. A captive's tale, han explorado algunas
de las posibilidades hermenuticasque abre la aparentemente
sencilla, y de hecho enrevesada y refinada historia.
En opinin de Cervantes, como tambin en su prctica, no slo debe
darse lugar a lohumilde en la ficcin potica, sino que la poesa se
realza tal vez cantando cosashumildes, y precisamente en estas
humildades se revela la pluma de un maestro, comose revela el
pincel de un Van Eyck en el tratamiento de unas hierbas, de una
sombra, deun par de chapines de madera. No es fortuito que, en
estos momentos de humildad,haya Cervantes vertido mayor discrecin,
ms materia para filosofar, mayor estmulopara la especulacin.
L A H I P O T I P O S I S :
L O S D A T O S I N M E D I A T O S D E L A E X P E R I E N C I
A S E N S I B L E
La atencin a lo humilde, en la ficcin cervantina, no consiste
slo, sin embargo, entratar con cuidado a personajes subalternos y
plebeyos, y en narrar con especialinteligencia episodios nada
heroicos o no declaradamente ejemplares, sino tambin en elcuidado
del detalle en lo que toca a personajes altos y situaciones serias
o patticas. Noes que multiplique estos detalles, como lo har la
ficcin realista a partir del sigloxix. Es sabido que los lectores
de poca clsica evitan, tal vez por juzgarla tediosa ovana, tal vez
simplemente por falta de tcnicas adecuadas, la narracin
demasiadomorosa y analtica. Privilegian al contrario el ritmo
narrativo que Grard Genettedenomina sumario, y que consiste en
relatar los sucesos a cierta distancia, de modosinttico, como
acontecimientos ms que como vivencias, siguiendo por un lado
elmodelo del cuento oral79, por otro el de la historiografa, lo que
supone unarepresentacin del acontecer relativamente abstracta,
basada en conceptos ms que enp