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UNED. Revista Signa 18 (2009), pgs. 251-283 251
LOS DISPOSITIVOS DE LA ENUNCIACIN MENEMISTAY LA TRADICIN
PERONISTA. UN ANLISIS DESDE
LA DIMENSIN IDEOLGICA
Hernn FAIR
Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas(CONICET
/CEDIS-UNSAM/Universidad de Buenos Aires)
[email protected]
Resumen: El artculo analiza, desde un enfoque basado en la teora
semiticade Eliseo Vern, los dispositivos de la enunciacin menemista
y su relacincon el discurso peronista. Enfocando en la dimensin
ideolgica, pretendedar cuenta de sus diferentes estrategias y
modalidades enunciativas en su n-tima relacin con la enunciacin
peronista.
Abstract: The article analyses, by a semiotic theory of Eliseo
Vern, the discursivestrategies from the menemist enunciation and
his relation with the peronist tradi-tion. Focusing on the
ideological dimension the study pretends investigate thedifferent
strategies and enunciation modalities related with the peronist
enunciation.
Palabras clave: Discurso. Dimensin ideolgica. Enunciacin.
Menemismo.Peronismo.
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Key Words: Discourse. Ideological Dimension. Enunciation.
Menemism.Peronism.
1. INTRODUCCINEl tema de la identidad menemista y su relacin con
la tradicin peronista
ha sido abordado por una inmensa cantidad de trabajos. Mientras
algunosdestacan las notables diferencias entre ambos,
particularmente en lo que serefiere a sus polticas econmicas
neoliberales, que contrastaran con elfuerte intervencionismo que
caracterizara al peronismo (Born, 1991, 1995;Portantiero, 1995), y
que permitiran hablar de la desactivacin de su di-mensin populista
(Martucelli y Svampa, 1997; Aboy Carls, 2001, 2003),otros destacan
sus semejanzas, principalmente en relacin a su estilo de li-derazgo
personalista (Waisbord, 1995), decisionista (Torre, 1991) y
conser-vador (Giussani, 1990). Menem se habra visto beneficiado,
sin embargo, porla nostalgia y el recuerdo en la memoria colectiva
de los sectores popularesde las polticas del peronismo (Sidicaro,
1995) y por la desactivacin de lasantinomias del pasado,
constituyendo un neo-populismo que terminaracon las identidades por
alteridad, reemplazadas por identidades por es-cenificacin (Novaro,
1994; Palermo y Novaro, 1996).
Diferencindose de los enfoques predominantes, este trabajo
colocar eleje en la dimensin ideolgica del discurso menemista y su
relacin conlos dispositivos de la enunciacin peronista. En efecto,
no se ha analizadoan, con la excepcin del trabajo de Paula Canelo
(2002), la relacin entrelas estrategias de la enunciacin menemista
y las modalidades adoptadas porla enunciacin peronista. Esta
ausencia de anlisis en profundidad del dis-curso menemista en
particular, y de los discursos polticos en general, se con-dice con
la escasa importancia que la Ciencia Poltica, centrada en el
anlisisinstitucionalista y cuantitativista, y en menor medida la
Sociologa, con sufuerte impronta marxista economicista, le otorgan
en general al lenguaje1. Sepuede sugerir tambin que la dificultad
terica y conceptual que presentanmuchos de los anlisis ligados a
esta corriente, principalmente en el campodel psicoanlisis y la
lingstica de origen saussuriana, han contribuido a su
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1 En relacin al enfoque cuantitativista-institucionalista, vase
particularmente Sartori (1992). Encuanto a la sociologa poltica
marxista-economicista, consltese, entre otros, el clsico trabajo de
Pou-lantzas (1971).
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modo a alejar el inters en el objeto. Sin embargo, debemos
reconocer que enlos ltimos aos ha resurgido el inters por estudiar
la importancia que ad-quiere el discurso en la construccin e
institucin de eso que llamamos lo so-cial. En efecto, como seala
Eliseo Vern, hay niveles de funcionamiento delos procesos polticos
a los que slo podemos acceder a travs del anlisis deldiscurso
(Vern, 1987a: 14).
Sabemos que a partir de Saussure (1961), el lenguaje comienza a
perdersu falsa transparencia. El llamado modelo topolgico, que
crea, desde Pla-tn, que el lenguaje expresa de manera fiel,
objetiva y neutral el pensamien-to del que habla, deja, entonces,
de tener sentido (Mannoni, 1994: 20-21). Apartir de este giro
semitico (Fabbri, 2000), tal como lo expresarn ml-tiples autores,
deja de creerse (al menos, en la teora) en la unicidad del su-jeto
hablante. En realidad, lo que existe es lo que Bajtn denomina una
po-lifona de la enunciacin, es decir, una pluralidad de voces que
hablan(Ducrot, 1986: 175). A partir de ah, como seala Ducrot, no
existe un suje-to autor que habla, sino un acto de producir un
enunciado (Ducrot, 1986:183 y ss.). En efecto, dice Ducrot (1986:
213), el que emite la enunciacin(locutor o narrador) lo hace como
responsable de l, pero el discurso puedeser atribuido a
enunciadores de los que l se distancia. Tenemos, entonces,que es el
acto de producir un enunciado y no el texto del enunciado lo que
esel objeto de la semitica. Esto es lo que Benveniste denomina el
acto deenunciacin (Benveniste, 1980: 86) y Steimberg, en una
definicin ms ela-borada, define como el efecto de sentido de los
procesos de semiotiza-cin, por lo que en un texto se construye una
situacin comunicacional, a tra-vs de dispositivos que podrn ser o
no de carcter lingstico2 (Steimberg,1998: 44). Llegamos, entonces,
al campo especfico de la semitica, enten-dida como el estudio de
los sistemas y procesos de significacin (Steimberg,1998: 36).
La semitica, desde Saussure en adelante, tiene como objeto de
estudiolos signos comprendidos como un todo social. En efecto, para
Saussure(1961), la lengua debe ser entendida como un sistema de
signos diferencialesen los que la relacin de cada uno da
significado al conjunto. De este modo,no se estudia el signo
aislado, sino en su relacin con otros signos. De ah, sucondicin de
significancia (Benveniste, 1980: 49). En este sentido,
sealaSaussure, todo signo no slo es diferencial, sino que tambin es
relacional.
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2 Esto ltimo se relaciona con lo que Vern (1987a) denomina
cuerpo significante. En este trabajo,sin embargo, dejaremos de lado
este aspecto del anlisis discursivo para centrarnos especficamente
en eldispositivo lingstico.
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Ahora bien, la hiptesis central de lo que llama semiologa
consiste en se-alar que el signo se caracteriza por su
arbitrariedad, esto es, que un sig-nificante (palabra o imagen
acstica) puede estar asociado a mltiples sig-nificados (conceptos
concretos) y viceversa (Saussure, 1961)3. Con estadefinicin, el
lingista sent las bases para el anlisis de los sistemas de sig-nos
o, mejor an, de smbolos (Todorov, 1982: 56), que constituye el
objetode estudio de la disciplina denominada comnmente como
semitica, peroque tambin ha ejercido gran influencia en el
desarrollo de la corriente pos-testructuralista en su vertiente de
psicoanlisis lacaniano y todos sus desa-rrollos posteriores
(Derrida, Badiou, Zizek, etc.).
Existen, sin embargo, mltiples teoras semiolgicas, y no todas
compartencada uno de los presupuestos mencionados (vase Fabbri,
2000). En ese sen-tido, entre las distintas teoras de anlisis del
discurso existentes4, este trabajopartir desde un marco conceptual
basado en el anlisis en trminos de la di-mensin ideolgica de Eliseo
Vern (1987a, 1987b, 1995). Segn este autor,todo enunciado se
encuentra relacionado con lo que denomina los dispositi-vos de
enunciacin. Esto corresponde a la relacin que se establece entre
loque se enuncia y su enunciacin. Es precisamente en este mbito de
la enun-ciacin en donde el lder construye la relacin de lo que dice
con aquello quedice. As, analizar la dimensin ideolgica implica
analizar la relacin estra-tgica entre el discurso del sujeto de
enunciacin y sus condiciones socia-les de produccin5 (Vern, 1987a;
Vern y Sigal, 2003: 19-24).Desde la perspectiva sociosemitica de
Vern, todo enunciador o, mejor
dicho, todo sujeto de enunciacin6, construye una relacin
discursiva con
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3 En realidad, como bien dice Todorov, ms que arbitraria, la
relacin entre un significante y un sig-nificado es inmotivada. De
todas maneras, aunque todo signo es inmotivado, su unidad simblica,
esto es,la relacin que representa o simboliza, slo puede ser
motivada (Todorov, 1982: 54-55).
4 Entre otras, se destaca en la actualidad la teora del discurso
de Ernesto Laclau (1987, 1993, 1996,2005), quien se ha centrado,
incorporando elementos del psicoanlisis lacaniano y la
deconstruccin de-rridiana, adems de un marco terico basado en la
nocin de hegemona de Antonio Gramsci, en la cons-truccin discursiva
de las identidades sociopolticas a partir de lo que ha denominado
la teora de la he-gemona. Este autor, sin embargo, parecen alejarse
parcialmente de la perspectiva de Vern, ya que, si biencomparte la
dimensin polmica que caracteriza a todo discurso, no analiza
estrategias discursivas, sinoprcticas articulatorias.
5 De este modo, esta perspectiva se aleja del anlisis de las
ideologas burguesas que se encon-traran detrs de los discursos,
como es el caso del anlisis de los mitos de Roland Barthes (1991),
lue-go remedado en S/Z (1970). Por el contrario, se trata de
interpretaciones que son siempre provisorias ycontingentes (Laclau
y Mouffe, 1987; Fabbri, 2000: 41).
6 En efecto, dado que el lenguaje es polifnico, la enunciacin
es, en realidad, la instancia de la ins-tauracin del sujeto de la
enunciacin (el sujeto productor del discurso, quien no debe ser
confundido conlos sujetos de estado y de hacer actualizados en la
sintaxis narrativa) que abarca dos posiciones actan-ciales: la del
enunciador y la del enunciatario (Greimas y Courts, 1990: 79).
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tres tipos de destinatarios: los adherentes o prodestinatarios,
los indecisoso paradestinatarios y los adversarios o
contradestinatarios. Al tiempoque el enunciador intenta reforzar la
creencia presupuesta con los prodes-tinatarios, ejerce una
estrategia de persuasin con los paradestinatarios y, almismo
tiempo, una lectura destructiva con sus contradestinatarios
(Vern,1987a: 17-18). A partir de ah, el anlisis ideolgico consiste
en examinarlas distintas posiciones del sujeto en relacin a cada
uno de estos desti-natarios, dando cuenta de las diferentes
estrategias polticas a las que ape-la el enunciador para legitimar
sus posiciones (Vern, 1987a, 1987b, 2003).De lo que se trata, a
continuacin, es de recolectar y analizar un corpus dis-cursivo para
dar cuenta de las estrategias del enunciador, a partir del n-cleo
invariante y el sistema de variaciones diacrnico del campo
dis-cursivo (Vern, 1987a: 14, 1987b, 1995). En pocas palabras, se
trata deexaminar al menos dos discursos para dar cuenta de sus
aspectos inmodi-ficables, los que son modificados y las estrategias
que explican esas trans-formaciones histricas. Para ello, se
analiza desde dnde se sita y cmo le-gitima el enunciador lo que
expresa frente a sus seguidores, cmo persuadea los indecisos que se
encuentran por afuera de su propia creencia y, almismo tiempo, cmo
deslegitima el discurso de sus adversarios poltico-discursivos.
Ahora bien, creemos que el anlisis del dispositivo de enunciacin
mene-mista debe ser acompaado, al mismo tiempo, por lo que algunos
autoresdenominan el anlisis de la semitica narratolgica (Parret,
1995; Genette,1998). En efecto, entendemos que toda enunciacin
lleva implcito un relatomtico que la condiciona y legitima. El
anlisis semitico de estos relatos re-sulta particularmente til, en
ese sentido, ya que nos permite revelar, en con-traposicin a
aquellos que creen ingenuamente que la comunicacin se basa enla
cooperacin racional intersubjetiva (Rawls, 1972; Habermas, 1994),
quetodo discurso, incluso el de la ciencia, implica siempre
argumentacin y luchapoltica con otras teoras y otros destinatarios
(Parret, 1995; Genette, 1998:66). En efecto, como han sealado
mltiples autores, todo discurso o relato, yasea el de la ciencia
(Vern, 1985; Lyotard, 1992) o el mito (Laclau, 1993), sebasa
inexorablemente en la polmica y el conflicto con un Otro (Parret,
1995:64-65; Aboy Carls, 2001). De este modo, pese a que las huellas
de su enun-ciacin son ocultadas, siempre hay en los relatos un
autor que es responsablede lo que se enuncia y que intenta imponer
implcitamente sus ideas (Segre,1985: 355; White, 1992; Genette,
1998: 68-70 y ss.).
Este tipo de anlisis, al tiempo que nos permite alejarnos de la
ilusinreferencial del liberalismo acerca de la existencia de una
supuesta neutrali-
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dad u objetividad independiente de la interpretacin (Vern,
1987b; Parret,1995), resulta particularmente til para indagar en
las estrategias de la enun-ciacin menemista, ya que nos permite dar
cuenta de los relatos subyacentesa su identidad poltica.
Especficamente, nos permite investigar la importan-cia que ejerci
el relato de la cientificidad de las reformas en la legitima-cin de
su discurso. En efecto, segn sostenemos, la enunciacin menemis-ta
se caracteriza por un tipo de enunciacin que se legitima en
lacientificidad de sus enunciados. Sin embargo, como intentaremos
demos-trar, no se trata de un discurso de tipo tecnocrtico, sino de
un tipo de enun-ciado basado en la legitimacin por los hechos.
2. LA ENUNCIACIN MENEMISTA FRENTEAL DISCURSO PERONISTA
Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen
ar-bitrariamente, bajo circunstancias elegidas por ellos
mismos,sino bajo circunstancias directamente dadas y heredadas
delpasado. La tradicin de todas las generaciones muertas oprimecomo
una pesadilla el cerebro de los vivos.
Karl Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte
Eliseo Vern y Silvia Sigal han indagado en su libro Pern o
muerte. Losfundamentos discursivos del discurso peronista (2003),
acerca de la dimen-sin ideolgica del peronismo. Segn estos autores,
el fenmeno peronistadebe ser comprendido como un fenmeno
discursivo. Este fenmeno tieneun dispositivo particular de
enunciacin que se caracteriza por lo queellos denominan el
vaciamiento del campo poltico (Vern y Sigal, 2003).Veamos ahora cmo
se estructur este discurso y cul ha sido su relacin conla modalidad
de la enunciacin menemista.
Segn Vern y Sigal, el discurso de Pern se constituy en base al
obje-tivo ltimo del establecimiento de la unidad nacional (Vern y
Sigal, 2003:48 y ss.). Para ello, principalmente en su ltima
presidencia, apelar al co-lectivo de identificacin7 ms amplio: los
argentinos:
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7 Desde la perspectiva de Vern, los colectivos de identificacin
corresponden a un Nosotros in-clusivo, enumerable y fragmentable
(por ejemplo, peronistas), mientras que los metacolectivos
singularescorresponden a colectivos que no admiten cuantificacin o
son difcilmente fragmentables (por ejemplo,Repblica) (Vern, 1987a:
18, 1987b, 1995).
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Uno de los postulados ms fundamentales de nuestra revolucin se
ha fijadoen la frase que dice: propugnamos la unidad de todos los
argentinos (JuanD. Pern, 05/08/44. Citado en Vern y Sigal, 2003:
49).
Si analizamos el discurso de Menem, ya desde su asuncin como
Presi-dente, notamos la apelacin a la necesidad de unidad nacional
ms all de lasdiferencias partidarias. As, en su discurso ante la
Asamblea expresar:
A los jvenes que no conocieron a nuestro lder y a quienes peinan
canas, ques lo conocieron, yo les quiero expresar que lo que estoy
haciendo con la co-operacin de todo el pueblo es seguir el mensaje
de Eva Pern y de Juan Do-mingo Pern: la unidad del pueblo argentino
por sobre todas las cosas [...].Ha llegado el momento del
reencuentro de todos los argentinos y de todos loshabitantes de
esta bendita tierra. Ha llegado el momento en que los argenti-nos
nos dejemos de mirar como enemigos para empezar a mirarnos
comoverdaderos hermanos ante Dios, ante la Patria y ante este
glorioso Pueblo.(08/07/89: 25)8.
Adems, al igual que su antecesor, utilizar tambin el
metacolectivoargentinos para incluir a la comunidad en su
totalidad:
Llevo en mis palabras, en mis pensamientos, el nico mensaje que
nos ha deposibilitar una Argentina grande con un pueblo feliz: la
unidad nacional. Poreso convoco [...] para que ms all de nuestras
ideologas, de nuestras ban-deras partidarias, de nuestras pasiones,
levantemos a fuego esta unidad na-cional [...] (11/09/91).
Les pido que sigamos trabajando juntos, que no dejemos a un lado
elafecto y el amor que tiene que existir entre los argentinos
[...]. Hoy tenemosen marcha una nueva etapa en la Repblica
Argentina, la etapa de la con-cordia, de la paz y de la felicidad
que debemos construir entre todos(15/11/93: 132-133).
Durante su gobierno, Pern insista en que su nico inters era el
bien dela Patria (Vern y Sigal, 2003). As, expresar:
No soy ms que un argentino: que no tengo otra ideologa que el
pueblo demi Patria, ni otro partido poltico que mi Patria; y que he
de seguir bregandopor lo que yo buenamente creo: que es el bien de
este pueblo (...) (Juan D. Pe-rn, 10/08/44. Citado en Vern y Sigal,
2003: 62).
LOS DISPOSITIVOS DE LA ENUNCIACIN MENEMISTA Y LA TRADICIN
PERONISTA
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8 Las alocuciones citadas a partir de ahora, salvo expresa
aclaracin, corresponden a discursosoficiales emitidos por el
presidente Menem.
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Del mismo modo, Menem, sin dejar de ser peronista, se situar
tambincomo un representante que acta por los intereses de la Patria
en su conjunto:
Este Presidente se mueve a partir de los intereses del conjunto,
a partir de losintereses de la Repblica Argentina; no tiene en
cuenta los intereses sectoria-les en forma absoluta; no tiene en
cuenta los intereses de grupos, no tiene encuenta los intereses de
personas [...]. Siempre estuve pensando, y lo reitero, enlas
futuras generaciones de mi Patria, no en las futuras elecciones
[...]. Yo hesido elegido para regir los destinos de la Patria, para
conducir a 35 millones deargentinos, y no a los argentinos que
integran mi partido o cualquier otropartido de la Repblica
Argentina. Soy peronista, sera absurdo tratar deocultar esta
realidad (...) pero procuro, desde mis conocimientos,
compren-derlos a todos, y en ese sentido me muevo en este momento
(25/04/91: 86).
Este gobierno y este Presidente saben muy bien que no hace
cuestionesen el campo de lo ideolgico, en el campo de las ideas; no
hace referencia ala cuestin de los intereses. Los intereses que
estamos defendiendo son los in-tereses supremos de la Repblica
Argentina [...] (09/12/91: 160).
Esto justificar, a su vez, el pragmatismo que, por otro lado, se
encuentrainserto tambin dentro de la tradicin peronista:
Tenemos la obligacin [...] de seguir incorporando al mayor nmero
posiblede argentinos a nuestra causa [...]. No se juega el destino
de un partido po-ltico, se juega el destino y el futuro de la
Repblica Argentina, y la Repbli-ca Argentina nos convoca a todos,
absolutamente a todos (12/10/93: 31-32).
Hoy estamos, reitero, reconstruyendo nuestro pas y cuando yo
necesitede gente que colabore en esta tarea no le voy a preguntar a
qu partido pol-tico pertenece, sino simplemente le voy a pedir que
se comporte como un ver-dadero argentino y que me ayude a terminar
con el desempleo, con la co-rrupcin, con el delito y con aquello
que nos ha llevado a una situacinharto comprometida a los
argentinos (08/07/91: 34).
Cada uno pone su idea, sea de extrema derecha o sea de extrema
iz-quierda, no interesa de dnde, siempre que sea una idea que pueda
ponerse alservicio del destino de la grandeza del pas (Juan D.
Pern, citado en Vern ySigal, 2003: 90).
Y en ello en razn de que, como deca el General, Para un
argentino nohay nada mejor que otro argentino9:
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9 Para un argentino no debe haber nada mejor que otro argentino.
Y lo dems son pamplinas. Enrealidad, esta frase corresponde a su
tercera presidencia. En sus primeros dos mandatos deca, en
cambio,
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En ningn momento hemos sido soberbios y les abrimos las puertas
a todoslos argentinos. No les preguntamos a qu partido poltico
pertenecan. Sim-plemente hemos convocado a todos para hacer una
realidad que deca Pern:para un argentino no debe haber nada mejor
que otro argentino. Y esta ver-dad sigue teniendo vigencia
(12/10/93: 30).
Hoy vuelvo como presidente de los argentinos a cumplir un
mandatoque l (Pern) nos legara: Para un argentino no tiene que
haber nada mejorque otro argentino (25/09/91: 224).
Este pragmatismo, que buscaba incorporar a todos los que
coincidierancon el proyecto de Menem, terminar legitimando, as, sin
contradiccin apa-rente, la integracin al Gobierno de figuras que,
como los miembros del par-tido de derecha UCeD, siempre haban sido
acrrimos antiperonistas. Pero,ms importante an, es que velar, al
mismo tiempo, la existencia de anta-gonismos constitutivos:
Ser pragmticos en la tarea de conducir y gobernar significa
subordinar lapoltica a la nocin de bien comn de la sociedad.
Implica liberar a susmiembros del chaleco de fuerza de los
compromisos ideolgicos al que la ha-ban sometido largas dcadas de
estril antagonismo (23/08/91: 136-137).
La estrategia de la enunciacin menemista consista, entonces, en
ocultarlos antagonismos de manera tal que los diferentes sectores
sociales tendan aestar reconciliados entre s:
Mi Gobierno ha mostrado su voluntad de cambio, de ajustarse a la
realidad,de acercar a los empresarios al trabajador, de terminar
con los conflictos,para encarar definitivamente un futuro prspero
(13/02/92: 38).
El desafo de construir una Argentina integrada. Sin falsas
opciones.Sin intiles enfrentamientos. Sin torpes divisiones [...]
Integrar la Argentinaes integrar el capital con el trabajo
(24/09/91).
Si tenemos en cuenta, con De pola (1983), que la primera palabra
detodo discurso poltico asume la forma de una interpelacin, resulta
intere-sante notar, en ese sentido, la categora interpelativa que
utilizar Menem enprcticamente todos sus discursos: Hermanos y
hermanas. Esta metforadespolitizada, de fuerte impronta religiosa,
al tiempo que ocultaba las dife-
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PERONISTA
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que para un peronista no hay nada mejor que otro peronista (vase
Vern y Sigal, 2003). Menem, sinembargo, ignorar esta primera frase,
concentrndose, en consonancia con su estrategia de unidad
na-cional, en la ms reciente.
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rencias socioeconmicas, llevaba implcita una concepcin basada en
la ne-cesidad de vivir en armona y eliminar todo tipo de conflicto
que alte-rara la hermandad comunitaria:
Ha llegado el momento de la integracin, ha llegado el momento de
haceruna realidad esto que siempre retricamente expresamos: el
hombre no tieneque ser el lobo del hombre, debe ser el hermano del
hombre y, de esta forma,evitaremos males mayores, enfrentamientos,
guerras, hambre y miseria(07/10/92: 39).
No se dejen engaar, cada uno de ustedes se tiene que convertir
en pre-dicador permanente, a partir del justicialismo, de esta
propuesta del Go-bierno Nacional y del Gobierno provincial que
tiende fundamentalmente aconvertir al argentino en hermano de todos
los argentinos (22/01/93: 34).
El conflicto, para el enunciador, slo poda llevar a la disolucin
social y,por lo tanto, no poda ser aceptado como legtimo. De este
modo, se aseme-jaba nuevamente a Pern, para quien la poltica slo
haba logrado que la Pa-tria se deteriorase (De pola, 1983):
Desde lo ms profundo de nuestra historia vivimos enfrentados:
unitarios yfederales, conservadores y radicales, peronistas y
radicales, nacionalistas yantinacionalistas, peronistas y
antiperonistas. A dnde bamos con estapropuesta? A nuestra
dispersin, a nuestra dispora, a nuestra pulverizacin(...).
Terminemos de una vez por todas con la prdica disolvente
(01/07/92:28-29).
Deseo hacer un llamado a nuestros partidarios y simpatizantes a
fin deque, deponiendo intiles banderas, estrechen la solidaridad
con las demsfuerzas polticas y orgnicamente constituidas (Juan D.
Pern, 20/06/73. Ci-tado en Vern y Sigal, 2003: 231).
En ese contexto, el enfrentamiento, y por lo tanto, lo poltico,
slo po-da ser para Menem, al igual que lo era para Pern (Vern y
Sigal, 2003),signo de un absurdo, de anteojeras mentales o
ideologismos sinsentido10:
Abandonando enfrentamientos absurdos, reveladores siempre de
anteojeraspolticas, mentales y econmicas (02/09/91: 168).
10 En su libro La Revolucin Productiva, Menem ya afirmaba: Hay
un conjunto de temas que la so-ciedad ha consensuado. Slo es
cuestin de desarmar nuestros espritus de prejuicios, y de sacarnos
in-tiles anteojeras ideolgicas, que deforman los problemas y la
realidad (Menem y Duhalde, 1989: 21).
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PERONISTA
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Sin falsos enfrentamientos, pero fundamentalmente, recalco esto,
sin ab-surdas pujas ideolgicas, que siempre conducen a callejones
sin salida(14/10/91: 30).
Sin odios, sin divisiones intiles, inoperantes e intrascendentes
(Juan D.Pern, 20/06/73. Citado en Vern y Sigal, 2003: 231).
Para el enunciador, los que protestan son infiltrados en las
filas de pa-cficos militantes, unos cobardes totales, enemigos
facinerosos que nosaben ejercer la democracia, gente de
ultraizquierda, marxistas, de-lincuentes, activistas de la
violencia (Pgina 12, 02/01/94 y 04/03/94). Setrata de Detractores,
eternos derrotistas, agoreros del pasado y el fracasoque van
perdiendo su lugar en nuestro suelo (Discurso del 28/08/91).
As,frente a las amenazas de paro sindical, el Presidente afirmar
que se trata deun paro sin motivos, sin propuestas, con fines
polticos subalternos, resueltoslo para satisfacer las demandas de
su propio sistema de intereses y deconduccin (Pgina 12, 05/11/92).
El Otro del discurso de Menem tiene, enese sentido, intereses
polticos, hace poltica, lo que implica una actitud pe-yorativa
ligada a la persecucin de intereses particulares (Yannuzzi,
1995):
Ms all de las futuras elecciones, nuestra obligacin es pensar en
las futurasgeneraciones. Es decir, fomentar acuerdos sinceros.
Constructivos. Que supe-ren las rmoras absurdas, producto de
mentalidades sub-desarrolladas, inca-paces de mirar ms all de un
rdito poltico siempre efmero (25/07/91: 66).
Aqu hay muchos intereses en juego, pero alguien tena que tomar
eltoro por las astas. No es que esto venga del gobierno anterior,
esto viene demuchos aos atrs. Pero alguien tena que dar la cara,
poner la cara y reci-bir las bofetadas, y es necesario recibirlas
porque por sobre los intereses degrupos de sectores o intereses
particulares, estn los sagrados intereses de laRepblica Argentina y
los vamos a defender hasta las ltimas consecuencias(26/04/91:
95).
Mientras los acontecimientos nos impulsan cada da ms hacia el
desas-tre, los argentinos ms se aferran a la defensa de sus
intereses personales ode crculo [...] ninguno se acuerda de que lo
que hay que salvar es el pas porsobre todo otro inters mezquino o
parcial (Juan D. Pern, 17/10/72. Citadoen Vern y Sigal, 2003:
60).
Si el conflicto es un absurdo que no tiene razn de ser, lo nico
quequeda es eliminarlo para poder volver a la situacin previa de
normalidad:
A partir de Dios, todos, absolutamente todos los habitantes de
este planeta,somos hermanos, y debemos hacer lo imposible para que
esa hermandad lle-
-
ve a los hombres a vivir en armona, a eliminar todo tipo de
conflicto que im-posibilite la realizacin de las comunidades, y en
este mbito, la realizacindel hombre, principio y fin de todas las
cosas (30/10/91: 57).
Es realmente un absurdo, una arbitrariedad, desde el sector
pblico,desde un sector desde donde se presta un servicio pblico,
declarar unahuelga por tiempo indeterminado. Por eso dije que si
hay una huelga portiempo indeterminado, las medidas que tomar el
gobierno con los respon-sables o en contra de los responsables,
tambin sern en tiempo indetermi-nado. Por eso, vuelvo a llamar a la
reflexin a los huelguistas, sean compa-eros o no, para que levanten
el paro y entraremos a dialogar. Casocontrario, lamentablemente,
con mucho dolor, seguirn saliendo los tele-gramas de despido hasta
que normalicemos esta situacin (25/03/91: 48-49).
De este modo, al igual que Pern, que situaba su accin como un
servi-cio, como un simple soldado que no quiere nada para s mismo y
que sloest movido por el inters de la Patria y llega para servir al
Pueblo (Vern ySigal, 2003: 33 y ss.), el discurso menemista tambin
negar la presencia deintereses polticos. Ahora bien, como sealan
Vern y Sigal, Pern lograbalegitimar su posicin anti-poltica
situndose por afuera de la misma en tan-to enunciador abstracto que
llegaba en una hora grave proveniente de unmbito apoltico como era
el cuartel con el nico propsito de servir a laPatria. As, lograba
constituirse discursivamente como encarnacin del Pue-blo y, al
mismo tiempo, excluir a sus adversarios por ser el Anti-Pueblo o
laAnti-Patria. En su tercera presidencia, el modelo general de la
llegada eraahora proveniente de un exterior geogrfico, representado
por el exilio. Pernya no representaba al Pueblo, sino a la Nacin.
El dispositivo de enunciacin,sin embargo, se mantendr vigente (Vern
y Sigal, 2003)11.
HERNN FAIR
262
11 El funcionamiento del modelo de la llegada estaba asociado a
la estrategia de Pern, quien sa-la del cuartel movido por el
sentido del deber ineludible de reestablecer la justicia en la
sociedad. Su lle-gada a la poltica era el encuentro de los valores
inmutables de la institucin militar, ntimamente ligadosal servicio
y defensa de la Patria y el Pueblo, con los valores degradados de
la sociedad civil. Pern se si-tuaba como enunciador abstracto de la
Patria a travs de la unin de los colectivos singulares: Ejrci-to,
en tanto humilde soldado, y Pueblo, como Primer Trabajador. Como
ser peronista era igual a serargentino, los contradestinatarios
eran excluidos del campo poltico y situados, irremediablemente, en
elplano de la Antipatria. Durante su ltima presidencia, el modelo
de llegada era desde el exilio y mar-caba un cambio en la
estrategia discursiva. Ahora el lder aceptaba la idea de que haba
diferentes formasde entender y de servir a la Patria. Puesto que
las diferencias entre peronistas y no peronistas eran de gra-do y
de opinin, pero no de oposicin, los diferentes partidos deban
colaborar en la tarea de Unidad Na-cional. De este modo, los
paradestinatarios no peronistas lograban ingresar en el nosotros
argentinos.Sin embargo, las divisiones antipatriticas no
desaparecieron, sino que se trasladaron desde fuera del pe-ronismo
hacia el interior del movimiento. En este sentido, Vern y Sigal
concluyen que el vaciamientodel campo poltico continuar presente,
en tanto seguir vigente el enfrentamiento con un otro Antipa-tria
que es vaciado de toda legitimidad (vase Vern y Sigal, 2003:
29-97).
-
Si Pern construy un modelo de la llegada que se mantuvo
inaltera-ble, y esto lo legitimaba para negar que haca poltica,
Menem tambin lle-gar en lo que Vern y Sigal denominan un momento
fuerte (Vern y Si-gal, 2003: 42), en este caso, representado por el
caos del alfonsinismo:
No existe otra manera de decirlo: el pas est quebrado,
devastado, destrui-do, arrasado. El legado que estamos recibiendo
es el de una brasa ardiendoentre las manos. El de una realidad que
quema, que lacera, que mortifica, queacosa, que urge solucionar. La
inflacin llega a lmites escalofriantes [...]. Elhambre, moneda
corriente para millones de compatriotas. El desempleo,una
enfermedad que se cierne sobre cada vez ms amplios sectores de
nues-tra comunidad. El dolor, la violencia, el analfabetismo y la
marginalidad, gol-pean a la puerta de nueve millones de
argentinos.
Estamos viviendo una crisis dolorosa y larga. La peor. La ms
profunda.La ms terminal. La ms terrible de todas las crisis de las
cuales tengamosmemoria.
Estamos en una autntica situacin de emergencia econmica y
social(08/07/89: 11-13 y 17).
En efecto, el presidente Menem asumir el poder seis meses antes
de quefinalice el mandato de su antecesor, el radical Ral Alfonsn
(1983-1989), enmedio de una hiperinflacin indita en la historia del
pas, con ndices quellegarn a 114,5% en junio, sumando un total de
613% en slo 6 meses y sa-queos de alimentos a supermercados y
comercios en cientos de barrios po-bres del pas12.
Su discurso, sin embargo, no se constituir, como algunos
sostienen, enuna nueva versin del modelo de llegada (Canelo, 2002:
12) o en unoutsider de la clase poltica (Novaro, 1994; Palermo y
Novaro, 1996:207), rol que difcilmente poda compatibilizar con su
pasado de dirigentepoltico. En efecto, el sujeto de enunciacin se
haba incorporado al pero-nismo en 1958, siendo electo por primera
vez como gobernador de La Riojaen 1973 (Nun, 1994: 84). Adems, como
no dejar de recordar, su propio pa-sado como poltico lo haba
llevado a estar 5 aos en prisin durante la dic-tadura del 76. De
todos modos, y al igual que Pern, se situar por fuera delas
ideologas e intereses sectoriales o partidistas13:
LOS DISPOSITIVOS DE LA ENUNCIACIN MENEMISTA Y LA TRADICIN
PERONISTA
263
12 Para un anlisis ms detallado del particular, vanse Fair (2007
y 2008).13 Este hecho se encuentra ntimamente ligado a la crisis de
los partidos polticos (al respecto,
vase, entre otros, Cheresky y Blanquer, 2003) y de la propia
actividad poltica (vase Cavarozzi, 1997:127-128).
-
Hemos resuelto dejar a un lado los ideologismos. Yo vengo
sostenindolo des-de hace mucho tiempo. La patria no tiene
ideologas, los partidos y los mo-vimientos, s; la patria tiene
intereses, y por sobre los intereses de la patria,de esta querida
Repblica Argentina, nada superior, nada de ideologa(01/09/89:
54-55).
Deseo dirigirme hoy a cada uno de los argentinos, para formular
unaconvocatoria sincera. Amplia. Generosa. Despojada de todo tipo
de interssectario o de especulacin mezquina (07/01/93: 15).
Soy un austero soldado que no tengo ambiciones ni las tendr
nunca(Juan D. Pern, 15/10/44. Citado en Vern y Sigal, 2003:
31).
Para ello, apelar en reiteradas ocasiones a las metforas
organicistas14,inscriptas dentro de la tradicin peronista,
afirmando que era necesario hacerciruga mayor sin anestesia con el
objeto de sanar al cuerpo social:
Sera un hipcrita si lo negara. Esta economa de emergencia va a
vivir unaprimera instancia de ajuste. De ajuste duro. De ajuste
costoso. De ajuste se-vero [...]. Una ciruga mayor que va a
extirpar de raz males que son ances-trales e intolerables
(08/07/89: 17-18).
Cuando yo me hice cargo del Gobierno, quiero refrescar la
memoria a to-dos los argentinos, dije en el Parlamento argentino
que reciba una Argenti-na arrasada por la corrupcin y que bamos a
hacer ciruga mayor sin anes-tesia. Los hechos me estn dando la
razn, pero nada ni nadie nos va aparar hasta que no sanemos
definitivamente el cuerpo de la Repblica(25/04/91: 90).
El mismo microbio que entra, el germen patolgico que invade el
orga-nismo fisiolgico, genera sus propios anticuerpos, y esos
anticuerpos son losque actan en la autodefensa. En el organismo
institucional sucede lo mismo.Cuando se dejan actuar los grmenes
patgenos, que tambin los hay, al en-trar en el cuerpo orgnico
institucional, generan tambin sus anticuerpos(Juan D. Pern,
08/11/73. Citado en De pola, 1983: 144).
Como deca Walter Benjamin, la idea de sacrificio no puede
imponersesin la idea de redencin (Benjamin, 2004: 33). En este
caso, el sacrificiovena de la mano de los ajustes estructurales de
la economa y la redencin
HERNN FAIR
264
14 Como seala Born, Menem, al igual que Pern, entiende a la
sociedad como un organismo na-tural en el que sus partes deben
convivir armnicamente, pues de lo contrario se corre el riesgo de
laanarqua y la disolucin nacional. En este sentido, el conflicto
social expresa las ocasionales desinte-ligencias producidas por el
choque de intereses personales, pero no existen contradicciones
estructuralesni antagonismos irresolubles (Born, 1991: 62).
-
era un futuro de bienestar social. Su eficacia, sin embargo,
resida en que losajustes eran reemplazados por la metfora de la
ciruga mayor sin aneste-sia. Esta necesidad de operar simbolizaba
desde el sentido comn elsacrificio conjunto que, pese al dolor que
causaba, era inevitable que lle-vara a cabo la sociedad para lograr
un futuro venturoso o, desde la metforaorganicista del discurso
menemista, para salvar al cuerpo social de laRepblica que se
hallaba en terapia intensiva. En palabras de Menem:
Cuando yo me encontr con este estado de cosas dije: Seores, se
acab. Ci-ruga mayor sin anestesia, para hacer saltar la materia que
estaba enquista-da en el cuerpo de la Repblica Argentina. Aqu estn
los resultados; con mu-cho dolor, pero una Argentina que crece. Con
mucho sacrificio, pero unaArgentina ordenada (21/08/93: 201).
Queda claro, entonces, que el enunciador, al igual que siempre
lo habahecho el peronismo, intentar excluir desde su discurso a sus
adversarios po-lticos. Pero, cmo legitimar la exclusin discursiva
de sus contradesti-natarios? (Vern, 1987a, 1987b). Si Pern exclua a
sus enemigos por ser ellegtimo representante del Pueblo, un primer
anlisis puede sealarnos queMenem lo haca del mismo modo15. No
obstante, ello no nos conduce a ex-plicar cul era su dispositivo
especfico. Una explicacin ms elaborada po-dra ser que el lder
apelar a un discurso cientfico que excluir a sus ad-versarios por
estar fuera del sentido comn16. En efecto, el sujeto deenunciacin
justificar su discurso afirmando que las polticas econmicasque l
implementaba se efectuaban por el bien del pas. As, expresar:
Todas estas transformaciones estn marcando a sangre y fuego el
cambio que noshemos impuesto desde el principio. Yo dije ciruga
mayor sin anestesia; lo es-tamos haciendo y no vamos a cesar en
nuestro empeo hasta que demos cumpli-miento al objetivo que nos
hemos trazado [...]. No nos interesan las futuras elec-ciones, sino
las futuras generaciones y el futuro de la Repblica Argentina. Por
esoestamos trabajando de esta forma, sin ningn tipo de
claudicaciones, sin bajar losbrazos, sin desfallecer, firmes,
seguros, reflexivos, serenos. De lo que hagamos de-pende la suerte
y el futuro de la Repblica Argentina (14/01/91: 18-19).
LOS DISPOSITIVOS DE LA ENUNCIACIN MENEMISTA Y LA TRADICIN
PERONISTA
265
15 As, Palermo y Novaro (1996: 132) consideran que, mientras que
Alfonsn firm un pacto, el pe-ronismo, y Menem se inscribe en esa
lgica, no lo requiere, ya que l mismo es el pueblo.
16 Como sealan Vern y Sigal (2003), el discurso cientfico se
estructura de modo diferente al dis-curso poltico. En lugar de
decir creo en, afirma verdades eternas. Es decir, que se ubica
afuera dela creencia, situndose como una verdad objetiva e
indiscutible. As, estoy indicando a mi interlo-cutor que no puede
rechazar mi afirmacin sin correr el riesgo de quedar fuera del
sentido comn(2003: 23). Este tipo de discurso que formula una
verdad universal e intemporal tambin ha sido de-nominado por Vern
como discurso didctico (Vern, 1987a: 21).
-
Este Presidente ha puesto la cara y va a seguir poniendo la
cara, pese atodo y contra todo, con tal de resguardar los intereses
de la Repblica Ar-gentina (05/08/91: 96).
De este modo, el Presidente se mostraba ante la sociedad con
interesespropios que se ponan fuera de toda discusin y como garanta
de que las co-sas se hacan por necesidad y no por razones
doctrinarias:
Si nosotros hubiramos estado obrando ahora con un criterio
meramenteelectoralista pensando en las elecciones de este ao, no
hubiramos tomadouna serie de medidas que son dolorosas pero
necesarias, ciruga mayor sinanestesia, porque lo que importa es el
pas y no las elecciones (31/01/91: 34).
Los argentinos debemos sufrir de una sola vez para dejar de
sufrir toda lavida, para ser felices y hacer una Patria grande, con
un pueblo feliz [...] Nadiequiere la Argentina del ajuste por el
ajuste mismo. Yo me quiero sincerar: esteajuste es para terminar
con la Argentina de la decadencia, con la Argentina
delestancamiento, con la Argentina de la corrupcin (08/07/91:
35).
Al mismo tiempo, colocaba toda intencionalidad, connotacin
siempre deuna fuerte carga negativa, en la persona del adversario
(Yannuzzi, 1995:168-169):
Yo les pido desde lo ms profundo de mi corazn [...] que no
hagamos de estouna cuestin ideolgica; que dejemos los ideologismos
de lado y pensemosfundamentalmente en nuestra patria (28/05/91:
144).
Sin preconceptos ideologizados. Sin ataduras dogmticas. Sin
frivolida-des intelectuales, ignorantes, en el fondo, de la actual
realidad mundial(19/07/91: 54).
Podemos decir, entonces, que el enunciador lograr relegitimarse
ape-lando a un discurso tecnocrtico17, que prometa el reemplazo de
la poltica,que slo hacan sus adversarios, por la pura administracin
razonable(Hilb, 1994). As, despolitizando el mbito pblico, lograba
legitimar las re-formas y a su propio discurso, al tiempo que
exclua el disconformismocomo expresin de intereses particulares o
partidistas. Ahora bien, si anali-zamos con ms cuidado, podemos
observar que la hiptesis del discursotecnocrtico resulta
inadecuada. En efecto, el discurso de Menem no cum-
HERNN FAIR
266
17 Segn Vern (1985), la estrategia a la que apela el discurso
tecnocrtico consiste en jugar el jue-go de la poltica mientras
parece jugar a otro juego. No obstante, si bien parece excluir los
antagonismosque caracterizan a toda identidad poltica, es con los
propios polticos con quienes antagoniza.
-
plir las condiciones de felicidad (Austin, 1998) que requiere
todo discursoque se precie de tal, esto es, la eliminacin de todo
rasgo de presencia de loscolectivos de identificacin (Vern, 1985,
1995). En el caso de Menem,hay un intento de traspasar ese vnculo.
Sin embargo, la constante apelacindiscursiva a la tradicin
peronista y la reivindicacin de su pasado como mi-litante y luego
dirigente poltico, nos obliga a rechazar esta presuncin. Porotra
parte, en el discurso de Menem no existir la indispensable
separacinentre la esfera de la economa y la esfera de la poltica,
propias de este tipode discurso antipoltico. As, el enunciador
definir a la poltica, en el sen-tido aristotlico, como la ciencia
de las ciencias que tiende al bien co-mn (Discursos del 08/07/92:
45 y 15/09/92: 236) y, al mismo tiempo,expresar: Lo poltico con lo
econmico, lo poltico conduciendo al pas ya la economa (Discurso del
07/07/93: 43). Y tambin: No se puede con-siderar la poltica y la
economa como compartimentos estancos. Cuandofunciona la poltica,
funciona la economa (Clarn, 24/01/93).
Plantearemos, entonces, una tercera hiptesis: sostenemos que el
ele-mento clave que estructurar el discurso menemista ser el Plan
de Conver-tibilidad, que se transformar en una Promesa Plena. Para
entender estacuestin, sin embargo, debemos ubicarnos previamente en
el contexto deemergencia de su liderazgo.
3. CONTEXTO DE EMERGENCIA DEL LIDERAZGOMENEMISTA
Como dijimos, el presidente Menem asumir en medio de un caos
pol-tico, econmico y social, la herencia del gobierno de Alfonsn
(Martnez,1991). En ese contexto, y mientras muchos de sus votantes
esperaban elSalariazo y la Revolucin Productiva prometidas durante
la campaaelectoral18, el Presidente emprendi el rumbo contrario.
Con el respaldo delos grandes empresarios y tambin de los Estados
Unidos, con cuya polticaexterior se aline al punto tal de
constituir relaciones carnales, se dedic aaplicar el recetario
neoliberal. Como consecuencia, se asistir en esos aos auna
verdadera reestructuracin econmica y social que terminar por
des-componer la antigua matriz estadocntrica (Cavarozzi, 1997).
Esta matriz,
LOS DISPOSITIVOS DE LA ENUNCIACIN MENEMISTA Y LA TRADICIN
PERONISTA
267
18 Durante la campaa presidencial, Menem afirmaba que iba a
implementar una Revolucin Pro-ductiva que terminara con la
especulacin y un salariazo que iba a consolidar el mercado
interno(vase Clarn, 25/02/89 y 26/02/89 y la Solicitada del
12/05/89). Al respecto, cfr. tambin Menem yDuhalde (1989).
-
HERNN FAIR
268
que se remontaba a la posguerra, se caracterizaba por la
presencia de un Es-tado que intervena fuertemente en el mercado
para regularlo y asignar bie-nes y servicios a travs de una poltica
industrializadora basada en la susti-tucin de importaciones
(Torrado, 1994). En su reemplazo, se consolidar unnuevo modelo de
acumulacin, un programa que vena implementndose demanera creciente
desde mediados de la dcada del setenta (Basualdo, 2006).
A pesar de esta metamorfosis en relacin a las banderas
tradicionalmen-te asociadas al peronismo, el Presidente lograr
evitar una ruptura inmedia-ta e incluso mantendr el respaldo en
gran parte de los principales afectados,los sectores populares. Qu
es lo que permiti este apoyo popular? Algunosautores sostienen que
la clave residi en el contexto de fuerte prdida de le-gitimacin del
gobierno anterior, producto del caos hiperinflacionario, lo
quehabra posibilitado un estado de disponibilidad social. En esa
situacin, de-finida como consenso de fuga hacia adelante, Menem
habra obtenido elrespaldo de una heterognea coalicin social a
partir de constituirse en un li-derazgo decisionista que
garantizara orden, seguridad y certidumbre (Pa-lermo y Torre, 1992;
Novaro, 1994; Palermo y Novaro, 1996). Para otros, encambio, se
trat ms bien de un discurso hobbesiano de superacin delcaos, que
transform al menemismo en el Partido del Orden (Aboy Car-ls, 2001,
2003).
Ahora bien, sin dejar de reconocer la importancia que tuvo el
temor al re-greso a la hiperinflacin para legitimar el discurso
menemista, debemos re-cordar, en primer lugar, los vaivenes con los
que tendr que lidiar su lide-razgo hasta lograr la estabilizacin
efectiva de la economa. En efecto,durante los primeros 18 meses los
diferentes ministros de economa tratarnsucesivamente de controlar
la inflacin con diferentes medidas (Lozano y Fe-letti, 1991). El
Gobierno, sin embargo, no lograr dominar del todo la infla-cin, e
incluso experimentar dos nuevos episodios hiperinflacionarios, a
fi-nes de 1989 y de 1990, que terminarn de hacer ineficaces muchos
de lostradicionales instrumentos de poltica econmica (Fair, 2007,
2008). En esecontexto, podemos decir, con Canelo, que el consenso
de fuga hacia ade-lante en realidad durar poco (Canelo, 2002:
18).
Por otra parte, a diferencia de esta perspectiva, creemos que el
control de-finitivo de la hiperinflacin, si bien necesario para
constituir su liderazgo, re-sultar insuficiente para consolidarlo.
Para alcanzar ese objetivo, sostenemos,en cambio, que el elemento
crucial ser el xito en la implementacin delPlan de Convertibilidad.
Este Plan, como veremos, le permitir al Presi-dente satisfacer
otras demandas que trascendern el puro orden hobbesiano
odecisionista.
-
4. LA CONSOLIDACIN DEL NUEVO ORDEN.EL PLAN DE
CONVERTIBILIDAD
Hacia fines de enero de 1991, el malestar social generado por la
imposi-bilidad de controlar la creciente tasa de inflacin, llevarn
al Gobierno a im-plementar una paridad cambiaria 1 a 1 de la moneda
nacional con el dlar.Luego de la aprobacin en ambas Cmaras, el 1 de
abril de 1991 entrar envigencia la llamada Ley de Convertibilidad
(Ley 23.928). Esta ley obligaba alGobierno a que hubiere una
equivalencia entre la base monetaria y las re-servas de oro y
divisas del Banco Central. Al mismo tiempo, impeda emitirmoneda que
superara el respaldo en reservas. Dado que el tipo de cambio
es-taba sobrevaluado, el Estado se vio en la obligacin de buscar
fuentes de fi-nanciamiento externo que permitieran el ingreso de
divisas. Esto lo resolvimediante la apertura y desregulacin
econmica y la privatizacin compul-siva de las empresas pblicas y,
luego, mediante el endeudamiento externo(Basualdo, 2006). El rgimen
cambiario no era, por lo tanto, como algunoscreen, una simple ley
(Barros, 2002: 170), sino que implicaba una verda-dera reforma
estructural, ntimamente ligada a una multiplicidad de polticasque
permitan su sostenimiento (Azpiazu, 1995; Kulfas, 2001: 181). En
estesentido, resulta ms adecuado denominarlo, y as lo haremos desde
ahora,Plan de Convertibilidad19.
Con los recursos provenientes de las privatizaciones y la
apertura co-mercial y financiera, el Plan de Convertibilidad comenz
a dar paulatina-mente sus primeros frutos: se produjo una
importante desaceleracin infla-cionaria, las firmas cesaron las
remarcaciones preventivas de precios, losdepsitos comenzaron a
retornar a los bancos y reapareci el crdito. De estemodo, se lograr
satisfacer lo que en los hechos era la principal demanda so-cial:
la desaparicin del impuesto inflacionario y la estabilizacin
efectivade la economa20:
Este Presidente [...] nos ha llevado a la conquista de algo que
pareca casiimposible para esta Argentina: la estabilidad econmica.
En este pas apa-rentemente agotado en marchas y contramarchas, de
ineptitud funcionarial,de inmoralidad administrativa, la
estabilidad constituye un logro histrico.
LOS DISPOSITIVOS DE LA ENUNCIACIN MENEMISTA Y LA TRADICIN
PERONISTA
269
19 En otras palabras, si bien el 1 a 1 significar literalmente
una ley, simbolizar muchos ms sig-nificantes (vase Todorov, 1982).
Esto, por otra parte, se contradice con la supremaca que adquieren
lossignificantes sobre el significado o concepto concreto. Al
respecto, vase especialmente Laclau (2005).
20 En efecto, encuestas realizadas poco despus de las elecciones
del 89 muestran que un 64,7% delos votantes de Menem lo haban
elegido para que solucionara la crisis econmica (Pgina 12,
28/05/89).
-
HERNN FAIR
270
As, derrotamos la hiperinflacin y tomamos por las astas un
Estado he-rrumboso para transformarlo eficientemente. Las arcas
vacas comenzaron allenarse con la recaudacin fiscal. La moneda
empez a tener valor real, lue-go de aos de haber sido papel de
colores. En definitiva, resucitamos un pasque pareca condenado al
olvido de los que viven dentro y fuera de l(29/08/91: 159).
La Ley de Convertibilidad ha otorgado estabilidad a la economa
argentina,manteniendo una paridad cambiaria que no sufre
alteraciones, y registrando losndices de inflacin ms bajos de hace
muchsimos aos (18/11/91: 126).
En ese contexto, creemos que el Plan de Convertibilidad
representar loque denominaremos una Promesa Plena.
5. LA PROMESA PLENA
En un excelente artculo, escrito a comienzos de 1990 y publicado
unosaos despus, Claudia Hilb (1994) se sita en el levantamiento
militar de Se-mana Santa de abril de 1987. En ese momento, el por
entonces presidente,Ral Alfonsn, haba afirmado que La casa est en
orden al tiempo quepactaba con los militares la ley del perdn o Ley
de Obediencia Debida.Es a partir de dicho suceso, y la consecuente
ruptura del pacto democrticoque haba prometido defender (Acua y
Smulovitz, 1995), en el que sereinstala un tipo de interpretacin en
trminos de pantalla: la realidad noest nunca all donde parece
estar, lo visible es una pantalla, sus guardianes,los polticos
(Hilb, 1994: 11). Segn Hilb, la consecuencia de esto ser
elvaciamiento de la promesa y el consiguiente descreimiento en la
palabra po-ltica (Hilb, 1994: 9). Ello se debe a que, como ya lo
haba analizado Austin(1998), prometer no es slo enunciar una
promesa, sino que, dado su carc-ter performativo, implica
necesariamente realizarla. As, cuando las prome-sas ya no son
cumplidas, dejan de tener sentido (Hilb, 1994). En ese con-texto,
Menem no har ms que algunas promesas vagas durante la campaadel 89.
Poco antes de las elecciones, dir: Expreso un compromiso, que noes
una promesa (Pgina 12, 04/05/89).
Frente a esta situacin de descreimiento general, la autora
adverta que lapromesa corra el riesgo de desvirtuarse hacia dos
formas diferentes. Por unlado, poda terminar convirtindose en una
palabra hueca, es decir, el des-creimiento en un espacio de
aparicin pblico, en un mundo en comn, lapromesa entendida nicamente
como un engao encubridor. Por otrolado, poda derivar en una palabra
plena, esto es, una palabra que se
-
eleva contra la imprevisibilidad, que instaura la certeza
absoluta. Mientrasque la promesa hueca ya no cree en la promesa, la
promesa plena pre-tende cubrir todo el espacio del futuro [...]
subordinando en forma absoluta loimpredecible a lo dicho hoy (Hilb,
1994: 9).
Creemos que la crisis de la palabra poltica dej como
consecuencia laexistencia de una palabra hueca. En ese contexto, ya
desde el primer da deasumir, el discurso de Menem contrapona la
supremaca de los hechos fren-te a la retrica de las palabras:
Como dira Eduardo Mallea, uno de los grandes pensadores, la
Argentina fuehasta ayer un desierto de palabras. Yo les aseguro que
a partir de este ins-tante, la Argentina inicia la independencia de
la retrica [...]. Vamos a hablarcon los hechos, y no tan slo con
los discursos (08/07/89: 20).
No quiero detenerlos o entretenerlos ms, he dicho una y mil
veces que laArgentina est cansada de palabras y Argentina y este
gobierno nacional haoptado por la contundencia de los hechos y no
por el halago de las palabras,que muchas veces terminan en promesas
totalmente incumplidas y en gestosde hipocresa y demagogia que no
se compadecen con lo que quiere Argenti-na y pretende el mundo
(13/07/92: 56).
Es por eso que ms vale siempre predicar con el ejemplo, predicar
conlas obras, con los hechos, y terminar con la retrica, que puede
ser muy lin-da, muy bonita, llena de palabras hermosas, pero
totalmente vaca, sin con-tenido, sin afecto, sin amor, sin fe, sin
esperanza (20/08/93: 194).
En contraposicin a la retrica vaca, el xito del Plan de
Convertibilidad ac-tuar como una Promesa Plena, la instauracin del
reinado de una realidad,un Grado cero, que se mostraba de forma
inmediata21 (Hilb, 1994: 16):
Todos sabemos que las palabras no alcanzan. No alcanzan si no
van acom-paadas de hechos concretos. Concretsimos. Porque es en los
hechos desdedonde, entre todos, hemos empezado a probar la ms
irreversible vocacin decambio. Es en los hechos donde se est dando
la transformacin argentina(25/07/91: 65).
Evidentemente hay un cambio en la historia, hemos dado un giro
coper-nicano en nuestras cosas; pero no tan slo a partir de las
palabras, porque deretrica y de palabras la gente est cansada, sino
a travs de la contundenciade los hechos (12/05/93: 254).
LOS DISPOSITIVOS DE LA ENUNCIACIN MENEMISTA Y LA TRADICIN
PERONISTA
271
21 La nocin de Grado cero, originariamente propuesta por el
Grupo U, hace referencia a un discursounvoco, no figurado y, por lo
tanto, no retorizado (vase Soto, 2005: 30-31).
-
HERNN FAIR
272
Porque, como deca Pern, Mejor que decir es hacer y mejor que
pro-meter es realizar:
Llego a este encuentro con la voluntad de expresar mi conviccin
en los he-chos antes que en las simples palabras. Llego para hablar
con definicionesque se respaldan en hechos concretos y no solamente
en buenas frases, por-que ste es el tiempo del hacer primero y del
decir despus (25/09/91: 221).
Lo importante es esto, es la obra que admiramos, tocamos,
palpamos yvivimos. Esto es lo importante, no las palabras del
Gobernador, del Presi-dente. No, lo importante son los hechos. Por
eso siempre, parafraseando algeneral Pern, mejor que decir es hacer
y mejor que prometer es realizar(22/08/93: 217).
Esto se relacionaba, al mismo tiempo, con el otro gran
latiguillo de la tra-dicin peronista: La nica verdad es la
realidad:
Yo voy a ser muy breve hoy porque, como dijo el General Pern, la
elo-cuencia poltica no es sino la expresin de la verdad en el menor
nmero depalabras. Y, en efecto, la verdad debe hablar sin
artificios. Con esa elo-cuencia irrebatible de los hechos [...].
Tal como lo estamos viendo: en lams real de las realidades y la ms
esperanzada de las esperanzas(26/08/91: 143-144).
Quiero ser breve a partir de hechos concretos porque, como todos
ustedessaben, se han dado realizaciones ciertas durante estos
ltimos tiempos, rea-lizaciones que hemos encarado con energa,
equilibrio y audacia. Realiza-ciones que trascienden la oratoria,
que superan los simples proyectos y queson verdaderas realidades
(06/11/91: 79).
Esta real-realidad de las cosas se objetivaba, a su vez,
mediante laevidencia de los indicadores macroeconmicos
favorables:
Cuando llegamos al Gobierno, siempre es bueno repetirlo, tenamos
unainflacin de ms del 200%. El mes pasado tuvimos una inflacin del
0,8%y en los tres primeros meses del ao no superamos el 2,5% de
inflacin.Estos son hechos, son realidades. sta es la verdad, y la
nica verdad es larealidad. Alguien deca esto con profundo
conocimiento de las cosas(06/04/93: 147).
Hay una cifra que yo no he citado: la disminucin, por ejemplo,
de los n-dices de pobreza. Muchos polticos y muchos hombres no
polticos de otrossectores de la comunidad, han hecho referencia
permanentemente a estetema de la pobreza en la Repblica Argentina.
La estamos combatiendo,pero no en base a la demagogia, sino con
hechos ciertos, reales. Cuando no-
-
LOS DISPOSITIVOS DE LA ENUNCIACIN MENEMISTA Y LA TRADICIN
PERONISTA
273
sotros llegamos al gobierno, el ndice de pobreza estaba cerca
del 30 porciento; pobreza estructural y el ndice de pobreza
marginal, que ya prctica-mente es la miseria, en un 9 por ciento;
actualmente el ndice de pobreza es-tructural [...] (est) en un 12
por ciento y el ndice de pobreza marginal, enun 2,5 por ciento
(22/12/93: 255).
En efecto, la sobrevaluacin de la moneda, producto del Plan de
Con-vertibilidad, lograr un fuerte incremento del consumo. En ese
contexto,se reducir la pobreza y se incrementarn los salarios,
fuertemente de-primidos en el perodo anterior (Gerchunoff y Torre,
1996). De esta ma-nera, el xito del Plan trascender el logro de la
estabilidad, para incluirtambin a los significantes crecimiento,
desarrollo y una monedafuerte:
Qu es lo que hemos conseguido? [...]. Nada ms ni nada menos que
la es-tabilidad, el desarrollo, el crecimiento, que han llevado a
nuestro pas a serconsiderado como uno de los ejemplos en el mundo
entero (10/12/93: 225-226).
Estamos cambiando el rumbo de la historia en la Repblica
Argentina,porque se acab la Argentina de la especulacin, del
desorden, del caos[...]. Ustedes recordarn que antes vivamos
pendientes del dlar; ahora, gra-cias a Dios, tenemos una moneda
fuerte y una economa sana, y vivimos pen-dientes de lo nuestro, de
nuestra economa, de nuestra estabilidad y de nues-tra
Convertibilidad (29/04/93: 202).
Y ser nuevamente en la evidencia de los hechos donde se
objetivar estarealidad:
En slo cuatro aos y medio de gobierno, hemos conseguido esta
transfor-macin que, por ejemplo, ha llevado a la Repblica Argentina
a colocarse en-tre los cuatro pases que ms crecieron en estos
ltimos tres aos, en lo quehace a su Producto Bruto Interno. Ha
subido la produccin, reitero, ha cre-cido en forma significativa el
consumo, han disminuido los ndices de pobrezay se acrecienta la
demanda laboral. Estos son los logros que hemos conse-guido
(24/11/93: 176).
Los ndices de produccin y de consumo que hacen al comercio, han
au-mentado. Esto nadie lo puede negar. El PBI ha crecido desde 1990
a la fechacasi un 26% y hemos marginado definitivamente esos
verdaderos flagelos queeran la inflacin y la hiperinflacin en la
Repblica Argentina (10/11/93:104-105).
-
En efecto, la contundencia de los hechos no haca ms que hablar
pors mismos22:
El resultado de este plan econmico habla por s mismo. Nadie
puede decirque no estamos mucho mejor que el ao pasado. La
industria est empezan-do a crecer, impulsada por un panorama
prometedor en todo sentido. La Bol-sa ha alcanzado, como todos
ustedes bien saben, niveles histricos. Han co-menzado a ingresar
capitales extranjeros, convocados no por las buenaspalabras, sino
por una realidad fctica que se hace cada da ms visible a
lacomunidad internacional (29/08/91: 160).
Aqu los nmeros hablan ms que mil palabras. No mienten. No
engaan.En los precios al consumidor, durante el semestre
abril-septiembre, el promediomensual de la tasa de inflacin ha sido
del 2,9%. En octubre fue del 1,4%. Y ennoviembre, el histrico 0,4%
que ustedes ya conocen (10/12/91: 162).
Se trataba, por lo tanto, de un discurso legitimado en la
performatividadde los hechos: Nosotros no nos vamos en promesas, lo
que decimos locumplimos (Discurso del 29/04/93: 202). De este modo,
frente a la inevi-table brecha entre el enunciado y la enunciacin,
la pregunta sobre el Chevoui? (qu quiere?) del discurso del Otro
(Zizek, 1992), la performatividadde su palabra plena actuaba como
una respuesta que le permita referirse alas cosas en un Grado
cero23, como una realidad que, eludiendo la im-posibilidad del
metalenguaje, se mostraba de forma transparente, sin deseosni
intereses ocultos. As, podr decir: mis palabras son sinceras. Aqu
nohay ningn tipo de trampa ni expresin fuera de lugar (Discurso
del27/09/93: 461-462).
Al tiempo que la performatividad de su discurso igualaba, del
mismomodo que lo haca Pern, la promesa al hecho, sus adversarios se
quedabanmeramente en las promesas vacas:
Nuestros adversarios prometen, nosotros realizamos, cumpliendo
con el man-dato histrico de Pern y Evita (citado en pgina 12,
12/05/95).
De esta manera, apelando al relato objetivo y transparente de
los he-chos, el discurso de Menem lograba transformar el Plan en
una realidad incon-
HERNN FAIR
274
22 No obstante este tipo de descripcin narrativa de la realidad,
que parece hablar por s misma,resulta interesante notar tambin los
acontecimientos que son excluidos o dejados fuera. En este caso,
elenunciador no se referir al incremento de la desocupacin, la
precarizacin laboral y la desigualdad quesu Plan econmico estaba
generando. Sobre el particular, vase White (1992: 19-25).
23 Cf. lo sealado en la nota 21.
-
trastable de sentido comn24. Pero, ms importante an, es que esta
contunden-cia desplegada en la evidencia, en una fuerza en la que,
en palabras de Me-nem, los nmeros hablan (mbito Financiero,
10/07/91), le permita al enun-ciador desenmascarar (Windisch et
al., 1993: 112) a sus adversarios, aquellosdemagogos y agoreros de
siempre que slo pretenden hacer poltica:
Cuando se nos habla de este modelo y se nos dice de la falta de
sensibilidaddel mismo, evidentemente se trata de interpretaciones
de mala fe, o se trata dequienes, desde la demagogia, pretenden
hacer poltica. Los nmeros dicen to-talmente lo contrario a lo que
aseveran estos pocos hombres de la poltica na-cional o de otros
sectores de la comunidad organizada (22/12/93: 252).
Pueden continuar agravindonos, pueden continuar difamndonos.
Acada agravio, a cada difamacin, a cada insulto, una obra, una
realizacin,un hecho. Mejor que decir es hacer, mejor que prometer
es realizar. A eso va-mos y se es nuestro futuro, nuestro destino
(03/10/93: 134).
sa ha sido nuestra respuesta de siempre [...] Una realidad por
cadamentira! (Juan D. Pern, 01/05/50. Citado en Vern y Sigal, 2003:
78).
Al mismo tiempo, el enunciador evitaba el surgimiento de
posibles disi-dencias, ya que si alguien expresaba en pleno auge
del consumo, el creci-miento y la estabilidad econmica que los
beneficios del Plan eran imagina-rios, resultaba irremediablemente
excluido de la sociedad por estarescindido de la realidad25:
Hay algn argentino en su sano juicio que quiera volver a 1989,
con esta es-tabilidad econmica, con este cambio que estamos
produciendo y con la ca-pacidad del salario que va en aumento?
(citado en Clarn, 01/08/91).
Los resultados estn a la vista, ahora, quin en su sano juicio
puedecambiar un modelo que ha sacado a la Argentina de una crisis
prcticamen-te letal de dcadas para colocarla como uno de los pases
de mayor creci-miento en nuestro planeta? (22/12/93: 259).
La apelacin a una supuesta realidad objetiva marcaba, as, una
conti-nuidad y, a la vez, un punto de inflexin con el peronismo
tradicional. La
LOS DISPOSITIVOS DE LA ENUNCIACIN MENEMISTA Y LA TRADICIN
PERONISTA
275
24 En efecto, como seala Barthes (1991: 239) acerca del mito,
cuando se comprueba algo sin ex-plicarlo, se est a un paso de
encontrarlo natural, que cae por su propio peso y ello en razn de
que unmundo desplegado en la evidencia, funda una claridad feliz:
las cosas parecen significar por s mismas.
25 En este sentido, podemos decir que quedaba establecido una
especie de principio de exclusinque separaba lo que se consideraba
razn, apoyar las reformas, de lo que se vea como locura,
re-chazarlas (al respecto, vase Foucault, 1973: 12-13).
-
continuidad resida en el hecho que, al igual que afirmaba Pern,
La nicaverdad es la realidad. La inflexin, por su parte, se deba a
que mientras queen el peronismo tradicional el enemigo era la vieja
oligarqua y los inte-reses extranjeros opuestos a la Repblica (Vern
y Sigal, 2003: 78), en elcaso de Menem el Otro ya no era un enemigo
de la nacin, sino aquellos re-zagados que no lograron comprender la
realidad de lo real (Hilb, 1994):
Los acontecimientos que nos han preocupado no son producto de lo
que sedenomina ajuste o reajuste, son producto de la falta de
capacidad y de com-prensin de lo que ocurre actualmente en el mundo
y en la Repblica Argen-tina, por algunos sectores de nuestra
comunidad (22/12/93: 255).
Concepciones de esta naturaleza, en el fondo ocultan un profundo
pre-juicio poltico y cultural, aferrado a concepciones del pasado.
En algunos ca-sos, aferrado incluso a mentalidades exclusivamente
ideologizadas, incapacesde comprender los inmensos cambios que se
registran actualmente en todo elmundo (24/10/89: 132).
Como consecuencia de esta visin, prevalecer un pensamiento
nico,transformado en sentido comn, que, incentivado, adems, por la
inevita-bilidad de los cambios tecnolgicos que caracterizan a la
modernidad, y por lametfora equivalencial 1 = 1 que simbolizar el
Plan26 generar un mecanismopsicolgico, una especie de Grado 1 no
reflexionado27, que impedir ver lasconsecuencias polticas,
econmicas y sociales que estaba produciendo elnuevo orden e
incapacitar pensar en proyectos alternativos, al tiempo que
pro-mover la apata poltica y el conformismo (Garca Delgado,
1994).
6. CONCLUSIONES
En el transcurso de este trabajo nos hemos propuesto analizar
las estra-tegias discursivas de la enunciacin menemista. Para ello,
abordamos su re-
HERNN FAIR
276
26 En efecto, la Convertibilidad de la moneda nacional con el
dlar estadounidense se simbolizarmediante una metfora que
representar una equivalencia 1=1 entre ambas monedas. Sobre la
nocin demetfora y su funcionamiento conceptual, vanse Le Guern
(1976: 18) y Lakoff y Johnson (1998).
27 El Grado 1 hace referencia, segn Steimberg, a aquella
retorizacin, consolidada socialmente,que pasa a incorporarse a las
previsibilidades de un intercambio discursivo y queda circunscripta
a una de-terminada rea de desempeo. La eficacia de estas metforas
reside en su alto grado de convenciona-lidad (resultado de su
repeticin) que hace que se asuma, sin reflexionar siquiera, la
presuposicin quela habilita (citado en Soto, 2005: 32-33). En este
caso, la Convertibilidad, al estar establecida medianteun marco
legal, borrar en su repeticin diaria las huellas de su institucin
contingente y, de esta manera,se la asumir sin reflexionarla.
-
LOS DISPOSITIVOS DE LA ENUNCIACIN MENEMISTA Y LA TRADICIN
PERONISTA
277
lacin con los dispositivos de enunciacin del discurso peronista.
De estemodo, hemos pretendido trascender las limitaciones que
encontramos en lamayora de los enfoques que investigaron el tema.
Partiendo desde un anli-sis en trminos de la dimensin ideolgica,
pudimos observar que Menem sesitu, al igual que Pern, como aquel
que vena a unificar a todos los argen-tinos trascendiendo los
intereses particulares. De este modo, y apelando a losclsicos
latiguillos peronistas, justificaba su pragmatismo. El conflicto
erapara el Presidente, al igual que lo era para Pern, signo de un
absurdo, de in-tereses mezquinos e ideologismos particulares o
partidistas que llevaban a ladisolucin del cuerpo social. Por lo
tanto, no poda ser aceptado como leg-timo. Al mismo tiempo, el
enunciador se ubicaba, del mismo modo que Pe-rn, por fuera de esos
intereses mezquinos, como un representante de los in-tereses de la
Patria que vena a hacer ciruga mayor sin anestesia parasanar al
organismo social. Este mecanismo, que pretenda despolitizarlas
decisiones tomadas y, al mismo tiempo, deslegitimar a sus
adversarios, nose estructur, sin embargo, como un discurso
tecnocrtico. Tampoco lo hizocomo un modelo de llegada o como un
outsider de la poltica. Se trata-ba, en cambio, de un dispositivo
basado en la legitimacin mediante lacontundencia de los hechos.
Para el xito de esta estrategia, que slopudo ser consolidada a
partir de la instauracin del Plan de Convertibilidad,resultara
crucial la mostracin como evidente de los hechos, ya sea mediantela
incorporacin de los indicadores econmicos, ya sea mediante el
detalle delos xitos logrados. En efecto, el Plan de
Convertibilidad, a partir de la pari-dad del peso con el dlar,
permiti alcanzar el logro de una moneda slida,un fuerte crecimiento
de la economa, que lo ubicaba entre los pases quems crecan en todo
el planeta, la presencia de un sostenido desarrollo, ma-terializado
a travs del incremento del consumo, de la inversin y de una
im-portante reduccin de la pobreza, y una extendida estabilizacin
econmicay poltica, que haban permitido terminar con el cncer de la
hiperinflaciny consolidar un orden social, en contraposicin al caos
y los saqueos del al-fonsinismo. A travs de esta nica verdad que
era la realidad tangible eincontrastable de los hechos, y apelando
adems a la eficacia de la simboli-zacin metafrica que representaba
la equivalencia 1 a 1 entre ambas mo-nedas, el Presidente lograba
dos cometidos. Por un lado, objetivaba al Plande Convertibilidad
como una Promesa Plena, como una real realidadque, frente a la
crisis de la palabra poltica, se mostraba de forma inmediata.Por el
otro, lograba la exclusin de sus adversarios, a quienes acusaba,
yasea de tener intereses particulares o partidistas, ya sea de
tener ideologismosde un pasado inexistente o de ser rezagados que
no lograron comprender larealidad.
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