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ÓSCAR COAQUIRA ALÍ Los cuentos del Ch’otoj!
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Los cuentos del Ch'otoj!

Jul 22, 2016

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Título: Los cuentos del Ch´otoj! Autor: Óscar Coaquirea Alí País: Bolivia Tipo: Narrativa Año: 2009
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Page 1: Los cuentos del Ch'otoj!

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ÓSCAR COAQUIRA ALÍ

Los cuentos del Ch’otoj!

Page 2: Los cuentos del Ch'otoj!

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© Óscar Coaquira, 2008

© Editorial Yerba Mala Cartonera de Bolivia, 2009.

Proyecto social cultural y comunitario sin fines de lucro.

[email protected]

http://yerbamalacartonera.blogspot.com

Tel. 79533978, 72262533, 73505781, 71208058.

Proyectos análogos: Eloísa Cartonera (Argentina), Sarita Cartonera (Perú),

Animita Cartonera (Chile), Ediciones la Cartonera (México), Dulcinéia

Catadora (Brasil)

______________________________________________________

Impreso en: Imprenta ―Río Seco‖, patio 2, mzno. P, No. 214, El Alto.

Derechos exclusivos en Bolivia

Hecho el depósito legal: 3-2-1109-08

Impreso en Bolivia

______________________________________________________

Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo desinteresado de los

residentes bolivianos en Boston-EEUU

Page 3: Los cuentos del Ch'otoj!

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PRÓLOGO

Los cuentos del Ch’otoj! funcionan como mezcla de

voces, creación de espacios festivos, ejercicio de técnicas

literarias (variaciones, subtextos, idiolectos), como cantos

citadinos de seres extraviados y como generador de psicologías

estudiadas a través del lenguaje. Los personajes que recorren

este libro salen de cada esquina, calle o local de las ciudades de

La Paz y El Alto trayendo, al mismo tiempo, un tanto de su

visión rural a estas cosmópolis del caos y la mixtura. Hay

también un sudor de dolor, una gota de amargura lúcida y

atisbos de una oralidad desbordada, como aquella del personaje

de Versiones y perversiones a quien le interesa tanto la

memoria como el qué dirán: a ambos los tiene olvidados. Estos

mismos personajes se desprenden de otras textualidades;

mediante guiños y el uso de epígrafes, van recobrando

situaciones clásicas de autores que han trabajado en los mismos

espacios, tal el caso de Jaime Sáenz o Adolfo Cárdenas.

Asimismo, la intertextualidad de Los cuentos del Ch’otoj! vence

la palabra escrita para sumergirse en la oralidad, el canto, la

danza y la habladuría. El uso de leyendas semiurbanas, la

constante repetición del dice, propio del chisme, así como la

narración boca a boca hacen de la oralidad y sus variantes la

principal fuerza de esta selección de relatos. Los cuentos del

Ch’otoj! también funcionan como una muestra condensada de lo

que se escribe y se ha escrito en los márgenes paceños/alteños,

pero sobretodo de aquello que se vive y habla en estos lugares.

El autor: Óscar Coaquira Alí –desde hoy y para nosotros: el

Ch’otoj– recrea con humor, profundidad humana y una amplia

gama de lenguajes sobre la convivencia de más de una forma de

asimilar y narrar la realidad, con sus festejos y sufrimientos.

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Índice

El Ch‘otoj

Versiones y perversiones

Juntos hasta la muerte

La despedida

Baila conmigo

Los Antucos

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El Ch’otoj

Pfffff! Ch‘otoj!

Glub, glub, glub, Así caen las piedras en mi corazón.

EL CH’ULLA

Ni se imaginan cómo empezó todo esto. Lo

cierto es que, hasta hoy, nadie sabía de mi existencia.

Ni siquiera ustedes; sí, ustedes, los que me miran desde

una lejana distancia. No se preocupen ni extrañen por

mi conducta, más bien, les contaré pues lo que hago.

Pero cuidadito que después se estén alaraqueando con

sus cuates, así diciéndoles:

—Hemos conocido al Ch‘otoj, parecía gil, pero

buen chango nomás había sido.

—Uta cuate! le he conocido a un tal Ch‘otoj y

parece que el boludo vende buena pasta.

—He hablado con un cojudo, creo que es

ilusionista –¿Qué?– Pajp‘aku pues sonsa; cuidadito

que ese perro te esté engatusando para pedirte chichis.

–¿Y qué se llama el ñato?–. Pucha, bien burra siempre

eres ché, ya te dicho también que le dicen Ch‘otoj.

—Oye Donata, ese ñato que hemos visto esta

tarde… –¿Quién? ¿el feo?–. Para mí es lindo… –¡Dejá

de hablar macanas changa, qué va a ser lindo ese

chato!–. No seas así pues Donata, además, a vos quién

te dice algo sobre el Gerucho, que está gordo y calvo.

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Dejámelo en paz a mí Ch‘otoj y punto.

—Edgar, acercáte a ver –¿Para qué?–. Vos ven

rápido –Puta, qué jodido ¿y habla? –Este pampeño es

un mamón, yo lo he visto en la plaza de Alto Lima la

anterior semana y boca no más es. –Ya no te emputes

Camello; vamos a esperar que todos los ganapanes se

vayan y después lo huayqueamos los ducal; ¿de bolas?

–¡De bolas!

¿Se dan cuenta? Yo sé todo lo que van a pensar o

decir. Nada, ningún detalle se escapa de mí

presentimiento: todo me tinkha. Además, a ustedes les

puedo leer más rápido la mente, porque ustedes se

mueven lento, anunciando sus pasos alegremente a las

personas, son predecibles pues. Ah, no entienden, les

voy a hablar en idioma sencillo. Haré a un lado mis

palabras perfectas, que tanto estudio y dinero me han

costado en el exterior. Voy a parlar sin adornos, sin

nada de ampulaciones, ¿cachan? A ustedes fácilmente

se les puede conocer a fondo. Yo puedo adivinar lo que

van a hacer y pensar hoy y quizá mañana. Y se

preguntarán cómo adquirí este don fenomenal; seré

franco, les diré mi gran verdad y aunque no me crean y

digan que soy un farsante que charla con el hígado y

no con el corazón, el de la sinceridad… Saben, sufro

mucho con esta vaina así que quiero deshacerme de

todo esto:

Para empezar, hagan a un lado todo aquello que

es ofensivo para mi pobre espíritu: que el rayo le ha

caído, que ha nacido con seis dedos en el pie. ¡Debe

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ser isph‘alla! por eso sabe tanto. Que yatiri o

chamakh‘ani debe ser… y no sé qué vainas más. Esas

cosas no sirven para describir lo que yo poseo. Mi

conocimiento viene de otro lugar, un sitio que no es

inaccesible; no necesitan de sortilegios divinos ni de

dones genéticos –pucha che, otra vez se me ha salido el

gallo académico–. Lo que yo tengo lo puedo compartir

y ¿saben cómo? Facilito. Aquí está el gran amuleto que

los convertirá en maestros en el arte de la exploración

interna de los hombres. Este trozo de roca volcánica,

sacada de las entrañas del Chacaltaya, les servirá para

saber todo acerca de la mente humana; serán videntes,

adivinos y apóstoles del tinkhaso. Y cuánto les vale, lo

mismo que cuatro chelas en el bar La Alpaca

Oprimida: 20 lucas, esito no más cuesta. A ver, cuántos

van a querer…

Ah, y les advierto: el amuleto no sirve para

explorar el corazón. Muchas personas han tratado de

hacerse los capos; han pensado meterse dentro el

corazón de las ñatas como pumas, sigilosamente y sin

ruido, para enamorarlas. Pero no les ha servido de

nada. El talismán los volverá ch‘ullas para siempre.

¡Acaso no me ven a mí! solito deambulando por estas

calles, sin pareja, sin warmi… Pero yo puedo arreglar

esas cosas de otra manera, mejor les repartiré mi tarjeta

para cualquier consulta.

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Pedro Tambo

Vidente, adivino, ganapán, soplalatas en presteríos,

curandero (graduado en Apolobamba), consejero matrimonial,

cazador de amayas y anchanchos, espantador de sajras, entre

otras cosas…

Atiende todo tipo de traumas, delirios de persecución,

perseguidoras, makhurcas, impotencia viril, kencherios,

remiendos entre parejas, etc.

También ofrece sus servicios como amarrador de caitos

amorosos. Le aseguramos el 100% del trabajo. (Aunque esa

mujer no lo quiera, nos encargamos de que se quede con usted

hasta el día de su muerte) No nos responsabilizamos en caso de

infidelidad, muerte, suicidio o maltrato familiar. Acérquese a

nuestras oficinas y lo atenderemos con mucho gusto. Su

pregunta no molesta.

Av. Rosas Pampa, entre calles Rosendo Chacata y Santos

Humiri

Nº 5 (puerta de calamina morada)

El Alto - Bolivia

Page 11: Los cuentos del Ch'otoj!

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Versiones y perversiones

Vamos a cañar hasta orinar sangre.

Me había chupado hasta las patas.

FRASES POPULARES

Tres días le habíamos aplicado cervecita pura, yesque el

preste eraps nada menos que de mi compadre el Facundo. Él

pues se ha rajado bien lindo, de todo habíaps en la fiesta, desde

un whisky Changeller, cervecita Auténtica y hasta wislulito de

naranja había. Si pues, él ha botado la casa por la ventana, él se

haps endeudado con el banco para acallar los parloteos del qué

dirán, pero el Facundo me ha dicho (después de la fiesta) que ha

valido la pena gastarse harta platita; dice que le ha dentrado

harto cajón de cerveza, más de mil quiñentas, y solamente la

cuarta parte de la chela se ha gastado, dice. Yo creo que así

siempre ha debido de ser porque harta chela siempre había.

Además, yops también he dentrado con diez cajas de ayni y mis

dos cuates, el Orlando Rivas y el Sandolfo Salinas, cada uno

con cinco cajas ha dentrado. Los trica hemos unido las chelas

pa‘ que sea número par, es que no tenía que haber cosas ch‘ullas

ese día. Luego de armar una pared con nuestros veinte cajones,

hemos recibido el ferrocarril o el carrusel y nosan taqueado de

trago. Mis dos cuates bien pollitos siempre eraban y rapidito

seán chispeado, en cambio yo eraps taco y nada me había

pasado. Bueno, un poquito se me había subido. El día de la

fiesta la cervecita bien rica siempre estaba, el garcía nos había

dicho "la chela bin kaché shempre está", cuando estábamos

arrastrando nuestros cajones de cerveza hacia la mesa. Supongo

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que esa noche toda la chela estaba dulce para el garcía. Así de

lindo estaba el preste que bailongueamos como locos y

chupamos como descosidos.

Hasta ahurita mi mamá me sigue riñendo de lo que me

he farreado tres días; ella dice que me he rayado en la fiesta.

Tiene razón, por eso no le digo nada y me quedo como opa

callado para que no se altere. Es que me había chupado hasta las

patas y no me acuerdo muchas cosas. Qué macanas habré hecho,

con quién me habré ligado, qué vainas habré parlado y con

quienes me habré peliado. Por eso mestoy leyendo punto por

punto la invitación que me dio el Facundo para ver en qué

lugares mestaba buscando.

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Facundo Choque Al-azar

Severa Mirada de Choque

é Hijos.

SE PRESTAN DEVOTOS AL GRANDÍSIMO

―TATA SANTIAGO‖

Les saludan muy lentamente y tienen el raro horror de

invitarle(s) a celebrar los diferentes sinmotivos de hacer fiesta

en honor a nuestro grandísimo patrono ―Tata Santiago‖.

Con este espacial motivo le agradecemos

de mano su gentil conveniencia.

El Alto, julio de 2007

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No sé qué cosas mestoy leyendo, debe de ser por causa

del chaqui questoy viendo mal las letras y macanas mestoy

inventando. Bien largo es el programa del preste y soy bien

jayra pa‘ seguir lecturando. Más bien seguiré acordándome del

preste, así solito, sin ningún pretexto. Mi mamá me ha contado

que dos de sus amigas biensito me habían visto pues esos días.

También me han visto el garcía y el Perkin de una de las

orquestas. Como las cuatro versiones las tengo fresquitas

sacaréps esos trapitos afuerita pa‘ que se calienten con el fuego

de sus miradas.

A ver, este es el primer chisme:

PRESTES DEVOTOS DEL

―TATA SANTIAGO‖

2007

PROGRAMA

Pesada la ceremonia religiosa le(s) rogamos que nos

acompañe con un k‘aj de fenol y después nos siga, ya picado por el

trago,

al salón de momentos sociales ―El Kaima con sangrado‖ o

era ―El caimán consagrado‖

(Me da bronca leyer cuando mestá dando vueltas la cabeza)

questa en la calle Tantos Giles (debe de ser Santos Siles)

Nº 5. El Salto

Amenaza su propia banda ―La súper exploshón‖ y los

grupos electromecánicos

―Arrebato‖ y ―Sin Control‖.

Entrada y Procesión

Después de los pactos religiosos…

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Versión #1 / la Chota

Resulta que yo mestaba chupando seco con mis dos

cuates; dice la chota quel Orlando Rivas al tiro se habia idops,

volando arriba y el Sandolfo Salinas se movía como pescado

grosero, o que movía su pescado groteshco. No sé che. Bien

siempre nos había estado chequeando la chota, bien atentaps

había estado memorizando las palabras questábamos

intercambiando. Yo diceps que estaba hablando del fútbol, bien

lindo siempre mestaba explayando de mi equipo dice y mi

cuatacho el Orlando Rivas, Follando Chivas pasus amigos, se

había estado sincerando bien rico sobre cuántas ñatitas tenía y el

otro, el Sandolfo Salinas, sestaba jachando por la

incomprensibilidad de su warmi. Esa chota dice que como almas

de visita en pleno día de Todos Santos habíamos estado. No ve

que el alma viene ese día y todo lo que hay en el altar de pan y

comida se lo traga, asíps estábamos nosotros en la fiesta

tragando toda la chela que podíamos. Desa manera hemos

bebido, desa manguera hemos bebido bien harto, y nosiemos

quedado con la mente en blanco. Los tres borrachines bien

siempre le habíamos cascado, hasta nos habíamos kalanchado

para mostrar nuestros cuerpos liwi liwis al público dice, uta qué

jodido ¿no? Esta chota se habíaps grabado (en la pensadora) un

pedazo de nuestra charla, cómo ps así vaser. A ver, se ha

pasado. Así dice questábamos parlando.

-Oyesss, la mana del Laruta sstá buena.

-Noshé bien manito, si la puta ésta suena.

-Los dos parecen vergas, ya vesss mis changos son.

-Calmate monito ssstamos dialogizando la compensación

de nostras negras.

-Sips monótono, máss biem cascale un puquito de

chevalina.

-Chsssssta! los duca sstán yucas y qui hay con la ruta…

-Bien chupau sstass gil… vainas ssstarás oyendo

-¿Quién es el kh‘aima? mestás provocando Orlancho

-¡Yaaa… bien toro este burrasssno…!

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-A wos quién te ha pedido queee… mets tu wislla susha.

-Aveeer los… cálmense un tantito. Parecen wawas… no

hemos aprendiu acaso a chupar, cambiemos de dessscushon.

-Sí, ya no quero peliar, nové monito???

-Clarines changuito, además sste cabrón esps ley.

-Nos brindaremos bien shembre, nos acompañaremos,

nos chuparemos y nos abrazaremos. Salud manitos!!!

-Nosiá dicho malditos!!!

-Ya ves perro, sstás comenzando de huevo…

Nosabiámos gritado de todo, dice. Hasta el cumpa

Facundo había venido a calmarnos, dice. A mí el

Facucho nomiá dicho nada, por esostoy dudando desto. La chota

chismosa siempre es y boca nomás es, quéps le voy a estar

creyendo. Mi mamá nomás ps se presta para eso.

El otro chisme tieneps también su toque, igualiiito quel

otro. Les voy a pintar el cuentops:

Versión #2 /doña Cloti

Ya los conocen a mis cuatecitos, los tres bebíamos como

perros sedientos de agua. Así diceps doña Cloti. Los tres

también estábamos parlando como viejas chismosas, sin causar

ps ninguna maldad. A cachos nomás subíamos el volumen de

nuestra voz, así como todo borracho, dice. Pero nosiemos

empezado a reñir, dice, cuando una ñata bien buenona sabiáps

puesto calentona con los tres. Esito había comenzado el líops. A

los tres la ñata nos manejaba a su gusto, como con control

remoto, dice. Todo hacíamos por ella: desde bailar kalanchos

hasta chupar una tella de cheva, seco. Cada uno le hacíaps su

mejor esfuerzo para quedarse con ella: el Orlando Rivas se

habiaps tajado con vidrio unas palabras en el pecho, ―‖ bien

ensangrentado estaba el gil y no se podía leyer sus garabatos

dice. A la cocina lo habían llevado para curarlo. El Sandolfo se

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habíaps hecho al capo!!! Doscientas lucas le había ofrecido a la

ñata para que lo escoja a él. Qué hayga pensadops este

Sandolfo: con esto me la voy a ganar, con esto me la voy a

tirar… Y como la ñata no decía ni chis ni mus, el Sandolfo

habiaps creído que el silencio otorga. Y lestaba frotando su

cuerpecito a la ñata con el billete, hasta que liá pellizcado un

ñuñu, desops un lak‘aso fuerte se había recibido. Y liá gritado

dice. Coneja, flauta, perra, puta, zorra, perdida, jugadora,

buscona, gata, arrecha,… Se habíaps salido furioso al patio dice.

Yo nomás quedabaps y bien siempre me había idops con ella

dice. Sips. Le había dicho para relajear estito nomásps: Mamita,

en la cancha dentran once jugadores para jugar, no vé. Mientras

uno tapa, otros defienden y otros reparten, pero uno nomás mete

el gol y gana. Yo quiero anotar contigo mamita, yo quiero

meterte un gol en el arco de tu corazón, Con ese charleps había

cedido la buenona. Pero cuando yostaba danzando con la changa

mis dos cuates me habían jalado para discutirme: Questo,

quilotro, que aza y tomá y montá, habla pues, mamón, perro,

que timporta, acaso eres mi mamá…

Désops nosiemos discutido fuerte, y el cumpadreps había

venido para calmar nuestros ánimos de trompeadores. Asíps

dice la doña Cloti que nosiemos portau en la fiesta, haciendo

bulla y alborotops. Desto tampoco miacuerdo. Bien jodido la

confushón. Lo que dice el garcía, el Batman, bien grave es

siempre. Esta mañana ha venido para cobrarme las cosas que

había roto en el preste, desops mestá contando su versión.

Versión #3 / el garcía, barman o Batman

–Premero turitos estababan en selensho, luego como

hirmanitos sestaban hablando en la mesa. Bin rico sestaban

humantando: Un k‘áj, un zás, un clin, un t‘iliú, un chinchín, un

dindón, un rinrín. Un seco, cencuentita, crozadito, cuntigo,

conwos, cunmigo. Por ella, por qué ella, entons por la otra, yo

también. Salod! Asisito se dicían los tres. Dispués, como

yostaba shempre de saleda e intrada no los pudía wer binsito,

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piru ya numás hiscuchado roedo, harto shempre, yostedes puis

sestaban gretando, los tres ben saltones descutían como

ch‘ajhuacus. To amego, el alto y liquisito, cómo eraba so

nombre… Urgando, Urlando, sí, ísi eraba so nombre. Él pois bin

liso sestaba isa noche, ya turitos nus quiría gulpear, hasta ahurita

nuintindo so comportamento, y to otro amego, el ch‘iti, el

minudito bin terco eraba, al Urlando le dicía matame hijo di

pota, di ona wis matame merda, no mi voya muver di aquí hasta

que mi pegues, hasta qui mi mates… Bin grave habíaps sidu isti

jovena y wos pior ti purtabas en ves di qui luestés calmando la

problema di esos dos, vos más ti has loquiado: Mes vasos luás

roto, mes jarras lo mesmo y todo la mantel luhas chijhatado.

Nadie pudía calmarte, yo numás mestaba lleno di sosto. Ah

caray dicía, paquí numás haygan humantado estas jovenas, para

quí si rayen asé? Si foran mes hijos, a los tres, checote carajo lis

daba. Ase me dicía para me mesmo. Dispués una siñurita sia

acircaro a ostidis, ella bin shempre lis ha hablado, lis ha hecho

intender pos diá buinitas, desops siánps calmado turitos. Como

se nara hobiera pasado dispues sihan qomantado, como

hirmanitos; hanps cominzaro a bailar, to con isa checa qui la ha

calmado toro y tos amegos con otras. Piru seguían tumando. Yo

mido rapedeto al cantina para atenderlo y no losi vesto más.

Esto mea hecho temblar de meyo, bien siempreps mea

hecho reflexionar sobre el asunto. Pero todavía falta el ultimito,

lo quea dicho el Perkin. Me tranquiliza un poco lo que dijo el

Perkin sobre mí.

Versión #4 / el Perkin

–No te preocupes hermanito, de duros todo pasa y los

problemas de fiesta se quedan en la fiesta, no ves qué. Ustedes,

uta, fiero le estaban echando en su mesa. Yo desde arribita les

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estaba mirando cuando se han empezado a gritar. Tu carnal, el

alto, chispas estaba y el otrito medio lloroncito y, vos güey,

como con gusanera te movías, pero no estabas molestando. Creo

que todo el problemilla ha empezado por una vieja, los tres

discutían como cualquier borracho entonado en nota glu-glu por

culpa de ella. Pero después se han alivianado las cosas y el cuate

alto se haps caído al piso sobre unos vidrios rotos y tenía heridas

en el pecho, tu otro amigo se lo haps llevado al centro de salud

para que lo curen. Tú, hecho al tigre, viéndote solito, te has

lanzado a la ñata sin ningún problema. Yo te he visto bailando

bien apegadito con ella. Eso nomás es. Relajate hermanito, seguí

roncando, ya se te va a pasar...

Así cuentanps mi historia del preste, qué nomás sestarán

imaginando. La gente pa‘ chismear y alterar las cosas nomás

sirve, quién de los cuatro diráps la verdad. Solamente dios sabe

lo que haps pasado. Pero yops confío que este asuntito pase de

boca en boca directito al olvido. Además mi chuyma se siente

tranquilita ante este problema. No ves que cuando se te borra la

mente, por estar farruqueando, tu chuyma se pone en On para

manejar tus pasos, verdad es siempre. Por ésops cuando

despiertas tu mente está hecha mierda, no te acuerdas nadita de

nada, pero tu corazónps siente lo que has hecho, él te dice lo

bien o mal que te has portado. Pucha che! Bien jodido es el

cha‘ki y paqué hablar de mi perseguidora: esops mestá fregando

la cabeza ahurita. La perseguidora mestá haciendo doler la

barriga, más bien tomaré el matesito de wira wira que mi mámá

mea traidops pal dolor de barriga. Ya se va pasar esto, cuando

me sienta bien voya estar pensando en la próxima fiesta para de

nuevo buscar, en el delirio de la perseguidora, las versiones o

perversiones que luego dicen.

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Juntos hasta la muerte

Amar es ser dos sin dejar de ser uno.

Morir es ser uno sin dejar de ser dos

JAIME SAENZ

(de Los papeles de Narciso Lima Achá)

Queríamos huasquear duro toda la cheno con mi dorima,

pero como no teníamos el quivo loco, compramos dos t‘alpas y

uyuni nomás le íbamos a cascar. El Tancara (que era el mote de

mi dorima) no quería chupar sólo los duca, así que el mamón se

ha ido a buscar a sus tecuas.

Habíamos elegido farruquear cerca de las antenas,

porque por allí no habían muchos tombos que jodan el jolgorio.

Llegamos a ese lugar junto a la k‘umunta de artilleros pesados

de la Ceja y, junto a esos putos, también venían tres lorchas:

más ñojas que el culo de la jamona de mi hermana.

Odio a la chota de mi hermana, con ella se murió la flor.

Esa cojuda me ha deschapado ante los rucos de mis papás,

diciéndoles que yo era una flauta. La chontana esa me ha

choreado a mis dos fetitos, dizque soy desviada y soy mal

ejemplo para mis tofes. Me ha emputado y un día bien siempre

le he chasqueado, hasta la cuca le he partido de un culazo. Eso

se merece por hacerme botar de mi cantón y por voltearme a mis

fetos.

Los tecuas y el Tancara ya estaban volviéndose idos. Al

pelotudo del Tancara le he dicho que no se haga al Batman y

ahorita está chupando con todos. Cruzadito. Los artilleros

estaban chupando tupido junto a sus jamonas.

El Tancara estaba camote de mí desde la primera

chequeada. Siempre me cuidaba, en las jaranas, de los gilachos

Page 21: Los cuentos del Ch'otoj!

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que querían manosearme y de cualquier otro huevón que

quisiera cabalgarme. Cuántas veces aflojé en agradecimiento a

sus cuidados. Y él, a cambio de los cachos felicianos que le

daba, me trataba como si fuera una cerradita primeriza. Después

de que todos ya no recordaban ni su chapa, pasamos a la etapa

donde todas comenzamos a ponernos cachilas y cachilos. Yo

agarré a mi clavo de la palmira para hacer empanadas, luego le

di un chape de luca tan largo que empecé a chorrearme. El

Adobe (artillero de la plana mayor) empezó hacer una vaca loca

para comprar misiles y pichicata. No tardó mucho en llegar el

Adobe con la k‘umunta de pichicata y misiles, y rápidamente

servimos un turno de samapa y A con A; también preparamos

los pitillos para billar hasta quedar satucos.

Nos fuimos al pedo en dos segundos y uno de esos

cabrones se emputó con su jermu, luego me estaba chequeando

todo el rato con ojos de caballo queriendo plantar la yuca. No

soy boca, pero soy la wambra exacta del Tancara, tengo pinta;

no soy como esas jamonas champosas y kauqueras que están

aquí, por eso los cojudos quieren cogerme a la fuerza. El

Tancara no era tan taco como los de la plana mayor, y por estar

chupando cruzadito con todos se había quedado ronqueteando a

moco tendido en el piso. Y como yo era chancaca ante esa bola

de ñojas, los tecuas del Tancara se querían rayar conmigo. Me di

prisa de levantarlo a mi dorima, pero el muy satuco estaba

roncando como fiambre, le di dos lapos en la carátula y nada,

por último le apreté las cachinas hasta que se quede arrecho, el

muy pendejo quería apircar ese rato. Le conté lo que estaba

pasando, reaccionó como gregorio y de un quecazo lo tumbó al

Adobe y a los otros les quiso también dar de baja. Pero ya era

tarde, entre dos agarraron al Tancara por las manos. Fue la

última vez que el Tancara tapó como un gran arquero mi

chonono. Fue el k‘encherío y los artilleros de la plana mayor

quienes mataron a mi clavo.

Antes de que pase mi clavo al otro lado con abrigo de

Page 22: Los cuentos del Ch'otoj!

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cajón, yo me planté como verga delante del Adobe puesta de

espaldas y moviendo el chonono, todo por salvar a mi dorima,

pero ya era tarde. El Adobe ya había firmado con barreta

cargada de sangre la charqueada del Tancara, uno de los

huevones le había pasado un cuetillo al Adobe, otro sacó una

punta. Primero le dieron cuatro balazos, después le afeitaron la

carátula y charquearon todo su cuerpo. Me agarró el Adobe de

la ch‘asca y de jinchu a jinchu me dijo: ¿Quién es tu macho

ahora? Luego uno por uno me comenzaron a doblar por todas

partes hasta que me dejaron con el maíz hinchado y el pan

partido. No sé cuánto tiempo estaba roncando al lado del

fiambre de mi clavo. Me levanté y me quedé bisneando el

cuerpo ancho de ropero que estaba todo tajado, sus ojitos

brillantes de tapas de cerveza chequeaban al cielo y aún su boca

sabía a misil de luca. Adolorida y yesca, ni siquiera me quedé

con la ropa del Tancara, se lo habían llevado todo, hasta sus

gambas rotas. Solana, sin mis amigas ni nada, me fui a

k‘arapampear sin saber qué hacer, por último, me armé de bolas

para ir a la choza del Tancara; sin más remedio soné la puerta y

escupí lo sucedido a las k‘alinchas hermanas de mi dorima.

Ellas me dieron de moquetazos hasta que la carátula me quedara

hinchada y la cuca rota.

Por lo menos sus familiares compraron un abrigo de

madera y una ratonera junto a los héroes de la guerra del

chanchito. No me invitaron al funeral, me quedé en mi choza

junto a mis cuatachas de ley. Esa cheno armamos una chupa

fatal para despedir al Tancara, chupamos como descosidas y

billamos un montón de jales. Me recordé del Tancara, de los

ratos que pasamos los duca. Me tiré en la cama y me quité la

vitrina y empecé a consolarme pensando en él. Hubo un cacho

que armé un despelote y sólo me acuerdo que estaba

plantoneando frente a la ratonera del Tancara. Más cacho

estábamos sacando el abrigo de madera de la ratonera. Media

hora más tarde entrábamos a nuestro cantón en compañía del

fiambre de mi clavo. Luego lo boté a mi chole y lo bisnié más

Page 23: Los cuentos del Ch'otoj!

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limpio que nunca, le di la vuelta al morti de mi dorima. En mi

palmira agarraba una punta, inmediatamente agarré con mi otra

palmira su culo y afeité un pedazo de su cuero y me lo morfé.

Después me paré como chanchito duro y le grité en la jeta:

Juntos hasta la muerte Tancara.

Page 24: Los cuentos del Ch'otoj!

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La despedida

Me voy, me voy, ya no he de volver palomitay, así

siempre me canto cuando mestoy triste. Es que mi mujer cada

vez mestá sermoneando, de todo se enoja, de cualquier macana

se altera. Una vez bien tarde siempre me había llegado a mi casa

y la Huacana se ha calentadops y desito me ha reñido, como

k‘atera me ha gritado de todo y de nada. Nops, ella bien conoce

mis mentiras. Para ella no hay nada oculto, todo se puede saber,

dice que los hombres somos tan giles que ni sabemos mentir

bien, además siempre estamos repitiendo las mismas farsas.

Mamita, vas a disculpar, manifestación había habido, por eso

mey tardado. Chatita, mis amigos me han agarrado y me han

hecho tomar a la fuerza, yo no quería chupar, pero había sido el

cumpleaños del Lorenzo. A ver warmi, hoy he chupado porque

mi jefe me ha invitado, no lo puedo rechazar pues al jefe, así

nomás es la pega hija. Las vainas que me grita mi warmi bien

siempre me hacen doler la chuyma. Cuando mestá gritando

fuerte, se acuerda de todo y tonteras me dice. Me insulta y hasta

me pega. Cuando arroja sus palabras como si fueran piedras con

veneno, jodido me lastiman el alma. A veces pienso que la

Huacana mucho se raya conmigo y, pa‘ qué mentirles, quisiera

irme a vivir a otro lado. Pero no quiero abandonar a mis wawas.

Esos dos chisllys y ñojitos, igualitos a su padre, pueden sufrir

harto con la tremenda Huacana Huchani. Ella se puede vengar

con mis wawas pues. Además, la gente puede pensar que yo soy

el malo y, clarops, la Huacana puede salir libre de toda la

habladuría. Para la gente sólo los hombres somos los

desgraciados, y no las mujeres. Ellas son pues las más sufridas,

las más santas.

No me da pena contar a la gente lo que me hace la

Huacana, es que bien confundido está todito: lo que piensan de

mí. Además nadie me creye, poquitos son los que me escuchan

en serio. Sus amigas, cada vez que vienen a la casa, siempre

están hablando mal se sus esposos: que perros, mujeriegos,

Page 25: Los cuentos del Ch'otoj!

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borrachos, que el otrito, que aquellito y no sé qué cositas más. Y

ella, al ver el momento oportuno, lanzaps su charle. Bien

orgullosa se poneps ella en frente de sus amigas. Les dice que

yo camino bien rectito, con la cola entre las piernas, como

cachorro manso, sin causarle problema gracias a sus amorosos

cuidados. Bien alharaca se pone la chota con sus amigas. Hasta

les da consejos matrimoniales. Nops, ella debe saber mentir

biensito, porque sus amigas como burras le creyen las sonseras

que dice. La gente y sus amigas piensan que la Huacana es una

buena socia porque me cuida biensito y a mis hijos también.

A ella siempre le creyen, pero yo que convivo con ella

cada día, de lunes a domingo, feriados inclusive, me cago en sus

mentiras. Todo lo que dicen de ella es mentira. Si fuera verdad

lo que hablan, yops sería el marido más chocho. Qué siempre

les hayga dicho la Huacana pa‘ que piensen de esa manera los

demás. Semejante k‘alincha, qué va ser pues tierna y amorosa.

Porque soy humilde y huérfano ella me friega con sus insultos,

otro hombre hace rato ya le hubiera puesto en su lugar. Yo

nomás le aguanto todo por no separarme de mis wawas. Por eso

me lloro bien harto siempre, pa‘ que nomás Diosito me habrá

criado tan solito.

Cuando yo era soltero andaba como gallina sin huato, de

aquí para allá, como perrito kala. Dormía en cualquier parte. En

vano trabajaba, todo mi quivo se iba a la farra. Nadie me decía

nada, no me reñían por las cosas que hacía. No tenía a quién

responder por mis actos. A veces, eso me ponía triste, no tenía

ni familia ni perro que me ladre. Creo que por eso mey

conseguido socia, para estarme un poco alegre. Así ya no

mestaba solito, pero todo me ha ido mal. No tengo suerte para

nada. El yatiri me ha dicho eso y así siempre había sido la cosa.

Pero ahora estoy preparando mi despedida. Ya no

aguanto más estar viviendo con la Huacana. Les hey dicho a mis

wawas que nos vamos a ir los tresitos de viaje. Los changos se

han puestops felices. Nos vamos a kach‘arpayar biensito antes

Page 26: Los cuentos del Ch'otoj!

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de irnos, les hey dicho. Nadie tiene que llorar por nuestra

partida. Tienen que ponerse alegres y hay que estarse

tranquilitos nomás, les hey recomendado a las wawas. Es que

las wawas se entusiasman rapidito pues, y eso hay que

controlarlo paque no sufran desilusiones. Ni siquiera se han

preocupado de su mamá cuando les hey dicho del viaje, más

bien me han insistido para que nos vayamos al chan chan, al

toque, antes de que llegue.

Nos hemos cambiado de ropa para estarnos bien pitucos;

hay que irse bien vestidos para no volver. Después les hey

mandado a la tienda por una Cocaquina para brindar por nuestro

viaje. Para mí, les hey pedido que traigan un litrito de alcohol,

para mezclarlo con mi refresco. Más bien no se han dado cuenta

de nada. Bien rico siempre se han servido el refresco, inclusive

yapa me han pedido. Pero mey puesto bien triste cuando los hey

visto arrojarse y botar espuma verde por la boca, eso pues me ha

hecho doler harto la chuyma. Ni modops me decía, tenía que

llevarlos conmigo siempre. No podía dejarlos sin padre que los

proteja ante las situaciones que la Huacana siempre arma. Yo les

gritaba a mis ch‘itis: Es lo último que van a sufrir en esta vida.

Aguántense como valientes carajo. Los niños no chillan, y ellos

me miraban con una expresión rara. Sentía que sus ojitos me

expresaban una satisfacción que no podían decir con palabras.

Así han partido mis wawas con algo de dolor. Solamente

faltaba yo: el Porfirio Pocoaca. Mestaba tomando mi alcoholcito

para disminuir el dolor del viaje, mestaba despidiendo de mi

casa y mis cosas, cuando he tomado el k‘aj definitivo, y he

pensado cómo iba a enfrentar todo esto la Huacana. Lo único

que va encontrar van a ser nuestros cuerpos tiesos y ya no a

nosotros. Vamos a estar lejos pacuando la Huacana se sienta

bien dolida. Aunque ella no va a llorar mucho. Solito mey

vivido pero ahora me voy feliz, en compañía de mis wawas, ya

no me duele la chuyma como antes… Me voy, me voy, ya no he

de volver palomitay…

Page 27: Los cuentos del Ch'otoj!

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Baila conmigo

Ya son las nueve de la noche y todavía mi changuita no

aparece. Siempre le he dicho a mi negrita que deje de laburar

hasta tarde, pero la changuita me hace ladrar como perro que ha

visto almas. Me hace hablar al aire, en vano. Mientras la

esperamos, te contaré cómo me he conocido con ella. Bien lindo

ha sidops… Un día estaba caminando por las calles de la Ceja,

con las manos puestas en el bolsillo. Trataba de calentarme,

pero sabes, ni con eso me calentaba. Ese día hacía un frío

matador que hasta la cara se te ponía morada. Entonces, como el

frío de la calle trataba de seducirme con su aliento fresco, de

menta, como la propaganda de Halls, comencé a buscar una

guarida para resguardarme del frío polar que recorría la ciudad.

Como buen catador de músicas y negritas busqué pues lugares

que estén de moda; en esos momentos quería bailar apegadito

con una ñatita y también quería escuchar los temas: ―Todavía

tienes derecho, tienes derecho a enamorarte, para no llorar‖ o el

otrito, ―La pagarás, este dolor, la pagarás con lágrimas, la

pagarás este dolor mira lo que has hecho de mí‖. Canciones que

además de hacerte recordar a la ñatita ingrata también te

recordaban la dulce venganza que iban a recibir tarde o

temprano. Y así nomás, tras ir caminado de un lado a otro,

decidí pues quedarme en un lugarcito para bailar y oír

musiquillas. Tras ojear el recinto me puse casi satisfecho,

además los huesos me empezaban a crujir por el helado frío de

la calle. Empecé a calentarme, a entonarme con una jarrita

fulera, después pedí de golpe dos y empezaba a sentir los

efectos –no defectos– del alcohol. Me estaba moviendo como

gusano en la silla, tenía ganas de bailar. A mí no me gusta ir

donde las ñatitas mostrando mis dos dedos, dibujando un

conejito, ¿amiga dos? no usaba esa técnica tan chapi, nica. Yo

siempre charlaba con la changuita, como dicen, para aflojar el

nudo, para que no haya tensión entre los dos. Para qué, siempre

Page 28: Los cuentos del Ch'otoj!

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me ganaba buenas ñatas con mi charle, otros en cambio, más

frailes, tocaban el producto antes del charle y claro salían como

tapas de sidra, volando. Estaba bailando de lo lindo haciendo

mis pasos ricos cuando la bisnié a mi actual socia. Bailaba de

forma magistral, moviendo su cuerpito como cobra encantada.

Yo me acerqué a ella delicadamente con el pasito David Castro

para cantarle una canción al oído, ―Amorcito yo te quiero

solamente a ti, sin embargo tú te marchas y me haces llorar‖ y

ella se volteó a mirarme. Vieras la jeta que tenía, sólo faltaba

que me saque la lengua para demostrar su repulsión, sin decir ni

una palabra se estaba alejando de mí. Pero yo, más astuto que

guapo, insistí y la agarré del brazo y le dije: ―Te robaste mi

corazón, mi amor y mi vida, te vas sin decir nada, ni corazón

tienes mi amor‖. Al parecer no le gustó que le tome la mano y

muy enojada me mandó a volar. ―Te puedes ir, te puedes ir, no

esperes que te detenga, te puedes ir, te puedes ir no quiero saber

de ti‖, pedazo de mamón, negrero de mierda y conste te advierto

que si me molestas nuevamente no respondo, así me había dicho

la ñatinga, me había sentenciado. Pero me arriesgué a decirle,

mamita ―por tu amor una vez más quiero morir, por tu amor una

vez más siento morir, sin ti amor no sé vivir, no sé soñar, no sé

qué hacer, quiero morir‖.

Después de mi acción heroica, escuché un tremendo

grito. Deja de hinchar pelotudo, no quiero bailar contigo para

nada. Mi carácter de terco e insistente no me dejó soltarla,

además, su soberbia me atraía mucho y continúe con mí

propósito. ―Por qué me haces sufrir, por qué me haces llorar, no

sé vivir sin ti, regresa junto a mí‖. A cada canción que le

cantaba la embarraba más. Una vez más le canté lo mejor de mí

repertorio. ―Chica sexy, sexy dame tu cariño dame, dame, dame

tu boquita no me hagas más sufrir‖. La ñatita no cedía, no

aflojaba a mis encantos. ―Quédate mi amor, quédate por mí,

pide lo que quieras yo te haré feliz‖, le iba repitiendo con mi

voz de trovador y pensé que me reñiría nuevamente, pero esta

vez se quedó callada, me dio la espalda. Me estaba ignorando.

Page 29: Los cuentos del Ch'otoj!

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Me encontraba en apuros, no sabía qué hacer. ―Me quiero morir,

no quiero perderte, cortarme las venas si ya no vuelvo a verte‖,

estaba por cantar mí último aliento. ―Dame veneno, que quiero

morir por la mujer que quiero y quiero acabar ya con mi vida si

es que ya no tengo su consuelo y dame veneno‖. Cuando me di

cuenta que la ñatita había torcido su pescuezo para bisnearme.

Ucha, ese rato me sentí todo un Johnny Bravo, al parecer le

había gustado la cantada. La ñatita habia sidops villerita y no

chichero, como yo. En esos momentos no me acordaba de esas

músicas, creo que estaba nervioso pues y sin querer se me salió:

―Qué triste es mi destino, no tuve suerte contigo. Qué triste es

mi destino te amo y no estás conmigo‖. Esta vez volteó la

cabeza hacía sus amigas, me estaba ignorando de nuevo. Otra

vuelta comencé a cantar Dame veneno para atraer su atención.

Estaba cerrando mis ojos para entonar con sentimiento cuando

una mano caliente me tapó la boca. Oye gil, no sabes cantar

nada más que esas sonseras, si quieres bailar conmigo tienes que

saber las que me gustan a mí, entendido? Yo también tengo mis

límites y en ese momento, con mi alma resentida, le grité:

―Estoy cansado de sufrir y llorar por ti, mi vida no puede seguir,

no hay razón para vivir‖. La ñata me miraba sonriente y, claro,

pensaba que ella se estaba burlando de mí, eso creía y con

mucha rabia le cante mí última ilusión: ―Hoy me iré, me alejaré

y nunca más volveré. Mi corazón está herido, no quiere saber ni

un poquito de ti‖. La negrita me agarró de la mano y me llevó

hasta su mesa. Ahí me dijo ¿ves? Si insistías de esa manera, con

esas cancioncitas tan bonitas, hubiera estado bailando contigo.

Sabes, estaba satisfecho, me había alzado una ñatita bien

rica y esa noche bebimos juntos hasta la amanecida. También

me había enseñado unas bonitas musiquitas, le decía ―baila

conmigo, sólo conmigo‖ y otras más: ―Yo te amo, te extraño, tú

eres dueña de mis sentimientos‖, agitando mis dos manos en el

aire y bailando con mi negrita. Estaba feliz. Ese mismo día nos

arreglamos, me aclaró que dejara las sonseras que escuchaba,

nos juramos amor eterno. Sin embargo, no entiendo por qué nos

Page 30: Los cuentos del Ch'otoj!

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vemos solamente en las noches, y en lugares donde no hay

mucha luz. Ella siempre me dice que trabaja todo el día y que

las noches me las dedica a mí. A veces no sé si creerle, pero qué

puedo hacer, estoy enamorado. Unos cuates me han dicho que

me compre lentes para bisnear con más atención a mi negrita

porque dicen que la veo distinta. Estoy seguro que ellos me

tienen envidia por tener una changuita tan linda, por eso nomás

están hablando así. Yo no hago caso a esas cosas. Aunque me

hayan dedicado una canción: "No lo pude creer, no pude creer

que era la misma cosa. Al oscuro era una diosa y a la luz del día

era espantosa". Igual los ignoro. Parece que ya está llegando mi

changuita. Sí es ella, si quieres te la presento, le dicen la Tota.

Page 31: Los cuentos del Ch'otoj!

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Los Antucos

Esa madrugada la Juana Pacesa Llusco sintió un terrible

dolor en el vientre, medio dormida y con náuseas, dirigió sus

manos al tercer cajón de su velador y sacó una crema apestosa

para untársela en la barriga. Luego se levantó del catre para ir al

baño y, entre idas y venidas del baño al lecho, trató de recordar

lo que había soñado. Pensó que así el dolor se le olvidaría:

estaba en un callejón, cerca de la plaza Azurduy. Perseguía a

alguien. En la lejanía, sólo veía a un tipo de sombrero oscuro,

también traía una bufanda blanca envuelta en el rostro. El sujeto

estaba distante.

Ella nota que está sola, detiene el paso y le entra un

temor inexplicable. El tipo de la chalina blanca corre hacia ella

al verla. Segundos después, el tipo la abraza cálidamente. Ella

no siente repulsión, más bien cree ser feliz. El hombre de

sombrero le susurra algo al oído. Ella no recuerda las palabras,

sólo el instante en que el tipo enrosca sus manos en su cintura y

ella siente una picadura en el estómago. ¡Atatau mierda! grita y

se despierta. Eso es todo decía ella. No es más que un mal

sueño…

La Juana Pacesa pensó que sólo era un malestar

estomacal. No quiso ahondar más en el asunto, únicamente

bebió un mate de coca para calmar el dolor, pero entonces

empezó a sudar y a moverse como serpentina y la Juana Pacesa

trató de mantenerse firme. A pesar de sus fuertes convulsiones

estomacales, ella pretendía hacer sus labores diarias.

Esa madrugada, la Juana empezó a alistar sus

cachivaches, los puso en un gangocho para llevarlos con

facilidad a la Feria. Se disponía a partir y en eso advirtió la

presencia de su madre. Ella la había estado mirando desde hace

rato. Cuando la Juana estaba a punto de partir al th‘anth‘akathu,

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su madre le había dicho con voz ronca y cortada: Tan pálida

estás mija, parece que el sajra se ha llevado tu ajayu, hoy no

vayas a vender. Pero la Juana, terca y sin responderle, se fue a la

Feria, sin hacer caso a aquel presentimiento maternal.

Caminaba de forma irregular. El frío circulaba por las

calles llenas de basura. A esas horas la neblina persistía, todo se

ocultaba tras la fría niebla de la mañana. Andaba como mareada

por las calles. Se tropezó con un borrachín y con una persona

cogoteada, ya nada le sorprendía. Sólo se preocupaba por no

k‘arapampear en la venta, y con ese dolor en la panza. Así se

internaba en los rincones de la ciudad.

Eran las seis de la mañana cuando llegó a su puesto de

venta. El th‘anth‘akathu empezaba a llenarse de k‘ateras. La

Juana Pacesa se descargó el gangocho de cachivaches, luego los

derramó al suelo para ordenarlos de forma caótica. Todo el

santo día estuvo como loca sufriendo dolores. Algunas de sus

compañeras k‘ateras cuchicheaban cerca: unas decían que el

kharisiri la había atacado, otras, algo descreídas por aquellas

supersticiones, le dijeron que era colerina nomás. Vas a botar

bilis verde, le decían a la Juana Pacesa, pero ella esperaba

recuperarse con paciencia, presentía que no era tan grave.

El sol quemante golpeaba como un kachaskhanista los

rostros de la gente, los que recorrían por las alturas de la ciudad

caminaban con la jeta colorada. Era mes de agosto, mes del

viento y del fuego. La Juana también recibía los lapos del sol. El

dolor en la barriga y el extremado calor del día la hicieron

desfallecer por unos minutos. Sus compañeras saltaron de sus

puestos para ir a socorrerla, le hicieron oler alcohol, después le

frotaron el cuello y la barriga con ese mismo alcohol puro. Al

poco rato volvió en sí y, ante la sorpresiva mirada de sus

compañeras, la Juana Pacesa parecía estar bien. El dolor se

perdía con una sonrisa gentil que ofrecía a todos.

Pasaron varios días y sólo le quedaba un vago recuerdo

Page 33: Los cuentos del Ch'otoj!

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del dolor. Sin embargo, la Juana notó que durante esos días su

panza había aumentado de tamaño; como siempre, le restó

importancia. Los gases se han de llevar mi panza, le había

gritado muy enojada a su madre. Su estómago se inflaba

irregularmente y en el vientre sentía caricias suaves, sensaciones

a peluche y algodón. Algunas caricias le producían un

cosquilleo relajante y con mucha tristeza deseaba diluir su

enorme barriga. Pero el bulto insistía tercamente en permanecer

en la realidad.

Ya las habladurías empezaban a correr en la villa donde

vivían. Desde los chismes más sorprendentes hasta las

suposiciones más arriesgadas golpeaban al oído de su madre.

Pasaron muchos meses de encierro para la Juana Pacesa y su

barriga estaba a punto de explotar. Una noche que andaba por el

patio de su casa, empezó a sentir dolores de espalda y antojos de

preñada. Llevaba una cesta de caitos en el brazo y poco a poco

el sueño la iba venciendo. Ella quería llegar hasta su habitación,

pero el sueño le cayó en medio patio y se quedó dormida.

La Juana Pacesa estaba dando a luz a cinco hermosos

zorritos de pelo café.

Ella nunca supo de ellos, nunca los vio. Tal vez los haya

sentido, pero jamás los vio. Los cinco zorritos, al verse libres,

saltaron de alegría. Abandonaron la casa de su madre y se

perdieron en las alturas de la ciudad.

Sé de muy buena fuente (una señora ‗comunicativa‘ con

las gentes de mí barrio), que los zorritos se divierten engañando

a las personas. También sé que dos de los cinco zorritos, ahora

ya grandes, han tratado de ser felices. Quizás se casen y logren

la felicidad. Los otros tres quieren comerse al mundo pero caen

por su propia boca, no son muy afortunados. Y de la Juana

Pacesa me he enterado que camina muy afligida, sintiendo que

ha perdido algo valioso.

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Ediciones Yerba Mala Cartonera

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