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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO
FACULTAD DE FILOSOFA Y LETRAS
Colegio de Letras Hispnicas
Los ciudadanos enamorados en Amalia de Jos Mrmol y Clemencia de
Ignacio Manuel
Altamirano
Tesis que para optar por el grado de
Licenciada en Lengua y Literaturas Hispnicas
presenta:
Nayeli Garca Snchez
Nmero de cuenta: 305108942
Asesor: Maestro Jos Rafael Mondragn Velzquez
Mxico, D. F. Ciudad Universitaria 2012
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Agradecimientos
Muchas gracias a Vernica por todo su amor, su fe en m y su apoyo
incondicional, este
ensayo es para ella.
Muchas gracias a todos mis maestros y amigos que me acompaaron
durante la
jornada de la licenciatura, especialmente a Rafael Mondragn, a
Margit Frenk y a Axel
Hernndez, ustedes hicieron que estudiar literatura y lingstica
fuera la mejor decisin de
mi vida. Tambin quiero agradecerles a mis sinodales Jorge Muoz,
Israel Ramrez,
Mariana Ozuna y Sergio Ugalde por sus lecturas y
comentarios.
Muchas gracias a Ian por todo.
Muchas gracias a los amigos que han estado conmigo durante este
proceso, gracias
por las plticas, por el inters, por la confianza y por el
cario.
En especial, muchas gracias a los amigos del Seminario
Independiente, todos
ustedes estn en estas pginas.
Muchas gracias a la UNAM, mi casa.
Muchas gracias tambin a la Academia Mexicana de la Lengua y al
Consejo
Nacional de la Ciencia y la Tecnologa.
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Sera discreto desanimar a los jvenes, mostrndoles los infinitos
obstculos que tiene que
salvar el estudioso para llegar a adquirir un nombre en el mundo
de las letras? Fuera esto
matar el entusiasmo por satisfacer un sentimiento de vanidad
femenil. Los que mucho
saben nos dan el ejemplo de moderacin y de juicio en esta parte,
y acogen con marcada
benevolencia las obras de los discpulos.
Ignacio Manuel Altamirano
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Presentacin, 3
Introduccin, 9
Captulo I Una historia de Amrica, 18
Captulo II Amalia y Clemencia, novelas romnticas de nuestra
Amrica, una lectura
comparada, 34
Captulo III La patria amada, anlisis literario 50
Conclusiones, 91
Bibliografa, 95
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Presentacin
Leer es un acto de amor. Es un viaje de ida y vuelta que nos
alumbra con las palabras que
otros han dicho. Acto de amor y acto de fe: creemos lo que
leemos porque nos creemos a
nosotros mismos, porque repetimos en oracin comunitaria las
palabras, tal vez olvidadas,
de ese otro que las dej en un papel para nosotros. Leer, por
tanto, es el primer paso de una
bsqueda que iniciamos para saber quines somos, cmo somos y por
qu hemos llegado a
serlo.
Nada mejor que, despus de iniciar la bsqueda, encontrar
compaeros para el viaje,
interlocutores que sean movidos a la lectura por el mismo anhelo
de amor, la mejor manera
de emprender ese viaje es escribiendo crtica literaria, he all
la importancia de este
ejercicio.
La primera vez que visualic esta tesis fue el 11 de agosto de
2010 durante una
pltica con Rafael Mondragn, amigo y maestro, a quien le
agradezco infinitamente la
paciencia, la dedicacin y el amor que ha mostrado por mi
escritura. Estbamos en la
cafetera de la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM,
sentados en una mesa al fondo,
y comenzamos a charlar sobre un viejo acuerdo que hicimos por
all del 2008 cuando Rafa
era mi maestro de asignatura: l me asesorara en el proceso de
escritura de mi tesis de
licenciatura. Desde ese da nos hemos reunido innumerables
ocasiones para discurrir sobre
cul sera mi tema (inventio) y sobre cmo lo iba a abordar
(dispositio).
Elegir el tema no fue difcil: el siglo XIX signific para m el
gran descubrimiento
de la licenciatura porque desde que entr a la carrera, tena la
creencia firme de que la
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literatura era un acto poltico y de que all radicaba su
principal funcin, esta idea se fue
transformando delicadamente conforme avanc (y regres) en las
lecturas y en las clases.1
En el tercer ao de licenciatura, descubr la literatura mexicana
decimonnica, la fui
conociendo con ayuda de Rafael y de otra gran maestra que,
afortunadamente, ambos
compartimos: Mariana Ozuna Castaeda. As fue como en un acto
detectivesco y sensible
me fui dejando conquistar por esa literatura.
Este descubrimiento me inclinara finalmente a hacer mi tesis
sobre alguna novela
del XIX, la primera elegida fue Clemencia de Ignacio Manuel
Altamirano, porque all el
amor significaba algo poltico: all se encontraban lo pblico y lo
privado y el amor era el
tema central que permita la unin de los espacios opuestos.
Adems del amor, hay otro motivo por el cual decid trabajar con
novelas
decimonnicas: un sentimiento de reconocimiento y, para
explicarlo, habr que hacer un
recuento personal.
Yo nac y he vivido todo el tiempo en la ciudad de Mxico: la
mayor parte de mi
infancia, y parte importante de mi vida adulta, han transcurrido
en su centro histrico, vivo
enamorada de la ciudad y, sin embargo, nunca me he sentido
realmente parte suya. Pero el
amor que siento hacia ella no disminuye por eso.
Hace poco entend que ese sentimiento era un amor hacia una
ciudad imposible, una
ciudad imaginada, nacida de la real, y en esto, desde luego,
tuvo todo que ver la literatura
decimonnica.
1 Se fue fortaleciendo pues, en un sentido que puede llegar a
ser considerado trivial, el arte, y en especial la
literatura, es una actividad social fundamental para el hombre,
en tanto que le ayuda a entender y revolucionar
su entorno, actividad que me parece intrnsecamente poltica.
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7
La lectura de las obras de los tiempos en que nuestro pas, tal y
como lo entendemos
ahora, fue creado, me provoc algo parecido a lo que ocurre
cuando encuentras unas fotos
viejas de tus padres: esa sensacin de desconocimiento y de
reconocimiento simultneos.
Comprend en ese momento que la historia de Mxico es, de muchos
modos, su
presente; que mis amigos, la mayora de ellos interesados en los
libros y en la escritura,
son, de maneras inexplicables, como aquellos hombres que
formaron la nacin; que los
problemas que nos mortifican en el presente no distan mucho de
los de aquellos aos; que
la modernizacin, aunque haya ocurrido tanto en planos materiales
como ideales, no logr
sanar las entraas heridas que el nacimiento de nuestra repblica
le dej al pas.
Habiendo encontrado estas reverberaciones del pasado en mi
presente, no me
quedaron ms dudas sobre el camino que mis estudios habran de
tomar. Al estudiar el siglo
XIX no estoy solamente estudiando el XIX, sino el XX, el
XXI.2
2 Aunque no sea el nico siglo importante para la comprensin de
nuestro presente, el siglo XIX me parece
fundamental porque en l se crearon y fueron transformndose
varios de los conceptos polticos y, por tanto,
ticos, sociales y estticos que estructuran nuestras formas de
entender al mundo. En esta tesis se intentar
mostrar una manera de rastrear esto mismo en las obras
literarias.
Uno de esos conceptos que menciono es el de ciudadana y de
ciudadano, tal vez sea necesario
apuntar que no me refiero con estos trminos exclusivamente a los
habitantes de las ciudades reales, sino a un
concepto ms cercano a la filosofa poltica, referido a los
integrantes activos de la nueva organizacin
poltica: el Estado nacional.
S que la creacin de este tipo de fundamentos del nuevo estado de
las cosas no ocurri slo en la
literatura, sino que tuvo muestras en otros mbitos artsticos y
culturales que, por desgracia, quedan fuera de
los alcances de esta investigacin.
Cabe aadir que, segn explica el Diccionario Akal de Filosofa
poltica. Editado por Philippe
Raynaud y Stphane Rials. Traduccin de Mariano Pealver y
Marie-Paule Sarazin. Madrid: Akal ediciones.
1996. 906 pp., la conversin del hombre en ciudadano ha de dar
cuenta de la primaca de los intereses colectivos o del bien general
sobre el inters particular, as el ciudadano es el hombre incitado a
tomar en cuenta el bien pblico [] y que recibe a cambio la
proteccin pblica para sus derechos., sub voce ciudadana.
Por otro lado, el Diccionario de poltica. Bajo la direccin de
Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y
Gianfranco Pasquino. Nueva edicin enteramente revisada y
ampliada. Redactores de la edicin en espaol:
Jos Aric, Mart Soler y Jorge Tula. Traduccin de Ral Crisafio,
Alonso Garca Miguel Mart, Mariano
Martn y Jorge Tula. Decimocuarta edicin. Tomo I a-j Ciudad de
Mxico: Siglo XXI Editores. 2005. 1698
pp., dice que por polis se entiende una ciudad autnoma y
soberana, cuyo cuadro institucional est caracterizado por una
magistratura (o por una serie de magistraturas), por un consejo y
por una asamblea de
ciudadanos (politai)., sub voce polis. Esto quiere decir que los
ciudadanos son parte importante de la organizacin institucional de
la ciudad, pues en ellos recae, en ltima instancia, la soberana y
autonoma del
conjunto.
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8
El primer sentimiento que me provoc la lectura de Clemencia fue
tristeza, por qu
este sentimiento tras una narracin en torno a la vencida
intervencin francesa?, porque el
hroe de la novela haba muerto debido a una traicin, de la cual
yo me senta parte, pero
quin era ese yo que traicion a Fernando Valle?, en qu consista
la traicin? stas
fueron las interrogantes que permitieron el nacimiento de la
presente investigacin, para
responderlas, fue necesario ampliar mi perspectiva y as, con
ello, leer la novela rodeada de
un contexto que permitiera desentraar las incgnitas sembradas
por el primer
acercamiento.
Aqu es donde aparece Amalia, de Jos Mrmol. Despus de leer varias
obras
decimonnicas, llegu a esta extensa novela argentina, casi
contempornea de Clemencia,
la cual, pareca, sorprendentemente, establecer un dilogo con la
primera: no slo porque
las dos tienen como flujo principal historias de amor y de
guerra por ideales liberales, sino
porque ambas apelan a un mismo conjunto de creencias y valores
compartidos por la
sensibilidad de la poca.
Ese conjunto al que me refiero consiste en la creencia de que
existe una serie de
concordancias entre la apariencia fsica y la forma de ser, entre
esttica y tica, mientras
que Mrmol refuerza una y otra vez la idea de que el fsico es un
buen indicio para saber
cmo actuarn las personas: Una fisionoma en que estaba el sello
elocuente de la
inteligencia, como en sus ojos la expresin de la sensibilidad de
su alma,3 Altamirano la
rechaza y la rompe; pero no lo hace negndola explcitamente, sino
mostrando cmo
atendiendo a estos supuestos se puede traicionar los pilares ms
importantes de la
emancipacin y de la conformacin de las nuevas repblicas: la
igualdad y la libertad. Una
muestra de ello es que Clemencia comparte estas ideas: Clemencia
[] adoraba la forma,
3 Jos Mrmol. Amalia, edicin de Teodosio Fernndez. Madrid:
Ctedra. 2000. P. 104.
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9
crea que ella era la revelacin clara del alma, el sello que Dios
ha puesto para que sea
distinguida la belleza moral,4 y es ella quien provoca la muerte
de Valle, creyndolo un
traidor y un mentiroso basada en su apariencia fsica, en su
aspecto desagradable. El lector
de Clemencia adopta los supuestos de la protagonista y desconfa
de Valle hasta ya
avanzada la historia.
Con este movimiento, Altamirano no slo denuncia las traiciones y
los malos
comportamientos de los partidarios del partido liberal mexicano,
sino que, adems,
cuestiona en qu consisti la victoria de este bando, llama a
recordar los compromisos
olvidados de un movimiento por la soberana nacional que
respondiera a los reclamos y
exigencias que haban sido obvias tras las guerras de
independencia a principios de siglo,
peticiones relacionadas con la injusticia social y
marginacin.5
En ltima instancia, lo que ambas novelas hacen es una propuesta
de ciudadana, de
valores cvicos necesarios para habitar felizmente las nuevas
repblicas y lo hacen a travs
del desarrollo de relaciones amorosas, las cuales permiten
mostrar qu valores deben ser los
imperantes en las nuevas sociedades y qu supuestos deben regular
las relaciones entre los
individuos.
Para demostrar que mis interpretaciones de Clemencia son
apropiadas, en el primer
captulo haremos evidentes los supuestos de los que partimos en
la investigacin y
sembraremos un buen terreno para el anlisis literario. Haremos
evidente que la creacin de
naciones est ntimamente relacionada con la identificacin de un
grupo cultural para
mostrar cmo la poltica decimonnica se estaba realizando en la
cultura, en el arte.
4 Ignacio Manuel Altamirano. Clemencia. 28 edicin. Ciudad de
Mxico: Editorial Porra. 2008. P. 26.
5 Hemos encontrado algunos indicios en la correspondencia de
Altamirano y en el registro de ciertos sucesos
histricos que sealan la posibilidad de que Altamirano tuviera en
mente nombres particulares al realizar estas
denuncias en sus novelas. Trabajaremos esta cuestin en un ensayo
posterior. Cabe aclarar que algunos de los
reclamos que mencionamos tambin aparecen en el Plan de
Ayutla.
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10
En el segundo captulo abordaremos el tema del romanticismo
americano para
acercarnos ms cmodamente a las novelas, ya que consideramos
importante establecer en
qu sentido existi un romanticismo en Amrica y cules fueron sus
caractersticas. En
nuestra opinin, es el marcado carcter transformador de
estructuras y de realidades
polticas el principal elemento que se encuentra en las obras
romnticas que analizamos
aqu. Despus hablaremos someramente de las ventajas de usar como
mtodo de anlisis la
literatura comparada. Finalmente haremos una resea de las
novelas a trabajar para ir
enarbolando la interpretacin que sostendremos en el siguiente
captulo.
En el tercer captulo haremos el anlisis textual haciendo nfasis
en la construccin
de los personajes masculinos y femeninos para desentraar el
modelo de ciudadano que
cada una de las obras propone; despus analizaremos las
relaciones amorosas: sus motivos,
sus implicaciones y sus desenlaces. Con esto, pretendemos hacer
evidente cmo a travs de
la ruptura de la relacin entre tica y esttica, Altamirano
muestra su radicalismo poltico
haciendo una crtica a los presupuestos del partido liberal que
haba triunfado en Mxico
tras la Segunda Intervencin Francesa.
Por ltimo, en las conclusiones recogeremos los puntos ms
importantes a los que
llegamos a lo largo de la investigacin y remarcaremos la
importancia de hacer este tipo de
reflexiones para entender, al menos discretamente, algunos de
los problemas a los que nos
enfrentamos hoy en Mxico.
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11
Introduccin
El siglo XIX latinoamericano es decisivo para la conformacin
histrica de nuestras
naciones: el gran perodo de transicin de los regmenes coloniales
a los estados
nacionales.6 Los resultados de las revoluciones decimonnicas han
impactado en las formas
de entender el mundo que tenemos los latinoamericanos, es decir,
el resultado de los
cambios abstractos en la conformacin de las estructuras de
organizacin poltica,
econmica y social puede verse a un nivel cultural, concreto, que
est presente en la vida
diaria, en las formas que tenemos para relacionarnos unos con
otros. Una muestra
importante de esto est presente en la literatura, podemos decir
que en el XIX est el origen
de algunos caudales literarios que hoy siguen hidratando nuestra
creacin literaria.7
Tras la explosin de los movimientos emancipatorios que
desembocaron en las
revoluciones de independencia, los hombres y las mujeres
tuvieron que imaginar cmo
sera el nuevo mundo para comenzar a construirlo, qu modelos
polticos podran
funcionar, qu organizacin sera la que fuera mejor aceptada por
los habitantes de nuestra
Amrica. Nos parece que, para ello, fue necesario distinguir
entre tres horizontes de
sentido: el deber ser (obligacin), el poder ser (posibilidad) y
el querer ser (deseo,
voluntad); cada uno de estos apunt la mayora de las veces, por
desgracia, hacia lados
6 Para entender estos procesos son iluminadores El liberalismo
triunfante de Luis Gonzlez en el tomo III
de Historia general de Mxico, obra preparada por el Centro de
Estudios Histricos. Ciudad de Mxico:
Colegio de Mxico. 1976. Pp. 163- 281; Una nacin para el desierto
argentino de Tulio Halperin en Proyecto y construccin de una nacin.
(Argentina 1846-1880). Caracas: Biblioteca Ayacucho. p. XI-CII.
s.a.; El obstinado rigor. Hacia una historia cultural de Amrica
Latina, de Jos Luis Romero. Ciudad de
Mxico: Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Centro Coordinador
y Difusor de Estudios
Latinoamericanos. 2002; los trabajos de Arturo Andrs Roig, y de
algunos autores ms, que iremos citando
conforme avance el texto. 7 Es posible recordar aqu las
reflexiones respecto a la influencia de la tradicin literaria
americana en las
producciones propias de cada nacin que compone nuestro
continente, de Pedro Henrquez Urea en Las
corrientes literarias en la Amrica Hispnica, traduccin de Joaqun
Dez-Canedo. Primera reimpresin.
Bogot: Fondo de Cultura Econmica. 340 pp.
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diferentes, es en su cruce donde comenzaron a polarizarse
opiniones y proyectos que, ms
tarde, se nombraran conservadores o liberales.
El nuevo modelo de organizacin favorito fue el republicano, que
deba borrar de
las vidas de los americanos los esquemas propios de la monarqua
y que, ms adelante,
resultara en la transformacin econmica de una sociedad
aristcrata en una burguesa. Esta
transformacin se vio afectada por los intentos, exitosos a
principios de siglo, que la
pennsula emprendi para recuperar las colonias perdidas, y ms
adelante, cuando estos
contrataques fueron vencidos, por las guerras civiles y las
luchas por el poder que azotaron
a nuestro continente dejndolo, durante algunos aos, sumido en la
anarqua y la
desolacin.
As es como las repblicas comenzaron a constituirse de manera que
la soberana de
los nuevos estados nacionales recayera en los ciudadanos,
individuos que pudieran
responder y colaborar con las nuevas condiciones polticas y
econmicas en proceso de
construccin.
Hemos evitado cuidadosamente no decir pueblo y decir ciudadanos,
porque en estos
tiempos, la urbanizacin no signific slo una transformacin del
espacio, sino tambin de
las maneras de entenderlo y de habitarlo, es decir, fue un
proceso de civilizacin que
legitim a los grupos letrados que tomaron el poder y la direccin
de los estados nacientes.8
8 Es interesante respecto a este punto el estudio Democracia
social o burguesa? en Democracia y
socialismo. Aporte a la historia poltica de los ltimos 150 aos.
Traduccin de Emmanuel Suda. Buenos
Aires: Editorial Claridad. 1966. Pp. 43-48 de Arthur Rosenberg
acerca de la divisin ocurrida en Francia por
el ao 1847 entre los partidarios de la democracia: por un lado
estaba el pueblo pobre que reclamaba una
revolucin social y por el otro los jvenes burgueses que deseaban
conservar sus privilegios cercando la
capacidad de participacin poltica a travs de la propiedad
privada, a diferencia del otro bando, encarnado en
el pueblo pobre. De manera anloga, en Amrica las lites
culturales que se encargaron de organizar las
repblicas buscaron conservar privilegios econmicos, sociales y
polticos. el liberalismo de izquierda hubo de sentir la cuestin de
las clases como una perturbacin, puesto que esta democracia
liberal-burguesa slo puede tener derecho a la existencia, si niega
la diferencia esencial de los obreros ante la rica burguesa, y
ante
los obreros la diferencia esencial de los capitalistas. Pp.
46-47, y qu mejor manera de negar estas diferencias que proponiendo
una igualdad terica resguardada bajo el concepto de ciudadano.
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13
Este proceso delimit la soberana popular por medio de una
democracia
representativa, en la que los electores, los ciudadanos, podran
serlo slo si pertenecan a
cierta clase econmica o social, lo cual volva invisibles a las
clases marginadas que haban
luchado, aos antes, en las revoluciones emancipadoras por un
nuevo modelo que los
incluyera. Sin embargo, hubo diversos esfuerzos por hacer que la
ciudadana llegara a ms
individuos, uno de ellos fue el esfuerzo por la educacin, la
cual se convirti en otra manera
de justificar la exclusin de ciertos grupos marginados, ya que
no se poda poner en manos
de la gente inculta algo tan importante como la direccin de su
propio pas.9
Sabemos de la ingente tarea que signific la formacin de nuestra
Amrica a travs
de los documentos que nos han alcanzado por medio del tiempo, es
notable el carcter
cultural del quehacer poltico y filosfico latinoamericano en
esta poca. La literatura, por
ejemplo, funcion como un recipiente ideolgico cuyo contenido
pudo verterse sobre los
hombres para transformarlos.10
En el naciente apogeo del discurso impreso, que dio inmenso
empuje al proyecto
cultural modernizador, ocuparon un lugar importante los gneros
textuales que fueron
posibles gracias a la aparicin de publicaciones peridicas, muy
bien recibidas por sus
lectores recin formados (con el gnero nace un pacto de lectura
singular y a la vez un tipo
de lector) debido a la mutabilidad del peridico, al acceso a las
noticias y a los sucesos de
actualidad que se hicieron asequibles.
Arturo Andrs Roig apunta que la publicacin de impresiones
peridicas permiti la
captacin y la descripcin de la vida cotidiana, lo cual,
evidentemente, fue material para
9 Vase ngel Rama. La ciudad letrada, prlogo de Hugo Achuga.
Montevideo: Arca. 1998. 126 pp.
10 En torno a la reflexin sobre la lectura en el siglo XIX, es
muy enriquecedor el texto de Susana Zanetti. La
dorada garra de la lectura: lectoras y lectores de la novela en
Amrica latina. Rosario: Beatriz Viterbo.
2002. 447 pp.
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14
crear y difundir nuevos modos de vivir, adems, los nuevos medios
de produccin impresa
permitieron la quiebra de las formas expresivas
institucionalizadas, tal como venan
impuestas en particular a partir de la segunda mitad del siglo
XVIII y la apertura hacia una
nueva institucionalizacin, precedida de una etapa de bsquedas
sumamente novedosa y
fecunda.11
La conciencia de una comunidad letrada,12
que se autonombr como la encargada de
llevar al pueblo lejos de los viejos esquemas, funcionaba como
un recordatorio del nuevo
estado de las cosas. Este grupo intentaba satisfacer varias
necesidades, entre ellas: formar
una ciudadana que respondiera al nuevo mercado cultural.
No obstante, las comunidades lectoras enfrentaban diversos
problemas materiales
que iban ms all de los ideolgicos, entre muchos otros: la falta
de libreras, el precio de
los pocos libros existentes y la censura de prstamo en las
bibliotecas.13
Para entender cmo la prctica cultural fue logrando sus fines
polticos a travs de
la literatura es necesario cuestionarse sobre la arquitectura de
los supuestos ticos y morales
que sostenan a la naciente sociedad configurados, primero, en
los libros religiosos, ya que
era la Iglesia como institucin la nica con la posibilidad de
acceder a la cultura letrada; y
luego, en la gama textual que permiti la imprenta, gracias, en
gran medida, a la
conformacin de ciudades: a la ampliacin del campo de batalla de
la literatura.
11
Arturo Andrs Roig, El siglo XIX latinoamericano y las nuevas
formas discursivas, en El pensamiento latinoamericano en el siglo
XIX. Ciudad de Mxico: Instituto panamericano de geografa e
historia. Comisin
de historia. 1986. P. 130. 12
Vase ngel Rama, op. cit. Passim. 13
Respecto a este punto es muy ilustrador el primer captulo de la
tesis de Liliana Jimnez, a la cual
estaremos refiriendo varias veces a lo largo de este trabajo:
Amalia de Jos Mrmol, y la novela histrica del siglo XIX en Amrica
Latina, tesis para optar por el grado de Licenciada en Estudios
Latinoamericanos, elaborada bajo la supervisin de la doctora
Liliana Weinberg de Magis. Ciudad de Mxico: Universidad
Nacional Autnoma de Mxico. Facultad de Filosofa y Letras. 1998.
119 pp.
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15
La literatura del siglo XIX es un campo abierto a anlisis que
nos permite, a travs
de la lectura crtica, ver los anhelos de emancipacin y libertad
de Amrica expuestos sobre
personajes concretos. Esta literatura nos deja, adems,
familiarizarnos con otras formas de
hacer filosofa, nos invita a pensar nuestra historia de las
ideas desde horizontes que,
durante muchos aos, se estimaban imposibles. Prueba de este
cruce entre filosofa y
literatura se encuentra en la no perdida relacin entre muchas de
las descripciones de
aquellas pocas y la actual: gran parte de sus supuestos
filosficos, morales y ticos siguen
regulando nuestra convivencia hoy.
La creacin de la nacin que hoy habitamos est narrada (de muchas
maneras) en la
literatura del XIX, por ello y por todo lo anterior, considero
importante elaborar una lectura
crtica de dos novelas que, juntas, provocan el entendimiento de
nuestra realidad y aportan
luz a las reflexiones en torno a la identidad de lo
latinoamericano.14
14
Adems, creemos que es necesario recordar el XIX para poder
resolver problemas actuales que se
relacionan ntimamente con la creacin de las sensibilidades y de
los horizontes de sentido en aquel siglo.
Cabe sealar que, a su vez, el XIX es resultado de procesos de
creacin y transformacin de siglos
anteriores, no es, de ninguna manera, nuestra pretensin proponer
una supremaca de este siglo sobre todas las
dems pocas en la historia de Mxico y de Latinoamrica. Nuestro
objetivo es mucho ms humilde y
concreto: buscamos traer a la luz, por lo menos a travs de dos
novelas, un siglo que la crtica literaria
mexicana dej de lado hasta apenas hace unos cuarenta aos, debido
a que, tras la Revolucin mexicana de
1910, la literatura se imagin otra, nacida adulta.
Mario Muoz en su ensayo Dos cuentos y dos novelas inconclusas de
Altamirano, aparecido en el Homenaje a Ignacio Manuel Altamirano
(1834-1893), editado por Manuel Sol y Alejandro Higashi.
Xalapa:
Universidad Veracruzana. Instituto de Investigaciones
Lingstico-Literarias 1997. P. 205 (Coleccin
Cuadernos), explica este proceso:
La cultura nacionalista surgida con la Revolucin Mexicana sepult
por mucho tiempo
la vasta produccin literaria del siglo XIX, arguyendo, entre
otras consideraciones, la
baja calidad de las obras, la nula originalidad de los autores y
la tendencia a imitar los
prestigiosos modelos europeos, siempre mal copiados cuando no
mal asimilados.
Cualquiera que haya sido el argumento presentado, lo cierto es
que la literatura
mexicana decimonnica no goz de la simpata ni del inters de los
escritores adictos al
realismo crtico y a la temtica que promovi el movimiento
revolucionario. Ms
adelante, con el cosmopolitismo y el auge de la literatura
urbana, esa parte de nuestra
historia cultural pareca haber quedado confinada para siempre al
museo de las
antiguallas de poca monta.
En mi opinin este olvido voluntario es una forma de
representacin del dolor que provoc el hecho de que el
dorado triunfo del liberalismo cerrara con una Revolucin que
demostr la debilidad y la mala realizacin de
las nuevas formas de organizacin.
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16
Clemencia y Amalia
Ignacio Manuel Altamirano, escritor mexicano nacido en 1834,
public su novela
Clemencia en el peridico literario El Renacimiento (dirigido por
l mismo) en 1869, la
cual cont con gran xito desde el momento de su publicacin y, con
el paso de la historia,
se fue convirtiendo en una lectura obligada para cualquier
mexicano, por ser considerada
como la gran novela nacionalista y romntica del siglo XIX.15
Por otro lado, Amalia, de
Jos Mrmol, escritor argentino nacido en 1817, comenz a aparecer
en el suplemento
literario de La Semana en 1851 y en 1855 empez a circular en
Buenos Aires la edicin
definitiva, que es la que usaremos en este trabajo. La crtica y
las reflexiones ms
abundantes en torno a esta obra la colocan como la gran novela
histrica con tintes
romnticos de la Argentina decimonnica.16
Propongo la lectura crtica de ambas novelas ya que, cuando
Clemencia es leda a la
luz de Amalia, los fines polticos, ticos y estticos de la novela
se evaporan de las pginas
y aparecen en la superficie: la novela muestra esos secretos que
provocan en el lector,
Otra muestra de este sentimiento al que me refiero es la forma
de abordar la literatura
latinoamericana de algunos grandes crticos de nuestra tradicin,
como Enrique Anderson Imbert, quien en su Historia de la literatura
hispanoamericana I. Octava reimpresin. Ciudad de Mxico: Fondo de
Cultura
Econmica. 1979, dice que Clemencia es una novela romntica,
sentimental, psicolgicamente falsa, sin relieves sobre la gran masa
de novelas del mismo tipo que se producen en esos aos, p. 309, y de
Amalia, que es un folletn de aventuras truculentas que transcurren
en Buenos Aires, en los aos abominables de la tirana de Rosas, p.
259, y en un comentario sobre El matadero de Esteban Echeverra
seala que: Como cuadro de costumbres tiene una intencin poltica y
reformista: mostrar la infame turba que apoyaba a
Rosas, p. 242. [Cursivas mas] Considero que estas aseveraciones
son, por lo menos, descuidadas y simplistas. Es por este tipo
de
trabajos que creemos necesaria la aplicacin de otras metodologas
crticas para acercarnos a nuestra
literatura. 15
Para un panorama muy general de lo que se ha dicho de esta
novela, revis la tesis de Azuvia Licn
Villalpando Gnero y nacin. Las imgenes de lo femenino en dos
novelas del siglo XIX latinoamericano: Clemencia y Soledad, tesis
para optar por el grado de licenciado en Estudios Latinoamericanos,
asesorada por Begoa Pulido Herrez. Ciudad de Mxico: Facultad de
Filosofa y Letras, Universidad Nacional
Autnoma de Mxico. 2010. 119 pp. 16
Para un panorama muy general de lo que se ha dicho de esta
novela, revis el texto de Teodosio Fernndez.
Introduccin en Amalia. Madrid: Ctedra. 2000. Pp. 11-62, y la
erudita tesis de Liliana Jimnez que mencionamos arriba, en la cual
se halla una interesante interpretacin de Amalia como una novela
histrica
que resuelve a nivel simblico conflictos polticos de la historia
argentina.
-
17
discretamente, la sensacin de haber ledo una gran obra, aun
cuando las presunciones
artsticas en Clemencia no sean tan marcadas como en Amalia.
Amalia y Clemencia, a pesar de que sus autores, quiz, no hayan
podido leerse,
hablan de un mismo espritu de la poca, que, en la primera, busca
reforzarse y, en la
segunda, romperse, a travs de distintos tratamientos de los
mismos tpicos literarios,
ambas tienen cauces distintos y desembocan en sendos mares; a
pesar de ello, el lector
atento puede entrever que la historia de Latinoamrica, no
obstante su geografa
heterognea y sus nacionalismos regionales, es un solo cuerpo que
ha sabido moverse en el
tiempo creando ecos y ritmos que se repiten a lo largo del
continente en forma de
literaturas.
Partiendo de esta idea, pensemos que Amalia y Clemencia tienen
un movimiento en
comn: el tema amoroso, y en cada una conviven dos discursos: uno
interno y otro externo.
El interno busca crear una literatura propia con bases estticas
que la consoliden en
el plano artstico; apela a la creacin de ideas en el lector, a
los sentimientos de los
personajes, a la parte invisible del hombre, a lo que se ha
venido considerando desde la
Antigedad como lo relacionado con el alma. Este discurso propone
modos de ser para sus
lectores en tanto que seres humanos.
El externo propone modos de actuar. Est ms cercano a la
conformacin fsica, al
cuerpo, a las pasiones exgenas. Es lo superficial, lo aparente,
lo terrenal, y llama al actuar
poltico propio de Latinoamrica.
Ambos discursos confluyen en la realizacin del amor, en el
proceso de
enamoramiento van corriendo como asntotas una al lado de la
otra. El amor se convierte
entonces en la arista que acerca estos polos del discurso, que
se erige como el productor de
la convergencia entre el hombre y la invencin de su
realidad.
-
18
Clemencia representa una ruptura de los modelos de ciudadano y
de enamorado que
se encuentran bastante fuertes y consolidados en Amalia, nuestro
objetivo es explicar cmo
es que esto sucede y buscarle una justificacin.
Mi hiptesis es que la construccin de las relaciones amorosas en
Clemencia y
Amalia propone modelos para la formacin de ciudadanos. El amor
es el basamento
principal sobre el cual se cimentan los sentimientos de
nacionalismo, de libertad y de
perfeccionamiento del hombre en estas novelas decimonnicas, por
esto las relaciones
amorosas son una clave para entender los procesos de formacin
del Estado a partir de la
creacin de nuevos tipos de hombres.
Siguiendo esta lnea de razonamiento podemos encontrar que el
ciudadano
enamorado, caracterizado en cuerpos de hombres y mujeres
concretos, los personajes, es
una va para entender el proceso de conformacin de dos Estados
nacientes en el siglo XIX.
Por otro lado, la comparacin entre ambas novelas aporta luz a
las intenciones e
intereses de cada una: Clemencia representa una ruptura de
muchos de los modelos fuertes
de Amalia, por ejemplo: del hroe letrado comprometido con la
poltica desde su torre
marmrea de pensamientos sublimes; de la doncella que encuentra
en el amor casto la
excelsitud de su alma; y de la correspondencia entre esttica y
tica, representado en este
caso con los binomios belleza-bondad, fealdad-maldad. Esta ltima
es de gran relevancia
pues, en ltima instancia, se refiere a la correspondencia
ficticia entre raza17 y clase
17
Recordemos el brillante ensayo de Ruy Prez Tamayo Biotica y
raza, en las Memorias de la Academia Mexicana de la Lengua. Tomo
XXXI (2004). Ciudad de Mxico: Academia Mexicana de la Lengua.
2010,
donde discurre acerca de los conceptos de raza y de biotica, y
dice de la primera: Hay algo que ha hecho al ser humano, a lo largo
de toda su historia y hasta el da de hoy, aferrarse a la idea de
que existen diferencias
intrnsecas entre distintos grupos humanos, y que estas
diferencias determinan que unos sean superiores a otros.
Naturalmente, los que siempre han resultado superiores han sido los
que poseen el poder y los medios para dominar y someter a los
inferiores, sobre todo cuando ha habido encuentros entre culturas
distintas. Ruy Prez Tamayo. P. 226.
-
19
social que los grupos privilegiados usaron, desde la conquista,
para justificar por qu el
poder debe estar en manos de unos y no de otros, y que sobrevivi
incluso en el seno del
partido liberal.18
En mi opinin Altamirano ejerce, adems, una fuerte crtica al
grupo liberal (del
cual l formaba parte) que, en cierta manera, olvid y traicion
parte de sus supuestos
bsicos al conservar grupos oligrquicos en las altas esferas
polticas y al abandonar a las
clases marginadas que lucharon con los estandartes de
emancipacin y libertad.
Los objetivos de este trabajo quedan fijados entonces, de la
siguiente manera:
realizar un breve estudio sobre los conflictos polticos que se
vivan en Amrica; apuntar el
carcter cultural de la poltica latinoamericana del siglo XIX;
comparar ambas novelas para
ver cmo funcionan en relacin mutua: cules son los puntos que
tienen en comn,
Recordemos tambin los trabajos de Jos Carlos Maritegui respecto
al problema del racismo y del
indio americano, en su ensayo El problema del indio, presentado
en el libro Siete ensayos de interpretacin de la realidad peruana.
Prlogo de Anbal Quijano. Notas y cronologa de Elizabeth Garrels.
Caracas:
Biblioteca Ayacucho. 1970. Pp. 20-32, hay una reformulacin de la
forma de abordar el problema: La cuestin indgena arranca de nuestra
economa. Tiene sus races en el rgimen de propiedad de la tierra, p.
20, y ms adelante: La solucin del problema indio tiene que ser una
solucin social. sus realizadores deben ser los propios indios, p.
29, apuntando con esto a que es necesario considerar las
dimensiones sociales y econmicas de problemas que haban sido vistos
por cierta crtica como exclusivamente tnicos, culturales y
pedaggicos.
Guillermo Bonfil Batalla en su ensayo El concepto de indio en
Amrica: una categora de la situacin colonial, aparecido en los
Anales de antropologa. Ciudad de Mxico: Universidad Nacional
Autnoma de Mxico. Instituto de Investigaciones Antropolgicas.
Volumen 9. 1972. Pp. 105-124, tambin
aporta luz a esta problemtica cuando seala que es necesario
trabajar interdisciplinariamente para definir el
concepto de indio y evitar definirlo slo en comparacin con la
cultura dominante, ya que el origen de la
denominacin ocurri en la etapa colonial de nuestra Amrica.
Despus, en el siglo XIX, La estructura social de las naciones recin
inauguradas conserv, en trminos generales, el mismo orden interno
instaurado
durante los tres siglos anteriores y, en consecuencia, los
indios continuaron como una categora social que
denotaba al sector dominado bajo formas coloniales, ahora en el
seno de pases polticamente
independientes. P. 118 Por ltimo, queremos referir a Anbal
Quijano, quien, siguiendo el pensamiento de Maritegui,
seala que la categora de raza surgi histricamente como una forma
de legitimar relaciones de poder, en su
ensayo Colonialidad del poder y la clasificacin social en
Journal of World-System Research. Special issue: Festschrift for
Immanuel Wallerstein. Editado por Giovanni Arrighi y Walter L.
Goldfrank. Volumen XI,
nmero 2, verano-otoo. 2000. Pp. 342-386. 18
Habra sido interesante revisar qu facciones existan dentro del
mismo partido liberal, que segn apunta
Charles A. Hale en La transformacin del liberalismo en Mxico a
finales del siglo XIX, eran tres: el
liberalismo social, que es el de Altamirano, el liberalismo
anarquista, de Flores Magn, y el liberalismo
positivista de Porfirio Daz, que fue el triunfante. Sin embargo,
profundizar en la clasificacin de Hale
superaba el tiempo y el espacio disponibles para esta tesis, por
lo que retomaremos el tema en estudios
posteriores.
-
20
describir cmo es que en Clemencia las ideas propuestas en Amalia
mutan y descubrir en
qu se transforman; cmo funciona en Clemencia la ruptura de
esquemas presentados en
Amalia y para qu sirve; entender los modelos de ciudadana que
proponen ambas novelas;
pensar en los conceptos de amor que cada una maneja y en cules
valores humanos
proponen como fundamentales; enlazar la reflexin inspirada por
las novelas
decimonnicas con nuestro tiempo.
-
21
Captulo I Una historia de Amrica
Para comenzar, delimitemos, siguiendo a Arturo A. Roig, el
periodo que entenderemos
como decimonnico de 1810 a 1898, esta demarcacin de hitos tiende
a ver a la
Amrica decimonnica desde el punto de vista de los procesos de
independencia y la
constitucin de Estados-naciones.19 Este inicio terico nos es muy
til, pues nos ayuda a
entender que, de los dos grandes procesos decimonnicos (la
emancipacin y el nacimiento
de las naciones), nos avocaremos al segundo pero sin olvidar que
ste sigue siendo muestra
de muchos de los problemas que se suscitaron en el primero.
La emancipacin
Las independencias americanas fueron fragundose en los crculos
criollos de los
virreinatos de manera ms clara cuando lleg a Amrica la noticia
de que Napolen
Bonaparte haba invadido la pennsula ibrica y atentado contra el
rgimen de Fernando
VII. Si ya desde tiempo atrs la ocupacin de cargos relevantes en
el gobierno restringida a
peninsulares y la imposibilidad de regular autnomamente los
tratados econmicos y
comerciales entre diversos territorios haba causado descontento
entre la poblacin criolla,
el sentimiento de usurpacin del poder, en manos de aquel francs
al otro lado del mundo,
caus conmocin en los pechos de los hombres y reg agua en las
frtiles semillas de
descontento que existan desde haca algn tiempo.
Los levantamientos libertadores no fueron unnimes, es decir,
hubo, de este lado del
mundo, americanos que lucharon para defender el gobierno y la
legitimidad del rey,
imaginemos entre ellos a un joven veracruzano, apenas con bigote
sobre los labios,
19
Arturo Andrs Roig. Presentacin de El pensamiento social y
poltico iberoamericano del siglo XIX, editado por l mismo. Madrid:
Trotta. 2000. P. 13
-
22
enlistado en las tropas reales de la Nueva Espaa, quien ms
adelante se convertira en uno
de los presidentes con mayor durabilidad en el poder: Antonio
Lpez de Santa Anna.
Las luchas de emancipacin fueron apoyadas en gran medida por el
pueblo raso, en
su mayora indios o mestizos, que se vean afectados en los
aspectos ms bsicos de sus
vidas (comida, salud, casa) por el manejo poltico y econmico de
las lites, adems de ser
maltratados y discriminados por las clases dominantes. Debemos
tener en claro que, segn
la mayora de los estudios realizados sobre este tema, las
insurrecciones campesinas se
encuentran cerca de lo material y lo concreto, y que, segn estos
estudios, son los dirigentes
de las clases privilegiadas los que nombran los problemas de
fondo que sostienen las
dificultades diarias en el modo de vida y que, adems, aprovechan
esos descontentos para
usar la fuerza de los hombres en provecho de intereses
desconocidos y ajenos a estos
ltimos.20
Un nuevo horizonte. La creacin de naciones
Tras los movimientos emancipatorios, la creacin de los
estados-nacin ser muy
importante para la vida y la literatura de la poca, pues se
trata de procesos de invencin de
20
Cfr. John Tutino. De la insurreccin a la revolucin en Mxico. Las
bases sociales de la violencia agraria,
1750-1940. Ciudad de Mxico: Ediciones Era. 1990. (Coleccin
Problemas de Mxico).
En cuanto a este tema es importantsimo el trabajo de Florencia
Mallon titulado Campesino y nacin:
la construccin de Mxico y Per poscoloniales. Traduccin al espaol
de Lilyn de la Vega. Ciudad de
Mxico: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en
Antropologa Social, El Colegio de San Luis y El
Colegio de Michoacn. 2003. 584 pp.
En este ensayo la autora defiende y prueba la hiptesis de que
los campesinos tuvieron gran
importancia en el devenir poltico de los estados-nacin
latinoamericanos, como muestra ella analiza los casos
de Mxico y Per. Su trabajo hace nfasis, adems, en que los
ciudadanos actuales en ambos pases siguen viviendo las
consecuencias de los sucesos del siglo XIX, p. 19. John Tutino, en
el prlogo dice que la participacin popular fue importante en la
poltica decimonnica que cre los estados y las naciones, en
Mxico y Per pero tambin, seguramente, en cualquier otro lugar
que los investigadores se comprometan a
indagar con profundidad, p. 32. El trabajo de Mallon es un
parteaguas en la forma de estudiar la historia de Latinoamrica, ya
que
anteriormente se consideraba que los procesos revolucionarios y
emancipatorios eran creados y dirigidos por
las lites urbanas, sin embargo esta autora prueba que la cuestin
es mucho ms compleja y que los sectores
rurales han tenido un peso importante en aquellos procesos.
-
23
identidades. El nacimiento de nuestros pases (y, en realidad de
todo nuestro continente) tal
y como los conocemos ahora es resultado de ese pasado no tan
remoto.
Los que ahora pueden ser llamados pases son hijos de una
corriente catica de
historias y aventuras, cada una representante de una nacin pero
todas parte del mismo fluir
que es nuestra Amrica. Entender el devenir consonante de
nuestras naciones no solo
ilumina invaluablemente la historia de la literatura americana y
nuestras posibles lecturas
comparativas entre obras concretas, sino que, adems, permite
comprender cosas que
suceden en los das actuales, ya que, en gran medida, y como
pretendemos mostrar a lo
largo de todo este trabajo de escritura y de indagacin, muchos
conflictos vigentes son los
hilos sueltos, los hijos olvidados, de los grandes problemas
decimonnicos.21
Para continuar la elaboracin de un marco que nos ayude a
entender qu es lo que
sucede en las novelas que trabajaremos, ahondaremos en algunos
temas que consideramos
imprescindibles para la completa comprensin de nuestra
investigacin.
Los modelos de formacin de las nuevas organizaciones polticas
americanas
Hablar de la historia de Amrica, en este caso, ser hablar de la
historia de Latinoamrica,
debido a varias cosas; la primera: nuestro inters central est en
dos lugares especficos:
Mxico y Argentina; la segunda: la historia del continente de
Mxico hacia el sur es muy
21
Un ejemplo concreto de esto es la actual influencia de las
campaas electorales, basadas en la imagen, en
las decisiones polticas de los electores. La imagen agradable,
los rasgos bellos, de ciertos candidatos polticos, son argumento
importante para muchas personas que atienden, quizs sin saberlo, a
una concepcin
equivocada de que existe una relacin proporcional entre la
belleza y el bien, entre la tica y la esttica.
Pensemos en la campaa publicitaria del candidato presidencial
del Partido Revolucionario Institucional
Enrique Pea Nieto, quien ha cometido graves errores, tanto en
sus decisiones polticas como gobernador del
Estado de Mxico como en sus apariciones en eventos culturales, y
sin embargo, ha logrado ser, por algn
tiempo, el candidato favorito debido a su exitosa campaa visual
basada en el resalte de sus agraciados rasgos fsicos.
-
24
distinta a la del norte. Esto puede explicarse porque los
modelos polticos, econmicos y
sociales de los pases europeos que colonizaron estas zonas eran
muy diferentes entre s.
Mientras que La conquista y la colonizacin ibrica,
fundamentalmente la
espaola, se realiz bajo los imperativos de una monarqua feudal
absolutista, imbuida de
un catolicismo militante de franca vocacin universalista,22 es
decir, bajo una organizacin
que pona nfasis en valores como la aristocracia, la pureza de
sangre, y que consideraba el
trabajo como algo digno slo del pueblo bajo, la colonizacin
inglesa se produjo en
momentos en que en Inglaterra se presentaban signos evidentes
del avance de la
modernidad capitalista,23 es decir, cuando se estaba realizando
un cambio en el paradigma
del poder poltico, que estara ms relacionado con una actividad
econmica intensa, esta
colonizacin revisti el carcter de empresa comercial privada, y
estuvo marcada por la
presencia del farmer o granjero, y de un protestantismo
ferviente.24 La mentalidad de la
colonizacin inglesa que se llev a cabo en lo que ahora conocemos
como Estados Unidos,
entendi al indio como un estorbo, estos fueron perseguidos y
exterminados en la medida
en que el colonizador precis de nuevas tierras.25
As, podemos comenzar a entrever cmo es que la historia de Amrica
abri puertos
en direcciones distintas, a manera de respuesta a lo que ocurra
en Europa en los pases que
tuvieron actividad colonizadora.
Una vez realizadas las guerras de independencia e iniciado el
proceso de
emancipacin, Latinoamrica enfrent un problema al que aludimos
pginas arriba: el de su
nueva organizacin. Jos Luis Romero apunta que eran cuatro los
modelos que se
22
Joaqun Santana Castillo. Identidad cultural de un continente:
Iberoamrica y la Amrica sajona. Desde la doctrina Monroe hasta la
Guerra de Cuba, en El pensamiento social y poltico iberoamericano
del siglo XIX, editado por Arturo Andrs Roig. Madrid: Trotta. 2000.
P. 20. 23
Ibidem. P. 21 24
Idem. 25
Idem.
-
25
disputaban el futuro de nuestras naciones: el hispanocriollo de
tradicin igualitaria
espaola; el ingls de la monarqua constitucional; [] el francs,
originalmente claro a la
luz de la Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano,
aprobada en 1789; []
y el modelo norteamericano.26 Cada uno tena pros y contras y era
defendido por unos y
otros: el modelo hispanocriollo fue el que se intent en Mxico
con Agustn de Iturbide,
cuyo fracaso es evidente, ya que solicitaba la conservacin de
viejas estructuras y su
legitimidad era frgil; el ingls era apoyado por grupos
conservadores que deseaban romper
ligas con el modelo anterior, pero conservar las formas ms
rescatables que encontraban en
l, una de ellas era, por supuesto, la reparticin del poder; el
francs todava no pareca
resultar enteramente exitoso puesto que nuestras sociedades no
estaban preparadas, en
opinin de los mismos hombres decimonnicos para saber llevar a
buen puerto la direccin
de un pueblo que se autogobierna, el argumento principal contra
este rgimen era el riesgo
de caer en una anarqua, cosa que sucedi en varias regiones
americanas; por ltimo, el
modelo norteamericano pareca un puerto ms o menos seguro, a
continuacin veremos por
qu.
La independencia de los Estados Unidos y el triunfo de su modelo
de organizacin
puesto en prctica fueron, en un principio, un aliento de
esperanza para el resto del
continente: Poda esperarse de Estados Unidos, acaso, apoyo
militar y financiero o, al
menos, respaldo poltico en la tensa situacin mundial dentro de
cuyo cuadro se producan
estas revoluciones. Pero diversas circunstancias revelaron
inmediatamente que el problema
26
Jos Luis Romero. La independencia de Hispanoamrica y el modelo
poltico norteamericano en El obstinado rigor. Hacia una historia
cultural de Amrica Latina. Ciudad de Mxico: Universidad
Nacional
Autnoma de Mxico. Centro Coordinador y Difusor de Estudios
Latinoamericanos. 2002. P.143. Respecto a
este punto, mi maestro y amigo Rafael Mondragn me hizo
reflexionar sobre los cortos alcances y la poca
amplitud que alcanzan anlisis como ste, que intentan explicar la
historia latinoamericana a partir de las
influencias externas y no de procesos creativos intestinos.
-
26
planteaba ciertas dificultades.27 La opinin que los
norteamericanos tenan del resto del
continente y las viejas querellas venidas desde Europa entre
Inglaterra y Espaa impidieron
que la situacin se volviera ms amable para los recin
libertados.
No obstante, a pesar de esta ruptura entre los hermanos
americanos, el modelo
poltico alcanz una especie de independencia respecto de su
creador y Dos puntos
fundamentales obtuvieron respuesta suficiente a travs del modelo
poltico norteamericano,
que no lo tenan apropiadamente en otros modelos. Uno fue el
principio republicano y el
otro fue el principio federal.28 He aqu donde podemos observar
que la identidad de
nuestra Amrica se form, tambin, con influencias de nuestros
vecinos del norte.
Es importante apuntar que, cualquiera que fuera el camino a
seguir, exista la
creencia, desde tiempos anteriores a la emancipacin de que slo
los hombres virtuosos e
ilustrados no los incultos e ignorantes que constituyen el
pueblo, aunque sea en su
nombre que se acte pueden salvar a la patria tanto del
despotismo como de la
anarqua,29 este punto es muy importante para entender gran parte
de los problemas que
analizaremos en las novelas, es una postura sostenida en Amalia
y que parece tambalearse,
de alguna manera, en Clemencia.
Las dimensiones culturales de la poltica
En el apartado anterior cerramos la revisin de los posibles
modelos polticos con la
reflexin sobre la importancia que tom para los hombres del XIX
ser letrado e ilustrado, la
cual se justifica con la necesidad de lo que Leopoldo Zea ha
llamado una emancipacin
27
Ibidem. P.165. 28
Ibidem. P.168. 29
Carmen L. Bohrquez. La tradicin republicana. Desde los planes
monrquicos hasta la consolidacin del ideal y la prctica
republicanas en El pensamiento social y poltico iberoamericano del
siglo XIX, editado por Arturo Andrs Roig. Madrid: Trotta. 2000. P.
71
-
27
mental, tarea que era difcilmente vislumbrada recin empezado el
siglo.30 No slo haba
que liberarse de los regmenes extranjeros y decidir qu camino
seguir, sino tambin exista
la tarea de construir un espritu nacional que, a diferencia de
la independencia, no se
impone por la fuerza de los hechos, sino que se muestra como un
acto voluntario.31
Podemos afirmar, entonces, que la creacin de las naciones est
ntimamente
relacionada con la identificacin de un grupo cultural que se
autodenomine como tal, pues
sern ellos los arquitectos de la nueva Amrica.
El horizonte poltico se fue construyendo por medio de la
autodelimitacin del
horizonte cultural, el cual, en este caso particular fue muy
complejo, ya que se transform,
en algunos sentidos, pero se afianz en otros. Monserrat Gal
seala la importancia de
atender al modelo cultural porque es el que conforma los
horizontes de sentido y de
posibilidad para pensar la realidad en determinada poca:
cada poca, de acuerdo con su estructura social, ve determinadas
cosas de cierta manera,
y hay otras que ni siquiera puede imaginar. Existe un horizonte
cultural que no se puede
rebasar. Sin embargo, no debe entenderse la estructura social
nicamente como algo
relacionado con las clases sociales o los aspectos econmicos,
tal y como nos haba
acostumbrado un marxismo simplista, sino que en la estructura
social tambin
intervienen factores culturales, de mentalidad y de
sensibilidad.32
30
Vid. Leopoldo Zea. El pensamiento latinoamericano. Edicin a
cargo de Liliana Jimnez Ramrez, con la
colaboracin de Martha Patricia Reveles Arenas y Carlos Alberto
Martnez Lpez, diciembre 2003, edicin
digital basada en la tercera edicin del libro (Barcelona: Ariel,
1976), consultada en
http://www.ensayistas.org/filosofos/mexico/zea/pla/indice.htm,
vista por ltima vez el 3 de abril de 2012 a las
17:00 hrs. 31
Ibidem. P. 84 32
Monserrat Gal Boadella. Historias del bello sexo: la introduccin
del Romanticismo en Mxico. Ciudad de
Mxico: Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Instituto de
Investigaciones Estticas. 2002. P. 23.
Respecto a este tema resulta iluminador el ensayo de Hilda
Sabato La historia intelectual y sus lmites. Punto de vista.
Revista de cultura. Buenos Aires. Ao IX, nmero 28. Noviembre 1986.
Pp. 27-31, donde, a
partir de sus comentarios acerca del libro The Great Cat
Massacre and Other Episodies in French Cultural
History, discurre sobre la llamada Intellectual history, la
cual, en su opinin es una bondadosa metodologa que permite nuevos
acercamientos a las producciones culturales vinculando las ideas a
los hombres. Vnculo doble: por un lado aparece la preocupacin por
la produccin intelectual, atendiendo a quines y a cmo se
generan las ideas siempre en el mbito de las ideas expresadas de
manera sistemtica, a cmo se difunden y se transforman. P. 29. Un
excelente ejemplo de la aplicacin de esta metodologa es la tesis de
licenciatura de Rafael
Mondragn: Reflexin y metfora en la tradicin filosfica de Nuestra
Amrica. El pensamiento de Nuestra Amrica en el siglo XIX en su
dimensin literaria. Ensayo de Historia de las Ideas a partir de la
obra de
Francisco Bilbao, tesis para optar al grado de licenciatura en
Lengua y Literaturas Hispnicas, asesorado por
-
28
Con esta reflexin justificamos nuestra lectura poltica de Amalia
y Clemencia, ya que
consideramos que las formas de hacer poltica estuvieron
completamente determinadas por
los modelos culturales y viceversa; si bien no creemos que este
proceso dinmico y
dialctico entre cultura y poltica sea exclusivo del siglo XIX, s
consideramos que es
crucial tenerlo en mente cuando emprendemos la lectura de alguna
obra del periodo.
La creacin de las nuevas naciones como proceso de creacin de
identidades tuvo
que ver con el nacimiento de una identificacin de los habitantes
de extensos territorios
como comunidades imaginarias, concepto enriquecedoramente
trabajado por Benedict
Anderson, quien afirma que la nacionalidad, o la calidad de
nacincomo podramos
decirlo, en vista de las variadas significaciones de la primera
palabra, al igual que el
nacionalismo, son artefactos culturales de una clase
particular,33 esto es, son procesos
inconscientes de reconocimiento y pertenencia a grupos limitados
que se distinguen de
otros grupos; Benedict Anderson justifica esta creacin de lo
propio y el consiguiente
alejamiento del otro explicando que el concepto naci en un
momento en el que era
necesario deslegitimar el rgimen monrquico; las naciones, adems
de nicas, se
entienden como comunidades donde las relaciones entre sus
integrantes se suponen
horizontales y fraternales.
Es importante remarcar la caracterstica cultural del surgimiento
de naciones porque
esto conlleva a que el nacionalismo debe entenderse alinendolo,
no con ideologas
el doctor Federico lvarez Arregui. Ciudad de Mxico: Universidad
Nacional Autnoma de Mxico. Facultad
de Filosofa y Letras. 2006. 164 pp. 33
Benedict Anderson. Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el
origen y la difusin del nacionalismo,
traduccin de Eduardo L. Surez. Ciudad de Mxico: Fondo de Cultura
Econmica. 1993. P. 21.
-
29
polticas conscientes, sino con los grandes sistemas culturales
que lo precedieron, de donde
surgi por oposicin.34
Anderson apunta que hubo tres condiciones de posibilidad para
que comenzara a
surgir la idea de comunidades basadas en las naciones; estas
condiciones giran en torno a la
prdida de conceptos unificadores que ayudaran a entenderse como
parte de algo ms
grande: la primera es la prdida de la creencia de que haba
lenguas especiales capaces de
conectarnos a lo divino, que, a la vez, eran sustento de las
religiones; la segunda, la
renuncia al sistema monrquico, este sistema implicaba la eleccin
divina de un hombre
que podra gobernar varios pueblos sin importar los orgenes de
stos; y la tercera es la
concepcin de la temporalidad, donde los orgenes del hombre y del
mundo son los
mismos: el pensamiento cristiano medieval no tena una concepcin
de la historia como
una cadena interminable de causa y efecto o de separaciones
radicales entre pasado y
presente.35 La idea de simultaneidad es moderna en el sentido de
que podemos imaginar a
seres pertenecientes a una misma comunidad que saben de la
existencia de los otros y de su
pertenencia al mismo grupo sin, siquiera, haberlos visto jams.
Una de las claves ms
importantes para que estos tres paradigmas de entender al mundo
se transformaran fue el
auge de la cultura impresa.
Nuestros ejemplos de Argentina y Mxico responden perfectamente a
las tres
condiciones sealadas por este pensador, habramos de agregar que
si la cultura impresa fue
un sustento importantsimo para la creacin de naciones, es porque
el discurso nos ayuda a
formar comunidades y a alimentar el imaginario de la pertenencia
a cierto lugar. Por
ejemplo, Amalia y Clemencia hablan de momentos histricos muy
cercanos a sus fechas de
34
Ibidem. P. 30. 35
Ibidem. Pp. 44-45.
-
30
publicacin y se preocupan por describir cmo y quines eran o
deberan ser los habitantes
de Argentina y de Mxico, al menos en las ciudades importantes;
es posible identificar a las
naciones con las apelaciones y los guios que las novelas tienen
para sus lectores, artificios
que los hacan formar parte de la comunidad imaginada.36
Comprobamos as que tener el poder cultural significaba ejercer
poder poltico, es
por ello que los grupos culturales eran, adems, los grupos que
se encontraban en el pico de
las jerarquas econmicas y sociales. Ser intelectual significaba
gestionar el poder.
La ciudad letrada
El lugar que fungi como el corazn de los grupos intelectuales
que fueron los padres de la
configuracin de los estados nacientes fue, desde luego, la
ciudad; esto se debi a la
importancia administrativa que ciertas zonas haban adquirido
desde los tiempos de la
colonia.
Las ciudades fundadas tras las conquistas en Amrica fueron la
representacin de
las utopas ordenadas y civilizadas de los europeos. La creacin
de ciudades significaba el
establecimiento de un orden ideal que mantendra al nuevo mundo
organizado
jerrquicamente, de tal manera que romper la subordinacin fuera
algo impensable y ajeno
al pueblo americano que ahora se vea bajo un cierto esquema
racional que mantendra el
36
Con la mencin de las comunidades imaginarias de Anderson, vienen
a la memoria los conceptos de
Mxico imaginario y Mxico profundo de Bonfil, que son muy
esclarecedoras para nuestra investigacin.
Bonfil sostiene que el Mxico imaginario es aqul que funciona
como legitimacin y como
explicacin de la reparticin actual de privilegios y poderes
polticos, econmicos y sociales, es el Mxico
que se presenta como resultado de un afortunado proceso de
mestizaje y unin cultural entre la comunidad
poscolonial (indios, criollos, etctera). El Mxico profundo, por
otro lado, es el Mxico de los dominados, de
los indios (categora difusa e inexacta que usamos para
referirnos a aquellas comunidades que comparten la
experiencia de la situacin colonial), este Mxico ha sido el
dominado, el negado, el otro.
Bonfil seala la existencia de los dos Mxicos, el visible e
imaginario, el invisible y profundo, la
conciencia de estos dos har ms fcil la comprensin de nuestro
presente y de nuestra historia.
Creemos que el Fernando Valle de Altamirano es una muestra del
Mxico profundo.
-
31
nuevo estado social: el ser ciudadano. Ms que una fabulosa
conquista, qued certificado
el triunfo de las ciudades sobre un inmenso y desconocido
territorio, reiterando la
concepcin griega que opona la polis civilizada a la barbarie de
los no urbanizados.37
Segn explica ngel Rama, los planos de las nacientes ciudades
americanas se
diseaban de tal manera que los signos de la ciudad, la
estructura de las calles y la
organizacin de los lugares importantes, fueran los signos de la
sociedad; sin embargo, la
ciudad no slo significaba en su materialidad o en la planeacin
de sta, sino en la
configuracin literaria que adoptaba en las novelas.38
Teniendo en cuenta que la ciudad era un signo de la organizacin
impuesta por la
Corona en Amrica, es posible hablar sobre otras de sus funciones
a nivel tanto material
como ideal y localizar cul fue el nacimiento de estas sedes de
poder.
Con el paso de una ciudad estamental (virreinal) a una ciudad
burguesa
(republicana) se desarroll un proceso de laicizacin del poder
que ejerca la iglesia durante
el periodo colonial que comenz a ser tomado por los criollos
adinerados, hijos de una
educacin humanista y jesuita que tuvo su apogeo en el siglo XVII
antes de la expulsin de
Amrica de estos ltimos en 1767. As fue como, antes incluso de
los movimientos
emancipadores, surgi la ciudad letrada compuesta por Una plyade
de religiosos,
administradores, educadores, profesionales, escritores y
mltiples servidores intelectuales,
todos esos que manejaban la pluma, estaban estrechamente
asociados a las funciones del
poder,39 que ms adelante entregaran la estafeta a hombres
civiles que, con otros medios
distintos que la religin, legitimaran su poder.
37
ngel Rama, op.cit. P. 25. 38
As sucede en Amalia, donde la ciudad se vuelve el foco principal
de rebelin, el padre protector de las
provincias que deban unirse a Buenos Aires para luchar juntas
contra el dictador Rosas. 39
ngel Rama. Op. cit. P. 32.
-
32
La funcin de esta ciudad sera la de formar naciones y educar a
los pueblos, la de
civilizar, concepto estrechamente ligado a la concepcin de urbe.
Esta tarea se realizara en
mltiples niveles, por un lado, en un nivel fsico con la
construccin de nuevas ciudades y
el mejoramiento de las existentes; en uno menos material, se
pretenda erradicar a la
barbarie originaria de los territorios, ya sea educndolos, ya
matndolos.
La ciudad letrada se elev por encima del pueblo llano, el cual
fue considerado por
muchos intelectuales decimonnicos, si obediente, como un rebao
calmado, un buen
salvaje; si revolucionario, como una plaga, es en este caso
cuando el pueblo es visto como
una manada de bestias salvajes incapaces de estimar qu es lo
mejor para ellos mismos.
Liberales y conservadores
Cerraremos este captulo con el inicio de un pensamiento que
atravesar el anlisis
realizado ms adelante y que reencontraremos en las conclusiones.
Queremos centrar
nuestra atencin en la conformacin de los grupos letrados, cuya
importancia ya apuntamos
ampliamente en los apartados anteriores.
Sabemos que hubo una pluralidad de posturas e ideologas
difcilmente abarcable en
los lmites de esta investigacin, por lo que nos encargaremos slo
de esbozar las lneas
generales del pensamiento de los grupos conservadores y
liberales para poder enfrascarnos
en la reflexin en torno al grupo liberal reflejado en Clemencia
y en Amalia.
En la opinin de Yamand Acosta Liberalismo y conservadurismo
fueron pues, las
ideologas articuladoras de los sujetos histricos de diferente
densidad que de modo fuerte
-
33
marcaron el espacio poltico-social de su poca,40 mencionamos la
opinin de este autor
para reforzar nuestro punto de partida sobre la importancia del
cuestionamiento sobre la
composicin y actuacin de estos grupos.
Sin embargo, enfrentarse al problema de delimitacin de los
grupos no es tarea fcil.
Podemos empezar, siguiendo a Jos Luis Romero, por establecer que
la diferencia
fundamental entre los grupos son los impulsos de cambio o de
conservacin, segn sea el
caso. Los conservadores se distinguen por querer la permanencia
de las estructuras
tradicionales, son los celadores de la preservacin de las
estructuras bsicas,41 los
partidarios de esta ideologa consideran que el estado de las
cosas deba ser inmvil y
estable, ya que las estructuras haban sido establecidas de la
mejor manera posible desde el
principio y deban permanecer as: [el grupo conservador]
consideraba que la realidad era
algo dado y establecido en un pasado remoto, por obra divina, o
acaso, por un pacto social,
que deba mantenerse inmutable o con el menor cambio posible.42
Hubo, sin embargo,
diversidad entre los mismos colegas, porque algunos, al ver que
el cambio ya haba
comenzado a hacerse, se nombraron restauradores; y otros
aceptaron la mutabilidad de las
estructuras, pero abogaron por la lentitud que deba
caracterizarla; a estos ltimos se les
llama conservadores liberales, y es con estos conceptos que
empieza a surgir una niebla que
confunde y borra los lmites entre las nomenclaturas tericas.
Acosta aporta luz sobre estas
confusiones cuando dice que:
El liberalismo se torn dominantemente conservador en direccin a
la conservacin
de un nuevo orden tambin excluyente. El liberalismo conservador
y el
40
Yamand Acosta. El liberalismo. Las ideologas constituyentes. El
conflicto entre liberales y conservadores en El pensamiento social
y poltico iberoamericano del siglo XIX, editado por Arturo Andrs
Roig. Madrid: Trotta. 2000. P. 343. 41
Jos Luis Romero. El pensamiento conservador latinoamericano en
el siglo XIX en El obstinado rigor. Hacia una historia cultural de
Amrica Latina. Ciudad de Mxico: Universidad Nacional Autnoma de
Mxico. Centro Coordinador y Difusor de Estudios
Latinoamericanos. 2002. P. 194. 42
Ibidem. P. 201.
-
34
conservadurismo liberal desdibujaron las fronteras ideolgicas
entre liberalismo y
conservadurismo, por lo que la lnea divisoria entre liberales y
conservadores pasaba
ms bien por sus actitudes pragmticas, en relacin con una
tendencia general que
apuntaba o a la apertura hacia la modernidad y el progreso o a
la conservacin de
tradiciones y situaciones procedentes del mundo colonial.43
Una postura similar es la de Jos Luis Romero, pues l explica que
hubo una faccin
conservadora que acept algunos principios liberales pero
consider que deban ser
limitados en sus puestas en prctica, y que podan ser traducidos
en hechos polticos o
institucionales de una manera lenta y progresiva.44
Por otro lado el mismo autor toca un punto fundamental para
nuestro trabajo cuando
habla de los liberales conservadores, quienes ponan en duda si
los principios de igualdad y
de libertad, propuestos por ellos mismos, deban actualizarse en
todos los hombres: la
condicin de las etnias sometidas y, por derivacin, el tema
siempre candente de si los
principios liberales principalmente los de la libertad y la
igualdad deban aplicrseles,
aun a riesgo de conmover los fundamentos econmicos y sociales
del orden vigente.45
La pregunta sobre la conveniencia de aplicar de manera general
el proyecto liberal
signific, para los ms radicales, una traicin a las causas mismas
que haban movido a la
emancipacin, sin embargo, importantes pensadores libertadores,
vieron en la formacin de
las repblicas que pusieran al alcance de todos el poder de la
representatividad el riesgo de
caer en la anarqua, apoyados tambin en la idea de la inadecuacin
[del proyecto liberal]
a la realidad de los nuevos pases46 por aquello de la necesidad
de una emancipacin
mental.
Finalmente, fue la faccin conservadora del partido liberal la
que result triunfante
en la mayora de los pases americanos, ya que era la filosofa
predominante entre las
43
Yamand Acosta. Op. cit. P. 349. 44
Romero, El pensamiento conservador. P. 202. 45
Romero, El liberalismo. P. 253. 46
Idem.
-
35
clases cultas y la fuente ms o menos reconocida de las opiniones
generalizadas sobre el
sentido de la vida, la moral y la convivencia.47
El plan liberal liderado por letrados y militares tena como fin
pacificar, organizar y
homogeneizar los pases para sembrar las bases del progreso
nacional. Se tena un vasto
inters por hacer efectivas las constituciones de mitad de siglo;
sin embargo la empresa era
difcil por las condiciones de crisis, separacin y desinters que
albergaba la blica
poblacin acostumbrada ms a rias que a orden y progreso.
La modernizacin material de las ciudades era la condicin
necesaria para la
realizacin completa del plan liberal, a partir de ella fue que
se pudo emprender el proceso
de produccin y explotacin de la materia prima contenida en los
pases americanos para
atraer extranjeros e ir logrando que Latinoamrica tomara posicin
a escala mundial, lo cual
ayudara, en teora, al crecimiento interno en los niveles
econmico y social. As la teora
dorada del siglo XIX fue entendida en el siglo posterior como
una poltica que convena a
las metrpolis industriales, pero que distorsionaba las economas
locales ponindolas al
servicio de los intereses extranjeros.48
En lo que ahora llamamos Argentina, el partido liberal tuvo
importantes
transformaciones tras la llega de Juan Manuel de Rosas al poder.
Los unitarios salieron del
Ro de la Plata hacia otras provincias para resguardarse de las
censuras del dictador y para
construir trincheras desde las cuales fuera posible luchar
contra el rgimen dictatorial y
conservador que se impuso.
La dictadura y su marcado carcter populista parecieron demostrar
que el pueblo era
brbaro, estaba muy alejado de la civilizacin y tena que ser
guiado por un puado de
47
Ibidem. P. 255. 48
Ibidem. P. 263.
-
36
hombres inteligentes, al menos eso es lo que se entrev en
Amalia, muestra representativa
del pensamiento liberal de la poca. Estas creencias abrieron
espacio a una jerarquizacin,
derivada de la importancia social o de la calidad de los
sentimientos [] Cuando la
hostilidad del rgimen se acentu, esa jerarquizacin social alcanz
matices decididamente
polticos, cuando no racistas.49 Muestra clara de ello est en
Amalia:
Fue Buenos Aires la primera que en el continente de Coln cubri
con la mano de la
libertad la frente del africano, pues donde estaba el agua del
bautismo no quera ver la
degradacin de la especie humana. Y la libertad que as la regener
y rompi de sus
brazos la cadena de siervo, no tuvo en la poca del terror ni ms
acrrimo, ni ms
ingenuo enemigo que esa raza africana.
Nada sera que hubiese sido partidaria de Rosas; hasta natural
sera que hubiese
soportado por l todo gnero de privaciones y sacrificios, desde
que ninguno como l
lisonje sus instintos, estimul sentimientos de vanidad hasta
entonces desconocidos
para esa clase, que ocupaba por su condicin y por su misma
naturaleza el ltimo
escaln de la gradera social.50
Repetidamente encontraremos en la novela una relacin inequvoca,
en opinin del
narrador y de algunos personajes, entre la raza y la clase
social. El partido liberal
abogaba por los ideales de emancipacin en torno a la libertad y
a la igualdad; sin embargo
planteaba restricciones no slo econmicas o sociales sino incluso
fsicas para otorgar los
beneficios de la liberacin a los habitantes de la naciente
Argentina.
Por otro lado, en Clemencia, como hemos dicho, Altamirano
muestra su radicalismo
respecto a su propio partido poltico, postura tal vez nacida a
partir de la separacin de
Ignacio Comonfort y Juan lvarez tras la revolucin de Ayutla
contra el dictador Santa
Anna:
Con su reclamo de supresin del ejrcito santanista, [] se enfila
hacia la lnea dura de las propuestas liberales, la que sostena
Melchor Ocampo, y que sera motivo de
enfrentamiento y de ruptura entre Juan lvarez, lder de los
liberales puros, y su ministro de guerra Ignacio Comonfort.
Divergencias que acabaran con la aparente
unidad del gran partido liberal y alejaran del mando poltico a
su principal lder
49
Teodosio Fernndez. Introduccin en Amalia. Madrid: Ctedra. 2000.
P. 28. 50
Mrmol, Op. cit. P. 721.
-
37
radical, dejando as el gobierno en manos del grupo que no quera
enfrentarse al
ejrcito, adherido en apariencia al Plan de Ayutla pero no
sometido a la revolucin.51
A la luz de la postura liberal de Ro de la Plata, podemos
entender mejor el reclamo que
Altamirano realiza contra su partido a travs de los reclamos de
abolicin la mencionada
correlacin entre tica y esttica, bastante fuerte entre algunos
representantes de la doctrina
liberal.
En este primer captulo hemos dibujado a grandes trazos el
contexto histrico en el
que se mueven las novelas que analizaremos; hicimos evidentes
algunos de los supuestos
de los que partimos para la investigacin poniendo nfasis en la
relacin existente entre la
identificacin de grupos culturales y la realizacin de la poltica
en el arte.
En el siguiente captulo nos avocaremos a la revisin del
romanticismo americano
para determinar en qu sentido existi un romanticismo en Amrica y
cules fueron sus
caractersticas. Revisaremos los pensamientos y opiniones de
algunos crticos que se han
interesado en el tema. Despus hablaremos sobre la concepcin de
literatura comparada que
ampara nuestro anlisis literario. Por ltimo, haremos un pequeo
resumen de las novelas
que nos interesan para aclimatar al lector que desconozca estas
obras en el posterior anlisis
literario que realizaremos.
51
Cristina Barros. Altamirano: aproximacin a una iconografa.
Homenaje a Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893). Editado por
Manuel Sol y Alejandro Higashi. Xalapa: Universidad veracruzana.
Instituto de
Investigaciones Lingstico-Literarias. 1997 (Coleccin Cuadernos).
P. 42.
-
38
Captulo II Amalia y Clemencia, novelas romnticas de nuestra
Amrica, una lectura
comparada
Romanticismos americanos. Imaginar una historia de las ideas en
Amrica
Nombrar lo que nos rodea es una manera de apropiacin, es una de
las formas que tiene el
sujeto para demostrar el amor hacia lo otro: de hacer evidente
la cercana de los fenmenos
que, a su vez, crean la identidad del sujeto que nombra. Otorgar
un nombre es una actividad
creadora muy cercana a lo sagrado que, mientras describe el
entorno, lo inventa. Los
nombres hacen a la cosa y la cosa al nombre, ambos mantienen una
relacin dialctica de
existencia y de toma de sentido. Todo lo que es significativo
para el hombre posee una
marca que lo designa, que lo llama. Sin embargo, los nombres
tienen caducidad, es decir, se
actualizan en el tiempo, existen en momentos determinados
rodeados de situaciones
concretas: la vida, el trascurrir del tiempo, es entendida por
el hombre en trminos de
narracin,52
cosa posible slo a travs el acto de nombrar. Por esto es
importante elegir la
palabra que convocar el entorno.
He aqu uno de los problemas fundamentales en la historia del
pensamiento
americano: cmo renombrar nuestra realidad con las lenguas
extraas que llegaron al
continente desde tierras muy lejanas?; el portugus, el francs,
el ingls, pero sobre todo el
espaol son idiomas extranjeros que Amrica acogi en su ser, que
la constituyeron en el
devenir histrico.
52
Vid. Luz Aurora Pimentel. Sobre el relato. Algunas
consideraciones en Antologa de textos literarios en ingls,
coordinada por Emilia Rbora Togno. Ciudad de Mxico: Facultad de
Filosofa y Letras, Direccin
General de Asuntos del Personal Acadmico, Universidad Nacional
de Mxico. 2007. Pp. 15-36.
-
39
Tras los grandes y complejos movimientos de independencia en el
siglo XIX,
nuestras tierras conservaron la lengua de los otros y la
volvieron propia. La realidad se
reconfigur a travs de los nuevos nombres que utilizamos para
invocarla.
La historia del pensamiento americano, aquella que comienza a
configurar una
identidad a travs de su literatura, ha sido escrita, en su
mayora, en espaol. Pero, cmo
sitiar categoras filosficas prexistentes con nuestra voz?, cmo
hacer un proceso de
formacin, cmo nacer a partir de las palabras de quien largo
tiempo fue enemigo comn?
Esta cuestin empapa la ingente cantidad de documentos oficiales
y obras literarias
que salieron de Amrica no slo en el siglo XIX, sino en el XX y
en el XXI. La literatura
americana, hija, a la vez, de Europa y de las culturas
prehispnicas, fluy de manera
peculiar tras las independencias. Los nexos irrompibles que nos
unen a esos pasados
atraviesan y construyen nuestras letras; por ello es imposible
olvidar los nombres ajenos, es
decir, ignorarlos, rechazarlos, as como tambin lo es rellenarlos
o imitarlos a la
perfeccin. Lo que queda es fabricar lo propio con las
herramientas que estn a nuestro
paso.
Para superar estos problemas, existen varias opciones: crear
categoras propias, es
decir, etiquetas nuevas para los fenmenos que deseamos nombrar,
o entender las
categoras como sucesos histricos que se actualizan segn su
uso.
Aqu estas cuestiones aparecen una y otra vez. Aunque los
escritores que nos
ocupan muy probablemente tuvieron acceso a la literatura europea
(y a otras literaturas),
sus creaciones no son (y no pretenden ser) imitaciones fieles de
las manifestaciones
artsticas anteriores, sino que, a travs de la escritura, de ese
rellenar o recrear las
categoras, pretenden, a la vez, tomar un lugar en el mundo
(hacer escuchar su voz ms all
de mares y fronteras) e inventar identidades nacionales, crear
naciones, por medio de la
-
40
elaboracin de una cultura propia: una tradicin literaria y
filosfica peculiar. A este mpetu
forjador de naciones y de identidades, que ocurre en la
literatura decimonnica (as como
tambin, en la msica, en la pintura, o incluso en la moda para
vestir) le llamaremos
romanticismo. De esta manera, repoblamos un trmino que ha sido
definido y documentado
en infinidad de textos tanto acadmicos como no especializados y
en diversos pases de
Europa y de Amrica.
A decir de Pedro Henrquez Urea, el romanticismo en Amrica
Latina, que en un
primer momento fue meramente mimtico, pretenda ser no un
pastiche o una copia de los
modelos europeos, sino un eco de aquella actitud de liberacin
frente a la escuela
neoclsica, lo cual, podra traducirse en nuestro continente como
un afn de liberacin
cultural consonante a la liberacin poltica de las independencias
americanas. El
movimiento romntico adquiri fisonoma propia en la Amrica
hispnica. Antes que nada,
en su ruptura con todo el bagaje de reglas neoclsicas, nuestros
romnticos intentaron
realmente deshacerse de todo canon.53
Sin embargo, Federico lvarez, en un ensayo acerca del tema, dice
que, a pesar de
las opiniones que consideran romnticos, el pasado prehispnico,
la vida colonial, las
guerras de independencia y, por supuesto, todo el siglo XIX,54
la verdadera historia de las
ideas en el nuevo continente va, sin embargo, por muy otros
caminos.55 lvarez concluye,
tras una breve revisin histrica del romanticismo europeo y de
las independencias
americanas terminadas (con excepcin de Cuba y Puerto Rico) en
1824, que el movimiento
romntico, que en Europa signific una renuncia al neoclasicismo
francs y a las ideas
53
Henrquez Urea. Op. cit. P. 130. 54
Federico lvarez. Romanticismo en Diccionario enciclopdico de las
letras de Amrica Latina, director general Jos Ramn Medina. Caracas:
Biblioteca Ayacucho y Monte vila Editores Latinoamericana.
1995.
P. 4197. 55
Idem.
-
41
ilustradas, fue para Amrica una subliteratura clsica o romntica
[] copias de
pastiches, careca y carecen de significacin literaria y no
participan, en modo alguno, en la
definicin de las corrientes literarias de ningn pas56 y salva de
esta categorizacin slo a
algunos autores entre los que se encuentra el mexicano Ignacio
Rodrguez Galvn.
lvarez niega rotundamente la importancia del romanticismo en
Amrica que cierta
crtica literaria ha querido ver como definitoria en nuestro
continente y afirma que las
cumbres de la literatura latinoamericana, lo ms significativo y
universal del siglo XIX, no
fue ni romntico ni clsico,57 l prefiere designar como eclctico
al grupo representativo
de nuestra literatura decimonnica.
Es interesante contrastar esta postura con la que citamos arriba
de Pedro Henrquez
Urea, quien, si bien, no hace una equivalencia entre
romanticismo europeo y americano, s
rescata cierta actitud creativa de aquel para caracterizar al
propio. Este autor explica cmo
en los aos ms agitados de la formacin de las naciones americanas
(1820-1870), la
literatura prolifer gracias al descubrimiento y a la explotacin
de su fructfera funcin
pblica como formadora de identidades y de ciudadanos. Con los
proyectos de
reorganizacin independiente, hubo en Amrica la necesidad de
instruir a un pueblo que se
haba acostumbrado al modo de vida virreinal; las regiones
estaban padeciendo un proceso
de modernizacin que solicitaba habitantes distintos y educados
para la nueva vida en
sociedad, es all donde entra uno de los principales papeles de
la literatura.
En medio de la anarqua, los hombres de letras estuvieron todos
del lado de la justicia
social, o al menos del lado de la organizacin poltica contra las
fuerzas del desorden.
[]. Y los dos movimientos nacionales ms importantes del siglo,
la Reforma en Mxico (1855-1874) y la lucha contra Rosas
(1837-1852), seguida de la reconstruccin
orgnica del pas (1853-1880), en la Argentina, se llevaron
adelante con la ayuda de una
enorme cantidad de literatura.58