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El Autor
No es Rafael Delgado un Fachmann, un espacia-;ta en alguna de
las Ciencias del Hombre. Tampoco :etende serlo. Pero ello no quita
mrito alguno a la tmensa labor que signific acopiar durante muchos
ios de estudio y de viajes, y ello por su propia lenta y an con
sacrificios, la suma de informacin lle este libro ofrece hoy, tanto
en su contexto, co-to por concepto de las ilustraciones que lo
acoinpa-an, acerca de los grabados en rocas hechos por ar-'fices de
antiguos pueblos desaparecidos . Tema que mto inters comenz a
despertar ya en el siglo pa-tdo, y que sigue ameritando cada vez ms
nuevas tvestigaciones arqueolgicas, con el objeto de que
ventualmente la Arqueologa pueda contar con la ~ficiente informacin
como para llegar a conclu-L?nes cientficas ms seguras, e ir as
aclarando las wersas hiptesis planteadas hasta ahora, algunas rmy
controvertidas, sobre esas manifestaciones grfi-as del hombre
prehistrico.
Y no es este el nico caso de un no especialista rofesional que
produce una obra significativa para 1 mejor conocimiento de una
materia cientfica. En 1 siglo pasado, as como ya entrada la actual
centu-
9
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fotografa de un glifo que no han visto directamen-te, suelen
deformarlo; as, a la tercera o cuarta ver-sin, el glifo es
diferente del original. A eso debo aadir que la fotografa, si no
est bien hecha, tam-bin deforma el glifo. El afn de acumular datos
sm ser fieles a las fue n-tes, o valindose de fuentes que ya en s
no son fie-les, es la causa de muchos errores que ocasionan grandes
problemas al verdadero investigador, quien acaba por desorientarse,
si no puede visitar el lugar donde est el glifo. Algunos autores de
trabajos sobre glifos colocan in-genuamente los dibujos en
posiciones falsas, boca abajo o acostados, lo que hace que se
deformen las imgenes, deformando el trabajo cientfico. A
continuacin cito algunos de los errores y defor-maciones ms
corrientes, no con espritu de reproche sino con el deseo de evitar
mistificaciones. Si hasta hoy los litoglifos no han sido un
poderoso auxiliar para el conocimiento de la prehistoria de Amrica,
no es de extraar que lo sean ms adelante. Nadie pens durante siglos
que podan tener importancia esas hachas de piedra que se
encontraban en muchos lugares en Europa, y que algunos g~ardaban
supo-niendo que eran piedras de rayo, es decir cadas del cielo por
arte de birlibirloque. A doce kilmetros de la poblacin de Campo
Elas, antes llamada Caura, en el Estado Yaracuy, hay una aldea y en
el lugar de ella llamado Cerro de las Le-tras hay un litoglifo;
anteriormente haba dos, pero
104
el ms bello y complejo se lo llev en un camin un ciudadano y se
desconoce su paradero. En la ilustra-cin 25, parte superior, se
reproduce el dibujo que fue publicado en uno de sus libros por el
investiga- '. dor Sal Padilla, tomado del que fue publicado en el
diario El Nacional por Gerardo Daz. En la parte inferior est el
dibujo hecho por m en 1972, copia- ., ... do exactamente del
grabado. Para confirmar la au- :~:~ tenticidad de mi dibujo,
publico en la ilustracin 26 r -~ la fotograf a que hice del glifo.
En el lugar llamado Los Tamarindos, en el distrito Girardot del
Estado Aragu~, fue sealado por Rafael Requena un bello glifo de las
siguientes caracters-ticas: tres crculos con punto en el centro,
cuatro dobles crculos concntricos con punto tambin en el centro,
tres crculos concntricos y algunas for-mas algo rectangulares que
semejan las hojas de una ~ flor, includas algunas lneas radiales;
uno de los crculos concntricos sirve de centro a la figura. En -la
ilustracin 27, en el dibujo ms grande, reproduz- .. co la versin de
Jos Mara Cruxent, tomada de la de Requena; en el dibujo ms pequeo
de la misma ilustracin 27 est el dibujo publicado por Sal Pa-dilla
del. mismo glifo, que sita en La Urbana, Esta-do Bolvar. En la
ilustracin 28 muestro la fotogra-fa de dicho glifo. El mismo glifo
en la versin de Lisandro Alvarado, fielmente reproducido por
Padi-lla, en la ilustracin 29. En Samariapo, en el ro Atures, a
dieciseis kilo-metros de Puerto Ayacucho , en en Territorio A
mazo-
105
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del cuerpo de los animales es diferente; en fin, el crculo en
Tavera ha perdido los rayos y se ha con-vertido en tres crculos
concntricos con una cruz en el centro, totalmente diferente del de
Padilla, que est hecho con formas geomtricas que se en-cuentran en
otros glifos de Venezuela. Uno de los glifos ms interesantes de las
estribacio-nes de la cordillera de la Costa est en las
inmedia-ciones de Camatagua, Estado Aragua, a una hora de distancia
a pie de la poblacin; en una gran roca que forma un acantilado como
cortado a cincel , que alcanza veinte metros de altura en ciertas
par-tes; en lugares a ms de diez metros de altura hay glifos
pintados con almagre u xido de hierro, rojos. Tambin hay grupos de
grabados pintados a menos altura, con extraas figuras
antropomorfas. Lo que le da ms inters a esos grabados es que estn
he-chos con una tcnica especial, ms propia de las An-tillas que de
los pases continentales de Amrica del Sur: no tiene lneas
continuas, sino pequeas inci-siones, que solamente desde lejos dan
la sensacin de una lnea continua. La primera persona que dio datos
sobre estos glifos fue Ramn Mar;:t Felip, quien public dos dibujos
que ilustraban el texto que escribi para La Voz Pa-rroquial de San
Casimiro de Giripa correspondiente al 17 de enero de 1926. Dada su
inocencia, he pre-ferido no publicar el texto. Naturalmente, esos
gra-bados han sido poco vistos, pero la versin del pnmero que
escribi sobre ellos ha sido adulterada
108
notablemente por Tavera Acosta. Para demostrarlo publico en la
ilustracin 38, en la parte superior, los dibujos publicados por
Tavera Acosta; copiapos, al parecer, de los de Felip. En la parte
inferior est la versin, tomada del natural, de Felip,
correspon-diente al dibujo de la parte superior derecha de la misma
ilustracin 38. Vuelvo a insistir en la necesidad q~ . hacer las
copias exactas de los glifos, o si no abstenerse de publicar-las.
Hay pocos investigadores de campo y, por el contra-rio, pocos
glifos que no estn en el campo.
109
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... .
llustraci6n 3l
llustraci6n 32
116 117
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Ilustracin 37 llustrac, ton 3S
122 123
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en verdad. El sentido de eternidad de esos huecos hace pensar en
tumbas secundarias. En fin, la zona tiene variedad de restos
arqueol-gicos, pero no es rica en glifos; sin embargo, los que hay
son de un inters especial, sobre todo los ms frecuentes, las
representaciones esquemticas de ca-bezas, de! una sobriedad y una
belleza sin par. Es incaldulable el nmero de formas de cabeza de
los glifos venezolanos; por eso es uno de los rasgos que ms
informacin nos pueden dar respecto a los grupos humanos que los
hicieron y a sus correras por el pas. El ser primitivo, s1 JUega,
es rara vez; y sus juegos son siempre intencionales, es decir
experimentales. El azar no existe en la vida del primitivo, slo el
accidente. No es por azar que una cabeza de glifo sea r~donda y
otra sea triangular. Cada forma es producto de un estudio
cuidadoso, de un concepto definido. Aunque desconozco el
significado de cada forma, existe. Lo ms probable es que no
lleguemos nunca a saber por qu la hacan triangular, redonda,
cuadrada; a cambio de no saber lo que expresaban, podemos saber con
relativa facilidad de donde llega-ron, a donde fueron, con quienes
convivieron. El es-tudio de los litoglifos es una ciencia auxiliar
de la arqueologa. si no es una parte muy importante de ella. Las
industrias contemporneas de los glifos, aparte de la alfarera, eran
muy perecederas; en su mayor parte han desaparecido; la arqueologa
vene-zolana se ha nutrido generalmente de tumbas Y ba-
218
sureros.
Los glifos han sido menospreciados hasta ahora, co-mo en
.general en todas partes. Hubo una poca, a comlenzos de siglo, en
Europa, en que la. bs-queda de litoglifos era una moda y las m d e
. . o , o as pa-san. as1 mnguna mvestigacin a escala nacional y muy
pocas locales se han hecho. Los glifos han sido aband?nados antes
de que comenzaran a dar .fruto supomndoles estriles; y precisamente
estn eno~ de contenido histrico. He visto un gran nmero de glifos
representando ca-be~as humanas reproducidos en fotografa y en di~
buj, para hacer una somera clasificacin a ttulo de ensay~ Y
ejemplo, usando solamente un poco del ~atenal de q~e disp?ngo y
aportando algunas de las 1deas q~e s_era~ mot1vo de otro libro. He
simplifica-do aqul ml metodo al mximo. He aprovechado a-ra
compararlas con las de Aguirre algu b ' Pd d't 1 , nas ca ezas
e
1 erent~s ugares del Estado Carabobo. He :,eumdo diez cabezas de
glifos de Aguirre (ilus-tracln 62) y las h 1 d , . e co oca o
comenzando por las mas_ sencillas, de izquierda a derecha y de 'b
ahaJo. arn a La primera fio-
1 -oura es muy mteresante: por estar ln-
comp t d' 1 l e a, nos m lea e procedimiento seguid e grabador.
Est apenas comenzada El ~ dpor empez su irahaJ 1 1' . gra a or f .
0 por a 1nea que representa la
l ~ente; segmdamente hizo la nariz y sigui con 1 lnea de la f t
a .
0 ren, e, para suspender enseguida el traba-
J , porque habla cometido un error irreparable, un
219
-
error de proporcin: la nariz era ridculamente cor-ta. Por
tratarse de un modelo parecido a la figura siete, de nariz y frente
unidas, aquella ensanchada en la punta para interpretar las fosas
nasales, el error no poda resolverse simplemente, alargando la
nariz. La nica solucin era abandonar el dibujo em-pezado y as lo
hizo el grabador, hacindolo de nuevo. Esta figura inconclusa nos
explica ms de lo aparente; nos proporciona dos datos importantes
del procedimiento empleado: que se comenzaba a gra-bar por la parte
superior de la lnea de la cabeza y que no se haca un dibujo previo
sobre la roca. De haber habido un dibujo previo, no se hubiera
equi-vocado el grabador. El hecho de trabajar sin dibujo previo, a
su vez, nos informa de uno de estos dos detalles: o que esa forma
de arte era tan primitiva que no se conoca el sistema de hacer un
dibujo previo o que ese tipo de cabezas era tan corriente por
entonces, que ya no precisaban la gua del dibu-jo, llegados, los
grabadores a un amaneramiento co-mo el de los pintores bizantinos
de frescos. Personal-mente, creo ms verosmil el segundo caso ya que
esa obra corresponde al perodo Sinttico, en sus comienzos, cuando
ya se haban eliminado muchos detalles ornamentales. La segunda
cabeza tambin est inconclusa; a no ser que se haya roto
posterior-mente, lo que es muy probable, ya que el gneis de esa
regin es demasiado blando. Esta c.abeza es muy interesante por ser
atpica en Aguirre; la frente tpi-ca es ancha y aplastada y ese
ejemplar tiene estrecha
220
y redonda la frente, es decir se opone al modelo ge-neral.
Corresponde a un crneo dolicocfalo '
. . . l , mas ?nmit.lVo que os tpicos que representan los
dibu-JOS, siempre braquicfalos. La tercera cabeza y la
c~arta, son l~s ms corrientes en Aguirre: de una ad-mira~le
sencillez. La nariz est unida a la frente y los OJOS son dos puntos
redondos. Las figuras quinta y sexta son una variedad, en ms
anchura de las terce~a y cuarta; la sptima tiene detalles
es~~ciales, los. OJOS pegados a la lnea circundante y la parte
in-fenor de la cara ms ancha que la superior. La octa-va, nove.na y
dcima figuras estn cubiertas de pin-tura facial; la octava, adems,
es redonda lo que es a t pico en la regin. ' Concretando: ~as,
caras de Aguirre corresponden a personas ~r~qmcefalas, en general,
son simples y ca-recen, cas1 siempre, de boca; tienen la nariz
unida a la frente dos p t 1 ' 1 , un os por OJOS, y e ova o facial
es an-cho y la frente baja; en ocasiones se pintaban, pero no con
rayas como era corriente entre los indios si-no d h . ' con gran es
mane as que les desfiguraban la cara faor completo .. ~,a mayora de
ellas pertenece a un S .Ps~ ~e tra.x;sicion e~tre el perodo
Realista II y el
mtetlco; mas ya en este que en aqul. No
. existen en este complejo cabezas cuadradas ni tnangulares. Qu.
irradiacin tuvo este complejo de caras de Agume? Hasta que lmites
se extendi? Voy a
~o~parar este complejo con otros del Estado Cara-o o, para no
extenderme demasiado.
221
-
1 ~ .......
~ ~ ~ ... -~
.:~
El complejo ms cercano a este es el de Chirgua. All hay mayor
variedad de cabezas que en Aguirre, aunque no abundan. Hay un tipo,
raro en Vene-zuela, que encontr en dos lugares. El primer glifo
(ilustracin 63) tiene la nariz unida a las cejas, los ojos
cuadrados y un corto trazo horizontal como boca. Carece tasi por
completo de frente y el valo de la cabeza es un tringulo issceles,
los catetos por vara. La otra figura (ilustracin 64) es mucho ms
antigua; tambin de forma triangular, en el tringulo tiene incisos
dos puntos, que son los ojos, y una raya que es la nariz. Tambin
hay una impre-sionante cara cuadrada, de un perodo arcaico
(ilus-_:~ tracin 65), con dos huecos para los ojos; su surco
~: es rudimentario y muy ancho. ; Tres caras ms (ilustraciones
66, 6 7 y 68) son del
tipo de las de Aguirre, la nariz unida a la frente. La primera
tiene enormes ojos y la boca casi unida a la nariz; la segunda, los
ojos casi tocando a la frente, y
,,J la tercera es muy simple, la ll).ea exterior oval, pero los
ojos muy grandes y en medio de la cara. Estas figuras pertenecen a
dos perodos, uno arcaico y otro contemporneo del ms antiguo de
Aguirre. En las cercanas de Valencia hay unas caras rudi-mentarias,
cuadradas y con la nariz unida a la fre n-te, con ojos pequeos como
los de Aguirre y no sal-tones como los de Chirgua. En Virigima,
donde est el mayor conjunto de glifos de Venezuela, hay una gran
variedad ae tipos de ca-ra. Entre los ms generales eleg veinte para
cotejar-
222
los con ~os de ~guirre. A simple vista se nota la pro-funda
diferencia entre un grupo y otro. Es induda-ble que fueron hecho
por pueblos muy diferentes; unos_ pertene~en al perodo Realista I y
otros al Reahsta II, siendo los ms modernos coetneos de los ms
antiguos de Aguirre. Del perodo Realista I
(ilus,traci~n . 69) son l~s figuras primera y segunda de la h~ea
ltima del dibujo, la que tiene dos ... objetos parecidos a antenas
sobre la cabeza, y la siguiente con dos apndices, tambin sobre la
cabeza, como dos orejas de animal. La ltima Hgura, llorando, del
mismo perodo, es de gran belleza. La originalidad y variedad de
cabezas de Vigirima es notable; es indudable que algunos arquetipos
son de creacin local. El primer grupo de Vigirima no pudo tener
contacto alguno con los dos superpuestos de Aguirre; y el segundo
apenas la tuvo, ya que en una gran variedad de casos como hay,
solamente uno, el segundo de la primera lnea del dibujo, tiene la
na-riz unida a la frente, lo que es t pico en Aguirre. La mayora de
las figuras de Vigirima son de cabeza re-donda; claramente se
comprende que todava no le daban importancia all a la forma del
crneo que en las figuras redondas es simblica y no est e~tudiada en
lo ms mnimo; en Aguirre el estudio de la for-ma es notable. No
quiero insistir en este estudio comparativo po-d' ' na aprovechar
los contrastes espectaculares que
ofrecen estas caras con otras, tan enigmticas como
223
, ..
c.. -e e ~
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" 0!eJ!C!:) 1 1
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Ilustracin 62
Ilustracin 6 1
230 231
-
llustraci6n 63
llustraci6n 64
232 233
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El intercambio de conceptos grficos entre las gran-des y las
pequeas Antillas, y entre todas ellas y las costas continentales
del Caribe, al menos en lo que respecta a Venezuela, no es todo lo
intenso que se-ra de esperar. Los litoglifos del rtorte de V
ehezuela, que son los ms cercanos al Caribe, apenas estn
emparentados con l.os de Colombia y las Antillas; solamente algunos
grupos bien determinados por m, del sur de Venezuela, es decir de
debajo del curso del Orinoco, tienen relacin directa, aunque no
sean contemporneos de ellos, con los de las Guayanas; as como con
otros grupos, especficamente el del Guri, Esta~o Bolvar, tienen
reladn indudable con algunos grupos del Brasil, relacin de efecto
secun-dario de una causa primaria. Publico seguidamente algunas
reproducciqpes de gli-fos del rea del Caribe, para que se vea q}le
no se parecen a los de Venezuela. Ilustracin 116: Glifo de
Remedios, provincia ..de Chiriqu, Panam. Ilustracin 117 : Figura de
construccin compleja, prcticamente irreconocible y supuestamente
abs-tracta, de la cueva de Ambrosio, en Cuba.
Ilustracin 118: Dibujo superior; cercanas del ro Mono, provincia
de Panam, Panam; dibujo central: supuesto altar ceremonial en la
provincia de V e ragua, Panam, dibujo inferior: del rea del Volcn,
provin-cia de Chiriqu, Panam.
312
Ilustracin 119: Dibujos del valle del Ro negro, Brasil, tomados
de glifos.
Ilustracin 12 O: Dibujos de las mrgenes del ro Vaupes, Brasil,
tomados de glifos.
Ilustracin 121: Notable glifo de EUA., de un ba-rroquismo
desconocido de Venezuela.
Ilustracin 122: Supuesto dios de la tempestad de los indios
dakota, representado en un glifo de EUA.
Ilustracin 123: Parte de un glifo de Oklahoma, USA.
Ilustracin 124: Glifos de Pensilvania, EUA. sin ningn parecido
con los de Venezuela.
Ilustracin 125: Una interesante figura de un glifo de
Surinam.
Ilustracin 126: Glifo del ro Potara, Suriman, es-quemtico y
bello.
El templo de Sechn
Entre las poblaciones de Casma y Chimbote, en el norte del Per,
y sepultado lo mismo que dichas po-blaciones destruidas por el
terremoto de 1970, est en el templo a medio construir de Sechn, upa
de las ms bellas secuenci!ls de glifos de Amca. La obra data de
hace ms de tres mil quinientos aos; fue comenzada durante el perodo
llamado Formativo del Per, a la falda de una montaa en
313
1
-
....
Ilustraci6n 116 llustrac, IOn ll?
320 321
-
Ilustraci6n llB llustraci6n 119
322 323
-
@Jt ~~ ;; ;( \)
A~t ~~~
. APJJZ ~~ Jfl,~ ~i'f ~ ~~~~
1Justraci6n 120
324
llustraci6n 121
-
Ilustraci6n 122 Ilustraci6n 12 3
326 327
-
.. ~ .
Ilustracin 124 Ilustracin 125
328 329
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VI INTRODUCCION A MI METODO Y
CLASIFICACION
.... '
Motilones y yucpa
Durante mucho tiempo se crey que la serrana de Perij estaba
habitada por upa sola nacin india: .los muy salvajes motilones.
Cada vez que un grupo de empleados de una compa-a de petrleo que
prospectaba en aquella zona zu-liana, o que uno de los frailes
capuchinos que ha-ban sentado all sus reales para el llamado
rescate del indio, era atacado a flechazos, se acusaba de la
agresin a los motilones enfurecidos. La fama hizo de los motilones
los ms terribles indios de V ene-zuela, aunque los mismos indios,
son pacficos en Colombia. Hace unos aos se entr directamente en
contacto con los motilones y se descubri que no solan ser solamente
los motilones enfurecidos los agresores, sino tambin, los yucpa
caribes, otro gru-po indio diferente, que habita precisamente entre
los motilones. El motiln ahora llamado bar y el yucpa son dos
grupos tnicos muy diferentes; el primero chibcha, el segundo
caribe, aunque son vecinos, que ms bien po-
125
-
dran catalogars~ de opuestos: el yucpa es fumador , bebedor,
pelen, haragn, romo de inteligencia; el motiln no fuma, es
abstemio, no pelea, es trabaja-dor y agudo de inteligencia. Ese
error del que fue-ron vctimas los motilones, dur hasta hace unos
aos. Cunros errores similares habrn en los tex-f~~ tos de los
cronistas? ,, < Basta un ejemplo comparativo para establecer la
di-
~;; ferencia de inteligencia entre el motiln y el yucpa: ~~;~:
durante un viaje por toda la regin motilona, vi el
territorio yucpa remedos de aviones hechos con tro-zos de palo,
en fugares despoblados. Me explicaron que haban sido hechos por los
yucpa que haban
'"J estado trabajando en haciendas ganaderas o en Mara-caibo y
haban visto aviones verdaderos. Los hacan con unos palos y dejaban
en el campo esperando que volaran por sus propios medios. Cuando
pas ~ por delante de uno de esos simulacros con dos moti-
lones, estos se rieron a carcajadas del supuesto arte-. facto y
de los yucpas, sus tontos constructores ...
Los motilones de Venezuela fueron rodeados, desde los primeros
aos de la colonia, por lo menos de un anillo de gente yucpa; estos
yucpa han estado en contacto, poco amistoso en verdad, por un lado
con los motilones y, por otro, con los espaoles primero y los
criollos despus; y sin embargo los motilones, los ms aislados, son
sealadamente los- ms inteli-gentes de los dos. Las pocas nias
motilonas que es-tudian en el colegio del Tukuku suelen ser las
pri-meras en las clases en las que son mayoritarias las
126
nmas yucpa. Esa situacin contradice la lgica gene-ral que se le
aplica a los indios sistemticamente. Tal vez los motilones fueron
reculando poco a poco, ante la invasin de otros pueblos, hasta
quedar arrinconados en el lugar donde estn, pero en vez de
degenerar conservaron algo de su propia cultura. Hay una prueba
clara de que la mayora de los in-dios de Venezuela no estn donde
estuvieron, es de-cir, perdieron sus zonas privilegiadas y
tradici~nales: el hecho de que todos ellos, al menos todos los que
hemos visto, no se han acostumbrado an a los mos-quitos. Para
ellos, que matan .. mosquitos y se rascan continuamente, las
defensas naturales no actan co-mo deberan y la vacuna natural de
ser picados con-tinuamente no acta tampoco, como si no hubieran
podido asimilar algo que no tenan en otra poca, la plaga de los
mosquitos. Los indios de Venezuela desconocen totalmente el
significado, la antigedad y la historia de los litogli-fos. No se
conserva ni la ms remota tradicin oral, acerca de ellos. Siempre
que se les pregunta por los existentes en la regin de su habitat,
donde viven hace centurias, niegan tener de ellos el menor
cono-cimiento. La tradicin, en general, se ha perdido; a pesar de
la fantasa y buena voluntad de muchos in-vestigadores, poca
tradicin religiosa les queda, poca tradicin en general. Conservan
el empleo de ciertas tcnicas para la fabricacin de los objetos que
son de uso y necesidad cotidianos, desde la vivienda has-ta las
armas de caza, pesca y guerra. Tal vez los mis-
127
-
mos yanomani, mal ll amados waicas, no saben si-guiera por qu se
comen. las cenizas de sus muertos, a pesar de lo mucho que han
divagado sobre ello los viaJeros. En general, los indios se alejan
de los glifos, al en-contrarlos en su camino, h aciendo un rodeo;
algu-nos, simplemente, vuelven la cara a otro lado para evitar un
supuesto aojo, una influencia malfica y mgica. Qu pensar de ese
doble hecho de no saber de los glifos, pero temerles? Lo ms
probable es que esos indios procedan de otras regiones y que cuando
lle-garon a las que ocupan ya estaban hechos los glifos; eran
indios transculturados, con su propia tradicin perdida. El miedo,
como ya expliqu anteriormente, creo que es la consecuencia del
desprecio de los frai-les de la conquista y la colonia, por todo lo
hecho por los indios, atribuido casi siempre a que no lo
comprendan, al demonio ; miedo que transmitieron a los indios.
El mito de la magia
Se ha especulado mucho sobre el origen de los gli-fos,
atribuyndolos como casi todas las manifesta-ciones de la
prehistoria a fines mgicorreligiosos, mgicocinegticos y otros tipos
de magia. Debo in-sistir en este tema porque es, a mi parecer, el
cau-sante de errores sucesivos en la interpretacin de la
prehistoria desde comienzo de este siglo. En esa
128
poca comenzaron las bsquedas de Henri Breuil y otros
investigadores en Francia y Espaa, aprove-chando los hallazgos
casuales de cuevas con pinturas y grabados rupestres. Breuil cre un
concepto sico-lgico del hombre de las cavernas: era un hombre que
viva rodeado de actos mgicos. Creo que ese concepto se exager
incontroladamente. Un da se har una revisin de la prehistoria
europea, segn la cual se ha hecho ms o menos las de los otros
conti-nentes, y estoy seguro de que se descubrir que to-do es muy
convencional, muy literario. Ha habido en todo un poco de
improvizacin, incuso en la es-tratigrafa. Los mtodos modernos, y
estov seguro de ~ue los prehistoriadores lo saben pero 1~ callan,
daran grandes sorpresas que obligarn a la reforma total de teoras y
textos. ~n es_t~ . ~r~bajo trato ~e alejarme por completo de
e preJUICIO de la magia del hombre primitivo; por-que de no
hacerlo tendra que dar por mgicas to-das 1 r d 1 as mamrestactones
e os litoglifos, lo que me parece falso. El hombre es un animal
visual, su ojo el ms perfec-to ,de la tierra, desarrollado en una
proporcin que esta muy p . d 'd l or encima e sus otros sentt os
corpora-es; los d ' 'L t emas mamaeros se desarrollaron en otra
orma, para convertirse en animales olfativos mien-
tras el , d 1 h b . . ' ' 1 . craneo e om re ha tdo cedtendole
espacio a OJo q 't' d 1 1 les ha' w an ose o a a nanz, en los dems
anima-
b pasado exactamente lo contrario; as, el hom-re es un . 1 ul 1
amma oc ar y os dems mamferos son
129
. .. .
-
animales olfativos. Es una diferencia profunda que no tenemos
bastante en cuenta. As, para el perro, que no ve los colores, el
olor es otra forma de co-lor, inapreciable e inconcebible para el
hombre. Los grandes mamferos, que no viven en manada, tienen un
habitat fijo que es el principal y, general-mente, otros habitats
secundarios de recurso, a lo su-mo dos o tres; en estos se refugian
en caso de inva-sin, simple ataque o destruccin del habitat
princi-pal. Pues bien, un caso similar existe entre los indios
panare del Cuchivero. Hace ms de veinte aos visit en la localidad
llamada Las Vegas a varios grupos de indios que tenan, como otros
cariboides, segn he sabido despus, habitats secundarios; por
aquellos das, un grupo estaba en guerra con otro y con fre-;:uencia
vi transportar tiles en general y armas a un habitat secunda;io; el
transporte lo hacan las muje-res, mientras los hombres untaban de
curare sus ar-mas ecin hechas.
La marca del habitat
Los mamferos tienen una manera especial de hacer respetar su
propia vivienda por los otros animales; la marcan, la
individualizan, dejando en ella -animales olfativos- su olor sui
generis, ntimo, que ser reco-nocido por los otros animales que se
acerquen : el olor de su propia bosta y de su propio orn. Para
ello, defecan y orinan en varios lugares, formando
130
as murallas de olor entre los cuales encierran su morada. El
hombre primitivo tambin deba sealar, personalizar su habitat, para
evitar encuentros desa-gradables con otros seres de su misma
especie. Pero como hombre -animal visual- con una seal visible no
oliente. Porque al estar l mismo en posesin d~ un olfato
rudimentario, pero de una vista excelente, pensaba que los otros
seres eran iguales a l. Conse-cuentemente, pens en hacer en su
habitat una mar-ca visual. Lo ms probable es que hiciera una marca
en los troncos de los rboles; y digo que haba rbo-les donde viva
por dos razones: primera que tena que estar cerca de una corriente
de agua, para be-ber, lugar por consiguiente frtil; segunda, porque
los rboles le servan de muralla para ocultarlo, en parte al menos.
Cuando comprendi que los rboles eran muy perecederos, que las
heridas de la corteza ca~biaban y ascendan, debi utilizar piedras
como senales. Una seal visible, pero todava impersonal,
que .quera decir algo as como: "Cuidado, aqu hay algmen que lleg
antes; no te quedes t". Lo mis-mo, aunque en otro idioma, que la
bosta y el orn del len 1 El 1 . . Y e tlgre. amma , con mehos ms
sim-fles Y naturales, haba logrado personalizar mejor el s~gar,
porque sus olores son personales; el hombre f1~ ha~a logrado sealar
que all viva alguien, no
51110 simplemente un hombre. A. la larga, el hombre debi
preocuparse porque su marca fuera personal, nica, inconfundible; o
tal vez
131
-
no lleg a tanto el hombre aislado sino cuando ya form parte de
un grupo de familias, de un clan, de una horda al menos. Entonces
la seal ltica fue manchada con pigmento vegetal, con un signo
espe-cial de la colectividad: una raya, una cruz, un pun-to, algo
sencillo, pero ms personal que un simple corte en la corteza del
rbol. En Venezuela abunda el hierro, y por consiguiente el xido de
hierro, del que se hace un tinte mineral rojo bastante
consisten-te; y tambin abunda el achiote, tinte vegetal del mismo
color. Lamentablemente, las lluvias, el sol y la fuerza elica
arrancaban el pigmento. Un da sur-gi un sistema mejor, una nueva
tcnica, que en Ve-nezuela lo ms probable es que fuera importada del
Brasil o de Colombia: labrar la piedra antes de pin-tarla, y pintar
despus solamente el surco; ese surco, hecho con otra piedra era
para ellos prcticamente eterno; la pintura del surco duraba mucho
ms y cuando se perda simplemente se renovaba. Hab a nacido el
litoglifo pintado como seal, pero esa tcnica tena un buen porvenir
por delante; no iba a quedar reducida a poner la marca -el nombre
casi-del poblado o de la zona de resistencia del grupo; iba a ser
aprovechada con otros fines ms amplios. Por lo pronto, y como
indicador dentro mismo del grupo, se us una marca relativamente
pequea para sealar el habitat particular del jefe; ms tarde, cuando
surgi el culto a los muertos, sirvi de estela fnebre. Por extensin
se debi llegar a marcar con glifos los lugares donde se renda culto
a las divini-
132
dades ms o menos rudimentarias, a las fuerzas me-teortica, a los
animales benficos o malficos con-vertidos en mitos, tabes y
totemes, a los jefes con-vertidos en hroes y tal vez en dioses ...
Concretndome a Venezuela, parto de una base: al parecer, segn los
pocos datos aportados sobre todo por los cronistas de primera mano,
y a la falta de restos de culturas monumentales, esta regin f)l.e
ha-bitada por grupos de baja cultura, muy infedor a otros
contemporneos suyos de otras regiones de Amrica, incluso cercanas.
Pero esos grupos de baja cultura eran indudablemente muy superiores
a los is-lotes tnicos agnicos que existen en la actualidad,
transculturados, aculturados, vacos, de su acervo ancestral. inclu
dos los ritos, los cnticos y, sobre todo, las danzas, ya que las
pocas costumbres ritua-les que les quedan no son ms que
repeticiones sin contenido ni significado, de actos que tuvieron un
valor espiritual en otros tiempos. Como dije antes, los yanomami se
comen ritualmente las cenizas de sus muertos con una especie de
sopa de banano, pe-ro lo ms probable es que no sepan ya exactamente
el significado del rito. Y cuando hablan de ello lo deben hacer
como tantos otros pueblos venidos a menos, en cuanto a la tradicin:
sencillamente han inventado, un sentido objetivo del acto,
diferente del que tuvo en un principio.
133
-
Ritos de cazadores
A cualquier hebreo que se le pregunte por qu no come carne de
cerdo, repetir lo que la Biblia le ha hecho saber directa o
indirectamente: que hay ani-males impuros por la forma de su pezua,
como el cerdo. Pero nunca dir que ese tab es una conse-cuencia de
un totem de cazadores de jabales ... Muchos pueblos indios de
Am~rica perdieron su cul-tura espiritual; otros, incluso, parte de
la material; aquella con todo lo esotrico de su contenido,
aplas-tadas por invasores como los aztecas y los incas y,
finalmente, los europeos. Esta ltima invasin fue la ms desastrosa,
porque dur muchas centurias y arras todo lo indio. Lo ms selecto de
los vencidos muri con las armas en la mano; grupos enormes se
transculturaron huyendo a regiones inhspitas de la selva donde
murieron o degeneraron en el aislamien-to, agotados en una lucha
cotidiana y titnica para sobrevivir; como siempre en esos casos, lo
peor so-brevivi. Qu saben hoy los descendientes de los incas,
indios o mestizos, campe sinos o ciudadanos, analfabetos o
arquelogos, de las misteriosas protu-berancias de las piedras
ciclpeas de las murallas de Sacsahuamn u Ollantaytambo, que no
tienen el me-nor sentido material, que son esotricas y mgicas? Qu
saben los indios quito de Imbabura, Ecuador, de los imaimanes, esos
litoglifos primordiales, redu-cidos a un crculo mgico, con un punto
central,
134
que protegan el cuerpo astral del durmiente que viajaba, segn
las ms secretas tradiciones? Qu sa-ben los indios paeses de la
hidromagia de la Fuente de Lava patas? Se podran hacer docenas de
pregun-tas as, todas sin respuesta.
Ritos sexuales?
Quin recuerda, entre los hebreos, que la circuri'd-sin, la
alianza con Dios lograda mediante esa muti-lacin voluntaria y ms
an, por la sangre derrama-da, es originaria del centro de Africa,
que tiene su origen en un accidente de guerra y que lleg a Egip-to
a travs de los abisinios, para pasar a ser, inven-tando para ello
una leyenda, un rito de iniciacin religioso-social? La circuncisin,
en su origen africano, pudo tambin no ser un rito de guerra surgido
de un accidente b-lico. Pudo tambin ser el smbolo de una venganza,
que nos recuerda por similitud la tragedia de Elosa y Abelardo. Las
mutilaciones de guerra pueden ser de diferentes partes del cuerpo:
un ojo o los dos, con muy diferentes consecuencias; una mano o las
dos; un brazo entero, los dos brazos; un pie, dos, uqa pierna
entera; las dos. Sin embargo, la castra-cin es rara como accidente
de guerra, pero es la venganza tpica. Slo conozco el caso de
algunas tri-bus del sur de Abisinia que a los abisinios que
gue-rrean contra ellos les cortan, una vez hechos prisio-neros, los
testculos con los dientes. Ms que rito de
135
-
guerra es venganza, a la manera de la ley del talin, contra 1os
violadores, traidores, etc. Es muy posible que el primer
circunciso, de cuya mutilacin naci el rito mtico, fuera castigado
por un delito sexual.
La gota de agua
Hace unos aos asist a la misa que celebr un fraile capuchino
misionero en un poblado motiln, a la orilla del ro Intermedio, al
lado de la frontera co-lombiana-venezolana. Un grupo de motilones,
sobre todo mujeres y nios, asista al rito; hablaban, se rascaban,
los nios jugaban y miraban por debajo de los hbitos del religoso.
Una vez terminada la misa, el sacerdote impasible les explic en un
motiln no muy completo, el misterio de la Trinidad, misterio que a
los catlicos les resulta tan difcil de com-prender, que acaban por
aceptarlo sin razonamiento, como un dogma. Se ayudaba con gestos de
las ma-no : les afirmaba que Dios estaba arriba (sealaba al techo
de la choza) y que bajaba, bajaba (mova rpi-damente los dedos ndice
y medio, los otros pega-dos a la palma de la mano, bajando al mismo
tiem-po, lentamente, el brazo) y se converta en tres se-res (aqu
mostraba, el pulgar y el meique pegados a la palma de la mano, tres
dedos); tres, s, padre, hijo y espritu santo, pero sin dejar de ser
(final-mente, levantaba la mano con slo el ndice exten-dido) un
solo Dios verdadero ... Extraado de que aquel erudito quisiera
incrustar el misterio de la T ri-
136
nidad en la mente de los motilones, que m s1quiera saban espaol,
le pregunt si esperaba ser compren-dido . Sonri, no neg y dijo que
a fuerza de repetir-lo l y de escucharlo los otros, algo les
quedara dentro a los indios... Lo conoca bien y no poda dudar de su
buena fe. Aquello era tan anacrnico que pareca una escena de
comienzo del Siglo XV. Ahora el recuerdo de aquella escena inslita
me ha hecho comprender algo: que los frailes de la con-quista
espaola de Amrica saban bien lo que ha-can, levantando templos
sobre las ruinas de los in-dios, para canalizar. sus ideas y
aprovechar la rutina de sus peregrinaciones. Llevndolos a los
mismos si-tios habituales y repitiendo retahilas acabaron por
imponer su religin, antes, incluso, de que pudieran comprenderla; y
lo que es ms difcil, que olvidaran por completo sus propias
religiones vernculas, secu-lares y tal vez milenarias. No
comprendieron, pero aceptaron, y acabaron por repetir como un eco
lo que oyeron. Los sobrevivientes de aquella hecatom-be espiritual,
son incapaces de recordar ni siquiera el nombre de sus dioses. Es
por eso que, son muy importantes, para el estu-dio de los
litoglifos, los datos aportados por los cro-nistas y viajeros que
estuvieron en contacto con los nativos de los primeros tiempos del
establecimiento de los espaoles y los alemanes en el pas. Muchos de
ellos, casi todos indirectamente, pueden aportar algo al
conocimiento de los litoglifos. Por ejemplo, detalles como estos:
los tamanaco respetaban las
137
..
-
culebr.as de agua (en la zona de esos indios hay ~n glifo
serpentiforma de 30 metros de largo); los m-dios chaima crean que
una culebra llamada por ellos "madre del agua", habitaba en cada
fuente de ro; los cumanagoto tenan al sapo por dios de las aguas,
por lo que los conservaban en sus campos, y cuando haba una sequa,
que crean causada por los sapos, los azotaban para castigarlos.
Crean tam-bin que los muertos iban a las lagunas para ser tra-gados
por enormes serpiente.s y ser tran~portados en el interior de
ellas, a una tierra maravillosa, donde vivan una segunda
existencia, sin ten~r otra co~a que hacer que bailar y beber. El
cromsta Antomo Cauln cuenta en su Historia de la Nueva Anda-luca
que los indios d~ la regin de Rionegro, cuan-do vean en el campo
una culebra, regresaban a su casa y se quedaban sin salir de ella
el resto del. da, por creerla malfica y vaticinadora de algn
acciden-te grave. al Los datos aportados por la pintura facial y
carpo~ en general, son muy importantes; a; como las . pm-turas
parietales. Los piaroa sacan a~n de l.a hoj~ de la chica o parisa,
unas pelotas de unte roJO s~bi~o, que cambalachean por otros
objetos con los mdws de las cabeceras del Orinoco. Para hacer la
pasta de esa pintura usan caraa, cierta resina aromtica. Tambin
hacen rollos de madera que recuerdan e~
1 ald o o Ir cierto modo los sellos de os e eos para Impnm el
cuneiforme en los ladrillos blandos; en esos rollos hacen por
incisin dibujos que recubren de pintura,
138
para luego pasrselos por el cuerpo hacindolos ro-dar sobre la
piel. Esos dibujos suelen ser cuadrilon-gos, en forma de zigzag, de
greca, de losange, de crculos concntricos, etc., segn afirma Gaspar
Mar-cano.
Los maipure, que habitaban entre San Fernando de Apure y el ro
Meta, dibujaban meandros, caimanes, monos y cierta danta de factura
torpe. Una vieja oto- " . maca del alto Orinoco, se haca pintar en
la espalda . un enrejado negro con un punto en cada cuadrado, sobre
fondo rojo; motivo que tambin existe en ties-tos otomacos y en
algunos glifos de aquella regin. Los materiales que todava son ms
usados como colorante son el xido de hierro y el manganeso, pa-ra
el color rojo, el espern para el ocre, el amarillo y tambin cierto
raj, el carame para el negro, para barniz se usaba la resina de
algarroba. La tradicin oral, la nica de los pueblos analfabe-tos,
se han perdido en todas partes. Se repiten ritos Y palabras que son
apenas letanas sin valor cultural alguno. Hay que descartar la
posibilidad de que nos llegue an alguna nueva informacin del mundo
antiguo de los indios y de sus manifestaciones, incluidos los
gli-fos. Se ha hablado demasiado de una prehistoria vi-~iente que
en estos pases coexiste con nuestra civi-hzacin; se afirma que a
pocos kilmetros de nues-t~o mundo de fin del Siglo XX hay tribus
prehist-ncas; es un error. Esos supuestos indios antiguos, es decir
herederos de una cultura ltica, representantes
139
-
del paleoindio venezolano, son culturas regresivas que no
representan nada, ni la prehistoria ni siquiera la continuacin de
sus antepasados cercanos, son restos tnicos, el final de una agona
que se inici en el Siglo XVI, si no la comenzaron ya antes los
caribes. Los indios de Venezuela, excluidos los guajiros tbastante
asimilados, pero que en poder de una tra-dicin hasta cierto punto
importante y extensa, no saben mucho de su pasado) desconocen todo
lo que les antecedi en su mismo mundo; nadie sabe quines, por qu y
para qu fueron hechos los geo-glifos, los litoglifos, las calzadas.
Qu metodos debemos emplear para estudiar los li-toglifos? Es
preciso obrar con la mxima cautela, para no confundir, como lo hizo
el serfico Heinrich Schlie-man un huevo de ave con una piedra
preciosa ...
140
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141
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VII MI METODO Y CLASIFICACION
Los tamanaco le llaman al litoglifo, como es sabido,
"tepu-mereme", piedra pintada; los caribe en gene-ral, "timeri",
pintura; los baniba del alto Orinoco, "ippaianata", piedra pintada.
Fue Lisandro Al varado quien reuni esos nombres. Jos Mara Cruxent
re-
. cogi otros nombres, pero actuales: monifato, en el bajo
Orinoco; letrero, en el centro-norte del pas; mueco, en el oriente.
Comencemos por donde debieran comenzar todos los investigadores,
aunque hasta ahora nadie lo ha hecho: por la cantidad de litoglifos
que hay en el pas.
Cantidad
Usando el sistema de ir de lo ms sencillo a los ms complicado,
empiezo por un simple recuento de los litoglifos de Venezuela.
Algunas regiones no he po-dido visitarlas, teniendo que atenerme a
la informa-cin, siempre confusa y casi siempre de segunda ma-no,
que he podido recoger. Se necesitan aos de es-fuerzo y un equipo
organizado para hacer una cata-logacin de visu.
147
...
..
......, u....
.......
c.,;:
e) ...
4 ... ::.
n
~
-
Con las limitaciones que supone contar con la opi-nin ajena,
creo poder hacer el primer clculo exis-tente sobre esta
manifestacin antigua: en Venezue-la hay un mnimo de 1.000 piedras
grabadas, que contienen un total de alrededor de 5.000 glifos en
unas 200 estaciones. A menos que se encuentre en el territorio
Amazonas o en la parte oriental del Estado Bolvar alguna agru-pacin
de glifos importantsima, algn cerro de ro-cas fragmentadas que
contenga litoglifos, a la mane-ra de Vigirima, Estado Carabobo,
pero en mayor cantidad, creo que mis clculos son ciertos y estn muy
aproximados a la verdad. Si la distribucin fuera homognea, lo que
est muy lejos de la realidad, corresponderan 200 kilmet.r~s
cuadrados por litoglifo; en realidad, una proporcwn 'nfima. Aparte
de las calzadas prehispnicas, probablamente obra de una cultura
chibchoide descendida de los Ande\ empujada por otras olas del
interior de C~lombia en expansin territorial, calzadas que est_an
desapareciendo, situadas entre las ltimas estribaclO-nes de los
Andes y el ro Apure, paralelas a los cau-ces de los afluentes del
Apure de la margen izquier-da; aparte tambin del geoglifo de
Chirgua, de las murallas ciclpeas de Vigirima, de algunas pinturas
rupestres y restos de cermica y ltica de entierros Y basureros, los
litoglifos son lo que queda, como tra-za importante de las culturas
desaparecidas y de~~neradas de Venezuela. Muchos de los tmulos
aru-
148
ciales que existan hasta comienzo de este siglo, fue-ron
sistemticamente volados con dinamita por al-gn buscador de tesoros
disfrazado de cientfico.
Antigedad
Hecho el clculo cuantitativo de los litoglifos de V e-nezuela,
se me presenta un problema mayor: el de su distribucin en el
espacio y en el tiempo. Deje-mos el espacio para despus y
comencemos por el tiempo. La primera pregunta que se hace
cualquiera al llegar a este punto es si los glifos son anteriores a
la cer-mica o contemporneos de ella. En general, la cer-mica de
Amrica se supone que comenz en el mile-nio 1 antes de Nuestra Era,
es decir hace unos 3.000 aos. Repitamos la frmula general que se ha
establecido para la cronologa de Amrica, aunque algo simplifi-cada
para no intoxicar al lector, y con las reservas propias de toda
teora redondeada tranquilamente en el despacho del
investigador.
De hace 20.000 aos a hace 7.000 aos, poca paleoindia dividida en
dos perodos, preltico y ltico, ambos correspon-diendo a
recolectores naturales y de tres tipos sucesivos (y simultneos en
ciertas regiones) de cazadores; uso de armas de contacto, de
semicontacto y
149
.. ~ .
-
De
de distancia (lanza corta, lanza larga y arco y flechas).
hace 7.000 aos a hace 3.000 aos, poca mesoindia; compuesta
tambin de re-colectores naturales, cada vez en ma-yor aumento, y de
cazado~es ~ di~~ancia, cada vez en creciente d1smmue1on.
De hace 3.000 aos a hace 450 aos, poca in-dia dividida en cuatro
perodos: 1) Co~formativo. 2) Formativo. 3) Clsi-co. 4) Neoclsico;
compuesta suc:s~vamente de cazadores recolectores ltme-rantes y de
cazadores agricultores; am-bos grupos usaron tiles de cermica y
algunos, adems, lo fabricaban.
Despus de hecho el cuadro histrico, creo necesario aclarar que
al parecer esta cronologa est basada en un error qumico. Como es
bien sabido, se apoya en los exmenes de materia orgnica encontrada
en las estaciones arqueolgicas y hechos con el sistema del carbono
14, ese medidor radiactivo que se tuvo u~ tiempo por una panacea y
ahora resulta un reloJ descompuesto. Se ha confirmado que su
faculta~ de sealar las fechas ha sido anulada; tambin el mo-cente
carbono 14 ha sido vctima de las bombas atmicas. Desde el 15 de
julio de 1945, da en que estall la primera bomba atmica en
Alamogordo,
150
EUA., las sucesivas explosiones atmicas han pertur-bado
intensamente el equilibrio de los istopos ra-diactivos del carbono
14 de la atmsfera. Desde esa fecha fatal, animales, plantas y
minerales contene-mos mucho ms carbono 14 del que solamos
con-tener; y, consecuentemente, las fechas registradas por ese
procedimiento, para los perodos arqueol~g~cos, sobre materias
orgnicas, han reculado verug.~nosamente ms all de la realidad. Con
satisfaccin inocente de los investigadores. El placer de estirar
hacia atrs la prehistoria americana ha sido generosa-mente
estimulado por ese error craso del alterado carbono 14. Todo lo
hecho en cuanto a cronologa americana est por recomenzar:
lamentablemente, los especialistas no han tenido la noble actitud
cien-tfica de sacar a los profanos del error. Dejando el error de~
la prehistoria americana donde est, tengo que usar esa supuesta
cronologa como base; de hacer otra no tendra un punto de
refe-rencia en relacin con los otros trabajos que se ha-cen en
Amrica, para poder incluir a los indios ame-ricanos que hicieron
esos glifos, dentro del cuadro histrico tradicional. As, tendr que
fechar sobre esos tres perodos histricos la historia de los glifos
venezolanos. Cmo se puede calcular la edad de un glifo? No conozco
otro procedimiento que estudiar el desgaste sufrido por la piedra y
el grabado en un perodo de-terminado de tiempo y, sobre esa base,
calcular el tiempo que hace que fue hecho el glifo.
151
-
diferentes lugares y pos1c1ones, sin intervencin del hombre, es
intil buscarle un sentido intencional a la orientacin de los
litoglifos. Conozco solamente un caso de orientacin voluntaria,
pero no se trata de un litoglifo sino del nico geoglifo conocido en
Venezuela, el del valle de Chirgua, Estado Carabobo, sobre la
ladera de un monte, elegido sin duda el lu-gar para que pudiera ser
visible desde la entrada del valle.
Tcnicas y sistemas
Hay algunos litoglifos que parecen haber sido he-chos sin dibujo
previo, su tosquedad as lo indica. Sin embargo, es algo
excepcional, pues casi todos fueron seguramente dibujados sobre la
roca y su fo r-ma fue corregida varias veces hasta que parecieron
bien para ser comenzados. La perfeccin de los crculos, la rectitud
de algunas lneas no dejan duda sobre esa preparacin tcnica. Al
parecer eran dibu-jados con alguna materia blanca, que los haca
des-tacarse ms sobre el gris, gris verdoso o gris azulado de la
roca; corregido y aprobado por el dibujante o quien lo mandaba
hacer, el grabador comenzaba su trabajo, desbastando la piedra por
el sistema de per-cusin, usando una piedra de punta afilada, de
ma-teria muy dura, alguna variedad de cuarzo, que ha-ba sido
afilada por abrasin contra otra materia al menos tan dura como
ella. Tal vez tuvieron punzo-nes y martillos lticos. Lo ms probable
es que sea-
170
laran ligeramente el surco o que hicieran primero pequeos hoyos
para unirlos despus, y por abrasin fueran haciendo el surco ms
profundo usando ,para ello una herramienta de otr forma; la mica y
otros silicatos blancos que se desprenderan a veces de la piedra
serviran, mezclados con arena fina mojada, de abrasivo. El fondo
del surco no siempre presenta el mismo aspecto; en algunos glifos,
... el corte es casi en forma de C, en otros de casi U, en ambos
casos sin ngulos, redondeados los lados y el fondo; esos son los
tipos ms simples, la tcnica ms fcil; otros, posteriores a estos, de
mayor tcnica, tienen dos n-gulos rectos en el lugar de la
interseccin de las pa-redes con el fondo; trabajo que exiga cierta
pacien-cia especial y mucha precisin y prctica; hay un tercer
procedimiento que consiste en ensanchar el fondo haciendo que se
extienda lateralmente, por debajo de los cortes verticales de los
lados; trabajo especial, poco frecuente, que parece la consecuencia
de un agudo sentido de observacin y un rudimenta-rio sentido
artstico, ya que produce efectos pticos especiales cuando la luz
solar es casi rasante; la som-bra del surco se alarga en tal forma
que parece ste mucho mayor de lo que es en realidad; ese efecto
visual es cambiante, a medida que el sol asciende, y llega a
desaparecer a cierta hora, haciendo prctica-mente invisible el
glifo. Es muy probable que las ho-ras en que el glifo es ms
visible, poco despus del amanecer y poco antes del anochecer,
fueran las aprovechadas para ciertos ritos.
171
-
En la mayora de los glifos, el fondo fue cuidadosa-mente
alisado. En algunos glifos se vaci una parte, para darle una
anchura grande a ciertas partes que deberan tener un inters
especial; al quedar cncavas, los efectos cambiantes de la luz
tambin son importantes. La tcnica del bajorrelieve fue empleada,
pero pocas
. .. veces, sin embargo hay algunos glifos as, que estn . bien
conservados. En ellos tambin el juego de la
luz es importante. Hay horas en que son muy visi-. . bies y
horas en que apenas lo son. Hay una teora, que me parece demasiado
cientfica,
que se le atribuye a los grabadores de glifos. Se su-pone que
terminado el trabajo de hacer el dibujo previo, se regaba este con
la savia de algunas plantas
. . euforbiceas, una savia silicoltica producida por esas
plantas que precisamente se encuentran en las
... rocas, plantas de abundante ltex. Ese lquido corro-'.~ sivo
haca de mordiente; cuando la piedra estaba lo
suficientemente corroda, de forma que todo el di-bujo se haba
convertido en un surco, de una pro-fundidad deseada, se limpiaba
cuidadosamente la piedra, para quitarle todo el ltex, tal vez con
pua-dos de hierba; el trabajo estaba prcticamente he-cho; no
faltaba ms que el retoque final. Por la forma del acabado se puede
suponer la herramienta usada, roma o angular. El usar el abra-sivo
citado, arena mojada, es seguro, ya que todava los indios de
ciertas regiones- del Territorio Amazo-nas hacen cuentas de
collares lticos simplemente ta-
172
ladrando la piedra con la punta aguzada de un palo, hacindolo
girar rapidsimamente entre las palmas de la mano, echando sobre el
taladro arena m?jada; esas cuentas tienen hasta tres milmetros de
dime-tro y son comenzadas por los dos lados de la piedra, hasta que
se unen en el centro los dos orificios; el . .. largo del taladro
es de dos a tres centmetros. El Ll ::;:) surco suele ser de uno a
dos cen~fmetros de pro- \!:' fundidad y de uno a tres centmetros de
anchura. t;:
'::\ Entre los euforbiceos que se dan con ms frecuen- C..:>
e:
cia en Venezuela estn la amapola, el llamado vul-garmente
papagayo y varias ipecacuanas. ; En algunos glifos se notan todava
las trazas del tra- :'.E bajo de desgaste hecho con un lito; en
algunas he ...., podido confirmar que saltaron astillas de la roca
por la violencia del impacto o por tratarse simplemente td de mica
y otras materias blandas que formaban ve- '-tas. Ese detalle prueba
que no fue hecho el surco '2 _ .. con un corrosivo. Hay divisin de
opiniones acerca de si estaban los glifos originariamente pintados.
Hay pruebas de que algunos lo estaban, pues han conservado el
pigmen-to, siempre, claro est, en casos especiales, por estar por
alguna causa protegidos. El nico dato que he recogido en los
cronistas, es que les llamaban a los glifos piedras o rocas
pintadas; tal vez no tenan en su lengua la traduccin de grabado,
pero tendran la de cortado, hendido, sealado, marcado, que
hubie-ran podido usar para referirse a los glifos sin pintu-ra. Lo
ms probable es que todos, al menos en una
173
o -CQ :;
-
,,
poca tarda, estuvieran pintados. Los tamanaco del Cuchivero les
llamaban "tepu-mereme", piedra pin-tada; los caribe, especialmente
los de la regin de Roraima, "timeri", pintura; los baniva del
Guaina, "ippaianata", piedra pintada. Adems, hay cerros con glifos
cuyo nombre recuerda lo que hay en ellos: Cerro Pintado, cerca del
Atures, que tiene un glifo ofidiomorfo de treinta metros de largo;
Piedra Pintada, en el Estado Bolvar tambin; Cerro Pinta-do, cerca
de Vigirima, en el Estado Carabobo; Piedra Pintada, cerca del cao
Chiratari, en el Estado Bol-var; todos ellos tienen glifos. En el
Museo de Ciencias Naturales de Caracas hay un glifo con restos de
pintura; en Camatagua, Estado Aragua, un mural. Los indios de toda
Venezuela, por una u otra ra-zn -rito, defensa contra los insectos,
adorno, sig-no tribal- se pintaban el rostro, el cuerpo o todo
ello; algunos, adems, las extremidades. Todos ellos conocen an
pigmentos vegetales y minerales. Sien-do los glifos obras
especialmente hechas para ser vis-tas, es natural que las hicieran
lo ms visibles posi-ble; y pintarlas les daba mucha visibilidad. Lo
ms probable es que estuvieran pintados de blanco, de rojo, de negro
y de combinaciones de estos colores. El efecto de un glifo
coloreado es verdaderamente notable. Basta ver uno pintado para que
todos los dems pierdan mucho de su valor al sedes compara-dos. Los
antiguos viajeros hablaban de piedras pinta-das, en las regiones
del sur del pas, que visitaron.
174
Hay glifos que son a manera de ensayo de tcnicas. Las figuras
antropomorfas, en algunos lugares, tie-nen los ojos hechos con
grandes huecos, que cu,ando los ilumina el sol resultan
monstruosos; es indudable la representacin de calaveras. Entre los
bajorrelieves que hay en Venezuela, que son muy pocos, hay uno que
encontr en la orilla izquierda del ro San Este-ban, no solamente
desconocido pa~.a. los investiga-dores sino para la gen te de la
regin, en el Estado Carabobo. No creo que pasen de media docena los
conocidos en todo el pas; el de San Esteban est en una roca
grantica y han tenido que rebajar una gran superficie para hacerlo;
tiene la forma de un tridente. El fondo de los glifos est
generalmente pulimenta-do por frotamiento, pero tambin los hay con
el fondo irregular, toscamente hecho; y hay algunos, muy
interesantes, que fueron abandonados a medio hacer.
Estilos y secuencias
Los litoglifos de Venezuela tienen en general, el sur-co muy
ancho y profundo con una excepcin de los del conjunto del Guri,
poco profundos. Se pueden clasificar en dos grupos, los dos grupos
que ya establec, para no caer en las minucias que
n~ aportan nada y hacen de los estudios arqueol-glcos un
aburrimiento.
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Los del ~ur del Orinoco suelen ser de gran tamao, comparados con
los del norte. Los del sur del Orinoco, grandes, suelen ser
esque-mticos hasta tal extremo que errneamente se les califica de
abstractos. Es imposible para la mente del primitivo la idea
abstracta para un litoglifo; en el primitivo todo es objetivo, todo
tiene un fin de-terminado y claro; y un litoglifo abstracto, en el
du-doso caso de poderlo concebir siquiera, no tendra el menor
objeto. Todos los glifos sin excepcin re-presentan animales,
plantas o cosas. Todo ello propio del mundo indio, de lo que se
encuentra en su pro-pio mundo selvtico. En los glifos del sur
predomina el retrato esquemtico, antropo y zoomorfo. Es muy
curioso, e indicador de un estilo diferente de grabar, de un
concepto diferente del grabado, que
en el sur no haya apenas caras humanas aisladas, mientras que en
el norte abundan; y aqu cabe una importante apreciacin; a pesar de
ser ms esquem-
tico~ los grabados del sur, son ms evolucionados los del norte.
Hagamos una ligera comparacin, para confirmarlo; una cara de un
glifo del sur se compo-ne de un crculo, un trazo que parte de la
frente, del crculo, para indicar la nariz, dos puntos para los ojos
y un tercer punto para la boca. Eso es to-do, comprende cinco
trazos. Pues bien, una figura en-tera de las corrientes en el norte
suele componerse de ocho a doce lneas; aparentemente, es ms
sinttica la del sur, pero en realidad es ms compleja. Ade-ms, el
concepto de sntesis en este caso no se redu-
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ce a trazar lo ms indispensable de la figura sino a hacer
solamente de la figura lo ms importante; y lo ms importante, lo ms
perso~al de la figura huma-na es la cara; pues bien, en el norte se
lleg a eso, el retrato de cabeza, mientras que en el sur solamente
se sola representar al hombre con todo su cuerpo ; no se tena
consciencia de poder representar al hom-bre con una pequea parte de
l, sino entero. En el sur, a medida que se va hacia Guyana, los
gli-fos son ms grandes de tamao, porque las piedras donde estn
grabados tambin han sido elegidas en-tre las ms grandes; y ms
esquemticos, por lo que la lnea recta y la ligeramente curva se
imponen. Hay una tendencia al gigantismo lograda precisamen-te no
por ser ms grandes las figuras sino por su concepto, que hace que
por pequeo que sea el gra-bado d la sensacin de grande a causa de
sus pro-porciones y simplificaciones. Es un estilo tpico de esa
regin suroeste de Venezuela, rectangular, esque-mtico y de cierta
grandiosidad y gigantismo. Inevi-tablemente hay que aceptar que ese
estilo lleg de Guyana, donde ya se haba establecido y tal vez
for-mado mucho antes. Cuando se comparan las figuras antropomorfas
de esa regin y las del Estado Falcn, se comprende que los pueblos
que hicieron unas y otras no tenan entre s la menor relacin humana
.. . Es preciso mirar y remirar muchas veces los glifos para poder
darles todo el valor que tienen; los deta-lles ms simples no se ven
con frecuencia hasta des-pus de largos exmenes. A veces, en las
caras de los
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glifos del norte se llega a una depuracin tal que los ms
esquemticos glifos del sur parecen barrocos, comparados con esas
caras. La tipologa, dentro de cada estilo, es muy variada:
personas, animales, plantas, algn que otro objeto etnogrfico; todo
ello pudiendo ser reducido a es-quemas y a figuras geomtricas.
Frecuentemente se oye decir que los grabados gigan-tescos hechos en
grandes acantilados de las orillas de los ros del sur, a alturas
que hacen dudar de que los grabadores pudieran hacer su trabajo,
son obra de grabadores de la poca en que el agua del ro te-na la
superficie al nivel de donde est el glifo. Mu-chos viajeros afirman
que los indios de la regin lo suponen as y por eso debe ser verdad.
Los indios s pueden afirmarlo, nosotros no, porque no debemos
confundir pocas prehistricas con pocas geol-gicas ... Se ha
atribuido a los glifos esquemticos del sur un sentido absurdo, ser
una especie de escritura mne-motcnica; para serlo se necesitara que
abundaran las secuencias, lo que no solamente no abunda sino que es
casi desconocido en el sur de Venezuela, y en el norte es raro
encontrar alguna. Se ha dicho que muchos glifos son a manera de
t-temes; en todo caso podran ser algunos simples re-presentaciones
de ttemes, a lo sumo. Para completar es~a pequea resea hago una
catalo-gacin general, que puede servir de gua para otras ms
minuciosas.
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(A).Estilos del sur de Orinoco: ( 1) Estilo del Guri;
caracterizado por el sur-
co poco profundo y marcado por la figu-ra y a la vez tosquedad
del trazado y por la originalidad de la expresin, sin duda , de
origen brasileo. Superpuesto a este estilo hay otro, posterior,
decadente, transitorio, propio de un pueblo sin tr.~-. dicin que
fue absorbido rpidamente por el que hizo los glifos del estilo
Guri.
(2) Estilo de la regin del Cuchivero; de sur-co de profundidad
corriente, de figuras mltiples y variadas; contemporneo del estilo
de la regin de Chirgua, en el nor-te, tal vez obra de grabadores
del sur que llegaron a establecerse en esa orilla iz-quierda del
Orinoco, por algn tiempo.
(3) Estilo de la isla Mara Auxiliadora; de gran inters por la
sensualidad de sus lneas, por la seguridad del trazado, por la gran
variedad de motivos zoomorfos.
( 4) Estilo de la zona sudeste; esquemtico, rectilneo y de
tendencia al gigantismo, sin duda de origen Guyans.
(B) Estilos del norte del Orinoco: (1) Estilo de la regin de
Chirgua; realista y
original, con abundancia de figuras humanas. Dos estratos
visibles superpuestos de po-cas diferentes.
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-
(2) Estilo de la regin de Falcn; muy varia-do, de gran sentido
artstico para la esti-lizacin de tipo cubista de la figura hu-mana;
de lejana influencia colombiana.
( 3) Estilo de Vigirima; parecido al de Chir-gua de la primera
poca, pero anterior a l. Tosco y realista.
Los litoglifos de Venezuela son pobres en secuen-cias. En
general, no solan llenar las piedras de glifos sino que hacan uno o
dos en cada una; por ello se han encontrado tantos superpuestos,
porque la nue-va ola de emigrantes aprovechaba las piedras ya
usa-das por sus antecesores; as, de una manera un poco improvisada,
irregular, se fueron llenando muchas piedras, en las que claramente
he podido distinguir a veces hasta tres superposiciones de glifos
de diferen-tes estilos y perodos; este hecho hace muy compli-cado
el estudio de los grabados. En otros casos procedieron de otra
forma, ms inte-ligente, como por ejemplo en la llamada Piedra de
Capuchinos, cerca de Caicara del Orinoco, Estado Bolvar. All
comenzaron por hacer una figura prin-cipal y, precisamente, no
central, alrededor de la cual se agruparon otras figuras
secundarias. Secuencias? La ms importante conocida apenas por los
investigadores es la de Aguirre, en el Estado Carabobo, caso que
estudiaremos detenidamente en otro captulo posterior. En general,
raramente hay secuencias que se puedan
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seguir fcilmente; y en los casos en que parece tra-tarse de una
secuencia, el dibujo es tan barroco que no he podido descifrarlo lo
suficiente para conocer el tema tratado. Precisamente por esta
falta de se-cuencias creo que la suposicin de que muchos glifos son
refatos, me parece exagerada si no errnea. No conozco ms que un
caso, el de la Cueva de Chi-chiriviche, Estado Falcn, en el que se
cuenta real-mente un suceso, una batalla; pero de una manera
especial, mostrando los crneos de los vencidos, de-capitados.
Objetiv.os
Los glifos fueron hechos con fines muy variados. Al comienzo
fueron pocos, pero a medida que se des-cubran sus propiedades de
resistencia a los elemen-tos de la naturaleza y su gran efecto
visual, se fue-ron aprovechando para usos diferentes. Cito a
conti-nuacin los que me ha parecido encontrar.
1.- Como marca de propiedad de un lugar o regin por parte de una
persona o un grupo humano.
2.- Como marca de propiedad, ya dentro de un gru-po, de un
personaje importante de l.
3- Como lmite de comarca de un grupo lingsti-
co compuesto de varias tribus. 4- Como monumento funerario.
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-
5.- Como monumento religioso. 6.- Como relato de un hecho
histrico, al menos en
un caso especial.
7.- Para contar hechos sexuales, que es el uso ms general que
atribuyo a los glifos.
Clasificacin cronolgica
He diferenciado cinco tipos principales de litoglifos de
Venezuela. Muchas veces he encontrado en una sola piedra va-rios
tipos de glifos, lo que supone que se han suce-dido los grupos en
la regin y los grabadores de ellos. 1 En algunos casos, el grupo
invasor o simplemente ocupante, pudo aportar nuevas tcnicas y los
glifos cambiaron de estilo y concepto o bien reformaron en parte el
estilo anterior o no lo influyeron. Las diferencias no siempre son
visibles. Los grabadores que permanecan mucho tiempo ais-lados, sin
contacto con los de otros grupos, llega-ban, al cabo de un cierto
tiempo, a amanerarse de tal forma que todo aporte personal quedaba
anula-do, reducindose todo a un equipo de copistas que repetan;
degenerndolo a veces, lo hecho por sus antecesores. Esos
amaneramientos hacen a veces pensar que son contemporneos, glifos
que son d~ dos perodos diferentes, porque un estilo ha contl-
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nuado durante dos o ms generaciones. Los estilos se reconocen a
veces por detalles, ms que por el conjunto de la factura; por la
profundidad del surco, por su anchura, por el terminado, con o sin
reto'que, del fondo del surco; como tambin por el tamao, la forma,
el tema. Despus de una bsqueda, mu-chas. veces interrumpida, de ms
de veinte aos, he llegado a clasificar cinco perodos jmportantes; y
aunque podra clasificar unos subpeiodos interme-dios, prefiero
atenerme, por ahora, a lo que he con-firmado mejor. No pretendo
haber hecho un traba-jo completo, pero s un trabajo sistemtico y
bsico, para los que hagan estudios posteriormente; que no tendrn,
al menos, que partir de cero, como yo. Siempre por el sistema de ir
de lo ms sencillo a lo ms complicado, aunque despus, en otra vuelta
del espiral, se caiga en lo ms sencillo nuevamente, para repetir a
un nivel superior (o inferior, a veces) la misma experiencia, he
establecido estos perodos de los litoglifos venezolanos~ (A) Perodo
Realista I (Epoca inicial de factura tor-
pe y simple) (B) Perodo Realista II (Epoca secundaria, sin
otro
aporte que la purificacin y supresin de torpezas; de factura
hbil, bella y simple).
(C) Perodo Sinttico (Epoca de supresin casi total de lo
ornamental; artstica y mental).
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-
(D) Perodo Seudoabstracto (Epoca tendiente a una sntesis que
parece irreal, pero que es de concepto intelectual).
(E) Perodo Barroco (Decadente y confuso, conser-vando el
concepto seudoabstracto del pero-do anterior, pero tendiente a lo
ornamental y ftil).
(Antes de llegar a esta sntesis de clasificacin pens en utilizar
los trminos que estn de moda actual-mente en la arqueologa
americana -horizonte, pre-formativo, el sufijo oide usado a troche
y moche-que son la jerga, que, como todas ellas, trata de dar-le un
carcter secreto, muy medieval, a la profesin, ocultando a veces
mucho, incluso ignorancia. Me pa-reci mejor que habiendo empezado a
cero mi tra-bajo no tena razn alguna para usar modismos de un
dudoso gusto literario, que no aportaban nada; he aqu por qu no uso
la jerga en cuestin).
. Todas las manifestaciones creadoras del hombre han partido de
lo sencillo a lo complicado; despus de todo, es lo natural, porque
es el mismo principio de la naturaleza, a la que pertenecemos ms de
lo que suponemos. Sealo, a ttulo de ejemplo prctico, algunos de los
detalles que he aprovechado para hacer la clasifica-cin.
184
Temas:
Cara: he encontrado muchos tipos, bien defini-dos: triangulares,
cuadrados, redondos, que me han ido llevando de la mano del foco de
creacin inicial, al total de las zonas de dis-persin; partiendo
siempre de la base de que donde est la mayor agrupacin de figuras "
de un mismo tema y factura es de donde parti el concepto, para irse
despus exten-diendo; as, se puede conocer el camino (a veces
varios) seguido por ese pueblo o las zo-nas por donde se fue
extendiendo. Las cabe-zas triangulares, por ejemplo, son a t picas.
Siempre corresponden a una intrusin foras-tera entre los
grabadores.
Nariz: cada pueblo la representa, aunque sea sintticamente, a su
manera; se puede estu-diar la formacin y dispersin de un grupo, del
centro norte del pas siguiendo los cami-nos por donde se extienden
los glifos con esa tpica nariz, un apndice formado por una sola
lnea que parte de la lnea circun-dante de la cabeza, precisamente
de la su-puesta frente.
Mscara: hay grupos que les pusieron mscara o antifaz a las caras
representadas; hechas probablemente con pintura negra. El
efecto
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-
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es fantstico y la facilidad que da ese siste-ma para buscar la
extensin del estilo es grande.
Dedos: los dedos humanos son muy caracters-ticos de cada perodo,
tanto por la cantidad de ellos, como por su forma y posicin. La
cantidad de dedos de las figuras puede variar de tres a seis; de
seis son las menos de las manos, de tres las ms. Es frecuente el
gra-badb de cuatro dedos; cinco no es frecuent e.
Cuerpo: el cuerpo se encuentra a veces sinteti-zado hasta lo
mximo, reducido a una sim-ple raya vertical que parte de la cabeza
y termina cnvertida en el pene; raramente las figuras estn vestidas
aunque con frecuencia llevan adornos propios del rango a que
perte-necen; el sombrero o diadema con plumas es relativamente
corriente.
Ojos: hay diferentes tipos de ojos, desde un punto a un crculo,
o varios pero no es uno de los detalles mis importantes a menos que
lleven antifaz pintado. '
Boca: hay varios tipos, muy caractersticos de ciertos grupos;
puede ser desde un simple punto hasta una elipse, pasando_ por una
ra-ya, un crculo, etc.
Parto: el parto ha sido representado con gran maestra en dos
lugares: uno de la zona nor-te y otro de la zona sur, como tratar
espe-cialmente en otro captulo; no solamente se ve a la parturienta
cuando el neonato saca la cabeza del tero, sino que a veces est
aso-ciado en el dibujo el padre, el engendrador del nio; y ese
hombre est repres.~ntado con el sexo erecto, mostrando as su
inter-vencin directa en el nacimiento del nio.
Movimientos: son muy importantes los movi-mientos de los cuerpos
; a veces indican, con un mnimo detalle, pasos de danza.
Simbologa
Hay smbolos que se repiten en regiones muy apar-tadas entre s,
indicando largos viajes de algunos grupos. Tienen gran inters para
las clasificaciones cronolgicas. Precisamente gracias a ellos he
podido descubrir la correspondencia en el tiempo de algu-nos
glifos; cuando uno de esos signos se ha exten-dido por una regin y
ha sido grabado junto con otros, se puede deducir que esos otros
glifos son contemporneos y un poco posteriores a los que tambin
acompaan al signo en cuestin, en el lugar donde se supone que
comenz la dispersin. Un ligero estudio de un signo servir de
ejemplo, se-guidamente.
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-
He elegido un signo de los ms simples de Vene-zuela, para
estudiar su trayectoria por el pas. A pe-sar de ser sencillo es tan
caracterstico, que es fc il de encontrar en medio de un conjunto de
glifos; co-rresponde a la ilustracin 54 colocada al final de es-te
captulo VII. En 1928, el viajero Flix Cardona Puig vio un glifo en
la orilla izquierda del ro Carrao, afluente del Caron que forma las
impresionantes cataratas de Canaima; el glifo est cerca de la
llamada Boca Acann, Estado Bolvar. Este signo sugiere letras, ya
sea dos ce, la de la izquierda invertida, ya sea una hache a la que
le falta el trazo horizontal. Este signo, cuyo significado
desconozco, es algo as como una huella que seala a los buenos
sabuesos, el camino seguido por un grupo humano de migracin. Es
preciso revisar cientos de glifos para encontrarlo de nuevo, en el
mismo Estado Bolvar, en el pobla-do la Candelaria, a poca distancia
de Ciudad Bolvar (ilustracin S S). All est, pero unidas en una sus
dos partes separadas y coronado el conjunto con una lnea que en el
extremo superior se abre en tres, a la manera de muchas
representaciones digitales es-quemticas. De nuevo se encuentra,
esta vez a dos kilmetros de la confluencia del Orinoco y el
Vichada, en el cerro "Pirari-ame", en el Territorio Amazonas. Es
una va-riacin; las dos partes separadas estn unidas por dos trazos
horizontales, paralelos, las volutas muy retorcidas (ilustracin 56)
dndole a la figura un
188
sentido barroco; el mismo signo aparece en otro gli-fo del
grupo, formando parte de otra figura tres ve-ces representada. En
fin, en el mismo Territorio Amazonas se repite en la orilla delro
Guaina, don-de fue visto por el viajero Carlos Alama Ibarra y
ci-tado en sus obras por Bartolom Tavera Acosta y Ral Padilla
(ilustracin S 7). Cotejando los cuatro glifos he sacado varias con-
. clusiones: slo en dos lugares se repite idu"~' ticamente, en el
Territorio Amazonas y el Estado Bo-lvar, a una distancia uno de
otro de muchos cente-nares de kilmetros, es decir donde habitaban
gru-pos diferentes simultneamente, lo que hace com-prender que no
fueron hechos al mismo tiempo. Por su identidad, no se puede pensar
en una coinci-dencia; el estilo es el mismo, la proporcin, el
siste-ma de fabricacin, todo. En los otros dos lugares, tambin en
el Territorio Amazonas y en el Estado Bolvar, hay variaciones del
tema, transformaciones del signo; ambas ms modernas que las otras
dos; y, de las dos, la de Can-delaria la ms moderna. Sin duda, la
forma lleg del sur y fue exactamente reproducida por un grabador
contemporneo o en la ms pura tradicin del que hizo el signo en la
orilla del Guaina o a la orilla del ro Carrao. La importancia que
tena el signo se de-duce de haber sido aprovechado despus para
formar parte de otros signos. Los signos estn situados en forma que
los puebl's que los hicieron podan tener contacto fcilmente por
medio de los monxilos,
189
-
que ep. algunos casos tambin sirve para descubir po-sibles
errores. Este mtodo personal me ha dado resultados nota-bles, por
lo que he preferido ponerlo a la disposi-cin de todos los
estudiosos. Sin embargo, tengo que hacer una advertencia; no es
suficiente reunir fotografas o dibujos de litoglifos y extenderlos
so-bre la mesa de despacho para estudiarlos; sin el tra-bajo de
campo los errores que se cometen son tan-tos que no hay mtodo que d
resultados suficientes para ser tenido en consideracin por perfecto
que sea ... Los sistemas que se han ensayado para descifrar los
glifos han estado errados desde su base. Se ha queri-do encontrar
una llave cualquiera sin conocer la ce-rradura. Se ha generalizado
buscando una imagen de nuestra mente en la mente del hombre
primitivo. Se ha dicho que un hacha simboliza la guerra; una ra-xa,
un camino; una viviend;, un pueblo o una fami-lia al menos; pero
los ideogramas nuestros no son los de ellos; ni siquiera los de un
pueblo primitivo son iguales a los de otro. Cada grupo humano
primitivo tena sus representa-ciones pictricas, glficas,
especiales, aunque algunas podan coincidir, por su sencillez y
precisin en va-rios pueblos sin relacin alguna entre ellos. Veamos
el caso de la cruz. Se la mostr a un indio panare Y movi los brazos
en forma tal que me hizo com-prender que era un pjaro volando; sin
embargo, los frailes de las primeras misiones, cuando vieron
cruces
192
en Amrica cayeron en xtasis, evocando a los san-tos y santas que
haban venido de Europa a estas tierras, para anunciar la religin
catlica y difundirla por todo el continente. Una representacin
cualquiera, un signo que hoy nos parece enigmtico, misterioso y, lo
que es peor todava, mgico, pudo originarse en un hecho co-rriente,
en una circunstancia cualquiera de la histo- .... ria local de un
grupo humano; un hombre importan-te mordido por una serpiente,
muerto, puede ser re-cordado grabando una serpiente donde muri;
des-pus se le atribuyen poderes mgicos a esa represen-tacin, se la
hace smbolo de la vida, del infinito, de la feminidad o de las
aguas. Desconociendo el grupo autor de los glifos, no podemos
comprender los gli-fos. Cada grupo fue creando sus propios
ideogramas, sus posibles sistemas mnemotcnicos; y ms an, ca-da
grupo tratara de evitar que fueran comprendidos por los otros
grupos ... De todos modos, el mtodo a seguir es olvidar la bsqueda
del significado de los glifos y estudiar su distribucin, que es la
de los grupos que los hicie-ron.
En cada pas hay algo tpico, en cada grupo primiti-vo tambin deba
haberlo; a travs de los glifos hay que encontrarlo; esa es en
realidad una llave, una base de clasificacin. Un mismo concepto
artstico, al ser transplantado de una regin a otra, de una sel-
193
-
va a un d~sietto, por ejemplo, cambia; de barroco que fue puede
hacerse simple, esquemtico, influido el grabador por el medio
ambiente geogrfico de su propio habitat. Todo es aprovechable,
hasta un error cometido por el grabador, que se puede repetir en
otro glifo distante, diferente, pero que es una verda-dera marca de
fbrica. El estudio de los glifos es difcil y poco vistoso. Se
adelanta lentamente y sin hallazgos espectaculares, al menos
aparentemente.
Clasificacin electrnica Sera muy importante para el estudio de
la prehisto-ria de Venezuela en general y en particulr para el de
sus litoglifos que, una vez reunidos los ms posibles datos fueran
confiados a una mquina electrnica, de manera de poder hacer despus
las ms complejas preguntas a la calculadora, para conseguir un
sistema completo de clasificacin, poderoso auxiliar de la
in-vestigacin. En otros casos y en otros pases se han hecho
im-portantsimos trabajos de clasificacin electrnica en un momento,
lo que a un investigador le costara una vida entera contestar. Un
ejemplo: supongamos que se le da a la mqui~a la mxima informacin
posible sobre la forma y dls-tribucin de cabezas humanas en los
glifos; sealan-do los lugares donde estn, los tipos de cabeza (
cua-drada, redonda, etc.), los tamaos ... La mquina r-
194
pidamente precisara todas las estadsticas posibles de las
cabezas de los glifos venezolanos. Y se sabra cules son las zonas
en que se encuentran ms for-mas de un tipo determinado , etc.
Despus, se le podra informar acerca de los tipos de parturientas
que hay en los glifos; y mezclar la informacin de cabezas y
parturientas, para saber la relacin de cantidad, localidad, etc.,
que los relacio-na.
A cada hallazgo en glifos se ira informando a la mquina. Los
estudios ulteriores que se podran ha-cer seran incalculables
...
195