Aunque hijo de un conserje deMinisterio, Jerónimo Thuillier fue lo que sellamaunbellohombre;detallaalgomásquemediana,esbelto,defisonomíabastante agradable con sus lentes, pero horrible sin ellos, como sucede amuchosmiopes, pues la costumbre demirar al través de antiparras habíadejadosobresuspupilasunaespeciedeniebla.
Entre los dieciocho y los treinta años, el joven Thuillier tuvo éxito con lasmujeres,siempreenunaesferaquecomenzabaenlaburguesía,yterminabaen los jefes de división; mas es sabido que, durante el Imperio, la guerradejaba a la sociedad parisiense un poco desprovista, al llevarse a loshombres de energía al campo de batalla, y puede que, como ha dicho ungranmédico,aellosedebalapocaconsistenciadelageneraciónqueocupaelmediosigloXIX:ladelapequeñaburguesía.Paraquenohayadecepción,decirqueesunaobrainconclusa.
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HonorédeBalzac
LospequeñosburguesesEscenasdelavidaparisina
ePubr1.1IbnKhaldun18.09.14
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Títulooriginal:LespetitsbourgeoisHonorédeBalzac,1855Traducción:LinoNovasCalvo
Editordigital:IbnKhaldunePubbaser1.1
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LacalledelTorniquetedeSanJuan,cuyadescripciónpudoparecer fatiganteensutiempo—alprincipiodelestudio tituladoUnafamiliadoble (ver lasEscenasde lavida privada)—, ese ingenuo detalle del viejo París, sólo tiene hoy esa existenciatipográfica. Para construir la Casa Ayuntamiento tal como se encuentra hoy sedestruyótodounbarrio.
En1830,lostranseúntespodíanaúnvereltorniquetepintadoenlamuestradeunvinatero; pero esa casa fue derruidamás tarde. Recordar este servicio no significaanunciar otro del mismo género. ¡Desgraciadamente el viejo París desaparece conespantosarapidez!Aquíyalláquedarán,orauntipodecasamedieval,comolaquefuedescritaalcomienzodeElgatoquejuegaalapelota,ydelaquehoysubsistenunoodosejemplares;ora lacasaquehabitabael juezPopinot,en lacalleFouarre,espécimendelaviejaburguesía.AquílosrestosdelacasadeFulbert;allálasorillasdelSena,construidasbajoCarlosIX.NuevaOldmortality,¿porquénohadesalvarelhistoriadordelasociedadfrancesaestascuriosasexpresionesdelpasado,imitandoalviejodeWalterScott,quereparaba las tumbas?Ciertamente,dediezañosaestaparte,losgritosdelaliteraturanohansidovanos:elartecomienzaacubrirconsusfloreslasinnoblesfachadasdeesasquellamanenParísmaisonsdeproduit,yalasqueVictorHugocomparaburlonamenteconcómodas.
Anotemos aquí que la creación de la Comisión municipal del ornamento, deMilán, que cuida la arquitectura de las fachadas, a la cual todo propietario tieneobligacióndesometersusplanos,datadelsigloXII.Y¿quiénnohacomprobadoenesta bella capital el efecto del patriotismo de burgueses y nobles, al admirar susedificiosllenosdecarácteryoriginalidad?Laodiosaespeculación,desenfrenada,quedeañoenañoestrecha lospisos,construyeunacasaenelespacioqueocupabaunsalóny suprime los jardines, influirá undía en las costumbres deParís.Pronto lasgentes severánobligadasavivirmásen lascallesqueen suscasas.La santavidaprivada, la libertad del hogar, ¿dónde puede encontrarse? Desde cincuenta milfrancosderentaenadelante.Yaúnsonpocoslosmillonariosquesepermitenellujodeunhotelitoconunpatioalacalle,protegidodelacuriosidadpúblicaporunjardín.
Al nivelar las fortunas, la ley del Código que rige las herencias produjo esosfalansteriosdepiedraquealojana treinta familiasydancienmil francosde renta.Así,dentrodecincuentaañosseráncontadasenParíslascasassemejantesaaquelladondehabitaba la familiaThuillierenelmomentoquecomienzaestahistoria;casaverdaderamentecuriosayquemereceloshonoresdeunaexactadescripción,aunquenoseamásqueparacompararlaburguesíadeantañoalaburguesíadehoy.
Lasituaciónyelaspectodelacasa,marcodeestecuadrodecostumbres,tienen,además, un perfume de pequeña burguesía que atraerá o repelerá la atención deacuerdoconlascostumbresdecadauno.
Comencemos diciendo que la mansión Thuillier no pertenecía al señor ni a la
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señoradeestenombre.Pertenecía a la señoritaThuillier, hermanamayordel señorThuillier.
Estacasa,adquiridaenlosseisprimerosmesesquesiguieronalarevoluciónde1830 por María Juana Brigitte Thuillier, está situada hacia el centro de la calleSaint-Dominique-d’Enfer,aladerechaentrandoporlacalledelEnfer,demaneraquelapartedeledificiohabitadaporlosThuilliereslasituadaalmediodía.
ElmovimientoprogresivoquellevaalapoblaciónparisienseaestablecerseenloaltodelaorilladerechadelSena,abandonandolaorillaizquierda,perjudicabadesdehacía bastante tiempo la venta de propiedades en el barrio llamadoLatino, cuandocausasquesededucirándelcarácterylascostumbresdelseñorThuillierdecidieronasu hermana a adquirir un inmueble: por el precio mínimo de cuarenta y seis milfrancosadquirióéste;losgastosmenoresalcanzaronlacifradeseismil,loquehaceuntotaldecincuentaydosmilfrancos.UnasintéticadescripcióndelapropiedadylosresultadosobtenidosporelseñorThuillierexplicaránporquéenjuliode1830seelevarontantasfortunasmientrastantasotrassederrumbaban.
Alacalle,lacasapresentabaunadeesasfachadasdecanteríarevocadaconyeso,ondeadaporeltiempoyrayadaporlapaletadelalbañilparaimitarlapiedratallada.EstetipodefachadaestancomúnenParísytanfeo,quelaAlcaldíadeberíaofrecerventajasa lospropietariosqueconstruyanconpiedrayesculpan las fachadas.Estefrentegrisáceo,consieteventanas,constabadetrespisosyterminabaenbuhardillascubiertasdetejas.Lapuertacochera,gruesa,sólida,indicabaporsutipoyestiloquela casahabía sido construidabajo el Imperio, aprovechandounapartedel patiodeunavastayantiguamansión,delaépocaenqueelbarriodelEnfergozabadeciertofavor.
Aunladoseencontrabalahabitacióndelportero,alotrolaescaleraprincipaldeledificio. Dos construcciones, situadas junto a las casas vecinas, sirvieron en otrotiempodecochera,caballerizas,cocinasy retretesde lacasadel fondo;perodesde1830fueronconvertidasenalmacenes.
Elaladerechaestabaocupadaporuncomerciantedepapelalpormayor,llamadoMetivier,sobrino;elala izquierdaporun libreroapellidadoBarbet.Lasoficinasdeambosnegociantesocupabanlapartealtadesusrespectivosalmacenes,habitandoellibreroenelprimerpisoyelpapeleroenelsegundodelacasaquedabafrentealacalle.Metivier,muchomáscomisionistaenpapeleríaquepapelero,yBarbet,muchomásprestamistaquelibrero,teníanvastosalmacenes,elunoparaguardarlaspartidasdepapelcompradasafabricantesnecesitados,yelotro,lasedicionesdeobrasdadascomogarantíadesuspréstamos.
Eltiburóndelalibreríayelsollodelapapeleríavivían,enbuenainteligencia,ysusoperaciones,desprovistasdelmovimientoqueexigeelcomercioaldetalle,traíanpocoscarruajesaaquelpatio,habitualmentetandesierto,queelporteroarrancabala
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hierba de entre las losas. Barbet y Metivier están aquí apenas en categoría decomparsas.Laexactitudenelpagodelosalquilereslosclasificabaentrelosbuenosinquilinos,ya losojosde lasociedadde losThuillierpasabanpormuyhonorablespersonas.
El tercer piso estaba dividido en dos departamentos, uno ocupado por el señorDutocq,escribanoenlajusticiadePaz,antiguoempleadoretiradoyvisitanteasiduodelsalónThuillier;elotroporelhéroedeestaescena.Portanto,hayquecontentarsepor el momento con conocer el precio de su alquiler: setecientos francos, y laposiciónqueocupara, enel centrode laplaza, tresañosantesdeque se levanteeltelónsobreestedramadoméstico.
Elescribanoocupabaelmayordelosdosdepartamentosdeltercerpiso;teníaasuservicio una cocinera y pagaba mil francos de alquiler. Dos años después de suadquisición,laseñoritaThuillierrecibíasietemildoscientosfrancosdeunacasaalaque el anterior propietario había restaurado y colocado persianas y vidrieras sinconseguirvenderlanialquilarla,ylosThuillier,cómodamenteinstalados,disfrutabandeunodelosmásbellosjardinesdelbarrio,cuyosárbolesdabansombraaladesiertacallejueladeSantaCatalina.
Estacasa,situadaentreelpatioyeljardín,parecehabersidoobradelcaprichodeun burgués enriquecido bajo Luis XIV, de un presidente del Parlamento o bien lavivienda de un tranquilo sabio. En su hermosa piedra de talla, estropeada por eltiempo,hayunciertoairedegrandezaluiscatorcesca(permitidmeestebarbarismo);lossoportesdelafachadaimitancolumnas;lasparedesdeladrillosrojosrecuerdanelcostadodelascaballerizasdelcastillodeVersalles;lasventanasconarcosseornanconmascaronesenlallavedelmarcoybajoelpoyo.Enfin,lapuerta,depequeñoscristales en la parte superior, a través de los cuales se percibe el jardín, es de eseestilohonestoysinénfasisqueseempleóamenudoparalospabellonesdeporterosenloscastillosreales.
Pudiera ese pabellón ser el resto de algún gran hotel, pero consultados losantiguosplanosdeParísnosehaencontradonadaqueconfirmaseestaconjetura;lostítulos de propiedad de la señorita Thuillier dan por propietario, bajo Luis XIV, aPetitot, el célebre pintor de esmaltes, quien a su vez tenía por antecesor en lapropiedad al presidente Lecamus. Es posible que el presidente viviese en estepabellónmientrasseconstruíasufamosohoteldelacalledeThorigny.
Latogayelartehanpasadoporelpabellón.Perotambién…¡dequégranunióndenecesidadesyplaceressurgióelinterior!Aladerecha,enunasalacuadradaquehacedeantecámara,seencuentraunaescaleradepiedra,bajolacualestálapuertadelabodega(alaizquierdasehallanlaspuertasdeunsalón),condosventanasquedanaljardínyuncomedoralpatio.Estecomedorcomunicaporunladoconunacocinaunida a los almacenes Barbet. Detrás de la escalera, por la parte del jardín, se
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extiende un magnífico gabinete largo, con dos ventanas. El primero y el segundopisoshacendosdepartamentoscompletos,ylasclaraboyasabiertasjuntoaltechodanluz a las habitaciones para los criados. Una magnífica estufa adorna la vastaantecámaraylasdosventanaslailuminan.Estapieza,enlosadaenmármolblancoynegro, se distingue por un cielo raso de grandes vigas, en otro tiempo pintadas ydecoradas, pero que, sin duda bajo el Imperio, fueron cubiertas con una capauniformedepinturablanca.Frentea laestufahayuna fuente,demármol rojo.Lastrespuertasdelgabinete,delsalónydelcomedorostentansendosmarcosovaladosensupartesuperior,cuyaspinturasesperanunarestauraciónmásquenecesaria.Lasmaderas son pesadas, pero los adornos no carecen demérito. El salón recuerda elgransiglo,porsuchimeneaenmármoldeLanguedoc,elcieloraso,adornadoenlosángulos,ylaformadelasventanas.Elcomedor,quecomunicaconelsalónporunapuertadedoshojas,estáenlosadodepiedra;susmaderassonderoble,sinpinturas,yelatrozpapelmodernoreemplazaenéla las tapiceríasdeantaño.Elcielo raso,denogal, a grandes cuadros, no ha sido profanado. En el gabinete, modernizado porThuillier,sedancitatodaslasdiscordancias.Eloroyelblancodelasmoldurasdelsalónenvejecierontantoquehoysóloquedanunaslíneasrojasenellugardeloro,yelblanco,amarilleado,sedescascara.NuncalafraselatinaOtiumcumdignitatetuvomásbellocomentarioalosojosdeunpoetaqueestanoblehabitación.Losherrajesdelpasamanosde laescalera sondeuncarácterdignodelmagistradoydelartista,peroencambio,paraencontrarhoylosrestosdelosbalcones,finamentetrabajados,sonnecesarioslosojosdeunobservadorpoeta.LosThuillierysusantecesoreshandeshonrado frecuentemente esta joya de alta burguesía con las costumbres y lasinvenciones de la pequeña burguesía. Sillas de crín en nogal oscuro; unamesa decaobaconsuhule;aparadoresdecaoba;untapizdeocasiónsobrelamesa;lámparasdemetalbrillante; los execrablesgrabadosa lamaneranegraycortinasde indianacon galones rojos, ¡en este comedor, donde celebraron sus fiestas los amigos delpintor Petitot!… ¿Comprenderéis el efecto que hacen en el salón los retratos delseñor,laseñoraylaseñoritaThuillier,ejecutadosporPierreGrasson,elpintordelosburgueses;lasmesasdejuegoquecuentanveinteañosdeservicio;lasconsolas,deltiempodel Imperio;unamesade té,que soportaunagran lira;unmuebledemalacaoba, adornado con terciopelo pintado sobre fondo chocolate; en la chimenea, unreloj,que representaa laBelonadel Imperio;candelabrosdecolumnasacanaladas;cortinasdedamascodelanaydemuselinabordada,recogidasconembracesdecobreestampado?…Enel suelo seextiendeun tapizdeocasión.En labella antecámara,oblonga,haybanquetasdeterciopelo,ylasparedes,demaderaesculpida,seocultantras los armarios de diversas épocas, procedentes de todos los departamentosanteriormenteocupadosporlosThuillier.Unatablacubrelafuente,ysobreellaluceunalámparahumeante,quedatade1815.Enfin,elmiedo,estaodiosadivinidad,ha
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hecho adoptar, por los costados del jardín y el patio, puertas dobles, provistas deláminasdehierroqueserepliegancontraelmuroduranteeldíaysecierranpor lanoche.
EsfácildeexplicarladeplorableprofanaciónejercidasobreestemonumentodelavidaprivadadelsigloXVIIporlavidaprivadadelXIX.Talvez,enelcomienzodelConsulado,unmaestrodeobrasqueadquirieraelpequeñohotelconcibiólaideadesacar partido al terreno que daba a la calle, y probablemente derruyó la hermosapuertacochera,flanqueadaporpequeñospabellones,quecompletabanelbellosejour,paraemplearunapalabradelaviejalengua,ylaindustriadelpropietarioparisienseimpuso su marchitez en la frente de esta elegancia, igual que el periódico y susprensas, la fábrica y sus depósitos, el comercio y sus tiendas reemplazan a laaristocracia, la vieja burguesía, la finanza y la toga donde éstas hicieron brillar suesplendor.¡QuécuriosoestudioeldelostítulosdepropiedadenParís!Unacasadesaludfuncionaen lacallede lasBatallas,dondeestuvo lacasadelcaballeroPierreBayardduTerrail;el tercerestadoconstruyólacalleenelemplazamientodelhotelNecker. El viejo París se va, siguiendo a los reyes que se fueron. ¡Por una obramaestra de la arquitectura que salva una princesa polaca, cuántos palacetes caen,como la casa de Petitot, en manos de Thuillier! He aquí ahora las razones quehicieronalaseñoritaThuillierpropietariadeestacasa.
A la caída delministerioVillèle, el señorLuis JerónimoThuillier, que contabaentonces veintiséis años de servicio en Finanzas, ascendió a subjefe, pero apenasgozaba de la autoridad subalterna de una plaza que, en otro tiempo, fue sumenoresperanza, cuando los acontecimientos de julio de1830 le obligaron a retirarse.Élcalculó,muysagazmente,quesupensiónseríahonorableyprestamentearregladaporgentesfelicesdetenerunaplazalibre,ytuvorazón:supensiónfueliquidadaarazóndemilsetecientosfrancos.
CuandoelprudentesubjefehablóderetirarsedelaAdministración,suhermana,muchomáslacompañeradesuvidaquesupropiamujer,temblóporelporvenirdelempleado.
—¿Quévaa serdeThuillier?—fue lapreguntaque sehicieron,conunmutuotemor,laseñoraylaseñoritaThuillier,quehabitabanentoncesunpequeñotercerpisoenlacalledeArgenteuil.
—Elarreglodesupensiónloocuparáduranteuntiempo—habíadicholaseñoritaThuillier—,peroyopiensoencolocarmiseconomíasdemodoquesuadministraciónlohagatrabajar.Sí;regirunapropiedadseráparaélcasilaadministración.
—¡Oh,hermanamía;ustedlesalvarálavida!—exclamólaseñoraThuillier.—¡PerosihepensadosiempreenestacrisisenlavidadeJerónimo!—respondió
lasolterona,conaireprotector.La señorita Thuillier había oído decir muy a menudo a su hermano: «¡Fulano
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murió!¡Nosobreviviódosañosasuretiro!»;muyamenudohabíaoídoaColeville,el amigo íntimo de Thuillier, empleado como él, chancear sobre esta épocaclimatérica de los burócratas, diciendo: «¡Ya llegaremos también nosotros!», parapoderapreciarelpeligroquecorríasuhermano.Elpasodelaactividadalretiroes,en efecto, el tiempo crítico del empleado. Aquellos de entre los retirados que nosaben o no pueden sustituir con otras las funciones que abandonan, cambianextrañamente:algunosmueren;muchosseentreganalapesca,distracciónenlaqueelvacíoessemejantealdesustrabajosenlasoficinas;otros,hombresmaliciosos,sehacen accionistas, pierden sus economías y son felices al obtener una plaza en laempresaquetriunfa,despuésdeunprimerfracasoyunaprimeraliquidación,guiadapormanosmás hábiles que la acechaban; el empleado se frota entonces las suyas,completamentevacías,diciéndose:«Yohabía,sinembargo,adivinadoelporvenirdeestenegocio».Perocasitodossedebatenconsusantiguoshábitos.
—Loshay—decíaColeville—quesondevoradosporelesplínparticulardelosempleados;muerenindigestosdecirculares,ypadecen,nodelalombriz,sinodelacarpetasolitaria.ElpequeñoPoiretnopodíaverunacarpetablancaforradadeazulsin que esta prisión bien amada le hiciese cambiar de color: pasaba del verde alamarillo.
LaseñoritaThuillierpasabaporserelgeniodeestemenajefraternal,ycomosuhistoriaparticularlodemostrará,nolefaltabanfuerzanidecisión.Estasuperioridad,enrelaciónconlosquelarodeaban,lepermitíajuzgarasuhermano,apesardequeella le adoraba.Después de haber visto derrumbarse las esperanzas que reposabansobre su ídolo, quedaba en sus sentimientosmucho dematernidad para engañarsesobreelvalorsocialdelsubjefe.ThuillierysuhermanaeranhijosdelprimerconserjedelMinisteriodeFinanzas.Jerónimohabíaescapado,graciasasumiopía,de todaslas requisiciones y alistamientos posibles. El padre ambicionó hacer de su hijo unempleado.EnelcomienzodeestesiglohubodemasiadasplazasenlaArmaday,portanto, hubo también muchas en las oficinas, y la falta de empleados inferiorespermitióalgruesopadreThuillierhacerquesuhijofranqueaselosprimerosgradosde la jerarquía burocrática. El conserje murió en 1814, dejando a Jerónimo envísperas de ser subjefe, pero sin dejarle otra fortuna que esta esperanza.El gruesoThuillierysumujer,muertaen1810,sehabíanretiradoen1806conunapensiónquehacíatodasufortuna.ConellasostuvoasusdoshijosydioaJerónimolaeducacióndelaépoca.EsbienconocidalainfluenciadelaRestauraciónsobrelaburocracia.Delos cuarenta y un departamentos suprimidos volvió una masa de empleadoshonorablessolicitandoplazas inferioresa lasquehabíanocupado.Aestosderechosadquiridos se unían los derechos de las familias proscritas, arruinadas por laRevolución.Cogidoentreestosdosafluentes,Jerónimosesintióbienfelizdenoserdestituido con cualquier pretexto frívolo.Su temor no terminóhasta el día enque,
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ascendido a subjefe por casualidad, se supo seguro de un retiro honorable. EsteresumenrápidoexplicalospocosalcancesyconocimientosdelseñorThuillier.Enuntiempohabíasabidolatín,lasmatemáticas,lahistoriaylageografíaqueseaprendenenunpensionado,perodelaclasellamadasegundanohabíapasado,puestoquedeallílesacósupadreparaaprovecharunaocasióndehacerleentrarenelMinisterio,elogiando la soberbiamano de su hijo.Y así, si el pequeño Thuillier escribió susprimerasinscripcionesenelGranLibrodeBonosdelEstado,nohizo,encambio,suretóricanisufilosofía.Engranadoenlamáquinaministerial,cultivópocolasletrasyaúnmenoslasartes;delosuyoadquiriólosconocimientosrutinarios,ycuando,bajoelImperio,tuvoocasióndeentrarenlaesferadelosempleadossuperiores,tomólasformassuperficialesqueocultabanalhijodelconserje,peroenespíritucontinuósinadquirir nada. La ignorancia le enseñó a callar, y su silencio le fue útil; bajo elrégimenimperialsehabituóaesaobedienciapasivaquegustaalossuperiores,yfueaesacualidadalaquedebió,mástarde,supromociónalgradodesubjefe.Surutinase hizo una gran experiencia, sus maneras y su silencio cubrieron su falta deinstrucción.Talnulidadfueuntítulocuandosetuvonecesidaddeunhombrenulo.SetemiódesagradaradospartidosenlaCámara,cadaunoprotectordeunhombre,yelMinisteriosaliódeladificultadaplicandolaleydeantigüedad.AsíascendióThuilliera subjefe.La señoritaThuillier, sabiendoque suhermanoaborrecía la lecturaynopodía reemplazar el tráfago de la oficina por ningún negocio, había, pues,sabiamente,resueltolanzarloenlaspreocupacionesdelapropiedad,enelcultivodeunjardín,enlasinfinitaspequeñecesdelaexistenciaburguesayenlasintrigasdelavecindad.
La trasplantación de la familia Thuillier de la calle deArgenteuil a la calle deSantoDomingodelInfierno;loscuidadosnecesariosparaunaadquisición,unporteroconvenientequeencontrary los inquilinosabuscarocuparonaThuillierde1831a1832.Cuandoelfenómenodeestetrasplantehuboterminado;cuandolahermanavioque Jerónimo resistía a esta operación, le encontró otras preocupaciones, como severámás tarde, pero tomando la base para ellas en el caráctermismodeThuillier,carácterquenoseráinútilexponer.
AunquehijodeunconserjedeMinisterio,Jerónimofueloquesellamaunbellohombre;detallaalgomásquemediana,esbelto,defisonomíabastanteagradableconsuslentes,perohorriblesinellos,comosucedeamuchosmiopes,pueslacostumbredemiraraltravésdeantiparrashabíadejadosobresuspupilasunaespeciedeniebla.
Entre los dieciocho y los treinta años, el joven Thuillier tuvo éxito con lasmujeres, siempreenunaesferaquecomenzabaen laburguesía,y terminabaen losjefes de división; mas es sabido que, durante el Imperio, la guerra dejaba a lasociedad parisiense un poco desprovista, al llevarse a los hombres de energía alcampodebatalla,ypuedeque,comohadichoungranmédico,aellosedebalapoca
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consistenciadelageneraciónqueocupaelmediosigloXIX.Thuillier, obligado a hacerse notar por otras cualidades que las del espíritu,
aprendió a valsar y a danzar, hasta el extremo de ser citado como ejemplo; se lellamabael belloThuillier, jugaba al billar a la perfección, y su amigoColeville leeducó la voz lo suficiente para cantar las romanzas de moda. De estas pequeñassabiduríasresultaesaaparienciadeéxitoqueengañaalajuventudylaanulaparaelporvenir.
LaseñoritaThuillier,de1806a1814,creíaensuhermanocomomademoiselled’OrleánscreeenLuisFelipe;estabaorgullosadeJerónimoyloveíallegandoaunaDirección general, con la ayuda de sus triunfos que, en ese tiempo, le abrieronalgunossalonesdondeciertamentenohubiesenuncapenetradosinlascircunstanciasquehacíandelasociedad,bajoelImperio,unaensalada.
Mas los triunfosdelbelloThuillier fueron,generalmente,depocaduración; lasmujeresseinteresabantanpocoporretenerlecomoélporconservarlas;paraelsujetodeunacomediatituladaEldonJuanasupesarpodíaestudiárseleaél.EloficiodebellofatigóaThuillierhastaenvejecerle;sucara,cubiertadearrugascomoladeunaviejacoqueta,teníadoceañosmásquesuactadenacimiento.Desuséxitoslequedólacostumbredemirarseenlosespejos,oprimirselacinturaparadibujarlayponerseenposesdebailarín, queprolongó, despuésdel derecho a susventajas, el contratoquehabíahechoconestesobrenombre:elbelloThuillier.
Laverdadde1806sehizodisparateen1826.ThuillierconservóalgunosvestigiosdelasropasdelosbellosdelImperio,quenoibamalporciertoaladignidaddeunantiguosubjefe.Continuóusandolacorbatablancadenumerosospliegues,dondeelmentón se hunde y cuyos dos extremos amenazan a los transeúntes a derecha eizquierda,mostrando un nudo regularmente coqueto, en otro tiempo hecho por lasmanosdelasbellas.Sindejardeseguirlasmodasdesdelejos,lasadaptaasutalante,lleva el sombrero muy hacia atrás, usa zapatos y calcetines finos en verano; suslevitasalargadasrecuerdanlasdelImperio;aúnnoabandonalaspecherasdeencajeylos chalecos blancos; continúa jugando con su bastoncillo de 1810 y caminamanteniéndosesiemprederecho.Nadie,viendoaThuillierpasearporlosbulevares,letomaríaporelhijodeunhombrequepreparabalosalmuerzosalosempleadosdelMinisterio de Finanzas y llevaba la librea de Luis XVI: diríase un diplomáticoimperial, un viejo prefecto. Luego, no solamente la señoritaThuillier explotómuyinocentementeladebilidaddesuhermanolanzándoleenunexcesivocuidadodesupersona, loque,enella,eraunacontinuacióndesuculto,sinoqueagregóaestoelregalodetodaslasalegríasdelhogar,trasplantandojuntoaellosaunafamiliacuyaexistenciahabíasidocasicolateralalasuya.
Se trata aquí del señor Coleville, el amigo íntimo de Thuillier. Pero antes depintaraPíladesesindispensableterminarconOrestes,puesdebeexplicarseporqué
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Thuillier,elbelloThuillier, seencontrabasin familia,yaque la familiacomienzaaexistir con los hijos; y aquí debe aparecer uno de esos profundos misterios quequedanhundidosenlosarcanosdelavidaprivadaydelquesalenalgunosrasgosalasuperficie, en el momento en que los dolores de una situación oculta se hacendemasiadovivos;esdelavidadelaseñoraylaseñoritaThuillierdeloquesetrata,ya que, hasta ahora, sólo se ha visto la vida, más o menos pública, de JerónimoThuillier.
María Juana Brigitte Thuillier, cuatro años mayor que su hermano, le fueenteramentesacrificada;eramásfácildarleunaposiciónaélqueunadoteaella.Lamalasuerte,paraciertoscaracteres,esunfaroque lesalumbra laspartesoscurasybajasdelavidasocial.
Superior a su hermano en energía y en inteligencia, Brigitte era uno de esoscaracteresque,bajoelmartillodelaadversidad,seconcentran,devienencompactosydeunagranresistencia,pornodecir inflexibles.Celosadesu independencia,quisosustraersealavidadelaporteríayhacerseelúnicoárbitrodesusuerte.
Catorceañosteníacuandofueavivirretiradamenteaunabuhardilla,vecinadelaTesorería,situadaenlacalleVivienneynolejosdelacalledelaVrillière,dondesehabía establecido la Banca. Allí se entregó animosamente a una industria pococonocida,privilegiada,graciasalosprotectoresdesupadre,queconsistíaenfabricarsacosparalosBancos,paraelTesoroyparalasgrandescasasdefinanzas.Altercerañodesupequeñaindustriateníaasuservidodosobreras.ColocandosuseconomíasenbonosdelEstado,teníaen1814tresmilseiscientosfrancosderenta:susgananciasdequinceaños.Gastabapoco;mientrassupadrevivió,fuesiempreacomerasucasay, además, es bien sabido que las rentas, durante las últimas convulsiones delImperio, alcanzaron a cuarenta y tantos francos; así se explica este resultado, enaparienciaexagerado.
Almorirelantiguoconserje,BrigitteyJerónimo—ellaconveintisieteyélconveintitrés años— unieron sus destinos. El hermano y la hermana se profesabanrecíprocamente un excesivo afecto. Cuando Jerónimo, entonces en plena época deéxitos,seveíasindinero,suhermana,vestidaconpañosgroserosy,losdedosrotosporelhiloylaaguja,leofrecíasiempreunosluises.AlosojosdeBrigitte,Jerónimoeraelmásbelloyelmásencantadorde loshombresdel Imperiofrancés.Llevar lacasadesuhermano,seriniciadaensussecretosdeLindoroyDonJuan,sentirseencriada,enperrillopreferido,fueelsueñodeBrigitte;yellaseinmolóaunídolo,alque aumentaría y del que santificaría el egoísmo. Entonces vendió a una de susobreras,enquincemilfrancos,suclientela,yvinoaestablecerseenlacasadelacalledeArgenteuil,dondevivíasuhermano,convirtiéndosedesdeentoncesenlamadre,laprotectora,lacriadadeesteniñomimadodelasdamas.Porunaprudencianaturalenunamujerquedebíatodoasudiscreciónyasutrabajo,BrigittenohablóaJerónimo
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desufortuna;temía,sinduda,lasdisipacionesdeunavidadehombreafortunado,ycontribuyó solamente con seiscientos francospara la casa, loque,unidos a losmilochocientosdeJerónimo,permitíacubrirelaño.
Desdelosprimerosdíasdeestaunión,Thuillierescuchóasuhermanacomoaunoráculo:laconsultabaensusmenoresasuntos,noleescondióningunodesussecretosycomenzóasíahacerlegustarelfrutodeladominación,quedebíaserelpecadilloamadoporestecarácter.Asílahermanasacrificaríatodoporsuhermano;habiendodepositado todo sobre su corazón, por él vivía. El ascendiente de Brigitte sobreJerónimo se corroboró singularmente por el matrimonio que ella le procuró hacia1814.
Viendo el movimiento de comprensión violenta que los recién llegados de laRestauraciónhicieronenlasoficinas,ysobretodoalregresodelaantiguasociedad,querechazabaalaburguesía,Brigittecomprendió,mejordeloquesuhermanoselaexplicaba,lacrisissocialdondeseapagabansuscomunesesperanzas.¡Nomáséxitosposibles para el bello Thuillier con los nobles que sucedían a los plebeyos delImperio!
Thuilliernoeracapazdehacerseunaopiniónpolíticaysintió,comosentíaporélsuhermana,lanecesidaddeaprovecharsusrestosdejuventudparaprepararseunfin.Enestasituación,unamujercelosacomoBrigittequeríaydebíacasarasuhermano,tanto por ella como por él, pues sólo ella era capaz de hacer feliz a su hermano,mientras que la señora Thuillier no seríamás que un accesorio indispensable paratenerunoomáshijos.SiBrigittenotuvotodoelespíritunecesarioparasuvoluntad,tuvo,encambio,elinstintodesudominación,ynoteniendoningunainstrucción,selimitaba amarchar hacia adelante con la testarudez de una naturaleza habituada atriunfar.Poseíaelgeniodelmenaje,elsentidodelaeconomía,lacomprensióndelavidayelamoraltrabajo.AsísupoadivinarquenollegaríajamásacasaraJerónimoenuna esferamás altaque lade ellos, donde las familias indagarían sobre suvidaprivadayseinquietaríanencontrandoyaunaseñoraenlacasa;buscóentoncesenlacapa social inferior las gentes a quienes podía deslumbrar, y encontró cerca unpartidoconveniente.
ElmásantiguodelosempleadosdelaBanca,apellidadoLemprun,teníaunahijaúnica llamadaCeleste.CelesteLemprundebíaheredar la fortunade sumadre,hijaúnica de un granjero, consistente en unas fanegas de tierra en los alrededores deParís, que el viejo explotaba siempre; además, heredaría la fortuna del bueno deLemprun,unhombresalidodelacasaThélussonydelacasaKellerparaentrarenelBancoNacionalcuandolafundación.Lemprun,ahorajefedeservicio,gozabadelaestimaydelaconsideracióndeladministradorydeloscensores.
PorelloelConsejodelaBanca,aloírhablardelmatrimoniodeCelesteconunhonorableempleadodeFinanzas,prometióunagratificacióndeseismilfrancos.Esta
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gratificación,unidaadocemildadosporLemprun,yadocemilporelseñorGalard,granjeroenAuteuil,elevabaladoteatreintamilfrancos.ElviejoGalardyelseñoryla señora Lemprun estaban encantados de tal unión; el jefe de servicio tenía a laseñoritaThuillierporunadelasmásdignasyprobasmujeresdeParís.BrigittehizorelucirsusinscripcionesenelGranLibrodeBonosdelEstado,confiandoaLemprunqueellanosecasaríanunca,ynieljefedeservicionisumujer,gentesdelaedaddeoro,sehubieranpermitido juzgaraBrigitte: loquemássorprendíayatolondrabaaambos era el brillo de la posición del bello Thuillier, y el matrimonio se celebró,segúnunaexpresiónconsagrada,enmediodelageneralsatisfacción.
EladministradordelaBancayelsecretariosirvierondetestigosalaesposa,yelseñor de la Billardière—el jefe de división— y el señor Rabourdin—jefe de laoficina—fueronlosdeThuillier.Seisdíasdespuésdelmatrimonio,elviejoLemprunfuevíctimadeunaudazrobo,delqueseocuparonlosperiódicosde laépoca,perorápidamente olvidado con los acontecimientos de 1815. Los autores del roboescaparonyLemprunquisosaldarladiferencia,yaunquelaBancallevóestedéficitalacuentadepérdidas,elviejoLemprunmuriódelapenaquelecausaraestaafrenta.Veíatalgolpedemanocomounatentadoasuprobidadseptuagenaria.
La señora Lemprun abandonó su herencia en manos de su hija, esposa deThuillier, y fue a vivir con su padre en Auteuil, donde el viejo Galard murió deresultas de un accidente en 1817. Asustada de tener que regentar o arrendar loshuertosycamposdesupadre,laseñoraLemprunrogóaBrigitte,cuyacapacidadyprobidadlamaravillaban,queliquidaralafortunadeGalardyarreglaralascosasdemanera que su hija tomase todo, asegurándole a ella una renta de mil quinientosfrancosydejándolelacasadeAuteuil.Loscamposdelviejocultivador,vendidosporparcelas, produjeron treinta mil francos. La herencia de Lemprun ascendía a otrotanto,yesasdosfortunas,reunidasaladote,hacían,en1818,ochentamilfrancos.
LadotesehabíacolocadoenaccionesdelaBanca,enunmomentoenqueestasvalíannovecientosfrancos,Brigittecomprócincomilfrancosderentaporlossesentamil—elcincoporcientoestabaasesenta—ehizounainscripcióndemilquinientosfrancosanombredelaviudaLemprun.Así,alcomienzodelaño1818,lapensióndeseiscientosfrancospagadaporBrigitte,losmilochocientosfrancosdeThuillier,lostresmilquinientosderentadeCelesteyelproductodetreintaycuatroaccionesdelaBanca,dabanalafamiliaThuillierunaentradadeoncemilfrancos,administradasinconsejosporBrigitte.Hasidonecesarioocuparsedelacuestiónfinanciera,antetodo,tantoparaprevenirlasobjecionescomoparadesembarazareldrama.
Brigittecomenzópordarasuhermanounamensualidaddequinientosfrancosycondujo la Banca de manera que cinco mil bastasen para el gasto de la casa.Probándole que a ella le eran suficientes cuarenta, daba cincuenta por mes a sucuñada. Para asegurar su dominación por el poder del dinero, Brigitte amasaba el
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sobrantedesusrentas;semurmurabaen lasoficinasquehacíapréstamosusurariospor intermediodesuhermano,quepasabaporprestamista.Peroside1815a1830Brigitte elevó su capital a sesenta mil francos, la existencia de esta suma puedeexplicarseporoperacionesdelarentaquepresentabaunavariacióndelcuarentaporciento,sinnecesidadderecurriraacusacionesmásomenosfundadasycuyarealidadnoagreganadaalinterésdelahistoria.
Desde un principio, Brigitte hundió bajo su fuerza a la desgraciada señoraThuillier,pormediodelosprimerosespolazosqueledio,yporelduromanejodelfrenoquelehizosentirfuertemente.
El exceso de tiranía era inútil; la víctima se resignó rápidamente.Celeste, bienestudiadaporBrigitte, desprovistade espíritu, de instrucción, habituada aunavidasedentaria, a una atmósfera tranquila, tenía un carácter excesivamente dulce; erapiadosa en el sentido más corriente de la palabra; gustosamente y con duraspenitenciasellaexpiaríaunerror involuntarioquehubiesehechomalasuprójimo.Acostumbrada a ser servida por sumadre, que hacía todo en la casa, ignoraba lossecretosdelavida,ysuconstituciónlinfática,quesefatigabaconelmenortrabajo,laobligabaalreposo;eraelperfectotipodemujerdeesepueblodeParís,delqueloshijos son raramente bellos, pues resultan el producto de la miseria, del trabajoexcesivo,decasassinaire,sinlibertaddeacción,sinningunadelascomodidadesdelavida.
Enelmomentodesumatrimonioeraunamujercitadeunrubioinsípido,gruesa,lenta y de aspecto atontado. Su frente, demasiado vasta, demasiado prominente,semejaba la de un hidrocéfalo y, bajo esta cúpula de un matiz de cera, su cara,evidentemente pequeña y terminada en punta como el hociquillo de un ratón, hizopensar a algunos que tarde o temprano terminaría enloqueciendo. Sus ojos, de uncolor azul claro, y sus labios, dotados de una sonrisa casi fija, no desmentían estasuposición.Eldíasolemnedesumatrimoniolopasóenvueltaenlaactitud,elaireylasmanerasdeuncondenadoamuertequedeseaelrápidofinaldetodo.
—¡Esunpocotímida!…—habíadichoColevilleaThuillier.Brigitte,quesehacíanotarporelmásviolentocontraste,era,sinduda,elpuñal
quehabíadepenetrarenestanaturalezasindefensas.Notableporunabellezaregular,correcta, estropeada por los trabajos que desde la niñez la inclinaron sobre tareasingratas, penosas, y por las privaciones que ella misma se impuso para reunir supeculio. Su piel, oscurecida tempranamente, tenía un matiz acerado. Un círculonegro,amoratado,rodeabasusojoscastaños;ellabiosuperiorseornabaconunvellooscuro,comodehumo;loslabioseranpequeñosysufrenteimperiosaserealzabaporuna cabellera, en otro tiempo negra, que ahora tomaba un tono de chinchilla.Majestuosamente erguida, tododenotaba en ella la cordurade sus treinta años, susdeseosapagados.
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ParaBrigitte, Celeste fue sólo una fortuna a tomar, unamadre que hacer y unsujetomásensuimperio.Prontolereprochóelserfloja—unapalabradesuléxico—,yestacelosasolterona,aquienhubiesedesesperadounacuñadaactiva,gustóunsalvajeplacerestimulando laenergíade tandébil criatura.Celeste, avergonzadadeverasucuñadadesplegarsubríodejacahaciéndolotodo, intentóayudarla,ycayóenferma;inmediatamenteBrigittesededicóencuerpoyalmaalcuidadodelaseñorade Thuillier; la cuidaba como a una hermana bien amada, diciéndole delante deThuillier:«¡Ustednotienelafuerzanecesaria;puesbien,nohaganada,querida!…».Así exponía la incapacidad deCeleste con ese fausto de consuelos que poseen lasmujeresyqueconstituyensumododeloar.Luego,comoesasnaturalezasdespóticasquegustanejercersus fuerzas,peroestán llenasde ternurapara losdolores físicos,supoatenderasucuñadadetalmodoquecuandolamadredeCelestevinoaverlasesintióconmovidaycontenta.
CuandolaseñoraThuillierestuvorestablecida,Brigittelallamó,demaneraqueellaseenterase,«emplasto,inutilidad,etc.».Celesteseencerrabaensuhabitaciónallorar, y cuando Thuillier la sorprendía secándose las lágrimas, excusaba a suhermanadiciendo:
—¡Siellaesexcelente!Essucarácter,queesvivo;ellaosquiereasumanera;amímetrataigual.
Celeste recordaba los cuidadosmaternalesquehabía recibidoyperdonabaa sucuñada.Brigittetratabaasuhermanocomoalreydelacasa:hablandoconCeleste,leelogiaba y hacía de él un autócrata, un Ladislao, un Papa infalible. La señoraThuillier,habiendoperdidoasupadreyasuabuelo,pocomenosqueabandonadaporsumadre,quesóloveníaaverlalosjueves,yaquienellosibanavisitar,duranteelbuen tiempo, los domingos, no tenía otra persona a quien querer que su marido,primero, porque él era sumarido, y luego porque seguía siendo para ella el belloThuillier.Sumujeralfin,éllatratababienaveces,ytodasestasrazonesunidasselohacíanadorable.Ymásperfectoleparecíaaún,puesqueavecestomabasudefensareprendiendoaBrigitte,noporinteréshaciasumujer,sinoporegoísmoyportenerpazenlacasalospocosmomentosquepermanecíaenella.
Enefecto,elbelloThuillierveníaacomeryregresabaaacostarsemuytarde;ibaalosbailes,ensumundo,soloabsolutamente,comosifueseaúnsoltero.Asílasdosmujeres estaban continuamente solas, frente a frente. Demodo insensible, CelesteadoptóunaactitudpasivayfuecomoBrigittelaquería:unailota.LareinaIsabeldela familia pasó de la dominación a una especie de piedad por aquella víctimacontinuamente sacrificada. Terminó por moderar sus aires altivos, sus palabrascortantes,eltonodespreciativo,cuandoestuvoseguradequelafatigadetalsituaciónhabíarotoasucuñada.
Unavezquevioaparecerlasmarcasdelcollarenelcuellodesuvíctima,cambió
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completamente y Celeste conoció mejores tiempos. Comparando el principio a lacontinuación, llegó hasta sentir una especie de afecto por su verdugo. La solaprobabilidadquelapobreilotateníadeencontrarenergía,defenderseyseralguienenel seno de aquella familia, alimentada por su fortuna sin saberlo y recibiendo encambiolasmigajasdelamesa,desapareció.EnseisañosCelestenotuvohijos.
Estaesterilidad,quedemesenmeshacíabrotardesusojostorrentesdelágrimas,conseguíamantenereldespreciodeBrigitte,quelereprochabaelnoservirparanada,nisiquieraparahacerhijos.Estasolteronaquehabíasoñadotantoconamaraunhijodesuhermanocomosifuerasuyo,nocesóhasta1820degemirsobreelporvenirdesusfortunasque,decíaella,iríanalGobierno.
Enelmomentoenquecomienzaestahistoriaen1839,Celeste,quecontabayacuarentayseisaños,habíadejadodellorar,poseídaporlatristeseguridaddequenoseríanuncamadre.Y,¡cosaextraña!:despuésdeveinticincoañosdeestavida,enlosque la víctima había terminado por desarmar, por romper el puñal,Brigitte amabatanto a Celeste como Celeste amaba a Brigitte. El tiempo, las comodidades de lafortunayelperpetuorocedelavidadoméstica,suavizaronlosángulos,limaronlasasperezas,ydeotraparte,laresignaciónyladulzuradecorderopascualdeCelestetrajeronaquelotoñosereno.Además,uníaaestasdosmujereselúnicosentimientoqueposeyólasdosvidas:laadoraciónporeldichosoyegoístaThuillier.
Y en fin, estas dosmujeres sin hijos, como todas lasmujeres que han deseadovanamenteunhijo,habíantomadocariñoporunniño.Estamaternidadficticia,peroigualenfuerzaaunamaternidadreal,necesitaunaexplicaciónquellevaráalcorazónmismodelaescenayexplicaráelporquédelexcesodeocupacionesquelaseñoritaThuillierbuscaraasuhermano.
Thuillier entró en el retiro al mismo tiempo que Coleville, su íntimo amigo.Frente al matrimonio sombrío y desolado de Thuillier, la naturaleza social colocócomo un contraste el de Coleville, y si es posible no observar que este contrastefortuitoespocomoral,esnecesarioagregarque,antesdejuzgar,senecesitairhastaelfindeestedrama,desgraciadamentebienhistóricoyalqueelhistoriadornoagreganada.
Coleville era el hijo único de un músico de talento, en época de Francoeur yRebel,primerviolíndelaópera.ColevilleyThuillierfueronamigosinseparables;sinsecretosentreambos,laamistadquecomenzaraalosquinceañoscontinuabaigualen1839.
Coleville fue unode esos empleados a quienes en las oficinas se les llamaporburla acumuladores y se significan por una industriosa inventiva. Coleville, buenmúsico,debíaalnombreylainfluenciadesupadrelaplazadeprimerclarinetequeocupaba en la Ópera Cómica. De soltero, siempre más provisto de dinero queThuillier,Colevillelocompartíaamenudoconsuamigo.AlcontrariodeJerónimo,
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ColevillesecasóporamorconlaseñoritaFlavia,hijanaturaldeunacélebrebailarinadelaóperaydecuyapaternidadsehacíaresponsableaDuBourgnier,unodelosmásricosempresariosdelaépoca,quienarruinadohacia1800,olvidóasupresuntahijaimpulsadoporsusdudassobrelafidelidaddelamadre.
Porsucaráctercomoporsuorigen,FlaviaestabadestinadaaunbientristeoficiocuandoColeville,visitanteasiduodelacasadelopulentoempresario,seenamoródeFlavia. El príncipe Galathione, que protegía, en septiembre de 1815, a la ilustrebailarina,yaalfinaldesubrillantecarrera,dioveintemilfrancosdedoteaFlavia,ylamadreagregóunmagníficoajuar.Losamigosdelacasaycompañerosdelaóperahicieron regalos de joyas y vajilla, resultando elmatrimonioColevillemuchomásrico en cosas superfluas que en capital. Flavia, criada en la opulencia, tuvo alprincipiounpisoencantadorqueeltapicerodesumadreamueblóydondereinabalajovenesposa,amantedelasartes,losartistasylaelegancia.
LaseñoraColevilleeraaunmismotiempobellaeinteresante,espiritualyalegre,simpática,enunapalabra,encantadora.Sumadre,yaenloscuarentaytresaños,seretiró a vivir al campo, privándola así de los recursos que brindaba una opulenciadisipadora.LaseñoradeColevilleteníaunacasamuyagradableperoexcesivamentepesada.De1816a1826tuvocincohijos.Coleville,repartiéndosemilagrosamente—músicoporlanoche;llevandoloslibrosdeunnegocianteenlasmañanas,desieteanueve,parapoderestarensuoficinaalasdiez—alcanzabaunaentradaanualdesieteaochomilfrancos.
YlaseñoraColevillejugabaalamujerdesociedad:recibíalosmiércoles,dabaunconciertomensualyunacomidacadaquincedías.Asumaridonoleveíamásquealashorasdecomeryenlanochealahoradeacostarse.Comoleregalabanavecesentradas, ibaal teatroydejabaunanotaenlacasa,paracuandoColevillevinieseadormir,diciéndolequepasaraarecogerlaentalcasadondecenabaobailaba.Enlacasa de la señora Coleville se hacía una excelente comida, y la sociedad, aunquemezclada,eramuydivertida;allíseencontrabanactricescélebres,pintores,gentesdeletras,algunosricos.LaeleganciadeFlaviasepaseabaalpardeladeTullia,actrizdelaóperaaquienellafrecuentabamucho.PerosilosColevillegastaronsucapitalysillegaron a pasarmeses difíciles de terminar, nunca, en cambio, se endeudóFlavia.Colevilleerafeliz,amabaasumujerycontinuabasiendoparaellasumejoramigo.Siempre acogido por afectuosas sonrisas y una alegría comunicativa, cedía a lasgraciasyalasirresistiblesmanerasdeFlavia.Laferozactividadquedesplegabaensustresempleosconveníaasucarácteryasutemperamento.Eraunbuenhombre,unpoco grueso, jovial, gastador, lleno de fantasías. En diez años no hubo una solaquerellaenlafamilia.Enlasoficinaspasabaporunaturdido,comotodoslosartistasdecían,perolasgentessuperficialestomabanlaprisaconstantedeltrabajadorporelvayvienedeunchismosoenredador.
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Coleville tuvo la inteligencia de hacer un poco el tonto; alabando su felicidadinterior,sededicóalabuscadeanagramasafindeaparecercomoabsorbidoporestapasión.LosempleadosdesudivisiónenelMinisterio,losjefesdeoficinas,hastalosjefes de división, venían a sus conciertos. De tiempo en tiempo, con cualquiermotivo, regalaba entradas del teatro, buscando una excesiva indulgencia quenecesitabapara sus eternas ausencias.Los ensayos le tomaban lamitaddel tiempodestinadoa laoficina,pero lacienciamusical legadapor supadreeraasaz real, lobastanteprofundaparapermitirlenoasistirmásquealosensayosgenerales.GraciasalasrelacionesdeFlavia,el teatroyelMinisterioseprestabanalasexigenciasdeldigno acumulador que, además, enseñaba minuciosamente a un jovencito, granmúsico futuro, vivamente recomendado por su mujer y que le reemplazaba en laorquestaconlapromesadelasucesión.Yenefecto,en1827eljovenfuenombradoprimerclarinete,cuandoColevillepresentósudimisión.
TodalacríticasobreFlaviaconsistíaenestafrase:«¡Esunpoquitíncoqueta!».ElmayordeloshijosdeColeville,nacidoen1816,eraelvivoretratodesupadre.En1818, Flavia consideraba la caballería por encima de todo, las artes incluidas, ydistinguíaentoncesconsuamistadaunsubtenientededragonesdeSaint-Chamans,el joveny ricoCarlosGondreville,quemuriómás tardeen lacampañadeEspaña;ella había tenido ya su segundo hijo, al que destinó desde entonces a la carreramilitar.En1820mirabaalaBancacomolanodrizadelaindustria,elsosténdelosEstados, y el granKeller, el famoso orador, era su ídolo; entonces tuvo otro hijo,Francisco,alqueresolvióhacermástardecomercianteyalquenofaltaríanuncalaproteccióndeKeller.Haciaelfinde1820,Thuillier,elamigoíntimodelmatrimonioColeville,eladmiradordeFlavia,sintiólanecesidaddedescubrirsusdoloresaestaexcelente mujer, y le relató sus miserias conyugales: seis años llevaba tratandoinútilmente de tener un hijo, y Dios no bendecía sus esfuerzos; la pobre señoraThuillier hacía inútiles sus novenas. Pintó a Celeste a todo color y las palabras:«¡Pobre Thuillier!» salieron de labios de la señora Coleville, que por su parte seencontrababientriste,sinningunaopinióndominanteenelmomento,yvertióenelcorazóndeThuilliertodassuspenas.
ElgranKeller, héroede las izquierdas, estabaen realidad llenodepequeñeces;ellaconocíaelrevésdelagloria,lastonteríasdelaBanca,lasequedaddeuntribuno.El orador sólo hablaba bien en lasCámaras y se había portado bienmal con ella.Thuillier se indignó. «¡Sólo los tontos saben amar, dijo: véame a mí!» El belloThuillier pasaba entonces por cortejador de la señora Coleville y era uno de susatentos,unapalabritadetiemposdelImperio.
—¡Ah! ¡Tú también quieres a mi mujer! —le dijo riendo Coleville—; tencuidado:ellateplantarácomoatodoslosotros.
Frasebienfina,porlacualColevillesalvóenlasoficinassudignidaddemarido.
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De 1820 a 1821, Thuillier usó de su título de amigo de la casa para ayudar aColeville, que le había ayudado tanto en otro tiempo, y durante dieciocho mesesprestó cerca de diez mil francos al matrimonio Coleville, con la intención de nohablarmásdelasunto.Enlaprimaverade1821,Flaviadioaluzunaniña,quetuvopor padrinos al señor y la señora Thuillier y llevó los nombres de Celeste-Luisa-Carolina-Brigitte.LaseñoraThuillierquisodarunodesusnombresalaniña.
ElnombredeCarolinafueunhomenajeaColeville.LaviejamamáLemprunseencargó de tener a la vista la nodriza de la niña, en Auteuil, donde Celeste y sucuñadaibanaverladosvecesporsemana.CuandolaseñoraColevilleserestableció,dijoaThuillier,francamenteyentonodeseriedad:
—QueridoThuillier: si queremos seguir buenos amigos, no seáis otra cosa quenuestroamigo.Colevillelequiere;puesbien,esbastanteconunoenlafamilia.
—¿Puedeexplicarme—preguntóelbelloThuillieraTullia,labailarina—porquélasmujeresnomeamanmuchotiempo?YonosoyunApolodelBelvedere,peroenfin,tampocosoyunVulcano;meparecequeestoyaceptable;soyespiritual,fiel…
—¿Quiereustedlaverdad?—lerespondióTullia.—Sí—dijoelbelloThuillier.—Pues bien; si nosotras amamos a veces a un bruto, no podemos, en cambio,
amarnuncaauntonto.Esa frase asesinó a Thuillier; no comprendía. Más tarde tuvo melancolías y
terminóacusandoalasmujeresderarezas.—¿Notehabíaprevenido?—ledijoColeville—.YopuedequenoseaNapoleón,
querido,yhastamedisgustaríaserlo;¡perotengomiJosefina…,unaperla!El secretario general delMinisterio,DesLupeaulx, a quien la señoraColeville
creyómásdeloqueenrealidadera,ydequienmástardeelladecía:«Éseesunodemis errores…» fue entonces, durante algún tiempo, el gran hombre del salónColeville;masno tuvoelpoderparahacerpasaraColeville a ladivisióndeBois-Levant, y Flavia tuvo la buena idea de disgustarse por las atenciones que DesLupeaulxprestabaa laseñoraRabourdin,esposadeunjefedeoficina,unaridículaafectada,quenuncalahabíainvitadoyquedosvecescometiólaimpertinenciadenoasistirasusconciertos.
La muerte del joven Gondreville emocionó vivamente a la señora Coleville;inconsolable, decía sentir en ello la mano de Dios. En 1824 se recogió, habló deeconomías,suprimiólasrecepciones,seocupódesushijos,deseandoserunabuenamadre de familia, y sus amigos no conocieron en su casa ningún favorito, pero encambio iba a la iglesia, reformaba su tocado, ahora en colores grises, hablaba decatolicismo, de conveniencias… Este misticismo produjo, en 1825, un niñoencantador,aquienellabautizóTeodore,estoes,presentedeDios.
Así,en1826,elbuentiempodelaCongregación,Colevillefuenombradosubjefe
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enladivisiónClergeot,yen1828preceptordeunbarriodeParís.Afindepoderundía educar a su hija en SanDionisio, obtuvo la Legión deHonor. Lamedia bolsaobtenidaporKellerparaCarlos,elmayordeloshijosdeColeville,en1823,fuedadaal segundo; Carlos pasó con una bolsa entera al colegio San Luis, y el tercero,protegidoporladelfina,recibiótrescuartosdebolsaenelcolegioEnriqueIV.
En1820,Coleville,queteníaladichadeconservartodossushijos,fueobligado,por lealtada laramadestronada,apresentarsudimisión.Hábilmentesupotratarelasuntoyobtuvounapensióndedosmilcuatrocientosfrancos,debidaasutiempodeservicio, y una indemnización de diez mil francos, ofrecida por su sucesor, y almismo tiempo fue nombrado oficial de la Legión deHonor. Sin embargo, llegó aencontrarse en situación difícil, y en 1832 la señorita Thuillier le aconsejó venir avivirconellos,haciéndoleentreverlaposibilidaddeobtenerunaplazaenlaAlcaldía;plazaquetuvoalosquincedíasyquedabamilescudos.
CarlosColeville acababa de entrar en laEscuelaNaval.Los colegios donde seeducaban los dos pequeños Coleville estaban situados en el mismo barrio. ElseminariodeSanSulpicio,dondedebíaentrarundíaelmáspequeño,seencuentraados pasos del Luxemburgo. Al fin, Thuillier y Coleville debían llegar juntos altérminodesusdías.En1833, laseñoraColeville,entoncesde treintaycincoaños,vinoaestablecerseenlacalledelInfierno,enelángulodelacalledeDosIglesias,conCelesteyelpequeñoTeodoro.ColevilleseencontrabaaunadistanciaigualdesuAlcaldía y de la calle de Santo Domingo. Este matrimonio, después de una vidasucesivamentebrillante,desordenada, llenade fiestas, reposada,calma, seencontróreducidoalaoscuridadburguesayacincomilcuatrocientosfrancosderentaportodafortuna.
Celeste tenía doce años y era bella; necesitaba profesores; iba a costar, por lomenos,dosmilfrancosalaño.Lamadreviolanecesidaddecolocarlabajolosojosde sus padrinos. Había aceptado las proposiciones, bien cuerdas, por cierto, de laseñorita Thuillier que, sin comprometerse en lo más mínimo, hizo comprenderclaramentealaseñoraColevillequelasfortunasdesuhermano,sucuñadaylasuyapropiaestabandestinadasaCeleste.LaniñahabíavividoenAuteuilhastalaedaddesieteaños,adoradaporlabuenaviejaLemprun,quemurióen1829,dejandoveintemil francos de economías y una casa que fue vendida por la suma exorbitante deveintiocho mil francos. La pequeña había visto poco a su madre y mucho a loshermanosThuillier.De1829,añodesuentradaenlacasapaterna,a1833,cayóbajolainfluenciadesumadre,queseesforzabaentoncesencumplirbienconsusdeberes,yquelosexageraba,comohacentodaslasmujeresllenasderemordimiento.Flavia,sinserunamadrecruel,guiabaseveramenteasuhija;recordabasupropiaeducacióny se juró secretamente hacer deCeleste unamujer honesta, y no unamujer ligera.Paraellolallevabaalaiglesia,yasílehizohacersuprimeracomuniónconuncura
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deParísquemástardefueobispo.Celestesehizoaúnmáspiadosaviendounasantaen su madrina, a quien adoraba; ella se sentía más querida de la pobre mujerabandonadaquedesupropiamadre.
De1833a1839Celesterecibiólamásbrillanteeducación,segúnlasideasdelaburguesía.Losmejores profesores demúsica hicieronde ella unapasable pianista;era capaz de hacer correctamente una acuarela; bailaba maravillosamente; habíaestudiadoy aprendido lengua francesa e historia, geografía, inglés, italiano, en fin,todoloquecomponelaeducacióndeunaseñoritadistinguida.Detallamediana,unpoco gorda y un poco miope, no era ni fea ni bonita; no le faltaban blancura niapariencia; pero ignoraba enteramente la distinción. Su gran sensibilidad contenidahacíaquetodosestuviesendeacuerdosobreunpunto,elgranrecursodelasmadres:su capacidad de cariño.Una de sus auténticas bellezas la constituía unamagníficacabellera,fina,deuncolorrubioplomizo;perolasmanosylospiesdenunciabansuorigenburgués.
Celeste estaba llena de virtudes preciosas: era buena, sencilla, sin hiel; amabaprofundamenteasuspadresygustosamentesehubierasacrificadoporellos.
Educada en lamás profunda admiración por su padrino, por Brigitte—que sehacíallamardeellatíaBrigitte—,porlaseñoraThuillierysumadre;atraídacadavezmásporelviejobellodel Imperio,Celeste tenía lamásalta ideadelexsubjefe.ElpabellóndelacalledeSantoDomingoleproducíaelefectoqueproduciríaelcastillodelasTulleríasauncortesanodelajovendinastía.
Thuillier no había resistido a la acción laminadora que gradúa la máquinaadministrativa, donde uno adelgaza en relación con su extensión. Gastado por unfastidioso trabajo tanto como sus éxitos gastaron al hombre, el ex subjefe habíaperdido todas sus facultades al venir a la calle de Santo Domingo; pero su carafatigada,dominadaporunairearrogante,mezcladoconcierta alegría, recordaba lafatuidad del empleado superior. Celeste amaba aquella cara descolorida, que laimpresionabavivamente.Ellasesabíalaalegríadeaquellacasa.
Los Coleville fueron, naturalmente, el centro de la sociedad que la señoritaThuillier ambicionó agrupar alrededor de su hermano. Un antiguo empleado de ladivisiónLaBillardière,elseñorPhellion,quehabitabaenelbarriodeSaint-Jacquesdesdetreintaañosantes, jefedebatallóndelaLegión,fuerápidamenteencontrado,por el antiguo preceptor y el ex subjefe, en la primera revista de la Legión. EstePhellioneraunodeloshombresmásconsideradosdelbarrio.Teníaunahija,antiguamaestradelpensionadoLagrave,casadaconuninstructordelacalledeSanJacinto,elseñorBarniol.
El hijomayordePhellion, profesor dematemáticasdeun colegio real, daba almismotiempolecciones,preparabaparaexámenesyseentregaba,segúnlaexpresiónde su padre, a las matemáticas puras. El hijo segundo estaba en la Escuela de
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Caminos y Puentes. Phellion tenía un retiro de novecientos francos y poseíamil ypicoderenta,frutodesuseconomíasylasdesumujerentreintaañosdetrabajosyprivaciones. Era propietario de la casita con jardín que habitaba en el callejón sinsalida Fevillantines. (En treinta años nunca dejó la expresión «callejón sin salida»parausarlamásantiguaycomúncul-de-sac.)
Dutocq, el escribano de la justicia de Paz, antiguo empleado del Ministerio,sacrificado en otro tiempo a una de esas necesidades que se encuentran en elGobierno representativo, había aceptado el papel de cargaculpas (en un momentocrítico),yfuerecompensadosecretamenteconunasumasuficienteparacomprarsupuestodeescribano.Estehombre,nomuyhonorableporcierto,espíadelasoficinas,no fue acogido por los Thuillier como él esperaba serlo, mas la frialdad de suspropietarioslehizopersistirenvisitarles.
Soltero, lleno de vicios, escondía cuidadosamente su vida y sabía, con suadulación,mantenerseabienconsussuperiores.Eljuezdepazlequería.Pormediode bajas y groseras adulaciones, que hacen siempre su efecto, este vergonzosopersonaje supohacerse tolerar encasade losThuillier.Conocíaa fondo lavidadeThuillier,susrelacionesconColevilley,sobretodo,conlaseñoraColeville;temíansuvenenosalengua,yporello,sinllevarlehastasuintimidad,lesufrían.Lafamiliaquesehizolaflordelsalónfueladeunempleadillo,enuntiempocompasióndelasoficinas que, impulsado por la miseria, abandonó la Administración en 1827 paralanzarsealaindustriaconunaidea.
Minard vio una fortuna en una de esas concepciones perversas quedesprestigiaban el comercio francés y que en 1827 no había aún destruido lapublicidad.Minardadquiriótéylomezclócontéyausadoypresecado;mástarde,ciertasalteracionesenloselementosdelchocolatelepermitieronvenderloaprecioseconómicos.Estecomerciodegéneroscoloniales,comenzandoconelbarriodeSanMarcelo,hizodeMinardunnegociante;llegóatenerunafábrica,ysusrelacioneslepermitieronllegaralafuentedelasmateriasprimas;entonceshizo,honorablementey en grande, el comercio que en un principio hiciera indelicadamente. Se hizodestilador;susnegociosabarcabancantidadesenormesdegéneros,yen1835pasabapor ser el negociantemás rico del barrioMaubert. Compró una de lasmás bellascasasdelacalleMaçons-Sorbonne;en1839fueelegidoalcaldedeunbarrioyjuezdel Tribunal de Comercio. Tenía coche, tierras cerca de Lagny, su mujer llevabadiamantesen losbailesde lacorteyélseenorgullecíadesurosetadeoficialde laLegióndeHonor.
Tantoélcomosumujereranexcesivamentecaritativos.Quizáqueríandevolverpoco a poco a los pobres lo que habían estafado al público. Phellion, Coleville yThuillierencontraronaMinarddurantelaselecciones,ydelencuentrosaliólaíntimaunióndetodos.ZelieMinardparecíaencantadadehacerasuhijaamigadeCeleste
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Coleville,yfueenungranbailedadoporlosMinarddondeCelestehizosuentradaensociedad,alosdieciséisañosymedio,vestidacomopedíasunombre,queparecíaprofético para su vida. Contenta de la amistad de la señoritaMinard, cuatro añosmayorqueella,CelesteobligóasupadreyasupadrinoafrecuentarlacasaMinard,de salones dorados y gran opulencia, adonde solían concurrir algunas celebridadespolíticasdeljustomedio:élseñorPopinot,mástardeministrodeComercio;Cochin,devenidobarónCochin;unantiguoempleadodeladivisiónClergeotdelMinisteriode Finanzas, copropietario de una gran droguería, y quien, con el señor AnselmoPopinot,constituíanlosoráculosdelbarriodelosLombardsydelosBourdonnais.Elhijo mayor de Minard, abogado, que aspiraba a suceder a los que desde 1830abandonaronelforoporlapolítica,eraelgeniodelacasa,ysumadre,tantocomosupadre, aspiraban a casarle bien. Zelie Minard, antiguamente obrera florista, eraapasionadadelasaltasesferassociales,enlasquequeríapenetrarporelintermediodelosmatrimoniosdesushijos,mientrasqueMinard,máscuerdoqueella,imbuidode la fuerzade laclasemediaque la revoluciónde julio introdujoen las fibrasdelpoder,pensabasolamenteenlafortuna.
MinardfrecuentabaelsalóndelosThuillierparainformarsesobrelasfortunasaqueCelestepodíaaspirar.Élconocía,igualquePhellionyqueDutocq,losrumoresque había levantado antaño la amistad de Thuillier con Flavia, y comprendió a laprimeramiradalaidolatríadelosThuillierporsuahijada.Dutocq,paraseradmitidoen lacasadeMinard, adulóaesteprodigiosamente.CuandoMinard, elRothschilddel barrio, vino a la casa Thuillier, Dutocq, muy finamente, casi le comparó aNapoleón, al verle gordo, robusto, fresco, él, que le había conocido en la oficinaflaco,pálido,débil.
—CuandoustedestabaenladivisiónLaBillardièreeracomoBonaparteantesdel18Brumario,yahoramepareceveralNapoleóndelImperio.
MinardacogiófríamenteaDutocqynoleinvitó;asísehizounenemigomortaldelvenenosoescribano.
El señor y la señora Phellion, pormuy dignos que fuesen, no podían evitar elhacersuscálculosytenersusesperanzas,pensandoqueCelestepodíamuybienserparasuhijoelprofesor.Así,paratenerunaespeciedepartidoenelsalónThuillier,presentaronasuyerno,elseñorBarniol,hombreconsideradoenel faubourgSaint-Jacques,viejoempleadodelaAlcaldía,aquienColevillehabíarelativamentequitadola secretaría en la Alcaldía, que esperaba como recompensa a sus veinte años deservicios.LosPhellionformabanunafalangecompuestadesietepersonasasiduas;lafamiliaColevillenoeramenosnumerosa,demodoquealgunosdomingos llegabanhasta treinta losvisitantesdel salónThuillier. Jerónimoreanudósuamistadcon losSaillard, los Baudoyer, los Falleic, todos gentes importantes del barrio de la plazaReal,yaquienesinvitóamenudoacomer.
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LaseñoraColevilleeralafiguramásdistinguidadeaquellasociedad.Minardhijoy el profesor Phellion eran los hombres superiores. Los restantes, sin ideas, sininstrucción,salidosderangosinferiores,sintetizabanlostiposylasridiculecesdelapequeña burguesía. A pesar de que todo advenedizo supone unmérito cualquiera,Minard no era otra cosa que un globo hinchado. Deshaciéndose en frases vacías,tomandolaobsequiosidadpor lacortesíay lafórmulapor laespiritualidad, lanzabasus lugares comunes con un aplomo y una redondez que se aceptaban comoelocuencia. Esas palabras que no dicen nada y responden a todo: progreso, vapor,asfalto, guardia nacional, orden, elemento democrático, espíritu de asociación,legalidad, movimiento y resistencia, intimidación, aparecían en cada fase de lapolítica, inventadas porMinard, que parafraseaba las ideas de su periódico. JulianMinard,eljovenabogado,tolerabaasupadretantocomoéstetolerabaasumujer.Enefecto,conlafortuna,Zeliesellenódepretensionessinhaberpodidoaprendernuncael francés, y su gordura le hacía semejar siempre a una cocinera que se hubiesecasadoconsuseñor.
Phellion, modelo del pequeño burgués, presentaba tantas virtudes comoridiculeces.Subordinadodurantetodasuvidaburocrática,continuabarespetandolassuperioridades sociales. Así, delante deMinard estaba siempre callado. El tiempocrítico del retiro lo había resistido tranquilo. He aquí cómo. Nunca este digno yexcelente hombre había podido entregarse a sus gustos. Él amaba París y seinteresabaporlosembellecimientos,lasreconstrucciones,ygustabadetenersefrentealosedificiosendemolición.Allíselepodíaver,intrépidamenteparado,narizhaciaelcielo,asistiendoalacaídadeunapiedraqueelalbañildesprendeconunapalancadesde loaltodeunamuralla,ysindejarsu lugarhastavercaer lapiedra; luegosemarchaba,contentocomounacadémicoloestaríadelacaídadeundramaromántico.Verdaderascomparsasdelagrancomediasocial,Phellion,Landigeoisysusparientesteníanasucargolasfuncionesdelosantiguoscoros.Llorancuandolosdemáslloran,ríencuandohayquereírycantanenretornelolosinfortuniosylasalegríaspúblicas;triunfan en su rincón con los triunfosdeArgelia, deConstantinopla, deLisboa, deUlloa;deploranlamuertedeNapoleón,lasfunestascatástrofesdeSaint-Merryydela calle Trasnonain, y lloran a los hombres célebres a quienes ignoran.Y Phellionofreceaúnunadoblecara:ladedividirseentrelasrazonesdelaoposiciónylasdelGobierno. ¿Que las gentes se baten en las calles? Phellion se pronuncia, lleno decoraje, al lado de sus vecinos. Luego, en la plaza de San Miguel compadecía alGobierno, y así cumplía con su deber. Antes y durante la sedición sostenía a ladinastía,obradelmovimientodejulio;perodesdequeelprocesopolíticocambiabase pasaba al enemigo. Esta veletería asaz inocente se volvía a encontrar en susopiniones políticas. Para todo aparecía en escena el coloso del Norte, especie dematerialismo inglés. Inglaterra es para él, como para el viejo constitucional, una
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comadre con dos ocupaciones: unas veces la maquiavélica Albión; otras, el paísmodelo;maquiavélicacuandosetratadelosinteresesdeFranciaydeNapoleón;paísmodelo cuando se habla de errores del Gobierno. Él admite, con el periódico, alelemento democrático, pero rehúsa en la conversación todo pacto con el espíriturepublicano.Elespíriturepublicanoen1793eslarevolución,elterror,laleyagraria.Elelementodemocráticoeseldesenvolvimientodelapequeñaburguesía,elreinadodePhellion.
Este hombre vejete está siempre envuelto en dignidad; la dignidad sirve paraexplicar su vida. Dignamente ha criado a sus hijos, a los ojos de los cuales siguesiendoelpadre.Enelhogarquierequeselerindanhonores,comoélrindealPoderyasussuperiores.Nuncahacontraídodeudas.Juez,suconciencialehacesudarsangrey agua siguiendo el debate de un proceso, y no ríe nunca, aun cuando rían losmagistrados, laAudiencia y elministerio público.Eminentemente servicial, da susatenciones,sutiempo,todo,exceptosudinero.FélixPhellion,suhijo,elprofesor,essu ídolo;paraél,hade llegarundíaa laAcademiadeCiencias.Thuillier, entre laaudaz nulidad deMinard y la rígida tontería de Phellion, era como una sustancianeutra,quetenía,sinembargo,deambosporsumelancólicaexperiencia.Asícomosu peluquero, con arte infinito, le ocultaba la piel amarillenta del cráneo bajo lasondasfilamentosasdesuscabellosgrises,élocultabacontrivialidadeselvacíodesucerebro.
—En cualquiera otra carrera —decía, hablando de la Administración—, yohubiesesidootracosa.
Élconocíaloperfecto,posibleenteoríaeimposibleenlapráctica;losresultadoscontrariosalaspremisas;relatabalasinjusticias,lasintrigas,elaffaireRabourdin.
—Despuésdeesto,unopuedecreerentodoynocreerennada—decía—.¡Ah,escosabiengraciosaunaAdministración,yyoestoybiencontentodeno tenerhijos,porqueasínolesveréseguiresacarrera!
Coleville,siemprecontento,franco,buenazo,amigodelchiste,ocupadoconsusanagramas, siempre en movimiento, representaba al burgués capaz y burlón, lasfacultadessineléxito,eltrabajotenazsinresultado,asícomolajovialresignación,elespíritusinalcanceyelarteinútil,puessiendounexcelentemúsiconotocabayamásqueparasuhija.
Ese salón era, pues, una especie de salón de provincia, pero iluminado por losreflejos del continuo incendio parisiense: su mediocridad, sus insignificanciasseguían la corriente del siglo.La frase demoda y el suceso: enParís la frase y elsuceso son como el caballo y el jinete, y llegan siempre sucesivamente. Al señorMinardseleesperabasiempreparasaberlaverdadenlasgrandescircunstancias.Lasmujereslevantabanbanderasporlosjesuitas;loshombresdefendíanlaUniversidad,pero generalmente lasmujeres se limitaban a escuchar.Un hombre de espíritu, de
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haber podido soportar el aburrimiento de estas veladas, se reiría como en unacomediadeMolière,oyendoalfinaldelargasdiscusionescosassemejantesaestas:«La revolución de 1789, ¿podía haberse evitado? Los empréstitos de Luis XIV lahabíanpreparado.LuisXV,unegoísta,hombredeespírituceremonioso,reydisoluto,¡ustedconocesuparquedelosciervos!,contribuyóenmucho.MonsieurDeNecker,ginebrinomal intencionado, dio la sacudida.Los extranjeros hanodiado siempre aFrancia.ElmáximumhizomuchodañoalaRevolución.Porderecho,LuisXVInohubiese sido condenado; un jurado lo hubiese absuelto. Bonaparte fusiló a losparisienses, y esta audacia le dio resultado. Luis Felipe se apoyó en este ejemplo.¿PorquécayóCarlosX?Napoleónesungranhombre,ylosdetallesquepruebansugenioestánenlasanécdotas:aspirabatabacocincovecesenunminuto,sacándolodebolsillosforradosdecueroadaptadosalosbolsillosdelchaleco.Élmismollevabalascuentasdesusproveedorese ibaa lacalleSanDionisioparasaberelpreciode lascosas. Taima era su amigo, y de él aprendió los gestos; sin embargo, nunca quisocondecorar a Taima. El emperador montó la guardia de un soldado dormido paraevitarleelserfusilado.Esascosaslehacíanseradoradoporsussoldados.LuisXVIIInofuejustoalllamarlemonsieurdeBuonaparte.EldefectodelGobiernoactualeselde dejarse llevar en vez de llevar. Se ha colocado demasiado bajo. Tiene miedo(Minard)aloshombresdeenergía;debíahaberrotolosTratadosde1815ypedirelRinaEuropa.Sejuegademasiadoalministerioconlosmismoshombres».
—Usted ya ha combatido bastante por el espíritu—decía entonces la señoritaThuillier—;lamesaestápreparadaparaquejuguéisvuestrapartidita.
Lasolteronaterminabasiempreconestaproposiciónlasdiscusionesqueaburríana lasmujeres. Si todos los hechos y las generalidades descritas hasta ahora no seencontrasen en formade argumentoparapintar el cuadrode esta escenaydarunaidea del espíritu de la sociedad, hubiera redundado en perjuicio del drama. Esteesbozoes,porcierto,deunafidelidadverdaderamentehistórica,ymuestraunacapasocialdebastanteimportanciaencuantoacostumbres,sobretodosisepiensaqueelsistemapolíticodelaramaprincipalhizodeellasupuntodeapoyo.
Elinviernodelaño1839fueelmomentoenqueelsalóndelosThuillieralcanzómayor esplendor. Los Minard venían casi todos los domingos a pasar una horacuando tenían obligación de asistir a otras veladas, y terminaban por marcharseMinardconsushijos,dejandoenelsalónasuesposa.EstaasiduidaddelosMinardladeterminóunencuentro,tardío,porcierto,delosseñoresMetivier,BarbetyMinard,una noche que los dos importantes inquilinos estuvieron hasta más tarde que deordinariocharlandoconlaseñoritaThuillier.MinardsupoporBarbetquelasolteronaletomabacercadetreintamilfrancosdevaloresacincoyseismeses,arazóndesieteymedioporcientoalaño,yquetomabaaMetiviervaloresporunasumaigual,demodoqueelladebíamanejar,porlomenos,cientoochentamilfrancos.
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—Yohagoeldescuentodelalibreríaadoce,ysólotomobuenosvalores.Nadaesmáscómodo—terminóBarbet—.YdigoquetienecientoochentamilfrancosporquesólopuededaralaBancaefectosanoventadías.
—¿TieneustedcuentaenelBanco?—preguntóMinard.—Yalocreo—respondióBarbet.Amigodeun regentedelBanco,Minardsupoque laseñoritaThuillier teníaun
créditodecercadedoscientosmil francos,garantizadoporundepósitodecuarentaacciones.
—Estagarantíaera—ledijeron—superflua;laBancadebíatodaslasatencionesaunapersonaqueleerabienconocidayquedirigíalosasuntosdeCelesteLemprun,lahijadeunempleadoquellevótantosañosdeserviciocomolaBancadeexistencia.La señorita Thuillier, además, no había nunca, durante veinte años, pasado delalcancedesucrédito.Ellaenviabasiempresesentamilfrancosdeefectospormesatresmeses, loquehacía alrededorde ciento sesentamil francos.Por ello—dijo elcensor—, si ellanosenviarael tercermescienmil francosdeefectos,nosotrosnodevolveríamosuno solo.Ella tiene una casa que no está hipotecada y valemás decienmilfrancos.Además,quetodossusvaloresvienendeBarbetydeMetivier, loquehacecuatrofirmas,lasuyacomprendida.
—¿PorquélaseñoritaThuilliertrabajatanto?—preguntóMinardaMetivier.—¡Oh!,sindudaparaestablecerasuCeleste.—Perotodoesovendrá,alfin,apararamanosdeusted—dijoMinard.—¡Oh!—respondióMetivier—,paramí esmejor negocio casarme conunade
mis primas; mi tíoMetivier me ha hecho sucesor de sus negocios; tiene cienmilfrancosderentaysólodoshijas.
PormuymisteriosaquefueselaseñoritaThuillier,yapesardequenocontabaanadie,nisiquieraasuhermano,susinversiones;apesardequeenglobabaenunasolamasa las economías hechas sobre la fortuna de la señoraThuillier y sobre la suyapropia,eramuydifícilqueaquellaluznoatravesaselascapasquecubríansutesoro.
Dutocq,quefrecuentabaaBarbet,conquienteníamássemejanzaenelcarácteryen lafisonomía,habíacalculado,más justamentequeMinard, laseconomíasde losThuillier en ciento cincuentamil francos en 1838, y podía seguir secretamente losprogresos,ayudadoporelsabioBarbet.
—Celeste tendrádenosotrosdoscientosmil francos—habíadicho la solterona,enconfianza,aBarbet—,y laseñoraThuillierquiereasegurarleconuncontrato lapropiedad de sus bienes. En cuanto a mí, mi testamento está hecho. Mi hermanotendrá todo mientras viva, y Celeste será mi heredera con esta reserva. El señorCardot,minotario,eselejecutortestamentario.
BrigitteThuillierhizoquesuhermanoreanudarasusantiguasrelacionesconlosSaillard,losBaudoyer,losFalleic,quienesocupabanunasituaciónanálogaaladelos
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ThuillierylosMinardenelbarriodeSanMartín,delqueSaillarderaalcalde.Cardot,elnotario,presentóunpretendientealamanodeCelesteenlapersonadel
señor Godeschal, procurador, sucesor de Dervill, hombre de treinta y seis años,inteligenteyque,habiendopagadocienmilfrancosporsuprocuraduría,salvaríaunadote de doscientos mil francos. Minard hizo despedir a Godeschal, informando aBrigitte que, de casarse Celeste con Godeschal, tendría por cuñada a la famosaMariette,delaÓpera.
—Ella sale—dijo Coleville, haciendo alusión a su mujer—, y no es cosa devolveraentrar.
—AdemásqueGodeschalesdemasiadoviejoparaCeleste—expusoBrigitte.—Y—continuótímidamentelaseñoraThuillier—debemosdejarlaquesecasea
sugusto,queseafeliz.LapobremujerhabíavistoenFélixPhellionunverdaderoamorporCeleste,un
amorcomounamujeranuladaporBrigitteyheridaporlaindiferenciadeunmaridoquesepreocupabamenosdesuesposaquedeunacriada,podíasoñarlo;valienteenelcorazón,tímidofuera,segurodesímismoytemeroso,recogidoyescondidoparatodos,expandiéndoseenloscielos.Alosveintitrésaños,FélixPhellioneraunjovendulce, cándido como los sabios que cultivan la ciencia por la ciencia. Educadosantamente por un padre que tomaba todomuy en serio, dándole buenos ejemplosacompañados demáximas triviales. Era de tallamediana, los cabellos de un colorcastaño claro, ojos grises, la piel cuajada de pecas, dotadode una voz simpática ymaneras tranquilas, pocogesticulador, soñador, diciendo siemprepalabras sensatas,amigodenocontradeciranadiey,sobretodo,incapazdeunpensamientosórdidoodeuncálculoegoísta.
—¡Asíhubieraqueridoyounmarido!—habíapensadomuchasveces laseñoraThuillier.
Amediadosdel inviernode1839a1840, en elmesde febrero, el salónde losThuillier contenía losdiversospersonajes cuyas siluetas acabande ser trazadas.Seacercabael findelmes.BarbetyMetivier, teniendocadaunoquepedir treintamilfrancosalaseñoritaThuillier,jugabanunwhistconMinardyPhellion.EnotramesaestabanreunidosJuliánelabogado,sobrenombredadoporColevillealjovenMinard;la señora Coleville, Barniol y la señora Phellion. Una partida de naipes a cincocéntimos la ficha ocupaba a la señora Minard, que no sabía otro juego; dosColevilles, el viejo Saillard y Baudoyer, su yerno. Esperaban plaza Landigeois yDutocq.LasseñorasdePhellion,Baudoyer,BarniolylaseñoritaMinardjugabanunboston. Celeste estaba sentada al lado de Prudencia Minard. El joven Phellionescuchaba a la señorita Thuillier, mirando a Celeste. Al otro lado de la chimeneareinaba sobre una butaca la reina Isabel, de la familia. Sus ropas eran tan simplesahoracomohacíatreintaaños:ningunaprosperidaderacapazdehacerlecambiarsus
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costumbres.Sobresuscabellos,decolorchinchilla,portabaungorrodegasanegra,adornado con geraniosCarlosX; el vestido, en estofa, color uva deCorinto, valíaquincefrancos;elcuellobordado,quenoalcanzabaaesconderelprofundosurcoquehacían los dosmúsculos que unen la cabeza a la columna vertebral, valía diez. ElactorMouvel,encarnandoaAugustoensusúltimosdías,nopresentabaunperfiltanduro como el de esta autócrata, tejiendo los calcetines de su hermano. Junto a lachimenea, de pie, dispuesto a salir a recibir a los que llegasen, estaba Thuillier, yjuntoaélunjovencuyaentradaprodujeragransensacióncuandoelportero,quelosdomingosvestíaconmejoruniforme,anunciaraalseñorOliverioVinet.
Una confidencia de Cardot al célebre procurador general, padre del jovenmagistrado,eralacausadeestavisita.OliverioVinetacababadepasardeltribunaldeArcis aldelSenaencalidadde sustitutodelprocuradordel rey.Cardot, elnotario,había reunido en una comida a Thuillier, al procurador general, quien parecíaindicado paraministro de Justicia, y a su hijo.Cardot evaluaba en setecientosmilfrancos,porelmomento,lasfortunasquedebíantocaraCeleste.VinethijoparecióencantadodepoderirlosdomingosalacasaThuillier.Lasgrandesdoteshacenhoycometergrandesestupideces,sinningúnpudor.
Diezminutosmástarde,otrojovenquecharlabaconThuillierantesdelallegadadelsustituto,elevólavoz,apasionandounadiscusiónpolítica,yobligóalmagistradoaimitarle,porlavivacidadquetomabaeldebate.SetratabadelavotaciónporlacuallaCámaradediputadosacababadederrotaralMinisteriodel12demayo,negándosealadotaciónsolicitadaporelduquedeNemours.
—Sin duda—decía el joven—, que yo estoy lejos de pertenecer a la opinióndinásticaylejosdeaprobareladvenimientoalpoderdelaburguesía.Laburguesíanodebe,comoenotrotiemponolodebiólaaristocracia, tener todoelpoder.Pero,enfin, la burguesía francesa se encargó de crear una nueva dinastía, una realeza paraella, ¡y vea cómo la trata! Cuando el pueblo dejó a Napoleón elevarse hizo algoespléndido, monumental, y dio noblemente su sangre y su sudor para construir eledificio del Imperio. Entre las magnificencias del trono aristocrático y las de lapúrpura imperial, entre losgrandesyelpueblo, laburguesíaesmezquinaybajaelpoderhastaellaenvezdeelevarsehastaelpoder.Laseconomíasdecabodevelaensus comercios quiere ejercerlas sobre sus príncipes. Y lo que es virtud en susalmacenesesfaltaycrimenalláarriba.Yoquisieramuchascosasparaelpueblo,peroyonohubieranuncacortadodiezmillonesalnuevopresupuesto.Alconvertirseencasitodo,laburguesíanosdebíalafelicidaddelpueblo,elesplendorsinfaustoylagrandezasinprivilegios.
El padre de Oliverio Vinet era uno de los jefes de la coalición. La plaza deguardasellos real no acaba de serle concedida. El joven sustituto no sabía quéresponderypensabaquelomejorseríaabandonarlacuestión.
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—Ustedtienerazón—dijo—,perocreoqueantesdesalirenparadadegalatienela burguesía deberes que cumplir con Francia. El lujo de que usted habla vienedespués de los deberes.Y eso que le ha parecido tan reprochable no ha sido nadamenosquelanecesidaddelmomento.LaCámaraestámuylejosdetenersuparteenlosnegocios;losministrossonmenosdeFranciaquedelaCorona,yelParlamentohatratadodequeelMinisteriotenga,comoenInglaterra,unafuerzapropiaynounafuerzaprestada.EldíaqueelMinisterioobreporsímismoyrepresenteenelpoderEjecutivoa laCámara, como laCámara representaalpaís, elParlamento serábienliberalcon laCorona.Ahíestá lacuestión.Yolaexpongosindarmiopinión,puesquelosdeberesdemiministeriotienen,enpolítica,ciertafidelidadalaCorona.
—Fueradelacuestiónpolítica—replicóeljoven,cuyapronunciacióndenunciabaaunprovenzal—,noesmenosciertoquelaburguesíanohacomprendidosumisión;asípodemosserprocuradoresgenerales,primerospresidentesyparesdeFranciaqueviajan en ómnibus, jueces que viven de su sueldo, prefectos sin fortuna,ministrosendeudados.Laburguesía,alapoderarsedeestospuestos,debíahonrarloscomoloshonróenuntiempolaaristocracia,yenvezdeocuparlosparahacerfortuna—segúnhan demostrado escandalosos procesos—, debían ocuparlos gastando en ellos susrentas…
«¿Quién será este joven?—se preguntabaOliverioVinet escuchándole—. ¿Unpariente?Cardotdebióacompañarmeenmiprimeravisita.»
—¿Quiéneseseseñor?—preguntóMinardaBarbet—.Variasveceslohevistoaquí.
—Esuninquilino—respondióMetivier,dandolascartas.—Unabogado—dijoBarbetenvozbaja—queocupaunpequeñoapartamento
eneltercero…¡Oh!,noesgrancosaynoposeenada.—¿Cómosellamaesejoven?—preguntóOliverioVinetaThuillier.—Teodosio de la Peyrade, y es abogado —respondió Thuillier al oído del
sustituto.En aquel momento las mujeres, tanto como los hombres, miraban a los dos
jóvenes,ylaseñoraMinardnopudocontenerseydijoaColeville:—Esguapoesejoven.—Yo hice su anagrama —respondió el padre de Celeste—, y sus nombres y
apellidos: Carlos María Teodosio de la Peyrade, profetizan lo siguiente: ¡Eh!, elseñor pagará, la dote, los patos y el carro…[1] Por lo tanto, mi querida mamáMinard,guardaosbiendedarlevuestrahija.
—Hayquienencuentraaestehombresuperioramihijo:¿quépiensausted?—¡Oh!,enloquealofísicoserefiere,unamujertendríaquebalancearantesde
escoger—dijolaseñoradeColeville.Entonces,contemplandoaquelsalónllenodepequeñosburgueses,eljovenVinet
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tratódeobrarfinamenteexaltandoalaburguesíaysemostródeacuerdoconeljovenabogadoprovenzal,diciendoquelasgenteshonradasconlaconfianzadelGobiernodebían imitar al rey, cuyamagnificencia sobrepasaba enmucho a la de la antiguaCorte,yqueeconomizarelsueldodeunpuestoeraunatontería,porciertoimposible,sobretodoenParís,dondelavidahabíatriplicadodeprecioydondeelapartamentodeunmagistrado,porejemplo,costabamilescudos…
—Mi padre—dijo terminando—me damil escudos por año, y conmi sueldoapenaspuedosostenermirango.
Cuando el sustituto cabalgó por este camino pantanoso donde el provenzal lohabía finamente llevado, el joven La Peyrade cambió conDutocq unamirada quenadienotó.
—Y necesitan tantas plazas —dijo el escribano—, que se habla de crear dosjusticias de paz por barrio, con el fin de tener doce escribanías más… Como siestuvieranautorizadosparaatentarcontranuestrosderechoscreandoesasplazas,quesepaganaunprecioexorbitante.
—YonohetenidoaúnelgustodeescucharleenlaAudiencia—dijoelsustitutoalseñorDelaPeyrade.
—Yosoyelabogadodelospobresysólopleiteoenlajusticiadepaz—respondióelprovenzal.
Oyendolateoríadeljovenmagistradosobrelanecesidaddegastarlasrentas,laseñorita Thuillier había tomado un aire de ceremonia cuya significación era bienconocida del provenzal y de Dutocq. El joven Vinet salió conMinard y Julián elabogado, y el campo de batalla quedó, junto a la chimenea, para La Peyrade yDutocq.
—La alta burguesía —dijo Dutocq a Thuillier— se conducirá como en otrotiempolaaristocracia.Lanoblezaqueríahijasricasparaabonarsustierras;nuestrosadvenedizosdehoyquierendotesparatenerrecursosconquecontar.
—EsomismomedecíaestamañanaelseñorThuillier—respondióatrevidamenteelprovenzal.
—El padre —continuó Dutocq— se casó con una señorita de Chargebouef yadoptólasopinionesdelanobleza;ahoranecesitandineroatodacosta,sumujerllevauntrenreal.
—¡Oh!—dijoThuillier,aquienlaenvidiadeunosburguesesporotrosdespertaba—,quitadlessuspuestosaesasgentes,yvolveránadondesalieron…
BrigitteThuilliertejíaconunmovimientotanprecipitado,quesediríaimpulsadoalvapor.
—Ledejolaplaza,señorDutocq—dijolaseñoraMinard,levantándose—.Tengolospiesfríos—agregó,acercándosealfuego,dondelosorosdesuturbantehicieronunefectodefuegosartificialesbajolaluzdelaEstrellaquehacíavanosesfuerzospor
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iluminarelsalón.LaseñoraColevilleexaminabaalprovenzalylecomparabaaljovenPhellion,que
charlaba conCeleste sin ocuparse de lo que pasaba alrededor de ellos.He aquí elmomento de pintar al extraño personaje que debía representar un gran papel en lacasaThuillieryquemereceverdaderamentelacalificacióndegranartista.
Existe en Provenza, particularmente enAviñón, una raza de hombres, rubios ocastaños,detezsuaveyojoscasitiernos,depupiladulce,calmaolánguida,queviveardiente y profundamente, como es bien corriente en los meridionales. Hagamosobservardeunavezque,entreloscorsos,lostipossujetosacóleraseirascibilidadespeligrosas son amenudo rubios y de aparente tranquilidad. Esos hombres pálidos,robustos,demiradaunpocoturbiayojosverdesoazules,sonlopeorenProvenza;yCarlosMaría Teodosio de la Peyrade era un bello ejemplar de esta especie, cuyaconstituciónmerece un cuidadoso examen de la cienciamédica y de la psicologíafilosófica.Avecesseremueveenellosunaespeciedebilis,dehumoramargo,quelessubealacabezayloshacecapacesdeaccionesferoces,enaparienciaejecutadasfríamente, que son el resultado de su ebriedad interior, incompatible con susenvolturascasilinfáticasylatranquilidaddesusmiradasbenévolas.
El jovenprovenzal, nacido en los alrededores deAviñón, era demediana talla,bienproporcionado,casirobusto,deuncolordepielindistinto,nilívido,nimate,nicoloreado, más bien gelatinoso: sólo esta palabra puede dar la idea de una piellánguida e insípida bajo la cual se escondían nervios menos vigorosos quesusceptiblesdeprodigiosaresistenciaenciertoscasos.Losojos,deunazulpálidoyfrío, tenían normalmente una especie de melancolía engañadora que, para lasmujeres,debíadetenergranencanto.Lafrente,bienmodelada,noexentadenobleza,armonizaba con la cabellera fina, de color castaño claro, ligeramente rizado en losextremos. La nariz, exacta a la de un perro de caza, chata, hundida en la punta,curiosa,inteligente,indagadora,enlugardelalógicaexpresiónalegre,erairónicayburlona;peroestasdosfasesdelcarácternosemostrabannuncayeranecesarioqueel jovendejaradeobservarsey entrase en furorparaque salieran el sarcasmoy laironíaquemultiplicabansusbromasinfernales.Laboca,deagradablesinuosidad,delabiosdeunrojogranada,eraelmaravillosoinstrumentodeunórgano,casisuaveenlamediavozqueTeodosioconservabasiempreyque,alta,vibrabaenlosoídoscomoel sonido de un gong. Este falsete era la voz de sus nervios y su cólera. Su caraovaladacarecíadeexpresiónacausadeuníntimodeseodequeasífuese.Yenfin,susgestos,deacuerdoconlacalmasacerdotaldelacara,estabanllenosdereserva,deconveniencia,ysusmaneras,sinllegaralembeleso,poseíanunaciertaseducciónquenoseexplicabacuandoélnoestabapresente.Lasimpatía,sitienesumanantialenelcorazón,dejaprofundashuellas;siesunproductodelarte,comolaelocuencia,produce sólo triunfos pasajeros, y con ellos obtiene sus efectos. Pero en la vida
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privada, ¿cuántos filósofoshay capacesdediferenciar?Casi siempre, para emplearunaexpresiónpopular,eljuegoestáganadocuandolasgentesvulgarescomienzanaverlatrampa.
Todo en este joven de veintisiete años armonizaba con su carácter actual;obedecía a su vocación cultivando la filantropía, única expresión que explica alfilántropo. Teodosio amaba al pueblo y separaba su amor del de la humanidad.Semejantealoshorticultoresqueseentreganalasrosas,lasdalias,losclavelesolosgeraniosynoprestanningunaatenciónalasespeciesnoelegidasporsufantasía,estejovenLaRochefoucauld-Liancourt pertenecía a los obreros, a los proletarios, a lasmiserias de los barrios Saint-Jacques y San Marcelo. Al hombre fuerte, al genioacorraladoyalospobresvergonzantesdelaclaseburguesa,éllosseparabadelsenodelacaridad.Entodoslosmaníacoselcorazónessemejanteaesascajasconmuchoscompartimientosdondeseguardanlasespecias;elsuumcuiquetribuereessudivisaymidenladosisparacadadeber.Hayfilántroposquenoseapiadanmásquedeloserroresdeloscondenados.Lavanidadesciertamentelabasedelafilantropía;eneljoven provenzal era cálculo, hipocresía liberal y democrática, representada con laperfeccióndequeunactornoseríacapaz.Élnoatacabaalosricos:selimitabaanocomprenderlos, los admitía; cada uno, decía, debe gozar de sus obras. Había sidofervientediscípulodeSaint-Simon;peroestafalta,afirmaba,habíaqueatribuirlaasuextrema juventud: la sociedad moderna no puede tener otra base que la herencia.Católicoferviente,ibatodoslosdomingosamisayocultabasupiedad.Semejanteacasi todos losfilántropos,eradeunaeconomíasórdidaynodabaa lospobresmásquesusconsejos,sutiempo,suelocuenciayeldineroqueparaellosarrancabaalosricos.LanaturalezahabíahechoungranfavoraTeodosionodotándoloconesafinaymasculinabellezameridionalqueeranexigenciasdeimaginaciónenlosotrosyalascualesesmásquedifícilparaunhombreresponder,mientrasqueaéllebastabacon poco para satisfacer; a su gusto le juzgaban hombre guapo o muy ordinario.Nunca,desde suadmisiónen lamansiónThuillier, habíaosado, comodurante estanoche, elevar la voz y colocarse tanmagistralmente como acababa de hacerlo conOliverioVinet. Pero quizá Teodosio de la Peyrade no estaba disgustado por haberensayado salir de la sombra en que hasta entonces se mantuviera; además, eranecesariodesembarazarsedeljovenmagistrado,comolosMinardeliminaronantesalabogadoGodeschal.Semejantealosespíritussuperiores,puesqueaélnolefaltabasuperioridad, el sustitutonodescendióhasta la zonadesdedonde se distinguen loshilosdeestas telasburguesas,yacababadecaerdecabeza,comounamosca,enlatrampacasi invisibleadondeTeodosiolehabíallevado,conunadeesasastuciasdelasquenohubierandesconfiadogentesmáshábilesqueOliverio.
ParaacabarelretratodelabogadodelospobresseráconvenientehacerlahistoriadesupresentaciónenlacasadelosThuillier.
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TeodosiohabíallegadoaParíshaciaelfindelaño1837;licenciadoenDerecho,preparósugraduacióndeabogadoenParís;perocircunstanciasdesconocidas,sobrelasqueguardabasilencio,leimpidieroninscribirseenelcuadrodeabogadosdeParísyaúncontinuabaencalidaddeabogadonocolegiado.Perounavezinstaladoenelpequeñoapartamentodeltercerpiso,conlosmueblesrigurosamentenecesariosasunoble profesión, exigidos por el Colegio de Abogados, que no admite un nuevocompañero si no posee un gabinete decente, una biblioteca y que verifica cosas ylugares,TeodosiodelaPeyradefuehechoabogadoenlaCorterealdeParís.
Todoelaño1838 loempleóenoperarestecambioensusituación,y llevóunavidaabsolutamente regular.Estudiabapor lasmañanasen sucasa,hasta lahoradecomer; ibaavecesa laAudiencia,a losprocesosimportantes.EntablóamistadconDutocq,muydifícilmente,segúnéste,ehizoavariospobresdelbarrioSaint-Jacques,recomendadosporelescribanoasucaridad,elfavordelitigarporellosenelTribunale hizo ocupar en sus asuntos a los abogados que, según los estatutos del Colegio,hacenporturnoelserviciodelosindigentes;ycomonotomóparasímásquecausasenteramenteseguras,lasganótodas.Puestoenrelaciónconalgunosabogados,sedioaconoceralTribunalporesosrasgosdignosdeelogio,yestascausasdeterminaronsu admisión, primero a la corporación de abogados no colegiados, luego suinscripciónenelcuadrodelColegio.
Desde entonces, 1839, fue el abogado de los pobres en la justicia de Paz ycontinuó protegiendo a las gentes del pueblo. Los agradecidos de Teodosioexteriorizaban su agradecimiento y su admiración en las porterías, a pesar de lasrecomendacionesdeljovenabogado,ymuchosdeaquellosrasgosllegabanhastalosoídosdelospropietarios.Así,duranteesteaño,losThuillier,encantadosdetenerensu casa un hombre tan honorable y caritativo, quisieron atraerle a su salón einterrogaronaDutocqsobreél.Elescribanohablócomohablanlosenvidiososy,sindejardehacerjusticiaaljoven,dijoqueeradenotableavaricia,«peropuedequeesoseaefectodesupobreza»,continuó.
—Yotengoinformessobreél.PertenecealafamiliadeLaPeyrade,delcondadodeAviñón;vinoaquíenbuscadeuntíocuyafortunapasabaporconsiderable,ynodescubriólacasahastatresdíasdespuésdesumuerte;conlosmueblessepagaronlosgastosdelentierroylasdeudas.Unamigodeldifuntodiocienluisesalpobrejoven,comprometiéndolea terminarsuDerechoyseguir lacarrera judicial;conesoscienluisessedefendiódurantetresaños,viviendocomounmonje;peronopudiendoverniencontrarnuncaasuprotectordesconocido,elpobreestudiantellegadoaParísen1829 se encontró en 1833 en granmiseria. Entonces se dedicó a la política y a laliteratura, y así combatió un tiempo contra la pobreza, sin esperar ayuda de sufamilia,puesquesupadre,elhermanomásjovendeltíofallecidoenlacalledelosGorriones, tiene once hijos que sostener allá en una finquita denominada Les
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Canquoëlles.LuegoentróenundiarioministerialdirigidoporelfamosoCerizet,tancélebrepor laspersecucionesquesufrióbajo laRestauraciónporsu fidelidada losliberales, y a quien las gentes de la nueva izquierdanoperdonan el habersehechoministerial;ycomohoyelpodernodefiendeasusservidoresmásdevotos—yahíestáparaprobarloelaffairePisquet—,losrepublicanoshanterminadoporarruinaraCerizet. Y esto lo cuento para explicar por qué Cerizet es hoy copista de miescribanía. Pues bien: en el tiempo en que florecía como director de un periódicoinspiradoporelMinisterioPeriercontralaprensaincendiaria,comoLaTribuna,etc.,Cerizet,queesunabuenapersona,peroquegustaunpocomásde lacuentade lasmujeres,labuenavidaylosplaceres,fuemuyútilaTeodosio,suredactorpolítico,yde no morir Casimiro Perier, La Peyrade hubiera sido nombrado sustituto delprocuradorgeneralenParís.De1834a1835volvióacaerenlamiseria,apesardesutalento,acausadelperjuicioqueleocasionósucolaboracióneneldiarioministerial.«Sinmisprincipiosreligiosos—medijoélentonces—,mehubieratiradoalSena.»En fin, parece ser que el amigo de su tío supo que se encontrabamal de nuevo yTeodosio recibió lo suficiente para hacerse abogado; pero él sigue ignorando elnombre y la dirección de su misterioso protector. Después de todo, en esascircunstancias,sueconomíaesexcusable,ysenecesitaungrancarácterpararehusarlo que le ofrecen los pobres diablos a quienes su devoción hace ganar pleitos. Esindignoverquehaygentesqueespeculanconlaimposibilidadenqueseencuentranlos pobres de adelantar los gastos de un proceso que se les entabla injustamente.¡Oh!, él llegará;yonomeasombrarédever a esemuchachoenunaposiciónmuybrillante;estenaz,probo,valiente.Y,además,estudia,trabaja.
Apesardelasimpatíaconqueleacogieron,LaPeyradefueparcoensusvisitasalos Thuillier. Cuando le riñeron por sus ausencias, vino más frecuentemente, yterminóporasistirlosdomingosyserinvitadoalascenasdeinvitados;llegóasertaníntimo,quesillegabaparahablaraThuilliersobrelascuatrodelatarde,leobligabansinceremoniasamerendar.LaseñoritaThuilliersedecía:
—¡Asíestamossegurosquecomebienelpobrejoven!Un fenómeno social, que seguramente ha sido observado, mas no ha sido
formulado—opublicadosiqueréis,ymereceserindicado—eseldelretornodelascostumbres,elespírituylasmanerasdesuprimitivacondición,enalgunaspersonasque,desujuventudasuvejez,seelevaronporencimadesuoriginariasituación.Así,Thuillier, que volvió a ser, moralmente hablando, hijo de portero, hacía uso debromasychistesdesupadre.Enlasuperficiedesuvidareaparecíaalfinunpocodellimodelosprimerosdías.
Cincooseisvecespormes,cuandolasopaseleantojababuena,decíacomounafraseenteramentenueva,aldejarlacucharasobreelplatovacío:«¡Estoespreferibleaunpuntapiéenlaspiernas!…».Oyendotalbromalaprimeravez,Teodosio,queno
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la conocía, perdió su gravedad, y rio de tan buena gana que Thuillier, el belloThuillier,sintióacariciadasuvanidadcomonunca.Luego,cuantasvecesserepitiólabroma,Teodosio laacogióconfinasonrisilla.Este ligerodetalleexplicaporqué lamañanaqueprecedióalaveladaenqueTeodosiosostuvoladiscusiónconeljovensustituto,elprovenzaldijoaThuillier,observandoelefectoquehacíansuspalabras:
—¡Ustedesmuchomásinteligentedeloquecree!Yhabíarecibidodeélestarespuesta:—En cualquier otra carrera, querido Teodosio, yo hubiese sido una gran cosa;
perolacaídadelemperadormecortóelcamino.—Aúnestiempo—respondióelabogado—.Ysino,dígame,¿quéhahechoese
saltimbanquideColevilleparaobtenerlaCruz?ConestoLaPeyradepusoeldedoenlaheridaqueThuillierescondíahastaasu
propiahermanayqueelprovenzal,interesadoenelestudiodetodosestosburgueses,adivinara:lasecretaenvidiaquedevorabaelcorazóndelexsubjefe.
—Siustedquierehacermeelhonor,ustedtanexperimentado,deguiarsepormisconsejosynohablar jamásdenuestropacto,ni siquieraa suexcelentehermana, amenos que yo consienta, me encargo de hacerle condecorar en medio de lasaclamacionesdetodoelbarrio.
—¡Oh,siloconsiguiéramos!—habíaexclamadoThuillier—,ustednoseimaginacuántoseloagradecería…
Esta conversación explica por qué Thuillier rebosó de suficiencia cuandoTeodosioosóopinarensunombre.
Enlasartes—ytalvezMolièrecolocólahipocresíaenelrangodelasartes,alclasificaraTartufoparasiempreentreloscomediantes—hayunpuntodeperfeccióndespués del cual viene el talento y al cual llega sólo el genio. Es tan pequeña ladiferenciaentrelaobradelgenioylaobradeltalento,quesóloloshombresdelgeniosoncapacesdeapreciarladistanciaquesepara,porejemplo,aRafaeldelCorreggio,aTizianodeRubens.Másaún:elhombrevulgarseengaña.Lamarcadelgenioesunaciertaaparienciadefacilidad.Suobradebeparecerordinaria,enunapalabra,alprimeraspecto,afuerzadesersiemprenatural,aunenlossujetosmáselevados.
Muchasson lascampesinasquecarganasushijoscomola famosa,MadonadeDresden carga el suyo. Pues bien: el colmo del arte en un hombre del valor deTeodosio es hacer que digan de él más tarde: «¡A cualquiera hubiera engañado!».Pero en el salón Thuillier él veía la oposición y adivinaba enColeville el espírituclaroycríticodelartistafracasado.ElabogadonoignorabaserantipáticoaColevillequien, por circunstancias inútilesde explicar, creía firmemente en la cienciade losanagramas. Ninguno de los suyos había fallado. Mucho se burlaron de él en lasoficinas cuando al pedirle el anagrama del pobreAugusto Juan FranciscoMinard,encontró éste:Yohicemigran fortunay, sin embargo, los hechos lo justificaban a
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diezañosdedistancia.YelanagramadeTeodosioerafatal.Eldesumujerlohacíatemblarynuncalohabíadicho.FlaviaMinoretColevilledaba:LaviejaC…,nombremarchito,vuela.
Varias veces Teodosio intentó hacer amistad con el jovial secretario de laAlcaldía,ysiempreencontrabaunafrialdadpoconaturalenunhombredeordinariomuycomunicativo.Eljuegoterminado,ColevillearrastróaThuillieraunrincónyledijo:
—Tú dejas tomar demasiados vuelos en tu casa a ese abogado; hoy ha sido élquienhallevadolaconversación.
—Gracias, mi amigo; hombre advertido vale por dos —respondió Thuillier,riéndoseinteriormentedeColeville.
Teodosio,queenaquelmomentocharlabaconlaseñoraColevilleyobservabaalosdosamigos,adivinó,conesaprescienciaqueusanlasmujeresparasabercuándoy cómohablande ellas, queColeville tratabadeperjudicarle en el espíritu débil ysimpledeThuillier.
—Señora—dijoaloídodeladevota—,creedmequesihayalguienaquícapazdeapreciaros,esesoyyo.Ustedesunaperlacaídaenmediodeestefango;suscuarentaydosaños—unamujernotienenuncamásedadquelaquerepresenta—valenmásquelostreintademuchasquenopuedencomparárseosydesearíantenervuestrotalley esa sublime cara por donde el amor pasó sin satisfaceros nunca. Usted se haentregado a Dios, lo sé, y soy lo bastante piadoso para intentar ser otra cosa quevuestroamigo;peroustedsehaentregadoaélpornohaberencontradoanadiedignode mereceros. Y yo he adivinado que si habéis sido amada, no os habéis nuncasentido adorada…Pero ¿por qué sumarido no ha sabido haceros una posición enarmonía con vuestro valor? Élme odia, como si pensase que estoy enamorado deustedymeimpidedecirleloqueyocreohaberencontradoparacolocarosenlaesferaaqueestáisdestinada…No,señora—continuóenaltavoz,levantándose—,noeselabate Gondrín quien predicará este año por cuaresma en nuestra pobre iglesia deSaint-Jacques du Haut-Pas; es el señor d’Estival, compatriota mío, quien se hadedicado a predicar en favor de las clases pobres. Usted oirá a uno de lospredicadoresdemásunciónqueconozco;un sacerdotede exteriorpocoagradable,peroencambio,¡quéalma!…
—Misdeseosserán,pues,cumplidos—dijolapobreseñoraColeville—;¡yonohepodidocomprendernuncaalospredicadoresfamosos!
UnasonrisasepaseóporloslabiossecosdelaseñoritaThuillier.—Esqueseocupandemasiadodedemostracionesteológicas;hacemuchotiempo
quesoydeesaopinión—dijoTeodosio—;peroyonohablonuncadereligióny,silaseñoradeColeville…
—¿Es que en Teología hay demostraciones? —preguntó ingenuamente y a
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quemarropaelprofesordematemáticas.—Yonocreo—continuóTeodosio,mirandoaFélixPhellion—queustedhaga
estapreguntaseriamente.—Mihijo—atacóelviejoPhellionensocorrodesuhijoyalverunaexpresión
dolorosa en la cara de la señora Thuillier—, mi hijo separa la religión en doscategorías:éllaconsideradesdeunpuntodevistahumanoydesdeunpuntodevistadivino:latradiciónyelrazonamiento.
—¡Quéherejía,señor!—respondióTeodosio—;lareligiónesunayquierelafeantetodo.
ElviejoPhellion,clavadoporestafrase,miróasumujer.—Yocreoqueyaeshora,amigamía…Ylemostróelreloj.—¡Oh,Félix!—murmuróCelestealoídodelcándidomatemático—,¡porquéno
hadeserustedsabioypiadosocomoPascalyBossuet!LosPhellion,alretirarseenmasa,arrastraronalosColeville;alpocotiemposólo
quedabanDutocq,TeodosioylosThuillier.LoselogiosdirigidosporTeodosioaFlavia tienenel carácterdel lugar común;
perohayquenotarqueelabogadosemanteníaalaalturadeestosespíritusvulgares:navegaba en sus aguas, les hablaba su idioma. Su pintor era Pierre Grasson y noJosephBridau; su libro,Pablo y Virginia. Elmás grande poeta actual era CasimirDelavigne; a sus ojos, lamisión del arte era, ante todo, la utilidad. Parmentier, elautor de la patata, valía treinta rafaeles; el hombre de la capa azul le parecía unahermanadelacaridad.EstasexpresionesdeThuillieréllasrepetíaaveces.
—Ese joven Félix Phellion es en todo el universitario de nuestro tiempo, elproductodeunacienciaquehaechadoaDiosaunlado.¡Diosmío!¿Dóndevamos?SólolareligiónpuedesalvaraFrancia,puessóloeltemoralinfiernonospreservadelrobodoméstico,perpetradoentodomomentoenelsenodelafamiliayquecorroelasmáspotentesfortunas.Ustedestienentodosunaguerraenelsenodelafamilia.
Tras esta hábil tirada, que hizo viva impresión a Brigitte, La Peyrade salióseguidodeDutocq,despuésdehaberdeseadolasbuenasnochesalostresThuillier.
—¡Esejovenestállenodecualidades!—dijosentenciosamenteThuillier.—Sí,locreo—respondióBrigitte,apagandolaslámparas.—Tienereligión—agrególaseñoraThuillier,retirándoselaprimera.—Señor—decíaPhellionaColeville,despuésdeasegurarsequeestabansolosen
la calle—, es costumbre en mí someter mis opiniones a los demás; pero en estaocasiónnadiemeconvenceríadequeesejovenabogadonoestáhaciendodeamadecasadenuestrosamigoslosThuillier.
—Miopinión—continuóColeville,quecaminabajuntoaPhellion,detrásdesumujer,deCelesteydelaseñoraPhellion—esqueesunjesuita,yamínomegustan
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esasgentes…Elmejornovalenada.Paramíeljesuitaeslaperfidiaporlaperfidia;ellossonpérfidosporelplacerdeserpérfidosy,comosedice,paraocuparseenalgo.Ésaesmiopinión,yonomeandoconrodeos…
—Yolecomprendo—respondióPhellion.—No, señor Phellion—interrumpió Flavia—; usted no comprende aColeville,
pero yo sé bien lo que quiere decir, y él hará bien en callarse…Esas cosas no sehablanenlacalle,alasoncedelanocheydelantedeunajoven.
—Tienesrazón,mujer—aprobóColeville.AlllegaralacalledelasDosIglesias,pordondesubíaPhellion,sedespidieron,y
FélixPhelliondijoaColeville:—SeñorColeville,suhijoFranciscopodríaentrarenlaEscuelaPolitécnicasise
leempujasefuerte;yoleofrezcoprepararloparalosexámenesdeingresodeesteaño.—Gracias,amigo,yaveremos.¡Yestonoesrehusar!—respondióColeville.—¡Muybien!—opinóPhellionpadre.—Noestámal—exclamólamadre.—Pero¿quépiensanustedes?—preguntóFélix.—PuesquehaceslacortealospadresdeCeleste.—¡Que no solucione mi problema si yo pensaba en eso! —exclamó el joven
profesor—; he descubierto, charlando con los pequeños Coleville, que Franciscotienevocaciónporlasmatemáticas,yhecreídomideberdecírseloasupadre…
—¡Bien, hijo mío!—repitió Phellion—; yo no te quisiera de otro modo. Misdeseos se han cumplido: tengo en mi hijo la probidad, el honor y las virtudesciudadanasyprivadasqueyoledeseaba.
LaseñoraColeville,cuandoCelestesehuboacostado,dijoasumarido:—Coleville, no opines tan duramente sobre las gentes sin conocerlas a fondo.
Cuandotúdicesjesuitasyoséquepiensasenlossacerdotes,ymeharáselfavordeguardarte tus opiniones sobre religión, siempre que esté tu hija delante. Nosotrossomosdueñosdesacrificarnuestrasalmas,peronolasdenuestroshijos.¿Querríastúpor hija a una criatura sin religión?… Hoy, querido, estamos a merced de todos,tenemoscuatrohijosquemantener;¿puedestúasegurarqueundíanonecesitarásdeesteodelotro?Notehagasenemigos;túnolostienes,eresbueno,yesgraciasaestacualidad,queentivahastaelencanto,comohemospodidovivirbastantebien…
—¡Basta,basta!—dijoColeville,quetirabasuchaquetaenunsillónysequitabalacorbata—;estoyequivocado;tútienesrazón,mibellaFlavia.
—Yenlaprimeraocasión,queriditomío—agrególaastutamujeracariciandoasumaridolasmejillas—,tratarásdesercortésconelabogadito;esunperillánalquenecesitamos de nuestro lado. ¿Que está representando una comedia?… Pues bien,represéntalaconél;déjateengañar,ysitienetalentoyporvenir,estuamigo.¿CreesquetengoganasdeverteparasiempreenlaAlcaldía?
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—Venga usted, señoraColeville—dijo riendo el antiguo clarinete de laÓperaCómica, palmotándose las rodillas para indicar a sumujer dóndedebía sentarse—,calentémonoslospiesyhablemos…Cuandotemiro,másymásmeconvenzodequelajuventuddelasmujeresestáensutalle…
—Yensucorazón…—Enunoyotro—continuóColeville—;eltalleligeroyelcorazónpesado…—¡No,animalito!…profundo.—¡Lo que tú tienes más bello es el haber conservado tu blancura y no haber
engordado!…Mira, ¿ves?…, tienes pequeñitos los huesos… De veras, Flavia; detenerquecomenzarotravezlavida,noquisieraotramujerquetú.
—Tú sabes que siempre te he preferido a los demás… ¡Qué desgracia quemonseñorhayamuerto!¿Sabesloquequisieraparati?
—No.—UnpuestoenlaAlcaldíadeParís,unaplazadedocemilfrancos,algoasícomo
cajeroenlacajamunicipaloenladePoissy.—Todoesomegusta.—Puesbien,siesemonstruodeabogadopudiese;es intrigante:manejémosle…
Yo le sondearé… Déjame hacer… y, sobre todo, no estorbes su juego con losThuillier…
TeodosiohabíatocadoelpuntodolorosodelcorazóndeFlaviaColeville,yestomereceunaexplicación,quetalveztendráelvalordeunamiradasintéticasobrelavidadelasmujeres.
A los cuarenta años, la mujer, y sobre todo la que ha probado la manzanaenvenenadadelapasión,sienteunmiedosolemne;esentoncescuandosedacuentade que hay dos muertes para ella: la muerte del cuerpo y la muerte del corazón.Dividiendo a lasmujeres en dos grandes categorías, según las ideasmás vulgares,esto es, en virtuosas o ligeras, se puede decir que, a partir de esa edad temible,experimentan un dolor vivo. Virtuosas y equivocadas en los deseos de susnaturalezas,seaquesehayansometido,seaquehayanenterradosusprotestasenelcorazónoalpiedelaltar,alllegaraestaedadnopuedenpensarsinterrorquetodohaterminadoparaellas.Estepensamientotienetanextrañasydiabólicasprofundidades,que en él puede encontrarse la razón de algunas de esas apostasías que a vecesespantan y sorprenden al mundo. Culpables, se encuentran entonces en esassituaciones vertiginosas que se traducen a menudo en locura, o terminan con lamuerte o en pasiones tan grandes como la misma situación. He aquí el sentidodilemático de la crisis: o bien han conocido la felicidad, se han hecho una vidavoluptuosayyasólopuedenrespiraresteairecargadodeinciensos,ymoverseenesaatmósfera florida, donde las adulaciones son cariciasy, ¿cómo renunciar a esto?, obien, fenómeno más extravagante que raro, no han encontrado más que placeres
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fatigantesbuscandounafelicidadqueleshuía,sostenidasentanardientecazaporlasirritantes satisfacciones de la vanidad, obstinándose en ese juego como un jugadorconsumartingala,puesqueparaellasesosúltimosdíasdebellezasonlaúltimafichaparaladesesperación.
Esta frase deTeodosio, acompañada de unamirada que leía, no en el corazón,sinoenlavida,eralarespuestaaunenigma,yFlaviasesentíaadivinada.
Elabogadohabíarepetidounascuantasideasquelaliteraturahahechovulgares;pero ¿qué importa de qué fábrica y especie es el látigo cuando golpea en el lugarsensibledelcaballoderaza?LapoesíaestabaenFlaviaynoenlaoda,semejantealruidoquenoeslaavalancha,aunqueladetermina.
Un joven oficial, dos fatuos, un banquero, un jovenzuelo torpe y el pobreColeville eran bien tristes ensayos. Una sola vez en su vida había alcanzado lafelicidad sin saberlo; luego lamuerte se apresuró a romper la única pasión dondeFlaviaencontraraencantos.LavozdelareligiónledecíadesdedosañosantesquelaIglesiaylasociedadnohablandefelicidad,deamor,sinodedeberesyresignación,que para esas dos grandes potencias la felicidad está en la satisfacción del debercumplidoyquelarecompensanoesdeestemundo.Peroellaoíadentrodesímismaotravozdistinta,ycomosureligióneraunamáscaranecesariaynounaconversión,nosedespojabadeella,y ladevoción, fingidaoverdadera,eraunamaneradeser,apropiada a su porvenir. Por ello continuaba en la Iglesia, como en el claro de unbosque, sentada en un banco, leyendo las señales de ruta y esperando un azarmientrasllegabalagrannoche.
EsofueloqueexcitósucuriosidadhaciaTeodosioaloírleformularsusituacióníntima, sin aprovecharse, simplemente exponiéndole la parte interior de su vida,prometiéndolelarealizacióndeunsueñosieteuochovecesderrumbado.
Desde el comienzo del invierno ella se sabía calladamente examinada a fondo,estudiadaporTeodosio.Másdeunavezhabíavestidoconsusropasdemuarégris,con sus encajes negros, y había ostentado su peinado con flores y encajes paramostrarsemáshermosa,yloshombressabensiemprecuándountocadosehaceparaellos.ElatrozbellodelImperiolaasesinabaconbajoscumplidos,ellaeralareinadelsalón;peroelprovenzaldecíamilvecesmásconunasolamirada.
Flaviaesperabaunadeclaracióndedomingoendomingo,ysedecía:«Élsabequeestoyarruinadayespobre;talvezsearealmentepiadoso».Teodosionoqueríaapurarnaday,semejanteaunmúsicohábil,habíamarcadola
partedesusinfoníaenquedebíadarelgolpedetimbal.CuandosevioperjudicadoporColeville, lanzó su red, hábilmente preparada desde tres o cuatromeses antes,empleadosenestudiaraFlavia,ytriunfó,comoporlamañanatriunfaraconThuillier.
Mientrasseacostaba,pensaba:—Lamujerestápormí; elmaridonomesoporta; enestemomento riñenyyo
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seréelmásfuerte,puesellahaceloquequieredesumarido.Elprovenzal se equivocabaen estepunto,puesnohabía tenido lugar lamenor
discusión,yColevilledormíajuntoasuFlaviamientrasellapensaba:—Teodosioesunhombresuperior.Muchossonloshombresque,aligualqueLaPeyrade,sacansusuperioridadde
loaudazolodifícildeunaempresa;lasfuerzasempleadashacencreerenlarobustezdesusmúsculos;luego,obtenidoeléxitootrasladerrota,lasgentesseasombrandeencontrarlos mezquinos o gastados. Después de sembrar en el espíritu de las dospersonasdequienesdependíalasuertedeCelesteunacuriosidadquedebíahacersefebril,Teodosiosehizoelhombreocupado:durantecuatroocincodías salióde lamañanaalanoche,paranoencontrarseconFlaviahastaelmomentoenqueeldeseollega al punto en que salta sobre las conveniencias, y para obligar al viejo bello avenirasucasa.
EldomingosiguienteestuvocasisegurodeencontraralaseñoraColevilleenlaiglesia,y, enefecto, ambossalieronalmismo tiempo,encontrándoseen lacalledeDos Iglesias. Teodosio ofreció el brazo a Flavia, y ésta aceptó, dejando a su hijacaminar delante con su hermano Teodoro. Éste, su último hijo, destinado alseminario, contaba entonces doce años y recibía la instrucción elemental en lainstitución Barniol, donde, naturalmente, el cuñado de Phellion había rebajado elpreciode lamediapensión, enperspectivade la esperada alianza entre el profesorPhellionyCeleste.
—¿Me ha hecho usted el honor de pensar en lo que le dije el otro día? —preguntó, en tono zalamero, el abogado a la bella devota, oprimiéndole el brazocontra su corazón con unmovimiento a la vez dulce y fuerte, conteniéndose paraaparentar ser respetuoso a disgusto—. No se equivoque sobre mis intenciones—continuó, recibiendo de la señora Coleville una de esas miradas que las mujereshabituadas a la pasión saben hallar, y cuya expresión conviene tanto a una severareprimendacomoaunaconfesióndesentimientos—.Yolaamocomoseamaaunhermosotemperamentoprisionerodeladesgracia;lacaridadcristianaalcanzatantoalosfuertescomoalosdébiles,ysutesoroperteneceatodos.Fina,graciosa,elegante,comoustedes;hechaparaadornodelmásaltomundo,¿quéhombrepuedeverossinsentirensucorazónunainmensacompasión,rodandoentreesosodiososburguesesqueignorantododeustedynisiquieracomprendenelvaloraristocráticodeunodesusgestosodeunamirada,deunade suscoquetas inflexionesdevoz? ¡Ah, siyofuese rico…,siyo tuviesepoder, sumarido,queevidentementeesunbuendiablo,sería jefe de contribuciones, y usted le haría nombrar diputado! Pero yo, pobreambicioso, cuyo primer deber es callarmi ambición, viéndome en el fondo de unsaco,comoelúltimonúmerodeunaloteríadefamilia,nopuedoofrecerosmásquemi brazo, cuando quisiera ofreceros mi corazón. Todo lo espero de un buen
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matrimonioy,creedme,quenosolamenteharéamimujerfeliz,sinoqueharédeellaunadelasprimerasdelEstado,recibiendodeellalosmediosparallegar…Haceunhermosotiempo,¿porquénovieneadarunpaseoalLuxemburgo?—agregócuandollegabanalacalledelInfierno,juntoalacasadelaseñoraColeville,frentealacualhayunpasajequeconduceal jardínpor la escaleradeunpequeñoedificio,últimorestodelfamosoconventodelosCartujos.
LalanguidezdelbrazoquesosteníaleindicóeltácitoconsentimientodeFlavia,ycomo ella merecía el honor de una especie de violencia, la condujo con energía,agregando:
—¡Venid, no siempre tendremos tan buena ocasión! ¡Oh! —continuó—, sumaridonosobserva,estáenlaventana;caminemosdespacio…
—NotemáisnadadeColeville—dijoFlavia,sonriendo—;yosoycompletamentedueñademisactos.
—¡Heaquílamujerqueyohesoñado!—exclamóelprovenzal,coneseéxtasisyeseacentodequesólosoncapacesalmasylabiosmeridionales—.¡Perdón,señora!—dijo, moderándose y volviendo de unmundo superior al ángel exilado, a quienmirópiadosamente—.¡Perdón!;vuelvoaloquedecía…¡Cómonosersensiblealosdoloresqueunosufre,viéndolosenunseraquienlavidasólodebieratraeralegríayfelicidad!Vuestrossufrimientossonlosmíos,yyonoestoyenmilugar,comoustednoestáenelsuyo;ladesdichanoshahechohermanos.¡Ah,queridaFlavia!Elprimerdíaquetuvelasuertedeverlafueelúltimodomingodeseptiembrede1838…¡Quéhermosaestaba!Yo laverésiempreconaquelvestidodemuselinade lana,con loscoloresdeuntartándeyonoséquéclandeEscocia.Aqueldíayomedije:¿Porquéesta mujer está en el salón de los Thuillier? Y, sobre todo, ¿por qué ha tenidorelacionesconunThuillier?…
—¡Caballero! —dijo Flavia, temerosa del giro que el provenzal daba a laconversación.
—Yo lo sé todo—exclamó él, acompañando esta frase de un movimiento dehombros—,ymeloexplicotodo…,ynolaestimomenosporeso.Nuncaseráéseelpecadodeunafeaodeunajorobada…¡Ustedtienequerecogerelfrutodesufalta,yyolaayudaré!Celesteserámuyrica,yahíestáparaustedtodoelporvenir;ustednopuedetenermásqueunyernositieneeltalentodeescogerlebien.Unambiciososeráministro,uninsignificanteoshumillaráyharáavuestrahijadesgraciada,ycasodeperderlafortuna,nosabrárecuperarla.Puesbien,yoosamo,yosamoconunafectosin límites; usted está por encimade unamultitud de pequeñas consideraciones dequesepreocupanlostontos.Entendámonos…
Flavia estaba asombrada, pero no pudo menos de ser sensible a la excesivafranqueza de tal lenguaje, y pensaba: «¡Éste no anda con secretitos!». Al mismotiempoque seconfesabanohaber estadonunca tanemocionadayagitadacomo lo
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estabaenaquelmomento.—Caballero,yonoséquiénpuedehaberleinducidoenerrorsobremivida,ycon
quéderechousted…—¡Ah, perdón, señora!—replicó él, con una frialdad llena de desprecio—.He
soñado.Yohabíapensado:«¡Ellaestodoeso!»,dondenohaymásqueapariencias.AhoraséporquéustedestaráparasiempreenelcuartopisodelacalledelInfierno.
YTeodosiocomentósufraseconungestoenérgico,señalandoalasventanasdelapartamento de los Coleville, que se veían desde la gran calle de árboles delLuxemburgo, donde se paseaban solos, en ese inmenso campo por donde handesfiladotantasjóvenesambiciosas.
—Hesidofrancoyesperabalareciprocidad.Yohetenidodíassinpan,señora;hesabidovivir, terminarmiDerecho,obtener elgradode licenciadoenParís condosmil francos por todo capital, habiendo entrado un día por la puerta de Italia conquinientosfrancosenelbolsillo, jurándome,comounodemiscompatriotas,serundíaunodelosprimeroshombresdemipaís…Yelhombrequetantasvecesrecogiósualimentoenloscestosdondelosfondistasvacíanlassobrasquehandetirarasuspuertas a las seis de la mañana…, este hombre no retrocederá delante de ningúnmedio…confesable.¿Mecreeustedelamigodelpueblo?—continuó,sonriendo—.Es que el renombre necesita un heraldo, porque no se hace oír hablando entredientes…;ysinrenombre,¿dequésirveeltalento?Elabogadodelospobresseráelde los ricos. ¿Es bastante ya lo que me he abierto el pecho? Abridme vuestrocorazón…Decidme:«Seamosamigos»,yseremostodosfelicesundía…
—¡Dios, mío!, ¿por qué vine aquí? ¿Por qué le he dado el brazo?—exclamóFlavia.
—¡Porqueestáensudestino!—respondióél—.¿Esque—agregó,apretándoleelbrazo sobre su corazón—,mi querida y bien amada Flavia, esperaba usted de mívulgaridades?…Somoshermanayhermano…;esoestodo.
YcaminóhaciaelpasajeparavolveralacalledelInfierno.Flavia experimentaba cierto terror en el fondo de la alegría que causa a las
mujeres una emoción violenta, y creyó ser este temor el miedo que ocasiona unanuevapasión;perosesentíaencantadaycaminabaguardandounprofundosilencio.
—¿Enquépiensausted?—lepreguntóTeodosio.—Entodoloqueustedacabadedecirme—respondióella.—Pero si a nuestra edad se suprimen los preliminares; ya no somos niños, y
ambos estamos en una esfera donde unodebe entenderse.En fin, usted lo sabe—agregóalllegaralacalledelInfierno—.¡Asuspies!
Ysaludóprofundamente.«¡Los hierros están al fuego!», se dijo, siguiendo con la mirada a esta presa
aturdida.
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Al regresar a su casa, Teodosio encontró en el descanso de la escalera a unpersonaje,enciertomodosubmarino,deestahistoria,queseencuentraenellacomola iglesiaenterradabajo la fachadadeunpalacio.Lavistadeestehombre,quesindudaacababadellamarasupuertasinencontrarleyllamabaenladeDutocq,hizoestremecer al abogadoprovenzal, pero en símismo, sin quenada traicionase en elexteriorestaemociónprofunda.EstehombreeraelCerizet,dequienDutocqhablaracomodesucopistaenelsalóndelosThuillier.
Cerizet, que sólo tenía treinta y nueve años, representaba cincuenta; tanto lehabían envejecido todo lo que puede envejecer a los hombres. Su cabeza, calva,mostraba un cráneo amarillento,mal cubierto por una peluca descolorida; su cara,pálida,desmesuradamentearrugada,aparecía tantomáshorriblecuantoque tenía lanarizroída,peronolosuficienteparapoderreemplazarlaconunafalsanariz:delapuntaalafrenteeratalcuallanaturalezalahabíahecho;laenfermedadhabíacomidolas aletas y dejado dos huecos de forma rara, que viciaban la pronunciación y leestorbaban para hablar. Los ojos, en un tiempo azules, pero debilitados por todogénerodemiseriasyporlasnochesenvela,eranrojosenlosbordesypresentabanprofundasalteraciones,ylamirada,cuandoelalmaenviabaaellaunaexpresióndemalicia,hubieraespantadoajuecesocriminales,enfin,aesosquenoseespantandenada.
Laboca,dondesóloseveíanalgunosdientesnegros,eraamenazadoraaveces;aparecíaenellaunasalivaespumosay rara,quenopasabade los labios,pálidosydelgados. Cerizet, pequeño de estatura, más bien disecado que seco, trataba deremediar las desgracias de su fisonomía con sus ropas, y si no era opulento, semanteníaenunestadodelimpiezaquehacíaresaltarmássumiseria.Todoenéleradudoso;todosemejabaasuedad,asunariz,asumirada:tantopodíatenertreintaynueve años como sesenta; era imposible saber si su pantalón azul, desteñido, perobien ajustado, estaríaprontodemodao si pertenecía a ladel año1835.Susbotas,cuidadosamenteembetunadas,arregladasporterceravez,finasenuntiempo,habíanquizápisadoalfombrasministeriales.Lalevita,degaloneslavadosporlosaguaceros,testimoniaba una elegancia desaparecida. El cuello-corbata, de satén, ocultaba lacamisa,perodetrásseveíadeshilachadaporeluso,yelsaténbrillabaporefectodeunaespeciedeaceitedestiladoporlapelucaenlostiemposdesujuventud;elchalecono era viejo, pero era uno de esos chalecos de cuatro francos, procedentes de lasprofundidades del escaparate de una tienda de ropa hecha. Todo estabacuidadosamentecepillado,comoel sombrero,desedabrillanteyabollado.Todosearmonizaba y hacía aceptar los guantes negros que ocultaban las manos de esteempleadosubalterno,cuyavidaanteriorhelaaquíenunsolopárrafo.
Cerizet era un artista del mal, a quien en su presentación el mal había dadoresultado,yquien,engañadopor losprimeroséxitos, continuabaurdiendo infamias
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conaspectolegal.Hechojefedeunaimprentaportraicionarasuamo,habíasufridovarias condenas como gerente de un diario liberal, y en provincias, bajo laRestauración, se hizo una de las bestias negras del Gobierno real el infortunadoCerizet,comoelinfortunadoChauvet,comoelheroicoMercier.Aestareputacióndepatriotismo debió una plaza de subprefecto en 1830; seis meses después fuedestituido,peroélpretendíaquelehabíanjuzgadosinoírle,ygritótantoque,bajoelministerio de Casimiro Perier, fue hecho gerente de un diario contrarrepublicanopagadoporelministerio.Deahísalióparadedicarseanegocios,entreloscualesseencuentraunoquelehizosercondenadoporlaPolicíadeParís.Aceptósucondena,achacándola a una venganza urdida por el partido republicano que, decía, no leperdonabahaberledadorudosgolpesensuperiódico.Luegoestuvountiempoenunacasa de salud. El poder se avergonzó de un hombre salido del hospicio y cuyascostumbres,casicrapulosas,cuyosvergonzososnegocios,hechosensociedadconunantiguo banquero apellidado Claparon, le llevaron a una bien merecidadesconsideración.Así,Cerizet,caídodeescalónenescalónhastaelmásbajogradodelaescalasocialnecesitóunúltimorestodepiedadparaobtenerlaplazadecopistaen la escribanía deDutocq.En el fondo de sumiseria este hombre soñaba con undesquite,ynoquedándoleyanadaqueperderadmitíatodoslosmedios.Dutocqyélseencontraronunidosporsuscostumbresdepravadas.CerizeteraparaDutocqenelbarrioloqueelperroesparaelcazador.Cerizet,conocedordelasnecesidadesdelosmiserables, hacía esa usura del arroyo que se llama el préstamo a la semana;compartía con Dutocq, y este antiguo pilluelo de París, hecho el banquero de losverduleros,eraelinsectodevoradordelosbarrios.
—Bien—dijoCerizetalveraDutocqqueabríalapuerta—,puesqueTeodosioestáderegreso,vayamosasuapartamento.
Yelabogadodelospobresdejópasaraestosdoshombresdelantedeél.Atravesaronunapequeñaantecámaraembaldosadaenrojo,dondelaluzrelucía,
pasandoaltravésdecortinasdepercal,ypermitíaverunamodestamesaredondadenogal, sillas de nogal y un aparador también de nogal, sobre el que había unalámpara.Deesta antecámara sepasabaaunpequeño salón, amuebladodecaobayterciopelo deUtrecht; la pared fronteriza a las ventanas la ocupaba una bibliotecallenadelibrosdejurisprudencia.Lachimeneaestabaadornadaconobjetosvulgares:unrelojdecuatrocolumnasenmaderadecaobayvarioscandelabros.Elgabinete,dondefueronasentarselostresamigosanteunfuegodecarbón,eraelgabinetedelabogadoquecomienza:unamesa,elsillóndebrazos,cortinasdesedaverdeenlasventanas,untapizverde,unarchiveroyunameridiana,porencimadelacual,enlapared, se veía un crucifijo demarfil sobre fondo de terciopelo. Evidentemente, lahabitacióndedormirylacocinadabanalpatio.
—Ybien—preguntóCerizet—,¿cómovanlascosas?¿Caminamos?
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—Claroquesí—respondióTeodosio.—Confesadquehe tenido—exclamóDutocq—una famosa ideaal imaginarel
mododehacernosdueñosdeesteimbécildeThuillier…—Sí; pero yo nome he quedado atrás—interrumpióCerizet—.Yo vengo esta
mañanaadaroslascuerdasparaesposaralasolteronaymoverlacomoauntítere…¡Nonosengañemos!LaseñoritaThuillieresel tododeestenegocio; tenerlade suparte es tener la ciudad conquistada… Hablemos poco, pero bien, como se debehablarentregentesfuertes.Miantiguoasociado,Claparon,comoustedessaben,esunimbécil, y debe continuar siendo toda suvida lo queha sido siempre, unmaniquí.Ahorabien:élsirveenestemomentodetestaferroaunnotariodeParís,asociadoconunos empresarios de construcción que, notario y empresarios, están en quiebra. Yahora es Claparon quien lo paga: él no había quebrado nunca, pero a todo secomienza, y en este momento está escondido en mi covacha, en la calle de lasGallinas,dondejamásleencontrarán.MiClaparonrabia,estásindineroytiene,entrelascincooseiscasasquevanavenderse,unajoyadecasa,bienconstruida,todaenpiedra tallada, emplazada en los alrededores de la Magdalena, con una fachadabordadadeesculturaspreciosas;peroque,pornoestarterminada,serávendida,todolo más, por cien mil francos; gastando unos veinticinco mil más se tendrá unoscuarentamil de renta dentro de dos años.Haciendoun servicio de ese género a laseñoritaThuillier,unoseharásupreferido,yseledaráaentenderquetodoslosañospueden encontrarse ocasiones semejantes. Para apoderarse de los vanidosos bastahalagarsuamorpropiooamenazarles;paraapoderarsedelosavaroshayqueatacarasubolsaollenársela.Ycomo,despuésdetodo,trabajarparalosThuillierestrabajarparanosotros,esnecesarioaprovecharestegolpe.
—Yelnotario,¿porquédejaescapareso?—preguntóDutocq.—¡Pero,Dutocq,sieselnotarioquiennossalva!Obligadoavendersunotaría,
arruinadaporcierto,élsereservaestapartedelosrestosdelpastel.Creyendoenlaprobidad del imbécil Claparon, le ha encargado de encontrarle un compradornominal,puesnecesitatantaconfianzacomoprudencia.Nosotrosledejaremoscreerque la señorita Thuillier es una honesta mujer que presta su nombre al pobreClaparon,ycaeránenla trampaelnotarioyClaparon.EstajugarretalamereceporciertomiamigoClaparon,quemedejócargarcontodalaculpaenelasuntodemicondena,dondeConturenosengañóaambos,y,enlapieldequienyonoosquisieraver—dijomientrasbrillabaensusojosmarchitosunrelámpagodeodioinfernal—.¡Hedicho,señoresmíos!—agregó,alzandolavoz,quepasóplenamenteporlasfosasnasales,ytomandounaactituddramática,restodeunmomentodeexcesivamiseriaenquesehabíahechoactor.
Elprofundosilencioconquefueacogidoesteúltimopárrafopermitióoírelruidodelllamador,yTeodosiocorrióalapuerta.
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—¿Continuáis contentode él?—preguntóCerizet aDutocq—.Yo le encuentrounaire…,enfin,quesoyexpertoentraiciones.
—Estádetalmodoentrenuestrasmanos,quenovalelapenavigilarle;aquí,entrenosotros, yo no le creía tan fuerte como es… ¡Creíamosmeter un alazán entre laspiernas de un hombre que no sabía montar a caballo, y el bribón nos resulta unantiguojockey!Esoestodo.
—¡Que tenga cuidado!—dijo sordamenteCerizet—; yo puedo soplar contra élcomocontrauncastillodenaipes.Encuantoausted,papáDutocq,ustedpuedeverlaobrayobservarloentodomomento:¡vigílelo!Además,tengoelmediodeprobarlo,haciendoqueClaparonlepropongadesembarazarsedenosotros,yasílejuzgaríamos.
—Estábieneso—dijoDutocq—;túnoteduermes.—¡Esquesomosdelmismopaño!—respondióCerizet.Estas palabras fueron dichas en voz baja mientras Teodosio fue a la puerta y
volvió.Cerizetexaminabaelgabinetecuandoelabogadoentró.—EsThuillier.Esperabasuvisita;estáenelsalón,yesmejorquenovealalevita
deCerizet—agregó,sonriendo—;esosgalonesleinquietarían.—¡Bah!Túrecibespobresdiablos,esoestáentupapel…¿Necesitasdinero?—
agregó, sacandocien francosdeunbolsillodelpantalón—.Toma, toma,estono tevendrámal.
Ylosdepositósobrelachimenea.—Además—dijoDutocq—,podemossalirporlahabitación.—Adiós, entonces —respondió el provenzal, abriéndoles la puerta que
comunicaba con la habitación—. ¡Entre,mi querido Thuillier!—gritó al bello delImperio.
Ycuandolovioenlapuertadelgabinete,salióparaacompañarasusdossociosporlahabitación,elbañoylacocina,cuyapuertadabaalaescalera.
—Enseismeses,túseráselmaridodeCelesteyelamo…¡Eresbienfeliz;notehas sentado dos veces en los bancos de la policía correccional… como yo! Laprimeraen1824,porunaseriedeartículosquenohabíaescrito,ylasegundaporlosbeneficios de un negocio que nos pasó frente a las narices. Vamos, ¡arregla eso,bribón!,queDutocqyyotenemosnecesidaddetreintamilfrancoscadauno;buenasuerte,amigo—terminó,tendiendolamanoaTeodosioyhaciendodeesteestrechóndemanosunaprueba.
El provenzal tendió su mano derecha y apretó la de Cerizet con calurosaexpresión.
—Estatebienseguro,querido,dequeenningunaposiciónolvidaréyoaquelladequetúmehassacadoparamontarmeacaballoaquí…Yosoyvuestroanzuelo;perovosotrosmedaislamejorparte,ysenecesitaríasermásinfamequeunforzadoquesehacedelatorparanojugarlimpio.
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Lapuertacerrada,Cerizetmiróporelojodelacerradura,afindeverlacaradeTeodosio; pero el provenzal se había vuelto de espaldas para ir a encontrarse conThuillier,yCerizetnopudoverlaexpresiónquetomólafisonomíadesusocio.
Esta expresión no fue de disgusto ni de dolor, sino de alegría por verse libre.Teodosioveíacrecerlasprobabilidadesdeéxito,ysealegrabadedesembarazarsedesus innobles compañeros, a los que debía todo. La miseria tiene profundidadesinsondables,sobre todoenParís, fondosfangosos,ycuandounahogadoretornadeesefondoalasuperficie,traeinevitablementeelfangopegadoalcuerpooalasropas.Cerizet, el amigo en un tiempo opulento, el protector de Teodosio, era lamanchafangosa, aún impresa en el provenzal, y el antiguo director adivinaba que queríacepillarsealverseenunaesferadondelaropalimpiaeraderigor.
—¡Ybien,miqueridoTeodosio!—comenzóThuillier—,hemosesperadoverletodos los días de la semana, y noche tras noche hemos visto nuestras esperanzasdefraudadas…Comoestedomingoeseldenuestracena,mihermanaymiesposameencarganquelerueguequeasista.
—He tenido tantoquehacer—replicóTeodosio—,quenohedispuestodedosminutos para nadie, ni siquiera para usted, a quien cuento en el número de misamigosyconquienteníaquehablar.
—¡Cómo!¿Peroustedpiensaseriamenteenloquemedijo?—exclamóThuillier,interrumpiendoaTeodosio.
—Siustednohubieravenidoparatratardeello,yonoloestimaríatantocomoleestimo—continuóLaPeyrade,sonriendo—.Ustedhasidosubjefe;ustedtiene,pues,unpequeñorestodeambición,muylegítima.¡PorDios!Aquí,entrenosotros,cuandovemosaunMinard,unbecerrodeoro,iracumplimentaralreyypavonearseenlasTullerías;aunPopinotapuntodeserministro…;yusted,unhombregastadoeneltrabajoadministrativo,unhombrequetienetreintaañosdeexperiencia,quehavistopasar más de seis Gobiernos… ¡Vamos, vamos!… Yo soy franco, mi queridoThuillier;yoquieroayudarleporqueustedmeayudarádespués…Heaquímiplan:sevaanombrarunmiembrodelConsejogeneralenestebarrio,y¡esnecesarioqueseausted! Y—continuó, recalcando la frase— ¡será usted! Un día será diputado delbarrio,cuandosereelijalaCámara,quenotardará…LosvotosquelehabíanelegidoparaelConcejomunicipalleelegiránparaladiputación.¡Confíeustedenmí!…
—Pero¿cuálessonsusmedios?…—exclamó,fascinado,Thuillier.—¡Yalosconocerá;déjemeamíllevarestelargoydifícilasunto;siustedcomete
unaindiscreciónsobreloquesedirá,setramará,seconvendráentrenosotros,yoleabandono,ytanamigos!
—¡Oh!,ustedpuedecontarconlaabsolutadiscrecióndeunamigosubjefe;yoheguardadosecretos…
—¡Bien!Perosetratadeguardarsecretosconsumujer,consuhermana,conel
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señorylaseñoraColeville.—¡Niunsolomúsculodemicarasemoverá!—respondióThuillier.—¡Bien!—continuó La Peyrade—, y yo voy a probaros. Para ser elegible es
necesariopagarelcenso,yustednolopaga.—¡Escierto!…—Pues bien, yo tengo por usted tal simpatía, que voy a darle el secreto de un
negocioqueproducirátreintaocuarentamilfrancosderenta,conuncapitaldecientocincuentamilfrancoscomomáximo.PerocomoensucasaesBrigittequientieneladirección, bienmerecida por cierto, de los asuntos de interés, será bueno dejarmeganarsuafectoysuamistad,proporcionándoleestenegocio.SiBrigittenotuviesefeen mí, sufriríamos complicaciones; y ¿será bueno que sea usted quien diga a suhermana lo de poner el inmueble a su nombre?No; esmejor que sea yo quien lesugieralaidea.Tantoustedcomoellaseránlosjuecesdelnegocio.Encuantoamismedios,helosaquí:Phelliondisponedeunacuartapartedelosvotosdelbarrio;élyLandigeois viven aquí desde hace treinta años y se les escucha como a oráculos.Tengo un amigo que dispone de otra cuarta parte, y el cura de Saint-Jacques, quetiene cierta influencia, debida a sus virtudes, puede obtener algunos. Dutocq,relacionado, comoel juezdepaz, con losvecinos,me servirá, sobre todo si yonotrabajoparamíy, en fin,Coleville, como secretariode laAlcaldía, representaotracuartaparte.
—¡Claro,tieneustedrazón:yoseréelegido!—exclamóThuillier.—¿Ustedcree?—repusoLaPeyradeconunavozdeterribleironía—.Bien,vaya
solamente a rogar a su amigoColeville que le sirva, y ustedverá lo que le dice…Nuncauntriunfoelectoralloganauncandidato,sinosusamigos.Jamásdebepedirsenadaparasí;hayquehacerserogarelaceptar,aparecersinambición.
—¡La Peyrade!… —exclamó Thuillier levantándose y tomando la mano deljovenabogado—,ustedesunhombreverdaderamentefuerte…
—Notantocomousted,perotengomispequeñosméritos—respondiósonriendoelprovenzal.
—Ysitriunfamos,¿cómoosrecompensaré?—preguntóingenuamenteThuillier.—¡Ah!…Usted va a encontrarme impertinente,mas piense que hay enmí un
sentimientoque loexcusa todo,puesesélquienmehadado fuerzapara intentarlotodo.Yoamoyostomoporconfidente…
—¿Peroaquién?—dijoThuillier.—A su queridaCeleste—respondióLa Peyrade—, ymi amor responde demi
devociónporusted;¡quénoharíayoporunsuegro!Esegoísmo,trabajarparamí…—¡Chis!—exclamóThuillier.—¡Ah,amigomío!—dijoLaPeyrade—,síFlavianoestuviesedemiparte,siyo
nolosupiesetodo,¿hablaríaasí?Solamente,óigameunacosa:deesteasunto,niuna
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palabra a Celeste. Yo soy de la madera que se hacen los ministros y no quiero aCelestesinmerecerla;ustedme ladará lavísperadelescrutiniodelquesunombresaldrálacantidadnecesariadevecesparaqueseaelnombredeundiputadodeParís.ParaconseguirestohayquetriunfarsobreMinard:hayqueanularaMinardyguardarnuestrosmediosdeinfluencia;paraobtenertalresultado,déjelesaCelestecomounaesperanzayselaharemosbuenaatodos…LaseñoraColeville,ustedyyo,seremosun día tres personajes. Pero no me crea usted interesado: yo quiero a Celeste sinfortuna,sóloconesperanzas…Vivirenfamiliaconustedes,dejarosmimujerenlacasa:éseesmiprograma…Yavequenotengosegundasintenciones.Yencuantoausted,seismesesdespuésdelnombramientoparaelConsejogeneral,tendrálaCruz,y cuando sea diputado, usted mismo se hará hacer oficial… ¿Los discursos en laCámara?¡Pueslosharemosjuntos!Talvezserábuenoqueseaustedelautordeunlibro grave, sobre cualquier materia mitad moral, mitad política; por ejemplo: losEstablecimientosdecaridad,desdeunpuntodevistanoble,olareformadelMontede Piedad, cuyos abusos son terribles. Pongámosle una pequeña ilustración a sunombre…,esovestirábien,sobretodoenestebarrio.Yolehedicho:«UstedpuedeobtenerlaCruzysermiembrodelConsejogeneraldelDepartamentodelSena».Puesbien,créame:nopienseenpermitirmelaentradaenlafamiliahastaquenotengalacondecoraciónenelojal,yaldíasiguientedeaquelenqueustedvuelvaelegidodelaAlcaldía.Yaúnharémás:ledarécuarentamilfrancosderenta…
—¡Porcadaunadeesastrescosassolamente,ustedtendríanuestraCeleste!—¡Quéperla!—dijoLaPeyradeelevandolosojosalcielo—;tengoladebilidad
de rogar aDios por ella todos los días…Es encantadora; tiene algo de usted, porcierto…Vaya,esamíaquienhabíaquehacerrecomendacionesdediscreción.FueDutocq quien me lo contó todo. Bueno, ¡hasta la noche! Ahora voy a la casa dePhellionatrabajarporusted.¡Ah!,noesnecesarioindicarlequeustedestámuylejosdepensarenmíparaCeleste…;deotromodo, seecharía todoa rodar.Silencioeneste asunto, ¡hasta con Flavia! Espere que ella le hable. Phellion esta noche osobligaráaaceptarsuproyectodellevaroscomocandidato.
—¿Estanoche?—preguntóThuillier.—Estanoche—respondióLaPeyrade—,amenosquenoleencuentreencasa.YThuilliersaliódiciéndose:—¡He aquí un hombre superior! Nosotros nos entenderemos siempre y,
verdaderamente,seríadifícilencontrarnadamejorparaCeleste;viviránconnosotros,enfamilia;esungranmuchacho,buenapersona…
Para los espíritus del temple deThuillier una consideración secundaria tiene laimportanciadeunarazóncapital,yTeodosiosehabíaportadoconlamásencantadorabondad.
Lacasaadondeelprovenzalsedirigíamomentosdespuéshabíasidoelhocerat
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invotisdePhellionduranteveinteaños;perotantolacasadelosPhellioncomolosgalonesdelalevitadeCerizeteranlosadornosnecesarios.
Estaconstrucción,levantadacontraungranedificio,sinmásprofundidadquelade las habitaciones, una veintena de pies, se terminaba en cada extremo por unaespecie de pabellón de una sola ventana. Poseía como principal belleza un jardínancho,deunas treinta toesasymás largoque la fachada,yunbosquecillode tilosmásalládelsegundopabellón.Elpatioalacallesecerrabacondosrejas,enelcentrodelascualeshabíaunapuertecitadedosbatientes.
Este edificio, de dos pisos, estucado de amarillo, tenía pintadas de verde laspersianas, así como los postigos del piso bajo. La cocina ocupaba el bajo delpabellón, que daba al patio, y la cocinera, unamujer gruesa y fuerte, cumplía lasfuncionesdeportera.Lafachada,decincoventanas,ylosdospabellonessalientes,deuna toesa, erandeun estiloPhellion.Encimade la puerta este había colocadounaplaquitademármolblancoenlaqueseleíaenletrasdeoro:Aureamediocritas.Bajoelmeridianotrazadoenuncuadrodeestafachada,Phellionhabíahechoinscribirestacuerdamáxima:Umhameavitasit!
Los poyos de la ventana habían sido recientemente sustituidos por poyos demármol rojo encontrados en casa de un marmolista. En el fondo del jardín seencontrabaunaestatuacoloreadaquehacíacreeraltranseúntequeunanodrizadabael pecho a un niño. Phellion era su propio jardinero. El piso bajo se componíaúnicamentedeunsalónydeuncomedorquelaescaleraseparabaycuyovestíbulohacíadeantecámara.EnelextremodelsalónseencontrabaunapequeñapiezaqueservíadegabineteaPhellion.
Enelprimerpiso,lashabitacionesdelosespososydeljovenprofesor;encima,ladeloshijosyladelúnicocriadodePhellion.Alaizquierda,alentrarenelpatio,seveíanunaspequeñashabitacionesqueservíanparaguardar leñaydondeelanteriorpropietarioalojabaunportero.LosPhellionesperaban,sinduda,elmatrimoniodesuhijoelprofesorparaproporcionarseesteúltimoplacer.
Estapropiedad,durantemuchotiempodeseadaporlosPhellion,costódieciochomilfrancosen1831.Lacasaestabaseparadadelpatioporunabalaustradaenpiedrasdetalla,ornadadetejasencanal.Estadefensadeadornosedoblabaconunaringlerade rosales de Bengala, en el centro de los cuales se abría una puerta de maderasimulandounareja,situadaenfrentedeladoblepuertadelacalle.
LosqueconocenelpasajedesFeuillantinescomprenderáncómolacasaPhellion,viniendoenángulorectoalacalle,estabasituadaenplenomediodíaydefendidadelnorteporelinmensomuroalcualestabaadosada.LascúpulasdelPanteónyelVal-de-Grâcesemejandosgigantesydisminuyendetalmodoelaire,quepaseándoseporel jardínuno se creería enunahabitación.Nada, además, esmás silenciosoque elpasaje des Feuillantines. Tal era el retiro del gran ciudadano desconocido que
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saboreaba las dulzuras del reposo, después de haber pagado su deuda a la patriatrabajandoenelMinisteriodeFinanzas,dedondeseretiraracomocopistadeorden,despuésdetreintayseisañosdeservicio.
En 1832 había llevado su batallón de guardias nacionales al ataque de Saint-Merry; mas los que estaban a su lado vieron las lágrimas en sus ojos por verseobligadoadispararcontrafrancesesdescarriados.YatodohabíaterminadocuandosulegiónatravesabaapasodecargaelpuentedeNuestraSeñora.Esterasgolevaliólaestimadesubarrio,pero lehizoperder laLegióndeHonor;elcoroneldijoenvozalta que bajo las armas no se podía ser liberal, frase de Luis Felipe a la Guardianacional de Metz. Sin embargo, la piedad burguesa de Phellion y la profundaveneraciónqueseleprofesabaenelbarrio,lemanteníanjefedebatallóndesdehacíaochoaños.Próximoalossesentaaños,yviendollegarelmomentodedejarlaespaday el alzacuello, esperaba que el rey se dignaría recompensar sus serviciosconcediéndole la Legión de Honor; y la verdad nos obliga a decir, a pesar de lamanchaqueestapequeñezimprimeatanbellocarácter,queelcomandantePhellionse hacía ver bien en las recepciones de las Tullerías; se colocaba en primera fila,mirabadesde lospasillos al rey-ciudadanomientras éste comía en sumesa, en fin,intrigaba sordamente, y aún no había podido obtener una mirada del rey. LahonestidaddeestehombrenolepermitíapediraMinardqueintercedieraensufavor.
Phellion,elhombredelaobedienciapasiva,eraestoicoencuantoasusdeberesydebronceen todo loque tocabaa laconciencia.Paraacabaresteretratoconeldelfísico,a loscincuentaynueveañosPhellionhabíaespesado,paraservirnosdeestetérmino de la lengua burguesa; su cara, acarnerada y marcada de viruelas, seconfigurócomoLunallena,demodoquesuslabios,enuntiempogruesos,aparecíannormales ahora. Los ojos, debilitados, velados por los lentes, no mostraban ya lainocenciadesuazulclaro;loscabellosencanecidos,todo,enfin,habíahechograveloquedoceañosanteslindabaconlaingenuidadyseprestabaalridículo.Eltiempo,quecambiatanfatalmentelascarasderasgosfinosydelicados,embellecealasqueenlajuventudtienenformasgruesasytoscas:éstefueelcasodePhellion.AutordevariasobrasadoptadasporlaUniversidad,PhellionempleabaladesocupacióndesuvejezenescribiruncompendiodelahistoriadeFrancia.
CuandoLaPeyradellegó,estabatodalafamilia;laseñoraBarniolhabíavenidoatraer a su madre noticias de uno de sus hijos, que estaba enfermo. El alumno deCaminosyPuentespasabaeldíaenfamilia.Todosendomingados,sentadosdelantede la chimenea en sillones de caoba, temblaron al oír a Genoveva anunciar alpersonaje dequienhablaban, a propósito deCeleste, a quienFélixPhellion amabahastaelpuntodeiramisaporverla.Elsabiomatemáticohabíahechoesteesfuerzoaquellamismamañana, y se burlaban de él, sin dejar de desear queCeleste y suspadresreconocieraneltesoroqueselesofrecía.
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—¡Ay!,desgraciadamente,losThuilliermeparecenaficionadosaunhombremuypeligroso —decía la señora Phellion—. Esta mañana tomó del brazo a la señoraColevilleysefueronjuntosalLuxemburgo.
—Hayenesteabogado—exclamóFélixPhellion—algodesiniestro;sihubieracometidouncrimen,nomeextrañaríanada…
—Vasmuylejos—opinóPhellionpadre—;élesprimohermanodeTartufo,esainmortal figura fundida en bronce por nuestro honestoMolière, pues queMolière,hijosmíos,tuvolahonestidadyelpatriotismoporbasedesugenio.
EnestepuntoestabancuandoentróGenovevaparaanunciar:—AhíestáelseñordeLaPeyrade,quesolicitahablarconelcaballero.—¿Conmigo?—exclamóelseñorPhellion—.¡Hágaleentrar!—agregóconesa
solemnidad para las pequeñas cosas que le daba un tinte ridículo, pero que hastaentoncesimpusieraasufamilia,dondeseleaceptabacomoaunrey.
Phellion, sus dos hijos, su mujer, y su hija se pusieron en pie y recibieron elsaludocirculardelabogado.
—¿A qué debemos el honor de su visita, caballero? —preguntó severamentePhellion.
—A su importancia en el barrio, mi querido señor Phellion, y a los negociospúblicos—respondióTeodosio.
—Pasemosentoncesamigabinete.—No,no,amigomío—dijolasecaseñoraPhellion,mujercitaflacayaplastada
comounaraya,queconservabaensucaralaseveridadmuequeanteconqueenseñabamúsicaenlospensionadosdejóvenes—;nosotrososdejaremos.
Un piano de Erard, colocado entre las dos ventanas, denunciaba las constantespretensionesdeladignaburguesa.
—¿Seréyotandesgraciadoqueoshagaescapar?—dijoTeodosio,sonriendoconsimpatíaalamadreyalahija—.Tienenustedesundeliciosoretiro—continuó—,ysóloosfaltaunabellanueraparaquepaséisel restodevuestrosdíasenestaaureamediocritas, el deseo del poeta latino, y entre las alegrías de la familia. Vuestrosantecedentes merecen bien tales recompensas, pues que, según lo que se dice deusted,miqueridoseñorPhellion,soisalavezunbuenciudadanoyunpatriarca…
—Caballero—respondióPhellion,embargado—,caballero,hecumplidoconmideberynadamás.
La señoraBarniol, tan semejante físicamente a sumadre como pueden ser dosgotasdeaguaentresí,miróalaseñoraPhellionyaFélixcuandoTeodosiomanifestósus buenos deseos empleando la palabra nuera, como preguntándoles: «¿Nosengañaremos?».
Lasganasdehablardeesteincidentehizoqueloscuatrosalieranaljardín.—Señorcomandante—comenzóTeodosio,unavezqueestuvosoloconeldigno
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burgués,aquienesaapelacióndecomandanteenorgullecía—;comandante,puesqueyosoydevuestrossoldados,setratadelaselecciones…
—¡Ah,sí!,tenemosquenombrarunconsejeromunicipal—interrumpióPhellion.—Y es a propósito de una candidatura por lo que yo vengo a turbar vuestra
alegríadominical;perotalveznosaldremosdelcírculofamiliar.YaeraimposibleaPhellionsermásPhelliondeloqueTeodosioeraPhellion.—No le dejaré decir una palabra más —respondió Phellion, aprovechando la
pausaquehacíaTeodosioparaverelefectodesufrase—;tengomicandidato.—¡Hemos tenido la misma idea! —exclamó Teodosio—; las gentes de bien
puedencoincidirtantocomolasgentesinteligentes.—No lo creo —replicó Phellion—. Este barrio tuvo por representante en la
Municipalidadalmásvirtuosodeloshombres,almismotiempoquealmásgrandedelosmagistrados,enlapersonadePopinot,muertosiendoconsejeroenlaCortereal.Cuandosehatratadodesustituirle,susobrino,herederodesubondad,noeravecinodeestebarrio;peromástardecompróyvinoahabitarlacasadondeviviósutíoenlacalledelaMontañaSantaGenoveva;élesmédicodelaEscuelaPolitécnicaydeunodenuestroshospitales;esunhombrehonradenuestrobarrio;porestosméritosyparahonrarlamemoriadeltíoenlapersonadelsobrino,algunosvecinosdelbarrioyyohemos resuelto llevar al doctor Horacio Bianchon, miembro de la Academia deCiencias, como usted sabe, y una de las jóvenes glorias de la ilustre escuela deParís…Unhombrenoesgrandeanuestrosojos solamenteporqueescélebre,yeldifuntoconsejeroPopinothasido,segúnyopienso,casiunsanVicentedePaúl.
—Unmédiconoesunadministrador—respondióTeodosio—,yademás,setratadeunhombreaquienvuestrosmásqueridosinteresesobliganahacerelsacrificiodeesasopinionescompletamenteindiferentesalacosapública.
—¡Ah,caballero!—exclamóPhellion,poniéndosedepieyposandocomoLafónrepresentando El Glorioso—, ¿me despreciáis lo suficiente para creer que losintereses personales podrían influir nunca enmi conciencia política? En cuanto setratadelacosapública,yosoytansólociudadano,nimás,nimenos.
Teodosio sonreía para sí pensando en el combate que iba a declararse entre elpadreyelciudadano.
—Nosecomprometaasícontraustedmismo,se loruego—dijoLaPeyrade—;piensequesetratadelafelicidaddesuqueridoFélix.
—¿Qué quieren decir esas palabras?…—replicó Phellion, deteniéndose en elcentro del salón, lamano entre los botones del chaleco, gesto copiado del célebreOdilonBarret.
—Pues que yo vengo por nuestro común amigo, el digno y excelente señorThuillier,cuyainfluenciaenlosdestinosdelabellaCelesteColevilleconocéisbien;ysi,comoyopienso,suhijo,unjovenqueharíaorgullosaacualquierfamiliaycuyos
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méritos son indiscutibles, corteja a Celeste con fines honorables, usted no podríahacer nada mejor, para conseguir el eterno agradecimiento de Thuillier, queproponerlealsufragiodenuestrosconciudadanos.Encuantoamí,reciénllegadoalbarrio, a pesar de la influencia quemeha dado el bien hecho a la clase pobre, nopodríaencargarmedeello,apartequeelserviralospobresproporcionapococréditoconlosfuertesydequelamodestiademividanoseacomodaconesosbrillos.Yome he consagrado al servicio de los pequeños, señor, como el difunto Popinot,hombresublime,comousteddecía,y siyono tuvieseestedestino,enciertomodoreligioso y poco propicio a las obligaciones delmatrimonio,mi gusto,mi segundavocación seríapor el serviciodeDios,por la Iglesia…Ynohago ruido, como losfalsosfilántropos;noescribo,obrosimplemente,porquesoyunhombrebuenamentededicado a la caridad cristiana. Me ha parecido adivinar la ambición de nuestroamigoThuillieryhequeridocontribuiralafelicidaddedossereshechoselunoparaelotro,ofreciéndooslosmediosparaqueganéislaentradaenelcorazónunpocofríodeThuillier.
Estatirada,admirablementelanzada,confundióaPhellion;asombrado,cautivado,perosiemprePhellion,caminóalencuentrodelabogadotendiéndolelamano.
Ambosseestrecharonlasmanosconunodeaquellosapretonesquesedabanporagostode1830entrelaburguesíayloshombresdelmañana.
—Caballero—dijoelcomandante,emocionado—,yo lehabía juzgadomal.Loqueustedmehahechoelhonordeconfiarmemoriráaquí…—continuó,señalandosucorazón—.Ustedesunodeesoshombrescomohaypocos,peroqueconsuelandetantos males, inherentes, por cierto, a nuestro estado social. El bien se ve tanraramente, que ya está en nuestra débil naturaleza desconfiar de las apariencias.Ustedtieneenmíunamigo,siesquemepermiteteneresetítulo…Peroustedvaaconocerme: yo perderíami propia estima proponiendo a Thuillier. No,mi hijo nodeberásufelicidadaunamalaaccióndesupadre…¡Yonocambiarédecandidatoporqueenellovayaelinterésdemihijo!…¡Lavirtud,señor,eseso!
LaPeyrade sacó su pañuelo, se lo hundió en los ojos, hizo salir una lágrimaydijo,tendiendolamanoaPhellionyvolviendolacabeza:
—¡Oh, señor!He aquí unidos lo sublimede la vidaprivaday lo sublimede lavida política. Este espectáculo basta para quemi visita no sea infructuosa… ¡Quéquiereusted!…Ensu lugar,yoharía lomismo…Ustedpertenecea lomásgrandequeDios ha hecho: ¡los hombres de bien! ¡Muchos ciudadanos a lo Juan Jacobo!,ustedesunhombrealoJuanJacobo,ylaFrancia,¡oh,mipatria,quénoseríastú!…Soyyo,caballero,quiensolicitaelhonordesersuamigo.
—¿Quésucede?—exclamólaseñoraPhellion,quecontemplabalaescenaporlaventana—;vuestropadreyesemonstruodehombreseabrazan.
Phellionyelabogadosalieronyvinieronalencuentrodelafamilia,eneljardín.
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—MiqueridoFélix—dijoelanciano,señalandoaLaPeyrade,quesaludabaalaseñoraPhellion—,muéstrate bien reconocido a este digno joven; él te serámuchomásútilqueperjudicial.
ElprovenzalsepaseócincominutosconlasseñorasBarniolyPhellion,bajolostilossinhojas,ylesdio,enlasgravescircunstanciasquecreabalatestarudezpolíticadePhellion,unconsejocuyosefectosdebíanexplotaraquellanocheycuyaprimeravirtudfueladehacerdelasdosdamas,dosadmiradorasdesutalento,sufranqueza,suscualidadesinapreciables.ElabogadofueacompañadoportodalafamiliahastalapuertaytodoslosojoslesiguieronhastaquedoblólacalledelbarrioSaint-Jacques.LaseñoraPhelliontomóelbrazodesumaridoparavolveralsalón,yledijo:
—Yqué,amigomío,tú,tanbuenpadre,¿vas,porexcesodedelicadeza,afrustrarelmejormatrimonioquepodríatenernuestroFélix?
—Querida—respondióPhellion—,losgrandeshombresdelaAntigüedad,comoBruto y otros, no eran padres cuando se trataba de ser ciudadanos…La burguesíatiene,más que la nobleza, a quien sustituye, la obligación de las altas virtudes. ElseñordeSaint-HilairenopensabaensubrazoarrancadodelantedeTurenamuerto…Nosotrostenemosnuestraspruebasquepasar:pasémoslasentodoslosgradosdelajerarquía social… ¿He dado yo lecciones ami familia para renegar de ellas en elmomentodeaplicarlas?…No,querida;llora,siquieres,hoy;¡mañanameestimarás!—terminó,viendoasusecamitadconlaslágrimasenlosojos.
Estasgrandespalabras fuerondichas juntoa lapuertaen lacualestabaescrito:Aureamediocritas.
—Yodebíponer:etdigna—agregó,mostrandolaplaca—;peroesasdospalabrasimplicaríanunelogio.
—Mi padre—dijo Teodoro María Phellion, el futuro ingeniero de caminos ypuentes,cuandotodalafamiliaestuvoreunidaenelsalón—,amímeparecequenoesfaltaralhonorelcambiardedeterminaciónapropósitodeunaelecciónindiferenteporsímismaalacosapública.
—¡Indiferente,hijomío!—exclamóPhellion—.Entrenosotrospuedodecirlo,yFélixcompartemiopinión:¡elseñorThuilliernotieneningunapreparación,nosabenada! ¡Horacio Bianchon es un hombre capacitado que obtendrá mil cosas paranuestrobarrio,mientrasqueThuilliernoobtendráninguna!Peronoolvides,hijomío,quecambiarunabuenadeterminaciónporotramala,pormotivosdeinteréspersonal,es acción infame que escapa al control de los hombres, pero queDios castiga.Yoestoy, o creo estar, limpio de toda culpa ante mi conciencia y debo dejaros mimemoriaintacta.Porellonadameharácambiardedeterminación.
—¡Oh,queridopapá!—exclamólaseñoraBarniol—,¡noquierassermáspapistaqueelPapa!BastantesimbécilesytontoshayenlosConsejosmunicipales,sinquelaFranciaseresientadeello.ElbuenThuillieropinaráloqueopinenlosotros…Piensa
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queCelestetendrátalvezquinientosmilfrancos.—¡Aunque tuviese millones! —respondió Phellion—, aunque yo los viese
aquí…,yonopropondríaaThuilliercuandodeboalamemoriadelmásvirtuosodelos hombres el hacer nombrar a Horacio Bianchon. ¡Desde lo alto de los cielos,Popinot me contempla y me aplaude!… —exclamó, exaltado—. Es conconsideraciones semejantes como la Francia se perjudica y la burguesía se hacejuzgarmal.
—Mipadre tiene razón—dijoFélix, saliendodeunaprofundaensoñación—,ymerece nuestro respeto y nuestro amor igual que durante todo el curso de su vidamodestayhonorable.Yonoquisieradebermifelicidadniaunremordimientodesualmalimpianialaintriga;yoamoaCelestetantocomoamoamifamilia;maspongoporencimadetodoelhonordemipadre,ydesdeelmomentoqueesunacuestióndeconcienciaenél,nohablemosmásdelasunto.
Phellion, losojos llenosde lágrimas, abrazóa suhijomayor, diciendoconvozahogada:
—¡Hijomío,hijomío!…—Todoeso sonestupideces—murmuró la señoraPhellionaloídode la señora
Barniol—; ven a vestirme, así terminará esto: yo conozco a tu padre y él estáresuelto…Paraponerenejecuciónelmedioquenosfacilitaesesimpáticoypiadosojoven,tengonecesidaddeti,Teodoro;prepárate,hijo.
EnestemomentoentróGenovevayentregóunacartaalseñorPhellion.—Unainvitaciónacomerparamiesposayparamí,encasadelosThuillier—
informó.La magnífica, extraordinaria idea del abogado de los pobres había trastornado
tantoalosThuilliercomotrastornabaalosPhellion,yJerónimo,sinconfiarnadaasuhermana,porhonordefidelidadhaciasuMefistófeles,lehabíadicho:
—Queridita(él laacariciabasiempreconestapalabra),hoytendremosgentedealtura a comer; voy a invitar a losMinard: cuida de tumenú; ahora escribo a losPhellioninvitándoles;esunpocotardíalainvitación,peroconellosnoimporta…EncuantoalosMinard,hayquecegarlesunpoco,losnecesito.
—CuatroMinard,tresPhellion,cuatroColevilleynosotros;total,trece…—LaPeyrade,catorce,ynoesinútilinvitartambiénaDutocq,quemehadeser
útil;yoleavisaré.—¿Quépreparastú?¡Quinceinvitados,cuarentafrancosporlomenosdegasto!—No lo sientas, queridita y, sobre todo, muéstrate complaciente con nuestro
jovenamigoLaPeyrade.¡Éseesunamigo!…¡Tendráslaspruebas!…Simequieres,cuídalecomoalasniñasdetusojos.
YJerónimodejóaBrigitteestupefacta.«¡Oh,sí,esperarélaspruebas!…—sedijoella—.¡Conbellaspalabrasnoseme
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conquista!… Es un muchacho amable, pero antes de darle entrada en mi corazóntengoqueestudiarleunpocomásdeloquelohemoshecho.»
Luego de invitar aDutocq, Thuillier arreglado como unAdonis, fue a la callePhaçons-Sorbonne,alhoteldelosMinard,paraseduciralagruesaZelieydisfrazarloviolentodelainvitación.
Minardhabíacompradounadeesasgrandesysuntuosascasasque lasantiguasórdenesreligiosasconstruyeronalrededordelaSorbonney,mientrassubíalaescalerade grandes escalones de piedra y pasamanos de una cerrajería que probaba cuántoflorecieron bajo Luis XIII las artes secundarias, Thuillier envidiaba la casa y laposicióndelseñoralcalde.
Estevastoedificio,situadoentrepatioyjardín,esnotableporelcarácteralavezeleganteynobledelreinodeLuisXIII,singularmentecolocadoentreelmalgustodelRenacimientoexpirantey lagrandezadeLuisXIVensuaurora.Esta transiciónsenotaenmuchosmonumentos.Loscaracoleosdelasfachadas,comolaSorbonneylascolumnas rectificadas según las leyes griegas, comienzan a aparecer en estaarquitectura.
Unantiguotendero,undefraudadordichoso,reemplazabaenestacasaaldirectoreclesiástico de una institución llamada antaño el Economato, dependiente de laagenciageneraldelantiguoclerofrancés,fundacióndelgenioprevisordeRichelieu.El nombre de Thuillier le hizo abrir las puertas del salón donde reinaba, entre losterciopelos rojosyeloro,enmediodemagníficaschinerías,unapobremujercuyaobesidad era un motivo de risa para los príncipes y las princesas en los bailespopularesdelCastillo.
—Eso,¿nodarazónaLaCaricatura?—dijoundía,sonriendo,unaseudodamade cámara a una duquesa, que no pudo contener la risa ante el aspecto de Zelie,enjaezada con sus diamantes, roja como una amapola, apretada por un vestidolaminadoyrodandocomountoneldesuantiguoalmacén.
—¿Meperdonaráusted,belladama—dijoThuillier,parándoseenlaposenúmerodos de su repertorio de 1807— el haber dejado esta invitación sobre mi mesa,creyendohaberlaenviado?Esparahoy;talvezllegodemasiadotarde…
Zelieexaminólacaradesumarido,quellegabaparasaludaraThuillier,ydijo:—Nosotrosdebíamos ir averuna fincaycomerenun restaurantalazar;pero
renunciaremosanuestrosproyectoscontantomásgustocuantoque,segúnyopienso,eshorriblementevulgarsalirdeParíslosdomingos.
—Haremos un pequeño asalto al piano para los jóvenes, si hay número, comopresumo…
—¿Esnecesariovestirse?—preguntólaseñoritaMinard.—¡Ah, de ninguna manera; no faltaba más!—exclamó Thuillier—. Usted me
haría sufrir un regaño de mi hermana… Estaremos en familia. Bajo el Imperio,
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señorita,erabailandocomoseconocíalagente…Enaquellagranépocaseestimabatantoaunbuenbailadorcomoaunbuenmilitar.Hoysevademasiadoalopositivo.
—No hablemos de política—dijo, sonriendo, el alcalde—. El rey es grande yhábil.Yoadmiromiépocay las institucionesquenoshemosdado.El rey,además,sabe bien lo que hace al desarrollar la industria: él lucha cuerpo a cuerpo conInglaterra, a la que nosotros hacemosmás daño con esta paz fecunda que con lasguerrasdelImperio…
—¡Qué diputado hará Minard! —exclamó, ingenuamente, Zelie—; se ensayaentrenosotrosparahablar,yustednosayudaráaelegirlo,¿verdadThuillier?
—Nohablemosdepolítica—respondióThuillier—;lesesperamosalascinco.—EljovenVinet,¿estará?—preguntóMinard—;élvenía,sinduda,porCeleste.—Pues puede ponerse de luto —respondió Thuillier—. Brigitte no quiere oír
hablardeeso.ZelieyMinardcambiaronsonrisasdesatisfacción.—¡Pensarquehayqueencanallarseconestasgentespornuestrohijo!—sedijo
ZeliecuandoThuilliersalióacompañadoporelalcalde.—¡Ah!,¿túquieresserdiputado?—pensabaThuillier,descendiendolasescaleras
—. ¡Nada les basta a estos tenderos! ¡Oh, qué diría Napoleón viendo el poder enmanosdeestasgentes!¡Yo,porlomenos,soyunadministrador!¡Quécontrariedad!¿QuédiráLaPeyrade?
El ambicioso subjefe fue a rogar su asistencia a la velada a toda la familiaLandigeois, y pasó por la casa Coleville para advertir a Celeste que fuese bienelegante. Flavia estabamuy pensativa; dudaba si ir o no, yThuillier hizo cesar suindecisión.
—Miviejaysiemprejovenamiga—dijo,cogiéndolaporeltalle—;yonoquierotenersecretosparausted.Setratadeungranasuntoparamí…Nopuedodecirmás,peroleruegoserparticularmentesimpáticaconunjoven…
—¿Quién?—EljovenLaPeyrade.—¿Yporqué,Jerónimo?—Tieneensusmanosmiporvenir;esunhombredegenio.¡Oh,yoconozcoestos
asuntos!¡Hayquehacerlenuestro,Flavia!…Y,sobretodo,sindejarlevernada;noledemoselsecretodesufuerza…Conélyoserédedandoydando.
—Pero¿deboserunpococoqueta?—Nomucho,ángelmío—respondióThuillier,conairefatuo.YpartiósindarsecuentadelaespeciedeestupordequeeravíctimaFlavia.—Esunapotenciaesejoven—pensaba—.Veremos.Perosehizopeinarelegantementeyvistiósulindotrajerosagris,dejandoversus
finoshombrosbajolamantillanegra,ycuidódevestiraCelesteuntrajedesedacon
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cuellodegrandespliegues,peinándolaaloBerta.A lascuatroymediaTeodosioestabaensupuestoconsuairebobalicónycasi
servil,suvozdulce;peroantessalióconThuillieraljardín.—Amigomío,yonodudodesu triunfo,perocreonecesariorecomendarosaún
unsilencioabsoluto.Silepreguntansobrecualquiercosa,sobretodosobreCeleste,responda de esa forma evasiva que deja en suspenso al que interroga, y que ustedutilizóantañoenlasoficinas.
—¡Entendido!—replicóThuillier—.Pero¿tieneustedlacerteza?—Ustedveráelpostrequelehepreparado.Seamodestosobretodo.Heaquíalos
Minard;déjemerecibirles…Tráigalesaquíyluegomárchese.Después de los saludos, La Peyrade procuró estar cerca del alcalde, y en un
momentooportunolellevóaparteyledijo:—Señoralcalde,unhombredesuimportanciapolíticanovieneaaburrirseaquí
sinalgúnproyecto;yonovoyajuzgarlosmotivos;notengoelmenorderecho,ymipapelaquíabajonoeseldemezclarmeenlosasuntosdelaspotenciasdelaTierra;perdonadmiintromisiónydígneseescucharunconsejoqueosodarle.Siyolehagounserviciohoy,ustedestáenposicióndehacermedosmañana;así,casodequehoyle sirva en algo, sólo lo hago siguiendo la ley del interés personal.Nuestro amigoThuilliersedesesperadenosernada,yhadecididosercualquiercosa,unpersonajeensubarrio…
—¡Ah!,¡ah!—dijoMinard.—¡Oh,pocacosa!ÉlquisierasernombradomiembrodelConsejomunicipal.Yo
séquePhellion,adivinandolainfluenciadesemejanteservicio,seproponedesignaranuestro pobre amigo como candidato. Tal vez creerá usted necesario para susproyectosadelantárseleenesto.LaeleccióndeThuilliernopuedepormenosdeserosfavorable,agradable;élsabrácumplirsucometidoenelConsejo;loshaymásflojosqueél…Yciertamente,debiéndoostalapoyo,veráporvuestrosojos,puestoqueosmiracomoaunadelasantorchasdelaciudad.
—Querido,se loagradezco—dijoMinard—;mehaceunservicioqueyosabrérecompensar,yquemeprueba…
—Que no me gustan esos Phellion —continuó La Peyrade, aprovechando untitubeo del alcalde, quien temía exponer una idea que el abogado podía interpretarcomo un desprecio—; odio a las gentes que hacen profesión de su probidad yalardeandesusbuenossentimientos.
—¡Losconocebien!—dijoMinard—;sonunossicofantas.Estehombreexplicatodasuvidadesdehacediezañosconesepedazodecintaroja—agregóelalcalde,señalandoalojaldesusolapa.
—¡Tenedcuidado!—dijoelabogado—;suhijoamaaCelesteytieneocupadalaplaza.
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—Sí,peromihijotienedocemilfrancosderenta.—¡Oh!—interrumpióelabogadoconungestodeasombro—,Brigittedijoelotro
día que ella quería tuviese, al menos, esa cantidad el pretendiente de Celeste. Y,además,antesdeseismesesustedseenterarádequeThuillierposeeuninmuebledecuarentamilfrancosderenta.
—¡Ah, diantre; no lo suponía! —respondió el alcalde—. Pues bien, ¡serámiembrodelConsejogeneral!
—Entodocaso,nolehabléisdemí—dijoelabogadodelospobres,apurándoseairasaludaralaseñoraPhellion—.Ybien;mibellaseñora,¿triunfóusted?
—Esperéhastalascuatro;peroeldignoyexcelentedoctorBianchonnomedejóterminar.Phellionrecibióunacartasuyaagradeciéndolelaintencióneinformándoleque sus muchas ocupaciones le impiden aceptar, y que su candidato es el señorThuillier,enfavordequienemplearásuinfluenciayrogándolehacerlomismo.
—¿Quéhadichovuestroadmirableesposo?—Hecumplidomideber;nohe traicionadoami concienciay ahora estoya la
disposicióndeThuillier.—Pues todo se ha arreglado—dijo La Peyrade—; olvidadmi visita, para que
tengáistodoelméritodeestaidea.YfuejuntoalaseñoraColeville,tomandounaactitudllenaderespeto.—Señora—dijo—,tengalabondaddetraermeaquíaesebuenpapáColeville;se
tratadeunasorpresaquedaraThuillierydebeestarenelsecreto.MientrasqueLaPeyradesemostrabaartistaconColeville,dejándosedeslizaren
muy espirituales burlas al explicarle la candidatura de Thuillier, y diciéndole quedebía apoyarla, aunque sólo fuese por espíritu de familia, Flavia oía en el salón laconversaciónsiguiente,queladejabaatontada:
—Quisierasaberquédicen losseñoresColevilleyLaPeyrade,para reírdeesemodo—preguntabatontamentelaseñoraThuillier,mirandoporlaventana.
—Dicentonterías,comoacostumbranadecirloshombresentreellos—respondióBrigitte,quienporuninstintonaturaldesolteronaatacabaamenudoaloshombres.
—Élesincapaz—dijogravementePhellion—;elseñordeLaPeyradeesunodelosmásvirtuososjóvenesquehayaencontradonunca.TodossabenmiopiniónsobreFélix;puesbien,yo locolocoen lamisma líneayaúnmás;quisieraenmihijounpocodelapiedaddelseñorTeodosio.
—Es,enefecto,unhombredemérito,quellegarálejos—continuóMinard—.Pormiparte,mivoto,noconvienedecirmiprotección,lohaconquistado.
—Gastamásenaceitedelámparaqueenpan—dijoDutocq.—Sumadre,siél tiene ladichadeconservarla,debedeestarbienorgullosa—
opinó,sentenciosamente,laseñoraPhellion.—Para nosotros es un verdadero tesoro —agregó Thuillier— y ¡si ustedes
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conocieransumodestia!Nosedaningúnvalor.—De loquepuedo responder—continuóDutocq—esdequeningún jovenha
conservadomásnobleactitudenlamiseria;triunfódeella;perohasufrido,seve.—¡Pobrejoven!—exclamóZelie—.¡Oh,estascosasmehacendaño!…—Selepuedencontarfortunasysecretos—dijoThuillier—,yenestostiempos
eslomejorquepuededecirsedeunjoven.—EsColevillequienlehacereír—exclamóDutocq.En aquel momento, Coleville y La Peyrade volvían del fondo del jardín los
mejoresamigosdelmundo.—¡Señores—dijoBrigitte—, la sopa y el rey no deben esperar; el brazo a las
damas!CincominutosdespuésdeestabromadeporteríaBrigittetuvolasatisfacciónde
ver la mesa rodeada por los principales personajes de este drama; por su salónpasaríantodos,conexcepcióndelodiosoCerizet.Elretratodeestaantiguafabricantedesacosseríatalvezincompletosiseomitieseladescripcióndeunadesusmejorescomidas. La fisonomía de la cocina burguesa de 1840 es uno de esos detallesnecesariosalahistoriadelascostumbres.Nosehanhechoduranteveinteañossacosvacíos sin buscar elmedio de llenar unos cuantos para sí.YBrigitte tenía esto departicular:quereuníalaeconomía,alaquesedebelafortuna,conelconocimientodelosgastosnecesarios.Surelativaprodigalidad,cuandosetratabadesuhermanoodeCeleste,eraantípodade laavaricia.Así, sequejabaavecesdenoseravara.Ensuúltima comida había relatado cómo, después de haber sufridomartirio y discutidodurantediezminutos, había terminadopordar diez francos a unapobreobreradelbarrioaquiensabíaenayunoforzosodesdehacíadosdías.
—Eltemperamento—dijoingenuamente—fuemásfuertequelarazón.Lasopaerauncaldocasilimpio,pueshastaenocasionescomoestalacocinera
teníaordendehacermuchocaldo;lacarnedebíaserelalimentodelafamiliaaldíasiguiente y al otro; por tanto, cuanto menos jugo daba al caldo más sustanciosaquedaba.Pocococida, laretirabansiempreaestafrase,dichaporBrigitte,mientrasThuillierlehundíaelcuchillo:
—Me parece un poco dura y, además, no importa, Thuillier; nadie la comerá;tenemosotracosa.
La sopa estaba, en efecto, rodeada de cuatro platos, colocados sobre viejosportafuentes,yqueenestacomida,llamadamástardedelacandidatura,consistíanendospatosconaceitunas,unaempanadadealbóndigas,unaanguilaa la tártarayunfricandóconescarola.
El segundo servicio tenía por plato central una oca rellena de castañas, unaensaladadeberrosadornadaconrodajasderemolacharoja,tarrosdecremafrescaynabosconazúcaryunacacerolademacarrones.Estacomida,deporteroquecelebra
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bodas, costaba todo lo más veinte francos, y con los restos se alimentaban losThuillierdurantedosdías,loquenoimpedíaaBrigittedecir:
—¡Virgensanta!¡Cuandohayinvitadossevaeldineroqueesunescándalo!Lamesa estaba iluminada por dos horribles candelabros de cobre plateado, de
cuatrobrazos,dondebrillabanlasbujíaseconómicasllamadasLaEstrella;laplatería,desigual,eralaherenciapaterna,frutodecomprashechasdurantelaRevoluciónporThuillier padre y que sirvieron en el restaurante anónimo que tenía en su portería,suprimidoen1816entodoslosMinisterios.Lacomidaestaba,pues,enarmoníaconelcomedor,con lacasa,con losThuillier,quenopodíanelevarsede tal régimenytales costumbres. Los Minard, Coleville y La Peyrade cambiaron unas cuantasmiradas de las que reflejan ideas satíricas contenidas. Sólo ellos conocían el lujosuperior.LaPeyrade,sentadoalladodeFlavia,ledijoaloído:
—Confiese que necesitan que les enseñen a vivir y que usted y Coleville, encambio,vivenconprivaciones, algobienconocidopormí.PeroesosMinard, ¡quéodiosaavidez!Suhijaseperderíaparasiempre;estosadvenedizostienenlosviciosdelosgrandesseñoresdeotrotiemposintenerlaelegancia.Elhijo,consusdocemilfrancosderenta,puedeencontrarmujerenlafamiliaPotassesinvenirapasaraquíelrastrillodesuespeculación.¡Quéplacerburlarsedeestasgentes!
Flavia escuchaba sonriendo y no retiró su pie cuando Teodosio metió su botadebajo.
—Esparaadvertirosdeloquepase—dijoél—;entendámonosporelpedal;usteddebeconocermedememoriadespuésdeestamañana;yonosoyhombredepequeñasmalicias…
AFlavianoselehabíadadoventajaencuantoasuperioridad;eltonocortante,laseguridad de Teodosio deslumbraban a estamujer, a quien el hábil prestidigitadorhabíapresentadoelcombate forzándolaa respondersíono.Habíaqueadoptarleorechazarle absolutamente; y como su conducta era el resultado de un cálculo, élseguía con mirada tranquila los efectos de su fascinación. Mientras retiraban losplatosdelsegundoservicio,Minard, inquietoporPhellion,dijoaThuillierconairegrave:
—MiqueridoThuillier,siheaceptadolainvitaciónacomerhasidoporqueteníaalgomuyimportantequecomunicarosyqueoshonratantoquemecomplacíahacertestigosdeelloatodoslosinvitados.
Thuillierpalideció:—¡MehaconseguidolaCruz!…—exclamó,recibiendounamiradadeTeodosio
yqueriendoprobarlequenolefaltabafinura.—La tendrá un día—respondió el alcalde—; por elmomento se trata de algo
mejor.LaCruzesunfavordebidoa labuenaopinióndeunministro,mientrasqueahorasetratadeunaeleccióndebidaalasentimientodetodossusconciudadanos.En
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unapalabra,unnúmerobastantegrandedeelectoresdemibarriohapuestosusojosenustedyquierehonrarosconsuconfianzaalencargarosderepresentaraestebarrioenelConsejoMunicipaldeParísque, como todoelmundo lo sabe, es elConsejogeneraldelSena…
—¡Bravo!—dijoDutocq.Phellionselevantó.—Elseñoralcaldesemehaadelantado—dijoconvozemocionada—;peroestan
halagadorparanuestroamigosereldesignadoportodoslosbuenosciudadanosalavez y reunir la voz pública en todos los extremos del barrio, que yo no puedoquejarmedellegarensegundolugary,además:¡alpoderlainiciativa!…(YsaludóaMinardrespetuosamente.)Sí,señorThuillier,varioselectorespensabanenustedenlaparte del barrio donde levanto mis modestos penates, con la particularidad dehaberles sido designado por un hombre ilustre… (¡sensación!), por un hombre enquiennosotrosqueríamoshonraraunodelosmásvirtuososvecinosdelbarrio,quefueduranteveinteañoselpadredetodos:merefieroaldifuntoseñorPopinot,envidaconsejero de la Corte real y nuestro consejero en el Consejo municipal. Pero susobrino,eldoctorBianchon,unadenuestrasglorias…,hadeclinado,acausadesuabsorbente labor, la responsabilidad de que se cargaría; al agradecernos nuestrohomenaje,élhadesignado,notadbienesto,alcandidatodelseñoralcalde,comoensuopinión,elmáscapaz,acausadelaplazaqueocuparaenuntiempo,deejercerlamagistraturadelaedilidad…
YPhelliontornóasentarseenmediodeunrumoraclamatorio.—Thuillier,puedescontarcontuviejoamigo—dijoColeville.Enestemomentotodoslosinvitadosfueronemocionadosporelespectáculoque
daban la vieja Brigitte y la señora Thuillier. Brigitte, pálida como si fuera adesmayarse, dejaba correr por sus mejillas lágrimas que se sucedían lentamente,lágrimasdeunaalegríaprofunda,ylaseñoraThuillierestabacomofulminada,conlamiradainmóvil.Depronto,lasolteronacorrióalacocina,gritandoaJosefina:
—¡Venconmigoalacueva,hijamía!…Vamosabuscarvinodelmejor.—Amigosmíos—comenzóThuillierconvozemocionada—:ésteeseldíamás
hermosodemivida,másbellodeloqueloseráeldemielección,siyoconsientoendejarmedesignaralsufragiodemisconciudadanos(¡vamos,vamos!);mesientomuygastadopormistreintaañosdeserviciopúblico,yustedessabenqueunhombredehonor debe consultar sus fuerzas y sus capacidades antes de asumir las funcionesedilicias…
—¡Yonoesperabamenosdeusted,señorThuillier!…—interrumpióPhellion—.¡Perdón!Eséstalaprimeravezenmividaqueinterrumpoaalguien,yaunantiguosuperiornadamenos;perohaycircunstancias.
—¡Acepte, acepte!—exclamó Zelie—; necesitamos hombres como usted para
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gobernar.—Resígnese,jefe—dijoDutocq—,y¡vivaelfuturoconsejeromunicipal!…Mas
notenemosnadaquebeber…—Entonces,estádicho—continuóMinard—;¿esusted,pues,nuestrocandidato?—Creeusteddemasiadoenmí—respondióThuillier.—¡Vamos!—exclamóColeville—.¡Unhombrequetienetreintaañosdegaleras
enlasoficinasdefinanzasesuntesoroparalaciudad!—Esusteddemasiadomodesto—opinóeljovenMinard—;sucapacidadnoses
bienconocida,enfinanzashaquedadocomounprejuicio…—¡Soisvosotrosquieneslohabéisquerido!…—aceptóThuillier.—El rey estará muy contento de esta elección —dijo Minard, hinchado de
orgullo.—Señores—dijoLaPeyrade—, ¿queréis permitir a un jovenvecinodel barrio
Saint-Jacquesunapequeñaobservaciónquenodejadetenerimportancia?La conciencia que todos tenían del abogado de los pobres hizo un profundo
silencio.—La influencia del señor alcalde del barrio limítrofe, inmensa en el nuestro,
dondehadejadotantosbuenosrecuerdos;ladelseñorPhellion,eloráculo,digamoslaverdad—observó,percibiendoungestodePhellion—,eloráculodesubatallón;lanomenospotentequeelseñorColevilledebeasufranqueza,asuurbanidad;ladelseñor escribano de la justicia de paz, que no será menos eficaz, y los pequeñosesfuerzosqueyopuedoofrecerenmimodestaesferadeactividad,sonpromesasdetriunfo; ¡pero no es el triunfo!… Para obtener un rápido triunfo, debemos todoscomprometernos a guardar la más profunda discreción sobre la manifestación queacabade tener lugaraquí…Excitaríamos,sinsaberloysinquererlo, laenvidia, laspasiones secundarias, quenos crearíanmás tardeobstáculosquevencer.El sentidopolítico de la nueva cuestión, la base misma de su síntoma y la garantía de suexistenciaestánenunciertoreparto,enunalimitacióndelpoderconlaclasemedia,laverdaderafuerzadelassociedadesmodernas,elverdaderoasientodelamoralidad,delosbuenossentimientos,deltrabajointeligente;masnopodemosocultarnosquelaelección extendida a casi todas las funciones, ha dado lugar a que entren laspreocupaciones de la ambición, el furor de ser algo, permitidme la frase, enprofundidadessocialesquenodebieranagitar.Algunosvenunmal;otros,unbien;noes a mí a quien pertenece juzgar la cuestión en presencia de espíritus ante cuyasuperioridadme inclino;me contento con exponerla para hacer ver el peligro quepuede correr el estandarte de nuestro amigo. La muerte de nuestro honorablerepresentanteenelConsejomunicipaldataapenasdeochodías,yyaelbarrioestásublevadoporlasambicionessubalternas.Atodopreciosequiereestaralavista.Laordendeconvocatorianotendráefecto,talvez,hastadentrodeunmes.Deaquíallá,
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¡cuántasintrigas!…Noexpongamos,yooslosuplico,anuestroamigoThuillieralosgolpesdesusadversarios;nolelibremosaladiscusiónpública,estaarpíamoderna,portavozde la calumnia, de la envidia, el pretextoque toman las enemistades, quedisminuyen todo lo grande, ensucian todo lo respetable, que deshonran todo losagrado…; hagamos lo que el tercer partido en la Cámara; ¡estemos callados yvotemos!
—Hablamuybien—dijoPhellionasuvecinoDutocq.—¡Bienyllenodeideas!…Deenvidia,elhijodeMinardestabaverdeyamarillo.—¡Biendichoyverdad!—exclamóMinard.—¡Adoptado por unanimidad!—agregó Coleville—; señores, somos gentes de
palabra,ybastaqueestemosdeacuerdoenesepunto.—Quienquiereelfin,quierelosmedios—recitóenfáticamentePhellion.En estemomento apareció Brigitte, seguida por sus dos criadas, la llave de la
cuevaen lacinturay tresbotellasdechampaña, tresdevino(viejo)de laErmitayuna de Málaga fueron colocadas sobre la mesa; junto a ella, con atención casirespetuosa,colocóunabotellitaviejaydeforme.Enmediodelarisaprovocadaporestaabundanciadeexquisiteces,frutodelagradecimiento,quelapobremujer,ensudelirio, servía profusamente, llegaron numerosos platos de postres: pirámides denaranjas y manzanas, quesos, confituras, frutas confitadas procedentes de laprofundidaddesusarmariosyque,sinlascircunstancias,nohubieranfiguradosobrelamesa.
—¡Celeste, te van a traer una botella de aguardiente que mi padre compró en1802; haz una ensalada de naranjas! —gritó a su cuñada—. ¡Señor Phellion,descorche el champaña!; esta botella para vosotros tres. ¡Señor Dutocq, tome estaotra!¡SeñorColeville,usted,quesabehacersaltarlostapones!…
Lasdoscriadasdistribuíancopasdechampaña,devinodeBurdeos.—¡Del año del cometa! —exclamó Thuillier—. ¡Señores, han hecho ustedes
perderlacabezaamihermana!—¡Yestanoche,poncheypasteles!—dijoella—.Heenviadoabuscarté.¡Dios
mío!, si yo hubiese sabido que se trataba de una elección—agregómirando a sucuñada—,hubierapreparadoelpavo…
Unarisotadageneralacogiólafrase.—¡Oh!,perotuvimosunaoca—dijoriendoMinardhijo.—¡Loscarrossedescargan!—exclamólaseñoraThuillierviendoservirmarrons
glacésymerengues.Brigitte tenía la cara roja; nunca el amor de una hermana tuvo expresión tan
furibunda.—Paraquienlaconoce,esemocionante—dijolaseñoraColeville.
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Las copas estaban llenas, todos se miraban como esperando un brindis, y LaPeyradedijo:
—¡Señores,brindemosporalgosublime!…Todoelmundoquedóenunasombrosointerrogante.—¡PorlaseñoritaBrigitte!…Selevantaron,bebieronygritaron:—¡VivalaseñoritaThuillier!Tantoentusiasmalaexpansióndeunverdaderosentimiento.—Señores —dijo Phellion, leyendo en un papel escrito con lápiz—: «¡Por el
trabajo,porsusesplendores,enlapersonadenuestroantiguocompañero,hoyunodelosalcaldesdeParís,porelseñorMinardysuesposa!».
Despuésdecincominutosdeconversación,Thuilliersealzóybrindó:—¡Señores, por el rey de la familia real!No agrego nada; este brindis lo dice
todo.—¡Porlaeleccióndemihermano!—dijolaseñoritaThuillier.—Voy a haceros reír —dijo La Peyrade, que no cesaba de hablar al oído de
Flavia.Yselevantó:—¡Por lasmujeres;por ese sexoencantador aquiendebemos tanta felicidad, a
excepcióndenuestrasmadres,hermanasyesposas!…Estebrindisprovocólahilaridadgeneral,yColeville,yaunpococontento,gritó:—¡Canalla!¡Merobastemifrase!Elseñoralcaldesepusoenpie;reinóelmásprofundosilencio.—¡Señores,pornuestrasinstituciones!¡Deellasvienelafuerzaylagrandezade
laFranciadinástica!Lasbotellasdesaparecíanenmediodelasaprobacionesdevecinoavecino,sobre
lasorprendentecalidadylafinezadeloslíquidos.CelesteColevillepidiótímidamente:—Mamá,¿mepermitenhacerunbrindis?…Lapobrejovenhabíavisto lacaraembrutecidadesumadrina,olvidada,ella, la
dueña de la casa, ofreciendo casi la expresión del perro que no sabe a qué dueñoobedecer, pasando con la mirada de la fisonomía de su terrible cuñada a la deThuillier;consultandolascaras,olvidándosedeellamisma;laalegríasobreestafazde ilota,habituadaanosernadie,acomprimirsus ideas,sussentimientos,hacíaelefectodeunpálidosoldeinviernosobrelaniebla.Elbirretedegasaadornadoconfloressombrías,lanegligenciadelpeinado,elvestidocolorcarmelita,cuyocorpiñoteníaporúnicoadornounagruesacadenadeoro;todo,hastaelaspecto,estimulóelafectode la jovenCeleste,únicapersonaenelmundoqueconocíaelvalordeestamujercondenadaalsilencio,queconocíatodoloquelarodeaba,sufríaportodoyse
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consolabaconellayconDios.—Dejadlehacersubrindis—dijoLaPeyradealaseñoraColeville.—¡Anda,hijamía!—gritóColeville—;¡aún tenemoselvinode laErmitapara
brindar!—¡Pormibuenamadrina!—brindó la joven, inclinando su copa con respetoy
ofreciéndosela.La pobre mujer, espantada, miró alternativamente, al través de un velo de
lágrimas,asucuñadayasuhermano,perosuposiciónenelsenodelafamiliaerabienconocida,yenelhomenajedelainocenciaaladebilidadhabíaalgotanbello,que la emoción fue general; todos los hombres se alzaron y se inclinaron ante laseñoraThuillier.
—¡Ah,Celeste!¡Yoquisieratenerunreinoquedepositarasusplantas!—ledijoFélixPhellion.
El buen Phellion enjugaba una lágrima, y hasta el mismo Dutocq estabaemocionado.
—¡Quéniñaencantadora!—dijolaseñoritaThuillier,levantándoseparairabesarasucuñada.
—¡Por mí!—dijo Coleville, adoptando una pose de atleta—. ¡Escuchad bien!¡Porlaamistad!¡Vaciadlascopas!¡Llenadlascopas!¡Bien!¡Porlasbellasartes!,laflordelavidasocial.¡Vaciadlascopas!¡Llenadlascopas!¡Porunafiestaigualeldíasiguientealaelección!
—¿Dequéesesabotellita?…—preguntóDutocqaBrigitte.—Es—respondióésta—unadelastresbotellasdelicordemadameAmphoux;la
segundaesparaelmatrimoniodeCeleste,y laúltimaparaeldíadelbautizodesuprimerhijo.
—¡Mihermanahaperdidolacabeza!—dijoThuillieraColeville.La comida terminó con un brindis de Thuillier, apuntado por Teodosio, en el
momentoenquelabotelladeMálagabrillóenlascopitascomootrostantosrubíes.—¡Coleville,señores,bebióporlaamistad;yobeboestevinogenerosopormis
amigos!…Un¡hurra! llenodecaloracogióestasentimentalidad;mas,comodijoDutocqa
Teodosio:—EsuncrimendarsemejantevinodeMálagaapaladaresdeúltimaclase…—¡Ah!¡Sisepudieraimitaresto!—decíaBrigitte,haciendovibrarelcristalpor
elmododechuparellicorespañol—,¡quéfortunaseharía!…Zeliehabíallegadoasumásaltogradodeincandescencia;estabahorrible.—¿Quépiensausted,hermanamía?¿Tomamoseltéenlasala?…LaseñoraThuillierselevantó:—¡Ah!, es usted un brujo —dijo Flavia Coleville aceptando el brazo de La
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Peyradeparapasardelcomedoralsalón.—Yyonoquiero—respondióél—embrujarmásqueausted;ycréame,esun
desquite:¡estáustedhoymáshermosaquenunca!—Y Thuillier —continuó ella para evitar el combate—, Thuillier se cree un
hombrepolítico.—Peroquerida,enelmundolamitaddelosridículossonfrutodeconspiraciones
deestaclase;elhombrenoestanculpableenestoscasoscomosecree.¡Encuántasfamiliasnosevealmarido, loshijos, losamigosdelacasa,persuadiraunamadremuytontadequeesespiritual;aunamadredecuarentaycincoañosdequeesjovenybella!…Deahívienenlasincomprensionesdelosindiferentes.Talhombredebesufatuidad estúpida a una querida, otro su fatuidad demal rimador a los que fueronpagadosparahacerlecreerqueeraungranpoeta.Cadafamiliatienesugranhombre,ydeelloresultaloqueenlaCámara:unaoscuridadgeneralcontodaslasantorchasdeFrancia…¡Ybien!Lasgentesinteligentesríenentreellos.Ustedeselespírituylabellezadeestemundilloburgués;esesoloquemehacededicarosunculto;masmisegundaideaesladesacarosdeaquí,puesquelaamosinceramente;ymásamistadqueamor,aunquesehayaescurridomuchoamor—agregó,apretándolacontrasí.
—LaseñoraPhellionocuparáelpiano—dijoColeville—;¡tododebebailarhoy:lasbotellas,laspiezasdeunfrancodeBrigitteynuestrashijas!Yovoyabuscarmiclarinete.
Ypasósutazadecafévacíaasumujer,sonriendoalverlaentanbuenaarmoníaconTeodosio.
—¿Quélehahechoustedamimarido?—preguntóFlaviaasuseductor.—¿Esnecesarioqueledigatodosmissecretos?—¿Ustednomeamaentonces?—respondióella,mirándoleconlacoqueteríade
unamujercasidecidida.—¡Oh!,puesqueustedmedice todoslossuyos—continuóél,dejándosellevar
de esa exaltación cubierta de alegría provenzal, tan simpática y tan natural enapariencia—,yonoquisieraocultarosnada…
Yllevándolajuntoaunaventana,ledijosonriendo:—Colevillehavistoenmíelartistaoprimidoportodosestosburgueses,callando
delante de ellos porque sería incomprendido, mal juzgado, expulsado; pero él hasentidoelfuegosagradoquemedevora.Sí,yosoy—dijoconuntonodeconvicciónprofunda— artista de la palabra, almodo de Berryer: yo podría hacer llorar a losjueces llorandoyo,que soynerviosocomounamujer.Yestehombreaquien todaestaburguesíahorroriza, sehaburladodeellosconmigo; comenzamoscontraellosriendoymeencontró tan fuerte comoél.Luego le conté todoel plan trazadoparahaceralgodeThuillier,yledejéentreverelpartidoqueélpodíasacardeunmaniquípolítico:«Aunquesólofuese—ledije—paradevenirM.deColeville,ycolocarasu
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encantadora esposa en el lugar que ella merece, una dirección de impuestos, porejemplo,desdedondeustedseharíanombrardiputado,puesque,paraser todoesoque usted debe ser, bastaría con ir unos años a un rincón cualquiera de undepartamento—BajosoAltosAlpes,porejemplo—,dondetodoelmundolequiera,donde sumujer seducirá a todo elmundo…Yesto no le faltará si, sobre todo, dausted suhijaCeleste a unhombre capazde tener influencias en laCámara…».Larazón,traducidaenbromas,poseelavirtuddepenetrarmásprofundamenteenciertoscaracteresde loquepodríapenetrarsola:asíColevilleyyosomoshoylosmejoresamigosdelmundo.Enlamesamedijo:«Canalla,merobastemifrase».Estanochenos tutearemos… Más tarde, una jugada fina a la que yo le arrastraré nos haráseriamenteamigos,talvezmásdeloqueloesconThuillier,puesquelehedichoqueThuillierreventaríadecelossilevieseconlarosetadelaLegión…Heaquí,adoradamía,todoloqueunsentimientoprofundodaelvalordehacer.¿NoesnecesarioqueColeville me adopte, que yo pueda estar en vuestra casa por su deseo?… ¡Quéquiere!, ¡por usted iría a lamer las llagas de los leprosos, comería sapos vivos,seduciríaaBrigitte;sí,emplazaríamicorazónconesegranmástilsifueranecesarioservirmedeellocomodeunamuletaparaarrastrarmeasuspies!
—Estamañanaustedmeespantó…—¿Y esta noche está usted segura?… Sí; nada malo podría sucederos jamás
conmigo.—¡Ah,ustedes,loconfieso,unhombrebienextraordinario!…—No, no; los más pequeños, al igual que los más grandes esfuerzos, son los
reflejosdelallamaqueustedhaencendido;yoquierosersuyernoparaquepodamosestarjuntossiempre…Mimujer,¡bah!,nopodráserotracosaqueunamáquinaparahacerhijos;peroelsersublime,ladivinidadserástú—lesusurróeneloído.
—¡EsustedSatanás!—dijoella,conciertoterror.—No;soyunpocopoeta,comotodos losdemipaís. ¡SedmiJosefina!…Iréa
verosmañana,alasdos;tengoelmásardientedeseodesaberdóndeduerme,versusmuebles,elcolordelospaños,cómoestándispuestaslascosasasualrededor;ver,enfin,¡laperlaensuconcha!…
Y muy hábilmente se alejó después de estas palabras, sin querer escuchar larespuesta.
Flavia, para quien nunca el amor había tomado el lenguaje apasionado de lanovela, quedó sorprendida, pero feliz, el corazón palpitante, diciéndose que nadiepodíaescapardetalinfluencia.
PorprimeravezTeodosiosehabíapuestounpantalónnuevo,mediasdesedagrisy escarpines, un chaleco de seda negra y la corbata de satén, también negra, en elnudodelacualbrillabaunalfilerdebuengusto.Llevabaunalevitanegraalanuevamoda y guantes amarillos; era el único hombre de maneras finas, buen porte, en
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mediodeaquelsalónquelosinvitadosllenabaninsensiblemente.La señoraPron, de solteraBarniol, había llegado condospensionistas jóvenes,
confiadasasusmaternalescuidadospordosfamiliasquehabitabanenBourbonyenla Martinica. El señor Pron, profesor de retórica en un colegio dirigido porsacerdotes, pertenecía a la clase de los Phellion, mas en vez de aparecer a lasuperficie,mostrarseconfrases,condemostracionesyponersesiempreenejemplo,era seco y sentencioso. El señor y la señora Pron, las flores del salón Phellion,recibían los lunes;pormediode losBarniolhabían ligadoestrechaamistadcon losPhellion.Aunqueprofesor,elpequeñoPronbailaba.Elgran renombredel InstitutoLagrave,alcualpertenecieronduranteveinteañoslosPhellion,seacrecentóaúnbajoladireccióndelaseñoritaBarniol,lamáshábilylamásantiguadelassubdirectoras.El señor Pron gozaba de cierta influencia en la parte del barrio circunscrita por elbulevar Montparnasse, el Luxemburgo y la ruta de Sèvret. Por ello, desde quePhellionvioasuamigo,sinnecesitarconsejo,letomóporelbrazoparairaunrincónainiciarleenlaconspiraciónThuillier,ydiezminutosdespuéslosdosseacercaronaThuillier. El poyo de la ventana opuesta a aquella junto a la que estaba Flaviaescuchó,sinduda,untríodignoensugénero,deldelostressuizosenGuillermoTell.
—¡Vea—vinoadecirTeodosioaFlavia—alhonestoypuroPhellionintrigando!…Dadleunarazónalhombreproboyseencharcaráperfectamenteenlasmássuciasestipulaciones;PhellionagarraaPron,yPronobedeceúnicamenteeninterésdeFélixPhellion, que acompaña en estemomento a suCeleste…Cualquiera los separa…,hace diezminutos que están juntos y queMinard hijo se pasea alrededor de ellos,comounbulldogirritado.
Félix, aúnbajo la influenciade laprofundaemociónproducidapor lagenerosaaccióndeCeleste,cuandoyanadie,exceptolaseñoraThuillier,pensabaenello,tuvounadeesasfinezasingenuasquehacenelhonestocharlatanismodelverdaderoamor.Se acercó a la señora Thuillier, pensando en que ésta haría acercarse a Celeste,profundocálculodeunaprofundapasión.
Este gesto fue aúnmás simpático a la señoraThuillier, viendo que el abogadoMinard,quenoveíaenCelestemásqueunadote,notuvotalocurrenciaybebíasucafécharlandodepolíticaconLandigeois.
—¡QuiénpodríanoquereraCeleste!—dijoFélixalaseñoraThuillier.—¡Querida pequeñita mía, nadie más que ella me quiere en el mundo! —
respondiólailota,reteniendosuslágrimas.—¡Eh,señora,quesomosdosaquererla!—respondióelcándidojoven,riendo.—¿Quéestándiciendoustedes?—seacercóapreguntarCelesteasumadrina.—Hijamía—respondió lapiadosavíctima,acercandoasuahijadaparabesarla
enlafrente—,éldicequesonustedesdosaquererme…—¡No se enoje por esta predicción, Celeste—dijo en voz muy baja el futuro
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candidatoalaAcademiadeCiencias—;déjemehacertodoloposiblepararealizarla!… Qué quiere, yo estoy hecho así: la injusticia me subleva profundamente. ¡Oh,cuántarazóntuvoelSalvadorde loshombresalprometerel futuroa loscorazonesdulces, a los corderos inmolados!… ¡Un hombre que sólo la amara, Celeste, laadoraría después de su sublime impulso en la mesa! ¡Pero sólo a la inocenciacorrespondeconsolaralosmártires!…¡Esustedunabuenajoven,yseráunadeesasmujeresquesonalavezlagloriaylafelicidaddeunafamilia!¡Felizquientengaladichadegustaros!
—Queridamadrina,¿quépiensademíelseñorFélix?…—Élteaprecia,ángelmío,yyorogaréaDiosporvosotros…—¡Si usted supiera cómo me hace dichoso que mi padre pueda prestar ese
servicioalseñorThuillier…,ycuántoyoquisieraserútilasuhermano!…—Enfin—dijoCeleste—,¿amaustedatodalafamilia?—¡Puessí!—respondióFélix.Elverdaderoamorseenvuelvesiempreconlosmisteriosdelpudorhastaensus
expresiones,puesquesepruebaporsímismo;nosientelanecesidad,comoelfalsoamor,dehacerunincendio,yunobservador,sihubiesepodidoentrarunoenelsalónThuillier,hubierahechoun librocomparando lasdosescenasyviendo lasenormespreparacionesdeTeodosioylassimplicidadesdeFélix:unoeralanaturaleza,elotrola sociedad; lo verdadero y lo falso frente a frente. En efecto, viendo a su hijacontenta,exhalandoelalmaportodoslosporosdesucaraybellacomounajovencitacortandolasprimerasrosasdeunadeclaraciónindirecta,Flaviatuvounmomentodecelos,yacercándoseaCelesteledijoaloído:
—Noteconducesbien,hijamía;todoelmundoosobserva,ytútecomprometeshablandotantotiemposolaconelseñorFélix,sinsabersiesonosconviene.
—¡Peromamá;mimadrinaestáconnosotros!—¡Ah,perdón!,queridaamiga,nolaveía…—Haceustedcomotodoelmundo—replicóFélix.EstafrasemolestóaFlavia,
quelarecibiócomounaflecha;mirandoaFélixaltivamente,dijoaCeleste:—Venasentarteacá,hijamía.SentóseellamismajuntoalaseñoraThuillierydesignóunasillaasulado.—Yomemataré trabajando—dijoentoncesFélixa laseñoraThuillier—oseré
miembrodelaAcademiadeCiencias,paraobtenersumanoafuerzadegloria.—¡Ah!—se dijo la pobre mujer—, ¡así hubiera yo querido, un sabio dulce y
tranquilo, comoél!Habríavivido tranquilamentebajounavidaen sombra…¡Diosmío,túquenolohasquerido,reúneyprotegeaestosdosniños,quenacieronelunoparaelotro!
Y quedó pensativa, escuchando el ruido que hacía su cuñada, un verdaderocaballoeneltrabajo,ayudandoasusdoscriadas,retirandoelservicio,desalojandoel
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comedor para prepararlo a los bailarines, vociferando como un capitán de fragatapreparándosealataque:
—¿Tenéisaúnjarabedegrosella?¡Idacomprarhorchata!O:¡Nohaybastantescopas; traiganesas seisbotellasdevinoordinarioqueacabodesubir! ¡CuidadqueCoffinet, el portero,nobeba! ¡Carolina,hija;quédate tú enelbuffet! ¡Osdaréunalascadejamónsiaúnsebailaalaunadelamañana!¡Noderrochéis;tenedcuidadodetodo!¡Damelaescoba…,echadaceiteenlaslámparas…,sobretodonorompannada…,arreglenlosrestosdelpostreparaelbuffet!¡Llamenamicuñada,paraqueayude!¡Yonoséquépiensaesainútil!¡Diosmío,quécalmosaes!¡Bah!;¡quitenlassillas,parahacermáslugar!
ElsalónestaballenoporlosBarniol,losColeville,losLandigeois,losPhellionytodos a quienes el rumor de una fiesta en la casa de los Thuillier, oído en elLuxemburgoentrelasdosylascuatrodelatarde,horaenquelaburguesíadelbarriosepasea,habíaatraído.
—¿Yaestá todo listo?—preguntóColeville, irrumpiendoenelcomedor—.Sonlasnueve,yestántodosapretados,comosardinas,enelsalón.Cardot,sumujer,suhijo, su hija y su futuro yerno acaban de llegar, acompañados del joven sustitutoVinet.¿Pasamoselpianodelsalónaquí?
Ydiolaseñalensayandosuclarinete,cuyosalegressonesfueronacogidosconunhurraenelsalón.
Esinútildescribirunbailedeestaclase.Lasropas,lascaras,lasconversaciones,todoestabaenarmoníaconundetallequebastaráalaimaginaciónmenosviva.Entodocaso,unsolodetalle sirvedemuestra,por sucolory sucarácter: enbandejasdescoloridassepasabanvasoscomunes llenosdevinopuro,deaguaconvinoodeagua azucarada. Las bandejas donde se veían vasos de horchata o de jarabe seausentaban frecuentemente. ¡Había cinco mesas de juego, veinticinco jugadores,dieciocho bailarines! A la una de la mañana se comenzó una extravagantecontradanza, vulgarmente llamada la Boulangère, donde tomaron parte la señoraThuillier, Brigitte, la señora Phellion y Phellion padre, y Dutocq figuraba con lacabezavelada,alamaneradelascabilas.Loscriadosqueesperabanasusamosylosdelacasahicierondepúblico,ycomoestainterminablecontradanzaduróunahora,sequisollevarentriunfoaBrigitte,cuandoéstaanunciólacena.
Tantosedivertíanlasmatronascomolasjóvenes,yThuillierdijo:—¡Estamañananosabíamosquetendríamosunafiestasemejante!—Nunca se divierte uno tanto—dijo el notarioCardot—como en estos bailes
improvisados.¡Nomehabléisdeesasreunionesdondecadaunovienepreparado!Estaopiniónconstituyeunaxiomaenlaburguesía.LaBoulangère terminada, Teodosio sacó a Dutocq del buffet, donde comía un
sandwichdelengua,paradecirle:
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—Vámonos;debemosestarmañanatempranoencasadeCerizetparatenertodoslos detalles del asunto; hay que pensarlomucho, pues no es tan fácil comopiensaCerizet.
—¿Porqué?—preguntóDutocq,viniendoacomersusandwichalsalón.—¿Peroustednoconocelasleyes?…Yosélobastanteparaestarenteradodelos
peligrosdelnegocio.Sielnotarioquierelacasaynosotrosselaquitamos,lequedaelrecurso de la subasta para readquirirla, y él podrá esconderse bajo la piel de unacreedorinscrito.Enlalegislaciónactualdelrégimenhipotecario,cuandounacasasevendeapeticióndeunacreedor,sielprecioquealcanzalaadjudicaciónnobastaparapagara todos losacreedores, éstos tienenderechoa sacarlaa subasta,yelnotario,unavezqueselahayamoshecho,sepreparará.
—¡Escierto!—dijoDutocq—.¡Bien;iremosaveraCerizet!Estas palabras, «iremos a ver a Cerizet», fueron oídas por el abogadoMinard;
peronoteníanningúnsentidoparaél.Amboshombresestabantanlejosdeél,desucaminoydesusproyectos,quelosescuchósincomprenderles.
—Éstehasidounodelosmásbellosdíasdenuestravida—dijoBrigittecuandose encontró sola con su hermano en el salón desierto, a las dos y media de lamadrugada—.¡Quégloriaserasíescogidoporsusconciudadanos!
—Noteequivoques,Brigitte;todoesoselodebemosaunhombre…—¿Aquién?—AnuestroamigoLaPeyrade.Lacasadondesedirigieron,noaldíasiguiente, lunes,sinoelmartes,Dutocqy
TeodosioesunodelosrasgossalientesenlafisonomíadelbarrioSaint-Jacques,tanimportantecomolacasadeThuillieroladePhellion.Nosesabe(esverdadquenoexisteunacomisiónencargadadeestudiaresefenómeno),nosesabecómoniporquélosbarriosdeParíssedegradanyencanallanmoralyfísicamente;cómoelasientodelaCorteydelaIglesia,elLuxemburgoyelbarrioLatino,seconviertenenloquesonhoy,apesardeunodelosmásbellospalaciosdelmundo,apesardelacúpulaaudazdeSantaGenoveva,ladeMausard,enelVal-de-Grâce,ylosencantosdelJardin-des-Plantes;porquélaeleganciadelavidaseva;cómolascasasVauques,lasPhellion,lasThuillier,pululan,conlospensionados,sobrelospalaciosdelosEstuardos,deloscardenalesMignon,Duferron,yporquéelfango,lasbajasindustriasylamiseriaseapoderandelcentroenvezdemostrarselejosdelaviejaynobleciudad…Unavezmuerto el ángel cuya bondad protegía al barrio, llegó la usura de última clase.Alconsejero Popinot sucedía un Cerizet, y cosa extraña, el efecto producido,socialmente hablando, era el mismo. Popinot prestaba sin interés y sabía perder;Cerizet no perdía nada y obligaba a los miserables a trabajar mucho, a tenerformalidad. Los pobres adoraban a Popinot, pero no odiaban a Cerizet. Aquífuncionaba la última rueda de la finanza parisiense. Arriba, la casa Nucingen, los
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Keller,losDuTillet,losMongenod;unpocomásabajo,losPalma,losGigonne,losGobsek; más abajo aún, los Samanon, los Chaboisseau, los Barbet; luego, en fin,despuésdelMontedePiedad,esereydelausuraquetiendesuslazosenlasesquinasdelascallesparaestrangulartodaslasmiserias,unCerizet.
Era ésta una casa devorada por el salitre, cuyos muros, manchados de verde,sudaban, apestaban como esos hombres, situada en la esquina de la calle de lasGallinas, ocupada por un tabernero de última clase, cuya taberna, pintada de rojovivo, se adornaba con cortinas rojas y lucía un mostrador de plomo, armado deformidablesbarrotes.
Encimadelapuertadeunpasillohorriblesebalanceabaunfarol,sobreelqueseleía: Hotel con pensión. La casa, medio en ruinas, pertenecía al tabernero, queocupabalamitaddelpisobajoyelentresuelo.LaseñoraviudaPoiretdirigíaelhotel,queocupabaelprimero,elsegundoyeltercerpiso,habitadoporlosestudiantesmáspobres.
Cerizetocupabaunapiezaenelbajoyunaenelentresuelo,adondesesubíaporuna escalera interior, con ventanas a un horrible patio enlosado, de donde subíanoloresmefíticos.CerizetpagabacuarentafrancosalmesporsuscomidasalaviudaPoiret; haciéndose su pensionista consiguió la amistad de la hotelera y la deltabernero,procurándoleunaventaenorme;beneficiosrealizadosantesdelevantarseel sol. La taberna del señor Cadenet se abría antes que la oficina de Cerizet, quecomenzabasusoperaciones losmarteshacia las tresde lamañanaenverano,hacialascincoeninvierno.
Lahoradelgranmercado,dondeibanmuchosdesusclientes,determinabaladesu vergonzoso comercio. Así, Cadenet, en consideración a esta clientela, debidaenteramenteaCerizet,lecobrabasolamenteochentafrancosporañodealquiler,conun contrato de doce, que sólo Cerizet tenía derecho a romper sin indemnización.Cadenetmismotraíatodoslosdíasunaexcelentebotelladevinoparalacomidadesuprecioso inquilino, y cuandoCerizet se encontraba sindinero le bastabadecir a suamigo:«Cadenet,préstamecienescudos».Perolosdevolvíasiemprereligiosamente.DecíasequeCadenet tenía lapruebadeque laviudaPoirethabíaprestadodosmilfrancosaCerizet, loqueexplicaríaelprogresodesusnegociosdesdeeldíaenquevinieraaestablecerseenelbarrio;conunúltimobilletedemilfrancosylaprotecciónde Dutocq. Cadenet, animado por una avaricia que el éxito aumentaba, habíapropuestoaCerizetdesdeprincipiodelañounaveintenademilesdefrancos.Cerizetrehusaba,conelpretextodequesecorríanriesgoscuyasdesgraciasseríancausadelitigiosentresocios.
—Loúnicoquepuedohacerestomarlosalseisporciento,ymejornegocioqueeselohaceustedporsucuenta—habíadichoaCadenet—.Asociémonosmástardepara un negocio serio; pero una buena ocasión vale por lo menos cincuenta mil
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francos;cuandotengaesasuma,hablaremos…CerizethabíadadoelnegociodelacasaaTeodosio,despuésdeconvencersede
que entre ellos tres, la viuda Poiret, Cadenet y él, jamás podrían reunir cien milfrancos.
Elprestamistateníaalgunasmañanashastasesentauochentapersonasesperandoen el corredor, en la taberna, sentados en la escalera o en la oficina, donde eldesconfiado Cerizet no admitía más de seis personas de una vez. Los primerosllegados conservaban su puesto, y como nadie pasabamás que por su número, eltabernero o su mozo numeraban los hombres en el sombrero y las mujeres en laespalda.
Losnúmerosprimeros sevendíanycambiabanpor losúltimos.Ciertosdíasenque los negocios del mercado exigían rapidez, un número de los primeros secompraba por un vaso de aguardiente y cinco céntimos. Los números que salíanllamaban a los siguientes al gabinete de Cerizet, y cuando se levantaban disputas,Cadenetimponíasilenciodiciendo:
—Cuandohaganveniralapolicía,¿quéadelantarán?Éltendráquecerrar.ÉleraelnombredeCerizet.Si,duranteeldía,unapobremujerdesesperada,sin
panenlacasa,veníaapedirunfranco:—¿Estáél?—eralapalabraquedirigíaaltabernerooasumozo.Cadenet, pequeño y gordo, vestido de azul conmanguillo negro y delantal de
tabernero,parecíaunángelalosojosdeaquellaspobresmadres,cuandorespondía:—Élmehadichoqueustedesunamujerhonradayqueledieradosfrancos…Y,cosaincreíble,élerabendecidocomobendecíanenotrotiempoaPopinot.Selemaldecíaeldomingoporlamañanaalarreglarlascuentas;selemaldecíaen
todo París, el sábado, cuando se trabajaba a fin de devolver la suma prestada y elinterés.Peroéleralaprovidencia,Dios,delmartesalviernesdecadasemana.
Lapiezaqueleservíadegabinetefue,enotrotiempo,lacocinadelprimerpiso.El techo,blancodecal, estaba suciodehumo.Losmuros, a lo largode los cualeshabía colocado bancos, y el piso de asperón, guardaban la humedad. La chimeneahabía sido reemplazadapor una estufa dehierro. Junto a la campanade la antiguachimeneaseextendíaunaespeciedetarimademediopiedealtoyunatoesacuadradadeextensión,dondehabíaunamesadeúltimacalidadyunsillóndemaderaycueroverde.
Enelfondodeestapieza,enunángulo,seveíaunaescalera,procedentedealgúnalmacéndemolidoyqueCadenetcompraraen lacalleChapon.Ajustadaenelpisodel entresuelo, suprimía toda comunicación con el primer piso. La puerta delentresuelo que daba a la escalera fue tapiada por exigencia de Cerizet. Así sudomicilioeraunafortaleza.Arriba,elcuartodeestehombreteníaportodomobiliariouna alfombra comprada por veinte francos, una cama de pensionista, una cómoda,
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dossillas,unsillónyunacajadehierroqueservíadeescritorio,construidaporunexcelentecerrajeroycompradadeocasión.Cerizetseafeitabafrentealespejodelachimenea;poseíadosparesdesábanasdeindianayseiscamisasdepercal.UnaodosvecesCadenet vio aCerizet vestido elegantemente; él escondía, pues, en la últimagavetadelacómoda,undisfrazcompletoconelquepodíaalternarensociedadynoserreconocido.
Lo quemás agradaba de este hombre a sus compinches era su jovialidad, suschistes.Hablabasulenguaje.Cadenet,susdosmozosyCerizet,viviendoenelsenode las más horribles miserias, conservaban la indiferencia del sepulturero con losdolientesodelosviejossargentosdelaguardiaenmediodelosmuertos.Yanoseenternecían al escuchar los gritos del hambre, de la desesperación, como no seenternecenloscirujanosoyendoasuspacientesenloshospitales,ydecíancomolossoldados o los enfermeros: «Tened paciencia; ¡un poco de valor! ¿De qué sirvedesolarse?…Atodoseacostumbrauno;unpocoderazón»,etcétera.
Como Cerizet tenía la precaución de esconder el dinero necesario para suoperacióndelamañanaenundoblefondodesusillónynotenerenelbolsillomásque cien francos para la operación del momento, no tenía nada que temer de lasdiferentesdesesperaciones,venidasdetodaspartesaestascitasdedinero.
Ciertamente,existenmuchasmanerasdeserproboovirtuoso,ylaMonografíadelavirtud[2]notieneotrabasequeesteaxiomasocial.Elhombrefaltaasuconciencia,falta a su delicadeza —flor del honor que, perdida, no acarrea aún ladesconsideración general—, falta, en fin, al honor y aún no va a la Policíacorrecional;ladrón,aúnnollegaalaAudiencia;yporfin,despuésdelaAudiencia,puedeserhonradoenlacárcel,sillevaesaespeciedeprobidaddelosdelincuentes,que consiste en no denunciarse, compartir lealmente, correr los mismos peligros.Puesbien:estaúltimaprobidad,cuyaprácticabrindatodavíaocasionesdegrandezayderetornoalbien, reinabaabsolutamenteentreCerizetysusgentes.NuncaCerizetcometíaerrores,nisuspobrestampoco:nuncasenegabanrecíprocamentecapitalniintereses. Varias veces, Cerizet, salido del pueblo, había rectificado una semanadespuésunerrorinvoluntarioenbeneficiodeunapobrefamiliaquenosehabíadadocuenta.Asípasabaporunperro,perounperrohonrado;supalabra,enmediodeestaciudaddoliente,erasagrada.Unamujermuriódebiéndoletreintafrancos:
—¡Veanmis ganancias!—dijo a su asamblea—; y después habláis demí. Sinembargoyonomolestaréalospequeños…YCadenetleshallevadopan.
Despuésdeeserasgo,hábilcálculoporcierto,sedecíadeélenlosdosbarrios:—¡Noesunmalhombre!…Elpréstamoa lasemana,entendidocomoloentendíaCerizet,noes,guardando
proporciones, una llaga tan cruel como la delMonte de Piedad. Cerizet daba diezfrancoselmartes,acondiciónde recibirdoceeldomingopor lamañana.Encinco
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semanasdoblabasucapital,peroencambiohacíamuchastransacciones.Subondadconsistíaennorecobrardevezencuandomásqueoncefrancoscincuentacéntimos,dejandoelrestodelosinteresesacobrar.Cuandodabacincuentafrancosporsesentaa un pequeño frutero, o cien francos por ciento veinte a un verdulero, corría susriesgos.
Llegandopor la calle deCorreos a la calle de lasGallinas,TeodosioyDutocqvieron un grupo de hombres ymujeres, a la luz de los quinqués del tabernero, seespantaron de esta masa de caras rojas, carcomidas, arrugadas, serias de sufrir,mustias, inquietas, calvas, gordas por el vino, enflaquecidas por los licores, unasamenazantes,otrasresignadas,otrasburlonas,aquellasespirituales,esotrasatonadas,elevándoseporencimadeterriblesandrajosqueeldibujantenosobrepasajamásensusmásextravagantesfantasías.
—¡Mevanareconocer!—dijoTeodosioaDutocq—;hemoshechounaestupidezenvenirabuscarleenmediodesusfunciones…
—Yalgopeorquenorecordamos…Claparonestáensubuhardilla,cuyointeriorno conocemos. Escuche: hay inconvenientes para usted y no los hay paramí, quepuedo tener que hablar con mi copista; yo iré a decirle que venga a comer connosotros;noscitaremosenlaChaumière,enunodelosgabinetesdeljardín…
—Malo; podemos ser oídos sin darnos cuenta; mejor en el Petit Rocher-de-Cancale:entraremosenunreservadoyhablaremosbajo.
—¿YsilevenconCerizet?—¡Yasé!VayamosalChevalRougeenelmuelledelaTournelle.—Esoesmejor;alassietenohabránadie.Dutocq avanzó solo en medio de aquel congreso de bribones, escuchando su
nombre al pasar; tan fácil era que él encontrase delineantes como que Teodosioencontraseclientes.
En esos barrios, el juez de paz es el Tribunal supremo, y todos los asuntosterminanallí,sobretododespuésdelaleyquehacecompetenteaesteTribunalenlosasuntos en que el valor del litigio no pase de ciento cuarenta francos. Las gentesabrieroncaminoalescribano,nomenostímidoqueeljuezdepaz.EnlosescalonesvioDutocqmujeressentadas:horribleexposiciónsemejantealadefloresexpuestasengradasyentrelascualeshabíajóvenes,pálidas,enfermas;ladiversidaddecolores,deboinas,deropas,dedelantales,hacíalacomparacióntalvezmásexactadeloquedebeserunacomparación.Dutocqcasiseasfixiócuandoabriólapuertadelapiezapordondesesentapersonashabíanpasadodejandosusolores.
—¿Sunúmero?¿Elnúmero?—gritaronmuchasvoces.—¡Cierrenelpico!—gritóunavozenronquecidadesdelacalle—;eslaplumade
lajusticiadepaz.Sehizo elmásprofundo silencio.Dutocq encontró a su copistavestido conun
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chalecodepielamarillacomolosguantesdelosgendarmes.—Nopuede ser así, papáLantiméche—decíaCerizet aunviejo alto, comode
setentaaños,queleescuchabaconsuboinadelanarojaenlamano,alairelacalvacabezaymostrandoaltravésdesumalablusadeobrerounpechocubiertodepelosblancos—;nopuedeser;¡póngamealcorrientedeloquequierehacer!Cienfrancos,aunqueseaacondicióndedevolvercientoveinte,nosedejanirasícomoquiennolesdaimportancia…
Los otros cinco clientes, entre los que había dos mujeres, una tejiendo y otraamamantandoaunniño,rompieronareír.
AlveraDutocqCerizetselevantórespetuosamenteparasaludarle,agregando:—Tienetiempodereflexionar.YdirigiéndoseaDutocq:—¡Esdemasiado!Cienfrancosquemepideunviejocamaradacerrajero.—¡Perosetratadeuninvento!…—exclamóelviejoobrero.—¡Un invento y pide cien francos!…—dijo Dutocq—. Usted no conoce las
leyes;hacenfaltadosmilfrancos;lapatente,senecesitanrecomendaciones…—Es cierto—dijoCerizet—. Escuche, papá Lantiméche, vengamañana por la
mañana,alasseis,yhablaremos:nosehabladeuninventoenpúblico…YCerizetatendióaDutocq,cuyaprimerapalabrafue:—¡Sielasuntoesbueno,apartesiguales!…—¿Por qué se ha levantado tan temprano? Supongo que no sería para venir a
decirmeeso—preguntóeldesconfiadoCerizet,molestoporaquelapartesiguales—.UstedpodríahabermevistoenelJuzgado.
Ymiró desconfiadamente aDutocq, quien a pesar de estar diciendo la verdad,hablando de Claparon y de la necesidad de trabajar rápidamente en el negocio deTeodosio,parecíavacilante.Luegosalió,despuésdedarlecita.
—De todosmodos, podía haberme visto en el Juzgado…—respondióCerizet,acompañandoaDutocqhastalapuerta.
—¡Estetipo—sedecíamientrasvolvíaaocuparsupuesto—apagóelfarolparaqueyonovea!…Tendréquedejarmipuestodecopista…¡Ah!,¿esusted,mamaíta?—dijoenvozalta—;ustedinventahijos…¡Esdivertidoeso,aunqueeltrucoesbienconocido!
Seríainútilrelatarlaentrevistadelostressocios,puesloconvenidofuelabasedelas confidencias deTeodosio a la señoritaThuillier; pero es necesario decir que lahabilidad desplegada por La Peyrade casi espantó a Cerizet y Dutocq. Desde estemomento el banquero de los pobres tuvo en germen en su conciencia la idea deretirarsedeljuego,alverseencompañíadejugadorestanfuertes.Ganarlapartidaatodacosta,triunfandosobrelosmáshábiles,aunqueseapormediodetrampas,esunainspiracióndelavanidadmuyparticularenlosamigosdeltapeteverde.Deaquívino
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elterriblegolpequeLaPeyradehabíaderecibir.Élconocíabienasusdossocios,yporello,másquelaperpetuavigilanciadesus
fuerzasintelectualesyqueloscuidadosqueexigíaelmanejodesupersonajedediezcaras,lefatigabaeltratarconellos.DutocqeraungranbribónyCerizethabíasidoactor; ambos eran prácticos en el engaño. Una cara inmóvil, a lo Talleyrand, leshubiera hecho separarse del provenzal; paramoverse entre ellos se necesitaba unatranquilidad,unaconfianzayunactuarfrancoqueesciertamenteelcolmodelarte.Ganarsealosespectadoresdelpatiodebutacasesuntriunfodiario;peroengañaralaseñoritaMars,FedericoLemaître,Potier,TalaoMonrose[3]eselcolmodelarte.
LaentrevistatuvoporresultadoprincipalelterriblemiedoquellenóaLaPeyradedurantelaúltimapartedeladifícilpartida.
Al día siguiente el provenzal fue a comer con los Thuillier, y bajo el pretextovulgardeunavisitaalaseñoradeSaint-Fondrille,ThuilliersemarchóconsuesposaparadejarsolosaTeodosioconBrigitte.
—Joven,noabusedelainocenciademihermana,respétela—dijosolemnementeelviejobellodelImperioantesdesalir.
—¿Ha pensado usted, señorita —comenzó Teodosio, acercando su sillón a labutacadondetejíaBrigitte—,hapensadoustedenqueelcomerciodelbarriocoopereeninterésdesuhermano?…
—¿Ycómo?—preguntóella.—UstedestáenrelacionescomercialesconBarbetyMetivier.—¡Ah!¡Tienerazón!¡Noesustedtonto!—respondióella,despuésdeunapausa.—¡Cuando se ama a la gente, se la sirve! —respondió el provenzal
sentenciosamente.Seducir a Brigitte era, en esta larga batalla comenzada dos años antes, como
ocuparelgran reductode laMoscowa,elpuntoculminante.Perodeesta solteronahabía que posesionarse como el diablo en la Edad Media se posesionaba de lasgentes: haciendo imposible en ella todo despertar. Tres días llevaba La Peyradeestudiandoelasuntoparallegaralconocimientodelasdificultades.Laadulación,esemedioinfalibleenmanoshábiles,fracasabaconunamujerque,desdemuchotiempoantes,sabíanotenerningunabelleza.Peroelhombredevoluntadnoencuentranadainexpugnable. Por ello es por lo que no debe omitirse nada de lo sucedido en lamemorableescena;cadacosaconsuvalor:laspausas,losojosbajos,lasmiradas,lasinflexionesdevoz.
—Mas… —respondió Brigitte— usted nos ha probado ya que nos quieremucho…
—¿Suhermanolehadichoalgo?…—No;élmedijosolamentequeustedteníaquehablarme…—Sí, puesto que es usted el hombre de la familia; pero pensándolo bien, he
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encontradodemasiados peligros paramí en este asunto; sólo tratándose de íntimosamigos puede uno comprometerse así… Se trata de toda una fortuna, treinta ocuarenta mil francos de renta, y sin la menor especulación… ¡un inmueble!… Lanecesidad de dar a Thuillier una fortuna me convenció al principio… Esto hacesospechar, como le dije a él…pues que, amenos de ser imbécil uno se pregunta:«¿Por quénosquiere favorecer tanto?».Y, como le dije: trabajandopara él sé quetrabajoparamí.Si él quiere ser diputado, dos cosas son absolutamentenecesarias:pagarimpuestosyhacerseunhombrerecomendableporunaespeciedecelebridad.Sillevomi devoción por él hasta el extremo de pensar en ayudarle a hacer un librosobreelcréditopúblicoosobrenoimportaqué…teníaderechotambiénapensarenayudarleaconseguirunafortuna…yseríaabsurdodevuestraparteelregalarleestacasa…
—¿Paramihermano?…¡Mañanalapondréasunombre!…—exclamóBrigitte—.Ustednomeconoce…
—Yonolaconozcoenteramente—dijoLaPeyrade—,perosédeustedcosasquemehanhecholamentarmepornohaberospuestoalcorrientedetodoenelmomentoenqueconcebí elplanal cualThuillierdeberá suelección. ¡Aldía siguientehabíacelososyportantohabíauntrabajorudoquehacer!
—Yenelnegocio…—preguntóBrigitte—,¿enquéconsistenlasdificultades?—Señorita,lasdificultadesvienendemiconciencia…yyonoharénadaeneste
asuntohastanohaberconsultadoconmiconfesor…Enloquecorrespondealmundo,¡oh!,elnegocioesperfectamentelegal,yyosoyunabogadocolegiado,miembrodeunacorporaciónrígida,eincapazdeproponerunnegocioquedieselugaracríticas…Miexcusaprincipalseráladenoganarnadaconello…
Brigitte estaba sentada sobreascuas: rompía la lana, la anudabayno sabíaquédecirnihacer.
—Hoynoseconsigue—opinóalfin—unarentadecuarentamilfrancosdeuninmueble,amenosdeintervenirunmillónochocientosmilfrancos…
—Yo legarantizoqueustedverá el inmueble, estimará la rentaprobableyquepuedohacerpropietarioaThuillierporcincuentamilfrancos.
—¡Ah, bien! Si usted nos hace obtener eso—exclamóBrigitte, llegada almásaltogradodeavaricia—,hágalo,queridoTeodosio,y…
Sedetuvo.—¿Qué,señorita?—Talveztrabajaráparaustedmismo…—¡Ah!,siThuillierlehadichomisecreto,abandonolacasainmediatamente.Brigittelevantólacabeza.—¿LehadichoqueamoaCeleste?—¡No,palabrademujerhonrada!—gritóBrigitte—;peroyo ibaahablarosde
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ella.—¡Ofrecérmela!…¡Oh!,queDiosnosperdone;yonoquierodeberlamásquea
ellamisma,asuspadres,obiendejarqueellaescoja…No,yonoquierodeustedesmás que benevolencia, protección… Prométame, como Thuillier, por pago de misservicios, su influencia, su amistad; dígame que ustedme ha de tratar como a unhijo…Yentonces,yoosconsultaré…,aceptarévuestraopiniónynohablaréconmiconfesor.Hacedosañosqueobservolafamiliadondeyoquisierallevarminombreymis energías…pues confío enmi futuro…,Poseeustedunaprobidad como las deantaño,unjuiciorectoeinflexible…Conocelosnegociosyaunolegustateneresascualidades junto a sí… Con una madre como usted, encontraré mi vida interiordesembarazada de unamultitud de detalles de fortuna, que estorban el camino enpolíticacuandohayqueocuparsedeellos…Yolaadmirédeveraseldomingoporlanoche… ¡Ah! ¡Qué bien estuvo usted! En diez minutos yo creo que estaba elcomedorpreparado…Y,sinsalirde lacasa,encontróustedcuantohacía faltaparalos refrescos, para la cena… «He aquí, me decía yo, una verdadera mujeradministradora…»
LasnaricesdeBrigittesedilataron,respirabalaspalabrasdelabogadomientrasélla examinaba de reojo para ver el efecto de su triunfo. Había tocado la cuerdasensible.
—¡Ah!—dijo—,estoyhabituadaalmenaje,soyprácticaeneso…—¡Interrogar a una conciencia neta y pura! —continuó Teodosio—: ¡eso me
basta!Estabaenpie,tornóasentarseydijo:—Heaquínuestronegocio,queridatía…porqueustedseráunpocomitía…—¡Cállese,malapersona!…—dijoBrigitte—yhabledelasunto…—Voyadecirlelascosascrudamente,yfíjesequemecomprometoaldecírselas,
pues que esos secretos los debo a mi posición de abogado… ¡Piense usted quecometemosjuntosuncrimendelesogabinete!UnnotariodeParísseasocióconunarquitecto,compraronterrenosyconstruyeron;enestosmomentoshayunfracaso…;seengañaronensuscálculos…;nonosocupemosdeesto…Entre lascasasquesucompañía ilícita —ilícita, porque los notarios no deben tener negocios deconstrucciones— construyó, hay una que, por no estar terminada, sufre tan grandepreciaciónque serápuesta a laventa en cienmil francos, aunque el terrenoy laconstrucción han costado cuatrocientos mil. Sólo faltan para terminar algunosinteriores. Es fácil calcular lo que costaría terminarlos, consultando a unoscontratistas; pero de todosmodos no pasarán los gastos de cincuenta mil francos.Ahorabien:porsuposición,lacasarentarámásdecuarentamilfrancos,impuestospagados.Estodadepiedralabrada;lafachadacubiertadebellísimasesculturas;¡másdeveintemilfrancossegastaronenellas!; lasventanas,decristal,conherrajesdel
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nuevosistemallamadodecrémone.—¡Ybien!,¿enquéconsisteladificultad?—Helaaquí:elnotariosehareservadoestapartedelpastelqueseveobligadoa
abandonar,yéles,bajoelnombredeunamigo,unodeloslicitadoresqueconcurren,al ser subastada por el síndico de la quiebra; la demanda no se entabló, cuestademasiadocaro,ysevendesobrepublicacionesvoluntarias;ahorabien:estenotariosehadirigido,parapoderadquirir,aunodemisclientespidiéndolesunombre;micliente esunpobrediablo,ymedijo:«Hayuna fortuna,quitándole esenegocioalnotario…».
—¡Enelcomercioesosehace!…—dijovivamenteBrigitte.—Sinohubiesemásqueesadificultad—continuóTeodosio—,esosería,como
decíaunodemis amigos a un alumno suyoque sequejabade las dificultadesquepresentan las obras maestras de la pintura: «¡Ah, amigo mío, si no fuese así, lasharían los lacayos!». Pero señorita, si se logra burlar a este odioso notario, quien,créalo,bienmereceserburlado,pueshacomprometidomuchasfortunasparticulares,comoesunhombremuyfino,serátalvezmuydifícilburlarlodosveces.Cuandosecompra un inmueble, si los que han prestado dinero para construirlo no estáncontentosdeperderloporlainsuficienciadelprecio,tienenelderecho,enunciertoplazo,arecurrir,ofreciendomayorcantidadyquedándoseconelinmueble.Sinosepuedeengañaraesteengañadorhastaelfindelplazodadopararecurrir,esnecesariocambiardeastucia.Pero¿eslegalestenegocio?…¿Puedellevarseparabeneficiodelafamiliaenlaquesequiereentrar?…Heaquíloquemepreguntodesdehacetresdías…
Brigitte, hay que confesarlo, dudaba, y Teodosio utilizó entonces su últimorecurso.
—Tomadlanocheparareflexionar;mañanahablaremos…—Escuche, amigo mío —dijo Brigitte mirando al abogado con dulzura casi
amorosa—,antesdenadahabríaqueverlacasa.¿Dóndeestá?—¡Enlosalrededoresde laMagdalena!¡ÉseseráelcorazóndeParísdentrode
diezaños!¡Y,siustedsupiera,desde1819sepensabaenesosterrenos!¡LafortunadelbanqueroDuTilletvienedeahí!…LafamosaquiebradelnotarioRoguien,quesembró el pánico en París y dio tan rudo golpe al notario, golpe que arrastró alcélebreperfumistaBirotteau,notuvootracausa;ellosespeculabanunpocotempranosobreesosterrenos.
—Recuerdoeso—respondióBrigitte.—La casa podrá, sin duda, estar terminada para fin de año, y los inquilinos
podránvenirdesdemediadosdelpróximo.—¿Podemosirmañana?—Bellatía,estoyasusórdenes.
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—¡Ah!,cuidadoconeso;nomellaméisjamásasídelantedelagente.Encuantoalnegocio—continuó—,nopuededecirsenadahastahabervistolacasa.
—Tiene seis pisos, nueve ventanas de fachada, un bello patio, cuatro localescomercialesyocupaunaesquina.¡Oh!,elnotarionoestonto,¡vayaaverla!Vieneunacontecimiento político y las rentas y los negocios se derrumban. En su lugar, yovendería todo lo que posee la señora Thuillier y todo lo que usted posee, paracomprar a Thuillier este bello inmueble; luego se reharía la fortuna de esta pobredevotaconlasfuturaseconomías…Lasrentas,¿puedenirmásaltodeloqueloestánhoy?…¡Cientoveintidós!Esfabuloso;hayqueapurarse.
Brigitte se chupaba los labios, viendo lamanera de guardar sus capitales y deenriquecerasuhermanoacostadelaseñoraThuillier.
—Mihermano tiene razón—dijoaTeodosio—:esustedunhombre raro, e irámuylejos…
—¡Élirádelantedemí!—respondióTeodosioconunaingenuidadqueemocionóalasolterona.
—Ustedserádelafamilia—dijoella.—Habrá sus obstáculos—objetó Teodosio—; la señora Thuillier está un poco
locaynomequierebien.—¡Ah! ¡No faltaba más!…—exclamó Brigitte—. Hagamos el negocio, si es
factible,ydejesusinteresesenmismanos.—Thuillier,miembrodelConsejogeneral,propietariodeuninmueblealquilado
en cuarentamil francos, condecorado, publicando una obra política, grave, seria…será diputado en las elecciones de 1842. Pero entre nosotros, tiíta: uno no puedededicarseaunhombredeesemodosiestehombrenoesunverdaderosuegro.
—Tieneustedrazón.—Siesverdadqueyonotengofortuna,habréencambioduplicadolavuestra;y
siestenegociosehacediscretamente,buscaréotrossemejantes…—Mientrasqueyonohayavistolacasanopuedoinclinarmehacianadie…—¡Muybien!Tomadmañanauncocheeiremos;yoconseguiréunpermisopara
verlacasa…—Hasta mañana hacia mediodía —respondió Brigitte, tendiendo la mano a
Teodosioparaqueéstelaestrechase;peroelprovenzaldepositóenellaelbesomástiernoymásrespetuosoqueBrigitterecibierajamás.
—¡Adiós,hijomío!—dijoellacuandollegaronalapuerta.Luegollamóaunadesuscriadas:—Josefina,vayainmediatamenteacasadelaseñoraColevilleydígalequevenga
ahablarconmigo.UncuartodehoradespuésFlaviaentrabaenelsalóndondeBrigittesepaseaba
presadeterribleagitación.
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—Querida,setratadehacermeungranservicioqueconcierneanuestraqueridaCeleste…UstedconoceaTullia,labailarinadelaópera;yoheoídohablarmuchodeellaamihermanoenuntiempo…
—Sí,querida;peroyanoesbailarina:ahoraeslaseñoracondesadeBruel.¿NoespardeFranciasumarido?…
—¿Esaúnamigavuestra?—Hacetiempoquenonosvemos…—Bueno,puesyoséqueChaffraroux,elricocontratista,estíodeella…—dijola
solterona—.Vayaaverasuantiguaamigayconsigaunacartaparasutío,enlaqueledigaqueseráprestarleungranservicioeldarleconsejosdeamigosobreelnegocioqueusted leconsultará,ymañanaa launa iremosaverleustedyyo. ¡Peroque lasobrina recomiende el más grande secreto a su tío! ¡Id, hijamía! Celeste, nuestraqueridahija,serámillonariaytendrá,conseguidopormí,unmaridoquelallevaráalpináculodelagloria.
—¿Quiereustedqueledigalaprimeraletradesunombre?—Diga…—¡TeodosiodelaPeyrade!Tieneustedrazón.¡Eséseunhombreque,sostenido
porunamujercomousted,llegaráaministro!…—EsDiosquienlohatraídoanuestracasa—exclamólasolterona.EnesemomentovolvíanelseñorylaseñoraThuillier.Cincodías después, en elmes de abril, la ordenque convocaba a los electores
paraelegirmiembroalConsejomunicipalaparecióenelMonitor.Desde un mes antes funcionaba el ministerio llamado del Primero de Marzo.
Brigitteestabadelmejorhumordelmundo,pueshabíacomprobadolaverdaddelodichoporTeodosio.La casa, visitadade arriba abajo por el viejoChaffraroux, fuereconocida por él como una obra maestra de construcción; el pobre Grindot, elarquitectointeresadoenlosnegociosdelnotarioydeClaparon,creyóquetrabajabaparaél;eltíodelaseñoradeBruelpensóquesetratabadelosinteresesdesusobrina,ydijoquecontreintamilfrancosterminaríalacasa.Portodoesto,desdehacíaunasemanaLaPeyradeeraeldiosdeBrigitte;ellaleprobaba,conlosargumentosmásingenuamentedeshonestos,quealafortunahabíaquecogerlacuandosepresentaba.
—Ybien,sihayenestoalgúnpecado—ledecíaellaeneljardín—,seconfiesausted…
—¡Vaya, mi amigo —exclamó Thuillier—, qué diablos, uno se debe a susparientes!
—Yomedecidiré—respondióLaPeyrade,convozemocionada—,peroconlascondicionesquevoy aponer.Noquiero, al casarmeconCeleste, que semepuedatachar de avidez, de avaricia… Si ustedes me hacen tener remordimientos, hacedtambién,por lomenos, que siga siendo loque soy a losojosdelpúblico.Nodé a
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Celeste, mi viejo Thuillier, más que la propiedad sin rentas del inmueble cuyaadquisiciónleproporciono.
—Nadamásjusto…—No se despoje de nada—continuóTeodosio—y quemi querida tía haga lo
mismo en el contrato. Poned el resto de los capitales disponibles a nombre de laseñoraThuillier,yellaharáloquequiera.Asíviviremosenfamilia,yyomeencargodehacermifortunaunavezqueestésininquietudesrespectoalporvenir.
—Perfectamente—exclamóThuillier—.Asíhablaunhombrehonrado.—Déjemequelebeseenlafrente,hijomío—exclamóBrigitte—;mas,comoes
necesariounadote,nosotrosdaremossesentamilfrancosaCeleste.—Parasuajuar—dijoLaPeyrade.—Lostressomospersonasdehonor—dijoThuillier—.Yaestádicho;ustednos
haceelnegociodelacasa,escribiremosjuntosmiobrasobrepolíticayustedhacelonecesarioparaconseguirmicondecoración.
—Todoesoserá,comoseráustedconsejeroel1demayo.Solamente,misbuenosamigos, guardad el más profundo secreto y no escuchéis las calumnias que measesinaráncuandotodosaquellosaquienesvoyaburlarserevuelvancontramí…Yoseré un miserable, un canalla, un hombre peligroso, un jesuita, un ambicioso, unbuscafortunas…¿Oiréisvosotrostodasesasacusacionesconcalma?…
—Estadtranquilo—dijoBrigitte.DesdeestemomentoThuillierfuebuenamigo.Buenamigoeraelnombrequele
daba Teodosio, con inflexiones de voz tan tiernas, que asombraban a Flavia. Perotiíta,elnombrequegustabatantoaBrigitte,nosedecíamásqueenfamiliayalgunasvecesdelantedeFlavia.LaactividaddeTeodosioydeDutocq,deCerizet,deBaret,deMetivier,delosMinard,delosPhellion,delosLandigeois,deColeville,dePron,deBarniolydesusamigosfueexcesiva.Grandesypequeñosponíansumanoenlaobra. Cadenet consiguió treinta votos en su sección. El 30 de abril, Thuillier fueproclamado miembro del Consejo general del Sena por imponente mayoría. Sólosesentavotosfaltaronparalaunanimidad.El1demayoThuillierseunióalcuerpomunicipalparairalasTulleríasafelicitaralreyconmotivodesusanto.Volviófeliz.HabíaentradoallísiguiendolospasosdeMinard.
Diez días después, un anuncio amarillo avisaba la admisión de ofertas para lasubasta de la casa, con un precio de setenta y cinco mil francos; la adjudicacióndefinitiva tendría lugar hacia fines de julio. Sobre esto hubo un convenio entreCerizet yClaparon, por el cualCerizet aseguró aClaparon la suma de quincemilfrancos, de palabra, naturalmente, en el caso de que éste engañase al notario hastapasadoelplazopararecurrir.LaseñoritaThuillier,enteradaporTeodosio,seadhiriócompletamente a esta cláusula secreta, comprendiendo que había que pagar a losautoresdetaninfametraición.Lasumadebíapasarporlasmanosdeldignoabogado.
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ClaparontuvounacitaamedianocheenlaplazadelObservatorioconsucómplice,elnotario.
Estejoven,sucesordeLeopoldoHannequin,habíaqueridocorrerhacialafortunaenvezdecaminar.Enestaentrevistahabíallegadoaofrecerhastadiezmilfrancosparacomprarsuseguridadenelsucionegocio.EstehombresabíaqueestasumaeraelcapitalqueserviríaaClaparonpararehacersufortuna,ysecreyósegurodeél.
—¿Quién,entodoParís,podríadarmesemejantecomisiónportalnegocio?—ledijo Claparon—. Duerme tranquilo; tengo por comprador visible a uno de esoshombresdehonor,demasiadobrutosparatenerideascomolavuestra…Esunviejoempleadoretirado.
CuandoelnotariohizocomprenderaClaparonquenoobtendríadeélmásdediezmilfrancos,Cerizetleofreciódocemil,parapedirluegoaTeodosioquincemil,deloscualessóloentregóaClaparontresmil.
Todasestasescenasentre loscuatrohombresestuvieron sazonadascon lasmásbellaspalabrassobrelossentimientosylahonradez,sobrelasobligacionesquetienenentresí loshombresque trabajan juntos.Mientrasqueestos trabajossubmarinosseefectuabanenbeneficiodeThuillier,aquienTeodosioselosdetallaba,manifestandoelmásprofundoascoportenerquehundirseentalescosas,losdosmeditabanjuntossobrelagranobraquebuenamigodebíapublicar,yelmiembrodelConsejoGeneraldelSenaseconvencíadequenopodríajamásllegaranadasinestehombredegenio,cuyo espíritu y facilidad le maravillaban cada día más, hasta llegar a ver unanecesidadenhacerlosuyerno.DesdeelmesdemayoTeodosiocomíacuatrodelossietedíasdelasemanaconelbuenamigo.
Éste fueelmomentoenqueTeodosioreinósindiscusiónen la familia; tenía laaprobacióndetodoslosamigosdelacasa.Heaquícómo.LosPhelliontemíanenojaraloshermanosThuillier,quecantabaneternamenteloselogiosdeTeodosio.ConlosMinard sucedía lo mismo. Además, la conducta de este amigo de la casa fueconstantementeexcelente;desarmabaaladesconfianzaporsumaneradenoaparecerennada;eracomounmueblemás;hizocreera losPhellionya losMinardqueélhabía sido bien pesado ymedido por los Thuillier para ser otra cosa que un buenjovenaquiensepodíaserútil.
—Élcreetalvezquemihermanalecitaráensutestamento;nolaconoce—dijoundíaThuillieraMinard.
Estafrase,obradeTeodosio,calmólasinquietudesdeldesconfiadoMinard.—Nosquiere—dijoundíalasolteronaaPhellion—;perotambiénesverdadque
nos tiene que estar reconocido: le damos su alquiler, casi se alimenta en nuestracasa…
Esta salida de Brigitte, inspirada por Teodosio, repetida de oreja en oreja portodas las familias que ocupaban el salón Thuillier, disipó todos los temores, y
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Teodosio apoyó todas las frases escapadas a Thuillier y a su hermana con elmásvulgar servilismo. En el whist justificaba las faltas de buen amigo. Su sonrisa,benévola y fija como la de la señora Thuillier, estaba dispuesta para todas lastonteríasburguesasdeloshermanosThuillier.
Así obtuvo lo que deseabamás ardientemente: el desprecio de sus verdaderosantagonistas. Con ello se hizo unamanta para ocultar su potencia. Durante cuatromesestuvolacaraadormiladadeunaserpientequedigieresupresa.CorríaaljardínconColevilleoFlaviapara reír,quitándose lamáscara,descansar juntoa su futurasuegraodejarsearrastrarporsusimpulsosnerviososyapasionados.
—¿Nometieneustedpiedad?—ledecíaaFlavialavísperadelaadjudicaciónenqueThuillieradquirió lacasaporsetentaycincomil francos—.¡Unhombrecomoyo,subiendocomoungato,callandomisepigramas,comiéndomelahiel…,ysufriraúnsusnegativas!
—¡Amigomío,hijomío!—decíaFlavia,desesperada.Estaspalabras sonun termómetroquedebe indicaraqué temperaturamantenía
estehábilartistasuintrigaconFlavia.Lapobremujervacilabaentresucorazónylamoral,entrelareligiónylapasiónmisteriosa.
Mientras tanto,FélixPhellion,conunaconstanciaydevocióndignasdeelogio,dabaleccionesaljovenColeville;prodigabasushorasycreíatrabajarparasufuturafamilia. Para agradecer sus atenciones, y siguiendo los consejos de Teodosio, seinvitaba al profesor a comer los jueves en casa de los Coleville, y el abogado nofaltabanunca.Flavia lehacíaunacartera,unaspantuflas,unportatabaco,yel felizjovenexclamaba:
—Yoestoydemasiadobienpagado,señora,con la felicidadqueexperimentoalserosútil.
—Nosotrosnosomosricos—respondíaColeville—;pero¡quédiablos!,debemosseragradecidos.
ElviejoPhellionsefrotabalasmanosaloírasuhijocuandovolvíadeaquellasveladas,yleveíayaesposandoaCeleste.
Celeste,sinembargo,cuantomayorerasuamor,másseriaygravedeveníaconFélix,sobretododesdequeunanochesumadrelahabíasermoneadoenlasiguienteforma:
—No brindes ninguna esperanza al joven Phellion, hijamía; ni tu padre ni yosomosquiénparacasarte;hayesperanzasquedependendeti;setratamuchomenosdegustar aunprofesor sinun céntimoquede asegurarte el afectodeBrigitte y elpadrino.Sitúnoquieresmataratumadre,ángelmío,sí,matarme…obedécemeenesteasuntociegamenteymétetebienenlacabezaquenosotrosqueremos,antetodo,tufelicidad.
Como la adjudicación definitiva estaba indicada para fines de julio, Teodosio
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aconsejó aBrigitte tenerlo todo en regla; la víspera vendió ésta todas las accionespúblicasdesucuñaday lassuyas.Lacatástrofedel tratadodelascuatropotencias,verdaderoinsultoaFrancia,esunhechohistórico,peroesnecesariorecordarque,dejulio a fines de agosto, las rentas francesas, espantadas por la perspectiva de unaguerra,alaqueseentregódemasiadoelseñorThiers,cayeronenunosveintefrancos,y llegó a verse el tres por ciento a sesenta. Eso no fue todo; esta caída financierainfluyósobrelosinmueblesdeParísdemaneradesagradable,ytodoslosqueestabanen venta se vendieron en baja. Estos acontecimientos hicieron de Teodosio unprofeta,unhombredegenioantelosojosdeBrigitteydeThuillier,aquienlacasafue definitivamente adjudicada por setenta y cinco mil francos. El notario,complicadoenestedesastrepolítico,sevioenlanecesidaddeiralcampounosdías,peroguardandoconél losdiezmil francosdeClaparon.AconsejadoporTeodosio,Thuillier hizo un esfuerzo con Grindot, quien creía trabajar para el notarioterminandolacasa;ycomoduranteesteperíodolostrabajossehabíansuspendido,elarquitectopudoacabarsatisfactoriamentesuobrapredilecta.
¡Por veinticinco mil francos doró cuatro salones!… Teodosio exigió que elcontrato de gastos fuese escrito y se pusiesen cincuenta mil francos en vez deveinticincomil. Esta adquisición duplicó la importancia de Thuillier. En cuanto alnotario,habíaperdidolacabezafrenteaacontecimientospolíticosquefueroncomounatempestadenmediodeundíaespléndido.Segurodesudominación,fuerteporlosserviciosprestadosydueñodeThuillierporlaobraquehacíanencolaboración,pero admirado sobre todo de la discreción de Brigitte, no habiendo hecho nuncaalusiónasusdificultadesynohablandojamásdedinero,Teodosiocomenzóatenerunaireunpocomenosservilquedeordinario.BrigitteyThuillierlehabíandicho:
—Nadapodráhacerqueleretiremosnuestraestimación;ustedestáaquícomoensucasa;laopinióndeMinardydePhellion,alaqueustedparecetemer,tieneelvalorde una estrofa de Victor Hugo para nosotros. Por tanto, déjelos decir… ¡Alce lacabeza!
—¡Aúnnecesitamosdeellospara laeleccióndeThuillieren laCámara!—dijoTeodosio—. Seguid mis consejos. Cuando la casa sea bien vuestra, la habréisadquiridopornada,puestoquepodréiscomprareltresporcientoasesentafrancos,anombredelaseñoraThuillier,parareintegrarletodasufortuna…Esperadsolamentea la expiración del plazo para recurrir, y preparadme los quince mil francos paranuestrosbribones.
Brigitteno esperó: empleó todo su capital, excepto cientoveintemil francosy,haciendoeldescuentodelafortunadesucuñada,compródocemilfrancosderentaal tres por ciento, a nombre de la señora Thuillier, por doscientos cuarenta milfrancos; diez mil francos de renta, en el mismo fondo, a su nombre. Asíproporcionaríaasuhermanocuarentamilfrancosderenta,ademásdesuretiro;doce
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milderentaalaseñoraThuillier,yparaelladieciochomil,loquehacíauntotaldesetenta y dosmil francos por año y los alquileres, que ella calculaba en ochomilfrancos.
—¡AhoravalemostantocomolosMinard!…—exclamóella.—No cantemos victoria—le dijo Teodosio—; el plazo para recurrir no expira
hastadentrodeochodías.Yohehechotodosvuestrosnegociosylosmíosestánbienmal…
—¡Pero hijo mío, usted tiene amigos!… —exclamó Brigitte— y si necesitaveinticincoluises,aquíloshabrásiempreparausted…
AestafraseTeodosiocambióunamiradasonrienteconThuillier,quienlo llevóaparteparadecirle:
—Excuseamipobrehermana;ellaveelmundoporelhuecodeunabotella…Perosiustednecesitaveinticincomil francos,yose losprestaré…demisprimerosalquileres—agregó.
—Thuillier, tengo una cuerda al cuello —dijo Teodosio—. Desde que soyabogadodebounasletrasdecambio…¡peromotus!…—agregó,temerosodehaberdejadoescaparelsecretodesusituación—.Estoyentrelasgarrasdelosbribones…,peroquieroburlarlos…
Aldecirsusecreto,Teodosioteníadosmotivos:probaraThuillieryprevenirungolpefunestoquepodía llegarleen la luchasordaysiniestraprevistadesdemuchoantes.Condospalabrasseexplicarásusituación.
Cuando más profunda era su miseria, Cerizet vino a verle a su buhardilla, enépocadegranfrío.Estabaacostado,sinropas.Sólolecubríalacamisa.Llevabatresdías viviendo con un pan del que cortaba pedazos discretamente, mientras sepreguntaba:«¿Quéhacer?»,cuandoapareciósuantiguoprotector;veníadelaprisión.Losproyectosqueaquellosdoshombresdesenvolvieronjuntoalfuego,unocubiertocon las sábanas de su patrona y otro con su infamia, es inútil relatarlos. Al díasiguiente,Cerizet,quedurantelamañanahabíavistoaDutocq,lellevóunpantalón,un chaleco, una chaqueta, un sombrero, zapatos, y le invitó a comer en la casa dePinson,enlacalledelaAntiguaComedia,lamitaddeunmenúquecostócuarentaysietefrancos.Enlospostres,entredosvinos,Cerizetdijoasuamigo:
—¿Quieresfirmarmeletrasdecambioporcincuentamilfrancos,poradquirireltítulodeabogado?…
—Túnoconseguirásconellocincomilfrancos…—respondióTeodosio.—Esono importa: tú laspagarás íntegramente; ésa es la partedel señorque te
ayuda,ylamía,enunnegocioenquenoarriesgasnadaydondetendráseltítulodeabogado,unabuenaclientela,lamanodeunachicajovenyricaydeveinteatreintamilfrancosderentaporlomenos.NiDutocqniyopodemoscasarnosconella;poresodebemosequiparte,darteelairedeunhombrehonrado,alimentarte…Noshacen
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falta,pues,garantías.Nolodigopormí,yoteconozco,peronoasíelseñordequiensoyeltestaferro…¡Nosotrosteequipamoscorsario,parahacerlatratadeblancas!Sino capturamos esta dote haremos otras expediciones… Entre nosotros no haynecesidad de agarrar las cosas con pinzas, desde luego… Te daremos lasinstrucciones;elnegociodebesertrabajadolargamente…Heaquíelpapelsellado…
—¡Camarero,unaplumaytinta!—dijoTeodosio.—¡Así me gustan los hombres!—exclamó Dutocq—. Firma: «Teodosio de la
Peyrade»ypontúmismo:«Abogado,calledeSantoDomingodelInfierno»,bajolaspalabras:Aceptadapordiezmil.
Aldíasiguientedesuaceptación,elalguacildelajusticiadepazhizoaCerizetelfavor de continuar las diligencias secretamente, y por la noche vino a visitar alabogado,poniendotodoenreglasinningunadificultad.Esbienconocidalarigidezde losReglamentos delConsejo deOrden de losAbogados del Tribunal de París.Este Cuerpo y el Colegio de abogados ejercen una disciplina severa con susmiembros. Un abogado susceptible de ir a Clichy será borrado del Colegio deabogados.PorelloCerizet,aconsejadoporDutocq,habíatomadocontrasumaniquílasúnicasmedidasquepodíanasegurarlesacadaunoveinticincomil francosde ladotedeCeleste.Alfirmaraquellasletras,Teodosionohabíapensadomásqueensuvidaaseguradayen laposibilidaddehaceralgo;masamedidaqueelhorizonteseaclaraba,amedidaquerepresentandosupapelsubíamásymásescalonesenlaescalasocial, sus deseos de desembarazarse de sus asociados aumentaban. Al pedir losveinticincomil francosaThuillier lohacíacon la intenciónde tratarconCerizet lacompradesusletrasauncincuentaporciento.
Desgraciadamente, esta infame especulación no es un hecho excepcional;demasiado corrientemente y bajo formasmás omenos agudas, sucede tal cosa enParís para que el historiador la olvide en una pintura exacta y fiel de la sociedad.Dutocq, libertino impenitente, debía aún veintemil francos de su notaría y, con laesperanza del éxito, intentaba alargar el pago hasta fines del año 1840.Hasta estemomento,ningunodelostrespersonajeshabíarugidonisaltado.Cadaunosentíasufuerzayconocíaelpeligro. Igualera ladesconfianza, igual laobservación, igual laaparente confianza, igualmente sombríos el silencio o las miradas cuando mutuassospechas florecían en la superficie de lasmejillas o en las conversaciones. Sobretododesdedosmesesantes,laposicióndeTeodosioadquiríaunafortalezadefuerteavanzada.DutocqyCerizet teníanbajosuesquifeunbarrildepólvora,y lamechaestaba continuamente encendida, pero el viento podía apagar el fuego o el diablomojarlapólvora.
Elmomento en que los animales feroces van a coger su alimentoha aparecidosiempre elmás crítico, y estemomento llegaba para estos tres tigres hambrientos.CerizetdecíaavecesaTeodosio,conesamiradarevolucionaria,queenestesiglohan
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vistolossoberanosdosveces:—Yotehehechoreyyyonosoynada.Elnoserlotodoequivaleanosernada.UnareaccióndeenvidiasedesarrollabaenCerizet.Dutocqestabadominadopor
sucopistaenriquecido.Teodosiohubieraqueridoquemarasusdoscomanditariosysuspapelesendos incendiosdistintos.Los tresestudiantessabíandemasiadocómoesconder sus pensamientos para no adivinarlos. Teodosio llevaba una vida infernalpensandoeneldorsodesuscartas,ensufuego,ensuporvenir.SufraseaThuillierfue un grito de desesperación; al echar la sonda en las aguas del viejo burgués noencontrómásqueveinticincomilfrancos.
—Y—pensabaalregresarasucasa—,dentrodeunmes,talveznada.CobróalosThuillierunodioprofundo.PeroaThuillierloteníaagarradoconun
arpónentradohastaelfondodelamorpropio,conlaobratituladaDelimpuestoydela amortización, donde había coordinado todas las ideas publicadas en El Globosaint-simoniano,coloreándolasconunestilomeridional,llenodefuerza,ydándolesforma sistemática. Los conocimientos de Thuillier en la materia habían ayudadomuchoaTeodosio.Asidodeesta cuerda, resolviócombatir conestapobrebasedeoperaciones:lavanidaddeuntonto.Segúnloscaracteres,estapuedeserdegranitoodearena.Despuésdereflexionarlo,sealegródesuconfidencia.
—Al ver que le aseguro su fortuna entregando sus quince mil francos, en unmomento en que tengo tanta necesidad de dinero, me tendrá por el Dios de laprobidad.
HeaquícómoClaparonyCerizetentretuvieronalnotario laantevísperadeldíaen que expiraba el plazo para recurrir. Cerizet, a quien Claparon dio todos losinformeseindicóelretirodelnotario,fueaverleyledijo:
—Unodemisamigos,Claparon,aquienustedconoce,meharogadoosvengaaver;élleesperaaustedconlosdiezmilfrancospasadomañanaporlanoche,enellugardesignado; tiene el papel queusted espera, peroyodeboestar presente en laentregade lasuma,puessemedebencincomilfrancos…yyoleprevengo,señor,queelnombredelacontraletraestáenblanco.
—Iré—dijoelexnotario.Este pobre diablo esperó hasta la salida del sol, y uno de sus acreedores, con
quienCerizetseentendiómedianteelrepartodeladeuda, lehizoarrestaryrecibiólosseismilfrancosaqueascendíasudeuda.
—Conestosmilescudos—pensóCerizet—harédejarelcampoaClaparon.Cerizetvolvióaveralnotarioyledijo:—¡Claparonesunmiserable,señor!Hacobradoquincemilfrancosalcomprador,
quien quedará de propietario… Amenazadle con descubrir su escondite a susacreedores,acusadledebancarrotafraudulentayosdarálamitad.
Enmediodesufuria,elnotarioescribióunacarta fulminanteaClaparon.Éste,
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desesperado,temióunarresto,yCerizetseencargódeconseguirleunpasaporte.—Túmehashechomuchas trastadas,Claparon—dijoCerizet—,peroescucha,
vasaverquiénsoy.Tengoportodafortunamilescudos…¡Voyaregalártelos!VeteaAmérica,ytratadehacerallátufortunacomoyohagoaquílamía…
Por lanoche,Claparon,disfrazadodeviejaporCerizet, salióparaElHavre endiligencia. Cerizet era dueño de los quince mil francos exigidos por Claparon yesperaba a Teodosio, tranquilamente, sin prisas. Este hombre, de inteligenciaverdaderamente rara, había recurrido a nombre de un acreedor de dosmil francos,ideadeDutocqqueélsehabíaapresuradoaponerenejecución.Enesteasuntoveíaunsuplementodesietemilfrancos,cantidadquenecesitabaparaterminarunnegocioabsolutamente igual al de Thuillier. Se trataba de una casa situada en la calle deGeoffroy-Marie, que debía ser vendida en la cantidad de sesenta mil francos. LaviudaPoiretleofrecíadiezmil,eltabernerootrotantoycréditospordiezmil.Estostreintamilfrancosyloquedebíarecibir,unidosaseismilqueposeía, lepermitíantentaralafortuna,conmuchamásrazónpuestoquedabaporseguroslosveinticincomildeTeodosio.
—Elplazopararecurrirestávencido—sedecíaTeodosiomientrasibaapediraDutocqqueavisaseaCerizet—;¿siensayaseadesembarazarmedemisanguijuela?…
—Usted no puede tratar este negocio más que en casa de Cerizet, puesto queClaparonestáallá—lerespondióDutocq.
Teodosio fue, pues, entre las siete y las ocho a la covachadel banquerode lospobres,aquienelescribanohabíaprevenidodelavisita.
LaPeyradefuerecibidoporCerizetenlahorriblecocinadondeseguisabanlasmiserias, donde se cocían los dolores y donde ellos se paseaban como dos bestiasenjauladas,representandolaescenaquesigue:
—¿Traeslosquincemilfrancos?—No,perolostengoenmicasa.—¿Porquénoentubolsillo?—preguntómuyásperamente.—Vas a saberlo en seguida —respondió el abogado, que en el camino había
trazadosuplan.Este provenzal, al retorcerse en la parrilla en que le colocaron sus dos
comanditarios, tuvo una buena idea que brilló entre los carbones encendidos. Elpeligrotienerelámpagosqueiluminan.Contabaconlapotenciadelafranquezaquemueve a todo el mundo, hasta a los bribones. Molesta cuando un adversario sedesnudaelpechoenelduelo.
—Bueno—dijoCerizet—,comienzanlasfarsas.EstafrasesiniestrapasóporlanarizdeCerizet,tomandounhorribleacento.—Tú me has colocado en magnífica posición y yo no podré olvidarlo nunca,
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amigomío—continuóTeodosioemocionado.—¡Oh!,¡québienestáeso!…—dijoCerizet.—Escucha:¿túnodudasdemisintenciones?—¡Oh!,¡sí!—replicóelprestamista.—¡No!—Túnoquieressoltarlosquincemil…TeodosioalzóloshombrosymirófijamenteaCerizetque,inquietoporestosdos
gestos,quedósilencioso.—¿Vivirías enmi posición, sabiéndote frente a un cañón cargado, sin sentir el
deseo de terminar?… Escúchame bien. Tú haces negocios peligrosos y estaríascontentodetenerunasólidaprotecciónenelcorazóndelajusticiadeParís…Puedeque yo sea un día, si continúomi camino, sustituto del procurador del rey, tal vezabogado del rey dentro de unos tres años…Hoy te ofrezco una parte de amistadferviente que indudablemente te servirá más tarde, aunque no sea más que parareconquistarunasituaciónhonorable.Éstassonmiscondiciones…
—¡Condiciones!—exclamóCerizet.—Dentrodediezminutostetraigoveinticincomilfrancosacambiodelaentrega
detodaslasletrasquetienescontramí.—¿YDutocq?¿YClaparon?…—exclamóCerizet.—¡Losmandasapaseo!…—dijoTeodosioaloídodesuamigo.—¡Qué bien, qué bonito! —respondió Cerizet—. ¡Y acabas de inventar eso
cuandotienesenelbolsilloquincemilfrancosquenosontuyos!…—Yoagregodiezmil…Pero,además,nosotrosnosconocemos…—Sitienespoderparasacarlesdiezmilfrancosatusburgueses—dijovivamente
Cerizet—, les pedirás veintemilmás…Por treintamil, soy tuyo…Franqueza porfranqueza.
—¡Túpides lo imposible!—exclamóTeodosio—.Enestemomento,si tuvierasquetratarconClaparon,tusquincemilfrancosestaríanperdidos,puesquelacasayaperteneceaThuillier…
—Voy a decírselo —replicó Cerizet subiendo al cuarto de donde ClaparonacababadesalirdiezminutosantesdelallegadadeTeodosio.
Losdosadversarioshabíanhabladoenvozbajay,cuandoTeodosioalzólavoz,ungestodeCerizetdioaentenderalabogadoqueClaparonpodíaoírles.Loscincominutos durante los cuales Teodosio escuchó el rumor de las dos voces fueron unsuplicioparaél,puesquesejugabasuvida.Cerizetvolviójuntoasusocio,lasonrisaenloslabios,losojosbrillantesdeinfernalmalicia,estremecidodealegría,horribleLucifercontento.
—¡Yonosénada!…—dijoalzandoloshombros—;peroClaparontieneamigos,ha trabajado para banqueros de categoría, y se ha echado a reír, diciendo: «¡Ya lo
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pensabayo!…».Estarás obligado, hijitomío, a traerme los veinticincomil francosquemeofrecesyademástendrásquepagartusletras.
—¿Y por qué?…—preguntó Teodosio, sintiendo que su columna vertebral selicuabacomosiunadescargainteriordefluidoeléctricolahubiesefundido.
—¡Porquelacasaesnuestra!—¿Ycómo?—Claparonharecurridoennombredeuncapataz,elprimeroquelepersiguió,un
canalla nombrado Sauvaignou; Desroches, el procurador, se encargó del negocio;mañana por la mañana recibirás el aviso… El negocio valía la pena para queClaparon,Dutocqyyonosocupáramosdeél…¿QuéhubierahechoyosinClaparon?… Por eso le he perdonado… Le perdono, y tal vez tú no me creas, pero ¡lo heabrazado!Cambiatuscondiciones…
Esta última frase fue espantosamente dicha, sobre todo comentada por lafisonomíadeCerizet.
—¡Oh!¡Cerizet!…—exclamóTeodosio—,¡yoquetratabadehacertetantobien!—¡Ya ves, querido, entre nosotros es necesario esto…!—Y se golpeaba en el
corazón—. Tú no tienes. Desde que crees tener ganada la partida, quieresaplastarnos…¡Yo tehe sacadode losharaposyde loshorroresdelhambre!Tú tedejabas morir como un imbécil… ¡Nosotros te colocamos frente a la fortuna, tepusimosunabellacortezasocial,tesituamosdondehabíaalgoquecoger…yestoesloqueresulta!Ahora,yateconozco;iremosarmados.
—¡Esoeslaguerra!—dijoTeodosio.—Túhasdisparadoprimerosobremí—contestóCerizet.—¡Pero si ustedes me destruyen, adiós las esperanzas! y si no me destruyen,
¡tienenenmíunenemigo!…—EsoesloqueyodecíaayeraDutocq—replicófríamenteCerizet—;mas¡qué
quieres!,escogeremosentrelosdos…,iremosconlascircunstancias…Yosoybueno—continuódespuésdeunapausa—:tráemetusveinticincomilfrancosmañanaalasnueve y Thuillier se quedará con la casa… Continuaremos sirviéndote y nospagarás…Despuésdeloqueacabadepasar,¿noesestomuygentilpormiparte?…
—¡Puesbien!,dameplazohastamañanaamediodía—respondióelprovenzal—,puescomotúdices,hayquepensarelasunto…
—TratarédedecidiraClaparon;¡estáapuradoelhombre!—¡Bien,hastamañana!—dijoTeodosioconairedehombrequehatomadouna
decisión.—Buenas noches, mi amigo —respondió Cerizet con un tono nasal que
deshonrabalamásbellapalabradelidioma.
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CuandoTeodosiodoblóporlacalledelCorreo,siguióconunandarrápidorumboalacasadelaseñoraColeville,exaltadohastaelextremodehablarasolas.Elfuegodesuspasionesdespertadasyesaespeciedeincendiointeriorquemuchosparisiensesconocen—estassituacionessonfrecuentesenParís—lellevóaunciertofrenesí,aunaespeciedeelocuenciaqueunafrasebastaparahacercomprender.LlegandoalacallejueladelasDosIglesias,exclamó:
—¡Lomataré!…—¡Unoquenoestácontento!—comentóunobreroquepasaba.Estaburlacalmó
lalocuradequeeravíctimaTeodosio.Al salir de la casa deCerizet lo había hecho pensando en confiarse a Flavia y
confesarle todo. Las naturalezas meridionales son fuertes hasta llegar a ciertaspasiones,dondetodosederrumba.Cuandoentró,Flaviaestabasolaensuhabitación;alveraTeodosioseviovioladaomuerta.
—¿Quélepasaausted?—exclamó.—Yo…¿Meamausted,Flavia?—¡Oh!,¿puedeusteddudarlo?—¿Meamausteddetodosmodos…,hastasisoyuncriminal?«¿Habrámatadoaalguien?»,pensóella.Yrespondióconungestodelacabeza.Teodosio,felizdeagarrarseaestarama,pasódesusillaalcanapédeFlavia,yallí
dostorrentesdelágrimascorrierondesusojos,entreundiluviodesollozoscapazdehacerlloraraunjuezviejo.
—¡Noestoyparanadie!—fueadecirFlaviaasucriada.LuegocerrólaspuertasyvinoasentarsejuntoaTeodosio,sintiéndoseconmovida
en sumás alto gradomaternal. El niño de la Provenza estaba reclinado, la cabezaentre las manos, llorando. Cuando Flavia quiso quitarle el pañuelo, pesaba delágrimas.
—Pero¿quépasa?—preguntóella.Lanaturaleza,máspenetrantequeelarte,servíaadmirablementeaTeodosio,que
estavezerasincero;eraélmismo;estaslágrimas,estacrisisnerviosaerancomolafirmadesusprecedentesescenasdecomedia.
—¡Esustedunniño!—dijoconvozdulce,acariciandoloscabellosdeTeodosio;enlosojosdeéstesesecabanlaslágrimas.
—¡Notengomásqueaustedenelmundo!—exclamóbesandocasirabiosamentelasmanosdeFlavia—,ysiustednomeabandona, siustedmeacompañacomoelcuerpoalalma,comoelalmaalcuerpo—continuóconinfinitagracia—,puesbien,tendrévalor.
Selevantóypaseóporlahabitación.—Sí; lucharé, ¡volveré a tener fuerzas, como Anteo, al besar a su madre!, ¡y
ahogaré con mis brazos a esas serpientes que me enlazan, que me dan besos de
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serpienteymebabeanlasmejillas,quequierenchuparmisangre,mihonor!¡Oh!,¡lamiseria!…¡Oh!, ¡qué fuertes,quégrandes son losque sabenmantenersedepie, lafrente levantada!…¡Yodebídejarmemorirdehambresobremicamastrohace tresañosymedio!…¡El ataúdesun lechobiendulceencomparacióncon lavidaquellevo!…¡Hacedieciochomesesquecomodelosburgueses!…y,enelmomentodealcanzarunavidahonrada,feliz,cuandotengounmagníficoporvenir;enelmomentoenquemeadelantoparasentarmeenlamesadelfestínsocial,elverdugometocaenunhombro…¡Sí,elmonstruo!,mehatocadoenunhombroymehadicho:«¡PagalaprimadelDiabloomuere!…».¡Ynopodrévencerles!…;¡ynolehundirémibrazoen el hocico hasta llegarle a las entrañas!… ¡Oh!, sí, ¡lo haré!…Dígame, Flavia,¿tengo secos los ojos? ¡Ah!, ahora río, siento mi fuerza y vuelvo a encontrar mipotencia.Dígamequemeama, ¡vuélvaloadecir!Esoesparamíenestemomentocomoparaelcondenadoamuertelapalabra«¡Gracia!».
—¡Esustedterrible!…,¡amigomío!…—dijoFlavia—.¡Oh!,mehadestrozado.Ellanocomprendíanada,perocayósobreelcanapécomomuerta,agitadaporel
espectáculo.Teodosiosearrodillójuntoaella.—¡Perdón!…,¡perdón!…—dijo.—Pero,porfin,¿quélepasa?…—preguntóella.—¡Mequieren hundir! ¡Oh!, ¡prométame aCeleste y verá de qué bella vida la
harépartícipe!…Siustedduda…quieredecirqueserámía,¡queloes!…Ehizounmovimientotanviolento,queFlavia,asustada,selevantó.—¡Oh!, ¡ángel mío!, ¡a sus pies!… ¡Qué milagro! ¡Ciertamente, Dios está
conmigo!Veoclaro.¡Hetenidodeprontounaidea!…¡Oh!,¡gracias,mibuenángel,granTeodosio!…¡Mehassalvado!
Flavia admiraba a este ser camaleonesco; rodilla en tierra, lasmanos cruzadassobreelpechoylosojosalzadosalcielo,enéxtasisreligioso,recitabaunaplegaria;eraelcatólicomásferviente;hizo laseñalde lacruz.Todoestoresultaba tanbellocomolacomunióndesanJerónimo.
—¡Adiós!—dijoélconunavozmelancólicaqueseducía.—¡Oh!—exclamóFlavia—,déjemeesepañuelo.Teodosiobajólasescalerascomounloco,salióalacalleycorriórumboalacasa
delosThuillier;alvolverlacabezavioaFlaviaenlaventanaylehizounsignodetriunfo.
—¡Quéhombre!…—pensóella.—Buen amigo—dijo él con un tono dulce y tranquilo, cuando estuvo junto a
Thuillier—,estamosentre lasmanosdeatrocesbribones,peroyovoyadarlesunaleccioncita.
—¿Quépasa?—preguntóBrigitte.—Puesquequierenveinticincomilfrancos,yparaobligarnosadarlos,elnotario
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o sus cómplices han recurrido: tome cincomil francos y venga conmigoThuillier,voyaasegurarlesucasa…¡Haciendoestomehagodeenemigosimplacables!…—exclamó—,quetratarándeasesinarmemoralmente.Contalqueustedesresistanasusinfamescalumniasyquenocambiennuncaparamí;esoestodoloquepido.Despuésde todo, ¿qué significa esto para vosotros? Si triunfo, habréis pagado cientoveinticincomilfrancosenvezdecientoveintemil.
—¿No se repetirá esto? —preguntó Brigitte, inquieta, los ojos dilatados porviolentotemor.
—Sólo los acreedores inscritos tienen derecho a recurrir y, como sólo éste hausadodetalderecho,podemosestartranquilos.Ladeudaessólodedosmilfrancos,peroesnecesariopagaralosabogadosenestosnegociosysaberdeslizarunbilletedemilfrancosenlasmanosdelacreedor.
—Anda,Thuillier—dijoBrigitte—,cogetusombreroytusguantes;eldineroloencontrarásdondetúsabes…
—Comoyo he tirado los quincemil francos sin éxito, no quiero que el dineropase más por mis manos… Thuillier pagará directamente—dijo Teodosio cuandoestuvoa solasconBrigitte—.Ustedsehaahorradoveintemil francosconGrindotquecreíatrabajarparaelnotario;suinmueble,dentrodecincoañosvaldráunmillón.¡Esunaesquinadebulevar!
Brigitteleescuchabainquieta,semejanteaungatoqueoyeandarlosratonesbajoelpiso.Lemirabaalosojosy,apesardelojustodesusobservaciones,dudaba.
—¿Quélepasa,tiíta?…—¡Oh!Estarémortalmenteinquietahastaqueseamospropietarios…—Usted daría bien veinte mil francos porque Thuillier fuera lo que se llama
propietarioinmutable,¿noescierto?;puesbien,noolvidequeyolesheganadodosvecesesafortuna…
—¿Dóndevamos?…—preguntóThuillierregresando.—¡AcasadeGodeschal,queseránuestroprocurador!…—¡PerosilohemosrechazadoparaCeleste!…—exclamólasolterona.—Precisamenteesporesoporloquevoy—respondióTeodosio—;lehejuzgado
bien:esunhombredehonoryleseráagradablehacerosunservicio.Godeschal,sucesordeDerville,habíasidodurantediezañosprimerescribanode
la procuraduría de Desroches. Teodosio, que conocía este detalle, oyó el nombrepronunciado por una voz interior, en medio de su desesperación, y vislumbró laposibilidad de hacer caer de manos de Claparon el arma con que Cerizet leamenazaba.AntetodoelabogadodebíairalgabinetedeDesrocheseinformarsedelasituacióndesusadversarios.ÚnicamenteGodeschal,acausadela intimidadquesubsisteentreelescribanoyelpatrón,podíaguiarle.
EntrelosprocuradoresdeParís,cuandolesuneunaamistadcomolaqueuníaa
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GodeschalyDesroches,vivenenverdadera confraternidad,de laque resulta ciertafacilidadparasolucionar losasuntossolucionables.Obtienenunosdeotros,a títulode revancha, las concesiones posibles, por aquello del proverbio: Préstame elruibarboqueyoteprestaréelsen,seguidoyusadoentodaslasprofesiones,entrelosministros,enelejército,entrelosjueces,loscomerciantes,portodaspartesdondelaenemistadnohalevantadomuyaltasbarrerasentrelospartidos.
«Mis honorarios son buenos en esta transacción» es un pensamiento que nonecesitaserexpuesto;estábienvisibleenelgesto,elacento,lamirada.Y,comolosprocuradores se reencuentran fatalmente en este terreno, el asunto se arregla. Elcontrapesodeestacamaraderíaestáenesoquellamaremoslaconcienciadeloficio.Un procurador de París dice a su colega: «No puedes obtener eso,mi cliente estárabioso»comopuededecirle:«¡Bien,bien;veremos!».
La Peyrade, hombre fino, sabía hasta dónde podían ayudar a su proyecto lascostumbresjudiciales.
—Espere en el coche —dijo a Thuillier al llegar a la calle Vivienne, dondeGodeschalerajefedespuésdehaberhechosusprimerasarmas—;ustednobajarásiélnoseencargadelasunto.
Eran lasoncede lanoche;LaPeyradenosehabíaengañadoensuscálculosalpensarqueunprocuradordetítulorecienteestaríaaesahoraocupadoensubufete.
—¿Aquédebolavisitadeunabogado?—dijoGodeschalsaliendoalencuentrodeLaPeyrade.
Losextranjeros, losprovincianos, lasgentesdesociedad, ignoran talvezqueelabogado es al procurador lo que es el general al mariscal; existe una línea deexcepciónseveramentemantenidaentrelosabogadosyelColegiodeprocuradoresdeParís.Pormuyvenerablequeseaunprocurador,porinteligenciaqueselereconozcadebe ir a ver al abogado. El procurador es el administrador que traza el plan decampaña,recogelasmuniciones,preparatodo;elabogadolibralabatalla.ElColegiodeabogadosprohíbeasusmiembroshacernadaqueconciernaalosprocuradores.Esmuyraroqueungranabogadovayaaunaprocuraduría;procuradoryabogadoseveneneltribunal;sóloencasosdeurgenciaunabogadovaenbuscadeunprocurador.
—¡Ah!—dijoLa Peyrade—, se trata de un asunto grave, y sobre todo de unacuestióndedelicadezaquedebemosresolverentrelosdos.Thuillierestáabajoenuncoche;yovengocomoamigodeThuillier,nocomoabogado.Ensusmanosestáelprestar a Thuillier un inmenso servicio, y yo he dicho que usted tiene un almademasiadonoble(poralgoeselsucesordelgranDerville)paranoponerasuserviciotodavuestracapacidad.Heaquíelasunto.
Despuésdehaberexplicado, siemprea su favor, toda la tramacanallescaaquehabía de hacer frente con habilidad —los procuradores encuentran muchos másclientesembusterosqueveraces—,elabogadoresumiósuplandecampaña.
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—UsteddeberíairestanocheaveraDesroches,ponerleenautosdelatrama;queél llame mañana por la mañana a su cliente, ese Sauvaignou; entre los tres loconfesaremosysiquiereunbilletedemilfrancosmáselimportedesudeuda,selodaremos,ademásdelosquinientosfrancosporvuestroshonorariosyotrostantosparaDesroches…EseSauvaignou,¿quéquiere?¡Sudinero!Puesbien,noresistiráalcebodeunbilletedemil,aunqueseaelinstrumentodeunaavariciaescondidatrasél.Eldebateentrequieneslehacenmoverynosotrosnosimportapoco…SaqueusteddeesteapuroalafamiliaThuillier…
—VoyacasadeDesrochesenseguida—dijoGodeschal.—No;noantesdequeThuillierlefirmeunpoderyleentreguecincomilfrancos.
Enestoscasoseldinerodebeirpordelante…Después de una entrevista en la queThuillier se encontrómolesto,LaPeyrade
llevóaGodeschalenuncochehastalacalledeBéthisy,dondehabitabaDesroches,pretextandoqueteníanquepasarporallí,yaldespedirsealapuerta,LaPeyradelecitóparaelsiguientedía,alassiete.
ElporvenirylafortunadeLaPeyradedependíandeléxitodeestaentrevista.Porello no debemos asombrarnos de verle pasar por encima de las costumbres de losabogados y venir a casa de Desroches, estudiar a Sauvaignou, mezclarse en elcombate,apesardelpeligroquecorríaalponersebajolosojosdelmástemibledelosprocuradoresdeParís.
Desde el momento en que entró, comenzó a estudiar a Sauvaignou. Éste era,como el nombre lo hacía presumir, un marsellés, un obrero colocado, como sunombredecapatazindica,entrelosobrerosyelmaestrocarpinterodelasobras,paravigilar laejecucióndelostrabajos.Elbeneficiodelcontratistalohaceladiferenciaentreelpreciodelcapatazylasumadadaporelconstructorque,deducciónhechadelosmateriales,sereducealamanodeobra.
Elmaestro carpintero en quiebra, Sauvaignou se hizo reconocer, por juicio delTribunal de Comercio, acreedor del inmueble, y se había inscrito como tal. Estepequeño asunto había determinado la catástrofe; Sauvaignou, pequeño, regordete,vestidoconunablusagris, tocadoconunagorra, estaba sentadoenun sillón.Tresbilletesdemil francos, colocados frenteaél, sobre lamesadeDesroches,hicieroncomprenderaLaPeyradequelaproposiciónsehabíahechoynohabíasidoaceptada.LosojosdeGodeschallodecíanbien.LamiradaqueDesrochesdirigióalabogadodelos pobres fue como un azadonazo en una fosa. Estimulado por el peligro, elprovenzal estuvo magnífico; puso la mano sobre los billetes de mil francos y losdoblóparaguardarlos.
—Thuilliernoquiereya—dijoaDesroches.—¡Muybien!;estamosdeacuerdo—dijoelterribleprocurador.—Sí; su cliente va a abonarnos sesenta mil francos de gastos hechos en el
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inmueble,segúnelcontratofirmadoentreThuillieryGrindot.Yonoledijeestoayer—agregó,volviendohaciaGodeschal.
—¿Oyóustedeso?…—dijoDesrochesaSauvaignou—.Éseeselobjetodeunprocesoqueyonoharésingarantías…
—Pero,señoresmíos—dijoelcapataz—,yonopuedodecirsinhablarantesconesebuenhombrequemehadadoquinientosfrancosacuentaporfirmarleunpapeldeprocuración.
—¿TúeresdeMarsella?—preguntóLaPeyradeendialectodeSauvaignou.—¡Oh!, ¡si lodiscute endialecto estáperdido!—dijo envozbajaDesroches a
Godeschal.—Sí,señor.—Puesbien;pobrediablo—continuóTeodosio—, tequierenarruinar…¿Sabes
loquedebeshacer?Cogeesos tresmil francosycuandoelotrovenga,agarraunaregla y dale una buena paliza diciéndole que es un sinvergüenza, que te queríaexplotaryquetúrevocarástuprocuraduríayqueledevolverássudinerolasemanadelostresjueves.Luego,conesostresmilquinientosfrancosytuseconomíastevasaMarsella.Ysitepasaalgo,venaveraesteseñor…Élsabráencontrarmeyyotesacaré de apuros; ya ves que yo soy no solamente un buen provenzal, sino quetambiénsoyunodelosprimerosabogadosdeParís,yelamigodelospobres…
Cuando el obrero encontró en un compatriota una autoridad para sancionar lasrazonesqueteníadetraicionaralprestamistadesubarrio,capituló,pidiendotresmilquinientosfrancos.
—Unabuenapaliza,bienlamerece,ydebíairalapolicíacorreccional…—No,nopeguessinocuandotedigatonterías—lerespondióLaPeyrade—,que
entoncesseráendefensapropia…CuandoDesrochesleafirmóqueLaPeyradeeraunabogado,Sauvaignoufirmóla
renuncia,dándoseporrecibidodelinterésycapitaldesudeuda,hechaporactadobleentreThuillieryél,ambosasistidosporsusabogadosrespectivos,conelfindequeestapiezatuvieselavirtuddeterminarlotododeunavez.
—Lesdejamoslosmilquinientosfrancos—dijoLaPeyradealoídodeDesrochesyGodeschal—,peroacondicióndequemedeislarenuncia;voyahacerlafirmarporThuillier,quenohadormidoentodalanoche,encasadeCardot,sunotario.
—¡Bien!—dijoDesroches—.Yapuedeestarcontento—agregóhaciendofirmaraSauvaignou,dehaberganadofácilmentemilquinientosfrancos.
—¿Sonbienmíos…señorprocurador?…—preguntóelcapataz,inquietoya.—¡Oh!,bienlegítimamente—respondióDesroches—.Solamentequeustedvaa
notificar a su mandatario una revocación de poderes, con fecha de ayer; pase alestudio,poraquí…
Desroches dijo a su primer escribano lo que tenía que hacer, encargando a un
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empleadodeocuparsequeelalguacilfueseacasadeCerizetantesdelasdiez.—Muchasgracias,Desroches—dijoLaPeyradedándolelamanoalprocurador
—;hapensadoustedentodo,yonoolvidaréesteservicio…—NolleveelactaacasadeCardothastadespuésdemediodía.—¡Eh,paisano!,¡paséatetodoeldíay,sobretodo,novayasatucasa!…—¡Entendido—dijoSauvaignou—,hastamañana!—Algohaybajotodoesto—decíaDesrochesaGodeschalenelmomentoenque
éstevolvíadelestudioalgabinete.—Que losThuillier adquierenunmagnífico inmueblepornada, esoes todo—
dijoGodeschal.—LaPeyradeyCerizetmehacenelefectodedosbuzosqueluchanbajoelmar.
¿Qué diré a Cerizet que me ha dado este asunto? —preguntó al abogado, queregresaba.
—QuehasidoobligadoporSauvaignou—replicóLaPeyrade.—¿Yustednotemenada?—preguntóaquemarropaDesroches.—¡Oh,yotengociertasleccionesquedarle!—Mañana lo sabré todo —dijo Desroches a Godeschal—. ¡Nadie es más
habladorqueunvencido!LaPeyradesalióllevandosuacta.Alasonceestabaenlaaudienciadeljuezde
paz,tranquilo,decididoy,alverllegaraCerizet,pálidoderabia, losojosllenosdeveneno,ledijoaloído:
—¡Querido, yo soy buena persona también!Tengo a tu disposición veinticincomilfrancosenbilletesqueteentregaréacambiodetodaslasletrasquetienescontramí…
Cerizet miró al abogado sin encontrar qué responderle. ¡Estaba verde como siabsorbieralabilis!
—¡Soy propietario inmutable!…—exclamó Thuillier al regresar de la casa deJacquinot,elcuñadosucesordeCardot—.Ningunapotenciahumanapuedequitarmemicasa.Ellosmelohandicho.
Losburguesescreenmuchomásaloquelesdicenlosnotariosquealoquelesdicenlosprocuradores.ElnotarioestámuchomáscercadeellosquecualquierotrorepresentantedelForo.ElburguésdeParísnovasinmiedoacasadesuprocurador,cuyaaudaciabeligeranteleinquieta,mientrasquevasiempreconnuevogustoaverasunotario,dequienadmiralacordurayelsentidocomún.
—Cardot,quebuscaunabuenacasa,mehapedidounodelosdepartamentosdelsegundo piso —continuó—; si quiero, él me presentará un subarrendador queproponeuncontratodedieciochoaños,acuarentamilfrancos,conlosimpuestosasucargo…¿Quépiensastú,Brigitte?
—Hay que esperar—respondió ella—. ¡Ah!, ¡nuestro queridoTeodosiome ha
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hechopasarungransusto!…—¡Oh, querida!; Cardot, al preguntarme quién me había proporcionado este
negocio,medijo que debía hacerle un regalo lomenos de diezmil francos. ¡Y enverdad,ledebotodo!
—Perosiéleselhijodelacasa—respondióBrigitte—.Aestepobremuchachohayquehacerlejusticia;élnopidenada.
—¡Eh!, ¿qué tal, buen amigo?—dijo La Peyrade al regresar, a las tres, de lajusticiadePaz—.¡Yaestáustedriquísimo!
—Yporti,miqueridoTeodosio…—Y a usted, tiíta, ¿le ha vuelto ya la vida?… ¡Ah!; ustedes no tuvieron tanto
miedocomoyo…Vuestrosinteresesvanantesquelosmíos.Hastahoyalasoncenohe respirado con libertad; ahora ya estoy seguro de tener tras demí dos enemigosmortales en las dos personas que he engañado por vosotros.Mientras venía ahoraparaacá,pensabacuálhasidovuestrainfluenciaparahacermecometerestaespeciedecrimen;ysi lafelicidaddeperteneceravuestrafamilia,dedevenirvuestrohijo,lavaralamanchaqueveosobremiconciencia…
—¡Bah!,yateconfesarás—dijoThuillier.—Ahora—dijoTeodosioaBrigitte—,ustedpuedepagarsintemorelpreciodela
casa,ochentamil francos; los treintamildeCardot;en total,con losgastos,cientoveintemil francos, que con estos últimos veintemil hacen ciento cuarentamil. Siustedesalquilanaunsubarrendador,pídanleelúltimoañoadelantado;yresérvenos,para mi mujer y para mí, todo el primer piso en el entresuelo. Aun con esascondiciones, encontrarán un contrato para doce años por cuarenta mil francos. Siustedesquierendejarestebarriopara irahabitaralde laCámara, tendránbastanteconesevastoprimeroquetienecochera,caballerizaytodoloquerequiereunagranexistencia.¡Yahora,Thuillier,voyaconseguirlelaLegióndeHonor!
Aestasúltimaspalabras,Brigitteexclamó:—Deveras, hijomío, queustedhahecho tanperfectamentenuestrosnegocios,
queledejoterminareldelacasaThuillier…—¡No abdique, bella tía—dijo Teodosio—, yDiosme guarde de dar un solo
pasosinusted,queeselgeniotutelardelafamilia!Yopiensosolamenteeneldíaenque Thuillier sea de la Cámara. Dentro de dos meses usted cobrará cuarenta milfrancos.Yestono impediráqueThuilliercobresusdiezmildealquilerdelprimerplazo.
Despuésdehaberdadoestaesperanzaalasolterona,sellevóaThuillieraljardín,yallí,sinvacilar,ledijo:
—Buenamigo;buscalamaneradepedirdiezmilfrancosatuhermana,yqueellanosepajamásquesonparamí;dilequeestasumaesnecesariaenlasoficinasparafacilitartunombramientocomocaballerodelaLegióndeHonor,yquetúsabesentre
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quiénesdebesdistribuirestasuma.—Muybien—dijoThuillier—;además,yoselosdevolverédemisalquileres.—Consíguela esta noche, buen amigo; voy a salir para asuntos de tu Cruz;
mañanasabremosaquéatenernos…—¡Quéhombreeres!—exclamóThuillier.—ElministeriodelPrimerodemarzovaacaer;esnecesarioobtenerestodeél—
respondiófinalmenteTeodosio.ElabogadocorrióalacasadelaseñoraColevilleparadecirle:—Hevencido; tendremos paraCeleste un inmueble que vale unmillón y cuya
propiedad,sinlasrentas,leserácedidaporThuillierenelcontrato;peroguardemoseste secreto; si se supiera, hasta los pares de Francia la pedirían en matrimonio.Ahora,prepárese;vamosacasadelacondesadeBruel;ellapuedeconseguirlacruzparaThuillier.Mientrasustedseviste,yovoyahacerunpoquitíndecorteaCeleste;yahablaremosenelcoche.
LaPeyradehabíavistoenelsalónaCelesteconFélixPhellion.Despuésdelgranéxito obtenido por la mañana, Teodosio comprendía la necesidad de comenzar aenamoraraCeleste.Habíallegadolahoradedisgustaralosenamorados,ysinvacilaruninstante,acercóeloídoalapuertadelsalón,antesdeentrar,parasaberquéletradelalfabetodelamorpronunciaban.Acometerestecrimendeeducaciónleimpulsóunelevarsedevocesqueleindicabaunadiscusión.Elamor,segúnunodenuestrospoetas, esunprivilegioquedos seres seotorganparadisgustarse recíprocamente acausadenada.
Una vez elegido Félix en su corazón para compañero de su vida, Celeste tuvomenosdeseodeestudiarlequedeunirseaélconesacomunióndealmasdedondenacentodoslosafectosyque,enlosespíritusjóvenes,traeunexameninvoluntario.LadiscusiónqueTeodosioescuchabateníasuorigenenundisentimientoprofundo,nacidodíasantesentreelmatemáticoyCeleste.
Estahija,frutomoraldelaépocaenquelaseñoraColevillequisoarrepentirsedesusfaltas,eradesólidapiedad;pertenecíaalverdaderorebañodefielesy,enella,elcatolicismo absoluto, templado por el misticismo que tanto agradó a las almasjóvenes,eraunapoesía íntima,unavidaen lavida.Las jóvenespartendeahíparallegaramujeresexcesivamente ligerasosantas.Peroduranteestehermosoperíodode su juventud tienen en el corazón un poco de absolutismo en sus ideas, siemprecomomodelolaimagendelaperfección,yparaellastododebeserceleste,angelicalodivino.Fueradesu idealnadaexiste, todoes fangoymancilla.Yesta ideahaceque,jóvenesquemástardehandeadorarbaratijas,rechacenlosfalsosdiamantes.
Celeste había visto, no la religión, sino la indiferencia de Félix en materiareligiosa.Como lamayorpartede losgeómetras,químicos,matemáticosygrandesnaturalistas, había sometido la religión a la razón: en ella veía un problema tan
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insolublecomolacuadraturadelcírculo.Deístainpetto,pertenecíaalareligióndelamayoríadelosfrancesessindarlemásimportanciaquealanuevaleyaparecidaenjulio. Hacía falta Dios en el cielo como un busto del rey sobre un pedestal de laAlcaldía.FélixPhellion,dignohijodesupadre,nohabíacolocadoningúnvelosobresu conciencia y dejaba a Celeste leer en ella con el candor y la distracción de unmatemático:lajovenmezclabalacuestiónreligiosaconlacuestióncivilysentíaunprofundo horror por el ateísmo; su confesor le decía que el deísta es el primohermanodelateo.
—¿Pensó usted en hacer lo que me prometió, Félix? —preguntó CelesteinmediatamentequeFlavialosdejósolos.
—No,querida—respondióFélix.—¡Oh,faltaraunapromesa!—exclamóelladulcemente.—Se trataba de una profanación —respondió él—. Yo la quiero tanto y con
ternura incapaz de oponerse a sus deseos, que prometí una cosa contraria a miconciencia.Laconciencia,Celeste,esnuestrotesoro,nuestrafuerza,nuestroapoyo.¿Cómoqueríaustedqueyo fueseauna iglesiaaarrodillarmeanteunsacerdoteenquiennoveomásqueunhombre?…Mehubieseisdespreciadodehaberobedecido.
—Entonces, mi querido Félix, ¿no quiere ir a la iglesia?… —dijo Celestemirando a su amado con los ojos cuajados de lágrimas—. Si yo llegase a ser suesposa,¿medejaríairsola?…¡Ustednomequierecomoyolequiero!…,puesquehastaelpresentehetenidoenmicorazón(paraunateo)¡unsentimientocontrarioaloqueDiosquieredemí!
—¡Un ateo! —exclamó Félix Phellion—. ¡Oh, no! Óigame, Celeste…Indudablemente hay unDios, pero yo tengo de Élmás hermosas ideas de las quetienen sus sacerdotes; yo no le rebajo hasta mí; yo intento elevarme hasta Él…Escucholavozquehapuestoenmí,esoquelasgenteshonradasllamanconciencia,ytratodenooscurecerlosdivinosrayosquelleganamí.Porellonoharénuncamalanadie, y no haré nada contra los mandamientos de la moral universal, que fue lamoral de Confucio, de Moisés, de Pitágoras, de Sócrates tanto como la deJesucristo… Seré siempre puro ante Dios; mis acciones serán mis plegarias; nomentiréjamás,mipalabraserásagradaynuncaharénadabajonivil…Ésassonlasenseñanzasdemivirtuosopadreylasquelegaréamishijos.Todoelbienquepuedahacer, loharé,auncuandoparaello tengaquesufrir.¿Quémáspuedepedirseaunhombre?…
EstaprofesióndefedePhellionhizobajarlacabezatristementeaCeleste.—¡Lea con atención —dijo ella— la Imitación de Jesucristo!… Ensaye de
convertirse a la santa Iglesia católica, apostólica y romana, y reconocerá cuánabsurdassonsuspalabras…Escúcheme,Félix:elmatrimonionoes,segúnlaIglesia,unasuntodeundía, lasatisfaccióndenuestrosdeseos;sehacepara laeternidad…
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¿Cómoseríaposible?; ¡estaríamosunidosnocheydía,deberíamos formaruna solacarne,un soloverbo,y tendríamosennuestrocorazóndos idiomas,dos religiones,unacausadedisentimientoperpetuo!¡Ustedmecondenaríaalloraraescondidasporvuestra alma, y yo no podría dirigirme a Dios viendo constantemente su manoarmada contra usted!… ¡Su sangre de deísta y sus convicciones podrían animar anuestros hijos!… ¡Oh,Diosmío! ¡Cuántas desgracias para una esposa!…No, esasideassonintolerables…¡Oh!¡Félix,hágasedemifeyaquenopuedoserdelasuya!Noabraabismosentrenosotros…¡SiustedmequisierayahabríaleídolaImitacióndeJesucristo!…
Los Phellion no amaban el espíritu clerical. Félix cometió la imprudencia deresponderaestaespeciedeoraciónsalidadeunalmaardiente.
—Usted repite, Celeste, una lección de su confesor y nada es tan fácil para lafelicidad,créame,comolaintervencióndelossacerdotesenlasfamilias…
—¡Oh, usted no me ama!—exclamó indignada Celeste, a quien sólo el amorhabía inspirado—. ¡La voz de mi corazón no va al suyo! Usted no me hacomprendido,puesquenomehaescuchado,yyoleperdonoporqueustednosabeloquedice.
Yseenvolvióenunsilencio soberbio,mientrasFélix fuea tamborilearcon losdedosenuncristaldelaventana:músicafamiliardelosqueseentreganareflexionesdolorosas. En efecto, Félix se exponía a estas singulares y delicadas cuestiones deconcienciaphellionesca.
«Celeste es una rica heredera y, cediendo a sus ideas, en contra demi religiónnatural,yoloharíapensandoenhacerunmatrimonioventajoso:actoinfame.Yonodebo,comopadrede familia,dejarque loscuras tengan lamenor influenciaenmicasa;siyocedoenestohoy,cometounactodébilqueseráseguidodemuchosotrosperniciosospara la autoridaddelpadreydelmarido…Todoesto es indignodeunfilósofo…»
Yvolviójuntoasuamada.—Celeste,yoselosuplicoderodillas,nomezclemosloquelaleyensusabiduría
haseparado.Vivimosparadosmundos,lasociedadyelcielo.Acadaunosucaminoparaconseguirlasalvación;masencuantoalasociedad,¿noesobedeceraDioselobservar las leyes?ElCristodijo:«DadalCésar loqueesdelCésar».César es elmundopolítico…¡Olvidemosestapequeñaquerella!
—¡Una pequeña querella!…—exclamó la joven—. ¡Yo quiero daros todo micorazón,comoquiero tener todoelvuestro,yustedhacedospartes!…¿Noesunadesgracia?Ustedolvidaqueelmatrimonioesunsacramento…
—¡Suclerigallaleenvenenalasideas!—exclamóimpacienteelmatemático.—¡SeñorPhellion—dijoCelesteinterrumpiéndole—,bastadeesteasunto!A esta frase, Teodosio creyó necesario entrar, y encontró a Celeste pálida y al
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jovenprofesorinquietocomounamantequehadisgustadoasuquerida.—Heoídolapalabrabasta.¿Había,pues,demasiado?—dijomirandoaambos.—Hablábamosdereligión…—respondióFélix—yyoledecíaalaseñoritacuán
funestaeslainfluenciareligiosaenelsenodelafamilia.—No se trataba de eso, señor—dijo agriamenteCeleste—, sino de saber si el
maridoylamujerpuedenformarunsolocorazónsiendounoateoyotracatólica.—¿Pero es que hay ateos?… —exclamó Teodosio fingiendo una profunda
estupefacción—. ¿Es que una católica puede casarse con un protestante? ¡No hayperfección posible entre dos esposos si no existe entre ambos una conformidadabsolutaencuestióndeopinionesreligiosas!…Yo,quesoy,enverdad,delCondado,ydeunafamiliaquetieneunPapaentresusantecesores—nuestrasarmassongulesconllavedeplata,ylossoportesdelescudosonunmonjecargandounaiglesiayunperegrinoconbordóndeoroyestaspalabraspordivisa:Yoabroyyocierro—,soyenestascuestionesdeunabsolutismoferoz.Perohoy,¡graciasalmodernosistemadeeducación, no me parece extraordinario hablar de estas cuestiones!… Yo no mecasaría con una protestante aunque tuviera millones…, ¡y aunque la amaralocamente!Lafenosediscute.Unafides,unusDominus,ésaesmidivisaenpolítica.
—¿Oyeusted?…—exclamótriunfalmenteCelestemirandoaPhellion.—Yonosoyundevoto,voyamisaalasseisdelamañana,cuandonadiemeve;
ayunolosviernes;enfin,soyunhijode laIglesiaynoemprenderíanadaseriosinrezarantes,a laviejamodademisantecesores.Nadieseapercibedemireligión…Durantelarevoluciónde1789sucedióenmifamiliauncasoquenosunióaúnmásestrechamenteconnuestrasantamadrelaIglesia.UnapobreseñoritadeLaPeyrade,delaramamayor,laqueposeeelpequeñodominiodeLaPeyrade—somosPeyradedesCanquoelle, pero las dos ramas heredan una de otra—, esta señorita casó, seisaños antes de laRevolución, con un abogadoque, según lamoda de la época, eravolteriano, esto es, incrédulo, o deísta, si lo prefieren. Cayó en las ideasrevolucionarias para llegar a esas lindezas que ustedes saben: el culto de la diosaLibertad-Razón.Volvióanuestropaísimbuido,fanáticodelaConvención.SuesposaeramuybellayéllaobligóarepresentarelpapeldelaLibertad;lapobreinfortunadasevolvióloca…¡Murióloca!¡Ybien:enlostiemposquecorrennoesdifícilverunnuevo1793!…
Esta historia, creada a su gusto, hizo tal impresión en la imaginación fresca yjovendeCeleste,queselevantó,saludóalosdosjóvenesyseretiróasuhabitación.
—¡Ah,señor!,¿quéhadichousted?…—exclamóFélixalcanzadoenelcorazónpor lamiradafríaqueCelesteacababadelanzarlealpasar,afectandounaprofundaindiferencia.EllasecreeyatransformadaendiosadelaRazón…
—¿Dequésetrata,pues?—preguntóTeodosio.—Demiindiferenciaenmateriadereligión.
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—Lagranplagadelsiglo—respondióTeodosioconairegrave.—Aquí estoy—dijo la señora Coleville apareciendo elegantemente vestida—.
Pero¿quélepasaamihija?,estállorando.—¡Está llorando, señora!… —exclamó Félix—; dígale que inmediatamente
comenzaréaestudiarlaImitacióndeJesucristo.YFélix bajó conTeodosioyFlavia, a quien el abogado apretaba el brazopara
darleaentenderqueenelcocheleexplicaríalademenciadeljovensabio.Unahoradespués,Flavia,CelesteyTeodosioentrabanencasade losThuillier.
TeodosioyFlaviallevaronaThuillieraljardín,yelabogadoledijo:—Bueno,amigo,tendrálaCruzdentrodeochodías.Mira,estaqueridaamigava
arelatartenuestravisitaalacondesadeBruel…Y Teodosio dejó a Thuillier al ver a Desroches acompañado de Brigitte.
Empujadoporunhorriblepresentimiento,salióalencuentrodelprocurador.—Queridodoctor—dijoDesrochesaloídodeTeodosio—,vengoaversipuede
procurarseveintisietemilseiscientosochentafrancosconsesentacéntimos…—¿EsustedelprocuradordeCerizet?—exclamóelabogado.—Él ha entregado los documentos a Louchard y usted sabe lo que le espera,
después de un arresto. ¿Cerizet se engaña al creer que tiene usted veinticincomilfrancos?Usted se los ofreció y él encuentramuy natural el no dejarlos en vuestracasa…
—Le agradezco mucho su informe—dijo Teodosio—; yo había previsto esteataque…
—Entrenosotros—respondióDesroches—,ustedlehafastidiadobien…Eltiponoreculaantenadaparavengarseyperderátodosiustedquierejugareltodoporeltodoydejarseencarcelar…
—¡Yo!—exclamóTeodosio—.¡Yopagaré!…Peroéltienecincoletrasdecincomilfrancoscadauna:¿quépiensahacer?
—¡Oh!,despuésdelasuntodeestamañana,nopuedodecirnada,peromiclienteesperrofinoytienesusproyectos.
—Veamos,Desroches—dijoTeodosio echando lamano sobre los hombrosdelflacoysecoDesroches—:¿lasletrasestánaúnensucasa?
—¿Quiereustedpagar?—Sí;dentrodetreshoras.—Muybien;vengaamicasaa lasnueve;recibiré losfondosy leentregaré las
letras;peroalasnueveymediaestaránencasadeLouchard…—¡Bien!;estanochealasnueve…—dijoTeodosio.—Hastalasnueve—respondióDesroches,cuyamiradahabíaabarcadoatodala
familia reunida en el jardín; Celeste, con los ojos enrojecidos, charlaba con sumadrina,ColevilleyBrigitte,FlaviayThuillier.
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Mientrassubíanlaescaleraquebajabadelasaladeentradaaljardín,DesrochesdijoaTeodosio:
—¡Bienpuedeustedpagarsusletras!Conaquellasolamirada,Desroches,queacababadehacerhablaraCerizet,había
vistolosinmensostrabajosdelabogado.Al día siguiente,muy demañana,Teodosio fue a casa del prestamista a ver el
efectoquehabíaproducidoensuenemigoelpagoefectuadopuntualmentelavísperayhacerunaúltimatentativaparadesembarazarsedesutábano.
El provenzal encontró a Cerizet en conferencia con unamujer. Desde lejos, elprestamistahizoimperativamenteunaseñaparaquenoseacercase.Elabogadotuvoquelimitarseahacerconjeturassobrelaimportanciadeestamujerquepreocupabaalprestamista.Teodosio tuvoelpresentimiento,excesivamentevago,dequeelobjetodeestaconferenciaibaainfluirsobrelasdecisionesdeCerizet.Lafisonomíadeestepresentabaesecambiocompletoqueproducelaesperanza.
—Pero,miqueridamamáCardenal…—Sí,miqueridoseñor…—¿Quéquiereusted?—Hayquedecidir…Estos comienzos o fines de frases eran los únicos relámpagos que de la
conversaciónanimadayenvozbaja llegabanhastael testigo inmóvilque fijabasuatenciónenlaseñoraCardenal.
LaseñoraCardenal,pescadera,eraunadelasprimerasclientasdeCerizet.Silosparisienses conocen bien estas casi creaciones particulares de su ciudad, losextranjeros en cambio no sospechan siquiera la existencia, y la madre Cardenalmerecía todo el interés que excitaba en el abogado. El transeúnte encuentra tantasmujeresdeestetipoenlacallequeyanolesprestamásatenciónquelaqueseprestaalostresmilcuadrosdeunaexposición.Peroenestecaso,laCardenalteníatodoelvalordeunaobramaestraaislada.Eraeltipocompletodesuespecie.
Dentrodelaszuecasenlodadasseveíanunosescarpinesylaspiernassecubríanconlargasmediasnegras.Suvestidodeindianaserematabaconunafalbaládelodo.La pieza principal de sus ropas era un chal de los llamados cachemira de piel deconejo.Unagroserateladealgodónqueservíadeblusa,dejabaveruncuellorojoyrayadocomoelestanquedelaVilletedespuésdehabersepatinadoenél.Alacabezallevabaunpañuelodesedaamarilloanudadodemodopintoresco.
Bajaygorda,sutezricaencolordecíaquelamadreCardenalbebíasuvasodeaguardienteporlasmañanas.Habíasidohermosa.ElMercadolereprochaba,consulenguajedeimágenesatrevidas,habersalidoalabúsquedadesujornal,másdeunavez,denoche.Suvoz,paracolocarseeneldiapasóndeunaconversacióndecente,estabaobligadaaahogarsuviolentasonoridad;entoncesbrotabaespesaygruesade
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aquelgaznateacostumbradoalanzarhastaelfondodelasbuhardillaselnombredelpescadodecadaestación.Lanarizfina,labocabiendibujada,losojosazules,todoloqueenuntiempoconstituyerasubelleza,sehundíaentreplieguesdegrasavigorosaquehablabandeunavidaalairelibre.ElvientreylossenossedistinguíanporunaabundanciaaloRubens.
—¿Yquiereustedqueyomequedesinnada?…—decíaaCerizet—.¿QuémeimportanlosPoupillier?…¿NosoytambiénunaPoupillier?¿DóndequiereustedquetiremosalosPoupillier?…
EstasalvajesalidafuereprimidaporCerizetconunodeesoschisprolongadosalosqueobedecentodoslosconspiradores.
—Bueno, vaya a ver lo que hay—dijoCerizet empujando a lamujer hacia lapuertaydiciéndoleunaspalabrasenvozbaja.
—Ybien,queridoamigo—dijoTeodosioaCerizet—,¿recibistetudinero?—Sí—respondióéste—;hemosmedidonuestrasgarras;sondeidénticadureza,
delmismolargo,deigualfuerza…¿Yahora?—¿DebodeciraDutocqquerecibisteayerveintisiete?…—¡Oh!, ¡mi querido amigo, ni una palabra!…, ¡si me quieres!… —exclamó
Cerizet.—Escucha—continuóTeodosio—;esnecesarioqueyosepadeunavezloquetú
quieres.Tengolaformalintencióndenoestarveinticuatrohorasmássobrelaparrillaenquemehabéiscolocado.QueengañesaDutocqmeesperfectamenteindiferente,peroquieroquenosotrosnosentendamos…Veintisietemilfrancosesunafortunaentusmanos,agregadosaunosdiezmilquedebesdetener,productodetunegocio;conestohaybastanteparahacerseunhombrehonrado.Cerizetsimedejastranquilo,sinoestorbasmisplanesparallegaraserelmaridodelaseñoritaColeville,yoseréundía algo así como el abogado del rey; nada serámejor para ti que asegurarte unaprotecciónenestaesfera.
—Heaquímiscondiciones,quenoadmitendiscusión;lasaceptasolasdejas.Túharás que yo sea el subarrendador de la casa de los Thuillier, con un contrato pordieciochoañosyteentregaréunadelasotrascincoletrasdecambio.Desaparecerédetucamino;paralasotrascuatroletrasteentenderásconDutocq…Élnotienefuerzasparalucharcontigo…
—Consientosiestásdispuestoadarcuarentayochomilfrancosdelalquilerdelacasa,elúltimoañoadelantadoydatarelcontratodesdeelmesdeoctubrepróximo.
—Sí,perodarésolamentecuarentaytresmilfrancosenefectivo;contuletra,sonloscuarentayocho.Heexaminadobienlacasa;laestudié;meconviene.
—Unaúltimacondición—dijoTeodosio—:túmeayudaráscontraDutocq.—No—respondió Cerizet—; él está ya bien cocido para ti sin que yo vaya a
freírloaúnmás.Hayqueserrazonable.Esehombrenosabecómopagarlosúltimos
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quincemilfrancosdesudeuda,yesbastanteparatisaberqueconquincemilfrancospuedescomprartusletras.
—¡Bien!Damequincedíasparaconseguirteelcontrato.—¡Nomástardequeellunespróximo!Elmartestuletraseráprotestada,amenos
quepaguesellunesoqueThuilliermedéelcontrato.—Sea;ellunes…—dijoTeodosio—.¿Somosamigos?…—Loseremosellunes—respondióCerizet.—Bien,hastaellunes;¿meinvitarásacomer?—dijoriendoTeodosio.—En el Rocher-de-Caucale, si tengo el contrato. Dutocq vendrá…, nos
reiremos…Hacetiempoquenomerío…TeodosioyCerizetseestrecharonlasmanos,diciéndose:—¡Hastapronto!AquellarápidacalmadeCerizetteníasurazón.Primeroporque,segúnlafrasede
Desroches, «la bilis no facilita los negocios», y el usurero había comprendido suexactitud; y de allí su resolución de sacar partido a su posición y a exprimir (lapalabratécnica)albribónprovenzal.
—Esunarevancha—lehabíadichoDesroches—;esehombreestáensusmanos.Extráigalelaquintaesencia.
Cerizethabíavisto,en losúltimosdiezaños,variaspersonasqueseenriquecenconaqueloficiodesubarrendador.Elsubarrendadores,enParís,alospropietariosdecasa,loquesonloscolonosalospropietariosdetierras.
Cerizet, a caza de negocios, examinó las oportunidades de ganancia que podíaofrecer el alquiler de la casa robada a Thuillier, como decía aDesroches, y habíavistolaposibilidaddesacarlemásdesesentamilfrancosalcabodeseisaños.
Cerizet esperaba ganar una decena de miles de francos por lo menos, al año,durante doce años, sin contar las eventualidades y los regalos hechos a cadarenovacióndecontratoporloscomerciosqueseestablecieranyaloscualesnodaríaen un principio más que seis años de contrato. Además, se proponía vender sunegocio de usura a la viuda de Poiret y a Cadenet por unos diez mil francos; sufortunaalcanzabaaotrosdiezmil;estaba,pues,ensituacióndedarelañoadelantadoque los propietarios exigen como garantía a los subarrendadores. Cerizet habíapasadounanochefeliz,durmiéndoseacariciandounhermososueño,ysereíaapuntode comenzar un oficio honrado, de devenir burgués comoThuillier, comoMinard,comotantosotros.
Renunciaba a la adquisición de la casa en construcción de la calle Geoffroy-Marie. Pero tuvo que despertar inesperado al encontrar a la Fortuna junto a él,vertiendoencataratasucuernodorado,enlapersonadelaCardenal.
Élhabíaguardadosiempreconsideracionesaestamujer,ydesdeunañoantesleestabaprometiendolasumanecesariaparacomprarunasnoyunpequeñocarro,afin
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dequeellapudierahacersucomercioengrandeyendodeParísalosalrededores.LaCardenal,viudadeuncargadordelmercado,teníaunahijacuyabellezafueelogiadaaCerizetporotrascomadres.OlympiaCardenalcontabatreceañoscuando,en1837,Cerizetcomenzóelpréstamoenelbarrioy,conunfindelibertinajeinfame,colmódeatencionesalaCardenal;éllahabíasacadodelamiseriaesperandohacerdeOlympiasuquerida;peroen1838lachicahabíaabandonadoasumadreyhacíasinduda lavida,paraemplearlaexpresiónconqueelpuebloparisiensedesignaelabusodelospreciososdonesdelanaturalezaylajuventud.
BuscaraunamuchachaenParísequivaleabuscarunasardinaenelSena:hacefaltaelazardeungolpedecaña.
Esteazarhabía llegado.LamadreCardenal,quepara festejaraunacomadre lahabíallevadoalteatroBobino,habíaencontradoasuhijaenlapersonadelaprimeraactriz,aquienelprimeractorcómicoteníabajosudominiodesdetresañosantes.Lamadre, orgullosa en un principio de ver a su hija vestida con un traje laminado,peinadacomounaduquesa,conzapatosdesatén,yqueeraaplaudidaalaparecerenescena,habíaterminadoporgritarledesdesulocalidad:
—¡Vas a recibir noticiasmías, asesino de tumadre!… ¡Yo voy a enterarme sibribonescanallastienenelderechodeveniracorromperniñasdetreceaños!…
Quisoesperarasuhijaalasalida,perolaprimeraactrizyelprimeractorcómicosalieronsindudaentreelpúblicoenvezdesalirpor lapuertadeartistas,donde lamadre Cardenal y la madre Mahondeau, su buena amiga, armaban un escándaloinfernal que dos guardias municipales se encargaron de apagar. Esta augustainstitución, ante quien las dos mujeres bajaron el diapasón de sus voces, hizoobservaralamadrequealosdieciséisañossuhijateníalaedadreglamentariaparaelteatro, y que en lugar de gritar en la puerta llamando al director, debía citarla pormediodelajusticiadePazodelapolicíacorreccional.
AldíasiguientemamáCardenalseproponíaconsultarle,puesqueéltrabajabaenla justiciadePaz;Perrache,elporterode lacasadondevivíaelviejoPoupillier,sutío,ladejócomoheridaporelrayoalinformarlequeasutíonolequedabandosdíasdevida.
—¿Yustedquéquierequehaga?—respondiólaviudaCardenal.—Contamos con usted, querida mamá Cardenal; usted no nos olvidará por el
bueninformequevamosadarle.Heaquílacosa:Enlosúltimostiempos,supobretío,queyanopodíamoverse,meconfióeliracobrarlosalquileresdesucasadelacalleNuestraSeñoradeNazareth,ylosinteresesdeunainscripciónderentaquetienesobreelTesoro,demilochocientosfrancos…
Aestaspalabras,losojosdelaCardenal,erranteshastaentonces,quedaronfijos.—Sí,queridaamiga—continuóelseñorPerrache—,yenvistadequeustedera
laúnicaqueseacordabadeél,quelellevabadevezenvezunospescadosyquele
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visitaba,quiénsabesiharátestamentoasufavor…Mimujer,enestosúltimosdíaslehacuidadoylehahabladodeusted,peroélnoqueríaqueustedsupieraqueestabatanenfermo…Yahorayaeslahoradeir.¡Virgensanta!Hacedosmesesquenovaasunegocio.
—Confiese,miviejorastacuero—decíalamamáCardenalalportero,zapaterodeoficio,mientrascorríancasi,rumboalacalledeHonorato-Chevalier,dondevivíasutíoenunahorriblebuhardilla—;¡confiesequepodíacrecermepeloenlapalmadelamano antes de que yo pudiese imaginar esto!… ¡Qué!; ¡mi tíoPoupillier rico!; ¡elbuenlimosnerodelaiglesiadeSanSulpicio!
—¡Ah!—dijoelportero—,élsealimentababien…,seacostabatodaslasnochescon su buena amiga, una gran botella de vino del Rosellón.Mimujer lo probó; anosotros nos decía que era vino de treinta céntimos. El tabernero de la calle DesCanettesesquienselovendía.
—Nohablenadadeesto,buenhombre—dijolaviudaCardenal—,meacordarédeustedes…,sihayalgo.
EstePoupillier,antiguotambormayordelaGuardiafrancesa,habíapasado,dosaños antes de 1789, al servicio de la Iglesia al llegar a suizo en San Sulpicio. LaRevolución le había privado de su puesto y había caído en una espantosamiseria.Entoncessehizomodelo,favorecidoporsuinteresantefísico.
Conelrenacimientodelcultorecuperósualabarda,peroen1816fuedestituido,tanto por su inmoralidad como por su edad muy avanzada; pasaba por serseptuagenario;sinembargo,comoretiro,selepermitíaestaralapuerta,dondedabaelaguabendita.En1820suhisopoexcitólaenvidia,yéllocedióacambiodequeselepermitieraestar,encalidaddepobre,alapuertadelaiglesia.En1820,desesentaycincoañoscumplidos,seconcediónoventayseisycomenzóeloficiodecentenario.
En todoParís era imposible encontrar barba y cabellos como los dePoupillier.Curvadocasiendos,portabaelbastónconmanotemblorosa,unamanocubiertadeeseliquenqueseveenelgranito,ytendíaelsombreroclásico,grasiento,deanchasalas, en el que caían abundantes las limosnas. Sus piernas, envueltas en paños yharapos, arrastraban horribles alpargatas, dentro de las cuales adaptaba excelentesplantillas de crin. Se salpicaba la cara con ingredientes que simulabanmanchas deenfermedadesgraves,rugosidades,yrepresentabaadmirablementelasenilidaddeuncentenario.Apartirde1825tuvocienaños;realmenteteníasetenta.Eraeljefedelospobres,elamodelaplaza,ytodoslosqueveníanamendigarbajolasarcadasdelaiglesia,alabrigodelapersecucióndelosagentesdepolicíaybajolaproteccióndelsuizo, del donador de agua bendita y de la parroquia, le pagaban una especie dediezmo.Cuando, al salir unmatrimonio o un padrino, decía: «¡Vaya para todos!»,Poupillier,designadoporelsuizosusucesor,guardabaparasílastrescuartaspartesydabalaotracuartaparteasusacólitos.En1820, laavariciay lapasiónporelvino
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eran sus únicos sentimientos; reguló el segundo y se entregó completamente alprimero,sindescuidarporellosubienestar.Bebíaporlanoche,despuésdecerradalaiglesia. Así se durmió durante veinte años en brazos de la borrachera, su últimaquerida.
Porlamañanatempranoestabaensupuesto.Hastalahoradelacenaselimitabaaroercortezasdepanportodoalimento,ylasroíacontanartísticaresignación,quelas limosnas le caían en abundancia. El suizo y el donador de agua bendita, conquienestalvezestabaencombinación,decíandeél:
—Es el pobre de la Iglesia; conoció al padre Languet, que construyó SanSulpicio;fuesuizoduranteveinteaños,antesydespuésdelaRevolución;tienecienaños.
Estapequeñabiografía, conocidade todos losdevotos, era sumejoranuncio,yningúnsombrerofuemásfavorecidoentodoParísqueelsuyo.En1826comprólacasa,yen1830losvalores.Lacasalecostócuarentamilfrancosylarentacuarentayocho mil. La sobrina, engañada por el tío igual que los porteros, los pequeñosfuncionarios de la iglesia y las almas devotas, le creía más miserable que ella, ycuandoteníapescadosyapocofrescosselosllevaba.
Ellacreyó justo sacarpartidodesusmercancíasyde supiedadporun tío,quedebía tener unamultitud de parientes desconocidos: era la tercera y última hija dePoupillier, teníacuatrohermanosvaronesysupadre lehablabaensuniñezde trestíasycuatrotíos.
Después de haber visto a su tío, volvió con el mismo galope para consultar aCerizet,contándolecómohabíaencontradoasuhijaylasrazones,lasobservaciones,losindiciosquelehacíancreerquesutíoPoupillierescondíaunmontóndeoroensucamastro.MamáCardenalnosecreíalobastantecapazparaapoderarsedelafortunadelpobre,legaloilegalmente,yveníaaponerseenmanosdeCerizet.
Elusurerodelospobres,comolosalbañaleros,encontrabaporfindiamantesenelfangodondechapoteabadesdehacíacuatroaños,esperandovigilantelaaparicióndeun azar de esosque, dícese, se encuentran enmediode losbarriosdedonde salenherederasquecalzanzuecos.Ésteeraelsecretodesubondadconelhombreaquienhabía jurado la ruina. Puede imaginarse cuál era su ansiedadmientras esperaba elregresodelaviudaCardenal,aquientaltejedordetramastenebrosashabíaindicadolosmediosdeconfirmarsussospechassobrelaexistenciadeltesoro,yaquienensuúltima frase había prometido todo si ella quería dejarle a él la recolección de lacosecha.Cerizetnoerahombrequereculaseanteuncrimen,sobretodocuandoveíaoportunidad de hacerlo cometer por otro y recoger él los beneficios. Ya se veíapropietariode la calleGeoffroy-Mariey, por fin, burguésdeParís, capitalista y ensituacióndeemprenderbellosnegocios.
—¡Querido Benjamín! —dijo la pescadora, abordando a Cerizet, con la cara
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inflamadaporelcorrerylaavaricia—,¡mitíoestáacostadosobremásdecienmilfrancosdeoro!…,yestoyseguradequelosPerrache,conelpretextodecuidarle,sehanolidoelmontón.
—Estafortuna,repartidaentrecuarentaherederos—dijoCerizet—,nodaríagrancosaacadauno.Escuche,mamáCardenal,yomecasoconsuhija:déleelorodesutío,yyoledejoaustedlosvaloresylacasa…enusufructo.
—¿Nocorremosningúnriesgo?—Ninguno.—¡Aceptado!—dijomamáCardenal—;¡québuenavidaconseismilfrancosde
renta!—¡Yconunyernocomoyo!—exclamóCerizet.—¡Yoseré,pues,burguesadeParís!—dijolaCardenal.—Ahora —continuó Cerizet después de una pausa en que suegra y yerno se
besaron—deboiraestudiarelterreno.Nosemuevadeallí,ydígalesalosporterosqueesperenalmédico;elmédicoseréyo,yustednomeconoce.
—¡Quélistoeres,bribón!—dijomamáCardenaldándoleungolpeenelvientre,aguisadedespedida.
Unahoradespués,Cerizet,todovestidodenegro,disfrazadoconunapelucarubiaydesfiguradoporunacaraartísticamentedibujada,llegóencochealacalleHonoratoChevalier. Pidió que le indicaran la habitación de un pobre llamado Poupillier alportero,yesteleinterrogó:
—¿ElseñoreselmédicoqueesperalaseñoradeCardenal?YaungestoafirmativodeCerizet,lecondujoalaescaleradeservicio,pordonde
sesubíaalabuhardillaocupadaporelpobre.Perrachesalió,yelcochero,interrogadoporél,confirmólacualidadqueCerizet
fingía.LacasadondehabitabaPoupillieresunadeesasqueestánobligadasaperderla
mitad de su profundidad en virtud del plan de alineación, pues la calle HonoratoChevalier es una de lasmás estrechas del barrio deSanSulpicio.El propietario, aquien la ley prohibía construirmás pisos o hacer reparaciones, se veía obligado aalquilarestacasuchaenelestadoenquelacomprara.Eledificio,excesivamentefeodefachada,secomponíadeunprimerpisorematadoporbuhardillasyunpisobajo.Elpatioseterminabaenunjardínllenodeárbolesquedependíadelprimerpiso.Estejardín,separadodelpatioporunaverja,habríapermitidoaunpropietarioricovendera la ciudad la casa y construir otra en el terreno que ocupaba el patio, pero nosolamenteelpropietarioerapobre, sinoquehabíaalquiladoelprimerpiso, conuncontratopordieciochoaños,aunpersonajemisteriososobrequiennohabíapodidomorderlacuriosidaddelporteroniladelosotrosinquilinos.
Esteinquilino,entoncesdeunossetentaaños,había,en1829,hechoadaptaruna
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escaleraalaventanaquedabaaljardín,parabajarypasearsesinpasarporelpatio.Lamitad del piso bajo, a la izquierda, estaba ocupada por un encuadernador que,desdediezañosantes,habíatransformadolascocherasylascaballerizasentalleres,ylaotramitadporun empastador.El encuadernadory el empastadorocupabancadaunolamitaddelasbuhardillasquedabanalacalle.Lasdeladerechadependíandelapartamentodelmisteriosopersonaje.En fin,Poupillierpagabacien francospor labuhardillaquecoronabaelalaizquierda.
Cerizetseagarróaunacuerdaqueservíadepasamanosalaespeciedeescaleraqueconducíaa lahabitacióndondeagonizabael centenarioydonde le esperabaelhorribleespectáculodeunafingidamiseria.
EnParís,todoloquesehaceapropósitosaleadmirablemente.Lospobresestánen esto tan fuertes como los comerciantes en sus vitrinas o los falsos ricos quequierenobtenercréditos.
El piso no se había barrido jamás; las losas desaparecían bajo una capa debasuras,polvo,lodosecoydetodoloquetirabaPoupillier.Unamalaestufaadornabaestacovacha,enelfondodelacualhabíauncamastroconcolgadurasdesargaverdetransformadas en encajes por la polilla. La ventana, casi cegada, tenía sobre susvidriosuna teladepolvoygrasaque evitaba el poner cortinas.Losmuros, de cal,teníanun tinte fuliginosoproducidopor el humode la estufa.Sobreuna chimeneacondenada se veíanuna jarra descascarada, dos botellas y unplato roto.Unamalacómoda carcomida contenía la ropa blanca y los trajes limpios. El mobiliarioconsistíaenunamesadenochedelasmásvulgares,unamesabarataydossillasdecocina deterioradas. El tan pintoresco traje del centenario estaba colgado de unosclavos,ylasinformesalpargatasqueleservíandezapatosbostezabanenelsuelo.Suprestigiosobastónysusombreroestabancercadelacama.
Alentrar,Cerizetcontemplóalviejo.Reposabaestesucabezaenunaalmohadanegra de grasa, sin funda, y su perfil anguloso, semejante a ese quehicieron en elsiglo pasado unos grabadores y que tiene por fondo un paisaje de grandes rocasamenazadorasyvemoshoyenlastiendasdegrabadosdelosbulevares,sedibujabaen negro sobre el fondo verde de las colgaduras. Poupilliermiraba fijamente a unobjeto ideal y no semovió al oír rechinar la pesada puerta de gran cerradura quecerrabasólidamentesudomicilio.
—¿Tiene conocimiento? —dijo Cerizet, ante quien la Cardenal reculó,reconociéndolesóloporlavoz.
—Casi—dijoesta.—Venga a la escalera, nadie nos oirá. Éste es el plan —continuó Cerizet,
hablandoaloídodesufuturasuegra—.Poupillierestámuydébil,pero tienebuenacara y le quedan lomenos ocho días.Voy a buscar unmédico que nos convenga.Volveréelmartesconseisadormideras.Enelestadoenqueestá,uncocimientode
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adormideras lo hundirá en profundo sueño. Os enviaré una cama plegable con elpretextodepasar lasnochesvelándole.Le trasladaremosde sucamastroa lacamaplegabley,cuandohayamosexaminadolasumaquecontieneelpreciosomueble,yaencontraremosmaneradetransportarle.Elmédiconosdirásipuedeviviraúnalgunosdíasy,sobretodo,sipuedetestar…
—¡Hijomío!…—Pero hay que enterarse de quiénes son los inquilinos de esta barraca. Los
Perrachepuedendarlaalarmayhabrátantosespíascomoinquilinos.—¡Bah!,yoséyaqueelseñorDuPortail,elinquilinodelprimero,cuidadeuna
loca a quien desde esta mañana oigo llamar Lidia; está vigilada por una viejanombradaKatt.Esteviejotienecomoúnicocriadounayudadecámara,Bruno,quehacetodo,exceptolacocina.
—Peroelempastadoryelencuadernadortrabajandesdeporlamañana.VamosalaAlcaldía;necesito,paralapublicacióndelosedictos,elnombreylosapellidosdesu hija y el lugar de nacimiento, para buscar las actas necesarias. ¡Del sábadopróximoenochodías,elmatrimonio!
—¡Ve!,¡ve!,¡bribonazo!—dijomamáCardenal,empujandoporunhombroasupeligrosoyerno.
Al bajar,Cerizet se sorprendió al ver al tal viejoDuPortail paseándose por eljardínencompañíadeunodelosmásimportantespersonajesdelGobierno,elcondeMarcialdelaRoche-Hugón.Cerizetsedetuvoenelpatioexaminandolaviejacasa,construidabajoLuisXIV;mirabalosdostalleresycontabalosobreros.Lacasaerasilenciosacomounclaustro.Al sentirseobservado,Cerizet semarchópensandoentodas las dificultades que presentaba la extracción de la suma escondida por elmoribundo,auncuandofueraunpequeñovolumen.
—¿Llevárselo por la noche?—pensaba—; los porteros están a la expectativa;durante el día uno sería visto por veinte personas… Es difícil llevar consigoveinticincomilfrancos…
Las sociedades tienen dos fines de perfección: el primero es el estado de unacivilización,dondelamoral,igualmenteinfusa,alejalaideadelcrimenylosjesuitasalcanzabanesefinsublimequepresentólaIglesiaprimitiva;elsegundoeselestadodeunacivilizacióndondelavigilanciadeunosciudadanosporotroshaceimposibleel crimen, ese término que busca la sociedad moderna donde el crimen presentatantasdificultades,quesenecesitanorazonarparacometerlo.Enefecto,ningunadelasiniquidadesquelaleynocastigaquedaimpune,yeljuiciosocialesmásseveroaúnqueeldelostribunales.Seamañauntestamentosintestigos,comohizoMinoret,el jefedeCorreosdeNemours,yelcrimense frustraporelespionajede lavirtud,como el robo es vigilado por la policía. Ninguna indelicadeza pasa inadvertida, ydondequieraquehay lesiónapareceel síntoma.Yanosepuedenhacerdesaparecer
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bienes o personas cuando—en París, sobre todo— las cosas están numeradas, lascasas cuidadas, las calles observadas, las plazas vigiladas. Para existir, el delitonecesitaunasancióncomoladonadaporlosclientesdeCerizet,quenosequejabanyhubiesentembladoalsaberquenoleencontraríanmásensucovacha.
—Ybien,señor—dijolaportera,acercándoseaCerizet—,¿cómoestáeseamigodeDios,elpobrehombre?…
—YosoyelencargadodelosnegociosdelaseñoraCardenal—respondióCerizet—;acabodeaconsejarleeltraerunacamaparaquedarseporlasnochesavelarasutío,yvoyaenviarleunnotario,unmédicoyunamujerquelecuide.
—¡Ah!, yo puedo cuidarle —expresó la Perrache—; yo he cuidado a variasparturientas.
—¡Bien!, veremos —continuó Cerizet—; yo arreglaré eso… ¿Quién es elinquilinodelprimero?
—ElseñorDuPortail…¡Oh!,haceyatreintaañosqueviveaquí;esunrentista,un ancianomuy respetable…Usted sabe, los rentistas vivende sus rentas…Él hatenidonegocios.Prontoharáonceañosquetratadedevolverlelarazónalahijadeunode sus amigos, la señoritaLidiade laPeyrade.Ella estámuybien cuidada; lacurandosfamososmédicos,perohastahoynadahapodidodevolverlelarazón.
—¡La señorita Lidia de la Peyrade! —exclamó Cerizet— y ¿está usted bienseguradelapellido?
—LaseñoraKatt,sugobernanta,quehacetambiénlacocina,melohadichomilveces,aunqueengeneralnilaseñoraKattniBruno,elayudadecámara,mehablan.Es hablarle a paredes querer saber nada de ellos. Hace veinte años que somosporteros,ynuncahemossabidonadasobreelseñorDuPortail.Mástodavía,señor,élespropietariodelacasitadeallado,¿veusted,aquelladelapuertafalsa?;puesbien,él puede salir a su gusto y recibir a quien quiera sin que nosotros sepamos nada.Nuestropropietarionosabemásquenosotrossobreesto;cuandollamanalapuertafalsa,elseñorBrunoesquiensaleaabrir…
—¿Entonces?—dijoCerizet—,¿ustednohavistopasaraeseseñorconquienelancianomisteriosohablaenestemomento?
—¡Yaveusted!,no…—EslahijadeltíodeTeodosio—sedecíaCerizetalsubiralcoche—.¿SeráDu
Portailelprotectorquehacetiempoenviólosdosmilquinientosfrancosamiamigo?…¿Siyoleenviaseunacartaanónimaparaanunciarleelpeligroquehacencorreraljovenabogadoveintemilfrancosenletrasdecambio?
Una hora después llegó una cama plegable para la señoraCardenal, a quien lacuriosaporteraofrecióservirlacomida.
—¿Quiereustedveralseñorcura?—preguntómamáCardenalasutío,aquienelmontajedelacamapreocupaba.
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—¡Yoquierovino!—respondióelpobre—,ynootromedicamento.—¿Cómosesienteusted,papáPoupillier?—inquiriólaportera.—No me siento—contestó él, sonriendo—; hace doce días que no voy a mi
negocio…Lamendicidadreligiosa,supuestoenlapuertadelaiglesiadeSanSulpicioerael
negocio…—Vuelveensí—dijomamáCardenal.—Ellos me roban, no se ocupan de mí —continuaba él, lanzando miradas
amenazadoras—.¡Ah!,heteaquí,miqueridaCardenal,unnombredeiglesia…—¡Quégustodeverosmejorar!—exclamólaCardenal.Elcentenariohabíavueltoarecaer.—Dalomismo;élpodrátestar,comodicemimono—elpueblodaalasgentes
de negocios el sobrenombre de monos. Este nombre se lo dan también a loscontratistas.
—Usted nome olvidará—dijo la portera—; fui yo quien dije a Perrache quefueseabuscarla.
—¡Olvidaros!;yoolvidaríaalbuenDios,hijamía…Tanverdad,comoquemellamoPoupillier,queledarélobastanteparahacerestallareldelantal…
Cerizet regresó al comienzo de la noche después de haber hecho todas lasdiligenciasparaconseguir lasactasnecesariaspara sumatrimonioyhacerpublicarlosedictosenlasdosAlcaldías.UnasolatazadeaguadeadormiderashabíahundidoenprofundosueñoalviejoPoupillier.LasobrinayCerizettrasladaronalcentenariode una cama a la otra. Después, con impúdica rapidez, deshicieron la cama yhundieronlapajadelcolchón,lacajadecaudalesdelosmendigos.Elcolchónestabavacío, pero el camastro tenía un fondo de madera, semejante a una gaveta, y lapesadezdelcamastro,queaquellamañanamamáCardenalnohabíapodidomover,seexplicóporsímismacuandolosdosherederossedieroncuentaqueexistíaundoblefondo.Afuerzaderebuscar,Cerizetterminópordescubrirqueeltravesañodelanteroestabaescondidopormediodeuna tapaajustadacomo lasquecierran lascajasdedominós. Cerizet tiró de esta lengüeta y vio cuatro cajones de tres pulgadas deespesor,completamentellenosdepiezasdeoro.
—Losreemplazaremosconpiezasdediezcéntimos—dijotocandoconelcodoamamáCardenal.
—¿Cuántotieneahí?—Noventamilfrancos;porlomenostreintamilporcaja—respondióCerizet—;
eldotedevuestrahija.Perovolvámosleasucama;nadaserátanfácilcomoexplotarestaminaunavezconocidoelingeniososecreto…
—Debedehabercompradoestacamadeavaroencasadealgúncomerciantedemuebles…—exclamólaCardenal.
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—Veamossipuedollevarmilpiezasdecuatrofrancos—dijoCerizet,llenandodeoro losdosbolsillosdesupantalón,dondepudoguardar trescientaspiezas; losdosbolsillosdesuchaleco,dondemetiódoscientas,ylosdosdesulevita,dondeguardódoscientas cincuenta; dentro del pañuelo, y doscientas cincuenta en el de mamáCardenal—. ¿Tengo aspecto de ir muy cargado? —preguntó, caminando por labuhardilla.
—¡No!…—Puesbien;encuatroviajes,elorodeloscajonesestaráenmicasa.Elviejo,dormido,fuedenuevocolocadoensucama,yCerizetcaminóhastala
plaza de San Sulpicio, donde tomó un coche que le condujo a su casa. Para nodespertar sospechas, volvió una segunda vez acompañado de unmédico del barrioSan Marcelo, que estaba acostumbrado a visitar a los pobres y conocía susenfermedadesylaconsultaestabaterminadahacialasnueve.Elmédicodeclaróqueelviejonopasabadetresdiasalverletanprofundamentedormidoporelefectodelatazadeadormideras;enseguidaqueelmédicohubosalido,Cerizettomóuna…
(AquíterminaeltextodejadoporBalzac.)
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Notas
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[1] Anagramas en el original francés, que dejan, naturalmente, de serlo al sertraducidos, no conservandomás que el sentido intencionado que los relaciona condistintospersonajes.(N.delt.)<<
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[2]Unaobradelgénerode laFisiologíadelmatrimonio, en la cual el autor trabajadesde1833,épocaenquefueanunciada.(Notadelautor.)<<
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[3]Actoresyactricesfamososdelaépoca.(N.delt.)<<
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