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PERSONAJES
MANUELA (40 aos)
RSULA (12 aos)
VOZ DE MUJER
JAVIER (20 aos)
CUATRO ENMASCARADOS
interior de una choza en un pueblo de Mxico. En primer plano,
extendido sobre la cama deotates, un traje rosa dejovencita, unos
zapatos negros y unas medias negras. A la izquierda,un fuego
encendido y sobre l un bote de petrleo en el que se cuecen elotes.
Al fondo de lahabitacin, otro fuego sobre d comal. Manuela
arrodillada junto al comal, echa tortillas deespaldas al pblico.
Cavadas en el lodo de las paredes de la choza, dos puertas, la
primeraa la izquierda y la otra al fondo. El piso del cuarto es de
lodo seco.
MANUELA (palmeando una tortilla): A estas horas ya deberamos ir
subiendo el monte.Tanto estar en la curva del ao, esperando esta
fecha, y cuando llega, s nosescurre entre los dedos, se nos pierde
entre los pies y los pasos. Mira, ya estntodos adentro del
veintinueve, slo nosotras andamos por sus orillas! Desgra-ciado el
que se quede afuera de los das sealados, porque ser sealado porla
desgracia! Hace ya meses que te digo: ya viene el veintinueve, y t,
hija per-versa, ni siquiera has planchado el traje que te regal
Joaquina. Mralo, tiradosobre la cama, como si no fuera traje, ni
regalo. Quien que no fuera t, nohubiera entrado a este da calzada y
con traje nuevo! Marimacha!, olvidada delas fiestas. Trepada a los
rboles como un animal cualquiera, en lugar de entraral nico da del
ao.
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Entra rsula a la escena. Viene descalza, desmechada. Viste una
falda vieja color lila y unablusa del mismo color. Se acomoda junto
al bote de petrleo y triste menea los elotes con un palo.
MANUELA: Ah ests, flaca y sin crecer, escamoteando a la
hermosura! Dejndote lle-var de tus pies rajados; caminando corrales
bien subidos; espantando perros ymirando cmo el sol se acuesta y se
levanta, sin acordarse de ti ni de las graciasque te debe.
RSULA: El sol ya lleg al monte.MANUELA: Va de carrera, no es
como t. Ya ilumin al veintinueve y ahora se va para
que las sombras nos cobijen en el gozo. Y t a estas horas ni
siquiera has arri-mado la plancha a la lumbre para asentar el traje
que te regal Joaquina.
RSULA: No quiero ponerme el vestido rosa!MANUELA: Qu dices?
Quieres ir como llaga de perro sarnoso? Para que todas nos
vean el hambre en los vestidos? "Mralas, ah van subiendo el
monte con lospies hambrientos y con las siete bocas del hambre en
las enaguas y en las blusas!"
RSULA: No me importa lo que digan... yo...MANUELA: No te
importa? Como vayamos hoy, iremos todo el ao. Quieres otros
trescientos sesenta y cinco das de hambre? Plancha tu vestido,
perversa.RSULA: Un ao no son tantos das...
Pausa.
MANUELA: Oyes el silencio dichoso? Slo en el da de la fiesta se
apacigua.
Manuela deja de palmear y escucha.
RSULA: No quiero or el silencio de la fiesta, ni quiero ir a la
fiesta.MANUELA: Quieres quedarte afuera de este da? Quieres que
sigamos caminando das
descoloridos, das en los que slo cae tierra sobre mi cabeza. T,
mi nicahija, quieres quedarte en ellos, dndoles vuelta, como la
mosca en la llaga delperro.
RSULA: Prefiero la llaga del perro... qudese conmigo!MANUELA: No
quiero or palabras viejas en boca nueva. Ni quiero que los das
pasados
ahoguen a los das nuevos. Hija, plancha tu vestido. Hace aos que
me pidesuno de ese color y ahora que lo tienes lo desprecias.
rsula se levanta y se acerca al vestido y lo acaricia.
214 Los p e r r o s
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RSULA: No lo desprecio, mam, mire qu bonitos reflejos tiene,
parece un charquito
cuando el sol lo ilumina.
MANUELA: Anda, plnchalo y pntelo.
Manuela se levanta, echa unos leos a la lumbre y vuelve a
arrodillarse.
RSULA: Lo voy a planchar, es muy bonito.
MANUELA: Hay que entrar con pie nuevo y vestido nuevo en da
nuevo.
RSULA: Todas dirn: ah va rsula Rosales como un espejo.MANUELA:
En el monte ya estn las enramadas. A las doce de la noche se
descorrern
los velos y veremos los das rojos que nos aguardan. Cuando los
veas en fila,
subiendo hasta los cielos, chate encima de ellos, y agarra uno,
el que ms te
guste, y en l escribe lo que quieras que sea tu vida, y as
ser.
RSULA: A m no me gusta el veintinueve.
MANUELA: Cmo? No te gusta San Miguel? Cllate, no tientes al
poder! No digas lo
que no debe decirse.
RSULA: Y la feria me da miedo.
MANUELA: Miedo? Ya vas a comenzar?
RSULA: Usted nunca ha tenido miedo? A usted nunca la ha acechado
un animal?MANUELA: Hoy no es da para el miedo. Hoy hasta don Blas,
el ciego, va ya camino de
la feria; slo t y yo estamos aqu hablando en lugar de festejar
el da glorioso.
RSULA: Yo tengo miedo. El pueblo est lleno de agujeros, la feria
tambin est llena
de agujeros. No quiero ir.
MANUELA (exasperada): Miedo de qu?
RSULA: Ya se lo dije pero usted en nada se fija.
MANUELA: Me filo en que no oyes nada de lo que te digo,
prefieres or lo que dicen
los otros.
RSULA: Y a usted no le dara miedo lo que dicen?
MANUELA: Quines? Jernimo?
RSULA: Cllese, no lo nombre! Si a usted le dijera lo que me dice
a m y la mirara
como a m me mira...MANUELA: No es a ti a quien mira. No ests en
edad de merecer. Quin ha de fijarse
en ti si todava no has crecido? Ha de querer que le lleves
recado a alguna de lasmuchachas. Tantas que hay, todas frondosas,
ahora las veremos, debajo de la
enramada!
RSULA: No, ya se lo pregunt, y me dijo...!MANUELA: No lo
repitas, mejor plancha tu vestido.
215
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Pausa.
MANUELA.: Oyes? Ya se van todas. Nos llevan buena ventaja. No
vamos a vender
nada! Tan largo el ao, tanto esperar, para que las horas se nos
vayan en pala-
bras. T tienes la culpa. No te fastidian las hambres? Si nos
apuramos pode-
mos vender, sacar dinero y agarrar un da bien rojo.
Voz DE MUJER (llamando fuera de la choza): Manuela! Manuela!
MANUELA: Ah vamos. rsula est planchando su vestido!
Voz DE MUJER: Manuela!
Manuela sale. rsula se acerca a su vestido y lo contempla. Luego
coloca la plancha sobre
las brasas y extiende el traje en el suelo sobre un trapo. No ha
visto que su madre ha salido
por la puertecita del fondo.
RSULA: A Joaquina le ha de sobrar el dinero... Mam, Jernimo se
me aparece detrs
de las piedras. Y si ahora en medio de la gente me pierdo de
usted, va a venir a
decirme cosas y a mirarme con sus ojos borrachos...
Entra Javier por la puerta de la izquierda.
JAVIER (en voz baja): rsula!
RSULA (sobresaltada): Ay!
JAVIER: Soy yo, nada ms soy yo.
RSULA: Primo Javier, qu susto me diste.
JAVIER: Vengo de pasada, antes de irme a la fiesta... no me poda
ir sin venir a de-
crtelo . . .
RSULA: Decirme qu?
JAVIER: Hay veces en que es bueno decir las cosas.
RSULA: Qu cosas?
JAVIER: Las cosas que se oyen.
RSULA: Y qu se oye?
JAVIER: Pues... estaba yo recargado en la esquina, cuando
pasaron y los o. Los o cla-
rito. Y me dije, voy a dar una vuelta a ver si confirmo lo que
o. Y me fui al ten-
dajn y me qued platicando con Ignacio y, mientras l me iba
diciendo cosas,
yo estaba oyendo lo que se deca... por eso vine. Yo me dije, voy
a contrselo a
mi prima rsula y aqu estoy
RSULA: Y qu se deca, primo Javier?
216 Los perros
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JAVIER: Se deca que Jernimo te va a robar esta noche.
RSULA: Y para qu me quiere robar?
JAVIER (bajando los ojos): Para qu?
RSULA: S, para qu?
JAVIER (con los ojos bajos): Te quiere para mujer, as lo
dijo.
RSULA: Para mujer... a m?
rsula deja de mirar a Javier y parece que va a llorar.
JAVIER: As lo dijo: "Me gusta la mujer tiernita, no me gustan
las macizas". Ya se habl
con los Tejones y ellos quedaron conformes en ayudarlo. T sabes
que nunca
falta quien te ayude en los caprichos. Y Jernimo anda
encaprichado, le salan
vapores de los ojos.
RSULA: Primo Javier, ve y de que me deje aqu en mi casa! Dselo,
Javier, quiero que-
darme en mi casa! Quiero quedarme en mi casa! Quiero quedarme
con mi mam!
JAVIER: Cmo quieres que le diga lo que l no quiere or? Ninguna
palabra sirve para
borrar un capricho.
RSULA: No quiere or? Pero yo, Javier, quiero quedarme en mi
casa.
JAVIER: Ya lo s. Por eso vine a avisarte. Lo vi muy enardecido,
a estas horas ya se fue
a beber con los Tejones.
RSULA: Tiene los ojos borrachos?
rsula se suelta llorando.
JAVIER: S. Bebe para emparejarse las fuerzas. No es tan fcil
robarse la cra. Algo le ha
de decir que anda torcido en sus deseos.
RSULA: Ve y de que me deje aqu en mi casa...
rsula se sienta en el suelo y llora.
JAVIER: Seran mis ltimas palabras y a ti de nada te serviran. Ya
es hombre hecho, ya
trae sus designios formados. Quin puede entrar en sus adentros?
Mis palabras
rebotaran como piedras sobre piedras. Fjate que ya hasta traen
los sarapes
con que te van a envolver!
RSULA: Y para qu me van a envolver?
JAVIER: Para atajarte los gritos. Vamos a suponer que tus gritos
traigan gente, al malhe-
chor le gusta el silencio, y Jernimo no quiere equivocarse en la
maldad?
217
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RSULA: Entonces, qu? Si me agarran me quedo calladita. No digo
nada?JAVIER: Nada.RSULA: No quiero que me agarre, Javier!, dile que
me deje con mi mam.JAVIER: De muy buena voluntad se lo dira, pero
son cinco... y en la noche tirado
entre las piedras, con los pulmones reventados, para qu te
servira?RSULA (llora): Para nada...JAVIER: Dnde est tu mam?RSULA:
La llam Benita.JAVIER: No te desarrimes de ella. Ya est cayendo la
noche. Sera mejor que se fueran
yendo. La gente va de salida y no es bueno que se queden tan
slitas. No te hasfijado que cuando uno se encuentra solo, los
gritos se juntan en los rincones,los ojos enemigos se pasean por
las paredes, y la voz mala te aconseja? Vayanseentre la gente!...
No has odo cmo huyen las pezuas del demonio cuandosomos muchos?
rsula coge su vestido y lo extiende sobre el suelo.
RSULA: S, s, cuando estoy sola en el corral y empieza a caer la
noche el guayabo mellama con su voz de ancianito: rsula! rsula!, y
me bajo del rbol y corro aarrimarme a mi mam y a sus amigas.
JAVIER: Ves? Con la misma voz el demonio llam a Jernimo y le
plant el capri-cho en el corazn, y esta noche anda muy cerquita de
l. Por eso no bus-ques la soledad. Para qu vas a desafiar a las
palabras que crecen en looscuro?
RSULA: Ahora me apuro y me voy a la feria con mi mam.JAVIER: No
lo planches, pntelo as.RSULA: Se enoja mi mam.
rsula sopla a la lumbre para avivar el fuego y que la plancha se
caliente pronto.
JAVIER: No digas que fui yo el que te avis.RSULA: Por qu?JAVIER:
Cmo por qu? Ya te dije que hay palabras ms peligrosas que un
cuchillo.
Ahora, Jernimo y los Tejones estn bebiendo y hablando, en cuanto
junten suspensamientos se van a callar. Ahora dicen las palabras
terribles y cuando leshayan perdido el miedo, vendrn. Por eso yo
vine con sus palabras en mi boca,y no quiero que las repitas, sino
que te vayas.
218 Los perros
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RSULA: Me ir con mi mam en medio de la gente. Subir a la
enramada y agarrarun da de suerte. Qu da vas a agarrar t, primo
Javier?
JAVIER: Cada da de San Miguel agarro uno distinto, y cuando bajo
del monte lo pier-
do. Se me va de las manos, como un cohete. No soy hombre de
suerte, nac
para la tristeza y en la tristeza me quedar! Hoy en la noche voy
a agarrar el
primero de diciembre. No te gusta ese da? Yo lo veo como una
lanza.RSULA: Cgelo fuerte!
JAVIER: Hum!, si se quiere escapar me puede llevar al cielo. Has
visto cmo subenlos papalotes?
RSULA: S, se van muy lejos.
JAVIER: As se me van los das que he escogido en otros aos.
RSULA: Yo voy a agarrar un diecisiete de octubre. Cmo lo ves?
Para m es una mar-
garita roja y no voy a dejar que se me vaya. Bajar del monte con
el da abiertocomo una sombrilla. Joaquina tiene una sombrilla. No
voy a dejar que se me
escape, no quiero ser como t y como mi mam...
JAVIER (escuchando): Oyes? Qu silencio! Anda, ve y suelta a los
perros.
rsula se levanta, escucha unos segundos y sale corriendo. Vuelve
a entrar al cabo de unos
minutos.
RSULA: Ya andan sueltos el Estrella y el Gamuzo.
JAVIER: No tarda la noche en volverse muy oscura. Los rboles
estn soltando sus
demonios y rodendose de sombras...
RSULA: No me asustes!JAVIER: Y las sombras nos entran en el
pecho.
RSULA: Javier, para qu me quiere Jernimo?
JAVIER: No ser yo quien te quite la inocencia. Es un grave
pecado. Es peor que arran-
carle la piel a un nio, a un viejo lo sacas de su pellejo como
de un vestido, en
cambio el nio est bien pegadito...
RSULA: Jernimo me quiere arrancar la piel?
JAVIER: Eso quiere. Dejarte en carne viva, para que luego
cualquier brisa te lastime,para que dejes tu rastro de sangre por
donde pases para que todos te sealen
como la sin piel, la desgraciada, la que no puede acercarse al
agua, ni a la lum-
bre, ni dormir en paz con ningn hombre.
rsula ve que la plancha se enfra y nerviosa la vuelve a colocar
sobre la lumbre. Se enjuga
una lgrima.
219
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RSULA: Mi mam quiere que lo lleve bien planchado...
Javier se asoma a la puerta y escucha.
JAVIER: Ya djalo as. Las casas estn apagadas y las voces andan
lejos. (Baja la voz.)Oye cmo se escucha la ma!
RSULA (en voz muy baja): Muy sola, muy grande, muy
pecadora.JAVIER: Nadie nos eye.RSULA: Y no omos a nadie.JAVIER (en
voz ms baja): La voz del hombre en los silencios de la noche, es
extranjera
al hombre. Tiene ojos para ver su fin. Crees que los perros ven
venir la muertecon sus ojos? No, la ven con el aullido.
Pausa.
RSULA: El Estrella y el Gamuzo andan alegres.JAVIER
(escuchando): S, no saben que en un rincn estn acumulando tu
desdicha;
Jernimo la trae adentro de los sarapes para que nunca ms vuelvas
a ser nia,ni a gozar del agua y de la fruta. Para que nunca llegues
a ser mujer lucida ytemida de los hombres. Sabes lo que es la mujer
desgraciada?
RSULA: No... no lo s...JAVIER: La que t vas a ser despus de esta
noche. La mujer apartada, la que avergen-
za al hombre, la que carga las piedras y recibe los golpes, la
que apaga la lumbreen la cocina con sus lgrimas.
- RSULA: Mi mam...JAVIER: S, tu mam. Bien fregada! Por eso de
los das no le quedan ms que las pie-
dras y las hambres. Del gozo nada le toca y ningn hombre la
teme.RSULA: T nada ms viniste a asustarme.JAVIER: Pues lrgate ya de
aqu. O quieres que Jernimo te doble el espinazo con la
carga de sus pecados? No es hombre bueno, le gusta romper las
ramas tiernasy escupir a las rosas. Te lo digo porque soy tu primo
y porque no has crecido yno sabes que el hombre que teme a la mujer
abunda, es malo y la rompe desdeantes de que sea mujer.
RSULA: No entiendo lo que me dices, primo Javier... no puedo ni
planchar mi vestido.JAVIER: No entiendes que te digo que te vayas?
La gente sube al monte y los demonios
bajan al pueblo sin hacer ruido y estn rodeando a Jernimo, a los
Tejones.RSULA: Qu busca en m Jernimo...?
220 Los perros
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rsula llora y deja de planchar.
JAVIER: Busca cortarte del mundo.RSULA: Dselo a mi mam...JAVIER
(en voz baja): Dselo t, a m me costara la vida... Ya me voy,
primita rsula, te
dejo en tus doce aos, ojal y que maana amanezcas en los
mismos.
Sale Javier. rsula lo mira irse y se queda quieta. Manuela entra
por la puertecita del fon-do, se arrodilla junto a su comal, casi
de espaldas al pblico.
RSULA: Mam, dicen que Jernimo ya se habl con los Tejones para
venir a robarmeesta noche.
Manuela se queda inmvil.
MANUELA: Quin lo dice?RSULA: Javier...MANUELA: No lo digas, no
lo repitas.RSULA: S lo digo. Dicen que anda bebiendo...MANUELA:
Cllate!RSULA: Dicen que ya traen los sarapes con que me van a
envolver.MANUELA: Todo te lo dijo tu primo?RSULA: S. Me dijo que
est encaprichado.MANUELA: Ingrato Javier! Ingrato! Voy a soltar a
los perros.RSULA: Ya los solt.MANUELA (escuchando): S, ah andan
retozando entre las matas. Aprate, ellos nos
tendrn compaa hasta que salgamos y luego salimos con ellos hasta
el monte.No creo que Jernimo se atreva a venir hasta mi casa...
RSULA: Apresrese usted, mam! Ya no queda nadie, verdad?MANUELA:
Casi nadie. Pero no podemos irnos sin la venta. Don Valente todava
no
cierra el tendajn. Cuando oigamos sus pasos nos vamos detrs de
l, con elEstrella y el Gamuzo. No es bueno que nos quedemos aqu
solas.
Manuela palmea sus tortillas con violencia.
RSULA: Para qu me quiere Jernimo?MANUELA: Para nada! Mala suerte
tendras! Ms arrastrada que la ma! Nunca te lo
221
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dije para que no te dibujaras en lo que yo fui. Pero ahora te lo
digo; as estaba
yo, tan tiernita como ests ahora. No saba lo que era ser mujer y
apenas serva
para darle de comer a las gallinas, cuando Antonio Rosales, el
que despus fue
sndico de Los Lagos, se fij en m. "Manuela, Manueiita!, quieres
saber lo que
es un hombre?" Y yo corra y me suba al guayabo de mi casa... Y
mi mam,
que en paz descanse, rondaba el rbol y me tiraba de pedradas,
para que laayudara en el quehacer.
Manuela, mientras habla, mete en el tompiate las tortillas que
retira del comal rsula
plancha su traje. Las dos dan la espalda al pblico.
RSULA: Se enojaba mucho porque andaba usted en el guayabo?
MANUELA: S. Quera que le ayudara en el quehacer y no me crea lo
que yo le contabade Antonio Rosales.
RSULA: Tampoco a usted le crean?
MANUELA: Tampoco! Nadie quiere creer en la desgracia...
RSULA: Pero era muy cierto lo de Antonio Rosales, verdad,
mam?
MANUELA: Muy cierto! "Qu crees, que vas a conocer otro hombre?"
As deca, y yo
corra para mi casa, y no quera salir de ella. Poco me haba de
durar el gusto
de vivir en mi casa, al lado de mi difunta madre!RSULA: Poco,
mamacita?
MANUELA: S, poco... Una noche me sac Rosales de mi casa. Ms bien
no fue Rosales,
fueron los Otilios, conocidos por mal nombre los Queditos,
porque cuando ca-
minaban pareca que no pisaban, ni sent cuando me envolvieron la
cabeza en
un sarape... con todo y que Hiplito, mi primo, haba venido a
prevenirme...Pero Hiplito slo haba venido a mirar antes, para
asustarme y ver que no
hubiera nadie en la casa...
RSULA: Tengo miedo...MANUELA: No lo digas... Por qu habas de
tener t la misma mala suerte? Dios no
permitir que heredes mis sufrimientos.
RSULA: No. No lo puede querer!
MANUELA: Por eso te deca que no nombraras a Jernimo. Y por eso
te cuento ahora
lo que fui, para borrar con mis palabras a las tuyas.RSULA.: S,
mam, borre mi pensamiento y mi miedo!
MANUELA: Nada ms me sacaron de mi casa y conoc el sufrimiento.
Me llevaron por
el corral y not que los perros estaban muy silencios. Uno de los
Queditos
dijo: "Ah estn babeando sangre, fue ms fcil darles a ellos que
sacar a esta
2 2 2 L o s p e r r o s
-
mocosa''. Y yo en mis adentros los vi tumbados entre las
piedras, con las patastrozadas a machetazos. Y as fue, porque
despus de muchos ruegos Rosalesme lo cont. Y mis lgrimas nada ms
corran por el Saturno y el Orillas. Y loshombres se fueron
saltndose las cercas, Hiplito les abra camino, y me saca-ron al
campo. All me desataron y me entregaron al mismo Antonio
Rosales.'Ah la tienes.
Y yo no poda decir ni una palabra. Me volv para ver cmo se haban
hechochicas las luces de mi casa. Y mi primo Hiplito me mir con
risa.Vayanse!, y gracias por haberme ayudado en el "capricho" dijo
Rosales, yellos se regresaron al pueblo. Y yo me fui, subiendo el
monte, con el hombreque me llevaba y al que nunca quise. En una
vuelta, nos sali la Acordada.Alto!, a dnde van?
A Los Lagos contest el hombre que me llevaba. Y quin es la nia
queva llorando a estas horas?Soy Manuela Albear, hija de Albina
Posadas y me quiero ir a mi casa.Uno de a caballo se acerc hasta
nosotros.Ora s te llev la chingada, por andar desflorando
inocentes!En mi espalda Rosales clav la punta de su cuchillo.Di que
tu casa est en Los Lagos, o aqu acabaste!En dnde queda tu casa, nia
Manuela Albear?En Los Lagos... dije, porque ya la sangre me haba
mojado la camisa.Buenas noches.Buenas noches.Y la Acordada se fue a
caballo. Todava alcanzaron a mirarme dos o tres veces,volvindose
para distinguirme en la oscuridad. Rosales iba por delante,
jaln-dome de la mano. "A m me andar buscando mi mam por el lado de
SanIgnacio", me deca yo, mientras mis pies buscaban entre las
piedras. "No laver nunca ms!" Y se me apareca su voz llamndome
entre los rboles. "Ma-nuela! Manuela!..." Cuando Rosales quiso
conocerme se detuvo. Era ya tarde.Entrevi que la cara se le haba
cambiado. "Tmbate aqu, Manuelita!" Y yo en
vez de hacer lo que me dijo, corr y le tir de pedradas. Y l
corri detrs de m,y con una piedra grande, me golpe la cabeza, y ya
no supe ms de m. Hasta
que, muy de maana, vi a dos viejitos que venan subiendo el monte
y all nosencontraron.
Levntate, nia.Pero mis piernas se haban hinchado hasta el
tobillo y el cielo echaba lucesfulgurantes que me cerraban los
ojos.
223
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Tiene los cabellos y las piernas manchadas de sangre.Rosales no
respondi. Agachado fumaba su cigarro. Los cabellos de los
viejitosechaban chispas blancas, cuando se acercaban a m y yo
entreabra los ojos ylos miraba contra el cielo rumboso.
Hombre de Dios, si todava no es mujer! Yo apenas vea la cara de
la seoray el guaje de agua fresca que llevaba colgado de la
cintura.No me puedo levantar, tengo la barriga acuchillada.
S, nia, este hombre te peg con su machete.As me consolaban para
que yo no perdiera mi inocencia.
rsula, hace rato, ha dejado de planchar, y sentada en el suelo
escucha inmvil el relato de
su madre. Mientras sta sigue trabajando.
RSULA: Y el hombre quera que usted no tuviera inocencia?MANUELA:
S... eso quera... Y los viejitos me echaron en un burro y me
llevaron a Los
Lagos. Muchos meses me curaron. Y todo ese tiempo viv en su casa
y Rosales
nada ms me miraba. Luego lleg el tiempo en el que me llev a
vivir con l.Apenas me daba su olor me agarraban los temblores,
porque nunca lo quise.Entonces se compr una pistola y con ella me
golpeaba, y baada en sangre meocupaba. As me hall mi mam! Siete aos
dur su bsqueda, pues nadie ledaba razn de mi paradero. Cuando me
hall estaba muy vieja, con las ropas ylos pies rajados de tanto
andar. Ni lloramos, nada ms nos quedamos mirando,mientras tristes
pensamientos se nos iban y venan. As ser la suerte de lamujer, por
estas tierras de Dios!Cuntos hijos tienes, hija? me pregunt.Tuve
tres, dos se murieron, pero no tuve la suerte de que murieran
juntos ode recin pariditos, sino ya logrados y despus de haberme
visto en la necesi-
dad de pedir para ellos.Uno te queda?S, mam, esta rsula se me ha
ido quedando. Sali ms recia y ojal queDios le depare otra suerte
que la ma.
rsula, sentada en el suelo, contempla a su madre. sta sigue su
trabajo. Por la puerta de
la izquierda entran dos hombres de puntillas. Uno le echa un
sarape en la cabeza a la nia
y entre los dos la levantan. La nia se debate intilmente. La
sacan de su casa. Javier asoma
la cabeza por la puerta y ve a su ta palmeando las tortillas, y
se va. En el suelo queda el
traje rosa, sobre la cama los zapatos.
224 Los perros
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MANUELA: "La suerte no se hereda si no se nombra", dijo mi mam,
y as estbamoshablando, cuando Antonio Rosales lleg borracho. Y si
te digo que no nombresa Jernimo, es para que escapes a la
desventura de ver a tu madre golpeada porun mal hombre, con las
greas ya blancas, batidas en su propia sangre y losdientes rotos,
salindosele de la boca. Muerta en la puerta de tu casa, despusde
siete aos de buscarte. Muerta por un hombre al que nunca quise, y
al quet nunca conociste, y al que ojal que Dios nunca le ensee el
camino de estacasa. All nos quedamos t y yo, solas junto a la
muerta... Y luego, solas, hastaac nos vinimos, porque Rosales se
escap de la justicia...
Manuela se levanta. Recoge su tompiate lleno de tortillas. Lo
cubre con una servilleta de flecos rojos. Se vuelve y no ve a
rsula, avanza hipnotizada hasta el lugar que ocupaba su
hija.Deposita el tompiate en el suelo, coge, el vestido y se queda
escuchando.
MANUELA: Qu silencios, qu silencios estn los perros de mi casa!
Dios permita queno les mocharan las patas... Qu silencios estn los
perros de mi casa!...
T E L N
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